008 ElHornero v006 n02 PDF
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Universidad de Buenos Aires
REVISTA
EL HORNERO
DE LA SOCIEDAD ORNITOLOGICA DEL PLATA
DIR1!c'l'oR: PEDRO SER[É
INTRODUCCIÓN
Los loros constituye:p uno de los grupos más naturales dentro de las aves,
por el cbnjunto de sus caracteres anat6micos, morfo16gicos etc~, lo que no
obsta para que· su clasificación dentro de la clase y el rango sistemático
que les corresponde haya sido tema de muchas controversias.
Los Psittaciformes toman colocación dentro de la sub clase de las Neo-
gnathae, pero no se ha llegado sino últimamente y de un modo aún no defi-
nitivo a un acuerdo aceptable. Una breve reseña ilustra el punto.
En 1676 podemos fijar el comienzo de la Ornitología con Willughby y
Ray quienes crean el término «Psittaci» para los loros, término que con
ligeras variantes en cuanto a su declinación, se ha conservado hasta nues-
tros días. Después Linneo (1758); Brisson (1760); Latham (1781); Cuvier
(1798); Daudin (1800) y Tiedemann (1810-14) se ocupan de ellos.
Illiger (1811) los coloca en el orden «Scansores» formando la familia Psi-
ttacini.
198 EL HORNERO Vol. VI.
De Blainville (1815) los separa del orden «Scansores» creando para ellos
el orden «Prehensores».
Vienen luego Vieillot (1816 y 1818); Latham (1821-1824); Cuvier (1817);
Vigors (1823 y 1824); Nitzch (1829 y 1840); Gloger (1834); Burmeister (1840);
Gray (1840); Cornay (1842); Reichenbach (1845); Garrod (1847) hasta
llegar a 1866 en que Gadow y Selenka los estudian como un suborden de
los Cucos dividiéndolos en dos familias Trychoglossidae y Psittacidae;
siguen Brehm (1867); Huxley (1867); Gray (1869-71); Boucard (1876);
Sclater (1880); Reichenbach (1882); Reichenow (1882); Stejneger (1885)
hasta Fürbringer (1888) que los considera como un suborden: Psittacifor-
mes, con una sola familia que, conjuntamente con los Columbiformes cons-
tituyen un orden intermediario entre los Alecthornites y los Coracorni-
teso
En 1889, Cope sigue a Fürbringer pero modificando· el rango, eleván-
dolo a orden y restableciendo el nombre creado por Willughby y Ray.
En esa época, aparece la monografía de Salvadori (1891) en el «Catalo-
gue» del Museo Británico, en que se los trata como un orden integrado por
seis familias.
Desde entonces se estabiliza su sistemática hasta 1913 en que Reichenow,
reeditando viejas ideas suyas presenta una clasificación de las aves en la
cuál los Loros forman el orden «Cutinares» agrupados en ocho familias.
Ridgway (1916) los considera como un orden.
Finalmente Wetmore (1930) presenta su esquema de clasificación de las
aves, resultando de sus estudios sobre aves actuales y fósiles, en el que los
loros son estudiados como un orden Psittaciformes, relacionado con los
Columbiformes por un lado y con los Cuculiformes por el otro. Wetmore
solo considera dos familias: Loriidae y Psittacidae.
ORDEN PSITTACIFORMES
Faltan por completo los ciegos intestinales, hecho que, según la teoría
de Metchnikoff de la relación inversa entre longitud de los ciegos y longe-
vidad, explicaría la larga vida de los Psittaciformes.
Existen ambas carótidas que se encuentran situadas profundamente en
el canal vértebro-arterial; o solo está así colocada la derecha mientras la iz-
quierda es superficial o, por fin, falta la derecha, restando solo la izquierda
(Kakatoe).
El plumón es complejo y cubre tanto las pterilas como las apterias.
La pterila espinal está bien definida sobre el cuello por las dos apterias
laterales y se bifurca en la parte superior del dorso.
Las polvo-plúmulas son muy numerosas debajo de las plumas de contor-
no, éstas están provistas de hiporaquis.
La glándula de la rabadilla, cuando existe, está por lo general emplumada.
Las remiges primarias en número de diez, las rectrices en número de
doce, excepto en Oreop8Íttacus que tiene catorce.
Las remiges secundarias o cubitales, presentan diastataxis o aquintocu-
bitalismo.
Los huevos de los loros son blancos, variables en número, generalmente
dos e<nlas grandes especies y de cuatro a diez en las menores, su cáscara
usualmente es lisa y se depositan en los nidos construídos por lo general
en el fondo de los huecos de los árboles o en agujeros excavados en las pa-
redes de los barrancos. Algunas especies construyen nido.
Son aves nidícolas y los pichones nacen desnudos, solo cúbiertos por un
plumón gris. Están adaptados a la vida arborícola, en el suelo son malos
caminadores, torpes y lentos, pero en cambio son todos buenos voladores y
trepan con facilidad.
Dos especies a pesar de tener las alas normalmente desarrolladas han
perdido casi totalmente la facultad de volar y presentan una atrofia notable
de la carena del esternón. Pertenecen al género Strigops, propio de N'Ueva
Zelandia y son de hábitos nocturnos, viviendo en el suelo en agujeros exca-
vados entre las raíces de las plantas.
Los Psittaciformes tienen sus sentidos bien desarrollados y es bien cono-
cida su memoria que, asociada al hecho de que muchas especies aprenden
a articular palabras, los híJ,cen los preferidos en muchos hogares.
Su alimentación es variada pero son preferentemente granívoros.
Viven en parejas o en bandadas a veces numerosas de centenares de in-
dividuos.
Comunmente no hay dimorfismo sexual, pero hay casos en que es notable
como en el género Eclectus, de Nueva Guinea y Molucas en que el macho
es verde y la hembra rojo con el vientre violeta. Son monógamos y en ge-
neral el casal se manifiesta muchoeariño, que se vé"extremado en las espe-
cies del género Agapornis, de Australia, los llamados «Inseparables» o
«Love-birds», porque difícilmente sobrevive uno de ellos cuando le falta
1936 R. N. Orfíla: Los PsittaC'iformes argentinos 201
CLAVE
1 (2) Cara interna del unguis casi lisa o solamente con algunos sur-
cos longitudinales muy superficiales, sin tomar nunca el aspecto
de superficie rayada ....:..... LORIIDAE
2 (1) Cara interna del unguis con dos series laterales de surcos, trans-
versales u oblicuos con aspecto de red o de barbas de pluma. . PSITTACIDAE
Estas familias las considero integradas por tres subfamilias cada una,
pudiendo separarse por la clave que va a continuación.
202 EL HORNERO Vol. VI.
LORIIDAE
1 (2) Pico más largo que alto, muy comprimido; la mandíbula in-
ferior con el gonis casi recto u oblicuo en una curva suave hacia
el borde apical. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
2 (1) Pico más alto que ancho, muy curvo en los lados de la mandí-
bula, con el gonis fuertemente curvado y ascendiendo brus-
camente hacia el ápice . . . . . . . . . . . . . . . . . . CYCL'lPSITTACINAE
3 (4) Lengua orlada, culmen con una muesca en la parte media .... NESTORINAE
4 (3) Lengua provista de vellosidad, culmen del pico sin muesca en
la parte media LORIINAE
PSITTACIDAE
Subfamilia PSITTACINAE
CLAVE
ARINI
PIONINI
PIONINI
Tribu ARINI
Esta tribu, antes considerada subfamilia, hasta no hace mucho era Ha-
mada CONURIN AE; cuando en realidad, le corresponde el nombre ARINI
(Arinae auct) propuesto por Sclater (1862) y aceptado por Ridgway (1916),
pues al dejar de pertenecer a la fauna neotropical el género Conurus, queda
Ara como el mÍ',s antiguo.
Anodorhynchus Spix, Av. Bras., I (1824) 47, tab. xx [Genotipo: Psittacus hyacinthinulJ
Lathalll].
Sitluce Wagler (in .part), Mon. Psitt., (1832) 499.
Anadorhynchos Brehlll, MoD.. Papag., II (1843) 5.
Anadontorhynchus Agassiz, NOlll. Zool. Ind. Univ., (1846) 24.
Anodorhynchus Lichtenstein, Nom. Av. Mus. Berol., (1854) 73.
Anadorhynchus Finsch, Die Papag., I (1867) 387.
Anoplorhynchus Sundevall, Met. Av. Disp. Tent., (1872) 70.
sanas pero en general, sin ser ariscos son poco sociables. Se irritan rápida-
mente y tratan de picar aún cuando se les quiere proporcionar alimento.
En sus riñas son bravíos y gritones, pero normalmente son silenciosos y
reposados. Permanecen largos ratos en un mismo sitio sin moverse. La es-
pecie argentina es:
ARARA CELESTE
Macrocercus glaucus Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., II (1816) 259 [Paraguay, según
Azara].
Guacamayo azul Azara, Apunt. Hist. Nat. Paxaros Parag., 1 (1802) 402.
S[ittace] glauca Wagler, Mon. Psitt., (1832) 676.
Sittace glauca Wagler, Mon. Psitt., (1832) tab. XXVI. Reichenow, Vogelbild, 9. (1879).
Psittacara glauca Bourjot, Perroq., (1837-38) tab. XIV.
Psittacus glaucus Küster, Om. Atlas Papag., 97 (1840) tab. LXXVI.
A[ra] glauca Gray, Gen. Birds, II (1845) 412.- Neuzing, FrerndHind. Stubenvog. (1921)
680.
[Macrocercus] glaucus Bonaparte, Rev. et Mag. Zool., (1854) 149.
[Anodorhynchus] glaucus Bonaparte, Naurnannia, (1856).
Anodorhynchus glaucus Souancé, Iconogr. Perr., (1857) tab. 1. Salvadori, Cato Birds.
Brit. Mus., XX (1891) 149. Holmberg, 2° Censo Rep. Arg., 1 (1898) 513. Euler, Rev.
1936 R. N. OrfilOJ: Los Psittac'iformes argentinos 207
Mus. Paul., IV (1900) 86. Ihering, Rev. Mus. Paul., IV (1900)264. H. & R. Ihering,
Cato Fauna Brazil., I, Aves (1907) 108. Dabbene, An. Mus. Nac. Bs. As., [3] XI
(1910) 256. - Miranda Ribeiro,'Rev. Mus. Pau1., XII. 2 (1920) 16.
Arara glauca Schlegel, Mus. Pays-Bas, III (1864) 2.
A[nodorhynchus] glaucus Tavistoqk in Delacour, Les Oiseaux, II (1928) 87.
FIG. 2. - Arara
"
celeste, Anodorhynchus glaucus
interno del unguis; c: mandíbula
e
(Vieillot). - a: perfil de la cabeza;
vista frontalmente. (Original).
b: lado
pecho; abdomen verdoso; página interior de las plumas cómo así mismo las
grandes cobijas internas del ala negro sepia; piel de la región prioftálmi-
208 EL HORNERO Vol. VI.
Base del gonis, lorum y región perioftálmica desnudas cruzadas por lí-
neas de plumitas azul verdoso; garganta verde claro; jugulum y flancos
e
F'w. 5. - Arara azul y amarillo, Ara glaucoflUlaris Dabbene. - a: perfil de la cabeza; b: lado
interno del unguis; c: mandibula vista frontalmente. (Original).
ARARA VERDE
Ara militaris boliviana Reiehenow, Ornith. Monatsb., XVI (1908) 13 [Machareti, SE.
Bolivia].
Ara. militaris Salvadori [no ~sittacus militaris L.], Cato Birds Brit. Mus., XX (1891) 158.
FIG. 6. - Arara verde, Ara mititariB boliviana Reichenow. - a: cabeza de perfil; b: lado interno
del unguis; e: mandíbula vista frontalmente. (Original).
verde obscuro; mitad posterior del tergo y uropigio como aSimismo las
cobijas supracaudales azul celeste; remiges con la mitad basal rojo ferru-
gíneo que pasa al azul celeste en la mitad apical; cobijas subcaudales ce.-
leste verdoso; página inferior de las caudales oliva dorado con las márgenes
pardo negruzco; abdomen y pecho, jugulum y flancos verde opaco con tonos
ferrugíneos sobre el raquis de las plumas; garganta ferrugínea pasando al
marrón en las proximidades del mentón, primera remige primaria azul
violáceo con el margen interno marrón, las demás primarias y las secunda-
rias azul celeste con el margen interno negro violáceo; remiges terciarias
verde oliváceo con el margen verde amarillento; cobijas primarias, mayores
y medianas celeste azulado; cobijas menores y escapularias verdes; página
212 EL HORNERO Vol. VI.
interna del ala oliva dorado, tapadas internas verdes las mayores algo obs-
curas. Región desnuda de la cara cruzada por finas líneas de plumitas verd~
negruzco en la base y blanquizco en la parte anterior. Tarsos y dedos gri-
sáceo negruzco. Iris naranja.
Dim.: longitud total: 650 mm, ala plegada: 346.,.366mm, cola: 350-400
mm, pico: 49-53 mm, tarso: 25 mm.
Distribución: parte occidental del continente americano al este de los
Andes, desde México hasta el NO. de la Argentina.
Ejemplares: 1 ¿
Jujuy; 1 9 Playa Ancha, Orán, Salta, VII-1930 (Budín
leg.); 1 9 Pocitos, Jujuy, 500 m, VII-1924 (Budín leg.); 1 9 Río Dolores,
C. Buenavista, D. Santa Cruz, Bolivia 450 nlS, 19-111-1916 (J. Steinbach
leg.); 1 9 Bolivia, 29-V-1908 (Lynch-Gemigani leg.) .
.Se conocen tres sub especies : A. m. mexicana Ridgway, que se encuentra
en México, caracterizada por sus dimensiones mayores; la forma nomino-
típica que desde Colombia llega al norte de Bolivia y A. m. bolwiana en
Bolivia hasta el noroeste Argentino.
En 1918 Dabbene la incorporó a nuestra fauna de acuerdo a un ejemplar
cazado por el señor José Steinbach en Yacuiba, punto límite de la provincia
de Salta con Bolivia y en 1933, volvió a anotarla en base a los ejemplares
que he utilizado obtenidos por el señor Budín en Jujuy y Salta.
Zimmer (1930) cree que esta raza no está bien caracterizada y la consi7
dera sinónima. No he dispuesto de material de la forma nominotípica pero
en los ejemplares examinados los caracteres subespecificos están bien de-
terminados, por cuya razón mantengo la separación que estableció Rei-
chenow. La descripción que antecede es la primera sobre ejemplares ar-
gentinos.
ARARA ROJO
Ara chloropterus Gray, List Birds Brit. Mus., In. 2 (1859) 26 [Guayana inglesa l.
Arara-canga Marcgrave, Hist. Bras., I (1684) 206.
Ara brasiliensis Brisson, Om. IV, (1760) 184, tab. XIX.
Red and Blue Macaw, Lathy, Syn., I (1781) 199.
Psittacus macao Bechstein [no Psittacus macao L.], Deb. Viigel, I (1793) 175.
L'Ara macao Levailiant, Perroq., (1801) tab. I.
Guacamayo roxo Azara, Apunt. Hist. Na'G,Paxaros Parag., I (1802) 392.
P[sittacus] macao Wied, Reise Bras., I (1820) 99, 131, 206, 250. id., Beitrag Naturg.
Bras., IV (1832) 138.
Arara macao Spix, Av. Bras., I (1824) 27.
Macrocercus macao Lesson, Trai:te d'Omith., (1831) 185.
S[ittace] macao Wagler, on. Psitt., (1832) 671, 734.
M[acrocercus] macao abanis in Schomburgk, Reise Brit. Guiana, nI (1848) 730.
Macrocercus maca esson, T ite d'Omith., (1831) 185.
A[ra] macao Gray, Gen. Birds n (1845) 412.
Ara macao Hartlaub, Index:Azara Apunt., (1847) 17.
1936 R. N. OrfiZa: Los Psittaciformes argentinos 213
cara inferior,' cobijas menores, del ala carmesí obscuro, las medianas v~rde
oliva amarillento, las mayores azules; las escapularias verde oliva amari-
llento más o menos teñido de [l,zul; cola con las dos rectrices centrales rojo
pardo obscuro y la extremidad azul verdosa, el próximo par anchamente
azul, ribeteado de rojo sobre ambas barbas cerca de la base, las tres rectrices
externas de cada lado casi enteramente azules; cara inferior de las rectrices
rojo dorado. Piel desnuda de los lados de la cara color carne, con lineas
de delgadas plumitas rojas. Iris amarillo paja. Mandíbula negra, maxila
blanco de cuerno y negra en la base de los márgenes. Pies gris negruzcos.
214 EL HORNERO Vol. VI.
FIG. 8. - Arara rojo, Ara chloroptera Gray. - a: cabeza de perfil; b: lado interno del unguis;
e: mandíbula vista frontalmente. (Original).
MARACANA AFEITADO
Ma.croccrcus m(l,racana Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., II (1816) 260. [Paraguay según
Azara].
1938 R. N. Orfila: Los PsittarJiformes argentinos 215
Color general verde, la frente rojo rosado; vertex y occipucio así como
las regiones malar y auricular verde azulado; tergo rojo carmesí; rectrices
E
LIJ· r
cara color carne amarillento; iris pardo rojizo; piés color carne pardo, uñas
negras. Página interna de las alas oliváceo.
Según Salvadori (1891)1os dos sexos pueden diferenciarse por la extensión
'de las plumas rojas de la ~rente, sin embargo en los ejemplares observados
no he podido comprobar tal difernecia. '
Dim.: longitud: 385-400mm, ala plegada: 195-205mm, cola: 217~224mm,
pico: 24-26 mm, tarso: 21-23 mm.
Distribución: SE. del Brasil, Paraguay y NE. l Argentina.
Ejemplares: 1 rf' 19uazú, Misiones, X-1900 (Dabbene leg.); 1 rf' Iguazú,
Misiones, 11-1917; 1 9Iguazú, Misiones, 6-11-1917; 1 Santa Ana, Misiones,.
IX-1912 (F: M. Rodríguez leg.); 1 Misiones, VIII-1899 (Burmeister leg.);
1 Paraguay (Boccard leg.).
Se lo encuentra frecuentemente en la proxhnidad de los cursos de agua.
Ponen dos huevos cuyas dimensiones, según Nekrkon son 36,5 X 29 mm.
Ara auricollis Cassin, Proc. Ac" Nat. Sc. Phil., VI (1853) 372. [Bolivia].
Bittace primoli Bonaparte, C. R. Ac. Sci., (1853) 807. id. Rev. et Mag. Zool., (1854) 147,
150.
Ara auritorques Massena & Sounancé, Rev. et Mag. Zool., (1854) 71.
Sittace chrysotorques Lichtenstein, Nomencl. Av., (1854) 73.
Ara primoli Des Murs, in Castelnau, Exp. Ameriq. du Sud, Ois., (1855) 13, tab. IV.
Ara auricollis Gray, List Psitt. Brit. Mus., (1859) 27. Salvadori, Cato Birds Brit. Mus.,
XX (1891) 165. id. Boll. Mus. Torino, XV. 378 (1900) 11. Allen, Bull. Amer. Mus.
Nat. Hist., V (1893) 140. Ihering & Ihering, Cato Fauna Braz., I (1907) 110. Dabbene,
An. Mus. Nac. Bs. As., [3] XI (1910) 256. Naumburg, Bull. Amer. Mus. Nat. Hist.,
XL (1930) 120. Laubmann, Wiss. Erg Deuts. Gran-Chaco Exp. V6gel, (1930)
110.
Primolius auricollis Bonaparte [según Gray, List. Psitt. Brit. Mus., (1859) 27]. Miranda
Ribeiro, Rev. Mus. Paul., XII. 2 (1920) 19.
Sittace auricollis Finsch, Papag., I (1867) 427. Pelzeln, Om. Bras., III (1870) 255.
Sittace xanthotorques Natterer, según Pelzeln, Orn. Bras., III (1870) 255.
AratingaSpix, Av. Bras., 1 (1824) 29 [Genotipo fijado por Gray (1855): Psittacus luteus
Boddaert].
Psittacara Vigors, Zool. Jour.,II (1825) 388 [Genotipo: Psittacus guianensis Gmelin =
Psittacus leucophthalmus Müller].
Arara Lesson [no Spix, 1824], Man. d'Orn., II (1828) 143 [Genotipo: Psittacus guianen-
sis Gmelin = Psittacus leucophthalmus Müller].
Evopsitta Bonaparte, Rev. et Mag. Zool., (1854) 151 [Genotipo: Sittace eriops Wa-
gler].
Conurus mitra tus Tschudi, Wieg. Arch. f. Naturg., (1844) 304 [Perú]. Salvadori, Cato
Birds Brit. Mus., :XX (1891) 181. Dabbene, An. Mus.Nac.Bs. As., [3]XI (1910) 257.
Psittacara mitrata Bonaparte, Rev. et Mag. Zool., (1854) 150.
Evopsitta mitrata Bonaparte, Naumannia, (1856) Consp. Psitt. nO20.
Conurus hilans Burmeister, Journ. f. Ornith., (1860) 243. id., La Plata Reise, TI (1861)
442. id., Proc. Zool. Soco Lond., (1878) 75.
Aratinga mitrata mitrata Laubmann, Wissen. Ergebn. Deutsch. Gran Chaco Exp., Vogel,
(1930) 111.
FIO. 10. - Araguahy,AraUnga mitmta m.itrata (Tschudi). - a: perfil de la cabeza ; b: lado in-
terno del unguis; e: mandíbula vista frontalmente. Maracana verde, Aratin(J'u, ~wucQphthalrna
leucophthalma (Müller), d: perfil de la cabeza; e: lado interno del unguis; j: mandíbula vista
frontalmente. (Original).
lJimensiones: largo total: 300-350 unn, ala: 203-189 mm, cola: 169-174
mm, pico: 21-25 mm, tarso: 14. mm.
Ejemplares: 1 ¿Tucumán, 17-VII-191O (Girard leg.) 1. Tucumán. 1 ¿ <;?
MARACANA VERDE
Mus., XX (1891) 187. Ihering, Rev. Mus. Paul., III (1898) 314. Ihering & Ihering.
Cato Fauna Bras., I (1907) 112. Dabbene, An. Mus. Nac. Bs. As" [3] XI (191(1)257,
Aratinga leucophthalmus propinquus Stolzmann, Ann. Mus. Zool. polon., V (1926) 127.
Aratinga leucophthalmus leucophthalmus Laubmann, Wissen. Ergebn. Deuts. Gran Chaco
Exp., Vogel, Stuttgart, (1930) 111.
tira para nidificar, posiblemente en los grandes bosques del interior para
volver al fin de diciembre con su cría, la que continúa tomando el alimento
del pico de los padres durante mucho timepo.
Thectocercus Ridgway, Proc. Biol. Soco Wash., XXV (1912) 99 [Genotipo: Psittacus
acuticaudatus Vieillotl.
Conurus Salvadori, part, Cato Birds Brit. Mus., XX (1891) 172, 173.
LORODE LOSPALOS;CALANCATE
Psittacus acuticaudatus Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., XXV (1817) 369.
Maracana cabeza azulada, Azara, Apunt. Hist. Nat. Pax. Parag., I (1802) 421.
Blue-crowned Maccaw, Lath., Gen. Hist., II (1822) 113.
Conurus acuticaudatus Gray, Birds, II (1845) 413 [en parte l. Sll,lvadori Cato Birds Brit.
Mus., XX (1891) 172. Dabbene, An. Mus. Nac. Bs. As., [3] XI (1910) 257.
Psitta¡;ara acuticaudata Bonaparte, Rev. et. Mag. Zool., (1854) 150.
Evopsitta acuticaudata Souancé, Icon. Pe'rroq., (1859) tab. iv.
Conurus fugax Burmeister, Jour. f. Ornith., (1860) 243.
Conurus glaucifrons Leybold, Leopoldina, VIII (1873) 59.
Thectocercus acuticaudatus aeuticaudatus Laubmann, Wissen. Ergebn. Deuts. Gran Chaco
Exp., V6gel, Stuttgart (1930) 112. Naumburg, Bul!. Amer. Mus. Nat. Hist., LX
(1930) 121.
Este loro anida en los huecos de los grandes árboles, sobre todo en los
quebrachos colorados, en el borde de los bosques del Chaco; la puestacon-
siste en tres huevos de color blanco que tienen 30-32 X 26 mm.
La forma nomi.notípica está distribuída desde Bolivia hacia el Brasil
(Matto Groso), Paraguay, Uruguay y Argeptina, hasta Córdoba, San Luis
y La Pampa (Wetmore) habiéndose encontrado también en Catamarca y
en Entre Ríos.
Al norte y noreste del Brasil es reemplazada por una raza: T. a. haemo-
rrhous (Spix) (1).
Eupsittula Bonaparte, C. R. Ac. Sci. París, XXXVII (1853) 807. id., Mag. Zool., VI
2 (1854) 150 [Genotipo: Psittacus petzii Leiblein = Psittacus canicularis L.],
Eupsittaca (emend.) Cabanis, Jour. f. Ornith., (1862) 335.
Eupsittacula Miranda Ribeiro, Rev. Mus. Paul., XII. 2 (1920) 28.
más largo que el dedo medio sin la una; en general más o menos aplanado
y a veces con surco; tomia fuertemente entallada; región perioftálmica
cubierta de plumas que solo' dejan desnudo un anillo alrededor del ojo;
cera en gran parte desnuda y las narinas expuestas por completo. Alas re-
gularmente largas, puntiagudas; las primarias más largas exceden a las
secunda;rias distales en má~ de 2/5 del largo del ala; cua~ta primaria ate-
nuada. Cola más corta q~e el.ala o casi igual; las plumas caudales graduadas
por algo más de un tercio o' poco más de la mitad de la longitud, algo estre-
chas peroredóndeada~ en el ápice. ., .
Hellma)'T (i.929) no cree que 'Eupl:ftttula sea separable: de Aratinga, sin
embargo en Aratinga el entalle del culmen es apenas notable, la cuarta
primaria no ~stá atenuada' y la proporción entre el alto y el largo del pico
es 1:1. Por todo ello creo necesario c~nservar estacohorte genérica.
El género comprende unas catorce especies distribuidas desde el' sur de
México al este del Perú, Bolivia, Guáyanas; algunas islas de las Antillas
sur del Brasil y una especie hasta el norte de la Rep1íblica Argentina;
Psittacus aureus Gmelin, Syst. Nat., L 1 (1788) 329 [Brasil, sobre Psittaca brasiliensis
Brisson (no Linn.) Orn., IV (1760) 337).
Perruche couronnee d'or, Buffon,' Hist. Nat. Ois., V (1779) 271.
Golden-crowned parrakeet, 'Edwards, Gleamings,' tab. ccxxxv.
Perruche 'a front jaune de Cayenne, D' Aubenton,' Pl. enl., tab. cccxxxvrn.
Buff-fronted parrakeet, Lathy, Syn. Suppl., LXI (1787) 135.
. Psittacus brasiliensis Lath., (no Linn.) Ind. 0tn., I (1790) 103.
Psittacus canicularis varo {3Lath., (no Linn.) Ind. Orn., I (1790) 103.
La perruche couronnee d'or, Levaill., Perr., (1801) tab. XII.
Maracana frente anaranjada, Azara, Apunt. Hist. Nat. Paxaros Parag., I (1803) 426
Psittacus regulus Shaw, Gen. ZooL,' VIII. 2(1811) 453.
Psittqcus canicularis Licht. (no Linn.) noubL Cato BerL Mus., (1823) 6.
Aratinga aureus Spix; Av. Bras., I (1824) 37.
Conurus aureus Lesson, Traité d'Ornith., (1831) 214., Pelzeln, Om. Bras., III (1870)
258. Salvin, Ibis (1886) 68. Salvadori, Cato Birds Brit. Mus., XX (1891) 199. Allen,
Bull. Amer. Mus. Nat. Hist., V (1893) 141. Ihering, Rev. Mus. PauL, III (1898)
315. Euler, Rev. Mus. PauL, IV (1900) 86. Ihering, Rev. Mus. PauL, IV (1900)
264. Goeldi, Alb. Aves Amazon., (1902) tab. XVI, Ihering & Ihering, Cato Fauna'
Bras., 1 (1907) 113. Dabbene, An. Mus. Nac. Bs. As., [3) XI (1910) 257.
Psittace aurea Wagler, Mon. Psitt., (1832) 649. . , ,
Conurus canalicularis Cabánis, (no Lin.) in Schomb., Reis. Guiana, III (1848) 728.
Eupsiitula aurea Bonaparte, Rev. et Mag. ZooL, (1854) 150. Ridgway, Bull. U.S. Nat.
Mus., L. 7 (1916) 164. Cory, Field Mus. Nat. Hist., Zool. Ser., XIII (1918) 64.
Eupsittula canalicularis Bonaparte, Rev. et Mag. ZooL, (1854) 150.
Eupsittpca aurea Cabanis., Journ. f. Ornith., (1862) 335.
Conurus brasiliensis Finsch, Nat. Tijdschr. Dierk., I (1863) 15.
Psittacus aureus Greene, Parrots in Capt., II (1884) 88.
224 EL HORNERO Vol. VI.
Aratinga aurea Brabourne& Chubb, Birds S. Amer., 1 (191;2)82. Chubb, Birds Brit.:
Guiana, 1 (1916) 310.
Eupsittacula aurea Miranda Ribeiro, Rev. Mus. Paul., XII. 2 (192()) 29.
Conurus aureus Seth-Smith, Parrakeets, (1926) 47. Berlioz & Delacour in Delacour, Les
Oiseaux, II (1928) 93.
Aratinga aurea aurea Naumburg, Bull. Amer. Mus: Nat. Hist., LX (1930) 124.
ORDEN" P ASSERIFORMES
Familia Troglodytidae
cian de la raza del sur del país, Troglodytes m. chilensis, por tener un color
más isabelino en el abdomen y barras más marcadas en el lomo y cubiertas
superiores de la cola. En el estómago de los individuos cazados encontré
larvas y pequeños coleópteros.
Familia Motaeillidae
Familia Fringillidae
Familia Icteridae
Familia. Tyrannidae .
Familia Dendrocolaptidae
Familia Trochilidae
Fra. 3. - Picaflor, Myrt;" yarreUi Bourcier. <;( ad. (n9 0429. Col. R. A. Philippi).
ORDEN CUCULLIFORMES
. Familia Cucullidae .
de las garrapatas y larvas de moscas. En los sitios en que hay guano no fal-
ta esta ave. De estos factores deriva su nombre vulgar. Los indígenas la
consideran un ave antipática y de mal agüero, sostienen que mata los ani-
males. En realidad son mal olientes y todos los ejemplares que cacé tenian
Fra. 4. - Orotophaga sulcirostris sulcirostr;s Sw. ad. (n9 0409. Col. R. A. Philippi).
ORDEN STRIGIFORMES
Familia Strigidae
ORDEN FALCONIFORMES
Familia Falconidae
Familia Cathartidae
Familia Pelecanidae
Familia Phalacrocoracidae
Phalacrocorax Lesson .
bougainvillei
Pato lile. En el Perú «Guanay».
H abitat en Chile: Desde Arica hasta Llanquihué.
Es abundantísimo. Todos los días se ven pasar enormes bandadas que
vuelan en hileras. Es tanto más abundante mientras más se avanza hacia
el norte. Ya en Chañaral (Prov. Atacama) son comunes. Anida en la costa
e islas del Perú, desde Mollendo hasta Piura. Es el principal productor de
guano.
ORDEN ARDEIFORMES
Familia Ardeidae
Familia Charadriidae
Familia Scolopacidae
Escaso. Viun solo ejémplar, que fué capturado. Según los habitantes de
la región sería más abundante en Diciembre y Enero. Este chorlo es migra":
torio y en invierno se va al hemisferio norte, donde efectúa su postura.
Sin embargo muchos ejemplares se quedan en el país y aunnidifican aqui.
He encontrado un nido de N. hudsonicus en la playa de Cachagua (Prov.
de Aconcagua). Contenía tres huevos, que ingresaron al Museo del Liceo
Alemán de la capital. Fué encontrado en Enero de 1922. En Abril de 1935
cacé en la desembocadura del río Maipo (Prov. Santiago), dos 'ejemplares
jóvenes, probablemente nacidos en el país (col. R. A. Philippi, N° 0367 Y
N° 0368).
ORDEN COLUMBIFORMES
Familia Columbidae'
FIG. 5. - Tortolita, Eupelia cruziana Kn. el Pre<v. d' ad. (nO 0405. Col. R .. A. Philippi).
ORDEN LARIFORMES
Familia Sternidae
Familia Stercoraridae
Familia Laridae
Familia Procellariidae
Familia Diomedeidae
Familia Pelecanoidae
Familia Thalassidromidae
ORDEN SPHENISCIFORMES
-Familia Spheniscidae
OBRAS CONSUJ,.TADAS
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FIG. 7. - Brufa o Pájaro bobo, Nycticorax nycticorax hoactli (Gm.). Re- FIG. 8. - Garza colorada u Hoc6,' Tigr~oma lin,eatum' marnwratum
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ducida a % del natural. 1) cola vista por su cara inferior; 2) ala (Vieill.). Reducida a "/3 del natural. 1) cola vista por su cara infe- '"
vista por su-cara interna; 3) pico visto por su cara superior; 4) pico rior; 2) ala vista por su cara int~rna; 3) pico vis~o por su cara su-
visto· por su. cara -inferior; 5) uña del dedo medio con' el borde pec perior; 4) pico visto por su c~ra inferior; 5) uña del dedo' medÍo con ~
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el. borde pectinado ..
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214 EL HORNERO Vol. VI.
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Fra. 9. - Garcita amarilla o Mirasol. IxobrychuB invo/ucriB (Vieill.). Re- Fra. 10. - Mirasol grande u Hocó. BotUUI·UB pinnatuB (Wagl.). Reducida e
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ducida a "/3 del natural. 1) cola vista por su cara inferior; 2) ala a 'h del natural. 1) cola vista por su cara inferior; 2) ala vista por
yista por su cara interna j 3) pico visto por su cara superior; 4) pico su cara interna"; 3) pico visto por su cara superior; 4) pico visto por
visto por su cara inferior; 5) uña del dedo medio con el borde in· su cara inferior; 5) uña del dedo medio con el borde interno pec-
te-rno pectinado. tinado. ~
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2c18 EL HORNERO Vol. VI.
el sitio tiene que ser aislado, pues carecen totalmente de protección y están
sumamente visibles los nidos. Necesitan una playa en la orilla del agua,
con un barro arcilloso y nivel de agua con poca variación.
La colonia de que tratalD.os se encuentra sobre una isla de metros 500 X
50 de extensión, al centro de una laguna de grandes dimensiones (3 a4 leguas
de largo por 1 de ancho). Alli están fuera del alcance de animales rapaces
(1) El autor nos ha comuni.cado la. ubicación exacta de esta laguna, dato qu~ cree oportuno omitir en su
articulo a fin de no despertar la natural codicia de coleccioni~stasy cazadores, favoreciendo asi la destrucción
de estas aves. (N. de la D.).
250 EL HORNERO Vol. VI.
FlG. 2. - Vista de una parte de la colonia de nidos de flamencos. Los huevos más blancos son
los recién puest.os. Los de a.lgunos días están cubiertos de barro.
FIG.. 4. - Pichón de flamenco recién nacido, pero ya capaz de correr, Se h'abía bajado del nido.
rro y que éstos se conservaban calientes aún después de varias horas, mien-
tras que los huevos sin barro estaban totalmente frios. N o pudimos precisar
si incuban o no de noche, pero de dia, por lo menos, parece que no. Obser-
FlG. 5. - Pichón de varios días. Fué puesto sobre el nido para fotografiarlo. De este tamaño
ya no quedan en los nidos.
vando a distancia con prismático se notaba que los flamencos' estaban alre-
dedor de los nidos, pero no encima de ellos. Entre los huevos habia algunos
252 EL HORNERO Vol. VI.
Construyen los nidos lo más juntos que puedan, dejando lugar entre me-
dio para sacar el barro que necesitan; el hoyo así formado generalmente
contema agua.
Varios huevos habían caído en-medio de los nidos; éstos también estaban
calientes y se les notaba un principio de incubación:
puede ser útil o nociva, según el clima, la naturaleza, la estación, las cir-
cunstancias y ha~ta según el número de individuos.
Ciertas especies se multiplican enormemente, como entre nosotros el go-
rrión importado, en forma alarmante; y por su régimen en ciertas cir-
cunstancias, ser considerado como nocivo, aunque en otros momentos nos
es de gran utilidad.
La clasificación que se hace de aves granívoras e insectívoras, es un
error, pues las consideradas granívoras no lo son exclusivamente, siendo
también insectívoras y durante la cría de sus pichones los alimentan
siempre con larvas y generalmente los granos que destruyen son simientes
de yuyos o plantas silvestres; además, entre nosotros poco daño ocasionan
. a los cultivos.
Veamos ahora algunos de los medios de que disponen las aves para la
destrucción de los insectos.
La sabia Naturaleza los ha dotado de una vista que se acomoda a la
distancia y pequeñez de los objetos; tan penetrante es, que puede distin-
guir un mosquito a muchos metros de distancia. Es el sentido más desarro-
llado que tienen y que, junto con ese instinto para buscar el alimento
donde saben encontrarlo, guiados también algunos por su fino olfato y
recorriendo distancias enormes, como lo hacen los chorlos y gaviotas, que
aparecen en un lugar determinado en un momento dado.
Su rápido vuelo en algunas especies: golondrinas, caprimúlgidos, ven-
(;cjos y otros, en su caza aérea de insectos, con sus largas y puntiagudas
alas, cuya rapidez de vuelo les permite en un momento franquear mu-
chas leguas por hora, o revoloteando en círculos vertiginosos, o elevándose
igualmente a grandes alturas para dejarse caer como un ave herida y
luego remontarse otra vez trazando mil piruetas por los aires, persiguien-
do y dando caza a esos pequeños insectos alados, que gracias a su grande
boca, que le sirve de red viviente, que avanza impetuosa al encuentro de
esos insectos que se aventuran por las altas regiones del aire, persiguién-
dolos tenazmente.
La conformación tan variada de sus picos, para triturarlos y atraparlos;
unos rígidos en forma de cuña y acerados, para poder levantar las corte-
zas de los árboles, como en los carpinteros, para destruir bajo de ellas los
insectos y las larvas; otros largos, delgados, puntiagudos y encorvados,
como para introducirlos y penetrar mejor en las hendeduras de la corteza
o en los agujeros de sus troncos o en la tierra, como las becasinas, chorlos,
cuervillos, etc., ayudados también con sus dedos y lengua táctil; lengua en
algunos larga, en otros bífida a la manera de pinzas; en otros redondeada
y con jugos glandulares glutinosos, donde los insectos quedan apresados.
Otros picos de formas tan variadas y finos, como el de esos pajaritos, que
siempre en movimiento, revoloteando sin cesar de un árbol a otro, revisan-
do cuidadosamente las ramas y las hojas, sosteniéndose en todas las pos-
260 EL HORNERO Vol. VI.
turas, recorriéndolo todo, sin dejar de visitar las yemas y los frutos agu-
sanados, rompiéndolos para extraer de ellos los insectos y gusanos, o los
huevos allí incluídos.
Otros, como nuestra ratonita o tacuarita, siempre atareada entre los
montones de leña, maderas, agujeros de paredes, corredores de las casas
camperas, árboles muertos y en matorrales éspesos, recorriéndolo todo, tan
activa y exploradora en la búsqueda de insectos.
Hablar de cada una de nuestras aves en particular sería demasiado
extenso; todos podemos observarlas fácilmente con solo ir a nuestros mon-
tes, jardines y campos, o a lugares donde no se las persigue, y ahí en esa
quietud ambiente podréis observarlas y recrearos con sus gracias, sus can-
tos y sus amores y hasta sacar consecuencias prácticas.
A los partidarios de la tesis entomológica, se les puede hacer resaltar
que las condiciones de la cultura moderna ha debido favorecer más bien
el desarrollo de los insectos auxiliares que el de los nocivos, y a pesar de
ello, el papel por ellos desempeñado ha sido insuficiente para impedir el
dEsarrollo de esos enemigos.
Ciertos himenópteros entomófagos, que tienen el mérito de combatir,
parasitándolos, a insectos nocivos, en las grandes invasiones ellos no sqn
suficientes para prevenirlos.
El papel desempeñado por los insectos auxiliares no debe ponerse en
duda, ni su eficacia, pero imparcialmente, se debe reconocer que las aves
insectívoras, sin atacar exclusivamente a los insectos nocivos, contribuyen
a su destrucción e impiden su propagación.
Se puede decir que casi todas nuestras aves son insectívoras y muchas
destructoras de otras alimañas perjudiciales, por los estragos que hacen y
ser portadoras de gérmenes infecciosos.
La Naturaleza es muy sabia y el equilibrio de las especies es una ley
natural que el hombre debe respetar,
Protección de refugios naturales, reservas de nuestros bosques y lugares
en donde nuestras aves indígenas puedan reproducirse libremente. Y
cuando las poblaciones en general comprendan el bien que ellas nos re-
portan, protegiéndolas, se harán más mansas y también convivirán y se
reproducirán en todas partes cerca de nuestras viviendas.
El Dr. Marelli, en un opúsculo titulado: «El amparo de las aves sil-
vestres », enumera una cantidad de aves nuestras que han sido observadas,
ya sea por el contenido de sus estómagos o en la vida natural, lo útiles
que son.
Otros también, entre nosotros, como el preparador del Museo Arg. de
C. Naturales, Sr. Angel Zotta, y el Sr. R. Aravena, ambos consocios nues-
tros, han hecho e~tudios de estómagos, comprobando su utilidad, los cuales
fueron publicados en la revista EL HORNERO,órgano de nuestra Sociedad.
Esos estudios son interesantes y conviene proseguirlos, pero es necesario
1936 J. A. Pereym: Importanoia de nuestras aves 261
también, y más. que todo, observar a las aves en su ambiente; ver su gé-
nero de vida; conocer sus hábitos y costumbres, y así se v:erá y compren-
derá mejor su utilidad. .
Además de esos bienes que ellas nos reportan como grandes auxiliares,
debemos respetarlas y amarlas, como las amaban los primeros hombres;
como las respetaban los aborígenes; considerarlas como lo hacían los sa-
cerdotes, como seres sagrados; y además como los poetas de todos los tiem-
pos que las ensalzaban en sus versos; admirarlas por sus gracias, su belle-
za, sus ainores, sus cantos, por su vuelo y sus luchas en defensa de sus
intereses, y porque son, por fin, un adorno viviente de nuestra gran Na-
turaleza, complemento de las flores como emblemas de sentimiento.
Septiembre de 1935.
Familia Formicariidae
Familia Dendrocolaptidae
Familia Cotingidae
Familia Vireonidae
Familia Mniotiltidae
NOCIONES DE TAXIDERMIA
EL MONTAJE DE AVES
POR PEDRO SERIÉ
FIG. 1. - Armazón de alambre para el mon- FrG. 2. - Otro tipo de armazón. (Según
ta.ie de aves. (Según Maindron). Llofriú) .
extraer el relleno interno mediante las pinzas finas y sustituir éste con
algodón, estopa o trapos húmedos, evitando en lo posible el mojar las plu-
mas. Las patas se envolverán con vendas mojadas y el ave, envuelta en
un papel de estraza, o en un lienzo fino, se dejará en un recipiente de
metal, cajón de cinc, olla u otro, que contenga arena o aserrín húmedo
(agregando algunas gotas de ácido fénico para evitar el moho), con el
que se podrá cubrir la pieza, hasta su reblandecimiento, revisándola de
vez en cuando y renovando las vendas. El tiempo necesario para obtener
la elasticidad de la piel y la flexibilidad de las patas y alas, dependerá
FIG. 5. - Cuarto tiempo del montaje. Tor· FIG. 6. - Posición del armazón en el inte-
sión de los alambres de las patas y paso rior para armar el ave con alas abie-rtas.
de la varilla central en las vértebras cau- (Llofriú).
dales. (Didier et Boudarel).
FIG. 7. - Posición del alambre en la pata, FIG. 8. - Ave armada y lista para la postura
con su extremidad fijada debajo del zóca- definitiva. (Maindron).
lo. (Hasluck y Gruny).
El modelo más sencillo se forma con dos alambres muy afilados con
lima en sus extremos, destinando uno para las patas y el otro para la
cabeza y cola. Si se deseara una preparación con alas abiertas (postura
poco recomendable para principiantes), se precisaría un tercer trozo. El
dispuesto para las patas se doblará por la mitad y se torcerá con la tenaza
o el torno en ese extremo, formando trenza y dejando un espacio para
el paso del segundo pedazo, que se enroscará sólidamente alrededor de la
trenza, la que deberá ocupar el centro del cuerpo. Esta trenza, de largo
y forma variables, se sustituye en las aves mayores por un trozo de ma-
dera en el que ,se fijan con clavos los diversos alambres del armazón.
Antes de introducir los alambres respectivos, se atarán interiormente
los huesos de las alas en los codos, a la distancia que se apreciará, a' fin
de evitar una separación excesiva de las alas y un defecto en el dorso.
1936 P. Serié: Nociones de taxiderrnia 275
FIG .. 9. - Ejemplar terminado, envuelto en :B'IG. 10. - Otro procedimiento para conser-
tiras de tela o de papel para mantener la var la forma y sujetar las plumas, con hi·
posición de las plumas. (Maindron). lo y alfileres. (Hasluck-Gruny).
niquí del tamaño, o algo menos, del cuerpo y cuello del ave, según las
medidas conocidas. Se doblará el alambre en la parte inferior o caudal,
introduciéndolo fuertemente en el maniquí. Estando la piel dispuesta,
centro del cráneo. Para las patas y la cola, se procederá desde el exterior,
pasando el alambre por la, planta, siguiendo el tarso y la tibia y atra-
vesando el maniquí por el centro hasta el lado opuesto, en el que· se do-
bla~á la punta en sentido inverso y se fijará sólidamente en el maniquí.
1936 P. Serié: Nociones de taxidernlia 277
FIG. 14. - Grupo de zancudas y palmípedas de las colecciones del Museo Arg. de C. Nat.
(Preparac. y foto de A. Pozzi).
caso el del hornero, por ser el que más ha llamado la atención en los últimos
tiempos, y que nos ha llevado a comprobaciones curiosas, como lo demues-
tran los trabajos ultimamente publicados en nuestra revista por algunos
señores consocios. Y aun no se ha dicho la última palabra.
Eso mismo va a ocurrir con el nido de cualquiera de las especies que le
'dediquemos nuestra atención.
En cuantas oportunidades me ha sido posible, he tratado de observar
y reunir material sobre tan interesante asunto y prueba de ello son al-
gunas notas publicadas en nuestra revista y otras que aparecerán próxi-
mamente.
En el último número dediqué una nota a las aves que nidifican en colo-
nias. Me referí a las de lagunas: acu{>;ticasy paludícolas, pero no solo éstas
tienen ese hábito. Bien conocida es la costumbre de las cotorras, Myiopsitta
.monacha, de nidificar en nidos múltiples, es decir que cada nido está cons-
tituído por varios, que corresponden cada uno a una pareja.
Ahora bien, lo interesante no es solo que varias parejas tengan sus nidos
en colectividad, sino que varios de estos nidos múltiples están muy próxi-
mos unos a tros, tanto que a veces en un solo árbol se ven hasta cinco o seis,
lo que constituye una colonia de cotorras, formada a veces por 30 o 40
parejas.
Respecto a estas colonias de cotorras he tenido oportunidad reciente-
mente de hacer la comprobación de una nueva modalidad de esta ave.
Siempre las cotorras han nidificado en los montes naturales y de prefe-
rencia en los árboles de tala.
282 EL HORNERO Vol. VI.
FIG. 2. -'Nido del pato colorado, Querquooula cyanoptem. en Loma Perico (Las Flores).
(1) Se ha comprobado en la zona de Dolores, Chascomús, etc., que la cotorra ,común limpia
los montes que 'frecuenta de bichos de cesto (OeceticuB), porque los come con avidez. El autor
ha comprobado el hecho en la costa del Sambol"Ombón, donde vió a las cotoITas comiendo los
bichos de cesto que habla en un monte de acacis.s. (J. B. D.).
284 EL HORNERO Vol. VI.
Quien conozca los nidos de cotorra sabe que. estos tienen la boca hacia
abajo y prolongada en -forma de tubo y que úniGamente puede entrar en
ellos un ave trepadora, pues debe colgarse de su borde y luego subir por
el tubo.
Ampliar el nido es cosa imposible para un pato, por la trabazón de es-
pinas con que está construido y hasta para el hombre resulta muy dificil
desarmarlo si no está provisto de alguna herramienta adecuada.
A estos patitos los he visto frecuentar estos nidos y posarse en ellos y tam-
bién en los de leñatero, Anumbiu8 anumb.i, y lo probable es que construyan
el suyo sobre algún nido abandonado, es decir en la parte superior. La su-
posición de que baje los pichones con el pico también la creo infundada;
FIG. 3. - Nido del halcón caracolero, R08thramU8 8ociabüiB, en Loma Perico (Las Flores).
posiblemente estos caen sobre el pasto lo que no les causa ningún daño y
desde allí siguen. a la madre hasta la laguna más próxima. Normalmente
nidifica entre los pastos en igual forma que el pato colorado, Querquedula
cyanoptera, cuyo nido se ve en la fotografía. Nuestro consocio Sr. Ronald M.
RunnacJes, ha dedicado una nota publicada en nuestra revista, refiriéndose
a costumbres de esta especie de pato y sus observaciones corresponden
exactamente a lo que yo tenía anotado.
Muchos juicios erróneos son debidos a la observación superficial de los
hechos sin verificar los detalles, o las circunstancias en las cuales ocurren
y no es posible dar una explicación o tener una idea clara de como ocurre
un fenómeno sino se tienen en cuenta todos los factores que en él intervienen.
Los gavilanes caracoleros, R0'8trhamu8 8ociabilt8, nidifican en colonias,
en lagunas y caña dones, haciendo sus nidos sobre matorrales de juncos, de
1936 J. B. Daguerre: Sobre nidificación de aves de la Prov. de Bs. As. 285
2°. La ubicación de los nidos: la leucoptera lo hace en las orillas de las la-
gunas, en lugares poco profundos, sobre gramíneas o camalotes y a cielo
descubierto, la armillata en el centro de grandes lagunas y en lugares pro-
fundos y la rufifrons entre matorrales de juncos.
3°. Caracteres individuales del nido: El de la armillata tiene una rampa
en declive por donde sube o baja de él la gallareta. .
El de rufifrons presenta los juncos doblados en la parte superior, fonnan-
do un enrejado sobre él, y el de la leucoptera es perfectamente circular y
completamente despejado.
4°. Caracteres zoológicos:El número, tamaño y color de los huevos difiere
en cada una de las especiesindicadas.
Los cuatro puntos señalados en el caso anterior deben ser tenidos en cuen-
ta por el coleccionista de nidos para tener una perfecta documentación de
las condiciones ecológicasde las aves cuyos nidos se recogen.
288 EL HORNERO Vol. VI.
NOTAS ORNITOLOGICAS
POR ANGEL.R. ZOTTA
De la Sección Or~itología del Museo Argentino Ciencias Naturales, Buenos Aires
sexo ¿. Este ejemplar fué clasificado por el reputado ornitólogo Dr. Car-
los H. Hellmayr, conjuntamente con otros especimenes que le fueron envia-
dos para su determinación.
El ejemplar en cuestión difiere de los de Chile, que parece ser la locali-
dad tipica, por su tamaño mayor. Los caracteres especificos son: bordes
de las barbas internas de las rémiges grisáceas y los ápices blanquizcos;
pico uniformemente negro y Una amplia mácula nucal rojizo brillante.
En la Ornitologia Argentina de Dabbene, figura con el N° 599, Muscisa-
xtcola rubricapilla Phil. et Landb., que es sinónimo de M. albilora Lafr.,
pero el autor la admite con cierta duda, llamando la atención en una nota
al pie de página y en la que supone que debe tratarse de M. rufivertex Orb.
et Lafr.
Por mi parte creo acertada la suposición del Dr. Dabbene, pues como
ha tenido en cuenta a Leybold, y este coleccionista da para la misma loca-
lidad (Pampa, Collec. Salvin-Godman) a M. rufivertex y M. rubricapilla,
es posible alguna confusión entre estas especies cuando no han alcanzado
el completo desarrollo; además la primera suele frecuentar regiones bajas
y llanas, costumbre no comprobada en la especie que consideramos; por
ende recién ahora debemos extender su dispersión a la Argentina.
El habitat de esta especie era conocido en Chile (Aconcagua, Santiago,
Colchagua), emigrando en invierno hacia Bolivia (Cochabamba), Perú
(Cajamarca), Ecuador (Taraguacocha).
La otra es M. alpina gris.ea Taczanowski, cazada por el conocido colec-
cionista Sr. Juan Mogensen, en Aconquija (Tucumán) en junio 22 de 1918
cuyo ejemplar se halla también en el Museo Argentino,catalogado con el
N° 1697 a, sexo S?; esta determinación se debe al Amer. Mus. Hist. Nat.,
N. York.
La M. grisea Tacz. que figura en Dabbene (ei Lillo) se refiere a M. ci-
nerea Phil et Landb., según Hellmayr (7).
Los caracteres especificos son: bordes de las barbas internas de las ré-
miges grisáceas y con -los ápices blanq uizcos; pico uniformemente negro,
sin mácula nucal; región superciliar y óculo-nasal blanco y por último, parte
anterior de la corona de la cabeza de color ceniciento oscuro brillante
bien diferenciado. Este último carácter la distingue claramente de M. ci-
nerea.
M. a. grisea se distingue de la especie tipica que habita el Ecuador, por
la coloración general de la cabeza y dorso.
El habitat de esta subespecie estaba confinado en la región andina del
Perú (Cajamarca) hasta el O. Bolivia (La Paz), debiéndose ahora exten-
derse hasta Argentina (Tucumán).
(7) Field Mus. Nat. Hist., Zool. Ser., Publ. 242, Vol. XIII, parto V, 1927,p. 27.
EL HORNERO Vol. VI.
por el Sr. E. Bowman que se encontraba sin determinación; dos (N° 5781)
de Tierra del Fuego (Ushuaia, ¿-
cazados en febrero de 1902 por
<;J ),
O) Damos los oapltulos finales del informe, elevado por el Dr. Marellial Ministerio de Obras' Públioa.
de la provinoia de Buenos Aires, en marzo de 1934, el que oonstituye la5~ noticia sobre aves s;'vestres publi-
cada por el autor (N. de la D).
294 EL HORNERO Vol. VI.
que podía ver de aves en la ribera del canal. Tiene éste su fauna y flora; en-
tre bananas pequeñas con flores bermejas, palmeras, dicotiled6neas y en-
redaderas, era todo lo que se veía una verdadera y continuada «selva del
valle verde», expresi6n empleada esa mañana para así calüicar a una de las
hermanas Sta. Valverde, que viajaba en el Santa Bárbara; sabían todo lo
que pudieron aprender en los «College» de Norte América, pero ignoraban
de que Sylvia Valverde •.....•que era el nombre de una de ellas y que es tres
veces latino •.....•signüicara la «selva del 'l,z:alleverde». Las aves, como las ma-
riposas, necesitan de la luz y de los colores para mostrarse, no nacieron para
la obscuridad y la sombra. A los primeros canales y esclusas siguen los lagos
interiores sobre los cuales se ven islas de tierra roja cubiertas de verde ve-
getaci6n, había allí muchas palmeras y de aves observ6 algunas rapaces
FIG. 2. -lsla' Pachacamac, cubierta enteramente de guanays, faltando en las partes málJ
claras de la fotografía.
ella para reáparecer con la presa' deglutida; se vuelve a levantar y !lIgo más
allá esta ave, que es.el más grande volátil,: como una'saeta repite' la misma
tUaniobra.
Habia en el P\1~rto de Guayaquil gaviotas y allá en lontananza d,ivisé
una bandada de garzas blancas muy numerosas, que debió ser la más' grande
por su :general aspecto. El 15 de, noviembre salimos' de este puerto a las
13 hs.¡ como el Océano estaba tranquilo no se veían aves ,y el buque debía
hacer :escala ·en el puerto de Talara, en el Perú .. Mirando hacia la costa
puedo contar hasta siete lmeas de alturas sucesivas; no hay nota alguna de
volátiles, pero llegando al puerto volvemos a encontrar aves fragatas y
gaviotas.
Antes de Talara el color del agua cambia y posiblemente es allí el punto
donde la corriente fría antártica de Humboldt, que baña las costas del Perú,
se desvía hacia el Oeste; en frente tenemos yacimientos de petróleo y Talara
es un puerto sostenido por la explotación de este mineral.
Conversando con el Dr. Casto Rojas, Plenipotecario boliviano que conjun-
tamente con otros diplomáticos de Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú y
Chile viajaban en el Santa Bárbara para asistir al Congreso Panamericano
del Uruguay, me dijo .- y no sé que hay de cierto en este problema de la
oceanografía - que cada 25 años la corriente de Humboldt sufre un movi-
miento de desvío mayor y las aguas calientes del Ecuador que bajan a
reemplazar la corriente, hace emigrar a los peces y entonces sucede que la
inmensidad de patos-cuervos no tienen comida y mueren a miles, hambrien-
tos; esto explicaría la mortandad del año precedente en el puertd de Gua-
yaquil.
Entramos al puerto de Talara y como en los anteriores de Buenaventura
'y Guayaquil había paralización en los movimientos de carga y descarga.
Estaban anclados allá lejos algunas grandes chatas, barcones, 'y sobre la
cubierta hallábanse varias especies que dormían o hacían su higiene; veíanse
pelicanos, cuervos, patos-cuervos, el buitre cara roja, en perfecta comunidad
y conservando su distancia': el Phalacrocorax bougamvillei o Guanay que
también se posaba en los palos de los mástiles que podían darle estabilidad
y otrás aves en la costa.
del nitr6gena cont€nida en las aguas del mar. El dja 17 nublada, de mar
tranquila, can ala de fondo, se divisa<enla mañana una bandada de pique-
ras y aves aisladas más grandes; que tienen eL aspecto. de éstas; hay en el
Océano.otros valátiles más pequeños que vuelan a' ras del agua coni,alas
galondrinas. Veo una inmensa bandada que por tener el pica y la parte de la
garganta negro, los recanozca como piqueras o Sula vanegata y entre ellos
los pelicanos Pelecanus thagus. La bandada colosal se posa o se levanta
al pasa del buque que al fin la parte en dos, pasando par largo rato par mi-
les de €stos pájaros por la proa sin perder' su formación, deslizándose la
masa ..viviente por delante de la nave como una' sanguijuela valante. La
costa tiene la miSlna fisonomía del día anterior, las cordilleras son menas
FIG. 4. - Islote junto a la Isla Santa Rosa; isla que da mayor producción de guano en el país.
AIIi fórmase la Babia Independencia y se ven apilados los saCos de guano.
altas. Las islas que encantramas después de Salaberry son las Chimbote,
también guaneras, luegavieneJa de San Lorenzo antes de llegar al puerta
de Callao, y al atardecer se ve~ael loma de la isla de color negro, eran lo.s
·millones de Guanay que hacían su reposo nocturno.
En el Callao.divisábanse gaviotas por tadas partes y una vez en tierra
me dirigí a la Compañía Administradora del Guano, porque estaba inte-
res.ada en visitat alguna isla guanera, lo que me fué impasible debida a la
salida del buque esa misma tarde.
La Campañía Guanera que tiene su sede central en Lima, hanra con una
vitrina a una serie de aves guaneras, mostrando los elementas que las com-
ponen; leí al pie de cada una de ellas los siguientes nombres: Gaviata a
Larus modestus; Sareillo a Sterna 2nca, Buitre a Cathartes aura, la especie
Carboalbcula; lo que corresponde a nuestros biguaes llevaban por nombres:
1936 C. A. Marelli: Etapas ornitológicas de un viaje alrededol' de América 299
FIG. 5. - Isla Ovillos (Blanca Snr). otra isla guanera de la Bahía de Paseo, no de las
más importantes.
. . ,.
FrG. 6. - Isla de Asia. Guano amon~onado por las cuadrillas. En el nido, que está formado
por plumas y ·guano, es d:onde se acumula éste.
FrG. 7. - Isla de Asia. Cuadrillas barriendo el guano depositado en la isla para ensacarlo.
Fra. 8. - Bandadas de guanays en el periodo del celo en la Isla Pachacamac. (Según el lng. José
. R. de la Fuente, cuando están en situación de acoplarse muestran algunos las plumas de la
cabeza erguidas, tanto en el macho como en la hembra).
El color blanco sería producido por las deyecciones de las aves que allí
construyen sus nidos y las distintas veces que desde el mar' hemos' notado
el claro de la costa, dará una idea de la abundancia para dejar un rastro
en el lejano suelo también visible desde el mar;
Arribamos a Antofagasta, sobre la' ciudad vuela el jote o gallinazo que
ví en Santos, isla Trinidad, Nueva York; es el de cabeza colorada y me
dicen que más al norte se halla el de cabeza negra. Encuentro allí al gorrión,
seguido de sur a norte y de este a oeste en EE. UU.; al salir de este puerto,
de mar juzgando por el color blanco de algunos retazos de la orilla existi-
rían allí, ya en la costa de Chile, dormitorios de aves marinas donde ellas
se juntan para pasar la noche, que por su aspecto es visible que no están
muy repárados de los temporales.
1936 C. A. MareUi: Etapas ornitológicas de un. viaje alrededor de América 303
(1) A los conducto,res que me recogieron con mi equipaje en Curacavi, debo algunos nombres de las loca...
lidades pasadas. En un principio como hombre novel del medio, me costaba hacer mi oido a la lengua que
hablaban, pero pronto me percaté de que era el castellano y recuerdohaberles oido .Cuesta de los Bravos'
que no tiene treinta y seis vueltas, sino que es .Cuesta de Lo Prado>. Tiene de brava solo la pericia de los
automovilistas que suben y bajan por sus diez y ocho vueltas dobles, que pueden dar treinta y seis si asi se
las toma. Según la Prof. de geografia Sta. Dora Mulióz M., a quien agradezco esta observación del error
incurrido en la primera edición de este articulo, «Etapas ornitológicas>, hoy ya no hay necesidad d~ transi·
tar por ella pues más al sur han habilitado con caminos las suaves redondeces de la cuesta ,La Barriga'.
804 EL HORNERO Vol. VI.
tos, Director del Jardín Zoológico de aquella ciudad, y otras personas de-
dicadas a las tareas agrícolas a quienes pedí puntualizaran bien cuáles
y qué clases de daños ocasionaba, siendo infructuosas mis diligencias. El
Prof. C. S. Reed, Director del Jardín Zoológico Nacional de Chile, explicó
el asunto así: el Loica recoge de los campos los granos que están mal sem-
brados y nada :m.ás,así que se:m.brando bien no pasa nada, no puede destruir
los se:m.brados y no hay motivo para condenar un ave que aprovecha el
mal trabajo del hombre.
En Santiago de Chile pude apreciar las aves vivas del Jardín Zoológico,
entre las cuales hay verdaderamente interesantes .y raras, como es Phalco-
boenus megalopterus o Tiuque cordillerano; Chile es rico en aves pero hay
que buscarlas; tiene el Museo Nacional a cargo delProf. Ricardo Latchan,
hermosos grupos con algunas de las que fuéron tipos para los maestros de
la ornitología chilena.
La más reciente obra sobre aves es: «The birds of Chile» es del Sr. Car-
los E. Hell:m.ayr, publicada por el Field Museum of Natural History de
Chicago, en ella se enu:m.eran 335 especies y subespecies como encontradas
en el territorio chileno. La publicación oficial n° 9 del Jardín Zool. Nac. de
Chile, obra del Prof. Reed, lleva por titulo: «Nomenclatura actual y
distribución geográfica de las aves continentales de Chile, según el Field·
Museum ». ReaI:m.ente hermosa es la colección particular del Prof. Reed, de
cuya labor ornitológica me he ocupado ya varias veces; me obsequió con
algunas aves preparadas que estimo realmente. Debo citar dos ejemplares de
la codorniz de California Lophortyx californica brunnescens (Ridgway) aclima-
tada, que fué introducida a Chile en 1870, cuya distribución actual es desde
Coquimbo ha~ta C?lchagua (1930) encontrándose ta:m.biénen Juan Fernández.
Cedió muy atentamente un ejemplar de lo que allí llaman Perdíz Notho-
procta perd~caria perdicaria (Kittliz), macho, procedente de la hacienda
de Cauquenes, encontrándose desde Atacama hasta Colchagua, y otro
ejemplar de igual sexo de Nothoprocta perdicaria sanborni (Conover), que se
distribuye desde Curicó hasta Llanquihué, la cual es una subespecie re-
cientemente descubierta por la misión ornitológica norteamericana. Tienen
lQs ejemplares cazados al sur de Colchagua una coloración ligeramente
distinta. en el dorso y en las alas, lo que constituye una ligera variación
geográfica que la ~tingue de la anterior; también obsequió un especimen
de p~cho colorado de Chile, que encuentro de mayor tamaño que los caza-
dos en 1932 en los partidos de Tornquist y Coronel Dorrego en la prov.
de Buenos Aires (1).
Me faltaba cubrir la última etapa ornitológica y alcanzado el tren eléc-
trico para Los Andes, conocí un retazo del territorio central de Chile, aves
(1) Un reciente atento envio del Sr. Reed de loicas de ambos sexos procedentes de todo Chile me permi-
ieron llegar a la conclusi6n de que los de Chile y Argentina no tienen diferencias (Nota del autor).
1936 C. A. Marelli: Etapas ornitológicas de un viaje alrededor de América 305
las había, pero interesado en otras cosas. observé en los valles algunos cer-
nícalos Cerchne~s sparveria cinnamomina (Swainson), n° 181 de la lista de
Reed; se va elevando el tren, pasamos varios túneles y poblaciones, algunas
de importancia como San Felipe, vienen otros túneles; a las 14,25 hs. esta-
mos a 2.800 m de altura; Portillos, luego Caracoles (3.194 m); llegamos
a la frontera, Las' Cuevas. El espectáculo es grandioso; allí está el Tu-
pungato, no se advertía ningún ave al pasar. Después del kilómetro 168
viene Puente delInca, Penitentes, encuentro el Paso de Uspallata tan impo-
nente o más que el Cañón del Colorado. Costeamos el río Mendoza, llegamos
a Uspallata, leo allí una placa que dice: «aquí descendieron los aeronautas
argentinos que realizaron la primera travesía aérea de los Andes haciendo
flamear la bandera argentina.a 8.100 m de altura, el 24 de junio de 1916»
... Pasamos Guido a .las 19,45 y Cacheuta a las 20,40 hs.
Cuando al día siguiente abrimos la ventanilla corría el tren por el este
de la prov. de San Luis y la Cordillera de los Andes estaba lejos; antes de
llegar a Daract el terreno es ondulado, hay médanos, montecillos y campos
cultivados, buenos pastizales, se ven aves pero no identifico ninguna; pasa-
mos La Cautiva a las 9 hs., luego Laboulaye en el sur de Córdoba; esta-
mos en las pampas argentinas. La llanura sigue, la llanura viene ininterrum-
. pida, la línea del horizonte corre y se mantiene amplia con el espacio que
se devora; ya abundan las aves, me recuerda por su riqueza yfertilidad
las zonas agrícolas de Nebraska, Iowa o Illinois, que me permitieron hacer
Un recuento del número de aves desde la ventanilla al correr del tren. Lle-
gamos a Rufino a las 11,20 en la prov. de Santa Fé y entramos en la prov.
de Buenos Aires j comienzan a verse las lagunas del este, del grupo de la
Laguna Gómez y a sucederse con el correr de la locomotora desfilando
masas de agua con riqueza sin igual de aves silvestres; es que abUnda la
comida no es la nota aislada, e[5la banda viviente que se mueve con el mo-
vimiento 'del tren, y cuya plétora honra a la provincia que con su previsora
reglamentación las salva del exterminio. Por todas partes he visto sentados
principios de protección; después de muchos siglos de continuo agoste.
Sucedíase allí gran parte de la fauna de la prov. de Buenos Aires, reunida
en una lista de más de 330 especies, a la cual habrá que agregar varias dece-
nas ~ás que fueron señaladas después de 1924 fecha de su publicación.
Luego viene Chacabuco, Hurlinghan, Casares, todo el norte de la rica
provincia y se suceden nuevos ejemplares de la fauna ornitológica que por
ser bien conocidos resulta obvio mencionar.
806 Vol. VI.
Ante todo debo manifestar que' lnis conbcitnientos científicos en' ornito-
logíason muy-relativos. Soy ornitólogo de alma, pero ornitólogo práctilJo.
Desde muy joven he prestado especial atención a todo lo referente a .las
aves, habiéndome especiaHzadocori. las de presa; las rapaces. He estado
siempre en contacto directo con ellas, pues nunca ha faltado algún ejemplar
en mi casa, y en dos:oportunidades he' donado al JardínZoológicode Mon-
tevideo, en vida de su ex-propietarió, el Dr. Alejo Rossell y Rius, dosco-
lecciones bastante importantes; una de: ellas compuesta de SO ejemplares
de muy variadas especies, y poseo actualmente en mi casa 33' ejemplares
de 17 especies distintas, 10 diurnas y 7 nocturnas, con la particularidad
de que a excepci6n de un halcón, Circus maculosus, todas han sido criadas
de pichones.
Es pues a ellas que me referiré sucintamente y casi podría aségurar que
la lnayor .parte de mi' disertación tendrá 'que concretar,sea· córroboraren
un todo lo que ya han dicho en otras oportunidades en ~ste m:smo lugar,
otrás personas más autorizadas que yo, y suenan aún en mis oidos lamag":'
nífica defensa que' de estas aves .hiciera tan acertadámente en la última
reunión nuestroPresiderite,A~mitante Casal.
Considero oportuno empezar con algunas indicaciones,fruto de una .lar;
ga experiencia, sobre la mejor manera de .criar y conservar estas aves cuan-
do soñ capturadas de muy jóvenes, es decir en él nido. La principal difi..;
cultad,como es natural, la constituye el encontrar una alimentación ade':'
cuada para el buen desarrollo de los pichones. Lógicamente se creerá qu~
dándoles puramente carne será suficiente; gran error, este sistema de ali-
mentación los enfermará fatalmente de osteomalacia, enfermedádque se
lnanifiesta 'principalmente por 'la atrofia de las patas, como consecuencia
de la falta de materias calc.áreasen los:alimentos. Aponsejo, por lo tanto,
que sin prescindir en absoluto de la carne, se prepare siempre que sea po-
sible, un picadillo en el que pueden entrar indistintamente, roedores, pá-
jaros, serpientes, lagartijas, ranas, y algunos coleópteros. Todo esto, como
ya lo he dicho, bien· picado con huesos, plumas, piel y vísceras, pero elimi';
nando las plumas grandes. Con este sistema se puede tener la seguridad
de conseguir criar ejemplares sanos y bien desarrollados.
Cuando el ave está en condiciones de desgarrar su presa, se le debe su-
primir el picadillo, pero aún de adultos, si se desea tener un ejemplar per-
fecto, se tratará de alternar en lo posible la carne con roedores, pájaros, etc.
los que he criado de muy chiquitos y viven en el mejor de los mundos. Los
encontré en el tronco de un sauce, en un agujero construido por un carpin-
tero. Son muy mansitos y bien nocturnos, pues de dia no despliegan nin-
guna clase de actividades. Tienen en la cabeza dos aigrettes que parecen
orejitas.
los tangaras emite un silbido agudo, muy estridente, el que significa el final
de la danza. Esta se repite varias veces en lugares distintos del bosque.
por lo que pude comprobar, parece que solo los machos bailan» .
. La danza de otra especie de Tanágrido nos fué referida por nuest~
estimado amigo, Dr. J. Barbosa de Barros. No obstante tratarse de un epi-
sodio de caza que presenció el distinguido cirujano hace muchos años en los
bosques de .Jaguary, cerca de Campinas, Est. de S. Pablo, el gracioso es-
pectáculo le impresionó de tal modo, que todos los cuadros de la escena
encantadora le quedaron para siempre grabados en la memoria.
No hemos podido identificar la especie de Tanágrido a que se refiere la
descripción del Dr. Barboza, y que por la coloración general pa'receríate-
neruna vaga semejanza con el «Tico-tico» (Rrachyspiza); los dos sexos no
se diferenciaban por el color, teniendo los machos un pequeño copete, que
levantaban en los momentos de mayor excitación.
Al revisar el bosque tupido, el compañero del Dr. Barros lo detuvo, para
que oyera a los tangaras. Acercándose con cautela vieron una docena de
estos pajaritos posados en fila sobre un «cipó» que se extendía de un árbol
a otro; a un lado estaba un figurante aislado y un poco más lejos una hem-
bra. Pero al ruido de una ramita pisada, el individuo aislado lanzó un grito
más estridente y todos los demás se quedaron quietos en seguida. No per-
cibiendo peligro, después de un rato el mismo «traspunte» hizo una nueva
señal y se reanudó la danza. Los pajaritos colocados en fila y juntos, mo·
víanse lentamente de derecha a izquierda, acompañando los movimientos
con un suave piar. Llegado el bailarín de la izquierda a una bifurcación
o nudo del «cipó», este figurl'\>ntevoló hacia la hembra, juntándose los picos
como imitando un beso, ofrecido y reCibido con toda gracia y volviendo
después al «cipó», posándose a la derecha, como último de la fila. Los demás
participantes habían continuado con sus movimientos y luego el pájaro
de la extrema izquierda se trasladaba al mismo sitio del «cipó» y de' ahí
volaba hacia la hembra para depositarle en el pico su caricia, después de lo
cual, volvía, a su turno, a posarse último de la fila.
Así sucesivamente, cada pajarito, actuando nuevamente a su vez, rendía
homenaje a la novia, por todos festejada. Cerca de media hora se prolongó
el delicado entretenimiento de los pajaritos y éstos no se cansaban, ni al-
teraban sus maniobras. A cada ruido producido intencionalmente por los
dos observadores escondidos, correspondía en seguida una señal enérgica
del «traspunte» y todo se suspendía, hasta que una nueva señal hacía rea-
nudar la danza, la que solo termin6 con la fuga de todos después de un ruido
más fuerte.
La siguiente descripción de la danza del tangara, Chiroxiphw caudata,
se basa en repetídas observaciones de nuestro cuñado, Sr. Jorge C. Azevedo,
cazador apasionado, quien anotó detenidamente todas sus fases, con el
propósito de transmitirnos sus observaciones: «Solamente en los meses
1936 R. van Ihering: E~ tangara o «bailarín », Chiraxiphia caudata 813
el pájaro iba a hacer el nido pero que todavía no había empezado, separé
la tierra suavemente y vi los cuatro ápices más anchos de los huevos que
estaban completamente enterrados con la punta hacia abajo. El pájaro
debe haberme sentido.desde bastante distancia y ha tenido tiempo no solo
de enterrar los huevos, sino también de cubrirlos de pajas. Esta costumbre
de enterrar los huevos cuando el pájaro los deja es practicada también por
el chorlo, Charadrius variu8 (Sand Plover de Kittlitz) del S. E. de Africa
y posiblemente por otros miembros del mismo grupo.
Ese día y en la misma localidad, pero en un lugar más alto, encontré un
pichón del chorlo cabezón, Oreopholus, todavía con su plumón, corretean-
do y vigilado por sus padres.
Puerto Espafla - Trinidad.
(Traducción de P. S. CABAL)
1936 815
MOVIMIENTO SOCIAL
«Se gastan muchas energías buscando un enemigo natural (bacilo) que nos libre de la
langosta, diaspis, etc.; y bien, infinitamente más terrible que esas plagas es la peste bu"
bónica cuyos agentes trasmisores tienen eficacísimos enemigos naturales que no aprove~
chamos.
«Nos permitimos hacer llegar estos antecedentes al Señor Ministro, porque llenamos
con ello el doble objeto de proteger a las aves y de prestar un positivo beneficio de b'en
público, señalando la medida más eficaz, más barata y también más bella, para comba-
tir la peste: prohibir como simple medida de higiene pública la caza de las aves anotadas
y estimular su multiplicación en las regiones infestadas.
<En el mes de Mayo de este año el Dr. A. Loir, que se ocupa del problema de las ratas
desde hace más de 30 años, hace una comunicación a la Academia de Medicina de Fran-
cia (Boletín N° 20. Tomo 113) en que estudia la causa del exceso de ratones que hay en
Francia con relación a Inglaterra, Alemania y Bélgica. Según el Señor Loir, Francia uti"
liza el veneno y los gases de sus cuadrillas de desratización: los otros países en cambio
los usan muy poco o nada y se han limitado a fomentar el cariño y protección al gato,
que es el más eficaz enemigo de la rata doméstica.
«En Tokío, sigue diciendo, hay un gato por cada casa y Mussolini que convirtió en cam-
po de cultivo' a las lagunas Pontinas, al verse frente al problema de las ratas que des-
vastaban los nuevos sembrados, lo resolvió en la misma forma, fletando un tren con 3.000
gatos e instrucciones precisas y severas para su cuidado.
«Se trata de ratas domésticas que se combaten muy razonablemente por medio de su
enemigo milenario. Entre nosotros, según el informe del Departamento Nacional de Hi-
giene, el mayor peligro reside por ahora más que en la rata doméstica en la del campo
y en los cuises; de modo que, siguiendo el mismo camino, debemos proteger y multiplicar
a sus enemigos na.',urales, las aves anotadas y todos aquellos, que como las chuñas, por
ejemplo, contribuyen al exterminio de esos roedores.
«Y otro dato muy ilustrativo en favor de lo expuesto, es que, según casi todos los auto-
res, una lechuza destruye diez veces más ratas que un gato; de modo que la Naturaleza
nos ha favorecido más que al Sr. Mussolini y más que a aquellos faraones que hace más
de cinco mil años, cuando quisieron monopolizar el trigo del mundo antiguo multipli-
caron y protegieron los gatos hasta el extremo de convertirlo en una divinidad doméstica.
«Si me he permitido distraer la atención del Señor Ministro con esta nota un poco lar-
ga, es porque está ligada a un problema que se torna más grave cada día.
«Saludo a V. E. con mi mayor consideración y respeto .. - Pedro S. Casal. Presidente.
Héctor S. Gavio, Secretario».
La nota que antecede fué pasada a informe dd presidente del Departamento Nacional
de Higiene, Dr. Miguel Sussini, quien acogió favorablemente la sugestión de la S. O. P.
y formuló un proyecto de decreto que some'Gióal P. E. para su aprobación; enviando
una copia al presidente de la S. O. P. en los siguientes términos:
«Miguel Sussini saluda afectuosamente a su distinguido amigo, el señor Contraalmi-
rante Pedro S. Casal, y se complace en enviarle una copia del informe elevado al Minis-
terio del Interior sobre la nota presentada por la Sociedad Ornitológica del Plata, en la
que se expresaba la necesidad de la protección oficial de las aves y especies útiles a la
agricultura y ganadería; le adjunta también un borrador de proyecto de decreto por si
el P. E. resuelve acceder a la loable presentación de la Sociedad que Vd. preside con dig-
nidad y cariño de patriota. Se reitera su at·Go.y s.s. Buenos Aires, 24 de enero de 1936.
«Señor Ministro: El que suscribe ha leído con sumo interés la nota de la Sociedad Orni-
tológica del Plata eli la cual solicita la protección oficial de las aves y otros animales que
se alimentan principalmente de roedores dañinos a la agricultura y vectores algunos de
enfermedades infecciosas.
«Este Departamento acoge favorablemente la sugestión bien inspirada y fundamenta-
820 EL HORNERO Vol. VI.
Del Dr. James L. Peters. ~ Este distinguido ornitólogo, miembro correspo diente
de la S. O. P., ha dirigido la siguiente carta a la direcc;ón de EL HORNERO,trasmitiéndole
su impresión acerca de la entrega anterior:
«Cambridge, Mass., Octubre 28 de 1935. Estimado Sr.: Acabo de recibir el nO 1, vol.
VI, de EL HORNERO Y con este motivo me apresuro a felicitar a Vd. ya la S. O. P. or
ser esta entrega la más importante de las publicadas hasta ahora. Todo el material es
notable y algunos artículos se destacan por su valor. Zotta y Fonseca en su <Sinopsis
dé los Ciconiiformes argentinos', primer trabajo sobre las garzas argentinas después
de la publicación del Catálogo del Brit. Mus., t. 26. Los dibujos que representan los ca-
racteres genéricos son muy nítidos. La «Lista s:.stemática de las aves argentinas» es obra
de primera importancia. Espero que la S. O. P. ha dispuesto reservar separados, los que
podrán adquirirse cuando hayan salido todos y encuadernarse en tomo. Otras importan-
tes contribuciones son las del Dr. Casares, sobre los «Anátidos argentinos» y del Dr.
Castellanos sobre «Aves de la Tierra del Fuego e Isla de los Estados>. Saludo a Vd. muy
atentamente, James L. Peters>.
NECROLOGIA
INFORMACIONES
Los pájaros han ejercido tUl papel preponderante en la formación de los sentimientos
en hombres destacados, que los exteriorizaron en páginas conmovedoras.
Muchos argentinos ignoran a un compatriota eminente: Guillermo Enrique Hudson,
que nació y vivió entre nosotros hasta los 33 años, emigrando luego a Inglaterra donde
alcanzó su consagración, y en cuya tumba se 1100 este elocuente epitafio: «amó las aves
y los sitios verdes y los vientos de los matorrales y vió el resplandor de la presencia di-
vina» ...
Hudson, en uno de sus cuentos, refiere todo el tumulto que se produjo en su corazón
al oir el reclamo de tUlcardenal, este pájaro nuestro, proscripto como él en tierra extraña.
¡A cuántos recuerdos se asocia ese llamado oído al pasar por tUla calle de Londres I
Sarmiento también dedica páginas muy sentidas a las aves, que amó como a los niños,
criándolas, observándolas en su retiro de Carapachay. El hornero y el cacique, a los que
llama «mis pajaritos», arrancan a su pluma palabras de admiración y entusiasmo.
Todo este rico patrimonio, que la naturaleza ha derrochado en nuestro suelo, corre
peligro de extinguirse en poco tiempo, si los hombres, y particularmente los niños, con-
tinúan su obra devastadora.
Hauman, botánico belga, a quien podríamos acordarle carta de ciudadanía en mérito
a los estudios que realizó en nuestro país, al que vino desde muy joven, dice: ... «sepuede
afirmar que hoy en día nadie sabe cual era, hace cien años, el aspecto del paisaje, la flora
y la fauna de los alrededores de Buenos Aires!
.No existe desgraciadamente, estudio algtUlo o descripción ni tampoco colecciones
anteriores al año 1880, y la flora primitiva de toda la comarca, desde más arriba del Tigre
hasta más abajo de La Plata, ha sido enteramente destruída. Nadie, tampoco, puede
hacerse hoy una idea de cual ha sido el aspecto y la composición vegetal de la pradera
pampeana - mar inmenso de altaneras gramíneas, hoy sin duda muy degeneradas -,
antes que los cultivos, las malezas europeas y sobre todo el talado constante de los cam-
pos por rebaños siempre más numerosos, no han dejado, sin ser radicalmente modificada,
tUla sola cuadra de sus 500.000 Km2• Después de medio siglo apenas de explotación, sin
embargo, de las más extensivas, la geografía botánica de esta interesantísima formación
ya resulta tUl problema casi insoluble>.
y no se crea que esta destrucción, o si se quiere, esta sustitución, debe afligir solamente
a los naturalistas a quienes priva de los elementos de estudio, sino también nos afecta a
todos desde el ptUlto de vista sentimental, artístico y material, pues nada hay despreciable
en la maturaleza; todo está admirablemente encadenado.
Animales aparentemente inútiles, repulsivos y hasta peligrosos tienen asignado un pa-
pel tan importante que sólo lo advertimos cuando se los destruye; cuando rompemos
el equilibrio que en vida establecen.
Este concepto de equilibrio biológico es tUla conquista relativamente nueva de los
conocimientos del hombre.
La mayoría de las personas ignoran que la abundancia o escasez de algunos animales
en ciertas regiones obedece a leyes naturales y ese equilibrio entre sus presas y sus ene·
migos es el resultado a que han llegado después de tUla lucha de millares de años.
Cuando Inglaterra descubrió y co onizó Australia, introdujo más bien con fines de-
portivos, algunas parejas de conejos. Estos animales, en un ambiente propicio, llegaron
a multiplicarse en forma tan extraordinaria, que hicieron imposible la agricultura, lle-
gando el gobierno a ofrecer premios al cazador que lograra mayor número de piezas. En
el año 1887 llegaron a matarse en Nva. Gales del Sud, 19.182.539 individuos.
Faltan en Australia los zorros, tigres, leones y otros carnívoros que moderen la multi-
plicación de los conejos. La intervención del hombre llegó a romper el equilibrio con la
imprudente introducción de un animal exótico.
Algo análogo ocurrió entre nosotros con el gorrión, a quien Hungría y los países cen-
trales de Europa deben el éxito de sus cosechas. Fué introducido por Bieckert, en época
de Sarmiento, quien soltó unas parejas en la Plaza de Mayo.
326 EL HORNERO Vol. VI.
-DICe el Sr. Dinelli que esta obstinación es corriente en las gallinas, aunque no pensa-
ba observarla en una avecilla silvestre.
-Yo creo que hechos de esta naturaleza no deberían mayormente sorprender alobser-
vador, no solo al descubrirlos en una avecilla silvestre, sino en cualquier otro ser irracional
cuyos actos son fruto del instinto.
-En efecto, el gran entomólogo, J. H. Fabre, en sus -Recuerdos entomológicos> detalla
con la minuciosidad que les es peculiar, frecuentes casos observados de aberraciones de
los instintos, como él justamente los denomina.
•Refiere en efecto el caso del himenóptero Pelopus (avispa arañera) que para el ali-
mento oportuno de su larva seguía aprovisionando de arácnidos la celda de arcilla, aunque
en ella el huevo había sido previamente retirado por el entomólogo.
•Para el insecto, el acto inmediatamente anterior al aprovisionamiento, o sea la puesta
del huevo, había sido cumplido, y luego entonces no le quedaba otra cosa por hacer que
efectuar el acto inmediatamente posterior, o sea la provisión de alimentos, no aperci-
biéndose en absoluto de la inutilidad de sus esfuerzos, puesto que el huevo ya no existía
en el nido .
•No creo sea d caso de seguir refiriendo la serie de otros experimentos concluyentes
efectuados por dicho entomólogo el que, como es sabido, niega facultades de raciocinio
a los seres inferiores al hotnbre en la escala animal; sostiene que dichos seres obran impul.
sados por el poderoso resorte del instinto y siguen faltalmente la encadenación de los
hechos, sin retrocesión .
•EI Pelopeo sigue almacenando inútilmente víveres en su nido, como el Naranjero
sigue incúbando huevos que ya no existen».
Observaciones sobre algunas aves de Buenos Aires. - El Dr. Marelli nos ha tras-
mitido las siguientes observaciones hechas por el Sr. H. L. Godoy, de Lomas de Zamora,
sobre costumbres de aves de esa localidad:
Aves que destruyen el bicho de cesto. - He podido observar la maravillosa maes-
tría que para vaciar los cestos del dañino insecto tienen los charrúas, pecho colorados,
renegridos, músicos y boyeros, mantenidos en cautividad en amplias pajareras.
Los insectos eran a veces introducidos por mí y otras ellos solos con su casa al hombro
penetraban al interior de las jaulas. Entonces encantaba admirar la habilidad con que
procedían.
Con rapidez lo aseguraban con las patas, contra el suelo o sobre el palo en que se posaban.
Con el pico buscaban la parte superior, es decir, la puerta del cesto, introducían el pico
y lo abrían y cerraban repetidas veces, tirando hacia arriba, hasta que el gusano era sa-
cado intacto del cartucho, y luego comido despacio, con toda calma, saboreándolo con
fruición. Un hecho curioso: jamás he visto que hayan efectuado la operación por la parte
inferior del cesto.
Ahora yo pregunto: Si estos pájaros en cautividad y no obstante tener al alcance de
su pico comida abundante devoran con verdadera fruición estos insectos, ¿no proseguirán
dándose ese banquete viviendo en plena libertad? '" Yo creo que sí, aunque no los he
observado libremente ... •
Hábitos de la ratona o tacuarita. - Incluyo algunos datos referentes a una simpá-
tica, utilísima y pequeña ave, que quizás por ser tan diminuta no se le ha dado la
debida importancia y ha pasado, por ese motivo, desapercibida a los estudiosos y obser-
vadores de ésta rama de la zoología aplicada. Me refiero a la Ratona o Tacuarita (Tro-
glodítido, la que no figura en la lista de las aves útiles que es necesario proteger y a mis-
mo tiempo si fuera posible, fomentar su reproducción por ser su número sumamente escaso.
Este pajarito es el único exclusivamente insectívoro que vive en las grandes ciudades;
donde haya un jardín. o una plaza se le ve siempre movedizo, alegre y saltarín, siendo
su canto en primavera fuerte, variado y agradable. Vive también en pueblos, quintas y
chacras. Es un incansable destructor de larvas e insectos dañinos.
328 EL HORNERO Vol. VI.
Lástima que esté destinado a desaparecer en tiempo breve, porque, dado su falta ·de
astucia cae con facilidad en las tra:mperas y por ser de Ú1dolemanso y confiado está siem-
pre a tiro de <gomera. y de cascote de los muchachosholgazanes y traviesos. Desgracia-
damenteno tiene lá sagacidad e inteligencia del gorrión, el <pistolero' de los frutales,
huertas y jardines. La proporción (grosso modo) puede calcularse cien de aquéllos por
una Tacuarita. Si fuera a la inversa aunque en escala menor, es de imaginarse los bene-
ficios que reportarían.
Observé una pareja que había nidificado en un tarro de pintura colocado en la pared
interior de un galpón de herramientas, ubicado en una quinta en Esteban Echeverría
(F. C. S.). Tenía 4 pichones. Una mañana conté en una hora, de 8 á 9, después de 5illas
de nacidos, 25 viajes realizados por los padres para traerles el alimento. Estos datos,
como es lógico pensar, no son suficientes para poder hacer un cálculo del consumo de
insectos durante la cría, porque necesariamente, tiene que variar según la hora y edad
de los pichones, pero dará sin duda alguna, la me.didade utilidad de éste pequeño insectívo-
ro. Como observaba al través de un tabique, estando, el nido a un metro escaso de aquel,
pude anotar los siguientes insectos: moscas, langostas verdes, arafias, moscones, grillos,
bichos de bolita, isocas verdes y otros que, no fué posible clasificarlos por la velocidad
con que algunas veces la pareja se introducía en el nido, haciendo difícil ver los que traían
aprisionados en sus picos. Es además un dinámico destructor del pulgón de los rosales.
Estas escuetas referencias, es necesario advertir, no han de ser una novedad para los que
se dedican con más ilustración que yo a estas clases de estudios, solo tienen una finalidad:
evitar que permanezca en el olvido el nombre de tan simpático y útil pajarito.
El cabecita negra destructor de «Diaspis'. - En el pueblo de Castelli (F. C. S.)
al que fuera a pasar una breve temporada, me fué dado observar el siguiente hecho:
En una pajarera en la que había 2 cardenales de copete rojo, varios mixtos, 4 jilgueros
comunes y 6 jilgueros de cabecita negra (todos Fringílidos), se había roto uno de los pa-
los en que se posaban. Sustituído éste por una rama de duraznero plagada de Diaspis
pentagona, fué enseguida invadida por los 6 cabecitas negras y picoteada. las costras del
Parásito con .todo entusiasmo. Es de hacer notar que la presencia de dicha rama pasó en
absoluto inadvertida para los dem~ pájaros. No me fué posible continuar estas intere-
santes estudios por haber expirado el plazo de mis vacaciones. Esto es digno de un estudio
meditado para quien disponga de más tiempo y recursos.
-Aves ingresadas al Museo. - Del Dr. Salvador Mazza, de Jujuy: tórtola europea,
Streptopelia risoria; macacito, Colymbus roUand chilensis; halconcito, Cerchneis sparve-
rius cinnamominus; 2 lechuzones, Tyto alba tuidara; loro, Amazona aestiva xanthopteryx;
cotorra, Pyrrhura molinae australis; picaflor verde, Chlorostilbon. aureoventris; urraca,
Piaya cayana mogenseni; carpintero, Scapaneus 'leucopogon; tiránido, Xolmis murina;
zorzal, Planesticus 'rujiventris; cardenal, Paroaria cristata; charrúa, Gnorimopsar chopi
sulcirostris; urraca azul, Cyanocorax chrysops; paloma, Leptotila verreauxi deC'tpiensj per-
1936 Informamones 329
<Inland Bird Banding Association ».- La Dirección del Mus60 nos ha facilitado
una circular recibida de la asociación norteamericana de este nombre dedicada al anillado
de las aves migratorias. La circular, en castellano, está precedida por la siguiente carta:
<Sr. Director del Museo: Nos complace acompañar una copia de un artículo sobre aves
migratorias publicado en el nútnero de Enero de la <Revista Rotaria., la publicación
en español de Rotary International. Rogamos a Vd. atentamente, como cultivador de
los conocimientos científicos, que se sirva leer el referido artículoy que tenga la bondad
de poner cuanto esté de su parte para que el asunto a que se contrae llegue a noticia del
público en general. Estamos seguros de que los ornitólogos de su país estarán interesados
en esta forma de estudiar las costumbres de las aves, ya que t~'nemos la iIIJpresiónde
que, como sucede en los Estados Unidos, la generalidad de las personas no hacen caso de
estas cosas. Anticipamos a Vd. las gracias IIJáscumplidas por la atención que le merezca
la presente carta y al que suscribe le complace suscribirse atentamente a sus respetables
órdenes. Por <Inland Bird Banding Association», Edward R. Ford, Secretario'.
330 EL .HORNERO Vol. VI.
El artIculo mencionado, que lleva la firma del presidente, William I.Lyon, está titu-
lado «¿Adonde van las aves migratorias?> Expone los motivos por los que se deben pro-
teger a las avees y estudiar sus costumbres, ~obre todo de las migratorias, lo que exige
la cooperaci6n internacional. El modo empleado en N. América para el anillado de las
aves y el control llevado por la Biological Survey, de Washington. Los tipos de aves,
terrestres y acuáticas, generalmente anilladas y que suelen emigrar hasta S. América.
Destaca el caso de los vencejos, aves de hábitos misteriosos y cuyas vías migratorias se
desconocen. Solicita de los ornit610gos y aficionados sudamericanos que artillen aves de
sus países y comuniquen el hallazgo de ejemplares anillados en N. América. Reproduce
4 fotos, que representan: Un aparato para capturar vencejos¡ un grupo de garzas j6venes
de los Grandes Lagos; el autor anillando una gaviota; un chorlo migratorio con su anillo.
que abarca los lagos Pueyrredón, Nansen, Belgrano, etc. Encuéntrase allí el macizo do-
minante del cerro San Lorenzo, de 3700 metros de altura.
«Aprovechando al mismo tiempo la circunstancia de que el presbítero Alberto M. de
Agostini reanudará en breve sus exploraciones en la Patagonia, se le ha solicitado que
informe, con el objeto propues'oo, sobre las condiciónes de la zona comprendida entre los
paralelos 49° y 51°, donde se hallan los lagos Viedma, Argentino y San Martín, con sus
glaciares y témpanos maravillosos. Este parque sería el equivalente del célebre Glacier
Park del Estado de Montana.
«Una vez terminados los reconocimientos y estudios y reunidos los antecedentes ne-
cesarios, la dirección someterá al Poder Ejecutivo el proyecto de ley correspondiente,
para que en su oportunidad el Congreso declare parques nacionales esas regiones.
«Propónese la dependencia limitarse en los primeros tiempos al ciudado de esas belle-
zas. Establecerá para ello un buen servicio de policía forestal, y sólo cuando haya dado
término a la organización de los parques actuales de Nahuel Huapí e Iguazú iniciará por
turno la correspondiente a los parques que serían incorporados. El total de los que se
encuentran en la región de la cordillera patagónica estaría vinculado por un camino lon-
gitudinal que la Dirección Nacional de vialidad construye, desde Mendoza hasta el Lago
Argentino. A lo largo de dicha carretera proyectaríase levantar una cadena de pequeños
y cómodos hoteles, los cuales harían posible el establecimiento de una fuerte corriente
turística. Bariloche, con su hotel-eje de LIao-LIao y la línea ferroviaria que la une a la
Capital Federal, sería la base o centro de esas excursiones.
«Adviértese, pues, que la Dirección Nacional de Parques se propone mOVilr sus múl-
tiples resortes para hacer llegar a uno de los puntos más bellos, más desconocidos y más
inaccesibles hasta hoy de la República, un impulso de verdadero progreso. Será una labor
civilizadora que, dado el abandono en que ha vivido esa región, bien merece el califiea·
tivo de patriótica».
«Pájaros y hombre». -Con este título publicó el Dr. Marelli en la revista «El Campo',
de la capital (Julio 1935), un artículo sobre la protección de las aves y de las relaciones
de estas con el hombre. Se refirió a la misión de las sociedades ornitológicas y describió
las actividades de la S. O. P. y de la Sociedad «Audubon», de Norte América.
Dicho artículo fué reproducido por las revistas y diarios: «Pharus» (Capital); <La
Capital» (Santa Rosa); «El Imparcial» (Arrecifes); «Nueva Epoca» (Mendoza); .EI Or-
den» (Victoria); «El Tiempo» (Vllla María;) «La Reforma» (Dolores); «El Fígaro» (Río
Cuarto); «El Trabajo» (M. del Plata); «La Capital» (Rosario).
comienzo a los actos que con motivo del centenario del nacimiento de Hudson, que se
cumplirá dentro de cuatro años, se realizarán en el país. «La Nación', agosto 21, 1935).
Fla 1. - Nido""de hornero, Furnarius rufuB, construido en una vasija, en-la que está fuertemente
- adherido. (Lá Paz, E. "RioB).
(E:Rios), un nido de hornero construido en el interior'tle una vasija. Aunque los lugares
adoptados por esta ave para instalar su nido son, como se sabe, muy variados y con fre·
cuencia caprichosos y extravagantes, la elección de una vasija se consideró un caso tan
inusitado que motivó su envío al Museo. La Dirección hizo pedir al remitente algunos
datos respecto de la ubicación de la vasija y del modo como,fué construido el nido, reci-
biendo la siguiente información:
«Abril 30 de 1936. SI:. Director del Museo Argentino de C. Nat.-Muy señor mío: En
contestación a su carta de fecha 21 del corr., en la que solicita datos respecto del nido
1936 Informaoiones 333
de hornero remitido por mi a ese Museo, debo decirle que el nido fué construído por los
pajaritos estando la vasija completamente en el suelo y con la abertura para arriba. Fué
hallado por José Faez en el campo de «La Armonía», a 2 leguas al Sur de la ciudad de
La Paz, y a pocos metros de un camino que conducía a un destronque en potrero, el 27,
campo situado sobre la ribera del río Paraná, hoy de los Sres. Barbagelata y Gabai. Es-
taba en un lugar muy transitado por trabajadores y muchos curiosos venían a verlo.
El pajarito ya había puesto 3 huevos y Faez, que siempre vigilaba el nido por estar cerca
de su casa, impidió varias vaces que fuera destruído. Una vez, para evitar eso, lo llevó
FIG. 2. - Nido visto desde arriba. Se distingue el tabique hecho en la forma habitual y 1•• entrada ••
1•• derecha. La única modificación es la pequeña escotadura en el borde superior que daba paso
al ave.
un poco más lejos del camino, tapándolo en parte para que no se viera desde el camino.
Después de esto los pajaritos lo abandonaron y Faez lo recogió llevándolo a su casa. En-
tonces me pareció oportuno hacerlo llegar en poder de ese Museo. En campos de .La
Armonía» se han observado varios casos de nidos de horneros hechos completamente
en el suelo, lo que es curioso porque este pajarito nunca lo hace así. La gente supersticiosa
decía que tales casos anunciaban grandes tormentas, y fué bastante acertado el anuncio.
Quedo a sus órdenes para cualquier otro dato que pueda serle útil y le saludo muy atto -
Lorenzo O. Albornoz.
aS4 EL HORNERO Vol. VI.
«La Prensa» y la protección de nuestra fauna. - Durante el año anterior «La Prensa.
dedicó varios artículos destacados a la defensa de la fauna indígena, en algunos de los
cuales mencionó a la S. O. P. y las informaciones y datos que nuestra sociedad le.facilitó.
En su edición del 16 de julio, se ocupó de la matanz~ intensiva de perdices y a la expor-
tación en tiempo de veda, y de las gestiones iniciadas p~ la S. O. P. ante las autoridades,
a fin de evitar las actividades destructora"! de "los turistas provistos de armas y redes
en el camino a Magadalena. "
El 20 de julio, trató sobre la destrucción de aves marinas (pinguinos especialmente),
citando la opinión de la S. O. P., según la cual debería limitarse la caza de aves a las per-
dices, patos y palomas. Aprobaba también el proyecto sugerido de parques y refugios
naturales para las especies marinas.
El 31 de julio, comentaba y aplaudía el proyecto de Ley de caza, presentado en la
provincia de Buenos Aires, por el senador Zemborain.
En otros artículos, publicaüos los días agosto 31 y septiembre 7 y 16, se ocupó nueva-
mente de la necesidad de proteger a la fauna indígena y sobre los medios más adecuados,
refiriéndose especialmente al caso de los pinguinos.
microrganismos en una gota de agua. De aquí resulta que algunas aves, conceptuadas
por el general desconocimiento como inútiles, y hasta damnas o peligrosas, tienen utili.
dad, a veces muy grltnde. Así ocurre, por ejemplo, con las lechuzas llamadas de las viz-
cacheras; y con las lechuzas de los campanarios, de los pajonales y de los bosques pata-
gónicos, que se alimentan de ratas y cuyas pichonadas son extraordinariamente glotonas.
«La mencionada Sociedad Ornitológica refiere respecto de las aves ratoneras el caso re-
gistrado por un hombre de ciencia: en Norte América, una sola pareja de lechuzas de
campanario consumió para sus crías en una primavera 454 ratones.
«En cuanto a nuestras lechucitas de las vizcacheras, ya se sabe que son implacables
perseguidoras de los ratones del campo, los cuales constituyen su alimento casi exclusivo.
Cosa parecida ocurre con los chimangos. Asimismo, se calcula que en la alimentación
de los halcones la carne de roedores entra en un setenta por ciento. Los caranchos aliinén-
tanse en forma parecida .
•Otro colaborador apreciable del hombre, contra los cuises y ratas de campo, es el
zorro.
•Si además del constante peligro de la bubónica se tienen en cuenta las sumas ingentes
de dinero que pierden los agricultores a causa de los perjuicios ocasionados por las ratas,
ha de convenirse en la necesidad imperiosa de que se defienda la existencia de todos aque-
llos implacables enemigos de esa plaga, a que nos hemos referido. Esta defensa es suma-
mente fácil: todo se reduciría a prohibir, por razones de higiene pública, la matanza de
dichas aves y, por el contrario, fomentar su multiplicación en las regiones infectadas.
«Hemos de agregar que la extirpación de roedores que resulta de la voracidad natural
de las especies de aves enunciadas es tan eficaz, que en algunas regiones de América del
Norte, en donde se las ha perseguido hasta casi exterminarlas, los campos y sembrados
soportan un verdadero azote con la extraordinaria multiplicación de los ratones. En nueS-
tro territorio ha ocurrido algo similar en ciertas regiones de la provincia de Buenos Aires
y de La Pampa».
La cirugía entre los pájaros. - Mr. Patio ha referido ante la Sociedad Médica de
Génova la observación que hizo de una chocha que, con la ayuda de su pico y de sus plu-
mas, hacía una verdadera cura. Aplicaba sobre UÍlaherida sangrienta un emplasto y aún
sostenía un miembro roto por medio de sólida ligadura.
1936 Informaciones 337
En otra ocasi6n Mr. Patio capturó una chocha (Cape'la), que ostentaba en la pechuga
una ancha cura hecha con la pelusa de otra parte del cuerpo y fuertemente mantenida
sobre la herida por la sangre coagulada. Dos veces llevó a su casa chochas que tenían
en el nivel de una fractura entrelazadas y sólidamente sujetas.
El ejemplo más interesante es el de una chocha cuyas dos patas habían sido fracturadas
por un golpe violento. El ave fué recogida al día siguiente, y ya ella misma había conse-
guido hacerse una cura y una especie de entablillado en los dos miembros. Pero durante
el trabajo se habían pegado varias plumas a su pico y, en la imposibilidad de arrancár-
selas, el pobre animal había muerto de hambre.
En un caso referido por Mr. Magnier, vióse una chocha volando con una pata rota y
fué encontrada después con los fragmentos colocados en la debida posición y mantenidos
en ella por medio de una fuerte ligadura hecha de plumas interpuestas de musgo.
OTRASREVISTAS
DE CIENCIAS
NATURALES
LIBROSy PUBLICACIONES
ORNITOL6GICAS
Una obra completa sobre la avifauna marina de la América del Sur. - MURPHY,
ROBERTCUSHMAN: Oceanic Birds oi South America. 1936, 2 Tomos, con 1243 páginas,
80 figuras de texto, 72 fotografías, 16 planchas en colores (1).
Esta monumental obra, cuya publicación fué auspiciada por el American Museum
Natural History de Nueva York, es la representación del encomiable esfuerzo especiali-
zado, que solo naturalistas de tan dilatados conocimientos como MurphY, hubieran po-
dido emprender. El autor al hacerse cargo de tan delicada tarea, forma una enciclopedia
de todo lo que acontece en estas regiones de Sudamérica con respecto a su avifauna,
resolviendo los problemas que al respecto existían, confirmando muchas observaciones
y revelando los errores de otras con la autoridad que el mundo ornitológico le reconoce.
Las 16 láminas en colores que acompañan al texto son obra del eximio pintos Francis
L. Jaques, que ha sabido encontrar aquella calidad tan pocas veces revelada en estos tra-
bajos de arte, sin descuidar el valor científico que encierran. Las fotografías fueron to-
madas en su mayor parte por el autor y otros destacados investigadores que recorrieron
estas zonas con el mismo objeto: Chapin, B-3ck,Correia y otros, que además de la revela-
ción.artística han sabido sorprender a las aves en aquellos movimientos que solo la fide-
lidad de la cámara puede dar.
Divide el autor su obra en dos partes: en una se dedica a considerar las condiciones
fisiográficas, las costas e islas sudamericanas y las causas que provocan ese medio ambien-
tal; la otra que es la más extensa y que abarca todo el segundo tomo y parte del prime-
ro la dedica a la descripción de las 185 especies y subespecies que el autor reconoce.
(1) Por estar ya cerrada esta entrega, el.Dr. Roberto Dabbene no ha podido hacer a tiempo el análisis
detallado de esta obra como era su propósito y piensa publicarlo en el próximo número. (N. de la D.).
342 EL HORNERO Vol. VI.
Comienza el autor su obra describiendo en forma escueta, pero bien compendiada las
expediciones que se han destacadb en estos estudios y que son el fundamento principal
y base de la obra; cita en primer término la más famosa en su género (Brewster~Sunford,
(1912-1917),que dur6 cerca de cinco años y en donde Rano H. Beck, aport61a más valiosa
contribuci6n al tema con gran cantidad de especies nuevas para la ciencia, de los 7.853
ejemplares que coleccion6.
No menos notables fueron las tres expediciones que el mismo' autor ha emprendido,
la primera en la Georgia del Sur" (1912-1913) donde coleccion6 500 ejemplares con 55
especies y además pudo en ella confirmar y aportar datos hasta ahora no bien explicados
sobre los hábitos de losálbatros, petreles y pinguinos; la segunda en el Litoral Peruano
(1919-1920)donde estudi61as formaciortes del guano y costumbres de los pelicanos y la
última acompañado de Heilmer a la Costa Ecuatoriana y parte del Perú.
En la parte fisiográfica destina varios t6picos a las acciones e6licas, oceanográficas,
formaciones de islas y costas, contralor de las corrientes marinas en los regímenes climá-
ticos y todo lo que atañe a las condiciones meteoro16gicasde estos lugares.
También tiene en cuenta los distintos aspectos topográficos y las causas de las diferentes
zonas desérticas y de grandes lluvias que se hallan en torno al continente; entre ellos dos
capítulos están dedicados a la formaci6n del guano y a los fen6menos de migraci6n.
Para la parte taxon6mica, el autor visit6 los principales museos que tienen los tipos
de las especies de Spheniciiformes, Procellariiformes, Charadriiformes, Pelecaniformes y
Anseriformes propios de la regi6n y aquellos que accidentalmente pueden encontrarse.
Inicia el estudio de cada uno de estos cinco 6rdenes con una reseña genética en base a
las teorías que se han vertido de acuerdo con los aspectos pterilográficos, mio16gicos,
osteo16gicos,paleonto16gicos y geográficos y en las que el autor ha contribuido en mu-
chos e importantes estudios parciales. También considera las interrelaciones morfo-
fisio16gicas.
Para cada especie señala todos los nombresvernaculares conocidos; y al describirlas
tiene en cuenta .los límites más amplios de la variabilidad fluctuante con los diversos
estados' de plumaje, destaCll.ndocon figuras los' caracteres externos que contribuyen a
individualizarlos de sus congéneres. Describe además los nidos; huevos, época deaparea-
miento, distribuci6n geográfica etc.
En la taxonomía, difiere de las comunes en la supresi6n de la subfamilia' Fulmarinae,
y entre las formas nuevas que considera se encuentran una subespecie del viguá común
Phalacrocorax olivaceus hornensis. Con respecto a la controversía sobre la existencia de
una o dos especies delpato vapor, Murphyal examinar 106 pieles, encontr6 tres formas
distintas: una que no vuela de las Islas Malvinas; otra que tampoco vuela, del continente
y del Cabo de Hornos,que llama Tachyeres pteneres y la otra que vuela y recorre las re-
giones comunes a los otros dos.
Termina' el autor esta magna tarea,' con una extensa bibliografía, en donde se revela
la minuciosidad que ha demostrado al cQnfeccionar esta hermosa obra que por largo
tiempo será la fuente de informaci6n de la materia. - A. R. Zotta.
Abril 1936.
ORDEN GRUIFORMES
SUBORDENGRUES
SUPERFAMILIAGRUIDES
SUPERFAMILIARALLIDES
Rallus antarcticus King, Zool. Journ., Vol. 4, 1828, p. 95. Estrecho de Magallanes.
Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18,1910, p. 195.
Distribución. - Chile (Santiago, Talca, Linares, Concepción; hasta el Estrecho
de Magallanes y Archipiélago del Cabo de Hornos, Isla Hermite), Argentina
(Buenos Aires, por la Patagonia hasta el Estrecho de Magallanes).
140. PORZANA
Vieillot, 1816.
.-* 248. Porzana spiloptera Durnford Gallinetita de los espartilIares .
Porzana spiloptera Durnford, Ibis, 1877, p. 194, pl. 3. Argentina (Buenos Aires, Bel-
grano).
Porzana salinasi Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 196.
Distribución. - Argentina (Buenos Aires, Santa Fé, San Luis, San Juan, La Rioja).
* 249. Porzana albicollis albicollis (Vieillot) Gallinetita de garganta blanca.
Rallus albicollis Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 28, 1819, p. 561. Paraguay
(Villa Curuguatí).
Porzana albicollis Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 166.
Distribución. - S. E. Brasil, Paraguay, Argentina (Misiones, Tucumán, Bs. Aires).
* 250. Porzana flaviventer flaviventer (Boddaert) Gallinetita de cejas blancas.
Rallusjlaviventer Boddaert, Table Pl. enlum., 1783, p. 52. Guayana Francesa (Cayena).
Porzanajlaviventer Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 166.
Distribución. - N. de Sudamérica; Guayanas, S. E. de Colombia, hasta S. Bra-'
sil, Paraguay, Argentina (Misiones, Tucumán, Buenos. Aires).
142. COTURNICOPS
G. R. Gray, 1854
* 253. Coturnicops notata notata (Gould) Gallineta enana.
Zapornia notata Gould, in Darwin's Zool., Voy. <Beagle» 1841, p. 132, pl. 48. Argen-
tina (Río de la Plata).
846 EL HORNERO Vol. VI.
'Ortygops notata Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. ,8. Aires, Vol. 18, 1910, p. 167.
Distribuci:ón.- Uruguay, Argentina' (Córdoba, Buenos Aires, hasta Patagortia).
144. PORPHYRIOPS
Pucheran, 1845
* 255. Porphyriops melanops melanops (Vieillot)
Gallineta de escudete verde, Polla de agua.
Rallus melanops Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 28, 1819, p. 553. Paraguay.
Porphyriops melanops Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910,
p. 197.
Distribución. - E. Brasil (Bahía, Río de Janeiro, Paraná), Paraguay, Uruguay,
Argentina (Misiones, Tucumán, La Rioja, Córdoba, Santa Fé, Buenos Aires).
Subfamilia Gallinulinae
145. GALLlNULA
Brisson, 1760
* 256. Gallinula ch1oropus galeata (Lichtenstein)
Gallineta, Polla de agua grande.
Crex galeata Lichtenstein, Verz. Saugeth. und Vog. Berliner Mus., 1818, p. 36. Pa-
raguay.
Gallinula galeata Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. N:at. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 197.
Distribución. - Isla Trinidad, Guayanas, Brasil (Bahía, Minas Geraes, Pará,
Matto Grosso, Sao Paulo), Paraguay, Uruguay, Argentina (Chaco, Entre
Ríos, Tucumán, Buenos Aires, Mendoza).
* 257. Gallinula ch1oropus garmani Allen Gallineta, Polla de agua de las Sierras.
Gallinula garmani Allen, Bull. Mus. Comp. ZQol., Vol. 3, 1876, p. 357. Perú (Lago
Titicaca).
Gallinula chloropus garmani Hellrnayr, Field. Mus. Nat. Hist., Publ. 308, Zool. Series,
Vol. 19, 1932, p. 361.
Distribución. - Perú, Bolivia, Chile (Tarapacá), Argentina (Jujuy).
Subfamilia Fulicinae
SUBORDEN
HELIORNITHES
Familia Heliornithidae (Aves del sol)
SUBORDEN
CARIAMAE
Familia Cariamidae (Chuñas)
149. CARIAMA
Brisson, 1760
•• 267. Cariama cristata (Linné) Chuña de patas rojas •
Palamedea cristata Linné, Syst. Nat., ed. 12, Vol. 1, 1766, p. 232. Brasil.
Cariama cristata Dabbene, An. Mus. Nac. Hiat. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 223.
Distribución. - Brasil (Pilliuhí,Bahía, Minas Geraes, Pltrtmá), P\raguay, Bolivia,
UrUguay, Argentina (Tucumán, Salta, Sgó. del Estero, Chaco, La Pampa).
ORDENCHARADRIIFORMES
SUBORDEN
CHARADRII
SuperfamililJ,Jacanides
. Familia Jacanidae (Gallitos de agua)
Superfamilia Charadrides
Familia Rostratulidae (Agachonas)
152. NYCTICRYPHES
Wetmore et Peters, 1923.
* 270. Nycticryphes semicollaris (Vieillot) Agachona.
Totanus semi-collaris Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 6, 1816, p. 402. Paraguay.
Rostratula -semicollaris Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910,
p. 221.
Distribución. - Chile (Coquimbo, Arauco), Paraguay, Brasil (Río Grande do
Sul), Uruguay, Argentina (Río Negro, La Pampa, Mendoza, Buenos Aires,
hasta Tucumán, Formosa, Misiones).
154. BELONOPTERUS
Reichenbach, 1852
•. 275. Belonopterus cayennensis lampronotus (Wagler) Tero, Teru-Teru.
Charadrius Lampronotus Wagler, Syst. Av., sp. 48, Genus Charadrius, 1827. Brasil
(S. E.).
Belonopterus cayennensis grisescensDabbene, .EL HORNERO,Vol. 1,· N° 2; 1918, p.
89.
155. PTILOSCELYS
Bonaparte, 1856
* 277. Ptiloscelys resplendens (Tschudi) Tero serrano, Lico-lico.
Charadrius resplendens Tschudi, Arch. f. Naturg., Vol. 9, Bd. 1, 1843, p. 388. Perú
(Región Andina).
Ptiloscelys rcsplendens Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910,
p.216.
Distribución. - Ecuador, Perú, Bolivia, N.Chile (Tarapacá, Antofagasta), Ar-
gentina, (Salta, Jujuy, Catamarca, Tucumán).
156. HAPLOXYPTERUS
Bonaparte, 1856
* 278. Haploxypterus cayanus (Latham) Ohorlo de espolón.
Charadrius cayanus Lathlt:m,Ind. Oro., Vol. 2,1790, p. 749. GuayanaFrancesa (Ca-
yena).
Haploxypterus cayanus Dabbene, Physis, Vol. 1, 1914, p. 258.
Subfamilia Chiuadriinae
157. CHARADRIUS
Linné, 1758
* 279. Charadrius semipalmatus Bonaparte Chorlo semipalmado, Batuira.
Charadrius semipalmatus Bonaparte, Journ. Acad. Nat. ScL Philad., Vol. 5, 1825,
p. 98, E. E. U. U. (Nueva Jersey).
Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 124.
Distribución. - Costa Artica de Norte América; Canadá, E. E. U. U. Méjico, Gran-
des y Pequeñas Antillas (Santo Domingo, Haiti; Trinidad), Archipiélago de
las Galápagos, Centro y Sud América; por ambas Costas hasta Brasil (Sao
P¡¡.u1o,Santa Catharina), Chile (Coquimbo a Llanquihué), Argentina (Jujuy,
Buenos Aires, Santa Cruz).
* 280. Charadrius falklandicus Latham Chorlo de doble collar.
Charadrius falklandicus Latham, Ind. Orn., Vol. 2, 1790, p. 747. Argentina (Islas
Malvinas).
Aegialitis falklandicus Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910,
p. 217.
Distribución. - Chile (Archipiélago del Cabo de Hornos; Isla Hermite, Isla Chi-
loé, hasta Coquimbo, Antofagasta), Uruguay, Argentina (Islas Malvinas, Tierra
del Fuego, Santa Cruz, Buenos Aires, Entre Ríos, Neuquén, Mendoza, Cata-
marca).
* 281. Charadrius alticola (Berlepsch et Stolzmann) Chorlo de las sierras.
Aegialitis alticola Berlepsch et Stolzmann, Frac. Zool. Soco London, Vol. 2, 1902,
p. 51. Perú (Junín, Ingapirca).
Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 4, 1919, p. 260.
Distribución. -;- Perú, Bolivia (Oruro), Chile (Tarapacá, Antofagasta), Argenti-
na (Catamarca, Salta, Jujuy).
* 282. Charadrius collaris collaris Vieillot Chorlo de collar.
Charadrius collaris Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 27, 1818, p. 136. Paraguay.
Aegialitis collaris Dabbene, An Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 217.
Distribución. - Méjico, Nicaragua, Islas Trinidad, Tobago, Guayanas, Venezuela
Ecuador, Perú, Bolivia, Brasil (Bahía, Minas Geraes, Goyaz, Matto Grosso,
Río· de Janeiro, Sao Paulo, Río Grande do Sul), Paraguay, Bolivia (Caiza,
Santa Cruz, Reyes), Uruguay, Argentina (Salta, Jujuy, Tucumán, Chaco,
Misiones, Córdoba, Mendoza, Buenos Aires, Entre Ríos).
158. PLUVIALIS
Brisson, 1760
* 283. Pluvialis dominicus dominicus (Müller) Chorlo pampa, Chorlo dorado.
Charadrius Dominicus Müller, Natursyst. Suppl., 1776, p. 116. Grandes Antillas
(Santo Domingo).
Pluvialis dominicus dominicus Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 115.
Distribución. - Costa Artica de Norte América; E. E. U U., Méjico, Grandes y
Pequeñas Antillas; Centro y Sud América, por ambas costas hasta Chile (Pro-
352 EL HORNERO
159. OREOPHOLUS
Jardineet Selby, 1835
* 284. Oreopholus ruficollis (Wagler) Chorlo cabezón.
Charadrius ruficollis Wagler, Isis von Oken, Vol. 22, 1829, col. 653, Uruguay (Cane-
lones). '
Oreophilus rufieollis Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p.
215.
161. PLUVIANELLUS
G. R. ,Gray, 1846
* 286. Pluvianellus sociabilis G. R. Gray Chorlo de Magallanes.
Pluvianellus socia bilis ? «Hombron et Jacquinot» G. R. Gray, Gen. Bds, Vol. 3,
1846, p. [549]. Estrecho de Magallanes ?
Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p. 217.
Distribución. - Chile (Archipiélago del cabo de Hornos), Argentina (Tierra del
Fuego, S. Santa Cruz, Islas Malvinas).
162. PHEGORNIS
G. R. Gray, 1846
* 287. Phegornis mitchellii (Fraser) Chorlo, Becasina de las ciénagas.
Leptopus (Leptodaetylus) mitehellii Fraser, Proc. Zool. Soco London, Vol. 12, 1844,
p. 157, pl. 63. Chile (Región Andina).
Phegornis Mitehellii Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. B. Aires, Vol. 18, 1910, p.
221.
Subfamilia Arenariinae
Subfamilia Numeniinae
Subfamilia Calidrinae
Tringlf ruja Wilson·, Am. Orn., Vol. 7, 1813, p. 43, pl. 57, fig. 5. EE. UU. (Nueva
Jersey).
Calidris canutus Dabbene,EL HORNERO, Vol. 2, N° 2, 1920, p. 120.
DistribuCión. ~ Groenlandia, .Canadá, por ambas costas hasta Perú, Brasil, Ar-
gentina (Buenos Aires hasta Tierra del Fuego).
Tringa Juscicollis Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 34, 1819, p. 461: Para-
guay.
Pisobia Juscicollis Dabbene, EL HORNERO, Vol. 2, N° 2, 1920, p. 113.
Distribución. ~ Costa Artica de Norte América, por ambas costas hasta Brasil,
Paraguay, Bolivia, Uruguay, Chile (Antofagasta hasta el Estrecho de Maga-
lIanes), Argentina (Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fé, Córdoba, Entre
Ríos, Buenos Aires, hasta Tierra del Fuego, Islas Malvinas).
175. MICROPALAMA
Baird, 1858
* 309. Micropalama himantopus (Bonaparte)
Chorlito semipalmado de pico largo.
Tringa himantopusBonaparte, Ann. Lyc. Nat. Hist. N. Y., Vol. 2, 1826, p. 157.EE.
UU. (Nueva Jersey).
Micropalama himantopus Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 119.
Distribución. - Costa Artica de Norte América, Canadá, E. E. U. U., Méjico,
Centro y Sudamérica; hasta Bolivia, Paraguay, Uruguay, Argentina (Cha-
co, Buenos Aires).
177. TRYNGITES
Cabanis, 1856
* 311. Tryngites subruficollis (Vieillot) Chorlito rojizo.
Tringa subrúficollis Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 34, 1819, p. 465. Paraguay.
Tryngites subruficollis Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 121.
Distribución. - Costa Artica de Norte América, por el interior y costa oriental
hasta el Brasil, Uruguay (Montevideo), Argentina (Formosa, Córdoba, Buenos
Aires, Misiones).
179. CROCETHIA
Billberg, 1828
* 313. Crocethia alba (Pallas) Chorlo blanco, Arenero.
Tringa (alba) PalIas, in Vroeg, Cato Rais. d'Ois., Adumbr., 1764, p. 7. Europa (Ho-
landa).
Crocethia alba Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 121.
Distribución. - Costa Artica; Siberia, Inglaterra, Groenlandia, Alaska, Japón,
China, Archipiélago Malayo, hasta Australia, Sudáfrica y Sudamérica, Chile
358 EL HORNERO VoZ. VI.
180, HIMANTOPUS
Brisson, 1760
* 314. Himantopus himantopus melanurus Vieillot Tero real, Zancudo.
Himantopus melanurus Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 10, 1814,p.42.Paraguay.
Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. Bs. Aires, Vol. 18, 1910, p. 218.
. Distribución. - Perú, Bolivia, S. Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Argentina
(Misiones, Chaco, Jujuy, hasta San Juan, Córdoba, Buenos Aires).
182. PHALAROPUS
Brisson, 1760
* 316. Phalarop~s fuUcarius (Linné) Chorlo de mar .
•Tringa julicaria Linné, Syst. Nat., ed. 10, Vol. 1, 1758, p. 148. Canadá (Bahía de
Hudson).
Phalaropus julicarius Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 124.
Distribución. - Costa Artica, Canadá, Groenlandilt, hasta la costa del continente
Mricano y Sudamericano, Chile, Argentina (Patagonia, Buenos Aires, Chaco).
183. STEGANOPUS
Vieillot, 1818
* 317. Steganopus tricolor Vieillot Chorlo blanco nadador.
Sleganopus tricolor Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 32, 1819, p. 136. Paraguay.
Dabbene, EL HORNERO,Vol. 2, N° 2, 1920, p. 123.
Distribución. - Canadá, por ambas costas hasta Chile (Cuquimbo a la Isla Chi-
loé), Bolivia, Paraguay, Brasil, Argentina (Jujuy, Salta, /Tucumán, Misiones,
Buenos Aires, Mendoza, Chubut, Islas Malvinas).
Superfamilia Thinocorides
Familia Thinocoridae (Chorlos aperdizados, Agachonas, etc.)
186. THINOCORUS
Eschscholtz, 1829
* 321. Thinocorus orbignyianus orbignyianus Lesson
Chorlo, Pucupucu, Guancho, Pocoi.
Tinochorus (sic) Orbignyianus Lesson, Cent. Zool., 1831, pp. 137-139, pl. 48, 49. Chile
(Santiago).
Thinocorys Orbignyianus Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. Bs. Aires, Vol. 18,
1910, p. 214.
Distribución. - Relieve Andino; Chile (Tacna a Colchagua), Argentina (Tucu-
mán, hasta Tierra del Fuego).
* 322. Thinocorus rumicivorus bolivianus Lowe Chorlo, Agachona del Norte.
Thinocorus rumicivorus bolivianus Lowe, Bull. Brit. Orn. Cl., Vol. 41, 1921, p. 109.
Bolivia (Potosí, Uyuni 3.660 mts.).
A. R. Zotta, EL HORNERO,Vol. 6, N° 2, 1936, p. 290.
Distribución. - Boliviá (PotosO, Argentina (Jujuy).
* 323. Thinocorus rumicivorus rumicivorus Eschscholtz
Chorlo, Agachona.
Thinocorus rumicivorus Eschscholtz, Zool. Atlas, Heft 1, 1829, p. 2, pl. 2. Chile (Bahía
Concepción) .
Thinocorys rumicivorus Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. Bs. Aires, Vol. 18, 1910,
p.214.
Distribución. - Chile (Atacama a Llanquihué), Uruguay, Argentina (Santa Fé,
Buenos Aires, La Pampa, Neuquén hasta S. Chubut).
*324. Thinocorus rumicivorus patagonicus Reichenow
Chorlo, Agachona del Sur.
Thinocorus rumicivorus patagonicus Reichenow, Journ. f. Orn., Vol. 68, 1920, p. 88.
Argentina (S. Patagonia).
-660 EL HORNERO Vol. VI.
Thinocorys rumicivorus Dabbene, An. Mus. Nac. Hist. Nat. Bs. Aires, Vol. 18, 1910,
p.. 214.
Distribución. - Argentina (Santa Cruz, Tierra del Fuego, Islas Malvinas).
::;UPERFAMILIA
CHIONIDES
Familia Chionididae (Palomas de mar)
188. CATHARACTA
Brünnich, 1764
• 326. Catharacta skuachilensis (Bonaparte) Gaviota acanelada.
Stereorarius antarctieus b. ehilensis Bonaparte, Consp. Gen. Avium, Vol. 2, 1857, p.
207. Chile.
Catharacta chilensis Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 4, 1919, p" 218.
Distribución. - Chile (Costas de Aricaal Estrecho de- Magallanes), Perú, Brasil
(Río de Janeiro), Uruguay, Argentina (Buenos Aires, Patagonia).
327. Catharacta skua antarctica (Lesson) Gaviota parda de las Malvinas.
Lestris antaretiea Lesson, 1,'raité d'Orn., livr. 8, p. 619. Argentina (Islas Malvinas).
Catharaeta skua antarctica Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 4, 1919,p. 218.
Distribución. - Regiones subantárticas; Islas de Gough, Tristán da Cunha, Ar-
gentina (Islas Malvinas , costas de la Patagonia).
• 328. Catharacta f\kua clarkei Mathews Gaviota parda antártica.
Catharacta lOnnbergi clarkei Mathews, Bds. Austr., Vol. 2, 1913, p. 494. South Ork-
ney.
Caiharacta skua elarkei Dabbene, EL HORNERO,Vol. .1, N° 4,/1919, p. 218.
Distribución. - Regiones antárticas, Islas Orcadas y Georgia del Sur, Chile (Archi-
piélago del Cabo de Hornos), Argentina (Tierra del Fueg? ?).
329. Catharacta skua maccormicki (Saunders) Gaviota parda dé las Orcadas.
Stercorarius maccormicki Saunders, Bull. Brit. Orn. Cl., Vol. 3, 1893, p. 12. Isla Vic-
toria Land (lat. 71° 14' S., long. 171° 15' W.), al S. del Cont. Americano; Mar
de Weddell.
Catharacta Maecormicki Wilsoni Dabbene, EL HORNERO,Vol., 1, N° 4, 1919, p. 218.
189. STERCORARIUS
Brisson, 1760
* 330. Stercorarius parasiticus (Linné) Gaviota de rapiña
Larus parasiticus Linné, Syst. Nat., 10 th. ed., Vol. 1, 1758, p. 136. Costas de Sue-
cia.
Stercorarius parasiticus p.arasiticus Dabbene, EL HORNERO,
Vol. 1, N° 4, 1919, p. 219.
Distribución. - Costas del Continente Europeo (Suecia), Asiático (Siberia),
hasta Australia y Africa (Cabo de Buena Esperanza), emigra en invierno hacia
las costas Sudamericanas; Brasil (Río de Janeiro, Río Grande do Sul), Uru-
guay, Chile (Valparaiso al Estrecho de Magallanes), Argentina (Costas de la
Patagonía, Buenos Aires).
190. LEUCOPHAEUS
Bruch, 1853
* 331. Leucophaeus scoresbii (Traill) Gaviota del Sur.
Larus scoresbii Traill, Mem. Wern. Soc., Vol. 4, 1823, p. 514. Islas Shetland del Sur.
Leucophaeus Scoresbii Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 2, 1918, p. 56.
Distribución. - Regiones Antárticas al S. del Cabo de Hornos, Chile (Isla Chiloé,
Costas de Llanquihué al Estrecho de Magallanes), Argentina (Islas Malvi-
nas, Costas de la Patagonia).
Su!?familia Sterninae
192. PHAETUSA
Wagler, 1832
* 337. Phaetusa simp1ex ch1oropoda (Vieillot) Gaviotín, Atí.
Sterna chloropoda Vieillot, Nouv. Dict. Hist. Nat., Vol. 32, 1819, p. 171. Paraguay.
Phaetusa chloropoda Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 3, 1918; p. 136.
Distribución. - Brasil (Matto Grosso, Paraná, Río Grande do Sul), Paraguay,
Uruguay, Bolivia y Argentina (Chaco, Salta, Jujuy, Tucumán, Córdoba,
Santa Fé, Entre Ríos, Buenos Aires). '
193. GELOCHELIDON
Brehm, 1830
* 338. Gelochelidon. nilotica gronvoldi Mathews
Gaviotín de pico y patas negras.
Gelochelidon nilotica grOnvoldi Mathews, Bds. Austr., Vol. 2, 1912, p. 331. América
del Sur (Loc. reproducción).
Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 3, 1918, p. 136.
Distribución. - Casi cosmopolita; Océanos y ;mares de Europa, Asia, Africa,
Australia, América: en este continente se extiende en 1a costa oriental salvo
en Centro América, Argentina (Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fé).
195. THALASSEUS
Boill, 1822
* 345. Thalasseus maximus maximus (Boddaert) Gaviotín real.
Sterna maxima Boddaert, Table Pl. enlum., 1783,p. 58, Guayana Francesa (Cayena).
Thalasseus maximus Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 3, 1918, p. 137.
Distribución. --'--Costas australes de E. E. U. U. Méjico, Antillas, Sudamérica;
Brasil, Venezuela, Perú, hasta Uruguay y Argentina (Costas de la Patagonia,
hasta Chubut, Buenos Aires).
36( EL HORNERO Vol. VI.
196. RYNCHOPS
Linné, 1758
* 348. Rynchops nigra cinerascens Spix Rayador de pico y alas cortas.
Rynchops cinerascens Spix, Av. Bras., Vol. 2, 1825, p. 80, pl. 102. Brasil. (Río Amazo-
nas).
Rynchops nigra cinerascens Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 3, 1918, p. 214.
Distribución. - Antillas, Sudamérica; Costas y ríos de las Guayanas, Brasil, Co-
lombia, hasta Uruguay, Chile, N. E. Argentina.
• 349. Rynchops nigra intercedens 8aunders Rayador de pico y alas largas.
Rynchops intercedens Saunders, Bull. ffrit. Om. Cl., Vol. 4, 1895, p. 26. Brasil (Sao
Paulo).
Dabbene, EL HORNERO,Vol. 1, N° 3, 1918, p. 214.
Distribución. - Costas del Brasil (Pará a Río Grande do Sul, Matto GroSso),
Paraguay, Uruguay, Argentina (Córdoba, Tucumán, La Rioja, Sgo. del Es-
tero, ríos Paraná, Uruguay, La Plata) ..
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