Antisemitismo de Martín Lutero
Antisemitismo de Martín Lutero
Antisemitismo de Martín Lutero
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Martín Lutero
Martín Lutero (1483–1546), líder religioso del protestantismo alemán, tuvo una influencia
significativa en el antisemitismo de su país, debido a algunos de sus escritos y afirmaciones.
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Agitación antijudía[editar]
Posteriormente, Lutero hizo campaña con éxito contra los judíos
en Sajonia, Brandeburgo y Silesia. En agosto de 1536, el príncipe elector de Sajonia, Juan
Federico, emitió un mandato que prohibía a los judíos habitar, participar en negocios, e incluso
atravesar su reino. Un shtadlan (mediador) judío alsaciano, el rabino Josel de Rosheim, pidió
al reformador Wolfgang Capito acercarse a Lutero a fin de obtener una audiencia con el
príncipe, pero Lutero rechazó toda intercesión.5 En respuesta a Josel, Lutero se refirió a sus
intentos fallidos de convertir a los judíos: «(…) de buen grado favorecería a su pueblo, pero no
voy a contribuir a su obstinación [judía] con mi propia amabilidad. Deberá usted encontrar otro
intermediario para con mi buen señor».6 Heiko A. Oberman toma nota de este suceso como
muy significativo en la actitud de Lutero hacia los judíos: «Incluso hoy en día este rechazo es a
menudo juzgado como punto de inflexión decisivo en la transformación luterana de la
amabilidad a la hostilidad hacia los judíos».7
Josel de Rosheim, quien intentó ayudar a los judíos de Sajonia, escribió en sus memorias que
la situación era «debida a que el sacerdote llamado Martín Lutero –¡que su cuerpo y alma se
fundan en el Infierno!– escribió y publicó muchos libros heréticos en los que dijo que todo
aquel que ayudara a los judíos estaba condenado a la perdición».8 Robert Ashley Michael,
profesor emérito de Historia Europea en la Universidad de Massachusetts Dartmouth, escribe
que Josel pidió a la ciudad de Estrasburgo que prohibiera la venta de las obras antijudías de
Lutero; se negaron en principio, pero cedieron cuando cierto pastor luterano, en Hochfelden,
animó en un sermón a sus feligreses a que asesinaran a los judíos.9
Obras antijudías[editar]
Portada del libro de Martín Lutero Sobre los judíos y sus mentiras. Wittenberg, 1543.
Las principales obras de Lutero sobre los judíos fueron su tratado Von den Juden und Ihren
Lügen (Sobre los judíos y sus mentiras, de 65.000 palabras,) y Von Schem Hamphoras und
vom Geschlecht Christi (Del Nombre Incognoscible y las generaciones de Cristo), reimpresos
varias veces en vida del autor. Ambos libros fueron escritos en 1543, tres años antes de su
muerte.10 Se cree que Lutero se vio influenciado por el libro Der gantze de Jüdisch Glaub (La
creencia judía al completo), de Anton Margaritha,11 un converso al cristianismo que se había
convertido en luterano. Este autor publicó en 1530 su libro antisemita, que fue leído por Lutero
en 1539. La obra fue contundentemente desacreditada por Josel de Rosheim, en un debate
público celebrado en el año 1530 ante el emperador español Carlos V y su corte,12 lo que
resultó en la expulsión de Margaritha del Imperio.
Sobre los judíos y sus mentiras[editar]
En 1543, Lutero publicó Sobre los judíos y sus mentiras, obra en la que llega a afirmaciones
como que los judíos son un pueblo «abyecto y despreciable, es decir, no un pueblo de Dios, y
su jactancia de linaje, su circuncisión y su ley deben ser considerados sucios»;13 están
manchados con «las heces del diablo (…) en las que se revuelcan como cerdos».14
La sinagoga es una «novia impura, sí, una ramera incorregible, una mujerzuela impía».15
Lutero propugna que las sinagogas y escuelas rabínicas sean pasto del fuego, sus libros de
oración destruidos, que se prohíba a los rabinos predicar, que sus casas sean arrasadas y sus
propiedades y dinero confiscados. No se les debe mostrar ninguna piedad ni misericordia,16 ni
facilitar protección legal alguna,17 y «estos infectos gusanos venenosos» deben prepararse
para el trabajo forzado o la expulsión definitiva.18 En este libro Lutero parece incluso
preconizar su asesinato, cuando escribe: «Seremos culpables de no destruirlos».19
Del Nombre Incognoscible y las generaciones de Cristo[editar]
Varios meses después de la publicación de Sobre los judíos y sus mentiras, Lutero
escribió Vom Schem Hamphoras und vom Geschlecht Christi (Del Nombre Incognoscible y las
generaciones de Cristo), en la que equipara a aquellos con el Diablo:
Aquí en Wittenberg, en nuestra iglesia parroquial, hay una puerca esculpida en la piedra de la que
maman cerditos y judíos; detrás de la puerca se encuentra un rabino que alza la pata derecha de la
cerda, le levanta el rabo y le mira con gran esfuerzo en el Talmud bajo el rabo, como si quisiera leer o
ver algo muy difícil y excepcional; sin duda encontraron su Schem Hamphoras [Nombre de Dios] en ese
lugar.
La traducción al inglés de Vom Schem Hamphoras está contenida en The Jew in Christian
Theology, de Gerhard Falk (1992).
Advertencia contra los judíos[editar]
Poco antes de su muerte, ocurrida el 18 de febrero de 1546, Lutero predicó cuatro sermones
en Eisleben. Al penúltimo añadió lo que él llamó su «última advertencia» contra los judíos.20 El
punto principal de este breve trabajo es que las autoridades con la prerrogativa de expulsar a
los judíos de sus tierras debían hacerlo si estos rehusaban convertirse al cristianismo. De no
hacerlo así, indicaba Lutero, dichas autoridades se harían a sí mismas «socios en los pecados
de otros».21
Lutero comenzaba su escrito:
Queremos empezar tratándolos de manera cristiana. Ofrecerles la fe cristiana para que acepten al
Mesías, que además es pariente de ellos, nacido de su carne y sangre; es justamente de la simiente de
Abraham de la que se jactan. Mi empeño es [que] la sangre judía deje de ser acuosa y fiera. En primer
lugar, debéis proponerles convertirse en el Mesías y dejarse bautizar, lo que uno puede ver que es
asunto peliagudo para ellos. Si no lo hacen, entonces no les permitáis [vivir entre nosotros], porque
Cristo nos impone el bautismo y creer en Él. A pesar de que no creemos ahora tan firmemente como
deberíamos, Dios sigue siendo paciente con nosotros.22
Continuó su sermón:
Sin embargo, si se convierten, abandonan su usura y reciben a Cristo, entonces de buena gana los
consideraremos nuestros hermanos. De lo contrario, nada se obtendrá, puesto que se habrán
propasado.22
Lutero siguió con diversas acusaciones:
Ellos son nuestros principales enemigos. No dejan de blasfemar de Cristo nuestro Señor, tratando a la
Virgen María de puta, a Cristo, de bastardo, y a nosotros de imbéciles o abortos (Mahlkälber: algo así
como alimento de ganado). Si ellos pudieran acabar con todos nosotros, lo harían de grado. Ya lo hacen
a menudo, especialmente aquellos que se hacen pasar por médicos, aunque a veces ayudan, porque el
diablo ayuda a terminar la faena al final. Suelen ejercer la medicina como en la Suiza francesa.
Administran veneno a personas que morirán en una hora, un mes, un año, o en diez o veinte años. Son
muy duchos en este arte.22
Finalmente escribió:
Vamos no obstante a mostrarles amor cristiano y a orar por los que pueden ser convertidos y recibir al
Señor, a quien ellos deberían honrar verdaderamente antes que nosotros. El que no cumpla con esto
será sin duda un judío perverso, que no va a dejar de blasfemar de Cristo, te dejará seco y, si puede, te
matará.22
Este trabajo ha sido recientemente traducido y publicado en inglés en el volumen 58
("Sermons V") de Luther's Works, páginas 458-459.23
Reinhold Lewin afirmó que «cualquiera que escribiera en contra de los judíos por cualquier
razón creía que tenía el derecho de justificarse a sí mismo triunfalmente si invocaba a Lutero».
Según Michael, casi todos los libros antijudíos impresos en el Tercer Reich contenían
referencias y citas de Lutero. Diarmaid MacCulloch sostiene que el panfleto de Lutero Sobre
los judíos y sus mentiras, de 1543, encerraba un «plan maestro» para la Noche de los
cristales rotos.30 Poco después de la misma, Martin Sasse, obispo de la Iglesia Evangélica
Luterana en Turingia, publicó un compendio de los escritos de Martín Lutero. Sasse «aplaudió
la quema de las sinagogas», y la coincidencia en el día en que se produjo, escribiendo en la
introducción: «El 10 de noviembre de 1938, en el cumpleaños de Lutero, las sinagogas están
ardiendo en Alemania». El pueblo alemán, instó, debe prestar atención a estas palabras «del
mayor antisemita de su tiempo, el alertador de su pueblo contra los judíos».31 En
1940, Heinrich Himmler escribió con admiración acerca de los escritos y sermones de Lutero
sobre los judíos.32 La ciudad de Núremberg presentó una primera edición de Sobre los judíos
y sus mentiras a cargo de Julius Streicher, editor del periódico nazi Der Stürmer. Dicho
periódico describió el libro como el tratado más radicalmente antisemita que haya sido
publicado.33 Se exhibió públicamente en una caja de cristal en los Congresos de Núremberg y
fue citado en una explicación de 54 páginas de la Ley Aria a cargo de los doctores E. H.
Schulz y R. Frercks.34 El 17 de diciembre de 1941, siete confederaciones regionales de
la iglesia luteranadifundieron una declaración que se mostraba de acuerdo con la política de
obligar a los judíos a llevar el distintivo amarillo, «ya que, después de su amarga experiencia,
Lutero sugirió [con firmerza] medidas preventivas contra los judíos y su expulsión del territorio
alemán».
Según Robert Michael, «Lutero se expresó acerca de los judíos como si pertenecieran a una
raza que no podía realmente convertirse al cristianismo. De hecho, al igual que muchos
escritores cristianos antes que él, Lutero, al tildar a los judíos de pueblo diabólico, los colocó
más allá de toda posible conversión». Señala que en un sermón de 25 de septiembre de 1539,
«Lutero trató de demostrar a través de varios ejemplos que el judío individualmente no pudo
nunca convertirse de forma permanente, y en varios pasajes de Sobre los judíos y sus
mentiras pareció rechazar la posibilidad de que los judíos deseasen o pudiesen convertirse».35
Franklin Sherman, editor del volumen 47 de la edición americana de las Obras de Lutero, que
recoge entre otras Sobre los judíos y sus mentiras,36 replica a la afirmación de que «la
antipatía de Lutero hacia los judíos era de índole religiosa y no racista». Los escritos de Lutero
contra los judíos, explica, no constituyen «solamente un conjunto de juicios teológicos
mesurados, serenos y discretos. Sus escritos se ven repletos de rabia y, de hecho, de odio
contra un grupo humano identificable, y no solo en contra de un punto de vista religioso. Es en
contra de este grupo concreto contra el que sus propuestas de acción se dirigen». Sherman
sostiene que Lutero «no puede considerarse distanciado por completo de
los antisemitas modernos». En cuanto al tratado Sobre los judíos y sus mentiras, el filósofo
alemán Karl Jaspers escribió: «Aquí tenemos ya el programa nazi al completo».37
Otros eruditos afirman que el antisemitismo de Lutero, según se expresa en Sobre los Judíos
y sus mentiras, se basa fundamentalmente en presupuestos religiosos. Bainton sostiene que
la posición de Lutero se ciñó «enteramente a lo religioso y no a aspectos racistas. El pecado
supremo para él fue el rechazo persistente de la revelación de Dios de Sí mismo en la figura
de Cristo. Los siglos de sufrimiento judío suponían en realidad la revelación del desagrado
divino. Los judíos deben ser forzados a moverse en busca de una tierra propia. Fue un
programa de sionismo forzado. Pero al no haberse llevado a cabo, Lutero recomendaría que
los judíos fuesen obligados a vivir de la tierra. Él proponía, sin saberlo, un retorno a la
condición de la Alta Edad Media, cuando los judíos habían vivido de la agricultura. Expulsados
de su tierra, se dedicaron al comercio y, tras ser apartados del comercio, a los préstamos de
dinero. Lutero quiso invertir el proceso, y por lo tanto inadvertidamente deseaba para ellos una
posición más segura de la que disfrutaban en su tiempo».38
Paul Halsall argumenta, por su parte, que las opiniones de Lutero tuvieron responsabilidad en
el establecimiento de las bases del antisemitismo racista europeo del siglo XIX. Escribe que
«a pesar de que los comentarios de Lutero parecen ser protonazis, deberían contemplarse
mejor como parte de la tradición [sic] del antisemitismo medieval cristiano. Aunque no hay
duda de que el antisemitismo cristiano sentó las bases sociales y culturales del moderno
antisemitismo, éste difiere de aquel al basarse en nociones pseudocientíficas de raza. Los
nazis encarcelaron y asesinaron incluso a los judíos étnicos que se habían convertido al
cristianismo, cuando Lutero habría acogido con satisfacción estas conversiones».39
En un artículo para Lutheran Quarterly, Wallmann argumentó que las obras de Lutero Sobre
los judíos y sus mentiras, Contra los sabatarianos y Vom Schem Hamphoras fueron ignoradas
en gran medida por los antisemitas de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Sostuvo
que Johann Andreas Eisenmenger y su obra Judaísmo desenmascarado, publicado
póstumamente en 1711, fue «una de las principales fuentes de evidencia para los antisemitas
de los siglos XIX y XX» y que «sumió los escritos antijudíos de Lutero en el olvido». A lo largo
de todo su tratado de dos mil páginas, Eisenmenger no hace mención de Lutero en ningún
momento.40
El capellán de la corte luterana del Kaiser Wilhelm I, Adolf Stoecker, fundó en 1878 un partido
antisemita y antiliberal llamado el Partido Social Cristiano. Sin embargo, este partido nunca
gozó del apoyo de las masas que los nazis recibieron a lo largo de los años 30, cuando
la Gran Depresión golpeó a Alemania de forma especialmente dura.
Debate sobre la influencia en los nazis[editar]
El centro del debate sobre la influencia de Lutero es si resulta anacrónico o no juzgar sus
obras y manifestaciones como precursoras claras del antisemitismo racista de los nazis.
Algunos estudiosos ven esta influencia como decisiva, mientras que otros la creen limitada, y
la utilización por parte de los nazis de sus obras, como oportunista.
El punto de vista de los estudiosos vigente41 desde la Segunda Guerra Mundial es que su
célebre tratado ejerció una influencia importante y persistente en la actitud de Alemania hacia
sus ciudadanos judíos a lo largo de los siglos, entre la Reforma protestante y el Holocausto.
Como ya se ha visto, cuatrocientos años después de ser escrito, el Partido Nazi hizo
reimprimir Sobre los judíos y sus mentiras durante los Congresos de Núremberg; en dicha
ciudad se presentó la primera edición a cargo de Julius Streicher, editor del periódico nazi Der
Stürmer, que describió la obra como el tratado más radicalmente antisemita que haya sido
publicado.42 En este punto, el teólogo Johannes Wallmann escribe que el tratado no tuvo una
influencia continuada en Alemania, y de hecho fue ignorado en gran medida durante los siglos
XVIII y XIX.43 Hans J. Hillerbrand opina que responsabilizar a Lutero del desarrollo del
antisemitismo alemán es subestimar las «peculiaridades más destacables de la historia
alemana».44
Martin Brecht sostiene que hay un mundo de diferencia entre la creencia de Lutero en la
salvación, que depende de la fe en Jesús como Mesías –el rechazo que Lutero criticó a los
judíos– y la ideología de antisemitismo racista nazi.45 El teólogo Johannes Wallmann
argumenta que los escritos de Lutero contra los judíos fueron en gran parte ignorados en los
siglos XVIII y XIX, y que no existe una continuidad entre el pensamiento de Lutero y la
ideología nazi.46 Uwe Siemon-Netto comparte esta opinión, afirmando que fue precisamente el
antisemitismo nazi el que los impulsó a revivir la obra de Lutero.4748 Hans Hillerbrand por su
parte afirma que la idea de que «Lutero en gran medida fomentó el desarrollo del
antisemitismo alemán (...) pone demasiado énfasis en el líder protestante y no el suficiente en
las peculiaridades más significativas de la historia alemana».4950 Otros estudiosos argumentan
que, aunque sus opiniones no pasaban de antijudías, la violencia de las mismas introdujo un
elemento nuevo de recelo en el ancestral antijudaísmo cristiano. Según Ronald Berger, Lutero
es bien conocido por «su germanización de la crítica cristiana del judaísmo y por el
antisemitismo, a los que convirtió en elementos clave de la cultura alemana y la identidad
nacional».51 Paul Rose asegura que Lutero alentó una «histérica y demonizadora mentalidad»
sobre ese pueblo, la cual ingresó en el pensamiento y el discurso alemán, y que dicha
mentalidad sin él podría no haberse desarrollado.52
La línea de «descenso antisemita» de Lutero a Hitler es «fácil de dibujar», en opinión de la
historiadora estadounidense Lucy Dawidowicz.53 En su estudio La guerra contra los judíos,
1933-1945, la escritora afirma que tanto Lutero como Hitler estaban obsesionados con un
«universo demonologizado» habitado por judíos, y que Hitler llegó a afirmar que el último
Lutero, el autor de Sobre los judíos y sus mentiras, fue el Lutero auténtico.53
Dawidowicz escribe que las similitudes entre los escritos antijudíos de Lutero y el
antisemitismo moderno no son mera coincidencia, ya que derivan de una historia común
de Judenhass (antijudaísmo en alemán), que se remonta a los consejos del bíblico Amán
a Asuero. Aunque el moderno antisemitismo alemán tiene también sus raíces en el
nacionalismo alemán y el antisemitismo cristiano, la escritora defiende que el origen de estas
ideas hay que buscarlo en la Iglesia católica, «en la que se basó Lutero».53 Michael ha
argumentado que los estudiosos de Lutero que tratan de atenuar la repercusión de las
opiniones del mismo sobre los judíos, ignoran las consecuencias asesinas de su
antisemitismo. Para Michael, hay un «paralelismo muy notable» entre las ideas de Lutero y el
antisemitismo de la mayoría de los luteranos alemanes que participaron en el Holocausto.54 Al
igual que los nazis, sigue Michael, Lutero mitificó a los judíos como «El Mal». Ellos solo
hubiesen podido salvarse si se convertían al cristianismo, pero su hostilidad a tal idea lo hizo
inconcebible.54
Estas ideas de Lutero tuvieron amplia repercusión en la Alemania de los años 30, sobre todo
dentro del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. El periódico oficial del partido nazi,
el Völkischer Beobachter [El observador del pueblo], recogió la siguiente afirmación del
ministro de Educación de Hitler, Bernhard Rust: «Desde que desapareció Martín Lutero, no ha
aparecido un hombre igual en nuestro pueblo, pero se ha tomado la decisión de que vamos a
ser los primeros en presenciar su reaparición (...). Ha pasado el tiempo en que uno no podía
pronunciar los nombres de Hitler y Lutero a la vez; ambos están marcados con el mismo
antiguo sello [Schrot und Korn]».55
Hans Hinkel, director de la revista de la Liga Luterana Deutsche Kultur-Wacht, y del capítulo
berlinés de la Kampfbund [liga nazi], rindió homenaje a Lutero en su discurso de aceptación
como jefe tanto de la sección judía como del departamento de cine de la Cámara de Cultura y
Propaganda del Ministerio de Goebbels. «A través de sus actos y de su actitud espiritual, él
comenzó la lucha que va a continuarse hoy; con Lutero, dio comienzo la revolución de la
sangre alemana y el sentimiento en contra de elementos extraños al pueblo. Para continuar y
completar su protestantismo, el nacionalismo debe hacer de la imagen viva de Lutero, un
luchador alemán, ejemplo "por encima de las barreras confesionales" para todos los
camaradas de sangre alemanes».56
Según Daniel Goldhagen, el obispo Martin Sasse, conocido líder protestante, publicó un
compendio de los escritos de Lutero poco después de la Noche de los cristales rotos. Para
estos hechos, Diarmaid MacCulloch, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad de
Oxfordargumenta que los escritos de Lutero supusieron el «plan maestro». (Véanse opiniones
de MacCulloch más atrás.)3057
William Nichols, profesor de Estudios Religiosos, relata: «En su juicio de Núremberg después
de la Segunda Guerra Mundial, Julius Streicher, el famoso propagandista nazi, editor del
injurioso semanario antisemita Der Stürmer, argumentó que si él tenía que plantarse allí
procesado por dichos cargos, también debería estarlo Martín Lutero. Leyendo ciertos pasajes
de Lutero, es difícil no estar de acuerdo con él. Sus propuestas admiten la lectura de
programa para los nazis».58 Fue la expresión de Lutero «los judíos son nuestra desgracia» la
que siglos más tarde repetiría Heinrich von Treitschke y aparece como lema en la primera
página del Der Stürmer de Streicher.
Algunos estudiosos, como el historiador estadounidense William Shirer, han llegado incluso a
atribuir la «solución final» nazi directamente a Martín Lutero,59 aunque otros cuestionan este
punto de vista, discrepando directamente de Shirer.60
El Luthertag[editar]
Luteranos alemanes celebrando el Luthertag en Berlín en 1933, durante el sermón del obispo
Hossenfelder.
En el curso de las festividades del Luthertag (Día de Lutero), los nazis hicieron hincapié en su
relación con Lutero, tan revolucionario nacionalista y heredero del pasado tradicionalista
alemán como ellos mismos. Un artículo en el Chemnitzer Tageblatt declaró que «el pueblo
alemán permanece unido no sólo en la lealtad y el amor a la patria, sino también nuevamente
en las viejas creencias alemanas de Lutero [Lutherglauben]; una nueva época de fuerte y
concienciada vida religiosa ha amanecido en Alemania». Richard Steigmann-Gall escribe en
su libro The Holy Reich. Nazi Conceptions of Christianity, 1919–1945 [El sagrado Reich. La
concepción nazi del cristianismo, 1919-1945] (2003):
La directiva de la Unión Protestante tenía una visión similar. Fahrenhorst, que estaba en el comité de
planificación del Luthertag, llamaba a Lutero «el primer Führer [líder] espiritual alemán» que se dirigió a
todos los alemanes, independientemente de su clan o confesión. En una carta a Hitler, Fahrenhorst le
recordó que sus «viejos luchadores» eran en su mayoría protestantes y que fue precisamente «en las
regiones protestantes de nuestra Patria en las que el nazismo encontró su mayor fortaleza».
Prometiendo que la celebración del Luthertag no se reduciría a un asunto confesional, Fahrenhorst invitó
a Hitler a convertirse en el patrocinador oficial del mismo. En correspondencia posterior, Fahrenhorst
volvió a expresar la idea de que la reverencia por Lutero podía cruzar de alguna manera las fronteras
confesionales: «Lutero es realmente no solo el fundador de una confesión cristiana, sino mucho más:
sus ideas tuvieron un impacto fructífero en todo el cristianismo alemán». Precisamente a causa de este
significado político y religioso de Lutero, el Luthertag serviría a modo de confesión, «tanto para la iglesia
como para el pueblo».61
La afirmación de Fahrenhorst de que los nazis encontraron su mayor fortaleza en las áreas
protestantes de Alemania ha sido corroborada por los eruditos que han estudiado los patrones
de votación en Alemania desde 1928 hasta 1933. Richard (Dick) Geary, profesor de Historia
Moderna en la Universidad de Nottingham en Inglaterra, y autor de Hitler and
Nazism (Routledge, 1993), escribió en la revista History Today un artículo en que estudiaba el
voto alemán que encumbró a los nazis. En dicho artículo Geary demostró que estos tuvieron
desproporcionadamente mucho más respaldo popular en las zonas protestantes que en
las católicas de Alemania.62
Waite comparó su análisis con la psicohistoria que desarrolló Erik Erikson del joven Lutero, y
concluyó que, de haber vivido durante la década de 1930, lo más probable es que se hubiera
pronunciado en contra de la persecución nazi de los judíos, incluso si eso pusiera en peligro
su vida, al igual que hizo Dietrich Bonhoeffer (un pastor luterano).76 Sin embargo, uno se
pregunta si Lutero se habría pronunciado en contra de la persecución de los nazis y su intento
de genocidio de los judíos, al considerar que Lutero escribió que «seremos culpables de no
acabar con ellos», en su obra Sobre los judíos y sus mentiras (1543), lo que, según el
historiador Robert Michael, equivalía a alentar el genocidio.77
Martin Brecht, en su extensa biografía en tres volúmenes de Lutero, defiende la «necesidad de
evaluar convenientemente la relación de Lutero con los judíos».78 Brecht observa:
La oposición [de Lutero] a los judíos, que finalmente fue considerada como irrenunciable, se encontraba
en el núcleo de su pensamiento religioso y teológico que tenía que ver con la fe en Cristo y la
justificación por la fe, y se asoció con su comprensión de la gente de Dios y la interpretación del Antiguo
Testamento. Los motivos económicos y sociales desempeñaron un papel secundario. La animosidad de
Lutero hacia los judíos no puede interpretarse ni en términos psicológicos, ni como odio patológico, ni
tampoco desde el punto de vista político, como extensión del antijudaísmo de los príncipes territoriales.
Pero desde luego exigió el empleo de las medidas previstas en las leyes contra los herejes, como la
expulsión de ese pueblo –de manera similar a su uso contra los anabaptistas– porque, en vista de la
actitud polémica de los judíos hacia Cristo, no veía posibilidades de convivencia religiosa. Al aconsejar
el uso de la fuerza, abogó por medios que eran esencialmente incompatible con su fe en Cristo.
Además, su crítica a la interpretación rabínica de las Escrituras violó en parte sus propios principios
exegéticos. Por lo tanto, su actitud hacia los judíos puede ser criticada con propiedad tanto por sus
métodos como desde el centro de su propia teología.79
Brecht termina su evaluación:
Lutero, sin embargo, no dio el siguiente paso al antisemitismo racista. Hay un mundo de diferencia entre
su creencia en la salvación y una ideología racista. Sin embargo, su errada agitación tuvo el mal
resultado de que Lutero fatalmente se convirtió en uno de los "Padres de la Iglesia" antisemitas, y por lo
tanto proporciona material para el odio moderno a los judíos, justificado sobre la base de la autoridad del
Reformador.80
En 1988, el teólogo Stephen Westerholm argumentó que los ataques de Lutero contra los
judíos eran en realidad parte integrante de su ataque a la Iglesia Católica, es decir, que Lutero
les aplicó la crítica paulina al fariseísmo como legalista e hipócrita hacia la Iglesia Católica.
Westerholm rechaza la interpretación del judaísmo por Lutero y su aparente antisemitismo,
pero señala que independientemente de la problematización de Pablo y los argumentos de
Lutero contra los judíos, el modo en que Pablo, y más tarde Lutero, argumentaban se apoyaba
y sigue apoyándose en un concepto que es central en el cristianismo.81
Michael Berenbaum escribe que la dependencia de Lutero de la Biblia como única fuente de
autoridad cristiana alimentó su furia hacia los judíos, por su rechazo de Jesús como Mesías.82
Para Lutero, la salvación depende de la creencia de que Jesús era el hijo de Dios, la creencia
que los sustentadores del judaísmo no comparten. Al principio de su vida, Lutero había
argumentado que los judíos habían dejado de convertirse al cristianismo por la proclamación
de lo que él cree que es un evangelio impuro a cargo de la Iglesia Católica, y creía que
responderían favorablemente al mensaje evangélico si este les fuese presentado a ellos con
suavidad. Expresó preocupación por las malas condiciones en que fueron obligados a vivir, e
insistió en que todo aquel que negase que Jesús nació judío era un hereje.82
Graham Noble escribe que Lutero quería salvar a los judíos en sus propios términos, no
exterminarlos, pero bajo su aparente razonabilidad hacia ellos latía una «ardiente
intolerancia», que produjo «demandas cada vez más furiosas de conversión a su propio
estatus cristiano» (Noble, 1-2). Al no convertirse, Lutero acabó volviéndose contra ellos.83
En su comentario al cántico Magnificat, Lutero critica el énfasis que el judaísmo pone en
la Torá, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Afirma que «se comprometieron a
observar la ley por sus propios medios, pero no fueron capaces de comprender a partir de ella
su situación necesitada y maldita».84 Sin embargo, concluye que la gracia de Dios se
mantendrá con ellos por todos los tiempos, como descendientes de Abraham que son, ya que
siempre pueden llegar a convertirse en cristianos.85 «No debemos (...) tratar a los judíos con
talante tan grosero, ya que hay futuros cristianos entre ellos».86
Paul Johnson escribe que «Lutero no se contentaba con el abuso verbal. Incluso antes de que
escribiera su panfleto antisemita, vio a los judíos expulsados de Sajonia en 1537, y en la
década de 1540 logró echarlos de muchas ciudades alemanas. Trató sin éxito de obtener del
Elector de Brandeburgo su expulsión de la ciudad en 1543».87
Michael escribe que Lutero se ocupó de la cuestión judía durante toda su vida, pese a dedicar
solo una pequeña parte de su obra a la misma.88 En tanto que pastor cristiano y teólogo,
Lutero estaba empeñado en suscitar en la gente la fe en Jesús, como el Mesías, para su
salvación. Al rechazar esta condición de Jesús, los judíos se convirtieron en «el Otro por
excelencia»,89 modelo de oposición a la visión cristiana de Dios. En su escrito de juventud, "El
hecho de que Jesucristo nació judío", Lutero recomendó ser amables con ellos, pero sólo con
el objetivo de convertirlos al cristianismo, lo que fue llamado la Judenmission (misión a los
judíos).90 Cuando sus esfuerzos para convertirlos fracasaron, su postura hacia ellos se fue
agriando cada vez más.91
Las posiciones antisemitas de Lutero, deben considerarse encuadradas en una óptica del
momento histórico en que se producen. El teólogo alemán Thomas Kaulmann92 93 recuerda
que fue precisamente Lutero el más ferviente partidario, seguido en esto por algunos
reformadores, de introducir en el cristianismo de la época la idea de investigar y analizar el
Antiguo Testamento directamente del texto original en hebreo y traducirlo de éste,
sustituyendo, por lo tanto la traducción latina de Jerónimo, llamada la Vulgata. Esta elección
puso más en evidencia el hecho de que las mismas escrituras dieran origen a interpretaciones
tan diferentes, por un lado la interpretación de los judíos y por otra la interpretación de los
cristianos, en este caso de Lutero.93 El hecho de leer el Antiguo Testamento en hebreo, pero
con la perspectiva cristiana, frecuentemente condujo a declaraciones controversiales en
relación a la exégesis judía, la que, obviamente, en la Biblia Hebrea, en ningún caso una
señalación directa a Cristo (como por otra parte lo hizo Lutero) .93 Un segundo nivel es el de la
evaluación del "destino de Israel." Sólo una parte de los Judíos de la época
de Jesús y Pablo reconoció a Jesús como el Mesías, y el judaísmo siguió existiendo con sus
tradiciones y su vitalidad, a pesar de la difamación, el acoso y algunas veces las
persecuciones sufridas. Y más aún después del éxito misionero del cristianismo y su ascenso
a religión universal e imperial, la presencia de Judíos refractarios a la conversión en la que
todo el mundo conocido parecía adherirse fue considerada injustificada, y también inquietante:
las mismas personas de las que se recibieron las Escrituras negaban su cumplimiento. Llegó a
ser fundamental para el discurso cristiano, incluso en los sermones, pronunciarse sobre el
significado de la "supervivencia" de los que se consideraba que habían renunciado a su propia
vocación. Es especialmente en este nivel que se desarrolló lo que se llama el antijudaísmo
cristiano, una presentación controversial y acusatoria, al judaísmo.93 El tercer y último nivel fue
el jurídico-política, es decir, el estado que reconoce Judíos en lo que ahora se concibió como
"cuerpo cristiano." Así, por ejemplo, de un comentario Agustín sobre el Salmo 59, se difundió
la idea de que los Judíos no deben ser matados, sino que preservados - obviamente en
condiciones discriminatorias con respecto a la población cristiana - como un testimonio vivo de
su error condenados por el juicio de Dios y de la verdad cristiana.93 Es necesario recordar que
todos los exponentes de las iglesias Cristianas, han hablado a través del tiempo sobre Israel y
los Judíos en los tres puntos de vista que se mencionaron brevemente.
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