El Iaje de Olón: Olaya Sanfuentes y Alejandra Vega Ilustraciones de Carmen Cardemil
El Iaje de Olón: Olaya Sanfuentes y Alejandra Vega Ilustraciones de Carmen Cardemil
El Iaje de Olón: Olaya Sanfuentes y Alejandra Vega Ilustraciones de Carmen Cardemil
EL VIAJE DE C OLÓN
Olaya Sanfuentes y Alejandra Vega
Ilustraciones de Carmen Cardemil
editorial amanuta
COLECCIÓN MI HISTORIA
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MAPA FÍSICO DEL MUNDO
EUROPA
ASIA
E S PA Ñ A
Palos
O R IE N TE O
1er viaje de Colón L A S I N D I AS
ÁFRICA
OC É AN O AT L ÁN T I C O
AMÉRICA O
NUEVO MUNDO OC É AN O Í N D I C O
OCEANÍA
O CÉ A NO PACÍFICO
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HH ace quinientos años en Europa, cuando gobernaban reyes y reinas,
la mayor parte de las personas que habitaban el continente eran
campesinos. La vida entonces era muy difícil. Mucha gente moría por culpa
de la peste, una enfermedad temida porque no había ningún remedio para
curarla. Cuando la sequía o las heladas echaban a perder las cosechas, las
personas no tenían qué comer. Cada tantos años, las guerras entre los reyes
destruían ciudades y campos. Cansados y desanimados, muchos soñaban
con las maravillas de Oriente.
Oriente era un lugar lejano y desconocido para todos. Quedaba a varios
meses de viaje, primero en barco y luego en caravanas con carretas de
caballos. Eran muy pocos los europeos que habían ido hasta esas tierras,
también llamadas Las Indias. Muchos de ellos eran comerciantes, que traían
desde allá especias como canela, nuez moscada, clavo de olor y pimienta.
También traían sedas, perlas y piedras preciosas.
En un libro escrito por un comerciante llamado Marco Polo, se decía
que en Oriente había tanto oro que hasta los techos de los palacios se
fabricaban con ese metal.
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Todo esto aumentaba la curiosidad por Oriente.
La gente se juntaba a contar historias increíbles de esas tierras:
–Dicen que allí viven gigantes y enanos, unicornios y hadas.
–También cuentan que en algún lugar de Oriente hay un jardín
precioso, con una fuente de agua que da vida eterna a quien logre
beberla. Ahí debe estar el Paraíso Terrenal.
Entre estos soñadores estaba Cristóbal Colón, hombre
valiente, curioso y ambicioso. Colón era un buen marino y
había recorrido muchas veces el mar Mediterráneo. Como todo
navegante, era un gran observador del cielo y el mar. En medio
de la oscuridad lograba ubicarse, y podía saber dónde estaba solo
mirando sus mapas y la posición de las estrellas. Con ayuda de
la buena suerte y atento al viento, las mareas y el vuelo de los
pájaros, había viajado de puerto en puerto.
Para un hombre como Colón, el mar Mediterráneo no
representaba ningún misterio. Pero el resto de los océanos
parecían interminables y poco se sabía de ellos.
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Colón pensaba:
–Los portugueses son buenos marinos y navegan a Oriente por el sur de
África. Ya que la tierra es redonda, si yo navegara hacia el oeste, hacia donde
nadie se ha aventurado, ¡seguro que terminaría por llegar a Las Indias!
ORIENTE O
LAS INDIAS
Ru
ta
de
los
po
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gu
ese
s
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La idea de Colón de navegar hacia el oeste en busca de Las Indias
era muy atrevida porque obligaba a atravesar el océano Atlántico.
El Atlántico producía temor y respeto. Según una antigua leyenda,
cualquier hombre que se atreviera a ir más allá de donde terminaba el
Mediterráneo y cruzar el Atlántico, sería castigado por creerse superior
a los dioses.
Se decía que en ese océano vivían sirenas y dragones marinos:
seres monstruosos y fantásticos que cuidaban islas llenas de tesoros,
prohibidas a los hombres. Solo un valiente se atrevería a desafiar los
peligros del Atlántico.
En ese tiempo, no faltaban los marinos y sabios que creían que la
Tierra era redonda: mirar el horizonte curvo en el mar ya les daba una
pista sobre la redondez de la Tierra. Pero, hasta entonces, nadie había
aprovechado esa idea para inventar nuevas rutas por el mar.
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–La tierra es demasiado grande y el océano Atlántico muy
extenso –dijo un consejero.
–Morirían en medio del mar antes de llegar a Oriente
–agregó otro.
Pero Colón no se dejaba abatir fácilmente y les contestó a
los que no creían en él:
–Los libros que he leído y el movimiento de los planetas y
Organizar un viaje por el mar era muy difícil: se necesitaban las estrellas confirman que mis cálculos son los correctos.
barcos, marinos, instrumentos de navegación. También se ¡Sé que mi viaje es posible!
necesitaba ayuda de algún rey poderoso: en esa época nada
importante se hacía sin el acuerdo de los reyes.
Por eso Cristóbal Colón se dirigió a las cortes europeas
buscando dinero y apoyo para su expedición. Pero los reyes
franceses e ingleses no se interesaron en Colón, y la corona
portuguesa también se negó a ayudarlo. Colón no se rindió y,
animoso, se presentó finalmente ante la corte española.
En España reinaban Fernando e Isabel, conocidos como los
Reyes Católicos. A cambio de su ayuda, Colón les prometió
a los monarcas riquezas como nunca habían imaginado, el
gobierno sobre grandes territorios y la promesa de extender
su religión a otros pueblos. Los Reyes Católicos consultaron
con sus consejeros, quienes desconfiaron de la ambición del
navegante y de su proyecto.
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–Aquí dice que todas las tierras que yo descubra serán para la corona de
España –dijo Colón.
–Claro, Cristóbal, y en recompensa te daremos el título de Virrey y
Gobernador de las nuevas tierras –contestó la Reina.
–Y serás nombrado Almirante de la Mar Océano –agregó uno de los
consejeros–. Una décima parte de todas las riquezas que consigas serán
tuyas. El resto será para la corona española.
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–¡Estamos listos para partir! –exclamó Colón.
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El 3 de agosto de 1492
zarpaba Cristóbal Colón
hacia su aventura atlántica
al mando de dos carabelas
–la Pinta y la Niña– y una nao
llamada Santa María.
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–¡Cuando vuelva a mi pueblo cargado de oro,
todos me admirarán! –decía un marinero.
–Yo, en cambio, solo quiero suficiente riqueza para
arrendar un pedazo de tierra, trabajarla y morir
tranquilo –replicaba otro.
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Pero el viaje se hacía demasiado largo y entre los angustiados marineros
circulaban rumores de un motín...
–Llevamos 50 días de navegación y todo lo que vemos es agua –susurraba
un marinero.
–¿Dónde están Las Indias? –preguntaba otro, igual de inquieto–. Si no En medio del océano, Colón
vemos tierra pronto, nos tomaremos la nave para regresar a España.
confirmó que se había equivocado.
Tal como le habían advertido los
consejeros de los Reyes Católicos, el
Atlántico era más grande que lo que
él había calculado. Colón no quería
que cundiera el pánico ante la idea
de un mar que no se acababa nunca.
Entonces falsificaba los datos de
la navegación. Si habían avanzado
treinta leguas en un día, él les contaba
a todos que solo habían recorrido
veinte leguas. Así, esperaba que nadie
se diera cuenta de que la tierra que él
había prometido estaba mucho más
lejos de lo previsto.
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–¡Tierra, tierra! –gritó Rodrigo de Triana.
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EUROPA
P O RT U G A L
desembarcados les faltaban palabras
E SPA Ñ A
para describir estas nuevas tierras, tan
Palos
diferentes a todo lo que antes habían
conocido.
lón La selva tropical impresionaba por
Guanahani Co
o San Salvador de
er v iaj
e sus colores. También por los sonidos.
1
Era fuerte el ruido del canto de los
O CÉ A NO ATLÁ NTICO pájaros, que se mezclaba con el correr
ÁFRICA del agua en las cascadas y riachuelos.
El aire olía a tierra húmeda y a
frutas sabrosas y desconocidas:
piñas, guayabas, pitabayas y mangos
cautivaban todos los sentidos.
Esa mañana, aunque los marinos
estaban felices de haber llegado al fin
a su destino, nadie se daba cuenta de
la importancia de este viaje.
MAPA FÍSICO
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–Tomo posesión de estas tierras en
nombre de los Reyes Católicos. En
agradecimiento a la ayuda divina que
nos ha acompañado en este viaje,
bautizo esta isla con el nombre de
San Salvador –dijo Colón.
Los europeos llegaron a una isla que sus habitantes llamaban
Guanahani. Ante la sorpresa de los isleños, Colón y sus hombres
desembarcaron y clavaron una cruz en la arena.
Colón no sabía que estaba en un continente desconocido
para los europeos. En su diario de viaje, cuenta su asombro al no
encontrar muchos de los seres extraños que se suponía habitaban
estas tierras maravillosas: sirenas, grifos, hombres gigantes,
pigmeos y cíclopes. Como creía estar en Oriente, también
esperaba encontrar el oro, las especias y los monstruos encargados
de protegerlas, tal como había leído en el libro de Marco Polo.
Pero no se veían ni las grandes ciudades, ni los ricos mercados, ni
los techos dorados ni las columnas de mármol.
En cambio, en su diario Colón sí menciona la existencia de
grandes mujeres guerreras –las amazonas–, además de hombres
con cola de perro y restos de un banquete de comedores de carne
humana, a quienes les puso el nombre de caníbales.
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Tal como había acordado con los Reyes, Colón debía explorar las tierras
que descubriera y luego volver para informarles de su expedición. Durante
cuatro meses, las naves de Colón navegaron de isla en isla. Pero un día la
Santa María quedó atascada en un banco de arena. Entonces Colón decidió
que era hora de regresar a España.
Pero Colón no volvía con sus naves llenas de oro, piedras preciosas
y especias, como había prometido. Tampoco lo acompañaban príncipes
de las cortes orientales, sino aborígenes de las islas descubiertas. En vez
de bordados de seda, traía máscaras hechas de hueso de pescado con
incrustaciones de oro. En lugar de colmillos de elefante y cuernos de
unicornio, les llevó a los Reyes papagayos verdes que llamaron la atención
por su brillante colorido.
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Aunque no traía oro, los Reyes Católicos pensaron que el viaje de Colón
había sido un éxito.
De partida había vuelto, cuando más de alguno pensó que nunca lo
verían regresar a tierras españolas. Pero, sobre todo, había mostrado que
se podía soñar con nuevas tierras, nuevas riquezas y nuevos súbditos para
España. Por eso, Colón fue recibido como un héroe y se le organizó una
gran celebración. La gente salía a las calles a ver al Almirante y a admirar
a los indígenas que había traído. Ahora los Reyes Católicos creían en
Cristóbal Colón y le financiaron tres viajes más para seguir explorando.
Y Colón llevó a cabo esos tres viajes. Acumuló aventuras, peligros,
alegrías y penas. Pero todo lo que vio el navegante no lo hizo cambiar de
opinión. Colón siguió creyendo que había descubierto un nuevo camino
para llegar a Las Indias. Hasta su muerte siguió pensando que con sus viajes
había abierto una nueva ruta por el mar, sin saber que con su acción había
logrado mucho más, pues había traído a los europeos a un Nuevo Mundo.
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CRISTÓBAL COLÓN (1451-1506)
Lo más probable es que Cristóbal Colón haya nacido en la ciudad y puerto
italiano de Génova el año 1451. Su padre, Domenico, tenía un negocio
de telares y otro de quesos y su madre se llamaba Susanna Fontanarossa.
Cristóbal era el mayor de cinco hermanos: Bartolomé, su mejor amigo,
Giovanni, Blanchineta y Giacomo.
Desde pequeño tuvo contacto con los marineros y sus oficios y se dice que
navegó con algunos corsarios durante su juventud. Entre viaje y viaje llegó a
Portugal, donde conoció a Felipa Moniz de Perestrello, con quien se casó y
tuvo un hijo: Diego. Permaneció varios años allí, donde adquirió experiencia
en las artes de la navegación, así como un vasto conocimiento de la geografía
AM EVO
de la época.
NU
ÉR
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GLOSARIO
EUROPA
ASIA
MAR
Reyes Católicos: así se llamaba al matrimonio formado por la reina Isabel OCÉ AN O M ED ITERRÁ NEO
AT L ÁN T ICO ORIENTE O
de Castilla (1451-1504) y el rey Fernando de Aragón (1452-1516), LAS INDIAS
que gobernaron sobre la mayor parte del territorio de España hacia ÁFRICA
(como dos buses). Gracias a su tamaño y sus velas, era rápida y fácil de OCÉA NO
PACÍFICO OCEANÍA
maniobrar. Por eso fue la embarcación más utilizada en las exploraciones
y expediciones marinas de la época de Colón.
Nao: era un barco más grande y lento, pero con más espacio para
la carga que la carabela.
Legua: medida de longitud utilizada en tiempos de Colón Continentes: grandes masas de tierra que Nuevo Mundo: nombre que se le dio a
para medir la distancia entre dos puntos. conforman el planeta. En la época de Colón se América para diferenciarla del Viejo Mundo,
conocían solo tres: Europa, África y Asia. que eran los continentes conocidos antes de
Instrumentos de navegación: herramientas que utilizó Colón para Colón: Europa, Asia y África.
calcular la posición de sus barcos en el mar: la brújula indicaba el norte El Oriente y Las Indias: el Oriente era un
y el astrolabio indicaba la posición del barco en relación a las estrellas. territorio lejano y poco conocido que Mar Mediterráneo: el mar conocido por los
quedaba hacia el este, también llamado Asia europeos desde la Antigüedad, que comunica
Aborígenes: los habitantes originarios de un lugar. o Las Indias. las costas de Europa, África y Asia. Como es un
mar interior, no muy hondo ni extenso, se podía
Indígenas e indios: habitantes de Las Indias. Como se decía que América América: se llama América al continente cruzar en barco en poco tiempo y sin peligros de
eran Las Indias, se llamó indios a los hombres que allí vivían. descubierto por Cristóbal Colón en honor a grandes tormentas.
Américo Vespucio. Esta curiosa confusión se
Especias: semillas, frutos y hojas que servían para aliñar las comidas y debe a un cartógrafo alemán. Al leer el diario Océano Atlántico: una enorme masa de agua
evitar que se pudrieran muy rápido. Entre las especias más conocidas en de viaje del navegante Américo Vespucio, este salada al oeste de Europa y África: casi 150
esa época están la pimienta, la canela, el clavo de olor y la nuez moscada. alemán creyó justo nombrar al Nuevo Mundo veces más grande que el mar Mediterráneo.
Todas se traían de Oriente. en honor a quien se había dado cuenta que era Antes de los viajes de Colón, los navegantes
otro continente. europeos no se atrevían a cruzar este océano.
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FUENTES:
• Colón, Cristóbal, Los cuatro. Testamento. Edición de Consuelo Varela, Alianza Editorial. Madrid, 1986.
• Gil, Juan, Mitos y utopías del descubrimiento. Alianza Universidad, Madrid, 1992.
• Gil, Juan, El libro de Marco Polo. Alianza Editorial, Madrid, 1992.
• Levenson, Jay A, ed, Circa 1492. Art in the Age of Exploration. National Gallery of Art, Washington DC, Yale
University Press, New Haven y Londres, 1991.
• Sanfuentes, Olaya, Develando el Nuevo Mundo, Editorial Universidad Católica, Santiago, 2009.
EL VIAJE DE C OLÓN
editorial amanuta
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A nuestros hijos
EL VIAJE DE COLÓN
Colección Mi Historia
Editorial Amanuta
Todos los derechos reservados
Sanfuentes, Olaya.
El viaje de Colón / Olaya Sanfuentes y Alejandra Vega
Ilustraciones de Carmen Cardemil.
3° ed. – Santiago: Amanuta, 2013
[40p.] :il. col.: 21,5 x 23,5 cm. (colección Mi Historia)
ISBN: 978-956-8209-16-2
1.CUENTOS INFANTILES CHILENOS
I. Sanfuentes, Olaya II. Cardemil, Carmen, il.
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