Folklore Indígena

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 15

Folklore indígena

En 1985, un grupo de cineastas y documentalistas montó el I Festival Latinoamericano de


Cine y Vídeo de los Pueblos Indígenas en México. Su objetivo era visibilizar una realidad
silenciada en todo el continente por parte de gobiernos, instituciones y medios de
comunicación: la situación de los pueblos indígenas. Fruto de este encuentro nació la
Coordinadora Latinoamericano de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI),
que 30 años después aglutina a diferentes organizaciones y redes de documentalistas que
buscan apoyar los procesos de afirmación cultural, el reconocimiento de los derechos de
los pueblos indígenas originarios, usando el vídeo como herramienta.
Hablamos de comunicación, de la situación de los pueblos indígenas en Latinoamérica, de
los gobiernos de Chile y Ecuador, con la coordinadora de CLACPI, la documentalista
chilena y mapuche Jeannette Pillan, y la comunicadora ecuatoriana quechua Eliana
Champetas.
Los primeros documentales hace más de 30 años estaban hechos por personas que no
eran indígenas. ¿Cómo se pasa de esa mirada que cuenta desde fuera a una mirada más
situada que se apropia de los medios de producción del conocimiento, en este caso
audiovisuales?

Jeannette Pillan: Efectivamente, nuestra forma de trabajo ha cambiado


mucho, pero ha sido de manera muy espontánea. Primero llego la práctica y
luego se teorizó. En los 90, coincidiendo con la conmemoración de los 500
años de la invasión de América, se generó una discusión muy fuerte en el
mundo indígena. Frente al discurso dominante en Occidente que hablaba de
un encuentro entre culturas, nosotras hablábamos de invasión y de los
efectos tan negativos para los pueblos indígenas en términos de pérdida de
derechos, de tierras. No se reconocían los pueblos indígenas.
En aquel momento, que además coincidió con diferentes dictaduras
militares, los pueblos indígenas empezamos a tomar las cámaras y nos dimos
cuenta de cómo el cine y el vídeo eran importantes herramientas de
testimonio y de lucha frente a un sistema que buscaba aniquilarnos y
transformarnos en trabajadores precarios dispuestos a instalarnos en las
grandes urbes. Uno de nuestros grandes referentes de aquel momento fue el
cine latinoamericano y las cosas que se hacían en Chile, como la tele análisis
que se hicieron en las universidades contra la dictadura de Pinochet.
Cultura tradiciones pueblo
indígena

En los años 1960, una investigadora, la Sra. Y, interesada en estudiar


las culturas tradicionales y su simbolismo, acudió a la comunidad X.
Durante su visita de campo, realizó filmaciones y grabaciones de una
importante ceremonia. En las filmaciones aparecía el respetado
anciano y líder de la comunidad X. Puesto que la Sra. Y realizó las
filmaciones y grabaciones, es la titular de los derechos de esos
trabajos y de los objetos con derechos conexos.
La ceremonia X se puede considerar una ECT. Según el proyecto de
disposiciones para la protección de las expresiones culturales
tradicionales/expresiones del folclore, las ECT son cualquier forma,
material o inmaterial, en la que se expresan, aparecen o se
manifiestan la cultura y los conocimientos tradicionales. Las ECT son
producto de la actividad intelectual creativa y comprenden creaciones
individuales y comunales. Son características de la identidad cultural y
social y del patrimonio cultural de una comunidad, y es la propia
comunidad, u otras personas facultadas para ello, quien las mantiene,
utiliza y desarrolla, de acuerdo con las leyes y las prácticas de la
misma.

Las colecciones de ECT que acogen las instituciones culturales son


registros inestimables de antiguas tradiciones e historias de
comunidades que forman parte integral de la identidad y continuidad
social de los pueblos indígenas. Reflejan la historia, tradiciones,
valores y creencias de un pueblo. En muchos casos, las ECT han sido
documentadas por investigadores ajenos a la comunidad. Los
derechos sobre dicha documentación -y la propia documentación en
sí- a menudo no son propiedad de la comunidad, sino de aquellos que
realizan las filmaciones, grabaciones, fotografías, etc. Por
consiguiente, las comunidades con frecuencia creen que, al no ser
ellas las propietarias, pierden el control sobre el contenido.

Unos 20 años más tarde, el hijo del respetado anciano y líder de la


comunidad X compuso una canción sobre su comunidad. Para
acompañarla, decidió realizar un video clip en el que apareciera su
padre. Si bien no disponía de muchas imágenes del anciano, recordó
que una antropóloga había estado en la comunidad muchos años
antes y finalmente localizó el material documental de la antropóloga en
el archivo nacional. A petición suya, el archivo mandó una copia del
material a la comunidad sin indagar por el uso que se le pretendía dar.
El hijo del líder incorporó entonces imágenes de la ceremonia de los
años 1960 a su propio video clip.
¿Se produjo aquí una violación de derechos de autor? No obtener el
permiso de la Sra. Y suponía que incorporar imágenes de las
filmaciones protegidas al video clip casi ciertamente infringía sus
derechos. Con toda seguridad, ni el hijo del anciano ni el archivero que
le proporcionó las filmaciones cayeron en la cuenta de que se estaba
infringiendo la ley al copiar y usar imágenes en el video clip. Dado que
el video iba a acompañar una canción que se distribuiría
comercialmente, es improbable que pudiera hacerse valer una
excepción o limitación del derecho de autor, a pesar del objetivo
cultural que inspiró su creación.

La filmación original de la ceremonia de los años 1960 era importante


para la comunidad; incluso deseaban digitalizarla e incorporarla a su
página web, como recurso educativo para las futuras generaciones de
la comunidad. La propietaria del derecho de autor, la Sra. Y, gestionó
sus derechos de una forma estricta. Como tenía ideas muy claras
respecto a quiénes eran los destinatarios del material y quién podía
acceder al mismo, ejerció un control absoluto sobre el material.
Esto generó unas relaciones tensas entre la comunidad y la Sra. Y, así
como con el archivo que custodiaba las filmaciones y grabaciones
originales. En estas circunstancias, ¿cómo se deberían regir las
negociaciones entre la comunidad y la Sra. Y? ¿Cómo se podían
reconciliar estos derechos e intereses aparentemente en conflicto?
Los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales quieren tener
acceso al material existente sobre su cultura para poderlo reinterpretar
y darle un nuevo significado. Sin embargo, el proceso de crear nuevos
significados puede contravenir los derechos de los propietarios del
material. Así pues, ¿quién debería estar facultado para tomar
decisiones acerca de dichas filmaciones y grabaciones? ¿El
investigador? ¿La comunidad? ¿El archivo?

Los titulares de derechos de autor pueden usar sus obras como les
plazca dentro de los límites de la ley, y pueden impedir que otros las
utilicen sin su permiso. Poseen el derecho exclusivo de autorizar a
terceros a usar las obras, con sujeción a los derechos e intereses
jurídicamente reconocidos de dichos terceros, que a menudo se hallan
insertos en excepciones y limitaciones de la ley de derechos de autor.
Pero el uso por parte de pueblos indígenas y comunidades
tradicionales puede no estar recogido en las excepciones y
limitaciones de la ley.

Los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales tienen un


interés creciente en participar más directamente en el registro, la
presentación y la representación de su propia cultura al público.
También desean ostentar la propiedad, el control y el acceso a
materiales del patrimonio cultural custodiados por las instituciones
culturales. Para responder a estas necesidades, la OMPI, en el marco
de su proyecto de patrimonio creativo, ofrece formaciones prácticas
sobre catalogación, grabación y digitalización de patrimonio cultural
inmaterial a comunidades indígenas y locales, así como al personal de
museos de países en desarrollo. Esta labor se lleva a cabo en
colaboración con el Amfgtherican Folclore Center/Library of Congresos
y el Center forocumentary Estudies, de EE UU. Este programa de la
OMPI ofrece formación en las técnicas de catalogación y archivado
necesarias para una conservación cultural eficaz en las propias
comunidades, además de formación en materia de P.I. y un equipo
básico audiovisual facilitado por la OMPI. Ya se llevó a cabo con éxito
un proyecto piloto con la comunidad Maasai en Kenya (véase
“Creación de capacidad: propiedad intelectual y conocimientos
tradicionales”, Revista de la OMPI 5/2009).

Muchos años después, un par de músicos apasionados por la música


“étnica” visitaron el archivo en búsqueda de música tradicional de la
comunidad X. Escucharon muchísimas grabaciones y pidieron copias
de algunas pistas especialmente interesantes. Al atender a su petición,
el archivo cumplía con su función de facilitar al público el acceso a la
valiosa colección de música de X. Las grabaciones en cuestión
estaban libres de derechos, pues habían pasado a formar parte del
dominio público.
Unos meses después, un funcionario del archivo, y miembro de la
comunidad X, fue a la discoteca de su ciudad. Para su consternación,
oyó una canción tradicional de X fusionada con ritmos de baile de
techno-house. Y entonces se acordó de la pareja que se había llevado
copias de la colección. Se quedó horrorizado: seguro que la venta del
disco había generado pingües beneficios y nadie había pedido
permiso a la comunidad ni al archivo. Sabía que no se habían
producido pagos de regalías y dudaba que se hubiera dado
reconocimiento a la comunidad X en los créditos de la grabación
refundida.
Folklore indígena
Cultura mestiza

Más 80 000 personas. El mestizaje es el fenómeno poblacional más relevante


en la época colonial. Se les llama ladinos, por usar del español, derivado del
latín, y por adoptar las costumbres españolas. También se denominan
"castas" por el elevado número de combinaciones étnicas
surgidas de los troncos primarios. El mestizo hondureño es mestizo de
segunda y tercera generación, o sea producto del cruce de personas ya
mestizas entre sí. El nombre más común que se les aplica es el de
"pardos", con lo que se entiende ser descendientes de personas
del tronco indígena, blanco-español o negro-africano. En las villas serán ellos
los carpinteros, los fabricantes de adobes y constructores de viviendas, los
herreros, curtidores, talabarteros, barberos. Pronto son también los
proletarios, o sea los que por un sueldo o jornal convenido trabajan en las
minas. Pero, además, con gran indignación de los criollos, serán los güirises o
mineros populares, grupos de familias que incursionan en minas descuidadas
por sus legítimos propietarios o que lavan en los ríos.

No hubo política agraria para los mestizos, esto es, no se les asignaron tierras
para que las cultivaran, pero siempre gozaron de movilidad y así se fueron
ubicando en la zona rural. Los mestizos son los vaqueros y peones de las
haciendas. Muchos de ellos originaron pequeñas poblaciones dentro de las
haciendas, alquilando tierras a los dueños y sembrando esos suelos para
subsistir. Eran las llamadas rancherías. La aldea de Suyapa, vecina a
Tegucigalpa, surgió de una ranchería ubicada dentro de la hacienda

Además, como forma muy peculiar de la sociedad colonial hondureña, los


mestizos dieron lugar a los llamados No se debe confundir con el
correspondiente accidente geográfico. Estos valles eran lugares
descombrados en la montaña donde se ubicaban familias poco numerosas y
dispersas de mestizos. Tales sitios carecían de dueño, es decir que
pertenecían al Rey, que era el titular de toda tierra sobre la cual no hubiera
hecho donación o merced. Estos mestizos, invasores de espacios realengos,
dieron lugar al surgimiento de numerosos poblados en toda el área central del
país.

Los mestizos se dedicaron asimismo al transporte, eran los muleros que


conducían recuas que llevaban mercadería de un punto a otro de la provincia,
así como eran achineros o comerciantes ambulantes.

Cultura tradición mestiza

tradiciones culturales viene a ser Honduras, la cual al igual que otros


casos se ha convertido en la unión y mezcla de distintas realidades
culturales, hallando aquí también la unión de los pueblos autóctonos con los
conquistadores españoles y los esclavos de otras partes del mundo que
terminaron siendo llevados a este destino lejos de su hogar. Estro nos lleva
a tener un 85% de población mestiza.

Por ejemplo, una de las costumbres más comunes a poder encontrar aquí y
que justamente bien se podría considerar como llamativa es la
de celebración de la abolición de la esclavitud, lo cual se relaciona de
gran manera con el final del Carnaval y el Festival Nacional de las Artes de
Antigua y Barbuda, ello a finales de julio e inicios de agosto.
Otros días festivos importantes son el aniversario de la independencia es
el 15 de septiembre, lo más común son los desfiles de la población y los
mensajes patrióticos, al igual que el día del trabajo donde miles de
trabajadores salen a marchar. En el Día de la Cruz que también es en
mayo las personas adornan pequeñas cruces de madera con todo tipo de
flores y papeles de colores que decoran sus casas previas a la temporada
de lluvias.
Aparte de ello en Honduras se puede encontrar también una gran tradición
religiosa relacionada al cristianismo, razón por la cual muchas de las
fiestas locales están destinadas a santos o bien a la Semana Santa. Cada
3 de febrero celebra la fiesta de su santa patrona la “Virgen de
Suyapa” donde la población crea las “mandas” que son peticiones directas
a la virgen que de cumplirse ellos también devuelven la gracia con alguna
promesa como dejar de beber.
En cuanto a comida, Honduras cuenta con una suculenta gastronomía
donde las tortillas de maíz son la base la dieta para todo trabajador de
campo, y suele acompañarse de plátanos fritos, queso blanco, arroz, carne
frita y la infaltable “Semidulce mantequilla” entre otros ingredientes que,
siempre están acompañados de un buen café. Podemos encontrar esta
dieta en los distintos restaurantes u hogares donde se sirve el desayuno, en
cualquier temporada del año.
También es muy conocida la deliciosa “Sopa de gallina” un plato que jamás
falta en la mesa hondureña. Entre otros platos representativos resalta la
preparación de “La baleada” una comida hecha de tortilla de harina, la cual
se dobla para colocar frijoles fritos y queso parmesano.
En Honduras los hombres conquistan haciendo uso de las “bombas” que
son piropos que llaman la atención de las mujeres.
En cuanto a música criolla destacan temas como “El candú”, “El pitero”,
“Flores de mimé” entre otros y por último se encuentran danzas folclóricas
como “Polka de la rosa” “Las escobas” “La pieza del indio”.

Mayormente mestiza.

Belleza en el carnaval de la Feria Isidra en La Ceiba. . Año a año va


evolucionado. Se le declaró “Patrimonio Nacional de la Cultura e identidad
Naci
en el año 2014 bajo decreto Legislativo No. 24-2014.

El censo Cultural de Honduras ide

ntificó 1,496 manifestaciones culturales en 200 municipios de los 18


departamentos que forman el territorio hondureño, subdivididas en 1,300
manifestaciones populares tradicionales y 196 manifestaciones
contemporáneas.

Este conglomerado de grupos raciales o étnicos es lo que finalmente


contribuye a la riqueza de la cultura hondureña.

LAS FERIAS

El mestizaje dejado en el país durante la Colonia, se continúa con migrantes


de otras latitudes como: palestinos, árabes, chinos, alemanes y más
recientemente japoneses.

Podemos además contar con la presencia de ocho grupos étnicos de origen


indígena, negro y blanco, que se localizan a lo largo y ancho del país y que
nos muestra una interesante cultura expresada en artesanía y folklore.

Al hablar de costumbres aquí en nuestro suelo, es referirse a lo que hacen los


pueblos para mantener vivas sus creencias, sus participaciones religiosas,
supersticiones y formas de hab

Danlí. Ciudad próspera, cuna de bellas mujeres y del tradicional


Festival Internacional del Maíz.

Lo que se mantiene casi intacta es la costumbre de celebrar las ferias


patronales. Cada ciudad, pueblo y aldea del país revive todos los años su
tradicional feria patronal en honor a su santo patrono.
Imágenes de mestizos
Cultura negra
Es cierto que el pueblo negro se adapta al nuevo contexto que le toca vivir,
debiendo vencer para ello enormes dificultades: la lengua, el
acceso a los libros y al papel, etc. Pero ello le obliga por una parte a mantener
muy viva la tradición oral, y por otra a ser muy creativo a
través de la espontaneidad, el sentido concreto (antropomórfico), y la
adaptabilidad a las nuevas circunstancias locales. En ese sentido no
es de extrañar que se desarrolle un sentido muy fuerte de la nostalgia (recuérdese
el canto de los blues) y de la alegría desbordante (muy
palpable en ciertos himnos y muchos spirituals).

Habrá que saltar al siglo XX para encontrarse con el capítulo más vivo -no el
único- de lo que ha significado la cultura del negro
americano, como respuesta rebelde al racismo de los EE.UU. Me refiero al
movimiento llamado Renacimiento de Harlem59.

Harlem, la capital del mundo negro de habla inglesa, en los años 20 está de
moda. Produce poetas, novelistas, músicos, dramaturgos, bailarines, cantantes
que
dan a conocer, primero a los norteamericanos y después al mundo, lo que un
pueblo es capaz de expresar cuando lleva algo dentro de sí. No
sería nada fácil encontrar en ningún otro grupo nacional de inmigrados un
fenómeno como el del Renacimiento de Harlem.
El negro en Harlem era otro. Era muy diferente al que salía para trabajar en algún
lugar del «otro» Manhattan. Los blancos suben, en
la década de los 20, a Harlem para «sumergirse en una especie de puerto franco
de la vida de los 60 hastiados de la vida agitada y
nerviosa de la capital del mundo.

En la comunidad negra de Harlem se desarrolla una vanguardia literaria a través


de la revista Messenger, dirigida por Wallace
Thurman. En ella escriben los poetas que van a asombrar al mundo: Langston
Hughes, Ama Bontemps, Countee Cullen, Claude Makay, James
Weldom Johnson y Zoa Hurstorn.
A propósito de los 500 años, en América Latina y el Caribe se promovieron encuentros de reflexión y creció el
interés tanto entre la población negra como no negra por conocer la historia, la resistencia y la situación de los
afro-americanos. Este proceso, sin embargo, tiene sus antecedentes en los tres "congresos de cultura negra
de las Américas" que se llevaron a cabo entre 1977 y 1982 en Cali, Panamá y Brasil.

En estos eventos, intelectuales y representantes de organizaciones negras de América realizaron, por primera
vez, un "examen multidisciplinario de la problemática continental de la realidad social y de la cultura de los
africanos y sus descendientes en América".

Los congresos sirvieron como una palanca que impulsó, en distintos países, la formación de centros de
estudios y movimientos negros interesados en descubrir sus raíces y reafirmar su identidad.

Por estos motivos, es válido conocer las discusiones, las temáticas y las propuestas que se efectua-ron en
dichos congresos, como un ejercicio de valoración de estos aportes y como una respuesta a las posiciones
neoliberales de las clases dirigentes, que tratan de vaciar nuestra memoria histórica para seguir dominando.
Se ha tratado de ocultar o de invisibilizar que las culturas africanas cazaban y vendían sus
congéneres a los europeos por objetos que no tenían valor alguno, en el que se quedaban
seducidos ante el mefítico aroma en descomposición que emergía y de otros perfumes que
brotaban de tan olientes prendas que intercambiaban, en el que no importó que eran humanos y lo
peor del caso, es, que algunos venezolanos que (se autodenominan como afro descendientes)
aspiran a que se le reconozcan su ascendencia y están haciendo todo lo posible por invisibilidad
tal dinámicas históricas, a pesar de que éstas, no son como la lluvia, que se quitan su apariencia
de dama nostálgica para convertirse en una experiencia desgarradora o en un acto doloroso,
puesto que ella tiene la facultad, de esconderse bajo todo acto cotidiano, puesto que tiene la
facultad de disfrazarse, o desvanecerse para recordarnos su sabor amargo y desolado, porque
reconstruir lo anterior a lo ocurrido, implica un ejercicio doloroso que marcaría el carácter definitivo
de lo perdido. Por ello, (es recomendable revisar el término de descendiente puesto que éste se
utiliza dentro del derecho hereditario venezolano para heredar por vía directa.) no podemos
encubrir o tapar con un dedo tal realidad, en el que no se tuvo un gesto de humanidad para llevar a
cabo tal acción impía, en el que no importó que eran seres humanos, que pensaban, sentían y
además (…), que eran africanos, eran su propia gente, sus propios hermanos, familia, hijos, etc.

Por ello planteamos que la pérdida de lengua no es casual, puesto que tal actitud se convirtió en
gesto de irreverenciara contra los desmanes que venían cometiendo los reyezuelos africanos y una
respuesta que en su espíritu estaba impregnada de mucho odio hacia quienes integraban dicho
sistema, por el acto cruel e inhumano de ser tratados como mercancías (Pieza de ébano) por su
propia gente (los africanos), a los cuales no es importó las consecuencias que se originaron de tal
acción, a pesar que marcaron un hito de mucha transcendencia para la humanidad, lo cual permitió
que se convirtieran en sujetos creadores de la Cultura Negra y que el mundo cambiara su actitud,
que se hizo sentir a partir del siglo XVIII, en el que fueron adheridos como ciudadanos en los
nuevos estados-nación y con los mismos derechos de los estratos sociales, culturales y políticos.
En este sentido, no podemos aceptar que hoy no se quiera reconocer nuestro aporte a la
diversidad de la humanidad, y se le quiera dar un premio a quienes los cazaban y vendían (el
sistema tribal africano), sin importar las reminiscencias de ese acto cruel, e inhumano, para hoy sin
pena, con el mayor descaro, plantear que somos “descendientes de africanos", sin tomar en cuenta
las reminiscencias históricas, en el que se quiere imponer la premisa que somos un estado
plurinacional, pluricultural y plurilinguístico, cuando por el contario, debería existir un rechazo muy
marcado por parte de la sociedad venezolana, en contra de esa conducta que solamente
contribuyó a la preservación de intereses personales, a la división y fragmentación del país y a la
imposición de una conducta que niega la naturaleza del otro).

La pregunta por la cultura negra americana tiene una primera referencia a la


singularidad de su entrada en las colonias. Los
esclavos negros, arrancados con violencia de la tierra a la que pertenecían y
mezclados en las mismas plantaciones, entraban en un
mundo del desarraigo sin relación alguna con las antiguas patrias.

Esta ruptura total con el pasado es quizá la razón por la que algunos niegan que el
pueblo negro americano tenga propiamente una cultura.
No parece lógico afirmar, sin embargo, que deba hablarse de ruptura total con el
pasado. Existen numerosos estudios antropológicos que
hablan de la permanencia de innumerables «africanismos» en las costumbres,
dichos, cantos, ritmos, modos de vida, etc., que prueban
una cierta continuidad de la memoria del pasado, de la herencia oral de las cosas
de África que no se ha roto del todo. Valga como ejemplo
la permanencia, a lo largo de toda la costa e islotes de Carolina del Sur, del
gullah, esa curiosa mezcla de términos africanos e ingleses,
ininteligibles para los no negros.

Es cierto que el pueblo negro se adapta al nuevo contexto que le toca vivir,
debiendo vencer para ello enormes dificultades: la lengua, el
acceso a los libros y al papel, etc. Pero ello le obliga por una parte a mantener
muy viva la tradición oral, y por otra a ser muy creativo a
través de la espontaneidad, el sentido concreto (antropomórfico), y la
adaptabilidad a las nuevas circunstancias locales. En ese sentido no
es de extrañar que se desarrolle un sentido muy fuerte de la nostalgia (recuérdese
el canto de los blues) y de la alegría desbordante (muy
palpable en ciertos himnos y muchos spirituals).
Costumbres y tradiciones
En sus anteriores ediciones, el evento se ha realizado en la Plaza Cívica de Carapungo, por la
alta densidad de población afro que hay en ese sector de la Capital. Para este año el festival
se extenderá hacia otros sectores del Distrito para llevar a más público los saberes de los
abuelos y abuelas afro. El festival se desarrollará el 14 de julio en la Casa Comunal de El
Tingo (Valle de los Chillos) y el 28 de este mes en la Plaza cívica de Carapungo. Estos
eventos, denominados ‘Palenkes etnoeducativos’, se realizarán de 15:00 a 18:00. Para el 15 y
29 de julio se efectuarán varias jornadas de difusión de la riqueza musical afro con la
realización de festivales que se harán en las tres sedes barriales, de 10:00 a 19:00. Estos son
los denominados ‘Kilombos de los festivales’ y se llevarán a cabo en el Centro Recreacional
de El Tingo y la Plaza Cívica de Carapungo, respectivamente. Durante estos eventos se
contará con la presencia de dos íconos de la cultura afro: Papá Roncón y Mamá Zoilita,
quienes junto a los demás abuelos y abuelas impartir sus saberes a través de los cuentos y
leyendas que identifican a su cultura. Mitos y leyendas Muchas son las historias que el pueblo
afro ecuatoriano ha mantenido durante años. Al preguntarle a algunos de ellos la primera
respuesta que lanzan es, en la Costa ‘la tunda’, una mujer que se lleva a los niños que se
portan mal y en la Sierra ‘el duende’, un hombre pequeño que le gustan las mujeres de cabello
largo y ojos grandes. “Los abuelos siempre nos dijeron que los lunes no debemos ir a trabajar
al manglar, porque esos días son sagrados. Después de una semana de trabajo ese día el
manglar respira, hay que darle un espacio a la naturaleza. Se dice que el lunes es un día de
santos y de espíritus, y quien va ese día al manglar se embruja”, contó Kevin Santos, director
del grupo Melanina, el cual presentará su baile y música en ‘Bomba Pal Barrio’. Por su lado,
Andrés Espinosa, director de la agrupación Improvisando, que también se hará presente en
BPB, acotó que una de las historias que ha escuchado desde niño es la del diablo. “antes se
decía que no había que llevar a los niños a las fiestas, pero cuentan que el diablo utilizaba la
música para atraer a personas adultas y llevárselas al infierno, hasta que un niño no obedeció
a sus padres y se camufló en una fiesta y los alertó de lo que pasaba. Desde entonces los
adultos permiten que los niños estén en las fiestas”, manifestó. Danza y vestimenta Debido a
la similitud en la danza, forma de vestir, y demás costumbres de los afrodescendientes de la
Costa y Sierra ecuatoriana, hay quienes piensan que bailar marimba o bomba es lo mismo.
Los géneros musicales que se cultivan en la Costa tiene que ver a partir de la marimba como
instrumento bandera, y otros de percusión, como el bombo, cununo, guaza y maracas con la
que se interpretan bambucos, andarele y mapalé, que se encuentran en temas tradicionales,
como La caderona, El patacoré, Ay caramba, La canoíta, y otros. Además de estos géneros
existen los arrullos que tienen que ver con las divinidades y se los canta cuando celebran a
vírgenes, santos o el nacimiento de Cristo en Nochebuena. También hay arrullos que hablan
del ser humano y otros que se utilizan para las procesiones, comparsas, desfiles o en el
funeral de un niño. Los alabados en cambio se interpretan con las voces humanas cuando
muere un adulto. Mientras en la Costa se escucha música con tambores africanos, en la Sierra
en cambio se nota que los españoles influyeron en parte en la música afro, por lo que en la
bomba se incluye el sonido de la guitarra. Los grupos actuales han incluido bajo eléctrico,
timbales y otros instrumentos. La forma de bailar también es algo que diferencia a estos
ritmos, mientras en la Costa se lo hace de forma más espontánea, en la Sierra se lo hace de
forma introvertida, sin perder su característica de los afro. La vestimenta y forma de peinarse
son similares, pero los colores de la ropa son más vivos en la Costa.
Imágenes de la cultura negra

También podría gustarte