El Legado Atlante
El Legado Atlante
El Legado Atlante
Registros del Génesis Sumerio con una lista de sus reyes en tabletas cuneiformes, que
datan del año 4468 A.C., son evidencia histórica que confirma la existencia de la Atlántida
y que el Diluvio Universal que la destruyó, sucedió aproximadamente en el año 10.928
A.C. En aquel entonces, brillaba frente al horizonte terrestre la constelación de Leo. Era
que los Sumerios establecen como la del nuevo comienzo. Los egipcios, también ubican
el Zep Tepi, como le decían al nuevo tiempo, en esa misma Era.
Otra de las más antiguas referencias al Gran Ciclo Cósmico y al Diluvio Universal aparece
en el código del rey babilonio Hammurabi. Su texto afirma que el rey podía leer las
palabras talladas en piedra de los días anteriores al diluvio. Esto confirma la existencia de
la Atlántida e indica que en ese entonces ya existían escribas y escritura.
En sus diálogos, “Timeo y Critias”, Platón nos describe a la Atlántida y habla del Gran
Ciclo Cósmico que originó su destrucción. Su relato dice que en el año 600 A.C., Solón un
gobernante griego, recibió información directamente en Egipto, sobre antiquísimos
registros que se remontaban hasta la Atlántida, la “civilización madre” de esa cultura.
Cuenta que existe un Gran Ciclo Cósmico que ha provocado varias veces la destrucción
de la humanidad. Una de ellas por fuego y la última vez por agua, cuando un diluvio
hundió bajo las aguas a la cadena de islas donde se encontraba la Atlántida. De acuerdo
con Solón, esto sucedió unos 9.000 años antes de su tiempo, mas allá del mediterráneo,
después de las columnas de Hércules, como llamaban los antiguos al estrecho de
Gibraltar. Es decir, en el Océano de los Atlantes.
Este cometa sería parte de los restos de una supernova (una estrella
enana blanca) que explotó al término de su vida útil hace
aproximadamente 39.000 años. De unos 4 kms de ancho, habría
explotado sobre el cielo entre Canadá y Norteamérica, cerca de la región
de los grandes lagos. El bólido celeste, no era sólido como el que cayó
hace 65 millones de años sobre Chicxulub, México, generando la
extinción de los dinosaurios. Habría sido una masa poco consolidada de
rocas, hielo y otros materiales de baja densidad, que estalló al entrar en
la atmósfera. La explosión generó una bola de fuego que vaporizó lo que
se encontraba en un área de unos 300 kms de radio y un huracán de
viento ardiente encendió la vegetación del continente entero.
Simultáneamente esparció, sobre gran parte del hemisferio norte, una
gran cantidad de polvo cósmico y partículas de iridio que luego fueron
detectadas por este cuerpo de científicos en muestras del suelo de
diferentes lugares de Norteamérica, Canadá y en el hielo de Groenlandia