Comentario de Galatas, Ellet Waggoner
Comentario de Galatas, Ellet Waggoner
Comentario de Galatas, Ellet Waggoner
La mayor necesidad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día hoy, no es más dinero, ni presupuestos
más grandes, ni más edificios, ni más instituciones, ni más construcciones. No es incluso más cruzadas
evangelísticas. Lo que nosotros como miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día necesitamos
es: ser salvos de nuestros pecados. Dios no está esperando que haya más tormentas, más furor político,
más guerras y rumores de guerras antes que Jesús pueda venir. Él está esperando por Su pueblo, para
que gane la victoria sobre el pecado, de tal manera que les pueda confiar el cielo. Jesús vino “a salvar a
su pueblo de sus pecados”; a ¡ayudarnos a ser vencedores!
Que podamos entender como esta es la razón para escribir este libro: Cómo Ser un Cristiano Victorioso,
por Thomas A. Davis, el cual trata sobre la práctica de la fe cristiana. De una manera sencilla pero
poderosa, presenta delante de sus lectores la forma de cómo vivir una vida cristiana como un verdadero
vencedor. Paso a paso, él hace el camino atrayente y muy práctico. Jesús vivirá otra vez en su
experiencia a medida que lo vea levantado en toda Su belleza y hermosura en cada página.
Robert Pierson
Ex Presidente de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día
Dedico este libro a todos los que por tanto tiempo han estado batallando contra el pecado sin lograr
victoria.
A todos los que anhelan con todo su corazón agradar a su Señor pero en sus propias fuerzas no han
podido.
A quienes desean adquirir la perla de gran precio pero hasta ahora no han podido ver más que guijarros.
Para aquellos que han buscado de todo corazón que brille en ellos el Sol de Justicia pero no han tenido
más que densas nubes y eclipses.
Aquellos que por tiempos han anhelado en su vida la verdadera justificación y la santificación sin la
cual nadie verá al Señor pero aun no tienen la certeza y el gozo de la salvación.
Finalmente, lo dedico para aquel que se cansó de luchar y ya no cree en nada, para que vuelva, crea en
el poder de la Palabra de Jesús, obedezca y tenga vida eterna.
¡Alabado sea el Señor porque HOY puedo ser un cristiano victorioso con Jesús!
Índice
Victoria, victoria en Cristo, de eso se trata la vida cristiana. Victoria sobre todo y cada pecado, cada
debilidad, cada falla que esté en la vida.
Pero muchos Adventistas del Séptimo Día están conscientes de que no están teniendo una victoria
completa en sus vidas. Una encuesta informal recientemente conducida en una Iglesia Adventista
grande, reveló que una considerable mayoría de los miembros estaban inseguros de su relación con
Cristo. Este no es un indicio de victoria.
He conocido la derrota en mi vida cristiana. Largos años de derrota. Y por derrota no me refiero a
contratiempos ocasionales. Me refiero a la derrota, vez tras vez repetida, en mi lucha con el pecado.
Brevemente, mi historia es esta: bautizado a los 18, sincero en mi deseo de ser un cristiano, no
obstante, pronto descubro que mis debilidades pre-bautismales todavía me molestaban. A pesar de mi
mismo, era débil en poder moral, asaltado por dudas y bajo el control de inclinaciones al pecado
heredadas y cultivadas. Tal vez no pecados que el mundo contaría como tales, sino pecados que Dios y
yo sabíamos que existían.
Mi vida espiritual en la academia era un sube y baja. Las Semanas de Oración en otoño y primavera
frecuentemente me inspiraban a una vida más santa. Pero pronto resbalaba hacia atrás a mi vieja vida
de duda y derrota.
Durante la Segunda Guerra Mundial, me uní a la Real Fuerza Aérea Canadiense y pasé alrededor de
dos años en Inglaterra prestando servicios como auxiliar de enfermería en un escuadrón bombardero
canadiense.
Al pasar la guerra, regresé a la universidad. Mi objetivo era el ministerio. En la Universidad llevé una
vida bastante activa como estudiante de teología. Predicaba sermones en la universidad y en las iglesias
cercanas. Participaba en campañas evangelísticas. Daba estudios bíblicos.
Algo Faltaba.-
Pero todavía algo faltaba en mi vida religiosa. Externamente fui, quizá, el estudiante ministerial que se
esperaba. Pero internamente había un desagradable harén de sentimientos y actitudes – envidia, celos,
búsqueda de complacencia, orgullo, ambición no cristiana que no disminuía con el tiempo y del cual no
me podía deshacer así como tampoco podía cambiar la forma de mis orejas o el color de mis ojos.
A su debido tiempo me gradué y fui llamado al ministerio. Serví en varios distritos. Di muchos estudios
bíblicos sobre las doctrinas enseñadas por los Adventistas del Séptimo Día. Pero no podía conducir a
una persona a Cristo. No podía porque realmente yo mismo no conocía a Cristo. Solo la persona que
verdaderamente conoce a Jesús puede guiar a otros a Él.
Entretanto me casé. En mi opinión, no hay nada más calculado para exponer el carácter de una persona
que el matrimonio. Y especialmente el verdadero carácter emerge cuando llegan los hijos al hogar.
Pág. 3
Con los hijos, los problemas comenzaron a desarrollarse en nuestro hogar. Por ejemplo, en varias
ocasiones, mi esposa y yo podíamos tener diferencias de opinión en cuanto a cómo deberían ser
manejados los hijos en diversas ocasiones. Algunas veces discutíamos. Después, me arrodillaba y pedía
perdón y victoria. Pero a los pocos días, mi esposa y yo repetíamos nuestra conducta pasada. Era un
carrusel del cual no nos podíamos bajar.
El momento del cambio llegó el año que retornamos a casa después de pasar diez años en el campo
misionero. Mi esposa fue a visitar a sus padres y a algunos de sus hermanos y hermanas. Ella regresó
con una visión distinta. Había visto en una de sus hermanas un ardor espiritual, amor, fe, sinceridad,
esperanza y una victoria cristiana que ella sintió que tenía que experimentarla.
Comenzó a investigar para conseguir una vida más profunda en Cristo y trataba de compartir sus
hallazgos conmigo. La historia de mi resistencia y de mi final reconocimiento conmigo mismo de que
el orgullo y la autosuficiencia eran las razones para mi actitud, no necesita ser dicha aquí. Lo que es
importante es que finalmente comencé a seguir ciertas fórmulas y a clamar por algunas promesas.
Cuando lo hice, comencé a descubrir algo sobre cómo una persona puede tener victorias reales en su
vida cristiana.
Lo cual nos ha llevado al objetivo de este libro.
Como el título nos dice, este volumen tiene la intención de ser un libro del “cómo lograrlo”. Ha sido
escrito con la esperanza de cumplir en cierto grado las palabras de Ellen White: “Lo que la gente
necesita es instrucción sobre ¿qué haré para salvar mi alma?1
Me apresuro en agregar que este no es un libro “hágalo usted mismo” porque el cristianismo no es una
religión de “hágalo usted mismo”.
Mientras esto es categórico, también lo es el hecho de que no es una religión “no haga nada”. “La obra
de ganar la salvación es una operación mancomunada. Debe haber cooperación entre Dios y el pecador
arrepentido”.2
La cooperación implica un plan aceptado por ambas partes involucradas. Ellen White sitúa la
cooperación en un alto nivel cuando sugiere que hay una ciencia en el plan de salvación. “La Biblia
contiene la ciencia de la salvación para todos aquellos que escuchen y obedezcan las palabras de
Cristo”.3
En el contexto, el término ciencia sugiere que hay principios establecidos en el cristianismo que pueden
ser descubiertos y entendidos y que, siendo fielmente obedecidos, resultarán en libertad del pecado y
finalmente, en la realidad de la vida eterna. Esto es además propuesto en las conocidas palabras de la
Biblia: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para
instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena
obra”.4
La salvación, por lo tanto, no se obtiene por cierto tipo de osmosis espiritual, o porque Dios es muy
amable y renuente a destruir a los pecadores – lo cual, por supuesto es verdad – sino porque el pecador
coopera con ciertos principios espirituales.
1
CEE:25.
2
HAp:384.
3
FEC:187.
4
2 Tim. 3:16-17.
5
Osmosis: La absorción gradual, a menudo inconciente, de conocimiento o ideas a través de una continua exposición en
lugar de un aprendizaje intencionado.
Pág. 4
Esta cooperación conjunta no es una iniciativa que sea consumada accidentalmente, al azar, o a la
buena ventura. El camino al cielo no se descubre, ni se prosigue por suerte. No nos situamos en él por
cierta misteriosa providencia que guía nuestros pies a pesar de nuestra rebeldía, descuido, rechazo o
indiferencia. No caminaremos hasta el final y pasaremos a través de las puertas de la ciudad más allá de
las estrellas, porque resultamos de manera fortuita siendo arrastrados en la compañía de aquellos que
transitarán allí. Una ciega casualidad no tiene absolutamente parte alguna que desempeñar en la
salvación.6
Al contrario, aquellos que caminarán triunfantes a través de las amplias puertas giratorias del cielo,
serán porque han ganado la victoria sobre el mundo, la carne y el demonio. Y para lograrlo, habrán
dado todo lo que poseían.
“Nadie será llevado al cielo sin un esfuerzo tenaz y perseverante de su parte. Todos han de empeñarse
personalmente en este conflicto. Somos responsables individualmente por el resultado de la lid; si Noé,
Job y Daniel estuviesen en medio de la tierra, ellos por su justicia no podrían librar ni a hijo ni a hija”.
8T:327-328.
“Tenemos grandes victorias que ganar o un cielo que perder, si no las ganamos”.7
Al reflexionar sobre mi enfoque en esta obra, reconozco un problema – de hecho, un peligro –
inherente al escribir un manuscrito de esta naturaleza: el problema del equilibrio y el peligro envuelto
en el desequilibro.
Se encontrará un cierto énfasis en este libro debido a la propia naturaleza de mi tema. Este énfasis
podría llevar a una mala interpretación de parte de algunos. El apóstol Santiago, en su acentuación a las
obras en su tema de la fe que obra, hizo con que Martín Lutero menospreciara su carta como “una
epístola sin importancia”. Otros han tenido problemas semejantes con Santiago. Y hay quienes tienen
problemas con otras partes de las santas Escrituras por razones similares.
Por otra parte, recuerdo la precaución que hace Ellen White al “hermano K” hallada en 1MS:207-208.
Sus advertencias, que allí tratan sobre el expresar ideas en tal manera que sean mal entendidas y causen
problemas, deben ser tomadas muy seriamente.
Al escribir, evoco las palabras de Honrad Adenauer, ex canciller de Alemania Occidental: “Todos
nosotros estamos bajo el mismo cielo, pero no todos tenemos el mismo horizonte”.
Este libro está escrito desde el punto particular de donde yo veo el horizonte. Es el producto de mi
estudio, de mis observaciones y mi experiencia. Al hacer esto, he tratado de mantener mis ojos, tanto
como ha sido posible, lejos del horizonte y dirigidos hacia el cielo que nos cubre a todos. También he
tratado de contemplar más allá del cielo que vemos, a Aquel que conoce y respeta a todos como
individuos, recordando al mismo tiempo que Sus condiciones y normas son inmutables y eternas.
Habiendo dicho esto, permítanme añadir a este capítulo el siguiente pensamiento: al comienzo de su
último libro Stay of Execution8, el ya fallecido y eminente periodista Stewart Alsop nos cuenta de haber
sido un paciente en el Instituto Nacional de Salud en Bethesda, Maryland, sufriendo de leucemia. Un
día, deambulando en su piso, entró a un cuarto para el personal donde vio un cartel que no debía ser
visto por los pacientes. El cartel decía: TODOS LOS PACIENTES YA DEBEN TENER CÁNCER
INCURABLE. TODOS LOS PACIENTES DEBEN SER FRANCAMENTE INFORMADOS DE SU
CASO”.
6
“A los que aceptan la teoría de la verdad debe instárseles a ver la necesidad de la religión experimental… Todos deben
obtener una experiencia viva para sí mismos: deben tener a Cristo entronizado en el corazón, su Espíritu debe controlar los
afectos, o la profesión de fe no tendrá valor y la condición de las personas será aun peor que si nunca hubiesen oído la
verdad”. 5T:582.
7
5T:248. Traducción directa del inglés:267.
8
Aplazamiento de la Ejecución.
Pág. 5
Leyendo ese cartel, el Sr. Alsop sintió en su interior, que se hundía en “un oscuro pozo de miedo”.
Stewart Alsop murió de cáncer.
¿Podemos encarar este hecho por un momento? Todos nosotros estamos sufriendo el cáncer Terminal
del pecado. Todos somos pecadores, y “el alma que pecare, esa morirá”.
Podemos ser tratados con suavidad, con palabras tranquilizantes, con “no te alarmes”, “no te
preocupes” – y morir en nuestro pecados. O se nos puede decir sin engaño, claramente, cuál es nuestro
problema.9
En el cáncer físico, puede entenderse que aunque el médico le notifique a su paciente de su enfermedad
de una manera bondadosa y compasiva, aun así las noticias serán traumáticas. Pero en el cáncer
espiritual, se nos puede decir del tremendo remedio que se encuentra en el Señor Jesús, y cómo este
remedio funciona cien por ciento para nosotros si fielmente nos ponemos en las manos del Gran
Médico.
Así que decidí describir claramente, dependiendo de la Biblia y del Espíritu de Profecía, lo que parece
ser la dificultad de muchos de nosotros que somos miembros de la iglesia. Hago esto de tal manera que,
como los pacientes en el pabellón de cáncer del Instituto Nacional de Salud, podamos entender la
gravedad de nuestra situación. Cuando hacemos esto, nos es posible ver la importancia de que nos
dispongamos para recibir el glorioso remedio provisto.
En un libro de esta naturaleza, junto a los problemas ya referidos, se presenta el problema de qué
incluir. Algunos lectores podrán pensar que he escrito demasiado sobre una fase de mi tema; otros,
pensarán que he escrito muy poco. Algunos pueden pensar que he dejado afuera material que debería
ser incluido; otros, que he incluido material que debió haber quedado afuera. Cualquiera sea el caso, he
escrito desde mi propia perspectiva con el objetivo lleno de esperanza de ayudar a algún lector a
encontrar una relación valiosa y victoriosa con Jesús.
En Resumen.-
La victoria implica lucha. Tal palabra no tiene significado separada de la batalla. Así que este libro es
sobre la lucha del cristiano que lo guiará a la victoria final.
A la guerra cristiana no se le debería entrar liviana ni ignorantemente. “¿O cuál rey”, preguntó Jesús,
“habiendo de ir a hacer la guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta?”.10
En este libro, daremos una mirada sincera a nuestras ventajas y desventajas, examinando en primer
lugar las últimas. Ellas pueden parecer grandes y desanimadotas. También estaremos considerando qué
se requiere de nosotros antes que podamos realmente comenzar a ganar victorias. Pudiéramos pensar
que esto también es complejo.
Luego consideraremos nuestros aliados y descubriremos que con ellos no tenemos posibilidad de
perder la guerra.
Luego, observando los métodos y medios por los cuales se gana la victoria, descubriremos grandes
demandas pero también grandes posibilidades y aun conquistas más grandes en potencia que hallarán
su clímax en el glorioso y triunfante evento descrito por el revelador:
“Después vi una gran multitud que ninguno podía contar, de toda nación, tribu, pueblo y lengua.
Estaban ante el trono y en presencia del Cordero, vestidos de ropa blanca y con palmas en sus manos. Y
aclamaban a gran voz: ‘La salvación se debe a nuestro Dios que está sentado sobre el trono, y al
Cordero’. Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro
9
“La esperanza de la vida eterna no se ha de recibir por motivos frágiles. Es un asunto que se ha de decidir entre Dios y
vuestra propia alma, y por la eternidad. Una esperanza que sea tan sólo supuesta, provocará vuestra ruina. Puesto que
subsistís o caéis por la Palabra de Dios, en esta Palabra debéis buscar el testimonio de vuestro caso. Allí podréis ver lo que
se requiere de vosotros para llegar a ser cristianos. No depongáis vuestra armadura, ni abandonéis el campo de batalla hasta
haber obtenido la victoria y triunfado en vuestro Redentor”. MJ:267.
10
Luc. 14:31.
Pág. 6
seres vivientes, se postraron sobre su rostro ante el trono y adoraron a Dios. Dijeron: ‘¡Amén! Alabanza
y gloria, sabiduría y acción de gracias, honra, poder y fortaleza, a nuestro Dios por los siglos de los
siglos. ¡Amén!’ Entonces uno de los ancianos me preguntó: ‘Estos que están vestidos de ropa blanca,
¿quiénes son, y de dónde han venido?’ Yo respondí: ‘Señor, tú lo sabes’. Y él me dijo: ‘Estos son los
que han venido de la gran tribulación. Han lavado su ropa, y la han emblanquecido en la sangre del
Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, y le sirven día y noche en su Santuario. Y el que está
sentado en el trono tenderá su pabellón sobre ellos. Nunca más tendrán hambre ni sed. El sol no los
molestará más, ni ningún otro calor. Porque el Cordero que está en medio del trono los apacentará y los
guiará a fuentes de agua viva. Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos’”.11
De acuerdo a los anuarios de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para los años 1890 a 1894, Willard
H. Saxby, un ministro ordenado de la Iglesia, sirvió en Ohio durante esos años. Pudo haber ministrado
allí hasta 1902 o 1903, años durante los cuales los anuarios no fueron publicados. Por consiguiente, no
podemos saber con certeza cuándo fue trasladado de Ohio al estado de Washington, donde aparece
residenciado en el anuario de 1904.
En algún momento durante los cinco, o seis o más años que el pastor Saxby trabajó en Ohio, Ellen
White le escribió una carta donde le decía algunas cosas sobre él, las cuales tuvo dificultad en ver y
aceptar.
El pastor Saxby recibió el testimonio mientras asistía a una reunión campestre en Ohio. Era parte de
una carta que trataba de otros asuntos, enviada a cargo de un hermano dirigente. El testimonio para el
hermano Saxby le fue dado después de terminar una de las reuniones de la noche.
Cuando el otro ministro, a quien el pastor Saxby se refiere como el pastor A, y él se sentaron juntos en
la última carpa, el pastor A le preguntó al pastor Saxby si creía en los Testimonios. A esta pregunta
Saxby contestó decidido afirmativamente. Entonces, luego que habían orado juntos, el pastor A
lentamente leyó la carta, la cual estaba escrita por la propia mano de la Sra. White.
El manuscrito tenía once páginas. Las primeras cinco eran para el hermano Saxby personalmente.
Después que el pastor A había leído algunos párrafos, llegó a una declaración que vigorosamente Saxby
objetó. “Eso no es así”, exclamó enfáticamente.
“Hermano Saxby, usted dice que esto no es así, pero el Señor le ayudará a ver que así es”.
“Pero, ¿cómo puede decir que una cosa es verdad, cuando yo sé que no es así?”, protestó el pastor
Saxby.
“Hermano Saxby, usted dice que no esto no es así, pero el Señor le ayudará a ver que así es”. Repitió el
pastor A y continuó leyendo.
En una página o más adelante, el pastor A leyó otra declaración a la cual Willard Saxby objetó
diciendo: “¡Eso no es así!”
Nuevamente el hermano A respondió a su protesta diciéndole sustancialmente lo mismo que ya le había
dicho antes. Luego, después de hacer otras pocas observaciones, comenzó a leer la carta otra vez.
Hubo cuatro declaraciones personales en la carta con las cuales Willard Saxby no concordó. Pero era
con la primera con la que manifestaba más oposición.
La carta fue terminada, y el pastor Saxby recibió permiso para llevarla a casa y regresarla al día
siguiente.
Cuando llegó a su cuarto, Willard Saxby encontró a su esposa en cama pero despierta, preguntándose
ansiosamente qué lo había demorado. Cuando él le contó a ella su experiencia, ella le pidió que le
leyera el testimonio de la hermana White. Él objetó diciendo que era demasiado tarde para leerlo todo.
Pero estuvo de acuerdo en compartirle la declaración con la cual él había tenido el mayor problema.
11
Apoc. 7:9-17.
Pág. 7
Antes de leer le contó a su esposa que le había insistido al pastor A que eso que la hermana White había
escrito, no era así.
La declaración en cuestión tenía que ver con un asunto entre Saxby y su esposa. Después de que él la
leyó, la Sra. Saxby abruptamente se sentó en la cama y enfáticamente señalando con su dedo, le dijo
con la mayor contundencia posible: “¡Willard, eso es así!”
12
RH, 18 de Mayo de 1916.
13
Apoc. 3:14-17.
14
4T:90.
15
2MS:75.
Pág. 8
Al igual que otros pasajes de la Biblia y del Espíritu de Profecía que hemos examinado, las
implicaciones de este dibujo son solemnes. Leemos: “pero por cuanto eres tibio… te vomitaré de mi
boca”.16 Al respecto dice el Comentario Bíblico Adventista: “La figura del agua tibia prosigue hasta su
lógica conclusión… Esta agua desagrada, produce náuseas; el que la bebe casi involuntariamente
vomita”.17
Debo preguntarme a mí mismo: ¿En cuál de los tres grupos estoy? ¿En el frío, en el tibio o en el
caliente?
“¡Qué mayor engaño puede penetrar en las mentes humanas que la confianza de que en ellos todo está
bien cuando todo anda mal! El mensaje del Testigo Fiel encuentra al pueblo de Dios sumido en un triste
engaño, aunque crea sinceramente dicho engaño. No sabe que su condición es deplorable a la vista de
Dios. Aunque aquellos a quienes se dirige el mensaje del Testigo Fiel se lisonjean que se encuentran en
una exaltada condición espiritual, dicho mensaje quebranta su seguridad con la sorprendente denuncia
de su verdadera condición de ceguera, pobreza y miseria espirituales. Este testimonio tan penetrante y
severo no puede ser un error porque es el Testigo Fiel el que habla y su testimonio debe ser correcto”.18
El comentario del mensaje a Laodicea que hace Ellen White en el 7A, abarca varias páginas.19 En estas,
encontramos un buen conjunto de palabras y frases usadas para describir la condición laodicense.
También pueden hallarse más descripciones en otros de sus escritos.
Cada miembro de iglesia, individualmente, está llamado a examinar francamente y con oración su
propia experiencia religiosa a la luz de estas descripciones. Entre ellas tenemos: “Egoísmo”,
“destituidos de… mansedumbre”, “una experiencia religiosa débil, sin emoción ni vida”, “cristianos de
medio corazón”, “auto-suficientes”, “auto-engañados espiritualmente”, “teniendo una posición evasiva
en cosas espirituales”, “con falta de humildad, satisfechos en su propia falsa seguridad”,
“egocentrismo”, “exaltación propia”, “hipocresía”, “amor propio”, “concepciones vanas”, “ignorancia
voluntaria”, “indulgentes con el orgullo”, “codiciosos”, “amantes del mundo”.
Estas so declaraciones fuertes, contundentes y de una sinceridad aplastante. “El testimonio del Testigo
Fiel no es un mensaje suave”.20 “Es un terrible mensaje”.21 Nosotros somos rebeldes para hacernos
aplicaciones personales. Mas bien nuestro instinto es alejarnos de estos mensajes y pensar en cosas más
agradables, o decidir que ellos no se aplican a nosotros.
¿Pero nos atreveremos a empujarlos rápidamente a un lado? Sólo, tal vez, colocando en peligro
nuestras almas.
Vamos a otro mensaje enviado por el Señor a la iglesia de los últimos días.
En Mateo 25:1-13 está registrada la parábola de Cristo de las diez vírgenes, quienes representan a los
que esperan Su regreso.
Invitadas a una boda, la cual en el oriente frecuentemente era realizada de noche, las diez doncellas
tomaron sus lámparas con ellas. Pero cinco fueron negligentes en tomar suficiente aceite. La hora
avanzó y se hizo tarde. Sin embargo, el novio no venía aun, así que todas las diez se durmieron.
Entonces, a medianoche un grito resonó: “Miren, el novio viene. Salgan a su encuentro”.
Sobresaltadas, las diez se despertaron y prepararon sus lámparas. Entonces las vírgenes insensatas se
consternaron al descubrir que sus lámparas estaban apagadas, y que no tenían aceite en sus vasijas. La
16
Apoc. 3:16.
17
7CBA:777.
18
1JT:327-328.
19
7A:400-408.
20
1JT:332.
21
1T:171. Traducción directa del inglés:186.
Pág. 9
apelación a las otras cinco por aceite, recibió una negativa – ellas tenían únicamente suficiente para
ellas mismas.
Grandemente preocupadas, las cinco se apresuraron a buscar aceite. Cuando retornaron a la casa donde
estaba efectuándose la boda, encontraron la puerta cerrada y asegurada. Su urgente llamado para que
les permitieran entrar, únicamente consiguió la fría respuesta del novio: “De cierto os digo, que no os
conozco”.
Esta parábola se aplica a los laodicenses quienes no hacen caso de las advertencias e invitaciones que
vienen a ellos para que aseguren el aceite el cual es “la justicia de Cristo. Representa el carácter y el
carácter no es transferible”.22
Finalmente ellas despiertan y se esfuerzan para corregir su error, para remodelar sus caracteres. Pero,
¡indecible tristeza!, es demasiado tarde. El tiempo de gracia ha concluido.23
No Hipócritas.-
Pero notemos:
“La clase representada por las vírgenes fatuas no está formada de hipócritas. Sus componentes
manifiestan respeto por la verdad, la han defendido, y son atraídos hacia aquellos que la creen; pero no
se han rendido a si mismos a la obra del Espíritu Santo. No han caído sobre la Roca, Cristo Jesús, y
permitido que su vieja naturaleza fuera quebrantada”.24
Continúa diciendo Ellen White:
“Pero las personas representadas por las vírgenes fatuas se han contentado con una obra superficial. No
conocen a Dios. No han estudiado su carácter; no han mantenido comunión con él; por lo tanto no
saben cómo confiar en él, cómo mirarlo y cómo vivir”.25
La condición de los laodicenses y las diez vírgenes es esencialmente la misma, excepto que la parábola
describe su condición cuando el tiempo de gracia termine.
Los laodicenses no son fríos, significa que no son totalmente rebeldes. No es que nunca hicieron una
profesión de cristianismo. Ellos justamente no son “calientes”, es decir, no plenamente entregados a
Dios. Ellos son tibios, no comprometidos, no rendidos a Dios. “El mensaje del Testigo Fiel encuentra al
pueblo de Dios [los laodicenses] sumido en un triste engaño, aunque crea sinceramente dicho
engaño”.26 La descripción paralela de las diez vírgenes es que ellas no son hipócritas, pero se han
contentado con una obra superficial. Semejantes a los laodicenses, ellas están en una condición penosa
y sin compromiso.
Inicialmente, Willard Saxby afirmó que el mensaje de Ellen White no se aplicaba a él, que ella estaba
equivocada. Pero al darse cuenta que tanto ella, como su esposa, y el hermano A lo afirmaban, produjo
que él, sobria y serenamente hiciera un examen de sí mismo. Como resultado de este examen
consecuente de su corazón y su vida, llegó a la conclusión que el mensaje enviado ciertamente se
aplicaba a él mismo.
Nosotros, el pueblo Adventista del Séptimo Día hoy, podemos ser tentados a sentir que el mensaje a
Laodicea, en la interpretación y aplicación de los escritos del Espíritu de Profecía, no se aplica a
nosotros personalmente. Posiblemente al hermano Gómez y a la hermana Rodríguez. ¡Pero a mí…!27
Ellen White establece que el mensaje se aplica a “la mayor parte de la iglesia”. Note: el mensaje es
registrado en las Escrituras para la iglesia de los últimos días, para nosotros los que estamos viviendo
22
TM:236.
23
“Muchos que se creen cristianos serán hallados faltos al fin”. PVGM:50.
24
PVGM:338.
25
PVGM:338.
26
1JT:327.
27
“A semejanza de muchos actualmente, antes de su conversión Pablo tenía mucha confianza en una piedad hereditaria,
pero su confianza se fundaba en una falsedad”. 1MS:406.
Pág. 10
hoy. El mensajero a la iglesia remanente establece que se aplica a nosotros. ¿Mi conciencia y la suya
sugieren que tal vez el mensaje se aplica a nosotros personalmente? ¿Tres a uno?
“Examinaos a vosotros mismos. ¿Estáis viviendo una vida de fe? Colocaos vosotros mismos bajo
examen”.28
“Resolved conocer lo peor de vuestro caso. Averiguad si tenéis una herencia en el cielo. Tratad
verazmente con vuestra alma”.29
“Con ayuno y oración ferviente, con profundo escudriñamiento del corazón, con estricto examen
propio, desnude su alma, y trate de que ningún acto suyo escape a su examen crítico”.30
“Los que carecen de tiempo para prestar atención a sus propias almas, para examinarse a sí mismos
diariamente a fin de ver si están en el amor de Dios, y para colocarse en los conductos por donde fluye
la luz, tendrán tiempo para ponerlo a disposición de las sugestiones de Satanás y dedicarlo a la
realización de sus planes”.31
28
2 Cor. 13:5; NEB (New English Bible).
29
1T:152.
30
2T:143.
31
2MS:22.
32
RH, 28 de Agosto de 1894.
33
7A:406. Traducción directa del inglés:908; Biblia de Estudios:428 del Nuevo Testamento.
34
RH, 4 de Noviembre de 1890.
35
Apoc. 3:19-22.
Pág. 11
necesidades? ¿No aceptaremos de Él el único remedio que está disponible para nuestras enfermedades
espirituales?
Si no lo hacemos, estaremos engañándonos a nosotros mismos respecto al perdón, a la eliminación del
sentido de culpa, a la paz, y a la eternidad. ¿Qué criatura racional escogería tal pérdida?
Palabras Claras.-
Estas palabras son tan inequívocas y directas como les es posible a las palabras ser. Pronunciadas,
como lo fueron, en amor, no obstante dejan en claro que no hay posibilidad de recibir vida eterna, de
tener una parte en el reino celestial venidero, a menos que uno experimente lo que está definido como
el nuevo nacimiento.
Las palabras de Jesús son tan sencillas que hay una pregunta capital que necesita hacerse a fin de poder
entender plenamente lo que ellas significan: ¿Cuál es la experiencia del nuevo nacimiento, sin la cual
ningún hombre puede ver el cielo?
La Biblia hace vívidamente claro que el nuevo nacimiento significa un cambio radical en la vida. “De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas”.37 “Os daré corazón nuevo y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros. Y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”.38
El hecho de que la persona nacida de nuevo es descrita como “una nueva criatura”, o creación por la
cual “todas las cosas son hechas nuevas”, quien ha “colocado sus pies en la nueva senda de vida”39,
claramente indica un cambio básico y fundamental. No es un injerto de nuevos brotes en el viejo árbol.
Es un árbol nuevo y diferente.
36
Juan 3:3.
37
2 Cor. 5:17.
38
Eze. 36:26.
39
Rom. 6:4, NEB.
Pág. 12
No es una vida modificada en la cual el pecador cesa de beber y fumar, en la cual él trata con gran
esfuerzo de controlar su temperamento, apetito y hábitos de entretenimiento. No es meramente una vida
alterada en la cual las joyas se dejan, en la cual un día de cada siete es ahora pasado en forma diferente,
en la cual las nuevas creencias adoptadas originan cambio de amigos y el uso del tiempo.40
No es solamente una vida reordenada en la cual él cambia de prioridades; en la que, por ejemplo,
remueve deportes, dinero, trabajo, vestido, entretenimientos, o comida de un alto sitio de prioridad a
uno bajo.41
“La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la
naturaleza. Hay una muerte al yo y al pecado, y una vida totalmente nueva. Este cambio puede ser
producido sólo por la eficiente obra del Espíritu Santo”.42
Esta es una experiencia que todos, sin excepción, deben tener para ser reconocidos como miembros de
la familia de Dios. No hay nadie que nazca en el mundo como una “nueva criatura”, de modo que
pueda decirse de él que es cristiano por naturaleza, y que por tanto no necesita esta experiencia.
“¡Cristiano por naturaleza! Esta idea engañosa ha servido a muchos como un ropaje de justicia propia y
ha inducido a otros tantos a suponer que tienen esperanza en Cristo, sin un conocimiento práctico de Él,
de su experiencia, sus juicios, su vida de abnegación y sacrificio propio”.43
“Vuestra cuna, vuestra reputación, vuestra riqueza, vuestros talentos, vuestras virtudes, vuestra piedad,
vuestra filantropía, o cualquiera otra cosa dentro de vosotros o relacionada con vosotros, no podrá
establecer un lazo de unión entre vuestra alma y Cristo”.44
En la transformación del nuevo nacimiento, la vida encuentra:
“Un cambio, tan notable que ciertamente se le compara con la muerte. ¡De la vida activa a la muerte!
¡Qué figura notable! Aquí, ninguno necesita ser engañado. Si usted no ha experimentado esa
transformación, no descanse. Busque al Señor con todo el corazón. Haga de esto el asunto más
importante de su vida”.45
“No descanse” hasta que haya recibido esta naturaleza transformada, exhorta la Sra. White. Podemos
recordar que Dios, con un amor que no duerme, está activo para traer a cada persona a Él.
¿Cuáles son los signos por los cuales podemos saber si hemos nacido de nuevo? La Biblia suple
muchos. Por ejemplo, las bienaventuranzas46 muestran al hombre y a la mujer que han tenido esa
40
“La verdadera convicción de pecado, la aflicción real del corazón por causa de la maldad, la muerte del yo, la superación
diaria de los defectos de carácter y el nuevo nacimiento… De esta obra muchos no saben nada. Injertaron la verdad en sus
corazones naturales, y luego siguieron como antes, manifestando los mismos desdichados rasgos de carácter”. DNC:330.
41
“La regeneración es el único sendero que da acceso a la ciudad de Dios. Este sendero es estrecho y la puerta por la que se
debe pasar, angosta; sin embargo, por este camino debemos conducir a hombres, mujeres y niños, enseñándoles que para
salvarse, deben poseer un corazón y espíritu nuevos. Los antiguos rasgos de carácter hereditarios deben ser vencidos. Los
deseos naturales del alma deben cambiar. Toda malicia, toda mentira, toda calumnia, deben eliminarse. Debe vivirse la vida
nueva que nos hace parecer a Cristo”. 9T:20; 3JT:292; EJ:353; 5TS:140.
42
RP:325.
43
2T:161. Traducción directa del inglés:177-178.
44
5T:46. Traducción directa del inglés:48-49.
45
2T:162. Traducción directa del inglés:179. “Escudriñemos cuidadosamente y veamos si la verdad que hemos aceptado ha
llegado a ser un firme principio para nosotros. ¿Llevamos a Cristo con nosotros cuando salimos de la cámara de oración?
¿Está nuestra religión de guardia a la puerta de nuestros labios? ¿Se siente nuestro corazón atraído con simpatía y amor por
los demás fuera de los de nuestra propia familia? ¿Estamos tratando diligentemente de obtener una comprensión más clara
de la verdad bíblica para que podamos dejar resplandecer nuestra luz en los demás? ¿Podemos contestar estas preguntas en
nuestras propias almas?”. 4T:513.
46
Mat. 5:3-12.
Pág. 13
experiencia. Gálatas contrasta as malas obras y actitudes de un irregenerado47, con el fruto del Espíritu,
tal como se presenta en un regenerado.48
Una experiencia de amor por otros. “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que
amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte”.53 Este amor cristiano no
es un impulso sentimental, e incluso ni siquiera la emoción o sentimientos albergados entre los
miembros de una familia. Es una actitud de gran estima, un interés racional por los intereses de otros,
una deliberada decisión de ir aun más allá del bienestar que otros necesitan.
Esta actitud es mantenida para el inculto, el infortunado, el lerdo, para un enemigo tanto como para un
amigo. Es un principio que apunta en actitud y acción a colocar el bienestar de otros por encima del
propio.54
Este es el amor que necesitamos poseer. Sin él, todas las demás virtudes y dones que tengamos, nada
son.55 Este es el amor del cual Juan dice: “El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”.56
Este amor puede venir únicamente a través de Dios; ningún hombre puede generar tan amplio nivel de
amor, por sí mismo. No es un profundo o refinado amor humano. Es un don divino. Es más grande que
47
Gál. 5:19-21.
48
Gál. 5:22-23.
49
Rom. 5:1.
50
MC:37.
51
[Cundo alguien es justificado] no hay nada en el corazón que esté en pugna con los requerimientos de Dios. La mente,
sumisa y obediente, amará obedecer todos sus mandamientos. El mal será aborrecido y se escogerá el bien. No habrá
abnegación o sacrificio propio que sea gravoso porque el corazón se deleita en ser útil para Cristo, y en buscar salvar almas
del error y de la transgresión de la santa ley de Dios. Cuando Dios tiene el control de los afectos, la mente no será egoísta, ni
retrocederá del sacrificio”. RH, 2 de Diciembre de 1875.
52
DMJ:27. “Cuando Cristo reina en el alma, hay pureza, libertad del pecado… La Aceptación del Salvador produce un
resplandor de perfecta paz, y amor perfecto, de perfecta seguridad”. PVGM:346; MJ:165; EJ:286; RJ:126.
53
1 Juan 3:14.
54
“El amor de Cristo es profundo y ferviente, y mana como una corriente incontenible hacia todos los que quieran aceptarlo.
En este amor no hay egoísmo. Si este amor de origen celestial es un principio permanente en el corazón, se dará a conocer
no sólo a aquellos con quienes estamos más vinculados por amor en una relación sagrada, sino a todos con quienes nos
relacionamos. Nos inducirá a prestar pequeñas atenciones, a hacer concesiones, a impartir actos de bondad, a pronunciar
palabras tiernas, veraces, animadoras. Nos impulsará a simpatizar con aquellos cuyos corazones anhelan simpatía”. 7A:258;
Biblia de Estudios:135 del Nuevo Testamento.
55
Compare con 1 Cor. 13.
56
1 Juan 4:8.
Pág. 14
el amor de una madre por su hijo.57 “El amor [puro] es un atributo celestial. El corazón natural no
puede originarlo. Esta planta celestial florece únicamente donde Cristo reina supremo”.58
La mente y el corazón dejan el mundo. La persona irregenerada es naturalmente del mundo. Sus
principales intereses están normalmente centrados ahí y no puede esperarse que sea de otra manera. Él
está centrado en el trabajo, el dinero, los entretenimientos59, en la posición, en la ropa, y aun puede
estar centrado en el trabajo para el Señor.60
La persona no nacida de nuevo, permanecerá en embarazoso silencio, cuando la conversación es acerca
de Jesús y de su amor, pero hablará entusiastamente de deportes, ropa, viajes, carros, etc.61
Aquellos que se han entregado a Cristo, “no son del mundo”.62
“La verdadera conversión es un cambio decidido de deseos y motivos; es virtualmente un
desprendimiento de todo vínculo mundanal, un apresurarse a escapar de la atmósfera espiritual del
mundo, una separación del poder controlador de sus pensamientos, opiniones e influencias. Esta
separación ocasiona dolor y amargura para ambas partes. Constituye la disensión que Cristo dice que
vino a traer”.63
Victoria donde antes había derrota. La persona que busca vencer en su propia fuerza, o mantenerse
por su propio poder, no puede ser victoriosa. La razón es que éste sería un caso donde el yo trata de
sacar al yo, lo cual es imposible.
La persona que no tiene a Jesús morando dentro, no puede ser triunfante. Pues únicamente la persona
nacida de nuevo puede sostener victorias sobre sus pecados. Exclusivamente la persona que puede
aplicarse a sí mismo las palabras de Pablo: “Ya no vivo yo, pero Cristo vive en mí”, puede vencer el
pecado. Él puede decir: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.64
Esto no sugiere de ninguna manera, que algunas veces no habrá terribles luchas en la vida cristiana. El
hacer morir el yo es un trabajo diario, y de cada momento. Pero a causa de que la mente está ahora
cambiada, y los deseos, inclinaciones, motivos y la voluntad de la persona nacida de nuevo están
dirigidas por Cristo, él puede ganar la victoria.
“Si estamos dispuestos a que se nos haga estar dispuestos, Dios cumplirá la tarea por nosotros, aun
‘refutando argumentos, y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia de Cristo’. Entonces nos ocuparemos de nuestra salvación con temor
y temblor. ‘Porque Dios producirá en nosotros así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. 65
Una frecuente e instintiva inclinación a orar. Este deseo llega como un anhelo profundo de
comunión con el Salvador, en la misma forma como el enamorado tiene un fuerte deseo de estar con la
57
Véase MJ:113.
58
7A:394. Traducción directa del inglés:952; también Biblia de Estudios:399 del Nuevo Testamento.
59
“Hay muchos hoy que aseveran servir a Dios, pero sus conciertos y otras reuniones de placer, sus compañías mundanales,
su exaltación del yo y sus ardientes deseos de popularidad, dan testimonio de que no han obedecido su voz”. 5T:83.
60
“Dios exige hoy de su pueblo que se mantenga tan distinto del mundo, en sus costumbres, hábitos y principios, como
debía serlo el antiguo Israel. Si siguen fielmente las enseñanzas de su Palabra, existirá esta distinción; no podrá ser de otra
manera”. PP:489.
61
“¿Por qué medios determinaremos en qué lado estamos? ¿Quién posee el corazón? ¿Con quién están nuestros
pensamientos? ¿Acerca de quién conversamos con deleite? ¿A quién dedicamos nuestros más cálidos afectos y nuestras
mejores energías? Si estamos del lado del Señor, nuestros pensamientos están con él, y nuestras reflexiones más dulces se
refieren a él. No trabamos amistad con el mundo; hemos consagrado a Dios todo lo que tenemos y somos. Anhelamos llevar
su imagen, respirar su espíritu, hacer su voluntad y agradarle en todo”. 2T:237.
62
Juan 17:14. “Aquel que deriva su vida de Cristo no anhelará los placeres frívolos y nada satisfactorios del mundo”. 5T:83.
63
5T:78.
64
Fil. 4:13. “Debemos entregarnos a él. Cuando esta entrega es completa, Cristo puede terminar la obra que comenzó en
nuestro favor al entregarse a sí mismo. Entonces nos puede restaurar totalmente”. CDCD:159.
65
DMJ:120. Traducción directa del inglés:142-143.
Pág. 15
persona que es objeto de sus afectos. Esta urgencia es poéticamente expresada por el salmista: “Como
el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed
de Dios, del Dios vivo”.66
Interés en la Palabra de Dios. “Fueron halladas Tus Palabras y yo las comí; y Tu palabra me fue por
gozo y alegría de mi corazón”.67 La persona nacida de nuevo:
“Escoge como tema de estudio y consejera a la Palabra de Dios que antes le parecía árida y sin interés.
Es como una carta que le escribiera Dios, con la inscripción del Eterno. Somete a esta regla sus
pensamientos, palabras y acciones y por ella los prueba. Tiembla ante las órdenes y amenazas que
contiene, mientras que se aferra firmemente a sus promesas y fortalece su alma apropiándose de
ellas”.68
Una creciente sensibilidad al pecado. “Aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida
juntamente con Cristo”.69 Comentando estas palabras de Pablo, Ellen White escribe sobre el nuevo
nacimiento:
“Nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos motivos son implantados. Se traza una nueva
norma del carácter: la vida de Cristo. La mente es cambiada; las facultades son despertadas para obrar
en nuevas direcciones. El hombre no es dotado de nuevas facultades, sino que las facultades que tiene
son santificadas. La conciencia se despierta”.70
“Mas cuando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador
discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los
cielos y en la tierra”.71
Como muchos podrán testificar, la pregunta: ¿Qué hay de malo en esto?, es a menudo resuelta para el
que la enuncia cuando el Espíritu Santo puede despertar la conciencia adormecida, y nos ayuda a ver
cuánta equivocación interna existe.72
Es como un rayo de luz del sol brillando a través de un pequeño agujero en un cuarto oscuro. En ese
rayo observamos cientos de partículas de polvo que no veíamos antes. Del mismo modo es, cuando el
Sol de Justicia alumbra nuestras vidas, vemos pecados que no advertíamos antes.
Una actitud dispuesta a obedecer a Dios. La exclamación: “El hacer tu voluntad, dios mío, me ha
agradado”73, pueden ser palabras únicamente de la persona nacida de nuevo.74 El corazón irregenerado
no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.75
“En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando
se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a
66
Salmo 42:1-2.
67
Jer. 15:16. “Los que buscan la justicia de Cristo se espaciarán en los temas de la gran salvación. La Biblia es el almacén
que surte sus almas de alimento nutritivo. Meditan en la encarnación de Cristo, contemplan el gran sacrificio hecho para
salvarlos de la perdición, para llevarles perdón, paz y justicia eterna. El alma está encendida con estos temas grandiosos y
elevadores”. TM:85; CMPA:325.
68
1JT:250.
69
Efe. 2:5. “El pecado no sólo nos aparta de Dios, sino que destruye en el alma humana el deseo y la aptitud para conocerlo.
La misión de Cristo consiste en deshacer toda esta obra del mal. Él tiene poder para vigorizar y restaurar las facultades del
alma paralizadas por el pecado, la mente oscurecida, y la voluntad pervertida”. Ed:29.
70
PVGM:71.
71
CC:22.
72
“Cuanto más nos acerquemos a él y cuanto más claramente discernamos la pureza de su carácter, tanto más claramente
veremos la extraordinaria gravedad del pecado y tanto menos nos sentiremos tentados a exaltarnos a nosotros mismos”.
HAp:448; PVGM:124; RJ:252.
73
Salmo 40:8.
74
Jer. 31:33.
75
Rom. 8:7.
Pág. 16
Un impulso a testificar a otros. Las palabras finales de Jesús a sus discípulos fueron sobre la promesa
del Espíritu Santo. Cuando lo recibieron, dijo Jesús, entonces “me seréis testigos”.79 David, en su
súplica a Dios por el perdón y la restauración de su favor al “gozo de tu salvación”, continuó:
“Entonces enseñaré a los transgresores Tus caminos, y los pecadores se convertirán a Ti”.80
“Si somos cristianos, esta obra [de dar testimonio] será nuestro deleite. Apenas se ha convertido uno
cuando nace en él el deseo de dar a conocer a otros cuán precioso amigo ha hallado en Jesús. La verdad
salvadora y santificadora no puede quedar encerrada en su corazón”.81
“Tan pronto como una persona se ha convertido realmente a la verdad, brota en su corazón un ardiente
deseo de ir y hablar a algún amigo o vecino acerca de la preciosa luz que resplandece en las páginas
sagradas. En esta labor abnegada de salvar a otros, es una epístola viva, conocida y leída de todos los
hombres. Su vida demuestra que se convirtió a Cristo, y llegó a ser colaborador con él”.82
En su libro profundamente espiritual83, el autor comienza su primer capítulo de la siguiente manera:
“Antes que yo pueda vivir la vida cristiana, debo ser un hombre cristiano. ¿Lo soy? Debería serlo. ¿Lo
sé y sabiéndolo, sé quién soy y a quién sirvo? ¿O es mi título y mi nombre todavía cuestionable,
todavía objeto de ansioso debate y búsqueda?
Si estoy viviendo como hijo de Dios, debo ser un hijo y debo saberlo. De otra manera mi vida será una
imitación artificial, una pieza de un árido mecanismo, ejecutando ciertos movimientos excelentes pero
destituidos de la fuerza y el calor vital. Aquí muchos fallan. Tratan de vivir como hijos, para hacerse a
sí mismos hijos, olvidando que el sencillo plan de Dios para conseguir esa filiación es: ‘A todos los que
le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios’84.85
Los hijos y las hijas ciertamente tienen las características de sus padres. ¿Tengo yo las características de
mi Padre celestial?
El centro de los temas expuestos en este libro – que en pocas palabras son: el nuevo nacimiento, la
justificación y la santificación – es la obra del Espíritu Santo. La consumación del plan de salvación, lo
cual hace estas transacciones posibles en el hombre y para el hombre, depende totalmente del
ministerio del Espíritu Santo.
76
CS:521.
77
6T:98.
78
“Los que son justificados por la fe deben tener un corazón que se mantenga en la senda del Señor. Una evidencia de que el
hombre no está justificado por la fe es que sus obras no correspondan con su profesión”. 1MS:465.
79
Hechos 1:8.
80
Salmo 51:12-13.
81
DTG:115. Traducción directa del inglés:141.
82
2JT:127; 5T:363.
83
God’s Way of Holiness (El Camino de la Santidad de Dios), de Horatius Bonar.
84
Juan 1:12.
85
El Camino de la Santidad de Dios:57.
Pág. 17
Hay algunos pasajes en la Escritura que iluminan, de manera muy clara y conmovedora, la obra del
Espíritu Santo en la salvación del hombre, como Romanos 7 y 8. En el capítulo siete, Pablo con
pinceladas claras nos dibuja un cuadro de su propia experiencia cuando finalmente vio las exigencias
de Dios y su ley sobre él:
“Porque sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy de carne, vendido al poder del pecado.
Realmente, no entiendo lo que me pasa; porque no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. Y al
hacer lo que no quiero, apruebo que la Ley es buena. De manera que ya no soy yo quien obra, sino el
pecado que habita en mí. Sé que en mí, esto es, en mi carne, no habita el bien. Porque tengo el querer,
pero no alcanzo a efectuar lo bueno. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Y si
hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí”.86
Luego él observa:
“Porque en mi interior, me deleito en la Ley de Dios; pero veo en mis miembros otra ley, que lucha
contra la ley de mi mente, y me somete a la ley del pecado que está en mis miembros”.87
Tres Leyes.-
En estas palabras, Pablo nos presenta dos leyes. El principio de la ley de Dios, resumida en los Diez
mandamientos88, cuyos requerimientos reconoce como justos y buenos, pero los cuales él no puede
satisfacer, y “la ley del pecado que habita en mis miembros”. Esta ley puede ser definida, brevemente,
como esas tendencias al pecado heredadas y cultivadas, que hacen humanamente imposible el hacer lo
correcto sin ayuda; esas limitaciones y debilidades que son una parte de la mortalidad del hombre.
Entonces, frustrado por los impedimentos de su naturaleza humana y en un estado de gran tensión
interior por esos estorbos, Pablo grita desesperadamente: “¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo de muerte?”.89
Pero en Romanos 8 nosotros tenemos la tirantez resuelta, por una tercera ley que entra y alivia la
tensión espiritual y soluciona por completo el problema de Pablo. “Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”.90
¿Qué podemos nosotros entender sobre esta tercera ley, o mejor, principio? Puede definirse como la
manera en que trabaja el Espíritu Santo cuando viene a la vida que se ha rendido.
Pablo puntualiza inequívocamente que el Espíritu Santo, y únicamente el Espíritu Santo como
representante de Cristo, puede hacer por el hombre lo que él no puede hacer por sí mismo para ganar la
victoria sobre sus pecados, y tener la paz y el gozo interior, y ganar la vida eterna.
Entendemos, entonces, que la eficacia incluso del trabajo de Cristo mismo para el hombre, es
dependiente del Espíritu Santo. Sin Él, todo lo que fue hecho por Jesús durante Su vida terrenal – en el
Getsemaní, sobre la cruz, al levantarse de la tumba – y Su ministerio sacerdotal en el cielo, sería sin
fruto. Los beneficios de todo eso que Cristo hizo, serían solo un poco más útiles que los de cualquiera
de los grandes líderes religiosos o éticos del mundo. Porque a pesar que Él fue Dios, y los otros fueron
solamente hombres, Cristo no podría cambiar a los hombres únicamente por Su ejemplo y enseñanzas.
Para cambiarlos a ellos fue necesario obrar dentro de ellos. Y esta labor es realizada por el Espíritu
Santo, el Espíritu de Cristo, quien fue enviado para hacer en los corazones de los hombres, la obra que
Jesús había hecho posible.
86
Rom. 7:14-20.
87
Rom. 7:22-23.
88
Verso 7.
89
Verso 24.
90
Verso 2. “Si en nuestra alma sentimos necesidad, si tenemos hambre y sed de justicia, ello es una indicación de que Cristo
influyó en nuestro corazón para que le pidamos que haga, por intermedio del Espíritu Santo, lo que nos es imposible a
nosotros”. DMJ:21; MJ:156.
Pág. 18
“El Espíritu Santo era el más elevado de todos los dones que [Cristo] podía solicitar de su Padre para la
exaltación de su pueblo. El Espíritu iba a ser dado como agente regenerador, y sin esto el sacrificio de
Cristo habría sido inútil. El poder del mal se había estado fortaleciendo durante siglos, y la sumisión de
los hombres a este cautiverio satánico era asombrosa. El pecado podía ser resistido y vencido
únicamente por la poderosa intervención de la tercera persona de la Divinidad, que iba a venir no con
energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. El Espíritu es el que hace eficaz lo que ha sido
realizado por el Redentor del mundo. Por el Espíritu es purificado el corazón. Por el Espíritu llega a ser
el creyente participe de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como poder divino para vencer
todas las tendencias hacia el mal, hereditarias y cultivadas, y para grabar su propio carácter en su
iglesia”.91
Jesús prometió a sus discípulos el don del Espíritu durante sus últimas horas con ellos, antes de ir al
Getsemaní, a los vestíbulos de Caifás, Herodes y Pilato – y al Calvario. Por tres años les había
enseñado por precepto y ejemplo. Por tres años había sido su fortaleza, consejero, guía, ayudador y
amigo. Ahora los iba a dejar como ovejas en medio de lobos, como palomas entre serpientes.
Conociendo su gran necesidad mejor de lo que ellos podrían conocerla, y lo que el futuro les reservaba,
Él buscó el mejor don que podía otorgarles y que cubriría sus muchas necesidades.
“Yo rogaré al padre”, dijo, “y os dará otro Consolador que esté con vosotros para siempre: el Espíritu
de verdad”.92
El término griego traducido por Consolador, es Parakletos. Es traducido en otras versiones como:
“Ayudador” (Moffat, NASB), “Consejero” (RSV), “Abogado” (NEB), “Uno que está por usted”
(Philips), y otros términos en otras versiones. La variedad de traducciones sugiere que la palabra tiene
una gran riqueza de significados. Esto es verdad.
El conocido autor y teólogo escocés William Barclay tiene un interesante pasaje en uno de sus libros en
el que explica el amplio significado de la palabra Parakletos:
“La palabra parakletos realmente significa uno que es llamado a entrar; pero es la razón por la cual la
persona es llamada, la que le da a la palabra los distintos significados. Los griegos usaban el término en
muchas formas. Un parakletos podía ser una persona convocada a dar testimonio en una corte legal, a
favor de alguien; podía ser un abogado llamado para pedir clemencia por alguien cuando estaba bajo
alguna acusación que podía acarrear seria condena; podía ser un experto requerido para dar consejo en
una situación difícil; podía ser una persona llamada cuando, por ejemplo, una compañía de soldados
estaba deprimida y desmotivada, para colocar nuevo coraje en sus mentes y corazones. Siempre un
parakletos es alguien llamado a ayudar, cuando la persona que lo llama está en un problema, o
sufrimiento, o duda, o desconcierto… Nosotros tenemos una moderna frase que usamos con frecuencia.
Decimos que es capaz de arreglárselas con todo. Esta es precisamente la obra del Espíritu Santo. El
Santo Espíritu viene a nosotros, saca nuestras insuficiencias y nos capacita para cumplir
excelentemente con la vida. El Santo Espíritu sustituye una vida de derrotas por una vida de
victorias”.93
91
DTG:625. Énfasis suplido.
92
Juan 14:16-17.
93
The Gospel of John, Vol. 2, páginas 194-195.
Pág. 19
Pablo usa una palabra que transmite algo de la misma idea de parakletos, agregando quizá una mayor
dimensión. Él escribe de la “comunión” del Espíritu.94 El término griego “koinonía” sugiere una íntima
comunión y una compasiva cooperación del tercer miembro de la Divinidad con el cristiano.
“En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el
futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la
oración de fe. Las circunstancias pueden separarnos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia
ni distancia puede separarnos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que
vayamos, esta siempre a nuestra diestra para apoyarnos, sostenernos y animarnos”.95
Jesús, al explicar a sus discípulos el valor del Don que estaba enviándoles, les dijo que el Espíritu Santo
convencería a los hombres de sus pecados; les persuadiría con la verdad del Evangelio y de la grandeza
de la Justicia de Cristo; además les dio la seguridad de que este don podría ser suyo.96 Por lo tanto, el
Espíritu Santo es el agente activo en la conversión.97 Si los hombres rehusaban o eran negligentes en
separarse de sus pecados y en aceptar la Justicia de Cristo, el Espíritu les mostraría a su conciencia los
espantosos resultados de lo que ellos estaban haciendo.98
También, por el Santo Espíritu somos limpiados, apartados como hijos de Dios y justificados.99 Por el
Espíritu, la guerra en el corazón y en la vida es exitosamente adelantada y los frutos del cristiano son
desarrollados.100 Aun más, la obra del Espíritu Santo es desarrollar justicia y dar paz y gozo101, guiar a
la verdad102, ayudarnos en la debilidad103, proveer fortaleza104, y poder105 para libertarnos del pecado106,
y guardarnos de seguir pecando.
En la medida en que entendemos lo que el Espíritu Santo hace por nosotros, podemos valorar la
declaración que nos dice que cuando su poder viene a nuestras vidas trae “todas las otras bendiciones
en su estela”.107
Necesitamos enormemente estas bendiciones. Necesitamos la ayuda del Espíritu para ser capaces de
afrontar con éxito el pecado y el yo; y expulsarlos de nuestras vidas. Por tanto, antes de continuar
leyendo las páginas de este libro, deberíamos seguir el consejo del Espíritu de Profecía: “Buscad la
ayuda del Espíritu de Dios orando…”.108
Cuando un bebé nace, el centro de su vida es el yo. Tan pronto como puede expresarse en la manera
más elemental, empieza a hacerle saber a usted, que él debe ser satisfecho, que sus deseos deben ser
complacidos, y sus demandas atendidas.
Hasta donde sabe, él cree que es el centro del universo. ¡Y no lo olvide! Si lo que él desea o necesita no
le es dado, se lo hará saber sin lugar a dudas. Si su voluntad es frustrada o negada, él gritará con enojo.
Esta es una reacción natural y heredada de uno que pertenece a la raza caída.
94
Fil. 2:1; 2 Cor. 13:14.
95
DTG:623.
96
Juan 16:8-10.
97
Juan 3:5; Tito 3:5-6.
98
Juan 16:11.
99
1 Cor. 6:11.
100
Gál. 5:16-25.
101
Rom. 14:17.
102
Juan 16:13.
103
Rom. 8:26.
104
Efe. 3:16.
105
Luc. 24:49.
106
2 Cor. 3:17.
107
HAp:41.
108
TM:464. “Cristo murió por todos; y se nos asegura en su Palabra que él está más dispuesto a dar su Espíritu Santo a los
que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos”. DNC:321; RJ:89.
Pág. 20
Esta raíz del yo puede manifestarse en berrinches temperamentales en un niño mayor cuando su yo sea
contrariado. A medida que se va haciendo adulto, llega a ser más sofisticado y sutil al tratar de salirse
con la suya. Se hará a sí mismo, en mayor o menor grado, pulido y cortés, porque la sociedad
demandará eso de él. Será más una persona culta que áspera; civilizada más que salvaje. Pero el yo
todavía demandará satisfacción. El ego será alimentado, protegido y expresado.
En el infante las demandas del yo son, por supuesto, inconcientes. Por otra parte, las necesidades
básicas conocidas como instinto de preservación, están atadas a las reacciones del infante. Así que no
estoy sugiriendo que las acciones y actitudes descritas del bebé son pecado, lo cual es una intencionada
rebelión contra Dios. Pero, brotando de la caída naturaleza humana, ellas conducen tan naturalmente al
pecado, como el río Jordán se dirige al mar Muerto.
Cristo afirmó esto, tácitamente, en su sermón del monte. En ese momento, Él no estaba hablando a un
grupo de personas más pecaminosas que el promedio. De hecho, la mayoría de los que estaban reunidos
alrededor de Él, era gente que probablemente deseaba vivir vidas correctas. Aun así, implicando
claramente que la humanidad es pecaminosa en sus raíces, Él dijo: “Si vosotros siendo malos, sabéis
dar buenas dádivas a vuestros hijos…”.109
Él sugiere la misma idea en su conversación con Nicodemo. Le habló de “lo que es nacido de la carne”.
Luego, hizo un planteamiento que da a entender que los hombres son pecaminosos por herencia, al
asegurar: “Debes nacer de nuevo”.110 En otras palabras, tú puedes, sobrenaturalmente, llegar a ser
radicalmente diferente de la clase de persona que eres por nacimiento; puedes ser transformado en una
diferente clase de persona.
Una afirmación similar es hecha por Pablo en Efesios111 cuando escribe que los efesios, los cuales no
eran diferentes de la otra gente, “eran por naturaleza hijos de ira”. Y bien conocidas son sus palabras de
Romanos 7, donde él vívidamente describe su impotencia para vencer los pecados a causa de su
naturaleza pecaminosa.
Recodamos también las palabras de David: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me
concibió mi madre”.112 Y de Job: “¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie”.113
Vamos a usar un diagrama para ilustrar de manera sencilla, la condición que hemos estado
describiendo:
El yo pecaminoso
Nos referimos al corazón con la connotación de los deseos, sentimientos, motivos, impulsos, intereses,
tendencias y actitudes – aquellas cualidades básicas e impulsos que conforman la personalidad y el
carácter humano.
En este diagrama, vemos la razón por la cual, aun un bebé manifiesta incipientes síntomas de
pecaminosidad. Es porque con el yo como centro, la naturaleza humana tiende a la rebelión contra
109
Mateo 7:11.
110
Juan 3:6-7.
111
Efe. 2:3.
112
Salmo 51:5.
113
Job 14:4.
Pág. 21
Dios. De sí mismo, el hombre no tiene tendencia a hacer la voluntad de Dios. Desea hacer la suya
propia. “La perspectiva de la baja naturaleza (esencialmente el yo) es enemistad con Dios”.114
“Pondré Enemistad”.-
Cualquier resistencia que el hombre haga al pecado es implantada en el corazón por Dios.
“Dios declara: ‘Enemistad pondré’. Esta enemistad no es fomentada de un modo natural. Cuando el
hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a estar en armonía y no en
divergencia con Satanás. No puede decirse que haya enemistad natural entre el hombre pecador y el
autor del pecado. Ambos se volvieron malos a consecuencia de la apostasía. El apóstata no descansa
sino cuando obtiene simpatías y apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles
caídos y los hombres malos se unan en desesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese interpuesto
especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el cielo; y en lugar de albergar enemistad
contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en oposición a Dios”.115
“La enemistad contra Satanás es un don de Dios”.116
El principal canal de Dios para alcanzar la mente y el corazón humano, es la conciencia.117 Esta es una
facultad innata, dada por Dios como un medio por el cual Él puede transmitirnos Su preocupación por
nuestros pecados y desobediencia.
Esta facultad, que le dice al hombre que algunas cosas son correctas y otras equivocadas, y que lo
perturba cuando está errado, necesita ser educada. Puede estar entorpecida y desensibilizada. No
obstante, es el medio a través del cual Dios habla al alma, invitando tanto al más ignorante pagano,
como al más iluminado cristiano.
Dios, con preocupado amor, usa esta facultad tanto como medio de tratar de traer al hombre de regreso
a Él de tal manera que Él pueda llegar a ser el centro de su vida, en vez del yo. Porque Dios sabe que el
hombre nunca podrá ser feliz, nunca podrá ganar la victoria sobre los pecados, nunca se le podrá
confiar el cielo y la vida eterna, mientras el yo esté al control. El yo, con todas sus tendencias al mal y
fuente de problemas, debe ser destronado y totalmente reprimido.
Desafortunadamente, cuando Dios nos habla a través de la conciencia, frecuentemente no reconocemos
qué es lo que Él está tratando de hacer en nosotros. Por ejemplo, Dios por medio de uno de sus muchos
canales, puede hablarnos de manera especialmente clara en algunas ocasiones y despertar nuestras
conciencias.
Tenemos un ejemplo clásico de esto en la experiencia del rey David. David había causado la muerte de
Urías heteo, y luego había tomado a su esposa para sí. Este grave pecado inhabilitó su conciencia en
sumo grado. Finalmente llegó el momento oportuno y Dios le envió al profeta Natán con una
conmovedora historia de una corderita.118 Y David, condenándose a sí mismo, en la persona del
supuesto rico, fue repentinamente llevado a reconocerse a sí mismo, lo que él era. El hermoso y
penitencial Salmo 51 es el resultado de su conciencia despertada.
Ilustremos los esfuerzos de Dios para alcanzarnos. Las flechas simbolizan las varias maneras que Él
usa:
114
Rom. 8:7, NEB.
115
CS:559.
116
RH, 3 de Mayo de 1906.
117
“Sólo al hombre, corona de la creación divina, Dios ha dado una conciencia que comprende las demandas sagradas de la
ley divina, y un corazón capaz de amarla como santa, justa y buena. Del hombre se requiere pronta y perfecta obediencia”.
1MS:256.
118
2 Sam. 12:1-3.
Pág. 22
Cuando Dios tiene éxito en alcanzarnos, y nuestras conciencias llegan a ser más sensibles, somos más
concientes de algunas cosas particulares en nuestras vidas, que son pecaminosas. Estas, pueden ser
pecados de la carne, tales como la glotonería o la codicia. Puede ser una práctica deshonesta. Puede ser
envidia, orgullo, celos, chismosear, o un mal temperamento. Nuestras conciencias pueden empezar a
acusarnos respecto a algunos programas de televisión que estemos mirando, algunos libros que estemos
leyendo, o música que estemos escuchando.
“Debo Vencer”.-
Bajo estos clamores de la conciencia y teniendo un deseo sincero de estar bien con Dios, podemos
decidir deshacernos de estas faltas. Nos decimos a nosotros mismos: “Como en exceso. Eso es pecado
y debo remediarlo”. O, “He estado mirando ‘equis’ programa. Este no es realmente un buen programa
para que un cristiano lo vea. Voy a cortarlo”. O, “Tengo un temperamento que está arruinando mi vida.
Tengo que vencerlo”.
De modo que pedimos a Dios perdón y fortaleza, y comenzamos a corregir nuestras faltas y pecados.
En consecuencia con eso, nuestro cuadro ilustrativo, es semejante a esto:
Cuando observamos el diagrama, inmediatamente vemos las falencias de lo que estamos tratando de
hacer: “Hay muchos que están tratando de reformarse al corregir este o aquel mal hábito, y esperan de
esa manera llegar a ser cristianos, pero ellos están empezando en el lugar equivocado. Nuestra primera
obra es en corazón”.119 Al colocar la declaración: “Nuestra primera obra es en el corazón” en el
119
PVGM:69; traducido directamente del inglés, página 97, énfasis suplido. “La obra de la santificación comienza en el
corazón y debemos relacionarnos de tal forma con Dios que Jesús pueda poner su molde divino sobre nosotros”. RP:353;
Pág. 23
“El hombre que trata de guardar los mandamientos de Dios solamente por un sentido de obligación
-porque se le exige que lo haga - nunca entrará en el gozo de la obediencia. Él no obedece”.122
Él no obedece, porque no puede verdaderamente obedecer. No puede verdaderamente obedecer con un
sentido de amor, aunque realmente desea hacerlo, porque el yo es el centro de su vida. Trata de
obedecer – en este caso, deshaciéndose de ciertos pecados en su vida – sobre la base del yo. El yo está
tratando de disciplinar al yo. Esto equivaldría a luchar por levantarse a sí mismo, tirando de los
cordones de sus zapatos.123
“El yo no puede arreglárselas con el yo; no es suficiente para esta obra… Solo Dios puede hacernos
leales y conservarnos en esa lealtad”.124
Vemos, pues, que cuando Dios nos habla a través de la conciencia, Él está tratando de hacer muchos
más que dirigirnos a abandonar algunos pecados particulares de nuestras vidas, a pesar de cuán
importante eso es. Desea que venzamos el yo. Pero en razón que nuestra conciencia saca a relucir
pecados individuales, nosotros empezamos a pensar en esos términos. Justamente aquí es donde a
menudo fallamos, respecto a lo que Dios está tratando de hacer, como lo hemos visto previamente.
“Tan sólo cuando el egoísmo está muerto, cuando la lucha por la supremacía está desterrada, cuando la
gratitud llena el corazón, y el amor hace fragante la vida, tan sólo entonces Cristo mora en el alma, y
nosotros somos reconocidos como obreros juntamente con Dios”.125
“Si os aferráis al yo y rehusáis entregar la voluntad a Dios, elegís la muerte. Dondequiera que esté el
pecado, Dios es para él un fuego devorador. Si elegís el pecado y rehusáis separamos de él, la presencia
de Dios que consume el pecado también os consumirá a vosotros”.126
“El yo es difícil de conquistar. No es fácil traer la depravación humana en todas sus formas a la
sujeción del Espíritu de Cristo. Aun así, todos deberían quedar impresionados con el hecho de que, a
AFC:167.
120
Cristo no anima al hombre para que piense que él aceptará un carácter remendado, constituido mayormente del yo con un
poco de Cristo. Esta es la condición de la iglesia laodicense. Al principio parece haber algo del yo y algo de Cristo; pero
pronto todo es del yo, y nada es de Cristo. Se revela la raíz del egoísmo. Continúa creciendo, echando sus raíces más y más
profundamente, hasta que sus ramas están cubiertas con frutos indeseables. Cristo considera con ternura compasiva a todos
los que tienen caracteres híbridos. La relación con Cristo de los que tienen un carácter tal, es tan frágil que es
completamente inservible”. 6CBA:1101; Biblia de Estudios:249.
121
“La religión de remiendos no tiene el menor valor ante Dios. Él pide todo el corazón. Ninguna parte de éste debe quedar
reservada para el crecimiento de tendencias al mal hereditarias o cultivadas. Ser áspero, riguroso, darse demasiada
importancia, ser egoísta, velar por los propios intereses egoístas, y sin embargo exigir que otros sean desinteresados, es una
religión que es una abominación para Dios. Muchos experimentan esto diariamente, pero esa es una tergiversación del
carácter de Cristo”. 6CBA:1101; Biblia de Estudio:250.
122
PVGM:70.
123
“Para recibir ayuda de Cristo, debemos comprender nuestra necesidad. Debemos tener verdadero conocimiento de
nosotros mismos. Sólo quien se reconoce pecador puede ser salvado por Cristo. Sólo cuando vemos nuestro desamparo
absoluto y no confiamos ya en nosotros mismos, podemos asirnos del poder divino.
No es tan sólo al principio de la vida cristiana cuando debe hacerse esta renuncia a sí mismo. Hay que renovarla a cada paso
que damos hacia el cielo”. MC:361.
124
NEV:215.
125
PVGM:332.
126
DMJ:55-56.
Pág. 24
menos que ganen la victoria por medio de Cristo, no tienen esperanza. La victoria es alcanzable porque
con Dios nada es imposible. Con su gracia ayudadora, es posible vencer todo mal temperamento y toda
la depravación humana”.127
“El yo es tan grande en muchos, siempre esforzándose por dominar. Hay quienes profesan ser
seguidores de Cristo Jesús, quienes nunca han muerto al yo. Nunca han caído sobre la Roca y sido
quebrantados. Hasta que lo hagan, vivirán para el yo, y si mueren como están, entonces será para
siempre demasiado tarde para que sus errores sean corregidos”.128
“Quien quiera que entre en la ciudad de Dios por las puertas de perla, entrará como vencedor, y su
victoria será la que habrá obtenido sobre sí mismo”.129
La pregunta que ahora predomina en nuestras mentes es: ¿Cómo morimos al yo? La respuesta es:
naciendo de nuevo. En un capítulo anterior, enumeramos maneras por las cuales cada uno puede
determinar si ha nacido de nuevo. Continuaremos sugiriendo formas en las cuales la nueva vida puede
ser alcanzada. Pero antes que pensemos en este tema vitalmente importante, y que más clara y
fuertemente acentuemos su significado y profundidad, debemos pensar en otro aspecto de la
experiencia cristiana que muchos deben pasar.
Como todos reconocemos, hay diferentes grados en la experiencia espiritual o religiosa. El mensaje a
Laodicea sugiere un amplio rango de grados en temperatura: del frío, al tibio, y al caliente.
La geometría nos ofrece otra clase de grados que nos ayudarán a ver otros aspectos de la vida
espiritual.
90º
45º
135º
0º 180º
En nuestra ilustración vamos a tomar 0 grados para representar la condición de uno que ha agraviado al
Espíritu Santo, tal como Faraón, Esaú, Saúl y Judas. La condición de una persona tal es sin esperanza.
En el extremo derecho, a 180 grados, se representa la condición de una persona que se ha rendido
totalmente al Señor. Tal cosa no debe entenderse como teniendo una relación de perfección moral
absoluta ya que ese no es el punto que estamos analizando en este momento. Representa únicamente la
actitud de sometimiento a Dios, por la cual se nos invita a ser totalmente para Él y colocarnos
totalmente a nosotros mismos, y nuestro todo en sus manos. Es fundamentalmente importante que este
concepto sea tenido en mente en este y en los siguientes capítulos a estudiar.
127
4T:342.
128
FEC:284.
129
9T:147.
Pág. 25
Espiritualmente hablando, hay gente que se encuentra entre estos dos puntos. En otras palabras, hay
gente en la iglesia que se encuentra en algún gado desde el frío hasta el caliente en su actitud de
compromiso, volviendo por el momento al cuadro de Laodicea.
En cualquier caso, parece claro que no todos los que son Adventistas del Séptimo Día están totalmente
entregados a Cristo. Ellen White escribe que “muchos que han aceptado la teoría de la verdad, sin haber
experimentado una verdadera conversión”.130 Ella hace una declaración aun más fuerte:
“El nuevo nacimiento es una experiencia rara en esta época del mundo. Esta es la razón por la cual, hay
tantas perplejidades en las iglesias. Muchos, muchísimos que pretenden tener el nombre de Cristo no
están santificados, y son impíos. Han sido bautizados, pero fueron sepultados vivos. No murió el yo, y
por lo tanto no renacieron a una nueva vida en Cristo”.131
El término “rara” es fuerte. Cuando pensamos en monedas raras, o estampillas raras, reconocemos que
indica que no hay mucho de ese tipo particular.
Es verdad que las palabras que hemos citado fueron escritas hace muchos años. Pero, ¿podemos decir
que la iglesia está hoy en una experiencia espiritual, significativamente superior entonces?132
Ahora, permítanos usar un miembro de iglesia hipotético para ilustrar el punto que deseamos destacar a
través de nuestro diagrama. A ese personaje imaginario lo llamaremos Juan.
Cuando encontramos a Juan, él está en un bajo nivel espiritual. Arbitrariamente para efectos de la
ilustración, lo colocaremos a 45 grados en nuestro diagrama.
Juan es un miembro de iglesia considerado en un “nivel bueno y estable”, pero en su vida privada, él no
está viviendo conforme a las normas de la iglesia. Por ejemplo, no paga un diezmo fiel. Ve programas
de televisión muy cuestionables, aun con cierta frecuencia en Sábado. Escucha cierto tipo de música
muy objetable. Prácticamente nunca estudia su Biblia y nunca abre un libro del Espíritu de Profecía.
Estas son solo descripciones parciales de su vida externa. Mucho más podría agregarse para describir
su interior.
Entonces algo sucede. De alguna manera el Espíritu Santo empieza a trabajar en Juan. Tal vez, estuvo
frente a la muerte en un accidente automovilístico. Posiblemente su pastor predicó un sermón que le
tocó, al captar el gran amor de Dios por él personalmente y la preocupación que Dios tiene para que él
130
5T:202.
131
Biblia de Estudios:205-206.
132
“A menudo se levanta la pregunta: ¿Por qué, entonces, hay tantos que pretenden creer en la Palabra de Dios, en los cuales
no se ve una reforma en las palabras, en el espíritu y en el carácter? ¿Por qué hay tantos que no pueden soportar la oposición
a sus propósitos y planes, que manifiestan un temperamento no santificado, y cuyas palabras son ásperas, despóticas y
apasionadas? Se ve en ellos el mismo amor al yo, la misma indulgencia egoísta, el mismo mal genio y lenguaje precipitado
que se notan en la vida de los mundanos. Existe el mismo orgullo sensible, la misma concesión a la inclinación natural, la
misma perversidad de carácter que si la verdad fuera completamente desconocida para ellos. La razón es que no están
convertidos”. PVGM:71.
Pág. 26
sea salvo. Sea cualquiera de los casos, Juan avanzó en su actitud de compromiso hasta el punto,
digamos, de los 90 grados.
Juan empieza ahora a leer su Biblia. Deja de ver esos programas cuestionables en la televisión.
Devuelve un diezmo completo. Y así sucesivamente.
El Espíritu Santo continúa trabajando con él. Y Juan responde a esa súplica en su corazón y su vida,
hasta llegar, digamos, a los 170 grados de compromiso.
Justo aquí, vamos a considerar una pregunta: El Espíritu Santo ha estado claramente trabajando en la
vida de Juan y él ha estado respondiendo a Su amor y súplica. Pero, ¿ha nacido él de nuevo (si, de
acuerdo a nuestra ilustración, él debe llegar al punto de los 18 grados de entrega para esa experiencia)?
La respuesta es: por supuesto que no. Tal como describimos en nuestra ilustración del corazón en el
capítulo anterior, él ha estado sacando muchas cosas de su vida que no deberían estar allí, y agregando
muchas que deberían estar. Pero todavía él no ha nacido de nuevo.
Semejante al joven rico133, él se ha vuelto en gran medida a Cristo. Pero también, semejante al joven
rico, algo todavía está mal. En el caso del príncipe, el problema era el amor propio. “Una sola cosa le
faltaba, pero esta era un principio vital… A fin de que pudiese recibir el amor de Dios, debía renunciar
a su supremo amor a sí mismo”.134
Otra pregunta: ¿Podemos decir que Juan ha estado teniendo una experiencia de conversión?
Antes de contestar esta pregunta, desearíamos considerar una o dos ideas más.
¿Cuál es el significado del término conversión? Si comparamos un texto bíblico, por ejemplo, Marcos
4:12 como es presentado en dos diferentes versiones bíblicas en inglés135, nos ayudará a descubrir la
respuesta a esta pregunta. La KJV dice: “convertidos” (converted) y la RSV usa la palabra “turn”.
Según el American Heritage Spanish Dictionary, la palabra “turn” se traduce como: girar, volver. Así
que sencillamente el término conversión también es “un volverse, un giro”.
La Biblia muestra que en la conversión, tanto Dios como el hombre, están involucrados. En algunos
casos se describe a Dios como haciendo la conversión, en otros casos el hombre. “Conviérteme y seré
convertido”.136 “Vuélvenos, oh Jehová, a ti y nos volveremos”.137 “Convertíos, pues y viviréis”.138
“Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”.139
Si el hombre tiene una parte en su conversión, o retorno, es posible entender que él puede tornarse
hacia Dios, únicamente en parte y no totalmente.
Ellen White parece estar usando el término conversión con dos significados. En uno indica la
posibilidad de una conversión parcial. Ella se refiere a aquellos que “aceptan la esperanza de salvación
sin que se realice un cambio radical en su corazón ni reforma en su vida. Así abundan las conversiones
superficiales”.140
Ella escribe acerca de personas “convertidas a medias”.141 Y también describe la necesidad de “una
conversión total” sin la cual uno “perderá la esperanza del cielo”.142
En este contexto consideremos algunas otras preguntas. ¿Es posible una experiencia de un nuevo
nacimiento “superficial”? ¿Puede uno medio nacer otra vez? ¿Puede el nuevo nacimiento ser algo
menos que completo y todavía ser un nuevo nacimiento?
¿Es posible contestar otra cosa que NO a estas preguntas? El nuevo nacimiento es total, completo.
Jesús en el Centro.-
Esto significa que cuando una persona nace de nuevo, tiene una experiencia completa en el sentido de
que está totalmente libre de la atracción de la tentación y el pecado, y que está libre de cada propensión
a pecar. No significa una perfección instantánea. Tal cosa no la podemos decir. Pero sí significa, como
hemos visto en el capítulo tres, que se llega a ser “una nueva criatura”, con “un nuevo corazón” y “un
nuevo espíritu”. Quiere decir que se le ha dado a Jesús el centro del corazón, y que el amor por el
Maestro reina en el alma.
Aplicándolo a nuestro diagrama, ubicarse a 45, 90 o 179 grados en actitud de entrega a Dios, no es
nuevo nacimiento. Estos son grados de conversión o de giro pero no de nuevo nacimiento. De acuerdo
a la ilustración que estamos usando, el nuevo nacimiento puede ocurrir únicamente a los 180 grados.
En esta coyuntura, recordemos una declaración del Espíritu de Profecía que tiene una solemne
aplicación sobre el punto que estamos considerando:
“Hay algunos que están buscando, siempre buscando, la perla de gran precio. Pero no renuncian
completamente a sus malos hábitos. No mueren al yo para que Cristo viva en ellos. Por lo tanto, no
encuentran la perla preciosa. No 468 han vencido la ambición no santificada ni su amor por las
atracciones mundanales. No exaltan la cruz y siguen a Cristo por la senda de la abnegación y del
sacrificio propio. Nunca saben lo que es tener paz y armonía en el alma, pues sin una entrega completa
no hay descanso ni gozo. Son casi cristianos y, sin embargo, no son plenamente cristianos. Parecen
estar cerca del reino de los cielos, pero no entran en él. Estar casi salvado, pero no estarlo
plenamente, no significa estar casi perdido sino completamente perdido”.143
En adición al uso del término conversión en la manera como lo hemos visto, Ellen White también lo
usa en su forma comúnmente conocida, al referirse al nuevo nacimiento:
136
Jer. 31:18.
137
Lam. 5:21.
138
Eze. 18:32.
139
Eze. 33:11.
140
CS:522.
141
5T:107.
142
1T:148; traducción directa del inglés:158.
143
1MS:467-468.
Pág. 28
En la persona convertida. “El yo no lucha para ser reconocido. No ama a otros porque ellos lo aman a
él y le agradan, porque aprecian sus méritos, sino porque constituyen una posesión comprada por
Cristo. Si sus motivos, palabras o acciones son mal entendidas o falseadas, no se ofende, sino que
prosigue invariable su camino. Es amable y considerado, humilde en la opinión que tiene de sí mismo,
y sin embargo lleno de esperanza, y siempre confía en la misericordia y el amor de Dios”.144
Hay una declaración en el Camino a Cristo que me causó un fuerte impacto cuando la leí por primera
vez hace muchos años. Deseo aplicarla al diagrama ilustrativo usado en el capítulo anterior. Para tal
efecto, voy a adicionar algo al cuadro.
Usted ha notado que el dibujo del imán de la derecha es considerablemente más grande que el otro,
indicando mayor poder de atracción. El imán pequeño representa las tres cosas que nos empujan lejos
de Dios: Satanás, el yo y el pecado. El imán grande representa la influencia del Padre Celestial, Jesús,
el Espíritu Santo y los ángeles – todas las agencias que el cielo usa para atraernos a Dios y alejarnos del
yo.
Sobre esta base, aquí está la declaración que me impactó fuertemente: “El pecador puede resistir a este
amor [de Cristo]… pero si no se resiste será atraído a Jesús”.145
Hubo un tiempo en mis primeros años cuando acostumbraba a imaginarme siendo casi irresistiblemente
atraído por el mal. Sentí que debía hacer un esfuerzo casi sobrehumano de mi parte, tener que sudar
sangre, si fuese necesario, para llegar al punto de entrega donde Dios me aceptaría. Pero la verdadera
situación es que a fin de frustrar lo que Dios está haciendo por mí, tendría en realidad que resistir, al
decir, de hecho: “No Dios, yo no deseo ir tan lejos como Tu deseas. Yo no voy a tornar toda mi vida a
ti. Hay algunas cosas que insisto en guardar, algunas áreas que quiero desarrollarlas por mí mismo”.146
Hay otras personas que sienten algo como lo que yo sentí al buscar una relación con Cristo.
“Algunos sienten que deben estar a prueba y demostrarle al Señor que están reformados antes de
reclamar su bendición. Pero estas queridas almas pueden reclamar la bendición de Dios ahora mismo;
deben obtener su gracia, el espíritu de Cristo para ayudarlos en sus debilidades, o de otra manera no
pueden formar caracteres cristianos. Jesús quiere que vayamos a él tales como somos: pecadores,
desvalidos, necesitados”.147
Entonces la cita del Camino a Cristo, significó mucho para mí. El más grande poder de atracción, como
yo de alguna manera lo sentí alguna vez, no está en el lado de los 0 grados. Está en el lado de los 180
144
PVGM:73.
145
CC:26.
146
“Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda contaminado. El
hombre viene a ser un instrumento de iniquidad”. DTG:279-280.
147
3MS:169.
Pág. 29
grados. “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por
tanto, te prolongué mi misericordia”.148 “Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor”.149
El amor de Dios es tan universal, y tan constante como la fuerza de gravedad que atrae todas las cosas
de nuestro planeta hacia su centro. Continuamente, sentiremos la atracción de ese amor, a menos que,
como un cohete encendido desde la tierra hacia otro planeta, finalmente lo saquemos fuera del círculo
de atracción de la tierra al irnos más allá del límite del amor de Dios, a causa de nuestra persistencia en
el pecado.
Hay otro aspecto que necesitamos considerar:
“Dios conduce a su pueblo paso a paso. Coloca a sus seguidores en diferentes situaciones a fin de que
se manifieste lo que hay en el corazón. Algunos soportan ciertas pruebas, pero fracasan en otras. A
medida que se avanza en este proceso, el corazón es probado un poco más severamente. Si los que
profesan ser hijos de Dios, encuentran que su corazón se opone a esta obra directa, deben convencerse
de que tienen que hacer algo para vencer, si no quieren ser vomitados de la boca del Señor.
Dijo el ángel: ‘Dios irá probando cada vez más de cerca a cada uno de sus hijos’. Algunos están
dispuestos a aceptar un punto; pero cuando Dios los prueba en otro, lo rehúyen y retroceden, porque
hiere directamente algún ídolo suyo. Así tienen oportunidad de ver lo que hay en su corazón que los
aísla de Jesús. Hay algo que aprecian más que la verdad y su corazón no está preparado para recibir a
Jesús. Los individuos son probados durante cierto tiempo para ver si quieren sacrificar sus ídolos y
escuchar el consejo del Testigo fiel. Si alguno no quiere ser purificado por la obediencia a la verdad, y
vencer su egoísmo, su orgullo y sus malas pasiones, los ángeles de Dios reciben este encargo:’Se han
unido a sus ídolos, dejadlos’, y prosiguen con su obra, dejando en las manos de los malos ángeles a
aquellos que no han subyugado sus rasgos pecaminosos. Los que resisten en cada punto, que soportan
cada prueba y vencen, a cualquier precio que sea, han escuchado el consejo del Testigo fiel y recibirán
la lluvia tardía, y estarán preparados para la traslación”.150
Examinemos esta cita en el contexto de nuestro diagrama.
En el capítulo anterior, usamos a un hombre hipotético, Juan, para ilustrar los puntos que queremos
explicar. Vamos a tomarlo otra vez sobre el mismo terreno y colocarlo en la cita leída.
Encontramos a Juan a 45 grados en su compromiso con Dios. Cuando fue bautizado pudo haber estado
en 180 grados. Pero gradualmente se descuidó y bajó la guardia en ciertas áreas. Lentamente se hundió
a donde lo encontramos viviendo como laodicense: “flexible, sin vida y sin emoción en su experiencia
religiosa”, como lo describe la hermana White.
Por supuesto, hay muchas cosas a las cuales él todavía se adhiere, como adventista. Por ejemplo,
permítame decirles que no toma licor, ni té, ni café. Y por supuesto da por lo menos la apariencia de ser
guardador del Sábado. Hizo la Recolección fielmente cada año. Envió a sus hijos a la escuela de
iglesia. Él hizo las cosas que podría hacer confortablemente, sin ninguna gran batalla contra el yo.151
Entonces, tuvo un encuentro cercano con la muerte o escuchó el sermón que movió su corazón. El
Espíritu Santo empezó a despertar su conciencia y a mostrarle las condiciones de su vida que debían ser
corregidas. Así que, abandonó los programas cuestionables de televisión, empezó a pagar un diezmo
honesto, empezó a asistir a las reuniones de oración, y otras cosas más.
Dios continuó con amor anhelante trabajando en su corazón y Juan continuó respondiendo.
148
Jer. 31:3.
149
Oseas 11:4.
150
1T:172-173.
151
“Los hombres desean una religión dignificada. Desean seguir por un camino suficientemente ancho como para llevar por
él sus propios atributos”. PVGM:126.
Pág. 30
Pero vamos a suponer que en un hipotético punto de 135 grados de entrega, conversión, o giro, Juan es
constreñido por el Espíritu Santo a rendir algo que él tiene fuertemente arraigado. En ese punto el yo
refuerza su resistencia. Una batalla empieza en el pecho de Juan, en la cual, Satanás, el pecado y el yo
se oponen a su conciencia, a su buen juicio y al Espíritu Santo.
Justo aquí, Juan puede hacer una de tres cosas. Puede hacer la decisión de atender los llamados de su
conciencia y del Espíritu. O puede decidir que no va a entregar ese pecado particular. O puede tomar la
actitud de que si él espera lo suficiente, el problema se resolverá, de alguna manera, por sí solo. Esta
última es, por supuesto, simplemente una variante de la segunda decisión. Porque en cualquiera de los
dos últimos casos todavía él conserva el pecado.
“Basta que descuidemos de aliarnos con el reino de la luz. Si no cooperamos con los agentes
celestiales, Satanás se posesionará de nuestro corazón, y hará de él su morada”.152
¿Qué sucede si Juan toma una de las últimas decisiones? En esas circunstancias, él no permanece en el
punto de 135 grados donde la resistencia se desarrolló. Al contrario, empieza a retroceder hacia su
pasada posición de compromiso de 45 grados, cuando todo era confortable y aun podía ser un “buen y
estable” miembro de iglesia, mientras seguía haciendo todas las cosas que complacían al yo. A Satanás
otra le vuelve a quedar fácil.
Pero Dios no abandona a Juan. En otra ocasión, cuando el momento es oportuno, el Espíritu Santo otra
vez apela a él. Otra vez el amor de Dios lo constriñe. Otra vez su conciencia es sacudida. Nuevamente
él entrega los hábitos y actitudes que había reanudado. Y otra vez pisa el mismo terreno y regresa al
grado 135 de compromiso y al pecado que había encontrado allí antes. De nuevo empieza la batalla.
Supongamos que en otra ocasión Juan determina rendir ese pecado que lo agobia. Se mueve hasta,
digamos, la marca del grado 170. Allí encuentra la cosa final que se levanta entre él mismo y Dios y el
nuevo nacimiento. Una fiera batalla ruge en su corazón. Si él falla al hacer esta elección y darse a sí
mismo por entero al control del Espíritu Santo, otra vez se deslizará a su antigua, confortable, cómoda,
descuidada posición de tibieza. Pero no completamente. No se deslizará al punto de 45 grados. Puede
ser a 30, puede ser a 20. Podría ser a cero grados. Por cada vez que nosotros resistimos al Espíritu
Santo, llegamos, hasta ese grado, a ser insensibles espiritualmente.153
“Si se conserva un pecado en el alma, o se retiene una mala práctica en la vida, todo el ser queda
contaminado. El hombre viene a ser un instrumento de iniquidad”.154
Si Juan persiste en resistir, llegará el momento en que ya no podrá responder a las súplicas de Cristo.
Entonces son pronunciadas las palabras: “Juan se ha unido a sus ídolos. Dejadlo”. Y los ángeles de
152
DTG:291.
153
“Cada acto de resistencia hace más difícil la entrega”. RP:327; TM:71.
154
DTG:279-280.
Pág. 31
Dios lo pasan por alto, dejándolo con “sus rasgos pecaminosos no subyugados, bajo el control de los
malos ángeles”.
Hay una importante observación que debo hacer aquí. Hemos estado discutiendo sobre nuestro hombre
imaginario, a la luz de la cita de 1T:172. Se nos describe a Dios trayéndonos al mismo terreno vez tras
vez con el propósito de guiarnos completamente a Él mismo. Algunas veces toma años, décadas, tal vez
quizá toda una vida. Pero esto no tiene que tomar años. Puede tomar solo unos momentos.
“Tan pronto como consintamos en renunciar al pecado, a reconocer nuestra culpabilidad, se quitará la
barrera que separa al alma del Salvador”.155
“En el momento en que nos rendimos a Dios, creyendo en Él, tenemos Su justicia”.156
¡Cuán bueno es Dios! ¡Cuán ansioso está de reunirnos, a cada uno de nosotros, con Él! ¡Cuán paciente
es Él! Cuánto desea olvidar inmediatamente el pasado y colocar alrededor nuestro el manto
incomparable de la justicia de Su Hijo, mientras estemos totalmente deseosos de hacer nuestra parte.
Hemos llegado al punto donde necesitamos considerar lo que la hermana White llama “la sustancia de
las enseñanzas de Cristo.157 En otra parte ella se refiere a esto como la nota clave de sus enseñanzas.
Un diccionario popular nos da la primera definición de sustancia: la parte real o esencial de cualquier
cosa; la esencia…”.
¿Cuál es ese elemento esencial del mensaje de Jesús para usted y para mí?
Antes de contestar esto, vamos a pensar por un momento en algo más. Consideremos algo sobre el
“misterio de la piedad”, ese gran misterio del cual la mente humana puede entender solo parcialmente,
pero nunca plenamente.
Pensemos sobre Cristo, Creador de todo, Todopoderoso, Omnipotente, el Honrado del cielo. Entrega
todo esto, dejas las cortes celestiales, toda su gloria y poder para hacerse partícipe y estar unido de la
carne humana, sujeto a sus enfermedades, debilidades y tentaciones.
La Humillación Divina.-
Él vive como los hombres viven, enfrenta lo que ellos enfrentan, conoce la pobreza y el trabajo duro
como los más pobres lo conocen. Se identifica a sí mismo con lo más humilde de la humanidad. Tal
humillación que nosotros no podemos comprender.
Pero su descenso desde los pináculos del honor y de la gloria va mucho más allá que esto. Pues en el
Getsemaní Él es cargado con una consternación sobrenatural, una indescriptible maldición, que ningún
hombre jamás haya experimentado. Ese pavor se debe a sus pecados y a los míos, y a los pecados de
todo el mundo que lo agobian. Cuán terrible es esta experiencia. Él no necesita pasarla. Se puede librar
de esto y regresar al cielo. La tentación de hacer esto es fuerte. La copa tiembla en sus manos pero Él
dice al Padre, lo que le ha dicho durante toda su vida en la tierra: “No se haga mi voluntad sino la
tuya”. Y debido a que Él ha sido siempre sumiso a la voluntad de Su Padre, va a toda esa sublimación
de pena y dolor, “hasta la muerte y muerte de cruz”.158
Habiendo soportado todo esto – por usted y por mi – Él dice: “Requiero de ti, lo mismo que mi Padre
requirió de mí. Hice lo que Mí Padre me pidió – por ti. Debo pedirte que tomes el mismo paso”.
155
1MS:382.
156
RH, 25 de Julio de 1889.
157
DTG:481.
158
Fil. 2:8.
Pág. 32
Y así llegamos a la respuesta de nuestra pregunta: ¿Cuál es la sustancia de las enseñanzas de Jesús?
Fue rendirse a sí mismo.
Jesús se entregó por completo en las manos de Su Padre, para ser usado como el Padre vio adecuado.
Le enseñó a Sus seguidores que ellos deben hacer lo mismo. Y usted y yo debemos hacer como Él hizo.
Debemos rendirnos a nosotros mismos a Él, entera, plena y completamente.159
“Una completa entrega es requerida. A menos que ésta tome lugar, llevaremos con nosotros el mal que
destruye nuestra felicidad. Pero cuando el yo es crucificado, Cristo vive en nosotros y el poder del
Espíritu acompaña nuestros esfuerzos”.160
En otras palabras, lo que Jesús, en amor, nos hace obligatorio es que podamos alcanzar la actitud de
corazón y mente representada por la marca de 180 grados de nuestro previo diagrama. Esto es, que nos
entreguemos por completo a Dios, en un absoluto abandono del yo.
“Hay aquellos que profesan ser seguidores de Jesucristo que nunca han muerto al yo. Nunca han caído
en la roca y han sido quebrantados. Hasta que esto suceda, ellos estarán viviendo para sí, y si ellos
mueren como están, será para siempre muy tarde para que sus errores sean corregidos”.161
¿Qué es lo que significa rendirse en términos concretos?
Tal vez al considerar rendirnos, algunos de nosotros nos inclinamos a pensar en términos de cosas.
Hemos previamente referido el incidente en el cual, de acuerdo al registro de Marcos, un joven rico
vino a Cristo, muy deseoso de encontrar salvación. “Maestro bueno”, preguntó ansiosamente, “¿qué
bien haré para tener la vida eterna?162
A primera vista, la respuesta de Jesús estaba en términos de “cosas”, pero veremos que fue más
profunda que eso. Jesús dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y
tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme”.163
159
“La posición a la que todos deben llegar es a valorar la salvación más que cualquier ganancia del mundo, a contar todo
como pérdida a fin de poder ganar a Cristo. La consagración debe ser entera. Dios no admitirá reserva, un sacrificio
dividido, un ídolo. Todo debe morir al yo y al mundo. Entonces renovemos nuestra consagración a Dios diariamente. La
vida eterna vale un esfuerzo de toda la vida, perseverante e incansable”. RH, 18 de Marzo de 1880.
160
NEV:21.
161
FEC:284.
162
Mat. 19:16.
163
Mat. 19:21.
164
“No somos hijos de Dios a menos que lo seamos enteramente. Hay algunos que profesan servir a Dios a la vez que
confían en sus propios esfuerzos para obedecer su ley, formar un carácter recto y asegurarse la salvación. Sus corazones no
son movidos por ningún sentimiento profundo del amor de Cristo, sino que tratan de ejecutar los deberes de la vida cristiana
como una cosa que Dios demanda de ellos, a fin de ganar el cielo. Tal religión no vale nada. Cuando Cristo mora en el
corazón, el alma está tan llena de su amor, del gozo de su comunión, que se une a él, y pensando en él, se olvida de sí
misma. El amor de Cristo es el móvil de la acción. Aquellos que sienten el constructivo amor de Dios no preguntan cuánto
es lo menos que pueden darle para satisfacer los requerimientos de Dios; no preguntan cuál es la más baja norma aceptada,
sino que aspiran a una vida de completa conformidad con la voluntad de su Salvador. Con ardiente deseo entregan todo y
manifiestan un interés proporcionado al valor del objeto que buscan. El profesar pertenecer a Cristo sin sentir amor
profundo, es mera charla, árido formalismo, gravosa y vil tarea”. CC:44.
Pág. 33
De la misma manera, Cristo no estaba primariamente interesado en hacer que el joven rico se separase
de sus riquezas. Hizo de esto, aparentemente, un mandato porque era la cosa que se levantaba entre él
mismo y una entrega total a Jesús.165
“El hombre debe despojarse de sí mismo antes que pueda ser, en el sentido más pleno, creyente en
Jesús. Cuando renunciamos al yo, entonces el Señor puede hacer del hombre una nueva criatura. Los
nuevos odres pueden contener el nuevo vino. El amor de Cristo animará al creyente con nueva vida. En
aquel que mira al Autor y Consumador de nuestra fe, se manifestará el carácter de Cristo”.166
“No podremos avanzar en la experiencia cristiana mientras no pongamos a un lado todo lo que nos
separa de Dios”.167
“La guerra contra nosotros mismos es la batalla más grande que jamás hayamos tenido. El rendirse a sí
mismo, entregando todo a la voluntad de Dios, requiere una lucha; mas para que el alma sea renovada
en santidad, debe someterse antes a Dios”.168
“El yo debe ser crucificado antes de que pueda vencer en el nombre de Jesús y recibir la recompensa de
los fieles”.169
Si a veces pensamos en términos de cosas cuando pensamos en rendirnos a Dios, no estamos
completamente equivocados. Las cosas están definitivamente incluidas. Cuando yo me rindo a mi
Salvador, debo decir en esencia: “Jesús, te doy mi casa [si tengo una]. Te dedico mi carro. Me entrego a
ti con mi billetera y la cuenta bancaria. Dejo en tus manos mi familia, mis amigos, mi conyugue o el
que lo será. Te entrego mi trabajo, cada cosa terrenal que poseo o espero poseer. Deseo hacer con ellos
lo que solo tu voluntad me muestre”.
“Y Señor, te entrego mis facultades: mi mente, lengua, oídos, ojos, mis talentos para tu servicio”.170
El hacer esto de todo corazón no es fácil. El joven rico no fue el único entre los seres humanos, aunque
el problema suyo y el mío para rendirnos sea quizás otro que el dinero.
Cosas y Actitudes.-
Pero la dificultad que pueda presentarse por alguna cosa, o cosas, es frecuentemente la parte más fácil
de la entrega. Más difícil y más importante que la entrega de cosas, es rendir las actitudes. Es mucho
más fácil entregar cosas que actitudes. Pero hasta que no entregue cada actitud errónea, no podré ser
hecho una nueva criatura.
Antes que me pueda colocar plenamente, sin reservas, en las manos de mi Salvador, debo repudiar y
entregar todo egoísmo en mi vida – celos, orgullo, envidia, sospechas, críticas, susceptibilidades,
actitudes de superioridad, altanería, justificación propia, el derecho a enojarnos, amargura, un espíritu
no perdonador y cualquier actitud no piadosa que podamos tener en nuestro corazón.
Esta necesidad de entregar a Dios cada actitud equivocada fue descubierta por una mujer quien
grandemente deseó ser aceptada por Dios. Sobre sus rodillas, se ofrendaba fervorosamente a Él. Pero
mientras oraba, supo que había una cosa, una actitud decidida que se oponía entre ella y Dios. Se
trataba de un resentimiento hacia su esposo. Cuando finalmente ganó la batalla sobre el yo, y pudo
decir: “Dios, toma ese resentimiento”, entonces tuvo la anhelada certeza de que era una hija de Dios y
165
“Muchos de los que profesan seguir a Cristo se sienten angustiados, porque temen confiarse a Dios. No se han entregado
por completo a él, y retroceden ante las consecuencias que semejante entrega podría implicar. Pero a menos que se
entreguen así a Dios no podrán hallar paz”. MC:381.
166
DTG:247; traducción directa del inglés:280; énfasis suplido.
167
CMPA:313.
168
CC:42.
169
4T:218; traducción directa del inglés:221.
170
“Dios no aceptará sus ofrendas si usted se retiene a sí mismo. Él no solo pide por lo que es Su propiedad en términos de
lo que le ha confiado, sino por su propia propiedad en su cuerpo, alma y espíritu, comprado con el precio infinito de la
sangre del Hijo de Dios”. RH, 31 de Octubre de 1878.
Pág. 34
la paz que viene con el perdón de Dios. Hasta que una persona no esté dispuesta a llegar tan lejos, y
reconocer y admitir el derecho de Dios en cada cosa, cada actitud, no puede nacer de nuevo.
“Cuando el alma se entrega a Cristo, un nuevo poder se posesiona del nuevo corazón. Se realiza un
cambio que ningún hombre puede realizar por su cuenta. Es una obra sobrenatural, que introduce un
elemento sobrenatural en la naturaleza humana. El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una
fortaleza suya, que él sostiene en un mundo en rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en
ella sino la suya. Un alma así guardada en posesión por los agentes celestiales es inexpugnable para los
asaltos de Satanás. Pero a menos que nos entreguemos al dominio de Cristo, seremos dominados por el
maligno”.171
“Si no decidimos entregarnos por completo a Dios, quedamos en tinieblas. Cuando hacemos cualquier
reserva, abrimos la puerta por la cual Satanás puede entrar para extraviarnos con sus tentaciones. Él
sabe que sí puede oscurecer nuestra visión para que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos
protección contra el pecado”.172
A menudo la pregunta que surge es: ¿Cómo puedo saber si en realidad me he rendido a Dios?
Si puedo examinar mi corazón plena, cuidadosa y honestamente a la luz de la Palabra de Dios y
encontrar que no me condena173, si tengo “silencio en el alma”, paz en el corazón, entonces puedo saber
que me entregado a mi Salvador.
Si pienso que me he entregado totalmente pero no tengo paz en el corazón y en la conciencia, debo
preguntarme a mí mismo por qué. Y mientras busco en mi corazón, debo preguntarle a Dios que me
muestre el por qué.
Entonces, si algún pecado acariciado es traído a mi atención y me doy cuenta que no lo quiero entregar,
he descubierto la razón de mi problema. Entonces debo fervorosamente orar: “Señor, hazme dispuesto
para estar deseoso de rendirme a Ti”.
De hecho, cuando me haya rendido, lo sabré. Porque entonces “el Espíritu mismo da testimonio a
nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.174
Necesitamos agregar otra palabra acerca de la entrega total. La entrega del yo es un proceso continuo,
pero debe ser completo en cada etapa. Por lo tanto, es una experiencia que va profundizando.
“El Alfarero no puede moldear y modelar para honra lo que nunca ha sido colocado en sus manos. La
vida cristiana es una vida de entrega diaria, de sumisión y continuo triunfar. Cada día se ganarán
nuevas victorias. El yo debe perderse de vista, y el amor de Dios debe cultivarse continuamente. Así
crecemos en Cristo. Así la vida se forma de acuerdo con el modelo divino.
Cada hijo de Dios debe empeñarse hasta lo sumo para elevar la norma de la verdad. Debe trabajar de
acuerdo con Dios. Si el yo es exaltado, Cristo no es magnificado. Dios se compara a sí mismo en su
Palabra con un alfarero, y los suyos son la arcilla. Su obra es la de modelarlos de acuerdo con su propia
semejanza. La lección que deben aprender es una lección de sumisión. No debe exaltarse el yo. Si se
presta la debida atención a la instrucción divina, si el yo se somete a la voluntad divina, la mano del
Alfarero producirá un vaso simétrico”.175
Ilustremos este proceso completo y a la vez progresivo de esta manera: Supongamos que yo decido dar
mi casa y todo en ella a un querido amigo sin ninguna restricción. Él viene a la casa y empieza a mirar
a su alrededor. En un cuarto él abre un closet y ve colgando un traje. “¿Es esto mío también?”,
pregunta.
171
DTG:291.
172
DMJ:79.
173
1 Juan 3:21.
174
Rom. 8:16.
175
7A:164; Biblia de Estudios:671.
Pág. 35
Hay algunos que sienten que al rendirse a Dios, estarán renunciando a su individualidad, abandonando
su libertad, perdiendo todos sus derechos y convirtiéndose en esclavos sin libertad para pensar y actuar
por sí mismos. Nada podría estar más lejos de la verdad.179
Considere. ¿Cómo puede un hombre creerse libre cuando deseos de auto-complacencia – apetito,
lujuria, o algún otro hábito destructivo – lo gobierna? ¿Cómo puede llamarse libre cuando es un
esclavo de un yo que constantemente demanda satisfacción, atención, protección? ¿Cómo puede
llamarse libre cundo cada capricho o desaire u ofensa puede arruinar su día? ¿Cómo puede ser libre
cuando afuera tiene que usar una máscara agradable sobre el ceño fruncido que mantiene en el hogar?
¿Y asumir una bondadosa y compasionada voz en lugar de la voz enojada y amenazante que usa en el
hogar? ¿Estar todo el tiempo temeroso de que lo que su familia sabe sobre sí se descubra?180
176
“Ni un solo rincón o esquina del alma debe ser un escondite para el egoísmo”. 8T:152; traducción directa del inglés:139-
140.
177
“No podéis alcanzar en un día la plenitud de la medida de la estatura de Cristo, y os sumiríais en la desesperación si
pudieseis contemplar todas las dificultades que hay que afrontar y vencer”. MJ:42.
178
Salmo 139:23.
179
“Todos los elementos de carácter que ayudan al hombre a tener éxito y ser honrado en el mundo, el deseo irrefrenable de
hacer algún bien mayor, la voluntad indómita, el esfuerzo tenaz, la perseverancia incansable, no han de ser desechados. Han
de permanecer, y mediante la gracia de Dios recibida en el corazón, han de cambiar de dirección. Esos valiosos rasgos de
carácter han de aplicarse a objetos tanto más elevados y nobles que los propósitos mundanos, como los cielos son más altos
que la tierra”. AFC:93.
Pág. 36
Compare esto con el maravilloso sentido de libertad que viene cuando descubre que no necesita tener
una máscara para fingir y protegerse a sí mismo. Usted ha sido perdonado por Dios. No tiene nada que
usted sienta que deba esconder. Está en paz. Su sentido de culpabilidad se ha ido. Puede ser tan abierto
como el cielo, y tan transparente como el rayo del sol. No teme a ser expuesto pues puede sinceramente
admitir sus pecados, sus caídas y decir: “Si, soy un pecador, pero Jesús me ha perdonado. Debo ser
victorioso en Él”.181
Esa es la verdadera libertad. Y viene al someternos a Jesús.182
Vamos a mirar un poco más a la persona que no está completamente entregada a Cristo: “Muchos se
perderán esperando y deseando ser cristianos. No llegan al punto de dar su voluntad a Dios. No eligen
ser cristianos ahora”.183
Por lo tanto, hay más para encontrar una relación con Jesús que simplemente decir: “Yo creo en Él y le
acepto como mi Salvador”.
Hay más que la mera aceptación del manto de Su justicia como mío, creyendo por este acto que me
pongo delante de Dios sin falta.
Decir: “Ven a Jesús tal como estás y Él te aceptará” es correcto. Pero ese venir debe ser sinónimo de
una completa entrega, y nada menos.
Una relación con Jesús es más que un asunto de solo aceptarlo. (Más bien esto puede ser materia de
engaño y que los antiguos y modernos teólogos llaman “gracia barata”). Es también un asunto de que É
nos acepte. Y aunque Él está deseoso de hacerlo, lo puede hacer solo bajo condición. “Dios no aceptará
nada menos que una entrega sin reservas”.184
Hay grande y gozosa seguridad en palabras tales como: “No debemos inquietarnos por lo que Cristo y
Dios piensan de nosotros, sino que debe interesarnos lo que Dios piensa de Cristo, nuestro Sustituto”.185
¿Pero sobre qué base se aplican estas palabras a nosotros? Nos estamos aferrando a una falsa esperanza
si no entendemos y actuamos dentro del contexto en que esta cita fue escrita. Antes de hacer esta
declaración, Ellen White escribe: “Cuando nos entregamos enteramente a Dios, y creemos con
plenitud, la sangre de Cristo nos limpia de todo pecado”. Y casi inmediatamente después de esta cita,
observa: “Dios muestra a la persona arrepentida y creyente, que Cristo acepta la entrega del alma para
moldearla según su propia semejanza”.186
Por lo tanto, es aquel que se entregó por completo el que puede confiar en lo que Dios piensa de su
Sustituto. No debemos fallar en este punto.
Hay ciertos pasos que deben ser tomados por una persona para llegar a ser aceptada por Dios. Primero,
como hemos visto, debemos llegar a una entrega completa. Esto le permite a Jesús justificar al pecador,
imputarle su propia justicia de tal manera que sea considerado por el Padre como si nunca hubiese
180
“Mientras el yo no está subyugado, no podemos hallar descanso. Las pasiones predominantes en el corazón no pueden
ser regidas por facultad humana alguna”. DTG:303.
181
“¿Y qué abandonamos cuando damos todo? Un corazón corrompido para que Jesús lo purifique, para que lo limpie con
su propia sangre y para que lo salve con su incomparable amor. ¡Y sin embargo, los hombres hallan difícil dejarlo todo! Me
avergüenzo de oírlo decir y de escribirlo”. CC:45.
182
“Cada deber difícil se vuelve fácil y cada sacrificio llega a ser un placer para aquellos que la verdad los hace libres. Qué
victoria es ganada cuando la vida carnal cesa y la vida espiritual comienza…
La mente, sumisa y obediente, amará hacer todos Sus mandamientos. El mal será aborrecido, y lo bueno será escogido. No
habrá una negación propia… que sea gravosa porque el corazón se place en trabajar por Cristo y por la búsqueda de almas
del error y de la transgresión de la santa ley de Dios. Cuando Dios tiene el control de los afectos, la mente no será egoísta, ni
se encogerá de los sacrificios”. RH, 2 de Diciembre de 1875.
183
CC:47-48.
184
RH, 16 de Mayo de 1907; EUD:196.
185
2MS:36-37.
186
Énfasis suplido.
Pág. 37
Las implicaciones de estas citas están seriamente cargadas con consecuencias eternas.
La persona que no se ha rendido completamente a Jesús, no puede ser justificada.
La persona que no es justificada, no puede ser santificada o “alcanzar la perfección de la santidad”.189
Sin esta experiencia de justificación y continua santificación “nadie verá al Señor”.190
“El Alfarero no puede moldear y modelar para honra lo que nunca ha sido colocado en sus manos”.191
Un hombre que no se ha rendido, sabiendo que tiene pecados en su vida que debe vencer y a pesar de
que crea sinceramente que Jesús es su Salvador, se mantendrá luchando con esos pecados año tras año,
buscando vencer las tendencias al mal heredadas y cultivadas, las cuales debilitan su testimonio
cristiano y se levantan entre él y el cielo.
Después de diez, veinte, treinta años de lucha, él no ha sido capaz de deshacerse de ellas. Entonces
gravemente razona consigo mismo: “La santificación es obra de toda la vida”.
Pero el hecho espantoso es, que a menos que él haya tenido una actitud de absoluta entrega al Señor, él
nunca ha sido justificado. Y el proceso de la santificación no ha ni siquiera comenzado.
Vamos a nuestro diagrama de los 180 grados una vez más para ilustrar este punto gráficamente:
A menos que haga una entrega total, una persona no tiene posibilidad de vencer sus pecados. Pero, “no
desespere nadie de ganar la victoria. La victoria es segura cuando se rinde el yo ante Dios”.192
“El Señor no puede hacer nada para sanar al hombre hasta que, convencido éste de su propia debilidad
y despojado de toda suficiencia propia, se entrega al dominio de Dios. Entonces puede recibir el don
que Dios espera concederle”.193
187
1MS:429.
188
7CBA:920; Biblia de Estudios:305.
189
Rom. 5:9-10; 2 Cor. 7:2, Biblia de Jerusalén.
190
Heb. 12:14.
191
7A:164; Biblia de Estudios:671.
192
7A:27; Biblia de Estudios:43.
193
DTG:267.
Pág. 38
“Si nos aseguramos en Él y le confiamos nuestros caminos, Él dirigirá nuestros pasos en la senda
segura, la cual nos llevará a la obtención de victoria sobre cada pasión mala, y cada rasgo de carácter
que sea desemejante al carácter de nuestro divino Modelo”.194
En el capítulo cinco usamos un dibujo de un corazón para ilustrar el problema fundamental del hombre,
el cual no es los pecados y faltas cometidos, sino el yo. Ahora, podemos retroceder a esa ilustración y
agregar un elemento nuevo.
También vimos en el capítulo cinco que cuando el Espíritu de Dios comienza a hablar al corazón,
nuestra avivada conciencia nos hace pensar en términos de pecados específicos en nuestras vidas.
Entonces empezamos a trabajar sobre estos pecados. Pero, como hemos discutido en este capítulo, no
son pecados, o cosas lo que Dios desea. Es el corazón, con el yo destronado.
Pero vayamos más allá de eso. Dios no desea el corazón para renovarlo. Desea reemplazarlo totalmente
por uno nuevo. “Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros. Quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Pondré mi Espíritu dentro de
vosotros, y haré que andéis en mis Mandamientos, que guardéis mis normas, y las cumpláis”.195 “Por lo
tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. Las cosas viejas pasaron, todo es nuevo”.196
¿Qué significa esto? Cuando definimos lo que entendemos por corazón, en el capítulo cinco,
establecimos que significa: deseos, sentimientos, motivos, impulsos, intereses, tendencias y actitudes.
Por tanto el nuevo nacimiento – y esto es, por supuesto, lo que estamos discutiendo – resulta en nuevos
deseos, nuevos sentimientos, motivos, impulsos, intereses, tendencias y actitudes.
El mismo hombre pero diferente.
Hemos descrito un milagro perpetuo. Que Dios pueda tomar a un hombre, un ser con voluntad propia,
con cierta educación, medio ambiente, y características heredadas de carácter, y hacer de él al mismo
tiempo un hombre diferente, es increíble, humanamente hablando. La cara es la misma, la voz es igual,
las células cerebrales son las mismas, las habilidades son las mismas, en fin su persona es fácilmente
reconocible. Es el mismo hombre, pero no es el mismo hombre. Las características que cuentan en él,
son diferentes. Su pensamiento y actitudes, sus gustos y disgustos son diferentes. Hay una nueva
dirección para sus anhelos.
“Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del corazón, transforma la vida. Los pensamientos
pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz,
reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el rostro refleja
la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios
celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que
ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios”.197
Este cambio es posible a través de la unión de lo divino (el Cristo morando en el interior) con nuestra
humanidad. Por medio de esta unión, podemos vivir la vida de Cristo.
La experiencia del nuevo nacimiento puede ser descrita por el lado derecho del diagrama. En la
justificación198 y el nuevo nacimiento, simbolizados por el bautismo199, el pecador perdonado recibe el
nuevo corazón. La vida es entonces dirigida desde adentro por el Cristo que mora adentro.
Pero el bautismo no significa automáticamente que una persona ha nacido de nuevo. “Muchos,
muchísimos, que pretenden tener el nombre de Cristo no están santificados, y son impíos. Han sido
bautizados, pero fueron sepultados vivos. No murió el yo y por lo tanto no renacieron a una nueva vida
194
NEV:316.
195
Eze. 36:26-27.
196
2 Cor. 5:17.
197
DTG:144.
198
Véase el capítulo 17.
199
Rom. 6:4-5.
Pág. 39
en Cristo”.200 Se levantaron de la fuente bautismal con los mismos corazones que tenían antes de ser
sumergidos. Y un solo pecado acariciado dará ese resultado.
La entrega del yo, como hemos visto, es la respuesta para encontrar a Dios, el perdón, la paz, la victoria
y el cielo.
Pero la pregunta de muchos es: ¿Cómo puedo redimirme? Y junto con ella, se levanta otra: ¿Cómo
hacer para llegar a desear rendirme? Porque la verdad es, dicen algunos, no tengo deseo de darme a mí
mismo a Dios. Sinceramente, si mi oportunidad de salvación depende de lo que sienta hacia Dios,
sospecho que estoy perdido. Si el deseo es la motivación, parece que no tengo ninguna. Me siento
agotado de todo deseo, o voluntad de ser salvo. Me siento espiritualmente paralizado.201
Todo lo que tengo, agregan, es un entendimiento intelectual que si no me rindo, no puedo ser salvo.
Ahora dígame, continúan ellos, ¿Cómo puede una persona que no quiere rendirse, rendirse?
Veámoslo de esta manera: Hay un hombre que ha sido atrapado por una terrible ventisca en algún lugar
de la pradera. La temperatura ha caído abruptamente a 20º bajo cero, así es que él batalla contra el
viento y la nieve al dirigirse a casa. El frío punzante parece penetrar hasta sus mismos huesos.
Pero después de un corto tiempo, él empieza a darse cuenta que ya no siente frío. En vez de ello, una
tentación de dormir está dominándolo. Cuán delicioso sería acostarse y ser cubierto con un manto
blanco de nieve, y entregarse a esa agradable somnolencia. La tentación llega a ser casi irresistible.
Pero detrás del deseo de dormir, la razón dice: ¡No puedes dormir! ¡Si lo haces morirás! ¡Debes seguir!
Así es que el hombre lucha, a pesar del deseo de dormir, hasta que logra llegar a la casa.
No fueron sus sentimientos los que lo llevaron a salvarse. Los sentimientos le decían: ¡Duerme! ¡No
sientes deseos de continuar! ¡Detente!
Pero la razón le dijo: Usted no desea morir. ¡Usted debe vivir! ¡Debes continuar en tu camino!
Y a pesar de la forma en que se sentía, el hombre obedeció a la razón.
¿Cuál es la lección espiritual para nosotros? Así como el hombre en la ventisca batalló hacia la casa a
pesar de todos los sentimientos, así la persona que reconoce solo intelectualmente su necesidad de
Cristo, debe luchar para encontrarlo, o está perdido.
Así que nuevamente hacemos la pregunta: ¿Cómo puedo yo, con solo una aceptación intelectual de mi
necesidad, conseguir llegar al punto donde puedo rendirme a Dios?
Vivimos en un tiempo en que deseamos respuestas rápidas y fáciles a nuestras preguntas. Deseamos
soluciones de televisión para nuestros problemas, respuestas en los próximos treinta minutos y con
tiempo para comerciales. Ya mismo deseamos las respuestas a fin de terminar con esto y poder pasar a
otro tema.
Pero debemos saber lo siguiente desde el mismo comienzo: Dios no siempre da una respuesta rápida. Y
Él nunca da, no puede dar, una respuesta fácil y rápida a la pregunta que justamente hemos hecho. El
pecado es demasiado permisivo, asentado muy hondamente, un problema desmedidamente profundo,
para resolverlo en treinta minutos. Recuerde que Cristo pasó treinta años aquí sobre la tierra, para hacer
200
7A:297; Biblia de Estudios:205-206; énfasis suplido.
201
“El pecado no solamente nos separa de Dios, sino que destruye en el alma humana tanto el deseo como la capacidad de
conocerle. Por medio del pecado, queda desordenado todo el organismo humano, la mente se pervierte, la imaginación se
corrompe; las facultades del alma se degradan. Hay en el corazón ausencia de religión pura y santidad. El poder convertidor
de Dios no obró para transformar el carácter. El alma queda débil, y por falta de fuerza moral para vencer, se contamina y se
degrada”. PR:175; Ed:29; 1MCP:13.
Pág. 40
202
Juan 15:5.
203
Hechos 5:31. “Se piensa que el pecador por sí mismo debe procurar capacitarse para obtener la bendición de la gracia de
Dios. Pero si bien es cierto que el arrepentimiento debe preceder al perdón, pues sólo es aceptable ante Dios el quebrantado
y contrito de corazón, sin embargo el pecador no puede producir por sí mismo el arrepentimiento ni puede prepararse para ir
a Cristo. A menos que se arrepienta el pecador, no puede ser perdonado. Pero la cuestión a decidir es si el arrepentimiento es
obra del pecador o es una dádiva de Cristo. ¿Debe esperar el pecador hasta que esté lleno de remordimiento por su pecado
antes de que pueda ir a Cristo? El primer paso hacia Cristo se da gracias a la atracción del Espíritu de Dios. Cuando el
hombre responde a esa atracción, avanza hacia Cristo a fin de arrepentirse”. 1MS:457; FCV:112.
204
Rom. 3:24.
205
Rom. 5:21.
206
Heb. 7:25.
207
Juan 14:6.
208
Fil. 4:13.
209
Hechos 4:12.
210
Juan 17:3.
Pág. 41
Si esto es así, si todas las cosas vienen de Él, entonces mejor es que conozcamos a Jesús. Hemos
empezado a ver que la respuesta a nuestro gran dilema es Jesús. “Vuelve ahora en amistad con Él… Y
por ello te vendrá bien”.211
Entonces preguntamos: ¿Cómo podemos amistarnos con Él?
Al determinar el encontrarlo, justamente como el hombre en la ventisca, cuya razón fue la única que le
dijo que batallara y persistiera hasta llegar a casa.
Debemos reconocer este hecho: debe haber un esfuerzo de nuestra parte. Debemos empezar a
responder a la razón, justamente como el hombre de la tormenta puso todo esfuerzo en respuesta a la
razón. Porque únicamente esperar que su vida fuera preservada mientras no hacía nada, habría sido
fatal. Porque: “El que no hace nada y espera ser compelido por algún poder sobrenatural, quedará en el
letargo y en las tinieblas”.212
“Si los jóvenes buscan a Cristo, Él hará que sus esfuerzos sean eficaces”.213 Pero no solamente los
esfuerzos de la juventud que busca a Cristo serán hechos efectivos. No hay limitación de edad para
buscar a Dios.
En el mismo libro la Sra. White escribe de una “deliberada e inteligente” aceptación de los términos de
salvación de Cristo.214 Esto se hace a través de una diligente búsqueda de esos términos, el proponerse
entenderlos y seguirlos fielmente. “Si buscamos a Dios con vehemencia, Él nos impresionará por su
Santo Espíritu”.215
¿Dónde puede uno buscar a Cristo?
“Escudriñad las Escrituras”, dijo Cristo, “… ellas son las que dan testimonio de mí”.216 Las Escrituras,
dijo Pablo, “te pueden hacer sabio para la salvación”.217
Estas son palabras vitalmente importantes. No pase por ellas superficialmente. Si usted lo hace, bien
podría detener su lectura aquí. Porque esta es esencialmente la respuesta total a nuestra pregunta.
Encontramos a Jesús al ir al sitio donde Él está revelado. Esto es, en su Palabra.
Inmediatamente después de su advertencia, citada arriba, sobre el esperar ser compelidos por un poder
sobrenatural que nos despierte, Ellen White ilustra cómo escapar del letargo y las tinieblas: “Dios ha
dado su Palabra. Dios habla en lenguaje inconfundible a vuestra alma. ¿No es la palabra de su boca
suficiente para mostrarte tu deber y urgir a su cumplimiento?
Pero no es suficiente tomar la palabra que otros han examinado de las enseñanzas bíblicas. “No
debemos conformarnos con el testimonio de ningún hombre en cuanto a lo que enseñan las Santas
Escrituras, sino que debemos estudiar las palabras de Dios por nosotros mismos”.218
La Biblia, pues, es el canal por el cual Dios ha ordenado que Su Hijo sea hallado.219
211
Job 22:21.
212
RH, 17 de Julio de 1888. “Vi que los hijos de Dios aguardaban a que sucediese algún cambio, y se apoderase de ellos
algún poder compelente. Pero sufrirán una desilusión, porque están equivocados. Deben actuar; deben echar mano del
trabajo y clamar fervorosamente a Dios para obtener un conocimiento verdadero de sí mismos. Las escenas que se están
desarrollando delante de nosotros son de suficiente magnitud como para hacernos despertar y grabar la verdad en el corazón
de todos los que quieran escuchar”. 1JT:89; SC:55.
213
MJ:17.
214
MJ:26-27.
215
RH, 31 de Octubre de 1912. “Contemplando su amor, y espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a
participar de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede
beneficiarnos a menos que lo comamos; a menos que llegue a ser parte de nuestro ser. Así también Cristo no tiene valor para
nosotros si no le conocemos como Salvador personal. Un conocimiento teórico no nos beneficiará. Debemos alimentarnos
de él, recibirle en el corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. Debemos asimilarnos su amor y su gracia”.
DTG:353.
216
Juan 5:39.
217
2 Tim. 3:15.
218
CC:89.
219
“Toda la Biblia es una manifestación de Cristo. Es nuestra única fuente de poder”. OE:263; ELC:134; EJ:255.
Pág. 42
Quien no tome estas palabras seriamente, habrá tomado una actitud que hará difícil, si no imposible,
para Dios realmente alcanzarlo, a pesar de la información que pueda tener. “La Biblia y el alma fueron
hechas la una para la otra”.220
Sin embargo, parece que solo pocos, aun entre los adventistas, realmente tratan de conocer
completamente a Jesús. De hecho, la mayoría parece ignorarlo, si, una encuesta que fue hecha tiempo
atrás pinta un cuadro típico. La encuesta mostró que en las iglesias examinadas, únicamente un
adventista de cada cuatro estudiaba su Biblia.221
No se Encuentra Casualmente.-
220
ST, 20 de Agosto de 1894.
221
“La razón por la cual muchos profesos cristianos no tienen una experiencia clara y bien definida es porque no piensan
que es su privilegio entender lo que Dios ha escrito a través de su Palabra”. FEC:189.
222
Jer. 29:13.
223
PVGM:82-83.
224
PVGM:337-338.
225
4T:490.
Pág. 43
arena y la playa. Y uno puede observar durante varios minutos antes de estar seguro que la marea está
subiendo.
“Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a
poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, se hacen impresiones que tienden a atraer el alma
a Cristo. Dichas impresiones pueden ser recibidas meditando en él, leyendo las Escrituras, u oyendo la
palabra del predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un llamamiento más directo, el
alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado
de una larga intercesión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga”.226
Hacemos nuestra parte preparatoria al sumergirnos nosotros mismos en la Palabra, al buscar absorberla
como una esponja absorbe el agua, al llegar a familiarizarnos con ella de tal manera que entendamos
como Dios habla.227
Al principio podemos encontrar la Biblia sin interés y difícil de entender. Pero la perseverancia
cambiará todo eso. En la medida que permitimos al Espíritu Santo trabajar, las verdades empezarán a
caer en su sitio. Lo que parecía pesado, llegará a ser interesante y fascinante.228
¿Qué deberíamos estudiar? Aquellas partes de la Biblia que revelan el plan de Dios para la salvación.
Los primeros ocho capítulos de Romanos, especialmente los capítulos 3 al 8. Los libros de Gálatas y
Efesios. El Sermón del Monte.
Lo que hemos estado diciendo acerca de la necesidad vital de estudiar la Biblia, se aplica con igual
fuerza a los escritos del Espíritu de Profecía. Como adventistas del séptimo día, creemos que los libros
de Ellen White son mensajes especiales de Dios para quienes vivimos en esta tierra en los últimos días.
Y que, especialmente, en sus libros Camino a Cristo, El Discurso Maestro de Jesucristo, Palabras de
Vida del Gran Maestro y El Deseado de Todas las Gentes, encontramos hermosamente revelado el
camino al Salvador. “A medida que [los que tienen hambre de Jesús] se alimenten de su Palabra,
hallarán que es espíritu y vida. La Palabra destruye la naturaleza terrenal y natural e imparte nueva vida
en cristo Jesús”.229
En tanto que usted estudia y busca, tenga una humilde expectativa de que Dios le ayudará. Recuerde, Él
no se burla de nosotros; Él no juega con nosotros. Está más ansioso de que podamos encontrarle de lo
que nosotros alguna vez podamos estarlo. Cuando nuestros corazones estén adecuadamente preparados,
Él vendrá en una manera directa.
Cuando Él hace la invitación de amor, responda inmediatamente. Es seguro expulsar el yo y cada
soporte terrenal, y tomarse de la mano de Él, quien guía a millones de mundos en su vasto universo.
“Jesús se complace en que vayamos a él como somos, pecaminosos, impotentes, necesitados. Podemos
ir con toda nuestra debilidad, insensatez y maldad y caer arrepentidos a sus pies. Es su gloria
estrecharnos en los brazos de su amor, vendar nuestras heridas y limpiarnos de toda impureza”.230
226
DTG:144.
227
“Aquellos que estudian la Palabra de Dios con corazones abiertos a la iluminación del Espíritu Santo, no permanecerán
en las tinieblas en cuanto a su significado. "El que quisiere hacer su voluntad [la de Dios] -dijo Cristo- conocerá de la
doctrina, si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo". Todos los que acuden a Cristo en busca de un conocimiento más
claro de la verdad, lo recibirán. Él desplegará ante ellos los misterios del reino de los cielos, y estos misterios serán
entendidos por el corazón que anhela conocer la verdad. Una luz celestial brillará en el templo del alma, la cual se revelará a
los demás cual brillante fulgor de una lámpara en un camino oscuro”. PVGM:18-19.
228
“El aprecio por la Biblia crece a medida que se la estudia. Por cualquier camino que se dirija el estudiante, hallará
desplegados la infinita sabiduría y el amor de Dios”. PVGM:102-103; EJ:124.
229
DTG:355. “Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la
contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a
amar y a reverenciar”. CS:611; 1MCP:339; 2MCP:433.
230
CC:52.
Pág. 44
La experiencia ha mostrado que una muy eficiente manera de encontrar una relación con Cristo, es
pasar tiempo estudiando con otros que lo conocen y que desean hablar de Él y lo que ha hecho por
ellos.
“Reúnanse pequeños grupos por las tardes, al mediodía o temprano en la mañana para estudiar la
Biblia. Tengan un momento de oración para que el Espíritu Santo los fortalezca, ilumine y
santifique”.232
No solamente deben ser escudriñadas las Escrituras para encontrar a Cristo; debemos examinarlas
continuamente para retenerle. Esta es la idea de Juan 6:54. El tiempo del verbo griego contiene la idea
“quienquiera que continuamente come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna”.
“Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirle como Salvador personal, creyendo que perdona
nuestros pecados, y que somos completos en Él”.233
El proceso de participar de Cristo, es la práctica de búsqueda y absorción de las verdades de la
Escritura. Y esto debe hacerse diariamente, al igual que participamos cotidianamente del alimento
físico. Si no lo hacemos, llegaremos a ser espiritualmente débiles e indiferentes, tal vez sin darnos
cuenta por qué.
“Así como nuestra vida física es sostenida por el alimento, nuestra vida espiritual es sostenida por la
palabra de Dios. Y cada alma ha de recibir vida de la Palabra de Dios para sí. Como debemos comer
por nosotros mismos a fin de recibir alimento, así hemos de recibir la Palabra por nosotros mismos. No
hemos de obtenerla simplemente por medio de otra mente. Debemos estudiar cuidadosamente la Biblia,
pidiendo a Dios la ayuda del Espíritu Santo a fin de comprender su Palabra”.234
Tal vez la mayor razón por la cual se pierde la bendita experiencia ganada durante reuniones de
reavivamiento o conseguida por un sermón inspirador, es porque no alimentamos la bendición al
continuar en la Palabra que hemos oído predicada. Durante estas reuniones, el Espíritu Santo algunas
veces habla convincentemente a nuestros corazones. Nos entusiasmamos con esa bendición y salimos
de las reuniones con la determinación de retenerla. Pero a menos que actuemos para hacerlo, la
perderemos. Las bendiciones de Dios pueden ser retenidas únicamente cuando contemplamos, oramos
y vamos continuamente a la Fuente de donde fluyen. Esa fuente es Cristo Jesús, tal como lo
encontramos en Su Palabra.
Para encontrar la entrada a la sumisión, entonces, debemos deliberada e inteligentemente ir a donde se
nos puede mostrar el camino – la Biblia y los escritos de Ellen White. Debemos paciente, perseverante,
fervorosamente y con oración, llenar nuestras mentes y corazones con aquellos pasajes y páginas que
nos muestran el camino a Cristo Jesús. En tanto hagamos esto, no necesitamos temer que Dios no
responderá a nuestra búsqueda. Él ve en cada alma que está buscándole una gran posibilidad. “El que a
mí viene, no le echo fuera”.235
Pasemos un momento, una vez más, con Juan, nuestro hipotético miembro de iglesia. En el capítulo
seis lo encontramos en una situación de conflicto. Allí, seguido a una experiencia que lo despertó a sus
necesidades espirituales, el Espíritu Santo pudo convencerle de pecado, y él comenzó a sacar algunos
pecados específicos de su vida. Luego, en cierto punto, sugerimos que se había confrontado con una
práctica pecaminosa que tenía un fuerte arraigo en él. El yo empezó una obstinada resistencia, y como
resultado, una ruda batalla comenzó en el corazón de Juan.
Justo aquí vamos a detenernos para analizar las facultades envueltas en esta batalla.
1.- El Intelecto, por el cual nos referimos a las facultades de percibir, entender, juzgar y razonar.
2.- Las Sensibilidades, por la cuales nos referimos a los deseos, sentimientos, emociones, impulsos y
otras.
3.- La Voluntad, la facultad de escoger, de decidir.
Veamos cómo estas facultades están envueltas en la batalla que se libra en el corazón de Juan.
Asumamos que el proceso comienza con las facultades del intelecto. A medida que el Espíritu Santo
trabaja con Juan, trae a su atención, a su facultad de percepción, cierto pecado alrededor del cual ruge
la batalla. Cuando Juan entiende la situación, la razón le dice que debería deshacerse de ese pecado.
Pero ya sus facultades sensibles – sus deseos, emociones, impulsos – han reaccionado. Y de una manera
no incierta, le notifican que están totalmente en contra de la práctica de rendirse, y que combatirán la
idea hasta el amargo fin.
La razón dice: Ese hábito es una barrera entre tú y Jesús. A menos que estés dispuesto a entregarlo,
nunca podrás nacer de nuevo. Nunca podrás ver el cielo, a menos que rindas esto.
Pero el deseo argumenta. ¿Por qué deberías ser tan tonto para tirar fuera una práctica que disfrutas
mucho? Esta es una de las cosas que más te trae satisfacción. Si sigues entregando todas esas cosas a
Jesús, muy pronto tu vida será algo tan descolorido y vacío como una isla desierta.
Así es que la razón y la lógica urgen a Juan en una dirección y los sentimientos y deseos en otra.
Resolviendo la Batalla.-
¿Cómo se resuelve esta batalla? Solo de una manera: por la voluntad. La voluntad debe entrar en acción
y tomar una decisión.236
En cada acto de nuestras vidas, cientos de veces al día, este proceso se efectúa en situaciones morales y
no morales. Muchas veces el proceso es tan breve, tan automático, tan sin importancia, que no lo
reconocemos. Algunas veces está cargado con consecuencias eternas, tales como la que hemos
propuesto para nuestro imaginario Juan.
Hay otro factor importante que debe ser reconocido acá. La voluntad humana es libre, pero débil,
limitada, e infectada por el pecado.237 Por consiguiente, un hombre no puede salvarse a sí mismo del
pecado porque a fin de hacer esto, él debe usar su voluntad. No obstante, una voluntad que es el mismo
foco de su infección mortal, está naturalmente dirigida hacia el mal más que al bien. Como Pablo
observó, los hombres no consagrados e irregenerados “están cautivos a la voluntad de él [de
Satanás]”.238 “Si fuésemos abandonados a nuestras propias inclinaciones para ir adonde nos condujese
236
“La expulsión del pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del
dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad clamamos por un poder
exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los
dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad de Dios”. DTG:431-432; Maranata:89.
237
“En la vida de todo hombre se manifiesta el resultado de haber comido del árbol del conocimiento del bien y del mal.
Hay en su naturaleza una inclinación hacia el mal, una fuerza que solo, sin ayuda, él no podría resistir”. Ed:29.
238
2 Tim. 2:26.
Pág. 46
nuestra voluntad, caeríamos en las filas de Satanás y llegaríamos a poseer sus atributos”.239 “Por medio
de la voluntad, el pecado retiene su dominio sobre nosotros”.240
En este punto estamos en aprietos. La voluntad es la que decide si vamos a ser dominados por el
pecado o lo vamos a expulsar del alma. Sin embargo, la voluntad natural está inclinada a hacer la
voluntad de Satanás. Por otra parte, es demasiado débil para hacer el bien aun cuando deseamos
tornarnos en esa dirección. “Porque tengo el querer”, exclamó Pablo, “mas efectuar el bien no lo
alcanzo”.241 Por lo tanto, tratar de hacer el bien por nosotros mismos, es contrario a la naturaleza. Es
auto-destrucción. Es una máquina pulverizándose a sí misma.
El drama de tal situación, es ilustrado por una niña pequeña, que frecuentemente se encontraba
haciendo travesuras. La madre, que muy a menudo le parecían que éstas eran inexcusables, disciplinaba
a su pequeña. Pero parecía surtir poco efecto.
En una ocasión, después que la pequeña María había sido demasiado molesta, la madre le dio un severo
sermón. María empezó a darse cuenta de la naturaleza de su mala conducta, llegó al arrepentimiento, y
prometió ser una niña buena.
Por un tiempo todo marchó bien. Entonces la madre empezó a notar que María estaba volviendo a sus
antiguos caminos otra vez.
Esperando que un recordativo de su promesa sería suficiente para poner a María en orden, la madre le
dijo: “María, tu has sido una buena niña por un tiempo. ¿Por qué no puedes permanecer de esa manera?
“Oh, mama”, respondió, “no puedo porque me canso”.
Este es el resultado, cuando tratamos de vencer nuestros pecados por nosotros mismos. Llegamos a
cansarnos por la tensión de una constante batalla, la cual particularmente no deseamos pelear. Nos
cansamos y después de un tiempo, nos retiramos.
No obstante, es posible para una persona obedecer a Dios, sin tensión, sin un sentimiento de que debe
obedecer, sino más bien queriendo obedecer.
Justamente aquí hay un área vitalmente importante, de hecho, fundamental en nuestra respuesta a la
pregunta suscitada en el capítulo anterior. ¿Cómo rindo el yo a Dios?
“Muchos dicen: ‘¿Cómo hago la entrega de mi yo a Dios?’ Deseáis entregaros a Él, mas sois
moralmente débiles, sujetos a la duda y dominados por los hábitos de vuestra vida de pecado… El
conocimiento de vuestras promesas no cumplidas y vuestros votos quebrantados debilita vuestra
confianza en vuestra propia sinceridad y os induce a sentir que Dios no puede aceptaros; mas no
necesitáis desesperar. Lo que necesitáis comprender es la verdadera fuerza de la voluntad. Este es el
poder que gobierna la naturaleza del hombre; es el poder de decidir, de elegir”.242
Luego, Ellen White hace una declaración enormemente significativa: “Todas las cosas dependen de la
correcta acción de la voluntad”.243
Además escribe:
“Dios ha dado a los hombres el poder de elegir; depende de ellos el ejercerlo. No podéis cambiar
vuestro corazón, ni dar por vosotros mismos sus afectos a Dios; pero podéis elegir servirle. Podéis darle
vuestra voluntad, para que él obre en vosotros, tanto el querer como el hacer, según su voluntad. De ese
modo vuestra naturaleza entera estará bajo el dominio del Espíritu de Cristo, vuestros afectos se
concentrarán en él y vuestros pensamientos se pondrán en armonía con él”.244
239
DTG:296.
240
DMJ:55.
241
Rom. 7:18, SRV.
242
CC:47; traducción directa del inglés:47.
243
CC:47.
244
CC:47.
Pág. 47
Imaginemos una gigante grúa electromagnética, diseñada para levantar fragmentos de hierro. El
operador agita la grúa alrededor y suelta la cabeza sobre el metal. Pero nada pasa. O tal vez dos o tres
kilos de metal sean atraídos.
Entonces el operador pulsa un interruptor que permite que la electricidad fluya por el aparato. Ahora
cuando él manipula sus palancas y levanta el electromagneto, cientos de kilos de hierro son alzados por
él.
La enorme diferencia entre la cabeza que no tiene poder y un que puede levantar cientos de kilos, está
en la corriente eléctrica. Fluyendo a través del cable que rodea el núcleo magnético del aparato, la
corriente crea un poderoso imán.
Energizando la Voluntad.-
Así ocurre con la voluntad humana. Por sí misma tiene un muy pequeño o ningún poder para confrontar
efectivamente el pecado, o para hacer la voluntad de Dios. Pero cuando el Espíritu Santo inunda la
vida, la voluntad divina energiza a la humana.
Entonces el individuo puede hacer todas las cosas a través de Cristo quien lo fortalece. “Cuando la
voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente”.245
El hombre, entonces, por su propia voluntad no puede rechazar el mal y hacer el bien. No puede
hacerlo más de lo que el etíope puede cambiar su piel, o el leopardo sus manchas. Pero puede colocar
su voluntad bajo el control de Dios.
“En la obra de la redención no hay compulsión. No se emplea ninguna fuerza exterior. Bajo la
influencia del Espíritu de Dios, el hombre está libre para elegir a quien ha de servir. En el cambio que
se produce cuando el alma se entrega a Cristo, hay la más completa sensación de libertad. La expulsión
del pecado es obra del alma misma. Por cierto, no tenemos poder para librarnos a nosotros mismos del
dominio de Satanás; pero cuando deseamos ser libertados del pecado, y en nuestra gran necesidad
clamamos por un poder exterior y superior a nosotros, las facultades del alma quedan dotadas de la
fuerza divina del Espíritu Santo y obedecen los dictados de la voluntad, en cumplimiento de la voluntad
de Dios”.246
Tomemos un momento para notar un pensamiento esencial de esta declaración: “Cuando deseamos ser
libertados del pecado” y clamamos por liberación, entonces el poder viene a energizar la voluntad. Si
no lo deseamos realmente, si tenemos reservas y no deseamos rendirnos genuinamente, nuestras
voluntades no serán fortalecidas para expulsar el pecado del alma. Una gran cantidad de personas
quieren tener una relación victoriosa con Cristo, pero no tienen la voluntad de hacerlo. “Hasta que
estemos dispuestos, la gracia transformadora de Dios, no podrá manifestarse en nosotros”.247
“Cristo está pronto para libertarnos del pecado, pero no fuerza la voluntad; y si por la persistencia en el
pecado la voluntad misma se inclina enteramente al mal y no deseamos ser libres, si no queremos
aceptar su gracia, ¿qué más puede hacer? Hemos obrado nuestra propia destrucción por nuestro
deliberado rechazo de su amor”.248
245
PVGM:268.
246
DTG:431-432.
247
DMJ:121; traducción directa del inglés:143. “Mediante la fe y la oración, todos pueden cumplir los requerimientos del
Evangelio. Ningún hombre puede ser obligado a pecar. Primeramente debe ser ganado su propio consentimiento; el alma
debe proponerse el acto pecaminoso antes de que la pasión pueda dominar a la razón o la iniquidad triunfar sobre la
conciencia. La tentación, por fuerte que sea, no es nunca excusa para pecar. ‘Los ojos de Jehová están sobre los justos, y
atentos sus oídos al clamor de ellos’. Clama al Señor, alma tentada. Échate, impotente, indigna, en brazos de Jesús, y echa
mano de su auténtica promesa. El Señor oirá. Él sabe cuán fuertes son las inclinaciones del corazón natural, y ayudará en
cada momento de tentación”. MJ:65; 5T:165.
248
CC:33.
Pág. 48
“Permita que un solemne e inalterable propósito tome posesión de usted, y resuelva en la fuerza y
gracia de Dios, que de aquí en adelante, para siempre, vivirá para Él y que ninguna consideración
terrenal podrá persuadirle a repudiar la ley divina de los diez mandamientos”.249
Esta transacción, entonces no es pasiva de nuestra parte. No es un simple: “Dios toma mi voluntad. Yo
solamente te permito hacerlo”. Es una transacción activa: “Señor, aquí está mi voluntad, te la entrego.
Por favor tómala y haz lo que necesites hacer. Deseo que tu voluntad sea hecha en mí. Me rindo a Ti
para cooperar totalmente contigo”.
Cuando se hace esta decisión, el alma ha encontrado la respuesta a la pregunta: ¿Cómo haré para
rendirme a Dios?
“El amor es la cosa más grande del mundo”, dijo A. J. Gordon, “pero la fe es lo primero”. Si esto es así,
entonces la fe debería haber sido el tema de nuestro primer capítulo. Sin embargo, el desarrollo de
nuestra investigación requirió que esperara hasta ahora.
A. J. Gordon estaba totalmente correcto. Tan pronto como la fe alborea en el alma, origina en el
individuo el contemplar a Jesús, lo cual es el umbral de la vida cristiana. Cuado él se rinde a Cristo, el
Espíritu Santo toma posesión de la vida y empieza a transformarla. Entonces aparecen los frutos del
Espíritu: “Amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, mansedumbre, dominio propio”.250
La fe es absolutamente necesaria para el cristiano. Somos aceptados por Dios, únicamente sobre la base
de la justicia que es nuestra por nuestro ejercicio de la fe.251 Es nuestra fe en Cristo, la que hace posible
para Él, efectuar la obra de santificación en nuestras vidas.252 No podemos siquiera acercarnos a Dios
en oración sin aunque sea un átomo de fe.253
Pero muchos quienes podrían vivir la vida cristiana, parecen ver la fe como algo que Dios reparte
escasamente a gente especial. Para algunos esta es una especie de ilusión, un concepto misterioso que
requiere que uno haya estudiado teología para entenderlo, que para poseerlo sea un místico o un
visionario, o tal vez para una persona muy sencilla. Otros ven la fe, como un tipo de atributo mágico
que capacita a su poseedor para tener experiencias fuera de lo común.
La Simplicidad de la Fe.-
A causa que tenemos estas y otras ideas incorrectas sobre la fe, también muchos cristianos fallan en
comprender lo que Ellen White llama: “La sencillez de la verdadera fe”.254
Para mí, una de las mejores ilustraciones de esta fe sencilla que estamos intentando describir, es dada
por I. H. Evans, un antiguo vicepresidente de la Asociación General.
Por sus funciones de vicepresidente el pastor Evans tenía que viajar mucho. Cada vez que regresaba a
casa tenía la costumbre de traer un pequeño regalo a cada uno de sus hijos, así que ellos adquirieron el
hábito de la expectación.
Llegado a casa de un viaje, tarde en la noche, él se fue a la cama sin despertar a los pequeños para que
supieran que había regresado.
A la mañana siguiente, estaba en su patio, cuando su niño menor vino corriendo hacia él gritando:
“¡Hola papi! ¡Hola papi!”
El pastor Evans alzó a su hijo y lo saludó. Entonces el niño preguntó: “Papi, ¿qué me trajiste esta vez?”
249
FCV:82.
250
Gál. 5:22.
251
Rom. 4:4-6.
252
Hechos 26:18.
253
Heb. 11:6.
254
MJ:109.
Pág. 49
Entonces el pastor Evans se pregunta: “¿Cómo pudo este pequeño niño salir gritando con gozo cuando
no había visto la naranja, no la había olfateado, ni sabía dónde estaba? Por razón de su fe en mi palabra.
Él creyó. Su fe lo llevó a la posesión”.256
Esto es fe, fe sencilla. Es el tipo de fe que todos debemos poseer en Dios. Es el creer confiadamente en
Dios, quien no puede mentir y quien no engaña, y actuar sobre esa creencia.
Ellen White describe dos incidentes en su experiencia que ilustran “la sencillez de la verdadera fe”.
Ella tenía una hermana llamada Elizabeth, quien parecía no ser capaz de entender la fe. Ella estaba
sufriendo de una salud pobre, así que la hermana White le escribió diciéndole: “Pide cualquier cosa que
quieras, que esté dentro de mi capacidad obtener, para tu comodidad, y lo tendrás”.
Creyendo lo que Ellen decía, Elizabeth le escribió respecto a una silla de ruedas que ella pensaba que le
sería muy útil. Entonces eligió una silla, antes de enviarle la respuesta a Elle, confiando que su hermana
la pagaría.
“¿Cómo es eso?”, observó Ellen, “que ella pudo creer en mi palabra y todavía no pueda creer en las
promesas de Jesús?”257
En la misma publicación, ella cuenta de una hermana adventista en Oakland, California, quien se había
estado lamentando de su falta de fe en Dios. Esta mujer en una ocasión recordó a la Sra. White, que ella
le había prometido darle un ejemplar de los Testimonios, tomo cuatro, cuando fuera revisado y
ampliado.
“¿Lo dije?” preguntó la hermana White. ¿Y usted realmente creyó eso?”
“Ciertamente” fue la respuesta.
“¿Por qué usted pensó así?” respondió la hermana White. “¿No es extraño que usted pensara que yo
haría eso simplemente porque se lo prometí?”
La mujer la miró atónita. Entonces la Sra. White le puntualizó: “¿Cómo es posible que usted pueda
confiar en una promesa mía, pero no puede confiar en la palabra de su Padre celestial? ¿Cómo es que
usted puede tener fe en una pobre y falible mortal, y no puede depender del inmutable Dios? Yo he
olvidado mi promesa; pero Dios nunca olvida. ¿Por qué no puede tomar Su palabra, como toma la
mía?”
Estos tres incidentes nos ayudan a formular una definición de fe: Fe es una completa creencia en Dios,
una segura expectativa de que Él cumplirá Sus promesas, un confiado abrir del corazón y las manos
para recibir lo que Él da. Fe no es fe si falta alguno de estos tres elementos.
255
Eran días donde las naranjas no se conseguían con facilidad en ciertas áreas como ahora.
256
Citado en The Preacher and His Preaching [El Predicador y Su Sermón], páginas 86-87.
257
RH, 19 de Marzo de 1889.
Pág. 50
Muchos dicen creer en Dios, pero no pasa de ser una simple creencia intelectual. Han sido enseñados
que hay un Dios, o han visto evidencia en la Biblia, en la naturaleza, en la ciencia o en la experiencia,
de que Él existe. Pero su creencia se detiene ahí.
La fe va más allá de esto. Incluye la confiada expectación de que Él, por ejemplo, nos dará plena
victoria sobre nuestros pecados, de que Él nos suplirá con amor por otros del cual carecemos, de que Él
nos ayudará a vencer la envidia, el orgullo, la malicia, los celos, un temperamento acelerado, y
cualquier otra falla. Es una actitud que nos dirige a aceptar sin ninguna duda su promesa que Él
proveerá para cada una de nuestras necesidades y nos ayudará en cada emergencia cuando estamos
plenamente entregados y totalmente obedientes a Él. “La fe verdadera se apoya en las promesas
contenidas en la Palabra de Dios, y únicamente quienes obedezcan a esta Palabra pueden pretender que
se cumplan sus gloriosas promesas”.258
Fe es esa actitud de expresar buena disposición hacia Dios, que nos lleva a abrir nuestros corazones y
nuestras mentes de modo que Él puede hacer por nosotros lo que Él desea hacer. La fe hace posible a Él
hacer lo que desea hacer.
Fe es esa incuestionable seguridad que produjo que Abraham dejara la casa, los amigos, la prosperidad,
la seguridad, para deambular durante la vida y para morir al final, todavía anticipando, pero sabiendo
que Dios no le fallaría.
Fe es esa confianza que motivó a un Job, agobiado por furúnculos, en su pila de ceniza y reducido a la
penuria a exclamar: “Aunque Él me matare, en Él esperaré”.259
F es esa seguridad total en Dios, que le permitió a Pedro dormir profundamente la noche anterior, al día
que se suponía iba a ser ejecutado.
Pero, dice usted, he oído antes esas ilustraciones y similares, y sé que lo que enseñan es verdad. Pero a
mí todavía me parece que no tengo fe. Como resultado estoy débil, sin poder espiritual, mi seguridad
sobre mis pecados perdonados es ondulante, soy incapaz de testificar con confianza en Dios, y no tengo
una firme seguridad de la salvación.
Las ilustraciones con que empezamos tuvieron que ver con fe en la gente. Vamos a pensar en el mismo
contexto para tratar de encontrar una respuesta a nuestro problema. Preguntemos: ¿Qué razones
podemos encontrar para no tener fe en una persona? Pensemos en dos.
Primero, nosotros no vamos a confiar a una persona algo valioso, a menos que conozcamos suficiente
acerca de ella como para confiar en ella. A manera de ejemplo, supongamos que una persona
completamente extraña, toca a mi puerta una tarde y me pide prestados $ 1.000.000. Hay, supongo, una
muy débil posibilidad que su explicación me pueda convencer lo suficiente como para prestarle ese
dinero. Pero lo más seguro es que le negaría su pedido. Pero un año más tarde puedo colocar en sus
manos, sin escrúpulos, las llaves de mi carro de $ 15.000.000. ¿Por qué? Porque en ese transcurso, lo
he conocido tan bien, que sé que es confiable y puedo estar seguro de él.
Una razón por la cual la gente no tiene fe en Dios es porque realmente no han llegado a conocerle.
Ellen White ha definido la fe como: “Asir la mano de Cristo en toda emergencia”.260 Pero usted no va a
entregarse en cualquier emergencia a alguien que no conoce. Por tanto, únicamente conocer a Dios
íntimamente, nos permitirá descansar tan confiadamente, como se ha descrito. Hemos discutido este
asunto en un capítulo previo.261
258
PE:72-73.
259
Job 13:15.
260
OE:276.
261
Por supuesto, al discutir esta faceta de la fe, no hemos querido decir que únicamente en emergencias iremos a Dios o
ejercitaremos fe en Él.
Pág. 51
La segunda razón por la cual no podemos tener fe en una persona es porque nos ha fallado antes. Con
los hombres, esto sucede a menudo; con Dios, nunca.
Hablando a Israel, Josué y Salomón, ambos establecieron que ni una sola palabra de todo lo que Dios
había prometido había fallado.262 Al final de una vida larga y llena de eventos, Pablo podía escribir de
Dios: “Él permanece fiel”263 y “porque fiel es el que prometió”.264 Nunca, si cumplimos las
condiciones, llegaremos a clamar que Dios nos ha fallado.
Podemos agregar otras dos razones por las cuales una persona falla en tener fe en Dios. Una es lo que
la Biblia llama “corazón malo de incredulidad”.265 El término es usado por Pablo para describir las
actitudes de los israelitas en el desierto, pero todavía se encuentra hoy.
“Muchos recuerdan a los israelitas de antaño, y se maravillan de su incredulidad y murmuración,
creyendo que ellos no habrían sido tan ingratos; pero cuando se prueba su fe, aun en las menores
dificultades, no manifiestan más fe o paciencia que los antiguos israelitas. Cuando se los coloca en
situaciones estrechas, murmuran contra los medios que Dios eligió para purificarlos. Aunque se suplan
sus necesidades presentes, muchos se niegan a confiar en Dios para el futuro, y viven en constante
ansiedad por temor a que los alcance la pobreza, y que sus hijos tengan que sufrir a causa de ellos.
Algunos están siempre en espera del mal, o agrandan de tal manera las dificultades que realmente
existen, que sus ojos se incapacitan para ver las muchas bendiciones que demandan su gratitud. Los
obstáculos que encuentran, en vez de guiarlos a buscar la ayuda de Dios, única fuente de fortaleza, los
separan de él, porque despiertan inquietud y quejas”.266
Otra razón que podemos observar como una causa para carecer de fe en Dios es la falta de voluntad
para cumplir con las condiciones puestas para recibirla, pues la fe es, primeramente, un regalo.267 Estas
diversas condiciones las hemos discutido en capítulos previos.
Desarrollando Fe.-
¿Cómo desarrollamos fe? Bien, ¿cómo desarrollamos confianza en un nuevo amigo? Lo escuchamos
hablar y aprendemos su filosofía de vida, y sus valores morales y éticos. Observamos si su línea de
acción concuerda con su profesión. Escuchamos la evaluación que otros hacen de él, en su experiencia
con él.
Normalmente no comenzamos a evaluar a nuestro amigo consciente y racionalmente. Esto viene como
un resultado de estar viéndolo bajo una serie de variadas circunstancias, y discutiendo con él un amplio
espectro de temas. En otras palabras, aprendemos de su carácter en el proceso normal de la vida.
Yendo más allá, llegamos a conocer la autenticidad, la honestidad y el grado de fiabilidad de un amigo,
bajo una prueba. Nuevamente, eso es algo generalmente que no planeamos deliberadamente. Sucede de
manera casual y fortuita. Pero a menos que este proceso ocurra, no podremos realmente conocer si él es
confiable, generoso, compasivo, ayudador, y tanto más.
No se producirán muchas oportunidades de aprender lo que él es, a menos que estemos envueltos
específicamente con él.
Una ilustración: Suponga que alguien me comenta que un amigo mío es un buen mecánico, lo cual yo
no lo soy. Empiezo a notar que mi carro no está funcionando como debería y digo: “Bill, ¿podrías venir
y dar un vistazo a mi carro uno de estos días? Parece que no está trabajando bien”. “Muy bien, cuando
quieras”.
262
Josué 23:14; 1 Reyes 8:56.
263
2 Tim. 2:13.
264
Heb. 10:23.
265
Heb. 3:12.
266
PP:299.
267
Rom. 12:3; Heb. 12:2.
Pág. 52
Yo nunca podría realmente saber si es un buen mecánico o no, hasta que le diga: “Bill, pienso que mi
carburador no está trabajando bien. ¿Podrías ayudarme esta tarde? A lo que él contesta: “Si, estaré a las
tres en punto”.
Cuando llega a las tres, eficientemente trabaja en mi carro y lo arregla, estoy aprendiendo algo acerca
de Bill. Una cosa que estoy aprendiendo es que puedo confiar en él.
Es lo mismo con Dios. Con frecuencia, estamos totalmente con Él de una manera demasiado vaga,
demasiado general. Le decimos: “Señor, me gustaría que me ayudaras”. Hacemos nuestras peticiones
tan generales que no hay manera de descubrir si Él nos la otorga o no. ¿Cómo puede la fe desarrollarse
bajo esas condiciones?
Dios está más interesado en ayudarnos y mucho más capaz de hacerlo que lo está un amigo. Está
ansioso de mostrar Su voluntad de ayudarnos. “Probadme ahora en esto, dice Jehová de los
ejércitos”.268 Es verdad que, en el contexto, Malaquías está escribiendo sobre diezmos y ofrendas. Pero
estoy seguro que podemos hacer una aplicación en otras áreas. Dios no promete ayudar y bendecirnos
únicamente sobre la base de nuestra generosidad con nuestro dinero.
Cuando probamos a Dios, Él ayuda. Y es visto como digno de confianza. Nuestra fe en Él crece.269
Recordemos la declaración confiada de Pablo, después de largos años de servicio a Cristo: “Estoy
seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día”.270 ¿Por qué? “Porque yo sé a quién he
creído”.
La fe está estrechamente relacionada con el poder de elegir; con un acto de la voluntad. A veces
requiere un deliberado esfuerzo de la voluntad expulsar la duda de la mente y decidir creer en Dios y
confiar en Él.
Hemos aprendido como es Dios a través de la revelación de Su Palabra. Hemos experimentado las
bendiciones, la paz, el gozo y la libertad, que vienen a través de Jesús. Ahora, debemos
intencionalmente colocar nuestra confianza en Él, pase lo que pase.
“Es nuestro privilegio como hijos de Dios mantenernos firmes en la profesión de nuestra fe, sin ser
conmovidos. A veces el engañoso poder de la tentación parece exigir hasta el máximo nuestra fuerza de
voluntad, y ejercer fe parece completamente contrario a todas las evidencias del sentido o la emoción;
pero nuestra voluntad debe mantenerse del lado de Dios. Debemos creer que en Jesucristo se
encuentran la fuerza y la eficiencia duraderas”.271
“A algunos les es difícil ejercer fe, y se colocan a sí mismos del lado de la duda. Los tales pierden
mucho por su incredulidad. Si controlaran sus sentimientos y no permitieran que la duda proyectara una
sombra sobre su mente y la mente de otros, ¡cuánto más felices y más útiles serían!”.272
Podemos, entonces, escoger confiar en Dios. Habiendo establecido en nuestros corazones y mentes que
Él es verdad, debemos colocar nuestras mentes en actitud de confianza en Él. Este consejo es cierto
tanto sicológicamente, como espiritualmente. Peter Boehler, un amigo moravo de John Wesley, le
aconsejó: “Viva por fe, hasta que tenga fe”.
Ellen White da la misma clase de consejo:
“Si desea tener fe, exprese fe con sus palabras; hable de esperanza, y hágalo con alegría”.273
268
Mal. 3:10.
269
“Dios puede y quiere conceder a sus siervos toda la fuerza que necesitan, y darles la sabiduría que sus variadas
necesidades demanden. Él hará más que cumplir las más altas expectaciones de los que confían en él”. HAp:197.
270
2 Tim. 1:12.
271
2MCP:714.
272
7A:229; traducción directa del inglés:1110; Biblia de Estudios:50.
273
1T:605.
Pág. 53
“Los que hablan de fe y cultivan la fe, tendrán fe, pero los que albergan y expresan dudas, dudas
tendrán”.274
“tenéis que hablar de la fe, tenéis que vivir la fe, tenéis que practicar la fe, para que se os aumente la fe.
Ejerciendo esa fe viviente creceréis hasta ser hombres y mujeres fuertes en Cristo Jesús”.275
“La fe es sencilla en su acción y poderosa en sus resultados. Muchos cristianos, que tienen un
conocimiento de la sagrada Palabra y creen en su verdad, fallan en la confianza infantil que es esencial
para la religión de Jesús. No alcanzan a otros con ese toque peculiar que produce la virtud de curar el
alma”.276
Ellen White da otros dos requisitos necesarios para la fe: “Para que la fe de un hombre sea fuerte, debe
pasar mucho tiempo con Dios en oración secreta”.277
“A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la Palabra”.278
Cerraremos con una palabra de advertencia, exhortación y seguridad. Primero, las palabras de
advertencia y exhortación:
“Si resistimos las pruebas y logramos triunfar sobre las tentaciones de Satanás, entonces soportaremos
la prueba de nuestra fe, la cual es más preciosa que el oro, y quedaremos más fuertes y mejor
preparados para sobrellevar pruebas ulteriores. Pero si nos acobardamos y cedemos a las tentaciones de
Satanás, nos volveremos más débiles, no recibiremos recompensa por la prueba, y no estaremos tan
bien preparados para resistir lo que nos sobrevenga después. Así nos iremos debilitando cada vez más,
hasta que Satanás nos lleve cautivos a su voluntad”.279
“Precisamente el tiempo más apropiado para ejercer fe es cuando nos sentimos privados del Espíritu.
Cuando parecen asentarse densas nubes sobre la mente, es cuando se debe dejar que la fe viva atraviese
las tinieblas y disipe las nubes”.280
Luego entonces está esta declaración: “La fe crece gracias a los conflictos que tiene con las dudas”.281
Palabras de Promesa.-
Las palabras de promesa vienen del Deseado. Luego de su descripción de la ascensión de Jesús sobre el
Monte de los Olivos, Ellen White nos dice cómo los discípulos regresaron a Jerusalén en alegría y
triunfo, llenos de adoración y agradecimiento con sus rostros radiantes de felicidad. Ella escribió:
“Los discípulos ya no desconfiaban de lo futuro. Sabían que Jesús estaba en el cielo, y que sus
simpatías seguían acompañándolos. Sabían que tenían un amigo cerca del trono de Dios, y anhelaban
presentar sus peticiones al Padre en el nombre de Jesús. Con solemne reverencia, se postraban en
oración, repitiendo la garantía: ‘Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora
nada habéis pedido en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido’.282
Extendían siempre más alto la mano de la fe, con el poderoso argumento: ‘Cristo es el que murió; más
aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros’283”.284
La misma seguridad que tuvieron los discípulos, podemos tenerla nosotros. Y también podemos
extender la mano de la fe más y más alto porque tenemos un Salvador viviente y amante, que puede
274
5T:282.
275
7A:240; Biblia de Estudios:98.
276
6CBA:1073; Biblia de Estudios:204-205.
277
4T:232.
278
Ed:253-254.
279
PE:46.
280
PE:72.
281
2MCP:700.
282
Juan 16:23-24.
283
Rom. 8:34.
284
DTG:772.
Pág. 54
ayudarnos a vencer cada pecado, a pasar cada emergencia, hacer cada labor, pregunta que pueda
levantarse, y permanecer hasta el fin, victoriosos ante el trono.
Capítulo 12: Un Asunto de Sentimientos.-
Los sentimientos, por los cuales nos referimos a las emociones, son una parte de la vida. No somos
máquinas desapasionadas, o autómatas sin alma. En varios grados y ocasiones, sentimos alegría o
tristeza, confianza o ansiedad, desagrado o satisfacción, enojo o agrado. Las situaciones y condiciones
a nuestro alrededor – nuestro propio pensamiento y las fluctuaciones de nuestra bioquímica –
engendran ciertos sentimientos a los cuales respondemos en mayor o menor grado. Nuestra respuesta
depende del dominio propio que tengamos, de las condiciones nerviosas del momento, de la norma de
hábitos que hayamos desarrollado con respecto a eso, y otros aspectos más.
Debido a que los sentimientos son tan íntimos, tan penetrantes, tan potencialmente preocupantes, tan
influyentes sobre nuestros pensamientos y acciones, el cristiano desea saber cuál es la actitud que debe
tomar hacia ellos.
Algunos tienen sentimientos más fuertes que otros. Y algunos están regidos por sus sentimientos más
que otros. Pero con frecuencia, no es tanto el hecho que unos tengan sentimientos más fuertes que
otros, como el que ellos no han aprendido a controlarlos. Un defensor en un juicio, abogaba ante el juez
diciendo que había actuado bajo “un impulso incontrolable”. El juez contestó que un impulso
incontrolable es simplemente un impulso no controlado.
Por supuesto que hay dos grandes categorías de sentimientos: los buenos y los malos. Aun los buenos
necesitan ser controlados. Por ejemplo, la generosidad es un buen impulso. Pero uno puede ser
generoso al punto de sumir en necesidad a su propia familia. En este capítulo, estamos preocupados con
los malos, los sentimientos indeseables desde la perspectiva de la victoria cristiana. Hay sentimientos
que el mundano y aun el cristiano nominal, no ve la necesidad ni la posibilidad de vencer, los cuales el
cristiano victorioso – quiero decir quien conquista cada tendencia heredada y cultivada al mal –
vencerá en la fuerza de Jesús.
Los sentimientos indeseables (tanto como los deseables), brotan de dos orígenes o causas: las
personales o internas, y las externas. Las personales pueden dividirse en dos categorías: físicas y
emocionales. Las físicas pueden ser: enfermedad, dolor de cabeza, hambre, dieta pobre o excesiva,
insomnio, cansancio, o simplemente uno de los muchos ciclos a que el cuerpo humano es sometido.
Los emocionales pueden ser por ejemplo, una perturbación de la conciencia acompañada con su
respectivo sentido de culpabilidad.
Las causas externas pueden incluir miembros de la familia, amigos, vecinos o empleados. Pueden ser
asociados por una situación laboral, finanzas y muchas otras.285
Tratar con las causas físicas para sentimientos indeseables puede ser bastante sencillo. Generalmente,
cuando tenemos hambre, comemos. El cansancio puede ser corregido por el descanso.286 Un dolor de
cabeza puede ser causado por la violación a alguna ley elemental, y ser rápidamente corregido.
Satanás, quien siempre está observando para sorprendernos fuera de guardia y atacarnos en nuestros
momentos de debilidad, no duda en atacarnos bajo estas circunstancias. Atacó a Cristo cuando el
285
“Si sienten que no se los trata debidamente, hay quienes se vuelven agrios, poco generosos, ásperos y descorteses en sus
palabras y comportamiento. Se hunden desanimados, llenos de odio y odiando a otros”. 7A:29; Biblia de Estudios:50.
286
Ellen White nos advierte a no llegar a estar excesivamente cansados, si podemos evitarlo. En esa condición de
agotamiento, Satanás puede usar nuestra tendencia a la irritabilidad y etc. a fin de tentarnos. “Satanás nos ataca en nuestros
puntos débiles, pero no es preciso que nos venza. Por severo o inesperado que sea el asalto, Dios ha provisto ayuda para
nosotros, y mediante su poder podemos ser vencedores”. PP:446; CV:110.
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Salvador estaba debilitado por cuarenta días de ayuno. Pero así como Él venció, también nosotros
podemos vencer en Su fuerza.
Una conciencia culpable es menos fácil de corregir, porque con frecuencia no damos los pasos
necesarios para arreglar las cosas que ocasionan ese sentimiento. Una conciencia culpable puede
encontrar verdadero socorro únicamente en Jesús.
“Descansad en el amor de Cristo y bajo su cuidado protector. Cuando el pecado lucha por dominar en
el Corazón, cuando la culpa oprime al alma y carga la conciencia, cuando la incredulidad anubla el
espíritu, acordaos de que la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Al
entrar en comunión con el Salvador entramos en la región de la paz”.287
Algunas veces igualmente difícil y a veces más difícil que deshacerse de la culpa, es tratar con los
problemas que tenemos con otros.288 Pero podemos recordar siempre que si, habiendo hecho todo lo
que podía hacerse, dejamos el asunto en las manos de Dios, Él hará el resto.
Dependiendo de la situación, nuestros sentimientos indeseables pueden ser: el disgusto, la depresión, la
autocompasión, el lastimar, el resentimiento, la irritabilidad, la impaciencia, los celos, la antipatía, la
hostilidad, la malicia, la envidia, el remordimiento, la ansiedad, o cualquier simple tristeza. El nombre
es legión. También debemos recordar que “muchos son infelices porque son impuros”.289
Estos sentimientos pueden resultar en enojarse fácilmente, en el cinismo, en chismes o en la
murmuración, en la denigración de otro, en la falta de cooperación. La lista es larga. Lo peor de todo,
es que al darles rienda suelta, ellas ocasionan la muerte de cualquier experiencia espiritual que una
persona pueda tener, o que se marchite el desarrollo de una.
¿Cómo es que el cristiano debe afrontar estas emociones indeseables, las cuales sabe que están
enraizadas en el pecado?
¿Puede una persona realmente controlar sus reacciones a sus sentimientos? Además, ¿puede él eliminar
los sentimientos equivocados? Cada persona que desea ser cristiana, sabe que, aunque pueda controlar
sus reacciones a un sentimiento pecaminoso, el sentimiento mismo es una falla espiritual.
La respuesta a la primera pregunta no es difícil:
“Muchos que no profesan amar a Dios controlan su espíritu hasta cierto punto sin la ayuda de la gracia
especial de Dios. Ejercen el autocontrol. Esto en verdad es una reprensión para los que saben que de
Dios pueden obtener fuerza y gracia, y sin embargo no manifiestan las gracias del Espíritu”.290
Una vez trabajé para un hombre que tenía el temperamento más equilibrado del que haya sido testigo.
Sucedían muchas cosas en el trabajo como para ponerlo nervioso y enojarlo. Pero ni una sola vez lo vi
manifestar un asomo de irritación. En una ocasión le comenté acerca de su dominio propio,
estableciendo que yo suponía que era persona serena por naturaleza.
“Yo tenía un temperamento explosivo” contestó. “Pero supe que tenía que vencerlo, así es que trabajé
sobre eso con la ayuda del Señor”. El resultado era evidente.291
287
MC:193.
288
Por supuesto que a menudo van juntos.
289
6T:60.
290
3T:368; 2MCP:128.
291
“La mansedumbre en la escuela de Cristo es uno de los frutos destacados del Espíritu. Es una gracia obrada por el
Espíritu Santo como santificador, y capacita a su poseedor para dominar en todo tiempo su temperamento duro e impetuoso.
Cuando la gracia de la humildad es practicada por los que naturalmente son de disposición áspera, y precipitada, harán los
más fervientes esfuerzos para subyugar su desdichado temperamento. Todos los días obtendrán el dominio propio, hasta que
resulte, vencido aquello que no es amable ni semejante a Cristo. Se asimilan al Modelo divino, hasta que pueden obedecer la
orden inspirada: ‘Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse’. Santiago 1:19”. RJ:256; RP:56.
Pág. 56
“Nadie entrará en el reino de Dios a menos que sojuzgue sus pasiones y rinda su voluntad en cautiverio
a Cristo”.292
“Ningún hombre o mujer impaciente entrará en las cortes del cielo. No debemos permitir que los
sentimientos naturales controlen nuestro juicio… Muchos quienes profesan la verdad, no parecen darse
cuenta que es una parte esencial de la religión el llegar a ser mansos y humildes, tiernos de corazón y
pacientes”.293
Hay algunos sentimientos que deben ser eliminados del alma, porque son pecaminosos aunque hay
otros que no son pecaminosos, pero que son el resultado de la debilidad humana. Ellos acecharán al
cristiano hasta que su vil cuerpo sea cambiado por uno glorificado. El odio, la envidia, la auto-
compasión, la irritabilidad, la impaciencia, el resentimiento, los celos, la malicia, y todo tipo de
sentimientos relacionados, deben ser erradicados de la vida. Ellos son del tipo de la lista de Pablo en
Gálatas 5:19-21. Son anticristianos. Echan a perder el carácter. Y únicamente un carácter inmaculado
será admitido en el reino puro de nuestro Señor. Se “exige pureza no solo de la vida exterior, sino
también en las intenciones secretas y en las emociones del corazón”.294
El desánimo, la depresión295, el pesimismo y emociones de ese tipo, son emociones que deben ser
decidida y determinadamente encaradas y conquistadas. No son pecaminosas en sí mismas. Pero ellas
socavan la fe, debilitan la resolución y conducen al pecado.
“Podría ser que sus sentimientos no siempre fueran gozosos; a veces las nubes podrían oscurecer el
horizonte de su experiencia; pero la esperanza del cristiano no reposa sobre el arenoso fundamento de
los sentimientos. Los que obran basándose en principios contemplarán la gloria de Dios más allá de las
sombras, y descansarán en la segura palabra de la promesa. No dejarán de honrar a Dios, por oscura
que parezca la senda. La adversidad y la prueba sólo le darán la oportunidad de manifestar su
sinceridad, a la vez que su fe y su amor.
Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia de que Dios haya cambiado. Él es ‘el
mismo ayer, y hoy, y por los siglos’296”.297
“Si queréis conocer el misterio de la piedad, debéis seguir la sencilla palabra de verdad, haya o no
sentimiento o emoción. La obediencia debe basarse en principios, y lo recto ha de seguirse bajo todas
las circunstancias”. Este es el carácter elegido por Dios para salvación”.298
Es evidente, entonces, que las emociones no deben ser consultadas como un barómetro del cual
depende nuestra relación con Dios. Ellas son como la marea que sube y baja por la atracción del sol y
la luna. Algunos incidentes, algunos recuerdos, alguna palabra, alguna mirada, alguna reacción
corporal, pueden llevar nuestros sentimientos a alturas de gozo o a profundidades de tristeza. En
conexión con esto, Spurgeon dijo: “Contemplé a Jesús y la paloma de la paz entró en mi corazón.
Contemplé la paloma y voló lejos”. Un cristiano no debe ser un hipocondríaco espiritual, vigilando
cada pulso del sentimiento”.299
292
RP:100.
293
RH, 21 de Febrero de 1888.
294
PP:317.
295
“Cuando la depresión se apodera del alma, eso no es evidencia de que Dios haya cambiado”. 2MCP:514.
296
Heb. 13:5.
297
2MCP:513-514.
298
FEC:224.
299
“Muchos cometen un grave error en su vida religiosa al mantener la atención fija en sus sentimientos para juzgar si
progresan o si declinan. Los sentimientos no son un criterio seguro. No hemos de buscar en nuestro interior la evidencia de
que Dios nos ha aceptado. No encontraremos allí otra cosa que motivos de desaliento. Nuestra única esperanza consiste en
mirar a Jesús… En Él está todo lo que puede inspirarnos esperanza, fe y valor. Él es nuestra justicia, nuestro consuelo y
regocijo”. 5T:186.
Pág. 57
“No son sus sentimientos ni sus emociones [buenas o malas], los que le constituyen hijo de Dios, sino
el hacer la voluntad de Dios”.300
“Un sentimiento agradable, satisfecho de sí mismo, no es una evidencia de santificación”.301
“En el corazón de Cristo, donde reinaba perfecta armonía con Dios, había perfecta paz. Nunca le
halagaban los aplausos, ni le deprimían las censuras o el chasco. En medio de la mayor oposición o el
trato más cruel, seguía de buen ánimo”.302
Así puede ser con nosotros.
Así como no hemos de buscar en nuestros sentimientos un indicador de nuestra relación con Dios,
tampoco debemos hablar de ellos con otros. Al expresar un sentimiento lo confirmamos, lo
fortalecemos y lo afianzamos. Decirle a otro que estamos deprimidos, tristes, chasqueados, lastimados
y demás, únicamente empeora las cosas.
“Si no os sentís de buen ánimo y alegres, no habléis de ello. No arrojéis sombra sobre la vida de los
demás. Una religión fría y desolada no atrae nunca almas a Cristo. Las aparta de él para empujarlas a
las redes que Satanás tendió ante los pies de los descarriados. En vez de pensar en vuestros desalientos,
pensad en el poder a que podéis aspirar en el nombre de Cristo. Aférrese vuestra imaginación a las
cosas invisibles. Dirigid vuestros pensamientos hacia las manifestaciones evidentes del gran amor de
Dios por vosotros. La fe puede sobrellevar la prueba, resistir a la tentación y mantenerse firme ante los
desengaños. Jesús vive y es nuestro abogado. Todo lo que su mediación nos asegura es nuestro”.303
“Cuando hablamos de desánimo y de pesar, Satanás escucha con un regocijo infernal; porque le agrada
saber que los ha sometido a esclavitud”.304
Es, pues, la firme obligación de cada cristiano perturbado por los sentimientos, enfrentar decididamente
cada emoción equivocada y dañina. Eso a menudo significa el resistir el pensamiento, el deseo, la
motivación, la actitud, detrás de ese sentimiento. Por ejemplo, la melancolía puede ser causada por
celos, envidia, o una ambición frustrada. A menos que se descubra la causa, la admitamos
honestamente y en la fortaleza de Cristo sea repudiada, hay únicamente un pequeño logro en la batalla
contra el sentimiento mismo. La raíz de la amargura debe ser destruida. Los sentimientos que se
enfrentan en esta forma desaparecerán gradualmente y serán olvidados.
Una palabra final de advertencia:
“No es prudente que nos miremos a nosotros mismos y que estudiemos nuestras emociones. Si lo
hacemos, el enemigo nos presentará dificultades y tentaciones que debiliten la fe y aniquilen el valor.
El fijarnos por demás en nuestras emociones y ceder a nuestros sentimientos es exponernos a la duda y
enredarnos en perplejidades. En vez de mirarnos a nosotros mismos, miremos a Jesús. Cuando las
tentaciones os asalten, cuando los cuidados, las perplejidades y las tinieblas parezcan envolver vuestra
alma, mirad hacia el punto en que visteis la luz por última vez”.305
Cada cristiano sabe que debería orar, pero no todo cristiano parece percibir con toda la profundidad,
cuán indispensable e importante es orar para la vida espiritual.306
300
5T:486; 1MCP:127; MJ:152.
301
7A:264; Biblia de Estudios:142.
302
DTG:297.
303
MC:388-389.
304
2MCP:511.
305
MC:193.
306
“La oración es el aliento del alma. Es el secreto del poder espiritual. No puede ser sustituida por ningún otro medio de
gracia, y conservar, sin embargo, la salud del alma. La oración pone al corazón en inmediato contacto con la Fuente de la
Pág. 58
Se ha dicho que la oración es el aliento del alma. Y no estamos exagerando cuando establecemos que
justamente como la respiración física es literalmente la diferencia entre la vida biológica y la muerte,
así la oración es literalmente la diferencia entre la vida espiritual y la muerte.
La persona nacida de nuevo que no comprende de manera práctica este hecho vital, no puede ser un
cristiano seguro, exitoso y victorioso. Además, él no será un cristiano, en el verdadero sentido de la
palabra por mucho tiempo. No puede serlo.
Por supuesto que fallar en la oración no es la única razón para la muerte espiritual. No obstante, quiero
volver a enfatizar que, fallar en la oración traerá el fin de la vital vida espiritual, tan ciertamente como
el faltar la respiración terminará la vida física.
La oración no es llamada el aliento del alma sin razón. Hay paralelos significativos entre la respiración
y la oración.
En una ocasión Jesús dijo a sus discípulos una parábola por la cual les enseñó la lección “sobre la
necesidad de orar siempre, y no desmayar”.307 Él estaba hablando, por supuesto, de perder el ánimo, de
desanimarse, el cual es un significado del término desmayar. Cuando uno falla en orar, pierde el ánimo.
El paralelo es evidente, por supuesto. Una razón por la que una persona desmaya físicamente es por
falta de aire. Y el cristiano “desmaya” espiritualmente pr la falta de “oxígeno” espiritual que viene a
través de la oración.
En Efesios308 el apóstol Pablo metafóricamente asemeja ciertos elementos importantes del cristiano a
las partes de una armadura, tal como era usada por los soldados de su tiempo. El cinturón lo asemeja a
la verdad; la coraza a la justicia; las sandalias al Evangelio, al mensaje de paz; el escudo lo ve como
comparable a la fe; el yelmo a la salvación; y la espada a las Escrituras.
La metáfora de Pablo no se extiende al próximo elemento que menciona. Pero si la figura que hemos
estado usando se le hubiera ocurrido a él, podría muy bien haberla usado.
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu”309, le exhortó luego al soldado
cristiano. Aplicando nuestra figura de la oración como el aliento del alma, reconocemos que el guerrero
en batalla que por alguna razón no respira adecuadamente, no puede pelear bien. Su capacidad de
resistencia es muy limitada, su fuerza pronto desaparece y es fácilmente vencido. “Sin la oración”, dice
Carl Henry, “todas nuestras virtudes son puestas en peligro, pero el orar las sostiene en la debilidad y
nos guarda del orgullo de la presencia de ellas”.310
Cada una de estas ideas nos da un concepto de cuán esencial es la oración para el cristiano.
La naturaleza esencial de la oración es enfatizada de otra manera a medida que continuamos
comparando el orar con el respirar. Podemos hacer hincapié de esta importancia al preguntar: ¿Cuántas
veces debo respirar en el día? ¿Una vez? ¿Dos? ¿Tres veces? ¿Cuatro veces? Las implicaciones de estas
preguntas, son, por supuesto en cierta manera, algo ridículas.
“Pero”, alguien pregunta, “¿está usted queriendo decir que debemos orar tan continuamente como
respiramos?”
vida, y fortalece los tendones y músculos de la experiencia religiosa. Descuídese el ejercicio de la oración, u órese
espasmódicamente, de vez en cuando, según parezca propio, y se perderá la relación con Dios. Las facultades espirituales
perderán su vitalidad, la experiencia religiosa carecerá de salud y vigor”. OE:268; MJ:248-249.
307
Luc. 18:1.
308
Efe. 6:13-17.
309
Efe. 6:18.
310
Christian Personal Ethics:582.
Pág. 59
Bien, ¿qué quiere decir Pablo cuando aconseja: “Orad sin cesar”?311 Sabemos que él quiere decir que
debemos tener una actitud continua, un completo espíritu de oración. Cuando la mente está ocupada
con los asuntos de la vida, hay una oración casi inconsciente desarrollándose, semejante a la música de
fondo que está tan penetrante en tantas tiendas y negocios de hoy. Y cuando la mente no está ocupada
en otras cosas, la oración surge al primer plano y llega a ser la música consciente del alma.312
“Mientras atendemos a nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el alma al cielo en oración.
Estas peticiones silenciosas suben como incienso ante el trono de gracia; y los esfuerzos del enemigo
quedan frustrados. El cristiano cuyo corazón se apoya así en Dios no puede ser vencido. No hay malas
artes que puedan destruir su paz. Todas las promesas de la Palabra de Dios, todo el poder de la gracia
divina, todos los recursos de Jehová, están puestos a contribución para asegurar su libramiento. Así fue
como anduvo Enoc con Dios. Y Dios estaba con él, sirviéndole de fuerte auxilio en todo momento de
necesidad”.313
“Podemos comulgar con Dios en nuestros corazones; podemos andar en compañerismo con Cristo.
Mientras atendemos a nuestro trabajo diario, podemos exhalar el deseo de nuestro corazón, sin que lo
oiga oído humano alguno; pero aquella palabra no puede perderse en el silencio, ni puede caer en el
olvido. Nada puede ahogar el deseo del alma. Se eleva por encima del trajín de la calle, por encima del
ruido de la maquinaria. Es a Dios a quien hablamos, y él oye nuestra oración”.314
Por supuesto, aun orando sin cesar se puede llegar a una rutina ritual, sin significado espiritual; un tipo
de religión hablándose a uno mismo. Puede estar tan vacía de contenido y vitalidad espiritual como lo
es la rueda de oración sin fin315 del budismo tibetano. Puede llegar a ser un hábito muerto de orar del
cual Dios se ha retirado hace tiempo. Porque orar es más, mucho más que palabras que están en la
mente. Orar es hablarle a Dios con el corazón. Se origina en lo más profundo del alma. Brota de una
experiencia con Dios.
Hasta el momento, he estado considerando principalmente la importancia de la oración. He escrito
básicamente teniendo al cristiano en mente. Ahora deseo volver al “cómo” del orar, lo cual nos
descubrirá algunos problemas que aun el cristiano de largo tiempo, ha tenido que confrontar algunas
veces. Simultáneamente espero hacer algunas sugerencias para aquellos que raras veces, tal vez nunca,
han orado antes, pero que desean ahora lograr esa experiencia con Dios.
Antes de avanzar, debemos ser conscientes de un obstáculo para la oración, que a menos que sea
removido, echará a perder todos nuestros esfuerzos para orar significativa y exitosamente.
El salmista señaló este punto: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me
habría escuchado”.316
Estas palabras deben ser examinadas cuidadosamente. El salmista no escribió: “Si yo hubiese sido un
pecador, el Señor no me habría escuchado”. El texto dice: “Si he acariciado el pecado”. Una persona
puede haber cometido media docena de asesinatos, robado dos docenas de bancos, cometido adulterio,
homosexualidad, caído diez mil veces. Pero si él viene en oración a Dios con genuino arrepentimiento,
311
1 Tes. 5:17.
312
“La vida de un verdadero cristiano es una vida de oración constante.
Él sabe que la luz y fuerza de un día no bastan para las pruebas y conflictos del siguiente. Satanás está de continuo
cambiando sus tentaciones. Cada día nos veremos colocados en circunstancias diferentes; y en las escenas desconocidas que
nos aguardan, estaremos rodeados de nuevos peligros, y constantemente asaltados por tentaciones nuevas e inesperadas. Es
únicamente por la fuerza y gracia recibidas del cielo como podemos esperar vencer las tentaciones y cumplir los deberes
que se nos presentan”. OE:270-271.
313
OE:267.
314
OE:271.
315
Mantra.
316
Salmo 66:18.
Pág. 60
con un corazón quebrantado, Dios lo perdonará.317 “Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado;
al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”.318
Por otro lado, a pesar que una persona haya tenido su nombre en los libros de la iglesia durante
décadas, si él viene a Dios alimentando un espíritu de resentimiento contra un hermano, él ha
desconectado la línea entre él y Dios. La línea puede únicamente ser reconectada cuando él esté
dispuesto a entregar su resentimiento.
Ahora, el “cómo” orar. Lo discutiremos en el contexto de una oración privada y personal, sobre las
rodillas, en el cuarto, el estudio, o en cualquier lugar donde encontremos privacidad con Dios. La
actitud y el hábito de “orar sin cesar” nacen de este tiempo compartido con Él.
Personalmente, cuando puedo, me gusta preparar mi mente y corazón para este tiempo especial de
comunión con Dios, leyendo algo apropiado de la Biblia o el Espíritu de Profecía y meditar un poco.
De esta manera mis pensamientos y emociones son alejados del trabajo u otras actividades, y son
sintonizados para tener comunión con el cielo. “La lectura de la Palabra de Dios prepara la mente para
la oración”.319
Pero suponga que no puedo conseguir el espíritu de oración. Esto significa que decido que: ¿no estoy
en la disposición para orar? ¿No tengo el sentimiento para orar? O, ¿no estoy en condiciones para
orar?, o ¿soy un pecador o un hipócrita para orar? ¿No hay razón para hacerlo? Por tanto, no voy a orar.
Lo que usted siente, o lo que usted es, no es el punto capital. El aspecto importante es: ¿Necesita orar?
¿Necesita a Dios? ¿Necesita la ayuda Divina? Con toda honestidad, sus respuestas deben ser Sí.
Ahora leamos esto:
“Nuestra gran necesidad es lo único que nos da derecho a la misericordia de Dios”.320
“No tenemos nada que nos recomiende a Dios; pero la súplica que podemos presentar ahora y siempre
es la que se basa en nuestra falta absoluta de fuerza, la cual hace de su poder redentor una
necesidad”.321
De modo que la misma condición de su mente y corazón, es la razón por la cual usted necesita orar.
Ahora, sobre sus rodillas, empiece a orar con un espíritu positivo de agradecimiento. Y no trate de
decirse a usted mismo que usted no tiene nada por lo cual ser agradecido. Supongamos que todo su
techo se cayó. Sí, pero usted está vivo. Dios está todavía ahí. Él es bueno. Le ama. Él está más que
esperando escuchar sus problemas y ayudarle. Y esté agradecido por el mismo hecho de orar que le da a
usted un canal hacia Dios. ¿No lo había descubierto?
Pero si usted siente que no puede ser agradecido – en vez de eso siente rebelión - ¡Ore! Mantenga su
necesidad al frente – “Señor, es así como me siento, pero Te necesito. Necesito Tu ayuda, la clase de
ayuda que solo Tú puedes dar”.
Ore en el nombre de Jesús. Es el intermediario autorizado por el cual nos acercamos al Padre. Dijo
Jesús: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré”.322
Ore con fe. Pero, dirá usted, ese es parte de mi problema. No parezco tener fe. Pero el mismo hecho de
que usted esté orando ciertamente indica que tiene algo de fe. ¡Cree que hay un Dios! Usted no trataría
de orar a “nadie o a nada”. En esa creencia, si no hay nada más, usted puede ejercer fe. Semejante al
317
“Es un hecho lamentable que el corazón que ha errado, no esté deseoso de ser censurado o a someterse a sí mismo a la
humillación por la confesión del pecado. Algunos ven sus faltas, pero pensando que la confesión disminuirá su dignidad,
excusan su mal y se autoprotegen de la disciplina que la confesión le daría al alma”. FEC:239-240.
318
Salmo 51:17.
319
MJ:381.
320
DTG:283.
321
DTG:283.
322
Juan 14:13.
Pág. 61
padre del muchacho poseído por el demonio, quien vino en agonía de espíritu a Jesús para que libertara
a su hijo, nosotros podemos decir: “Creo; ayuda mi incredulidad”.323
“Dios nos concederá toda la bendición necesaria, si se la pedimos con sencillez y fe”.324
“Forma parte del plan de Dios concedernos, en respuesta a la oración hecha con fe, lo que no nos daría
si no se lo pidiésemos así”.325
“Sed fervientes; sed resueltos. Presentad la promesa a Dios, y luego creed, sin una duda. No esperéis
sentir emociones especiales antes que os parezca que el Señor contesta. No indiquéis ningún modo
particular en que el Señor deba obrar por vosotros antes de creer que recibiréis las cosas que le pedís,
sino confiad en su palabra y dejad todo el asunto en manos del Señor, con la plena fe de que vuestra
oración será honrada y recibiréis la respuesta en el momento exacto y en la forma precisa en que
vuestro Padre celestial crea que es para bien vuestro; luego poned en práctica vuestras oraciones”.326
Pida para que la presencia del Espíritu Santo ablande e impresione su corazón. Pídale la contrición y el
arrepentimiento que usted necesita, para que le ayude a entregarse sinceramente a Dios.
No Desista.-
No, no llegue a desanimarse y a dejar de orar porque parezca no suceder nada la primera vez o las
primeras veces que ora. Algunas veces Dios debe poner ciertos mecanismos en acción para contestar
nuestras oraciones, o nos puede tomar tiempo el reconocer que realmente Él está obrando para
nosotros.327
Algunas veces Dios no contesta inmediatamente nuestras oraciones a fin de que seamos motivados a
examinar nuestra fe, nuestra sinceridad, nuestra real necesidad de lo que estamos pidiendo.
Hay otra razón:
“Dios no siempre responde nuestras oraciones la primera vez que lo invocamos. Si así lo hiciera,
daríamos por sentado que tenemos derecho a todas las bendiciones y favores que nos concede. En vez
de escudriñar nuestro corazón para ver si albergamos algún mal, si hay algún pecado fomentado, nos
volveríamos descuidados y dejaríamos de comprender nuestra dependencia de Dios y nuestra necesidad
de su ayuda”.328
Ore de acuerdo con la voluntad de Dios. Es fácil centrarse en el yo y en buscar lo mío en la oración. A
veces estamos tan concentrados en pensar qué deseamos, que olvidamos lo que Dios desea.
En nuestras oraciones podemos pedir protección frente a ciertas pruebas y peligros; podemos solicitar
ser guardados de la enfermedad, de la pérdida de la propiedad, o del trabajo, o de los amigos. Pero Dios
puede saber, que justamente la cosa de la que estamos pidiendo ser librados, es exactamente la
experiencia que necesitamos para salvar nuestras almas. Así que “no se haga mi voluntad, sino la
Tuya”329 debe ser el centro de cada plegaria. Esto significa que cada vez que oremos, rendiremos
nuestra voluntad a su voluntad. Las oraciones aceptables para Dios son las oraciones sin egoísmo.
323
Mar. 9:24.
324
5T:187.
325
CS:580.
326
MJ:121.
327
“Cada oración sincera recibirá una contestación. Tal vez no llegue ésta exactamente como deseáis, o cuando la esperéis;
pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en
el cansancio, en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais, pero siempre para vuestro bien”. OE:271-
272.
328
7A:97; Biblia de Estudios:350.
329
Luc. 22:42.
Pág. 62
Y en nuestra oración debemos colocar las cosas espirituales primero. “Mas buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia…”.330
Para todas las cosas, bajo toda circunstancia, orad. “Es imposible que el alma florezca cuando se
descuida la oración”.331 “Las tinieblas del malo cercan a aquellos que descuidan la oración”.332
No permita que sentimientos, circunstancias, ninguna condición, ninguna actitud, nada, lo desanime de
orar.333 La oración es el aliento, la vida del alma. “La oración es el medio ordenado por el cielo para
tener éxito en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano”.334
Quizás alguna vez hayamos visto, réplicas de pequeños monos japoneses sentados en una hilera. El
primero tiene sus manos sobre sus ojos para significar: no ver el mal. El segundo está cubriendo sus
oídos, denotando: no oír el mal. El tercero tiene sus manos sobre la boca indicando: no hablar el mal. El
cuarto – bien, no hay un cuarto, pero ¡debiera haberlo! Algún día, algún emprendedor talentoso pueda
diseñar un cuarto. Y será sentado al ladote los otros con las manos sobre su frente – no pensar el mal. Y
ese será el mono más importante de todos.
Por cuanto es esencial que no veamos, escuchemos y hablemos el mal, el mal en sí mismo tiene más
que ver con la mente que con las tres facultades sugeridas por la curiosa ilustración. Cuando no
pensamos lo malo, hay una buena posibilidad, efectivamente, que podamos evitar ver, escuchar y
hablar mal.
El cerebro es el foco y centro de nuestras entradas y salidas de información. Los ojos, los oídos, le
lengua, y los otros órganos sensoriales están conectados con el cerebro. El cerebro es el centro del
pensamiento. Así que lo que entre o salga percibido por los sentidos, y otros, está conectado con la
mente y de alguna manera afecta nuestros pensamientos.
El pensamiento, es pues, uno de los eslabones en la cadena que conduce al pecado. En su libro Let Me
Assure You335, Edgard W. H. Vick enumera seis pasos que conducen de la tentación al pecado.
El primero es la atención. “Usted ve, escucha, siente o piensa algo” que lo incita a pecar.
El segundo es la consideración. El primer paso, la atención, no es pecado. El pecado puede empezar
con la segunda conexión, la consideración o el pensamiento, acerca del asunto que le está atrayendo.336
Depende de la manera como la mente trate con la vista, el sonido, el sentimiento, o el pensamiento, lo
que decide si el individuo sigue los pasos restantes – deseo, decisión, plan y acción.
Y por supuesto, uno no tiene que recorrer todo el camino a través de estos pasos hasta llegar a la
acción, antes que haya pecado, como puntualiza Vick. El permitir que se desarrolle el tercer paso: el
deseo equivocado, es pecado. “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en
su corazón”.337
330
Mat. 6:33.
331
CC:98.
332
CC:94.
333
“Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. Él nos ordena que pidamos. Persistid incansablemente en la oración. El pedir
con persistencia hace más ferviente la actitud del postulante, y le imparte un deseo mayor de recibir las cosas que pide”.
PVGM:111.
334
HAp:450.
335
Permíteme Asegurarte:88-90.
336
“Dios discierne los pensamientos del corazón. Cuando acariciamos pensamientos impuros no es preciso que los
expresemos con palabras o acciones para consumar el pecado y condenar el alma. Su pureza queda manchada y el tentador
triunfa”. 4T:616.
337
Mat. 5:28.
Pág. 63
De esta manera, la tentación será cortada de raíz en su mismo comienzo en la mente, si deseamos
prevenir el llegar a pecar.338
No deberíamos entretenernos con todo lo que pase por la mente. Cada estímulo que luzca sospechoso y
esté tocando la puerta de la mente, debería considerarse cautelosamente. Y en el preciso instante en que
se reconozca que es una tentación a pecar de alguna manera, la puerta debe cerrarse de golpe en la cara.
No hay seguridad en ser cortés bajo esas circunstancias. Una decisión rápida en la dirección correcta, es
esencial.
Si la tentación se levanta, como un fantasma, en la mente, debe ser expulsada instantáneamente.339 “El
ceder a la tentación empieza cuando se permite a la mente vacilar y ser inconstante en la confianza en
Dios”.340
“Parlamentando con el enemigo le damos ventajas”.341 Satanás es el vendedor maestro. Una vez que le
damos la oportunidad de empezar sus ofertas, ya le hemos comprado la mitad. Es siempre más fácil
deshacerse de un vendedor fuera de la puerta. Pero una vez esté adentro y empiece su charlatanería de
vendedor, la tarea será mucho más difícil”.342
“Se deben sujetar los pensamientos; hay que restringirlos, impedir que divaguen y se dediquen a
contemplar cosas que sólo debilitan y contaminan el alma. Los pensamientos deben ser puros, las
meditaciones del corazón limpias, a fin de que las palabras de la boca sean aceptables al Cielo y
beneficiosas para los que se relacionan con nosotros”.343
Nunca ha sido fácil para el cristiano distinguir todas las engañosas sutilezas de Satanás y de los
hombres. Él siempre ha necesitado una percepción aguzada por el Espíritu Santo, para distinguir en
muchos casos. Pero la necesidad de ese discernimiento santificado, nunca ha sido más grande que hoy,
cuando cientos de insidiosas voces de dentro y de fuera de la iglesia hablan con “estratagemas astutas”.
Un aspecto de estas estratagemas es ilustrado por el ya fallecido C. S. Lewis en su interesante libro The
Screwtape Letters.344 Ahí él puntualiza que, Satanás no solamente procura ocupar nuestras mentes con
pensamientos malos, sino también obra evitar que se ocupe en buenos pensamientos. Somos
conscientes del primer hecho, pero es posible que el segundo, a duras penas, si acaso, lo imaginamos;
ya que sus esfuerzos para evitarnos pensamientos virtuosos, evidentemente son más sutiles, que sus
intentos de hacernos pensar cosas malas. Generalmente no tenemos problema en saber cuando alguien
está tratando de forzarnos a algo. Pero no siempre captamos tan rápidamente cuando la persona
furtivamente trata de robarnos o de escondernos algo.
Por tanto, mantener una mente limpia requiere más que meramente expulsar los pensamientos malos.
Porque si eso fuera posible, el resultado sería un vacío mental. Obviamente, el acto positivo de pensar
buenos pensamientos es también esencial. En efecto, el tener buenos pensamientos es la única manera
posible por la cual, una persona puede excluir los malos pensamientos. Así es exactamente en el mundo
físico: dos sustancias materiales no pueden ocupar el mismo lugar al mismo tiempo. Y es de igual
manera en la esfera mental: dos pensamientos no pueden ocupar la misma mente al mismo tiempo.
Esta idea está implícita en las conocidas palabras de exhortación de Pablo: “Por lo demás, hermanos,
todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”.345
“Si permitiésemos que nuestras mentes meditasen más en Cristo y en el mundo celestial, hallaríamos
un estímulo y un apoyo poderoso para pelear las batallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo
perderán su poder al contemplar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar junto a
la belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco valor”.346
En estas ideas encontramos una importante razón del por qué es esencial que leamos y estudiemos
nuestras Biblias y los escritos del Espíritu de Profecía.
La disciplina mental, así planteada, no siempre es fácil. Esto es especialmente cierto si a los
pensamientos se les ha permitido o fomentado durante años el correr por canales equivocados, o
simplemente acariciar una idea que sucedió hace mucho.347
Pero no necesitamos batallar solos:
“Si son débiles en la virtud y la pureza de los pensamientos y actos, pueden obtener ayuda del Amigo
de los desvalidos. Jesús está familiarizado con todas las debilidades de la naturaleza humana, y si se le
suplica, dará fortaleza para vencer las más poderosas tentaciones. Todos pueden obtener esta fortaleza
si la buscan con humildad”.348
Hay otro pensamiento que necesitamos considerar: Hay algunos temas, buenos en sí mismos, pero que
el cristiano no debe invertir tiempo para llegar a comprenderlos.
“Debemos apartarnos de un sinnúmero de temas que llaman nuestra atención. Hay asuntos que
consumen tiempo y despiertan deseos de saber, pero que acaban en la nada. Los más altos intereses
requieren la estricta atención y energía que suelen dedicarse tantas veces a cosas relativamente
insignificantes”.349
La vida es corta. El tiempo es fugaz. El tiempo de prueba es breve. Tenemos solo unos pocos años para
perfeccionar caracteres para la eternidad. Cristo viene. Nuestra atención completa, todos nuestros
esfuerzos deberían ser gobernados por estos pensamientos. Ellen White dice que deberíamos vivir y
actuar únicamente con referencia a la venida del Hijo del hombre.
En nuestro énfasis sobre la disciplina mental, hay un pensamiento que deberíamos siempre tener en
mente:
345
Fil. 4:8.
346
MJ:111.
347
“Cuando se ha permitido por mucho tiempo a la mente espaciarse en cosas terrenales, es difícil cambiar las maneras
habituales de pensar. Con demasiada frecuencia atrae la atención y absorbe el interés aquello que el ojo ve y el oído oye.
Pero si queremos entrar en la ciudad de Dios y contemplar a Jesús en su gloria, debemos acostumbrarnos a contemplarlo
aquí con el ojo de la fe. Las palabras y el carácter de Cristo deberían ser con frecuencia el tema de nuestros pensamientos y
nuestra conversación, y se debería dedicar diariamente algún tiempo a la meditación, acompañada de oración, de estos
temas sagrados”. MJ:111-112.
348
CN:440.
349
MC:362.
Pág. 65
“Cristo solo puede dirigir correctamente los pensamientos. Él solo puede dar nobles aspiraciones y
amoldar el carácter de acuerdo con la semejanza divina. Si nos acercamos a él en oración ferviente,
llenará nuestro corazón de propósitos elevados y santos, y con hondos anhelos de pureza y justicia”.350
Nuestro mayor énfasis en este capítulo, ha sido sobre la necesidad de cerrar la mente a cada sugestión
del mal. También necesitamos enfatizar la importancia de tener una mente abierta a las verdades de
Dios, encontradas en la Biblia y los escritos del Espíritu de Profecía.
En estas fuentes tenemos verdades sobre las cuales podemos depender. No tenemos que ir a ellas, como
tenemos que hacerlo frente a otros escritos, con una mente en guardia para observar posibles errores.
En este respecto podemos relajarnos.
De hecho, en el mismo grado en que debemos cerrar nuestras mentes a los pensamientos pecaminosos,
deberíamos abrirlas a la Biblia y los escritos del Espíritu de Profecía.
Habrá momentos en que encontraremos, en el estudio de estos libros, ideas y requerimientos que
agitarán sentimientos de resistencia en nosotros.351 La naturaleza humana, el hombre carnal, puede y
probablemente a veces se levantará en rebelión contra los consejos hallados. El mismo hecho que estos
sentimientos se levanten es un indicio de que debemos rendirnos a Cristo en ese punto particular. Son
una señal que necesitamos examinar nuestros corazones y entender por qué estas emociones se
despiertan. Ellas son indicación de que hay áreas en nuestras vidas que no están todavía plenamente
conformadas a la voluntad de Dios. Son indicadores que sería sabio considerar, no ignorar.
Los discípulos miraron a Cristo con asombro, casi incapaces de creer lo que sus oídos habían
escuchado que Él acababa de decir.
Un joven se había aproximado a su Maestro con la pregunta: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener
la vida eterna?”
La primera respuesta de Jesús fue: “Guarda los mandamientos”. Y para hacerle más claro lo que le
estaba diciendo, le mencionó algunos de los diez mandamientos.
“Todo esto lo he guardado desde mi juventud”, dijo el joven. ¿Qué más me falta?
Este joven era muy rico. Jesús sabía que sus riquezas eran el centro de su vida y mientras así lo fuera,
él nunca entraría al Reino de los cielos. Entonces le dijo: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que
tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo”.
Por un momento el hombre sopesó la declaración de Jesús. Luego, sin decir palabra, se alejó. El
sacrificio era demasiado grande.
Jesús contempló la figura que se alejaba y, tristemente, dijo a los discípulos: “Es más fácil que un
camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino de Dios”.
Esta fue la declaración que dejó atónitos a los doce, porque ellos habían sido enseñados que las
riquezas eran signo del favor de Dios, y la pobreza de su disfavor. Si este joven, cuya gran riqueza
constituía un punto a favor frente a Dios, no podría entrar en el reino, ¿quién podría?, razonaban.
“¿Quién, pues, podrá ser salvo?”, preguntaron estupefactos.
Notando su asombro, Jesús dijo: “Humanamente hablando, es imposible que alguien pueda ser salvo,
pero con Dios, todas las cosas son posibles”.
En las palabras de Jesús hay dos lecciones fundamentales que todo cristiano potencial debería
aprender.352 Hasta que no lo hagamos no habremos comprendido el ABC del cristianismo.
1.- Por sí mismo, el hombre no puede hacer absolutamente nada para ganar su salvación. Sus esfuerzos
para vivir una vida santa, están destinados al fracaso.
2.- A través de Jesucristo, sus méritos y su fortaleza, el hombre puede cumplir cada requerimiento y
realizar cada acto necesario para el santo vivir y la salvación.
Muchos cristianos sinceros viven con la creencia que, por lo menos en parte, su salvación depende solo
de ellos mismos. “Muchos tienen la idea de que deben hacer alguna de la obra solos”, escribe Ellen
White. “Han confiado en Cristo para el perdón de sus pecados, pero ahora procuran vivir rectamente
por sus propios esfuerzos”.353
Dependen de la observancia del Sábado, pagar el diezmo, la reforma pro-salud, vida honesta, y otras
obras para asegurar la salvación.
Es natural caer en esta actitud. Una de las lecciones más difíciles, que una persona deseosa de ser
cristiana, debe aprender, es que no puede por sus propios esfuerzos, vencer el pecado. Que Dios no le
pide que venza el pecado por sus propias fuerzas y que nada de lo que él haga por sí mismo para vencer
el pecado le da mérito para el cielo.
El que sinceramente trata por sus propios esfuerzos de vencer el pecado, está obligado, tarde o
temprano, a describir la imposibilidad de su tarea. Como Pablo, llegará a la conclusión: “Pues no hago
lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago… Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no
quiero, eso hago”.354
Quien realmente trata por sí mismo de guardar la ley se encuentra frente a una demanda inflexible, que
lo deja exhausto. Descubre que el nivel es demasiado alto para él. En el esfuerzo por alcanzarlo, cae, se
gasta, y sufre derrota. Encuentra que es un esclavo, una marioneta, para sus hábitos pecaminosos. En su
batalla por vencer, puede sentir resentimiento hacia Dios. Con remordimiento, puede pensar: “Dios, me
he arrepentido de mis pecados y pedido perdón. Estoy tratando de hacer Tu voluntad. Señor, me la paso
pidiéndote que me ayudes a vencer mis pecados. Pero no hago más que fallar. Por alguna razón,
pareciera que no me ayudas”.
Mientras tanto, su conciencia le dice el por qué de su falla. Es perseguido por un sentido de
culpabilidad y abrumado con un sentimiento de frustración.
A una persona le puede tomar largo tiempo el aprender la lección de que no puede hacer la voluntad de
Dios por sí mismo. Cuando lo aprende, esto lo puede llevar a dos situaciones. Puede llegar a ser un
“cristiano nominal”, viviendo continuamente una vida defectuosa, pero pensando que no se puede
hacer mejor y que esa es la suerte del cristiano. O puede llegar a la conclusión: Esto no sirve. No hay
nada en el cristianismo que sea capaz de dar la victoria sobre los pecados y debilidades, y traer paz y
esperanza. Quizá es mejor olvidarlo.
Hay muchos cristianos esforzados que aprenden la primera de nuestras dos lecciones – que el hombre
no puede vivir una vida santa, y así ameritar la salvación, por su propio esfuerzo. Pero parecen ser muy
pocos quienes aprenden la segunda lección, que, a través de Cristo, la vida santificada, la victoria
cristiana, es abundantemente posible, que “para Dios todo es posible”.355
352
Para la idea básica presentada en este capítulo, estoy en deuda con el libro Absolute Surrender [Entrega Absoluta], de
Andrew Murray.
353
CC:68.
354
Rom. 7:15-19.
355
Mat. 19:26.
Pág. 67
Es necesario para el cristiano aprender ambas lecciones antes que pueda entender verdaderamente el
camino de la salvación. Si no aprende la primera lección, que no puede a través de sus esfuerzos
obedecer a Dios, irá confiando en sus propias obras, su propia justicia, y estará perdido.
Si no aprende que puede tener completa victoria a través de Jesús, avanzará a lo largo de una vida
defectuosa, frustrada y sin fe. Y por esa falta de fe, no puede recibir salvación.
El hecho que aprendemos estas lecciones con tanta dificultad, a veces nos conduce a un desequilibrio
en nuestras creencias cristianas. Puede haber una tendencia a enfatizar el perdón de Dios más que sus
requisitos de una perfecta obediencia. Una inclinación a enfatizar la Justicia imputada de Cristo, con la
consecuente minimización de su Justicia impartida.356 En otras palabras, podemos inclinarnos a
enfatizar demasiado la Justicia que le es ofrecida al pecador libremente, y casi olvidar la importancia
que la Biblia y el Espíritu de Profecía le dan a la calidad del carácter que debemos desarrollar.
Colocamos poco énfasis sobre citas como: “Cuando está en el corazón el propósito de obedecer a Dios,
cuando se realizan esfuerzos con ese fin, Jesús acepta esta disposición y esos esfuerzos como el mejor
servicio del hombre, y suple la deficiencia con su propio mérito divino”.357
Este es un tremendo pensamiento y ofrece gran esperanza y ánimo para el cristiano nacido de nuevo.
Pero es únicamente para la persona que genuinamente ha nacido de nuevo, como se verá al repasar los
puntos vistos en el capítulo ocho, por ejemplo.
No hay seguridad en esta declaración, para aquellos que son tentados a sentir que la pueden usar como
una excusa para las fallas y caídas habituales. Las palabras no ofrecen certeza para quien piensa que
porque desea hacer lo correcto, y está haciendo su mejor esfuerzo, no necesita entonces preocuparse,
incluso cuando peque.
Para un entendimiento correcto de tales declaraciones, se necesitan colocarlas lado a lado con otros
pasajes. Sugerimos, por ejemplo, un cuidadoso estudio del capítulo “Ante el Tribunal Supremo” de
Ellen White.358
“Es la justicia de Cristo, su propio carácter sin mancha, que por la fe se imparte a todos los que lo
reciben como Salvador personal”.365
Un estudio de la interpretación de Ellen White al término vestido de bodas, como figura en el Index
(índice) de sus escritos, muestra que de las 13 veces en las que ella se refiere al tema, la mayoría son
ambiguas – podrían entenderse como significando ya sea la justicia imputada o la impartida, o ambas.
Pero cuando ella es más específica, en casi todos los casos parece sugerir la justicia impartida. La cita
anterior por ejemplo, es inequívoca.
Notamos que ella lo conecta con Apoc. 19:8 (‘el lino fino es las acciones justas de los santos’). El
Comentario Bíblico Adventista dice al respecto: “[El término griego usado] se aplica particularmente a
las acciones del cristiano, a su vida victoriosa desarrollada por la gracia interior de Cristo”.366
Considerando otra vez lo leído: Todos quienes tengan parte en la cena de bodas, deben tener el vestido
de bodas. Ese manto representa el “carácter puro y sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores
de Cristo”. Pero el énfasis que Ellen White hace, no es sobre la Justicia IMPUTADA, sino sobre la
Justicia IMPARTIDA.367
¿Qué significa esto?
“Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como ejemplo delante de nosotros el
carácter de Cristo. En su humanidad, perfeccionada por una vida de constante resistencia al mal, el
Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfección de
carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que nosotros también podemos obtener
una victoria completa”.368
“Lo que Cristo era en su humanidad perfecta, debemos serlo nosotros; porque debemos formar
caracteres para la eternidad”.369
“Esa perfección de carácter que el Señor requiere es la preparación de todo el ser como un templo para
la morada del Espíritu Santo. Dios no aceptará nada menos que el servicio de todo el organismo
humano. No basta poner en acción algunas partes de la maquinaria viviente. Todas las partes deben
trabajar en armonía perfecta, o el servicio será deficiente. Así es como el hombre es calificado para
cooperar con Dios representando a Cristo ante el mundo. Así Dios desea preparar a un pueblo que esté
delante de él puro y santo, para poder introducirlo en la sociedad de los ángeles celestiales”.370
Hay, literalmente, cantidades de citas del Espíritu de Profecía, expresando la misma idea que pudieran
ser citadas.
Sí, entonces, debemos tener más que el perdón de Dios y la justicia imputada de Jesús; hay una cosa
que los cristianos deben obtener en la vida, esto es – victoria.
365
PVGM:252, énfasis suplido.
366
7A:885.
367
Cuando se hace énfasis en este requisito, frecuentemente surge la siguiente inquietud: pero ¿qué hay acerca del ladrón en
la cruz? ¿Qué oportunidad tuvo él aparte de una justicia imputada? Pero, él será salvo, ¿no es cierto?
Siendo la implicación: ¿Es este asunto de la justicia impartida tan importante?
Primero debemos recordar que, se requiere una entrega total e incondicional y esta trae la justificación, el perdón y el nuevo
nacimiento. El ladrón hizo esta entrega. Segundo, el mismo acto de rendirnos trae al Espíritu Santo a la vida, y “el
impartimiento del Espíritu es el impartimiento de la vida de Cristo”. DTG:745. Por consiguiente, el carácter de Cristo había
sido y estaba siendo impartido al ladrón durante las pocas horas que él vivió. La Justicia comienza a ser impartida desde el
momento en que esta es imputada.
Para una explicación de impartida en el sentido “absoluto”, ver los siguientes dos capítulos.
“Todo el poder es colocado en sus manos, y él puede dispensar ricos dones a los hombres, impartiendo el inapreciable don
de su propia justicia al desvalido agente humano. Este es el mensaje que Dios ordenó que fuera dado al mundo. Es el
mensaje del tercer ángel, que ha de ser proclamado en alta voz, y acompañado por el derramamiento de su espíritu en gran
medida”. TM:89; Ev:143; EUD:204.
368
HAp:424.
369
TM:172.
370
DNC:121.
Pág. 69
Como una mujer me dijo: “No es suficiente tener la justicia de Jesús cubriendo mis imperfecciones.
Esto es maravilloso y estoy agradecida por su perdón. Pero debo tener victoria en mi vida. No puedo
seguir viviendo frustrantes derrotas”.
Y podemos tener victoria. La Biblia y el Espíritu de Profecía hacen ampliamente sencillo que la
victoria completa sobre cada pecado, cada debilidad, cada tendencia hereditaria al mal, es
abundantemente segura, si cumplimos las condiciones.
“Todo lo que pertenece a la vida y a la piedad nos fue dado por su divino poder, por el conocimiento de
aquel que nos llamó por su gloria y virtud. Por ese medio nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas lleguemos a participar de la naturaleza divina, y nos libremos de la
corrupción que está en el mundo por causa de los malos deseos”.371
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús”.372
“Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”.373
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.374
“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia”.375
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.376
“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con
gran alegría”.377
Las siguientes citas son representativas de las muchas que encontramos en los escritos de Ellen White:
“Por medio de la fe, el hombre es participante de la naturaleza divina, y vencer cada tentación a la cual
se vea enfrentado”.378
“Podemos vencer. Sí, plenamente y por completo. Jesús murió para darnos una vía de escape, para que
podamos vencer todo mal genio, todo pecado, toda tentación y sentarnos finalmente con Él”.379
“Si confiamos en él, y le entregamos nuestros caminos, Él dirigirá nuestros pasos en la senda exacta
que resultará en nuestra obtención de victoria sobre cada pasión mala, y cada rasgo de carácter que es
desemejante al carácter de nuestro Modelo divino”.380
“El hombre puede llegar a ser participante de la naturaleza divina. No vive una sola alma que no pueda
pedir la ayuda del cielo en la tentación y la prueba. Cristo vino para revelar la fuente de su poder a fin
de que el hombre nunca necesitara depender de sus capacidades humanas desvalidas”.381
“Hombres y mujeres pueden vivir la vida que Cristo vivió en este mundo si se revisten de su poder y
siguen sus instrucciones. Pueden recibir en su lucha con Satanás, todos los socorros que Cristo mismo
recibió. Pueden llegar a ser más que vencedores, por Aquel que los amó y se dio a sí mismo por
ellos”.382
Volveremos a este tema de la victoria en el capítulo 19 después del análisis de otros temas en los
próximos tres capítulos.
371
2 Pedro 1:3-4.
372
2 Cor. 2:14.
373
1 Cor. 15:57.
374
Rom. 8:37.
375
Rom. 6:14.
376
Fil. 4:13.
377
Judas 24.
378
3MS:158.
379
1T:136, traducido directamente del inglés:144; RP:369.
380
NEV:316.
381
1MS:478.
382
9T:19.
Pág. 70
“Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y
apartado del mal”.383
En torno a este hombre, Job, se representó un drama, que ha intrigado e instruido a los hombres desde
entonces. Es posible que Job mismo nunca haya sabido del drama invisible, jugado detrás del telón, el
cual envolvió a los grandes poderes antagónicos en el universo, Dios y Satanás.
El escenario del drama tuvo lugar durante un concilio, posiblemente de los regidores de los millones de
mundos habitados a través del universo. Satanás acudió aparentemente como el príncipe de este mundo.
Está registrado un diálogo entre Jehová y Satanás, durante el cual, este último sugiere que la tierra
entera está bajo su control. Entonces, Dios le recuerda a Satanás que había a lo menos un hombre, Job,
quien no era su súbdito, sino que obedecía a Dios.
A esto Satanás respondió: “¿Acaso teme384 Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él y a
su casa y a todo lo que tiene? … Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no
blasfema contra ti en tu misma presencia”.385
Conocemos el desarrollo y el fin del drama. A pesar de que a Satanás le fue permitido probar a Job
hasta el límite, Job perseveró en su fidelidad a Dios.
El desafío que Satanás arrojó delante de Dios respecto a la lealtad de Job, es el que ha estado lanzando
a través de los siglos. Y es un desafío que envuelve a cada profeso hijo de Dios. Porque en esencia, lo
que Satanás estaba implicando era: “Observe, Job realmente no guarda sus mandamientos. La única
razón por la cual él pareciera hacerlo, es porque usted le ha prosperado y protegido. Pero permítale ser
probado realmente y entonces se dará cuenta que es demasiado débil, demasiado centrado en sí mismo
como para permanecer leal. Y cualquier otro ser humano es, ciertamente, como él”.
“Satanás representa la divina ley de amor como una ley de egoísmo. Declara que nos es imposible
obedecer sus preceptos”.386
“Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás ha consistido en destruir la
ley de Dios. Para realizarlo se rebeló contra el Creador y, aunque expulsado del cielo, continuó la
misma lucha en la tierra”.387
En el Deseado, Ellen White, describe los líderes judíos de los días de Jesús como haciendo eco a la
afirmación de Satanás. “Los rabinos representaban virtualmente a Dios como autor de leyes cuyo
cumplimiento era imposible para los hombres”.388 A través de los siglos, de una u otra manera, muchos
líderes religiosos y sus seguidores han estado de acuerdo con ellos.
Pero Dios afirma que el hombre puede guardar su ley, y Él espera que lo haga. “Y el mismo Dios de
paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible
para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará”.389 “Mas
tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.390
“Y aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con
gran alegría”.391
383
Job 1:1.
384
Término que denota lealtad y obediencia.
385
Job 1:9-11.
386
DTG:15.
387
CS:639; comparar con DTG:21, 275, 709-710; PP:62-63.
388
DTG:250.
389
1 Tes. 5:23-24.
390
Santiago 1:4.
391
Judas 24.
Pág. 71
Muchos teólogos conservadores reconocen las alturas de los logros que Dios requiere de su pueblo.
“En el Nuevo Testamento, la única vida cristiana aceptable es la de entera santificación. Para quienes se
están quedando cortos en esto, hay exhortaciones, advertencias, exposiciones, invitaciones, y oraciones.
Pero la vida ahí presentada a cada creyente, es una de una voluntad rendida, un corazón obediente, una
vida victoriosa llena del espíritu de unión con Cristo, trayendo salvación del pecado, y dirigiendo a un
continuo crecimiento, a través del incremento del conocimiento y las múltiples tentaciones”.392
Después de examinar un número de palabras de la Escritura que describen los requisitos morales de
Dios para sus seguidores, R. B. Girdlestone comenta:
“Por lo tanto, vemos que el nivel de perfección colocado ante todos los cristianos en el Nuevo
Testamento es muy elevado, en verdad no queda lugar para ningún mal obrar; pero la promesa del
poder necesitado es igualmente explícita”.393
“Se requiere exacta obediencia, y aquellos que dicen que no es posible vivir una vida perfecta lanzan
sobre Dios la imputación de injusticia y falsedad”.394
“Dios requiere en este momento, justo lo que Él requirió de Adán en el paraíso antes de la caída -
perfecta obediencia a su ley”.395
“La obediencia que Cristo rindió es la que Dios requiere de los seres humanos hoy día”.396
En este punto llegamos a un problema que tienen algunos adventistas. Probablemente, ninguno de
nosotros tenemos problema concerniente a la naturaleza eterna e inmutable de la ley de Dios. Sabemos
que Jesús guardó la ley perfectamente. Y correctamente creemos, que cuando lo aceptamos
verdaderamente a Él como nuestro Salvador, su inmaculada obediencia a la ley, nos es imputada y
podemos comparecer ante Dios, como si nunca hubiéramos pecado.
Pero algunos de nosotros pensamos que es una idea increíble e inconcebible, que aspiremos a guardar
la ley tan perfectamente como Jesús lo hizo. Algunos insisten que no es posible, para ningún hombre, el
alcanzar con perfección ese nivel. Y que en verdad, el cristiano está obligado a batallar con el pecado a
través de su vida. Y que también significa que está propenso a caer, aunque en un menor y cada vez
menor grado. Más que por la misma naturaleza de la situación, se mantendrá cayendo hasta que Jesús
regrese. Que no puede hacer nada más a causa de que “en maldad” [fue] formado y en pecado [le]
concibió [su] madre”397, mientras que Jesús sí nació sin ninguna tendencia a pecar.
Pero un pensamiento debiera eclipsar todos estos conceptos. Si es imposible para el hombre, en la
fortaleza de Cristo, guardar la ley de Dios perfectamente, entonces Satanás tiene razón. Dios es injusto.
Es imposible para nosotros el obedecer los preceptos de la ley. Dios está pidiéndonos demasiado.
Hay otro asunto envuelto, más cruel y más importante que aun el honor de Dios mismo. Ellen White lo
explica de esta manera:
“El Señor desea, mediante su pueblo, contestar las acusaciones de Satanás mostrando los resultados de
la obediencia a los principios rectos”.398
“La misma imagen de Dios se ha de reproducir en la humanidad. El honor de Dios, el honor de Cristo,
están comprometidos en la perfección del carácter de su pueblo”.399
Los dos conceptos que hemos considerado – que si Dios no puede capacitar al hombre para guardar
perfectamente su ley, Satanás está en lo correcto y que el honor de Dios y del Hijo están sujetos a
nuestro desarrollo de caracteres semejantes a Cristo – exigen que demos otro vistazo a nuestra relación
con Cristo, con Dios, y la ley moral.
Cristo “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en
la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz”.400 El Padre envió “a su propio Hijo en una forma semejante a nuestra naturaleza pecaminosa”.401
“Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo
cerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo”.402
“Nuestro Salvador tomó la humanidad, con todas sus debilidades. Tomó la naturaleza del hombre con
la posibilidad de ceder en la tentación. No tenemos nada que soportar, que él no haya soportado”.403
“Tened en cuenta que la victoria y la obediencia de Cristo es la de un verdadero ser humano. En
nuestras conclusiones cometemos muchos errores debido a nuestras opiniones equivocadas acerca de la
naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando nosotros le damos a su naturaleza humana un poder que
es imposible que el hombre tenga en sus conflictos con Satanás, destruimos el carácter completo de su
humanidad. Él da a todos los que lo reciben por la fe, su gracia y su poder que les atribuye. La
obediencia de Cristo a su Padre era [y es] la misma obediencia que se requería del hombre.
El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin que el poder divino se combine con su
capacidad. Tal ocurría también con Cristo Jesús: él podía echar mano del poder divino. El no vino a
nuestro mundo para prestar obediencia como un dios menor a otro mayor, sino como un hombre que
debía obedecer la santa ley de Dios. Y de esta manera él es nuestro ejemplo”.404
Entonces, el requisito de Dios para nosotros es vivir la clase de vida perfecta que los hombres pueden
vivir en su esfera.405 Fue la clase de vida que Cristo vivió, la vida de un hombre perfecto. No de un
Dios.
“Nuestra obra es esforzarnos para alcanzar, en nuestra esfera de acción, la perfección que Cristo en su
vida terrenal alcanzó en cada esfera del carácter. Él es nuestro ejemplo. En todas las cosas, hemos de
esforzarnos para honrar a Dios en carácter. Al no alcanzar, día tras día los requerimientos divinos,
estamos poniendo en peligro la salvación de nuestra propia alma”.406
“El Señor requiere la perfección de su familia redimida. Espera de nosotros la perfección que Cristo
reveló en su humanidad”.407
Un Concepto Conflictivo.-
A estas alturas nos confrontamos con un tema que ha desafiado y complicado a la iglesia cristiana
durante siglos, y que también desafía a la Iglesia Adventista del Séptimo Día hoy: la perfección.
400
Fil. 2:7-8.
401
Rom. 8:3, NEB.
402
Heb. 2:17.
403
DTG:92, traducción directa del inglés:117.
404
3MS:158.
405
“Quienes confían en Cristo no han de ser esclavos de tendencias y hábitos hereditarios o adquiridos. En vez de quedar
sujetos a la naturaleza inferior, han de dominar sus apetitos y pasiones. Dios no deja que peleemos contra el mal con
nuestras fuerzas limitadas. Cualesquiera que sean las tendencias al mal, que hayamos heredado o cultivado, podemos
vencerlas mediante la fuerza que Dios está pronto a darnos”. MC:131.
406
AFC:132.
407
CN:450.
Pág. 73
Cuando estudiamos el Espíritu de Profecía a la luz de lo que el Señor espera de su pueblo, es imposible
evitar el término, porque Ellen White lo usa vez tras vez en esta conexión. Por cuanto lo usa tantas
veces y a menudo colocado en un contexto que nos ayuda a entender lo que ella quiere decir, creemos
que nos es posible conseguir a partir de sus escritos un entendimiento del concepto que se construye
sobre la enseñanza bíblica, y que nos lleva a un magnífico cuadro del concepto.
Entender tal pensamiento exige que en primer lugar demos un vistazo al término, como es usado en la
Biblia.
Este libro no es un texto en el cual el autor hace un examen erudito y detallado de los términos bíblicos
del Griego y del Hebreo, que son traducidos como “perfecto”. Un breve resumen basta.
Es posible explicar las palabras hebreas observando lo que ellas significan, varias definiciones entre
otras son: completo, entero, sin culpa, terminado. Pero como el tema de la perfección se destaca mucho
más en el Nuevo Testamento, estaría bien el mirar un poco más de cerca, las palabras Griegas que son
traducidas en diversas formas con el término “perfecto”. Es la palabra teleios que viene de la raíz telos,
significando un fin.
Teleios significa, entre otras definiciones: entero, perfecto, plenamente crecido, totalmente lleno,
maduro, completo.
En su obra Word Pictures in the New Testament408, A. T. Robertson, comentando Mat. 5:48, “sed pues
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”, dice al respecto: “La palabra
[perfecto] viene de Telos que significa: fin, blanco, límite. Acá hay un blanco colocado ante nosotros, el
nivel estándar de nuestro Padre celestial. La palabra también es usada para una perfección relativa,
como la de los adultos comparada con los niños.
Sobre esto Ellen White dice:
“El ideal de Dios para sus hijos es más elevado de lo que puede alcanzar el más sublime pensamiento
humano. "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto." Esta
orden es una promesa. El plan de redención contempla nuestro completo rescate del poder de Satanás.
Cristo separa siempre del pecado al alma contrita. Vino para destruir las obras del diablo, y ha hecho
provisión para que el Espíritu Santo sea impartido a toda alma arrepentida, para guardarla de pecar”.409
En Mi Vida Hoy, Ellen White amplía a Mateo 5:48 escribiendo: “Podemos ser perfectos en nuestra
esfera, así como Él es perfecto en la suya”.410 Abordaremos esta idea nuevamente en el capítulo
siguiente.
Comentando sobre la forma sustantivada de la palabra telos, la cual es teleioi: uno que es perfecto,
Richard C. Trench observa:
“En un sentido natural el teleioi son los adultos, quienes han alcanzado el límite máximo de estatura,
fortaleza y poder mental que puedan alcanzar, estando unido a su telos en todos estos aspectos,
distinguiéndose del neoi o paides que son los jóvenes o niños”.411
Luego resume:
“La distinción entonces es clara… El teleios es uno que ha alcanzado su meta moral, esa que estuvo
intentando: ser un hombre en Cristo. Sin embargo, puede ser verdad que habiendo alcanzado esta meta,
otras y más altas se abran ante él, para que Cristo se forme en su interior, más y más”.412
Ahora, el hecho de que la idea de perfección condujo en el pasado a algunos hombres y mujeres a hacer
afirmaciones exageradas y a practicar actos fanáticos y aun inmorales, tales cosas no deberían conducir
a los Adventistas del Séptimo Día a repudiar todo el concepto, y colocarlo fuera del alcance.413 La
exageración y el fanatismo han estado conectados a muchas otras enseñanzas de la Biblia en forma
similar, pero no rechazamos esas enseñanzas a causa de tales anomalías.
Además, el hecho de que Ellen White no evita o desprecia el concepto, excepto cuando está
confrontando el fanatismo, sino que prefiere usar el término en un sentido que a menudo parece
aproximarse al significado absoluto – por el cual yo quiero decir total e ininterrumpida victoria sobre
cada pecado en pensamiento, motivo, y acción que haya en la vida – lo cual debería llevarnos a
examinar la idea cuidadosamente.
Creemos que, sobre la base de los escritos del Espíritu de Profecía, hay un camino para entender el
concepto de perfección que principalmente eliminará las objeciones que se han levantado en su contra a
través de los siglos. Este sendero es el tema del siguiente capitulo.
La vida de la persona nacida de nuevo es una vida totalmente rendida a Cristo. Esta entrega es de la
mente, el corazón y la voluntad. Los deseos, la voluntad, los motivos, las ambiciones, las actitudes,
están ahora centrados en Cristo y dirigidos por Cristo en vez de estar centrados y dirigidos por el yo.
Pero aun cuando hay un “nuevo corazón” como justamente se ha definido, esto no significa que cada
hábito indeseable, profundamente grabado en nuestro cerebro y células nerviosas, está borrado.414 Estos
hábitos estampados están todavía allí. Tienen que ser repudiados, fuertemente enfrentados,
conquistados, mantenidos bajo control, y eliminados por nosotros, con la ayuda de Cristo.
“La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y
abandonarlo cuando nos plazca. Solo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable,
ganaremos la victoria final. El que persevera hasta el fin, ése será salvo”.415
“Los que venzan deben emplear al máximo cada facultad de su ser. Deben luchar afanosamente sobre
sus rodillas pidiendo poder divino delante de Dios… La divinidad y la humanidad podrá combinarse en
ellos”.416
En virtud que día por día, el cristiano que se ha entregado coopera con Cristo en deshacer de sí mismo
las propensiones pecaminosas, sus impulsos al pecado llegan a ser más y más débiles y así más fácil
vencer. El pecado estampado sobre las células cerebrales donde el hábito está registrado, va
debilitándose y es gradualmente eliminado y reemplazado por el impulso del buen hábito que el
cristiano está desarrollando.
“A medida que nos hagamos partícipes de la naturaleza divina, se irán eliminando del carácter las
tendencias al mal hereditarias y cultivadas, y nos iremos transformando en un poder viviente para el
bien. Al aprender constantemente del Maestro divino, al participar diariamente de su naturaleza,
cooperamos con Dios en vencer las tentaciones de Satanás. Dios y el hombre obran de común acuerdo
a fin de que éste pueda ser uno con Cristo así como Cristo es uno con Dios. Entonces nos sentaremos
juntamente con Cristo en los lugares celestiales, y nuestra mente reposará en paz y seguridad en
Jesús”.417
413
“Que nadie tema incurrir en extremos mientras estudia detenidamente la Palabra y humilla el alma a cada paso”.
2MS:24.
414
“Las pasiones inferiores tienen su sede en el cuerpo y obran por su medio. Las palabras “carne”, o “concupiscencias
carnales” abarcan la naturaleza inferior y corrupta”. HC:113.
415
2T:93.
416
7ª:202; traducción directa del inglés:1082; Biblia de Estudios:14.
417
Maranata:223.
Pág. 75
Como día a día el cristiano coopera en el trabajo de vencer, llega el tiempo cuando cada impulso al
pecado ha sido subyugado tanto que su impresión sobre el cerebro y las células nerviosas, es demasiado
débil para desencadenar una reacción.
Tengo la convicción de que sobre esta condición fue que Ellen White escribió:
“Y si nosotros consentimos, se identificará de tal manera con nuestros pensamientos y fines, amoldará
de tal manera nuestro corazón y mente en conformidad con su, voluntad, que cuando le obedezcamos
estaremos tan sólo ejecutando nuestros propios impulsos”.418
¿Significa que el cristiano puede llegar al punto donde no pecará?
“Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como ejemplo delante de nosotros el
carácter de Cristo. En su humanidad, perfeccionada por una vida de constante resistencia al mal, el
Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfección de
carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que nosotros también podemos obtener
una victoria completa”.419
“Perfecta obediencia es requerida, y aquellos que dicen que no es posible vivir una vida perfecta,
arrojan a Dios la acusación de injusticia y falsedad”.420
“El que no tiene suficiente fe en Cristo para creer que él puede guardarlo del pecado, no tiene la fe que
le dará entrada en el reino de Dios”.421
Objeciones a la Perfección.-
Existen, y es entendible, una cantidad de objeciones que se han levantado contra la enseñanza de la
perfección, por causa de las experiencias del pasado, lo cual ya fue aludido. Pero la perfección tal como
creemos que se puede entender en los escritos del Espíritu de Profecía:
No significa carne santa. “Y si bien es cierto que no podemos reclamar la perfección de la carne,
podemos tener la perfección cristiana del alma”.422
No significa que es imposible pecar. Esto ha sido lúcidamente explicado por alguien que dijo: “No es
imposible pecar, pero es posible no pecar”. “Cristo vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios
para que el hombre pudiera dominar perfectamente las inclinaciones naturales que corrompen el
alma”.423
No significa que llegará algún momento cuando seremos capaces de vencer por nosotros mismos.
“No hay seguridad separándonos un solo momento de Cristo”.424 “La gracia divina se necesita al
comienzo, se necesita gracia divina a cada paso de avance, y solo la gracia divina puede completar la
obra”.425
No lleva a nadie a sentir que es santo, perfecto, o a tener orgullo o confianza propia. Una razón
para esto, es que quien alcanza la condición descrita por Ellen White, no sabrá que la tiene.426 Ese fue
418
DTG:621.
419
HAp:424.
420
RH, 7 de Febrero de 1957.
421
3MS:412.
422
2MS:36.
423
MC:92.
424
MJ:113.
425
TM:516. “Cuando nos percatamos de nuestra debilidad, aprendemos a no depender de un poder inherente. Nada puede
posesionarse tan fuertemente del corazón como el sentimiento permanente de nuestra responsabilidad ante Dios Nada
alcanza tan plenamente a los motivos más profundos de la conducta como la sensación del amor perdonador de Cristo.
Debemos ponernos en comunión con Dios; entonces seremos dotados de su Espíritu Santo, el cual nos capacita para
relacionarnos con nuestros semejantes. Por lo tanto, gozaos de que mediante Cristo habéis sido puestos en comunión con
Dios, como miembros de la familia celestial. Mientras miréis más arriba que vosotros mismos, tendréis un sentimiento
continuo de la flaqueza de la humanidad”. DTG:456.
426
“El Espíritu Santo , el Consolador… es el que cambia nuestro carácter a la imagen de Cristo, y cuando esto se logra,
reflejamos como en un espejo la gloria del Señor; es decir, el carácter del que así contempla a Cristo es tan semejante al del
Pág. 76
aparentemente el caso de Pablo. Durante su primer encarcelamiento en Roma, trazó la epístola a los
Filipenses en la cual escribió: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo…”.427 Estas palabras fueron escritas hacia el fin de la vida del apóstol. Él fue decapitado tan
solo cinco años más tarde. Sin embargo de Pablo, Ellen White escribió: “Pablo alcanzó la plena
estatura moral de un hombre en Cristo Jesús”.428
Necesitamos colocar justamente al lado del texto mencionado de Filipenses, el versículo 15 en el cual
Pablo se clasifica a sí mismo con aquellos que son “perfectos”. Esta contradicción es solo aparente, no
real. El CBA al explicar el versículo 15 dice: “El concepto que aquí se expresa no contradice la
declaración429, donde Pablo niega que hubiera alcanzado la perfección final. Aquí430 está empleando el
vocablo “perfectos” en sentido relativo”.431
En Signs of the Times432, la señora White puntualizó: “Usted puede no darse cuenta que está creciendo
en Cristo, su cabeza viviente. Su parte es simplemente someter sus caminos y su voluntad a Dios. Usted
ha de entregarse confiada y plenamente a Dios, sabiendo que por sí mismo no puede alcanzar el
crecimiento”.
En esta última frase encontramos la razón principal por qué quien refleja el carácter de Cristo
plenamente, aun si pudiera saber lo que él hace, nunca sentirá que él lo ha conseguido, ni estará
inclinado de alguna manera a darse a sí mismo una palmadita en la espalda. Humildemente, sabrá, a
través de la amarga experiencia, que él mismo no se puede deshacer de su inclinación heredada y
cultivada al pecado. Ha aprendido que su única fortaleza, su única esperanza, su única suficiencia, su
única posibilidad, está en su Salvador, quien es el único que puede producir una buena cosa de una
mala.433
Porque quien alcanza el punto donde no desea más comprometerse con el pecado, no lo sabrá, y porque
“no es imposible pecar, pero es posible no pecar”, “no podremos decir: ‘Yo estoy sin pecado’, hasta que
este cuerpo vil sea cambiado y transformado a la semejanza de su cuerpo glorioso”.434
Contradictoriamente, como puede parecer a alguno en primera instancia, “lograr en esta vida la
perfección de carácter” no significa llegar a ser tan insuperablemente perfecto como lo es Dios. No
quiere decir que se ha alcanzado lo absoluto, el último límite de crecimiento. Hemos notado que los
cristianos son los que manifiestan la clase de vida perfecta que Jesús vivió sobre la tierra. Aquellos que
finalmente alcanzan esa condición obtenida en cooperación con Él, lo harán a partir de dos aspectos.
Ellos habrán vencido completamente las cualidades negativas en sus vidas, el pecado. Y habrán
implementado las cualidades positivas. En otras palabras, cesarán de pecar, completamente, y
manifestarán plenamente en su estado actual las cualidades de la perfección moral mostradas por Cristo
como hombre. Así pues serán perfectos en su esfera como Dios es perfecto en la suya, la cual está
infinitamente por encima de la del hombre.
Como hombre, Cristo reveló un cuadro severamente limitado de su Divinidad. Su gloria, Su carácter,
fue vivido dentro de las fronteras que limitan al ser humano. Pero, bajo estas limitaciones, y revelando
Señor, que el que lo mira ve el propio carácter de Cristo que brilla como procedente de un espejo. En forma imperceptible
para nosotros somos transformados día tras día, de nuestros propios caminos y nuestra propia voluntad a los caminos y a la
voluntad de Cristo, a la belleza de su carácter. Así crecemos en Cristo e inconcientemente reflejamos su imagen”. 7A:319;
Biblia de Estudios:247.
427
Fil. 3:12.
428
7A:345; Biblia de Estudios:289.
429
De Fil. 3:12.
430
En el verso 15.
431
7A:176.
432
ST, 22 de Agosto de 1911.
433
“Nadie puede estar seguro, a menos que desconfíe de sí mismo y fije continuamente su atención en la palabra de Dios,
estudiándola con un corazón dispuesto a descubrir sus propios errores, y captar cual es la voluntad de Cristo para que ella
sea hecha en sí mismo, y por su intermedio, también en otros. Con sus hechos muestran que no confían en sí mismos, son en
Jesús”. RP:55.
434
3MS:406, traducción directa del inglés:355.
Pág. 77
al hombre tanto como este podía comprender, Cristo vivió una vida perfecta, un cumplimiento pleno de
la idea absoluta de madurez.
Justamente aquí deseo hacer un paréntesis por un momento, para traer una idea que, aunque no está
directamente conectada con lo que hemos estado discutiendo, no obstante está vitalmente relacionada y
es muy importante en el contexto del título de nuestro capítulo “Probando que Satanás Está
Equivocado”.
En el Deseado435 leemos sobre el tiempo cuando, desde el punto de vista del desarrollo del carácter del
hombre, la controversia habría alcanzado su clímax. Aludiendo al “fin del tiempo” la autora dice:
“Habrá solamente dos clases. Todo carácter quedará plenamente definido; y todos demostrarán si han
elegido el lado de la lealtad o el de la rebelión. Entonces vendrá el fin. Dios vindicará su ley y librará a
su pueblo”.
El hombre, en la carne, con todas sus facultades enormemente embotadas por el pecado, está limitado
intelectual, espiritual, social, estética y sensorialmente. Pero todo esto será cambiado, cuando a los
redimidos les sea dado un cuerpo “semejante al cuerpo de la gloria suya”.436 Con el principio del
pecado, el elemento negativo, enteramente eliminado del carácter, con mentes y cuerpos infinitamente
mejores y más sensitivos que los que ahora poseemos, empezaremos a crecer de una manera de la cual
actualmente no podemos tener idea.437 En el reino de Cristo:
“Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no
cansará la inteligencia ni agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a cabo,
satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas ambiciones; y sin embargo
surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender,
nuevos objetos que agucen las facultades del espíritu, del alma y del cuerpo”.438
“Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más
gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la
reverencia y la dicha irán en aumento”.439
“Los que en este mundo andan de acuerdo con las instrucciones de Cristo, llevarán consigo a las
mansiones celestiales toda adquisición divina. Y en el cielo mejoraremos continuamente. Cuán
importante es, pues, el desarrollo del carácter en esta vida”.440
Por tanto, la persona que en esta vida se rinde a sí mismo, totalmente, sin reservas, a la voluntad de
Dios, en cooperación con Jesús, crecerá alejado del pecado, la cualidad negativa de la vida, hasta que
Jesús puede “guardarlo de pecar”. Al mismo tiempo empieza a crecer en todas las cualidades positivas
– amor, gratitud, afecto, servicio y otras.441
Esa persona continuará creciendo a través de la eternidad. Este crecimiento, en lo que concierne al
hombre, parece ser que no será absoluto, no tendrá un límite, pues estas cualidades son infinitas en
Dios y el hombre nunca lo igualará.
En este punto, es esencial que agreguemos una idea adicional, muy importante. Debido a que un
cristiano que se ha colocado a sí mismo en las manos de Jesús, y su vida ha sido de tal manera
moldeada que finalmente no se compromete más con el pecado, no significa que no puede pecar.
435
DTG:712.
436
Fil. 3:21.
437
“[El hombre]… puede progresar en dignidad mental y moral, hasta alcanzar una perfección de la inteligencia y una
pureza de carácter tan solo un poco inferiores a la perfección y la pureza de los ángeles”. SC:279; 1JT:481.
438
CS:736.
439
CS:736.
440
PVGM:267.
441
“Día tras día crecía [Enoc] alejándose de su propio camino y penetrando en el camino de Cristo”. 7A:319; Biblia de
Estudios:247.
Pág. 78
Previamente establecimos que “no es imposible pecar, pero es posible no pecar”. Examinemos el tema
a la luz de esta declaración.
Hay afirmaciones en el Espíritu de Profecía que, si no son adecuadamente entendidas, parecen
contradecir lo que hemos escrito. El siguiente es uno entre ellos.
“La santificación no es obra de un momento, una hora, o un día, sino de toda la vida. No se la consigue
por medio de un feliz arranque de los sentimientos, sino que es el resultado de morir constantemente al
pecado y vivir cada día para Cristo. No pueden corregirse los males ni producirse reformas en el
carácter por medio de esfuerzos débiles e intermitentes. Solamente venceremos mediante un
prolongado y perseverante trabajo, penosa disciplina y duro conflicto. No sabemos en el día actual cuán
intenso será nuestro conflicto en el siguiente. Mientras reine Satanás, tendremos que dominarnos a
nosotros mismos y vencer los pecados que nos rodean; mientras dure la vida, no habrá un momento de
descanso, un lugar al cual podamos llegar y decir: Alcancé plenamente el blanco. La santificación es el
resultado de la obediencia prestada durante toda la vida”.442
Una pregunta que puede levantarse es: Si es posible “en esta vida obtener la perfección de carácter”; si
es posible que Cristo pueda “guardar al cristiano del pecado”, ¿cómo decimos también que “mientras
reine Satanás [lo cual ocurrirá hasta la venida de Cristo] tendremos que someter el yo, y que no habrá
un sitio donde podamos detenernos?
Una Alegoría.-
442
HAp:447-448.
Pág. 79
habitantes de la ciudad, se descuidan en la vigilancia y el tirano los toma por sorpresa y los vence.443
Pero inmediatamente llaman al nuevo rey y él viene en su ayuda.
Todo el tiempo que los súbditos de ese reino estén sometidos a su nuevo rey, ellos pueden – con la
ayuda de Él – tornar estos reveses en victorias, y así crecer en fuerza día a día. Al mismo tiempo el
tirano, en su barrera de montañas, está debilitándose más y más.
Llega el día cuando ese debilitado primer gobernante pierde cada batalla. Es constantemente sometido,
y nunca vuelve a tener éxito en ninguna de las incursiones que hace.444
Pero él está todavía vivo y alerta, buscando siempre una oportunidad para derrotar a sus antiguos
súbditos, siempre acosándolos, y haciendo por tanto que sea indispensable que ellos nunca bajen la
guardia, y que estén constantemente solicitando a su nuevo rey la ayuda.
Interpretación.-
443
“Cada momento en que no estamos en guardia nos vemos expuestos a ser asediados por el enemigo y corremos gran
peligro de ser vencidos por las potestades de las tinieblas. Satanás manda que sus ángeles sean vigilantes y derriben a
cuantos puedan; que descubran la indocilidad y los vicios dominantes de quienes profesan la verdad. Les ordena arrojar
tinieblas en derredor de ellos, para que dejen de velar, y sigan una conducta que deshonre la causa que profesan amar y
entristezca a la iglesia. Las almas de estas personas extraviadas, que no velan, se hunden cada vez más en la oscuridad, y la
luz del cielo se desvanece de ellas. No pueden descubrir sus vicios dominantes, y Satanás teje su red en derredor de ellas, y
son prendidas en su lazo”. PE:104-105.
444
“Habrá un pueblo cuyos miembros se aferrarán de tal manera a la fuerza divina que podrán resistir a toda tentación”.
1JT:398.
445
PVGM:29.
446
“Esta obra [de santificación] no se puede realizar sino por la fe en Cristo, por el poder del Espíritu de Dios que habite en
el corazón… El cristiano sentirá las tentaciones del pecado, pero luchará continuamente contra él”. CS:524.
447
4T:342.
448
NEV:82.
Pág. 80
Pero el yo, subyugado aun por años, todavía está ahí potencialmente listo para tomar control de la vida.
Y no es sino hasta cuando Cristo venga que seremos transformados y el yo pecaminoso será finalmente
destruido.
Por eso, creo que la perfección que Cristo desea y que Ellen White describe, es la entrega total de la
vida a Jesús, la cual Él puede desarrollar en forma madura, completa, caracteres sin mancha con
perfectos acabados que reflejen plenamente la vida que Él vivió en la tierra, en la cual el pecado no
tuvo parte. Las personas que cooperen con Él demostrarán que por la morada interior del Espíritu, Su
ley puede ser plenamente obedecida. Ellos probarán que Satanás es un mentiroso.
Algunos sostienen que la perfección no es un tema en el cual el cristiano debería insistir. Si bien no
creemos en el peligro inherente en la comprensión usual del tema y que se encuentra en la explicación
que hemos dado, aun así deberíamos estar de acuerdo, así fuera por una razón:
Hay una gran motivación, por encima de todas, que hace que al cristiano aspirar con todos los poderes
concentrados de su ser, la vida que refleja perfectamente la vida de Jesús. Y es, porque su deseo más
grande será vindicar el honor de su Señor y Salvador. Deseará probar a todo el universo, a Satanás y a
todas sus huestes, que el adversario es un mentiroso, y que Dios es justo.
El Señor está pidiendo esta vindicación a su iglesia remanente en esta generación. Y esto significa
mucho para usted y para mí. Porque con esta iglesia como núcleo, emergerán los 144000 quienes
cooperarán plenamente con él.449
“La iglesia es la depositaria del tesoro de las riquezas de la gracia de Cristo, y por medio de ella
finalmente se hará manifiesta la revelación postrera y plena del amor de Dios al mundo que ha de ser
iluminado con su gloria. La oración de Cristo de que su iglesia fuera una como él y el Padre,
finalmente será contestada. La rica dote del Espíritu Santo será dada, y mediante su influencia
constante a los hijos de Dios, éstos llegarán a ser testigos en el mundo del poder de Dios para salvar”.450
“Cristo espera con un deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de
Cristo sea perfectamente reproducido en su pueblo, entonces vendrá él para reclamarlos como
suyos”.451
“Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice el Señor, el Eterno: No lo hago por vosotros, oh casa de
Israel, sino por causa de mi santo Nombre que profanasteis entre las naciones adonde habéis llegado. Y
santificaré mi gran Nombre, deshonrado entre las naciones, que vosotros profanasteis en medio de
ellas. Cuando ellas vean que yo revelo mi santidad a través de ti, sabrán las naciones que yo soy
Jehová, dice Jehová el Señor”.452
Conocimos a nuestro hombre imaginario, Juan, en el capítulo seis, y desde entonces lo hemos conocido
bastante bien. Cuando lo encontramos, estaba en una decadencia espiritual. Pues, a pesar de que era un
miembro de iglesia en “buen nivel regular”, tenía muchos hábitos y actitudes que nos hablaban de que
él no era realmente cristiano.
449
Ver Apoc.18:4-5.
450
TM:47; 2JT:356.
451
PVGM:47; EUD:39.
452
Eze. 36:22-23, NEB.
Pág. 81
Luego vimos cómo el Espíritu Santo fue capaz de impactarle y él empezó a responder. Lo vimos
entregando más y más de sus hábitos y prácticas pecaminosas, hasta que había rendido casi totalmente
a las súplicas de Dios.
Fuimos testigos que el yo fue colocado en un fiero campo de combate, y finalmente, tristemente,
contemplamos a Juan darse por vencido. Como resultado, se regresó a su antigua y cómoda manera de
vivir, en la cual él todavía podía ser aparentemente un buen miembro de iglesia, pero distanciado de su
Dios.
En el capítulo diez, profundizamos, tanto como nos fue posible, la experiencia de Juan y analizamos las
facultades involucradas en su batalla. Vimos que la razón y el juicio le dijeron que debería rendirse a
las invitaciones del Espíritu Santo. Describimos cómo los deseos y los sentimientos tajantemente
objetaron ese paso. Y nos dimos cuenta que la batalla debía ser resuelta de una única manera: por una
acción de la voluntad de Juan.
En este capítulo vamos a pensar en Juan, una vez más. Supongamos que en otra ocasión, el Espíritu
viene a él de una manera constreñida. Otra vez, Juan es enfrentado con sus pecados internos y externos.
Nuevamente la razón y el deseo luchan el uno contra el otro. Pero esta vez Juan coloca decisivamente
su voluntad del lado de la razón y lo correcto. Rinde su yo totalmente a Dios, y entonces es liberado de
la esclavitud del pecado.
Cuando esto ocurre, Juan entra en una relación con Cristo que cambia enteramente su posición con
Dios y sus sentimientos hacia Dios. Teológicamente esto es llamado Justificación.
La Justificación, tal como lo hemos propuesto, tiene dos aspectos. El primero puede ser llamado legal,
el segundo experimental. En el primero podemos pensar en términos de una corte en la cual la
penalidad del prisionero culpable ha sido pagada y por lo tanto, no hay más cargos contra él. Así que
Cristo ha pagado la penalidad por el pecador quien lo acepta y se da a sí mismo a Él. Por tanto el
pecador está en pie ante Dios, como si nunca hubiera pecado.
“Si os entregáis a él y lo aceptáis como vuestro Salvador, por pecaminosa que haya sido vuestra vida,
seréis contados entre los justos por consideración a el. El carácter de Cristo toma el lugar del vuestro, y
vosotros sois aceptados por Dios como si no hubierais pecado”.453
La justificación es explicada algunas veces como nada más que una transacción legal por la cual los
pecados registrados en los libros del cielo son cancelados luego que uno acepta el hecho que Jesús es el
Salvador, y confiesa sus pecados. Pero hay otro elemento requerido, vitalmente importante, sin el cual,
en efecto, uno no es justificado.
“La justificación solo se concede a los que aceptan todo el plan de Dios de justificación por la fe en
Cristo y se entregan a Él”.454
“Dios requiere la entrega completa del corazón antes de que pueda efectuarse la justificación”.455
“Pero el perdón [un aspecto de la justificación] tiene un significado más abarcante del que muchos
suponen. Cuando Dios promete que ‘será amplio en perdonar’, añade, como si el alcance de esa
promesa fuera más de lo que pudiéramos entender: ‘Porque mis pensamientos no son vuestros
pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos’. El perdón de Dios no es solamente un acto judicial por el cual libra de la condenación.
No es sólo el perdón por el pecado. Es también una redención del pecado. Es la efusión del amor
redentor que transforma el corazón”.456
453
CC:62.
454
6CBA:516.
455
1MS:429; FO:103.
456
DMJ:97.
Pág. 82
457
Rom. 12:2, La Biblia de las Américas.
458
Rom. 5:1.
459
Fil. 4:7.
460
DTG:298.
461
Isa. 30:21.
462
HAp:447-448.
Pág. 83
Entonces, la justificación y el nuevo nacimiento no destruyen el yo, concepto que está explicado en la
alegoría del capítulo previo y también en el capítulo seis. Ellos lo quitan del trono de la vida y ponen a
disposición los recursos necesarios para derrotarlo.463
Pero mientras tanto Juan no puede esperar no ser perturbado ya más por el yo y el pecado, al mismo
tiempo el ideal de Dios para él es que nunca más sea vencido por ellos. “Hijitos míos”, escribe el
apóstol Juan, “estas cosas os escribo para que no pequéis”. Pero luego él sigue diciendo: “Y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”.464
La palabra griega aquí traducida como pecado es amartia, la cual significa, errar el banco. Entonces el
pecado es un errar al blanco que Dios ha colocado para nosotros, cuyo blanco es un carácter que
equipare la vida que nuestro Salvador vivió como hombre obedeciendo a su Padre completamente.465
Uno podría errar el blanco de dos maneras – deseándolo, deliberadamente o sin desearlo, sin intención.
La persona nacida de nuevo no peca intencional, ni gustosamente.
“Cuando estemos revestidos por la justicia de Cristo, no tendremos ningún gusto por el pecado, pues
Cristo obrará dentro de nosotros. Quizá cometamos errores, pero aborreceremos el pecado que causó
los sufrimientos del Hijo de Dios”.466
“Fracasaremos con frecuencia en nuestros esfuerzos de imitar el modelo divino. Con frecuencia
tendremos que prosternarnos para llorar a los pies de Jesús debido a nuestras faltas y errores, pero no
hemos de desanimarnos. Hemos de orar más fervientemente, creer más plenamente y tratar otra vez,
con mayor firmeza, de crecer a la semejanza de nuestro Señor. Al desconfiar de nuestro propio poder,
confiaremos en el poder de nuestro Redentor y daremos alabanza al Señor, quien es la salud de nuestro
rostro y nuestro Dios”.467
Esto nos conduce a una importante pregunta: ¿Si la persona nacida de nuevo puede tener completa
victoria sobre el yo y el pecado, por qué a veces cae? O, retrocediendo a nuestra ilustración del
giroscopio; ¿si el eje del giroscopio espiritual se coloca sobre el Sol de Justicia, cómo es que nos
salimos del curso?
Numerosas respuestas pueden darse a esta pregunta.
Una es, que la fe puede faltare temporalmente al cristiano. Tal fue el caso de Elías después de su gran
triunfo sobre los profetas de Baal en el monte Carmelo.468
Totalmente conectado con esto, está el hecho que el cristiano a veces aparta sus ojos de Jesús. En su
explicación acerca de la falla de Pedro después de haber empezado a caminar sobre el agua. Ellen
White apunta:
“Cuando la dificultad nos sobreviene, con cuánta frecuencia somos como Pedro. Miramos las olas en
vez de mantener nuestros ojos fijos en el Salvador. Nuestros pies resbalan, y las orgullosas aguas
sumergen nuestras almas”.469
Negligencia en el Estudio y la Oración.-
Una razón importante por la que perdemos de vista a Jesús es que no pasamos suficiente tiempo en
seria meditación, oración y en el estudio de la Palabra.
463
“Podemos vencer. Si, plenamente y por completo. Jesús murió para darnos una vía de escape, para que podamos vencer
todo mal genio, todo pecado, toda tentación y sentarnos finalmente con Él”. 1T:136, traducción directa del inglés:144;
RP:369.
464
1 Juan 2:1.
465
“Si confiamos en Él, y le encomendamos nuestros caminos, Él dirigirá nuestros pasos por la senda que exactamente
resultará en nuestra obtención de la victoria sobre cada pasión mala, y cada rasgo que no es de semejanza al carácter de
nuestro modelo divino”. NEV:316.
466
1MS:422.
467
1MS:395.
468
1 Reyes 18-19.
469
DTG:310.
Pág. 84
Entonces, Satanás puede tener éxito temporalmente al conseguir que el cristiano se olvide del Señor. Al
hacerlo concentrar la atención en sus problemas, Satanás logra que la persona falle en recordar al
Señor, quien es la solución de ellos. El adversario: “Él sabe que si puede oscurecer nuestra visión para
que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos protección contra el pecado”.470 “Demasiado a menudo
nos olvidamos del Señor. Cedemos a nuestros impulsos y perdemos las victorias que deberíamos
ganar”.471
Todavía queda otra razón por la cual el cristiano puede caer temporalmente. Es que él le permite al yo y
al pecado afirmarse brevemente. Envidia, orgullo, seguridad en sí mismo, enojo o algún otro acoso que
pueda salir a la superficie y encontrar expresión.472 O uno de ellos puede aparecer tan repentinamente,
que el cristiano es sorprendido sin guardia y cae. Este puede ser especialmente el caso de quien es
nuevo en el camino cristiano y en quien los hábitos estampados que referimos en el último capítulo,
están todavía arraigados. Pero no debe desanimarse a causa de esto.
Algunos cristianos sinceros temen que cuando caen bajo estas circunstancias, están separados de Dios.
Reflexionen ellos en estas palabras de ánimo:
“Si uno que diariamente tiene comunión con Dios yerra en la senda, si descuida por un momento mirar
firmemente a Jesús, no es porque peca obstinadamente; porque cuando ve su error, retorna, y
rápidamente coloca sus ojos en Jesús [su giroscopio espiritual lo regresa a su posición], y el hecho que
ha errado, no lo hace menos querido al corazón de Dios”.473
Sin embargo debe tenerse muy en cuenta que:
“La comisión voluntaria de un pecado conocido acalla la voz testificadora del Espíritu, y separa al alma
de Dios”.474
Podemos recordar también que: “El carácter se da a conocer, no por las obras buenas o malas que de
vez en cuando [sin intención] se ejecutan, sino por la tendencia de las palabras y de los actos en la vida
diaria”.475
“Si habéis cometido errores, ganáis ciertamente una victoria si los veis y los consideráis señales de
advertencia. De ese modo transformáis la derrota en victoria, chasqueando al enemigo y honrando a
vuestro Redentor”.476
Cuando el cristiano reconoce sus errores, se aparta inmediatamente de ellos, se arrepiente y los
confiesa, es consciente de su gran debilidad y la necesidad de mayor dependencia de su Salvador, ha
ganado una victoria y se ha preparado para futuras victorias.
A veces surge la inquietud: Usted dice que la persona nacida de nuevo, en sus batallas contra el pecado,
es a veces vencida. Si eso es así, ¿cuál es la diferencia con la persona irregenerada, el miembro de
470
DMJ:79.
471
LMG:179. DNC:236; ELC:50.
472
“Los siervos de Cristo no han de actuar según los dictados del corazón natural. Necesitan tener una íntima comunión con
Dios, no sea que, bajo la provocación, el yo se levante y ellos dejen escapar un torrente de palabras inconvenientes, que
disten mucho de ser como el rocío y como las suaves gotas que refrescan las plantas agostadas. Esto es lo que Satanás
quiere que hagan; porque éstos son sus métodos. Es el dragón el que se aíra, es el espíritu de Satanás el que se revela en la
cólera y las acusaciones. Pero los siervos de Dios han de ser representantes suyos. El desea que trafiquen únicamente con la
moneda del cielo, la verdad que lleva su propia imagen e inscripción. El poder por el cual han de vencer al mal es el poder
de Cristo. La gloria de Cristo es su fuerza. Han de fijar sus ojos en su hermosura. Entonces podrán presentar el Evangelio
con tacto y amabilidad divina. Y el espíritu que se mantiene amable bajo la provocación hablará más eficazmente en favor
de la verdad que cualquier argumento, por enérgico que sea”. DTG:319-320.
473
RH, 12 de Mayo de 1896.
474
MJ:112; EJ:138.
475
CC:57.
476
PVGM:232; MJ:98.
Pág. 85
iglesia que no ha nacido de nuevo, quien también batalla contra el pecado y falla al igual que el
convertido?
¿Recuerda el giroscopio? Tan pronto como el barco equipado con ese aparato es golpeado por una ola,
inmediatamente el giroscopio actúa para mantener el equilibrio del barco. Así es con la persona nacida
de nuevo. Cuando cualquier debilidad o tentación lo empujan a pecar, su giroscopio espiritual, el nuevo
corazón que está dirigido hacia Dios, opera para traerlo de vuelta al equilibrio.
La persona que no ha nacido de nuevo, no tiene este estabilizador. Este es el caso de: “El bien que
quiero, no hago; pero el mal que no quiero, eso hago”.477 Así es como él batalla para mantener el
equilibrio espiritual contra el pecado y contra el yo. Pero no puede guardar ese equilibrio, pues no tiene
giroscopio.
Recuerde, también, que esta estabilidad de la persona nacida de nuevo, que se observa externamente,
opera internamente. Este es el resultado del corazón renovado y la mente guiada por el Espíritu Santo.
El irregenerado puede arreglárselas algunas veces para mantener una apariencia exterior de victoria,
cuando su interés está lejos del eje. Pero aquel cuya vida está en Jesús, tiene victoria externa. Cuando
se vuelve a Jesús por ayuda, su sentimiento de enojo, envidia o resentimiento, muere. Está en paz. En el
irregenerado, el sentimiento continúa hirviendo y más tarde lo descargará sobre su esposa, sus hijos, o
sobre alguna otra persona.
La senda de la persona nacida de nuevo es el camino de la victoria, interna y externamente, aunque
algunas veces la derrota parece ser su suerte. El dirigir sus ojos a Jesús cuando el pecado le acosa,
significa que ese mismo acto de dirigir sus ojos, está cambiando una caída momentánea en victoria.
Pedro tenía un problema. Hablamos de Pedro, el discípulo de Jesús. Él continuamente tenía problemas,
pero uno en particular tenía que ver con el perdón. ¿Cuántas veces debía alguien perdonar a una
persona que fuera injusto con él? Algunos creían que los rabinos limitaban esto a tres veces. Pero Pedro
había tenido sufrientes hechos con Jesús, para saber que debería ir más allá de eso. Considerando la
pregunta, el discípulo concluyó que su Maestro avanzaría hasta el número perfecto, el siete. Decidió
comprobar su idea.
“Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?, preguntó.478
La respuesta de Jesús debió haber mortificado a Pedro. “No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta
veces siete”.479
Lo que Jesús estaba diciendo en esencia era: no debe haber límite de veces en tu disposición a
perdonar. La disposición de Dios para perdonar no conoce límites; tampoco tú deberías conocer límites.
Esto todos lo entendemos. ¡Es maravilloso! Pero trae a la mente otro problema.
Hay dos amigos, Jorge y José. Un día, José viene a Jorge y le dice: “Jorge, debo pedirte disculpas. Ayer
cuando estábamos discutiendo ese problema acerca de las horas extras, perdí un poco el temperamento.
Lo siento. ¿Me perdonas?
Jorge generosamente lo perdona.
Pocos días después José viene a Jorge otra vez y le dice: “Te digo Jorge que fue estúpido de mi parte,
tomar la actitud que tuve anoche. Y para colmo de todo, perdí la calma. Lo siento. Por favor
perdóname.
Cerca de una semana más tarde, aparece otra situación en la cual José se acaloró y luego siente que es
necesario que Jorge le perdone. Pocos días después algo más sucede, y José, muy avergonzado, se
disculpa una vez más y pide perdón.
477
Rom. 7:19.
478
Mat. 18:21.
479
Mat. 18:22.
Pág. 86
Y así siguen las cosas. Con mucha frecuencia, José pierde sus estribos con Jorge. Entonces, por razón
que es básicamente un tipo decente, y a causa que desea retener la amistad de Jorge y porque está
tratando de ser un cristiano, él se disculpa y pide perdón. Y siempre, sin ninguna reserva, amable y
felizmente, Jorge lo perdona y coloca todo fuera de su mente. ¡Bien!
¿Pero qué acerca de José? ¿Qué le está ocasionando su problema con su moral, y su respeto propio, por
ejemplo? ¿No está sufriendo un deterioro cada vez que le pide disculpas? ¿No empieza a sentirse muy
débil moralmente?
Efectos de la Derrota.-
Una derrota crónica es una cosa terriblemente desmoralizante. El más optimista, el más valiente, el más
tenaz no puede seguir adelante siempre siendo derrotado. Debe tener una victoria significativa alguna
vez.
Y considere cómo se siente José vez tras vez que es compelido para ir a Jorge y pedir perdón. ¿Le da
vergüenza? En efecto, después de cierto tiempo, empieza a evitar a Jorge porque no puede soportar el
tener que seguir pidiéndole perdón.
En algunos respectos nuestra ilustración puede ser excesiva. En otros no. Porque aunque Dios
libremente perdona setenta veces siete y setecientas veces siete, hay un factor de vergüenza, derrota y
otras actitudes que acechan al cristiano sincero que permanece cayendo año tras año como resultado de
una debilidad particular, como fue sugerido en el capítulo ocho.
De hecho, falta algo si continuamos necesitando ir a Dios, año tras año, buscando perdón por el mismo
pecado particular. Su perdón “no es solo el perdón por el pecado, es también una redención del
pecado”.480
En la Review and Herald, Ellen White nos hace pensar en una situación que no debiera ser al preguntar
en un sermón: “¿Aquellos aquí que han estado pecando [los mismos pecados] y arrepintiéndose,
pecando y arrepintiéndose, continuarán haciendo así hasta que Cristo venga?”.481
Este libro es acerca de la victoria cristiana. En la mayoría de los capítulos hemos procurado describir,
tan claramente como nos ha sido posible, maneras mediante las cuales podemos ganar la victoria sobre
el pecado y Satanás. Pero en este capítulo, deseamos enfocar y fortificar la idea de la victoria cristina.
Seguramente hay gran significado en el hecho que, en su mensaje a las siete iglesias482, las recompensas
de Cristo son únicamente para el “que venciere”. Se hace esta provisión para el caso de cada una de las
iglesias. En la Biblia no se hace provisión para la derrota. Únicamente vencedores estarán sobre el mar
de vidrio, participando del árbol de la vida, y viviendo eternamente con Cristo.
La Derrota es Innecesaria.-
480
DMJ:97.
481
RH, 21 de Abril de 1891.
482
Apoc. 3-4.
483
1T:136, traducido directamente del inglés; RP:369.
484
DNC:22.
Pág. 87
recibió. Pueden llegar a ser más que vencedores, por Aquel que los amó y se dio a sí mismo por
ellos”.485
Finalizamos el capítulo ocho con un gráfico de un corazón con el nombre “Cristo” adentro, para
representar a la persona nacida de nuevo, la nueva vida en la cual hay nuevos motivos, deseos,
inclinaciones y actitudes.
Le vamos a añadir algo a esto que clarifica por qué podemos tener victoria:
“Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado [habitual], pues Aquel que fue
engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca”.486
“El alma que se entrega a Cristo, llega a ser una fortaleza suya, que él sostiene en un mundo en
rebelión, y no quiere que otra autoridad sea conocida en ella sino la suya. Un alma así guardada en
posesión por los agentes celestiales es inexpugnable para los asaltos de Satanás. Pero a menos que nos
entreguemos al dominio de Cristo, seremos dominados por el maligno. Debemos estar inevitablemente
bajo el dominio del uno o del otro de los dos grandes poderes que están contendiendo por la supremacía
del mundo. No es necesario que elijamos deliberadamente el servicio del reino de las tinieblas para
pasar bajo su dominio. Basta que descuidemos de aliarnos con el reino de la luz. Si no cooperamos con
los agentes celestiales, Satanás se posesionará de nuestro corazón, y hará de él su morada. La única
defensa contra el mal consiste en que Cristo more en el corazón por la fe en su justicia”.487
“Al entregar su voluntad a Cristo, su vida estará escondida juntamente con Cristo en Dios y vinculada
al poder que está sobre todos los principados y potestades. Recibirá fuerza de Dios que lo mantendrá
firme en su poder… Pero su voluntad debe cooperar con la voluntad de Dios”.488
La victoria entonces, es un trabajo de cooperación. Pero la responsabilidad no es igual. De hecho:
“La parte que se requiere que el hombre realice es inconmensurablemente pequeña, no obstante, en el
plan de Dos es justamente la parte necesaria para que la obra alcance el buen éxito… La cooperación
de la voluntad y el esfuerzo humano con la energía divina es el vínculo que une a los hombres unos con
otros y con Dios”.489
“La obra del Espíritu Santo es inconmensurablemente grande”.490
“Necesitamos grandemente comprender nuestra dependencia de Dios. Se confía demasiado en los
hombres, y en las invenciones humanas. Hay muy poca confianza en el poder que Dios está listo para
dar. ‘Coadjutores somos de Dios’. Inmensamente inferior es la parte que lleva a cabo el agente humano;
485
9T:19.
486
1 Juan 5:18. “Si estamos decididos a no separarnos de la fuente de nuestra fortaleza, Jesús se pondrá decididamente a
nuestra mano derecha para ayudarnos, a fin de que nuestros enemigos no nos avergüencen”. CSS:421.
487
DTG:291.
488
5T:485.
489
Manuscrito 113, 8 de Septiembre de 1898. Énfasis suplido.
490
RP:179.
Pág. 88
pero si está unido con la divinidad de Cristo, puede hacer todas las cosas por medio de la fuerza que él
imparte”.491
Estas sentencias son una llave vital para la victoria cristiana. No por nuestros propios esfuerzos, no por
nuestra propia fortaleza, no por nuestro propio conocimiento o sabiduría, se gana la victoria. La victoria
se gana momento a momento cuando por la fe dependemos del poder de Cristo. Porque en la batalla
contra el pecado, nuestra fuerza, o cualquier cosa que podamos pensar hacer, es como una paja tratando
de controlar un huracán.
En la batalla de la vida, nuestra más grande lucha no es vencer el pecado, sino rendir el yo.
“Algunos que acuden a Dios mediante el arrepentimiento y la confesión, y creen que sus pecados han
sido perdonados, no recurren, sin embargo, a las promesas de Dios como debieran. No comprenden que
Jesús es un Salvador siempre presente y no están listos para confiarle la custodia de su alma,
descansando en Él para que perfeccione la obra de la gracia comenzada en su corazón. Al paso que
piensan que se entregan a Dios, existe mucho de confianza propia. Hay almas concienzudas que
confían parcialmente en Dios y parcialmente en sí mismas. No recurren a Dios para ser preservadas por
su poder, sino que dependen de su vigilancia contra la tentación y de la realización de ciertos deberes
para que Dios las acepte. No hay victorias en esta clase de fe. Tales personas se esfuerzan en vano. Sus
almas están en un yugo continuo y no hallan descanso hasta que sus cargas son puestas a los pies de
Jesús”.492
“Si no decidimos entregarnos por completo a Dios, quedamos en tinieblas. Cuando hacemos cualquier
reserva, abrimos la puerta por la cual Satanás puede entrar para extraviarnos con sus tentaciones. Él
sabe que si puede oscurecer nuestra visión para que el ojo de la fe no vea a Dios, no tendremos
protección contra el pecado”.493
Ahora, somos animados por estas palabras: “La victoria es segura cuando se rinde el yo ante Dios”.494
He aquí hay una gran verdad que cada cristiano victorioso ha entendido firmemente. Él no es semejante
a un soldado severamente presionado, en guardia sobre una colina, rodeado por enemigos que lo
hostigan en cada oportunidad posible, y ocasionalmente recibiendo ayuda de Cristo. En vez de eso, es
un soldado dentro de la extraordinaria fortaleza del Amor y la Gracia de Dios. Su tarea es usar la
fortaleza que Cristo le ha dado para asegurarse que el enemigo no entre por las puertas. El muro está
custodiado por Cristo, y ningún enemigo puede romperlo. “Estamos seguros, perfectamente seguros de
los subterfugios del enemigo, mientras estemos firmemente confiados en Dios”.495
Como ha sido enfatizado a través de este libro, la victoria fundamental del cristiano es una entrega
perfecta a Cristo – rendirse. Este rendirse significa que cada área de la vida debe darse a Dios para ser
cambiada, purificada y fortalecida, como Él desee.
Victorias a Ganar.-
491
PVGM:60. Énfasis suplido.
492
FO:38; 1MS:415. Énfasis suplido.
493
DMJ:79.
494
7A:27; Biblia de Estudios:43.
495
NEV:22.
Pág. 89
No es un asunto fácil entregar los derechos del yo de esta manera. Pero es esencial. Esta rendición
significará para muchos, una guerra contra el apetito.496 Porque esta área en la cual Eva fue vencida es
usada con gran éxito por Satanás, causando la caída de multitudes.
“El poder dominante del apetito causará la ruina de millares de personas, que, si hubiesen vencido en
ese punto, habrían tenido fuerza moral para obtener la victoria sobre todas las demás tentaciones de
Satanás. Pero los que son esclavos del apetito no alcanzarán a perfeccionar el carácter cristiano”.497
“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que se oponga a
nuestro progreso intelectual y a la santificación”.498
Otra área de nuestra vida en la que necesitamos ganar decididas victorias es en el área de las
diversiones. Estas han llegado a ser casi la suma total del interés en las vidas de multitudes, y no pocos
de los que son profesos cristianos. Pero el cristiano, cuyo blanco es el cielo y un carácter que será
llevado al cielo, no puede permitirse llegar a estar sumergido en los tipos de entretenimientos comunes
para el mundo – deportes, películas, televisión y ciertos otros pasatiempos que separan499 la mente de
Jesús.
“Las potencias de Satanás se esfuerzan por distraer las mentes de las realidades eternas. El enemigo ha
dispuesto las cosas de manera que favorezcan sus planes. Negocios, deportes, modas: he aquí las cosas
que ocupan las mentes de hombres y mueres”.500
“Los únicos entretenimientos seguros son aquellos que no ahuyentan los pensamientos religiosos y
serios; los únicos lugares seguros adonde podemos acudir son aquellos adonde podemos llevar a Jesús
con nosotros”.501
Otras áreas pueden ser mencionadas:
“La moda está deteriorando el intelecto y royendo la espiritualidad de nuestro pueblo. La obediencia a
las modas está invadiendo nuestras iglesias adventistas, y está haciendo más que cualquier otro poder
para separar de Dios a nuestro pueblo”.502
Tener la posibilidad de una victoria real significa hacer todas las cosas correctas tanto con nuestro
prójimo, como con Dios. Cuando el recaudador de impuestos, Zaqueo, dijo a Jesús: “Señor… si en algo
he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado”, Jesús dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta
casa”.503
Aludiendo a Ezequiel504 cuando discutía la restitución de unos errores505, dijo:
“No hay evidencia de arrepentimiento verdadero cuando no se produce una reforma en la vida. Si
restituye la prenda, devuelve lo que hubiere robado, confiesa sus pecados y ama a Dios y a su prójimo,
el pecador puede estar seguro de que pasó de muerte a vida”.506
Adicional al requisito de hacer restitución, hay otro aspecto vital. Una conciencia clara. Ninguna
persona puede tener tal conciencia ante sí mismo y ante Dios hasta que haya hecho restitución de cada
pecado conocido. Nadie puede tener una confiada y optimista experiencia victoriosa, mientras tiene una
conciencia que lo acusa.
¿Demasiadas Puertas para Custodiar?
496
“Debemos aprender que la satisfacción de nuestros apetitos es el mayor obstáculo que pueda oponerse a nuestro progreso
intelectual y a la santificación del alma”. CRA:52.
497
CRA:69; 1JT:422-423.
498
9T:125.
499
Literalmente el autor usa la palabra “destetan”.
500
9T:35.
501
EUD:89.
502
1JT:600; 4T:639-640.
503
Luc. 19:8-9.
504
Eze. 33:15.
505
“Que aquellos que han hecho el mal, den prueba de su arrepentimiento al buscar hacer la restitución total y que en su vida
venidera den evidencia de una genuina reforma. Ciertamente disfrutarán la paz del cielo”. RH, 3 de Enero de 1882.
506
CC:58.
Pág. 90
El precio de la victoria cristiana puede parecer para muchos demasiado duro, muy abarcante de todo,
muy detallado y excesivamente exigente. Puede dar l sensación de que hay muchas cosas para recordar
y muchas puertas para custodiar, si las hubiera. Pero el problema está en la apariencia más que en la
realidad cuando uno está plenamente y sin reservas, comprometido con Jesús. “Cuado el árbol está
muerto, las hojas caen”.
“La entrega de todas las facultades a Dios simplifica mucho el problema de la vida. Debilita y abrevia
mil luchas con las pasiones del corazón natural. La religión es como un cordón de oro que liga a Cristo
las almas tanto de los jóvenes como de los ancianos. Mediante ella, los voluntarias y obedientes son
llevados en salvo a la ciudad de Dios, a través de senderos oscuros e intrincados”.507
Hay otro elemento absolutamente vital para la victoria – perseverancia.508 “Cuando usted está en
cualquier concurso”, dijo Dwight D. Eisenhower, “debería trabajar como si hubiera – en el último
minuto – la posibilidad de perderlo. Esto es la batalla, esta es la política, esto es todo”. ¡Ciertamente
esta es la vida cristiana! “El que perseverare hasta el fin, este será salvo”, dijo Cristo.509
Apocalipsis510 es un texto que los Adventistas del Séptimo Día sienten que tiene un mensaje para ellos
en una manera especial. Llega al final de los mensajes de los tres ángeles, que alude a la temible batalla
que el pueblo de Dios lidiará con la bestia y su imagen. La traducción Reina Valera 1960 es la más
familiar para los adventistas de habla hispana: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los
mandamientos de Dios y la fe de Jesús”.
El término griego del cual se traduce la palabra “paciencia”, queda mejor traducido como “constante
resistencia”. En la Versión Reina Valera 1995 dice: “Aquí está la perseverancia de los santos”.
Entonces, el cuadro es de un pueblo que bajo todas las presiones de ser tenidos como malhechores,
privados, desde la perspectiva humana, de toda necesidad de la vida, y finalmente siendo sentenciados
a muerte, todavía se mantiene sin vacilación en su lealtad a Dios y a su ley.
“Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de soportar el cansancio, la
demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de las pruebas más duras. El tiempo de gracia les
es concedido a todos a fin de que se preparen para aquel momento. Jacob prevaleció porque fue
perseverante y resuelto. Su victoria es prueba evidente del poder de la oración importuna. Todos los
que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y que sean tan sinceros como él lo fue, tendrán
tan buen éxito como él. Los que no están dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente
ante Dios y a orar mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conseguirán. ¡Cuán pocos
cristianos saben lo que es luchar con Dios! ¡Cuán pocos son los que jamás suspiraron por Dios con
ardor hasta tener como en tensión todas las facultades del alma! Cuando olas de indecible
desesperación envuelven al suplicante, ¡cuán raro es verle atenerse con fe inquebrantable a las
promesas de Dios!”.511
Hay otra actitud asumida por algunos profesos cristianos que, a menos que radicalmente la resistan,
serán excluidos del gozo de la victoria y la vida eterna:
“Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios deseos de placeres y
comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la
incesante inquietud. La indolencia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente cierran
sus soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistirla”.512
507
MJ:27.
508
“La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y abandonarlo cuando nos
plazca. Solo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria final. El que persevera
hasta el fin, ése será salvo”. 2T:93.
509
Mar. 13.13.
510
Apoc. 14:12.
511
CS:679.
512
HAp:451.
Pág. 91
A la puesta del sol, las puertas de la ciudad se cerraban. Ansiosamente, el apurado viajero notaba que el
sol se estaba poniendo. La distancia que tenía que cubrir, era mayor que la que había pensado, y se
había retrasado más de lo que había previsto.
Pero él tenía que conseguir llegar a la ciudad, antes que las puertas se erigieran como barrera.
Permanecer fuera de las murallas durante la noche, era inconcebible. Animales fieros vagaban en las
tinieblas. Y aun más fieros hombres – ladrones y asesinos. El viajero llevaba consigo todo el dinero que
había ganado, los ahorros de parte de su vida. Por lo tanto, tenía que lograr llegar a la ciudad, antes que
las puertas se cerraran. No se atrevía a detenerse. Había demasiado en juego.
El lector puede, tal vez, identificarse a sí mismo con la situación en que se encontraron muchos de los
viajeros de antaño. Porque de alguna manera, y al mismo tiempo, se ha esforzado intensamente para
alcanzar sus puertas antes que se cierren.
Las puertas sobre las que hemos escrito en este volumen son las puertas de la salvación y la eternidad.
Y como Adventistas del Séptimo Día, sabemos que pronto, en un terrible acto final, esas puertas se
cerrarán silenciosas e inadvertidamente para la iglesia y para el mundo.
Hay un solemne y elocuente pasaje en el Deseado al cual recurrimos con frecuencia, cuando deseamos
enfatizar el descuido del mundo cuando la gracia termine:
“La crisis se está acercando gradual y furtivamente a nosotros. El sol brilla en los cielos y recorre su
órbita acostumbrada, y los cielos continúan declarando la gloria de Dios. Los hombres siguen
comiendo y bebiendo, plantando y edificando, casándose y dándose en casamiento. Los negociantes
siguen comprando y vendiendo. Los hombres siguen luchando unos con otros, contendiendo por el
lugar más elevado. Los amadores de placeres siguen atestando los teatros, los hipódromos, los garitos
de juego. Prevalece la más intensa excitación, y sin embargo el tiempo de gracia está llegando
rápidamente a su fin, y cada caso está por ser decidido para la eternidad. Satanás ve que su tiempo es
corto. Ha puesto todos sus agentes a trabajar a fin de que los hombres sean engañados, seducidos,
ocupados y hechizados hasta que haya terminado el tiempo de gracia, y se haya cerrado para siempre la
puerta de la misericordia”.515
Quizá estamos inclinados a aplicar estas palabras a los mundanos, o a los profesos cristianos en otras
iglesias donde la religión es formalista. Pero ellas pueden aplicarse justa y honestamente a algunos
Adventistas del Séptimo Día. Negocios, placeres y la rutina de la vida, tristemente absorben a algunos
– muchos – de nosotros, de modo que también podemos ser sobrecogidos fuera de las puertas, cuando
ya sea demasiado tarde.516
Algunos piensan que están en el camino correcto, cuando realmente no es así. Ocasionalmente son
perseguidos por dudas en relación con la ruta que están siguiendo, pero sacuden sus dudas y las
desechan.
513
Gál. 6:9, La Biblia de las Américas.
514
Apoc. 17:14, NEB.
515
DTG:590.
516
“Las potencias de Satanás se esfuerzan por distraer las mentes de las realidades eternas. El enemigo ha dispuesto las
cosas de manera que favorezcan sus planes. Negocios, deportes, modas: he aquí las cosas que ocupan las mentes de
hombres y mujeres”. 9T:35.
Pág. 92
Con los últimos rayos del sol poniente del día terrenal cayendo sobre nosotros, cada uno debería saber
si realmente está en la senda que conduce al cielo. No es suficiente pensar que lo estamos o, tener
esperanza que lo estamos. ¡Tenemos que saberlo! Debemos estar en el sendero correcto. No debemos
distraernos ni un momento, porque el sol ya ha tocado el horizonte en occidente. Tal vez ya el ángel
designado está batiendo sus alas, rumbo a las oscilantes puertas para cerrarlas para siempre. Tal vez,
incluso ahora, Jesús pide al ángel contener la puerta un momento más. Contemplémosle a Él
aguardando, lleno de esperanza, por aquellos que anhelan que entren pero que todavía no lo han hecho.
amorosamente, Él extiende sus brazos en anhelante invitación. Urgentemente llama: “¡Venga!, ¡Venga!,
¡Porque todas las cosas están listas!
¡Apresurémonos!
Escrito Posterior.-
Uno de los más grandes peligros, quizá el mayor de todos, que nos amenaza como cristianos, es el
desanimarse. Dios nos trae un mensaje que nos sacude, nos despierta a los peligros de nuestra situación
y nos lleva a la necesidad de una drástica e inmediata acción.
Pero pronto la fuerza del impacto pasa, el sentido de urgencia se pierde, y retrocedemos al sueño
espiritual.
Cuando la gracia termine, muchos Adventistas del Séptimo Día se encontrarán en la condición de quien
genuinamente quiso hacer algo al respecto – pero que nunca lo hizo.
“¡Escuchen! Esta es la hora de recibir el favor de Dios, ¡hoy es el día para ser salvos!517 Hoy, hoy y hoy
debemos estar listos y alertas, examinando todas las cosas “porque el Hijo del hombre vendrá a la hora
que no pensáis”.
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517
2 Cor. 6:2, TEV.