Pintura Villafañe

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VILLAFAÑE, Justo. Introducción a la teoría de la imagen.

Ediciones Pirámide S.A. Madrid. 1987

LOS ELEMENTOS MORFOLÓGICOS DE LA IMAGEN

EL PUNTO

Es, sin duda, el elemento icónico más simple, sin embargo,

su simplicidad no debe servir para ocultarnos la influencia

plástica de éste y otros elementos similares. Kandinsky

(1983,69) al reperirse a ellos afirmaba:

Al analizar los elementos más simples (elementos

originales) comprobamos que lo verdaderamente simple no

existe, cada elemento original es un fenómeno sumario

complicado

Las propiedades que definen al punto como elemento plástico

son: la dimensión, la forma y el color. Las innumerables

posibilidades de variación de cada una de ellas, hacen

posible que el punto, por sí solo, pueda cumplir

perfectamente cualquier función plástica.

La característica más importante del punto no tiene, sin

embargo, nada que ver con su aspecto gráfico o morfológico,

sino con su naturaleza dinámica.

LA LÍNEA
Es un elemento visual de primer orden. Sus usos en la

comunicación visual son infinitos, como lo demuestran los

paisajes urbanos que constantemente se encuenytran

definidos y limitados por estructuras lineales; o las

grafías, compuestas casi exclusivamente por líneas; o los

planoes, esquemas, patrones de moda, lo mismo que multitud

de diseños.

EL PLANO

El término plano se presta a muchas interpretaciones.

Mediante esta palabra uno puede referirse al plano de la

representación (plano original) que es un espacio físico,

normalmente identificado con el soporte de la imagen, en el

que se construye el espacio plástico, es decir, la

estructura espacial de la imagen, que constituye un

parámetro de significación por encima de su propia

materialidad; o bien, al plano como elemento morfológico

bidimensional limitado por líneas u otros planos. A este

segundo sentido del término es al que me voy a referir

aquí, distinguiéndolo no sólo del anterior, sino, además,

de otros como superficie, encuadre, cuadro, o, incluso,

formato; todos ellos utilizados, a veces,

indiscriminadamente para referirse al espacio de la

representación.
El plano, como elemento icónico, tiene una naturaleza

absolutamente espacial. No sólo queda ligado al espacio de

la composición, sino que, además, implica otros atributos

como los de superficie y bidimensionalidad, por lo que,

generalmente, se representa asociado a otros elementos

superficiales como el color o la textura.

Los planos son elementos idóneos para compartimentar y

fragmentar el espacio plástico de la imagen. Sugieren la

tercer dimensión a partir de la articulación de espacios

bidimensionales que, normalmente, se hallan superpuestos.

LA TEXTURA

Es también un elemento morfológico superficial y por ello

normalmente asociado al color y en ocasiones al plano

(aunque no necesariamente). Antes de describir sus

propiedades resumiré brevemente lo que dicen de este

elemento los pocos autores que lo incluyen como uno de los

elementos icónicos. Casi todos ellos coinciden en la

importancia visual de las superficies texturazas, pero, sin

embargo, apenas dedican una pocas líneas a su estudio.

La textura es un elemento visual idóneo para dilatar o

comprimir el espacio y crear nuevas relaciones plásticas.


En razón de la relatividad de la escala espacial, las

diversas cualidades de los valores textuales se han

convertido en los único signos visibles que pueden indicar

las relaciones espaciales.

La textura tiene dos dimensiones básicas: una perceptiva y

otra plástica. Dentro de la primera conviene recordar que

las texturas son una de las dos variables de estímulo para

la visión junto con las lumínicas.

EL COLOR

Es una forma visible de energía luminosa o que constituye

uno de los atributos de definición de los objetos o que es

el resultado de la excitación de las células

fotorreceptoras de la retina. Todas estas respuestas se

refieren a esa dimensión objetiva del color; pero, además,

son posibles otra serie de conceptualizaciones de este

elemento que están basadas en aspectos más subjetivos del

mismo, generalmente relacionados con la experiencia del

observador: sus cualidades térmicas; su dinamismo, que

produce sensaciones cromáticas de avance o retroceso;

ciertas propiedades sinestésicas de los colores, que se

asocian a determinados sonidos, etc. Existen, también, dos

naturalezas cromáticas distintas, lo que podría denominarse

el color de la “paleta” y el del “prisma” o, dicho de otro


modo, el color pigmentario y el color luz. Pero, por si

esto fuera poco, no hay una manera cabal de nombrar a las

distintas variedades cromáticas, lo que ha producido una

entropía terminológica que hace casi imposible referirse a

un color sin tenerlo delante de los ojos.

El lector habrá advertido ya que no es posible estudiar el

color desde un único punto de vista como aquí se había

hecho, hasta ahora, con el resto de los elementos

morfológicos; por eso, en los tres próximos apartados me

ocuparé de aquellos hechos objetivos de la naturaleza del

color, de sus principales funciones plásticas y, por

último, recojo la propuesta de H. Küppers de nomenclatura

cromática, que soluciona en gran medida el último problema

apuntado.

El color es, ante todo, una experiencia sensorial. Para

producirse requiere, básicamente, tres elementos: un emisor

energético, un medio que module esa energía y un sistema

receptor específico. Las tres fuentes de la experiencia

cromática son, en este sentido, la luz, las superficies de

los objetos y la retina. No es posible definir el color

sólo en función de una de estas tres fuentes. El color no

es energía luminosa, ni es algo que posean los objetos en

sí mismos, no surge, tampoco, espontáneamente en los conos

relínicos. No hay color hasta que no se produce la


experiencia sensorial, y hasta entonces, su existencia es

sólo potencial.

La clave de la paradoja entre el color luz y el pigmentario

no está en el tipo de síntesis cromática que se emplee para

conseguir determinado color, sino en la relación que existe

entre la luz y la materia. Las estructuras moleculares que

constituyen la materia de los objetos que habitan en

nuestro entorno son las que determinan el comportamiento de

la luz que incide sobre ellos: esta variedad estructural

es tan diversa como los colores que adoptan los objetos.

Las plantas son verdes porque las moléculas de los

pigmentos de la clorofila absorben el azul y el rojo

reflejando el verde. Esta interacción entre la luz y la

materia es la razón para considerar a ésta como una de las

tres fuentes de la experiencia cromática.

ELEMENTOS DINÁMICOS

CONCEPTO DE TEMPORALIDAD

En una primera aproximación al concepto de temporalidad,

podría definirse éste como la estructura de representación

del tiempo real a través de la imagen. El tiempo de la

imagen es una modelización del real; aquél se basa en éste,

pero ambos son diferentes, el tiempo real no es

significante, la temporalidad si. De los diversos modos en


los que la temporalidad modeliza el tiempo real surgen

imágenes diferentes. Si en la representación icónica del

tiempo se pretende reconstruir el esquema temporal de la

realidad, dotándolo de una significación que no tiene, las

imágenes serán secuenciales; si, por el contrario, se opta

por la abstracción del tiempo real. Estas serán aisladas.

Al contrario de lo que sucede en la realidad, la iagen sí

es capaz de crear estructuras temporales y por tanto, de

producir significación. Hay dos formas de temporalidad

icónica que originan, como ha apuntado anteriormente, dos

tipos de imágenes diferentes: las secuenciales y las

aisladas. Las primeras, como su nombre indica, se basan en

una estructura temporal de secuencia; el orden temporal de

las imágenes aisladas está basado en la simultaneidad.

Explicar los conceptos de secuencia y simultaneidad es lo

mismo que explicar la naturaleza temporal de las imágenes

secuenciales y de las aisladas, y en ambos casos es

necesario ya integrar en una misma unidad los conceptos de

espacio y tiempo.

LA TENSIÓN

La tensión es la variable dinámica de las imágenes fijas.

Dado que cumple la misma función en este tipo de imágenes

que el movimiento en la móviles, puede ser una tentación


para el creador de imágenes fijas imitar los efectos del

movimiento real; quien así procediera, demostraría

desconocer la naturaleza de estas imágenes en cuanto a su

cualidad dinámica se refiere.

1. Las proporciones. Como regla general puede afirmarse

que: toda proporción que se perciba como una

deformación de un esquema más simple, producirá

tensiones dirigidas al restablecimiento del esquema

original en aquellas partes o puntos donde la

deformación sea mayor.

El cambio en las proporciones que se manifiesta entre

el renacimiento y el barroco, es un ejemplo muy

ilustrativo de lo que estoy diciendo. La arquitectura

barroca es más dinámica que la renacentista, ya que

sustituye formas atensas o equilibradas, como el

cuadrado o el círculo, por otras más dinámicas o tensas

como el rectángulo y el óvalo. Los rectángulso son otro

ejemplo que podría servir para crear una escala de

tensión en lo que se refiere a sus proporciones;

mientras más difieran éstas de las de un cuadrado, se

producirá mayor tensión; es fácil comprobar cómo un

rectángulo, construido según la sección áurea, sigue

pareciendo atenso y estable, y prolongando, sin


embargo, su lado mayor, pierde súbitamente tales

propiedades.

2. La forma. No creo necesario advertir que las formas

irregulares son las más dinámicas. Dentro de este tipo

de formas, la tensión se producirá en las partes menos

consistentes de los objetos o de sus imágenes. El mismo

mecanismo que pduricía la tención en las proporciones

es el hecho dinamizador en las formas: la deformación.

Ocurre, sin embargo, que en el caso anterior lo

deformado eran los rasgos de estructura y aquí lo son

los de forma; es decir, una caricatura, por ejemplo,

mantiene inalterada la estructura de la persona

representada pero al exagerar algunos rasgos no

estructurales produce el mismo efecto dinámico que en

el caso citado.

EL RITMO

Esta es una puntualización acertada, ya que el ritmo, como

el elemento dinámico, sólo se puede percibir

intelectualmente; es lícito afirmar, por tanto, que se

trata de abstracción. La mayoría de las veces se confunde

este elemento con sus efectos. En este sentido, la

naturaleza del ritmo y la tensión se encuentran ligadas,

íntimamente, a la experiencia del observador.


El ritmo, como ya lo he sugerido, solo existe en la medida

que pueda ser percibido y conceptualizado, y la

conceptualización es evidente que requiere estructuras que

posibiliten el reconocimiento. La percepción del ritmo nace

de la propia percepción de su estructura y de su

repetición; es algo similar a lo que Ruckmick llama

“experiencia ritmica”.

LA DIMENSIÓN

En nuestra realidad la dimensión es uno de los factores

clave de definición de las cosas y de la propia naturaleza;

podría decirse que el último atributo de un objeto es su

tamaño. Pero mientras que en la naturaleza y en el entorno

urbanístico creado por el hombre, la dimensión está, más o

menos, normativizada o modulada en función del propio

tamaño del ser humano, en la imagen la dimensión es más

relativa. Los tamaños de los automóviles, aunque varíen,

son todos ellos muy similares; en los edificios, pese a las

diferencias que puede haber entre una vivienda unifamiliar

y un rascacielos, la compartimentación del espacio interior

es, asimismo, muy parecida. El tamaño en la imagen, sin

embargo, es mucho menos uniforme y este hecho confiere a

este elemento y a sus posibilidades de variación un valor

plástico nada desdeñable.


EL FORMATO

El formato es el elemento escalar por excelencia. La

naturaleza que define la estructura de relación de una

imagen se pone de manifiesto en el formato como en ningún

otro elemento, ya que, por definición éste supone una

selección espacio-temporal. El espacio plástico con la

temporalidad que a él va asociada, se diferencia del

espacio estrictamente físico gracias a un encuadre definido

por un formato; en su seno se ponen en relación los

elementos morfológicos y dinámicos que han de producir la

significación plástica de la imagen. El formato es, en este

sentido, el primer elemento icónico condicionante del

resultado visual de la composición.

LA ESCALA

Este es, sin duda, el elemento escalar más sencillo, y pese

a su sencillez, sin embargo, es imprescindible para el

conocimiento y comprensión visuales, dado que es el

procedimiento que posibilita la modificación de un objeto

sin que se vean afectados sus rasgos estructurales ni

cualquier otra propiedad del mismo, excepto su tamaño. La

escala implica siempre relación, y más exactamente, la

cuantificación de ésta.
La constancia de tamaño, a la que aludía en el epígrafe

dedicado a la dimensión, puede explicarse en función de la

escala, ya que es ésta la que, en realidad, permanece

constante y no el tamaño de los objetos. Esta continua

relación con el entorno es la característica más importante

de la escala. Gracias a este elemento es posible poner en

relación los objetos de la realidad y los de la imagen.

LA PROPORCIÓN

Es la relación cuantitativa entre un objeto y sus partes

constitutivas y entre las partes de dicho objeto entre sí.

Si se aplica, una vez más, el principio básico de la

percepción, el de la simplicidad, al ser la proporción una

relación, la más sencilla resultará la más idónea. ¿Cuál es

la proporción más sencilla? O, al menos, ¿cuál es la que

percibe más fácilmente?

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