Biografias Misioneros
Biografias Misioneros
Biografias Misioneros
MISIONOLOGIA
BIOGRAFIAS DE MISIONEROS
A petición propia, fue destinado al sur de África en 1841. Desde allí se adentró hacia el norte en la
actual Botswana, predicando la religión cristiana y explorando territorios desconocidos en medio
de graves peligros. En 1852-54 atravesó el desierto de Kalahari hasta conectar El Cabo con Luanda,
capital de la colonia portuguesa de Angola; desde allí, rechazando las invitaciones para que
regresara a Inglaterra y, a pesar de sus problemas de salud, inició una nueva travesía del Atlántico
al Índico, uniendo Angola con Mozambique a través del río Zambeze (1854-56).
Durante su posterior estancia en Inglaterra fue premiado y recibido por la reina, convirtiéndose en
un héroe popular. Sus escritos y conferencias despertaron el interés por el misterioso continente
africano en todo el mundo, incitando a la posterior carrera colonial por el reparto de su dominio
entre las potencias europeas; no obstante, las intenciones del propio Livingstone fueron siempre
pacíficas, impulsando el conocimiento científico del continente, el establecimiento de relaciones
amistosas con los pueblos indígenas y la erradicación de la esclavitud.
El gobierno británico financió un segundo viaje para explorar el Zambeze como vía de penetración
hacia el interior de África en 1858-64; pero las múltiples cataratas que descubrió frustraron el
proyecto. Un tercer viaje, financiado por la Real Sociedad Geográfica en 1865-73, le llevó a explorar
las regiones en torno a los lagos Nyasa y Tanganika.
En 1871 circuló en Occidente la noticia de que Livingstone se había perdido y dos periódicos
enviaron en su búsqueda a Henry Stanley; éste se internó en el África oriental y encontró a
Livingstone en Ujiji, a orillas del lago Tanganika. Pero no consiguió convencerle para que regresara
y, tras aprovisionarle, ambos se separaron en 1872. Mientras Stanley continuaba su exploración
por el río Congo, Livingstone siguió su camino y falleció un año más tarde de muerte natural.
Amy Wilson
Amy Wilson Carmichael nació en el pequeño pueblo de Mullingar, Westmeath, Irlanda. Sus padres,
Uriel y Vasti Carmichael, eran devotos cristianos de denominación presbiterianay ella era la mayor
de siete hermanos.
El padre de Amy murió cuando ella tenía 18 años. Carmichael fundó la Welcome Evangelical
Church en Belfast, tras una donación de £ 500 y una donación de un terreno de uno de los
propietarios de una fábrica cercana.
Amy continuó en Welcome hasta que en 1889 recibió una llamada para trabajar por una chicas de
una fábrica en Mánchester, antes de pasar a la obra misionera. En muchos sentidos era un
candidata improbable para la obra misionera ya que sufría neuralgia, una enfermedad de los
nervios que hacen que el cuerpo se sienta débil y adolorido y con frecuencia llevan a la cama
durante semanas.
Fue en 1887 en la Convención Keswick en la que escuchó James Hudson Taylor, fundador de
la Misión al Interior de China (OMF International), hablar sobre la vida misionera. Poco después,
ella se convenció de su vocación a la labor. Se dispuso a ir con la Misión al Interior de China y se
preparó en Londres en una casa de formación de las mujeres, donde se reunió con el autor y
misionero en China, Mary Geraldine Guinness, quien la animó a seguir el trabajo misionero. Ella
estaba lista para zarpar hacia Asia en un momento dado, cuando se determinó que su salud le hizo
no apta para el trabajo. Ella pospuso su carrera misionera con la MIC y más tarde decidió unirse a
la Church Mission Society. Creó un grupo llamado "El Racimo de Estrellas" compuesto por mujeres
de la india y misioneras evangélicas.
David Brainerd
David Brainerd, misionero americano a los indios, nació en Haddam, Connecticut, el 20 de abril de
1718 y murió en Northampton, Massachusetts, en el hogar de Jonathan Edwards (con cuya hija
Jemima estaba comprometido), el 9 de octubre de 1747.
Era hijo de Hezekiah Brainerd, del consejo de su Majestad, y Dorothy Hobart, hija del reverendo
Jeremiah Hobart y nieta del reverendo Peter Hobart, que, expulsado de Hingham, Inglaterra,
cuando las persecuciones puritanas, se estableció en Hingham, Massachusetts. Desde la infancia
David fue muy sensible, introspectivo, escrupuloso y sujeto a periodos de oscura depresión.
Aunque preocupado por su alma, aterrorizado por el pensamiento de la muerte e impulsado a la
realización de deberes religiosos con siete años de edad, fue sólo tras muchas terribles batallas con
su severo trasfondo calvinista, que el 12 de julio de 1739 se convirtió. En el otoño de ese año
ingresó en Yale College para prepararse para el ministerio, pero tres años después ocurrió algo que
motivó su expulsión del colegio. Eran los tiempos del Gran Despertar y Brainerd simpatizaba con
las 'Nuevas Luces' (Whitefield, Tennent y sus seguidores), asistiendo a sus reuniones cuando estaba
prohibido hacerlo, además de criticar a uno de los tutores del colegio diciendo que 'tenía
menos gracia que una silla.' Esta declaración llegó a oídos del rector Clap, quien ordenó que se
disculpara ante profesores y estudiantes. Al negarse a hacerlo y estar asistiendo a reuniones no
autorizadas por el colegio, fue expulsado; aunque en 1743 se ofreció a disculparse si recibía su
titulación, le fue negada, acto que algunos del clero desaprobaron, habiendo una tradición que
afirma que esa negativa fue el catalizador para la fundación de Princeton College, cuyos primeros
tres presidentes estuvieron entre los más firmes defensores de Brainerd.
Tras estudiar con el reverendo Jedediah Mills de Ripton, Connecticut, obtuvo la licencia
para predicar por la asociación de ministros de Danbury, Connecticut, el 29 de julio de 1742 y el
mismo año fue aprobado como misionero por los representantes en Nueva York de la Society in
Scotland for Propagating Christian Knowledge el 25 de noviembre, trabajando entre los indios en
Kaunaumeek, un asentamiento en los bosques entre Stockbridge y Albany, desde abril de 1743
hasta marzo de 1744, bajo el reverendo John Sergeant. Fue ordenado como misionero por
el presbiterio de Nueva York en Newark, New Jersey, el 12 de junio de 1744 y diez días más tarde
comenzó a trabajar en lo que debía ser su campo permanente, la bifurcación del río Delaware,
cerca de Easton, Pensilvania. En octubre visitó a los indios en el Susquehanna y el 19 de junio de
1745 comenzó a predicar en Crossweeksung, donde estaría el escenario de sus grandes logros. En
mayo de 1746 se trasladó con todos los indios a Cranberry, a unos 80 kilómetros de distancia. Su
vida entre ellos la soportó con admirable fortaleza y entrega, consumiendo su salud y finalmente
teniendo que dejar la obra el 20 de marzo de 1747 por agotamiento y muriendo unos meses
después. Su puesto misionero lo tomó su hermano John. Las porciones de su diario que tienen que
ver con su obra en Crossweeksung y abarcan desde el 19 de junio hasta el 4 de noviembre de 1745
y desde el 24 de noviembre de 1745 hasta el 19 de junio de 1746, fueron publicadas antes de su
muerte por los comisionados de la Society (Mirabilia dei inter Indicos: or the rise and progress of a
remarkable work of grace among a number of the Indians in the provinces of New Jersey and
Pensilvania y Divine Grace Displayed: or the continuance and progress of a remarkable work of
grace, etc., publicados ambos en Filadelfia, 1746, y conocidos comúnmente como "Diario de
Brainerd"). Todos su papeles, incluyendo un relato de sus primeros años y la copia original de su
diario, se los quedó Jonathan Edwards, quien compiló An Account of the Life of the Late Rev. David
Brainerd (Boston, 1749), omitiendo las partes del diario ya publicadas. La vida y el diario entero,
con sus cartas y otros escritos, fueron editados por S. E. Dwight (New Haven, 1822) y por J. M.
Sherwood (Nueva York, 1884).
Brainerd estuvo siempre dirigido por su conciencia hacia Dios y el deber, indiferente a cualquier
tarea o riesgo que su devoción le supusiera, aunque eminentemente práctico en su programa
misionero. Sus experiencias religiosas, elevaciones y depresiones de espíritu, debilidad física, viajes
y trabajos, enseñanzas doctrinales y métodos de trabajo, están en su diario, lectura clásica que ha
servido de inspiración a otros para ir a las misiones, como Henry Martyn. Jonathan Edwards en
su An Account of the Life of the Late Reverend Mr. David Brainerd... chiefly taken from his own
Diary describe así a Brainerd:
Jim asistió a la Escuela Politécnica Superior, con especialización en dibujo arquitectónico. También
fue un actor con talento, sus profesores le instaron a entrar en el teatro profesional. Pero sobre
todo, Jim desarrolló su talento en la predicación durante sus años de escuela secundaria. En último
año fue elegido presidente de la clase.
Cuando Jim se graduó de la escuela secundaria, postula al Wheaton College, al que entró en 1945.
Él y su compañero de cuarto, Pete Fleming, dedicaron su vida a Cristo. Se le concedió una beca,
pero tuvo que trabajar a tiempo parcial para apoyar sus estudios. Una estadística sacudió su
corazón: “Hay un obrero cristiano por cada 50.000 personas en el extranjero, mientras que hay uno
por cada 500 en los Estados Unidos”.
Un verano que visitó México, se alojó con una familia de misioneros para aprender español. Así, él
sintió que su llamado misionero era para América del Sur.
En su tercer y cuarto año en la universidad, comenzó a prestarle atención a una muchacha llamada
Elizabeth, que también quería ser misionera. Sin embargo, todavía no sentía una confirmación para
el matrimonio. Ambos decidieron orar separadamente.
Poco después Jim se fue a un viaje misionero a México y su interés comenzó a crecer rápidamente
por América Latina.
En junio de 1950, Jim pasó mucho tiempo con un ex misionero que evangelizó a los indios
quechuas de Ecuador de la temida tribu Auca. Inmediatamente, Jim sintió el llamado y después de
diez días de oración, escribió una carta al encargado de las misiones en Ecuador, preguntando si
podía venir a ayudar con el trabajo misionero. Al poco tiempo aceptaron recibirlo. Sin embargo, la
decisión de Jim de ir a Ecuador se pospuso un año.
Pasado un tiempo, Jim le propuso matrimonio a Elizabeth y luego continuó su relación a través de
cartas. Jim trabajó con jóvenes en Indiana e Illinois, donde tuvo un programa de radio llamado “La
Marcha de la Verdad”. Jim convenció a un amigo a dejar la escuela de derecho y entrar a la misión.
El, junto a su amigo decidió marchar a Ecuador.
El 4 de febrero de 1952, Jim Elliot y Pete Fleming partieron para Ecuador y llegaron a Quito el día
21. Ambos se quedaron ahí durante seis meses con una familia de misioneros. En abril del mismo
año, Elisabeth llegó para trabajar como médico. A pesar de que fue al lado opuesto de Ecuador
para trabajar con otra tribu.
De su primer año de matrimonio, escribió, “Ha sido el año más feliz y más ocupado de mi vida.” La
hija de la de Elliot, Valerie, nació 27 de febrero 1955. Jim y Elisabeth trabajaron juntos en la
traducción del Nuevo Testamento en el idioma indígena quechua en la nueva misión llamada Shell
Mera.
Para llegar al poblado de Shandia, Jim tenía que tomar un avión rumbo a la aldea más cercana. Una
vez que aterrizó tuvo que tomar una caminata de dos horas por la selva y pantanos para llegar a su
destino.
En Shandia, Pete y Jim se pusieron en contacto con los indios quechuas. Juntos a otros misioneros
construyeron una estación de la misión, un puesto de primeros auxilios y una pequeña pista de
aterrizaje, tarea que demoró alrededor de un año.
Durante la temporada de lluvias, vino una inundación que acabó con todo lo que habían
construido. Mientras Jim trabajaba en Shandia, recordó que había estudiado a la tribu Auca. Una
cosa que recordaba era que ellos eran violentos y nunca habían tenido contacto con el mundo
exterior. Él quería llevar el Evangelio allí, por lo que comenzó un plan que se llamó la Operación
Auca. Además de él y su esposa, su equipo estaba formado por dos parejas de misioneros.
Los hombres descubrieron las primeras cabañas de Auca, con la ayuda de un piloto. Los planes
para el contacto con los Aucas continuaron. Una voluntaria volaría por la aldea gritando palabras
de amistad en el idioma Auca a través de un altavoz y descendería con una cesta de regalos tales
como granos, ropa, machetes y una fotografía de cada misionero. Los aucas se dieron cuenta de
que eran muy simpáticos y les permitieron desembarcar en una isla.
Inesperadamente después de una semana, cuatro aucas llegaron a Palm Beach. Los hombres les
dieron comida y regalos como un signo de la paz. Los misioneros estaban siempre listos para las
visitas de los Aucas y por seguridad portaban armas de fuego, pero llegaron a un acuerdo a no
usarlos a menos que sea necesario.
Cuatro días más tarde, dos mujeres aucas y un hombre aparecieron en el otro lado del río en el
borde de la selva. Los misioneros comenzaron a gritar frases en el lenguaje auca. El hombre
respondió. Jim saltó al río y nadó a través de él. Finalmente, después de un poco de persuasión,
fue capaz de convencer a los hombres a entrar en su campamento.
La mujer Auca más joven subió al avión y comenzó a hacer movimientos con las manos. El hombre
también se trasladó hacia el plano y lo examinó con atención. Los misioneros pronto entendieron
que los indios estaban interesados en un paseo, por lo que partieron y los ubicaron en la parte
trasera del avión. El auca estaba loco de alegría, colgando de la ventanilla del avión gritaba frases a
sus paisanos.
Cuando regresaron a su campamento, los misioneros almorzaron junto a sus visitantes. Ellos
mostraron señales de que quería pasar la noche en la casa de Jim. Hospitalariamente aceptaron
que se queden.
Animado por esta visita, Jim sentía que ya era hora de ir y predicarles a los aucas. Una mañana del
08 de enero, los misioneros informaron a sus esposas por radio que iban a entrar en el pueblo.
Ese mismo día sus esposas regresaron a Estados Unidos, en el aeroplano estaban vieron a veinte o
treinta aucas rumbo al campamento de sus esposos. Los hombres creían que este grupo venía en
son de paz. Lo que no sabían los hombres es que esas serían sus últimas horas de vida.
Las mujeres solo le pedían a Dios que mantenga a salvo a sus esposas. La falta de respuesta a las
llamadas de radio, las puso en estado de alarma. Una hora después, helicópteros y aviones de la
Fuerza Aérea Ecuatoriana y el Ejército de los EE.UU pululaban a lo largo del río Curray en busca de
los misioneros.
Finalmente, uno de los tripulantes de los helicópteros llamó para decir que habían encontrado a
los misioneros. El cuerpo de Jim Elliot fue encontrado río abajo junto a los otros tres misioneros.
Sus cuerpos habían sido brutalmente atravesados con lanzas y cercenados por machetes.
Sus esposas recibieron la noticia y dijeron: “El Señor ha cerrado nuestro corazón para el dolor y la
histeria, y lo llena con Su paz perfecta.”
Estos mártires son conocidos en todo el mundo y siguen siendo un estímulo para muchos
misioneros. Después esta tragedia, hubo muchas conversiones al cristianismo entre las tribus
indígenas de Ecuador. Después de la muerte de Jim Elliot, Elisabeth Elliot y su hija Valerie siguieron
trabajando con los indios quechuas y más tarde se trasladaron a trabajar con los indios aucas que
alguna vez asesinaron a su esposo.
Jim Elliot vivió con honor y buscó a Dios en todo lo que hizo. Él dijo una vez: “No es necio quien da
lo que no se puede guardar para ganar lo que no puede perder.” Él lo dio todo en la fe a la gente
Auca y no perdió el Reino de los Cielos.
“El debe mover hombres a través de Dios—por oración”, esa era la filosofía de Hudson Taylor,
primer misionero al interior de China y fundador de la misión del interior a la China. A partir de ese
día de diciembre cuando oyó del cielo siendo un adolescente “anda por mí a China”, este joven
inglés partió para probar su filosofía. Lo que hizo exitosamente y milagrosamente crea algunos de
las lecturas más emocionantes en los registros del evangelismo.
James Hudson Taylor nació el 21 de mayo de 1832 en un hogar cristiano. Su padre era
farmacéutico en Barnsley, Yorkshire (Inglaterra), y un predicador que en su juventud tuvo una
fuerte carga por China. Cuando Hudson tenía sólo cuatro años de edad, asombró a todos con esta
frase: «Cuando yo sea un hombre, quiero ser misionero en China». La fe del padre y las oraciones
de la madre significaron mucho. Antes de que él naciera, ellos habían orado consagrándolo a Dios
precisamente para ese fin.
William Carey
William Carey (Paulerspury, 17 de agosto de 1761 – Serampore, 9 de junio de 1834) fue
un misionero protestante inglés y ministro bautista, conocido como el padre de las misiones
modernas. Carey fue uno de los fundadores de la Sociedad Misionera Bautista. Como misionero en
la colonia danesa Serampore en India, tradujo la Biblia al Bengalí, al Sánscrito, y a otras lenguas y
dialectos. Existen al menos cuatro instituciones académicas con su nombre, William Carey
International University en Pasadena, California, Carey Theological College1 en
Vancouver, Columbia Británica, Carey Baptist College, William Carey
University, Hattiesburg, Mississippi Colegio Guillermo Carey en Barranquilla-Colombia. Colegio
Guillermo Carey
Carey sirvió durante cuarenta años evangelizando, fundando escuelas y traduciendo la Biblia a
diferentes lenguas del país. Se le considera como uno de los grandes del evangelismo y misiones
modernas. Desarrolló un plan de misiones y animó a muchos a integrarse a dicho trabajo.
Antes de salir de Inglaterra fue pastor bautista. Dedicó mucho tiempo a la lectura y a los idiomas. A
los 21 años de edad ya dominaba el latín, el griego, el hebreo y el italiano, e iniciaba con el danés y
el francés.
Un día, en un momento de quietud en su trabajo (vendiendo zapatos), escuchó el llamado de Dios.
Escuchó: “si el deber de todo hombre es escuchar el evangelio… entonces, es el deber de aquellos
a los que se les ha encomendado con el evangelio es aspirar a llevarlo a todas las naciones” y él
susurró: “Heme aquí, envíame a mí” .
En ese tiempo no había agencias misioneras, ni siquiera interés en el tema de misiones. Sin
embargo, persistió en que “debíamos ir”. Leyendo y buscando, entendió la necesidad de muchos
de conocer de Cristo y la distancia y la hostilidad de la India contra los misioneros no lo detuvo.
En 1793, él y su familia (su esposa Dorothy y dos hijos en ese momento) fueron a la India. Luego de
un viaje de cinco meses en barco llegaron al país.
Su inicio no fue fácil, comenzando por el viaje, mismo en el cual vivió una tormenta muy fuerte, y
luego enfermedades y hambrunas. Su ministerio no fue fácil. Sin embargo, sabía que Dios le había
llamado y fue persistente en la evangelización en medio de la idolatría y de la indeferencia. Pasó
años de trabajar sin ver fruto (ni un convertido hindú en siete años), deudas, deterioro mental de
su esposa, muerte; solo por la gracia de Dios, Carey persistía en el llamado de Cristo. Fue quien dijo
la famosa frase: “Espera grandes cosas de Dios e intenta grandes cosas para Dios”.
Entre las cosas que vivió y enfrentó fue la división por castas. Esta división social tan marcada le
dolía en el corazón y la consideraba inútil ante los ojos de Dios. Expresaba en sus cartas su dolor y
su opinión al respecto.
Otra cosa que le molestaba, y por la que se pronunció con fuerza, era la tradición de quemar vivas
a las viudas en el entierro del esposo. Conmovido por esto, le imploró al Gobernador inglés que
prohibiera esa horrible acción. Por alguna razón, la costumbre no se canceló, sino hasta 1828,
cuando William Bentinck fue constituido Gobernador General. Uno de sus primeras acciones fue
detener este cruel acto. En diciembre de 1829 se firmó el edicto y Carey tuvo el privilegio de
traducirlo al bengalí.
La idolatría en la India: en sus cartas hablaba de los muchos dioses y ritos que vio. En las calles
hacían altares grandes, con sus ídolos y llevaban sus ofrendas de comida y flores, junto a música
que él catalogaba como "horrible". Estos ritos se prestaban para enriquecer más a los ricos (que
eran los que "ponían el altar") y los pobres eran los que llevaban las ofrendas.
Afirma que abiertamente "les hablaba de lo malo de los ídolos, y de la insensatez de adorarlos, de
la verdadera naturaleza de Dios, y del camino de salvación por Cristo". En una ocasión tuvo la
oportunidad de ver a un hombre de la casta alta muy interesado y persuadido. La multitud le
gritaba a este hombre que callara a Carey (porque por posición social debía hacerlo), pero no
pudo. Se quedó callado y perplejo.
Otro ritual que presenció muchas veces, y del que hablaba en contra era el ritual de arrojar a niños
pequeños al río como sacrificio a los dioses.
Predicó por muchos lugares de la India. Fue a zonas aisladas, llenas de animales salvajes.
Comentaba que a veces caminaba por kilómetros, y al llegar, debía hacer a un lado el cansancio
para compartir de Cristo. En medio de serpientes, a veces tigres (a los que sí temía) y chacales, sus
pies recorrieron muchos lugares y por años, no vio ni un convertido.
1800 fue un año de cambio para Carey. Un año de cosecha: se bautizó el primer convertido hindú y
se logró imprimir el Nuevo Testamento a Bengalí. El primer ejemplar lo pusieron en la mesa
principal de la iglesia (donde se ponía la Santa Cena) y se realizó un culto de acción de gracias por
haber concluido esta obra.
Con el nuevo testamento hecho, el siguiente paso sería enseñarle a la gente a leerlo y en poco
tiempo, él y el equipo misionero que había logrado establecer, tenían aproximadamente cien
escuelas en Bengalí. Como misionero, demostró un gran amor por la gente y perseverancia en la
predicación del evangelio. Murió siendo muy pobre, a pesar de grandes donaciones que recibió,
pero no se las gastó para él. Siempre invirtió esos dineros en la obra misionera.