0% encontró este documento útil (0 votos)
200 vistas3 páginas

El Dios de Spinoza

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 3

El Dios o Naturaleza de Spinoza hubiera dicho, en palabras

de Anand Dilvar:

“Deja ya de estar rezando y dándote golpes en el pecho! Lo que


quiero que hagas es que salgas al mundo a disfrutar de tu vida.
Quiero que goces, que cantes, que te diviertas y que disfrutes de
todo lo que he hecho para ti.

¡Deja ya de ir a esos templos lúgubres, obscuros y fríos que tú


mismo construiste y que dices que son mi casa. Mi casa está en
las montañas, en los bosques, los ríos, los lagos, las playas. Ahí
es en donde vivo y ahí expreso mi amor por ti.

Deja ya de culparme de tu vida miserable; yo nunca te dije que


había nada mal en ti o que eras un pecador, o que tu
sexualidad fuera algo malo.

El sexo es un regalo que te he dado y con el que puedes expresar


tu amor, tu éxtasis, tu alegría. Así que no me culpes a mí por todo
lo que te han hecho creer.

Deja ya de estar leyendo supuestas escrituras sagradas que nada


tienen que ver conmigo. Si no puedes leerme en un amanecer, en
un paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de tu hijito…
¡No me encontrarás en ningún libro!
Confía en mí y deja de pedirme. ¿Me vas a decir a mí como hacer
mi trabajo?

Deja de tenerme tanto miedo. Yo no te juzgo, ni te crítico, ni me


enojo, ni me molesto, ni castigo. Yo soy puro amor.

Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice…


yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de
sentimientos, de necesidades, de incoherencias… de libre albedrío
¿Cómo puedo culparte si respondes a algo que yo puse en ti?
¿Cómo puedo castigarte por ser como eres, si yo soy el que te
hice? ¿Crees que podría yo crear un lugar para quemar a todos
mis hijos que se porten mal, por el resto de la eternidad? ¿Qué
clase de dios puede hacer eso?

Olvídate de cualquier tipo de mandamientos, de cualquier tipo de


leyes; esas son artimañas para manipularte, para controlarte, que
sólo crean culpa en ti.
Respeta a tus semejantes y no hagas lo que no quieras para ti. Lo
único que te pido es que pongas atención en tu vida, que tu estado
de alerta sea tu guía.

Amado mío, esta vida no es una prueba, ni un escalón, ni un


paso en el camino, ni un ensayo, ni un preludio hacia el
paraíso. Esta vida es lo único que hay aquí y ahora y lo único
que necesitas.

Te he hecho absolutamente libre, no hay premios ni castigos, no


hay pecados ni virtudes, nadie lleva un marcador, nadie lleva un
registro.
Eres absolutamente libre para crear en tu vida un cielo o un
infierno.

No te podría decir si hay algo después de esta vida, pero te puedo


dar un consejo. Vive como si no lo hubiera. Como si esta fuera tu
única oportunidad de disfrutar, de amar, de existir.

Así, si no hay nada, pues habrás disfrutado de la oportunidad que


te di. Y si lo hay, ten por seguro que no te voy a preguntar si te
portaste bien o mal, te voy a preguntar ¿Te gustó?… ¿Te
divertiste? ¿Qué fue lo que más disfrutaste? ¿Qué aprendiste?…

Deja de creer en mí; creer es suponer, adivinar, imaginar. Yo


no quiero que creas en mí, quiero que me sientas en ti. Quiero
que me sientas en ti cuando besas a tu amada, cuando arropas
a tu hijita, cuando acaricias a tu perro, cuando te bañas en el
mar.

Deja de alabarme, ¿Qué clase de Dios ególatra crees que soy?


Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te
sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de
tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido?…
¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.

Deja de complicarte las cosas y de repetir como un loro lo que te


han enseñado acerca de mí.

Lo único seguro es que estás aquí, que estás vivo, que este mundo
está lleno de maravillas. ¿Para qué necesitas más milagros?
¿Para qué tantas explicaciones?
No me busques afuera, no me encontrarás. Búscame dentro…
ahí estoy, latiendo en ti”.
Anand Dilvar.

Todo empezó cuando Albert Einstein fue interrogado vía telégrama


por el rabino Herbert S. Goldstein sobre si creía o no en la
existencia de Dios. Einstein respondió:

“Creo en el Dios de Spinoza, quien se revela


así mismo en una armonía de lo existente, no
en un Dios que se interesa por el destino y las
acciones de los seres humanos”.
En una entrevista de 1930 publicada en el libro Glimpses of the
Great de G. S. Viereck, Einstein amplia su explicación aún más:

“Tu pregunta es la más difícil del mundo. No es algo que pueda


responder con un simple sí o no. No soy ateo. No sé si pueda
definirme como un panteísta. El problema en cuestión es
demasiado vasto para nuestras mentes limitadas. ¿Puedo
contestar con una parábola? La mente humana, no importa que tan
entrenada esté, no puede abarcar el universo. Estamos en la
posición del niño pequeño que entra a una inmensa biblioteca con
cientos de libros de diferentes lenguas. El niño sabe que alguien
debe de haber escrito esos libros. No sabe cómo o quién. No
entiende los idiomas en los que esos libros fueron escritos. El niño
percibe un plan definido en el arreglo de los libros, un orden
misterioso, el cual no comprende, sólo sospecha. Esa, me parece,
es la actitud de la mente humana, incluso la más grande y culta,
en torno a Dios. Vemos un universo maravillosamente arreglado,
que obedece ciertas leyes, pero apenas entendemos esas leyes.
Nuestras mentes limitadas no pueden aprehender la fuerza
misteriosa que mueve a las constelaciones. Me fascina el
panteísmo de Spinoza, porque él es el primer filósofo que trata al
alma y al cuerpo como si fueran uno mismo, no dos cosas
separadas”

También podría gustarte