Primeras Paginas Las Raices Del Odio Es PDF
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maquillado como una mujer para jugar a las señoras. Tenía quince
años, me dijeron, y sus párpados estaban cerrados, cubiertos de pol-
vos plateados. Entre las pestañas, largas, sedosas, descendía lenta-
mente una lágrima.
—Dígale que no tiene motivos para llorar —me dijo el paquis-
taní—, puede hablarle en inglés, ha ido a la escuela, lo entiende.
Me arrodillé, pues, sobre la alfombra y le dije que no tenía
motivos para llorar. Había visto al novio, le dije, era guapo y tenía
aspecto amable. Ella movió los labios, pintados de un rojo oscurísi-
mo, y pareció a punto de decir algo, pero no llegó a hacerlo. Se dio
la vuelta, en cambio, hacia una de las mujeres y susurró, en paquis-
taní, una frase muy corta.
—¿Qué ha dicho? —pregunté.
—Quiere saber si es verdad que el novio tiene aspecto amable
—tradujo la mujer.
—Tiene un aspecto muy amable —insistí—, y estoy segura de
que se enamorará de ella profundamente y de que la querrá mucho.
Esta vez la novia pareció no entender y le susurró algo al oído
a la misma mujer de antes.
—¿Qué ha dicho? —pregunté.
—Quiere saber qué significa lo que ha dicho usted —dijo la
mujer y se rio, como si yo hubiese dicho algo muy gracioso. El pa-
quistaní intervino:
—Lo que ha querido decir es que tendrás muchos hijos con él.
Luego se alejó porque la novia tenía que ir al dormitorio para
aguardar allí al novio.
El dormitorio era la única habitación de la casa que estaba to-
talmente amueblada. El novio, como era un hombre moderno, ha-
bía comprado muebles muy europeos, color caoba brillante, con
espejos y tiradores de plástico. La cama tenía sábanas azules y la
colcha era de raso de color rosa, con encajes. En medio había una
muñeca americana, de esas que se compran en Macy’s por quince
dólares. Cogieron en volandas a la novia y la depositaron al lado de
la muñeca, como si tuviese que jugar con ella. Le quitaron el espeso
velo y se quedó con el traje de boda: pantalones rojos de raso y ca-
Yo no los odio como seres humanos los odio como individuos por-
que intentan hacerme daño intentan noquearme intentan robarme
el título de campeón del mundo entero, yo soy el campeón del
mundo entero y los demás boxeadores no son quién para intentar
quitarme el título de campeón del mundo entero a mí que siempre
he dado puñetazos ¿entendido? También de niño empleaba los pu-
ños nunca las manos con los cinco dedos extendidos porque los
dedos no sirven para nada, ¿entendido? Y además los odio porque
están nerviosos cuando suben al ring porque saben que yo soy bue-
no que yo soy el más grande como yo sé eso me pongo hecho una
furia y les insulto. Y además los insulto porque así se les va la ca-
beza y cuando a un hombre se le va la cabeza se vuelve más débil y
se derrumba antes como pasó con Liston a ese Liston le decía que
era feo, feo como un oso, bueno, ¿no lo es? Y además le digo cobar-
de gallina te vas a morir de miedo haces bien en tener miedo por-
que de este ring vas a salir con los pies por delante, me has desafia-
do cobarde verás la que te espera. Ellos no lo soportan y gano yo,
siempre sé cuándo voy a ganar por ejemplo digo veréis como este
cae en el séptimo asalto y cae en el séptimo asalto veréis cómo sale
en camilla y sale en camilla como le pasó a Henry Cooper a ese
viejo le he escrito también una poesía muy bonita: «Cooper, has
dicho que te mueres de ganas / de que nos veamos de nuevo las
caras. / Una vez te fue bien y en el mentón / me atizaste un buen
bofetón, / pero métete esto en la cabeza: / esta vez te voy a tumbar,
/ esta vez la lona vas a besar / y cuando acabe contigo / te sentirás
como si tuvieras cuarenta y dos años, / cuarenta y dos y no treinta
y dos. / El puente de Londres / caerá contigo esta vez».
La… ¿Qué?
La humildad.
Un libro cualquiera.
¿Cuáles, Mohammad?
como los salvajes como las vacas como los perros como usted es
un verdadero escándalo. Un hombre debe tener una esposa a la
que los demás miren con admiración y respeto lo dice también
Elijak Mohammad pon la tele ¿y qué ves? Ves mujeres desnudas
que hacen publicidad del tabaco vas a las tiendas ¿y qué ves? Ves
a mujeres desnudas comprando no es decente las mujeres han
perdido el sentido de la decencia no es decente no es decente no es
decente.
NOTA. Y, con todo, hay algo que te hace meditar en este ignorante
al que le han hecho creer que el idioma inglés solo tiene cuatro-
cientos años, que Mahoma nació antes que Cristo, que debe amar a
Elijah Mohammad más que a su propia madre, culpable de ser cris-
tiana. Hay algo conmovedor, digno, noble en este muchachote que
quiere saber quién es, quién fue, de dónde viene y por qué, cuáles
fueron sus raíces cercenadas. En su fanatismo hay una especie de
pureza, en su pasión una especie de bondad. Me gustaría ser su
amiga. Y me ha gustado volver a verlo para explicarle que…