Etnografia Miguel Martinez
Etnografia Miguel Martinez
Etnografia Miguel Martinez
de Investigación
(1ra Parte)
*
Miguel Martínez Miguélez
Resumen
Este artículo versa sobre la epistemología y metodología que requieren las
investigaciones etnográficas, es decir, aquellas que tratan de describir e interpretar las
modalidades de vida de los grupos de personas habituadas a vivir juntas. El enfoque
etnográfico se apoya en la convicción de que las tradiciones, roles, valores y normas del
ambiente en que se vive se van internalizando poco a poco y generan regularidades que
pueden explicar la conducta individual y de grupo en forma adecuada. En efecto, los
miembros de un grupo étnico, cultural o situacional comparten una estructura lógica o de
razonamiento que, por lo general, no es explícita, pero que se manifiesta en diferentes
aspectos de su vida.
Abstract
This article deals with the epistemology and methodology that the ethnographic
investigations require, that is to say, those researches that try to describe and to interpret the
modalities of life of those persons who live in groups. The ethnographic approach leans on
the conviction that the traditions, roles, values and norms of the enivironment in which one
lives is internalized little by little and generate regularities that can explain the individual
and group behavior in appropriate form. Indeed, the members of an ethnic, cultural or
situational group share a logical or reasoning structure that, in general, is not explicit, but
that one manifests in different aspects of his life.
-----------------------------------------------------------------------
2. Fundamentación Teórica
La fenomenología ofrece un punto de vista alterno y diferente del positivista acerca de
la objetividad y los métodos apropiados para el estudio de la conducta humana.
Básicamente, esta orientación sostiene que los científicos sociales no pueden comprender la
conducta humana sin entender el marco interno de referencia desde el cual los sujetos
interpretan sus pensamientos, sentimientos y acciones. En teoría, es posible estandarizar las
interpretaciones, por ejemplo, mediante la fijación de un esquema de codificación de
conductas observadas y un marco de referencia conceptual para su interpretación, en los
cuales se entrenen los observadores y calificadores de conductas. Sin embargo, este
procedimiento no garantiza lo que promete. El fenomenólogo observa que tanto el esquema
codificador como el marco interpretativo se han adoptado en forma arbitraria, que se
podían haber elegido otros sistemas de significado muy diferentes, y cree que el marco de
referencia más importante para comprender la conducta de los sujetos sea el de éstos, y no
el del investigador. Para lograr tal visión, el fenomenólogo aconseja la puesta en práctica de
la famosa “reducción” fenomenológica (epojé), que consiste en “poner entre paréntesis”
(suspender temporalmente) las teorías, hipótesis, ideas e intereses que pueda tener el
investigador, para poder ver las cosas desde el punto de vista de los sujetos estudiados.
El problema mayor que las realidades humanas han planteado a la ciencia se deriva de
su propia naturaleza. Cuando una entidad es una composición o agregado de elementos,
puede ser, en general, estudiada adecuadamente bajo la guía de los parámetros de la ciencia
cuantitativa tradicional, en la que la matemática y las técnicas probabilitarias desempeñan
el papel principal; cuando, en cambio, una realidad no es una yuxtaposición de elementos,
sino que sus “partes constituyentes” forman una totalidad organizada con fuerte interacción
entre sí, es decir, constituyen un sistema, su estudio y comprensión requiere la captación de
esa estructura dinámica interna que la caracteriza y, para ello, requiere una metodología
cualitativo-estructural.
El principio de exclusión de Pauli establece que las leyes-sistema no son derivables de
las leyes que rigen a sus componentes. Las propiedades de un átomo en cuanto un todo se
gobiernan por leyes no relacionadas con aquellas que rigen a sus “partes” separadas; el todo
es explicado por conceptos característicos de niveles superiores de organización.
Si en las ciencias físicas encontramos realidades que necesitan ser abordadas con un
enfoque estructural-sistémico, porque no son simples agregados de elementos, como, por
ejemplo, un átomo o el sistema solar o un campo electromagnético, ya que no son meros
conceptos de cosas, sino, básicamente, conceptos de relación, con mucha mayor razón
encontraremos estas estructuras y sistemas en las ciencias biológicas, que se guían por
procesos irreductibles a la simple relación matemática o lineal-causal, como la
morfogénesis, la equifinalidad, la reproducción, el desarrollo y crecimiento, la entropía
negativa, etc. y, sobre todo, debemos reconocer esta situación en las ciencias del
comportamiento y en las ciencias sociales, las cuales añaden a todo esto el estudio de los
procesos conscientes, los de intencionalidad, elección y autodeterminación, los procesos
creadores, los de autorrealización y toda la amplísima gama de las actitudes y los
sentimientos humanos.
Cada uno de estos procesos es ya en sí de un orden tal de complejidad, debido al alto
número de variables que entran en juego, que todo modelo matemático o formalización
resulta ser una sobresimplificación de lo que representa, ya que empobrece grandemente el
contenido y significación de las entidades. Esta situación se evidenciará, más aún, cuando
tales procesos se entrelazan, interactúan y forman un todo coherente y lógico, como es una
persona, una familia, un grupo social y hasta una cultura específica. Lo más típico y
peculiar de estos procesos es la interacción en su sentido auténtico, es decir, que la
actividad de una parte es a la vez “causa-efecto” de la posición, estructura y función de
cada uno de los otros constituyentes. Köhler (1967) solía decir que “en la estructura cada
parte conoce dinámicamente a cada una de las otras”.
La estructura no es sólo una determinada configuración física de elementos; más bien,
la estructura es la organización de esos elementos con su dinámica y significado. Así como
la trama de una novela no es simplemente un conjunto de palabras, ni la armonía de una
sonata consiste en un conjunto de notas, ni el diseño arquitectónico de un edificio se reduce
a la mera suma de más o menos ladrillos, igualmente, cada constituyente de una estructura
se altera al entrar en una conexión sistémica: cada “parte”, al formar una nueva realidad,
toma en sí misma algo de la sustancia de las otras, cede algo de sí misma y, en definitiva,
queda modificada. Esto es lo que le sucede a cada ser humano al entrar a formar parte de un
grupo social, ya sea un partido político, una institución, un club social, un equipo deportivo
o cualquier otro grupo humano.
La ciencia clásica, analítico-aditiva, ha hecho muchos esfuerzos, ciertamente
encomiables, para desarrollar y aplicar refinadas técnicas matemáticas y complejos
procesos estadísticos para comprender estas realidades. Así apareció, sobre todo, el grupo
de las técnicas multivariables: análisis factorial, análisis de regresión múltiple, análisis de
varianza, análisis discriminante, la correlación canónica, el cluster analysis, las escalas
multidimensionales, el análisis de series temporales, las estimaciones no lineales, etc. Así
aparecieron también varias técnicas no paramétricas y muchas de las descripciones hechas a
través de las ecuaciones diferenciales que cubren vastas áreas de las ciencias físicas,
biológicas y económicas y algún campo de las ciencias del comportamiento. Todas estas
técnicas han dado buenos resultados, pero sólo cuando no hay interacción de las partes y su
descripción es lineal, como señalaremos más adelante; es decir, cuando se trata de entes
más estáticos que dinámicos. En la medida en que ascendemos en la escala biológica,
psicológica y social, en la medida en que el número de las partes constituyentes o variables
y la interacción entre ellas aumentan, su utilidad decrece rápidamente y su inadecuación se
pone de manifiesto.
Abraham Maslow (1975), al referirse a las explicaciones multicausales en el dominio
de las ciencias humanas, comenta:
es, de una manera particular, en los datos de la personalidad donde esta teoría se derrumba en la
forma más completa. Resulta fácil demostrar que dentro de cada síndrome de la personalidad existe
una relación diferente de la causal. Es decir, si usamos el vocabulario causal tendríamos que decir
que cada parte del síndrome es, al mismo tiempo, una causa y un efecto de cada una de las otras
partes, como también lo es de cada grupo formado por estas otras partes y, aún más, tendríamos que
decir que cada parte es causa y efecto del todo de que es parte. Tal absurda conclusión es la única
posible si usamos solamente el concepto de causalidad (pp. 30-31 ).
Aristóteles había formulado en su tiempo una famosa idea relacionada con sus nociones
holistas y teleológicas: “el todo es más que la suma de sus partes”. La ciencia occidental no
tuvo en cuenta y, menos aún, desarrolló el contenido profundo que encierra esta frase. Esta
ciencia optó, más bien, por elegir como idea rectora la segunda máxima del Discurso del
método de Descartes: “fragmentar todo problema en tantos elementos simples y separados
como sea posible”. Este enfoque dio buenos resultados en algunos campos de la física y en
la tecnología derivada de ellos, donde los hechos observados pueden dividirse en cadenas
causales aisladas, de dos o tres variables, pero se ha mostrado totalmente incapaz de
explicar adecuadamente una estructura de alto nivel de complejidad, como son los hechos
humanos, donde entra en acción un alto número de variables con fuerte interacción entre
ellas.
Quizá hubiera sido mejor para la ciencia occidental no haber seguido la máxima de
Descartes y haber tenido, en cambio, muy presente lo que él pedía para sí mismo cuando
escribió en su Carta a Mersenne: “me alegraría mucho que aquellos que quieran hacerme
objeciones no se apresuraran, sino, más bien, intentaran comprender todo lo que he escrito
antes de juzgar una parte: ya que el todo se mantiene y el fin sirve para probar el
comienzo”. Parecería que Descartes, en lo que más le importaba, fuera poco cartesiano.
La psicología de la gestalt, desde fines del siglo pasado, establece de nuevo un puente
con Aristóteles y se erige, de hecho, en una teoría epistemológica de la estructura. Una
gestalt es un todo estructurado compuesto de partes diferentes que derivan sus propiedades
de la posición y de la función que tienen con respecto a la totalidad.
En una totalidad organizada –explica Wertheimer (1945)–, lo que ocurre en el todo no
se deduce de los elementos individuales, sino, al revés, lo que ocurre en una parte de este
todo lo determinan las leyes internas de la estructura de ese mismo todo; es decir, el todo no
se explica por las partes, sino que son las partes las que, por su inserción en el todo, reciben
significado y explicación. En efecto, una parte tiene significación distinta cuando está
aislada o cuando está integrada a otra totalidad, ya que su posición o su función le confieren
propiedades diferentes. Aún más, un cambio que afecte a una de las partes modifica las
propiedades de la estructura (como una cirugía estética en la nariz cambia el rostro); pero
éstas pueden permanecer idénticas cuando cambian todas las partes si conservan entre ellas
la misma estructura, como sucede cuando tocamos una melodía en una octava más alta, o
cuando ampliamos una fotografía o, incluso, en nuestra propia firma, en la cual siempre
modificamos casi todos los trazos, pero conservamos la gestalt, es decir, la red de
relaciones.
Un ejemplo ilustrativo de todo lo dicho lo tenemos frecuentemente en los equipos
deportivos. Un país, por ejemplo, puede tener seis u ocho equipos de fútbol de primera
división. Todos pueden ser excelentes y todos pueden tener algún jugador “estrella”.
Cuando se forma la “selección nacional” para jugar con las selecciones de otros países
como, por ejemplo, en un campeonato mundial, ordinariamente se escogen esos jugadores
“estrella”. Pero luego resulta que la selección nacional, compuesta de “puras estrellas”,
puede jugar peor que varios de los equipos de que provienen. ¿Qué explicación tiene esto?
Que el todo (el equipo) no es igual a la suma de las partes (los jugadores estrella), porque
éstos son excelentes cuando actúan en la estructura dinámica de su propio equipo, con sus
compañeros habituales, cuyas jugadas conocen, prevén y adivinan; pero son “ordinarios”
cuando entran en una nueva red de relaciones, es decir, en una nueva estructura o sistema
dinámico.
Un procedimiento analítico –advierte Bertalanffy (1981)– requiere, para poder ser
aplicado, que se den dos condiciones: la primera, que no existan interacciones de las partes
o, si existen, que sean tan pequeñas que se puedan despreciar por su poca significación. En
efecto, si existen fuertes interacciones de las partes, éstas no pueden ser separadas –real,
lógica y matemáticamente– sin destruir la entidad superior que constituyen. La segunda
condición es que las descripciones del comportamiento de las partes sean lineales, ya que
sólo así podrán ser aditivas, al poderse utilizar una ecuación de la misma forma para
describir la conducta total y la conducta de las partes; es decir, que los procesos parciales
pueden ser superpuestos para obtener el proceso total.
Los sistemas, las estructuras dinámicas, como las totalidades organizadas, no cumplen
estas dos condiciones. Y este tipo de entidades es el que encontramos, en línea ascendente
de complejidad, en la célula, en el tejido, en el órgano, en la persona, en la familia y en
todo grupo social.
Referencias Bibliográficas
Atkinson, P. y Hammersley, M. (1994), Ethnography and participant observation. En Denzin, N. y Lincoln, Y. (eds),
Handbook of qualitative research, cap. 15. Thousands Oaks, CA: Sage.
Atkinson, P. y otros (2001). Handbook of ethnography. Thousands Oaks, CA: Sage.
Barker, R. G. (1968). Ecological psychology. California: Stanford University Press.
Bertalanffy, L. von (1981). Historia y situación de la teoría general de sistemas”, en Bertalanffy, L. von y otros,
Tendencias en la teoría general de sistemas.Madrid: Alianza.
Davies, J. T. (1973). The Scientific Approach. Londres: Academic Press.
Dobbert, M. (1982). Ethnographic research: theory and application for modern schools and societies. Nueva York:
Praeger.
Ellis, C. y Bochner A. (2000). Autoethnography, personal narrative, reflexivity: researcher as subject . En Denzin,
N. y Lincoln, Y. (eds), Handbook of qualitative research, 2da edic., cap. 28.
Fetterman, D.M. (1998). Ethnography: step by step, 2da edic. Newbury Park, CA: Sage.
Gadamer, H. G. (1984). Verdad y método: fundamentos de una hermenéutica filosófica. Salamanca: Sígueme.
Goetz, J. y LeCompte, M. (1988), Etnografía y diseño cualitativo en investigación educativa. Madrid: Morata.
Guba, E. G. (1978). Toward a Methodology of Naturalistic lnquiry in Educational Evaluation. Los Ángeles: UCLA.
Hanson, N. R. (1977). Patrones de descubrimiento. Observación y explicación. Madrid: Alianza Universidad.
Hegel, G. (1966, orig. 1807). Fenomenología del espírtu. México: FCE.
Husserl, H. (1962). Ideas relativas a una fenomenología pura y una filosofía fenomenológíca. México: FCE.
Köhler, W. (1967). Psicología de la configuración. Madrid: Morata.
Kubie, L. S. (1980). El preconsciente y la creatividad. En Beaudot, A. (Ed.) La creatividad. Mardid: Narcea.
Le Compte, M. D. y J. P. Goetz, (1982). Problems of reliability and validity of ethnographic research, Review of
Educational Research, 52 (1), 31-60.
Martínez, M., (1986). La capacidad creadora y sus implicaciones para la meto dología de la investigación,
Psicología (Caracas: UCV), XII, 1-2, 37-62.
---, (1987). Implicaciones de la Neurociencia para la Creatividad y el Autoaprendizaje, Anthropos (Venezuela), 14,
95-124.
---, (1989). Enfoque sistémico y metodología de la investigación, Anthropos (Venezuela), 16, 43-56.
---, (1989). El método hermenéutico-dialéctico en las ciencias de la conducta, Anthropos (Venezuela), 18, 85-111.
---, (1993). El proceso creador a la luz de la neurociencia, Comportamiento (Caracas: USB), 2, 1, 3-22.
---, (1995). Enfoques metodológicos en las ciencias sociales, Avepso, 1, 39-47.
---, (1996a). El método etnográfico. En: Comportamiento humano: nuevos métodos de investigación. 2ª edic., ; cap.
10. México: Trillas.
---, (1996b). Cómo hacer un buen proyecto de tesis con metodología cualitativa. Heterotopía, 2, 63-73.
---, (1996c). Comportamiento humano: nuevos métodos de investigación, 2ª edic., México: Trillas.
---, (1997a). El paradigma emergente: hacia una nueva teoría de la racionalidad científica , 2da edic., México:
Trillas.
---, (1997b). La matematización del saber y sus límites: mito y realidad de los modelos matemáticos”. Argos
(Caracas: USB), 25, 103-130.
---, (1998). La investigación cualitativa etnográfica en educación: manual teórico-práctico . 3ª edic., México:
Trillas.
---, (1999a). Evaluación cualitativa de programas. Caracas (UCV): Ediciones AVEPSO.
---, (1999b). La nueva ciencia: su desafío, lógica y método. México: Trillas.
---, (1999c). Criterios para la superación del debate metodológico “cuantitativo/cualitativo”. Revista
Interamericana de Psicología, 1, 33, 79-107.
---, (1999d). La psicología humanista: un nuevo paradigma psicológico. México: Trillas.
---, (2000). Análisis crítico de una metodología holística utópica, Argos, 33, 143-158.
---, (2001a). La lógica dialéctica en el proceso de la investigación científica, Anthropos (Venezuela) 43, 7-38.
---,(2001b). Uso del programa computacional Atlas.ti en la estructuración de “datos” cualitativos. Argos, 34, 139-
156.
---, (2004, en prensa). Ciencia y arte en la metodología cualitativa. México: Trillas.
Maslow, A. (1975). Motivación y personalidad. Barcelona: Sagitario.
Merleau-Ponty, M. (1976). La estructura del comportamiento. Buenos Aires: Hachette.
Pink, S. (1999). Doing visual ethnography. Thousands Oaks, CA: Sage.
Polanyi, M. (1966). El estudio del hombre. Buenos Aires: Paidós.
Ralph, N. A. (1976). The Clinical Method: A Naturalistic Phenomenological Technique for Psychology, Wright
Institute Graduate School, Disertación doctoral no publicada.
Roper, J. y Shapira, J. (2001). Etnography in nursing research. Thousands Oaks, CA: Sage.
Spindler, G.D., (ed) (1988). Doing the ethnography of schooling: educational anthropology in action. Nueva York:
Holt.
Wertheirner, M. (1945). Productive Thinking. Nueva York: Harper.
Willerns, E. p ., y H. L. Raush (1969). Naturalistic Viewpoints in Psychological Research. Nueva York: Holt.
Willson, S. (1977). The use of ethnographic techniques in educational research”, Review of Educational Research,
47, 245-265.