0% encontró este documento útil (0 votos)
112 vistas4 páginas

Campos de Urnas

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1/ 4

20-2

Bronce Final: la cultura de los Campos de Urnas.

La cultura de los Campos de Urnas surge en Centroeuropa a mediados del s. XIII a. C. Surgen
sobre la base poblacional de las anteriores culturas del Bronce Medio, sobre todo, la cultura de
‘los túmulos’.

Lo interesante de este Bronce Final reside en que ciertas comunidades, en un espacio de


tiempo muy breve, comenzaron de manera masiva a cremar a sus difuntos. Este nuevo rito se
extendió rápidamente desde esta área nuclear de Austria, Alemania, República Checa, hasta
expandirse por toda Europa. El rito de la cremación ya era conocido desde hacía milenios, por
tanto no supone ninguna novedad, la novedad reside en su rápida extensión en pueblos tan
diversos teniendo un único centro de origen.

Anteriormente, en la ‘cultura de los túmulos’, observábamos una tendencia al birritualismo. Lo


verdaderamente ‘extraño’ en el siguiente periodo es como se impone la cremación pero
además como se extiende a otras muchas comunidades que no tenían nada que ver con los
centroeuropeos. Estos cementerios de urnas son muy extensos, habiendo en algunos casos
agrupaciones de más de 3.000 tumbas. Antiguamente se pensaba que una invasión, o la
llegada de nuevos pobladores desde la zona de las estepas y los Urales, habría posibilitado este
cambio, pero esta teoría nunca se pudo confirmar al no registrarse nuevos modos de vida,
nuevos materiales, nuevas formas de construcción, por lo que necesariamente fueron estas
mismas personas de Centroeuropa las que decidieron variar sus características rituales,
simbólicas y probablemente religiosas. Es muy probable que se diese una ruptura abrupta en
el ámbito de sus creencias.

El territorio ‘original’ de lo que conocemos como cultura de los campos de urnas (en sentido
primigenio) ocupaba más o menos el mismo territorio que la cultura de los túmulos. Entre
ambas culturas hay continuidad socioeconómica, y por ello vemos que este cambio fue una
evolución gradual de estas comunidades. Desde Austria y Hungría, en muy pocas décadas ya
vemos esta cultura extendida por Alemania, República Checa, Polonia, Bélgica, Países Bajos,
Francia occidental y meridional y también por gran parte del centro y norte de Italia y por el
nordeste español.

Túmulo de Kernonen (Bretaña, Bronce Antiguo 1.800 a. C.). Es un túmulo mayor a los de
Centroeuropa.

Esta cultura de los campos de urnas en el sentido original, la de Centroeuropa.


Independientemente del cambio en el tipo de rito no parece que en el ámbito socioeconómico
se observen grandes diferencias respecto a otros periodos, su base económica sigue siendo la
actividad agropecuaria y su sociedad sigue estando gobernada por las aristocracias guerreras.
Hay una clara evolución de estas gentes, que hace que sus características trasciendan del
Bronce final hasta la Edad del hierro. Así, los campos de urnas como cultura, se extiende hasta
conectar con lo que conocemos como cultura de Hallstatt.

1
Tanto es así, que hasta hace pocas décadas, las cronologías no estimaban a la cultura de los
campos de urnas y para ellos todo era ‘hallstático’ (dividido en A, B, C, D, siendo A y B
pertenecientes a la Edad del Bronce).

En definitiva, las gentes de Campos de Urnas surgen por una evolución lineal de la inmensa
mayoría de las culturas centroeuropeas vistas anteriormente. Las principales diferencias, a
parte del rito, entre unas y otras por ejemplo se dan en sus poblados. Prácticamente todos los
poblados están fortificados, además con amplias defensas tanto artificiales como naturales.
Son especialmente relevantes, las fortificaciones del llamado grupo de ‘Lausacia’ en Polonia.
También el poblado de Biskupin.

Estas grandes construcciones expresan la evolución final de estas sociedades. Todo el


crecimiento demográfico de la Edad del Bronce ha favorecido la complejidad de estas
sociedades, pero también a más personas, más presión sobre los recursos lo que hizo que
estas comunidades estuvieran en permanente estado de conflicto y alerta, ello explicaría el
asentamiento definitivo de la casta de los guerreros en su cúspide social, todo ello reflejado en
el espacio a través de las múltiples obras de fortificación.

El acontecimiento socioeconómico más trascendente es que dentro de una economía


preponderantemente agropecuaria, en estas comunidades la diversificación en el número de
oficios ya ha alcanzado cotas verdaderamente importantes. Si para el mundo mediterráneo del
Bronce antiguo se hablaba de este aspecto, aquí hay que esperar al Bronce final para
encontrar un buen número de personas que se dediquen a otros oficios especializados que no
tengan que ver con el sector primario. Metalurgos especializados en armas, constructores,
administrativos, comerciante, hilander@s, etc.

Ello se muestra perfectamente en el desarrollo de su metalurgia, excelente, al igual que su


orfebrería y alfarería. No obstante, esta cultura siempre será recordada como la que
popularizó esos extensos cementerios de urnas con restos de cremación.

2
21-2

T5: La Primera Edad del Hierro en Europa.

1. Introducción: La aparición del hierro y su repercusión socioeconómica

La utilización del hierro no fue algo que surgiese de manera repentina, antes de
conseguir manufacturarlo fue empleado de forma ocasional, pero en estado natural.
Muchos milenios antes de la fabricación de objetos de hierro el mineral del hierro
meteórico ya se trabajaba desde inicios del IV milenio a . C. en Egipto y Mesopotamia.
En el III milenio a. C. en Anatolia y en Sumeria ya se registra la elaboración de
orfebrerías con este metal, pero se realizaba sin aplicarle los procesos de reducción y
fusión, y por lo tanto no son objetos metalúrgicos, y ni mucho menos su aparición
conllevó modificaciones socioeconómicas. Estos pueblos que se han citado llamaban a
este metal en estado natural ‘cobre negro del cielo’ (así aparece en los registros
egipcios) o simplemente ‘metal del cielo’ (tal y como dirían los sumerios).

Con estos precedentes no será hasta aproximadamente el 1.200 a. C., cuando se


generaliza y se desarrolla la primera metalurgia del hierro. Diversas teorías fijan el
origen de esta innovación tanto en Próximo Oriente como en el Cáucaso, dándose
también y extendiéndose rápidamente en los Balcanes. Lo verdaderamente
interesante es que en torno al año 1.000 a. C. era un producto popular en Grecia y
en Fenicia, cuestión que posibilitó su distribución por todo el Mediterráneo y algunas
partes de Europa. Por las mismas grandes vías y canales por las que en la Edad del
Bronce había circulado por ejemplo el comercio de estaño, del ámbar, de la sal, etc. Se
introduce el hierro en amplias zonas de todo el continente.

La complejidad de la tecnología del hierro hizo que desde el inicio de la época


metalúrgica hubiese de pasar un largo proceso de experimentación hasta poder
fabricar hierro propiamente dicho. Ello se debe a que los otros objetos se fabrican
mediante procesos diferentes. Para la mayor parte de producciones de hierro lo
importante es el concepto de fusión, pero para la fabricación de metales se hubo de
llegar al concepto de reducción, que es diferente. La fusión implica cambiar su

3
estructura molecular para que resulte un objeto diferente. La reducción se consigue a
partir de los 800 º C, sin embargo la fusión se consigue a partir de los 1.536 º C. Por
ejemplo, los hornos de cerámica alcanzan los 1.000 – 1.100 ºC, el problema del horno
no es que alcance una temperatura alta, sino que esta temperatura se mantenga en
una constante y en una temperatura decreciente que se mantenga igualmente
‘estable’.

Cuando se consigue controlar este proceso de fusión y el horno ha alcanzado la


temperatura adecuada hay que dejarlo enfriar, extraer el nuevo producto, moldearlo y
empieza otro de los procesos más complejos, el de forja. Los herreros han de terminar
el objeto mediante su forjado aplicando técnicas de martillado, nuevas aplicaciones de
fuego y agua hasta obtener el endurecimiento y el temple deseados. Esto termina por
eliminar las últimas impurezas. Dentro del artesanado metalúrgico aparece una nueva
especialización, por tanto. Lo más importante, además de las cuestiones técnicas, es
que el hierro triunfó por una serie de claras ventajas, por un lado su resistencia,
también porque el mineral del hierro en estado natural es muy abundante en muchas
áreas geográficas. Además, los objetos son más flexibles por las técnicas de templado,
lo que permite su deformación y por lo tanto mejora su durabilidad.

Todo ello posibilitó una rápida difusión de los objetos de hierro por amplios territorios,
había más puesto que su materia prima era abundante. Además, su dureza concedía
ventaja militar y sobre todo mejores herramientas para la producción y la
construcción. Este es uno de los aspectos socioeconómicos más destacados, al poder
roturar mejor, la producción aumenta, los campos de cultivo producen más (se puede
arar, se pueden quitar mejor las piedras,…).

Todo ello se completa con el asentamiento y desarrollo definitivo de las sociedades


que estaban gobernadas por agrupaciones y jerarquías de tipo guerrero que tienen en
los objetos de hierro su nuevo gran instrumento de afianzamiento en el poder.

(Faltan 26-2)

También podría gustarte