II Carta Pastoral - Ustedes Daran Testimonio 170312 Remark
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12 de marzo, de 2017
A nuestros amadísimos hermanos y
amadísimas hermanas:
A nuestros queridos Sacerdotes diocesanos y religiosos
INTRODUCCIÓN............................................................ 9
PRIMERA PARTE
CON SANGRE DE MARTIRIO, CON
ESPERANZA DE CRISTIANISMO............................... 14
I. Una mirada al presente.......................................... 15
a. Una multitud enorme con túnicas blancas
y con palmas en las manos................................... 15
b. Testigos de la Verdad sin juicios por la verdad.... 95
c. Semillas de conversión......................................... 99
II. … y desde ahí hacia el pasado................................ 102
a) Mira, yo hago nuevas todas las cosas................... 102
b) El Espíritu les dirá qué hacer................................ 104
c) Bajo el poder del imperio...................................... 106
d) ¿Los únicos?.......................................................... 109
III. … para construir el futuro..................................... 116
a. Para ellos: El reconocimiento de su martirio........ 116
b. Para nosotros: El Retorno a Galilea...................... 117
SEGUNDA PARTE
SI A MÍ ME HAN PERSEGUIDO, TAMBIEN A
USTEDES LOS PERSEGUIRAN................................... 119
I. Testigos por la Ley en el Antiguo Testamento.......... 121
II. Testigos por la fe en el Nuevo Testamento............... 139
III. Unas palabras sobre el martirio desde el
Magisterio.................................................................155
IV. Una palabra final.......................................................182
TERCERA PARTE
LES ENVÍO COMO OVEJAS EN MEDIO
DE LOBOS........................................................................183
1. El Mártir en Plenitud.................................................185
2. María la proto-confesora..........................................196
EXHORTACIÓN FINAL...................................................201
II Carta Pastoral
SIGLAS Y ABREVIATURAS
LIBROS BÍBLICOS
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Ustedes también darán testimonio
SIGLAS Y ABREVIATURAS
DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
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Ustedes también darán testimonio
INTRODUCCIÓN
1. Cuarenta años han transcurrido desde que el
ignominioso asesinato del Padre Rutilio Grande García
S.J., fuera cometido. A su muerte injusta e injustificable,
la persecución y represión contra la Iglesia arreció de
forma inimaginable en un país que se enorgullece de tener
por Patrono al Divino Salvador del mundo y; se jacta de
ser cristiano. Sin precedentes en la historia salvadoreña
– aunque no en la historia de la Iglesia, acostumbrada y
enviada por su Divino Maestro a dar la vida por los que
ama (cfr. Jn 15, 13) sin que nadie se la quite, entregándola
voluntariamente (cfr. Jn 10, 18) – la vida de cuatro
religiosas; dieciséis sacerdotes; un seminarista; dos
obispos e innumerables catequistas, agentes de pastoral
y ovejas del rebaño, fue brutalmente arrebatada, no sin
antes haber sido destrozado su prestigio, por medio de la
difamación e inculpación de crímenes jamás cometidos.
En mi condición de pastor de esta Iglesia particular debo
reconocer con humildad, que hemos cometido muchos
yerros. La sombra se agiganta al reconocer que dejamos
de lado, el tema de la muerte martirial de los hombres
y mujeres arriba mencionados, a pesar del llamado
Pontificio. No olvido que, en la Carta Apostólica Tertio
Millennio Adveniente, firmada el 10 de noviembre de 1994
– documento para la preparación del Gran Jubileo del
año 2000 – el Papa San Juan Pablo II dirigió una petición
llena de caridad: Es preciso que las Iglesias locales hagan todo
lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el
martirio, recogiendo para ello la documentación necesaria
(37). A la invitación sumó el ejemplo: Será tarea de la Sede
apostólica, con vistas al año 2000, actualizar los martirologios
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PRIMERA PARTE
CON SANGRE DE MARTIRIO, CON ESPERANZA
DE CRISTIANISMO
2. Palabras expresadas por Mons. Romero a pocos días del asesinato del Padre
Rafael Palacios. Ver: Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Homilía de la Natividad
de San Juan Bautista del 24 de junio de 1979”, Homilías, Tomo V. UCA Editores,
San Salvador, El Salvador, 2008, p. 47.
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3. Adela Yarbro Collins, “El Libro del Apocalipsis”, en Nuevo Comentario Bíblico
San Jerónimo. Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino, Navarra España, 2005,
617.
4. Ídem, p. 618.
5. Luis Alonso Schökel, La Biblia de Nuestro Pueblo, p. 2016.
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Ustedes también darán testimonio
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Nuestros Mártires
1. Padre Rutilio Grande García, Sacerdote Jesuita
1.1. Nacimiento
14. Rutilio Grande García S.J., - el protomártir salvadoreño
y precursor del profeta Mons. Romero – nació el 5 de julio de
1928, en una pequeña población de Aguilares, llamada El
Paisnal. Fue su padre, el señor Salvador Grande y su madre,
Cristina García. Tuvo tres hermanos: Luis, José, Mario; y
una hermana: Cristina; entre los cuales, le correspondió
ser el menor. Con apenas cuatro años, fallece su madre,
quedando al cuidado principalmente de su abuela que
no sólo se encargó de prodigarle los cuidados necesarios.
Asentó, en palabras del Padre Rodolfo Cardenal S.J, - uno
de sus máximos biógrafos – las bases de su espíritu piadoso y
su vocación al sacerdocio11.
1.2. Vida
15. Su vida, en medio de las muchas dificultades e
incomprensiones que enfrentó, fue un constante hacer la
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20. Todas las citas tomadas de: AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Pal-
abra comprometida con los pobres, Cuadernillo 19, Centro Monseñor Romero,
UCA. San Salvador, El Salvador, 2007, pp. 11-19.
21. Ibídem, p. 16.
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26. Ambas citas tomadas de: AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus
Homilías, op. cit., p. 63
27. AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los
pobres, op. cit., p. 55.
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28. AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus Homilías, op. cit., p. 50.
29. Rodolfo Cardenal, Historia de una esperanza. Vida de Rutilio Grande, op.
cit., pp. 313-314.
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33. AA.VV. XXV Aniversario Rutilio Grande. Sus Homilías, Cuadernillo 10, op.
cit., p. 77.
34. AA. VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los
pobres, op. cit., p. 19.
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35. Rodolfo Cardenal, Historia de una esperanza. Vida de Rutilio Grande, op.
cit., p. 573.
36. AA.VV. XXX Aniversario P. Rutilio Grande. Palabra comprometida con los
pobres, op. cit., p. 17.
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44. Testimonio proporcionado por María Valentina Díaz de Serrano, una feli-
gresa de la Parroquia San Martín de Porres, Soyapango.
45. Continuación del testimonio proporcionado por María Valentina Díaz de
Serrano, una feligresa de la Parroquia San Martín de Porres, Soyapango.
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46. Datos tomados de: Justicia y Paz, “Principios”, Boletín de las Comunidades
Rurales Cristianas, Padre Alfonso Navarro, otro mártir del Evangelio. Año 6, N°65,
mayo 1977, San Salvador, El Salvador, p. 2.
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3.2. Vida
45. Catorce años tenía cuando escuchó el llamado de Cristo
diciéndole en su corazón: Sígueme (Lc 2, 14). Dejándolo
todo ingresó al Seminario San José de la Montaña, recibiendo
el orden sacerdotal, el martes 8 de agosto de 1967. Este
año 2017 estaría cumpliendo sus 50 años de ordenación
sacerdotal. Celebración que no tomó lugar porque los hijos
de las tinieblas arrebataron su vida tras diez fructíferos;
pero, cortos años de sacerdocio. Su labor pastoral inicia en
la Parroquia de San Juan Opico, ayudando, en un primer
momento al párroco, Padre Raymundo Brizuela, en el
trabajo con los jóvenes. No tardó mucho en convertirse en
Párroco; y para algunos, en “subversivo”. Su labor pastoral
en favor del Pueblo de Dios – hecho con la ayuda del Padre
Guillermo Alfonso Rodríguez – consistió en: Fortalecer la
cooperativa campesina, para formar los agentes de pastoral,
instruyéndose en la Biblia como señalándoles sus derechos y sus
deberes consagrados en la Constitución Política de El Salvador
y urgiéndoles a progresar sin la violencia, pero avanzando todos
los días47.
46. A este respecto, hermanas y hermanos míos, quiero
dar una explicación. El Padre Alfonso – como numerosos
sacerdotes más – no servían a ninguna ideología porque
sabían que tanto el capitalismo como el comunismo
atentaban: Contra la dignidad de la persona humana; pues uno
tiene como presupuesto la primacía del capital, su poder y su
discriminatoria utilización en función del lucro; el otro, aunque
ideológicamente sostenga un humanismo, mira más bien el
hombre colectivo, y en la práctica se traduce en una concentración
totalitaria del poder del Estado (DM 1, 10). Su actitud estaba en
perfecta concordancia con los lineamientos del Evangelio,
el Magisterio Latinoamericano que, en Medellín, confesó
con dolor: Un sordo clamor brota de millones de hombres,
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52. Cfr. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Un ideal que no muerte”, Homilías,
Tomo I, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2005, p. 73.
53. Ibid, p. 73, 75, 76.
54. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “Un juicio de Dios”, Homilías, Tomo III,
UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2006, p. 440.
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61. Dr. Matías Romero Coto, Diario de un Sacerdote, Clásicos Roxil, San Salva-
dor, El Salvador, p. 532.
62. Justicia y Paz, “Quién es Octavio Ortiz”, Boletín de las Comunidades Ru-
rales Cristianas, Padre Octavio Ortiz, campesino, sacerdote y mártir. Año 8, N°80,
febrero 1979, San Salvador, El Salvador, p. 2.
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63. Ídem, p. 6
64. Datos tomados de: Justicia y Paz, “Quién es Octavio Ortiz”, Boletín de las
Comunidades Rurales Cristianas, Padre Octavio Ortiz, campesino, sacerdote y
mártir. Año 8, N° 80, febrero 1979, San Salvador, El Salvador, pp. 10-13.
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65. Dr. Matías Romero Coto, Diario de un Sacerdote, Clásicos Roxil, San Salva-
dor, El Salvador, p. 534.
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79. Monseñor Oscar Arnulfo Romero, “El Divino Salvador, pan que baja del
cielo y da la vida al mundo”, Homilía del 5 de agosto de 1979, Homilías, Tomo V,
UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2008, p. 183.
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8.2. Vida
77. Mons. Romero ingresó al Seminario Menor de
San Miguel en 1929, es decir, a la edad de doce años. El
Seminario era dirigido por los Padres Claretianos; y quien
velaba, a lo lejos, por su formación – tanto espiritual como
económicamente – era el Obispo de San Miguel, Mons.
Juan Antonio Dueñas y Argumedo. Pasó un tiempo en
el Seminario San José de la Montaña, para clausurar allí los
estudios de filosofía82. Posteriormente, Mons. Dueñas, le
envió a Roma, donde fue ordenado sacerdote, el 4 de
abril de 1942. De regreso a El Salvador, fue: Canciller y
secretario de la Diócesis, vicario general, párroco de catedral,
director de asociaciones y movimientos apostólicos, director del
seminario de la Diócesis, esto en la etapa de San Miguel83. En
San Salvador, fue nombrado Secretario de la Conferencia
Episcopal de El Salvador (CEDES); en Centro América,
nombrado, Secretario Ejecutivo del Secretariado Episcopal de
América Central (SEDAC), encargándose de la redacción del
boletín periódico del SEDAC. En El Salvador, Director del
Semanario Orientación, Obispo Auxiliar de San Salvador;
entre otros cargos. En Santiago de María, fue nombrado
Obispo y fundó un pequeño semanario diocesano llamado
El Apóstol; finalmente, fue nombrado Arzobispo de San
Salvador. Nombramiento con el que, empieza su calvario.
8.3. Muerte Martirial
78. Nuestro amado Beato Mons. Romero asumió el
cargo de Arzobispo, el 22 de febrero de 1977. Ni un mes
había transcurrido de su toma de posesión, cuando su
mejor amigo, el Padre Rutilio Grande García S.J., fue
vilmente asesinado. Lógicamente: La muerte de Rutilio
Grande… trastornó al Siervo de Dios profundamente y le
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89. Todos los datos aquí presentados, del Venerable Siervo de Dios, Fray
Cosme Spessotto se han tomado de: Fray Hilario Contrán, Florecillas, Edición
privada; e indicándose con letra cursiva.
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105. Ídem, p. 3.
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106. Datos tomados de: AA.VV. Testigos de la fe en El Salvador, op. cit., p. 195.
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113. Todos los datos de estas cuatro rosas del jardín de Jesús, han sido toma-
dos de: Dean Brackley, S.J., Cinco Testigas Solidarias: Dorothy, Jean, Carla, Ita y
Maura. Cuadernillo 26, Centro Monseñor Romero, UCA. San Salvador, El Salvador,
2010. Las citas tomadas del libro aparecen en letra cursiva.
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117. Ignacio Ellacuría, “¿Por qué muere Jesús y por qué lo matan?, Escritos
Teológicos, Tomo II, UCA Editores, San Salvador, El Salvador, 2000.
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129. Juan Ramón Moreno, Evangelio y Misión, UCA Editores, San Salvador, El
Salvador, 1990.
130. Ídem, pp. 14-15.
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134. Rodolfo Cardenal, Biografías. Mártires de la UCA, op. cit., pp. 54-55.
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Nuestros Confesores
149. A las vidas de los mártires quiero unir, las de aquellos
y aquellas que hoy (como en la antigua Roma) doy en
llamar: Confesores de la fe. No se trata del sacerdote que
en el sacramento de la penitencia escucha la confesión
de pecados de algún feligrés. De acuerdo, al diccionario
teológico consultado, confesor es: Un nombre aplicado a
los cristianos, a partir del primer siglo de nuestra era, quienes
confesaban su fe en tiempos de persecución y que se exponían
con ello a peligros y sufrimientos, pero que no siempre sufrían
el martirio143. Si bien es cierto que, los siglos han pasado,
y la persecución de las primeras comunidades cristianas
ha quedado muy atrás, el anuncio de la Buena Nueva
sigue provocando las mismas reacciones de violencia en
los hijos e hijas de las tinieblas: Se repiten las escenas ya
bastante conocidas del pasado y del presente, hay que esperar
que a causa de esta confesión sobrevengan burlas, desprecios,
desventajas, impedimentos y, en las situaciones más graves,
castigos, persecuciones y finalmente la muerte144.
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151. Santo Cura de Ars, Amor y perdón. Homilías, op. cit., p. 15.
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152. Cfr. Papa Juan XXIII, Constitución Apostólica Humanae Salutis convocando
el Concilio Vaticano II, n. 5.
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153. Santo Cura de Ars, Amor y perdón. Homilías, op. cit., p. 126.
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En Panamá:
178. El Padre Héctor Gallego. Nació en Francisco de la
Montaña, Colombia, siendo su padre Horacio Gallego y
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En Guatemala:
180. Tres mártires de este país quiero mencionar. El
primero: El Padre Eufemio Hermógenes López Coarchita;
profeta y mensajero de la paz que caminó por nuestras
tierras salvadoreñas. El Padre Hermógenes nació en
Ciudad Vieja, Sacatepéquez en la hermana República de
Guatemala, un 16 de septiembre de 1928. A sus quince
años ingresó al Seminario Menor en su tierra natal. Su
teologado, lo realizó en nuestro país; en nuestro querido
Seminario San José de la Montaña. Por aquellos años, era
común que muchos seminaristas de la región, vinieran a
formarse en esta institución. Su ordenación sacerdotal se
celebró el 7 de noviembre de 1954, siendo a los pocos años
– en 1966 – nombrado Párroco en San José Pínula.
181. Encarnado en la realidad de su Parroquia: Empezó
a sentir como propias las graves dificultades de la vida de la
gente: enfermedades, ignorancia, analfabetismo, bajos salarios de
campesinos y colonos, realidad de agresión contra la mujer, sobre
todo con ciertos intentos de esterilización que se infiltraban en
donaciones internacionales. Pero lo que más le llegó al corazón,
fue la realidad de los campesinos pinultecos; “mis pínulas” – les
decía -amenazados por una empresa de aguas que quería desviar
sus copiosos ríos para un gran proyecto…158. Su opción por
los pobres, le identificó de tal forma con ellos, que hizo
suya la pobreza. En 1967 escribía en su diario: Señor: Soy
demasiado feliz en mi Parroquia. Vivo pobre, no tengo muebles,
no tengo una mesa que me permita estar deseando algo más: pero
soy demasiado feliz159. Para 1970, su opinión sobre la pobreza
no había cambiado; al contrario, era un pobre más, por
voluntad propia, aunque con las dificultades propias de
esa opción, al estilo de la pobreza mencionada por Nuestro
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rastros de sangre. Todo indica que él vive unos dos, o tres minutos
más. Tragaba sangre mientras moría. Los asesinos arrastran su
cuerpo unos tres metros hacia el interior del garaje165.
185. El odio de sus enemigos era la anti tesis del amor
practicado por el Obispo mártir. Mientras ellos practicaban
la injusticia, la mentira, la violencia y el odio; Monseñor
Gerardi practicaba y amaba la justicia, la verdad, la paz y
el amor. El objetivo del proyecto REMHI era justamente,
un medio para llegar a la paz verdadera, a través del
conocimiento de la verdad, el accionar de la justicia, y
el perdón pedido y otorgado. Era una manera de negar
la impunidad contra la cual se oponía rotundamente: El
peligro más grave en una sociedad, como colectivo, es olvidar lo
que ha ocurrido y para algunos pareciera ser la forma más simple
de resolver el asunto. Este olvido tiene un nombre: Impunidad…
(que) equivale a negar que algo existió, a decir que las víctimas
nunca sufrieron porque nada ocurrió realmente. Es negar el
pasado, es negar el dolor y la dignidad como personas de aquellos
que sufrieron violencia166.
186. Quién diría que aquel Obispo, nacido en Guatemala, un
27 de diciembre de 1922, de unos padres -Don Manuel Benito
Gerardi y Doña Laura Conedera de Gerardi – de no lejana
ascendencia italiana, y ordenado sacerdote, el 21 de diciembre
de 1946, en la Catedral Metropolitana de Guatemala, iba
a morir tan cruelmente; por su opción preferencial por
los pobres; y con ello, el rescate de una memoria histórica
llena de crímenes, torturas, represiones, genocidios contra
el pueblo. La forma salvaje de matarle muestra que los
asesinos quisieron en todo momento destruir su prodigiosa
memoria con un resultado nulo. Aceptemos que murió y su
165. AA. VV, Testigos de la fe por la paz. Vidas ejemplares de la Iglesia Católica
de Guatemala, p. 25.
166. Conferencia Episcopal de Guatemala, Testigos fieles del Evangelio; op.
cit., p. 67.
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2) Daniel
207. El Libro de Daniel presenta un tipo de personas que,
aunque no sufre muerte martirial, da testimonio de fe.
Son los, ahora, llamados Confesores. Mujeres y hombres
perseguidos, incomprendidos – algunos más que otros
– por los dueños de este mundo que, han optado por el
camino del mal-muerte planteado por Deuteronomio. Se
trata de tres casos muy conocidos.
208. El primero es un grupo de tres jóvenes: Sidrac, Misac
y Abdénago. El rey Nabucodonosor construyó una estatua
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de oro que debía ser adorada cada vez que los instrumentos
musicales sonaran, bajo pena de ser lanzados a un horno
de fuego si no se postraban. Los caldeos viendo que los tres
jóvenes hacían caso omiso de la orden fueron a acusarles
ante el rey siendo llamados a comparecer en su Corte. Al
cuestionarles sobre si adorarían o no al ídolo aclararon:
No tenemos que responder sobre este asunto. Si el Dios a quien
servimos puede librarnos del horno de fuego abrasador y de tu
poder majestad, nos librará. Pero si no lo hace, has de saber,
majestad, que nosotros no serviremos a tus dioses ni adoraremos
la estatua de oro que has erigido (Dn 3, 16-18). Encolerizado, el
rey ordenó que los tres jóvenes fueran conducidos al horno
encendido, siete veces más fuerte que de costumbre. Al ser
lanzados al fuego, sus captores fueron alcanzados por las
llamas y consumidos de inmediato. Ellos cayeron al centro
del horno viéndoseles caminar al centro acompañado de
un cuarto hombre que parecía: un ser divino (Dn 3, 25).
Su confesión de fe, no terminó en martirio. Los jóvenes
lograron que el rey creyera en Dios gracias a su resistencia
pasiva: No hay otro dios que pueda salvar como éste (Dn 3, 29).
209. El siguiente confesor es Daniel, quien dio testimonio
de fe no una, sino dos veces. La primera, por envidia de
sus colegas. Al no encontrar forma de vencerlo, redactan
un edicto irrevocable por parte del rey, promulgando que
ninguna persona podía dirigir oración a cualquier dios
o persona, durante un plazo de treinta días. Daniel, por
fidelidad a Dios, rompió el mandato. Sus enemigos le
cogieron mientras oraba a Dios conduciéndole ante el rey
para que diera la orden de lanzarlo al foso de los leones.
Dios no le abandonó: Mi Dios ha enviado a su ángel, que ha
cerrado la boca de los leones y no me han hecho daño, porque soy
inocente ante él… (Dn 6, 23). El rey terminó confesando: Es
el Dios vivo, que subsiste por siempre (Dn 6, 27). La segunda
ocasión fue, cuando Daniel llevado ante el rey Ciro, se
negó a adorar al ídolo Bel. En su lugar, demostró que
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3) Libros varios
213. Frente a los tres casos, arriba mencionados, existe
un segundo tipo de mártires y confesores, que además
de los cuatro rasgos enumerados, tuvieron uno más:
Su comprometida lucha por la defensa de los derechos
fundamentales del ser humano; o su contraparte: Su lucha
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3. Jesús de Nazaret
338. A este gran profeta, siguió Jesús: El testigo fiel y veraz,
el principio de la creación de Dios (Ap 3, 14); el Primogénito
de entre los muertos (Ap 1, 5), el que pasó haciendo el bien y
curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba
con Él… al que llegaron a matar colgándole de un madero, a
quien Dios resucitó al tercer día (Hch 10, 38-40), en fin, el
Primogénito de los mártires.
239. Jesús es el Mártir de los mártires; pero, ¿Cuál fue la
causa de su martirio? La respuesta la da Él mismo en dos
ocasiones. Una al responder a Poncio Pilato: Yo he nacido
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Ustedes también darán testimonio
porque le echo encara que sus acciones son malas (Jn 7, 7). A sus
mismos enemigos les dijo más adelante: Tratan de matarme
porque no aceptan mi palabra… intentan matarme a mí, al
hombre que les dice la verdad que ha oído de Dios (Jn 8, 37. 40).
Es imposible negar que, la denuncia del pecado duele; es
más, Jesús lo sabía; pero quería la conversión del pecador,
no su condena. De ahí su insistencia en denunciar pecados
como: La idolatría al dinero (cfr. Mt 7, 24); la marginación
del pecador (cfr. Mt 9, 12-13); la ambición al poder (cfr.
Mt 20, 25-26); la soberbia (cfr. Mt 23, 1-12); la incoherencia
entre fe y vida (cfr. Mt 23, 13-32); y otros pecados más que,
denunció a costa de ser considerado blasfemo o poseído
por el demonio (cfr. Mc 3, 22).
243. Finalmente, la Buena Nueva por ser Buena contenía
en sí misma un carácter celebrativo que no agradaba a
los señores principales de su generación. Me refiero a las
comidas de Jesús en un sentido de comensalidad abierta
donde el comer y el beber no se limita exclusivamente al
círculo estrecho de los discípulos, sino que está abierto, tanto
religiosa como socialmente a los desclasados. Además, se deja
invitar por ellos en convites comunitarios185; conducta que
resultaba: No sólo chocante, sino escandalosa y provocativa186.
Prueba de esto es lo que nos explica Karris O.F.M.: Tanto
la sociedad judía como la grecorromana rechazaban a esta
gente desgraciada… de participar en el banquete escatológico a
los siguientes individuos: Todo el que está contaminado en su
carne, paralizado en sus pies o en sus manos, cojo, ciego, sordo,
mudo, o contaminado en su carne con una mancha visible a los
ojos, o el anciano tambaleante que no puede mantenerse firme
en medio de la asamblea187. Jesús, por su parte, se atrevía a
185. Luis Maldonado, Eucaristía en devenir, Editorial Sal Terrae, España, 1997,
p. 65.
186. Ibid., p. 65.
187. En AA.VV.: Robert J. Karris, O.F.M., “Evangelio según Lucas”, Nuevo
Comentario Bíblico San Jerónimo. Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino,
Navarra España, 2005, n. 180.
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4. Esteban
249. Una cosa es clara: Todos estamos llamados a dar
razón de nuestra fe; pero sólo algunos reciben el don del
martirio; eso sucedió con Esteban. Los apóstoles eran y son
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188. Daniel Ruiz Bueno, Actas de los mártires, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, España, 2012, p. 193.
189. Ídem, p. 200.
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b. Cartas y apologías
263. Durante los años de persecución, las comunidades
cristianas de los primeros siglos, no esperaban el martirio
de manera pasiva. Escribían documentos – apologías –
defendiendo su fe; o cartas donde se animaban mutuamente
a soportar el martirio con valentía.
264. San Justino mártir fue uno de los que escribió en
defensa del cristianismo. En su Apología I expone, a la vez
que rebate, las razones por las cuales eran conducidos al
martirio. Razones que resuenan en nuestras y nuestros
mártires, con la enorme diferencia de los perseguidores.
En primer lugar, Justino denuncia que los cristianos son
martirizados por causa del nombre: Con solo que un acusado
niegue de lengua ser cristiano, le ponéis en libertad, como quien
no tiene otro crimen de que acusarle; pero el que confiesa que
lo es, por la sola confesión le castigáis… lo que se debiera hacer
es examinar la vida…196. Escena repetida en El Salvador
siglos después. Ser católico, portar una Biblia, celebrar la
misa era motivo suficiente para ser perseguido, torturado,
encarcelado, desaparecido o asesinado. En segundo lugar,
Justino protesta por la acusación de ateísmo, aclarando:
Confesamos ser ateos; pero no respecto del Dios verdaderísimo,
padre de la justicia y de la castidad y de las demás virtudes, en
quien no hay mezcla de maldad alguna197. A nuestras y nuestros
mártires, se les acusó de ser comunistas; es decir, ateos;
cuando, recurriendo a la paráfrasis de Justino, podríamos
concluir, que eran ateos de los dioses del poder, la riqueza,
las organizaciones, los afectos desordenados. No eran
ateos del Dios verdadero, Padre de la vida, la justicia, la
verdad, la misericordia; y demás virtudes.
196. Daniel Ruiz Bueno, “Apología I”, Padres Apostólicos y Apologistas griegos
(S. II), Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2009, p. 1020.
197. Ídem, p. 1022.
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200. Diacono Poncio, en: Daniel Ruiz Bueno, “Vida y martirio de San Cipriano”,
Actas de los mártires, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, España, 2012, p.
597.
201. Ídem, p. 597.
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209. Daniel Ruiz Bueno, “Cinco sermones de San Agustín”, Actas de los
mártires, op. cit., p. 632.
210. Daniel Ruiz Bueno, “Martirio de las Santas Perpetua y Felicidad”, Actas
de los mártires, op. cit., 2012, p. 385.
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211. Sería el caso, dirán algunos, de nuestros mártires que fueron asesinados
por no pensar cuerdamente en abandonar el país cuando vieron que la situación
iba cada vez más álgida.
212. Santo Tomas de Aquino, Suma de Teología IV, Biblioteca de Autores
Cristianos, Madrid, España, 2009, STh, II-II, q. 124, a. 1.
213. Santo Tomás, STh, II-II, q. 123, a. 12.
214. Santo Tomás. STh, II-II, q. 124, a. 2.
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C. En el siglo XX
279. Haré referencia tanto al Magisterio universal como
al Magisterio Latinoamericano, terminando con nuestro
amadísimo Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero, que
teologizó el tema martirial, adaptándolo a la situación
de persecución que la Iglesia sufría por esos años;
convirtiéndose con sus escritos en otro San Cipriano.
Denunciaba las causas de la persecución; animaba a
perseverar en la fe; invitaba a los perseguidores a la
conversión, otorgándoles el perdón; y más.
1. El Concilio Vaticano II
280. Los Padres Conciliares reflexionaron profundamente
sobre la misión de la Iglesia, en un siglo alucinado por el
desarrollo de la tecnología, la ciencia y un antropocentrismo
anulatorio de la existencia de Dios, concluyendo que:
Enviada por Dios a las gentes para ser sacramento universal
de salvación, la Iglesia, por exigencia radical de su catolicidad,
obediente al mandato de su Fundador, se esfuerza en anunciar
el Evangelio a todos los hombres. Los mismos Apóstoles, en
quienes la Iglesia ha sido fundada, siguiendo las huellas de
Cristo, predicaron la palabra de la verdad y engendraron las
Iglesias. Sus sucesores están obligados a perpetuar esta obra, a
fin de que la palabra de Dios se difunda y glorifique y el reino de
Dios sea anunciado y establecido en toda la tierra (AG 1). Para
que no quedaran dudas, los padres obispos reunidos en
el Concilio, detallaron numerales después, en qué consiste
seguir, las huellas de Cristo: La Iglesia… debe caminar por
el mismo sendero que Cristo; es decir, por el sendero de la
pobreza, la obediencia, el servicio y la inmolación propia hasta la
muerte, de la que surgió victorioso por su resurrección. Porque
así caminaron en la esperanza todos los apóstoles, que con sus
múltiples tribulaciones y sufrimientos completaron lo que falta
a la pasión de Cristo en provecho de su Cuerpo, que es la Iglesia.
Muchas veces fue también semilla la sangre de los cristianos
(AG 5).
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231. Mons. Oscar A. Romero, “En Cristo se revelan las tres dimensiones de
los verdaderos grandes, Vigesimoquinto domingo del Tiempo Ordinario. 23 de
septiembre de 1979”, Homilías V, UCA Editores, San Salvador, 2008, p. 346.
232. Mons. Oscar A. Romero, “La Iglesia comunidad de amor, Vigesimocuarto
domingo del Tiempo Ordinario. 17 de septiembre de 1978”, Homilías, Tomo III,
UCA Editores, San Salvador, 2006, p. 256.
233. Mons. Oscar A. Romero, “La Iglesia de la promoción integral,
Vigesimoctavo domingo del Tiempo Ordinario. 9 de octubre de 1977”, Homilías,
Tomo I, UCA Editores, San Salvador, 2005, p. 379.
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234. Mons. Oscar A. Romero, “En Cristo se revelan las tres dimensiones de
los verdaderos grandes, Vigesimoquinto domingo del Tiempo Ordinario. 23 de
septiembre de 1979”, Homilías V, UCA Editores, San Salvador, 2008, p. 355.
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TERCERA PARTE
LES ENVÍO COMO OVEJAS EN MEDIO DE LOBOS
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1. El Mártir en Plenitud
312. Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su
Hijo (cfr. Gal 4, 4) para que todo tuviera a Cristo por cabeza
(cfr. Ef 1, 10). El martirio, por tanto, le tiene a Él por cabeza,
pudiéndosele aplicar aquellas palabras de San Cipriano: No
faltó él a los tormentos, sino los tormentos a él236. Es el varón de
dolores descrito por Isaías: No tenía ni apariencia ni presencia;
le vimos y carecía de aspecto que pudiésemos estimar. Despreciado,
marginado, hombre doliente y enfermizo, como de taparse el rostro
para no verle. Despreciable, un Don Nadie (Is 53, 2-3). Todo lo
sufrió: Difamaciones, calumnias, falsos testimonios, traición,
abandono, burlas, escupitajos, golpes, latigazos, caídas, cruz,
clavos, espinas; y el ser traspasado por una lanza; siendo
víctima inocente. Sufrimientos todos, que le convierten
236. Daniel Ruiz Bueno, Actas de los mártires, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, España, 2012, p. 20.
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240. Mons. Oscar A. Romero, “Cristo, centro y fin de toda la historia humana.
4 de diciembre de 1977”, Homilías I, UCA Editores, San Salvador, 2005, pp. 57-58.
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2. María la proto-confesora
2.1. María: La doncella que confiesa su fe
332. Me gusta pensar que, María fue, seguramente, la
primera mujer de nuestra Iglesia que dio testimonio de
su fe. Acercándonos a la Madre del Mártir en Plenitud,
vemos a una doncella a quien el ángel anuncia quedará
en cinta por obra y gracia del Espíritu Santo (cfr. Lc 1,
30). La aceptación de la misión encomendada: He aquí la
esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra (Lc 1, 18) no
trajo consecuencias fáciles de afrontar. Confesar tanto a
sus padres como a José, con quien estaba desposada, que
un ángel había venido y anunciado que quedaría encinta,
requirió de mucho valor. Era un misterio divino que sólo
con ojos de fe se podía (y se puede) creer. Es muy probable
que hubo preguntas y temor. La decisión de José de
abandonarla, nos hace pensar que no dio una respuesta de
aceptación a María desde un primer momento.
333. Imaginemos que mientras tanto, María tuvo que
esperar y aguardar confiada en el Señor. Habrá sido,
seguramente, un momento de espera en que habrá
meditado que podía ser apedreada. He aquí, que María
temió; pero su fe en el Señor le hizo superar cualquier
temor. Inmediatamente, dejando de pensar en sí misma
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EXHORTACIÓN FINAL
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