Toma de Decisiones PDF
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FORMACIÓN
Y ORIENTACIÓN
LABORAL
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La toma de decisiones
en la orientación profesional.
Modelos.
Madurez profesional.
Organización de una conducta decisoria.
39-15768-13
FORMACIÓN Y ORIENTACIÓN LABORAL 3
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2. MODELOS
2.1. MODELO PRESCRIPTIVO DE TOMA DE DECISIONES DE H. B. GELATT Y SU APLICACIÓN
3. MADUREZ PROFESIONAL
3.1. CONCEPTO Y MODELOS
4.3. NORMAS PARA ELABORAR CUADERNOS DE TRABAJO PARA UNA CONDUCTA DECISORIA
INTRODUCCIÓN
Puedes relacionar los contenidos del tema con los restantes sobre orientación
(1 a 15), y en especial los numerados como 8, 9, 10, 12 y 13.
6 TEMARIO
Por decisión entendemos la toma de postura ante una de diferentes posibilidades que se nos pre-
sentan en la vida.
Decidir es optar por algo.
Para decidir tenemos en cuenta la realidad que nos rodea y al tiempo nuestra propia realidad: nues-
tras características personales: habilidades, aptitudes, intereses...
Según el Ministerio de Educación, la capacidad de tomar decisiones «es una capacidad cog-
nitiva, pero no solo de representar o aprehender teóricamente la realidad, sino también de tomar
conciencia, de sentir, de valorar, de comparar, de supeditar unas expectativas a otras».
Esta capacidad se identifica con la madurez profesional.
2 MODELOS
Hace ya casi medio siglo que los investigadores del desarrollo profesional intentan describir qué
variables influyen en las elecciones personales. Sus aportaciones suelen constituir modelos que se
han venido clasificando en descriptivos y prescriptivos:
Los modelos descriptivos: intentan explicar cuáles son los modos en que las personas toman
decisiones profesionales, es decir, describen el fenómeno natural de la decisión.
Los modelos prescriptivos: proponen cómo ayudar a la gente a decidir y a comprender las
reglas que se deben seguir para realizar buenas decisiones y evitar riesgos, errores e indeseables
consecuencias. De este tipo citamos el modelo de H. B. Gelatt y el de J. D. Krumboltz porque
son los más clásicos y porque han creado escuela y elementos clásicos para su aplicación y ope-
rativización.
Es interesante, entre otras cosas, por ser una de las primeras aportaciones de la teoría de la decisión,
aplicada a la orientación profesional. En los años sesenta denunció la ausencia de un marco de refe-
rencia teórico a disposición de los servicios de orientación de las enseñanzas secundarias y propuso
su modelo en el proceso de toma de decisiones vocacionales, el cual requiere:
Que se definan los objetivos claramente.
Que se recojan datos y se analice su relevancia.
Que se estudien las posibles alternativas.
Que se evalúen las consecuencias.
En este modelo todas las decisiones tienen similares características. De entrada, existe una persona
que debe tomar una decisión; esa persona tiene a su alcance dos o más alternativas o caminos de
actuación, y, casi siempre, la toma de decisiones se basa en una sólida información.
Gelatt propone dos clases de decisiones:
Las decisiones terminales o finales: son las que se encuentran al final del proceso decisorio
concreto.
Las decisiones investigativas o heurísticas: solicitan más información adicional. Este tipo de
decisión se repite de modo cíclico hasta que llega, en su último estadio, a convertirse en una
decisión final.
La decisión terminal también puede sugerir un ciclo desde el momento en que el objetivo de dicha
decisión pueda arrojar información complementaria que pueda servir para modificar esa decisión
terminal.
Esas fases o procesos se van desarrollando según un proceso cíclico al final del cual puede originar-
se, no una decisión final, sino la decisión de que se necesita recoger más datos; así pues, pueden
suceder tres cosas: primero, que se decida ir recogiendo más datos; segundo, que se alcance el obje-
tivo parcial deseado, con lo cual puede variar la situación, la estrategia y los subsiguientes objetivos;
y tercero, que se consiga el objetivo metapretendido.
El proceso cíclico ofrece al orientado un amplio rango de posibles alternativas que quizás ni siquiera
contemplaba en un principio. Se considera que una decisión es buena si el que va a decidir quiere
aceptar las responsabilidades que se derivan de ella, es decir, cualquier tipo de consecuencias pre-
visibles.
La secuencia del proceso podría definirse así:
Definir el problema decisorio.
Generar alternativas.
Recoger información (sobre caminos o vías alternativas).
Procesar esa información (sopesar posibles resultados, posibles y probables).
Hacer planes y seleccionar metas (decantarse por algunas preferencias y racionalizarlas).
Poner en marcha la decisión final y evaluar la decisión tomada.
A efectos prácticos, el orientador deberá tener presente como consecuencias de la práctica orien-
tadora:
Recoger y usar información relevante y fiable es esencial para una toma de decisiones realista.
La orientación para la toma de decisiones en Enseñanza Secundaria consiste en desarrollar en el
estudiante tomas de decisiones correlativas; el orientador ha de ayudar a clarificar alternativas, a
recoger datos pertinentes, a usar estos datos en el momento de decidir y a responsabilizarse de
las decisiones.
Los padres y los orientados son poco hábiles para evaluar correctamente las probabilidades de
una alternativa concreta y para hallar el rango de posibles alternativas (se ve lo que se busca, y lo
que se busca muchas veces ya está en la mente).
Estos pasos se planifican para enseñar a los alumnos a pensar reflexivamente. Lo que no se puede
permitir es que el orientado tenga expectativas irreales a la hora de elegir.
Tener siempre en cuenta que las decisiones inmediatas, intermedias y futuras son interactivas.
El orientador tiene que proporcionar información, ayudar a analizar su relevancia y su fiabilidad
y ayudar al orientado a evaluar las metas con referencia a unos criterios basados en su escala de
valores.
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Krumboltz propuso una teoría de aprendizaje social para la orientación profesional. Para él, hay una
serie de factores que pueden influir o condicionar la toma de decisiones:
Factores genéticos y aptitudes especiales: pueden restringir y limitar la conducta de las perso-
nas: raza, sexo, apariencia física...
Factores relacionados con las condiciones medioambientales y los acontecimientos: ya sea
fuera del control de la persona (fuerzas naturales o las movidas por la intervención del hombre:
leyes que regulan el trabajo, sistemas educativos, acontecimientos físicos...), ya bajo el control de
dicha persona.
Experiencia de aprendizaje: entre las que se puede incluir cualquier experiencia previa que
influirá en la toma de decisiones tanto educativas como profesionales. Dentro de la complejidad
de los procesos de aprendizaje se distinguen varios tipos de experiencias:
−− Aprendizaje instrumental, situaciones en las que la persona actúa sobre el medio para producir
ciertas consecuencias.
−− Experiencias de aprendizaje asociativo, situaciones en las que la persona aprende por reacción
a los estímulos externos, es decir, observando, comparando... en diferentes tiempos y circuns-
tancias.
Aptitudes o destrezas de aproximación a una tarea: aquellas destrezas que una persona tiene
que tener para resolver una nueva tarea o un nuevo problema. Quedan incluidos los niveles de
ejecución y los valores, hábitos laborales, procesos cognitivos y perceptivos (escuchar, seleccio-
nar, codificar...) y otros cuya aplicación afectaría al resultado de cada tarea o problema, y que a la
vez serían modificados por dichos resultados.
Según Krumboltz, el orientador debe tener presente ocho fases en el proceso orientador, partiendo
de la observación del comportamiento o la conducta:
Definir el problema y los objetivos del orientado.
Acordar entre orientador y orientado cómo ir alcanzando los objetivos.
Generar alternativas que resuelvan los problemas.
Recoger información sobre las alternativas propuestas.
Examinar las consecuencias de las alternativas.
Reevaluar los objetivos, las alternativas y las consecuencias.
Tomar decisiones o ir seleccionando, previa tentación de una alternativa, con vista a los nuevos
problemas y a las nuevas oportunidades.
Generalizar el proceso de toma de decisiones a nuevos problemas.
Este modelo sugiere que llegar a desempeñar un tipo concreto de trabajo o estudio no es simple-
mente una consecuencia de la puesta en práctica de una preferencia o elección profesional, sino
algo que está influido por factores más complejos (por ejemplo, económicos) muchos de los cuales
quedan fuera del control de la persona. Pero esos factores pueden dominarse por el aprendizaje y
las destrezas para tomar decisiones.
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Los materiales informativos sobre el mundo laboral son muy utilizados por Krumboltz y sus segui-
dores. Esos materiales se centran en problemas reales y se usan con procedimientos que buscan la
práctica ante todo (técnica de convertirse en sombra -shadowing-, pruebas laborales en un puesto
de trabajo real, programas de experiencias laborales, ejercicios laborales simulados...). De esta pers-
pectiva el autor creó el programa DECIDES para enseñar a tomar decisiones.
2. Implementación y ajuste
−− Inducción: se ven las consecuencias de la opción escogida.
−− Reformulación: se intentan asumir dichas consecuencias.
−− Mantenimiento: se hace un balance entre el entorno y la opción escogida.
Según este autor, la llegada de información modifica el estado interno de la persona y produce diso-
nancia. Si se supera el umbral tolerable de disonancia, la persona examina sus premisas y, si estas no
se resienten, puede continuar la acción prevista, pero si lo hacen, ha de modificar sus planes.
3 MADUREZ PROFESIONAL
Según Havighust, varias etapas de desarrollo profesional: la identificación con un profesional (5-10
años); adquisición de unos hábitos básicos para la profesión (10-15 años); adquisición de identidad
como trabajador en la estructura ocupacional (15-25 años); conversión en un trabajador productivo
(25-40 años); mantenimiento de la vida productiva (40-70 años); y, la contemplación de una vida
productiva y responsable (más de 70 años).
Cada autor presenta diferentes etapas, pero todas tienen en común considerar este desarrollo como
un proceso que se da a lo largo de la vida. A través de las diferentes etapas es como se va producien-
do la madurez profesional y el desarrollo global del individuo.
La madurez profesional es un «término más amplio que el de elección vocacional; incluye: acti-
tudes hacia la toma de decisiones, comprensión de la demanda laboral, actividades vocacionales,
además de la propia elección vocacional. Un adolescente o joven está vocacionalmente maduro
cuando sabe lo que quiere y lo que puede hacer en la vida...». Su camino no debe estar perfilado al
máximo, pero sí, al menos, esbozado, presagiado y buscado dentro de ciertos márgenes (extraído
de Orientación y Tutoría, MEC, 1992).
La madurez profesional es uno de los criterios más utilizados de evaluación del desarrollo de la ca-
rrera y el objetivo fundamental de distintos programas de intervención a nivel individual y colectivo.
Los estudios sobre madurez se agrupan en tres etapas, en función de sus objetivos: en la primera, el
objetivo principal consistió en una definición teórica y desarrollo de métodos; en la segunda, los es-
fuerzos estaban dirigidos hacia la construcción de inventarios y tests para evaluar la madurez voca-
cional; y, en la tercera, es una etapa de revisión del modelo teórico y de los instrumentos de medida.
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D Definir el problema
C Clarificar valores
I Identificar alternativas
E Eliminar alternativas
Este modelo fue adaptado (Rodríguez Moreno, 1992) para guiar al orientador en la enseñanza y
aprendizaje en la toma de decisiones: definirás qué problemas te preocupan, qué problemas ten-
drás al terminar tus estudios; establecerás tu propio plan de acción para resolver ese/os problemas;
conocerás quién eres y cómo eres y procurarás clarificar tus valores y los de las demás personas;
investigarás, identificarás y explorarás los diferentes caminos que te acercarán a la solución o las di-
ferentes vías que puedes elegir; descubrirás qué riesgos y qué consecuencias se pueden derivar de
tus decisiones; y eliminarás lo que veas que no te conviene y, a partir de ahí, empezarás a decidirte.
4.1. OBJETIVOS
Una persona decidirá más acertadamente si adquiere un compromiso de aprender de forma gradual
y secuencial objetivos como:
Generar una lista de caminos o vías de acción.
Recopilar la información relevante para cada curso o vía de acción.
Estimar la probabilidad de que suceda uno u otro resultado.
Considerar los valores e intereses personales que pueden o deben incidir en la toma de decisiones.
Sopesar las consecuencias de las distintas decisiones.
Eliminar lo que no favorezca la circunstancia decisoria concreta.
Formular alternativas bien documentadas para seguir la investigación, si es que en la primera fase
no ha habido suficiente información.
Lo que le interesa al orientador es colocar al decisor en situaciones de aprendizaje que le demues-
tren que decidir es un proceso continuo, que las elecciones en muchos momentos de la vida pue-
den ser reversibles, y que los cambios en las circunstancias personales y en los valores pueden exigir
que se inicie un nuevo camino decisorio porque el anterior ya no sea válido.
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Enseñar a decidir es una función prioritaria insoslayable para el orientador; la principal responsa-
bilidad de un orientador es mejorar la madurez para tomar decisiones, para que decidan de forma
independiente y acepten la responsabilidad de lo que han decidido. Hay muchas teorías sobre la
conducta decisoria en orientación, pero la dificultad reside en trasladarlas a planes reales efectivos
que ayuden a desarrollar capacidades reales para decidir, planificar y construir. Hay teóricos que
proponen que para conseguir estas capacidades hay que instruir a las personas de orientación para:
que se perciban a sí mismas en su integridad (lo positivo y lo negativo), estimulando el conocimien-
to de sí mismo esencial en la elección ocupacional; percibir las características de la sociedad, com-
prendiendo de qué modo el conocimiento del contexto en el que se desenvuelven y de sí mismo
interactúan y cómo influyen en la posterior toma de decisiones; conseguir una actitud planificadora
o de elaboración de un proyecto personal.
Consideradas las aportaciones de las teorías más significativas sobre la toma de decisiones, se afirma
que el método más usual y práctico para la educación de la toma de decisiones en el aula adopta un
orden secuencial y acumulativo que deberá tener en cuenta el orientador:
Enseñar a definir el problema: ayudar a la persona a clarificar y definir los problemas a los que se
enfrenta. Para ello pueden plantearse preguntas como, por ejemplo: ¿en qué consiste el proble-
ma?, ¿por qué es necesario decidirse? o ¿cuál es la situación real? Preguntas que ayudarán a que la
persona responsable de la orientación evite la ambigüedad de los planteamientos que el alumna-
do pueda elaborar a la hora de decidir, a la vez que logra que éste defina claramente qué es lo que
realmente le preocupa. En el caso de la orientación profesional los problemas más comunes son
los de la indecisión profesional, desconocimiento de las alternativas, ocupaciones, la inmadurez
de la identidad personal y profesional, y otros de índole psicobiológicos y de aprendizaje que hay
que resolver antes de atender a los de elección profesional.
Enseñar a generar alternativas: descubrir los diferentes caminos de resolución del problema
conlleva plantearse cuestiones orientadas a profundizar en todos los aspectos relacionados con
éste. El orientador debe proporcionar a la persona que decide las claves para que aprenda a
considerar el abanico de alternativas a su posible alcance; para ello, deberá plantear cuestiones
que permitan al alumno establecer su propio plan de acción previo a la toma de una decisión.
Es importante responder a preguntas como: ¿qué quieres hacer?, ¿qué soy capaz de conseguir?,
¿qué limitaciones tengo?, ¿qué riesgo soy capaz de asumir?
A partir de aquí será necesario que el alumno profundice en el conocimiento de sí mismo, en las
alternativas existentes y en los riesgos que supone la elección de una u otra alternativa.
Desarrollar habilidades para buscar información: enseñar cómo tomar parte activa en la bús-
queda de información, concienciando al alumno de que hay muchas cosas que ignora o que ni
siquiera sospecha su existencia, a la vez que le indicará que sus esfuerzos le llevarán más lejos de
lo que imagina.
Enseñar a buscar fuentes de información útiles.
A partir de aquí hay que hacerle madurar con prácticas que favorezcan el cuestionarse acerca de la
variedad y fiabilidad de las informaciones con que le van a bombardear de ahora en adelante. Mien-
tras no sea posible una experiencia laboral real, la información escrita y simulada es la más aceptable
y sencilla en el medio escolar.
La redacción de un cuaderno de trabajo tiene una serie de características tales como: exactitud del
lenguaje, precisión y veracidad de las afirmaciones, legibilidad del contenido, adecuación a la edad
media de los usuarios...
El contenido del cuaderno debe ser actualizado y lo más moderno posible, con tipos de letra claros
y nítidos. Hacer que el cuaderno, con todas las técnicas posibles al alcance, sea lo más atractivo al
lector. Incluir ilustraciones parejas al concepto que se desarrolla, añadiendo siempre más claridad al
conjunto de la argumentación.
En el lenguaje interesa el uso de una terminología cercana a los intereses y vivencias del lector,
verbos muy familiares, sustantivos y adjetivos dentro del vocabulario básico de la lengua, de uso
corriente y ágil lectura. Huir siempre de terminología muy específica y técnica.
Las propuestas que los teóricos y creadores de materiales hacen para acercar las estrategias deciso-
rias a los jóvenes se han presentado en diferentes contextos.
Los programas integrales y preventivos incluyen, entre todo un conjunto amplio de objetivos, el de
la toma de decisiones a diferentes niveles de escolarización, desde preescolar hasta la salida de la
secundaria.
Otros materiales combinan la enseñanza de la elección con la información académica y profesional:
suelen ser guías para explorar el mundo laboral que se adscriben a un sistema de clasificación ocu-
pacional y que, a partir de ahí, crean cuadernos de trabajo basados preferentemente en el estudio
en profundidad de los requisitos ocupacionales.
Actualmente proliferan las guías para desarrollar destrezas de empleabilidad, editadas por particu-
lares o instituciones semejantes a los Servicios Públicos de Empleo y las guías redactadas para desa-
rrollar las habilidades de la vida y para usar la prensa como herramienta didáctica en el aprendizaje
de la toma de decisiones, aunque son menos conocidas en nuestro contexto.
Se realizan, en la hora de tutoría, una serie de ejercicios variados: calendario que señala la toma
de decisiones diarias; descripción de lo que se va a hacer a lo largo del curso con el tutor en el
programa de orientación; realizar ejemplos simulados de diferentes situaciones donde cabe la
posibilidad de decidir; reflexionar sobre los sentimientos que pueden despertar diferentes tipos
de situaciones decisorias; descripción de las decisiones que toman otras personas; y realizar un
role-playing de un adolescente que no sabe qué decidir al terminar sus estudios y analizarlo.
2. Definir el problema decisorio
El orientador cuidará de ir guiando el proceso con preguntas que ayuden a centrar la identifica-
ción del problema para que el orientado sea capaz de definir brevemente, y en pocas palabras,
la esencia del problema, y pueda distinguir una situación problemática de otra que no lo es. Se
debe orientar al alumno hacia el descubrimiento de un problema de elección de estudios o de
profesión.
3. Establecer mi plan de acción
Lo importante es demostrar que escribiendo un plan, anotando las fases y las actividades a rea-
lizar se estará más seguro de uno mismo y se verá con más claridad lo simple o lo complejo de
una estrategia. El orientador intenta que adquieran cierta habilidad previsora de cualquier olvido
u omisión. En el fondo el plan de acción es como un micromodelo de lo que va a ser todo el
proceso decisorio. Se trata de hacer consciente al alumno de las ventajas que podrá obtener si
es capaz de planificar previamente y de hasta qué punto su intención verá aumentada la eficacia
del proceso decisorio: perderá menos tiempo en consultar con otros, será más autónomo en sus
estrategias... Es decir, el alumno deberá ser capaz de diseñar un organigrama que muestre intuiti-
vamente las vías resolutivas de un problema, deberá estar entrenado para adquirir cierta claridad
en el proceso y en las fases.
4. Conocer mis valores
El tutor debe orientar al alumno para que sea capaz de reconocer sus propios valores y de re-
flexionar sobre la incidencia directa de ellos en sus tomas de decisiones y toma de riesgos perso-
nales. Las personas trabajan mejor en algo que sea importante para ellas. Es por esto que trata de
ayudar a los alumnos a tener una visión panorámica de lo que es más importante en la vida de
una persona, que puede no coincidir en absoluto con la escala de valores de otra. El tutor tiene
que partir de la base de que los sentimientos y el compromiso personal tienen una enorme im-
portancia a la hora de elegir una actividad tanto académica como laboral, sin dejar de lado que
los valores dependen del marco familiar y escolar.
El orientador deberá conocer la variedad de posibilidades que tiene en el aula de desarrollar ha-
bilidades individuales y grupales, de clarificación y reflexión sobre valores. Se trata de trabajarlos,
uno a uno, con los alumnos y, sobre todo, de relacionarlos con su incidencia en la posterior toma
de decisiones.
5. Conocer mis aptitudes
El alumno ha de ser capaz de comprender que las personas poseen un bagaje intelectual, unos
condicionamientos físicos y unas inclinaciones naturales hacia el esfuerzo que les hacen más
aptos para cierto tipo de estudios o trabajos. También irá conociendo sus propias aptitudes para
contrastarlas con la selección de opciones. Se debe dejar claro que el nivel de satisfacción laboral
está relacionado positivamente con las aptitudes que una persona tenga y que estas deben en-
cajar lo más perfectamente posible con las demandas económicas o profesionales. Por otro lado,
tiene que tener claro que el éxito en los estudios y el trabajo descansa fundamentalmente en el
esfuerzo personal que uno debe hacer y que, si no se poseen aptitudes para algo que se desea en
grado extremo, el esfuerzo puede afectar al equilibrio personal.
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7. Conocer mi personalidad
El orientado debe ser capaz de distinguir los rasgos más significativos de su personalidad y de
conectar éstos con las exigencias académicas y ocupacionales. En cualquier caso, tanto el tener
como el no tener pueden encajar en diferentes tipos de profesionales. El tutor pide al orientado
que, siguiendo una serie de prácticas, este comprenda cómo sería cada tipo de persona, en qué
profesiones se desenvolvería mejor y si él mismo se considera clasificable en uno de estos tipos:
realista, investigador, artístico, social, emprendedor y convencional (clasificación según Holland).
BIBLIOGRAFÍA
BIANCHI, A. E. (1980): Orientación vocacional. Metodología de la decisión correcta. Buenos aires: Ed. Troquel.
FERRER RIPOLLÉS, P. y SÁNCHEZ VILLENA, I. (1995): Toma de decisión vocacional no sesgada por razón de
género. Madrid: CIDE (MEC).
HAYES, J. y HOPSON, B. (1982): La orientación vocacional en la Enseñanza Media. Barcelona: Ed. Oikos-Tau.
ROMERO PEÑAS, J. L. (1974): Sociología de los educadores. Buenos Aires: Cincel-Kapelusz.
TOLBERT, E. L. (1982): Técnicas de asesoramiento en orientación profesional. Barcelona: Ed. Oikos-tau.
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RESUMEN
Variables biosociales.
Variables cognitivas.
4.4. OTROS RECURSOS PARA ENSEÑAR A TOMAR
Características motivacionales.
DECISIONES
Características de personalidad. Las propuestas que los teóricos y creadores de materiales ha-
Variables de área educativa.
cen para acercar las estrategias decisorias a los jóvenes se han
presentado en diferentes contextos.
Variables ambientales.
Los programas integrales y preventivos incluyen el de la toma
de decisiones a diferentes niveles de escolarización, desde
preescolar hasta la salida de la secundaria.
4. ORGANIZACIÓN DE UNA CONDUCTA Otros materiales combinan la enseñanza de la elección con la
DECISORIA información académica y profesional.