El Agua y Las Plantas
El Agua y Las Plantas
El Agua y Las Plantas
EL AGUA
¿Qué es el agua?
El agua es la sustancia que más abunda en la Tierra y es la única que se encuentra en la
atmósfera en estado líquido, sólido y gaseoso.
La mayor reserva de agua está en los océanos, que contienen el 97% del agua que existe en la
Tierra. Se trata de agua salada, que sólo permite la vida de la flora y fauna marina. El resto es
agua dulce, pero no toda está disponible: gran parte permanece siempre helada, formando los
casquetes polares y los glaciales.
El hielo, es decir, el agua en estado sólido, es menos pesado que el agua en estado
líquido. Por esta razón, el hielo flota en la superficie de los lagos y mares. Durante el
invierno, esta capa de hielo aísla al agua más profunda, que se mantiene líquida y a una
temperatura aproximada de 4 grados.
A esta temperatura pueden sobrevivir ranas y peces, que son animales que no tienen
mecanismos para regular su calor corporal. Los peces, además, respiran a través de sus
branquias el aire disuelto en el agua en estado líquido.
Las grandes masas de agua, como los océanos, almacenan el calor que reciben del sol y
lo liberan lentamente. Por dicha razón, las tierras cercanas tienen un clima con menos
variaciones de temperatura entre el día y la noche y entre el invierno y el verano.
El agua disuelve muchas sustancias y las retiene aunque varíe la temperatura. Su
capacidad de disolver los nutrientes del suelo es fundamental para que las plantas puedan
absorberlos por sus raíces. Además, la propiedad de disolver sustancias y mantenerlas
aunque varíe la temperatura permite que algunos procesos metabólicos de los organismos
vivos se mantengan estables a pesar de las oscilaciones térmicas.
Plantas y animales equilibran su temperatura mediante la transpiración, es decir, utilizando
la propiedad del agua de transformase en vapor absorbiendo calor.
El agua es un vehículo para que los animales se desprendan, a través del sudor y la orina,
de sustancias que al acumularse serían perjudiciales para el organismo
El agua es una importante medio de intercambio de la energía. Cuando se evapora o
condensa, notable cantidad de energía es utilizada o liberada. Podemos comprobarlo
cuando aplicamos un trapo húmedo sobre el cuerpo: inmediatamente sentimos una
sensación de frescor.
Las precipitaciones, que pueden ser en forma de lluvia, nieve o granizo, se producen cuando las
gotas de agua se unen, haciéndose cada vez más grandes y pesadas. Esto sucede cuando las
nubes se topan con vientos más fríos o cuando ascienden y se enfrían al encontrarse con la ladera
de una montaña.
Resumiendo, las precipitaciones se originan por la interacción de dos características del aire:
En consecuencia, cuando el aire que transporta las nubes se enfría (por encontrarse con un viento
más frío o por ascender siguiendo la pendiente de la montaña) tiene menos capacidad de retener
humedad y la descarga en forma de lluvia, nieve o granizo.
Por dicha razón, llueve más en las laderas que se oponen a los vientos húmedos. En la cordillera
de los Andes, los vientos cargados de agua vienen del Océano Pacífico y la descargan en las
laderas occidentales. En la zona ecuatorial, también traen las lluvias algunos vientos que acumulan
la humedad que produce la transpiración de las plantas de la selva amazónica. En este caso, la
ladera que recoja las precipitaciones será aquella frontal a la dirección del viento.
Una vez que atraviesa la montaña, el viento pierde su humedad. Ya no transporta nubes y las
lluvias que ocasiona son escasas o nulas.
También es frecuente que llueva cuando las nubes pasan sobre corrientes marinas frías. En este
caso, el agua se reincorpora nuevamente a los mares sin ser aprovechada por las plantas y los
animales terrestres.
Con relación al agua que cae sobre el suelo, podemos decir:
Una parte se vuelve a evaporar directamente desde la superficie por acción del calor del
sol o de los vientos secos.
Otra parte queda retenida en las capas superiores del suelo y es absorbida por las raíces.
Luego será evaporada por la transpiración de las plantas.
El resto se infiltra hacia las capas profundas (agua de percolación), y aumenta las reservas
de agua subterránea. Estas reservas pueden volver a la superficie formando manantiales.
Los manantiales dan origen a arroyos que luego se unirán a otras aguas de escurrimiento
superficial. Así, se originan los ríos que devolverán a los mares y océanos el agua caída
sobre el suelo.
Las precipitaciones devuelven al suelo, mares y océanos el agua evaporada por el calor del sol.
Este ciclo no se interrumpe jamás.
Cuando el agua cae sobre la tierra, se infiltra lentamente en los suelos que contienen materia
orgánica. Lo mismo sucede en los terrenos cubiertos de vegetación, porque el follaje atenúa el
impacto de la lluvia.
En zonas llanas, el agua puede acumularse en la superficie de los suelos arcillosos y carentes de
humus, provocando inundaciones.
Si los terrenos son llanos, arenosos y desprovistos de materia orgánica y vegetación protectora, el
agua se infiltra con rapidez, llevándose los nutrientes del suelo hacia las aguas subterráneas.
Cuando se trata de terrenos en pendiente, si el suelo no está protegido por la vegetación y no se
han construido barreras para detener la fuerza del agua, ésta se escurre sobre la superficie,
arrastrando grandes cantidades de tierra (erosión). La tierra arrastrada se sedimenta en las zonas
bajas, rellenando el cauce de los ríos y cubriendo los campos de cultivo.
Las plantas evitan la erosión porque atenúan con sus hojas el impacto de la lluvia y sostienen el
suelo con la red de sus raíces.
Los organismos acuáticos absorben el agua directamente del medio y la excretan en él después de
utilizada. Cuando mueren, el agua que contienen vuelve al medio en el proceso de descomposición
de la materia.
Las plantas terrestres incorporan el agua desde el suelo y la devuelven a la atmósfera con la
transpiración y respiración.
Los animales terrestres la obtienen a través de distintas fuentes:
Las plantas se han adaptado para vivir dentro del agua, en climas de gran humedad y en climas
secos y desérticos.
Las plantas acuáticas toman el agua directamente del medio y no necesitan estar protegidas contra
la pérdida de humedad. Obtienen el dióxido de carbono, el oxígeno y los nutrientes directamente
del agua, donde estas sustancias se encuentran disueltas. Asimismo, las plantas que viven
totalmente sumergidas, como las algas, carecen de tejido de sostén.
Otras plantas acuáticas, como el jacinto de agua, crecen sobre la superficie de lagos y estanques.
Tienen cavidades rellenas de aire que les permiten flotar.
En las charcas y márgenes de arroyos y ríos viven plantas de humedad, que están habituadas a un
suministro continuo de agua. Si carecen de ella, se secan rápidamente.
En la penumbra de las selvas tropicales, las plantas tienen grandes hojas que les permiten una
abundante transpiración. No necesitan estar protegidas contra la pérdida de humedad causada por
el aire seco o el calor del sol.
Los vegetales de las zonas secas y arenosas tienen características completamente distintas. Sus
hojas son pequeñas y están recubiertas por una capa protectora para disminuir la transpiración.
Largas raíces logran encontrar agua en zonas más profundas.
Los cactos que viven en los desiertos han transformado sus hojas en espinas. De esta forma, no
sólo se protegen de los animales herbívoros, sino que reducen al mínimo la pérdida de humedad
por transpiración. Además, poseen tejidos especiales que les permiten almacenar agua por largos
períodos.
Muchos animales no han desarrollado adaptaciones para evitar la evaporación. Son animales de
humedad variable: la humedad que contienen varía en función de la humedad exterior.
Generalmente regulan el agua de su organismo con su comportamiento. Prefieren refugiarse en
lugares donde la humedad permanezca constante, entre la hojarasca o bajo las piedras. Es el caso
de muchos insectos, lombrices, babosas y microorganismos del suelo.
Otros se protegen contra la pérdida de humedad al tener el cuerpo cubierto por pelos (mamíferos),
plumas (aves) o una piel gruesa e impermeable (reptiles).
El agua y la agricultura
El agua es indispensable para la vida vegetal. Las plantas, en el proceso de fotosíntesis, producen
sustancias orgánicas y liberan oxígeno a partir del dióxido de carbono y del agua del suelo. Esta
transformación la realizan utilizando la energía de las radiaciones del sol.
Las lluvias no están distribuidas de manera uniforme en todas las regiones. Según los climas, la
cantidad de agua disponible para los cultivos puede se insuficiente, adecuada o excesiva.
Cuando el agua es escasa, para que poder utilizar las tierras para la agricultura es necesario
emplear técnicas de cultivo que aprovechen al máximo el agua disponible o construir obras de
riego. En Perú, Bolivia, México, norte de Chile y otros países de la región, se han ampliado las
tierras cultivadas con obras de regadío.
Las pampas argentinas, uruguayas y del sur de Brasil y algunas zonas andinas de Venezuela y
Colombia reciben lluvias en cantidades adecuadas a distintos cultivos.
En regiones cercanas al ecuador, las lluvias provocan inundaciones periódicas. Para proteger la
producción, se han construido obras de drenaje que canalizan el agua hacia canales y ríos.
Tan importante como la cantidad de agua caída, es su distribución durante el año. Es
imprescindible que las semillas y plantas dispongan de la humedad que necesitan cuando
germinan y en los meses de mayor crecimiento.
Las obras de riego permiten una mejor distribución y aprovechamiento del agua. En primavera, se
riega en los valles con el agua de las nieves que se derriten en las cumbres. Mediante diques y
embalses se almacena agua para los meses secos. Construyendo pozos se puede extraer agua
subterránea.
La calidad del suelo y el porcentaje de humus que contiene permiten un mayor o menor
aprovechamiento del agua. Si el suelo es rico en humus, conserva la humedad para que puedan
absorberla las raíces. Un suelo arenoso la filtra con rapidez hacia las capas profundas, arrastrando
los nutrientes. Los suelos arcillosos no la dejan penetrar y el agua se escurre con facilidad por la
superficie, aumentando el peligro de inundaciones y la erosión.
FICHA DE ACTIVIDADES
Tema: el agua
OBJETIVOS:
ACTIVIDADES
Recorrer el entorno y dirigirse a la parte alta del cerro para tener una vista panorámica de la
zona.
Buscar información sobre los límites de la cuenca y los ríos, arroyos, manantiales o lagos
que hay en ella. Visitar las fuentes de agua cercanas a la escuela.
Como tarea colectiva, representar sobre grandes hojas de papel los ríos, bosques, cultivos,
casas, canales de riego y todo otro dato que se haya recogido y sea significativo.
Hacer una lista de las diferentes plantas y animales que viven dentro de los cursos de agua
y en sus orillas.
Comprobar si la cercanía de las fuentes de agua tiene relación con las zonas en las que se
agrupan las casas y los cultivos. Explicar la razón.
Experimentar con algunas semillas plantadas en macetas. Regarlas adecuadamente, no
regarlas, hacerlo con agua en la que se ha disuelto sal.
EVALUACION
¿Dónde están las mayores reservas de agua? ¿Estas reservas, son utilizables
directamente para los cultivos?
¿Cuál es el ciclo del agua? ¿Qué sucede con el agua que cae en forma de lluvia?
¿Por qué es indispensable el agua para la vida?
¿Cómo se adaptan los seres vivos a las distintas condiciones de humedad?
¿Cuándo el agua se escurre por la superficie del suelo?
¿Qué tipo de suelo permite la mejor infiltración?
¿Cómo influye la presencia de humus en la capacidad del suelo para retener el agua?
¿Cuáles son las causas de la contaminación del agua?
¿Como se alimentan?
Los seres vivos intercambian continuamente materia y energía con el ambiente que los rodea. Este
intercambio constituye la nutrición.
En el interior de las células vegetales y animales se desarrollan reacciones químicas que
transforman los alimentos. Esta reacciones tiene dos finalidades:
Respiración
Todos lo seres vivos, tanto animales como vegetales, respiran. La respiración tienen como finalidad
liberar energía para ser utilizada por los organismos. Es una reacción que oxida un compuesto rico
en energía, obteniendo productos pobres en ella (dióxido de carbono y agua).
La fermentación es una forma de respiración que libera una menor cantidad de energía, debido a
que la oxidación no es completa. En las fermentaciones no es necesaria la presencia del oxígeno.
La putrefacción es la fermentación de las proteínas.
La fermentación es producida por varias bacterias y levaduras y tiene gran importancia en la
fabricación de cerveza, vino, queso y yogur.
El intercambio de gases para la respiración de las plantas se realiza por los estomas, que son
poros situados en las hojas y tallos jóvenes. En la raíz, la entrada y salida de gases se efectúa por
los pelos absorbentes.
Todas las partes y tejidos vivos de las plantas respiran, pero la intensidad de la respiración
aumenta en las zonas de mayor vitalidad. Por ejemplo, en las semillas durante la germinación y en
las flores.
La respiración y la fotosíntesis son dos procesos biológicos completamente independientes. Sin
embargo, desde el punto de vista del intercambio de gases y de la energía, son inversos y
complementarios.
En efecto: la fotosíntesis, a partir del dióxido de carbono y el agua, y usando energía, produce
sustancia orgánica y oxígeno.
Durante el día, la fotosíntesis es más intensa que la respiración. Por eso, las plantas producen más
oxígeno que el que consumen y toman del aire más dióxido de carbono que el que producen. El
oxígeno producido es utilizado por los animales para respirar. Estos devuelven dióxido de carbono,
que es reciclado nuevamente por las plantas.
Durante la noche, como no hay luz solar, no hay fotosíntesis y las plantas sólo respiran.
Algunas plantas se reproducen a través de sus flores, frutos y semillas. Además pueden tener
diversos procedimientos de multiplicación vegetativa. Procedimientos que son naturales en el caso
de los tubérculos, rizomas y bulbos o ayudados por la intervención humana, como los esquejes e
injertos.
Otros vegetales carecen de flores y, por lo tanto, no pueden tener frutos ni semillas. Se reproducen
por esporas, como los helechos, algas y hongos.
El primer paso de la reproducción floral es la polinización. Polinización es el transporte del grano
de polen hacia el pistilo, donde queda adherido por un líquido pegajoso.
La polinización puede ser directa, cuando al pistilo de una flor llega el polen producido por la propia
flor.
Mucho más frecuente es la polinización cruzada, que se produce cuando a una flor arriba el polen
procedente de otra. El transporte del polen lo realizan el viento o los animales (generalmente
insectos)
Las flores polinizadas por los insectos se caracterizan por tener colores y perfumes llamativos, que
sirven para atraerlos. Cuando el insecto pasa de una flor a otra flor, transporta sin darse cuenta el
polen en sus alas y antenas.
Las flores fecundadas por acción del viento son menos vistosas. Los granos de polen suelen tener
dispositivos que favorecen el arrastre por el viento. Pinos, cereales, alisos y nogales son
fecundados de esta manera.
Una vez producidas las semillas o los frutos que contienen esas semillas, deben ser diseminados.
Es decir, es necesario que se extiendan, colonizando la mayor superficie de terreno que sea
posible.
La diseminación puede realizase con medios de la propia planta o con la ayuda de animales.
Ciertos frutos se abren espontáneamente al llegar a su madurez para dejar salir sus semillas
(frijoles). Otros no se abren y caen enteros, como los carnosos (frutales, tomate) y algunos secos
(girasol, trigo, maíz).
Los frutos del cardo tienen una serie de pelitos plumosos que ayudan a que sean arrastrados por el
viento a larga distancia. Otros frutos están provistos de una pequeña lámina que actúa como un ala
y vuelan con el viento.
Las semillas también pueden ser diseminadas por animales. Algunas están contenidas en frutos
carnosos, con sustancias nutritivas y sabrosas (uva, tomates, aceitunas, manzanas). Estas
sustancias no son necesarias para la germinación de las semillas y están destinadas a atraer a los
animales para que las coman. Cuando aves y mamíferos se alimentan con el fruto, se tragan las
semillas. Estas atraviesan el tubo digestivo sin sufrir daño y son depositadas en el suelo con los
excrementos.
Cuando un pájaro picotea un fruto, algunas semillas caen directamente al suelo. Semillas de
pequeño tamaño son transportadas en el barro adherido a las patas de los animales. Otras tienen
una serie de ganchitos y se enredan en el pelo y la lana de los animales o en la ropa de las
personas.
No todas las semillas transportadas van a parar a un lugar apto para germinar. La mayoría caerá
en terreno inadecuado, o será comida y destruida por diversos animales, como aves, ratones,
hormigas.
Una mínima parte tendrá ocasión de producir una nueva planta. Para compensar esta pérdida, el
número de semillas producidas en la naturaleza es mucho mayor que el número de plantas que
podrían sobrevivir dentro de su ecosistema.
Para que una semilla salga de su estado de vida latente y empiece a crecer hasta convertirse en
un planta, tienen que cumplirse determinadas condiciones.
Una semilla puede conservar su fertilidad durante muchos años, siempre que permanezca en un
sitio seco y sin temperaturas altas. Las semillas que contienen más cantidad de grasas (maní,
girasol) tienen una duración menor, porque las grasas se ponen rancias y destruyen su fertilidad.
Es posible reconocer si las semillas tienen suficientes reservas para germinar, echándolas en
agua. Las que flotan están parcialmente vacías. Estas semillas pueden iniciar su germinación, pero
agotarán sus reservas antes de que se hayan desarrollado lo suficiente para alimentarse del
medio.
La humedad es la principal condición externa o ambiental para que una semilla germine. El agua
es imprescindible para que abandone el estado de vida latente. La semilla absorbe la humedad, se
hincha y empieza a crecer y a desarrollarse. Cuando se desarrolla, necesita el oxígeno presente en
el aire.
Otra condición externa es que la temperatura se halle dentro de ciertos límites, distintos para cada
especie, pero que generalmente no corresponden al período más cálido ni más frío. Por eso las
semillas se siembran en primavera (maíz, frijoles, hortalizas) o en otoño (trigo, habas, cebollas).
Además de la reproducción habitual, mediante las flores, frutos y semillas, algunas plantas tienen
formas de multiplicación vegetativa.
Esta forma de reproducción puede presentarse naturalmente, junto con la reproducción floral.
Por bulbos se multiplican los ajos y cebollas. Las papas son tubérculos, de los que se forman
nuevas plantas.
Los estolones son tallos rastreros, de cuyos nudos salen raíces. Los más conocidos son los que
originan nuevas plantas de frutillas.
La multiplicación por esquejes consiste en clavar en la tierra una ramita de la planta que queremos
reproducir. En la naturaleza, este tipo de multiplicación sólo se produce accidentalmente. Por
ejemplo, supongamos que una ramita de sauce o álamo sea arrancada por el viento durante una
tormenta y arrastrada por el río hasta quedar semienterrada en un banco de arena.
En cambio, las personas multiplican por esquejes una serie de plantas, como vides, sauces,
álamos, claveles, geranios y cactos.
Los acodos se hacen al enterrar parte de una rama pero sin cortarla de la planta original. Se tiene
así durante varios meses hasta que la parte enterrada haya echado raíces.
Los injertos se realizan uniendo, sobre una planta llamada patrón o portainjerto, una porción de
otra. Se busca que el injerto se desarrolle sobre ella. El patrón y el injerto deben ser variedades de
la misma especie o especies próximas. Se pueden injertar frutales de carozo entre sí, o frutales
como manzano, peral o membrillo entre sí. Generalmente se busca que la planta portainjerto sea
una variedad más rústica, silvestre y resistente. El injerto corresponde a una variedad más
refinada.
Las algas son vegetales verdes, que viven en el agua. Algunas son gigantescas, otras están
formadas por una sola célula. Son de gran importancia para la vida en la Tierra: las algas marinas
producen gran parte del oxígeno de la atmósfera.
Los hongos no tienen clorofila. No pueden realizar la fotosíntesis, pero tienen una utilidad
fundamental: descomponen la materia orgánica muerta y liberan los nutrientes para que sean
usados nuevamente.
Los líquenes están formados por un alga y un hongo que viven asociados beneficiándose
mutuamente. Esta asociación se llama simbiosis. El alga produce sustancia orgánica en el proceso
de fotosíntesis, el hongo absorbe el agua y sales minerales y los dos prosperan juntos.
Los bosques
De los bosques se obtienen grandes beneficios, tanto directos como indirectos.
Entre los beneficios directos podemos mencionar la madera, frutos, resina, corcho, carbón, forraje,
leña, medicinas, pastos.
Tanta importancia o más tienen los beneficios indirectos. Los bosques conservan la humedad,
absorben energía del sol, fijan la tierra y dan albergue a gran variedad de vida silvestre.
Los bosques son importantes en la defensa del suelo contra la erosión: cuando se los tala,
aumenta la evaporación del terreno, la infiltración y las escorrentías que arrastran
nutrientes y partículas de suelo. La tierra transportada se sedimenta en los cauces de los
ríos y lagos de las zonas más bajas, provocando inundaciones.
Las plantas y el suelo del bosque (rico en materia orgánica) absorben la humedad y la
liberan lentamente.
El suelo sin árboles refleja más el calor del sol. El polvo atmosférico producido por la
acción del viento sobre el suelo desnudo intercepta el paso de parte de las radiaciones
solares. El aumento del dióxido de carbono que se libera cuando se queman los bosques
retiene el calor.
Estos efectos se combinan cuando el bosque desaparece y se producen variaciones en la
temperatura y humedad que originan cambios acentuados en el microclima.
En los bosques viven más especies de plantas y animales que en todos los demás
ecosistemas juntos. Dentro de ellos, existen diferentes zonas en las que cambia la
humedad, la temperatura, la luz que llega y el efecto del viento. Gran variedad de
organismos se han adaptado a cada una de estas condiciones particulares.
Con la energía del sol, las plantas producen sustancias orgánicas que son la base de la
cadena alimentaria de todos los animales. Al mismo tiempo, liberan el oxígeno que todos
los seres vivos necesitan para respirar .
Bosques de zonas templadas y frías
Los bosques dependen de las condiciones de temperatura y humedad de cada región. En las
zonas templadas, la temperatura y las lluvias varían con las estaciones del año.
Los bosques que viven en tierras muy distantes del ecuador o a gran altura sobre el nivel del mar
están adaptados a muchos meses de frío y nieve. Predominan las coníferas, como los pinos,
abetos y alerces, cuya madera se utiliza para la construcción y para hacer papel.
En otros climas más templados, los inviernos son más cortos y suaves. Generalmente las lluvias
caen durante todo el año, aunque predominen en determinadas estaciones. Aquí crecen árboles
que pierden las hojas con el frío. Gran parte de estos bosques han sido talados y quemados para
obtener tierras para cultivar.
Bosques tropicales
Existe una amplia variedad de bosques tropicales, favorecidos por el clima cálido.
Cuando las lluvias son abundantes, la vegetación está siempre en continuo crecimiento. Una
amplia diversidad de especies vegetales y animales conviven en los bosques tropicales
lluviosos, como las selvas y junglas. Los árboles son de hojas perennes y abundan las
enredaderas y helechos. Muchas especies tienen maderas valiosas que se utilizan para la
carpintería fina.
La mayor superficie de este tipo de bosque se encuentra en la cuenca del río Amazonas.
El suelo es poco profundo y pobre en nutrientes, porque los nutrientes liberados por la
descomposición de los residuos orgánicos son absorbidos rápidamente. Los utilizan las plantas
para permitir su crecimiento constante. La actividad biológica de este tipo de bosque se basa en un
reciclado rápido de la materia orgánica, favorecido por la abundancia de microorganismos que se
multiplican por la humedad y el calor.
Debido a esta característica del suelo, si se talan los árboles para permitir la agricultura, los
rendimientos de las cosechas caen en pocos años. La tierra se erosiona o se forma una costra
dura y estéril.
Cuando las lluvias son menos abundantes, progresan los bosques húmedos de hojas caducas,
con menor variedad de especies vegetales. Como en estas regiones las condiciones climáticas son
muy favorables para la vida humana, la deforestación ha avanzado más que en los bosques
lluviosos.
En zonas secas y calientes, crecen bosques tropicales secos, poco densos, de lento desarrollo y
adaptados a la sequía. La población depende de ellos para la obtención de leña, madera para la
construcción y para el pastoreo del ganado.
Durante la época seca, la actividad biológica de la vegetación se reduce al mínimo. La
multiplicación de las plantas depende sobre todo de los animales que se alimentan de sus frutos y
expulsan las semillas con sus excrementos. Cuando llueve, las semillas germinan con rapidez.
El bosque influye sobre el suelo protegiéndolo de la erosión. Atenúa los efectos de la lluvia porque
impide que caiga con fuerza sobre el suelo y favorece la absorción con la materia orgánica
acumulada. El suelo del bosque capta el agua como una esponja y la entrega lentamente a las
vertientes.
Asimismo, las copas de los árboles frenan la velocidad del viento, otro agente de erosión. La red
formada por las raíces sujeta el suelo impidiendo su arrastre.
Repercute también sobre la temperatura del suelo. En parte por la sombra que proyectan las copas
y en parte por la capacidad aislante de la hojarasca.
También la presencia de árboles influye en los linderos. Las cortinas rompevientos reducen la
velocidad del viento, protegiendo flores y frutos de los sembrados.
En los bosques se producen, en forma natural, algunas perturbaciones. Por ejemplo, incendios
originados por los rayos. El fuego, cuando abarca zonas reducidas, puede estimular la
regeneración de otras especies. La caída de los árboles permite que llegue más luz al suelo y deja
sitio a hierbas y arbustos que la necesitan. En ellos se instalan diferentes insectos y otros
animales. El fuego, además, consume ramas y troncos que no han sido descompuestos por los
microorganismos. Así, se producen cenizas que reintegran al suelo algunos minerales.
Una situación totalmente opuesta y grave es la rápida y completa destrucción de un bosque.
Representa un desastre ambiental y la desaparición irrevocable de especies animales y vegetales.
Cada año, alrededor de 17 millones de hectáreas de bosques son eliminados. Y los seres
humanos somos los causantes de esta aterradora pérdida. Las causas principales son:
Demanda de nuevas tierras para cultivar o criar ganado y así abastecer a una población
siempre creciente. Para reemplazar el suelo agotado por su utilización intensiva, se
queman o talan bosques centenarios.
Demanda de madera para uso industrial y de leña para combustible: la escasez de leña
aumenta año a año, obligando a la población rural a usar cada vez más tiempo en
recolectarla. Otras veces se reemplaza la leña quemando residuos de las cosechas o
estiércol, en vez de devolverlos al campo. Así se priva a la tierra de abono natural,
disminuyendo la producción de alimentos.
Contaminación del agua de los ríos que atraviesan los bosques con residuos de minas e
industrias. Humos de algunas fábricas que ensucian la atmósfera y contaminan las lluvias,
dañando la vegetación.
El uso del terreno para la agricultura no equivale necesariamente a la destrucción total del bosque.
Si una superficie se tala dejando algunos árboles, se cultiva durante pocos años y después se
dejan las tierra en barbecho, el bosque se vuelve a reproducir.
Asimismo, puede usarse el suelo para cultivarlo por mucho tiempo si se manejan los recursos
naturales en forma sostenible, con el aporte de materia orgánica, rotación o asociación de cultivos
y protección contra la erosión.
El problema comienza cuando la población aumenta y ya no hay tierras suficientes para rotarlas ni
se usan otras técnicas de la agricultura sostenible. No se dejan los terrenos en barbecho para que
se restaure naturalmente su fertilidad ni se les incorpora abonos orgánicos. Así, el suelo se
degrada y las cosechas son cada año más pobres. Finalmente, la tierra erosionada y sin nutrientes
es abandonada y se cubre de malezas.
La explotación del bosque, si es realizada en forma inadecuada, puede degradarlo gravemente.
Esto sucede cuando se talan bosques que cubren laderas de fuerte pendiente o cuando los
caminos de acceso están mal hechos.
La pérdida de los bosques causa el aumento de la erosión, inundaciones y sequías, con sus
graves consecuencias: desertización, pobreza, hambre, migración de la población campesina.
La deforestación en los países tropicales se ha acelerado en los últimos años, con pérdidas
anuales de diez millones de hectáreas. Ha aumentado el consumo de madera, especialmente de
maderas duras de especies exóticas, de lento crecimiento y de gran valor comercial. Además, se
practica a gran escala la tala o quema de los bosques para obtener tierras de cultivo, que luego no
se protegen de la erosión y pérdida de nutrientes. Estas tierras son abandonadas después de
pocas cosechas porque han agotado su fertilidad.
La repoblación forestal
La propuesta adecuada no es salvar los bosques sin tocarlos, sino asegurar que se utilicen como
un recurso renovable. Así se conseguirá el suministro continuo de los productos que el bosque nos
brinda y la conservación del suelo, el clima, el agua y los animales silvestres.
En lo posible, los terrenos de pendiente acentuada no deben ser dedicados al cultivo. Si ya tienen
árboles, deben conservarse porque evitan la erosión que se produce por acción de la lluvia y el
viento en las laderas no protegidas. Si los árboles se han perdido, deben plantarse, recordando la
importancia de intercalar especies nativas.
Antes de plantarlos, hay que preparar el terreno donde hemos de poner los árboles construyendo
bancales y senderos forestales. Estos facilitan las tareas de reforestación y más adelante ayudarán
a la conservación y explotación del bosque.
La repoblación forestal suele hacerse plantando un solo tipo de árboles, generalmente una especie
no nativa (pino y eucaliptos) porque se busca el rápido crecimiento. Esta uniformidad no es
conveniente, porque reduce la diversidad de animales que el bosque puede albergar. Además, al
pertenecer todas las plantas a una misma especie, son más vulnerables a las plagas y
enfermedades.
El bosque mixto, además, permite la obtención de una mayor variedad de productos, que están
disponibles en distintos momentos de su desarrollo.
La agricultura
Los hombres y mujeres primitivos no conocían la agricultura ni la ganadería. Se alimentaban
recogiendo frutos silvestres y capturando animales por medio de la caza y la pesca.
La agricultura y la ganadería significaron un progreso trascendental, que permitió:
La agricultura ayudó a conocer y mejorar las condiciones de desarrollo de las plantas cultivadas.
Además se perfeccionaron las plantas a cultivar, seleccionando variedades superiores por producir
más o de mejor calidad. Asimismo, se buscaron variedades más resistentes a las plagas o
adaptadas a diferentes climas.
Las tareas agrícolas se realizan según los cultivos y las temperaturas y lluvias de cada región:
labores, abono, siembra, riego, deshierbe, control de plagas, aporque y cosecha.
Las labores sirven para mullir y airear la tierra, romper los terrones y destruir las malas hierbas.
Pueden ser labores preparatorias, que se efectúan para aprontar la tierra antes de sembrar.
Asimismo, pueden ser labores de cultivo, que se llevan a cabo durante el desarrollo de la planta
cultivada.
Algunas labores se realizan a mano, por medio de palas y azadas. Otras utilizan diversos tipos de
arados, tirados por animales (mulas o bueyes) o por tractores.
Sabemos que las plantas absorben los nutrientes disueltos en agua. Además, ésta es
indispensable para la fotosíntesis. En la naturaleza, el agua llega al suelo cuando llueve. Pero si
las lluvias son escasas, o no caen en el momento en que son más necesarias, es posible aumentar
la productividad de la tierra mediante el riego.
El agua que se utiliza para regar proviene de ríos, arroyos embalses o de aguas subterráneas.
La fertilidad del suelo no cultivado se mantiene cuando la tierra está protegida por la vegetación.
Los nutrientes que toman las raíces vuelven al suelo con los restos de estas plantas. Cuando las
plantas sirven de alimento a animales, los nutrientes regresan cuando los animales mueren o con
sus excrementos. Es decir, existe un ciclo natural que asegura la restitución de los nutrientes
consumidos.
En un suelo cultivado, se rompe este ciclo. Los nutrientes no regresan al suelo, porque quedan en
las plantas que se cosechan. Los rastrojos se usan como forraje o se queman. Así, disminuyen los
nutrientes y la fertilidad.
Para evitar el empobrecimiento del suelo, es necesario restituirle los nutrientes perdidos. El
fertilizante más adecuado es el abono orgánico. El estiércol es un abono completo y equilibrado, es
decir, tiene todos los nutrientes que necesita la planta y en las proporciones convenientes.
También es muy recomendable el composte y los abonos verdes. No sólo incorporan nutrientes,
sino que mejoran la textura del suelo. Al aumentan su porosidad, aumentan su aireación y su
capacidad de retener la humedad.
El cultivo de leguminosas (frijol, lupino, trébol, acacias) es de gran utilidad para la agricultura
sostenible. Tienen la propiedad de fijar nitrógeno, gracias a la asociación simbiótica entre
determinado tipo de bacterias y las raíces de leguminosas.
Las bacterias se desarrollan en pequeñas colonias situadas en las raíces y producen el nitrógeno
en forma asimilable por las plantas. En cambio, las plantas les ceden sustancias orgánicas que las
bacterias necesitan y no pueden producir. Las plantas utilizan el nitrógeno que reciben de las
bacterias para la fabricación de proteínas vegetales.
Las leguminosas son un excelente abono verde para el suelo. Los abonos verdes son cultivos que
se utilizan para proteger y nutrir el suelo. No se cosechan porque se entierran cuando están en flor,
que es cuando poseen la mayor cantidad de nutrientes. Durante su crecimiento, forman una
cobertura vegetal (se siembran muy tupidos) que reduce la erosión.
Además, esta cobertura vegetal protege la superficie del suelo de la exposición continua a los
rayos del sol. Estos rayos aceleran la descomposición de la materia orgánica, lo que disminuye su
presencia.
Cuando los abonos verdes se entierran, se descomponen dentro del suelo, aumentando los
nutrientes, la actividad de los microorganismos y mejorando la textura.
Otro abono orgánico es el composte. Se hace con restos de verduras, hierbas, estiércol y tierra.
Puede agregársele ceniza de madera o cal apagada. Esta mezcla se descompone con la ayuda de
los insectos despedazadores y los microorganismos, y puede alcanzar temperaturas de 55 grados
o más. Esta temperatura produce la muerte de los organismos patógenos y las semillas de malas
hierbas que pudiera contener.
Las plagas están causadas por hierbas y animales perjudiciales y por enfermedades producidas
por virus, bacterias y hongos. Las plagas ocasionan daños en las cosechas. Estos daños pueden
producirse por ataques directos a los cultivos, o por competir con ellos por el espacio y los
nutrientes.
Las malas hierbas crecen en los sembrados disputando los nutrientes, el agua y la luz a la planta
cultivada. La lucha contra ellas se basa en la prevención (tratando de evitar que sus semillas
caigan en el suelo) y en destruirlas una vez introducidas.
Para destruir las malas hierbas, muchas veces se recurre a los herbicidas, que son sustancias
químicas. Son productos peligrosos para quien los aplica y pueden contaminar el suelo y el agua.
Otras plagas están causadas por pequeños animales, generalmente insectos como el escarabajo
de la papa, los pulgones, la mosca del olivo y las orugas de muchas mariposas. Contra las plagas
se puede utilizar insecticidas, pero éstos tienen el inconveniente que también matan a los insectos
benéficos.
Más beneficioso a largo plazo es combatir a los insectos perjudiciales por medio del control
biológico de plagas. Este método se basa en respetar y favorecer los enemigos naturales de los
insectos (aves insectívoras, sapos, lagartijas, avispas) y en introducir otros animales que son
enemigos de las plagas.
Las plantas también pueden ser atacadas por virus, bacterias y hongos. Se pueden contagiar a
través del agua de riego, del viento, de las herramientas usadas en los cultivos y del simple
contacto de una planta con otra. El calor y la humedad favorecen la multiplicación de las plagas.
Bacterias y hongos provocan manchas marrones o blancas en hojas, tallos y frutos. Otras veces
pudren las raíces, tallos o frutos. Los virus provocan deformaciones, cambios de color y
arrugamiento de las hojas.
Las evitar que las enfermedades aparezcan o se extiendan, existen medidas preventivas. Estas
medidas son: rotar los cultivos, regar sobre el suelo y no sobre la planta, utilizar semilla sana,
aplicar abono natural bien descompuesto, quemar los rastrojos de las plantas enfermas.
También son muy útiles algunas prácticas agrícolas sencillas para luchar contra las plagas. Por
ejemplo, volcar la tierra al prepararla para el cultivo: así se ponen los insectos, gusanos y larvas a
la vista de los pájaros que los devoran y del sol que los seca.
Otra posibilidad es construir barreras y zanjas alrededor de los árboles frutales, colocar cenizas
contra las babosas, fabricar trampas para los topos y podar y quemar las ramas atacadas por
enfermedades.
Las plagas pueden combatirse pulverizando con productos químicos, pero su aplicación debe ser
muy cuidadosa porque son tóxicos. Su uso indiscriminado ha originado la aparición de nuevas
variedades de plagas, más resistentes que las anteriores a la acción de las sustancias químicas.
Otro peligro es la contaminación de las aguas y el suelo. Los alimentos producidos pueden
absorber restos de plaguicidas y ser perjudiciales para los animales y personas que los consumen.
También existen remedios caseros contra las plagas, de un costo menor y no peligrosos para la
salud (la ceniza, el agua jabonosa, el jugo de tabaco).
Podemos ejemplificar dos casos en los que se destacan las diferencias entre el uso indiscriminado
de agroquímicos y la agricultura sostenible.
Se calcula que hasta un tercio de lo producido en el mundo se pierde por guardarlo mal. Los
peligros más frecuentes son los roedores, gorgojos, la temperatura inadecuada, la humedad y falta
de ventilación que favorecen la pudrición y fermentación.
Formas de cultivos
Se llaman cultivos extensivos a los que abarcan grandes extensiones de terreno. Generalmente
necesitan poca mano de obra por estar mecanizados. Son los cereales, vid, olivos, bosques.
Los cultivos intensivos son los de huerta, muchas veces dependientes de sistemas de riego.
Tienen mayor necesidad de mano de obra porque el tipo de cultivos hace difícil la mecanización. El
producto obtenido en cada parcela suele alcanzar más valor comercial que en los cultivos
extensivos.
FICHA DE ACTIVIDADES
Tema: el bosque
OBJETIVOS:
ACTIVIDADES
EVALUACION
Tema: la importancia de las plantas como productoras de materia orgánica y oxígeno. Sus
necesidades.
OBJETIVOS:
Entender las necesidades de las plantas: suelo, nutrientes, agua, luz, temperatura
adecuada.
Comprender la importancia de las plantas para la vida animal y humana.
Distinguir las diversas formas de reproducción vegetal.
Conocer algunas plagas y enfermedades de la plantas y saber cómo controlarlas sin dañar
el ambiente.
ACTIVIDADES
Hacer una lista de los vegetales que se usan en la zona para la alimentación humana,
medicinas, artesanía, construcción, leña, sombra, etc.
Averiguar qué plantas comen los distintos animales silvestres y el ganado que se cría en la
zona.
Experimentar con plantas colocadas en macetas, viendo cómo influyen en ellas la falta de
luz, agua o nutrientes. Por ej., germinar frijoles y luego plantarlos en tierra fértil o suelo
pobre en nutrientes, con calor o frío, a pleno sol, a la sombra o en la oscuridad total, con
agua suficiente o escasa.
EVALUACION
¿Cómo se alimentan las plantas verdes? ¿Cuáles son sus necesidades básicas?
Describa los mecanismos de la fotosíntesis. ¿Que elementos son imprescindibles para que
las plantas la realicen? ¿De dónde provienen? ¿Qué destino tiene la materia orgánica
elaborada?
¿En qué consiste la respiración de las plantas? Mencione algunos productos en cuya
fabricación interviene la fermentación.
Describa los posibles modos de reproducción de las plantas.
¿De qué forman intervienen los animales y el viento en la polinización y diseminación de las
semillas?
¿Cómo aumentar la fertilidad del suelo, para que los cultivos tengan los nutrientes que
necesitan?
Describa algunas plagas y enfermedades de las plantas y cómo actuar para controlarlas sin
dañar el medio ambiente.