Cristología en La Religiosidad Popular
Cristología en La Religiosidad Popular
Cristología en La Religiosidad Popular
TRABAJO:
CRISTOLOGÍA N LA RELIGIOSIDAD POPULAR
PRESENTADO POR:
VERÁSTEGUI LINARES, Nely R.
CURSO DE:
CRISTOLOGÍA II- A DISTANCIA
PADRE:
ROBERTO CHÁVEZ CARRANZA
Como parte de la religiosidad del pueblo los docentes también estamos integrados de
participar en las actividades festivas que se desarrollan en la localidad que a continuación
menciono: preparar las danzas con nuestros estudiantes, actividades deportivas, organizarnos
con las madres y padres de familia para colaborar económicamente para el arreglo del altar
y las ofrendas florales, realizar la velada de la imagen, y recolectar las limosnas de esa manera
nos sumamos a la fiesta patronal de la localidad.
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FRANCISCO, Ex. Ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013) Pg 125
La religiosidad popular es una forma básica de inculturación de la fe y de esta manera
hacer presente la Cristología en medio del mundo, “La religión es también memoria y
tradición, y la piedad popular sigue siendo una de las mayores expresiones de una
verdadera inculturación de la fe, que al ser educada y guiada sabrá llegar a Cristo, pues
en ella se armonizan la fe y la liturgia, el sentimiento y las artes, y se afianza la
conciencia de la propia identidad en las tradiciones locales”. En la Exhortación
Apostólica Evangelii gaudium el Papa dice: “En la piedad popular puede percibirse el
modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo”2. El
principal destinatario de la religiosidad de nuestros pueblos es Jesucristo, contemplado
en los distintos misterios de su vida a él debe apuntar toda nuestra catequesis.
CÓMO SE ACTUALIZA A CRISTO, MÁS ALLÁ DEL CONCEPTO Y LA
TEORÍA.
Cristo vive. Esta es la gran verdad que llena de contenido nuestra fe. Jesús, que murió
en la Cruz, ha resucitado, ha triunfado de la muerte, del poder de las tinieblas, del dolor
y de la angustia. Cristo vive. Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección
nos revela que Dios no abandona a los suyos.
Cristo vive en su Iglesia. "Os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si yo
no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros, pero si me voy, os lo enviaré". Esos
eran los designios de Dios: Jesús, muriendo en la Cruz, nos daba el Espíritu de Verdad
y de Vida. Cristo permanece en su Iglesia: en sus sacramentos, en su liturgia, en su
predicación, en toda su actividad.
De modo especial Cristo sigue presente entre nosotros, en esa entrega diaria de la
Sagrada Eucaristía. Por eso la Misa es centro y raíz de la vida cristiana. En toda misa
está siempre el Cristo Total.
Cristo vive en el cristiano. La fe nos dice que el hombre, en estado de gracia, está
endiosado. Somos hombres y mujeres, no ángeles. Seres de carne y hueso, con corazón
y con pasiones, con tristezas y con alegrías. Pero la divinización redunda en todo el
hombre como un anticipo de la resurrección gloriosa. Cristo ha resucitado de entre los
muertos y ha venido a ser como las primicias de los difuntos; porque, así como por un
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FRANCISCO, Ex. Ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013) Pg 123
hombre vino la muerte, por un hombre debe venir la resurrección de los muertos. Que,
así como en Adán mueren todos, así en Cristo todos serán vivificados.
Cristo está presente en su palabra que debe ser luz que guie e iluminé cada día nuestro
caminar.
CONTRASTE ENTRE EL APORTE DEL MATERIAL ESTUDIADO Y LA
REALIDAD LOCAL.
Nos remitiremos nuevamente al Catecismo de la Iglesia Católica 1162 “La belleza y el
color de las imágenes estimulan mi oración. La contemplación de las sagradas
imágenes, unida a la meditación de la Palabra de Dios y al canto de los himnos
litúrgicos, forma parte de la armonía de los signos de la celebración para que el
misterio celebrado se grabe en la memoria del corazón y se exprese luego en la vida
nueva de los fieles”. Todo esto es lo ideal sin embargo vemos con pena y lástima que
ya sea por una mala práctica catequética o por la poca evangelización del agente pastoral
la fe de esta gente sencilla es un acto de superstición y no tiene ese carácter cristológico
que debe ser el que, de movimiento a la fe, tanto en las fiestas de la Virgen del Rosario;
así como de la Inmaculada Concepción. La religiosidad popular es una verdadera
experiencia de fe. Es una forma legítima de vivir la fe. Es un error considerar
“religiosidad popular” sólo a las manifestaciones externas de la misma. Para valorarla
adecuadamente es preciso “saber percibir sus dimensiones interiores”. Ahí apunta la
función pastoral, más allá de criticar o suprimir las costumbres populares de las personas
es necesario catequizarlas y educarlas en la fe.