El Árbol de La Sinceridad (Sinceridad, Honestidad)

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

Autor: Silvia García

Edades: Todas las edades


Valores: sinceridad, honestidad

Érase una vez un pueblecito


completamente rodeado de árboles.

Los vecinos estaban acostumbrados a salir


de sus casas y sortear la multitud de
árboles que lo llenaban todo. Les gustaba
poder respirar y sentir que sus pulmones
se llenaban de aire limpio gracias a todos
esos árboles.

Todos los árboles eran milenarios y los ciudadanos conocían el nombre y el


fruto de cada uno de ellos.

Un buen día una nueva familia se instaló en el pueblo. A todos les llamó la
atención el camión donde traían sus cosas porque llevaban en él un
pequeño árbol. En dos días hicieron la mudanza completa y cuando el resto
de sus vecinos se dieron cuenta, los nuevos vecinos habían colocado
enfrente de la puerta de entrada el árbol nuevo.

Era un árbol pequeño pero muy bonito de hojas verdes y brillantes y tronco
duro y dorado.

Todo los vecinos tenían una gran curiosidad por saber cuál era el nombre
de aquel curioso árbol así como los motivos por los cuales lo habían traído
desde lejos.

Lupita, era una niña que vivía en el pueblo. Tenía 10 años y le gustaba
mucho la naturaleza. Muchos días, cuando no tenía colegio, regaba los
troncos de los árboles con una regadera. Un día, al llegar al árbol nuevo, se
encontró con otro niño regando su tronco y le preguntó:

- Hola, me llamo Lupita. ¿Este árbol es tuyo?


- Hola, yo me llamo Andrés. Este árbol era de mis abuelos.
- ¿De tus abuelos? ¿Y por qué tiene esas hojas tan brillantes? Como es
pequeño pensé que tenía pocos años. ¿Cómo se llama?
- Es el árbol de la Sinceridad. Y se mantiene así porque mis padres me han
enseñado
como cuidarlo.
- Ah… ¿Sabes? A mí también me gustan mucho los árboles. ¿Podría cuidarlo
contigo?
- Eso no lo decido yo. Lo tiene que decidir el árbol.
- ¿El árbol? ¿Y qué tengo que hacer?
- Nada, simplemente seguir siendo Lupita.

El niño se despidió y se fue corriendo para dentro de su casa. Lupita se


sintió muy intrigada y decidió ir todos los días a visitar al árbol. Los
primeros días Lupita se acercaba, lo miraba, sonreía y lo regaba con el
máximo cuidado. Sin embargo, todos los días eran iguales y Lupita ni veía
que el árbol creciera ni había vuelto a ver a ver a Andrés

Un día llegó al árbol y vio que le colgaba una manzana roja, brillante,
grande, tan bonita y perfecta que parecía de mentira. Cuando se acercó
había una etiqueta pequeña que ponía: "CÓMEME".

Lupita abrió los ojos de sorpresa, se pensó mucho qué hacer y como creyó
que era por fin la recompensa del árbol se comió la manzana, que por
cierto estaba deliciosa.

Nada más acabarse la manzana apareció Andrés y le dijo:

- ¡Hola Lupita! Cuanto tiempo. Vengo a ver mi árbol por si hay frutos. Nos
gusta
recogerlos una vez a la semana. ¿Has visto algún fruto aquí?

Lupita no sabía qué


decir. Pensó en
mentir, pues se
sentía culpable
porque ese árbol no
era suyo y
probablemente la
etiqueta "CÓMEME"
era para su dueño.
Pero ella no estaba
acostumbrada a
mentir. No le gustaba
hacerlo por lo que
decidió contar la
verdad.

Lo siento. Había una manzana, vi la etiqueta que colgaba de ella y me la he


comido. - dijo la pequeña muy arrepentida.

Al escucharla, Andrés sonrió y en el árbol comenzaron a crecer multitud de


flores.
- Lupita, no todo el mundo es capaz de decir la verdad y por ello el árbol de
la sinceridad quiere que sepas que te acepta y que podrás cuidarlo siempre
que quieras.

También podría gustarte