Historia Madrid Iii. El Madrid de Los Austrias PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 13

PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

HISTORIA DE MADRID III: EL MADRID DE LOS AUSTRIAS

INDICE:

1. EL ESTABLECIMIENTO DE LA CORTE EN MADRID.


2. EL IMPACTO DE LA CORTE SOBRE MADRID
3. LA FIGURA DEL VALIDO
4. LA ESTRUCTURA VIARIA
5. APARICIÓN DE PLAZAS MAYORES: DE ZONA DE MERCADO A ESCENARIO SOCIAL
6. EL ALCAZAR DE MADRID
7. LA CARCEL DE CORTE
8. LA DELINCUENCIA EN MADRID EN LOS SIGLOS XVI Y XVII
8.1 LOS DELITOS
8.1.1. Homicidios y heridas
8.1.2. Delitos contra la moral sexual
8.1.3. El robo
9. LA CASA DE LA VILLA
10. RESIDENCIAS PALACIEGAS
11. EL MADRID CONVENTUAL
12. LA INQUISICIÓN EN MADRID
13. EL SIGLO DE ORO EN MADRID
14. INFRAESTRUCTURAS URBANAS
15. MADRID, CAPITAL DEL CEREMONIAL CORTESANO
16. PRINCIPALES CONSTRUCCIONES DE LA ÉPOCA
17. BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA DE LA U.T.

1. EL ESTABLECIMIENTO DE LA CORTE EN MADRID.


Durante doscientos años los Austrias rigieron los destinos de España, desde comienzos del siglo XVI, con la
llegada de Carlos I de España y V de Alemania, hasta 1700, año en el que muere sin descendencia Carlos II el
Hechizado. Y entre ambos, el resto de la dinastía, Felipe II, Felipe III, y Felipe IV. Sus reinados coincidieron con
el auge y declive del vasto imperio español, en cuyos territorios no se ponía el sol.
Por su grandeza política se han dividido en 2 grupos: los Austrias Mayores los dos primeros, siendo los demás
considerados como Menores.
La llegada de los Austrias al trono español, supone el momento de máximo esplendor del país. Si bien Carlos I
de España y V de Alemania, pasó largas estancias en Madrid, es su hijo Felipe II quien decide establecer la
Corte de España en Madrid. Esta decisión vino a culminar una trayectoria de tres siglos que había hecho que
Madrid se convirtiera en una de las villas más importantes de Castilla.

1
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

La orden data del 8 de mayo de 1561. Hasta 1561, dentro de la estructura del reino de Castilla no había
designada ninguna capital, o lugar donde la Corte residiera de forma permanente. Se trataba de cortes
itinerantes en donde el rey y su séquito iban residiendo por ciudades o villas del interior del reino como
Madrid, Burgos, Valladolid, o Alcalá. De todas estas ciudades los monarcas castellanos tuvieron una gran
predilección por Madrid y Valladolid. La razón era simple, eran ciudades de realengo, con apenas nobleza
relevante, y sobre todo, carecían de sede episcopal, por lo que cuando los monarcas residían en estas
ciudades no tenían ningún contrapoder que pudiera ocasionarles molestias.
Además, mientras que en otros lugares como en Valladolid los monarcas se tenían que alojar en casa ajena,
Madrid disponía de su propio Alcázar, y de una inmejorable tierra de bosques para su esparcimiento; por
esto, ya desde principios del siglo XIV, los monarcas se sentían en Madrid como en su propia casa.
Las continuas ausencias de Carlos I, fueron pronto suplidas por el príncipe heredero Felipe (futuro Felipe II),
quien es designado oficialmente en 1543 regente del reino. Felipe, va a cuidar con una extraordinaria
atención las obras del Alcázar, interesándose por sus progresos y vigilando su ejecución. Además, a partir de
1543, las obras del Alcázar van a ir acompañadas por una política de la Casa Real tendente a establecer una
zona entorno al Alcázar para disfrute exclusivo de la monarquía, y que además sirviera para aislar la
residencia regia del resto de la ciudad.
Es muy probable, por tanto, que Felipe II, durante su etapa de príncipe heredero, barajara ya la posibilidad de
instalar permanentemente la Corte –hasta entonces itinerante- en la villa de Madrid. La razón era obvia: el
Imperio español cada vez era más importante, y el aumento de burocracia que ello exigía, era incompatible
con una Corte itinerante.
En 1556, y tras la abdicación de su padre Carlos I (quien se retiró al Monasterio de Yuste) Felipe II fue
proclamado rey, y a principios de junio de 1561, Felipe II y su tercera esposa, Isabel de Valois, se instalaron en
el Alcázar madrileño.
Éste será el hecho histórico más importante para la villa, que pasó de ser un centro agrícola a ser el núcleo
político administrativo más importante del Imperio.

¿Por qué se decide elegir Madrid?


• Para evitar el trasiego continúo de la Corte de una ciudad a otra. Hasta entonces la Corte era
itinerante pasando por ciudades como Toledo, Valladolid o Segovia.
• Tenía un Alcázar donde el rey se podía alojar.
• Centralidad. Era una ciudad equidistante con los diferentes territorios peninsulares de la Corona.
• Deseo de alejarse de los núcleos donde la nobleza y el clero tenían gran poder como Toledo. Madrid
apenas tenía nobleza relevante y carecía de sede episcopal.
• La cercanía al Monasterio de El Escorial, en cuya construcción estaba muy interesado el monarca
Felipe II para levantar un panteón real (como fue el deseo de su padre).
• Pero, sobre todo Madrid era una ciudad de realengo que ya había albergado con frecuencia a la
Corte.

2
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

2. EL IMPACTO DE LA CORTE SOBRE MADRID


El hecho de que en 1561 Madrid se convirtiera en sede de la Corte no solo significaba que iba a ser el lugar de
residencia del rey y su familia, sino que, además, implicaba la llegada de los aparatos centrales del Estado de
los Austrias.
Esta nueva realidad incidió tremendamente en el crecimiento de la población. Cuando Felipe II llegó a Madrid
le acompañaba un nutrido grupo de servidores de la Casa Real, los soldados de las guardias reales, el personal
de los consejos, tribunales, y otros órganos de gobierno, los prelados y aristócratas, los embajadores
extranjeros y un selecto grupo de banqueros y proveedores de la Corona. Este séquito de alrededor de 3.000
personas se amplió a 20.000 con la llegada a Madrid de sus familiares y criados, con lo que prácticamente en
apenas unos meses se duplicó la población de la villa, y eso que muchos funcionarios tuvieron que ser
instalados en la vecina ciudad de Alcalá de Henares.
Además, gentes de toda clase llegaron a la corte: ambiciosos, buscavidas, espadachines, vagos, mendigos,
caballeros sin fortuna, estudiantes...
Se establece en 1591, “La Ley de Regalía y Aposento” y la “Junta de Ornato y Policía”, para velar por el orden
de la ciudad. La regalía de Aposento obligaba a alojar a los funcionarios y miembros de la comitiva real
(soldados, etc.) en aquellas casas que tuvieran dos plantas.
Muchos de los madrileños optaron entonces por defraudar, construyendo las llamadas “casas a la malicia”,
cuya disposición interna estaba diseñada para impedir el reparto de su superficie por los cortesanos.
Estas “casas a la malicia” aparentemente tenían una sola planta – cara a la calle- pero en realidad eran de dos
plantas hacia el interior.
Este crecimiento de la población repercutirá en una gran actividad constructiva, nombrándose al arquitecto
“Francisco de Mora” maestro mayor de las obras que se realizasen en la villa.

3. LA FIGURA DEL VALIDO


Los Reyes Católicos, Carlos V y el citado Felipe II gobernaron ayudados por secretarios, habitualmente
letrados provenientes de las universidades, el mundo de los negocios o de la baja nobleza como Francisco de
los Cobos, o Antonio Pérez.
Los Austrias menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) dejaron el gobierno del reino en manos de sus validos,
personajes muchas veces ambiciosos y de escaso crédito político. Este es el caso del duque de Lerma y de su
hijo el Duque de Uceda, ambos validos de Felipe III y ambos condenados a prisión y a devolver lo robado.
El Duque de Lerma para evitar ser encarcelado solicitó al Papa Paulo V el capelo cardenalicio alegando ser
nieto de Francisco de Borja, que por entonces iba a ser canonizado. Su nombramiento generó indignación
entre el pueblo, que comenzó a cantarle:
El mayor ladrón de España
Para no ser ajusticiado
Se vistió de colorado

3
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

Refugiado en Valladolid siguió gozando de privilegios, hasta que Felipe IV y el Conde Duque de Olivares
ordenaron apresarle. Juzgado, fue condenado a devolver lo robado.
La historia de su hijo, el duque de Uceda es similar. Fue juzgado y condenado al destierro por su mala gestión.
Termina en la prisión de Alcalá donde muere en 1624.

4. LA ESTRUCTURA VIARIA
Una de las principales características de las ciudades medievales era la irregularidad del trazado viario, que
dificultaba el tránsito de los peatones y de carruajes. Además, este tipo de calles retorcidas y oscuras
favorecían la delincuencia. Por esta razón, los nuevos tratadistas y constructores insistían en que las ciudades
debían tener plazas regulares y abiertas, así como calles rectas y amplias que facilitaran el tránsito a peatones
y carruajes.
Siguiendo esta premisa, en esta época se proyectaron las alineaciones de la C/ Segovia, Atocha y Mayor.
Teniendo ésta última gran importancia, hasta entonces esta calle se había llamado, desde la actual calle
Bailén a la Plaza de la Villa, calle Nueva de Santa María, de aquí a la Puerta de Guadalajara, calle de Platería,
siendo el primer tramo que se llamó calle Mayor al que iba desde la Puerta de Guadalajara hasta la Puerta del
Sol.

5. APARICIÓN DE PLAZAS MAYORES: DE ZONA DE MERCADO A ESCENARIO SOCIAL


A partir del reinado de Felipe II, surgió la necesidad de establecer un concepto de plaza completamente
distinto al de las medievales. La nueva plaza sería de traza regular (normalmente rectangular) y de una
arquitectura uniforme en sus cuatro lados, tanto en estilo como en altura y simetría.
Sin perder la función de lugar de mercado, la nueva plaza va a tener otro uso característico: la de servir de
escenario para la exaltación de la grandeza de la monarquía y de la iglesia, por lo que será el lugar preferido
para la realización de actos oficiales y ceremonias religiosas, por ejemplo autos de fe (acto público y solemne
en el que se hacían públicas las condenas y sentencias de la Inquisición) y celebración de canonizaciones
(declaración del Papa por la que a una persona se la declara oficialmente santo de la Iglesia), celebración de
espectáculos y diversiones, como corridas de toros, cañas (juego consistente en que varias cuadrillas a caballo
se lanzaban recíprocamente cañas) y justas (torneo o combate a caballo y con lanza), e incluso como patíbulo.
Felipe II ordenó transformar la antigua plaza del arrabal en una plaza cortesana que sirviera tanto para
celebrar las tradicionales actividades de mercado, como las fiestas y ceremonias de la Corte.
Las sucesivas obras fueron transformando la antigua plaza (de traza irregular) en una plaza rectangular y
arquitectónicamente homogénea que fue inaugurada en mayo de 1620, durante el reinado de Felipe III con la
celebración de la beatificación de San Isidro.
No obstante, nada queda de aquella plaza, pues sucesivos incendios provocaron que fuera reconstruida
varias veces. La actual, procede de la reconstrucción proyectada por Juan de Villanueva después del incendio
de 1790.

4
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

6. EL ALCAZAR DE MADRID
El Alcázar de Madrid estuvo continuamente ampliándose desde el siglo XIV hasta el siglo XVIII. Juan II hizo
una primera ampliación añadiéndole la Capilla Real. Posteriormente la ampliación más importante fue la
realizada durante los reinados de Carlos I y Felipe II, que duplicaron la superficie hasta entonces existente.
Más tarde, durante el siglo XVII se hizo una nueva fachada principal, se construyó la torre de la Reina, y
aparecieron nuevas estancias como la Galería del Cierzo.

7. LA CARCEL DE CORTE
También llamado Palacio de Santa Cruz y hoy conocido por albergar las dependencias del Ministerio de
Asuntos Exteriores.
Este edificio fue mandado construir por Felipe IV para albergar a la Sala de Alcaldes de Casa y Corte,
institución de la Corona encargada de controlar el orden público y la seguridad de la Villa, así como el
ejercicio de la justicia civil y criminal y el control de los abastos.
En su interior también se estableció la Cárcel de Corte donde internar a los presos condenados por la Sala.
El edificio fue construido por Juan Gómez de Mora entre 1629 y 1636 y está inspirado en la arquitectura
clásica italiana y española. Es de planta rectangular y tiene dos patios cuadrados interiores simétricos que
distribuyen el espacio. Destaca la fachada principal, de estilo herreriano, flanqueada por dos torreones
coronados con chapiteles flamencos (remate de las torres en forma piramidal).
El edificio de la Sala de Alcaldes y Cárcel de Corte fue el único edificio estatal que, con la excepción del
Alcázar, hubo en Madrid hasta el siglo XVIII.

8. LA DELINCUENCIA EN MADRID EN LOS SIGLOS XVI Y XVII


Desde el establecimiento de la corte en 1561 Madrid pasó a ser la ciudad española con mayor índice de
delincuencia y criminalidad.
Durante el siglo XVII la situación empeoró y ante esta situación, la justicia no se quedaba quieta, y la Sala de
Alcaldes condenó a miles de personas, enviando a presidio y galeras a los hombres; encerrando a las mujeres,
y ejecutando a un buen número de delincuentes de ambos sexos. Aún así, el aumento de la represión no
frenó la delincuencia, todo lo contrario, fue aumentando pareja al crecimiento de la población, y a un
creciente empobrecimiento de las clases populares.
Como ya sabemos no todos los madrileños eran iguales ante la ley sino que por su inclusión en uno y otro
estamento gozaban de más o menos o ningún privilegio. Había una justicia ordinaria, aplicada al común de la
población, pero también una serie de fueros privativos a los cuales estaban afectos determinados grupos
sociales e instituciones (había una jurisdicción eclesiástica, militar, de la nobleza, de los Caballeros de todas
las Órdenes, de los familiares y ministros del Santo Oficio, de la Casa Real).
La institución encargada de la justicia ordinaria era la Sala de Alcaldes de Casa y Corte.

5
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

8.1. LOS DELITOS


8.1.1. Homicidios y heridas
El honor constituía un motivo de disputa muy relevante, y los madrileños lo defendían vigorosamente. De ahí
que los duelos fueran muy numerosos, aunque legalmente prohibidos. Dentro de este tipo de delitos
destacaban los crímenes pasionales, de tal manera que era frecuente ver amantes y mujeres muertas a
manos de maridos despechados.
La mayoría de estos delitos llevaban emparejada la pena de muerte, sobre todo en la horca, salvo los nobles,
que como Rodrigo Calderón eran degollados, a no ser que hubieran cometido un delito de especial gravedad,
en cuyo caso eran agarrotados, como por ejemplo ocurrió con el hidalgo don Antonio de Amada, acusado de
la muerte del marqués de Cañete, y que fue agarrotado en agosto de 1654. Parece ser que don Antonio iba
tan galán que hombres y mujeres lloraban como niños. Murió bien y con grande valor, y a la primera vuelta de
tornillo (lo normal eran dos). Cortáronle después la mano, y el verdugo la llevó a casa del marqués de Cañete,
dejándola clavada en un palo.

8.1.2. Delitos contra la moral sexual


La justicia civil y no la inquisición se encargaba de reprimir estos delitos. Había dos tipos, según natura y
contra natura. En caso de los primeros, prostitución, amancebamiento y adulterio, las penas solían ser de
destierro, e incluso cárcel, pero la cosa no pasaba a más. Para acabar con la prostitución se llegó incluso a
prohibirla, pero la consecuencia fue un aumento de las violaciones, por lo que no se tardó en aceptarla como
un mal necesario.
En donde la justicia era implacable era en el caso de los delitos contra natura, la homosexualidad y el
bestialismo. Aquí, salvo raras excepciones, el destino del reo solía ser la hoguera.

8.1.3. El robo
Además del homicidio, el otro delito más numeroso era el robo, que en buena parte de los casos también se
combinada con el de homicidio.
Los escaladores llegaron a ser una plaga. Así en marzo de 1627 detuvieron a 12 ladrones escaladores de
casas; a una mujer y nueve hombres les impusieron penas de azotes, galeras y destierro. Pero a un negro y
una mulata del grupo, su destino fue la horca.
Otra “plaga” importante era el bandolerismo en las inmediaciones de la ciudad. En el siglo XVII destacó la
banda de Martín Muñoz, en donde muchos de sus integrantes vivían en Madrid, como Juan González “el
rubio”, buhonero de 26 años y que tras ser apresado dijo que se metió a bandolero por estar aburrido y sin
qué comer.

9. LA CASA DE LA VILLA
A principios del siglo XVII, Madrid, Corte de la Monarquía todavía no tenía un Ayuntamiento donde el concejo
de la Villa pudiera celebrar sus plenos. Recordemos como desde la Edad Media el concejo se reunía en una

6
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

sala capitular que había sobre el pórtico de la parroquia de San Salvador, situada en la calle Mayor frente a la
plaza de la Villa.
Así, no fue hasta 1629 -casi setenta años después de que Felipe II instalara la Corte en Madrid- cuando Felipe
IV concedió licencia al Ayuntamiento para que construyera su sede.
El lugar elegido fue la plaza de San Salvador (hoy plaza de la Villa), sobre el solar de unas casas propiedad de
Juan de Acuña
El edificio, concebido también como Cárcel de Villa, fue construido a partir de 1644 según un proyecto del
arquitecto Juan Gómez de Mora, continuado a partir de 1648 por José de Villareal, y más tarde por Teodoro
Ardemans y José del Olmo. Las obras finalizaron en 1696, si bien en 1789 Juan de Villanueva hizo una reforma
consistente en la instalación de un balcón con columnas en la fachada que da a la calle Mayor.

10. RESIDENCIAS PALACIEGAS


Durante la Edad Media, la nobleza madrileña era poco importante además de poco numerosa, por lo que sus
residencias más que palacios eran simples casonas. Únicamente la Casa y Torre de los Lujanes, construida al
final del periodo medieval (1490) presentaba cierta relevancia.
Sin embargo, cuando en 1561 Felipe II estableció definitivamente la Corte en Madrid se asentaron en Madrid
numerosos nobles cuyo número fue aumentando progresivamente, especialmente durante el siglo XVII, que
fue cuando llegó a la ciudad la alta aristocracia. Por esta razón, no va a ser hasta el siglo XVII cuando se
empiecen a construir los principales palacios aristocráticos.
Uno de los principales palacios construidos durante el siglo XVII en Madrid fue el Palacio del duque de Uceda,
situado en la calle Mayor, y construido por Juan Gómez de Mora a partir de 1611. Durante el siglo XVIII este
palacio albergó los consejos y en la actualidad a la Capitanía General y el Consejo de Estado.
La Casa de Cisneros es una de las pocas residencias palaciegas que quedan en pie del periodo anterior al
establecimiento de la Corte. Fue construida hacia 1537 por Benito Jiménez de Cisneros, sobrino del famoso
Cardenal Cisneros. Realizada en un estilo plateresco, lo más destacable de esta casa es la fachada principal
que da a la calle del Sacramento.
Los palacios madrileños del siglo XVII solían estar organizados entorno a uno o dos patios interiores y tenían
entre dos y tres pisos de altura. En la planta baja se encontraban las dependencias domésticas como la
cocina, la despensa y las habitaciones de los criados; en la planta principal se encontraban las habitaciones,
despachos y salones de los nobles y sus familiares; y si tenía una última planta sus dependencias servían
como almacenes y también como habitaciones para los criados.
Casi todos los palacios estaban rematados en sus esquinas con torreones coronados con chapiteles de
pizarra, imitando la arquitectura herreriana y flamenca del antiguo Alcázar de los Austrias. De los palacios que
se conservan del siglo XVII sólo el palacio del marqués de Cañete o de Camarasa de la calle Mayor conserva
sus torreones, los demás los perdieron en reformas posteriores. En líneas generales, la estética de estos
palacios era bastante sobria, con apenas elementos decorativos. Las fachadas eran simétricas en la
disposición de los huecos y en el empleo de los materiales: piedra de cantería en los zócalos y molduras de
puertas y ventanas, y los muros revestidos con ladrillo tosco.

7
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

11. EL MADRID CONVENTUAL


El establecimiento de la Corte en Madrid va a significar la construcción de gran número de conventos de las
comunidades religiosas. Así, de los cuatro existentes en 1500 (San Martín, Santo Domingo el Real, San
Francisco y San Jerónimo el Real) se va a pasar a 30 en 1600.
De los construidos durante el siglo XVI destacan los de San Felipe el Real y las Descalzas Reales fundado en
1559 por doña Juana de Austria (hermana de Felipe II).
Como en la mayoría de las ciudades españolas de la Edad Moderna, uno de los elementos que más nos puede
sorprender cuando observamos un mapa del Madrid de finales del siglo XVII es la gran cantidad de
instituciones religiosas y lugares de culto, que ocupaban una parte más que significativa del suelo urbano.
Esta característica llamaba poderosamente la atención a los viajeros que llegaban a Madrid.
Madrid llegó a albergar trece parroquias, setenta y tres conventos, dieciséis templos de hospitales, siete
templos de colegios, nueve oratorios, doce capillas y ermitas, además de numerosas capillas privadas,
generalmente vinculadas a la residencia nobiliaria. El elevado número de conventos y monasterios hizo que a
Madrid se la calificará como “ciudad conventual”.
Esta realidad urbana, común a prácticamente todas las ciudades españolas de la época, refleja dos aspectos
fundamentales de aquella sociedad: por un lado, la existencia de un estamento, el clero, poderoso y presente
en todos los ámbitos de la sociedad, y cuya organización descansaba sobre un amplio sistema de privilegios
que le dotaba de unas bases económicas muy sólidas. Por otro lado, refleja a una sociedad en donde la
religiosidad va a ser un componente fundamental y definitorio de su mentalidad, y que va a estar presente en
todos los aspectos de la vida cotidiana.
Además de este elevado número de edificios religiosos, había por la ciudad multitud de imágenes situadas en
las fachadas de las casas o en el interior de algún portal que contribuyeron a reforzar la presencia de la
religión en las calles de la ciudad.
De entre las actividades religiosas desarrolladas por las calles de la ciudad, destacaban sobre todo las
procesiones públicas. Cada año se celebraban más de 50 procesiones públicas.
También fueron muy importantes las rogativas (oración pública realizada por los miembros de una
comunidad para pedir a la divinidad el remedio de una necesidad), que se celebraban cuando ocurría una
situación especialmente calamitosa para la comunidad, especialmente una sequía. En este caso, las
autoridades, corporaciones y vecinos de Madrid y su tierra llevaban el cuerpo incorrupto de San Isidro al
monasterio de Nuestra Señora de Atocha para así conseguir la deseada lluvia.
Por último, en esta manifestación de la religiosidad colectiva de los madrileños resultaba de gran importancia
la labor de las cofradías (congregación o hermandad formada por un grupo de devotos). Unas eran de signo
puramente piadoso: tributar culto a algún Misterio del Señor, alguna Virgen o a algún santo, y contribuir a la
santificación de los fieles. Otras tenían, aparte del carácter anterior, una finalidad benéfica. Y finalmente
estaban otras que agrupaban, unas a los naturales de alguna provincia (incluso extranjeros) y otras a los de
una misma profesión o gremio.

8
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

12. LA INQUISICIÓN EN MADRID


Tras las sangrientas matanzas de 1391, se produjo un aluvión de conversiones forzadas de judíos al
cristianismo como único medio para salvar la vida. Es lógico pensar que buena parte de estas conversiones no
fueran verdaderas, y que muchos de ellos siguieran practicando el judaísmo en secreto.
Casi un siglo después, los Reyes Católicos consideraron imprescindible el separar los buenos de los falsos
cristianos, con lo que decidieron perseguir este judaísmo clandestino. Para cumplir estos fines, los Reyes
Católicos solicitaron autorización al Papa Sixto IV para crear una Inquisición moderna, y el 1 de noviembre de
1478, el pontífice promulgaba la bula «Exigit sincerae devotionis affectus» por la que se creaba la Inquisición
española.
La inquisición española surgió por tanto como una institución para perseguir a los falsos conversos; es decir,
para perseguir a aquellos judíos que decían haberse convertido al cristianismo, pero que seguían practicando
la religión judía. No obstante, posteriormente fue ampliando sus competencias hasta acabar por convertirse
en un mecanismo más de control social; de tal manera que aparte del judaísmo, acabó por vigilar cualquier
tipo de herejía. En cuanto a la actuación de la Inquisición en Madrid, hay que decir que hasta 1650 dependió
del tribunal de la Inquisición de Toledo. No obstante, al instalarse la Corte, las visitas de los inquisidores
fueron tan frecuentes que en 1583 se creó la figura del “Comisario del Santo Oficio en Madrid”, embrión de lo
que posteriormente sería el Tribunal de Corte, una Institución ya independiente de Toledo, y creada en 1650.
Como Corte que era de España, la Inquisición celebró en Madrid los mayores y más sobrecogedores autos de
fe de los distintos territorios españoles. Mediante ellos, esta institución manifestaba su gran poder por las
calles de la ciudad; una tétrica fiesta que en no pocas ocasiones solía acabar atrozmente con la vida de seres
humanos.

13. EL SIGLO DE ORO EN MADRID


La literatura española del Siglo de Oro tuvo su centro en Madrid desde el establecimiento de la corte en 1561,
pues con anterioridad apenas hubo escritores madrileños medievales de relieve1. El impacto de la corte con
su aluvión de gentes de todo tipo de extracción social -cortesanos, nobles, burócratas, pretendientes,
soldados, religiosos, escuderos, pajes, lacayos, criados, mendigos, vagabundos, pícaros...- hizo de Madrid un
verdadero reino de la confusión que muchos tildaron como la nueva Babilonia, donde era fácil fingir una
identidad, hacerse pasar por lo que uno realmente no era y crearse una falsa apariencia. En suma, las calles
de la villa y su entramado social constituyeron el ambiente ideal donde desarrollar la novela picaresca.
La figura del pícaro, generalmente movido por un incansable afán de medrar, tenía como principal
impedimento en la búsqueda de su ascenso social su origen vil, de ahí que tuviera como una de sus máximas
evitar que pudieran reconocerle y simular su pertenencia a una clase social superior. De ahí que sea
precisamente en Madrid donde Pablo de Segovia, el quevedesco Buscón (1604), consigue hacerse pasar por
caballero y está a punto de casarse con una dama noble. Igualmente, el sevillano Guzmán de Alfarache, el
Pícaro de Mateo Alemán, se establece temporalmente en Madrid.

1 Caben destacar los escritos de Ruy González de Clavijo (h. 1360-1412), de Fernán Pérez de Guzmán (¿1380?-¿1460/70?)
y de Juan Álvarez Gato (1440/50-1510/12).

9
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

Por motivaciones semejantes, la novela cortesana encuentra en la corte un escenario adecuado en el que se
pueden crear aventuras amorosas basadas en cruces equívocos de damas y galanes, cuya confusión de
identidades se debe tanto a la indumentaria, la oscuridad y el parecido físico, como a la dificultad de
reconocimiento que el caos madrileño presuponía.
También el teatro, en especial el de capa y espada, se sirvió del ambiente de la corte y su entramado social,
de hecho, los actores hallaron una excelente escuela dramática en sus calles, pues con una cierta capacidad
de observación y percatarse de lo que hacían la mayoría de los habitantes, luego se podían llevar a la escena
con éxito las mismas técnicas interpretativas y argumentos. Madrid era, en efecto, el reino del teatro. Los
lugares teatrales permanentes surgen directamente relacionados con la iglesia, ya que son dos cofradías
religiosas, la de la Sagrada Pasión, fundada en 1565, y la de Nuestra Señora de la Soledad, fundada en 1567,
las que consiguen el usufructo de los beneficios teatrales y establecen lugares estables de representación,
con el objeto de poder atender a las necesidades de alimento, vestido y atención sanitaria de la enorme
cantidad de indigentes que llegaban a Madrid. De este peculiar modo las cofradías adquieren, en un primer
momento, tres corrales de comedias: el de la calle del sol, el de la Pacheca (arrendado a Isabel de Pacheco)
en la calle del Príncipe, y el de la Puente (alquilado, algunos años después, ya en 1574, a Cristóbal de la
Puente), en la calle del Lobo -hoy llamada de Echegaray-. Como la demanda del público iba en aumento, muy
pronto construyeron sus propios teatros, el primero en la calle de la Cruz, en 1579, y el segundo, en la calle
del Príncipe, en 1582, en el mismo lugar donde se encontraba el corral de la Pacheca, ampliado con la
adquisición de algunas casas contiguas2.
Los primitivos patios de comedias eran patios rodeados de casas por tres de sus lados, con un tablado en uno
de sus extremos y cubiertos con un toldo en verano para proteger del sol. Los primeros teatros se limitaron a
seguir este esquema, añadiendo diversos elementos con el paso del tiempo, como bancos móviles que se
situaban frente al escenario y bancos fijos que se situaban en los laterales, por los que se cobraban
localidades más caras que a los mosqueteros, que se situaban de pie detrás de los bancos móviles. Todo esto,
que hoy constituiría el patio de butacas de un teatro, estaba reservado para los hombres, pues las mujeres se
situaban detrás, en una galería o corredor que popularmente se denominaba cazuela y a cuyo acomodador se
llamaba, significativamente, apretador. También a ambos lados, en un primer nivel, estaban las ventanas o
palcos, que representaban las localidades más caras y estaban reservadas para la nobleza, los caballeros y los
hidalgos.
Las representaciones comenzaban a las dos de la tarde en invierno y a las cuatro en verano y duraba mucho
tiempo, pues además de los tres actos de la comedia se incluían los pases de tres entremeses, que con el
tiempo se redujo a uno sólo, y de una loa precedente. Si a ello unimos que los espectadores tenían que
soportar largas colas y que el espectáculo empezaba a la hora de comer, comprenderemos porque se
llevaban la comida al teatro. Además, el público era muy bullicioso por la incomodidad que suponía a los
mosqueteros estar largas horas de pie y por lo alborotadoras que eran algunas mujeres de la cazuela, siendo

2El actual Teatro Español es fruto de varias remodelaciones realizadas sobre el Teatro del Príncipe, lo que le convierte en
el más antiguo de España, sobreviviendo a más de 400 años de avatares e incendios, algunos muy graves, como los de
1745 y 1802.

10
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

frecuentes las discusiones, los alborotos y los altercados, con lo que era francamente difícil para los actores
captar la atención de los espectadores, de ahí que cuando se conseguía, la representación tomaba tintes muy
exagerados para nuestros hábitos actuales, los actores gesticulaban excesivamente y los diálogos subían de
tono, a veces con gritos y voces. Y es que la incomodidad hacía muy ruidoso al público barroco y, por lo tanto,
muy difícil de contentar, hasta el punto de que si no le gustaba la comedia arrojaba sobre los actores cuanto
encontraban a su alcance, aunque fuera parte de sus almuerzos. En consecuencia, es comprensible el miedo
que tenían los actores al público.
Junto a este teatro popular, había un teatro cortesano patrocinado por la corona y por los nobles. Una de las
primeras representaciones tuvo lugar en Aranjuez, en 1622, donde la propia reina y las damas de su cámara
representaron La gloria de Niquea, del conde de Villamediana. Existían dos lugares teatrales palaciegos
permanentes, por un lado, en el salón dorado o sala de embajadores del antiguo Alcázar, donde las obras a
representar se concebían para ser montadas en estas dependencias, tales como Los celos hacen estrellas de
Juan Vélez de Guevara y, por otro lado, en algunos salones del nuevo Palacio del Buen Retiro, con
representaciones como La selva sin amor (1629) de Lope de Vega.
Eran muchas y muy notables las diferencias entre el teatro popular de los corrales y el teatro cortesano que
se representaba en los palacios, pues mientras que en el primero los versos tenían que suplir la falta de
recursos, en el segundo todo era a lo grande y con mucho lujo, ropajes, atrezos, artesanos trabajando para la
escena y los decorados.
Por último, una vez al año, coincidiendo con la festividad del Corpus, se celebraban los autos sacramentales.
En el siglo XVI estas representaciones se hacían encima de unos carros que se ubicaban en las plazas públicas,
pero en tiempos de Felipe IV estos escenarios móviles ya contaban con tramoya y con todo lujo de aparatos,
de música y de danza. Los autos llegaron a alcanzar casi las mismas dimensiones que la comedia, eran piezas
de carácter religioso y eucarístico, así como los temas cortesanos eran básicamente mitológicos,
caballerescos o pastoriles, y las comedias públicas eran de tema urbano, campesino, novelesco e histórico. El
ayuntamiento de Madrid, como debía representar ante el rey, se reservaba la mejor compañía de actores y
les obligaba a que estrenaran indumentarias nuevas, lo que hacía de los autos madrileños los más cuidados
de la monarquía, además de estar monopolizados por la pluma de Calderón.
Junto al madrileño Calderón de la Barca (1600-1681) había otros dos grandes dramaturgos que daban vida al
teatro, el también madrileño Lope de Vega (1562-1635) que llegó a escribir 1.500 piezas y Tirso de Molina (h.
1582-1648).
Al ser Madrid el reino del teatro y de la cultura, también se contaba con gran número de imprentas y
librerías, y se celebraban tertulias y certámenes poéticos en las academias literarias y en los mentideros. No
es de extrañar que en este universo madrileño también estuviera el complutense Cervantes, cuya primera
edición del Quijote se editó en 1605 en la imprenta que Juan de la Cuesta tenía en la calle de Atocha, o que
dos madrileños, Lope de Vega y Francisco de Quevedo, fueran los mejores poetas de su tiempo junto al
cordobés Góngora. De hecho, Madrid contaba con un barrio de poetas, que se extendía por la actual zona de
Huertas, y en el que tenían sus residencias Cervantes, Lope de Vega, Quevedo y Góngora, además de tener

11
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

muy próximo el mentidero de los comediantes, porque la literatura, como otras noticias de la corte, se vivía,
se sentía y se discutía.

14. INFRAESTRUCTURAS URBANAS


Durante este periodo, Madrid tenía fama de ciudad sucia, maloliente e insalubre, y muchos de los hábitos y
costumbres de los madrileños estaban relacionados con estas circunstancias. Era frecuente que toda clase de
ganado deambulara por la ciudad, que gallinas y piaras de cerdos se alimentaran de los desperdicios que
había en la calle, y que los vecinos arrojaran a la calle todo tipo de residuos y basuras. Las pocas ordenanzas y
bandos municipales que en el siglo XVII se habían dictado sobre limpieza, recogida de basuras, empedrados e
iluminación habían servido de muy poco.
El suministro de aguas de Madrid estaba basado en un sistema subterráneo de galerías, el cual provenía
todavía de la época árabe. Este sistema, denominado "viajes de agua", se trataba de unas minas hechas sobre
una capa de arcilla en las que se recogían las aguas de lluvia que llagaban a ella por filtración de las capas
arenosas. El suministro de agua era una de las infraestructuras que mejor funcionaban en Madrid.

15. MADRID, CAPITAL DEL CEREMONIAL CORTESANO


La vida de los reyes en el Madrid del siglo XVII estaba sometida por lo que se denominaba la etiqueta
borgoñona, una serie de normas de protocolo traídas desde Flandes por el Emperador Carlos V, y que venían
a preservar el carácter sagrado de la realeza, y enfatizar el esplendor de un rey divino mediante la realización
de un ceremonial fijo e invariable. Este ceremonial, excesivamente rígido, hizo que los observadores de la
corte española a menudo quedaran impresionados por su etiqueta, a la que quedaban encadenados tanto
monarcas como cortesanos.
El ritual de corte y el protocolo convirtieron la vida ordinaria de los soberanos y su familia en actos públicos
de ostentación y representación, que se celebraron por las calles de nuestra ciudad. Así, el acompañamiento
para la celebración de los bautismos de las personas reales y de los infantes se efectuaba desde el Alcázar
hasta la iglesia de San Juan. Para el juramento de príncipes y con ocasión de honras fúnebres se acudía a la
iglesia de San Jerónimo el Real. Los soberanos españoles se dirigían al santuario de Nuestra Señora de Atocha
en procesión de acción de gracias por grandes victorias y paces. La familia real también solía participar en la
procesión del Corpus, o la contemplaba desde los balcones del Alcázar a su paso por la plaza de Palacio, y
formaba cortejo para acudir a presenciar autos de fe como los que se celebraron en la Plaza Mayor de Madrid
en 1632 ante Felipe IV y en 1680 ante Carlos II, Mariana de Austria y María Luisa de Orleans. Además,
realizaban otras salidas en coche o en litera con un pequeño acompañamiento para visitar a sus parientes a
las Descalzas, entretenerse en los palacios de sus privados, o disfrutar de los Reales Sitios.

16. PRINCIPALES CONSTRUCCIONES DE LA ÉPOCA


• Plaza Mayor y edificaciones de viviendas que cierran la plaza.
• Cárcel de Corte
• Plaza de la Villa
• Palacio de Abrantes
• Palacio de Uceda

12
PROCESO DE GUÍA Y ASISTENCIA TURÍSTICAS CURSO 2018-19 PROFESORA: MARTA DE FRÍAS ALCANTARILLA

• Palacio de Camarasa
• Iglesia de San Ginés
• Convento de la Encarnación
• Iglesia y Convento del Santísimo Sacramento
• Colegiata e Instituto de San Isidro
• Convento de las Descalzas Reales
• Convento de las Carboneras
• Iglesia y Convento de las Trinitarias
• Iglesia de las Comendadoras de Santiago
• Capilla de San Isidro en S. Andrés
• La Capilla del Obispo
• Capilla del Cristo de los Dolores de la V.O.T. (Venerable Orden Tercera de San Francisco).
• Hospital de la V.O.T.
• Iglesia de Santa Isabel
• Convento de San Placido
• Convento de D. Juan de Alarcón
• Iglesia de S. Antonio de los alemanes
• Parroquia del Carmen
• Convento de las Góngoras
• Posada del Peine en la C/ Postas
• Iglesia de la Concepción Real de Calatrava
• Palacio del Buen Retiro
• Casa de Lope de Vega
• Iglesia de San Cayetano
• Iglesia de Santa María la Real de Montserrat
• Casa de las Siete Chimeneas
• Iglesia y Convento de San Jerónimo el Real
• El Puente de Segovia
• Quinta y parque de la Fuente del Berro

17. BIBLIOGRAFÍA ESPECÍFICA DE LA U.T.


- CRESPI VALLBONA, M. y PLANELLS COSTA, M. (2012). Recursos Turísticos. Editorial Síntesis.
- REPIDE, P. (2002). Las calles de Madrid. Ed. La Librería
- RIBOT GARCÍA, Luis A. (coord.) (2002). El Patrimonio Histórico-Artístico Español. Editorial España Nuevo
Milenio, Madrid.
- VVAA. (1991). Crónica de Madrid. Plaza y Janés, Madrid.
- http://www.madridhistorico.com
- http://www.artehistoria.com
- http://ntic.educacion.es/w3//recursos/bachillerato/historia/madrid_virtual/index.htm
- http://www.madridvillaycorte.es

13

También podría gustarte