El Lobo y El Perro Dormido

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

El lobo y el perro dormido

Había una vez un perro que solía pasar las horas muertas en el portal
de la casa de sus dueños. Le encantaba estar allí durante horas pues
era un sitio fresco y disfrutaba viendo pasar a la gente que iba y
venía del mercado. La tarde era su momento favorito porque se
tumbaba encima de una esterilla, apoyaba la cabeza sobre las patas y
gozaba de una plácida y merecida siesta.

En cierta ocasión dormía profundamente cuando un lobo salió de


la oscuridad y se abalanzó sobre él, dispuesto a propinarle un
buen mordisco. El perro se despertó a tiempo y asustadísimo, le
rogó que no lo hiciera.

– ¡Un momento, amigo lobo! – gritó dando un salto hacia atrás –


¿Me has visto bien?

El lobo frenó en seco y le miró de arriba abajo sin comprender


nada.

– Sí… ¿Qué pasa?

– ¡Mírame con atención! Como ves, estoy en los huesos, así que
poco alimento soy para ti.

– ¡Me da igual! ¡Pienso comerte ahora mismo! – amenazó el lobo


frunciendo el hocico y enseñando a la pobre víctima sus
puntiagudos colmillos.
– ¡Espera, te propongo un trato! Mis dueños están a punto de
casarse y celebrarán un gran banquete. Por supuesto yo estoy
invitado y aprovecharé para comer y beber hasta reventar.

– ¿Y eso a mí que me importa? ¡Tu vida termina aquí y ahora!

– ¡Claro que importa! Comeré tantos manjares que engordaré y


luego tú podrás comerme ¿O es que sólo quieres zamparte mi
pellejo?

El lobo pensó que no era mala idea y que además, el perro


parecía muy sincero. Llevado por la gula, se dejó convencer y
aceptó el trato.

– ¡Está bien! Esperaré a que pase el día de la boda y por la tarde


a esta hora vendré a por ti.

– ¡Descuida, amigo lobo! ¡Aquí en el portal me encontrarás!

El perro vio marcharse al lobo mientras por su cara caían gotas


de sudor gordas como avellanas ¡Se había salvado por los pelos!

Llegó el día de la fiesta y por supuesto el perro, muy querido por


toda la familia, participó en el comida nupcial. Comió, bebió y
bailó hasta que se fue el último invitado. Cuando el convite
terminó, estaba tan agotado que no tenía fuerzas más que para
dormir un rato y descansar, pero sabiendo que el lobo aparecería
por allí, decidió no bajar al portal sino dormir al fresco en el
alfeizar de la ventana. Desde lo alto, vio llegar al lobo.

– ¡Eh, perro flaco! ¿Qué haces ahí arriba? ¡Baja para cumplir lo
convenido!

– ¡Ay, lobo, perdiste tu oportunidad! No seré yo quien vuelva a


disfrutar de mis largas siestas en el portal. A partir de ahora,
pasaré las tardes tumbado en la ventana, contemplando las copas
de los árboles y escuchando el canto de los pajarillos. ¡Aprender
de los errores es de sabios!

Y dicho esto, se acurrucó tranquilo y el lobo se fue con la cabeza


gacha por haber sido tan estúpido y confiado.

También podría gustarte