Antropologia I
Antropologia I
Antropologia I
ANTROPOLOGIA I
PROGRAMA Y CUADERNILLO
Año:2018
Programa de la materia.-------------------------------------------------------------- 3
Unidad I--------------------------------------------------------------------------------12
Unidad II-------------------------------------------------------------------------------13
Unidad III------------------------------------------------------------------------------13
Unidad IV------------------------------------------------------------------------------14
Preguntas de repaso para la comprensión------------------------------------------16
Bibliografía general.------------------------------------------------------------------17
Ejercitaciones--------------------------------------------------------------------------18
2
Antropología I: Programa de la materia.
FUNDAMENTACIÓN DE LA MATERIA.
La materia forma parte de la carrera de Técnico Superior en Recursos Humanos por
el hecho de que la Antropología permite una visión global del objeto de estudio que
es el hombre, contextualizándolo y analizando su relación con el entorno cultural,
social y natural.
Partimos de la base de que la realidad es una construcción humana; por ende,
plausible de ser manipulada, cambiada y entendida de diversas maneras; entre las
cuales, las ciencias sociales lo hará desde un sentido crítico.
En este sentido intentaremos adoptar una “mirada antropológica”, tan necesaria al
perfil del Técnico que contribuimos a formar, teniendo en cuenta que es la que
permite correr el velo de la cotidianeidad; de la realidad que ha sido internalizada
como algo “naturalmente dada”; pero que sin embargo lo está sobre un soporte de
sentido común y prejuicios que establece la distancia con el otro, con diversos otros
con los que un Técnico en Recursos Humanos debe desempeñar sus tareas, entre las
cuales la “comprensión” o el “entendimiento” de ese otro es fundamental para
extraer de ellos sus mejores potenciales.
La Antropología desnaturaliza lo naturalizado y brinda herramientas para superar la
línea separatoria hacia “el otro” sin dejar de ser “uno”.
En este sentido pensaremos otras realidades. Veremos cómo lo “exótico”- así como
otras valoraciones- son construcciones de un “otro”, alguien a quien consideramos
diferente y que ese otro puede estar tan lejos en espacio y tiempo como a la vuelta
de la manzana.
El recorrido que elegimos se centra en torno a los dos grandes problemas de la
Antropología, la mismidad y la otredad como formas relacionales entre distintos
grupos humanos que se establece de acuerdo a las coyunturas históricas; en ello, las
ciencias sociales no han jugando ni juegan un papel ingenuo.
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Objetivos generales:
Metodología de Trabajo:
Trabajaremos en clases Teórico prácticas, con talleres de lectura. Es decir, un
bloque horario lo destinaremos para la presentación del tema y de variables de
categorías de análisis y conceptos de utilidad para el posterior abordaje de las
lecturas por parte del alumno; otro bloque horario, o bien, la clase siguiente será
destinada para que el alumno responda una guía de lectura (medio que le permitirá
apropiarse el texto asignado y de los contenidos que pretendemos sean
incorporados) previa lectura en su casa.
De ésta manera, y trabajando en grupos, se facilita la lectura crítica y discusión
mediante el intercambio de opiniones, así como la consulta con el docente ante
posibles dudas o incomprensión del texto.
Posteriormente se lleva a cabo una puesta en común y en el bloque horario
siguiente, la presentación del próximo tema.
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Esta metodología se articulará con las reales posibilidades horarias y las necesidades
del grupo.
Contemplamos la posibilidad de realizar trabajos de Taller para temas tales como:
formas de racismo; diversidad sexual; problemáticas de género ó juventudes.
Para estas cuestiones, tomaremos noticias como fuentes a las que articularemos
categorías de análisis propios de la disciplina con metodología de investigación por
parte de los estudiantes (con la posibilidad de trabajar en grupos de hasta tres
personas).
Incorporaremos la utilización de mapas cognitivos; la utilización de material fílmico
y gráfico; el uso de Internet para la búsqueda de material de opinión por parte de los
estudiantes según el tema de su interés; y la convocatoria a especialistas en
determinadas áreas para dar charlas al respecto.
Regularización de la materia:
• Examen parcial escrito a mitad de año con posibilidad de dos recuperatorios para
la regularización de la materia.
• 75% de asistencia a clase.
• 75% de trabajos prácticos aprobados.
Promoción de la materia:
Cumplimentar el punto anterior, mas un examen hacia fin del cursado de
carácter oral y grupal (hasta tres personas).
Criterios de evaluación:
• Se evaluará también el desempeño del alumno durante el año; esto es, su
participación en clase mediante preguntas, acotaciones, cita de ejemplos,
discusión de los contenidos. Se tendrán en cuenta también los cumplimientos de
trabajos prácticos asignados, los cuales, si bien no son promediables,
contribuyen a la evaluación general del alumno.
5
Contenidos conceptuales:
UNIDAD I.
-La Antropología como ciencia.
-Ramas de la Antropología General.
-Construcción de la otredad
-Núcleos de abordaje disciplinar y método antropológico (etnografía y observación
participante).
Bibliografía obligatoria:
LISCHETTI, Mirtha: “Caracterización de la Antropología como ciencia”, en Lischetti,
Mirtha (comp). Antropología. Eudeba; Bs. As.; 2da Edición, 2006.
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UNIDAD II
-Evolución de la noción de cultura. La noción de cultura en las Ciencias sociales.
-Relación Cultura- Sociedad- identidad.
-La noción de “Estigma”, identidad social deteriorada
-Etnocentrismo. Formas de relaciones culturales
Bibliografía obligatoria:
CUCHÉ, Denys: Introducción, Caps.: I, “Génesis social de la palabra e idea de cultura”;
II, “La invención del concepto científico de Cultura” y IV, “Cultura e identidad”; en La
noción de cultura en las ciencias sociales. Nueva Visión, 1999.
Lecturas complementarias:
GEERTZ, Clifford. Introducción; Cap. II “El impacto del concepto de cultura en el
concepto del hombre. En La interpretación de las culturas. Edit Gedisa. 1988.
Fuentes:
MALINOWSKI, E.: Cap. I. La cultura como objeto de la investigación científica. En La
teoría científica de la cultura.
UNIDAD III
- Aproximación a la construcción del pensamiento e ideología racista. Sus derivaciones
en prácticas concretas y el rol legitimador de la ciencia.
-Niveles de racismo.
7
-Etnocidio y Genocidio
-Nuevas formas de racismo
Bibliografía obligatoria:
FOUCAULT, Michel: Genealogía del racismo. Cap.: ”Del poder de soberanía al poder
de la vida” y “Resúmen”. Edit. Altamira; 1996.
Fuentes:
GOBINEAU, Charles: Extracto del “Ensayo sobre la desigualdad de las razas
humanas”. Bs. As.,Quetzal, 1955
OLDANI, Carina; AÑON SUAREZ, Miguel; PEPE, Fernando Miguel: “Las muertes
invisibilizadas del Museo de La Plata”; en ppct.caicyt.gov.ar › Inicio › Vol 1, No 1
(2011)
Lecturas complementarias:
WIEVIORKA; Michel: El espacio del racismo, Edit Paidos Iberica; Madrid, 1992; en
www.lifsperu.org/.../Michel%20Wieviorka-El%20Espacio%20del%20Ra...; pp 21 a 26
8
“Fue la raza de las víctimas de Katrina un factor en el rescate?”. En:
www.terra.com/noticias/articulo
LEVY STRAUSS, C.: Cap I “Raza y cultura””. En Mirando a lo lejos. Emece, 1986.
Fuentes: Declaración de antropólogos y genetistas de la UNESCO, Junio de 1951.
“Raza y diferencias raciales”.
UNIDAD IV
Problemáticas contemporáneas:
-Nociones de “pobreza”, marginalidad y exclusión. Relación entre racismo, prejuicios y
estructuras sociales contemporáneas.
-Cambios en la concepción del trabajo.
-El trabajo en diferentes contextos sociopolíticos. Modelo de Estado neoliberal y su
impacto en la malla social.
- Género y trabajo..
Bibliografía obligatoria:
BELTRAN, Gastón: LOS INTELECTUALES LIBERALES. Edit udeba, Bs. As, 2005.
pp 9-24.
GRASSI, Estela:
POLÍTICA SOCIOLABORAL EN LA ARGENTINA
CONTEMPORÁNEA. ALCANCES, NOVEDADES Y SALVEDADES; en Rev. Ciencias
Sociales 135-136, No. Especial: 185-198 /2012. Disponible en
revistas.ucr.ac.cr/index.php/sociales/article/view/3676
9
TÉLLEZ INFANTES, Anastasia : “Trabajo y representaciones ideológicas de género.
Propuesta para un posicionamiento analítico desde la antropología cultural”, en
http://www.ugr.es/~pwlac/G17_17Anastasia_Tellez_Infantes.html
Fuentes:
Carta de Evo Morales Aymara a la Unión Europea; 1ero. de Febrero de 2007; en
/www.bilaterals.org/article
Lecturas complementarias:
BARBIERI, Elena; CASTRO, Rosa: “Algunas posturas y polémicas alrededor de los
conceptos de pobreza y cultura de la pobreza”. En: Problemáticas antropológicas.
Comp: Mirta. Taborda. Edit. Laborde, Rosario; 1998 (a), en
www.vivilibros.com/excesos/02-a-06.htm
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CONTENIDOS PROCEDIMENTALES
Trabajar las temáticas puntualizadas en el programa mediante diferentes abordajes
posibles a partir de las lecturas y sugerencias propias de los alumnos en los trabajos de
taller.
Abordar los contenidos con preeminencia del análisis crítico.
Trabajar ejemplos cotidianos y noticias periodísticas para aplicar y comprender los
contenidos teóricos.
CONTENIDOS ACTITUDINALES
Fomentar el trabajo grupal para el desarrollo del sentido crítico de lectura, así como el
intercambio y articulación de opiniones. Desarrollando de esta manera el respeto y la
tolerancia “por el otro”, eje principal de nuestra materia.
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UNIDAD I.
• La Antropología como ciencia.
• Ramas de la Antropología General
• Construcción de la otredad
• Método de trabajo
Esta unidad tiene como meta de aprendizaje conocer en qué consiste el pensamiento
antropológico; en qué circunstancias se da; cuáles fueron los primeros atisbos de dicho
pensamiento. Cuándo el hombre comenzó a preguntarse acerca de los otros; hombres y
culturas diferentes.
Interesa que el alumno vislumbre la utilidad del abordaje antropológico para la
desnaturalización del ámbito social y pueda así aproximarse a la comprensión de la
“otredad”.
Esta introducción le permitirá al alumno comprender el motivo de su inclusión dentro
de la carrera que han elegido. Pero sobre todo, nos interesa que conozca los términos
propios de las ciencias sociales y que se ejercite en las diferenciaciones y manejo de
elementos que hacen al discurso técnico, tales como “concepto”; “categorías”; “marco
teórico”; “problema”; “objeto”; etc.
Nos proponemos disparar primero la curiosidad del alumno por una disciplina que
podría brindarle herramientas metodológicas para su desempeño.
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UNIDAD II
• La noción de cultura en Antropología. Sus orígenes y desarrollo hasta el
presente.
• Relación Cultura- Sociedad. Construcción del etnocentrismo y formas de
relaciones culturales
• Relación cultura- identidad
• Formas de relaciones culturales
En esta unidad nos preguntamos:
-Luego, uno de los principales conceptos disciplinares, “cultura”: ¿de qué se trata?; ¿es
lo que entiendo y utilizo cotidianamente como la acumulación de conocimientos; o
saber de música clásica, literatura o teatro?.
En esta unidad tenemos como objetivo comenzar el recorrido por cierta especificidad
conceptual.
La meta de aprendizaje es que el alumno conozca los orígenes de la noción de cultura
y de qué manera lo toma la Antropología en su campo de estudios. Asimismo, la
relación que dicha noción tiene con la identidad de los grupos en cuanto a su
funcionamiento social y por ende relacional a partir del etnocentrismo.
Nos proponemos que el alumno comience a familiarizarse con los elementos
conceptuales, categorías de análisis y problemáticas que hacen a la Antropología social.
UNIDAD III
• Aproximación a la construcción del pensamiento e ideología racista.
• Etnocentrismo, Etnocidio, Genocidio
• Niveles de racismo
• Nuevas formas de racismo
• La construcción del Estado nacional argentino a partir de un genocidio.
En esta unidad nos preguntamos:
- Qué entendemos por racismo y cuántas variantes existen?
-Cómo el etnocentrismo puede devenir en racismo y llegar a formas extrema de
etnocidio o Genocidio?. Qué implican uno y otro?.
-Cuál fue y es el rol de la ciencia en la legitimación del racismo?. Y en la construcción
del Estado nacional?.
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- Es “natural” pensar en términos de “diferentes”?
El objetivo de ésta unidad es comenzar a desentrañar de qué está compuesto nuestro
sentido común y en qué nos limita para ser verdaderos profesionales en la carrera
elegida. Para ello, apelamos al “pensamiento antropológico”. Esencialmente, lo
construimos a partir de la noción de cultura y cómo opera a la hora de construir una
identidad grupal, social que puede ser llevada a formas extremas en la “diferenciación”
de los grupos humanos.
La meta de aprendizaje consiste en que el alumno comprenda la íntima relación
existente entre las categorías de análisis “cultura” y “sociedad” y su devenir. Que el
alumno desnaturalice la existencia de grupos “superiores” e “inferiores”, conociendo y
entendiendo la forma en que dichas diferencias se han establecido y establecen.
Nos proponemos desarticular el saber en base al sentido común para pensar la
cotidianeidad como objeto de estudio con lo que vamos a encontrarnos a la hora de
ejercer nuestra profesión.
UNIDAD IV
-Relaciones sociales y discriminación.
-Posturas acerca de las nociones de “pobreza” y exclusión: la relación entre racismo,
prejuicios, exclusión, dominación.
- Cambios en las formas de concebir el trabajo.
- El trabajo como forma de inserción ó exclusión en contexto de neoliberalismo.
- Problemáticas de género que se manifiestan en el campo laboral.
14
Deconstruir algunos núcleos duros del sentido común acerca de problemáticas
contemporáneas que tienen que ver con:
Estigmatizaciones y discriminaciones por pertenencia social o de género.
UNIDAD II
¿Qué engloba el concepto de “cultura”?.
¿Qué relación tiene con la identidad?.
¿Qué es y qué implicancias tiene el etnocentrismo?
¿Qué formas de relaciones culturales existen?
UNIDAD III.
¿Qué relación puede establecer entre el etnocentrismo y el racismo?
¿Qué es “racismo” y cuáles son los distintos niveles que se pueden detectar?
¿Cómo se relaciona el racismo con los conceptos de etnocidio y genocidio?.
UNIDAD IV.
¿A partir de qué perspectivas y variables puede pensarse la pobreza?. Tiene alguna
relación necesaria con la marginalidad y la exclusión?.
¿Cuáles son las políticas en relación el trabajo en el neoliberalismo?, y en un sistema
sociopolítico de trabajo protegido?
¿Qué entendemos por relaciones de género?.
¿Qué tipos de discriminación conoce a partir de las lecturas que hemos desarrollado?.
15
BIBLIOGRAFIA GENERAL:
BONAPARTE, Pablo R.: La mirada del marciano. Ensayos para conocer lo conocido.
Eudeba. Buenos Aires. 2001.
HARRIS, Marvin: Introducción a la antropología general. Primera edición española en
Alianza, en 1981.
----------------------:El desarrollo de la teoría antropológica. Una historia de las teorías
de la cultura. Siglo XXI editores. 1979
ONDELJ, Margarita & Pablo R. BONAPARTE: "El sentido común y el conocimiento
antropológico" GARRETA,M. & C.BELLELLI (comp.) La Trama Cultural. Textos de
Antropología. 2ª edición corregida y aumentada. Ediciones Caligraf. Buenos Aires.
2001.
GOULD, Stephen Jay: La falsa medida del hombre. Editorial Crítica. Barcelona. 1997
ZINN, Howard: Columbus and Western civilization. Origen: ZNet Traductor: Déborah
Gil, revisado por Josue Pérez – Marzo 2000
VALENTINE, Charles A.: La Cultura de la Pobreza. Crítica y contrapropuestas.
Amorrortu. Buenos Aires. 1972.
DI FINI, María: "Visibilidad/invisibilidad en la relación Sociedad Aborigen/Estado
Nacional" La Trama Cultural. Textos de Antropología. 2ª edición corregida y
aumentada. Ediciones Caligraf. Buenos Aires. 2001.
Todorov, Tzetan: Nosotros y los otros, Siglo XXI Editores, México, 1991.
16
Sitio de la comunidad gay, lesbo trans: www.voxargentina.org/
EJERCITACIONES.
Sugerimos que el propio alumno busque imágenes asociadas a los temas que se van
desarrollando a lo largo el curso según el cambio que su mirada vaya manifestando, si
es que esto sucede. Las mismas serán analizadas en clase
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UNIDAD 1
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36
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------~~~~cicl_op em a CAP1TULO 3.
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y Comunicación LA PARTICIPANTE
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LA ETNOGRAFÍA
37
pueble1in9s; c'ada·rnai"ianá al despextar, el dia' se
Rosana Guber me pres·e~Jaba más o menos como paraun in-
dígena .[.. ;~1 L~s peleas, las bromas, las escenas ·
";;í¡:'· i .
38
esta técniCa, o mejor dicho,. conceptualizar actividades gador apuntando su objetivo a "estar adentro", de la so-
tan disfmi.les como "una técnica" para obtener infor- ciedad estudiada. En el polo contrario, la observación
que la presencia Cla 1percepción y expe- ubicaría al investigador fuera de la sociedad, para reali-
riencia dtrectas) ante los hechos de ia vida cotidia11a dé" zar su descripción con un registro detallado de cuanto ve
la población .garantiza la confiabilidad de los· d:itos re- y escucha. 1.a representación ideal de la observación e.s
cogidos y el aprendíiaje de 1os semiclos que subyacen tomar notas8 de una obra de teatro como mero espec-
a dichas actividades. 7 La experiencia y _la testificación tador. Desde e1 ángulo de la observación, entonces,
son ent:oncef "la" fuente de conoéimient~.dd etnógrafo: investigador está siempre alerta pues, incluso aunque
é1 está allí. Sir embargo, y a medida que o'tras técnicas en participe) lo hace con el fin de observar y registrar los
ciencias soci<tles se fueron formalizando, los etnógrafos distintos momentos y eventos de 1a vida social.
· eriLaron si$tematizarla, escudrit1.a~1do 1as particulari-
en cada uno de sus dos términos¡
8 "Observar" y "tomar notas" se
1
Sin embargo, cabe recordar que en la
cabt>. la observación participante., el
registro para después. Esto le
y aun en situaciones
como técnica se. üsocia a la Escuela de. Chic<1go. sentidos cuando apela a sus recuerdos.
56 "i7
"·
39
ser tan e..-xterna como y adoptar el rol de opservador, y sólo en
. . ._;..
al esce.nari~ ysus pro·- lancia comportarse corno un
caso se . juega en.,-Ja articula- asumiendo 1a observació~ como la técnica
y participación es, por un lado, y la participación coq}o ~'n "mal necesario". En las in-
real del i.nvesügador de observar y/o vestigaciones amrop9lógi.cas tradicionales, la partici-
no depende: sólo de su pación llevnda a un aJto en la corresideI!d.a, era-
epistemo- "' a las distancias 1 del lugar de re-:
que hace.· Detengá- Pero esta razón de fuerza
'-''· ,,. ;
58
I·,• 59
U\ emograna. Método, campo y reLlC.XiY1GaG
j
de la Y, por lo
dón eLnográfica: conocer como
trismo, de J,¡
4 y en virtud M
40
El va1or de la observación no reside en
técnica como obser-
poner al investigador ante los actores, ya que rntre uno
vante" (Becker & Geer 1982, Tonkin 1984).
y otros siempre está la teoria y el sentido común. (social y
cultural) del investigador. ¿O acaso
d. versus s:·paración
comerciantes no frecuentaban a los sin por eso
En ;.:: parecen discutir no tan-
deshacerse de sus precónceptos7 La directa
to la formai entre las dos es, indudablemente, una valfosa
_de esta "técnica", observación y párticipación, sino la re-
miento social porque evita algunas
lación deseable ent.re investigador y st~íetos ele estudio 1nconti:olado sentido común de terceros- ofreciendo a
cada actividad
..
supone: la . separaci.ón de (obser-
un observador crítico 1o real eri toda su Es
, y invo1ucramiento con (rrnrLicioación) los
inevitable que. el investigador se corw.1cle con el muri..,
(Tonkin 1984).
do empílico a de . ·de la.percepción y.de
60 61
.,.,_
ROSAN A La y
y ·parte de los
í Pero ve¡:m10s el
41
perder su productiva preguntas acostu.rnbradas i: :; precios otras
· conciernen direc~ament.e a la mmsacdón:
y partidpR.r radica en el me:ntarios sobre 1ps nir1os, el lugar de origen y
entabla de cambio del peso argentino y boliviano. Las
involucra• entablan con él breves conversaciones que
pondo: a 1a intencíón de preservarlo como diente. Este
rol de conversador" ha sido el canal de acceso
qued
a pre.güntarse a .
ínvestígador debe ahora explicitar sus motivos si
quiere encontrarse con una negativa rotunda.
no lo sepa, estas m1-~je.res ingresado a la
l'.U::>t\NA \JU!H:K
Ln etnogr2fra. Método, campo y
42
ta o como estudiante universitario,
de costumbres populares, etc. las propias pautas culturales, hasta
tiene ser observ.ador y ser partíci- al de sus
En este ejemplo, el pautas y conductas de éstos. ·
a presentarse sólo cuando se dispuso a Las dos opciones, sobre
mantener una cotidiana. Incluso antes el .inves- son más habituales al cornenzar el
. De ello El hace lo que sabe, y
ante ~ sus
V
-"A.
l\.i..,).)l"\1."i.r\ U UL>}..t'\.
;_,o. L\.l.lVf/'{;.l..l!J;.~. j..'L'--''1.V~,-·, .................. ¡... - ) .. - .... -~ .. M. --·~·
43
Según el. concepto de enfermedad en Pi.no1a,
Además de y vanamente angustiante, la , hay ciertas erupcione:.s que se atribuyen a una
"panicipadón correcta" (es decir cumpliendo con l.as incapacidad de 1a sangre para absorber la ver~
normas y valores locales) no es ni la úníca ni la más güenza sufrida en una situación pública. Esa ·
deseabl.e en un porque la trnnsgresfon enferrnedad se conoce como "disípda' (lzesh1ai en
(que llamamos "errores" o "traspiés") es para el investiga~, lengua nativa). La mujer me e:;qJlicó que mi.pre-
clor y para el.· un medio adecuado de probre: se1~s:ia en una fiesta la noche
anterior era segura-
la conducta social y evaluar m~i1te ·c;usa Je que yo me hubíer~ avergonzado
de los nativos. y me aconsejó q\1e me sometiera a una curación,
la que se lleva a. c"ubo 1: l se
la boca de aguarc,Hente y sopl2 con fuerza arro-
una fina lluvia .del líquido en las partes
afecLadas y en ot~;s consideradas vitales, tales co-
distancia e involucrar- mo la cabeza, la•;1urn, las muüecas y el pecho.
Yo acaté el consejo y despué5 de vari.as 'sopladas'
a una lógica que no le nK retiré. del lug~.tr. Pero eso se supo y pennitió •
es prop.ia, Desde la perspectiva de los informa.mes, ese en adelante un diálogo con los informantes de. •
·l
íl
~I
44
relatarse como un conjunto de casualidades que, sfo me qui.ero fr. Entonces yo le dije: bueno, ~tábien,
embargo, respeta un hilo argumental. Ese hilo es prec.i- andate, vos andate, pero te vas sola, ¿eh? te!vas por
same.nte la capacidad del investigndor de aprovechar la ahí, .por el medio de la villa, donde están todos .
ocasión para desplegar su participación en términqs esos negros borrachos, vas a ver lo que te pasa... "
nalivos. Lo relevante de la disipela de Hermitte no íue. · G: "Hmmmm."
su padecimiento por la inílamación .sino que ella ac€pta- Yo: "Una cara funesta te¡,núnanlemente
' I·
rn interpretarla en el marco de sentido local de la.salud en d manual del 'buen' trabajador de campo"'.
y' la enfermedad. Aunque no. hubiera previsto que iba Apenas salimos de la casa le a Gracieh
por mosquitos, que se le inlhmar/an las por·qué no le habla replicado su prejuicio y me
y que encontraría a una pinoiteca lornaz que contestó: "Y hsyque entenderlos, son gen-
1 '
le ofrecería un diagnósticoy un traUJmiento, Hermitte te mayor, gente ae antes ... ".
mantenía una actitud que permitía· que sus. informantes i'
¡;
y explicaran qué había sticedido en su cuer- Mi ímerrogantc era por qué Gracíela no ha-
de ellos una solu~ión. Esta "parti~ipa~ bía defendido la dignidad ,de sus vecinos y sí
en un aprendizaje de prácticas·curativas respondiendo, como suele hacerse, que Ía Qcnle habla
r..:n
69
ROSANA GUBER " -· -----o··.
¡:-
pero no ele quienes come.ten f secundalios. Más aún: Gracíela obtenía lo que necesitaba
o mayores ("el villero está 'en pedo', el ri-. e,. no sólo concediendo o tolerando los prejuicios de
. , ,) 1 "1 . " 1 . ' quita, porque ocultaba su domicilio·en layjlla para poder
co esrn füegre ; el poare se mama con vmo, e,1 neo con
, etc.). La concesión de Grnciela me sorprendió trabajar. Chiquita terifa una "villera" de "la villa d.e al
mi sentido de la humana v lado" trabajando en su propia casa y no lo sabia o fin~
/
45
Pedro en 1.má v·isita y también en la conversación, (i
rnenos con mi:r,eslo. Pero lo había hecho en términos ¡\¡¡ convalidando imágenes para ellos injustas y negativas.
il Que yo hubiera participado no en los términos lo-'
adecuados para sectores medíos univer- ¡¡
!I
los vecinos de nn barrio colindame a cales sino en los míos propios hubiera sido criticable, si
.¡ no hubiera aprendido las clífe:rencias entre d sentido y
la viHa, hahit<tdo por una vieja población de obreros ¡:.
.H uso del prejuicio para los vednos del barrio:r para
comerciantes, amas de casa y
preciaban de ser dueúos de sus vivien- habitantes de la villa, y para mí misma. Hu.elga decir
que en éste con10 ,,
en tantos otros casos
1 .
relatados por
los etnógrafos, b(re:~cción visceral es difícil de contra.lar
t>¡"
"-~l
ne,gras" provincianos.
parecí.a encajar en las i 987). Por eso, es difí~il de con.-
a 1os pobladores conviene no renunciar a sus enseñanzas .
< ' • '
Grac:iela me tra11.smiti.ó los con'lenta- En las tres instancias que hemos visto, la más pres~
rios negativos de ·mi mueca desagrado:
de cindente del observador de las bolivianas, la cl,lr~dó1'!,
"¿Y a eli.a qué le;~~-~~,-· Si no es de ahL [de la · 11 · rn de Hennitte, y mi gesto de asco, la observacion
Graci.ela seguía asintiendo; entendí después que allí esta- pante produjo elatos en la interacción mísma, op~~·
ban en juego un z1nnario, un empleo y otros beneficios rancio a la vez como un canal y un p~oceso por el C::11lf.l.
.....
71
L.ct t:U.1Ut;íéiiid. lYlt:LUU.U} L.d.lll}JU J l.t...li.L.('\..tvn..u .........
i'-OSANA GUBER
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ensaya la reciprocidad de sentidos con genero, la edad o la apariencia; el mimetismo aquí no ·-1 #
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Veremos a continuación que 1a "partící- es posible. Otro ínconvehiente de la parti.dpación; p1ena J
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orra cosa que una instancia de :reside en.que · -~ · :I
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a l.os sttjetos donde se juega ésa recípro-
..
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. ciclad. Es desde esta reciprocidad que se dfrime aué se ~
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46
puede ser útil si tenemos presenté qu~ hasta la obser- · · inrnosible eludir.
l
sús propósitos, quizás deba optar por "mi- Estos cuatro tipos ideales deben tomarse como po-
metizarse". Adoptará entonces el ro 1 de parlicipante sibilidades hipotéticas que en los. hechos, el investi-
1
(Gold, en Rurgess 1982), dando prioridad casi gador asume o se le imponen conjunta o sucesiva-
a la ínformadón que proviene ele su mente, a lo 1argo de. su trabajo. Si
vemos, no "interfiere" 1nenos ~n el
· sión. Si bien este rol tiene la ventaja ele 1ograr material
de otro modo sería inaccesible, ser paiticípante tídpadón, es claro que cada una de
resulta inviable cuando el o los roles válidos pa- no difiere de las de.más por los
o grupo social son incompatibles, por entre el investigador y el re,fere:nte smo por
, con cienos atributos del investigador como el una relación particular y cambiante entre el rol del
73
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EL ARTE DE LA ~'NO DlRE D" ~
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Algunas observaciones sobre la llamada “cuestión de los indios”
Diana Lenton*
Los estados nacionales que se constituyeron en América tras las guerras de la Independencia buscaron
homogeneizar, es decir, forzar una cierta uniformidad cultural, social y biológica que se creía
necesaria para garantizar la “unidad nacional”. Uno de los mecanismos por los cuales el estado o los
sectores hegemónicos buscaron forzar dicha uniformidad –mecanismos que van en desmedro no sólo
de los pueblos que han sido víctimas directas del saqueo cultural sino de toda la ciudadanía argentina,
por el empobrecimiento que representa y porque se ha privado a las generaciones futuras del derecho a
vivir en la diversidad- ha sido la destrucción de los elementos que las elites intelectuales consideraron
inferiores. En algunos momentos de nuestra historia, dicha destrucción se ha visto asociada al
genocidio.
*
Doctora en Ciencias Antropológicas, docente de la Universidad de Buenos Aires e Investigadora Adjunta de
CONICET. Este trabajo está en deuda con el estímulo cariñoso del maestro Osvaldo Bayer, para que se
convirtiera en artículo impreso, y será parte de una próxima publicación en su serie La Crueldad Argentina,
editada por el Centro Cultural de la Cooperación, Buenos Aires.
168
En este capítulo nos referiremos al carácter genocida de la política de los gobiernos de la llamada
“generación del 80” y las inmediatamente posteriores, contra los pueblos originarios del territorio que
hoy ocupa el Estado argentino. Ello no significa pretender a priori que aquel genocidio fuese el
primero ni el último, ya que a lo largo de la historia regional se han producido episodios y procesos
que comparten muchas de sus características. Entre ellos, el que ejecutaron Mitre y sus aliados contra
el pueblo paraguayo, que puede considerarse el primer gran ensayo biopolítico del subcontinente, y
otros que se han verificado a lo largo de nuestra historia, incluidos los crímenes de la última dictadura
militar. Sin embargo, no nos detendremos en esta ocasión en el análisis de estos otros casos. Nos
interesa evaluar y argumentar la aplicabilidad del concepto de genocidio a las “acciones contra los
indios” emprendidas por las milicias nacionales, y las decisiones políticas que se tomaron respecto de
la población sobreviviente.
Una resolución anterior de la misma ONU sintetiza: “El genocidio es la negación del derecho a la
existencia de grupos humanos enteros (...)” 2. En los años de la Conquista del Desierto, un militar y
explorador argentino, el teniente Rohde, comentaba al pasar:
“Para convertir a los indios en trabajadores (única condición bajo la cual pueden reclamar
derecho de existencia) ...” 3.
Esta expresión resume la conversión de los pueblos otrora soberanos en objetos de consumo y
herramientas del vencedor, siendo su deshumanización una vía más para justificar su desaparición.
Una expresión muy difundida, a la cual suelen recurrir anacrónicos defensores de las campañas contra
los indios, es la que afirma que “hay que situarse en el contexto de la época”, dando por hecho que
dicho contexto justificaría el genocidio, al menos en un nivel programático4. Esta afirmación, además
de ocultar la existencia de disidencias profundas y reconocidas en la clase política del momento, aun
en el propio seno del oficialismo5, refleja la afinidad de la negación del genocidio con otros discursos
promotores de la violencia, al presumir que el pensamiento más “natural” es el genocida y que sólo un
avance extraordinario del pensamiento atajaría la inevitabilidad del mismo.
1
Ver Folgueiro Hernán, “El crimen de genocidio en el derecho internacional”. En Feierstein Daniel y Guillermo Levy
(comps.), “Hasta que la muerte nos separe”: Poder y prácticas sociales genocidas en América Latina. Ediciones Al Margen,
La Plata, 2004, pp. 19-60. Respecto de la discusión sobre la pertinencia de aplicar “retroactivamente” el concepto de
genocidio, seguimos la recomendación de la ONU en cuanto a la propiedad de su aplicación a la política nazi entre 1938 y
1945, y a las acciones turcas en Armenia en 1915.
2
Cit. en Feierstein Daniel, “Una discusión abierta: la violencia política en la Argentina y su peculiaridad genocida”. En
Feierstein Daniel y Guillermo Levy (comps.) 2004 (op. cit.), p. 61-89.
3
Énfasis en el original: Cnel. Conrado Villegas Expedición al Gran Lago Nahuel Huapi en el año 1881. EUDEBA, Buenos
Aires, 1977 [1881], p. 196.
4
Ver por ej.: http://www.lanacion.com.ar/archivo/nota.asp?nota_id=741720&origen=acumulado&acumulado_id=;
http://www.iaef.org.ar/mails/960noticiaef152/Reunion_de_diciembre.htm; y una recopilación en
http://argentina.indymedia.org/news/2005/02/264061.php.
5
Ver Lenton Diana, “Relaciones interétnicas: derechos humanos y autocrítica en la Generación del '80”. En La problemática
indígena. Radovich J.C. y A.O. Balazote (comp.). C.E.A.L., Colección Los Fundamentos de la Ciencia del Hombre, Nº 51,
Buenos Aires, 1992. También Lenton Diana, “De centauros a protegidos. La construcción del sujeto de la política indigenista
argentina desde los debates parlamentarios (1880 – 1970)”. Tesis Doctoral en Ciencias Antropológicas, Universidad de
Buenos Aires, 2005 (m.s.).
169
Es importante entonces recoger el desafío y detenerse en el contexto político e ideológico y en las
repercusiones contemporáneas de estas “acciones contra los indios” en los territorios del sur del país.
Para eso vamos a ubicarnos en la sociedad argentina en vísperas de la llamada Conquista del Desierto.
En 1878 el país estaba presidido por Nicolás Avellaneda. El Congreso Nacional, a instancias del
ministro de Guerra, Julio A. Roca, a su vez ayudado por la prédica intelectual de Estanislao Zeballos y
el asesoramiento estratégico de Manuel Olascoaga, sancionó la ley que concretaría el corrimiento de la
frontera del Estado hasta el Río Negro (Ley 947). En realidad esta nueva Ley se dirigía a posibilitar el
financiamiento de la acción militar mediante un empréstito especial, ya que dicha expansión se había
determinado mediante la Ley 215 de 1867.
Cuando decimos “frontera” no debemos imaginarnos una línea cerrada y geográficamente precisa, al
estilo de las que hoy rigen en términos internacionales. En los tiempos en que el Congreso Nacional
sancionó las leyes para la expansión de la frontera, puede decirse que había tres fronteras
superpuestas: la primera, internacional, con Chile a lo largo de la Cordillera, si bien por largos años
fue sólo una pretensión, y con los países extranjeros en general, especialmente europeos, a lo largo de
la costa atlántica; la segunda, entre las pretensiones de las diferentes provincias, que tampoco están
fijadas, y una tercera, igualmente difusa, con los Pueblos Indios.
Por el contrario, existió durante los años de convivencia entre el Estado argentino y pueblos indígenas
soberanos una sociedad mixta en muchos aspectos, en la que predominaban los intercambios
pacíficos7. Sin embargo, este ensayo de sociedad fronteriza pacifica no sólo no fue estimulado
políticamente sino que fue cortado de raíz8, y posteriormente negado.
6
Sarmiento advertía en Facundo: Civilización y Barbarie [1845] sobre esta paradojal limitación intrínseca al avance de la
civilización, que más de cien años más tarde denunció Theodor Adorno (“La educación después de Auschwitz”. En: T.
Adorno, Consignas. Amorrortu, 1993 [1967], p. 80). Concretamente, Sarmiento advertía que en las zonas de frontera, el más
acá, el lado perteneciente al territorio civilizado, presentaba signos de barbarie más profunda que el más allá, de tal manera
que los asentamientos urbanos podían constituirse en un foco de instrusión de “costumbres bárbaras” hacia el medio rural.
7
Ver por ejemplo Palermo Miguel Angel, “La compleja integración hispano-indígena del sur argentino y chileno durante el
período colonial”, América Indígena vol. LI, Nº 1, enero-marzo 1991, Instituto Indigenista Interamericano, México D.F;
también Mandrini Raúl y Sara Ortelli “Repensando viejos problemas: observaciones sobre la araucanización de las pampas”,
Revista Runa XXII, Universidad de Buenos Aires, 1995.
8
La conquista del desierto implicó pasarle por encima también a pequeños pobladores criollos, los llamados pioneros. En los
Diarios de Sesiones del Congreso Nacional de los años posteriores a la Campaña abundan las referencias a solicitudes de
particulares que se presentan como pobladores antiguos de la frontera, que han perdido sus cosechas arrasadas por el paso de
los ejércitos. En algunos casos, simplemente, se les ha solicitado la entrega de alimentos y nunca se les pagó. Otras veces
eran los soldados hambrientos los que entraban en los campos a servirse. También aparecen solicitudes de tierras, dado que
cuando se realizó el gran reparto de las tierras conquistadas no se consideró a los antiguos pobladores criollos o gringos, sino
que se prefirió privatizar al por mayor. Más aun, el “informe Rohde” incluido en la Memoria del Ministerio de Guerra y
Marina de 1881 denunciaba que los funcionarios de la Gobernación de Patagones expulsaban a antiguos pobladores criollos e
inmigrantes de la margen sur del Río Negro, “apóstoles de la civilización” para quedarse con sus tierras (reproducido en
Cnel. Conrado Villegas 1881, op. cit.). Esto se radicalizó en la Ley de tierras de 1902, cuyo articulo 16 dispone que “En lo
sucesivo la ocupación de tierras fiscales no servirá de titulo de preferencia para su adquisicion” (Diario de Sesiones del
Senado de la Nación, período 1902, sesión del 30/12).
170
La expresión diplomática más relevante de esta coyuntura fueron los llamados “Tratados con los
indios”. Desde la Colonia estos Tratados tuvieron un lugar principal en la política militar. Al principio
eran orales y seguían pautas de celebración acordes, en gran proporción, a los usos de los pueblos
originarios; más tarde comenzaron a ser escritos, a medida que el Estado comenzó a imponer sus
condiciones y también su estilo de política9.
Previamente, estos Tratados habían sido sistemáticamente traicionados, más aun, en los últimos
tiempos puede decirse que del lado “blanco” se hacían para ser traicionados: es el caso del último,
firmado en 1878 entre el gobierno nacional y el cacique Epumer, cuando ya se había sancionado la ley
de expansión de la frontera hasta el Río Negro, que lo condenaba.
Estos Tratados no sólo fueron luego abandonados y traicionados sino también negados, hasta el punto
de afirmarse en el Congreso Nacional, en 1885 –¡a escasos siete años de la celebración del último!-,
que nunca habían existido los Tratados con los indios 10.
El famoso tratado de paz incentivado por Lucio V. Mansilla en su “Excursión a los Indios Ranqueles”
fue firmado en 1872 entre los caciques Rankülche Manuel Baigorria y Yanquetruz por una parte, y el
Estado nacional representado por el General Arredondo por la otra. Este tratado es un ejemplo de
aquellos hechos “para ser violados”. Constatación que si no hicieron los Rankülche, ya había sido
hecha por el Estado nacional que superpuso al Tratado de 1872 la Ley Nacional Nº 215 de 1867, razón
por la cual el Congreso Nacional no convalidó el tratado, aun cuando el mismo “mantuvo de hecho la
paz” hasta 1878. Si para los ranqueles los últimos tratados fueron un elemento más en una serie de
malentendidos, para el estado nacional fueron solamente una herramienta para “ganar tiempo” en el
transcurso de un derrotero seguro11.
Ya iniciada la Campaña al Desierto de Roca, el Coronel Napoleón Uriburu cruzó el río Neuquén el 12
de mayo de 1879 y entró en territorio de Sayhueque violando un tratado, y contra las ordenes
explícitas del Congreso y del propio Roca. Sin embargo, en medio de la euforia por su victoria, la
circunstancia de la desobediencia de Uriburu y la traición que significó, fue perdonada y luego negada.
9
Ver Levaggi Abelardo “Los tratados con los Indios en Argentina”, Ponencia al Seminario de Derecho Indígena
Comparado, Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Ministerio de Justicia de la Nación, Buenos Aires, mayo
1998; Briones Claudia y Morita Carrasco Pacta sunt servanda. Capitulaciones, convenios y tratados con indígenas en Pampa
y Patagonia (Argentina 1742-1878), International World Group for Indigenous Affairs (IWGIA), Buenos Aires, 2000; y
Tamagnini Marcela y Graciana Pérez Zavala “El debilitamiento de los ranqueles: el tratado de paz de 1872 y los conflictos
intraétnicos”, en Nacuzzi Lidia (comp.) Funcionarios, diplomáticos, guerreros. Miradas hacia el otro en las fronteras de
pampa y patagonia (siglos XVIII y XIX). Publicaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires, 2002, pp.
119-157.
10
Ver Lenton Diana 2005, op. cit.
11
Ver Tamagnini y Perez Zavala 2002, op. cit.
171
Dado que en ciertos casos las misiones “llegaron a los indios” antes que la agencia estatal12, podemos
afirmar que la calidad de “cristianos” de algunos grupos indígenas, bautismo mediante –que en
muchos casos era interpretado por los indios y ofrecido por los sacerdotes como una especie de
alianza-, no disuadió a la empresa militar de avanzar sobre ellos en idénticas condiciones. A la hora de
atacar a las familias, el Ejército no se fijó si se trataba de indios ya cristianizados, con lo cual además
violó su propio acuerdo con la Iglesia. Puede decirse que los únicos pactos que no violó el Estado en
esta cuestión fueron los que mantuvo con los terratenientes y los financistas.
La idea de una Nación argentina herida en su territorialidad por bárbaros que le impiden gozar de lo
que le pertenece es un tópico del discurso político impuesto a posteriori de la conquista militar de los
territorios indios.
En su estudio sobre la cartografía oficial decimonónica, la geógrafa Carla Lois nos muestra que el
primer mapa “integral” de la Argentina que incluye a la Patagonia fue confeccionado en 1875, con la
autoría de Von Seelstrang y Tourmente13 .
Por otra parte, los libros de texto escolares enseñaban en 1856 y hasta 1871 que la Patagonia era un
país aparte. Una evidencia de ello es el Catecismo de Geografía editado originalmente por la Librería
Inglesa de Buenos Aires en 1856. Este era el texto en base al cual se enseñaba geografía en las
escuelas de la entonces Confederación Argentina. El método pedagógico, llamado catecismo, consistía
en una serie de preguntas y respuestas, las que eran aprendidas de memoria por los alumnos.
Tras recorrer en los primeros cuarenta y nueve capítulos el mundo con sus continentes y países, trata
“América del Sur”. Ante la pregunta ¿Cuáles son los Estados y países comprendidos en la “América
del Sur”?, el catecismo responde: “Colombia, dividida en tres repúblicas que son, Nueva Granada,
Venezuela y Ecuador, Bolivia, Perú, Chile, la Confederación Argentina, el Uruguay, el Paraguay,
Patagonia, el Imperio del Brasil y la Guayana francesa, holandesa e inglesa”. Cuando en el capítulo
correspondiente a la “Confederación Argentina”, el catecismo pregunta: “¿Cuáles son los límites de la
Confederación Argentina?”, responde: “Bolivia al Norte, la República del Paraguay, el Brasil, la
República Oriental, y el Océano al Este, Patagonia y el Océano Atlántico al Sur, Chile al Oeste”.
Es decir que a mediados del siglo pasado, se enseñaba en las escuelas de nuestro país, que la Patagonia
era un país diferente al nuestro y uno más de América del Sur. Más aun, que el límite sur de nuestro
12
En 1873 Federico Aneiros fundó el “Consejo para la conversión de los indios al catolicismo”, con sede en el arzobispado
de Buenos Aires, que en la década siguiente tuvo una relación más conflictiva que convergente con el gobierno nacional.
Entre 1874 y 1877 las misiones enviadas por Aneiros llegaron a los asentamientos de Cipriano Catriel, Melinao, Raylef,
Coliqueo y Namuncurá. Ver Nicoletti María Andrea, “Pensamiento, palabra, obra y omisión”: el discurso misionero salesiano
sobre el indígena de la Patagonia (1880-1920)”, 2004 (m.s.); y De Jong Ingrid, “Historia, Etnicidad y Memoria: el proceso de
conformación de la identidad indígena en la tribu de Coliqueo de Los Toldos (provincia de Buenos Aires)”. Tesis doctoral.
Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2004 (m.s.).
13
Lois Carla, “La Patagonia en el mapa de la Argentina moderna. Política y deseo territorial en la cartografía oficial
argentina en la segunda mitad del siglo XIX”, en Pedro Navarro Floria (comp.), Paisajes del progreso: la resignificación de
la Patagonia Norte, 1880-1916. Ed. de la Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, 2007, p. 115.
172
país era la Patagonia, excluida del entonces territorio nacional. En el capítulo dedicado a Chile, al
preguntar el Catecismo sobre sus límites, se establece también que la Patagonia es la frontera sur.
Recién en la edición de 1874 del manual “Elementos de Geografía”, usado en las escuelas de primeras
letras, se cambia el concepto, estableciendo que el límite al Sur es “el océano Atlántico y Estrecho de
Magallanes”, incorporando así la Patagonia al territorio nacional en la enseñanza de geografía en las
escuelas argentinas, aunque todavía se excluye a la Tierra del Fuego.
El giro político que llevó a presentar a la Patagonia como parte del país argentino, como si su
integración territorial fuese ya un hecho y no un mero voluntarismo, coincide con los años que van
entre el fin de la guerra de la Triple Alianza (1864-1870), que consolida el poder de cierta elite social
en nuestro país, y la Guerra del Pacífico (1879-1884) que despeja el camino para las aventuras bélicas
en la Patagonia y realimenta el conflicto de límites entre Chile y Argentina, cuando los dos estados
hacen de la expansión territorial un elemento esencial de su construcción soberana.
Sin embargo, es importante destacar que esta idea resultaba nueva en el contexto ideológico del
momento, y que para el sentido común argentino las tierras patagónicas eran, efectivamente, tierras
ajenas, en poder ajeno, a las que se ahora se decía que se debía invadir, por razones de estado.
A la vez, otros factores, afincados aparentemente en tierras lejanas, incidirían en la suerte de los
pueblos pampeano-patagónicos, esta vez en su dimensión humana. Uno de ellos es la aceleración del
proceso de industrialización en el sector azucarero, a partir de la década de 187014, que elevó la
demanda de una mano de obra de características especiales. En este contexto, el ministro Julio A.
Roca sugería por carta en 1878, al gobernador tucumano Domingo Martínez Muñecas,
“que se remplazen [sic] los indios olgazanes [sic] y estúpidos que la provincia se ve obligada
a traer desde el Chaco, por los Pampas y Ranqueles”,
que él mismo le enviaría, a cambio de apoyo político para la futura campaña presidencial.
Inmediatamente recibió la respuesta de una decena de los principales empresarios azucareros15
solicitándole 500 indígenas con o sin familia que fueron rápidamente remitidos a Tucumán, donde la
mentada baja “productividad” de los peones pampas era compensada por su bajo costo. Así, los
ingenios tucumanos se convirtieron en el destino de miles de prisioneros tomados durante las
campañas militares de conquista de la Pampa y la Patagonia, y del Chaco16.
14
Ver Eduardo Rosenzvaig, Historia Social de Tucumán y del azúcar, Tomo 2: El Ingenio, Universidad Nacional de
Tucumán, San Miguel del Tucumán, 1986.
15
Rosenzvaig (op. cit., p. 119) identifica entre los firmantes que pidieron el primer envío de familias a: Julio Zavaleta (20
familias), Miguel López (10 flias.), Dolores de Márquez (6); Miguel Medina (5); Ramón Posse (8); y a quienes prefirieron
indios varones: Muñoz Salvigni (50 indios); Juan Posse (20); Eudoro Vázquez (100); José Padilla (200); etc.
16
En realidad los indios “pampas” comenzaron a llegar a los ingenios tucumanos en fecha tan temprana como 1877, por
influencia de Ernesto Tornquist, empresario multifacético, proveedor del ejército de línea y posteriormente, “hombre fuerte”
de los gabinetes presidenciales de Roca. La mayoría de los “repartos” de prisioneros se produjo entre 1878 y 1880, habiendo
llegado a Buenos Aires y otras capitales de provincia en su mayoría a partir del segundo semestre de 1878.
173
La guerra civil entre Buenos Aires y la República desencadenada en 1880 creó otro destino para los
hombres vencidos, que fueron obligados a enrolarse como soldados, en su mayoría del lado
“nacional”, participando en los combates de Barracas, Puente Alsina, Retiro y Miserere.17
En 1884 el presidente Julio A. Roca envió al Congreso Nacional el proyecto de la ley que autorizaría a
su gobierno a realizar la “Conquista del Desierto del Norte”, aun cuando todavía no se había concluido
la del Sur18. La estrategia del gobierno es presentar esta segunda conquista como esencialmente
diferente, y a los pueblos originarios del Chaco como esencialmente mansos, y –a diferencia de los
“salvajes” patagónicos- dispuestos a la conquista pacifica19:
Si bien puede atribuirse la propaganda roquista de esta campaña, que la presentaba como un “paseo
militar” sin víctimas, a un error de cálculo del gobierno, es más posible que la misma se debiera al
deseo de apaciguar una opinión pública que se encontraba sensibilizada por lo que se había visto
durante las campañas patagónicas.
17
Ver por ejemplo Fotheringham Ignacio H., La vida de un soldado, o reminiscencias de las fronteras,Círculo Militar, Bs
As., 1970 [1908].
18
La fecha “oficial” de finalización de las campañas militares en Patagonia es la de la rendición de Sayhueque, el 1/1/1885.
Sin embargo, por décadas se extendieron las expediciones punitivas parciales, constituyéndose lo que se llamó “policía
doméstica”.
19
La extendida cronología de la “Conquista del Desierto Verde” desmiente estas apreciaciones. Luego de la campaña de
Victorica en 1884, se sucedieron la sampaña del general Vintter en 1889 -totalmente infructuosa-; entre 1907-1911 las
operaciones militares a cargo del general O'Donnel en el centro y este de la actual Formosa y en todo el actual Chaco; en
1912 la del coronel Rostagno en la región del Río Pilcomayo, que sometió “miles de indios casi sin resistencia y ocupó
efectivamente el territorio por primera vez”, inaugurando además la explotación masiva de la mano de obra indígena,
estimulada explícitamente desde la presidencia por Roque Sáenz Peña (Lenton 2005, op. cit.). Fuentes historiográficas
militares ubican en el 31 de diciembre de 1917 la fecha oficial de finalización de “la conquista del desierto del norte”
(Dirección de Asuntos Históricos del Ejército [D.A.H.E.] 2003 “Expediciones y campañas al desierto”
http://www.ejercito.mil.ar/dahe/historia/desierto.html). Posteriormente –hasta bien entrado el siglo XX- se produjeron
constantes expediciones punitivas en relación con acontecimientos puntuales.
20
Osvaldo Bayer “Historia de la crueldad argentina”, Tomo 1: Julio Argentino Roca, Ed. Del Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini, 2006, p.25.
174
obligacion estricta, imperiosa, de humanidad de parte de los que estan obligados á intervenir
en esto, no permitirlos”21.
Otros diputados, como el mendocino Germán Puebla, respondían no sin ironía, en la misma sesión,
que
“la violación por el Poder Ejecutivo al principio constitucional que he enunciado que es
terminante y las leyes especiales conformes con él no es de hoy, sino de cuatro años atrás,
aunque es la primera vez, tal vez por haberse producido en la Capital y en estos momentos,
que se levanta una protesta de esta magnitud en la Cámara”,
agregando que los indios sometidos eran distribuidos como esclavos en Mendoza desde que
comenzaron a someterse.
Dionisio Schoo Lastra, quien fuera secretario privado y fiel defensor del presidente Roca, recordaba en
sus memorias, escritas muchos años después en París, que
“La curiosidad del vecindario de Buenos Aires era atraída a diario por los convoyes de
indios prisioneros que cruzaban las calles de la ciudad rumbo a los cuarteles o a la Isla de
Martín García: caciques, capitanejos, centenares de indios de lanza y de chusma…” 22.
“Más de diez mil indios de ambos sexos han sido capturados por las fuerzas nacionales desde
1875 hasta el presente. Su mayor parte ha sido distribuida en esta Capital y en algunas
provincias”.
“La conquista del Chaco va á emprenderse, ¿pensará el Gobierno Argentino, llevarla a cabo
por medios idénticos á los empleados en la Pampa? Esto es lo que tratamos de prevenir...” 24.
Y más explícitamente aun, el legislador Aristóbulo del Valle explicaba, para oponerse a autorizar al
gobierno a enviar fuerzas militares al Chaco:
“La humanidad entera está interesada en que toda la tierra quede sujeta a la acción
civilizadora, a objeto de que pueda responder a los grandes fines que la humanidad debe
llenar; pero frente a este principio, incorporado al derecho público de todas las naciones,
existen otros no menos respetables. (...) Entonces, pues, entre estos dos principios [los
derechos de la civilización y el derecho a la vida], se produce el equilibrio, y las naciones
21
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 30/10/1885; en Lenton 2005 op. cit.
22
Dionisio Schoo Lastra, El indio del desierto, 1535-1879. Agencia General de Librería y Publicaciones, Casa Jacobo
Peuser Ltda., Buenos Aires, 1928, p. 271.
23
Teniente Cnel. Francisco Barbará, Manual o Vocabulario de la lengua pampa y del estilo familiar, Ed. Emecé, Buenos
Aires, 1944 [1879].
24
Revista de la Sociedad Geográfica Argentina, año 1881, Tomo I: 7; cit. en Carla Lois y y Claudia Troncoso, “Integración
y desintegración indígena en el Chaco: los debates en la Sociedad Geográfica Argentina (1881-1890)”, Primer Congreso
Virtual de Antropología y Arqueología Ciberespacio, octubre de 1998: http://www.naya.org.ar/congreso.
175
civilizadas conquistan los pueblos salvajes introduciendo la civilización por medios
pacíficos, y no usando de las armas, sino cuando es absolutamente indispensable para
establecer la civilización”25.
Lo verdaderamente anacrónico, entonces, es justificar hoy, por la exaltación exitista de sus efectos,
un proceso histórico que fuera cuestionado desde la ética en el mismo momento en que se producía.
No es cierto que la ética y la filosofía política decimonónica conllevaran la necesidad acrítica de la
expansión militar sobre los territorios pampas, ranqueles, tehuelches o mapuches. Por el contrario,
el pensamiento político “de la época” habilitaba a la crítica y la prevención de los crímenes de lesa
humanidad.
En las páginas que siguen, nos detendremos en un momento de la “guerra contra el indio”, que nos
permitirá iluminar varias cuestiones que consideramos fundamentales para mensurar su carácter
genocida.
25
Diario de Sesiones del Senado de la Nación, período 1884, sesión del 19/8.
176
Fuente: La Nación, 16 de noviembre de 1878 (Microfilmado).
177
Según La Nación se trataba de “indios [que] comerciaban en Villa Mercedes con los vecinos”,
estableciéndose con esta afirmación no sólo el carácter pacífico de la presencia indígena en Villa
Mercedes, sino la aceptación que la ciudadanía le daba a dicha presencia. El diario ironizaba sobre las
explicaciones mentirosas del parte militar de Rudecindo Roca, quien había afirmado que los ranqueles
habían sido muertos en un enfrentamiento, cuando en realidad los habían fusilado dentro de un corral:
“Cosa rara que cayeran heridos 50 indios yendo en disparada y en dispersión. Rara puntería
la de los soldados, que pudieron a la disparada casar [sic] a los salvajes, que nunca lo han
conseguido nuestros soldados, y más raro aun, que todos los tiros se aprovecharan matando
sin dejar ni un solo herido”... (La Nación, 16/11/1878).
En 1878 el gobierno nacional firmó un tratado de paz con el lonko rankülche Epumer, que ratificaba
otro de seis años atrás, sin modificaciones, a pesar de que la situación geopolítica ya había cambiado.
A los pocos días, el 8/11/1878, un contingente de “guerreros ranquelinos” se dirigió a Villa Mercedes
de San Luis a cobrar las raciones estipuladas en el pacto. Debían retirar también elementos para
labranza, sueldos para los principales caciques, ganado en pie, etc. Iban en son de paz, acompañados
de sus mujeres e hijos, y entre ellos iba en carácter de enviado plenipotenciario, José Gregorio
Yancamil, sobrino de Epumer.
El historiador Juan C. Depetris nos detalla: “Yancamil pertenecía a aquel grupo de personajes
influyentes de tierra adentro que sostenían la paz con el cristiano. Hasta se había casado cristianamente
a instancias de un franciscano como muestra de voluntad amistosa. A una legua de Villa Mercedes, en
Pozo del Cuadril, donde existía un retén militar de avanzada, son encerrados por las tropas, separados
y fusilados. Casi la totalidad de los sobrevivientes quedan malamente heridos. Entre ellos, niños y
mujeres. Yancamil queda prisionero y reponiéndose de sus heridas, mientras que las familias integran
luego un contingente de prisioneros que son llevados a la zafra tucumana, entre ellos la mujer de
Yancamil y sus dos hijitas. Ninguno de los ranqueles enviados a Tucumán regresó...” 26.
26
Depetris José, “El destino de la comunidad ranquel”, Revista Primero de Octubre, Nº 42, Santa Rosa, La Pampa, octubre
2002.
27
Esto se repetiría con los prisioneros “traídos” del Chaco. Por ejemplo, el ingenio San Pablo, perteneciente al senador
provincial Ambrosio Nougués, recibió en 1885, ciento treinta “indios con sus familias”, quienes luego de caminar durante
catorce días hasta Rosario fueron embarcados en el tren “a culatazos” –según testimonia el diario provincial La Razón el 29
de octubre de 1885- para que el señor Zavaleta los entregara al ingenio (en Rosenzvaig 1985, op. cit.).
178
tanto, proveerse de personal doméstico, o de peones en sus estancias, siempre en carácter forzado.
Proveyó al ejército de línea, a la Marina y hasta a la policía porteña de los elementos necesarios para
cubrir las vacantes provocadas por las numerosas bajas y deserciones28. No sólo “liberó” los ricos
territorios indios transformándolos en desiertos o en “tierra vacante”, al decir pragmático de Félix
Luna29, dando lugar al enriquecimiento de terratenientes, políticos e intermediarios. Además, como en
toda guerra, generó un circuito mercantil relacionado con las provisiones a los soldados, las raciones y
prendas para los indios, el traslado de prisioneros y cautivos, la trata de blancas, la circulación de
armamento, todo sumido en un nivel de corrupción que fue tempranamente denunciado por los
contemporáneos30.
El editorialista de La Nación no dudó en calificar a los hechos de Villa Mercedes como “crimen de
lesa humanidad”.
Recordemos que la característica de los crímenes de lesa humanidad es que la persona asesinada no
cuenta como tal, pues la acción criminal va dirigida contra una “víctima colectiva”. Más estrictamente,
según algunos enfoques, se considera crimen de lesa humanidad únicamente a los que cumplan con la
definición anterior y hayan sido cometidos por un agente del Estado en cumplimiento de una acción
gubernamental.
28
Ver Enrique Mases, Estado y cuestión indígena. El destino final de los indios sometidos en el fin del territorio (1878-
1910), Prometeo libros/Entrepasados, Bs. As., 2002; Juan Belza, En la isla del fuego: Encuentros, Publicación del Instituto
de Investigaciones Históricas Tierra del Fuego, Instituto Salesiano de Artes Gráficas, Buenos Aires, 1974.
La incorporación de indígenas al ejército provocó críticas en el seno de la clase política por variadas razones, que iban desde
los derechos de los indios reducidos en tanto nuevos ciudadanos, hasta la seguridad de la ciudadanía que conviviría con
indios armados: ver Lenton 2005, op. cit.
29
“(…) Ahora eres / la cuna de la paz. / y del trabajo. / Cuando yo te habité / eras puros tacuruses. /
Monte sin flor, / indiada y toldería … (…) / Chaco montaraz, / toba redomón, / fui mujer entera. /
Tu tierra vacante / fue una cuna grande, / áspera y materna (…)” (Félix Luna, en Gringa Chaqueña).
30
Por ejemplo el Comandante Manuel Prado, en La guerra al malón. EUDEBA, Buenos Aires, 1960 [1907]; Alfredo Ebelot,
Recuerdos y relatos de la Guerra de fronteras. La epopeya del desierto, Plus Ultra, Buenos Aires, 1964 [1909]; el sacerdote
Beauvoir en su Boletín Salesiano, etc.
Han estudiado las diferentes modalidades de esta corrupción Julio Vezub, Indios y soldados. Las fotografías de Carlos
Encina y Edgardo Moreno durante la “Conquista del Desierto”, Ed. Elefante Blanco, Buenos Aires, 2002; Norma Sosa,
Mujeres indígenas en la Pampa y la Patagonia, Ed. Emecé, Buenos Aires, 2001; Juan Belza 1974, op. cit.; Walter Delrio
“Confinamiento, deportación y bautismos en la costa del río Negro 1883-1890”, Cuadernos de Antropología Social Nº 13,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, pp. 131-155, 2001; y Osvaldo Bayer 2006, op. cit.
179
Fuente: Idem anterior (detalle).
180
La crítica del diario por los hechos de San Luis se dirigía especialmente a que esta clase de actos no
respetaban ni “las leyes de la humanidad ni las leyes que rigen el acto de la guerra”, dado que existía
la opción alternativa y disponible para el comandante, según el diario, de “mandarlos bien seguros a
Buenos Aires, como se ha hecho con otros”. Esto era posible porque todavía no se había generado una
reacción general contra el reparto de indios, como ocurrió pocos años más tarde.
De manera similar, La Nación denunciaba el 17/11/1878 que el coronel Olascoaga (futuro Gobernador
del territorio de Neuquén, y por el momento protagonista de la lucha de fronteras en el norte
santiagueño)
“en cambio de unos chinitos que pudo tomar dejó que los indios pasaran a degüello a los 30
guardias nacionales que llevaba (...) abandonándoles a la saña y el espíritu de venganza de
los indios que se encontraron sin sus mujeres e hijos”.
Este testimonio se dirigía más a reprochar la falta de lealtad del coronel hacia su tropa que a evaluar la
apropiación de los “chinitos” que en 1878 parecía corresponder a la lógica de la guerra31. Aun así, en
la misma nota, el cronista de La Nación afirmaba que el ministro de la guerra [J.A.Roca] “se
desconceptuó” cuando derivó a un tal comandante Rodríguez, acusado de crueldad contra sus
soldados, al frente contra los indios, y advertía:
“Va a desconceptuarse por completo si no hace algo por castigar hechos de esta naturaleza,
salvajes y bárbaros (...). Sobre todo, la impunidad produce la repetición de los crímenes, y es
posible que si las fuerzas nacionales (...) hoy (...) fusilan sesenta indios prisioneros o un
coronel deja que se pasen a degüello treinta guardias nacionales, poco tiempo después se
asesinarán a familias enteras, se fusilarán a los indios, mujeres y niños (...). Para evitar la
repetición de tales hechos32 es preciso moralizar por el castigo y aplicar con imparcial
severidad la pena de la ley”.
31
Decía el ministro de Guerra, Adolfo Alsina, en 1877:
“Pincén es un indio indómito y perverso, azote del oeste y norte de la provincia [de Buenos Aires, y] jamás se
someterá, a no ser que, por un golpe de fortuna, nuestras fuerzas se apoderen de su chusma. Si esto último no
sucede, Pincén se conservará rebelde” (cit. en Claudia Selser s/d, “Indio bravo”).
32
“Estos hechos” se sucedieron ininterrumpidamente, constituyéndose en el modus operandi de las acciones militares sobre
los territorios indios hasta bien entrado el siglo XX. El diputado nacional porteño Ezequiel Paz denunciaba en 1885 en la
Cámara, para criticar la inacción del gobierno:
“Un oficial Gomensoro, en su espedición al Chaco, ha tomado doscientos cincuenta indios entre niños y adultos,
mujeres y hombres, y los ha hecho fusilar, diciendo en un parte oficial que habian sido muertos en la pelea. Este
hecho acaba de ser denunciado en la casa de gobierno por un oficial que lo ha presenciado, e inquiriendo en
antesalas del señor ministro de la Guerra el señor diputado por Tucuman, señor Araoz, la veracidad de estos
hechos y las medidas que se pensaban adoptar, el señor ministro de la Guerra le contestó que
efectivamente Gomensoro había hecho algo de eso y que pensaba castigarlo…”
(Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación, 31/10/1885).
181
Fuente: La Nación, 17 de noviembre de 1878 (Microfilmado).
182
Idem anterior (detalle).
183
... Y EL DIA DESPUES.
La República Argentina careció de un “proyecto” sobre los territorios que anexaba por la fuerza. Las
tierras se lotearon y privatizaron no tanto por la agencia estatal como a pesar de ella. De igual manera,
faltó –puede decirse que hasta el día de hoy- una decisión integral y a largo plazo sobre el saldo
humano de conquista, más allá de su utilización puramente extractiva y urgente. Especialmente, su
reproducción como sujetos individuales y colectivos no estaba contemplada, o estaba negada
simbólicamente, o era directamente combatida.
Una consecuencia del estilo político implementado por quienes llevaron adelante el proyecto de
conquista fue el vaciamiento del territorio. Si bien se reconocía a veces la utilidad de los indígenas
para el trabajo, ese trabajo sería explotado fuera del territorio de origen. La única opción para
permanecer relativamente cerca era el servicio en el ejército, contra otros indígenas o contra otros
sectores sociales.
De hecho, como destaca Walter Delrio33, la Ley 215 de 1867 contemplaba cierta política respecto de
las agrupaciones indígenas que quedarían en medio de la avanzada colonizadora; la Ley 947 de 1878 y
las que le siguieron ya no mencionan la existencia de indígenas.
La llamada “cuestión indígena” entre 1878 y 1885 se centralizó en el problema militar y social que
representaban los prisioneros de guerra, no en una política general. Apenas cumplida la primera parte
de la invasión, como lo expresó el Ministro de Guerra Carlos Pellegrini ante el Congreso Nacional,
“(…) el fondo de la cuestión no es sobre cuanto ha de costar este proyecto, sino sobre qué se
va a hacer con estas tribus de indios, que vienen á someterse voluntariamente. (...) Creo que
34
ningún señor diputado pedirá que se les mate!” .
Pero, me interesa plantear aquí la hipótesis de que durante la primera administración de Roca, el
reparto de indígenas prisioneros iba más allá de una consideración economicista acerca de la forma de
amortizar la acción militar, para tratarse de una acción de carácter propiamente político dirigida a
exhibir el poder del estado sobre los cuerpos en toda su magnitud. El traslado de los indios prisioneros
constituyó no sólo una medida de disciplinamiento concreto sobre ellos mismos, sino una
manifestación del nuevo orden de cosas ante la sociedad no-indígena y especialmente ante los
indígenas que quedaron en el sur o en el norte del país, que no sin resistencia35 veían partir a
contingentes de los suyos con destino desconocido.
33
Walter Delrio, Memorias de expropiación.Sometimiento e incorporación indígena en la Patagonia, 1872-1943. Ed. de la
Universidad Nacional de Quilmes, 2005.
34
Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso Nacional, sesión del 24/8/1885.
35
Walter Delrio 2005, op. cit.; Walter Delrio 2001, op. cit.
184
El diario La Nación, en la misma edición que estuvimos analizando, del 16 de noviembre de 1878,
reproducía un intercambio telegráfico en el que el ministro Roca felicitaba al coronel Villegas por
haber “tomado” a Pincén36. En su telegrama, Roca instaba a su subordinado: “No demore a sus
prisioneros”. En su respuesta, Villegas explicaba:
“Pronto le enviaré a Pincén, pues si se lo demoro, es porque creo útil tenerlo aquí por unos días”.
36
Aquel de quien Alsina afirmaba que sólo se rendiría cuando se apoderaran de sus familias (ver nota 31).
185
En la misma línea, un telegrama del general Roca, desde Trenque Lauquen, al Comandante Freire,
definía:
“Es necesario hacer un escarmiento con todos los indios prisioneros y no quiero que queden
de ellos por allá. Tan luego como desocupe los que tiene, mándemelos para transportarlos
lejos de la frontera” 37.
La referencia a “desocupar los que tiene” el Comandante Fraga en Guaminí, sugiere que estos
indígenas, como los de Pincén, eran ocupados en tareas útiles al ejército. Es sabido que la demanda de
individuos indígenas para cubrir plazas del ejército iba en aumento, por la deserción imparable de los
soldados38. Por lo tanto, el envío de los indígenas a Buenos Aires para ser repartidos priorizaba,
además de las entendibles deseos de propaganda, las consideraciones “disciplinarias” –y la
desestructuración de las comunidades como estrategia política- por sobre las aludidas razones
económicas.
De hecho, la lectura de fuentes de origen militar sugiere que la toma de prisioneros de “chusma” –y
sus propiedades- parecía ser en muchos casos el principal objetivo, a contramano de la representación
pública de la empresa. Valga un ejemplo, tomado del parte del subjefe de brigada Miguel E. Vidal a su
superior, el 27 de marzo de 1881:
“A las dos de la mañana recibí orden del Gefe de la Brigada coronel Lorenzo Wintter, de (...)
buscar el paraje Quemequemetreo donde debía existir la toldería del capitanejo Movfinqueo;
(...) en este orden ataqué las tolderías haciéndoles una persecusión a los que huían (...),
donde hice alto por serme imposible continuar más adelante por el mal estado de la
caballada, (...) habiendo dado por resultado la toma de veinte y ocho de chusma, diez y siete
muertos, trescientas y tantas cabezas de ganado vacuno, quinientos y pico entre caballos y
yeguas y (...) mil trescientas ovejas, que quedaron en mi poder; (...) la toldería se había
concluido”39.
37
Cit. en Mases 2002, op. cit.
38
En las Memorias de Ignacio Fotheringham hallamos al estallar la guerra civil en 1880, que uno de estos batallones, el 7º de
línea con asiento en Trenque Lauquen, fue llamado con urgencia por el gobierno nacional, incorporando por el camino al
Cuerpo de “Ranquelinos” que el teniente Fraga comandaba en Junín. A la “compañía” de Fraga, en efecto, le tocó ir
“adelante” en la entrada de las fuerzas nacionales sobre la Ciudad de Buenos Aires por el puente de Barracas. Luego
Fotheringham dirá: “Los dos batallones que más odio inspiraban a los provinciales [bonaerenses/porteños] eran el 7º y el 8º”.
Los mismos oficiales que debían comandar estos cuerpos ironizaban sobre el hacer la guerra a Tejedor con “boleadoras de
carne” o “lanzas de caña” (Fotheringham 1970 [1908], op. cit., p. 485).
Posteriormente, a juzgar por sus memorias, Fotheringham se llevó con él al 7º regimiento, incluyendo a los sobrevivientes del
cuerpo comandado por Fraga, a hacer la Campaña del Chaco –algunos por su edad quedaron “retirados” en un poblado
militar en Casornolik, Formosa.
39
Cit. en Villegas 1977 [1881], op. cit., p. 106.
186
40
En algunos casos, la chusma era tomada “en calidad de rehenes” , aunque por lo general pareció
obedecer al propósito de vaciar el territorio. Por ejemplo, del diario de operaciones del teniente
coronel Juan Díaz en Pulmary:
“A la madrugada se tomó una china que volvía a los toldos. Los tenientes Sontag y Canaveri
salen en persecución de la chusma. Regresó el primero, mas el segundo continuó la
persecución a pie (...)” 41.
Pese a la incipiente crítica y demanda de cambio, podemos decir que los lugares de repartimiento de
los miles de indios sometidos –mediados por las largas y durísimas travesías desde la frontera, donde
muchos encontraban la muerte- se convirtieron en el sitio donde se consumó el genocidio. Esto era
confirmado por algunos observadores horrorizados como el gobernador Alvaro Barros, por lo que se
lee como un “exceso” aun en el contexto de la guerra.
En Martín García y a lo largo del Río Negro se crearon campos de concentración de prisioneros
indígenas, previos a su traslado. Walter Delrio recupera a partir del testimonio de John D. Evans la
descripción de uno de estos asentamientos en Valcheta, sus hambrunas, sus cercos perimetrales y su
férrea vigilancia. En los primeros años de la década de 1880 existió la iniciativa -realizada a medias-
de trasladar a todos los indígenas de la región a un único campo en Valcheta. En 1889 se cortan los
fondos monetarios destinados a estos establecimientos, además de pasar de la jurisdicción del
Ministerio de Guerra a la del Interior. Delrio describe también la puja entre misioneros y agentes
estatales de que era objeto la población indígena asentada en dichos campos y en instalaciones
religiosas como la de Chichinales42.
La gente de Sayhueque, Inacayal, Foyel y Chiquichano fue concentrada en torno al fuerte levantado a
orillas del Chimehuin, cerca de Junín de los Andes, previamente a su traslado a pie hasta Carmen de
Patagones.
Los campos de concentración de indígenas podrían haber constituido un espacio donde se exhibieran
las técnicas y tópicos de la sociedad disciplinaria. Sin embargo, exceptuando a los registros de los
salesianos, no tenemos conocimiento de las prácticas exhaustivas de individualización, registro y
documentación que eran comunes en otras instituciones estatales tales como comisarías, prisiones,
regimientos. Esto sugiere que estos campos pretendían hallarse en los márgenes de lo social, ya que el
destino previsto para su población era su desaparición.
En casos como éste el silencio –la falta de información sobre el destino de los individuos- es parte de
la política de disciplinamiento, aumentando la vulnerabilidad e indefensión del sector victimizado para
favorecer en cambio la percepción del poder omnímodo del estado.
40
Ministerio de Guerra y Marina, Campaña de los Andes al Sur de la Patagonia. Año 1883. Partes detallados y diario de la
expedición; reeditado por EUDEBA, Bs As., 1978; p. 183.
41
Ministerio de Guerra y Marina 1978 [1883] op. cit., p. 431.
42
Walter Delrio 2005, op. cit., y 2001, op. cit.
187
La centralidad de Martín García en la ruta del repartimiento es un dato que surge de las fuentes
literarias, parlamentarias y periodísticas de la época. El asilo en Martín García era el paso previo a la
redistribución definitiva de los prisioneros, aunque a veces se constituía en su destino final,
especialmente para los ancianos y enfermos que no eran requeridos para el trabajo.
“Hicimos como doscientos cuarenta bautismos de infieles (enfermos, criaturas, gente vieja).
Murieron ya cincuenta y seis de estos neófitos y morirán otros pronto”43.
Otro género documental confirma la masividad de los envíos de prisioneros a Martín García. Se trata
de los antiguos planos de la isla que, como el que elaborara el “Ingeniero Director de los Lazaretos
Nacionales sr. Miguel Decker” en 1887, documentan el establecimiento de una “Toldería” en el centro
de Martín García, regenteada por el destacamento militar en la isla, a partir de 1879.
A juzgar por el plano, la superficie asignada a la “Toldería” representaba una proporción considerable
del terreno, a la que, en sintonía con la biopolítica de fin de siglo, flanquearon a partir de 1886 el
Lazareto y el Crematorio. En 1879, además, se instaló en la costa sudeste de la isla, sobre el llamado
Canal del Infierno y parcialmente bajo la actual pista de aviación, el primer “Cementerio indígena”,
que funcionó hasta 1886, cuando una inundación lo destruyó, y se fundó otro en 1887. En 1889
además de picar adoquines, los “indios presos” levantaron la capilla Nuestra Sra del Carmen, al lado
del teatro Urquiza44.
43
Santiago Copello, Gestiones del arzobispo Aneiros a favor de los indios hasta la conquista del Desierto. Ed. Difusión,
Buenos Aires, 1944.
44
Plano del Mayor Malarín y el Ingeniero Decker, julio de 1887.
188
189
Para fines de 1879 la cantidad de “alojados” en Martín García era tan grande que la ciudad de Buenos
Aires debió recurrir a los cuarteles de Palermo y Retiro45 y al corralón municipal del Once. En sentido
contrario, Norma Sosa46 argumenta que fue la presión del vecindario porteño “horrorizado” por los
cortejos harapientos la que decidió el traslado a Martín García de quienes en primera instancia habrían
sido destinados al Retiro.
La biopolítica del estado roquista se concentró en la disposición de los cuerpos de los indígenas
sometidos sin descuidar la regulación de su capacidad reproductiva: incluyendo la separación de
mujeres y varones y la apropiación de los niños. Estas acciones apuntaron a lo que hoy ya no puede
desconocerse como un plan genocida sistemático. La ausencia de registros sobre los derroteros
individuales, sumada al reemplazo de los nombres nativos, el arrebato de los menores y su “adopción”
–en variadas condiciones- por las familias criollas apropiadoras, los permanentes traslados y otras
prácticas que dieron en dificultar el reconocimiento y la memoria colectiva, terminan de definir el
carácter de “poder desaparecedor” asumido por el estado y sus agentes durante el período de
“organización nacional”.
Es justamente en este marco, es decir, cuando la diáspora y la desaparición son procesos en pleno
curso, que debe ponderarse la emergencia esporádica de proyectos que se presentan como tendientes a
la “integración” del indígena –vale decir, su recuperación para la inserción subordinada- en la sociedad
nacional, que serán la base de lo que se llamará luego “política indígena” o “indigenista”.
Decimos entonces que se trata de un genocidio porque se cumple con la definición de la ONU
anteriormente citada, en todas sus partes.
45
En Retiro se alojaba el Regimiento 8º, donde se concentraba parte de la chusma para ser repartida. Los varones pasaban a
servir en el mismo regimiento. También se encontraba el Regimiento 1 de Artillería, que alojó a Orkeke y su gente después
de Apeleg.
46
Norma Sosa op. cit., p. 181.
47
Walther Juan Carlos, La conquista del desierto: años 1527-1885,. Círculo Militar, Biblioteca del Oficial, Buenos Aires,
1947.
190
Afirmar el genocidio no significa tampoco negar el mestizaje, sino reconocer en el mismo la cuota que
lo hace partícipe como herramienta del genocidio, en la medida que se constituye como violencia de
género48.
48
Ver Susana Rotker, Cautivas. Olvidos y memoria en la Argentina, ed. Ariel, Buenos Aires, 1999, y Norma Sosa, 2001, op.
cit.
49
Michel Foucault, La Voluntad de Saber, 1978.
50
Por ej. Enrique Mases, 2002, op. cit., p. 86.
51
Michel Foucault, Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Siglo XXI ed., México, 1988 [1976]
191
192
Nicolás Avellaneda y Julio A. Roca, “canonizados” en los vitrales de la Catedral de Bariloche,
193
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Ricardo Antunes*
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El siglo XX y la era de la degradación del trabajo
en la sociedad del automóvil
El siglo XX, ya ido, puede ser señalado como el siglo del automóvil. Se
trataba de una producción cronometrada, con ritmo controlado, pro-
ducción homogénea, que buscaba que, como dijo Ford, la opción del
consumidor fuese escoger entre un auto Ford, color negro, modelo T u
otro auto Ford, color negro, modelo T. La línea de montaje, concebida
en ritmo seriado, rígido y parcelado, generó una producción en masa,
que objetivaba la ampliación del consumo también en masa, por ope-
rarios cuyos salarios también fueron incrementados.
Esta materialidad productiva que se desparramó hacia el mun-
do industrial y de servicios (hasta McDonald’s nació bajo este signo)
tuvo como corolario la genial descripción de Chaplin: la degradación
del trabajo unilateral, estandarizado, parcelado, fetichizado, cosificado
y maquinal. Animalizado (el “gorila amaestrado” del que hablaba Ta-
ylor), masificado, sufriendo hasta el mismo control de su sexualidad
por el emprendimiento taylorista y fordista.
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El mundo del trabajo en América Latina Ricardo Antunes
Aunque el trabajo era reglamentado y contratado, su degradación etcétera. Se verifica la expansión de aquello que Juan Castillo bautizó
en la sociedad taylorizada y fordizada estaba estampada en la meca- como “liofilización organizacional”: un proceso en el cual las sustan-
nización, precarización, manualización, desantropomorfización y, en cias vivas son eliminadas, puesto que el trabajo vivo es crecientemente
el límite, alienación. sustituido por el trabajo muerto (Castillo, 1996).
Este fue el cuadro dominante hasta el inicio de los años setenta, En esta nueva empresa liofilizada, es necesario un nuevo tipo
cuando ocurrió la crisis estructural del sistema productivo que, de de trabajo, un nuevo tipo de lo que antes se llamaba trabajadores y
cierto modo, se prolonga hasta los días de hoy, visto que el vasto y glo- actualmente los capitales denominan, místicamente, colaboradores.
bal proceso de reestructuración productiva todavía no cerró su ciclo. ¿Cuáles son los contornos de este nuevo tipo de trabajo?
Pues bien, con todos estos cambios se mostró que la empresa ta- Éste debe ser más polivalente, multifuncional, lo que es distinto
ylorista y fordista ya había cumplido su trayectoria. Se trataba, enton- del trabajo que se desarrollaba en la empresa taylorista y fordista. El
ces, de implementar nuevos mecanismos y formas de acumulación, trabajo que cada vez más buscan las empresas, ya no es aquel que se
capaces de ofrecer respuestas al cuadro crítico que se diseñaba, es- basaba en la especialización taylorista y fordista, sino el que floreció
pecialmente a partir de la eclosión de las luchas sociales de 1968, en en la fase de desespecialización multifuncional, del trabajo multifun-
Francia, o del “Octubre caliente” de Italia de 1969, las cuales objetiva- cional, que en verdad expresa la enorme intensificación de los ritmos,
ron el control social de la producción. tiempos y procesos del trabajo. Y esto ocurre tanto en el mundo indus-
Fueron varias las experiencias ensayadas por el capital en su pro- trial como en el de los servicios, por no hablar de los agronegocios,
ceso de reestructuración: en Kalmar (Suecia); en el norte de Italia, con que soterran la tradicional división entre los sectores agrícola, indus-
la llamada “Tercera Italia”; en California (Estados Unidos); en el Rei- trial y de servicios.
no Unido; en Alemania y en otros diversos países y regiones, siendo Además de operar por medio de varias máquinas, en el mundo
el experimento toyotista de Japón el más expresivo de todos. Para los del trabajo hoy presenciamos también la ampliación del trabajo inma-
capitales se trataba, por consiguiente, de garantizar la acumulación terial, realizado en las esferas de la comunicación, la publicidad y el
de modo cada vez más flexible. De allí la gesta de la llamada empresa marketing, propias de la sociedad de los logos, de las marcas, de lo sim-
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flexible o liofilizada. bólico, de lo que involucra y de lo superfluo, de lo informacional. Es lo
Esta transformación estructural tuvo fuerte impulso después de que el discurso empresarial llama sociedad del conocimiento, presente
las victorias del neoliberalismo, cuando un nuevo recetario, un nuevo en la identificación de Nike, en la concepción de un nuevo software de
diseño ideopolítico se presentó como alternativa de dominación en Microsoft, en el modelo nuevo de Benetton, que resultan de la labor
sustitución al welfare state. Se comenzaba a expandir otra pragmáti- inmaterial que, articulada e injerta en el trabajo material, expresan las
ca que se articuló íntimamente con la reestructuración productiva en formas contemporáneas del valor (Antunes, 2003 y 2005a).
curso a escala global. Los servicios públicos, como los de salud, energía, educación, te-
lecomunicaciones, jubilación, etcétera, también sufrieron, como no
La ingeniería de la liofilización en el podía ser de otra manera, un notable proceso de reestructuración y se
microcosmos de la producción subordinaron a la máxima de la mercantilización que viene afectando
Esta reestructuración productiva se fundamentó en lo que el ideario fuertemente a los trabajadores del sector estatal y público.
dominante denominó como lean production, esto es, la empresa des- El resultado parece evidente: se intensifican las formas de extrac-
grasada, la empresa moderna, la empresa que constriñe, restringe, cohí- ción de trabajo, se amplían las tercerizaciones, las nociones de espa-
be, limita el trabajo vivo, ampliando la maquinaria tecnocientífica que cio y de tiempo también fueron metamorfoseadas y todo eso cambia
Marx denominara “trabajo muerto”. Y que rediseñó la planta producti- mucho el modo en que el capital produce las mercancías, sean ellas
va de un modo bastante distinto al del taylorismo-fordismo, reducien- materiales o inmateriales, corpóreas o simbólicas. Donde había una
do enormemente la fuerza de trabajo viva y ampliando intensamente empresa concentrada se la puede sustituir por varias pequeñas unida-
su productividad. Reterritorializando y también desterritorializando el des interligadas por la red, con un número mucho más reducido de
mundo productivo. El espacio y el tiempo se convulsionaron. trabajadores, que producen muchas veces más. Afloran el trabajo de
El resultado está en todas partes: desempleo explosivo, precari- la telemática, el trabajo conectado en red, el trabajo en la casa, etcé-
zación estructural del trabajo, rebajas salariales, pérdida de derechos, tera, con las más distintas formas de precarización (Huws, 2003). Las
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El mundo del trabajo en América Latina Ricardo Antunes
repercusiones en el plano organizativo, valorativo, subjetivo e ideopo- más intensos parecen pasar a ser los niveles de degradación del trabajo
lítico del mundo del trabajo son por demás evidentes. (ahora, en el sentido de la pérdida de lazos y de la erosión de los regla-
El trabajo estable se torna, entonces, (casi) virtual. Estamos vi- mentos y convenios) para una parcela enorme de trabajadores/as.
viendo, por lo tanto, la erosión del trabajo contratado y reglamentado En la cúspide tenemos trabajos ultracalificados que actúan en el
dominante en el siglo XX y vemos su sustitución por las tercerizacio- ámbito informacional; en la base avanzan la precarización y el desem-
nes, por gran parte de las flexibilizaciones, por las formas de trabajo pleo, ambos estructurales. En el medio, la hibridez: el ultracalificado
part-time, por las diversas formas de emprendedorismo, cooperativis- hoy puede estar desempleado o precarizado mañana. Ambos están en
mo, trabajo voluntario, tercer sector, etcétera, de aquello que Luciano expansión en el mundo del capital global.
Vasapollo denominó “trabajo atípico” (Vasapollo, 2005). Y, al apropiarse de la dimensión cognitiva del trabajo, al apode-
El ejemplo de las cooperativas tal vez sea todavía más elocuen- rarse de su dimensión intelectual –rasgo crucial del capitalismo de
te, dado que originalmente ellas nacieron como instrumento de lucha nuestros días– los capitales amplían las formas y los mecanismos aún
obrera contra el desempleo y el despotismo del trabajo. Hoy, por el “más coactivos, renovando las formas primitivas de violencia, toda
contrario, los capitales vienen creando falsas cooperativas, como for- vez que –paradójicamente, como dice Alberto Bialakowsky– al mismo
ma de precarizar todavía más los derechos del trabajo. Las cooperati- tiempo las empresas necesitan cada vez más de la cooperación o el
vas patronales tienen, pues, un sentido opuesto al proyecto original de ‘envolvimiento’ subjetivo y social del trabajador” (Bialakowsky et al.,
las cooperativas de trabajadores, puesto que son verdaderos empren- 2003). Por lo tanto, en lugar del fin o la reducción de la relevancia de
dimientos para destruir derechos y aumentar aún más las condiciones la teoría del valor-trabajo, hay una cualitativa alteración y ampliación
de precarización de la clase trabajadora. Similar es el caso del em- de las formas y mecanismos de extracción del trabajo.
prendedorismo, que cada vez más se configura como una forma oculta Es sintomático también el eslogan adoptado por Toyota en su
de trabajo asalariado y que permite la proliferación, en el escenario unidad de Takaoka: “Yoi kangae, yoi shina” (Buenos pensamientos sig-
abierto por el neoliberalismo y por la reestructuración productiva, de nifican buenos productos), fijado en la bandera que flamea a la entrada
las distintas formas de flexibilización salarial, de horario, funcional u (Bremner y Dawson, 2003). Pero es bueno recordar que estos pro-
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organizativa. yectos de involucramiento, flexibilización, etcétera, terminan también
En este marco de precarización estructural del trabajo es que los por encontrar resistencia entre los trabajadores, según se vio en la
capitales globales están exigiendo a los gobiernos nacionales el des- protesta de 1.300 trabajadores del sistema de autocontratación (Japan
monte de la legislación social protectora del trabajo. Y flexibilizar di- Press Weekly, 21 de febrero de 2004: 13).
cha legislación significa aumentar aún más los mecanismos de extrac- No es casualidad tampoco que Manpower –símbolo de empleo
ción de plustrabajo, ampliar las formas de precarización y destrucción en los Estados Unidos– diga que “construye asociaciones con clientes
de los derechos sociales que fueron arduamente conquistados por la en más de 60 países […] más de 400 mil clientes de los más diver-
clase trabajadora desde el inicio de la Revolución Industrial en Ingla- sos segmentos, como comercio, industria, servicios y promoción. […]
terra, y especialmente post-1930 (tomando el caso brasileño). Y todo Manpower está preparada para atender a sus clientes con servicios de
eso en plena era del avance tecnocientífico, con el desmoronamiento alto valor agregado, como contratación y administración de emplea-
de tantas (infundadas) esperanzas optimistas pues, en pleno avance dos temporarios; reclutamiento y selección de profesionales efectivos
informacional, se amplía el mundo de la informalidad. para todas las áreas; programas de trainees y de grado; proyectos de
tercerización y servicios de contact center; administración de R.H.
La era de la informatización y la época (R.H. Total) y contratación de profesionales con alto grado de especia-
de la informalización del trabajo lización (División Manpower Profesional)” (Manpower Brasil, <www.
Hay, entonces, otra contradicción que se evidencia cuando se mira ha- manpower.com.br>; énfasis propio).
cia la (des)sociabilidad contemporánea en el mundo del capital mun- Se tiene entonces, como resultante, que el predominio de la razón
dializado y financiarizado: cuanto mayor es la incidencia del ideario instrumental asume la forma de una enorme irracionalidad societal,
pragmático de la llamada empresa moderna, cuanto más racionalizado lo cual plantea un desafío fundamental y candente: la deconstrucción
es su modus operandi, cuanto más se empeñan en la implantación de de ese ideario y de esa pragmática es la condición para que la huma-
las competencias, de la cualificación, de la gestión del conocimiento, nidad y, por lo tanto, también el trabajo, puedan ser verdaderamente
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El mundo del trabajo en América Latina Ricardo Antunes
dotados de sentido, y puedan frenar el destructivo proceso de desan- volvimiento– presenta un contingente proletario industrial que sufrió
tropomorfización del trabajo en curso desde el inicio de la Revolución reducciones en consonancia con el avance tecnocientífico en curso.
Industrial. Según Jeremy Rifkin, entre 1995-2002 China perdió más de 15 millo-
La constatación es fuerte: en plena era de la informatización del nes de trabajadores industriales (Rifkin, 2004). No es otro el motivo
trabajo, del mundo maquinal y digital, estamos conociendo la época por el cual el Partido Comunista chino y su gobierno se alarman ante
de la informalización del trabajo, de los tercerizados, precarizados, el salto de las protestas sociales, decuplicadas en los últimos años, cer-
subcontratados, flexibilizados trabajadores de tiempo parcial, del canas a las 80 mil manifestaciones en el año 2005. Procesos similares
subproletariado. ocurren también en la India y en tantas otras partes del mundo, como
Si en el pasado reciente de Brasil solo marginalmente la clase así también en nuestra América Latina.
trabajadora padecía niveles de informalidad, hoy más del 50% se en- Se reduce el trabajo taylorista-fordista de la era del automóvil,
cuentra en esa condición (entendida la informalidad en sentido am- pero se amplía el universo de la clase-que-vive-del-trabajo, lo que nos
plio): desprovista de derechos, fuera de la red de protección social y remite a las formas contemporáneas del valor.
sin cartera de trabajo. Mayor desempleo, precarización exacerbada,
rebajamiento salarial acentuado, pérdida creciente de derechos. Este La ampliación del trabajo intelectual abstracto
es el diseño más frecuente de nuestra clase trabajadora, lo que antici- y las nuevas formas del valor (las interconexiones
pa un siglo XXI con alta temperatura también en las confrontaciones entre trabajo material y trabajo inmaterial)
entre las fuerzas sociales del trabajo social y la totalidad del capital Con la conversión del trabajo vivo y el trabajo muerto a partir del mo-
social global. mento en que, por el desarrollo de los softwares, la máquina infor-
macional pasa a desempeñar actividades propias de la inteligencia
El siglo XXI: entre la perennidad y la humana, se puede presenciar lo que Lojkine (1995) sugestivamente
superfluidad del trabajo denominó “objetivación de las actividades cerebrales en la maquina-
Otro movimiento pendular alcanza a la clase trabajadora: por un lado, ria”: transferencia del saber intelectual y cognitivo de la clase trabaja-
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cada vez menos hombres y mujeres trabajan mucho, a un ritmo e in- dora hacia la maquinaria informatizada, que se convierte en lenguaje
tensidad semejantes a la fase pretérita del capitalismo, durante la gé- de la máquina informacional a través de las computadoras, con lo
nesis de la Revolución Industrial, lo cual configura una reducción del cual se acentúa la transformación del trabajo vivo en trabajo muerto.
trabajo estable heredado de la fase industrial que conformó el capita- Se profundiza entonces la creciente imbricación entre trabajo
lismo del siglo XX. material e inmaterial, toda vez que se observa, en el mundo contem-
Dado que, sin embargo, los capitales no pueden eliminar comple- poráneo, además de la monumental precarización del trabajo antes
tamente el trabajo vivo, logran reducirlo en varias áreas mientras lo referida, una significativa expansión del trabajo dotado de mayor di-
amplían en otras, como se ve simultáneamente con la creciente apro- mensión intelectual, que se da en las actividades industriales más in-
piación de la dimensión cognitiva del trabajo y la paralela ampliación formatizadas así como en las esferas de los sectores de servicios o las
del trabajo descalificado y precarizado. Aquí encontramos, pues, el comunicaciones, entre tantas otras.
rasgo de perennidad del trabajo. Así, el trabajo inmaterial manifiesta la vigencia en la esfera in-
En el otro extremo del péndulo, cada vez más hombres y mujeres formacional de la forma-mercancía: él es expresión del contenido in-
encuentran menos trabajo y se desparraman por el mundo en busca formacional de la mercancía, y denota las mutaciones del trabajo en
de cualquier labor, configurando entonces una creciente tendencia a el seno de las grandes empresas y del sector de servicios, donde el
la precarización del trabajo a escala global que va de los Estados Uni- trabajo manual directo está siendo sustituido por un trabajo dotado
dos al Japón, de Alemania a México, de Inglaterra a Brasil, y que tie- de mayor dimensión intelectual. Trabajo material e inmaterial, en la
ne en la ampliación del desempleo estructural su manifestación más imbricación creciente que existe entre ambos, se encuentran por lo
virulenta. Por ejemplo, China, país que crece a un ritmo perturbador, tanto centralmente subordinados a la lógica de producción de mer-
dadas las muchas peculiaridades de su proceso de industrialización cancías y de capital.
hipertardía –que combina fuerza de trabajo sobrante e hiperexplotada Coincidimos plenamente con Jean Marie Vincent cuando afirma
con maquinaria industrial-informacional en ágil y explosivo desen- que “la propia forma valor del trabajo se metamorfosea. Ella asume
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El mundo del trabajo en América Latina Ricardo Antunes
crecientemente la forma valor del trabajo intelectual-abstracto. La Esta última no se convierte en desmedida, incluso porque no
fuerza de trabajo intelectual producida dentro y fuera de la produc- siendo única, y ni siquiera dominante –aquí aflora otro rasgo ex-
ción es absorbida como mercadería por el capital que la incorpora plosivamente eurocéntrico de tales tesis–, el trabajo inmaterial se
para dar nuevas cualidades al trabajo muerto. […] La producción ma- convierte en trabajo intelectual abstracto, que injerta crecientes coágu-
terial y la producción de servicios necesitan crecientemente de inno- los de trabajo inmaterial en la lógica prevaleciente de la acumulación
vaciones, tornándose por esto cada vez más subordinadas a una pro- material, de modo que la medida del valor sigue siendo dada por el
ducción creciente de conocimiento que se convierte en mercaderías y tiempo social medio de un trabajo cada vez más complejo, asimilán-
capital” (Vincent, 1993). dose a la nueva fase de producción de valor en las nuevas formas de
La nueva fase del capital en la era de la empresa desgrasada re- tiempo (cada vez más virtual) y de espacio. Por lo tanto, la creciente
transfiere el savoir faire hacia el trabajo, pero lo hace apropiándose imbricación entre trabajo material e inmaterial configura no tanto
crecientemente de su dimensión intelectual, de sus capacidades cog- una desactualización de la ley del valor sino más bien una adición
nitivas, intentando incluir más fuerte e intensamente la subjetividad fundamental para comprender los nuevos mecanismos de la teoría
existente en el mundo del trabajo. Pero el proceso no se limita a esta del valor hoy, en un contexto en que este movimiento sigue la lógica
dimensión: parte del saber intelectual es transferido hacia las máquinas de la financiarización.
informatizadas que se tornan más inteligentes al reproducirlo; aunque, Ya citamos antes el ejemplo de Manpower, una transnacional que
como la máquina no puede eliminar cabalmente el trabajo humano, terceriza fuerza de trabajo en el ámbito mundial. También vimos que
se requiere de una mayor interacción entre la subjetividad que trabaja lo que para muchos resulta intangible es claramente contabilizado
y la nueva máquina inteligente. En este proceso, el involucramiento por Toyota. Finalmente, es preciso destacar que la inmaterialidad es
interactivo aumenta aún más el extrañamiento y la alienación del tra- una tendencia, en tanto que la materialidad es todavía largamente pre-
bajo, con lo cual se amplían las formas modernas de la reificación y se valeciente, en especial si se mira al capitalismo a escala global, mun-
distancia todavía más la subjetividad, en lo que Nicolas Tertulian –en dializado, diseñado por la (nueva) división internacional del trabajo
el sentido de Lukács maduro– denominó, sugestivamente, el ejercicio en la que, vale recordar una vez más, dos tercios de las personas que
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de una “subjetividad auténtica y autodeterminada” (Tertulian, 1993). trabajan se encuentran en los países del Sur.
Por lo tanto, en lugar de la sustitución del trabajo por la ciencia o La explosión china en la última década (para no hablar de la In-
aun de la sustitución de la producción de valores por la esfera comu- dia), enraizada en una enorme fuerza de trabajo sobrante, en la incor-
nicacional, de la sustitución de la producción por la información, lo poración de tecnología informacional y en la estructuración en red
que se puede ver en el mundo contemporáneo es una mayor interre- de las transnacionales, articulado todo con un control socio-técnico
lación, una mayor interpenetración entre las actividades productivas y de los trabajadores, viene permitiendo una explotación desmesurada
las improductivas, entre las actividades fabriles y de servicios, entre de la fuerza de trabajo y, consecuentemente, una expansión monu-
las actividades laborales prácticas y las actividades de concepción, mental del valor que invalida (empírica y teóricamente) la teoría de
que se expanden en el contexto de la reestructuración productiva del la irrelevancia del trabajo vivo en la producción de valor. Además, los
capital. Lo que remite al desarrollo de una concepción ampliada para ejemplos de China e India evidencian la fragilidad de las tesis que de-
comprender la forma de ser del trabajo en el capitalismo contemporá- fienden la preeminencia de la inmaterialidad del trabajo como forma
neo, y no a su negación. de superación o inadecuación de la ley del valor.
Es así como parecen equivocadas las tesis que postulan la preva- Del trabajo intensificado de Japón al trabajo contingente presente
lencia del trabajo inmaterial hoy (con la consecuente descalificación en los Estados Unidos, de los inmigrantes que llegan a un Occidente
del valor). Por nuestra parte, creemos, al contrario, que las formas del avanzado al submundo del trabajo en el polo asiático, de las maqui-
trabajo inmaterial expresan las distintas modalidades del trabajo vivo ladoras en México a los precarizados de toda Europa Occidental, de
necesarias para el incremento contemporáneo del valor. En la fase la- Nike a los McDonald’s, de General Motors a Ford y Toyota, de las tra-
boral práctica, en que el saber científico y el saber práctico se mezclan bajadoras de los call centers a los trabajadores de Wall Mart, se pueden
todavía más directamente, la potencia creadora del trabajo vivo asume constatar distintas modalidades de trabajo vivo, en la cúspide o en la
tanto la forma –aún dominante– del trabajo material como la modali- base, pero todas de algún modo necesarias para la expansión de las
dad tendencial del trabajo inmaterial (Antunes, 2005a y 2005b). nuevas formas de agregación del valor.
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El mundo del trabajo en América Latina Ricardo Antunes
Sociedad postindustrial o interpenetración Con el enorme incremento del nuevo proletariado informal, del
de los sectores en la era de la financiarización subproletariado fabril y de servicios, nuevos puestos de trabajo son
Hemos visto que una reestructuración productiva global en práctica- tomados por los inmigrantes como los gastarbeiters en Alemania, el
mente todo el universo industrial y de servicios –consecuencia de la lavoro nero en Italia, los chicanos en Estados Unidos, los inmigrantes
nueva división internacional del trabajo– exigió mutaciones tanto en del Este europeo (polacos, húngaros, rumanos, albaneses, entre otros)
el plano de la organización socio-técnica de la producción y del con- en Europa Occidental, los dekaseguis en Japón, los bolivianos en Bra-
trol del trabajo como en los procesos de reterritorialización y deste- sil, los brasiguayos en Paraguay, etcétera. Vale recordar que la explo-
rritorialización de la producción, entre otras muchas consecuencias. sión de la periferia parisiense a fines del 2005 mostró elocuentemente
Todo eso en un período marcado por la mundialización y la finan- las conexiones entre trabajo, no trabajo, precarización, inmigración,
ciarización de los capitales, lo que torna obsoleto el intento de tratar generación, etcétera.
independientemente los tres sectores tradicionales de la economía En lo que concierne al trabajo generacional, los jóvenes y los vie-
(industria, agricultura y servicios), dada la enorme interpenetración jos son excluidos del mercado del trabajo: los primeros acaban mu-
entre esas actividades, como ejemplifican la agroindustria, la industria chas veces engrosando las filas de los desempleados y al llegar a la
de servicios y los servicios industriales. Cabe aquí señalar (incluso por edad de 35-40 años difícilmente tengan la posibilidad de acceder a un
las consecuencias políticas que se derivan de tal idea) que reconocer nuevo empleo.
la interdependencia sectorial es muy diferente a hablar de sociedad Paralelamente, en las últimas décadas hubo una importante in-
postindustrial, concepción cargada de significación política. clusión de los niños en el mercado del trabajo, particularmente en
los países de industrialización intermedia y subordinada, como en los
Las múltiples transversalidades del trabajo: asiáticos y latinoamericanos, pero alcanza también a numerosos paí-
género, generación y etnia ses centrales. Aunque esta tendencia muestra importantes síntomas
El mundo del trabajo vive un aumento significativo del contingente de declinación, es aún muy significativa (e incluso inconmensurable)
femenino, que llega a ser más del 40%, o incluso más del 50% de en países como China, India, Brasil, por ejemplo.
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la fuerza de trabajo en diferentes países avanzados, y que ha sido De este modo, son ricos los clivajes y las transversalidades exis-
absorbido por el capital preferentemente en el universo del trabajo tentes hoy entre los trabajadores estables y precarios, hombres y mu-
part-time, precarizado y desreglamentado. En el Reino Unido, por jeres, jóvenes y viejos, nacionales e inmigrantes, blancos, negros, in-
ejemplo, el contingente femenino superó al masculino en la com- dios, calificados y descalificados, incluidos y excluidos, entre tantos
posición de la fuerza de trabajo (en el año 1998). Se sabe que esta otros ejemplos que configuran lo que venimos denominando como la
expansión del trabajo femenino tiene, sin embargo, un signo inverso nueva morfología del trabajo. Lo que nos lleva a la tesis siguiente.
cuando se trata de la temática salarial y de los derechos, pues la des-
igualdad salarial de las mujeres respecto de los varones contradice Diseñando la nueva morfología del trabajo
su creciente participación en el mercado del trabajo. Su porcentual A diferencia de las tesis que abogan el fin del trabajo, creo que el desa-
de remuneración es mucho menor al obtenido por el trabajo mascu- fío que enfrentamos es comprender la nueva polisemia del trabajo, esa
lino. Frecuentemente ocurre lo mismo en lo que hace a los derechos nueva morfología cuyo elemento más visible es el diseño multifacético
y condiciones de trabajo. que resulta de las fuertes transformaciones que atravesaron al mundo
En la división sexual del trabajo operada por el capital dentro del del capital en las últimas décadas.
espacio fabril, generalmente las actividades de concepción o las basa- Nueva morfología que comprende desde el operario industrial y
das en capital intensivo son llevadas a cabo por trabajadores hombres, rural clásicos, en relativo proceso de retracción (desigual, cuando se
mientras que las dotadas de menor cualificación, más elementales y comparan los casos del Norte y los del Sur), hasta los asalariados de
frecuentemente fundadas en trabajo intensivo, son destinadas a las servicios, los nuevos contingentes de hombres y mujeres terceriza-
mujeres trabajadoras (y, muy habitualmente también, a los trabajado- dos, subcontratados, temporarios, que se amplían. Nueva morfología,
res/as inmigrantes y negros/as). Esto sin hablar del trabajo duplicado en la que se puede ver, simultáneamente, la retracción del operario
en el mundo de la producción y la reproducción, ambos imprescindi- industrial de base taylorista-fordista y, por otro lado, la ampliación de
bles para el capital (Pollert, 1996). las nuevas modalidades de trabajo que siguen la lógica de la flexibili-
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El mundo del trabajo en América Latina Ricardo Antunes
dad toyotizada, según ejemplifican las trabajadoras de telemarketing las majestuosas manifestaciones de los estudiantes y trabajadores en
y call center, los motoqueros que mueren en las calles y avenidas, los lucha contra el Contrato del Primer Empleo a comienzos de 2006, son
digitalizadores que trabajan (y se lesionan) en los bancos, los asala- también experimentos seminales, poblados de significados.
riados del fast food, los trabajadores jóvenes de los hipermercados, Esta nueva morfología del trabajo no podría dejar de afectar a los
etcétera. Estos contingentes son parte constitutiva de las fuerzas so- organismos de representación de los trabajadores, de ahí la enorme
ciales del trabajo que Ursula Huws denominó como “cybertariat, el crisis de los partidos y sindicatos. Que muchos analistas de esta cri-
nuevo proletariado de la era de la cibernética que vive un trabajo sis vieran un carácter terminal para los organismos de clase es otra
(casi) virtual en un mundo (muy) real” (Huws, 2003), glosando el cuestión. Aquí queremos solamente registrar que la nueva morfología
sugestivo título de su libro que discurre sobre las nuevas configura- del trabajo significa también un nuevo diseño de las formas de repre-
ciones del trabajo en la era digital, de la informática y de la telemá- sentación de las fuerzas sociales y políticas del trabajo. Si la industria
tica, nuevos trabajadores y trabajadoras que oscilan entre la enorme taylorista y fordista es más parte del pasado que del presente (al menos
heterogeneidad (de género, etnia, generación, espacio, nacionalidad, tendencialmente), ¿cómo imaginar que un sindicalismo verticalizado
calificación, etcétera) de su forma de ser y el impulso tendiente hacia podría representar este nuevo y compuesto mundo del trabajo? (Bihr,
una fuerte homogeneización que resulta de la condición precarizada 1991). Y más aún: ¿qué es ser un “partido político distinto” –Marx– de
de los distintos trabajos. clase, hoy, cuando muchos siguen arraigados y prisioneros ya sea de la
vieja socialdemocracia que adhirió al neoliberalismo o del vanguardis-
La desjerarquización de los organismos mo típico del siglo XX?
de representación del trabajo Una conclusión se impone, a guisa de hipótesis: hoy debemos re-
Si el impulso a la flexibilización del trabajo es una exigencia de los conocer (e incluso saludar) la desjerarquización de los organismos de
capitales a escala cada vez más global, las respuestas del mundo del clase. La antigua máxima que indicaba que primero venían los parti-
trabajo deben configurarse de maneras crecientemente internaciona- dos, después los sindicatos y, por fin, los demás movimientos sociales,
lizadas, mundializadas, articulando íntimamente las acciones nacio- ya no tiene respaldo en el mundo real ni en sus luchas sociales. Lo
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nales con sus nexos internacionales. Si la era de la mundialización más importante, hoy, es el movimiento social, sindical o partidario,
del capital se realizó de modo aún más intenso en las últimas décadas que aprehende las raíces de nuestras marañas y engranajes sociales y
(Chesnais, 1996a y 1996b), entramos también en la era de la mundiali- percibe aquellas cuestiones que son vitales. Y, para hacerlo, para ser
zación de las luchas sociales, de las fuerzas del trabajo ampliadas por radical, es imprescindible conocer la nueva morfología del trabajo,
las fuerzas del no trabajo expresadas en las masas de desempleados como así también los complejos engranajes del capital.
que se expanden por el mundo (Bernardo, 2004).
En la Argentina, por ejemplo, hemos presenciado nuevas formas Un nuevo sistema de metabolismo social:
de confrontación social, como la explosión del movimiento de tra- autodeterminación y tiempo disponible
bajadores desocupados; los piqueteros que cortan las rutas para fre- La construcción de un nuevo sistema de metabolismo social (Més-
nar la circulación de mercaderías (con sus claras repercusiones en la záros, 1995), de un nuevo modo de producción y de vida fundado en
producción) y para llamar la atención sobre el flagelo del desempleo; la actividad autodeterminada, basado en el tiempo disponible (para
además de la expansión de la lucha de los trabajadores en torno a producir valores de uso socialmente necesarios), en la realización del
las empresas recuperadas, ocupadas durante el período más crítico de trabajo socialmente necesario y contra la producción heterodeterminada
la recesión argentina, en los inicios de 2001. Recordemos, al respec- (basada en el tiempo excedente para la producción exclusiva de valores
to, que la suma de las empresas bajo el control-dirección-gestión de de cambio para el mercado y para la reproducción del capital) es un im-
los trabajadores ya alcanza las dos centenas. Fueron todas respuestas perativo crucial de nuestros días.
decisivas frente al desempleo e indicaron nuevas formas de luchas Dos principios vitales se imponen entonces:
sociales del trabajo.
Asimismo, los eventos ocurridos en Francia hacia fines de 2005, 1. El sentido societal dominante será dirigido a la atención de las
con las explosiones de los inmigrantes (con poco o sin trabajo directa- efectivas necesidades humanas y sociales vitales, sean ellas ma-
mente) y la destrucción de millares de autos (el símbolo del siglo XX), teriales o inmateriales.
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versión del trabajo en actividad vital, libre, autoactividad, fundada en Chesnais, François 1996b A mundialização do capital (San Pablo:
el tiempo disponible. Lo que significa rechazar la disyunción dada por Xamã).
el tiempo de trabajo necesario para la reproducción social y el tiempo Japan Press Weekly 2004, N° 2371, 21 de febrero.
de trabajo excedente para la reproducción del capital. Este último debe Huws, Ursula 2003 The making of a cybertariat (virtual work in a real
ser radicalmente eliminado. world) (Nueva York/Londres: Monthly Review Press/The Merlin
El ejercicio del trabajo autónomo, eliminado el porcentaje de Press).
tiempo excedente para la producción de mercancías, eliminado tam-
Lojkine, Jean 1995 “De la Révolution Industrielle à la Révolution
bién el tiempo de producción destructivo y superfluo (esferas estas
Informationnelle” en Bidet, Jacques y Texier, Jacques La crise du
controladas por el capital), posibilitará el rescate verdadero del senti-
travail. Actuel Marx confrontation (París: Press Universitaires de
do estructurante del trabajo vivo, contra el sentido (des)estructurante
France).
del trabajo abstracto para el capital (Antunes, 2003 y 2005a). Esto por-
Manpower Brasil, <www.manpower.com.br>
que, bajo el sistema de metabolismo social del capital, el trabajo que
estructura al capital desestructura al ser social. Lukács, Georg 1981 Ontologia dell’essere sociale (Roma: Riuniti) II, 1.
De modo radicalmente contrario, en una nueva forma de sociabi- Marx, Karl 1971 O Capital (Río de Janeiro: Civilização Brasileira)
lidad, plenamente emancipada, construida por los “individuos libre- Vol. 1, 1.
mente asociados o por la asociación libre de los trabajadores” (Marx), Mészáros, István 2002 Para além do capital (San Pablo: Boitempo).
el florecimiento del trabajo social que desestructura el capital a través Neffa, Julio 2003 El trabajo humano (Buenos Aires: CONICET).
de la atención de las auténticas necesidades humano-sociales desestruc- Pollert, Anna 1996 “Team work on the assembly line: contradiction
turará al capital. Dando un nuevo sentido tanto a la vida dentro del and the dynamics of union resilience” en Ackers, P. et al., op. cit.
trabajo como a la vida fuera del trabajo. Rifkin, Jeremy 2004 “Return of a conundrum” en The Guardian 2 de
marzo.
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Notas iniciales
Con esta ponencia nos proponemos colocar en debate e intercambio
elaboraciones iniciales para la formulación colectiva (Kuhn, 1962)1 de
una teoría de la transición (Mészáros, 1999), a partir de la revisión
crítica de conceptos vinculados al capitalismo como sistema de domi-
nación y a la praxis de sujetos colectivos en nueva época en el contexto
latinoamericano y, principalmente, argentino. Los desarrollos se refe-
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en la Argentina
Aldo Ferrer*
* Ferrer, A. Doctor en Economía, Prof. Emérito de la Universidad de Buenos Aires. Embajador argentino en Francia
(2012) y miembro del Grupo Fénix.
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En el momento de la adopción del nuevo Avanzar sobre las bases legales del régimen
régimen, a principios del año 1991, el contexto económico era indispensable porque, al fin y al
financiero internacional había mejorado para cabo, los instrumentos que se concentran en
América Latina con la puesta en marcha de los la redistribución del ingreso, como la desregu-
planes de refinanciamiento de deuda promo- lación financiera y la apreciación cambiaria,
vidos por los acreedores y el FMI. La conver- podían ser revertidos por un cambio de polí-
tibilidad tuvo de partida un escenario externo tica. Lo importante era, entonces, transformar
positivo y la posibilidad de iniciar una nueva el ordenamiento legal y transferir el comando
fase de toma de deuda. Partió también con el de sectores fundamentales a manos privadas,
crédito de haber controlado la hiperinflación y principalmente extranjeras, para que, gobierne
la apariencia del establecimiento de un régimen quien gobierne, el poder del Estado estuviera
económico estable y en crecimiento. Se estaba, disperso en sus diversas jurisdicciones y fuera
parecía, en presencia de una “milagro argen- incapaz de ejecutar políticas públicas amena-
tino”, festejado en los círculos neoliberales del zantes para la financiarización y la distribu-
país y del exterior. ción existente del poder.
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1 Ver Ferrer, A. Vivir con lo nuestro. El Cid Editor. Buenos Aires, 1983
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presiones externa. Así sucedió, en efecto, con operadores, plantea, entre otros, eventuales
la exitosa operación de reconversión de deuda problemas legales como por ejemplo los obser-
externa y la cancelación de la pendiente con el vados actualmente en la relación con YPF. Lo
FMI. Los planteos legales de los fondos buitres mismo sucede con los compromisos externos
que poseen títulos de la deuda externa argen- con el CIADI y los acuerdos bilaterales de
tina que no entraron al canje, no han logrado garantía de inversiones. La recuperación de
los objetivos que persiguen y constituyen, facultades del Estado nacional puede generar
apenas, una incomodidad menor. diferendos legales externos, fallos y arbitrajes,
contrarios a las decisiones públicas adoptadas.
Es claro que soluciones como las que Este es un terreno en que la construcción de
tomó Argentina en su crisis de deuda gene- “políticas de Estado” es indispensable para
raron hostilidad y dificultades de acceso a los fortalecer la posición negociadora externa,
mercados financieros. En la medida en que el reformar las normas jurídico institucionales
país descanse en sus propios recursos, es decir, que constituyen la peor herencia del Estado
viva con lo nuestro, consolide sus equilibrios neoliberal y recuperar la soberanía.
macroeconómicos y competitividad, mantiene
los niveles de deuda en límites manejables Por último, es necesario diferenciar entre
por sus finanzas publicas y pagos interna- las restricciones a la libertad de maniobra de
cionales, podrá operar normalmente en sus las políticas públicas impuestas por el Estado
relaciones económicas externas y responder, neoliberal de las que surgen de la normativa
con eficacia, a la turbulencia de los mercados vigente en el orden político económico mundial.
internacionales. Las primeras se resuelven con la consolida-
Los acontecimientos posteriores a la ción del Estado nacional. Las segundas, con
salida de la crisis del 2001 revelan que fue lo mismo, la eficacia de la política nacional de
posible operar en todos los campos mencio- desarrollo y el manejo prudente y firme de las
nados y restablecer la capacidad autónoma de relaciones económicas internacionales. Cada
maniobra del Estado nacional. país tiene la globalización que se merece en
virtud e la fortaleza de su densidad nacional.
La segunda categoría de reformas pro
Estado neoliberal plantea dificultades mayores. La densidad nacional. En definitiva, el
Este es el núcleo duro de las restricciones a ejercicio efectivo de la soberanía para poder
la libertad de maniobra del Estado nacional. decidir nuestro propio destino dentro del orden
Sus consecuencias siguen siendo graves sobre global requiere la vigencia del Estado nacional
el proceso de desarrollo y en las relaciones y este la consolidación de la densidad nacional.
internacionales. Corregir las consecuencias de Vale decir, la cohesión e inclusión social, la
la provincialización de los recursos naturales impronta nacional de los liderazgos, la esta-
requeriría una contrarreforma constitucional bilidad de las instituciones de la democracia y
con todas sus complejidades institucionales la capacidad de ver el mundo desde nuestras
y políticas. En todo caso, dentro del régimen perspectivas, es decir, el pensamiento crítico.
existente, es necesario profundizar la coordi- La progresiva transición desde el Estado neoli-
nación y convergencia de las decisiones de las beral al Estado nacional en los últimos años
106 provincias con las políticas de la Nación. puede explicarse por los avances que se han
En las empresas públicas privatizadas y logrado en esos componentes de la densidad
en las actividades amparadas por la Ley de nacional. Con todo, la agenda pendiente sigue
Inversiones Mineras, la pretensión del Estado siendo importante.
nacional de lograr un comportamiento distinto
al de los naturales intereses a corto plazo de los París, abril 2012
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