Poder y Saber
Poder y Saber
Poder y Saber
PODER Y SABER
El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está
nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se
ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos
quienes están siempre en situación de sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el blanco
inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión. El poder transita
PROLEGÓMENOS
relación saber-poder. Para ello, se tendrá como referente al autor francés Michael Foucault
Este autor hace un planteamiento novedoso sobre el poder, desde el que, si bien es
cierto no excluye los señalamientos tradicionales del poder macro, también lo es que abre
dimensiones de la vida cotidiana, de cada una de las personas que construyen la historia
momento a momento.
Lo novedoso radica, entre otros tópicos, al señalar que el poder no puede ser
localizado en una institución, llámesele Estado, aparato de estado, poder del estado,
monarca o de cualquier otra forma macro-institucionalizada del mismo; sino que, ante
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todo, es una realidad circulante en el devenir humano, está en todas partes y de cierta
De esto último se sigue que, la así llamada toma de poder, no es posible en sentido
pleno, absoluto, ni definitivo, sino, más bien, lo viable son procesos de empoderamiento,
tanto racional como política, así como el entretejido que constituye el acontecer histórico.
En este caso, se complementa la concepción según la cual el poder sea algo enteramente
poder en los estados modernos, según concepción contractual ius positivista, basada en la
estado nacional.
Por lo tanto, el poder, al ser relación, al ser proceso, está en todas partes, el sujeto
Más aún y en lo que nos interesa: todo poder tiene su saber, expresado en discurso;
discurso que, a su vez, procura efectos de verdad hegemónica, con lo que se entretejen
será el gozne sobre el que girarán nuestras reflexiones siguientes: No hay saber sin poder ni
viceversa, o bien, todo saber sustenta un poder y todo poder un saber. En tal contexto se
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conforma cada ser humano, su conciencia, su vivencia, su práctica, sus relaciones. Por esto,
entender un problema, fundamental y antiguo, esta vez, desde una nueva óptica que radica
poder.
El texto usado como epígrafe de este artículo, sintetiza no solo la dirección sino,
además, la posición asumida por el autor francés, al mostrar un lado, si se quiere, muchas
Por lo tanto, el tema del poder así planteado, permite explicar la trama vital
cotidiana, conformada en y por la red de fuerzas que constituye el espacio social en que
todo individuo logra su existir; sitio en que se integran, además, los poderes marginados y
olvidados. Más aun, esos poderes reclaman sus respectivos saberes, en una suerte de
interrelaciones humanas, ellas se juegan en campos de poder, en los cuales, ese tal poder no
conjunto de ellos, sobre los otros, sino que se lo entiende en un sentido reticular,
corporeidad misma, pues es ese el escenario más próximo en que se ejercen los juegos
cotidianos. Es decir, estamos frente a una físis de circulación del poder, también del
detalle, orientada por un enfoque genealógico, cuyo primer clave de lectura la define el
material, más físico, mas corporal que el ejercicio del poder (…)”.
dimensión corpórea del poder, es decir, por la concreción de él por medio de los cuerpos; y,
por la dinámica cotidiana y minuscular que entreteje ese dicho ejercicio del poder.
Tenemos que si el poder es microfísico, está en todas partes, circula a través de todos y
cada uno de los individuos, en el fondo lo que interesa es la, así llamada, red de poderes, la
será fundamental conocer cómo se ejerce el poder, porque en tal escenario el sujeto se
constituye, cada uno de los sujetos, cada persona se perfila y define gracias a la tensión y a
soporta su propia lectura, su propio texto, su propia interpretación, su propio saber; por lo
en la sociedad pasa por la retícula del poder según nuestro autor, sin importar el nivel en
que se desarrolle, también, todo en la sociedad pasa por el tema del discurso/saber y todo
Según nuestro autor, todas las relaciones son relaciones de poder, es decir, lucha de
fuerzas; desde y sobre él se dice, se actúa, se piensa, porque el poder pulsa toda relación
humana, toda constitución antropológica, todo decir, toda cosmovisión. Esta totalidad es
poder, ni a la inversa. Más que un ensamble entre el saber y el poder, lo que hay es una
encontrarlos allí donde menos se espera y en aquello que pasa desapercibido por no tener
nada de historia –los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos-; captar su retorno,
pero en absoluto para trazar la curva lenta de una evolución, sino para reencontrar las
diferentes escenas en las que han jugado diferentes papeles; definir incluso el punto de
metodológica acorde, es decir, no se puede estudiar el poder así entendido, según se estudió
el poder entendido de otra forma. Foucault presentó en varios lugares de su obra lo que dio
en llamar "genealogía del estado moderno" y es que, precisamente, con este concepto se
que nuestro autor señala sin empacho, incluso desde el primero de los apartados de
su Microfísica.
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Cabe preguntar: ¿Por qué genealogía, o qué entender por ella? La "genealogía" es
narraciones históricas propias de grandes teorías globales de carácter macro, en los saberes
por excluidos; tal el caso del enfermo mental, del delincuente, del ser lésbico o gay, de la
niveles; lo que facilita, o más bien exige, que sea “eliminada la tiranía de los discursos
antes sino más bien oculta, la realidad invisibilizada, sin derecho a decir ni a ser dicha.
mientras que la arqueología el entramado del poder. Tal entramado se lo instituye con base
en saberes.
Así, aun cuando no son lo mismo, para llagar a la genealogía es necesario valerse de
segunda como forma de poner en relación el discurso con las prácticas sociales”. Por su
parte, el mismo Foucault indicó: “Para decirlo brevemente, la arqueología sería el método
propio de los análisis de las discursividades locales, y la genealogía la táctica que a partir
de estas discursividades locales así descritas, pone en movimiento los saberes que no
la genealogía, según propuesta del autor, pues las dos son metodologías filosóficas, como
luchas; la genealogía, en los escenarios propios de la teoría social, de las luchas presentes.
Por lo tanto, no se las debe considerar como disciplinas alternativas, sino ante todo, como
dispositivos críticos, es decir de análisis, al interior de las ciencias, para el examen de los
objetos por analizar, de la conciencia misma que los reflexiona; todo en el contexto de las
Más aún, si se da la oposición con esas otras disciplinas, será con respecto a
tradicional, pero nunca de "historia efectiva" (Foucault, 1995:19), de aquella que es "un
que explican los tópicos fundamentales del poder en sus modos microfísicos y, a partir de
Interesará en esta propuesta la arista genealógica, porque desde ella es posible que el poder
históricamente, pero ante todo, en razón de la inserción de esas memorias de lucha, en las
Subrayando una vez más y con un afán de sintetizar, Foucault propone analizar las
relaciones como enfrentamientos, mejor aun, como relaciones de poder; relaciones que no
aspecto general, en procura de percibir lo accidental, lo ínfimo, los errores, los fallos de
mentiras con carácter de verdad y muchas verdades se las concibe como prohibidas. Por lo
asumido como inmóvil y verdadero, a la vez que se fragmenta lo que otrora fuera unitario.
VERDAD.
La aplicación de este método permite afirmar que el discurso, que dice algo, por o
desde alguien o algunos, proferido desde cierta posición, reclama per se un derecho, en
razón de que quien lo emite forma parte del contexto de lucha, es decir, a la postre pretende
Por tanto, todo discurso es descentrado, es decir, se realiza desde una perspectiva,
que no guarda observancia con la universalidad jurídica, ni con la verdad universal del
filósofo, ni con la del científico, ni con un supuesto ser esencializado. En este contexto, la
verdad sería tal, sólo porque se despliega desde una posición de lucha determinada con
carácter hegemónico y coyunturalmente dominante, pero nunca lograría ser universal, total
verdad evidencia una relación, pues es dicha y asumida según la posición que se ocupe en
producto de cierta relación de poder y, todo saber, un saber en perspectiva y según toma de
Por lo tanto, nuestro autor parte de una vinculación íntima y concomitante entre el
mediante el discurso, aportado en las relaciones cotidianas, se intenta instituir una verdad,
lo que es más que el intento de imponer un poder. Hay en las acciones humanas un instinto
Es por esto que se afirma que, el sentido de algo será siempre la relación de ese algo
con las fuerzas que lo poseen y que se constituyen en una especie de escenario definitorio
óntico; es decir, es en tal escenario que se arriba a la manifestación del ser, fuera de él no
sería posible alcanzar la eseidad, más claro aun: se es en la trama del poder, del saber, de la
verdad. La fuerza será lo que dice relación con la apropiación y la dominación de algún
segmento de la realidad. El sentido, de "ese algo", cambia según las fuerzas que de él se
fuerzas en que ese algo interactúe. De aquí que cada objeto tenga su historia, que no sería
sino la variación del sentido de ese objeto, lo que remite al fluctuante embate de las fuerzas
en juego.
Consecuentemente, ni "ese algo", ni ningún otro, podría tener una esencia originaria
ni última, invariable e inmutable. Del necesario sometimiento a las fuerzas que se apoderan
del sujeto/objeto, o que coexisten en una lucha por apropiárselo, se definirá su sentido, su
lucha según las correlaciones históricas. Desde aquí también, el saber adquiere sentido y el
decir significación. El ser, o mejor aún, cada ser, no es por antonomasia un algo definido,
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circunstancias.
Siguiendo a nuestro autor, queda claro que, las relaciones de poder no pueden
en una especie de danza dialéctica, al poder mismo. Más aún, no será posible un ejercicio
del poder, sin una economía de los discursos de la verdad. Es de esta forma como poder,
verdad, discurso, saber y política están unidos en el enfoque que atendemos y, desde ellos
producen y mantienen, y a los efectos de poder que induce y que acompaña; todo lo cual es
entendido como el régimen de la verdad. Asimismo, no hay poder que se ejercite sin un
saber que le sea propio y pretenda, como ya se indicó, la hegemonía veritativa; ni hay un
saber puro que no promueva engendrar poder. (Foucault: 1995, 100 y 189).
contradiscurso. De otra forma planteado, si el poder es una relación de fuerza, esa fuerza
puede ser observada desde dos aristas: la capacidad de afectar y la de ser afectada. Una de
resistencia, o también con Deleuze, esto sería como "una materia de la fuerza" (Deleuze:
1998, 100-101).
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individuos afectados por un ejercicio de poder y, si a esto añadimos que el contexto en que
tan consustantiva al poder, como el ejercicio mismo del poder, en tanto constituido por
principios de guerra.
igualmente importantes para comprender las relaciones de poder; las que, por lo tanto, no
podrán ser solipsistas desde ningún punto de vista, pues demandan interrelación.
La lucha comporta un diálogo de guerra que no podría darse sin discursos pero, a su vez, el
decir de los discursos debe ser entendido desde la convicción de que se dice en perspectiva,
desde una óptica determinada, desde una posición de poder específica, desde un instinto de
verdad hegemonizante. Las presentaciones de esta resistencia son diversas; sin embargo, se
materializan, bien en cuerpos que buscan ejercer sus libertades y sustraerse a la relación de
Todo sujeto nace resistiendo y es, precisamente en esta capacidad de reacción, que
capacidad que posee todo sujeto de reaccionar, de forma actual o virtual, con el fin de
oponerse en sentido contrario a la acción que se ejerce sobre él. Nuestro autor opina que tal
resistencia permite convertir la fuerza recibida, desde fuera, en energía para actuar desde
dentro.
uno, es contundente:
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Occidente estará dominado por el gran mito según el cual la verdad no pertenece
posee cuando se está en contacto con los dioses o cuando uno se acuerda de las
cosas, cuando se ira el gran sol eterno o se abren los ojos a lo que ocurrió. Con
Platón comienza un gran mito occidental: que existe una antinomia entre saber y
poder. Si hay saber, es preciso renuncia al poder. Ya no puede haber poder político
allí donde el saber y la ciencia se encuentran en su verdad pura. Este gran mito hay
que destruirlo (…) el poder político no está al margen del saber, está imbricado en
(…) las prácticas sociales pueden llegara engendrar ámbitos de saber que no
solamente hacen aparecer nuevos objetos, conceptos nuevos, nuevas técnicas, sino
relación del sujeto con el objeto o, más claramente, la verdad misma tiene una
político que está muy lejos del tradicional papel especializado y bancario. Anteriormente,
experto" una de sus principales tareas. Se los ubicó en una especie de pedestal altamente
universal y, sin más, los portadores de la verdad y, por lo tanto, del poder.
Pero las masas no necesitan de estos intelectuales afirma Foucault. Ellas mismas
saben, ellas entienden con claridad sus vidas y con mayor propiedad que ningún otro. Más
maya de la sociedad"; tanto que los intelectuales, es desde ahí que tradicionalmente operan,
Es importante tener claro que cuando el autor francés hace referencia a las masas en
su relación con los intelectuales, les atribuye saber y no conciencia propiamente dicha. Tal
saber se deriva de su existencia y su experiencia incorporada que, sin duda y desde una
perspectiva también microfísica, no necesita ser narrada desde ninguna exterioridad para
saber de las masas es de ese tipo: de la masa y, como tal, no es aceptado por la episteme
Ahora bien, lo que los intelectuales han descubierto (…) es que las masas no tiene
necesidad de ellos, para saber; saben claramente, perfectamente, mucho mejor que
obstaculiza, que prohíbe, que invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está
intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la idea de que son agentes de
Propone el autor que el correcto papel de los intelectuales consiste en hacer aparecer
excluyen todos los otros. Dar espacio a las verdades prohibidas y denunciar las mentiras
las conexiones estratégicas, por las que, discursivamente, el poder opera en exclusión de
todos los otros discursos, así como brindar instrumentos para el ejercicio de la resistencia y
situarse en la vanguardia, ni al margen, desde donde solía decir la verdad. Nuestro autor
señala que el papel del intelectual: "…es ante todo luchar contra las formas de poder allí
El intelectual debe dejar de ser otro elemento más en la opresión de los pueblos y
tener la capacidad de contribuir en el desciframiento de las claves por medio de las cuales
prohíben, decir esto o aquello; desde las que se incluye y se excluye, desde las cuales se
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El intelectual debe ser un agente activo en el proceso de ruptura del secreto, está
obligado a contribuir en la apertura del decir del otro, de todos, pero decir desde otra
no se debe a que nadie tuviera conciencia, sino a que hablar de este tema, forzar la
blanco, es una primera inversión del poder, es un primer paso en función de otras
luchas contra el poder. Si los discursos como los de los detenidos o los de los
legitiman una racionalidad determinada, desde la cual otras posibilidades racionales, esta
vez exteriores a esa episteme o red discursiva de certidumbre, desde la que se articula el
invisibilizadas. Es decir, esas tales regularidades, esa red discursiva, esa episteme
hegemónica, ese modo de ser "natural", desde la que muchas veces operó el intelectual
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Ante esto último, el intelectual, pasa a ser algo así como un topógrafo y un geólogo,
genealógicamente, de poderes y de batallas: "Se trata en efecto de tener del presente una
percepción espesa, amplia, que permita percibir dónde están las líneas de fragilidad, dónde
los puntos fuertes a los que se han aferrado los poderes (…) dónde estos poderes se han
BIBLIOGRAFÍA