Procyon Lotor
Procyon Lotor
Procyon Lotor
,
Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/
Iván Salgado
Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC)
Sistemática
La familia Procyonidae (Mammalia: Carnivora) incluía las subfamilias Potosinae (Potos y
Bassaricyon; arborícolas y frugívoros) y Procyoninae (Bassariscusy, Nasua y Procyon, más
terrestres y omnívoros); una clasificación basada en caracteres morfológicos —dentición,
cráneo, esqueleto postcraneal, cola anillada— (Decker y Wozencraft, 1991; Baskin, 2004).
Pero la semejanza no se debe a parentesco sino a evolución convergente, por adaptación al
hábitat y a la dieta; son grupos ecológicos, no evolutivos (Koepfli et al., 2007; Fulton y
Strobeck, 2007). Ahora se reconocen 3 linajes, mediante análisis de caracteres moleculares
(Koepfli et al., 2007; Fulton y Strobeck, 2007): los kinkajú (Potos); los olingos y coatíes
(Bassaricyon, Nasua); y los gatos de cola anillada y mapaches (Bassariscus, Procyon).
El primer prociónido conocido (Pseudobassaris riggsi) se localiza en Europa Occidental y se
data en el Oligoceno tardío, aunque la diversificación del grupo ocurre en los bosques
tropicales de Centroamérica y el sur de Norteamérica durante el Mioceno (Koepfli et al., 2007;
Fulton y Strobeck, 2007). Es probable que el mecanismo de especiación fuera la competencia
por recursos, que explicaría la coexistencia de distintos géneros de prociónidos en la misma
comunidad (Koepfli et al., 2007). El área de distribución actual de los prociónidos es el
continente americano. El panda rojo asiático (Ailurus fulgens), que integra la familia monotípica
Ailuridae, antes se definía como otra subfamilia de prociónidos (Fulton y Strobeck, 2007).
El género Procyon incluye tres especies:
-Mapache común o norteño (Procyon lotor Linnaeus, 1758). En el Centro y Norte de América e
introducido en islas caribeñas (las antes descritas como especies endémicas: P. maynardi,
Bahamas; P. minor, Guadalupe; y P. gloveralleni, Barbados; Helgen et al., 2008) y del Pacífico
(P. insularis, Islas Marías; Helgen y Wilson, 2005), Alaska, Europa y Japón. En expansión a
nivel mundial debido a la introducción del mapache por la industria peletera, como especie
cinegética y mascota. Especie catalogada como Preocupación menor (Cuarón et al., 2008).
-Mapache cangrejero o sureño (Procyon cancrivorus G. [Baron] Cuvier, 1798). En el Centro (en
simpatría con el común) y Sur de América, también en Trinidad y Tobago. Especie no
amenazada; Preocupación menor (Reid y Helgen, 2008).
-Mapache enano o de Cozumel (Procyon pygmaeus Merriam, 1901). Especie endémica de la
isla Cozumel (478 km2), en la costa de la península de Yucatán, mar Caribe. De pequeño
tamaño (un 20-40% menor que especie continental) y unos 3-4 kg de peso, por adaptación a la
escasez de recursos y a la ausencia de depredadores (enanismo insular; McFadden y Meiri,
2013). En peligro crítico, alto riesgo de extinción en estado salvaje (Cuarón et al., 2008).
Descripción
El mapache es un carnívoro de tamaño mediano. La masa corporal, entre 4 y 12 kg, depende
de la latitud (mayor tamaño corporal de los individuos norteños, ajuste a la regla de Bergmann;
Meiri et al., 2004), el sexo (los machos son mayores, por selección sexual; Ritke, 1990a) y la
estación del año (pérdida de peso en invierno, durante el letargo; Mech et al., 1968). La cabeza
es corta y ancha, el cuerpo rechoncho y las patas cortas. Las orejas están separadas y son
redondeadas, los ojos son grandes y negros, y el hocico es corto y apuntado. El pelaje es largo
y denso, de color gris, negruzco o rojizo, más claro en los flancos y las patas. El albinismo es
raro, es un caracter recesivo (Hogan, 1988). Los rasgos distintivos del mapache son la cola
anillada, entre 5 y 7 bandas oscuras, y la máscara facial negra a modo de antifaz.
El cráneo es compacto y alargado, la región facial es corta y la caja craneal amplia (Figura 1).
La cresta sagital, sólo desarrollada en los adultos, no es conspicua. El arco cigomático es
robusto. La órbita es grande, la cámara nasal amplia (Figuras 2a y c) y la bulla timpánica
redonda y abombada (Stubbe, 1993).
La fórmula dentaria del mapache es: 3.1.4.2 / 3.1.4.2, 40 piezas en total. La dentición es
primitiva, las cúspides de premolares y molares son redondeadas y aplanadas (bunodonto),
propia de un hipocarnívoro, y es frecuente la oligodontia de los primeros premolares (Koepfli et
al., 2007).
Figura 1. Vistas dorsal (a), ventral (b) y lateral (c) del cráneo, y oclusal de la serie yugal
superior (c). AC: arco cigomático; BT: bulla timpánica; C: canino; CN: cámara nasal; CS: cresta
sagital; I: incisivo; M: molar; O: Órbita; PM: premolar. (Modificado de Heptner y Naumov, 1967).
El báculo o hueso peneano es largo y curvo. La función del baculum es incierta; facilitar la
penetración, asegurar la fecundación o estimular la ovulación de la hembra (Larivière y
Ferguson, 2002). El báculo se usa para determinar la edad de los machos (Sanderson, 1961)
o, al menos, distinguir entre jóvenes y adultos por el peso, la longitud y la osificación de la
cabeza distal, que en los jóvenes es cartilaginosa (Schwery et al., 2011).
La inteligencia del mapache es similar a la de los perros y gatos domésticos y menor que la de
los primates, tiene gran capacidad de aprendizaje y los órganos de los sentidos desarrollados;
oído y olfato finos, visión nocturna y agudeza del tacto en las manos (Lotze y Anderson, 1979).
La palabra mapache deriva de mapachtli, que en lengua náhuatl significa “el que tiene manos”,
y el término inglés raccoon del algonquino arahkunem, "el que rasguña con las manos"; en
referencia a la habilidad del mapache para manipular objetos. El mapache acostumbra a lavar
el alimento antes de comerlo (el epíteto específico lotor significa lavador; también los nombres
vernáculos en francés, raton laveur, y alemán, waschbär), aunque es más bien un
comportamiento de exploración (Lotze y Anderson, 1979) y una técnica de caza, para localizar
y capturar presas bajo el agua (cangrejos y otros invertebrados acuáticos, peces, ranas).
Identificación
El mapache puede confundirse con la jineta (Genetta genetta), por la cola anillada, y con el
tejón (Meles meles), por la máscara facial y el aspecto general del cuerpo. La cola de la jineta
es más larga y tiene entre 8 y 10 anillos, además el pelaje es moteado mientras que el del
mapache es uniforme. La cola del tejón es corta, las patas son más robustas y las orejas y los
ojos son pequeños. Además, la máscara facial es distinta: la del mapache se extiende
alrededor de los ojos y las mejillas, la del tejón la forman dos bandas negras desde el hocico
hasta las orejas.
Es muy frecuente la confusión entre el mapache y el perro mapache (Nyctereutes
procyonoides), un cánido nativo de Asia Oriental y también invasor en Europa, introducido por
la industria peletera (Kauhala y Kowalczyk, 2011).
Rastros
La observación de mapaches, esquivos y activos de noche, no es frecuente. Los rastros, en
cambio, se encuentran sin apenas esfuerzo y la identificación es casi siempre segura (Figura
2). El rastreo es la mejor técnica para detectar al mapache (Salgado, 2012).
Huellas
El mapache es un animal plantígrado, apoya la planta del pie para andar (Figura 2). La
almohadilla intermedia es semicircular, siempre marca los cinco dedos —largos, finos y
separados— y rara vez las uñas —cortas, comprimidas y curvadas–. La huella del pie es mayor
cuando imprime el talón. Suele andar al paso, el pie pisa detrás de la mano opuesta.
Excrementos
En general, el excremento de mapache es más parecido al de un cánido, grueso y corto, que al
de un mustélido, largo y cilíndrico (Figura 2). Cuando come peces y cangrejos el excremento
está formado por escamas y espinas y es de color grisáceo o negruzco, o por piezas del
caparazón y es rojo intenso. Desprende un olor a pescado o marisco. Es deleznable y
blanquea al envejecer. Si se alimenta de frutos e insectos el excremento se compone de las
partes duras del fruto y los restos de la cutícula de artrópodos. Los formados por pelo de
roedores y conejo pueden confundirse con los de zorro o gato, pero sin el extremo acabado en
un penacho de pelo, característico de los cánidos, ni segmentado, propio de los félidos
(además, el gato doméstico suele enterrarlo). El mapache usa letrinas, acumula los
excrementos sobre troncos caídos y en horquillas de las grandes ramas de los árboles de
ribera (Figura 2), incluso en el tejado de casetas y edificios.
Restos de alimento
En verano, cuando baja el nivel del agua, acude a la orilla o al propio lecho del río a comer
cangrejos. Sólo aprovecha el abdomen, desprecia el cefalotórax (Figura 2). También caza aves
acuáticas (pollos y adultos en muda, la “mancada”) y acostumbra a subir la presa a un árbol
para devorarla. Sobre las ramas cuelgan los restos, muchas veces el cadáver despechugado.
También ataca los nidos de galápago (Álvarez 2008), los excava para comer los huevos. Se
reconocen entonces las áreas de desove por los hoyos y las cáscaras de huevo esparcidas.
Guarida
Durante el día descansa en cuevas, madrigueras abandonadas o entre marañas de vegetación,
e incluso se guarece en casas e infraestructuras rurales y urbanas (Hoffmann y Gottschang,
1977). Las hembras usan los huecos de los grandes árboles como paridera y para la cría de los
cachorros (Suzuki, 2003).
Biometría
Los machos son mayores que las hembras (Tabla 1). El dimorfismo sexual en tamaño es
resultado de la selección sexual, por la competencia entre los machos por el territorio y el
acceso a las hembras durante la estación reproductora (Ritke, 1990a). La cola es corta, la
mitad de la longitud de cuerpo y cabeza. Las orejas son grandes. En la Tabla 1 se presentan
las medidas corporales de machos y hembras de distintas poblaciones de mapache en las
áreas de distribución natural e invadida.
Voz
Los mapaches emiten un sonido largo y trémulo, un quejumbroso whoo-oo-oo-oo, parecido al
ulular de los búhos (Murie y Elbroch, 2005). El repertorio vocal del mapache es rico; llamadas
de socorro a miembros del grupo, voces de amenaza para repeler a otros animales y de
aproximación para establecer contacto con otros individuos (Sieber, 1984).
Variación geográfica
En el área de distribución natural, los mapaches norteños son más grandes que los del sur
(Meiri et al., 2004; Tabla 1); un patrón geográfico también longitudinal, la talla varía de noroeste
a sureste de Norteamérica (Ritke y Kennedy, 1988).
Las medidas de cuerpo y cráneo de los mapaches establecidos en Europa corresponden a la
especie de Norteamérica (Tabla 1). En el área de introducción principal, en Hesse (Alemania),
es frecuente la ausencia de los primeros premolares (Lutz, 1995); por efecto fundador; la
población deriva de unos pocos individuos (Frantz et al., 2013).
En general, la baja diversidad génica y los efectos de cuello de botella es resultado del proceso
de fundación de las poblaciones de mapache europeas, casi siempre por unos pocos
individuos liberados o escapados (Biedrzycka et al., 2013). Nuevas introducciones o la
conexión entre poblaciones en expansión incrementaría la variabilidad genética por flujo génico
y, por tanto, la viabilidad de la especie en el ecosistema receptor. En el interior de la península
ibérica, entre 2 y 4 individuos fundan las subpoblaciones de los ríos Jarama y Henares, que
están ahora en contacto (Alda et al. 2012).
Muda
El largo, suave y denso pelaje de invierno es protector, impermeable y aislante térmico. En
primavera lo muda y el pelo es entonces más corto y fino (Goldman, 1950). Debido a la
densidad y la textura del pelaje invernal, la piel de mapache es apreciada en peletería para la
confección de prendas de abrigo.
Hábitat
En el área de distribución natural, los mapaches se adaptan y explotan distintos hábitats, desde
la pradera americana hasta el bosque tropical húmedo, excepto la alta montaña y los desiertos.
A escala de paisaje, la cobertura forestal y la proximidad al agua definen el hábitat del
mapache; el bosque caducifolio maduro, los robledales y hayedos, cerca de ríos y lagos
(Baldwin et al. 2006). Aunque también viven en las praderas (Larivière, 2004), marismas,
pantanos y manglares (Dorney, 1954; Urban, 1970), en la costa (Guerrero et al., 2000), incluso
en campos de cultivo (Beasley et al., 2007a), plantaciones madereras (Chamberlain et al.,
2002) y áreas urbanas (Prange et al., 2003; Smith, 2002). La presencia de agua es un
requerimiento de hábitat, que controla el uso del espacio del mapache (Gehrt y Fritzell, 1998).
Las riberas de los ríos y los humedales son las principales áreas de alimentación de los
mapaches y se guarecen en cuevas, madrigueras abandonadas, marañas de vegetación, y
también en construcciones, para descansar durante el día. Las hembras usan las oquedades
de los grandes árboles como paridera y para la cría de los cachorros (Endres y Smith, 1993;
Henner et al., 2004). Los mapaches encuentran en el bosque refugio para pasar el invierno,
aletargados debido a las bajas temperaturas y la escasez de alimento, y en primavera, cuando
las hembras cuidan a los cachorros en los huecos de los grandes árboles. El 40% de los sitios
de descanso y más del 90% de los cubiles para la cría de los cachorros son huecos de grandes
árboles (Wilson y Nielsen, 2007; Smith y Endres, 2012).
En Europa, los mapaches viven en bosques caducifolios y humedales (Bartoszewicz et al.,
2008; Köhnemann, 2008), pero también en mosaicos de bosque, pasto y campo de cultivo
(Frantz et al., 2005). Incluso se establecen a las afueras de ciudades y en las inmediaciones de
áreas residenciales (Bartoszewicz et al., 2008). Se acercan a los campos de cultivo y las
huertas por grano y frutos (Lutz, 1996). En Japón, los mapaches también viven en bosques
(Okabe y Agetsuma, 2007), mosaicos de pastizal, arrozal y bosque (satoyama, paisaje cultural
japonés; Rika y Keiji, 2009), humedales (Suzuki et al., 2003) y en la periferia de las ciudades
(Ikeda et al., 2004).
En la región mediterránea, los mapaches habitan los bosques de galería, parajes casi siempre
cerca de núcleos urbanos. Encuentran refugio en los grandes árboles de ribera y alimento en
las orillas de los ríos. Los mapaches no sólo se establecen en las riberas de los ríos, también
son corredores que facilitan la dispersión de los individuos jóvenes (García et al., 2012).
En general, los requerimientos de hábitat del mapache son manchas de bosque maduro, donde
encuentra refugio para el reposo diurno, durante el invierno y para la cría, y cuerpos de agua,
las áreas de alimentación. La disponibilidad de agua es el principal factor limitante de la
distribución y abundancia del mapache (Beasley et al., 2007a). También aprovecha otras
fuentes de alimentación como basureros y se refugia en edificios; se establece en las
inmediaciones de núcleos de población, incluso de grandes ciudades, como comensal del
hombre.
Abundancia
La densidad de población de los mapaches en el área de distribución natural es de 10-100
individuos/km2 (Wilson, 2005). El tamaño de las poblaciones de mapache es fluctuante,
depende del hábitat y también de la estación (Lotze y Anderson, 1979). La abundancia del
mapache es mayor en los bordes de bosque que lindan con campos de cultivo y arroyos (Dijak
y Thompson, 2000). En la pradera americana la densidad de población es baja debido a la
dispersión de los recursos tróficos y es alta en humedales, áreas urbanas y suburbanas debido
a la concentración y abundancia de alimento y a la disponibilidad de refugio (Tabla 2).
Se desconoce la densidad de las poblaciones de mapache ibéricas y baleares aunque los
datos de captura y los indicios de presencia indican una alta densidad de individuos (Tabla 3).
La población del interior peninsular se estima en más de 500 individuos.
Estado de conservación
Categoría global IUCN (2008): Preocupación menor LC (Cuarón et al., 2008).
Especie común en el área de distribución natural, el centro y norte de América. En expansión a
nivel mundial debido al comercio de la piel y como mascota, tanto en el área de distribución
natural como en la invadida. Es objetivo de programas de control y erradicación de especies
exóticas invasoras. En España, el mapache está catalogado como especie exótica invasora
(BOE núm. 185, de 3 de agosto de 2013).
Amenazas
El mapache es una amenaza potencial a la diversidad biológica nativa (Kahuala, 1996) y
también comporta riesgo sanitario para el hombre y los animales domésticos (Beltrán-Beck et
al., 2012). Se ha establecido en el interior y el norte de la península ibérica, en las cuencas de
los ríos Jarama, Henares y Miño, y también en Mallorca, y se ha detectado individuos
asilvestrados en otras regiones, incluso en las islas Canarias (García et al., 2012; Pinya et al.,
2009; Fernández-Aguilar et al., 2012; Layna et al., 2013). La introducción se debe al comercio
del mapache como animal de compañía exótico. Los dueños lo sueltan cuando es adulto,
agresivo y molesto. Y aunque se ha prohibido la venta, algunos propietarios mantienen aún el
animal en casa.
Depredación de especies amenazadas
El incremento de la presión de depredación sobre especies raras y amenazadas podría causar
la extinción local de especies autóctonas. En las áreas urbanas y humedales, donde el
mapache es abundante, la depredación de presas nativas debe de ser alta. Las aves que
nidifican en el suelo o en huras, como las acuáticas y las marinas, son las más vulnerables; el
mapache es un depredador de nidos (Hartman y Eastman, 1999). También devora las puestas
de las tortugas marinas y dulceacuícolas (Davis y Whiting, 1977). Los anfibios, los cangrejos
de río y otros invertebrados acuáticos son las principales especies presa.
En las islas del Pacífico, el mapache caza las aves marinas que anidan en huecos de
acantilados o huras (huevos, pollos y adultos; Hartman y Eastman, 1999); el mérgulo antiguo
(Synthliboramphus antiquus), la alcuela de Cassin (Ptychoramphus aleuticus), los paíños
rabihorcado (Oceanodroma furcata) y boreal (O. leucorhoa), el alca unicórnea (Cerorhinca
monocerata) y el frailecillo coletudo (Fratercula cirrhata). En las islas caribeñas, el mapache
depreda iguanas, tortugas marinas, y a la cotorra de las Bahamas (Amazona leucocephala
bahamensis), endémica de las islas Abaco e Inagua.
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Salgado, I. (2015). Mapache – Procyon lotor. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A.,
Barja, I. (Eds.). Museo Nacional de Ciencias Naturales, Madrid. http://www.vertebradosibericos.org/
Tabla 3. Datos de las capturas de mapaches en la Península Ibérica y las islas Baleares. No se
indica el esfuerzo de captura, no es posible inferir la tendencia de la población.
(DeVault et al., 2007). Las molestias en áreas urbanas y zonas residenciales y los accidentes
de tráfico; el atropello es la principal causa de mortalidad no natural del mapache en suburbios
y áreas rurales (Prange et al, 2003). El deterioro de infraestructuras, edificios y jardines en
áreas urbanas (Rosatte, 2000). El mapache también es depredador de especies de caza como
el guajolote gallipavo (Meleagris gallopavo) o el colín de Virginia (Colinus virginianus), que
nidifican en el suelo (Chamberlain et al., 2003).
Medidas de conservación
“Impedir que se introduzcan, controlar o erradicar las especies exóticas que amenacen a
ecosistemas, hábitats o especies” (artículo 8, Convenio sobre Diversidad Biológica, Río de
Janeiro 1993).
En España se aprueban medidas de control de especies exóticas invasoras: el Decreto
213/2009, para la prevención de la introducción y proliferación de especies exóticas invasoras,
en cumplimiento del artículo 61.6 de la Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y Biodiversidad.
Las comunidades autónomas establecen los planes de erradicación y control de la especie.
En Alemania no es considerada una especie problemática, siquiera en zonas residenciales
(Lutz, 1996). La erradicación del mapache no es viable en Alemania (Lutz, 1996). En otros
países, la introducción del mapache es reciente y sí se debería acometer. En Japón también se
aprueba un plan de erradicación del mapache en un plazo de 10 años pero no se ejecuta por
falta de presupuesto (Ikeda et al, 2004). En algunas prefecturas también se controla la
población de mapache (Ikeda et al, 2004). Está incluido en la lista japonesa de las 100
especies invasoras más dañinas debido a la depredación de fauna autóctona (Murakami y
Washitani, 2002)
Prevención
-Promoción de campañas de educación y divulgación. Concienciar sobre la tenencia
responsable de especies exóticas como animales de compañía e informar de la pérdida de
biodiversidad, el riesgo sanitario y el coste económico de las invasiones biológicas.
-Control de la vías de entrada. Prohibición de la importación y el comercio del mapache como
animal de compañía exótico. Registro de los propietarios, que deben declarar la tenencia del
animal y adoptar medidas preventivas, e imposición de una sanción por la suelta o el escape
de la mascota (En Hokkaido, se dicta una ordenanza municipal que obliga a los criadores a
notificar la tenencia de mapaches y resulta una medida eficaz para evitar las sueltas; Ikeda et
al., 2004).
Control y erradicación
-Diseño de planes de contingencia. Localización de los individuos y e intensificación del
esfuerzo de captura antes del establecimiento de la especie, cuando aun no se reproduce en
estado salvaje y todavía no es abundante. La erradicación sólo es posible en islas pequeñas y
en los primeros estadios de invasión.
-Definición de un protocolo de seguimiento y vigilancia de las poblaciones de mapache.
Creación de un banco de datos y recopilación de información sobre el estatus de la especie y
una red de detección temprana, integrada por agentes medioambientales, técnicos de parques
naturales, naturalistas y cazadores para el seguimiento de las poblaciones de mapache y la
planificación de actuaciones de control. Muchas veces, la detección del mapache es por caza
accidental o atropello (Gehrt et al., 2002; Gehrt, 2003). El Real Decreto 1628/2011, de 14 de
noviembre, por el que se regula el listado y catálogo español de especies exóticas invasoras,
establece la creación de una red de alerta para la detección y el seguimiento de especies
alóctonas con potencial invasor. El objetivo del programa de seguimiento de la especie sería
detectar pronto a individuos asilvestrados, definir el área de distribución invadida y estimar la
abundancia y la tendencia de las poblaciones. La determinación de otros parámetros
demográficos como la tasa de crecimiento de población y la fecundidad, mortalidad y
longevidad requiere captura y marcaje de individuos.
-Identificación de impactos ecológicos. Estudiar la dieta para valorar el efecto del mapache
sobre la fauna nativa por depredación, y la selección y preferencia de hábitat para determinar el
solapamiento de nicho ecológico con carnívoros autóctonos.
Distribución geográfica
El mapache habitaba los bosques caducifolios del centro y norte de América, entre la costa
este de Norteamérica y las Montañas Rocosas. Durante el siglo XIX se expande y ocupa otros
hábitats debido a la liberación de individuos para la caza y para controlar, por competencia, a
otros depredadores (zorro rojo, Vulpes vulpes; coyote, Canis latrans; lince, Lynx rufus; búhos),
a la instalación de granjas peleteras, y también por los cambios en el uso del suelo (agricultura,
urbanización) e incluso a causa del cambio climático (Larivière, 2004). La caída del precio de la
piel en el mercado pudo favorecer el crecimiento de la población y la expansión del mapache
por el continente americano (Gehrt et al., 2002).
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Salgado, I. (2015). Mapache – Procyon lotor. En: Enciclopedia Virtual de los Vertebrados Españoles. Salvador, A.,
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Figura 3. Rango geográfico del mapache común; área de distribución natural (en gris) e
invadida (en rojo). Elaboración propia.
Mallorca
El primer registro de mapache en España es de 2001, en Algaida (Mallorca), un cazador lo
encuentra en el campo y lo abate. En 2006 se encuentran pelos y huellas de dos individuos en
Puigpunyent y se fotografía otro en Lloret de Vistalegre. En verano de 2009, técnicos de la
Consejería de Medio Ambiente fotografían uno en la finca pública Planícia cuando trabajaban
en el seguimiento de mamíferos del Paraje Natural de la Sierra Tramontana con dispositivos de
fototrampeo. La consejería solicita la colaboración ciudadana (Conselleria de Medi Ambient,
Govern de les Illes Balears, 2009) para la localizar individuos asilvestrados. En Mallorca
también se ha establecido el coatí (Nasua nasua). Está incluido como especie cazable en la
orden de vedas de caza, se han organizado batidas, incluso un programa de adiestramiento de
perros de caza porque, aunque gregario y diurno, el coatí es esquivo.
Madrid y Guadalajara
Los primeros indicios de la presencia de mapache en el interior de la península ibérica se
encuentran en la confluencia de los ríos Jarama y Manzanares, el Soto de las Juntas, y en las
lagunas de Velilla de San Antonio (Parque Regional del Sureste, Madrid). En el verano de 2007
se capturan 15 individuos, 7 son jóvenes del año (García et al., 2007). Se constata la
reproducción del mapache en estado salvaje. La introducción es debida tanto a escapes como
sueltas, particulares que liberan al animal cuando es adulto, agresivo y molesto. La población
de mapache se establece desde, al menos, 2004 (García et al., 2007). Desde entonces se han
capturado más de 400 individuos, en las riberas de los ríos Jarama y Henares (Tabla 4).
También se encuentran individuos en otros municipios de la Comunidad de Madrid
(Manzanares el Real, Chapinería, Aldea del Fresno, Casa de Campo de Madrid; García, et al.,
2009; Figura 4) debido a la suelta de mascotas. Muchos individuos liberados o escapados son
atropellados. La orden 1613/2013, de 25 de junio, de la Consejería de Medio Ambiente y
Ordenación del Territorio, por la que se fijan las limitaciones y épocas hábiles de caza que
regirán durante la temporada 2013-2014, incluye un artículo sobre medidas de lucha contra las
especies exóticas invasoras y se permite la captura y muerte de cualquier ejemplar de
mapache durante la práctica de cualquier actividad cinegética autorizada, incluidas las
contempladas durante el período hábil de caza (BOCM, núm. 166, de 15 de julio de 2013).
Comunidad Valenciana
En Valencia, desde el año 2000, varios individuos ingresan en centros de recuperación de
fauna debido a escapes y sueltas de mascotas en los alrededores de zonas residenciales. La
mayoría en Valencia y Alicante, sólo una cita en Castellón, en 2008. Casos de ataques y
mordeduras a vecinos de Torrent y Llíria, en Valencia. No se ha constatado reproducción en
Valencia, todavía no se ha establecido, pero sí en Alicante; en 2013, un cazador encuentra un
mapache atrapado en un lazo y lo sacrifica, avisa a los técnicos de un centro de recuperación
de fauna, que detectan por fototrampeo una población de mapaches en el embalse de
Guadalest y capturan algunos individuos. El Decreto 213/2009, de 20 de noviembre, del
Consell, establece las medidas para el control de especies exóticas invasoras en la Comunidad
Valenciana, en cumplimiento del artículo 61.6 de la Ley 42/2007, del Patrimonio Natural y
Biodiversidad. Se prohíbe la liberación y el comercio, tráfico o cesión de las especies incluidas
Ecología trófica
El mapache es omnívoro y oportunista, la disponibilidad de recursos tróficos determina la
composición de la dieta (Rulison et al., 2012; Bartoszewicz et al., 2008), aunque es selectivo si
abunda el alimento (Lotze y Anderson, 1979). La variación estacional y local de la dieta es
resultado de la adaptación del mapache a distintos ambientes. La habilidad para explotar
nuevos recursos tróficos explicaría en parte la expansión del mapache (Rulison et al., 2012).
El mapache es un cazador versátil; ágil en carrera, hábil trepador y buen nadador. El nicho
trófico es amplio y la dieta diversa, los mapaches comen caracoles, cangrejos y otros
artrópodos, peces, anfibios, huevos de galápagos y tortugas marinas, aves acuáticas, y
musarañas, roedores, conejos y liebres, también consumen frutos silvestres o cultivados y
grano, y aprovechan las carroñas (Tabla 5; DeVault et al., 2011) e incluso los desperdicios en
áreas urbanas (Bozek et al., 2007; Prange, et al., 2004).
Tabla 5. Dieta del mapache común de distintas poblaciones nativas americanas e invasoras
europeas. La dieta se determina por el contenido estomacal e intestinal (EsIn) o por análisis de
excrementos (Ex). Las categorías de presa son: M, mamíferos; Av, aves R, reptiles An,
anfibios P, peces I, invertebrados V, material vegetal, frutos y grano. La composición de la dieta
(en porcentaje) se expresa como: FRA, frecuencia relativa de aparición (total de cada tipo de
presa/total de presas); FA, frecuencia de aparición (excrementos que contienen cada tipo de
presa/total de excrementos); B, biomasa. Si el periodo de estudio es de varios años se calcula
el promedio. Se calcula la diversidad de dieta (índice de diversidad de Shannon; H') y la
amplitud de nicho trófico (B). Las poblaciones de mapache en las áreas de distribución invadida
se marcan en gris. Referencias: a) Azevedo et al., 2005; b) Rulison et al., 2012; c) Schoonover
y Marshall, 1951; d) Tyler et al., 2000; e) Tabatabai y Kennedy, 1988; f) Guerrero et al., 2000;
g) Carrillo et al., 2001; h) Lutz, 1980; i) Bartoszewicz et al., 2008; j) García et al., 2012; k)
Heptner et al., 1967; l) Matsuo y Ochiai, 2009.
Biología de la reproducción
El sistema de emparejamiento de los mapaches es de tipo poligínico-promiscuo; los machos
dominantes se aparean con la mayoría de las hembras, que se suelen emparejar con un solo
macho (Gehrt y Fitzell, 1999a). Las luchas entre machos son frecuentes durante la estación de
reproducción (Gehrt y Fitzell, 1999a). La competencia entre machos (los atributos de los
machos, como el peso corporal o el tamaño de los caninos, son para el combate) y no tanto la
elección de la hembra (porque la filopatria y la agregación de las hembras en las áreas de
alimentación limita las oportunidades de emparejamiento) es el mecanismo de selección
sexual. Cuando el estro es sincrónico, los machos subordinados, y también individuos solitarios
que se internan en el territorio, acceden a hembras en celo (Gehrt y Fitzell, 1999a). Los grupos
de machos son efímeros porque el dominante acapara las hembras. Los subordinados
abandonan el grupo para establecerse en un territorio adyacente en solitario o con otros
machos de menor rango. Algunos subordinados permanecen a la espera para reemplazar al
dominante o adoptan otras estrategias de emparejamiento como encontrar antes a una hembra
receptiva o aprovechar la sincronía del celo para aparearse con otra hembra (Gehrt y Fitzell,
1999a). Las hembras se aparean con varios machos para asegurar la fecundación o incluso
evitar el infanticidio, también es un mecanismo de selección sexual por competencia
espermática (Gehrt y Fitzell, 1999a).
A finales del invierno o al principio de la primavera, entre febrero y marzo, los machos visitan a
las hembras del territorio. Las hembras son receptivas sólo durante unos 3 días (Gehrt y Fitzell,
1999a). La ovulación de las hembras no es espontánea, es inducida por la estimulación del
macho durante la cópula (Llewellyn y Enders, 1954). La gestación dura unos 60 días, los partos
son entre abril y mayo y el tamaño de la camada es de 1 a 7 crías, entre 2 y 5 de media (Lotze
y Anderson, 1979; Ritke, 1990b). Son frecuentes las camadas tardías cuando el estro se
retrasa por un invierno largo y severo, si la hembra es primeriza o pierde la camada y,
entonces, vuelve a entrar en celo (Gehrt y Fritzell, 1996).
Las hembras crían a los cachorros en solitario, el éxito reproductor depende su habilidad para
explotar las áreas de alimentación, cerca de cuerpos de agua (Gehrt y Fitzell, 1998). El
crecimiento de los cachorros es rápido y antes del segundo año el tamaño es ya de adulto
(Gehrt y Fritzell, 1999b). Antes de la siguiente estación reproductora, los machos jóvenes se
dispersan para establecerse en un territorio; las hembras suelen permanecer en el área natal
(filopatria; Gehrt y Fitzell, 1998).
La mortalidad natural es baja (Clark y Fritzell, 1992). Las principales causas de mortalidad son
la escasez de alimento, las enfermedades, los atropellos (Gehrt et al., 2002) y la caza (Lotze y
Anderson, 1979). La mortalidad de jóvenes es baja en verano y otoño pero alta en invierno, por
inanición y parásitos (Mech et al., 1968). En las áreas de introducción, muchos de los
individuos recién liberados o escapados mueren por atropello. El atropello no es raro, es el
principal factor de mortalidad en áreas rurales y suburbios de Norteamérica (Prange et al.,
2003).
Las enfermedades como el moquillo o la rabia regulan las poblaciones de mapache (Schubert
et al., 1998). El contacto entre individuos durante la época de reproducción incrementa la
incidencia del moquillo (Roscoe 1993, Chamberlain et al., 1999) e impacta en la población
(Riley et al., 1998) cíclico (Hoff et al., 1974, Roscoe 1993)
En la península ibérica, los datos de captura muestran una estructura de edades en pirámide
(alta proporción de individuos jóvenes), típica de una población en crecimiento (García et al.,
2012); un sesgo en la estructura de edades hacia población adulta indicaría saturación de
hábitat. Se desconoce la expectativa de vida de los mapaches en la península ibérica y las
islas Baleares. No se han estimado los parámetros demográficos básicos, tasas de natalidad y
mortalidad, supervivencia y reclutamiento, y dispersión juvenil.
Depredadores
En América, el mapache es presa de lobos (Canis lupus), coyotes (Canis latrans), pumas
(Puma concolor) y linces (Felis rufus), superdepredadores que controlan las poblaciones de
carnívoros generalistas (Crooks, 1999; Gehrt y Prange, 2007). También es presa ocasional del
aligátor americano, Alligator mississippiensis (Giles y Childs, 1949). Aunque la depredación no
es una de las principales causas de mortalidad del mapache (Gehrt, 2003).
Parásitos y patógenos
El mapache es un hospedador natural del nemátodo Baylisascaris procyonis, una lombriz
intestinal. La infestación en humanos es rara (Murray, 2002), por ingestión accidental de
huevos (transmisión oral), excretados con las heces (dispersión fecal). La larva migra al tejido
nervioso, los ojos y otros órganos y causa encefalopatías y ceguera, incluso puede resultar
letal (Murray, 2002). El grupo de riesgo son los niños, cuando conviven con las mascotas. No
existe tratamiento, se recomienda incinerar los excrementos (Murray, 2002). La alteración de la
disponibilidad y la distribución de los recursos, en las áreas urbanas y rurales, aumenta la
prevalencia por contacto entre individuos, agregados (Gompper y Wright, 2005). La
baylisascariasis está considerada zoonosis emergente (Sorvillo et al., 2002). La prevalencia es
alta en poblaciones de mapache americanas (68–82%; Page et al., 2005) y también en algunas
europeas (71%, Gey, 1998; 39%, Winter, 2005), sin embargo, no se ha detectado el parásito en
Japón (Matoba et al., 2006). Otros helmintos que parasitan al mapache y también son
patógenos para el hombre son Strongyloides procyonis y Trichinella sp.
Otras enfermedades parasitarias de los mapaches son causadas por los protozoos:
Toxoplasma gondii, Sarcocystis neurona, Sarcocystis kirkpatricki, Eimeria procyonis, E. nuttalli,
Babesia, Neospora caninum, Cryptosporidium sp. y Trypanosoma cruzi.
Además, los mapaches soportan la carga de ectoparásitos hematófagos (piojos: Trichodectes
octomaculatus; pulgas: Orchopeas howardi; y garrapatas: Dermacentor variabilis, Amblyomma
americanum, Ixodes texanus, I. cookie, y I. scapularis) y sufren los ácaros de la sarnas
sarcóptica (Sarcoptes scabiei), demodécica (Demodex sp.) y notoédrica (Notoedres cati).
Actividad
Es un animal nocturno y crepuscular (Urban, 1970), por el día descansa en refugios repartidos
por el territorio. La principal actividad durante la noche es la búsqueda de alimento y el
desplazamiento entre las áreas de alimentación (Greenwood, 1982). La actividad del mapache
se centra en torno a cuerpos de agua (Gehrt y Fitzell, 1998).
En verano y otoño es muy activo, engorda para pasar el invierno (Mech et al., 1968; Hoffman,
1979). Cuando baja la temperatura y el alimento escasea permanece aletargado en la guarida,
aunque sale a alimentarse los días más cálidos. Entra en hibernación sólo si el frío es extremo.
La pérdida de peso en invierno es de hasta el 50% (Mech et al., 1968).
Dominio vital
El área de campeo de los machos es mayor (Tabla 6), no sólo por requerimiento energético
(dimorfismo sexual: Harestad y Bunnell, 1979; McNab, 1963) sino también por comportamiento
social (Gehrt y Fitzell, 1998): la hembra asegura los recursos para la cría de los cachorros, y el
macho, el acceso a las hembras. En primavera y verano las hembras se establecen en las
zonas de alimentación y en invierno acuden al bosque para guarecerse en el cubil. Los
territorios de los machos abarcan los de varias hembras (territorialidad intrasexual), que se
agregan en torno a cuerpos de agua permanentes (Gehrt y Fitzell, 1999). La extensión del
territorio del macho se relaciona con la probabilidad de encuentro de una hembra receptiva
durante la estación reproductora (Chamberlain et al., 2003). El patrón espacial de las hembras
está determinado por la distribución de los recursos y el patrón espacial de los machos está
determinado por la distribución de las hembras y la interacción social entre machos (Gehrt y
Fitzell, 1998). El área de campeo estival es mayor que la invernal en poblaciones norteñas, los
mapaches son menos activos por baja temperatura y escasez de alimento (Kamler y Gipson,
2003); en otras regiones, los machos mantienen y defienden el territorio durante el año y el
dominio vital de las hembras depende de la disponibilidad de alimento y el cuidado de los
cachorros (Gehrt y Fritzell, 1997). El tamaño del núcleo de actividad es estable y no varía entre
estaciones (Chamberlain et al., 2003), es la parte del dominio vital de uso frecuente por
contener recursos importantes (Samuel et al., 1985); las áreas de alimentación, el cubil de cría,
los sitios de descanso, los refugios y las vías de escape.
El tamaño del área de campeo depende de la calidad del hábitat (Fretwell y Lucas, 1970). La
actividad del hombre afecta a la disponibilidad y distribución de los recursos (Prange et al.,
2004). El área de campeo se reduce y estabiliza en áreas urbanas debido a la abundancia y
concentración de recursos, alimento y también refugio (Prange et al., 2004; Bozek et al., 2007;
Tabla 6). La alta densidad de las poblaciones urbanas se debe a la supervivencia, el éxito
reproductor y la fidelidad al territorio de los mapaches en ciudades y áreas residenciales
(Prange et al., 2003).
Tabla 6. Área de campeo y núcleo de actividad del mapache común en las áreas de
distribución natural e invadida. Seguimiento de individuos adultos por telemetría terrestre
(VHF). Los métodos para estimar el área de campeo y el núcleo de actividad son el kernel fijo o
adaptado (isolíneas del 95% y del 50%) y el mínimo polígono convexo del 95% ó 100% (MPC).
En hábitat urbano (ciudad), suburbano (área residencial) y rural (mosaico forestal-agrícola-
pratense y humedales). Ordenación por tamaño de área de campeo y sexo. Las poblaciones de
mapache en las áreas de distribución invadida se marcan en gris en la referencia.
Área de campeo
Sexo Hábitat Periodo n núcleo de actividad (ha) Referencia
Kernel MPC
95% 50%
M Rural Anual 2 1712 - 3997,5 Bartoszewicz et al., 2008
H Rural Anual 2 567 - 1074
M Rural Anual 3 - - 1048 Ikeda et al. 2004
H Rural Anual 6 - - 325
M Rural Anual 2 - - 795 García et al., 2012
M Rural Anual 11 423 - 374 Gehrt y Fritzell, 1997
H Rural Anual 19 94 - 92
M Rural Anual 99 244 40 - Chamberlain et al., 2003
H Rural Anual 32 153 24 -
M Rural Verano 13 243 - - Bozek et al. 2007
H Rural Verano 20 216 - -
M Urbano Anual 8 210 - - Michler y Hohmann, 2005
H Urbano Anual 9 36 - -
H Rural Anual 6 183 24 - Suzuki et al. 2003
H Rural Primavera 1 175 - 484 Frantz et al., 2005
M Rural Anual 4 - - 266 Kamler y Gipson, 2003
H Rural Anual 8 - - 122
M Suburbano Anual 1 137 - 232 Bartoszewicz et al., 2008
M Urbano Verano 21 129 - - Bozek et al. 2007
H Urbano Verano 25 127 - -
M Suburbano Verano 18 98 - - Bozek et al. 2007
H Suburbano Verano 23 68 - -
M Rural Verano 13 68,6 9,1 54,5 Barding y Nelson 2008
H Rural Verano 8 47,5 6,6 36,2
M Rural Anual 33 92 20 70 Beasley, 2005
H Rural Anual 27 58 13 52
M Urbano Anual 18 86 12 - Gross et al., 2012
H Urbano Anual 16 26 3 -
M Rural Anual 20 67 12 423 Rosatte et al., 2010
H Rural Anual 8 46 10 221
M Suburbano Anual 2 - - 168 Ikeda et al. 2004
H Suburbano Anual 2 - - 126
M Suburbano Primavera 2 - - 110,5 Ikeda et al. 2004
H Suburbano Anual 2 - - 90,5
M Urbano Otoño 2 - - 43,5 Ikeda et al. 2004
H Urbano Otoño 2 - - 54,5
Movimientos
Durante las salidas nocturnas, los machos adultos recorren distancias más largas que las
hembras y los jóvenes (Greenwood, 1982). La distancia máxima que recorrieron 2 machos
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al., 2012) y no se alejaron del río. El mapache se mueve a lo largo de ríos y por las orillas de
lagos (Beasley et al., 2007).
La distancia de dispersión de los machos jóvenes es de hasta más de 20 km (Gehrt y Fritzell,
1998). Además, los mapaches cruzan los ríos a nado, incluso alcanzan islas cercanas a la
costa (Hartman y Eastman, 1999). Las carreteras tampoco limitan el paso a los mapaches.
Sólo las más altas cadenas montañosas y los grandes ríos son barreras naturales de
dispersión, aunque semipermeables. La dispersión a larga distancia y la colonización de
nuevos territorios es el mecanismo de expansión del mapache. La dispersión natal afecta a la
dinámica de poblaciones, determina la distribución y abundancia de la especie y el flujo génico.
Es un parámetro demográfico básico para diseñar planes de contención del mapache y
también de control de enfermedades infecciosas (Root et al., 2009).
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