Crecer Juntos
Crecer Juntos
Crecer Juntos
UNICEF Uruguay
Septiembre de 2011
Ana de Mendoza
Representante a.i
5
Las familias
En la actualidad, no existe un modelo único e inmutable de
familia.
La familia nuclear, integrada por un padre, una madre y sus hijos,
es hoy solo una de las tantas formas que la familia puede adquirir.
Existen diversos tipos de familias. Hay familias monoparentales,
familias homoparentales, familias ensambladas, familias adopti-
vas, familias reconstituidas, familias extensas, uniones informales
de parejas sin legalizar, tengan o no hijos a su cargo, etc.
Reconocer la multiplicidad de formas familiares no significa ne-
gar la centralidad de las familias en la vida de niñas y niños. Vivir
y crecer en familia es un derecho de todas las niñas y niños, ga-
rantizado en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) y
en las leyes nacionales. La CDN reconoce que los niños deben
crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor
y comprensión para el pleno y armonioso desarrollo de su per-
sonalidad.
Estas nuevas configuraciones familiares dan cuenta de que no
existe una única forma de generar lazos de afecto y que la biolo-
gía no es lo determinante para que las niñas y niños puedan cre-
cer sanos y desarrollar integralmente su potencial. Lo que define
a una familia, en los términos de esta guía, es que sea un grupo
estable de personas que proteja, cuide y ayude a desarrollarse a
las niñas y niños respetando su dignidad como personas.
Aunque ha cambiado su estructura, la familia conserva sus fun-
ciones: cuidado y protección, independientemente del género,
sexo o cosanguinidad de los adultos que ejerzan esos roles.
La familia, cualquiera sea su forma, es el ámbito en que niñas,
niños y adolescentes deben encontrar afecto, cuidados y protec-
ción. Esta guía está dirigida a todas esas familias que buscan ser
su mejor versión para criar a las niñas y a los niños en un contexto
saludable desde el punto de vista físico y emocional.
7
0-12 meses
10
Aprendemos a ser madres y padres
junto a nuestros hijos e hijas
11
Los cambios durante el embarazo
Una vez que llega a nuestra vida una hija o un hijo, ya nada será
igual: cambian los roles familiares y nos embargan emociones
fuertes y complejas: satisfacción y sensación de haber fundado
una familia, de que alguien nos va a continuar; así como miedos,
preocupaciones, inseguridades..., mientras debemos atenderlo,
cuidarlo, alimentarlo y empezar a conocerlo y a tratar de enten-
derlo.
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Las mamás y papás deben aprovechar toda la oportunidad
que tengan para dormir. El orden de la casa u otras tareas
pueden esperar, lo importante es que ellos repongan fuerzas.
Las mamás que puedan amamantar deben tomar mucha agua
e intentar descansar y estar lo más tranquilas posibles cuando
den la teta al bebé, sobre todo durante las primeras semanas.
Es importante recordar que el mejor alimento para un recién
nacido es la leche materna y que es lo único que necesitan
comer hasta cumplir los seis meses de vida.
Es importante que todas las mamás –den la teta o no la den-
y los papás se concentren en mirar y mimar a su hija o hijo
mientras lo alimentan y en generar un momento tranquilo, ín-
timo y cómodo para ambos.
El hijo real y la hija real no son los hijos soñados. Puede ser pa-
recido, pero no es igual. Solo si sabemos dejar atrás la imagen
del hijo o la hija soñados es que podremos aceptar a los reales,
sentirlos próximos, establecer un vínculo con él o ella y nutrirlos
con lo mejor, material, emocional y espiritualmente.
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¿Cómo se siente la mamá?
15
Los hermanos cuando llega el más
chiquito
Apego:
Es el lazo afectivo fuerte, perdurable y recíproco que
une al niño y a la niña con las personas significativas
en su vida. Por ejemplo, el afecto profundo del papá
por su bebé y de éste por él. No hay apego si no es re-
cíproco.
El apego se va construyendo en las interacciones co-
tidianas entre los adultos y el bebé. Durante el cam-
biado de pañal, la alimentación, el sueño, estos en-
cuentros placenteros, predecibles y confiables van
afirmando el apego.
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Algunos son muy activos; otros, menos movedizos.
Les tendremos que ofrecer la posibilidad de tener
actividad, a su medida.
Conclusiones:
Por ejemplo: “Estás muy cansado y por eso llorás mucho, aho-
ra vamos a dormir y cuando te despiertes, vas a estar mejor”.
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No hay bebés difíciles, son los adultos los que hacen la dife-
rencia buscando satisfacer las necesidades de los bebés de
una manera creativa y paciente.
21
l
Durante e
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primer añ en
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Para sobrevivir, los bebés a l p e d ia tra todos
ir lar su
e s e s p a ra contro
necesitan m y
cimiento
salud, cre o.
Cuidados físicos: alimentos, abri- desarroll
go, higiene.
Cuidados emocionales: amor, dedica-
ción, protección, aceptación, valoración.
Establecer una relación de apego saludable con los seres
más próximos.
Necesitan confiar en quienes lo cuidan y estar muy tranquilo los
primeros meses.
Los bebés conocen el mundo que le muestran quienes lo cui-
dan. Puede conocer un mundo amable en el que ella o él ocupa
un lugar importante, o puede conocer un mundo temible, rodea-
do de enemigos.
Si confía, podrá explorarlo y avanzar.
Si teme, gastará sus ener-
gías en evitar que lo dañen.
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Comunicándonos con los bebés
23
La sonrisa del bebé:
una fiesta y una
señal importante
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No es cierto que los bebés se «malcrían» o “nos toman el tiem-
po”. Ya llegará el momento en el cual le empecemos a poner lí-
mites. Esta es la etapa de cuidarlo, mimarlo y darle paz. Ahora
necesita confiar en que es amado y cuidado.
En esta etapa, dejarlo llorar, no prestarle atención, es una forma
de enseñarle que nada de lo que él o ella haga trae consecuen-
cias ni le importa a nadie. ¡Peligroso aprendizaje!
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Alimentar al bebé no es solo ofrecerle nutrientes; es también
darle amor, atención y fomentar el apego.
Poder darle la teta es lo mejor porque, además de recibir el más
completo de los alimentos, el bebé quedará a la distancia per-
fecta para ver la cara de mamá y encontrar sus ojos, sentir su piel,
su temperatura y su olor. Todo esto lo hará experimentar un gran
placer.
Cuando la mamá le da el pecho a su bebé, cuando el bebé re-
cibe su leche, ambos se van conociendo y se fortalece el afec-
to mutuo. Además, este primer vínculo de nutrición y amor es la
mejor bienvenida al mundo y a una vida plena.
Dar de mamar es un acto natural y grato, para la mayoría de las
mamás. Sin embargo, sobre todo al comienzo y cuando se trata
de la primera hija o hijo, pueden aparecer dificultades. Con pa-
ciencia y ayuda se pueden superar.
Si es preciso recurrir a la alimentación con mamadera, convie-
ne hacerlo con el bebé en brazos, para que sea un momento
de proximidad física y encuentro y aprovechar para fortalecer el
apego entre el adulto y el bebé.
La tranquilidad de mamá, o de quien lo alimente, siempre tras-
mite paz. Bien vale a pena destinar algunos minutos a calmar los
nervios, respirando hondo, pensando cosas agradables, y solo
después disponerse a alimentarlo y a brindarle un tiempo de
buena calidad, tan importante para los bebés.
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Tema:
¿Y las abuelas?
¿Y los abuelos?
Los abuelos y abuelas, a veces también pueden ser los tíos, tías
o vecinos que son muy cercanos, son figuras muy importantes en
la vida de una familia. De muy diferentes maneras pueden acom-
pañar la crianza de los niños y niñas.
Hay diferentes maneras de vivir esta etapa. Algunos abuelos dis-
frutan de sus nietos en momentos de puro juego y placer, sin
necesidad de hacerse cargo ni de su educación ni de sus necesi-
dades. Otros, por diferentes motivos, son convocados para trans-
formarse en los cuidadores sustitutos de los padres. Muchos de
estos abuelos perciben su aporte a la crianza de los nietos y nie-
tas como un regalo de la vida, como otra nueva oportunidad de
sentirse útiles y activos. Para otros, la tarea puede volverse pesa-
da, enfrentarlos a obligaciones para las que ya no tienen fuerzas
o ganas de seguir cumpliendo. Unos y otros tienen seguramente
entre manos una tarea muy importante.
Muchos abuelos y abuelas, tíos o tías y vecinos, deseándolo o
no, se transforman en el refugio de cuidados, amor y protección
que los niños y niñas necesitan para llevar adelante un desarrollo
saludable y feliz.
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Algunas formas para ser buenos abuelos consisten en mantener
una relación sana y respetuosa con las madres y los padres de
sus nietos y nietas.
Es fundamental que los abuelos tengan claro que pueden ser
maravillosos e inolvidables en la vida de sus nietos, desde su rol
de abuelos y sin invadir el lugar de los padres y las madres.
Son una excelente referencia afectiva dentro del grupo familiar,
pero lo razonable es que, pudiendo expresar sus propias ideas,
respeten las de sus hijos e hijas, que tienen derecho a tenerlas y
aun a equivocarse, como lo hicieron ellos.
Lo ideal es que los abuelos sean compañeros en la tarea y for-
men un equipo con las y los padres, actuando como copilotos,
apoyando, respetando y estando cerca por si los necesitan. La
ayuda y la colaboración que pueden ofrecer es formidable, pero
siempre que respondan a las demandas de los padres y no a sus
propios esquemas.
Así como los abuelos y las abuelas tienen que respetar los dere-
chos de los demás, aunque se trate de sus hijos y les parezca que
se equivocan, de la misma manera deben hacer valer sus propios
derechos. Es bueno que abuelos y abuelas se hagan respetar,
desde el cariño y la amabilidad pero con la firmeza necesaria.
También es deseable que ellos se abran para aprender cosas
nuevas y para aceptar que el mundo ha cambiado, en muchas
cosas para mejor. Para los abuelos será una experiencia intere-
sante incorporar nuevos conocimientos y conocer algunas herra-
mientas útiles para su propia vida cotidiana.
Lo de los abuelos y las abuelas ahora es disfrutar de sus nietos, y
hacerles saber a sus hijos que cuentan con su aprobación y que
son capaces de brindar a hijos y nietos su inmenso cariño y rica
experiencia de vida.
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El bebé se acerca a los tres meses
Si tenemos paciencia,
puede
aprender a dormir bien
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gestos naturales y placenteros tanto para la o el bebé como para
los papás y otros cuidadores.
El ritual nocturno es especialmente importante porque tiene que
ser la señal de que la noche ha llegado y con ella el descanso.
Es necesario que el ritmo de la casa alrededor del bebé se vaya
enlenteciendo, las voces bajen, la luz se apague de a poco. Ven-
drá entonces la secuencia de todas las noches, que por ejemplo
puede ser: baño tibio y placentero, comida, cambio de pañales
y ¡a la cuna! Una vez en ella puede venir la canción de cuna, el
mimo de buenas noches, y luego el sueño.
Para los bebés no es fácil separarse de alguien que los hace sen-
tir tan bien para entrar en el misterioso y a veces aburrido mundo
del sueño. A algunos les resulta mejor si los lleva a la cuna el
papá, a otros la mamá.
Un objeto transicional también puede ayudar a encontrar la ne-
cesaria calma: el chupete, una sabanita favorita o un peluche
blandito.
Estrés:
Respuesta del organismo cuando está sometido a una exigen-
cia que es mayor de la que puede enfrentar normalmente.
Entre los seis y los 24 meses los bebés van mostrando signos de
una capacidad básica, fundamental para el desarrollo posterior
de habilidades y capacidades más complejas: la capacidad de
compartir con otros la atención por un determinado objeto o si-
tuación.
Podemos ayudarlo a desarrollar esa atención si cuando vemos
que la bebé presta atención a algo, también lo hacemos y le de-
cimos algo al respecto. Por ejemplo: «¿Te gusta ese perrito, eh?»,
«¡Nunca habías visto una plaza!”, «¿Viste qué grande es?».
A los seis meses aproximadamente, los bebés ya se sientan y eso
les permite acceder mejor a los objetos.
Para los y las bebés, una buena manera de conocer los objetos
y de calmar sus necesidades de exploración es llevárselos a la
boca. Siempre debemos asegurarnos de que estén limpios y no
sean peligrosos, por ejemplo que no se los puedan tragar o que
puedan cortarse.
A esta edad adoran las novedades, y lo bueno es que casi todos
los objetos que tienen a mano son novedad para ellos. Por eso
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es tan importante estar atentos y no dejar a su alcance objetos
potencialmente dañinos.
La comida también les llama la atención, y no solo para comerla;
también para tocarla y jugar con ella.
Las relaciones con sus familiares son aún su fuente principal
de placer, aprendizaje y desarrollo. Que le hablen, le canten, le
muestren objetos y que lo hagan reír son sus mejores juguetes.
Cuando todo va marchando bien, unos meses antes del año la
bebé o el bebé ya puede darse cuenta de que los objetos exis-
ten aunque no los vea. Puede jugar a esconder y descubrir un
objeto y disfrutar cuando, escondido, de todos modos sabe que
allí está. Por eso les gusta tanto jugar a: “¿Donde está? Acá está!”
¡Empezó a extrañar!
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Aceptar la separación no es fácil para el bebé ni para sus pa-
dres: algunos necesitan practicar mucho antes de tolerarlo bien.
Cuando son bien chiquitos, jugar al «donde está, acá está» es
una manera de aprender y entender que lo que no se ve, no des-
aparece para siempre.
De a poquito es bueno ir acostumbrándolo a que puede estar
sin mamá o papá a la vista. Cuando el bebé nos reclame para
que estemos con él o lo entretengamos, puede ser que se calme
si escucha nuestra voz y entonces sabe que estamos cerca. Ya
puede estar en el piso sobre una mantita, protegido de masco-
tas, de la suciedad y del frío y con objetos alrededor. Así podrá
pasar tiempo investigando, chupando, golpeando los juguetes o
los objetos de la casa que no sean peligrosos, ¡como un cientí-
fico!
Si el bebé es muy sensible a las caras
desconocidas, debemos presentár-
selas de a poco. Que no lo acosen
mos
ni lo invadan, que se queden en
ó m o lo s ayuda
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la periferia interactuando con los r mejor
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acostumbre un poco. Si es en su tros y
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35
¿Problemas en el sueño?
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La mejor manera de que aprenda a comer es dedicándole tiem-
po y paciencia, dejándolo relacionarse con la novedad y sentán-
dolos a la mesa con la familia desde antes de que ellos coman,
ya que empezarán a tener curiosidad y desear hacer lo mismo
que hacen sus hermanas, hermanos y los adultos de su familia.
Es recomendable que al momento de iniciar a comer, los bebés
lo hagan junto con algún familiar o durante la comida familiar, no
en momentos separados. Los bebés aprenden mucho por imi-
tación y comerán lo que les vean comer a los adultos y a otros
niños y niñas que los rodean.
No queremos hacer de la comida una batalla. Le daremos tiem-
po para habituarse, respetaremos sus señales de saciedad o de
disgusto, sin forzarlo o forzarla a comer cuando no quiere hacer-
lo.
La persona que lo alimente podrá hacer uso de su creatividad
para estimularlo y premiar con halagos sus logros y sus avan-
ces. Las sonrisas y demostraciones de contento serán el mejor
estímulo para que el bebé asocie el hecho de comer bien con
alegría y satisfacción.
Es recomendable dejar que “jueguen” con la comida y permitir
que se ensucien y se ensucie el entorno.
No es buena idea distraerlo con la TV. Cuando se
come, se come y se conversa, pero no se ha-
cen otras cosas al mismo tiempo.
El momento de la comida es un mo-
mento privilegiado de interacción
adultos-niños y niñas, por eso
es fundamental la comunica-
ción, estar presente, permitir
la exploración de algunos
alimentos, y generar un mo-
mento de placer.
37
Juegos y juguetes
39
intensos o menos rápidos, lo que puede ser una importante in-
terferencia para su futuro rendimiento escolar y relacionamiento
social.
Dedicarle tiempo, paciencia y buen humor es de los mejores re-
galos que podemos hacerle al bebé.
El tiempo que los bebés pasan frente a una pantalla es tiempo
que se resta de interacción humana. Aunque puede ser más can-
sador, tranquilizar o distraer a los bebés interactuando con ellos,
es infinitamente mejor para su desarrollo que hacerlo con una
pantalla.
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La escasa o nula atención.
La escasa o nula estimulación.
El exceso de estimulación.
El clima familiar violento hacia el bebé o entre los demás in-
tegrantes de la familia. La violencia es dañina en todas sus
formas: física, verbal, emocional, explícita o implícita.
La depresión en la familia.
La inestabilidad, el desorden y la falta de rutinas.
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1 a 2 años
inclusive
Las deambuladoras.
Los deambuladores
Simbolización:
Capacidad de relacionar elementos diferentes y de entender que un
elemento represente
a otro sin ser el otro. Por ejemplo, cuando juegan a
cocinar usando arena y agua para hacer una «rica torta» o cuando atan
un frasquito y lo «sacan a pasear» como si fuera el perro.
¿Cómo acompañamos su
crecimiento en esta etapa?
45
No debemos
s nunca
burlarnos de ello
cosas que aun
(por ejemplo, de s
ni dejar que niña
no saben hacer)
lo hagan. Por más
o niños mayores os y
an son perceptiv
pequeños que se s.
ien se ríe de ello
notan cuando algu .
n personas
Son niños pero so
que le
A nadie le gusta
Para acompañar hagan burla.
al
niño o a la niña en un
crecimiento sano y
exitoso hace falta
constancia, paciencia
y persistencia.
47
das maneras, entienden mucho más de lo que pueden expresar
en palabras.
De las palabras sueltas pasan a las frases cortas... y pronto empe-
zarán a nombrarse a sí mismos. Esta es una importante señal de
que se reconocen como unidad separada del resto, de que están
construyendo su identidad.
Alrededor de los dos años, no solo se nombran sino que también
saben si son o se sienten una niña o un niño.
Pueden empezar a hablar porque su cerebro ha madurado y el
entorno lo ha estimulado.
Acceder al lenguaje les permite pensar de manera más rica y
compleja.
Tema:
El tartamudeo de los primeros años
¿Cómo ayudarlo?
Evitando corregirlo o corregirla de ninguna manera, ya que
corregir, subraya y acentúa una dificultad que, de otro modo,
muy probablemente será pasajera.
Prestándole atención cuando el niño o la niña nos hable y
dándole el tiempo que necesite. Escuchando lo que nos dice,
no cómo lo dice.
Dándole el tiempo necesario, sin apurarlo, sin completar las
palabras ni las frases antes que él, ni hacerle repetir lo que no
dijo correctamente.
Sin presionarlo para que hable cuando está llorando o muy
molesto o ansioso.
Sin ponerlo «en exhibición» frente a terceros para que de-
muestre lo que ha aprendido a decir.
Hablándole clara y pausadamente.
Sin darle consejos de qué hacer cuando tartamudea. Decirle
«respirá hondo» o «hablá más lento» solo puede servir para
aumentarle la ansiedad y empeorar la situación. La mejor ayu-
da es el modelo que le demos nosotros al hablar pausada y
tranquilamente.
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El día que está «muy trabado», promovamos actividades que
no impliquen de manera protagónica el lenguaje (deportes,
actividades musicales, de pintura, etc.).
Si, por el contrario, está en un «buen día», ofrezcámosle opor-
tunidades atractivas en las que haya que hablar (títeres, jue-
gos interactivos, conversaciones estimulantes, etc.).
No nos burlemos nunca, ni permitamos que nadie lo haga.
50
El NO de los niños y niñas
Los niños y las niñas no solo escuchan el no muchas veces, y les
resulta muy fácil de decir... Decirlo también les permite ¡descubrir
su poder!
Decir no es un ejercicio de afirmación de sí mismo y de indepen-
dencia.
Al decir no también van entendiendo mejor el significado de esta
palabra tan importante.
Como adultos, es importante no decir no a todo, porque la pala-
bra puede perder su efecto. Debemos ser coherentes al usarla y
decir no cuando realmente lo amerite.
NO
La importancia
de su tenacidad...
y cómo sobrevivir a ella no no
no
Ser tan tenaces como son a esta edad les permite seguir inten-
tando lograr habilidades a pesar de las dificultades y de los fra-
casos. ¿Cómo aprenderían a caminar hábilmente si se atemoriza-
ran con las caídas?
Sin embargo, la tenacidad puede volverse incómoda cuando la
aplican en su relación con nosotros. Un ejemplo: cuando les pe-
dimos que recojan sus juguetes y la respuesta es no y no.
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Podemos decirles: «¿Qué te parece si yo recojo un juguete y tú
otro?», en un buen clima y de manera divertida. Y no olvidarnos
de felicitarlos después por su trabajo y de disfrutar juntos por lo
bien ordenado que quedó todo.
Otro camino de entendimiento es darles cierta experiencia de
participación en las decisiones, lo que también les permite sentir
que son ellos y ellas los que deciden. En lugar de pelear para que
se ponga un buzo de abrigo determinado, podemos planteárselo
de esta manera: «Hace frío hoy, por lo que hay que abrigarse.
¿Cuál buzo querés, el rojo o el azul?».
Nunca darles un premio (dulces, caramelos o un juguete) por ha-
cer algo que les pedimos.
En estos años van quedando muy claras dos fuerzas que pueden
parecer opuestas o contradictorias. El niño o la niña nos necesita
cerca, reclama nuestra presencia y nuestros mimos, pero a la vez
disfruta mucho de su creciente autonomía.
Querer hacer las cosas por sí mismo y sí misma signi-
fica que confían en sus posibilidades y que disfrutan
con la independencia; ¡dos excelentes noticias!
Si queremos que vaya creciendo con confianza en sí
misma y sí mismo y en su capacidad de trabajar por lo
que quiere, conviene dejarlos hacer lo que sea razo-
nable que haga por sí mismo, sin esperar perfección y
valorando cada intento y esfuerzo.
52
Tema: Los berrinches
Esta es una edad en la cual los deseos y los impulsos son muy
fuertes; los niños y las niñas tienen poca experiencia en tolerar
frustraciones y su lenguaje y sus habilidades de expresión y des-
carga todavía son limitados. ¿Qué mejor manera de expresar el
disgusto y la frustración que un buen berrinche o rabieta?
Se trata de un comportamiento normal en el desarrollo. Los be-
rrinches son más frecuentes e intensas en algunos niños y niñas
que en otros y empeoran con la fatiga, el apetito o cualquier tipo
de malestar.
Cuando el lenguaje se amplía, si hacemos las cosas bien, los be-
rrinches empiezan a disminuir, ya que poder hablarse a sí mismo
y a sí misma les permite a niñas y niños regular sus emociones
y reacciones. La capacidad de hablar consigo mismo es un lo-
gro fundamental en el desarrollo del ser humano. El acceso a
esa habilidad
le permite controlar los impulsos de manera más
eficiente. Es frecuente que a los más chiquitos los escuchemos
hablarse a sí mismos. Por ejemplo, pueden decirse: «No se toca».
A medida que van creciendo, esos monólogos se transforman en
discursos internos, en pensamientos que controlan el comporta-
miento voluntariamente.
Prevención
Si sabemos que una situación los frustra demasiado y los des-
borda, lo más inteligente es evitarla hasta que logren enfrentarla
de otra manera. Por ejemplo, no llevarlos al supermercado, que
es un lugar donde no pueden tocar, comer ni tener todo lo que
ven; no mostrarse exigentes con ellas o ellos cuando tienen sue-
ño o es la hora de comer.
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Otras veces alcanza con darles la posibilidad de elegir algo:
«¿Querés bañarte antes o después de comer?».
Como todavía son muy dependientes de la fuerza del estímulo,
aún es posible distraerlos y cambiarles el foco de atención de lo
que «no se puede» a algo que «sí se puede».
Y antes de negarnos a algo o limitarlo, será mejor que pensemos
si es realmente necesario, porque hay asuntos que no tienen tan-
ta importancia como para provocar un episodio de estrés. ¿Quie-
re comer arroz con dulce de leche?... ¿Por qué no?. Si pinta, ¿se va
a ensuciar las manos y la cara? Se lava después!
Acción
Si no pudimos evitar el berrinche, es importante mantener la
calma. ¡No ayuda responder al berrinche del niño o la niña con
una rabieta de los adultos! Nuestra reacción es una lección hacia
ellos de cómo responder frente a un conflicto.
Empecemos por no responder con enojo ni desbordarnos noso-
tros y ayudémoslos a recuperar la calma.
Agacharse a la altura de ellos y ellas para contenerlos, mirarlos a
los ojos y decirles: “Entiendo que te enojes porque querías mucho
hacer eso, pero ahora no podemos porque tenemos que irnos. Yo
estoy acá con vos y te acompaño a que se te pase el enojo”.
También se lo puede intentar abrazar y ser claro y cariñoso sobre
porqué no se accede a su reclamo. En general, si uno toma esta
actitud como adulto, y les enseña que es posible mantener la
calma, los berrinches se pasan al ratito.
A algunas niñas y niños los calma el aire libre. Hay que ser crea-
tivo e intentar ver qué calma a esa niña o niño en particular, pero
suele funcionar llevarlos a algún lugar abierto o a un lugar distin-
to al que estaban, donde no estén expuestos a las miradas de los
demás, sino solo con nosotros.
También se lo puede hamacar, cantarle o abrazarlo para calmar-
lo y asegurarles nuestro amor a pesar del berrinche.
54
No es recomendable acceder a darle o hacer lo que quería. Tie-
ne que aprender claramente que un berrinche no lo acerca a nin-
guna solución. Sin embargo, es una buena enseñanza mostrar
que nos equivocamos y sabemos pedir disculpas. Por ejemplo, si
vemos que no es razonable negarnos a darles lo que piden, po-
demos ceder y explicar los motivos de tal decisión, reconociendo
haber estado equivocados.
Una vez que el berrinche pasó, podemos manifestarle la alegría
de que haya recuperado el control y enseñarle cuál habría sido la
mejor manera de actuar o de expresar lo que sentía, estimulando
el uso de palabras.
Siempre explicar los motivos por los que no podemos satisfacer
su deseo o reclamo. Nuestro rol es poner en palabras lo que ellas
y ellos no pueden y ayudarlos a contener la frustración.
¡A jugar!
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Una vez que su imaginación despertó, empiezan a poder «inven-
tar»; un palito podrá ser una cuchara y una hoja de árbol un avión.
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Algunos objetos también pueden divertirlos. Cualesquiera capa-
ces de ser encastrados (como ollas de cocina), apilados, llenarse
de agua o arena y ser vaciados, o de transformarse en un muñe-
co, un auto o lo que le guste imaginar a cada uno.
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¿Ir al jardín?
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Aprender a «comer bien»
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Los NO que evitan situaciones
penosas
El llanto
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Mantener la misma secuencia de acciones cada noche lo tran-
quiliza y lo ayuda a ir preparándose para el sueño.
También ayuda que el ritmo a su alrededor se vuelva más lento.
No hay que ser especialmente divertidos ni excitantes de noche.
A la hora de irse a la cama es muy importante que le demostre-
mos amor y firmeza en igual proporción. Lo mejor: unos buenos y
tranquilizadores mimos cargados del firme mensaje de que aho-
ra «hay que dormir».
Proveerlo de su objeto transicional, si tiene uno, lo hará sentir
protegido y seguro aun estando solo o sola.
Si se angustia la o lo calmaremos, pero siempre manteniendo la
consigna de que es hora de dormir, que se duerme en su cama y
que estaremos cerca por si nos necesita.
Vamos a conservar la paciencia y la firmeza. Ni el enojo ni el es-
trés ayudan, y mucho menos dar marcha atrás en nuestra deci-
sión.
No conviene llevarlos a dormir a nuestra cama ni dejarlos dor-
mirse mirando televisión o pantallas. Lo mejor para ellos es acos-
tumbrarse a dormirse solos y en su lugar.
62
Después del año, el mundo se vuelve mucho más desafiante
para los niños y niñas, y además es más probable que no estén
todo el tiempo con sus madres o padres. Es por eso que uno
de estos objetos transicionales puede resultarles imprescindible
para enfrentar lo nuevo y desconocido.
A tener en cuenta
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¿Cómo ayudarlos?
Hay muchas cosas que querríamos que nuestros niños y niñas hi-
cieran casi automáticamente, porque es bueno para ellos. Pero...
no es así como funcionamos los humanos, y no siempre es fácil
conseguir que aprendan a lavarse los dientes, a juntar sus jugue-
tes luego de utilizarlos... y tantas otras cosas.
Lo normal es que los niños y las niñas hagan lo que tienen ganas
de hacer en cada momento, lo que les gusta o lo que les trae una
consecuencia positiva.
Pasarse un cepillo por los dientes, por ejemplo, no cumple, a sus
ojos, con ninguno de estos criterios. Tenemos que enseñarles a
que hagan algo que no harían espontáneamente, y que lo hagan
tantas veces como sea necesario, sin pasarla mal.
65
¿Cómo lo haremos?
cordar
Para re e:
siempr
ímulo
Sin est n
y m o tivació
no ha sfuerzo
.
a e l e
par
66
Tema: Chau pañales
Nuestra gran ilusión es que los niños y niñas dejen los pañales
pronto y para siempre, pero no conviene apurarse. Ningún sis-
tema es infalible: si bien muchos niños y niñas aprenden fácil-
mente, otros lo logran con más paciencia. Algunos aprenden casi
solos o solas. Otros, con la precisa intervención de una mamá, un
papá o una abuela bien dispuestos pero no apurados.
67
¿Cuándo empezar?
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Conviene que el control de esfínteres se realice en forma pro-
gresiva. Se requiere paciencia, no imponer castigos y felicitar al
niño en sus logros entendiendo que es un proceso que requiere
madurez física y desarrollo intelectual de los niños y niñas.
Para enseñarle a dejar los pañales, ¡necesitamos que quiera ha-
cerlo! Debe estar en una etapa en la que se muestre dispuesto
a complacer a quienes lo cuidan y disfrute los avances en su
autonomía como algo favorable y no como una amenaza o una
pérdida.
¿Pelela o inodoro?
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Utilizar pelela si la niña o el niño muestran miedo al inodoro. Ésta
debe estar en el baño siempre.
Los adultos deben estar atentos a los pedidos del niño o la niña.
Cuando pide ir al baño o lo manifiesta a través de gestos hay que
tratar de llevarlo en ese momento para que no se cree confusión
sobre las pautas establecidas.
En un principio se controlan los esfínteres durante el día y luego
de un tiempo por la noche. Es habitual que primero controlen
hacer caca y luego pis.
Existen normalmente períodos de regresión transitorios a etapas
anteriores durante el aprendizaje, esto no hay que vivirlo con an-
gustia, entendiendo que es un proceso dinámico donde hay que
acompañar a la niña o al niño.
Se recomienda que los chicos jueguen en este período chapo-
teando en el agua, trasvasando líquidos, utilizando plastilinas o
con barro. Es aconsejable que deje que se ensucien ya que estos
juegos también estimulan el control de esfínteres.
Es aconsejable que usen ropa cómoda, que sea práctica para
que ellas y ellos mismos puedan quitársela al ir al baño.
70
Las visitas al baño
Al principio, las idas al baño serán programadas en horarios re-
gulares de acuerdo con el ritmo de cada niño o niña. Si sabemos
que aguanta más o menos dos horas sin hacer pis, ese será el
tiempo que pase entre una ida al baño y otra. Una vez allí, no los
dejaremos demasiado tiempo; cinco minutos es suficiente. Abrir
una canilla y dejar correr el agua sigue funcionando como ayu-
da para estimular el hacer pis. Algunos necesitan un librito o un
juguete para entretenerse en ese momento. Conviene que ese
objeto sea de uso exclusivo para cuando va al baño.
71
La sabiduría de hacer una pausa
Hay casos en los cuales el niño o la niña no logra avanzar, a pesar
de los buenos esfuerzos propios y de la paciencia de los adultos.
Quiere decir que no llegó su momento. Se debe retomar dentro
de un tiempo.
Mi cuerpo y yo
¡Hola, sexualidad!
72
Debe preocuparnos cuando se tocan excesivamente, o se
irritan o lastiman; cuando lo hacen de manera compulsiva o
cuando dejan de jugar o de comer por tocarse. En estos casos
la consulta con el pediatra podrá orientarnos para determinar
si
el comportamiento es normal, si está aumentado por algu-
na conducta
o situación o es una manera de descargar estrés.
73
Mujeres y hombres, niñas y niños, tenemos los mismos derechos
y debemos tener las mismas posibilidades.
Por eso, es importante que desde chiquitos les enseñemos a
funcionar en igualdad de condiciones, sin repetir estereotipos
dañinos como «ayudar en la casa es para las nenas» o «los ne-
nes no lloran» o “los nenes son mejor haciendo deporte”.
Criarlos sabiendo que su sexo no es una limitación para sentirse
realizados y satisfechos consigo mismos les allanará el camino
en la vida y los ayudará a respetar y respetarse por ser ellas mis-
mas y ellos mismos.
Podemos valorar de ellas y de ellos características que no han
estado asociadas tradicionalmente a los distintos géneros. Por
ejemplo, podemos resaltar en las niñas características positivas
que no sean la belleza. “Qué fuerte sos, qué rápido corrés” O en
los niños debemos respetar que les gusten actividades no aso-
ciadas tradicionalmente al género masculino, como cocinar.
La manera en que las niñas y los niños aprenden es observando
e imitando a los adultos, es por eso que la distribución de tareas
domésticas de manera equitativa entre mujeres y varones, con-
tribuirá a la perspectiva que los niños y niñas tendrán sobre el
mundo.
Estereotipos:
Esquemas rígidos que pretenden definir cómo debe ser
y actuar cada persona de acuerdo con su sexo, edad, etc.,
como si hubiera una única forma de ejercer cada función
74
Tema: Cuando los adultos discuten
75
Es importante no discutir cuando se ha consumido alcohol u
otras sustancias que alteran el control de uno mismo y las posi-
bilidades de intercambio de opiniones.
Cuando los adultos son una pareja que se quiere, puede ser po-
sitivo terminar la discusión con una demostración de cariño. A los
hijos debe quedarles claro que enojarse o pensar diferente no
significa dejar de quererse.
Si no hay amor entre los adultos, habrá que aferrarse al respeto
y la consideración que el otro merece por el hijo o la hija com-
partidos, y terminar la discusión o con un acuerdo o con un «lo
seguiremos pensando» que le demuestren a la niña o al niño que
los adultos seguirán buscando la mejor manera de entenderse
en esa tarea tan importante que es criarlos.
n, ni como
crar a lo s hi jo s e hijas en la discusió
volu de alianza o
Jamás debemos in s po nemos en situación
o ju eces . Si lo des
informantes
ni com s ge ne ra m os conflictos de lealta
nosotro s, le
denuncia de uno de
que los desbordan.
77
lia armónica y estable. Cuando ello no es así y los adultos deciden
separarse, también es posible encontrar nuevos ecosistemas sa-
ludables en los cuales criar hijos e hijas sanos y felices aunque
cambie la configuración familiar. Para lograrlo es necesario re-
correr un camino que necesita tiempo, elaboración, madurez y
compromiso de los adultos.
79
es posible dejar de lado momentáneamente el duelo personal
para hacerse cargo del dolor de sus hijos e hijas.
Lo mejor es darles la información de la separación en algún mo-
mento en que tengamos tiempo para estar con ellas y ellos, para
estar disponibles si nos necesitan.
Es ideal que los adultos le den juntos al niño —o a los niños— la
noticia de la separación, en un clima de serenidad, aunque estén
tristes o enojados. Al mismo tiempo le manifestarán la seguridad
de que los dos seguirán estando allí para cuidarlo y protegerlo.
Lo que se le diga al niño o a la niña dependerá de la edad y de su
capacidad de comprensión.
Es importante que se trasmita la información principal con clari-
dad. Por ejemplo: «Vamos a vivir en casas separadas, no seremos
más pareja («novios» para los más chiquitos), pero seguiremos
siendo siempre las personas más importantes y presentes para
ustedes».
También es bueno decirles que se trata de una decisión tomada
en conjunto, que ha sido muy pensada y que, aunque los hijos
hoy no lo entiendan, es lo que creen más conveniente para la
familia.
En el caso de que la decisión de separarse fuera de uno solo de
los adultos, no conviene explicarlo. A los niños y niñas no los fa-
vorece conocer detalles internos de la pareja ni rotularlos como
culpable y víctima.
A los niños y niñas los tranquiliza, sin duda, que les den algunos
detalles concretos de cómo será la dinámica a partir de ese mo-
mento. Explicarles dónde y con quién vivirán ellos, dónde vivirá
80
el otro o la otra, cómo se comunicarán y cómo se organizarán
para verse.
Las reacciones inmediatas de los niños y niñas son
muy variables. Algunos demoran en entender lo que realmente
significa una separación.
Otros hasta pueden sentirse aliviados si vivían en un clima muy
tenso. Muchos manifestarán su tristeza, su enojo y se resistirán a
aceptar algo que no quieren. Sea cual sea la reacción, conviene
darles la oportunidad de expresarla y de hacer todas las pregun-
tas que se les vayan ocurriendo.
Es vital que los niños y niñas sientan que sus padres o madres
están disponibles y que se puede hablar de la nueva realidad
familiar. Sin embargo, lo que de verdad pesa es la práctica. Serán
los hechos sostenidos en el tiempo los que determinarán que los
niños y niñas crezcan sanos y fuertes o que queden malheridos
por el conflicto de los adultos.
Es primordial respetar el derecho del niño a entablar una rela-
ción de amor y respeto con ambos, libremente, sin tensiones, sin
culpas ni conflictos de lealtad, y a disfrutar plenamente de ese
vínculo.
A veces el conflicto de pareja genera emociones muy fuertes,
que no son fáciles de controlar. Sin embargo, resulta imprescin-
dible no caer en la tentación de utilizar al niño o a la niña para
«vengarse» del otro o para hacerlo sufrir.
Los adultos separados deben seguir cumpliendo plenamente su
rol a pesar de la separación. Eso implica pasar con sus hijas e hijos
el tiempo suficiente que les permita compartir momentos signifi-
cativos de la vida cotidiana y continuar poniendo límites, ofrecien-
do guía y orientación para lo que está bien y lo que está mal.
81
Ningún hijo o hija merece ser víctima de los conflictos de
pareja. Tenemos que respetar su derecho a querer y a ser
querido por ambos padres o madres, a confiar en los dos
y a sentirse seguro y protegido.
Aprenden a aprender
¿Cómo?
87
De sus errores, aprenderán algo muy importante: que hacer
implica equivocarse, que no deben temer
las dificultades
que encuentren, sino que deben aprovecharlas para mejorar
la estrategia y seguir intentando hasta lograr su objetivo.
Fortaleza emocional
Es la que nos permite solucionar problemas,
sortear obstáculos y enfrentar adversidades
a lo largo de la vida.
¡Me pegaron!
89
¡Qué buena oportunidad para demostrarles que los entende-
mos, que sabemos cómo se sienten porque también nos hemos
sentido así, y para que se sientan apoyados y apoyadas!
Entender y acompañar
91
Siempre es buena cosa que los padres conozcan a los amigos
y amigas de sus hijos, a sus familias y se interesen por ellos. Eso
no significa andar controlando o querer saber todo. Demostrar un
genuino interés posibilita establecer vínculos que nos previenen
contra los prejuicios y permiten una acción más positiva si es ne-
cesario intervenir.
No participar como un compañero de juego más. Es bueno que los
adultos jueguen y compartan actividades con sus hijos e hijas como
padres, no como amigos. Es imprescindible que respeten el espa-
cio que ocupan los amigos y amigas en la vida de los niños y niñas.
Las emociones de los niños suelen ser muy fuertes y aún les
cuesta controlarlas.
Tener mejor lenguaje favorece el desarrollo del autocontrol. Los
adultos podemos ayudar significativamente en este proceso.
También ayudamos siendo buenos ejemplos de autocontrol y
hablando de nuestras emociones: «Me hace enojar mucho que
ensucies donde acabo de limpiar».
tir
d e r a compar
A pren defende
r
d e r a
y apren chos
los dere nta
a ne ra no viole
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uecedo
es enriq a.
da la vid
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92
Autocontrol
o control de uno mismo
La agresividad «normal»
93
con
s lo s t r a taremos
Jamá os
r e s iv id a d o serem
ag solver
g re s iv o s para re
a ble
to s . E s inacepta
conflic cia
la violen
el uso de ntra
ís ic a o verbal co
f
iños.
niñas y n
94
Imitando los comportamientos de quienes son nuestros mo-
delos: madres, padres, maestros, abuelos, hermanas, perso-
najes de juegos o TV.
Si descubrimos que con la agresividad conseguimos lo que
queremos.
95
También debemos prestar atención cuando una niña o un
niño nunca, nunca es agresivo, ni siquiera un poquito. Y si no
sabe defenderse cuando lo agreden.
96
Que desarrollen empatía con los demás.
Que empiecen a aprender a tomar decisiones y a responsabi-
lizarse de los resultados.
Que aprendan a reconocer las situaciones que son peligrosas
para ellos y ellas.
Que aprendan a pensar, desarrollar y madurar su conciencia
sobre lo que está bien y lo que está mal.
Que se logre un buen clima de convivencia, disfrutable tam-
bién para ellos y ellas.
Empatía:
Capacidad de ponerse en el lugar del otro,
considerarlo y respetarlo.
97
Poner límites no quiere decir reaccionar a lo que
los niños y niñas hacen mal.
Poner límites es enseñarles lo que está bien.
Para poner límites no hay que estar enojado, sino
convencido.
Poner límites es enseñar a cumplir las reglas de
convivencia.
99
Lo que no debemos hacer:
Ponerle etiquetas al niño
o a la niña. Eso no servirá para corre-
gir su conducta. Decirle «Sos un desordenado» resulta menos
efectivo que señalarle «Tus juguetes están desordenados».
Pedir comportamientos intermedios del tipo:
«Tratá de no en-
suciar el sillón».
Decir vaguedades tales como «Portate como una niña de
cuatro años».
Hacer preguntas de las que no esperamos respuestas porque
tampoco las tienen, tales como: «¿Cuántas veces te tengo
que decir que...?».
Creer que se portan mal a propósito, cuando en realidad ¡son
niños chicos!, que recién están aprendiendo.
Gritar ni amenazar.
100
Lo que queremos es que, a través de la aceptación gradual de
los límites, sean más fuertes y dueños de sí mismos cada día.
101
¿Por qué no hace caso?
NO Q
UIERO Autoafirmación:
103
En síntesis los objetivos que debemos buscar
como adultos al poner límites son:
Brindar seguridad y protección
Favorecer el desarrollo de las competencias sociales
Estimular el desarrollo de la iniciativa
Aprender a compartir y ponerse en el lugar del otro
Aprender a tomar decisiones
Aprender a resolver situaciones conflictivas
Desarrollar el sentido de responsabilidad sobre sus actos
Aprender a manejar sus impulsos y las consecuencias de los
mismos
Tolerar la frustración
Lograr capacidad de espera
104
De 3 a 5 años:
Los niños y las niñas comienzan a resolver situaciones en forma
más independiente, ya pueden esperar y reflexionan al observar
a sus padres.
Adquieren dos nociones importantes: la noción del tiempo y el
interés por aprender.
Educar a los niñas y las niñas supone permitirles caminar por la
senda que del conocimiento de sus límites, sin mutilar su perso-
nalidad.
Esto obliga al adulto a mantenerse dentro de ciertos límites y a
dar el ejemplo con sus acciones. Si, como adultos, logramos te-
ner paciencia y acompañarlos en el conocimiento de los límites,
nos encontraremos aprendiendo más sobre nosotros mismos y
nuestro accionar, nuestra tolerancia a la frustración, etc.
e
os qu
e co rdem nseñar
R cil e
y difí o no
es mu o se tiene la
n a
lo que eja, ya se a, la
m a n s p e r
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a c i d ad de ustración
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ncia or los
tolera respeto p
o el s.
demá
105
La pesadilla de los
berrinches en público
106
¿Por qué rechazamos el castigo
violento?
107
Un plan para que incorporen hábitos
Hábitos:
Comportamientos que terminan transformándose
en una costumbre.
108
Tabla de soles
109
El uso inteligente de las recompensas:
sus beneficios
110
Tiene que ser algo realmente valorado o deseado por el niño
o la niña. Recordemos que el estímulo debe funcionar como
la motivación necesaria para que un niño haga algo que le
cuesta esfuerzo o que no tiene ganas de hacer.
No es importante su valor económico ni cuánto nos guste a
nosotros, sino que sea un verdadero premio a los ojos de él o
ella.
Lo que funciona para un niño puede que no sirva para otro,
por lo cual debemos asegurarnos de que conocemos bien
qué cosa serviría para cada uno.
Es importante también que ese estímulo sea algo que no pueda
conseguir de otra manera. De nada serviría utilizar un cuento como
estímulo si más tarde la hermana se lo leerá de todos modos.
Conviene que el niño o la niña reciba lo antes posible la re-
compensa por el comportamiento que queremos estimular.
Si utilizamos el mismo estímulo una y otra vez, llegará un mo-
mento en el cual perderán el interés por él y dejará de motivarlos.
Es importante ir variando los estímulos para que sigan teniendo
el efecto que buscamos.
111
¿Tendré que premiarlo siempre?
¡Por cierto que no! Una vez que el hábito está in-
corporado, no es necesario. Tampoco los niños
y las niñas reclaman seguir con los estímulos; el
hábito ya forma parte de lo que se hace sin mayor
esfuerzo, con autonomía. Ese es el momento de
empezar a establecer otro buen hábito si es ne-
cesario, a través de un plan similar.
Las mentiras
113
Cuando un niño o niña «miente», significa que se ha desarro-
llado y ha madurado lo suficiente y que descubrió un nuevo
poder.
Por lo general, una de las primeras mentiras es decir «yo no fui»,
con el fin de evitar responsabilidades en algún percance.
Una vez más, nuestra respuesta marcará el rumbo futuro.
Sin violencia, pero haciéndoles notar nuestro desagrado, te-
nemos que dejar bien en claro que la mentira no es una salida
aceptable.
Se trata de criticar el hecho, no a la persona. Todos hemos
mentido alguna vez y eso no nos vuelve «mentirosos», o
«mentirosas».
Ante una mentira, podemos ofrecerle al niño o a la niña la
oportunidad de decir la verdad y felicitarlo si lo hace.
Jamás les mintamos ni utilicemos mentiras de ningún tipo de-
lante de ellos.
os que
Si querem
o s n iñ o s y niñas se
nuestr as
s fo r m e n en person
tran
a b le s y h onestas,
confi a
b e m o s e nseñarles
de .
r s e c o n la verdad
mane ja
114
Juegos y juguetes
A estas edades ya queda más claro lo que les gusta y lo que no.
Esto nos da la oportunidad de estimular sus inclinaciones natura-
les, ya sea por la música, la actividad física, los juegos de armar,
que puedan despertar otras preferencias que aún no descubrie-
ron.
Cuantas más conexiones neuronales utilicen, más inteligentes
serán. Por eso es bueno que los niños y niñas tengan actividades
variadas que involucren diferentes habilidades: artísticas, motri-
ces, intelectuales y la imaginación.
No será fácil entusiasmar a una deportista para ilustrar un cuen-
to, o a un soñador para que se anime a zambullirse, pero no es
imposible si los acompañamos y estimulamos a explorar y desa-
rrollar diferentes facetas de la vida.
Como están en una etapa de fuerte identificación y exploración
del mundo adulto, suelen disfrutar al imitarlo: hacen que se afei-
tan, que cocinan o que van a trabajar.
También disfrutan de «transformarse» en otro. Los disfraces los
fascinan y pueden sentir que son Batman solo por ponerse una
toalla como capa.
115
Leerles cuentos o inventarlos para ellos y ellas, tener siempre
disponibles crayones y papel, acompañarlos con música, favo-
rece muchos aspectos de su desarrollo y les revela fuentes de
placer que les serán provechosas para toda la vida.
Los juguetes frágiles, con muchas piezas o muy caros no son una
buena opción a esta edad, en la que tienen una imperfecta ca-
pacidad para manipularlos con cuidado y gran afán exploratorio.
Los juguetes violentos pueden colaborar a que perciban la vio-
lencia como algo banal o a que pierdan sensibilidad frente a ella.
Que no les regalemos metralletas o granadas no quiere decir
que tengan prohibido jugar a la guerra, pero lo harán según su
propia necesidad y sin recibir un confuso mensaje del mundo
adulto.
Los juegos tecnológicos pueden ser un divertido y formativo
complemento si son de buena calidad y con contenidos apro-
piados, y si no sustituyen a los juegos con otros niños y niñas, al
movimiento físico ni al despliegue imaginativo.
Es de enorme importancia que los adultos super-
visen lo que los niños y las niñas consu-
men a través de las pantallas.
El exceso de juguetes y actividades,
lejos de estimular, debilita la crea-
tividad, la motivación y la capaci-
dad de disfrute. El uso del tiem-
po libre sin planes prefijados los
enfrenta a desarrollar algo muy
importante para su vida: la ca-
pacidad de entretenerse solos.
116
Amigos imaginarios
Los miedos y
sus remedios
117
Recién cuando esté calmado podemos ayudarlo a pensar de
manera más realista y enseñarle qué hacer si otra vez pasa por
lo mismo.
No existe otra manera de perder un miedo que enfrentarse a
lo que se teme de a poco, gradualmente, pero sin evitarlo. Si el
miedo es muy fuerte, convendrá empezar por enfrentarlo en la
imaginación, con cuentos y relatos que ayuden a «bajarle el vo-
lumen».
118
Las respuestas tienen que ser:
Veraces, con la verdad adecuada a la edad y a lo que pueden
entender.
Honestas, que nuestras palabras reflejen lo que realmente ha-
cemos, sentimos y pensamos. De esa manera el niño o la niña
no solo entenderá mejor la explicación, sino que confirmará que
puede confiar en lo que le dicen.
Breves, porque largos discursos confunden... y aburren.
Si nunca nos hacen preguntas, podemos reflexionar sobre el mo-
tivo de esa actitud; preguntarnos si existe el clima familiar propi-
cio para hablar de esos temas o si algo los inhibe.
Por lo general a esta edad los niños y las niñas van conociendo:
Las diferencias entre los genitales de ambos sexos.
Los nombres de los genitales.
Algunos aspectos del embarazo y el parto.
También:
Tienen curiosidad por su cuerpo y sus genitales.
Sienten placer cuando se tocan sus genitales.
Tocan sus genitales aun en público.
Cuando se habla de sexua-
lidad, lo importante es lograr transmitirle al niño y a la niña que
es una más de las muchas funciones del organismo, tan respeta-
ble como cualquier otra función, y que es un asunto que puede
y debe hablarse en familia.
Por eso, cuando mencionamos los
genitales, tenemos que cuidarnos de no transmitir algo equivo-
cado. Por ejemplo, cambiarles el nombre puede enseñarles que
llamarlos por su nombre correcto nos da vergüenza.
119
Los niños y niñas no tienen mucho
pudor y disfrutan de su desnudez
La masturbación
121
¿Jugamos a los doctores?
A los padres y adultos nos cuesta creer que el abuso sexual existe
y que la mayor parte de las veces es alguien de la propia familia o
del entorno cercano y de confianza de los niños y niñas y sus fa-
milias. Nos cuesta aceptar que puede pasarle a cualquiera... aun
a nuestros hijos, hijas, sobrinos o nietas.
Enseñarles a defenderse de este tipo de peligro es tan impor-
tante como enseñarles a cruzar la calle o a no meter los dedos
en el enchufe. Por ello es fundamental que:
Desde chiquitos les expliquemos que en su cuerpo hay zonas
privadas e íntimas que nadie puede tocar.
El clima familiar sea propicio para que puedan expresarse, ha-
blar, contar sus preocupaciones.
bra
n u n c a e n duda la pala
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No pongam iñ as cuando c
uentan
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de los d e abuso sexu
ri e n c ia
una expe pueden
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Es imp no
o n ta c to s s exuales que
inventar c
han vivido.
conocen ni
123
Si un niño o una niña nos cuenta que vivió una situación de abuso
sexual, es importante que como adultos podamos:
Escucharlos, tratando de no interrumpir.
Creerle. No cuestionar ni poner en duda (con palabras o gestos)
su relato.
Permitirle que exprese sus emociones con comprensión, cuida-
do y respeto por su cuerpo y por lo que nos cuenta.
No prometer ni proponer nada que no estemos absolutamente
seguros de poder cumplir.
Explicarle que nosotros también necesitamos buscar ayuda para
encarar la situación, para poder ayudarlos.
Preguntarle de qué manera le parece a él o ella que lo podamos
ayudar.
a
a r a la líne
m
p u e de lla 0-222-1717
Se 80 s
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124
Preguntas incómodas
125