Arte y Verdad Objetiva de G. Lukács PDF
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[1934]
I. L A OBJETIVmAD DE LA VERDAD EN LA TEORÍA DEL OONOCaMIENTO
DEL MARXISMO-LENINISMO
E L FUNDAMENTO de todo conocimiento justo de la realidad, ya se
trate de la naturaleza o de la sociedad, es el reconocimiento d e la
objetividad del m u n d o exterior, esto es, de su existencia indepen-
diente de la conciencia h u m a n a . T o d a concepción del m t m d o
exterior n o es más q u e u n reflejo en la conciencia h u m a n a del
m u n d o que existe i n d e p e n d i e n t e m e n t e de ella. Este hecho funda-
m e n t a l de la relación de la conciencia con el ser se aplica asimismo,
por supuesto, al reflejo artístico de la realidad.
La teoría del reflejo constituye el fundamento c o m ú n d e todas
las formas del d o m i n i o teórico y práctico de la realidad p o r la
conciencia h u m a n a . Es, pues, también el fundamento de la teoría
del reflejo artístico d e la realidad, y el objeto de las disquisiciones
ulteriores consistirá en d e t e r m i n a r lo específico del reflejo artístico
dentro del marco de la teoría general del reflejo.
L a teoría justa y comprensiva del reflejo tiene su origen en el
materialismo dialéctico, en las obras de Marx, Engels, L e n i n y
Stalin. Para la conciencia burguesa es inconcebible u n a teoría jus-
ta de la objetividad, del reflejo en la conciencia h u m a n a de la
realidad q u e existe i n d e p e n d i e n t e m e n t e de ella, en suma, d e u n a
teoría materialista-dialéctica del reflejo. P o r supuesto, se d a n en la
práctica de la ciencia y el arte burgueses innumerables casos del
reflejo justo de la realidad, así como n o pocos avances en direc-
ción de u n p l a n t e a m i e n t o o u n a solución justos del problema. Sin
embargo, tan p r o n t o como la cuestión se eleva al plano del cono-
cimiento teórico, todo pensador burgués se atasca en el materia-
lismo mecánico o se h u n d e en el idealismo filosófico. L e n i n h a
caracterizado y criticado con claridad insuperable esta b a r r e r a del
pensamiento burgués en ambas direcciones. Dice a propósito
del materialismo mecánico q u e "su defecto principal consiste en
la incapacidad p a r a aplicar la dialéctica a la teoría de las imágenes,
al proceso y al desarrollo del conocimiento". Y caracteriza a con-
tinuación el idealismo filosófico como sigue: "Desde el p u n t o de
vista del materialismo dialéctico, el idealismo filosófico es, inversa-
mente, u n . . . desarrollo (inflación, hinchazón) unilateral, exagera-
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tigación de dicha objetividad como tarea, pero sin dejar con todo
subsistir duda alguna en cuanto a la objetividad misma —en el
marco, por supuesto, de una dialéctica histórica concreta. Es de
lamentar, sin embargo, que el manuscrito de Marx s'ie interrumpa
en medio de sus profundas reflexiones. Pero las disquisiciones con-
servadas muestran muy claramente que también aquí deja él ori-
ginarse las formas del arte griego a partir de los contenidos espe-
cíficos de la vida griega, que para él la forma surge del contenido
social-histórico y tiene por misión elevar dicho contenido a la al-
tura de una objetividad artísticamente plasmada.
La estética marxista sólo puede partir de este concepto de la
objetividad dialéctica de la forma artística en su concreción his-
tórica. Esto significa: que ha de rechazar todo intento ya sea de
relativizar sociológicamente las formas artísticas, o de convertir la
dialéctica en sofística y de borrar la diferencia objetiva entre alto
arte y chapucería, o sea, pues, de despojar la forma artística de su
carácter de objetividad. Pero ha de rechazar al propio tiempo con
igual energía todo intento enderezado a conferir a las formas ar-
tísticas una pseudo-objetividad abstracta y formalista construyendo
abstractamente la forma artística, la diferencia de las plasmaciones
formales, a partir de elementos independientes y, desde el punto de
vista del proceso histórico, puramente formales.
'' Esta concretización del principio de la objetividad en la forma
artística sólo puede realizarla la estética marxista en lucha perma-
nente contra las corrientes burguesas de la estética hoy imperantes
y contra su influencia sobre nuestros estéticos. Simultáneamente con
la elaboración dialéctica y crítica del gran legado que nos propor-
ciona la época de auge de la historia de la teoría y la práctica
artísticas ha de llevarse a cabo tina lucha implacable contra las
tendencias de la subjetivación del arte hoy dominantes en la estética
burguesa del presente. Es indiferente en cuanto al resultado que
la forma se niegue subjetivamente y se convierta en mera expresión
de la llamada gran personalidad (escuela de Stefan George), o que
se la exagere mística y objetivamente y se la abulte en entidad inde-
pendiente (neoclasicismo), o que se la niegue y rebaje en sentido
mecanicista-objetivista (teoría del montaje). Todas estas tenden-
cias desembocan en última instancia en la separación de forma y
contenido para colocarlas en una oposición rígida, y en la destruc-
ción del fundamento de la objetividad de la forma. Hemos de
reconocer y desenmascarar en estas tendencias el mismo carácter im-
perialista-parasitario que la teoría marxista-leninista del conocimien-
to ha descubierto y desenmascarado desde hace ya mucho tiempo
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