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ii
Índice general
Agradecimientos ................................................................................................. iv
Introducción ......................................................................................................... 1
2. Demografía ............................................................................................ 63
3. Sociedad ............................................................................................... 72
1. Servicios Públicos.................................................................................. 87
iii
Agradecimientos
Esta tesis no hubiera podido llegar a buen término sin la colaboración de una serie
de personas que la hicieron posible. Ya que en todo momento me acompañaron y
apoyaron a lo largo de esta travesía ardua y espinosa a la vez.
Primeramente, quisiera agradecer a las personas que han estado muy
cercanas a mí a lo largo de estos años. A mis padres, Javier Quintana Burgoin y
Norma Alicia Avilés Lucero, a quienes debo toda mi vida porque han sido mi
sustento, mi aliento y mi soporte durante todo este tiempo. A ambos, mil gracias
por su amor y cariño para conmigo en todo momento.
A mi hermano, Alejandro, a quien en algunas charlas que sostuvimos sobre
La Paz me inspiró para estudiar sobre la urbanización de la ciudad. Le agradezco
el apoyo que me dio para entender el cálculo de algunas cifras que no entendía
para poder terminar esta tesis.
A mi amada, Fanny Flores, por el cariño y amor que me ha mostrado en
éstos años. Por su paciencia y escucha en los momentos más difíciles, así como
por la fortaleza que me ha mostrado para no decaer en los baches que surgieron
en el camino de esta investigación. A su familia, gracias por abrirme su corazón y
hacerme parte de ellos.
A mi buen amigo, cronista de la ciudad de La Paz, Luis Domínguez Bareño
quien me brindó parte de su acervo documental para poder llevar a buen término
esta tesis. Le agradezco sus importantes observaciones que ha tenido en relación
a los apuntes de este texto. De igual manera le debo su apoyo moral y sus
enseñanzas con respecto al mundo de la investigación.
En segundo lugar, pero no menos importante, quisiera agradecer a las
personas que han sido parte crucial en mi vida académica. A la Dra. Edith
González Cruz, quien ha sido mi maestra, directora y jefa, mi más sincero
agradecimiento por mostrarme siempre paciencia y su más entera disposición en
los momentos que tuvo que leer mis múltiples borradores de esta tesis. Asimismo,
le agradezco siempre su sinceridad fulgurante para orientarme en los difíciles
caminos de la investigación y por mostrarme la importancia de la constancia y
iv
disciplina que debe tener un historiador. A los miembros del Seminario de Historia
Regional para la Formación de Investigadores, al Dr. Francisco Altable, Mtro.
Ignacio Rivas, Giovanny Romero, Fanny Villaseñor, Emmanuel Loria, David
Urciaga, Karina, les agradezco siempre su visión crítica con respecto a los
diversos apuntes que presenté en ese seminario para poder mejorar y llevar a
buen término este texto.
Por último, quisiera extender mi gratitud a todas aquellas personas e
instituciones que hicieron posible esta labor. Al encargado del Acervo Documental
de Apoyo a la Investigación Histórica de la Universidad, José Antonio Rochín, por
mostrarme varias fuentes que me permitieron completar este trabajo. Al Dr. José
Manuel Lucero Higuera por permitirme tener acceso a su tesis de doctorado para
poder analizar algunos datos que me sirvieron en esta investigación.
A los empleados de la biblioteca de la Universidad Autónoma de Baja
California Sur a quienes debo la disposición y entrega de muchos libros que me
sirvieron para realizar este trabajo. A los miembros del Archivo Histórico “Pablo L.
Martínez”, y muy especialmente a la Mtra. Elizabeth Acosta Mendía, por su apoyo
y por permitirme la estancia en ese bellísimo inmueble como es el Archivo. A Don
Rafa, Marisol Ochoa, Laura Silva, Luis Rochín, Gilberto, quiénes me ayudaron con
el acceso a revistas, libros, periódicos, fotos y documentos que hicieron posible la
realización de esta tesis. Al Dr. Gilberto Piñeda Bañuelos y a los que forman parte
del Centro Documental de Historia Urbana por permitirme la utilización de algunos
planos y libros que forman parte de este texto. A todos, muchísimas gracias.
v
Siglas de Archivo.
vi
Introducción
1
Richard Rodger, “Urban History: prospect and retrospect”, en Urban History, v.19, part 1, April,
1992, p. 1-22; Sergio Miranda Pacheco, “La Historia Urbana en México. Critica de una
historiografía inexistente,” en Héctor Quiroz Rothe y Esther Maya Pérez (compiladores),
Urbanismo. Temas y tendencias, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2012, p. 350.
1
en el ring luchando por definir la ciudad, lo urbano, y las herramientas teórico-
metodológicas para conocerla.2
Turbado por éstas nociones continúe mis pesquisas sobre como acercarme
a lo urbano, y con qué herramientas construir un saber que me ayudara a explicar
la ciudad de La Paz, ya que de los diversos enfoques que había en torno a los
métodos del conocimiento sobre las ciudades no se correspondían con la realidad
que pretendía entender.3 Mis inquietudes dieron fruto cuando me acerque a un par
de teóricos que me propusieron algunos elementos para poder definir y estudiar a
la ciudad.
Adopté la idea de Max Weber de que “lo urbano”, la ciudad, no se explica
solamente a partir de sus índices cuantitativos, esto es, por el número de
pobladores que habiten en ella; más si de elementos cualitativos que van a definir
un emplazamiento urbano. Es decir, una ciudad tiene su existencia a partir de que
posea una economía de mercado que satisfaga las necesidades de una región y
que exista un excedente de exportación. Además, en ella deben de confluir los
poderes políticos que actuaran para controlar las actividades productivas y la vida
social4 dotándolas de reglamentaciones para su subsistencia.
A su vez, retomé algunos conceptos de Michel Foucault para entender
sobre la influencia del poder político en la generación de espacios de
esparcimiento, de desplazamiento y de las coexistencias. Es decir, las
instituciones de la ciudad van a ser las que velen por las poblaciones urbanas
proporcionándoles terrenos, edificios públicos, obras públicas de saneamiento, de
recreación y de muerte; asimismo se va a cuidar de los movimientos de la
sociedad y de las enfermedades; así como de las relaciones de los habitantes con
sus recursos naturales, su hábitat, y su entorno urbano.5
2
Harry S. J. Jansen, “Wrestling with the Angel: on problems of definition in urban historiography”,
en Urban History, v. 23, part 3, December 1996, p. 277-299.
3
Sergio Miranda Pacheco, Op. Cit., p. 351-355.
4
Max Weber, “Concepto y categorías de la ciudad”, en: Economía y Sociedad, México, Fondo de
Cultura Económica, 1984.
5
Michel Foucault, “El Ojo del poder”, Entrevista con Michel Foucault, Barcelona, Editorial La
Piqueta, 1980.
2
Al mismo tiempo, este aprovechamiento del espacio urbano
necesariamente va acompañado de unas disposiciones legales para la ubicación
de la sociedad. Es por eso que el mismo Foucault nos dice que las élites políticas
ubicaran a los pobladores en determinadas zonas de la región. Por ejemplo: Los
prostíbulos, los cementerios, los rastros, las cárceles deben de estar en las
afueras de la ciudad porque son motivo de problemas sanitarios, enfermedades,
defunciones y faltas a la moral. A su vez, va a ser necesario darle a la sociedad
lugares de recreación y saneamiento para mejorar las condiciones de vida,
creando hospitales, plazas, jardines, ferias, teatros, entre otros más.6
Por ende una ciudad se explica por su urbanización. Es decir, por el
proceso de conformación que implica una estructura de mercado que de sustento
a la ciudad, una estructura de gobierno que regule los espacios sociales y
económicos; los usos sobre la propiedad de la tierra, la distribución y acciones de
las poblaciones urbanas en el espacio, las contiendas por el acceso y control del
suelo urbano, las representaciones de los actores sociales, las instituciones
políticas de salud, de educación, las viviendas y sobre la funcionalidad de las
construcciones, así como el acceso a los servicios públicos y la percepción de los
habitantes sobre su entorno urbano.7
Bajo el cobijo de estas herramientas teórico-metodológicas nos dimos a la
travesía de buscar investigaciones que hubiesen trabajado a la ciudad de La Paz
partiendo desde la urbanización. En efecto, los resultados fueron escasos. Solo
había un par de investigaciones que daban cuenta de la ciudad de La Paz pero no
explicaban su proceso de conformación urbana hasta la época porfiriana.
Dení Trejo Barajas en dos trabajos de investigación nos habla sobre el
establecimiento de la ciudad-puerto de La Paz. En su libro8 hay algunos apartados
que abordan sobre el puerto de La Paz cuyos orígenes son resultado del comercio
6
Michel Foucault, “Los espacios otros”, conferencia dictada en el Cercle des études architecturals,
14 de Marzo de 1967, en Architecture, Mouvement, continuité, núm. 5, Octubre de 1984.
Traducción de: Pablo Blitstein y Tadeo Lima.
7
Sergio Miranda Pacheco, Op. Cit, p. 359.
8
Dení Trejo Barajas, Espacio y economía en la península de Baja California 1785-1860, La Paz,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1999, pp. 113-145, 236-248, 248-268.
3
marítimo que se vivía en las costas del noroeste mexicano, y de las actividades
agropecuarias y mineras que se vivían en las regiones sudpeninsulares de San
Antonio, Todos Santos y otros ranchos. Lo que trajo como resultado que entre
1823 y 1830 se fueran asentando algunas personas en el puerto, de entre ellas
comerciantes, que contribuirían en el desarrollo del poblado. Dichos apartados del
libro forman parte de un estudio económico más amplio sobre las cuestiones
económicas en la región sur de la Baja California; aunque no ahonda mucho más
sobre la ciudad de La Paz, nos da pautas para establecer algunas características
de los motivos que dieron vida al puerto.
Por su parte, en el artículo9 que abarca la temporalidad que va de 1823 a
1857, aborda el proceso de colonización del puerto de La Paz, la evolución
demográfica, su integración social y los inicios de su urbanización. En este escrito
la autora refiere que hacia mediados del siglo XIX La Paz ya mostraba un perfil
urbano importante debido a sus actividades comerciales, marítimas y de gobierno
que se encontraban en ella. Aunque su estudio se detiene en 1857, nos da
algunas referencias para entender la evolución de la ciudad de La Paz hacia la
época porfiriana.
Lorella Castorena Davis,10 lleva a cabo un estudio sobre la ciudad de la
Paz desde 1900 hasta 1959, nos dice que la ciudad se originó debido a su
condición geográfica, al contacto portuario con la contracosta y el extranjero, por
ser una zona cercana a los minerales del Triunfo y San Antonio; así como ser un
lugar rico en perlas y por ser sede de los poderes políticos de la región, tuvo un
importante aumento poblacional y que por lo tanto existió la necesidad de elaborar
medidas para urbanizar a la ciudad. La autora señala que este proceso se inició
desde principios del siglo XIX pero que se fue consolidando para finales de siglo
bajo el interés del gobierno porfiriano. Además, el texto trae abundantes relatos de
cómo vivía la gente la ciudad de principios del siglo XX. A pesar de que el libro no
9
Dení Trejo Barajas, “Establecimiento y Desarrollo Inicial del Puerto de La Paz, Baja California,
1823-1857”, en: Revista Tzintzun, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
núm. 34, julio-diciembre de 2001.
10
Lorella Castorena Davis, Palabras e Imágenes de la Ciudad y Puerto de La Paz 1900-1959, La
Paz, Colegio de Bachilleres del Estado de Baja California Sur, 2000.
4
aparezca una investigación más profunda sobre el proceso de urbanización de La
Paz en el siglo XIX, consideramos que es un texto interesante porque nos va
dando pinceladas en torno a cómo era la ciudad en esa centuria, ya que las
referencias a periódicos y autores de esa época nos van retratando a la pequeña
urbe paceña.
Alma Auxiliadora Castro Rivera, en su Tesis titulada: Transformaciones
Históricas del Paisaje Urbano y Natural de la Ciudad de La Paz, Siglos XIX y XX,11
analiza la transformación espacial que sufrió la ciudad de La Paz a partir de
principios del siglo XIX hasta, más o menos, 1990. La autora toma como eje de
explicación el paisaje; los cambios en la naturaleza de la bahía de La Paz a partir
de su colonización, la reducción de la flora y fauna, la evolución de la traza urbana
a partir de la evolución del espacio donde se asentaron los primeros pobladores
durante el siglo XIX y la transformación urbana de la ciudad hasta el siglo XX.
Al darnos cuenta de que no se habían emprendido muchos trabajos que
explicaran la urbanización de la ciudad, decidimos emprender el abordaje para
conocer sobre cómo había sido el proceso de conformación urbana de La Paz,
esto nos dio la justificación necesaria para elaborar una investigación que diera
cuenta de ese proceso y del análisis de la ciudad en su contexto urbano.
En cuanto al límite temporal que elegimos para estudiar la ciudad de La Paz
y este proceso de urbanización fue durante la época porfiriana. No obstante, que
consideramos que al estudiar la urbanización necesariamente teníamos que
entender esta transformación en el proceso histórico que se desenvuelve.12 Es
decir, para dar cuenta de ello era necesario acercarnos a las evoluciones del
surgimiento de La Paz para poder vislumbrar lo que había posibilitado su
urbanización en el porfiriato.
Por lo tanto, para explicar el proceso de urbanización y sobre la
conformación de la ciudad de La Paz intenté responder a estas preguntas: ¿Cómo
11
Alma Auxiliadora Castro Rivera, Transformaciones Históricas del Paisaje Urbano y Natural de la
Ciudad de La Paz, Siglos XIX y XX (Tesis de Maestría), La Paz, Universidad Autónoma de Baja
California Sur, 2013.
12
Sergio Miranda Pacheco, Tacubaya de Suburbio Veraniego a Ciudad, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2007, p. 10.
5
surgió La Paz y cómo fue evolucionando? ¿Cómo se dio el proceso de
urbanización de La Paz durante el Porfiriato? ¿Qué impacto tuvo el crecimiento
poblacional en el espacio urbano y qué reglamentación y formas de control se
llevaron a cabo para la apropiación de la tierra, la salubridad, la ubicación de
espacios y la moral de la población? ¿Qué tipo de infraestructura se desarrolló y
cómo se diferenciaba en la sociedad?
Elegimos el porfiriato porque fue durante esta época que a nivel nacional
podemos identificar una fase de modernización del país13 y el impulso que se les
dio a las ciudades.14 Durante la primera mitad del siglo XIX el país había estado en
un clima de inestabilidad económica y política a causa de las constantes luchas
que sostuvo el país en contra de las potencias extranjeras, y en los conflictos
internos entre las facciones liberales y conservadoras; lo que llevó al Estado
mexicano a un proceso de declinación e incapacidad para controlar la economía y
la política nacional.
Una vez llegado al poder, Porfirio Díaz se propuso conciliar las facciones
disidentes, mejorar las relaciones políticas entre las regiones y la capital, la
administración pública y dinamizar económicamente al país, a través de “una
modernización clara y sin ambigüedades: infraestructura física y de
comunicaciones para un país incomunicado y disperso: tecnología importada para
revolucionar la producción; ciudades sanas, eficientes y elegantes que permitieran
mostrar al mundo el progreso del país […] mucha administración poca política,
mediante el financiamiento externo, empresas extranjeras y tecnología
13
Entendemos la modernización en dos ámbitos, en cuánto a lo político se trata de un proceso de
centralización y control por parte del estado en la nación y en las regiones, y en lo económico del
fomento de una economía de mercado, véase Hans Werner Tobler, La Revolución Mexicana,
Transformación Social y Cambio Político, 1876-1940, México, Alianza Editorial, 1994, p. 35.
14
Moisés González Navarro, “Nacen ciudades”, “Hacia el Norte”, en Daniel Cosío Villegas
(Coordinador), Historia Moderna de México, Porfiriato Vida Social, México, Fondo de Cultura
Económica, 1973; Hira de Gortari Rabiela, “¿Un modelo de urbanización? La Ciudad de México de
finales de la década del siglo XIX”, Revista Secuencia, núm.8, México, Instituto Mora, Mayo-Agosto
de 1987, p. 42-53.
6
importada”.15 Esto diversificaría las actividades económicas de la sociedad y
traería consigo un desarrollo social y urbano de la nación mexicana.
La presente investigación está dividida en tres capítulos, de los cuales el
primero titulado “Un lento amanecer urbano”, doy cuenta del surgimiento de la
ciudad de La Paz y de cuáles fueron los incentivos que permitieron su formación.
Asimismo, nos acercamos al incipiente crecimiento social que se fue desarrollando
en ella, y sobre los primeros intentos que se dieron por urbanizarla.
El segundo capítulo lleva por título “La Conformación urbana de la ciudad
de La Paz”, en el cual hacemos un análisis de las características del
emplazamiento de la ciudad y sobre las dificultades de las autoridades para
adecuarlo a un plan que regulara las relaciones de la sociedad con su espacio
urbano. De igual manera, damos cuenta de la evolución demográfica de la ciudad
tras la influencia de la política modernizadora del porfiriato y cuáles fueron las
atenciones que tomaron las autoridades de la ciudad para ocuparse de este
aumento poblacional. A su vez, señalamos sobre el proceso de urbanización que
se dio a partir del porfiriato y cuál fue su impacto en la ciudad y qué medidas se
dieron para encararlo.
El tercer y último capítulo lleva por nombre “Embellecer la ciudad”,
analizamos algunos servicios públicos que mejoraron las condiciones de los
habitantes de la ciudad, y de los diversos edificios públicos que surgieron en La
Paz que reflejaban los estilos arquitectónicos cosmopolitas que las élites
porfirianas querían transmitir en la ciudad.
Los acervos que nutrieron esta investigación fueron el Archivo Histórico
“Pablo L. Martínez”, ubicado en la ciudad de La Paz, Baja California Sur; el
Acervo Documental de Apoyo a la Investigación Histórica de la Universidad
Autónoma de Baja California Sur, entre otras fuentes de las cuales bebimos y que
nos permitieron comprender sobre nuestra época de estudio.
15
Manuel Perló Cohen (Compilador.), La Modernización de las Ciudades en México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, p.14.
7
CAPÍTULO I. UN LENTO AMANECER URBANO
Por ser un puerto seguro a la navegación, por su cercanía a los centros mineros
de San Antonio y El Triunfo, y que en sus aguas habitaban importantes placeres
perleros fueron los factores que determinaron el nacimiento de La Paz. Algunos
historiadores refieren sobre cinco fundaciones de la ciudad16, cuyos inicios se
remontan al siglo XVI pero lo cierto es que fue hasta principios del siglo XIX que
se pudo establecer la ciudad como veremos a continuación.
Durante el siglo XVI los españoles realizaron numerosas exploraciones en
la Mar del Sur17 tras la conquista del Altiplano Central. El mar representaba para
los españoles innumerables riquezas, era motivo para expandir los dominios de la
corona, crear nuevos contactos comerciales, conocer la ruta de la especiería, y
expandir la cristiandad.18 Motivados por la mitología novelística de la época y el
deseo de aventura, los españoles buscaban los míticos lugares como las islas
Armenias que se pensaba estaban en Japón y eran ricas en oro y plata; las
ciudades de Cíbola y Quivira, que se mencionaba que estaban al Norte de la
Nueva España y poseían montañas de oro; el estrecho de Anián, que según los
relatos de Marco Polo se hallaban en las Islas al Sur de Japón; o la isla habitada
solo por mujeres y perlas que se encontraba en algún lugar del Pacífico. De todos
estos motivos y empresas náuticas la única que resultó en cierta forma verdadera
fue el descubrimiento de la “Isla de las Perlas” en 1533.
16
Pablo L. Martínez, Las Cinco Fundaciones de La Paz, La Paz, Gobierno del estado de Baja
California Sur, 1984.
17
Así fue conocido el Océano Pacífico durante el siglo XVI.
18
Para conocer las travesías en el Pacífico durante este siglo véase Guadalupe Pinzón Ríos,
Acciones y Reacciones en los puertos del Mar del Sur, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, Instituto Mora, 2011; Ignacio del Río, A la Diestra Mano de las Indias, La Paz, Gobierno del
Estado de Baja California Sur, 1985.
8
Fue en 1533, cuando el marino Fortún Jiménez descubrió las costas de una
“enorme masa de tierra” en medio de la Mar del Sur, luego de haberse amotinado
en contra del Capitán del barco La Concepción19, tras varias semanas de
navegación y reconocimiento costero se dieron cuenta que esta “enorme masa de
tierra” parecía ser una “Isla” y que era rica en placeres perleros; habiéndose
detenido los hombres en algún paraje propicio y teniendo contacto con los
indígenas de la región se dieron a la tarea de recoger las preciadas perlas. Sin
embargo, tras una breve estancia el asombro terminó en tragedia, debido a que
algunos naturales se habían revelado en contra de los hombres de Jiménez, quien
pereció en la escaramuza junto con una veintena más, se retiraron de inmediato y
se hicieron a la mar rumbo a la contracosta para dar aviso de lo sucedido.
El descubrimiento de placeres perleros hecho por los hombres de Fortún
Jiménez, que exhibían las perlas que habían podido extraer de la “isla” en la
contracosta, venían a corroborar las ideas y los mitos que circulaban por esos
años, que allende a la Mar del Sur había una “Isla llena de riquezas”.
En la época existía el rumor de que en medio de la Mar del Sur se
encontraba una isla rica en perlas y llena de mujeres, esto estaba fundado en
relatos de indígenas de Colima y en que en las Sergas de Espandián, relato de
caballerías muy conocido en ese tiempo, se hacía mención sobre esta supuesta
Isla, por lo que la inspiración de estos relatos y el descubrimiento hecho por el
amotinado Fortún Jiménez y sus hombres, hizo que se exaltaran los ánimos en los
españoles de lanzarse a la conquista de esta Isla llena de placeres perleros. Uno
de ellos fue el conquistador de México, Hernán Cortés, quien habiendo interrogado
a los navegantes se lanzó a las costas de la Nueva Galicia20 a preparar un par de
19
Ignacio del Río, A la Diestra Mano de las Indias, La Paz, Gobierno del Estado de Baja California
Sur, 1985, p. 23.
20
El Reino de la Nueva Galicia abarcaba los actuales estados de Sinaloa, Sonora, Jalisco y Nayarit
y fue conquistada por Nuño Beltrán de Guzmán en 1531, véase: Sergio Ortega Noriega, Un
Ensayo de Historia Regional, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996, p. 39-40.
9
barcos para surcar la Mar del Sur en búsqueda de esta Isla21 y conquistarla en
nombre del reino español.
A bordo de las naves Santa Águeda, San Lázaro y Santo Tomás, Hernán
Cortés salió de la Nueva Galicia con sus marinos en abril de 1535 y surcó el mar
en búsqueda de la “Isla de las Perlas”.22 Tras algunas dificultades por temporales
y habiéndose extraviado uno de los barcos, el día 1 de Mayo avistaron las costas
de la California, y el 3 de Mayo entró por un estrecho canal que tenía una lengüeta
de tierra como protección de una ensenada, una vez en tierra hizo el acto formal
de toma de posesión a la cual llamó Bahía de la Santa Cruz, porque en el Santoral
del día se celebraba esa festividad. Este fue el primer avistamiento y conocimiento
de lo que sería La Paz.
A Cortés y a sus hombres les pareció apacible el lugar al que arribaron, lo
que motivó al conquistador a emprender la creación de un establecimiento para
conquistar la región porque habían encontrado pobladores en la zona y algunos
placeres perleros alrededor de la bahía. Así el conquistador emprende la creación
de la colonia, mientras envía a uno de los barcos a la costa de la Nueva Galicia
por víveres para la colonia y por el barco que se había extraviado.23 Era tanto el
ánimo de los tripulantes que lo acompañaban, que uno de los misioneros envía
una carta en la nave que salía por víveres diciendo:
No os escribo de la manera y disposición de esta tierra porque no he salido
[…] de despachar estos navíos por la gente y caballos. Hemos visto mucha
gente y algunos han venido. Hay mucha cantidad de perlas y pesquerías.
Hallado en partiendo estos navíos entraré en la tierra y a la vuelta que
vuelvan habrá mas noticias del secreto de ella y más lugar para poder hacer
24
relación de lo que hubiéramos visto.
21
Ignacio del Río y María Eugenia Altable Fernández, Breve Historia de Baja California Sur,
México, Fondo de Cultura Económica, Colegio de México, Fideicomiso de Historia de las Américas,
2000, p. 27.
22
Cortés comenzó a llamarle a la “Isla de las Perlas”, California, porque viendo el clima caluroso de
la península tomó la definición del latín. Redujo el término de dos declinaciones del latín: Calidus,
caliente; fornax, horno. Al respecto, véase el estudio que hace Delfina E. Sarrelange que rastrea el
término de California y sus derivados de numerosas fuentes en: “Las Misiones Jesuitas de Sonora
y Sinaloa base de la colonización de la Baja California”, México, Revista: Estudios de Historia
Novohispana, Vol. 2, N. 002, Universidad Nacional Autónoma de México, 1968.
23
Ignacio del Río, Op. Cit, p. 25
24
Carta del misionero Mariano Cuevas enviado a Cristóbal de Oñate, en: Pablo L. Martínez, Historia
de la Baja California, México, Universidad Autónoma de Baja California, Instituto Sudcaliforniano de
10
El barco dejaba atrás el campamento de hombres y animales alrededor de
la ensenada y surca el mar para volver a costas neogallegas por víveres y la nao
perdida, no pudieron localizarla, y se embarcaron de vuelta a Santa Cruz tan solo
con los víveres; volvieron con veinte fanegas de maíz, y al llegar a la colonia
sufrieron los estragos de la tierra que estaban por conquistar. Tras una estadía de
un par de meses en Santa Cruz los colonos se dieron cuenta de la realidad de la
tierra a la que habían llegado, lo agreste del terreno, la falta de agua y el
desconocimiento de la agricultura por parte de los indígenas locales, lo cual hizo
que se repensara el mantenimiento del asentamiento. Por lo tanto, Cortés y sus
hombres decidieron emprender el regreso a la Nueva España dejando atrás la
empresa de colonizar la bahía y el primer intento de fundación de La Paz.
Tras el fracaso del conquistador, la Corona Española envió a algunos
expedicionarios a que hicieran viajes de demarcación y reconocimiento de la
California y sus mares, en 1539, Francisco de Ulloa, uno de los capitanes de
Cortés que había estado con él en Santa Cruz recorrió el litoral externo de la “Isla”
hasta la altura del actual puerto de Ensenada. Poco tiempo después, entre 1542 y
1543, algunos barcos comandados por Juan Rodríguez Cabrillo siguieron la
misma ruta de Ulloa y llegaron hasta el actual puerto de San Francisco.25 Con
estos viajes se determinó que la supuesta “Isla de California” formaba parte del
Macizo Continental, dando por sentado que la Isla era en realidad una península.
La Península de California siguió seduciendo a los españoles y el recuerdo
de la empresa de Cortés inspiró a algunos a establecerse en el mismo paraje con
la intención de lograr lo que el conquistador de México no había podido. Así en el
año de 1596, un soldado español de nombre Sebastián Vizcaíno salió de Acapulco
en los bajeles San Francisco, San José y Tres Reyes, con gran número de armas
y bastimentos hacia la Península de California. Costeó por Sinaloa y se dirigió
hacia el puerto de Santa Cruz donde al llegar fue recibido por los indígenas
Cultura, XI Ayuntamiento de La Paz, Administración Portuaria Integral de Baja California Sur, 2003,
p 23.
25
Ignacio del Río y Ma. Eugenia Altable, Op. Cit, p. 28.
11
californios, y en vista del pacífico recibimiento rebautizó el nombre de Santa Cruz
por La Paz.
Vizcaíno dispuso que desembarcaran los bastimentos y que algunos
colonos bajaran para establecerse en la ensenada, que se quedara uno de los
bajeles para protección y que los otros dos se retiraran a reconocer la bahía.
Hacia finales de 1596 se habían agotado gran parte de las provisiones y las naves
se habían extraviado en la mar, en vista del aislamiento y el hambre que sufrieron
los pobladores abandonaron el puerto.26 Este fue el segundo intento por
establecerse en La Paz.
Por algún tiempo la corona española dejó de financiar los viajes a la
California debido a los altos costos que le habían causado los intentos de
Conquista de Cortés y Vizcaíno, y por la lejanía en que se encontraba aquel
territorio del centro de la Nueva España. Se tiene noticia de que solo algunos
pescadores de perlas partían de las costas de la Nueva Galicia a la península para
aprovechar las ostras perleras, un tal Antonio de Luna oriundo de Sinaloa pasó a
realizar algunas pesquerías.27 Así como De Luna, una veintena más de hombres
intentaron cruzar el Golfo de California en búsqueda de las preciadas perlas o
algunos para establecerse definitivamente en la península, pero por lo efímero de
estas empresas de establecimiento fueron indocumentables por parte de la
corona,28 uno de los últimos intentos por arraigarse en California y que si se tiene
conocimiento de ello fue el que realizó un ex alcalde de Sinaloa de nombre Isidro
de Atondo y Antillón. De nueva cuenta, se elegiría la ensenada de La Paz para
establecerse.
En 1679, Isidro de Atondo y Antillón, ex alcalde de Sinaloa, presentó a la
Audiencia de México una iniciativa para conquistar y establecerse en la California
con el fin de pacificar y cristianizar a los naturales que ahí residían, así como
fomentar la migración de españoles a aquellas tierras. La corona habría de
sufragar los gastos de aprovisionamiento y el financiamiento de dos barcos solo
26
Ignacio del Río, A la Diestra Mano…, p. 34-35.
27
Ibíd., p. 30.
28
Ignacio del Río y Ma. Eugenia Altable, Breve Historia…, p. 29.
12
para la entrada de la colonia, pero el sostenimiento de la colonia correría por parte
de Atondo y su gente.
Se fabricaron tres barcos por cuenta del Real Erario, el San José, San
Francisco Javier y la Concepción, y una fragata los acompañaría con las
provisiones; así, el 17 de enero de 1683 salieron del puerto de Chacala29 rumbo a
la península Isidro de Atondo y Antillón, los jesuitas Eusebio Francisco Kino,
Matías Goñi y un centenar de personas más.
A principios de 1683 los barcos aparejaron en la ensenada de La Paz,
donde se tenía conocimiento de las antiguas entradas de Cortés y Vizcaíno, una
vez ahí se procedió a desmontar los árboles, a realizar cultivos para ver la calidad
de la tierra, a construir las primeras chozas y a erigir el poblado; terminado esto se
buscó tener contacto con los indios lugareños, algunos acudían admirados por las
gentes del paraje, asombrados y temerosos por estos visitantes, a quienes
ocasionalmente perturbaban por parecerles hostiles; algunas veces los indígenas
arribaban al paraje provistos de sus arcos y flechas, haciendo muestras de
desagrado lanzando alaridos, gritos y empujones a los soldados, algunas veces
llegaban a las chozas, lo cual puso en estado de alerta a los soldados varias
veces luego de semanas de hostilidad;30 con el tiempo, los indígenas cedieron a la
mansedumbre debido a los regalos que recibían de los misioneros, principalmente
alimentos. Tiempo después los indígenas llegaban por sí solos al paraje sin
muestras de resistencia a los colonos.31
Pero lo que parecía ser una conquista consumada se tornó violento. Ya que
los indígenas acudían al poblado con frecuencia, los soldados les causaron un
estupor grande a los lugareños que los volvieron a enfrentar; sucedió que un día,
un indígena disparó una flecha a uno de los soldados, Atondo creyó que era
necesario imponer un castigo al indígena que causó el daño, mandó a los
hombres capturar al agresor y lo pusieron en el cepo; al momento no se hizo
29
En las costas del actual estado de Nayarit.
30
Francisco Xavier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California, México, Editorial Porrúa,
2007, p. 81-82.
31
Ignacio del Río, Op. Cit, p. 58-59.
13
esperar la respuesta ante tal hecho, los indígenas dejaron de acudir al paraje por
algunos días y Atondo creyó que iba a haber dificultades para liberar al prisionero
y mandó poner sendas piezas de artillería alrededor de las chozas y que al menor
acercamiento de cualquier indígena dispararan para dispersarlos. Sucedió que se
llegaron al paraje diez indígenas para disponerse a comer, los hombres de Atondo
temerosos de que fueran a atacarlos dispararon contra ellos, dejando un par de
muertos y otros despavoridos corrieron hacia los lomeríos.
Los hombres de Atondo presionaron al almirante para que abandonaran el
paraje porque temieron que fueran a ser atacados por un número mayor de
indígenas, además argumentaron que ya no quedaban provisiones y que la tierra
era mala para lograr algunos cultivos32, por lo que salieron de la ensenada de La
Paz para buscar otro lugar mejor dispuesto.
Salieron de la ensenada de La Paz a mediados de 1684 rumbo al norte, en
búsqueda de un nuevo paraje, a unos kilómetros de distancia, en un lugar cercano
a la playa y con ciertos aguajes, establecieron el real al que llamaron San Bruno.
En él, los misioneros Matías Goñi y Eusebio Kino tuvieron a unos 400 indígenas
para ser bautizados, pero no estando seguros de quedarse en ese lugar porque
escaseaban los recursos, y que los cultivos no rindieran lo que debían no pudo
sostenerse y para 1685 Atondo decidió alejarse de las costas de California
dejando atrás el cuarto intento por colonizar la California al tiempo que
establecerse en La Paz.33
Fue hasta finales del siglo XVII, 1697, con la llegada de los misioneros
Jesuitas que se logró la tan ansiada colonización y conquista de California. La
penetración de California se había retrasado debido a las condiciones geográficas
y sociales de la península, a la escasez de lugares para abastecerse de agua, la
lejanía de poblaciones de la contracosta que hacía dificultoso el abastecimiento de
víveres y pertrechos por vía marítima, así como por el desconocimiento de la
32
Ignacio del Río, A la Diestra Mano..., p. 60-61.
33
Francisco Xavier Clavijero, Op. Cit, p. 84-85; Ignacio del Río, Ibid, p. 61.
14
agricultura por parte de los indígenas, fueron factores que pesaron para la
formación de establecimientos permanentes en la península de California.
El éxito de la conquista de California recayó en los misioneros de la
compañía de Jesús por cuatro razones, el ingreso a California sería sufragado en
gastos por los propios jesuitas que se abastecerían de las misiones de Sinaloa y
Sonora lo que evitaría un gasto oneroso a la corona española, en segunda, los
misioneros serían acompañados solo por soldados que los protegieran; es decir, el
escaso número de personas que participarían de la conquista haría que la corona
gastara menos en víveres y pagos a los colonizadores, y al ser un número
reducido de personas había más posibilidades de éxito y arraigo en la región
porque se evitaría su dispersión; en tercera, la formación intelectual y espiritual de
los jesuitas era reconocida por su preparación y práctica para arraigarse en una
región de manera eficiente y controlar a los indígenas; como lo reflejaron en las
misiones de Sonora y Sinaloa;34 el cuarto factor fue que se les concedió un férreo
control político obtenido al ingresar a la península, por Real Cédula expedida en
1697, los Jesuitas tendrían el control de las misiones, de sus trabajadores,
soldados, y su población; además, controlaron las actividades económicas que
consideraban viables para el desarrollo y formación cristiana de los indígenas,
como las actividades agrícolas y ganaderas; y estaban capacitados para desdeñar
otras que fueran en contra de sus intereses misionales, como las pesquerías de
perlas y la minería; porque fomentaban la codicia, la holgazanería, la envidia en
los indígenas y los alejaba del buen camino de la fe. A la larga esto fue un éxito
para la conquista de California, pero con el tiempo retrasó el desarrollo de otras
actividades económicas de carácter civil que pretendía la corona española, con la
iniciativa de formar ciudadanos leales y trabajadores para la corona.35 Por estos
34
Delfina E. Sarrelange, “Las misiones jesuitas de Sonora y Sinaloa base de la colonización de la
Baja California”, México, Revista Estudios de Historia Novohispana, Vol. 2, N. 002. Universidad
Nacional Autónoma de México, 1968, p. 1-67.
35
Francisco Altable, “La Economía Misional”, en Dení Trejo Barajas (Coordinadora), Historia
General de Baja California Sur, Tomo I: La Economía Regional, México, Consejo Nacional de
Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California
Sur, Plaza y Valdés, 2002, p. 59.
15
factores la corona vio con agrado la penetración de los misioneros en la península
para poner fin a la tan soñada conquista de California.
Los motivos no habían sido infundados y paulatinamente se logró la
conquista de California. En Octubre de 1697 los misioneros Juan María de
Salvatierra y Juan de Ugarte habían fundado la misión de Loreto, y con ella
comenzó el avance colonizador hacia el norte y sur de la península de California.
Los establecimientos misionales fueron posibles porque siguieron la pauta de las
regiones de Sinaloa y Sonora, centros económicos autosuficientes que abastecían
a otras poblaciones misionales formando un verdadero sistema de producción
económica. Con esto queremos decir que al iniciar la fundación de una primera
misión se buscaba que fuese productora de cultivos y hatos ganaderos, una vez
que esto se lograba, los misioneros salían a otro paraje para ver si se podía
establecer otra misión, y una vez comprobado esto, se construía la misión y se
buscaba el desarrollo de la agricultura y ganadería, en caso de que existiese
exigüidad de éstos productos en la recién fundada misión, esta era abastecida por
la anterior hasta que pudiera sostenerse por sí misma, creando así un verdadero
sistema misional. 36
Dada la aridez de la península las misiones peninsulares dependieron en
gran parte de sus homónimas de Sinaloa y Sonora para su sostenimiento. El éxito
y fracaso de una misión dependía de la llegada a tiempo de los alimentos y hatos
ganaderos que viajaban a través del golfo de California.37 Si se retrasaban los
bergantines ponían en riesgo la supervivencia de las misiones, en caso de que
éstas no hayan podido producir lo adecuado para el alimento de sus colonos, en
caso contrario se podían mantener por sí mismas hasta que llegará el barco con
los víveres y el pago de los misioneros y soldados. Cuestión que algunas veces
sucedió así.
No pretendemos hacer un análisis de todo el sistema misional en California,
sino tomar como referencia para hablar sobre la misión que se estableció en La
36
Ibid, p. 55-57.
37
Idem.
16
Paz hacia 1720, cuya duración se prolongó algunos años. La cual forma parte en
la historiografía local como una de las fundaciones de La Paz.
Fue en 1720 cuando los padres Jaime Bravo y Juan de Ugarte fundaron la
misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz después de algunas peripecias en el
trayecto. Ugarte y Bravo salieron con un par de soldados e indios amigos de
Loreto en la balandra El Triunfo de La Cruz, el 1 de Noviembre de 1720,
costeando la Isla del Carmen y San José, donde atravesaron un temporal en esta
última Isla el cual casi los hace encallar; el día 2 de Noviembre avistaron la
ensenada de La Paz, y el día 3 desembarcaron.
El mismo día que arribaron comenzaron a hacerse los preparativos para
construir la capilla y las viviendas de los acompañantes. Al respecto nos dice
Jaime Bravo:
Los tres días siguientes se gastaron en despejar el monte, en que poner unas
barracas, así para vivienda de los padres y iglesia como para la gente de mar y
indios cristianos, lo que se ejecutó con mucha presteza y alegría de todos sin
recelo de las víboras, que el primer día se mataron tres, y porción de alacranes
y cientopiés, fruta ordinaria en tierras nuevas y montuosas. Reconocióse
también paraje a propósito para fundar la misión, iglesia y vivienda, que se
halló muy a propósito en una loma alta, que domina las playas a tiro de
escopeta corta del aguaje y de suelo duro y llano con una mesa muy
espaciosa.38 Y luego se dio principio al desmonte; pero en la primera mañana
se reventaron dos hachas en cortar los mezquites, de que abunda toda la loma.
Y viendo era materia difícil el que dos hachas quedaban pudiesen llevar
adelante el desmonte, se recurrió a buscar mucha leña seca que, puesta a los
pies de los mezquites y encendida, hizo oficio de buenas hachas, tanto que ya
daba poca pena el que se huberan reventado las dos. Y en cuatro días de
trabajo recio quedó despejado un gran pedazo capaz para una buena
población.39
38
Actualmente, se piensa que esta capilla estuvo ubicada entre las actuales calles Miguel Lerdo de
Tejada e Ignacio Zaragoza; hoy en día en este lugar hay una vivienda particular y a las afueras de
la casa existe una placa donde señala el posible lugar donde se estableció esta iglesia misional.
39
Jaime Bravo, “Razón de la Entrada al Puerto de La Paz: Conquista de la Nación Guaycura, y
Fundación de la Misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720”, en Miguel León-
Portilla(Editor), Testimonios Sudcalifornianos, La Paz, Baja California Sur, Gobierno del Estado de
Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1989, p. 29-31.
17
siguiente. Al respecto, hace una referencia interesante el padre Jaime Bravo sobre
esto que referimos; en otros ámbitos me parece pertinente hacer el apunte porque,
aparte de ser interesante sobre la vida de los personajes que intervinieron en la
fundación de la misión, se ven algunas cualidades geográficas de la bahía y nos
permite puntualizar sobre el carácter aluvial de La Paz.
40
Ibíd, p. 42.
41
“Arroyos” se le llaman a los cauces que se desprenden del abanico aluvial en que está asentada
la ciudad de La Paz, véase Elino González Villanueva, Presencia de Huracanes en Baja California
Sur, El Caso del Huracán Liza, Tesis de Maestría, La Paz, Universidad Autónoma de Baja
California Sur, 2001, p. 114-119.
18
son ya diestros en este arte”42 quedó oficialmente establecida la misión de Nuestra
Señora del Pilar de La Paz; alrededor de la construcción se levantaron algunas
chozas de palma y adobe para los soldados e indios “amigos” de los ignacianos.
Con esto podemos decir que fue el cuarto intento por establecerse en La Paz
Los padres Clemente Guillén y Jaime Bravo saldrían de la ensenada de La
Paz a principios de febrero de 1721 para dirigirse a Loreto a dar aviso sobre la
construcción de la misión paceña, dejando como encargado de la misma al padre
Juan de Ugarte.
Es difícil especificar cuánto tiempo fue lo que duró la misión de Nuestra
Señora del Pilar, ya que, después de un par de años la construcción quedó
abandonada. Al respecto, tenemos algunas opiniones sobre esto, el Jesuita
Francisco Xavier Clavijero nos refiere que la misión se sostuvo poco tiempo
porque hubo una rebelión de los indígenas de las islas de Cerralvo y San José que
arribaron a la ensenada y viendo las chozas y la iglesia casi abandonada, con tan
solo un soldado y algunos niños indígenas, decidieron matarlos y saquear el
lugar;43 y otros señalan que la misión había quedado deshabitada porque el
misionero que ahí se encontraba, el padre Ignacio María Napoli, salió junto a
algunos soldados e indígenas a fundar otros establecimientos en la región de San
José y Todos Santos.44
Lo que nosotros podemos añadir es que la misión no se mantuvo en pie
porque carecía de parajes propicios para abastecerse de agua de manera
constante, lo que reducía las posibilidades de realizar cultivos agrícolas para el
sustento de los colonos y que las cabezas de ganado pudieran reproducirse,
además las condiciones del asentamiento, rodeado de arroyos, hacía que en
época de lluvias las construcciones se destruyeran por el flujo del agua que bajaba
de las serranías; además la lejanía pesaba para surtir de víveres a esta misión,
por tierra era difícil conectar caminos con la misión de Loreto por lo montañoso y
empinado del terreno, por lo que la única vía posible era por mar y el arribo de los
42
Jaime Bravo, “Razón de la Entrada al Puerto…”, p. 43.
43
Francisco Xavier Clavijero, Historia de la Antigua..., p. 157-158.
44
Ignacio del Río y María Eugenia Altable, Breve Historia…, p. 41-59.
19
barcos de la contracosta misionera no llegaban al puerto de La Paz sino a Loreto.
Por lo que concluimos que por estos factores la misión de Nuestra Señora del Pilar
no pudo sostenerse por mucho tiempo y con ella el cuarto intento por establecerse
en la ensenada. No sería sino hasta principios del siglo XIX que se logró el quinto
intento de asentarse en La Paz. Pero antes veamos algunos motivos que
propiciaron el desarrollo y establecimiento definitivo del puerto paceño.
A pesar de que la misión de La Paz había quedado abandonada hacia
1740, los jesuitas siguieron estableciendo misiones en la porción sur de la
península. De hecho, desde La Paz habían salido algunos misioneros y soldados
para fundar algunas en San José del Cabo, 1721; Santiago, 1721; Todos Santos,
1733; y San Luis Gonzága, 1737;45 la empresa cristianizadora continuó a pesar del
cese de La Paz. Hay que destacar esto porque es a partir de estas misiones que
comenzó el desarrollo económico de la porción sur de California a través de los
trabajos agrícolas y la ganadería.46 Conforme iban fortaleciéndose los
establecimientos misionales la actividad agropecuaria siguió su curso debido a
que en estas regiones existieron mejores condiciones geográficas para el
desarrollo de estas actividades, por ejemplo, en Todos Santos y San José de
Cabo existían pequeños arroyos con agua constante durante todo el año que
abastecían a las misiones y fortalecían los cultivos que hacían los indígenas
californios, tanto las correrías de ganado de los vaqueros españoles y soldados.
Así fue el curso de la vida misional en la porción sur de la península hacia
mediados del siglo XVIII. Hasta que un ex-soldado de la misión de Loreto, Manuel
de Ocio, avistó algunas vetas minerales de oro y plata en las serranía de San
Antonio y comenzó a implementar los trabajos mineros en esta zona; fue con este
personaje que comenzó otra actividad económica ajena a las actividades
económicas de los misioneros jesuitas y con la que quedaría entrelazado el puerto
de La Paz.
45
Ibid, p. 41.
46
Al respecto véase Dení Trejo Barajas, Espacio y Economía en la Península de California 1785-
1860, La Paz, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1999; Edith González Cruz, Ignacio
Rivas Hernández, Luis Arturo Torres Rojo, Historia Cultural e Imágenes de San José del Cabo, La
Paz, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2014.
20
Aproximadamente a 40 kilómetros de La Paz se encuentran los centros
mineros de San Antonio, El Triunfo y Santa Anna,47 lugares que fueron explotados
por Manuel de Ocio en diferentes periodos, en 1748 se habían descubierto las
vetas de Santa Anna, para 1751 registró las minas de San Pablo y San Pedro en
la región del Triunfo; éstos primeros establecimientos mineros fueron creciendo
con el pasar de los años. Ocio había conseguido una fortuna tras haber realizado
pesquerías de perlas en las costas de California, y con ellas consiguió hacerse de
algunos botes pequeños, pertrechos y algunos colonos en la contracosta para
explotar las minas, a tal grado que para 1756 los colonos se habían trasladado a
la zona de San Antonio donde comenzó el poblado minero.48
Los mineros necesitaron abastecerse de insumos para seguir con los
trabajos mineros y para el sustento de sus familias, por lo que la únicas formas de
conseguirlo era haciendo negocios con los misioneros o trasladarse a la
contracosta para adquirirlos directamente, ya fuera en Sonora, Sinaloa, San Blas o
Guadalajara; con los jesuitas este intercambio de productos no estuvo exento de
dificultades, quienes algunas veces les negaban los cultivos y reses de sus
misiones para que declinaran los trabajos mineros, por lo que acudir a ellos era
difícil. Con respecto de abastecerse en la contracosta, los mineros no contaban
con barcos aptos para cruzar el Golfo y adquirir los pertrechos, solo algunos de los
más pudientes como Manuel de Ocio, poseían sus propios buques y cruzaban el
mar de Cortés para hacer negocios. Al respecto, debemos añadir que para realizar
estos viajes se utilizaban los puertos de la ventana49 y La Paz por su cercanía al
poblado minero de San Antonio y por las condiciones portuarias de sus bahías.50 A
pesar de que la misión paceña había dejado de existir alrededor de 1730, los
47
Ignacio Rivas Hernández, El Desarrollo Minero en San Antonio y El Triunfo, Baja California
(1856- 1925), La Paz, Baja California Sur, Colegio de Bachilleres del estado de Baja California Sur,
p. 11.
48
Si se quiere acercar al estudio de la minería y sobre estos establecimientos durante el siglo
XVIII, puede verse: Jorge Luis Amao Manríquez, Mineros, Misioneros y Rancheros de la Antigua
California, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Universidad Nacional Autónoma
de México, 1994.
49
Fondeadero que se ubica al sureste de la actual ciudad de La Paz a 15 kilómetros de distancia.
50
Jorge Luis Amao Manríquez, Op. Cit., p. 136.
21
mineros comenzaron a utilizar el fondeadero para salir por insumos a mediados
del siglo XVIII.
Por lo que, poco a poco, adquiría vida el puerto de La Paz al ser punto de
salida para los barcos de los mineros; debemos añadir que desde el siglo XVI se
conocen las riquezas de sus aguas con respecto a las perlas, por lo que no solo
era utilizado por los mineros sino también por algunos pescadores de perlas que
llegaban del macizo continental y fondeaban en la bahía para adquirir las
preciadas perlas.
Sin embargo, no siempre existió este ajetreo de barcos en la bahía de La
Paz y en California en general porque los jesuitas siguieron ejerciendo un férreo
control sobre la actividad minera y la pesquería de perlas porque las
consideraban ajenas a la evangelización de los indígenas californios, eran
consideradas como las creadoras de los más grandes males porque fomentaban
los vicios, las malas maneras, y la codicia en los neófitos californios. Esto no
estuvo exento de discusiones entre los misioneros, soldados y colonos que los
acompañaban en las empresas misioneras. Sin embargo, las discusiones
terminaban a favor de los misioneros porque estaban capacitados, bajo el régimen
de excepción concedido por la corona de 1697, para que se anularan las
pesquerías de perlas y actividades mineras.51
A pesar de que ya había un precario movimiento de personas y
embarcaciones a mediados del siglo XVIII por el embarcadero paceño, no se pudo
desarrollar su colonización plenamente porque continuaba el régimen jesuítico.
Entre 1748 y 1768 se dieron numerosas disputas entre los mineros y los
jesuitas por el fomento de las actividades mineras y perlíferas, los misioneros
como veíamos no querían que se desarrollaran los trabajos mineros y perleros
porque iban a perturbar el orden misional, retrasaban el fomento de estas
actividades y la colonización civil de California. Sin embargo, hacia finales del siglo
XVIII y principios del siglo XIX ocurrieron algunas circunstancias que vinieron a
51
Ignacio del Río, El Régimen Jesuítico de la Antigua California, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2003, p. 116-154.
22
propiciar el inicio de la colonización civil de la península y con ella el puerto de La
Paz.
Tras una larga estadía en la California, de 1697 a 1768, el régimen
jesuítico llegaba a su fin, y con ello una nueva vida para la península. En 1768
arribo a la Nueva España el visitador Real, José de Gálvez, quien traía órdenes
expresas de la Corona de expulsar de los dominios del noroeste a los misioneros
jesuitas y dar pie a la colonización civil de estos reinos, para 1769 los jesuitas
habían salido de estas regiones. El visitador llegó al puerto de San Blas en 1768 y
desde ahí comenzó su travesía hacia Sonora, Sinaloa y las Californias, dando pie
a una serie de reformas que modificaron el desarrollo económico de estas
regiones.
De las numerosas reformas de Gálvez, que incluían desde la repartición de
tierras, la organización administrativa, la liberación de las alcabalas, la protección
y fomento de la minería, entre otras, una de las que mayor impacto tuvo en el
noroeste y en el posterior desarrollo del puerto de La Paz fue la liberación del
comercio. Que fueron implementadas en 1769 pero serían reformadas
constantemente hasta 1790.
Esta liberación comercial proponía romper con el monopolio de los
comerciantes de Nueva España y los peninsulares, quienes utilizaban los puertos
de Acapulco-Veracruz-Cádiz para hacer intercambios mercantiles en toda la
Nueva España dañando fuertemente a los puertos del Noroeste; por lo que la
reforma comercial habilitó algunos como San Blas, Guaymas Mazatlán, y otros
menores para hacer intercambios mercantiles con Acapulco, Panamá,
Sudamérica, y entre ellos mismos para que hubiera un intercambio comercial y
que con esto se lograra la colonización civil del Noroeste.52Fue entonces cuando
comenzaron las travesías de los barcos entre San Blas, Guaymas, Mazatlán,
Loreto y La Paz donde se distribuían azogue, tabaco, sebos, velas, sillas, picos
52
Sergio Ortega Noriega, Un ensayo de Historia Regional, el Noroeste de México, 1530-1880,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1993, p. 108-109.
23
para las minas, vaquetas, entre otras más, para los centros mineros y ranchos que
habían quedado despoblados tras la salida de los misioneros jesuitas.
La liberación comercial benefició a la península de California porque con
ello recibían los insumos necesarios para las actividades mineras y al mismo
tiempo fomentaban la llegada de colonos; hay que hacer mención que desde la
época Jesuita, existía un intercambio entre los puertos de Sonora y Sinaloa en
apoyo para la península, pero siempre bajo control de la corona o de los
misioneros, ahora es un comercio libre, más numeroso y ágil porque ya no existían
trabas para realizarlo.53
Sin embargo, a pesar de que las reformas iniciaron en 1769 con Gálvez, fue
hasta 1790 cuando comenzó a despuntar la actividad comercial en el Golfo de
California cuyo impacto sería importante para el establecimiento definitivo del
puerto de La Paz hacia principios del siglo XIX.
A partir de 1790 y principios del siglo XIX se comenzó a observar la
presencia de barcos ingleses y norteamericanos en las costas del golfo de
California que realizaban intercambios comerciales con los puertos del Noroeste.
Los buques extranjeros recorrían los litorales del imperio español en el océano
Pacífico, desde Sudamérica hasta la Alta California, donde dejaban productos
manufacturados y los intercambiaban por productos agropecuarios o plata pasta
extraída de las rancherías y reales mineros que se encontraban cerca de los
puertos. A los mineros, comerciantes y rancheros que vivían en el noroeste está
práctica de intercambio comercial los beneficiaba mucho porque existía escasa
comunicación con las poblaciones del centro del país, las distancias pesaban para
el abastecimiento de víveres, y para el sustento de sus familias, por lo que el
contacto comercial con los barcos extranjeros beneficiaba mucho el desarrollo de
la minería, la ganadería y el comercio.54
53
Juan Domingo Vidargas del Moral, “Comercio y Navegación en el Golfo de California”, en: VII
Semana de Información Histórica de Baja California Sur, La Paz, Gobierno de Baja California Sur,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1984., p. 76.
54
Sergio Ortega Noriega, Op. Cit, P. 109.
24
A esto se suma que las regiones mineras de San Antonio y El Triunfo
comenzaron a mejorar sus condiciones tras la salida de los misioneros jesuitas de
la península, ya que Gálvez fomentó el desarrollo de la minería, la ganadería y las
actividades mercantiles desde que arribó a la península en 1769. Mineros,
ganaderos y rancheros utilizaban los puertos de la Baja California para dar salida
a sus productos y para adquirirlos. La región de La Paz fue una de las más
utilizadas por su cercanía a los centros minero-agropecuarios. Es entonces que
para finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX que La Paz comenzó a
vislumbrarse como un importante fondeadero para realizar intercambios
mercantiles.
Cabe destacar que fue para estos años cuando podemos saber sobre el
movimiento de exportación de productos agropecuarios que realizaban los arrieros
de los ranchos agrícolas y ganaderos de las zonas aledañas al puerto de La Paz y
eran llevados por los comerciantes de cabotaje o extranjeros rumbo a la
contracosta o a otros países. Por ejemplo, los arrieros Pedro León y Barrón
Miranda llevaron sendas 10 cargas de maíz a los comerciantes de cabotaje
Antonio Legaspi y Manuel Amao que se encontraban en la Goleta Dolores en
1822;55 para 1828 el arriero Carlos Yépiz condujo 10 cargas de maíz a la misma
Goleta;56 asimismo estos “hombres de mulas” regresaban a los ranchos y centros
mineros del interior de la península con los productos que eran intercambiados por
los comerciantes que arribaban al fondeadero. Por ejemplo, en el año de 1827 se
introdujeron a las zonas mineras de San Antonio y el Triunfo, en diferentes viajes
de arrieros, 54 y media cargas más dos tercios de harina, 9 cargas de frijol, 1 de
garbanzo, dos cargas más dos tercios de arroz, 6 cargas de sal y 40 de maíz, así
como 4 tercios de azúcar, uno de tabaco y 2 de cacao, además de dos barriles de
aguardiente, dos barriles vacíos, 34 cazos de cobre, 5 varas de paño grana, 3
cuarterones de paño ordinario, 36 sarapes, un tercio de frazadas, una caja de
55
Lista de Arrieros que trasladan cargas, 4 de Enero de 1822, AHPLM, Doc. 1715, Leg. 20; 3 de
Enero de 1828, Doc. 1709, Leg. 20.
56
El arriero Carlos Yépiz traslada cargas de maíz, 3 de Enero de 1828, AHPLM, Doc. 1714, Leg.
20.
25
sombreros, dos planchas de cobre y alguno fierros.57 Estas cifras no hacen más
que avalar la importancia que va teniendo el embarcadero paceño para realizar
intercambios comerciales entre las embarcaciones nacionales y extranjeras, y
entre los mineros y rancheros de San Antonio, El Triunfo y zonas aledañas.
La Paz, para principios del siglo XIX, seguía siendo un embarcadero que
ya comenzaba a mostrar signos de vitalidad desde finales del siglo XVIII como
observamos con las travesías arrieras a La Paz, pero no solo había arrieros sino
que también llegaban algunos marineros de la contracosta y el extranjero que
buscaban los placeres perleros de su bahía o para intercambiar mercancías con
los mineros y rancheros de la región sur de Baja California. Sin embargo, es difícil
establecer el número de barcos, goletas y bergantines que arribaban y salían por
el embarcadero de La Paz a finales del siglo XVIII porque no encontramos datos
documentales que los registrarán, podemos adelantar que no es hasta las dos
primeras décadas del siglo XIX que ya se lleva un registro sobre este movimiento
mercantil, esto debido a que durante el siglo XVIII no había un establecimiento
político administrativo que registrara todo el movimiento de barcos en la bahía,
cuestión que si tenemos para 1829 cuando la Sub-Comisaría de Hacienda dejó de
estar en San Antonio.58 Al embarcadero de La Paz llegaban barcos de cabotaje
procedente de Guaymas, de altura ingleses y norteamericanos, a intercambiar
manufacturas a los centros mineros y ranchos de la región, y para abastecerse de
agua, alimentos, y plata pasta. Podemos añadir que la estadía de estos barcos en
la bahía de La Paz era para aprovechar los placeres perleros de las islas Espíritu
Santo, Cerralvo, San José y en el fondeadero donde más tarde se iba a establecer
la ciudad.
57
Dení Trejo Barajas, Espacio y Economía en la península de California…, p. 97.
58
Ibid, p. 113-130.
26
Para darnos una idea sobre este tráfico mercantil tenemos el siguiente
cuadro.
Embarcaciones extranjeras y nacionales que arribaron
a la Bahía de La Paz entre 1822-1833
Año. Embarcaciones Procedencia Puerto de arribo.
1822 Goleta Sphy Guaymas La Paz.
Buque extranjero La Paz
1824 Fragata Ballenera Londres Isla Cerralvo
Fragata Júpiter Manila Isla Cerralvo
2 Frágatas balleneras Isla Cerralvo
2 fragatas. Isla Cerralvo.
1826. Bergantín Harbinger Pichilingue.
Bergantín Pichilingue.
norteamericano
Bergantín inglés. Pichilingue.
Goleta Nuestra Señora Mazatlán-San Blas. La Paz.
del Carmen,
Goleta Dolores(Capitán
José María Rábago), Mazatlán-San Blas. La Paz.
Goleta Luisa,
Balandra San Mazatlán-San Blas. La Paz.
José(Juan Gómez), Mazatlán- San Blas. La Paz.
Goleta Mercedes(Felipe
Lastra)
Mazatlán-San Blas. La Paz.
27
Es por este constante tráfico mercantil que el embarcadero de La Paz
comenzó a llamar la atención de las autoridades políticas del territorio para
colonizar el lugar para poder controlar los intercambios mercantiles, para dar
permisos para la pesca de perlas en la bahía y para dar un buen servicio a los
buques que llegaban al fondeadero. Fue por esto que en 1823 el encargado de la
Sub-Comisaría de Hacienda de San Antonio proponía colonizarla, dar a los que
quisieran establecerse algunas tierras, con la condición de que las laboren para su
sustento y para darles servicios a los barcos que arribaban al fondeadero.59 Para
1825, tan solo había una persona, Juan José Espinosa, y una casa que ofrecía
estos servicios, que además fungía como almacén para guardar los víveres que
traían las embarcaciones y los productos de los arrieros. Sin embargo, la casa-
almacén había quedado destruida en 1825 por un temporal60, por lo que el
llamado de atención para colonizar el embarcadero paceño se haría más fuerte.
En los años siguientes, la ensenada de La Paz comenzaría a colonizarse. Algunas
personas y sus familias llegaron a establecerse en La Paz, y sería constante
durante años posteriores.
Hay que destacar que gran parte de los residentes que se fueron asentando
en el puerto paceño tenían intereses comerciales, algunos de ellos habían
formado parte en el movimiento marítimo mercantil que se había estado
generando en el golfo de california desde finales del siglo XVIII y principios del
siglo XIX, algunos otros habían sido antiguos residentes de las zonas mineras de
San Antonio y El Triunfo, los extranjeros que arribaban al embarcadero a hacer
pesquerías de perlas o venían antiguamente a la península a hacer intercambios
comerciales con los rancheros y mineros también se unieron a esta empresa
colonizadora de La Paz.
De los extranjeros tenemos noticias que llegó un tal Juan Gómez, de origen
portugués, que había sido comerciante marítimo en la península desde los años
59
El Subcomisario de Hacienda de San Antonio informa al gobernador de California, José Manuel
Ruiz, sobre la importancia de colonizar el puerto de La Paz, 5 de Julio de 1823, AHPLM, Doc. 177
Vol. 15, Exp. 24.
60
Aviso que hace el guardia de La Paz a las autoridades políticas para que restauren la casa que
sirve como resguardo al comercio, Hacienda, 17 de Octubre de 1825, AHPLM, Doc. 684, vol. 17.
28
veinte, recibió un sitio de ganado mayor a las afueras de La Paz de nombre San
Hilario, tiempo después abrió una tienda en el puerto; otro colono fue Manuel
Galindo, español, se había establecido primeramente en San José del Cabo por
los años 30 donde tenía algunos sitios de ganado mayor y una finca urbana, unos
años más tarde pasó a residir al puerto paceño donde obtuvo otra finca urbana y
abrió una tienda en el puerto; Francisco Sosa y Silva, oriundo de Portugal, llegó
La Paz en 1830, había incursionado en la pesquería de perlas y el comercio, puso
una huerta a las afueras del puerto, además, tuvo un sitio de ganado mayor;
Antonio Ruffo, español, originario de Cartagena, era comerciante de cabotaje en el
golfo de California, había arribado a La Paz en 1829 junto con su familia,61 donde
puso una casa comercial, tuvo varias fincas urbanas e incursionó en la minería y la
pesquería de perlas; Manuel Amao, peruano, marino y comerciante de cabotaje,
había sido vecino de la zona minera de San Antonio alrededor de 1820, decidió
venirse a establecer al embarcadero donde abrió una casa de comercio y al
mismo tiempo siguieron sus interés como minero; Antonio Belloc, oriundo de
Francia, fue comerciante de cabotaje en las primeras décadas del siglo XIX, tuvo
un sitio de ganado mayor llamado Los Aripes y algunas fincas urbanas, con el
tiempo fue miembro de algunos puestos hacendarios. Algunos mexicanos que
quisieron venir radicar a La Paz encontramos a Antonio Navarro y su esposa
Josefa Castro originarios de Tepic, habían radicado en San Antonio donde
tuvieron sitios de ganado mayor, tiempo después creció su fortuna como
ganaderos y decidieron irse al puerto a incursionar en el comercio; compatriota y
compadre de Navarro fue Manuel Tirso Hidalgo, había residido en 1820 en San
Antonio donde había sido minero, algún tiempo después los dos Nayaritas
61
A decir del arribo de la familia Ruffo a La Paz en este año de 1829, tomamos como referencia lo
que nos menciona Rosa María Mendoza Salgado en su libro, en el cual nos relata que en algunas
pláticas que tuvo con uno de los descendientes, Agustín Ruffo Azcona, le menciono que “Antonio
Ruffo, […] llegó a La Paz a fines de 1829, debido a la casualidad. Estando radicados en Quito
Ecuador, deciden mudarse a San Francisco California, son sorprendidos por un huracán y, durante
la travesía, se ven en la necesidad de fondear su embarcación en la Ensenada de La Paz, puerto
de arribo que comenzaba a poblarse.”, Rosa María Mendoza Salgado, Crónicas de mi Puerto, La
Paz 1830-1959, La Paz, Gobierno del estado de Baja California Sur, Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2015,
p. 26-27.
29
fortalecieron su amistad e intereses porque casaron a sus hijos en el puerto, aquí
pusieron una casa comercial y tuvieron intereses comerciales en Mazatlán, Tepic,
y San Antonio; Juan José Encinas, Sonorense, había participado en la pesquería
de perlas en los años veinte, y después de algunos años decidió pasar a vivir al
puerto donde puso una casa comercial entre 1837-1840; Gabriel Gonzaga fue
minero en San Antonio y por estos años pasó a vivir en La Paz donde puso una
casa comercial; Ángel Lebrija, comerciante y minero, tuvo una casa comercial;
Manuel Castellanos, llegó a La Paz en 1830, había sido comerciante en el golfo de
California, y en el puerto tuvo tres fincas urbanas y una tienda, fue también minero
y se dedicó a la pesquería de perlas.62Es así como podemos observar un lento
poblamiento del antiguo embarcadero paceño.
No obstante que para 1826 por el constante crecimiento económico que
comenzaba a registrarse en la porción sur de la península debido al auge minero,
a la productividad agropecuaria de algunos poblados, y el constante flujo de
embarcaciones en los puertos de San José del Cabo y La Paz, hizo que las
autoridades políticas del territorio se preguntaran sobre en donde establecer las
oficinas hacendarias.63Se pensó en San José porque a ese puerto llegaba un gran
número de barcos extranjeros y porque tenía un importante desarrollo agrícola,
San Antonio se había vuelto un importante centro minero y desde principios del
siglo XIX tenía la Sub-Comisaría de Hacienda, pero La Paz desde los años veinte
como vemos, ya presentaba un gran número de colonos que se habían
establecido en el puerto, que tenían intereses comerciales con la contracosta, que
poseía un fondeadero seguro para el resguardo de los barcos y porque estaba
más cerca de los centros mineros, lo que llevó a que en 1829 se pasará la Sub-
62
Dení Trejo Barajas, Espacio y Economía en la península de California…, p. 238-242; Pablo L.
Martínez, Guía Familiar de la Baja California, México, editorial Baja California, 1965, p. 20; Rosa
María Mendoza Salgado, Crónicas de mi Puerto…, p. 26.
63
AHPLM, El Gobernador de las Californias pide al Sub-Comisario de San Antonio sobre donde
establecer las autoridades políticas del Territorio, Gobernación, 22 de Abril de 1826, Vol. 18., Doc.
867.
30
comisaría de Hacienda a La Paz; algunos meses después se instaló una Aduana
Marítima en el puerto.64
Así, ante el constante crecimiento poblacional de La Paz, y que se hayan
establecido las principales estructuras administrativas, llevó a que el Jefe Político
de la Baja California se replanteara si quedarse en Loreto o irse al puerto; para
1830, el Jefe Político, José Mariano Monterde pasó a radicar a La Paz; y a finales
de ese año, se erigió un municipio en el puerto. En 1831, se le dotaba de su
jurisdicción municipal, y para 1833 era reconocido el municipio paceño por las
autoridades federales. Así de tener unos cuantos vecinos el puerto desde 1823
paso a tener 780 personas en 1835.65
De los numerosos intentos por establecerse en La Paz, en los siglos XVI y
XVIII, que solo fungían como meros embarcaderos66 donde solo surcaban los
barcos extranjeros y nacionales que aprovechaban los placeres perleros que
existían en su bahía o donde solían hacer intercambios mercantiles los mineros,
rancheros y navegantes, pasó a convertirse en la tercera década del siglo XIX en
una importante ciudad-puerto de la Baja California. Al ser un centro urbano sede
de las autoridades políticas y administrativas del territorio peninsular conllevó a
crear los servicios y las condiciones de vida óptimas para mantener y mejorar la
vida en la ciudad, cuestión que atenderemos en el siguiente apartado.
64
Dení Trejo Barajas, Op. Cit, p. 124-126.
65
Dení Trejo Barajas, Espacio y Economía en la península de California…, p. 127.
66
Llamamos “embarcadero” a La Paz porque a pesar de tener condiciones para la navegación y
fondeo, que en sus aguas existieran recursos naturales para desarrollar actividades marítimo-
portuarias, aún no se encontraba establecida una población de manera permanente que
desarrollara algunas actividades económicas en el siglo XVIII. Se le va a llamar “puerto” a una
región que posea establecimientos comerciales, funciones político administrativas, y algunas
funciones de carácter urbano. Por lo tanto, es para la tercera década del siglo XIX que podemos
llamarle “Puerto” a La Paz. En Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo Mediterráneo en la
época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica, 1987. P. 109
31
2.- La Incipiente Urbanización de La Paz
67
Max Weber, “Concepto y categorías de la ciudad”, en: Economía y Sociedad, México, Fondo de
Cultura Económica, 1984.
68
Michel Foucault, “El Ojo del poder”, El Panóptico, Barcelona, Ed. La Piqueta, 1980. (Los
espacios son: de esparcimiento (Viviendas, Edificios Públicos, de saneamiento, recreación, y de
muerte); desplazamiento (emigración de la sociedad y las enfermedades); y de las coexistencias
(el aprovechamiento del espacio por el hombre: recursos naturales y el hábitat.)
32
jurisdicción municipal.69 Lo cual nos dice que de ser un embarcadero pasó a ser
una incipiente ciudad.
De poseer un par de vecinos en 1823, para 1835 se registraron 780
personas en el puerto.70 El crecimiento poblacional que se estaba viviendo obligó
a que las autoridades político-administrativas establecieran algunas
normatividades para cuidar el orden, la moral, la seguridad, la salubridad, las
relaciones sociales, la higiene, el ornato, y la vida en la ciudad.
Por lo cual, llevó a que en 1833, el Ayuntamiento expidiera un Bando de
Policía y Buen Gobierno en el cuál se admitía que no se debían portar armas
blancas, de fuego, garrotes, lazos, y otras armas, para que no se suscitarán
problemas dentro de la ciudad porque eran utilizadas en las riñas y peleas; a su
vez se prohibían los juegos envite, suerte y azar porque perturbaban a las familias,
ya que las apuestas llevaban al desorden, por lo que también se les pedía que no
se llevarán a cabo en las calles y mercados de la ciudad; se cuidó que todas las
personas que se encontraban en estado de embriaguez en las calles, gritando
obscenidades y provocando a los transeúntes se remitieran a la cárcel; se hacía
mención de que las tiendas y casas que vendieran licor, remitieran a los clientes
hacia sus casas luego de haber consumido el alcohol, todo esto porque daba lugar
a pleitos y riñas por el estado de embriaguez en los locales, todo esto para cuidar
de la seguridad y la moral pública; se les pedía a los hombres y mujeres que
declararan sobre su “modo de vivir” ya que era indispensable saber el oficio al que
se dedicaban porque se quería combatir la vagancia y la ociosidad; se prohibía
andar cantando “gallos” por las noches porque despertaban a la población;
asimismo se les pedía a las personas que organizaran bailes y otras diversiones
en sus casas que avisarán a la autoridad para sacar su respectiva licencia para
llevarlas a cabo; se prohibía que tirarán juegos pirotécnicos dentro de la ciudad
porque podían incendiar los jacales y las casas; para el cuidado de la salubridad
69
Dení Trejo Barajas, Espacio y Economía en la península de California…, p. 124-126. Leonardo
Reyes Silva, Historia del Municipio de La Paz, La Paz, Baja California Sur, H. XII Ayuntamiento de
La Paz, 2006, p. 37-41.
70
Dení Trejo Barajas, Ibid, p. 127.
33
se les pedía a las personas que no matasen el ganado en las calles y plazuelas, y
que se hiciese en las casas para evitar que la sangre y los deperdicios de los
animales dañen la salud pública; además, se les pedía a los habitantes que
barriesen los frentes y costados de las casas, que tirarán las basuras cada primer
día del mes y lo trasladarán al monte para evitar contagios e infecciones en la
ciudad; se les pedía a las fondas y expendios de animales que no arrojarán a la
calle plumas, entrañas e inmundicias de las aves a las calles, y que no lavasen los
trastes sucios fuera de las casas; los animales muertos dentro de la ciudad, como
caballos, mulas, perros y otros, se depositarán en los montes y arroyos para evitar
los miasmas y malos olores perjudiciales para los habitantes de la ciudad; para el
cuidado de la estructura productiva se estableció que se reconociera el sistema de
pesas y medidas para evitar equívocos en los cobros; así como invitar a las
familias a que practiquen y cuiden las actividades pesqueras en la bahía, y que
cuiden sus materiales de pesca; para evitar atropellos y laceraciones de la
sociedad se prohibió que se hicieran carreras de caballos en el centro de la
población; para el mejoramiento de la educación de los niños, se les pedía a los
padres de familia que obligarán a sus hijos a que fuesen a un instructor público,
sea maestro o maestra; para evitar problemas de robo y riñas dentro de las casas,
se les pedía a los familiares que cuidarán del contrato de los criados.71
Con este bando se buscaba cuidar la salubridad, seguridad, orden y la vida
en el puerto; así como ser la fuente de ingresos de la ciudad, ya que cada
disposición admitía una serie de multas que debían ser penadas para atender las
necesidades de la población y el mejoramiento de la ciudad: a través de servicios
y obras públicas.72
Sin embargo, La Paz para la primera mitad del siglo XIX era un incipiente
centro urbano. Poco o casi nada se había hecho con el mejoramiento de la ciudad,
71
Bando de Policía y Buen Gobierno de la Municipalidad de La Paz, AHPLM, Vol. 27, Doc. 3955,
13 de Enero de 1833.
72
Edith González Cruz e Ignacio Rivas Hernández, “La conformación del paisaje urbano del puerto
y ciudad de La Paz durante la época porfiriana: su ordenamiento legal”, en Marciano
Netzahualcoyotzi Méndez y Ricardo Olivares Talavera (coordinadores de edición), Estudios
interdisciplinarios y espacios históricos, México, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2014.
34
escasas obras públicas, precarios servicios y hogares. Al punto de tener una
imagen urbana casi bucólica. Para 1842, la ciudad estaba situada a la orilla de la
playa, con alrededor de unas cien casas73 construidas, principalmente, de adobe y
techos de palma.74 La población que para 1836 se contabilizaban en 780 personas
tan solo en el puerto, para 1850 aparecen registradas 1226 personas en toda la
municipalidad, y en el puerto 780 personas.75 Este lento crecimiento demográfico
de La Paz puede explicarse por la toma del puerto a manos del ejército
norteamericano, que afectó no solo a los comerciantes porteños a quiénes se les
habían incautado sus barcos mercantes y que afectaba el abastecimiento de
víveres para la población sino también a que algunas familias, poco más de 300,
salieran con el ejército invasor.76
Sin embargo, para mediados del siglo XIX se observó un aumento
poblacional en la municipalidad y en el puerto de La Paz. (Cuadro 1) el cual nos
hace ver el creciente interés por establecerse en la ciudad paceña, ya que de
tener 780 almas en 1850, para 1869 ya existían 2159.
73
Yoshikazu Sano, Vida en México de Trece Náufragos Japoneses, 1842, México, Artes Gráficas
Panorama, S.A de C.V, 1998, P. 16.
74
Adrián Valadés, Periódico El Correo de La Paz, 1 de Diciembre de 1893, Núm. 4, Tomo I, Existe
una versión en línea del periódico en: www.californax.com, Óscar Mendoza S. (Encargado de la
página).
75
Dení Trejo Barajas, Informes Económicos y Sociales sobre Baja california, 1824-1857, México,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, Universidad Autónoma de Baja California,
Secretaria de Educación Pública, 2002, p. 108-109.
76
Dení Trejo Barajas, “La Invasión Norteamericana, La Reorganización Política del Territorio y El
Peligro Filibustero. (1846-1856)”, en: Edith González Cruz (Coord.), Historia General de Baja
California Sur. Tomo II: Los Procesos Políticos, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, Secretaría de Educación Pública, Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana, Plaza y Valdés, 2003. P. 281-321;
Testimonios sobre la invasión norteamericana a la Baja California, 1846-1848, Baja California,
Universidad Autónoma de Baja California, 1984, p. 11-12.
35
Este crecimiento poblacional se debió a una serie de factores que hicieron
que La Paz aumentara demográficamente. El primero de ellos fue por la llegada
de compañías mineras, extranjeras y nacionales a la región de San Antonio y El
Triunfo, a partir de 1857;77 que atrajo a algunos migrantes para el laboreo de las
minas, para actividades mercantiles, artesanales y en los servicios; ya que, a tan
solo 40 km de distancia entre el puerto y la zona minera, las relaciones
económicas entre ambas regiones se fuera afianzando y fungiendo La Paz como
puerto de entrada y salida de mercancías. Otro factor que podemos añadir es que
desde 1830 las actividades marítimas en el golfo de california aumentaron, tanto la
caza de mamíferos marinos y las pesquerías de perlas78, provocaron que algunos
habitantes participaran en dichas actividades y se asentarán en La Paz, principal
centro de reunión de los pescadores de perlas, desde 1857, donde se vendían las
conchas y perlas que se extraían de la bahía.79 Un tercer factor que podemos
añadir es el caso de la reactivación del comercio de altura del puerto de La Paz,
que desde 1859 fue planteado por la Asamblea Legislativa del Territorio, y
reconocido formalmente por el Gobierno Federal en 186180; lo cual favoreció las
actividades mercantiles de los habitantes de la ciudad con la contracosta y el
extranjero.
Por lo tanto, La Paz, para la mitad del siglo XIX es una ciudad en ciernes.
Un asentamiento cada vez más complejo donde convergen personas de diferentes
regiones, donde existe una diversidad de actividades productivas, que provoca un
régimen de especialización en las técnicas de trabajo, y que crea oportunidades y
77
Ignacio Rivas Hernández, El Desarrollo Minero en San Antonio y El Triunfo, Baja California
(1856- 1925), La Paz, Baja California Sur, Colegio de Bachilleres del Estado de Baja California Sur,
p. 13- 18.
78
Dení Trejo Barajas, “Las Actividades Económicas”, en: Historia General de Baja California Sur,
Tomo I: La Economía Regional, Dení Trejo Barajas (Coord.), Universidad Autónoma de Baja
California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Plaza
y Valdés, 2002 p. 210-221.
79
José María Esteva, Memoria Sobre la Pesca de La Perla, México, Imprenta de A. Boix, 1865.
80
Dení Trejo Barajas, “El desarrollo del comercio”, en: Historia General de Baja California Sur,
Tomo I: La Economía Regional, Dení Trejo Barajas (Coord.), Universidad Autónoma de Baja
California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Plaza
y Valdés, 2002. P. 229-235.
36
disponibilidad de recursos para los habitantes de la ciudad, y que va consolidando
su régimen mercantil.81 Al respecto traemos a correlación el siguiente cuadro que
muestra la evolución urbana de La Paz a través de la diversificación de oficios en
los habitantes entre 1857 y 1869.
81
Ugo Pipitone, Ciudades, Naciones, Regiones, México, Fondo de Cultura Económica, 2003. p. 31.
37
Obispo. 1
Barbero. 1
Abogados. 3
Hojalatero. 1
Meritorio. 1
Cónsul. 1
Agente. 1
Sereno. 1
Ingeniero. 1
Cargador. 1
Capataz. 1
Abastero. 3
Preceptor. 2
Velero. 1
Médico. 1
Escribiente 1
Operarios. 20
Total. 619
Cuadro elaborado a partir de: Dení Trejo Barajas, “Establecimiento y Desarrollo Inicial del Puerto de La Paz, Baja
California, 1823-1857”, en: Tzintzun, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, N. 34, julio-diciembre de
2001, p. 114; Edith González Cruz, “La Municipalidad de La Paz a través de los censos de 1895, 1900 y 1910”, En: (Marco
Antonio Landavazo, Edith González Cruz y Dení Trejo Barajas. Coord.), El Norte de México y la Historia Regional.
Homenaje a Ignacio del Río, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2014. P. 385-390. p. 378.
82
María Eugenia Altable, De la Autonomía Regional a la Centralización en el Estado Mexicano,
Baja California 1859-1880, México, Universidad Autónoma de Baja California Sur, Universidad
38
actividades que aumentaron fueron las relacionadas con el comercio, de 28
comerciantes que había en 1857, para 1869 se registraron un total de 54. Lo cual
nos habla sobre el carácter mercantil de La Paz. Y con ello, la atracción y
diversificación social de la ciudad. Ya que una urbe no es sin un mercado, y un
mercado sin una diversificación de los oficios de sus habitantes.83 Por ello es que
para 1869 vemos un incremento en las ocupaciones laborales de los ciudadanos
en La Paz.
Con el creciente número de pobladores se abrieron una serie de
preocupaciones constantes para el gobierno de la ciudad, tanto en materia de
salubridad, abasto, y en atención a las necesidades de la población. Lo cual
condujo a que se elaborarán algunas obras y servicios públicos para satisfacer y
mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y, a su vez, de generar
espacios para su habitabilidad en la ciudad.
Generar un espacio saludable, un lugar donde la sanidad reinara y fuera
concientizada por los habitantes de la urbe. Cuidar de las relaciones sociales,
evitar los amontonamientos y los malos olores, las enfermedades y las epidemias,
la lozanía de todos los rincones del espacio público, fueron algunos de los
objetivos primordiales de los gobiernos de las ciudades. Y una de las maneras de
imponerlos es a través de decretos, leyes y reglamentos.84
Recordemos que en 1833, en La Paz, se había dispuesto de un Bando de
Policía y Buen gobierno en el que se hacía mención de la salubridad que debía de
tener la ciudad y la actitud que debían de tener sus moradores para mantenerla.
Se especificaba sobre el barrido de sus jacales y casas y el cuidado del arrojo de
desperdicios y basuras. Sin embargo, con el crecimiento poblacional que comenzó
a darse desde mediados del siglo XIX, obligó a que las autoridades políticas se
Autónoma de Baja California, 1999; Adrián Valadés, Historia de la Baja California, 1850-1880,
México, Instituto de Investigaciones Históricas–Universidad Nacional Autónoma de México, 1974.
83
Fernand Braudel, Civilización Material, Economía y Capitalismo, Siglos XV y XVIII, Tomo I,
Madrid, Alianza Editorial, 1984. P. 420.
84
Michel Foucault, El Nacimiento de la Clínica, México, Siglo XXI [Segunda Edición Revisada],
2012, p. 49-51.
39
preocuparan por mejorar el Bando, disponiendo algunos reglamentos más para
acrecentar la salubridad y el ornato de la ciudad.
Hacía 1853, el Jefe Político del Territorio, José María Blancarte, se
encontraba alarmado por el estado de insalubridad y putrefacción que se hallaba
la ciudad, por lo que dispuso que se creará un reglamento de limpieza y ornato. En
el cual disponía que a todas las personas se les prohibiera arrojar a la calle
basuras, restos, piedras y otras cosas, con una multa de doce pesos por la
primera vez que se contraviniera, doble por la segunda vez, triple por la tercera y
que pagasen el daño que se causara. También se les imponía la misma pena a los
que tiraran agua sucia o limpia a la calle sino era para regar. Todos los vecinos
estaban obligados a barrer el frente de sus casas diariamente entre seis y ocho de
la mañana, y que se regaran los frentes con agua limpia excepto cuando lloviese;
sino se regaba a la hora indicada se les impondría una multa de cuatro pesos.
Inmediatamente después de regado los frentes de las casas tenían que barrerlos.
En caso de que alguna persona hubiese tirado alguna basura o inmundicia en la
calle, y que se encontrará en medio de dos casas vecinas, los vecinos tenían que
recogerla, en caso de que no se presentara el que la arrojó o se harían acreedores
de una multa. Las tiendas y bodegones que vendieran comida no debían de tirar a
la calle las vísceras y plumas de aves u otros animales, ni dejar los trastes de la
cocina afuera, porque si no, pagaban una infracción de dos pesos por la primera
vez, doble por la segunda, y así sucesivamente. A los panaderos se les pedía que
cuidaran del descargue de la leña, la harina, el carbón y otros efectos en sus
tiendas, que limpiarán y barrieran después del descargue de sus productos porque
si no pagarían una multa de dos pesos; y a los cargueros de carretas o mulas que
llevaban los productos no taparan toda la calle sino la acera donde los dejarían. A
los constructores se les pedía que los materiales para la obra, como la cal, la
arena, ladrillos y otros enseres, se tuvieran en los patios y se prepararan las
mezclas en las casas y no en las calles; en caso de que el espacio para
prepararlas fuera muy reducido, tenían que acudir los constructores a un inspector
de manzana para que les señale un paraje propicio para hacer la mezcla, y una
40
vez terminado se pasaría a depositarlo en el lugar señalado para la basura, y así
evitar que los escombros obstruyan la circulación de la población. A las personas
de ambos sexos que gustaban de orinar y defecarse en las calles, se les imponía
una pena por el agente de policía o una multa de dos reales o un peso,
dependiendo de la zona de concurrencia donde hicieran sus necesidades.85
Con el Bando de Policía y Buen Gobierno de 1833 que seguía vigente y con
este reglamento de limpieza de mediados del siglo XIX, se buscaba cuidar del
aseo y salubridad de la ciudad. Sin embargo, muchas fueron las dificultades que
se enfrentaron las autoridades para mantener esto, todavía para la década de
1870 se quejaban de lo insalubre de la ciudad, del amontonamiento de basuras en
las calles, del estancamiento de las aguas, y del creciente estado de inmundicia
de las casas.86 Todo ello a partir del constante crecimiento de la población, la
escasa vigilancia que ponían las autoridades por atender estas necesidades, así
como por la escasez de recursos fiscales para poder mejorar las condiciones de
higiene.
Atender y cuidar la alimentación de los pobladores fue una de las
preocupaciones constantes en la ciudad. Desde mediados del siglo XIX uno de los
principales alimentos de La Paz era la carne. Si bien es cierto que los habitantes
poseían sus propias huertas y animales para consumo particular, la principal
demanda alimenticia era la res; ésta la obtenían haciendo correrías y cazándolas a
las afueras de la población, pero ante el crecimiento de la población que se
registraba y por el limitado contacto con la contracosta, conllevó a una
sobreexplotación del producto.87 Por lo tanto, las autoridades políticas de la ciudad
comenzaron a emitir una serie de medidas para disponer y limitar el consumo de
carne, así como cuidar la forma en que se hacía el abasto.
85
El Jefe político emite un Reglamento de Limpieza para la ciudad de La Paz, 1853, AHPLM, Doc.
908, Vol. 51Bis.
86
El Ayuntamiento de La Paz avisa sobre el estado de insalubridad de la ciudad, Marzo de 1874,
AHPLM, Doc. 202, Vol. 119Bis, Exp. S/N.
87
Dení Trejo Barajas, “Establecimiento y Desarrollo Inicial del Puerto de La Paz, 1830-1857.”, en:
Revista Tzintzun, Michoacán, Universidad Michoacana, N.34, Julio-Diciembre de 2001. P. 104-105.
41
Una de las primeras medidas que debían tomar los gobiernos de las
ciudades debía ser el traslado del matadero a un lugar menos poblado para evitar
el amontonamiento de animales, el escurrimiento de la sangre y los malos olores
que podía emitir el establecimiento.88 Así, para 1850 el ayuntamiento de La Paz
pedía al responsable del matadero que moviera el matadero de la mesa89 hacia la
zona del arroyo por hallarse menos poblado ese lugar, y que cuidara de “la
limpieza de la sangre y la güesamenta; que cada ocho días se le pagará a un
hombre para la limpieza del matadero quemando todo güesamento y demás
suciedad”;90 para así controlar la salubridad y los malos olores en la población.
Un par de años más tarde, para obligar a los habitantes de la ciudad a
introducir las reses al matadero y prohibir que se siguieran haciendo las correrías
y matanzas en sus respectivas casas, así como de evitar la escasez de carne que
se estaba viviendo, el Ayuntamiento dispuso un bando de expendio de carnes. En
el que señalaba que todas las personas debían de introducir la res al matadero
para que fuese marcada por un agente de policía, todos los días a las cinco de la
tarde. Si los introductores tenían una o más reses por registrar, y había otro
esperando por marcar, debían de hacer turnos para evitar el desorden. A las
personas que se dedicarán a vender carne debían de atender una serie de
medidas para hacerlo: tenían que dar de pura carne, dos y media libras, por un
real y la arroba de diez reales; las partes con hueso, como los tuétanos, caderas,
alujas y costillas a un real cuatro libras y la arroba a seis reales; el espinazo por un
real seis libras, y la arroba a cuatro reales; las piezas como lomitas, sobacos,
diezmillos, costilla, aldillas y lomos, a medio la libra y la arroba a dos reales. Si las
personas necesitaban matar alguna res para el consumo de su familia y sus
sirvientes, y no tenían ninguna res, tenían que asistir al Ayuntamiento para que les
expidiera una licencia para registro y poder disponer de la carne, pero si se les
encuentra que ya tienen reses y solo adquieren la carne para venderla se les
88
Alain Corbin, El Perfume o El Miasma, México, Fondo de Cultura Económica, 1987, p. 40.
89
Inferimos que la “mesa” es la zona donde actualmente se encuentra la catedral de nuestra
Señora de La Paz.
90
El Ayuntamiento de La Paz pide el traslado del matadero a una zona menos poblada, 11 de
Mayo de 1850, AHPLM, Doc. 290, Vol. 46, Exp. S/N.
42
imponía una multa de cinco pesos y no se les volvía a emitir una licencia.91 Con
este bando se buscaba cuidar el abastecimiento y consumo de la carne en la
ciudad.
En consonancia con el constante crecimiento poblacional y con la gran
demanda de carne, el matadero ya no fue el único lugar donde se podía disponer
de ella. Hacia la década de 1870, se creaba un mercado público en la ciudad. En
el cual se disponía que, una vez terminado el mercado, nadie podía vender carne
sino es en él. Y si no se respetaba esto, se les imponía una multa de cinco pesos
y la pérdida de la carne. Los carniceros tenían que pasar a poner sus puestos en
el mercado, y tenían que pagar una cuota que no pasará de veinticinco pesos.
Además, se disponía que todos los carniceros debieran de llevar libros de
registros de las reses que comprara, la marca y la persona a la que se venda. Los
registros los llevaba el carnicero mismo, pero en caso de que no supiera leer el
Ayuntamiento disponía de un encargado para hacerlo. Los vendedores de reses
pagarán por derecho de introducción cuatro reales por cada cabeza de ganado
que vendan, cuya cuota la darán al carnicero y este al recaudador del Municipio.
Los carniceros debían pagar cuatro reales por cada res que introdujeran al
mercado para la venta y dárselos al recaudador. La matanza de reses se tenía
que hacer en la madrugada, y para las seis de la mañana debían de estar
enterrados o arrojados al mar los restos de las reses, en caso de que no se
acatara esto se les imponía una multa de veinticinco pesos.92Con esto se
pretendía cuidar del mercado y consumo de la carne, tanto de la compra y venta,
como del orden y abastecimiento de la población.
Sin embargo, pese al establecimiento del mercado y el matadero, el abasto
de la carne en la ciudad continuó siendo problemático. Las personas escondían el
ganado en sus casas y no lo llevaban a registrar y eso evitaba un efectivo control
del abastecimiento, o incluso estos lugares se encontraban en estados
91
Bando de expendio de carne emitido por el Ayuntamiento de La Paz, 10 de Enero de 1855,
AHPLM, Doc. 50, Vol. 57, Exp. 5.
92
Construcción del mercado público y reglamento de abasto de carne, 13 de Diciembre de 1869,
AHPLM, Doc, 650, Vol. 100Bis.
43
deplorables por el excesivo uso de las instalaciones o porque las personas los
destruían. A tal grado que, el Municipio pedía vigilantes en las instalaciones93 pero
no era atendida la solicitud por la inseguridad en esos lugares.
Una de las obras públicas que se realizó fue el panteón, cuyo nombre
según los documentos que encontramos fue: “El Cementerio”. En 1851, el
Ayuntamiento de La Paz estableció un contrato con el albañil Lorenzo Juárez para
la creación del cementerio de la ciudad; en el cual se comprometía el maestro
albañil a construirlo con veinticinco mil adobones cuyo valor final se calculaba en
$1020 pesos.94 Tiempo después se comenzaron a construir las tapias de “El
Cementerio”, las cuáles tendrían una extensión de 43m de largo y 2.5m de alto.
Pese a los retrasos con los pagos para la construcción, la obra quedó concluida en
1852.95 No tenemos más referencias sobre el estado y ubicación de este
emplazamiento mortuorio en la ciudad, pero seguramente se encontraba a las
afueras, lejos de la población, porque durante la época, tanto en Europa como en
México, se construyeron cementerios extramuros para evitar los contagios y
enfermedades que soltaban los cuerpos de los difuntos a través de miasmas y
efluvios pútridos.96
Sin embargo, el constante uso del panteón y la precariedad de recursos
que destinaban los poderes políticos para cuidar y embellecerlo hacían que luciera
demasiado lúgubre. Así, para mediados de la década de 1870 se hallaba en una
situación de completo abandono. Así lo expresaba un visitante del Juzgado civil,
de nombre J. R. Bonilla:
Dos contrarias sensaciones me asaltaron a la vez, el sitio tan pintoresco, tan
apropiado, tan apropósito, tan bien situado, y a mi modo de ver, amplio para el
93
Solicitud que hace el Ayuntamiento de La Paz para cuidar el mercado público y el matadero, 10
de Marzo de 1874, AHPLM, Doc. 230, Vol. 114 Bis, Exp. S/N.
94
El Ayuntamiento de La Paz establece un contrato para la construcción del cementerio de la
ciudad, 11 de Junio de 1851, AHPLM, La Paz, Doc. 330, Vol. 47, Exp. S/N. Presupuesto que
presenta el maestro albañil para construcción del cementerio, “Acta del día 8 de Diciembre de
1851”, AHPLM, La Paz, Libro de Actas del Ayuntamiento de La Paz, 1833-1859, Vol.1.
95
El ayuntamiento de La Paz anuncia la conclusión del cementerio, 6 de Julio de 1852, AHPLM, La
Paz, Doc. 330, Vol. 48Bis, Exp. S/N.
96
Alain Corbin, Op. Cit, p. 38-40; Alma Victoria Valdés Dávila, “Tumbas y cementerios en el siglo
XIX mexicano”, en Boletín de Monumentos Históricos del Instituto Nacional de Antropología e
Historia, México, Núm. 19, 2010.
44
objeto que se ha destinado, pero confieso que no puede dejar de lamentarse lo
abandonado del lugar en que yasen los restos de personas respetables y mas
queridas de las familias y a donde hiran, tal vez, a reposar, como su ultimo asilo,
las cenizas de ciudadanos esclarecidos, de Patriotas eminentes, quizás de
héroes. Veo con tristeza que la falta de fondos, que ha habido y existe es un
obstáculo que ha impedido no solo embellecer, sino aun asegurar el citio
referido, que abierto como esta, sin un serco, ó pozo siquiera, manifiesta la
imposibilidad que ha surgido antes para hacer algo, sin embargo la voluntad
vence los tropiezos con que por lo regular se lucha en toda obra pública que no
tiene recursos propios, esa voluntad la creo muy profunda en el digno Gobierno
del Territorio.97
Una de las cosas que afectó al panteón fue la falta de recursos para
mejorar las condiciones del lugar, como bien lo hace ver Bonilla. La escasez de
fondos para ocuparse de las necesidades de la población es una de las marcas
fiscales más visibles en las autoridades de La Paz, por lo menos antes de la época
porfiriana.
Otra de las preocupaciones de las autoridades fue la determinación de los
espacios habitables de la sociedad paceña. Ya que desde 1830, la ciudad había
ido creciendo sin la organización de un estatuto que normara los usos de los
solares de la población, y a su vez se carecía del fundo legal y ejidos lo que
provocaba que no se tuviera delimitada el área urbanizable del asentamiento. Fue
en una sesión de un 15 de julio de 1859 que se realizó una convocatoria para
contemplar a alguna persona que hiciera el plano del fundo legal y ejidos de la
ciudad.98
Algunos años más tarde, en 1861, el agrimensor Guillermo Dentón atendió
la convocatoria del Ayuntamiento y entregó los lineamientos que iba a seguir el
plano del fundo legal y ejidos de La Paz.99 A su vez, las autoridades de la ciudad
dispusieron un reglamento de solares que se adecuara al fundo de La Paz.
En el reglamento de ese año, se determinaba que para adquirir solares en
el fundo se necesitaba la comprobación de que el adjudicante era vecino de la
97
El Juzgado del estado civil informa al Jefe Político sobre el estado del cementerio de la ciudad,
1870, AHPLM, Doc. 519, Vol. 121Bis.
98
Convocatoria para realización del fundo legal y ejidos de la ciudad de La Paz, 15 de Julio de
1859, AHPLM, Doc. 212, Vol. 74Bis.
99
Guillermo Dentón informa al ayuntamiento sobre el plano que señala el fundo legal de la ciudad,
22 de Abril de 1861, AHPLM, Doc. 304, Vol. 77Bis, Exp. S/N.
45
ciudad y que debía poseer su título; dicho interesado tenía la posibilidad de
adquirir un solar completo o una pequeña porción del mismo, siempre y cuando
estuviera abandonado o tuviera el permiso del dueño del terreno que pretendía
adquirir; una vez que se obtuviera el solar, el dueño estaba obligado a ponerle una
cerca dentro de un periodo de tres meses y levantar una finca dentro de seis
meses; de no hacerlo, perdería su inversión. De acuerdo a los solares, se
estableció que la medida de un solar sería de 50 metros de frente y 50 metros de
fondo (2500m), aunque se podía adquirir una mitad o cuarto de solar; de igual
manera se determinó que todas las personas podían obtener uno o varios solares
si así lo solicitaren; a todos los extranjeros se les permitía tener solares; una de las
regulaciones que se incorporaron al reglamento fue que en las zonas céntricas de
la ciudad e inmediatas a la playa no se permitieran construcciones de zacate,
palma, tapia o madera, de existir fincas hechas de esos materiales se les obligaría
a los dueños a que las sustituyeran por otros materiales como ladrillos o piedras,
dentro de un lapso de dos años; de no cumplir con ésta disposición se les
reasignaría hacia las afueras de la ciudad donde podrían mantener sus jacales
con palmas, ramas y tapias; los costos de los solares costarían, veinte reales por
el título, cuatro reales si estaban en las inmediaciones de la playa y el centro de la
población, dos reales si estaba en la periferia; los pobres podían adquirir solares
gratuitamente, pero serían destinados a los suburbios, en los linderos del fundo
legal; con respecto a la dotación de terrenos en ésta zona, el Ayuntamiento
determinó que no se entregarían todavía porque se tenían destinados para la
construcción de pozos artesianos que abastecerían de agua a la ciudad, y tan
pronto se construyeran se mensurarían los solares y se destinarían para el uso de
las familias.100
De este reglamento se desprenden algunas apreciaciones. La exigencia de
la vecindad fue uno de los requisitos que se exigieron porque se quería evitar el
100
Reglamento de solares de 1861, 30 de Septiembre de 1861, AHPLM, Doc. 777, Vol. 78Bis.
Cabe señalar que dicha zona que determina el Ayuntamiento como parte de los ejidos de La Paz,
se le va a llamar “El Manglito”, cuya incorporación al fundo de la ciudad se va a dar hasta la época
porfiriana.
46
acaparamiento de muchos terrenos en la ciudad, ya que había algunos habitantes,
entre ellos comerciantes nacionales y extranjeros, que poseían más de un solar101
y al imponer la obligatoriedad del carácter de vecino se pretendió controlar el
acaparamiento de varias propiedades. De igual manera, la legislación en torno a la
extranjería favorecía a los propietarios residentes al permitirles la aceptación de
sus títulos y su influencia en la vida de la ciudad. Asimismo, la determinación de
que la playa y el centro fueran los espacios rectores de la vida social y que en los
límites del fundo legal el lugar de los pobres, indica el carácter socioespacial del
asentamiento de la ciudad.102
Otro reglamento más se estableció en 1864, si bien mantuvo algunas
disposiciones anteriores como la exigencia de la vecindad del solicitante de
solares, el cercado y construcción del terreno, que las medidas fueran de 50
metros por 50 metros de fondo, y que en la zona inmediata a la playa y el centro
no se permitieran fincas de palma y madera, así como la posibilidad de adquirir
medios o cuartos de solar; se incorporaron algunas novedades como la extensión
de que las casas debían ser de seis metros de largo, la determinación de que el
título debía ir registrado con la calle y número de manzana, y el carácter
obligatorio de que todos los solares se ciñeran al plano del fundo legal y ejidos.103
A partir de éstos dos reglamentos de solares podemos advertir que, hacia
finales del siglo XIX, se mantuvieron las disposiciones con respecto a que la playa
y el centro fueran los espacios rectores de la vida urbana, ya que eran los lugares
donde se encontraban asentados algunos comercios y donde coexistía la vida
mercantil de la ciudad.104Asimismo, a partir de éstas disposiciones podemos
101
Dení Trejo Barajas, Espacio y Economía en la península de California…, p. 238-242. La autora
refiere que existían algunos individuos que poseían varias propiedades para mediados de siglo,
entre ellos se destacaban: Antonio Belloc, tenía cinco fincas en el puerto; Antonio Ramírez, dueño
de cinco accesorias y Manuel Castellanos, con tres fincas urbanas y una tienda.
102
Edith González Cruz e Ignacio Rivas Hernández, “La Conformación del paisaje urbano del
puerto y ciudad…”, p. 85-86.
103
Reglamento de Solares de 1864, 16 de Abril de 1864, AHPLM, Doc. 195, Vol. 86Bis, Exp. S/N.
104
Durante estos años ya existían algunos comercios que habían mejorado sus condiciones de
abastecimiento, y se ubicaban en las cercanías de la playa y el centro. Al respecto estaban: La
tienda de la familia Ruffo, desde 1861; y la de los Señores Hidalgo y Compañía, desde 1868;
ambas surtían a las poblaciones mineras de San Antonio y El Triunfo, así como a la misma ciudad
47
contemplar las características de los espacios habitables en la ciudad y las
marcas de clase que van a ir caracterizando a La Paz hacia la época porfiriana.
Donde el centro y las inmediaciones de la playa serán los lugares de las élites
políticas y comerciales, amén de los extranjeros; mientras que en los límites del
fundo legal serán los espacios para las clases menesterosas.
Como pudimos analizar a lo largo de este apartado, La Paz comenzó a
crecer hacia mediados del siglo XIX; y en ello tuvieron que ver los diversos
intereses mercantiles que se fueron generando en la ciudad a raíz de las
inversiones mineras en la región de San Antonio y El Triunfo, la explotación de
recursos marinos y la apertura del puerto al comercio nacional y extranjero. Esto
ocasionó que las autoridades políticas de la ciudad se preocuparan por dotar de
reglamentos para la vida en la comunidad urbana, controlar las relaciones
sociales, cuidar de la salubridad de sus habitantes y de la ciudad misma, dotar de
algunas obras y servicios públicos para satisfacer las necesidades de los
habitantes, y del manejo del abastecimiento en la ciudad, así como de generar
espacios para la habitabilidad de la sociedad.
Sin embargo, la dotación de reglamentos, obras y servicios públicos para La
Paz durante buena parte del siglo XIX fueron hechos con muchas dificultades por
diversos motivos. El primero que podemos advertir es la precariedad de los
ingresos del municipio de La Paz, que tan solo por poner un ejemplo, en el año de
1850 durante todo ese año se obtuvieron $508.1 pesos,105 de los cuales provenían
del comercio de productos, licencias para degüellos de reses, loterías, bailes,
licencias para buceo, suertes de tierra y crías de ganado; y gran parte de lo
recaudado se invertía en gastos de los empleados de gobierno, de escritorio, y
una pequeña suma a los servicios y obras públicas. Todavía a inicios de la década
de 1870, los miembros del Ayuntamiento proponían la creación de un Plan de
Propios y Arbitrios para poder cuidar del manejo apropiado de los impuestos
106
Plan de Propios y Arbitrios de La Paz, 5 de Marzo de 1866, AHPLM, Doc. 295Bis, Vol. 91Bis,
Exp.S/N.
107
Alejandra Moreno Toscano, “Cambios en los patrones de urbanización en México, 1810-1910”,
en Revista Historia Mexicana, Vol. 22, Núm. 2, 1971, p. 160-187; Eulalia Ribera Carbó, “Las
Ciudades Mexicanas en el País Independiente, Ideas, Poder, y Organización del Espacio Urbano”,
en Revista Scripta Nova, Barcelona, Vol. XVI, Núm. 48, 2012, p. 1-11; Sergio Miranda Pacheco,
49
CAPÍTULO II. LA CONFORMACIÓN URBANA
DE LA CIUDAD DE LA PAZ.
“La dimensión política de la planeación urbana en México 1900-1929”, (Gerardo Ruiz Mateos,
Coord.)México 200 años, La Patria en construcción, Gobierno Federal y Ediciones Chapa, 2010.p.
369-399.
108
Isabel Cristina Beltrán Castro, Evaluación del Riesgo Asociado a Fenómenos
Hidrometeorológicos en la ciudad de La Paz, B.C.S., México, Utilizando Sistemas de Información
Geográfica(Tesis de Licenciatura), La Paz, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 2000, p.
4; Elino González Villanueva, Presencia de Huracanes en Baja California Sur, el Ciclón Liza(Tesis
de Maestría), La Paz, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 2001. P. 135-136.
109
Se le denominaban “mesas” a las formaciones topográficas en forma de pequeños cerros que
se produjeron por el cauce del arroyo que hoy comprende la actual calle 16 de Septiembre. La
Mesa del “Volador”, comprendía la zona donde hoy se encuentran “la antigua Casa de Gobierno, el
Jardín Velasco y la Catedral de Nuestra Señora del Pilar de La Paz”; La Mesa de “la Capilla”,
estaba formada por las actuales calles “Santos Degollado, Francisco I. Madero, Nicolás Bravo y
Aquilés Serdán”. En: Gilberto Piñeda Bañuelos (Coord.) Notas para una historia urbana de la
ciudad de La Paz, La Paz, Gobierno del Estado de Baja California Sur, Instituto Sudcaliforniano de
Cultura, Universidad Autónoma de Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes, 2010. p. 51-52.
50
1857 La Paz poseía 1164 habitantes110, y conforme su número iba en aumento
existió la necesidad de dotar de un fundo legal que regulara las adjudicaciones de
solares que se hacían en la ciudad, ya que eran fuente de problemas entre los
vecinos porque no estaban delimitados sus terrenos y producían frecuentes
invasiones entre ellos. Vale la pena añadir como testimonio un plano de 1857111,
donde se percibe el asentamiento de la ciudad entre las “dos mesas” que ya
referíamos; en él también podemos apreciar que las calles y solares no tenían una
forma definida, sino que se adecuaban al carácter aluvial de la ciudad, lo que se
traducía en una traza urbana irregular.
Fue hasta el 15 de Julio de 1859, que el Ayuntamiento lanzó una
convocatoria en la que solicitaba que se formara un plano que señalara el fundo
legal y ejidos de La Paz; y que mientras se atendiera dicha solicitud, se formaría
un reglamento para corregir los solares inmediatos a la playa y mejorar el
asentamiento de la ciudad. En dicha proclama se informaba sobre el arreglo de los
ejidos y el deslinde del citado fundo, y que se buscaría a una persona para
hacerlo; también se les pedía a todas las personas que pusieran tapias o cercos
dentro de su terreno en los primeros seis meses y cumplido el primer año debían
fabricar en él su casa-habitación, o sino perderían su terreno; de igual manera a
todas las personas que tuvieran sus solares cerca de la playa debían notificarlo
Ayuntamiento, quién les autorizaría para terraplenar sus frentes, por lo menos 20
varas, en el término de un año; a las personas que perdieran sus solares al
momento de alinearlos por arreglo de las calles, se les indemnizaría con un
terreno baldío o solar que solicitasen y se les expedirían los títulos de forma
gratuita; a ninguna persona se les permitía construir en su solares sin la
autorización del Municipio, y los que no cumpliesen con este mandato se les
multaría con 50 pesos o perderían su construcción; a todos los dueños poseyeran
jacales en el centro de la población se les obligaba que construyeran sus
110
Padrón de la Municipalidad de La Paz de 1857, AHPLM, 8 de Abril de 1857, Vol. 68Bis, Doc.
469
111
Dicho plano ésta en formato digital, desde el 6 de Abril de 2009, y lo obtuvimos gracias al
Colectivo de Historia Urbana (CEDOHEP-UABCS) dirigido por el Doctor Gilberto Piñeda Bañuelos.
51
edificaciones con terrados o materiales más duraderos, porque si por algún
incendio se perdiera la vivienda, y se quemará toda la población, no podría
volverse a construir.112
Con dicho reglamento se intentó regular el emplazamiento irregular que
había caracterizado a La Paz desde principios de siglo XIX dado su carácter
aluvial. Sin embargo, la ciudad seguía careciendo de su fundo legal, lo que se
traducía en la indefinibilidad de su traza y de su área urbanizable. Sería hasta dos
años después, el 2 de Octubre de 1861, que el agrimensor norteamericano,
Guillermo Denton, entregó las instrucciones con respecto al plano que señalaría el
fundo legal de la población,113en el cual se mencionaba que
I. La plaza principal sita entre la casa de Gobierno y el solar del templo católico,
servirá de punto céntrico para la medición; aunque esta se aumentará por
cualquier rumbo cuando en alguno de ellos no hubiere suficiente terreno para
medir exactamente las distancias del fundo legal y los ejidos.
II. La extensión del fundo legal será de mil seiscientos metros de longitud y
latitud, comprendiendo una circunferencia de seis mil cuatrocientos metros.
III. Las medidas de los ejidos comenzarán en el lindero norte del rancho del Palo
cerca de la Playa, ó veinte varas mas á tierra de la orilla del agua en pleamar,
en cuyo punto se construirá la primera mohonera. Desde esta se tirará la
primera línea recta por el lindero del mismo Palo, hasta la distancia de dos
leguas hacia el Sur Este, por no haber terreno al lado opuesto donde lo limita
el canal de la Bahía: en este segundo punto se fijará otra mohonera, y desde
aquí se tirará la segunda línea recta, también de dos leguas, donde se pondrá
la tercera mohonera, desde la cual se tirará la tercer línea recta, marcando
este punto con la última mohonera. Desde esta hasta la primera del Palo se
seujetará el agrimensor á las sinuosidades de la playa, marcando en esta
parte del plano la orilla del mar y las veinte varas de playa que el Supremo
Gobierno ha mandado reservar por una disposición general: en consecuencia
los ejidos deben tener un cuadrado de dos leguas por cada rumbo ó una
circunferencia de ocho leguas.[…]
IV. La población que ya está formada entre la playa y las mesas se marcará tal
como esta, pero el demás terreno del fundo legal se delineará por manzanas
numeradas de á cien metros por lado formando cuadros perfectos, á
excepción de las que corren detrás del templo, los cuales tendrán el ancho de
la casa de Gobierno.[…] 114
112
El Ayuntamiento propone un reglamento de solares y un acuerdo para formar el plano del fundo
legal, AHPLM, 15 de Julio de 1859, Doc. 212, Vol. 74Bis.
113
Guillermo Dentón informa al Ayuntamiento sobre el fundo legal, AHPLM, 22 de Abril de 1861,
Doc. 793, Vol. 79.
114
El Jefe Político y los miembros del Ayuntamiento aprueban el contrato y plano de la ciudad de
La Paz, AHPLM, 2 de Octubre de 1861, Doc. 793, Vol. 79.
52
Aunque no se encontró el plano de Denton, como podemos observar, en el
primer punto de dicho acuerdo advertimos que la forma urbana que adquirió el
plano de la ciudad fue la del “damero”, o plano reticular o cuadricular, forma
característica de muchas ciudades mexicanas que se habían inspirado en la traza
española que imperaba desde el siglo XVI; en el cual se tomaba a la plaza central,
formada por el edificio del poder político y eclesiástico, y se partía a la formación
de las calles y manzanas en torno a ella.115 Argumentamos que bajo esta regla de
diseñar la ciudad en forma cuadricular fue retomado bajo el régimen porfiriano y
continuó su utilización como lo advertiremos en los planos anexos a ésta tesis.
Pese a que se había definido el plano de la ciudad y delimitado el fundo
legal en 1861, el gobierno del territorio hubo de enfrentarse a diversos problemas
para dar esa forma urbana reticular a la ciudad, debido al carácter aluvial del
asentamiento, como lo mencionamos párrafos arriba, y por el frecuente aumento
poblacional que obligó a las autoridades a ampliar el fundo legal.
En efecto en ese año de 1861, el fundo legal abarcaba las “dos mesas”, la
parte baja del arroyo central,116 hasta la calle “Todos Santos”.117 Sin embargo,
para 1865 con el constante crecimiento demográfico hubo la necesidad de
disponer de los ejidos para aumentar el fundo y para adecuar a los habitantes de
esas zonas a la traza de la ciudad. Dichos ejidos se encontraban en la zona
llamada “El Manglito”, y al ser incorporados a la ciudad se delinearon “manzanas
de cien metros por lado como lo demás marca plano oficial”.118
115
Eulalia Ribera Carbó, “Plazas, Calles y Cuadrícula en la Traza Urbana Mexicana”, en: Eulalia
Ribera Carbó(Coord.), Trazos, Usos y Arquitectura, la Estructura de las Ciudades Mexicanas en el
Siglo XIX, México, Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Volumen 8
de Historia y Geografía, p. 17-50.
116
Hoy calle 16 de Septiembre.
117
Adrián Valadés, Periódico El Correo de La Paz, 1 de Diciembre de 1893, La Paz, Núm. 4, Tomo
I, versión en línea: www.californax.com, Simón Mendoza (Responsable de la página). La calle
“Todos Santos” era la actual calle Nicolás Bravo.
118
Acta del Ayuntamiento de La Paz donde pide se extienda el fundo legal, AHPLM, 22 de Mayo de
1865, Doc. 344, V. 89; recordemos que Guillermo Denton, en una de las disposiciones sobre el
fundo legal, determinaba, que: “La población que ya está formada entre la playa y las mesas se
marcará tal como está, pero el demás terreno del fundo legal se delineará por manzanas
numeradas de á cien metros por lado formando cuadros perfectos […], véase El Jefe Político y el
Ayuntamiento aprueban el contrato y plano de la ciudad de La Paz, 2 de Octubre de 1861, AHPLM,
Doc. 793, Vol. 79.
53
Otras de las dificultades que se intentaron atender fue la formación de
diques. Ya que en época de temporales las corrientes de agua corrían por los
arroyos que atravesaban la ciudad y eran perjudiciales para la población. Por lo
tanto, para 1869, el Ayuntamiento mandó una disposición al agrimensor Guillermo
Dentón para que realizara unos diques en las zonas conocidas como “El Palo” y
“El Estero” porque durante las lluvias formaban torrentes fuertes e inundaban las
construcciones de los vecinos. Sin embargo, el problema no fue atendido porque
carecían de fondos suficientes para poder costear el gasto, que se calculaba en
$4000, y la corporación municipal tenía una deuda de $1206.289 por lo que las
obras no podrían hacerse.119
Respecto a la apertura de calles, si bien es cierto que desde principios de la
década de 1870 se habían abierto algunas, como la “Ignacio Zaragoza” y
“Parroquia”;120 además del empedrado de la calle “Libertad” por parte del señor
Borbón Díaz,121 no se realizaron más por la insuficiencia de fondos para llevarlas a
cabo.
Tocaría a la administración Porfiriana ocuparse del mejoramiento de la
ciudad, al dedicarse a la prolongación y adecuación de la traza urbana; a la
alineación y apertura de las calles y manzanas; así como a la protección y aseo de
las mismas; y a la numeración y cambios en las nomenclaturas de las calles y
casas. Todo ello auspiciado por la inversión de capitales extranjeros y nacionales
en la industria minera del Triunfo y San Antonio, así como a la subvención de
compañías navieras que situaron a La Paz como un importante centro urbano
comercial desde el periodo porfirista.122Y bajo la consigna de que las ciudades
119
El ayuntamiento informa al Jefe Político sobre la necesidad de hacer diques, 8 de Febrero de
1869, Respuesta que emite el Jefe Político al Ayuntamiento, 19 de Febrero de 1869. AHPLM, Doc.
109, Vol. 97.
120
Dictamen sobre la apertura de la calle Zaragoza, 13 de Noviembre de 1869, AHPLM, Doc. 609,
Vol. 100Bis; El Ayuntamiento informa sobre la indemnización que se le hará a los habitantes por la
apertura de la calle Parroquia, 9 de Marzo de 1971, AHPLM, Doc. 154, Vol. 104.
121
El Ayuntamiento informa sobre el empedrado de la calle Libertad, 3 de Abril de 1872, AHPLM,
Doc. 102Bis, Vol. 107Bis.
122
Edith González Cruz, Motivaciones y Actores de la Revolución Mexicana en Baja California Sur,
La Paz, Gobierno del Estado de Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2011, p. 19-41.; Edith
González Cruz e Ignacio Rivas Hernández, “”el Comercio”, en: Dení Trejo Barajas (Coordinadora),
54
debían ser el reflejo de la modernidad, al tener calles bien trazadas y salubres, con
una imagen urbana impecable y ordenada, dignas del mundo civilizado.123
Con respecto a la traza urbana, casi a principios del régimen porfirista en La
Paz, muy pronto rebasó sus límites; para 1877, ya se había expandido hacia el
Sureste de la ciudad, hacia el “Manglito”; como queda demostrado en un plano de
1897124, que señala los diversos momentos en que se ha acrecentado la traza
desde su delimitación por Guillermo Dentón. Si bien es cierto que desde 1865 ésta
zona del “Manglito” formaba parte de los ejidos de la ciudad, y en ese mismo año
se incorporaron al fundo legal, no fue sino hasta 1877 que se les reconocieron sus
solares como parte integrante de la traza de la ciudad.
Respecto al terrapleneo de las calles, desde mediados de 1881 se tiene
noticia que comenzaron las mejoras. En ese año, el Jefe Político informaba al
gobierno federal sobre el arreglo y terraplén de una calle contigua a la casa de
Gobierno, la calle “Libertad”, que era perjudicial para la vialidad pública por ser un
“voladero”.125 Para el 24 de Mayo de 1881, el Ayuntamiento advertía al Jefe
Político de la necesidad de atender las manzanas “G”, “H”, “I”, que aparecían
inmediatas al mar en el Plano de la ciudad, por encontrarse a merced del avance
del mar hacia algunas viviendas y huertas, siendo perjudicial para el tránsito
comercial y para los habitantes;126 dos días después se remitía el informe a la
Historia General de Baja California Sur, Tomo I: La Economía Regional, México, Consejo Nacional
de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja
California Sur, Plaza y Valdés, 2002, p. 385-408.
123
Manuel Perló Cohen (Compilador.), La Modernización de las ciudades en México, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 1990, p. 7-17; Gerardo Sánchez Díaz, “Las Ciudades
Michoacanas: Continuidad y Cambios entre Dos Siglos (1880-1920), en: Víctor Gabriel Muro
(Coordinador), Ciudades Provincianas de México, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 1998,
p.31-45.
124
Plano de 1897 que señala la expansión de la traza urbana, la numeración de manzanas y
cambios en la nomenclatura de las calles, 1897, AHPLM, en: Acervo Cartográfico, MPD. Núm. 104,
Gaveta. Núm 6.
125
Informe del Jefe Político al Gobierno Federal, AHPLM, 1881, Caja de Informes de Gobierno,
Informe de Gobierno No. 3, Vol. 1; El Ayuntamiento informa al Jefe Político sobre la necesidad de
terraplenar la calle Libertad, Enero de 1881, AHPLM, Gobernación, Doc. 637, Vol. 159Bis, Exp. 96.
126
El Ayuntamiento informa al Jefe Político sobre la atención que requieren algunas manzanas de
la ciudad, AHPLM, 24 de Mayo de 1881, Gobernación, Doc. 637, Vol. 159Bis, Exp. 96.
55
Secretaría de Fomento.127 Aunque no sabemos si se aprobó dicha petición por
carecer del documento de respuesta, resulta interesante observar la necesidad de
las autoridades por mantener en orden la compostura de las calles.
El carácter aluvial del asentamiento paceño fue uno de los problemas a los
que continuamente se enfrentaron los miembros municipales y los Jefes Políticos
por arreglar las calles que, en calidad de arroyos naturales, requerían de las
composturas y arreglos constantes, ya que gran parte de ellas formaban cauces
que arrastraban agua y sedimentos y dejaban escombros en diversas partes de la
ciudad, de igual forma algunos pobladores utilizaban las calles para tirar basuras e
inmundicias que representaban serios problemas para la salud pública.
Hacia 1888, el ayuntamiento en sesión ordinaria dispuso que se atendiera
la compostura de la calle “tercera” que se hallaba en mal estado, dejando en
manos del munícipe, Nicolás Carrillo, para que invirtiera doce pesos en dicha
obra.128Un año después, en 1889, por la apertura de algunas zanjas en las calles
“Primera” y “Comercio”, el Ayuntamiento autorizaba el sellado de algunas de ellas
en las calles “Primera” y “Comercio”, que seguramente se habían formado por los
cauces de agua en esa zona, ya que dichas calles se encontraban inmediatas a la
playa. Algunos años más tarde, a finales de 1892, el comerciante, Miguel
González, se quejaba en el Ayuntamiento por una apertura de tierra hecha en la
calle “Puerto” por los Señores Cota y Peláez para dar salida a “aguas estancadas”
de su propiedad y que afectaban directamente a su comercio en la “Torre Eiffel”
por pasar frente a ella. Por lo que el Ayuntamiento tuvo que atender dicha
petición.129
Las obras de compostura y saneamiento de las calles continuaron a lo largo
de la década de los 90’s. Principalmente en la calle “Ayuntamiento”, una de las
calles céntricas e inmediatas a la Casa de Gobierno, donde se presentaron varios
127
El Jefe Político informa a la Secretaría de Fomento sobre la aprobación del terrapleneo de
algunas calles, 27 de Mayo de 1881, AHPLM, Gobernación, Doc. 637, Vol. 159Bis, Exp. 96.
128
El ayuntamiento autoriza el gasto de doce pesos para la compostura de la calle tercera, 28 de
Septiembre de 1888, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 216, Vol. 210, Exp. S/N.
129
Miguel González avisa al Ayuntamiento sobre el problema de agua estancada en la calle
Puerto, 21 de Septiembre de 1892, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 37, Vol, 237, Exp. S/N.
56
problemas de diferentes características. Una de ellas era porque, al ser una calle
muy transitada por la población y ser cauce natural de agua, por las manzanas “4”
y “6” en la parte más baja de la población, requería de terrapleneos constantes.
Así lo declaraba el señor Jesús Sobarro, quien pretendía hacer el trabajo por la
cantidad de $140, porque necesitaba de los animales, carros y operarios
necesarios para hacer el terraplén. Por lo que la corporación municipal tuvo que
aprobar la petición que hacía el Señor Sobarro.130
Otro problema que se presentaba en la misma calle “Ayuntamiento” era la
acumulación de basuras y aguas sucias. Así lo decía el encargado de Mejoras
Materiales, Rafael Osuna: “de urgente necesidad para la salubridad pública la
cobertura de tierra y arena de la parte baja de la calle “Ayuntamiento” en las
manzanas 2 y 4”, por la acumulación de basuras y aguas estancadas que se
reunían ahí porque el caño de la cárcel desaguaba en esa parte de la ciudad, cuyo
resultado eran emanaciones que afectaban al vecindario. Por lo que se tuvo que
atender la petición131
En Mayo de 1896, La calle de “Las Delicias” que se encontraba a un
costado de la calle “Ayuntamiento”, también requirió de reparaciones porque al
bajar el agua de lluvia por la calle “Ayuntamiento” se introducía por “Las Delicias” e
inundaba algunas casas al desaguar en el mar.132 Un mes después, las calles
“Independencia”, “Tercera” y “Central”, también requirieron de una compostura que
se calculaba en una inversión de $19 porque se veían afectadas por los cauces de
agua que bajaban por ellas.133Para julio, se comenzó a trabajar en la compostura
de la calle “séptima” para que desaguara en el barrio del “Esterito”, debido a que el
130
Petición que hace Jesús Sobarro para terraplenar la calle Ayuntamiento, 1 de Abril de 1894; La
Comisión de Mejoras Materiales aprueba la petición del Sr. Sobarro para terraplenar la calle
Ayuntamiento, 1 de Abril de 1894, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 3, Vol. 271, Exp. S/N.
131
Rafael Osuna informa al Ayuntamiento sobre la necesidad de limpiar la calle Ayuntamiento,
AHPLM, 24 de Marzo de 1896, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 3, Vol. 271, Exp. S/N
132
El Jefe Político autoriza el gasto para reparar la calle de “Las Delicias”, 29 de Mayo de 1894,
AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 3, Vol. 271, Exp. S/N
133
El Ayuntamiento aprueba el gasto para reparar algunas calles de la ciudad, 16 de Junio de
1896, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 3, Vol. 271, Exp. S/N
57
agua que descendía por esa calle obstruía su salida por lo que era necesario
invertir la cantidad de $39.50 para encauzarla por el barrio.134
Para 1898, se habían reparado las calles: “Primera”, el frente donde estaba
el mercado, unas partes de la “Puerto, “Obispado”, “Morelos” y “Segunda”, por un
temporal que las desgastó e impedían el libre tránsito por ellas, fueron destinados
alrededor de $27. 68 para la compostura.135En la calle “Artesanos” se construyó
un terraplén “con piedra y basura” cuyo costo fue de $4.136
No solo se encauzaron, terraplenaron y limpiaron calles, también durante
esta época observamos la necesidad por parte del gobierno de la ciudad por
adecuar las calles a la forma rectilínea que requería la traza urbana, recurriendo
para ello prolongación y nivelación de ellas. No obstante, que para hacerlo
tuvieron que negociar, a través de permisos e indemnizaciones, con los habitantes
de la ciudad porque en algunas ocasiones habían construcciones que obstruían la
adecuación al “damero”.
Así tenemos noticia que entre los años de 1886 y 1887 se llevaron
aperturas de las calles “cuarta” y “quinta” para conectarlas con la calle “central”.
No obstante que entre dichas calles existían algunas construcciones, como el
solar de la Sra. Concepción Durazo de Cota a la cual el Ayuntamiento tuvo que
indemnizarla expidiéndole de nueva cuenta su título de propiedad, y a la Sra.
Salvadora Estrada de Castro se le trasladó su jacal de madera a la esquina
noroeste de la manzana 160 y se le daría su título de propiedad gratis con un
costo total de $12.137Asimismo, a los Sres. Cruz Castro y Bartolo R. Miranda, el
Ayuntamiento los indemnizó por el cedido de sus solares y por la apertura de
dichas calles.138
134
El departamento de Mejoras Materiales informa al Ayuntamiento sobre la necesidad de reparar
la calle séptima, AHPLM, 29 de Julio de 1896, Ayuntamiento, Doc. 3, Vol. 271, Exp. S/N.
135
El departamento de Mejoras Materiales avisa sobre la necesidad de reparar algunas calles de la
ciudad, 20 de enero de 1898, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 12, Vol. 286, Exp. D/S.
136
El departamento de Mejoras Materiales informa sobre la necesidad de hacer un terraplén en la
calle “Artesanos”, 8 de Marzo de1898, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 19, Vol. 286, Exp. D/S.
137
El ayuntamiento aprueba los gastos hechos por la apertura de las calles cuarta y quinta, 26 de
Noviembre de 1886, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 282, Vol. 201, Exp. S/N.
138
El ayuntamiento aprueba el gasto por apertura de las calles cuarta y quinta, 28 de Julio de 1887,
AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 282, Vol. 201, Exp. S/N.
58
Hacia 1889, existió la preocupación por parte de la Jefatura Política de
prolongar la calle “Ayuntamiento” hasta más allá de la manzana 4 porque era
necesario que la vialidad de esa zona estuviese libre y que ya no se franqueará la
calle a través de los solares, construcciones y el callejón de las “Delicias” que
evitaban que la “Ayuntamiento” estuviese perpendicular a la bajada que iniciaba
en la casa de Gobierno para ello era necesario quitar algunas propiedades que
estorbaban para su prolongación. Por eso la Jefatura dispuso que se quitaran el
solar y casa del Sr. Brígido Preciado al cual se le iban a pagar $500 de
indemnización; a la Sra. Santa María se le quitaría su solar y cercas, y se
trasladaría su casa a la línea de la calle por $500; a la Sra. Manríquez se le
pagarían $287.69 por el arreglo de la línea de la calle; a la Sra. Flores por su
cambio de casa de madera se le pagarían $80; al Sr. Preciado por la demolición y
limpia de su casa se le darían $15; todo esto calculado en $1402. 69.139 Sin tantos
problemas se dio la prolongación de la calle, los dueños de propiedades
estuvieron de acuerdo con las propuestas del Gobierno y, así el 29 de octubre de
1889 la calle “Ayuntamiento” quedó conectada con la parte baja de la ciudad.140
El 7 de abril 1890, el Jefe Político, Bibiano Dávalos, informaba al
Ayuntamiento sobre la necesidad de prolongar la calle “Hidalgo”, que se
consideraba de “utilidad pública”, hacia la zona marítima atravesando la manzana
número 2 para continuar con la línea recta de la calle. Sin embargo, dicha
manzana era propiedad de la Sra. Juana Olivas, a la cual se le hizo un acuerdo
para la obtención de su propiedad para continuar con los trabajos de expansión de
la calle. La Sra. Olivas pedía una indemnización de $800 pero al Jefe Político le
había parecido excesiva dicha cantidad por lo que realizó una investigación de
valuación del terreno para conocer el costo “real” de la apropiación.141
139
La Jefatura Política informa de la necesidad de prolongar la calle Ayuntamiento, 21 de Octubre
de 1889, AHPLM, Doc. 215, Vol. 215Bis, Exp. S/N.
140
El Ayuntamiento aprueba la prolongación de la Calle Ayuntamiento, 27 de Diciembre de 1889,
AHPLM, Doc. 215, Vol.215Bis, Exp. S/N.
141
Aviso del Jefe Político sobre la necesidad de prolongar la calle Hidalgo por el terreno de la Sra.
Juana Olivas, 17 de Abril de 1890, AHPLM, Gobernación, Doc. 169, Vol. 221, Exp. 27.
59
El perito valuador, Alfonso Somall, el 16 de Mayo de 1890, presentaba la
investigación al Jefe Político en la cual daba como resultado que el terreno se
encontraba en un barranco y una pequeña parte poseía una zona plana, el cual
medía 1584 m/2, los cuales eran 82 m de largo por 19.20 de ancho; de los cuales
poseía 7 palmas grandes, 14 palmas chicas, 12 guayabos, 2 guamúchiles y 2
naranjos. El costo total del terreno sería de $1206. 20, ya que al reacomodarse la
Sr. Olivas al costado de la calle cuando estuviera prolongada ascendería su valor
a este cálculo.142Por lo tanto, el Jefe Político tuvo que aceptar la investigación del
perito y procedió a realizar el contrato con la Sra. Olivas para poder prolongar la
calle “Hidalgo”, el pago sería cubierto por Bibiano Dávalos y pasaría al
Ayuntamiento para hacer uso del terreno.143
Otro aspecto que fue retomado durante la época porfiriana para mejorar la
traza urbana fue la numeración de manzanas, casas y nomenclatura de calles. En
efecto, con el constante aumento de la traza desde su definición por Guillermo
Denton, se había producido un proceso caótico con respecto a las numeraciones
de manzanas. De acuerdo a un plano de 1886144 las manzanas aparecían
significadas con numeración decimal, romana y letras en diversas partes de la
ciudad.
Por lo que corregir esos desperfectos fue uno de los objetivos de las
autoridades, así en ese mismo año expidieron un proyecto de numeración de
manzanas “más claro”, el cual mencionaba que
Se corrige la actual numeración que tienen las manzanas de la ciudad, con
sujeción al orden siguiente: Se designa como calle central la de “Medellín”,
prolongándose á la de “Coras145”, cuyas calles siguen el curso que divide la
ciudad en las dos partes conocidas por mesa del Norte y mesa del Sur.
Establecida esta división, las manzanas del lado Sur se numerarán con los
números nones, y con los pares los del lado Norte, siguiendo en ambos lados la
142
Informe del Perito valuador al Jefe Político por el terreno de la Sra. Olivas, AHPLM, 17 de Mayo
de 1890, Gobernación, Doc. 169, Vol. 221, Exp. 27.
143
Resolución del Ayuntamiento por compra del terreno de la Sra. Juana Olivas, AHPLM, 27 de
Mayo de 1890, Gobernación, Doc. 169, Vol. 221, Exp. 27.
144
Plano que señala el cambio de numeración de manzanas y nomenclatura de calles, 30 de
Noviembre de 1886, AHPLM, Gobernación, Doc. 281, Vol. 201, Exp. S/N
145
La calle “Medellín” o “Coras” es la actual 16 de Septiembre.
60
numeración corrida en las manzanas paralelas al mar, y continuando con las
siguientes sucesivamente.146
146
Proyecto para cambio de numeración de manzanas y nomenclatura de las calles, 30 de
Noviembre de 1886, AHPLM, Gobernación, Doc. 281, Vol. 201, Exp. S/N
147
Proyecto de numeración de casas aprobado por el Ayuntamiento, 13 de Julio de 1892, AHPLM,
Ayuntamiento, Doc. 26, Vol. 231, Exp. S/N.
148
Proyecto de numeración de casas aprobado por el Ayuntamiento, 13 de Julio de 1892, AHPLM,
Ayuntamiento, Doc. 26, Vol. 231, Exp. S/N.
149
El ayuntamiento aprueba las disposiciones que respectan a la numeración de casas, 20 de Julio
de 1892, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 26, Vol. 231, Exp. S/N.
61
V. La de “República”…………..” Quinta.
VI. La de “Asamblea”…………..” Sexta,
VII. La de “Guerrero……………..” Séptima.
VIII. Así sucesivamente irán siguiendo con los nombres de octava, novena,
etc.
IX. La Calle de “San José del Cabo” se denominará “Guerrero”.
X. La de “Mulegé”…………………………………………….”República”.
XI. La de “Comondú”…………………………………………”Iturbide”.
XII. La de “Medellín y Coras”………………………………..”Central”.
XIII. La de “Buceos”……………………………………………..”Degollado”.
XIV. La de “Todos Santos”………………………………………”Bravo”.150
150
Proyecto para cambio de numeración de manzanas y nomenclatura de las calles, 30 de
Noviembre de 1886, AHPLM, Gobernación, Doc. 281, Vol. 201, Exp. S/N.
151
Andrés Abraham Gutiérrez C, “Abreviaturas del poder porfirista en el espacio hermosillense”, en:
Revista Región y Sociedad, Sonora, Colegio de Sonora, Año XXVIII, núm. 65, 2016. P. 45-79.
152
El Ayuntamiento y la Jefatura Política informan sobre el avance de la traza de la ciudad, 14 de
Agosto de 1907, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 389, Vol. 443, Exp. S/N.
62
y la pesca de perlas, lo cual impactó en el puerto al volverlo un centro comercial
importante.
2.- Demografía
Población de la municipalidad
de La Paz hasta la época porfiriana.
Año. Población.
1857 1379
1869 3598
1910 8646
Cuadro elaborado a partir de: Dení Trejo Barajas, “Establecimiento y desarrollo Inicial del puerto de La Paz, Baja California,
1823-1857”, en: Revista Tzintzun, Michoacán, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Núm. 34, Julio-
153
Ignacio Rivas Hernández, El Desarrollo Minero en San Antonio y El Triunfo, Baja California,
1856-1925, Tesis de Maestría, La Paz, Universidad Autónoma de Baja California Sur, p. 13- 18.
154
Dení Trejo Barajas, “Las actividades económicas”, en: Historia General de Baja California Sur,
Tomo I: La Economía Regional, Dení Trejo Barajas (Coord.), Universidad Autónoma de Baja
California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Plaza
y Valdés, 2002 p. 210-221.
155
Dení Trejo Barajas, “El desarrollo del comercio”, en: Historia General de Baja California Sur,
Tomo I: La Economía Regional, Dení Trejo Barajas (Coord.), Universidad Autónoma de Baja
California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Plaza
y Valdés, 2002. P. 229-235.
63
Diciembre de 2001, p. p. 103; Edith González Cruz, “la municipalidad de La Paz a través de los censos de 1895, 1900 y
1910”. En: (Marco Antonio Landavazo, Edith González Cruz y Dení Trejo Barajas. Coordinadores), El Norte de México y la
Historia Regional. Homenaje a Ignacio del Río, México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2014. P. 385-
390.
Actividades
Hombres Mujeres. Total. Hombres. Mujeres. Total.
Tradicionales.
156
Edith González Cruz, Motivaciones y Actores de la Revolución Mexicana en Baja California Sur,
México, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, p. 19- 41; Edith
González Cruz e Ignacio Rivas Hernández, “El Comercio”, en: Historia General de Baja California
Sur, Tomo I: La Economía Regional, Dení Trejo Barajas (Coord.), Universidad Autónoma de Baja
California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Plaza
y Valdés, 2002. 385-408.
64
Leñadores. 13 13
Pescadores. 48 48 14 14
Minería.
Mineros, barreteros y
pepenadores. 24 24 18 18
Administradores y
dependientes. 1 1
Marina.
Jefes o patrones de 7 7 17 17
embarcaciones.
Tripulantes de 235 235 364 364
embarcaciones.
Buzos. 14 14 7 7
Total 1616. 1 1617 1978 0 1978
Oficios
Albañiles. 27 27 55 55
Alfareros. 1 1 2 1 1 2
Bordadoras. 1 1
Canoeros. 1 1
Canteros. 2 2
Cocheros. 5 5
Carpinteros. 79 79 74 74
Carretoneros. 7 7 8 8
Cigarreras. 4 4
Costureras. 128 128 162 162
Curtidores. 3 3 4 4
Dibujantes. 1 1
Dulceros. 3 3 7 1 8
Encuadernadores 1 1
Filarmónicos. 4 4 13 13
Floristas 1 1
Fotógrafos 1 1 2 2
Grabadores. 1 1
Herreros. 13 13 23 23
Hojalateros. 6 6 4 4
Lavanderas. 129 129 103 103
Ladrilleros. 8 8 5 5
Matanceros. 5 5 7 7
Mecánicos. 6 6 14 14
Modistas. 6 6 15 15
Panaderos. 30 30 22 22
Peluqueros. 13 13 7 7
Plateros. 9 9 6 6
Pureros. 1 1
Relojeros. 1 1
Sastres. 13 13 6 6
Sombrereros. 1 1 2
Talabarteros. 9 9 17 17
65
Tipógrafos. 6 6 9 9
Torneros. 1 1 2 2
Zapateros. 57 57 69 69
Adoberos. 1 1
Arrieros. 3 3
Cargadores. 25 25 8 8
Criados o sirvientes. 85 168 253 85 143 228
Pintores.
2 2
Total. 418 434 852 461 430 891.
Servicios.
Comercio:
Comerciantes 123 16 139 119 15 134
Dependientes. 20 20 16 16
Carniceros. 7 7
Vendedores
ambulantes. 1 1
Propietarios y
11 18 29 4 17 21
Rentistas.
Profesionistas.
Abogados. 9 9 4 4
Dentista 1 1 1 1
Médico alópatas. 3 3 5 5
Farmacéutico. 2 2
Ingenieros. 4 4 3 3
Parteras. 2 2 4 4
Sacerdotes. 4 4 1 1
Administración.
Empleados y 57 4 61 89 1 90
Funcionarios
públicos.
Jefes y oficiales del 7 7 10 10
ejército y de la
armada nacional 45 45 40 40
Policía 43 43 74 74
Tropa.
Transportes.
Telegrafistas. 1 1
Profesores. 3 22 25 6 30 36
Diversas
ocupaciones.
Agentes de
negocios. 1 1 4 4
66
Empleados
Particulares 22 22 52 52
Mesalinas 9 9 1 1
Porteros. 1 2
Total. 358 71 429 437 68 505
Suma total. 2392 506 2898 2876 498 3374.
Cuadro tomado de, Edith González Cruz, “La municipalidad de La Paz a través de los censos de
1895, 1900 y 1910”. En: (Marco Antonio Landavazo, Edith González Cruz y Dení Trejo Barajas.
Coord.), El Norte de México y la Historia Regional. Homenaje a Ignacio del Río, México,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2014, p. 393-395.
157
Debemos de manifestar que en el cuadro precedente hemos tomado las variables de las
personas económicamente activas en toda la municipalidad de La Paz, ya que en éstos dos
censos no venía especificada por la ciudad.; en dichos censos solo las consideraron las
autoridades porfirianas a nivel municipal, distrital y estatal. De ahí que vayamos a retomar del
municipio y trataremos de relacionarlo con la ciudad. Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
Informática, Cien años de Censos de Población, México, 1996, p. 11-18.
67
Dentro de los servicios, y relacionado con las ocupaciones comerciales,
destacaban los comerciantes con 123 y los dependientes con 20; vale decir que
en el puerto paceño existían grandes casas comerciales de algunas familias de
notables como la de Antonio Ruffo, La Perla de La Paz; la de Miguel González e
Hijos, La Torre Eiffel; la de Hidalgo y Cía, Manuel V. Fontán, Lautaro Ramírez,
Felipe R. Cota y Quon Ley Yuen.158 Asimismo, dichas casas comerciales
distribuían productos en la contracosta, el extranjero y en las municipalidades de
Todos Santos, San Antonio y El Triunfo.159 Esto nos lleva a considerar que dichos
hombres tenían su asiento en La Paz.
En el mismo rubro de servicios, se encontraban los profesionistas:
abogados con 9, médicos alópatas con 3, farmacéuticos con 2, ingenieros 4,
sacerdotes 4. De igual manera resultan los relacionados con las ocupaciones
administrativas: empleados y funcionarios públicos con 57 personas, miembros de
tropa con 43, y policías con 45. Argumentamos que buena parte de estas
personas habitaban en la ciudad porque era la sede de los poderes políticos,
administrativos y espirituales.160
Con respecto a los oficios, destacan los hombres que tienen que ver con la
la construcción: carpinteros 79, albañiles 27, cargadores 25, herreros, 13, y
ladrilleros, 8; le siguen los que tienen que ver con el consumo directo: panaderos
158
Ignacio Rivas Hernández y Edith González Cruz, “El Comercio”, en: Dení Trejo Barajas
(Coordinadora), Historia General de Baja California Sur, Tomo I: La Economía Regional, México,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
Secretaría de Educación Pública, Plaza y Valdés, 2002. p. 414.
159
Ibídem, p. 415.
160
El puerto de La Paz albergaba, en cuanto al poder ejecutivo, a la Jefatura Política, un cuerpo de
Gendarmería y Policías Rurales desde 1876; en tanto que el poder judicial recaía en un Tribunal de
Justicia desde 1880; en tanto que poseía las oficinas de Hacienda y Fomento, en la Aduana
Marítima, Capitanía de Puerto y la Administración del Timbre. En: Edith González Cruz,
Motivaciones y Actores de la Revolución Mexicana en Baja California Sur, México, Gobierno del
Estado de Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Archivo Histórico Pablo
L. Martínez, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, 2012, p. 21-25. con respecto al poder espiritual,
desde 1856, La Paz tenía la categoría de diócesis. En Carolina C. González González, “Historia de
la iglesia católica en Baja California Sur”, en: Edith González Cruz (Coordinadora), Historia General
de Baja California Sur, Tomo III: Región, Sociedad y Cultura, México, Consejo Nacional de Ciencia
y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California Sur,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, XI. Ayuntamiento de La Paz, 2004, p. 378-
379.
68
30, y dulceros 3; por último, los que tienen que ver con la elaboración de bienes de
consumo: zapateros 57, talabarteros 9, y curtidores 3. De acuerdo a estos datos,
argumentamos que buena parte de ellos residían en la ciudad por la necesidad de
los habitantes de contar con bienes de consumo, así como del desarrollo y
cuidado de sus viviendas.
De acuerdo a las actividades tradicionales, destacan los hombres que
guardan relación con las ocupaciones marítimas, de los cuales tripulantes de
embarcaciones son 235, pescadores 48, y buzos 14; le siguen los que tienen que
ver con los productos agropecuarios, agricultores 170, y ganaderos 169.
Contemplamos que dichos hombres, gran parte de ellos, residía en La Paz porque
era el lugar donde vivían los dueños de ranchos,161 y era las sede donde se
encontraban asentadas dos grandes compañías que explotaban placeres perleros
en la Bahía de La Paz: La Mangara Exploration Company Limited, y la Compañía
Criadora de Concha y Perla.162
Relativo a las mujeres, gran parte de ellas se desempeñaba en las
ocupaciones que tenían que ver con los oficios y servicios. Correspondiente a los
oficios, se desempeñaban como sirvientas 168 mujeres, lavanderas 129,
costureras 128, y modistas 6; en los servicios, había 16 que ejercían como
comerciantes, 18 eran propietarias y rentistas, 4 ejercían como empleadas
públicas, y 22 eran profesoras. Si bien es cierto que desempeñan algunos cargos
en las actividades de servicios, la gran mayoría de ellas trabajaba en las
actividades domésticas; lo cual nos lleva a argumentar sobre su importancia en la
ciudad de La Paz.
Para 1910, observamos que la población económicamente activa fue de
3374 personas.
161
Edith González Cruz e Ignacio Rivas Hernández, “Las Actividades Primarias”, en: Dení Trejo
Barajas (Coordinadora), Historia General de Baja California Sur, Tomo I: La Economía Regional,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
Secretaría de Educación Pública, Plaza y Valdés, 2002. p. 327-340.
162
Juan Preciado Llamas, En la Periferia del Régimen, Baja California Sur durante la
Administración Porfiriana, México, Universidad Autónoma de Baja California Sur, Gobierno del
Estado de Baja California Sur, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Secretaría de Educación
Pública, 2005, p. 131-133
69
Para este año, la cifra se mantuvo casi similar a la de 1900, con un 59% las
actividades tradicionales, un 26% los oficios y 14% en los servicios. De igual forma
se mantuvieron estables las ocupaciones por sexo, los hombres con 2876(85%); y
las mujeres con 498(15%). Parte de este equilibrio se debió a que hacia finales de
la época porfiriana se habían logrado mantener estables las actividades
económicas en la municipalidad, cuyo reflejo también lo podemos notar con
respecto a la ciudad.
De acuerdo a las cifras advertimos que en la ciudad de La Paz, las
principales ocupaciones seguían siendo las relacionadas con los servicios, los
oficios y las actividades tradicionales. Lo que nos avisa sobre el perfil urbano del
puerto paceño.
Dentro de lo servicios, los hombres se desempeñaban principalmente en las
ocupaciones de carácter comercial: como comerciantes había 119 personas, y de
dependientes 16; le seguían las actividades de carácter administrativo: los
empleados y funcionarios públicos sumaban 89 personas, los policías llegaban a
40, y la tropa a 74. Siguiendo con los profesionistas, que eran 4 abogados, 5
médicos alópatas, 3 ingenieros y 1 sacerdote.
De acuerdo a los datos precedentes observamos que los comerciantes
redujeron su número con respecto al año de 1900, ya que de123 que se habían
contabilizado en ese año, para 1910 había solo 119. Con respecto al número de
empleados y funcionarios públicos y tropa, su número aumentó con respecto a lo
ocurrido en el año de 1900, ya que de 57 funcionarios públicos y empleados en
ese año, para 1910 pasaron a ser 89 personas; de igual manera sucede con los
miembros de tropa, ya que de 43 en 1900, pasaron a ser 74 en 1910. Lo cual nos
advierte que el controlar a la población y cuidar de las actividades económicas era
algo imprescindible dentro de las autoridades porfirianas.
Con respecto a los oficios, destacan los que tienen que ver con las labores
constructivas: los albañiles eran 55, herreros 23 y canteros 2. Le seguían los
relacionados con la elaboración de bienes de consumo: zapateros 69, y
70
talabarteros 17. Luego estaban los hombres que se relacionaban con el consumo
directo: dulceros 7 y matanceros 7.
Con respecto a lo anterior, observamos que la marcada presencia de
hombres relacionados con la construcción predomina, lo cual nos lleva a decir que
buena parte de ellos laboraba en el puerto de La Paz por las necesidades
constructivas que se requerían en la ciudad. Sirva de ejemplo que en ese año de
1910, con motivos del centenario de la independencia en la ciudad de La Paz se
hicieron algunas construcciones como la torre lateral de la casa municipal, la torre
de la iglesia parroquial, la pavimentación del jardín Velasco, y la reparación de
algunas calles.163
Resulta interesante advertir sobre las personas relacionadas con la
producción de bienes de consumo, los zapateros predominaban seguramente en
la ciudad trabajando en las compañías de los chinos: Quon Ley Yuen y Compañía,
y Hong Chong Thai. Ya que según datos de un observador de la época, la primera
ocupaba un total de 25 hombres, y en la segunda trabajaban 14 empleados.164
De acuerdo a las actividades tradicionales, predominaban las de carácter
marítimo: los jefes de embarcaciones con 17, y los tripulantes con 364 hombres; le
seguían los relacionados con las labores agropecuarias: ganaderos 230,
agricultores 174. Lo cual nos dice que la mayoría de los dueños de ranchos
residían en la ciudad165, y las compañías perleras seguían necesitando brazos
para dicha actividad.166
163
Construcciones y reparaciones en la ciudad de La Paz con motivo de la conmemoración del centenario de
la Independencia, 24 de Octubre de 1910, AHPLM, Doc. 379, Vol. 525, Exp. S/N.
164
J.R. Southworth, Baja California Ilustrada, La Paz, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1989, p.56.
165
Al respecto nos dice Juan Preciado Llamas que para 1910 había algunos grandes propietarios
agropecuarios en la región, dentro de los cuáles se destacaban los nombres de: José María
Arechiga, Norberto Flores, Jesús Ojeda, Alfredo Talamantes, Benigno M. de la Toba, Santiago
Cosio, Antonio Martínez, Agustín Arriola y Manuel Borrego. en Juan Preciado Llamas, En la
Periferia del Régimen, Baja California Sur durante la administración porfiriana, México, Universidad
Autónoma de Baja California Sur, Gobierno del estado de Baja California Sur, Instituto
Sudcaliforniano de Cultura, Secretaría de Educación Pública, 2005, p. 263-265.
166
Micheline Cariño Olvera, “La Pesca y el Cultivo de Perlas en la Región de La Paz (1870-1940)
Su Impacto Socioeconómico”, en Esteban Ojeda Ramírez (Coompilador), Antología de Historia
Regional de Baja California Sur, La Paz, Gobierno del estado de Baja California Sur, Secretaría de
Educación Pública, 1997, p.50-53. La Mangara Exploration Company Ltd. ocupaba entre 400 y 500
71
En lo que concierne a las mujeres se desempeñaban en los oficios y
servicios. De las cuales, en los oficios había 162 costureras, 103 lavanderas, y
como criadas o sirvientas 143; mientras que en los servicios, había 15 como
comerciantes, 17 eran propietarias, y 30 eran maestras. Seguramente gran parte
de ellas vivía en la ciudad por las necesidades cotidianas que requerían los
habitantes.
Como hemos podido advertir en este apartado fue durante la época
porfiriana que el perfil urbano de la ciudad cambió notablemente. De haber sido
una incipiente ciudad a principios del siglo XIX, para finales ya vemos un rostro
más acorde a una ciudad. Prueba de ello es lo notable del crecimiento
demográfico y la diversidad de ocupaciones de sus habitantes en este periodo
finisecular.
3.- Sociedad167
personas anualmente; mientras que la Compañía Criadora de Concha y Perla de la Baja California,
S.A. empleaba cerca de 500 trabajadores.
167
Quienes han apuntado sobre este tipo de enfoques son Edith González Cruz e Ignacio Rivas
Hernández en “La conformación del paisaje urbano del puerto y ciudad de La Paz durante la época
Porfiriana: Su ordenamiento legal”, en Marciano Netzahualcoyotzi Méndez y Ricardo Olivares
Talavera (Coordinadores de Edición), Estudios interdisciplinarios y espacios históricos, México,
Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2014. A partir de ese trabajo nosotros llevamos a cabo un
análisis sobre nuestras fuentes para elaborar este apartado que diera cuenta de las relaciones
sociales y la urbanización.
72
por su incursión en la pesca y cultivo de perlas, o ya bien como contratistas e
intermediarios del comercio con el extranjero y la contracosta.168
A esto hubo que sumarle la mejora en las comunicaciones con el macizo
continental y los países extranjeros a través de la navegación marítima. Todo ello
gracias a la política de subvenciones a compañías navieras que arribaban a los
puertos de la península y en especial al paceño. Las principales compañías que
tocaban el puerto se encontraban la Línea Acelerada del Golfo de Cortés, la
Compañía de Vapores de California y México, la Compañía Mexicana de
Navegación del Pacífico, Compañía Luis Hüller, Compañía de Joaquín Redo,
Compañía de Vapores de la Costa del Pacífico, Compañía de Luis A. Martínez,
Compañía del Ferrocarril Occidental de México, Compañía Juan B. Abaroa y
Compañía Naviera del Pacífico.169
A raíz de esto, la municipalidad de La Paz y la ciudad del mismo nombre
crecieron constantemente. Ejemplo de ello es que para 1895 el número de
habitantes en todo el municipio se contabilizaba en 7204 habitantes, y 4737
residían en la ciudad; para 1900 en toda la municipalidad había 7546, y 5046
personas en la ciudad; y hacia 1910 había 8646 en el municipio y 5536 almas en
el puerto.170
Una ciudad con un constante crecimiento poblacional y una diversificación
social más marcada requería la regulación y control de sus habitantes, la relación
de éstos mismos con el entorno urbano y el poder político, así como aportar
formas de conducta y mejorar las relaciones sociales y urbanas. En palabras de
168
Edith González Cruz, Motivaciones y Actores de la Revolución Mexicana en Baja California Sur,
México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2012. P. 19-48; Ignacio
Rivas Hernández, “La Industria”, en Dení Trejo Barajas (Coord.), Historia General de Baja
California Sur. Tomo I: La Economía Regional, México, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología,
Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California Sur, Plaza y Valdés,
2002. P. 291-294.
169
Karina Busto Ibarra, Comercio Marítimo entre los puertos de La Paz y Santa Rosalía, Distrito
Sur de la Baja California, 1880-1910, México, Gobierno del estado de Baja California Sur, Instituto
Sudcaliforniano de Cultura, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2013, p. 32.
170
Edith González Cruz, “La Municipalidad de La Paz a través de los censos de 1895, 1900 y
1910”, en: El Norte de México y la Historia Regional. Homenaje a Ignacio del Río. (Marco Antonio
Landavazo, Edith González Cruz y Dení Trejo Barajas. Cordinadores.), México/Morelia/La Paz,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2014. P. 385-390.
73
Foucault, “se trata de establecer las presencias y las ausencias, de saber en
dónde y cómo encontrar a los individuos, de instaurar comunicaciones útiles, de
interrumpir las que no lo son, de poder en cada instante vigilar la conducta de
cada uno, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos.”171
Fue así como, a partir de la época porfiriana, observamos una complejidad
entre las relaciones sociales y su entorno urbano a través de las
reglamentaciones.
Una de las primeras medidas que impulsaron las autoridades fue la
reglamentación sobre solares. Desde finales de 1880 existió la inconformidad con
respecto a los solares, ya que desde 1864 no se había renovado el reglamento y
existían problemas con respecto a los títulos y la dotación de los terrenos dentro
del fundo y ejidos de la ciudad.172 Hacia principios de 1881 el Ayuntamiento
dispuso de un nuevo reglamento que determinaba que todos los interesados en
adquirir solares debían de pagar previamente el importe del solar en la Tesorería
Municipal, cuya oficina daría una constancia del depósito y entregaría la solicitud
del solar; todas las solicitudes debían de especificar el número de manzana que
se deseaba obtener y las calles colindantes del terreno; el solar sería delimitado
por el Síndico que verificaría si el terreno era adjudicable o no; se especificaba
que a los seis meses de adquirido el solar, los dueños debían conservarlo y
tenerlo siempre cercado; los materiales de las vallas serían de madera, tapias,
palos, cardones o pitahayos; con respecto a las medidas de los solares se
determinó que no tendrían una medida determinada, pudiendo concederse a una
sola persona una manzana completa (100m por lado) o fracciones de solar; se
especificó que en las calles céntricas o inmediatas a la playa no se permitirían
casas con techos de palma, zacate o de ramas; por último, con respecto a los
171
Michel Foucault, Vigilar y Castigar, México, Siglo XXI, 2010 (Primera reimpresión), p. 166.
172
El Ayuntamiento informa sobre las dificultades con respecto al reglamento de solares, 20 de
Octubre de 1880, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 431, Vol. 157, Exp. S/N.
74
precios, los títulos costarían ($2.50) dos cincuenta, mientras que los solares por
cada metro cuadrado que mida la superficie costarían un cuarto de centavo.173
De acuerdo a este reglamento podemos percatarnos que el asentamiento
de la ciudad se determinaba desde la playa y el centro, hacia la periferia; donde
las élites de la ciudad en comunión con los extranjeros habitaban en el núcleo de
la ciudad, mientras que los linderos del fundo legal estaban los infortunados con
“sus casas con techos de palma, zacate o ramas”. De igual manera, el hecho de
que los solares se abarataran y que se permitiera adquirir una manzana completa
sin mayores dificultades, solamente presentado la solicitud del solar y el pago del
terreno, nos refleja el interés de las autoridades porfirianas por consolidar la
propiedad individual como única garantía del progreso del progreso del país.174
Vigilar y regular el consumo de carne en la ciudad fue uno de los principales
objetivos de las autoridades de La Paz. Hacia principios de 1880, el Ayuntamiento
expidió un reglamento para rastro y expendio de carne en el cual se les obligaba a
los habitantes a que pasarán al Rastro de la ciudad para hacer la matanza de
reses, y a los que no lo hicieren perderían su sustento cárnico y pasaría al que
daba noticia de ella por no cumplir con la disposición y el gasto que se daba por
ella se daría a la reparación del rastro; de igual manera todos los que introdujeren
carne o maten en la ciudad estaban obligados a pasar al rastro; los negociantes
que introducían ganado a este establecimiento estaban obligados a dar registro de
los mismos; las reses que quedarán en el rastro sin matar cobrarían “piso” de 25
centavos; todos los interesados en matar tendrían que acudir a la Tesorería
Municipal a pedir la licencia para llevarla a cabo y se le daría al responsable del
rastro autorización sobre la matanza; todos los desperdicios se tenían que tirar
lejos de la población y a las horas determinadas que diera el ramo respectivo; los
guardias del rastro tendrían que pastorear a las reses a las seis de la mañana
antes de la matanza diaria; y a los mismos guardias se les pedía que cuidaran de
173
Reglamento de Solares de 1881, 26 de Mayo de 1881, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 304, Vol.
164Bis, Exp. D/S.
174
François Xavier Guerra, México: Del Antiguo Régimen a la Revolución, Tomo I, México, Fondo
de Cultura Económica, 2003(séptima reimpresión), p. 285.
75
la higiene del rastro, que estuvieran en orden los libros de registros y marcas,
cuidar de que las reses que se mataran no estuvieran viejas o enfermas, y que
avisarán diariamente de la matanza al Municipio; de igual manera a los
vendedores de carne se les pedía que lo hiciesen en el mercado de la ciudad, y si
no lo hacían tendrían una multa de cinco pesos: y a los que quisieren matar
cerdos y otro tipo de ganado en sus casas tendrían que avisar al tesorero
municipal, o sino pagarían una multa de cinco centavos, y terminando la matanza
tirarlos desperdicios fuera del fundo legal o en las inmediaciones del barrio del
“Esterito”.175
Hacia 1881, el Ayuntamiento buscó cuidar las relaciones entre los
habitantes y los muertos a través del establecimiento de un cementerio que
cumpliera con las necesidades de la población y la reglamentación del mismo.176
Es importante señalar que durante la época, más exactamente desde mediados
del siglo XIX en México, se intentó que los cementerios estuvieran a las afueras de
las ciudades porque se consideraba a los finados como productores de
enfermedades y otras perturbaciones no menos nocivas para la sociedad; de igual
manera se buscaba individualizar y segregar a los cuerpos en los cementerios
para diferenciarlos entre ellos mismos, clasificar y distinguir los restos mortales de
cada ciudadano.177
Fue así como el Jefe Político, José María Rangel, se preocupó por dotar de
un nuevo cementerio a los paceños, ya que el viejo panteón denominado “el
cementerio” ya no cumplía con la nueva realidad social y aparte era producto de
enfermedades porque ahí fueron sepultados muchos enfermos de “fiebre amarilla”.
Por lo tanto, se mandó clausurar “el cementerio” y obligar a los habitantes a no
seguir realizando inhumaciones en él. Para habilitar esta obra pública de gran
175
Luis Peña Cota, Reglamentos y Construcción de los Rastros Municipales en el Distrito Sur de la
Baja California 1880-1902, Memoria Técnica de un Trabajo Profesional, La Paz, Universidad
Autónoma de Baja California Sur, 2011.p. 14-19.
176
Reglamento de Panteones de la ciudad de La Paz, AHPLM, 1881, Doc. 409, Vol. 165Bis, Exp.
S/N.
177
Alma Victoria Valdés Dávila, “Tumbas y Cementerios en el Siglo XIX Mexicano”, en: Boletín de
Monumentos Históricos, México, Tercera Época, Instituto Nacional de Antropología e Historia,
Núm. 19, Mayo- Agosto del 2010. P. 74-88.
76
necesidad como lo era el panteón, mandó hacer uno nuevo con mejores
condiciones higiénicas al norte de la ciudad178 y cuyo nombre sería “San Juanes”;
en este cementerio los muertos serían puestos bajo tierra, se construirían las
respectivas sepulturas a una profundidad de dos metros; la tierra tenía que
apisonarse perfectamente para que no quedarán montículos con “aspecto
desagradable”; además se les pondrían flores u otras plantas para la decoración
de la tumba o como señalamiento sino existían lápidas u otra cubierta que
señalara el lugar del finado; cada lugar de sepultura se dividiría en cuarteles para
la “comodidad y orientación del tránsito”; luego de cinco años que el difunto
llevase en la fosa podrían depositarse sus restos en un osario pagando una
contribución, y el hueco dejado se llenaría con tierra vegetal; los cuerpos que no
pudieran ser enterrados en el mismo día de llegada al panteón se remitirían al
salón del “depósito” para esperar el aviso para hacer el entierro.179
Vigilar y cuidar el panteón fue otra de las atribuciones que se tomaron en
cuenta por parte del gobierno. En él iba a existir un encargado que iba a cuidar de
que se respetarán las inhumaciones; cuidaría del registro de la hora en que se
efectuarán los entierros y darle la parte correspondiente al Juez del Registro Civil;
Tenía que cuidar y guardar todos los registros de inhumaciones y exhumaciones
por órdenes y fechas; tenía que velar por el aseo y conservación de los
monumentos y obras en el panteón e informar al Juez Civil y a las familias sobre la
condición de las mismas; tendría que tener su hogar en el panteón para poder
ejercer bien el cuidado del mismo, así como dejar un encargado en caso de que
se ausentase; tenía que permitir a los familiares la entrada al panteón cuando
fueran a visitar a sus “muertitos”, y que evitará si se hicieran escándalos avisando
a la autoridad competente para que impusiera los castigos necesarios.180
178
“Al norte de la ciudad” se refería en aquel entonces a los límites del fundo legal, ya que como lo
mencionamos antes, los cementerios obedecían una lógica higiénica que determinaba que
estuviesen a las afueras de las ciudades para evitar problemas de salubridad. En la actualidad,
este panteón se ubica en la colonia Pedregal.
179
Reglamento de Panteones de la ciudad de La Paz, AHPLM, 1881, Doc. 409, Vol. 165Bis, Exp.
S/N.
180
Reglamento de Panteones de la ciudad de La Paz, AHPLM, 1881, Doc. 409, Vol. 165Bis, Exp.
S/N.
77
Reflejo de la división de clases sociales en la ciudad es la categorización de
entierros y cuotas que tenían que realizar los habitantes para su “morada eterna”.
En el mismo reglamento se estipulaba que el panteón tendría cinco clases. De 1ª,
2ª, 3ª, 4ª, y fosa común, las cuáles tendrían las siguientes contribuciones:
Pavimento de primera clase por 5 años dimensiones comunes de una fosa señalada en
el art. 12…………………………………………….$ 40.00
Idem, Idem a perpetuidad……………………………………..$80.00
Por cada metro cuadrado más a perpetuidad……………..$25.00
Pavimento de primera clase por 5 años, para niños, dimensiones señaladas en el art.
12………………………………………………….$30.00
Idem, Idem a perpetuidad…………………………………….$60.00
Pavimento de 2ª. Clase, por 5 años, dimensiones comunes. $20.00
Ídem a perpetuidad……………………………………………..$40.00
Por cada metro cuadrado mas………………………………..$12.00
Pavimento de 2ª.clase, por 5 años, para niños……………$15.00
Ídem, ídem a perpetuidad………………………………………$30.00
Pavimento de 3ª.clase, dimensiones comúnes, para adultos por 5
años………………………………………………………………………….$10.00
Ídem a perpetuidad……………………………………………….$20.00
Por cada metro cuadrado mas…………………………………$6.00
Pavimento de 3ª clase para niños, por 5 años……………..$6.00
Ídem a perpetuidad……………………………………………….$13.00
Pavimento de 4ª clase, para adultos, por 5 años…………..$5.00
Ídem a perpetuidad………………………………………………..$10.00
Por cada metro cuadrado más…………………………………..$3.00
Pavimento de 4 clase, para niños por 5 años………………...$3.00
Ídem a perpetuidad…………………………………………………$6.00
En la fosa común iban gratis todos los cadáveres que nadie se interesaba
por ellos. Las medidas para cada tipo de fosa eran las siguientes, dos y medio
metros de largo y un metro de ancho para los adultos, para los niños de un metro
cincuenta centímetros de largo por setenta y cinco metros de ancho, a los que
quisieran una extensión más amplia se les permitiría, siempre y cuando pagaran la
tarifa respectiva.181
Vigilar, cuidar, prevenir y castigar fueron los objetivos que persiguió el
régimen porfiriano para encauzar a las clases más menesterosas que habitaban
en las ciudades del país. Se creía que el individuo que se encontraba en un
estado de pobreza era por su falta de obligaciones y deberes, al no tener
educación y carecer de un empleo que le diera su sustento material se veía
181
Reglamento de Panteones de la ciudad de La Paz, AHPLM, 1881, Doc. 409, Vol. 165Bis, Exp.
S/N
78
inclinado a la vagancia, mendicidad y criminalidad, lo que iba a contrapelo con lo
que la modernidad pregonaba: el orden y el progreso material y social del país.
Para ello buscó instaurar reglamentaciones, leyes e instituciones capaces de
atender éstos problemas que aquejaban a la sociedad Mexicana.182
La ciudad de La Paz, con su creciente población, con sus élites políticas y
su división social, no estuvo exenta de estas ideas que imperaban en México. Aquí
hubo numerosos casos que dan cuenta de la problemática social que existía para
estos años. Donde la prostitución, embriaguez y crimen imperaban desde la
década de los ochenta. Desde 1878 se da cuenta de la construcción de una cárcel
para atender los males que apesumbraban a la sociedad paceña,183y para 1892 se
instaura un reglamento para la cárcel que atendiera a las necesidades y
salubridad del edificio, los empleados y sus obligaciones, los cuidados y
orientación de los presos y sus trabajos, y de la vida penitenciaria en general. 184
Bajo estas líneas es que se buscó crear cuerpos policiales que
respondieran atentamente al control, seguridad y orden en la ciudad paceña, como
lo que se había logrado en la capital del país en 1876 para lograr un mejor
desarrollo urbano en la sociedad mexicana.185 Así en Mayo de 1885, El Jefe
Político, José María Rangel, impulsó la creación de un reglamento para la policía
de la ciudad186. En el cual en sus líneas generales se estipulaba que la policía
tenía el deber de cuidar y evitar los delitos y faltas que se cometieran, que se
aprehendieran a los delincuentes cuando fueran descubiertos en el acto; así como
“cuidar del aseo e higiene públicas, y proteger a las personas y propiedades”;
además la policía tenía que contar con “un comandante, dos cabos y doce
182
Antonio Padilla Arroyo, “Pobres y Criminales. Beneficencia y reforma penitenciaria en el siglo
XIX en México”, en Secuencia, México, Núm. 27, Septiembre- Diciembre de 1993.
183
José Manuel Lucero Higuera, Prostitución, embriaguez y criminalidad en el puerto de La Paz,
1877-1900, Tesis de Doctorado, Michoacán, Instituto de Investigaciones Históricas de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2014. P. 49-50.
184
Reglamento de la cárcel pública de La Paz, AHPLM, 24 de Octubre de 1892, Doc. 88, Vol. 235
5/6, Exp. 87.
185
Pedro Santoni, “La Policía de la ciudad de México durante los primeros años del Porfiriato”, En:
Revista Historia Mexicana, México, Colegio de México, Julio- Septiembre de 1983. P. 97-129.
186
Reglamento de Policía para la ciudad de La Paz, AHPLM, 5 de Mayo de 1885, Ayuntamiento,
Doc. 143, Vol. 193, Exp. S/N.
79
agentes subalternos, así como inspectores y subinspectores de manzana” para el
mejor cuidado del orden público; se le incluían en el reglamento los deberes y
obligaciones de los miembros policiacos para ejercer en la ciudad; y se les
obligaba que fueran un buen ejemplo para la sociedad.187
Durante la época se comenzó a tener preocupación por la salubridad y
moralidad de las mujeres. En especial de las prostitutas, que ejercían su profesión
en los márgenes de las ciudades. En su mentalidad estaba seducir a los hombres,
ya que eran “ávidas de placer, querían satisfacer los deseos de lujo y coquetería
innatos en toda mujer y por lo tanto se entregaban sin reserva al primero que las
solicitaba”.188
Bajo estas líneas podríamos explicar uno de los principales problemas que
aquejaron a la sociedad paceña como lo fue la prostitución, de los cuales se
tenían noticia de varios casos desde la década de los ochenta, por lo que llevó a
que el Jefe Político, Bonifacio Topete, expidiera un reglamento en 1891 para
cuidar y controlar la prostitución en la ciudad.189 Dentro de sus artículos se
señalaba que todas las mujeres que ejercieran este oficio estaban obligadas a la
Inspección de Salubridad, que serían semanalmente, y en caso de faltar a la
revisión se harían acreedoras de algunas penas; también se dividían las clases de
mujeres que ejercían la prostitución en dos, “las aisladas y las públicas”; las
“públicas” vivían recluidas en las casas de prostitución mientras que las “aisladas”
vivían y se mantenían por su propia cuenta; “las públicas” debían pagar un
impuesto de dos pesos al mes, y las “aisladas” cinco pesos;190 ambas clases de
prostitutas debían
187
José Manuel Lucero Higuera, Op. Cit. P. 69-72.
188
Fernanda Núñez Becerra, La Prostitución y su Represión en la Ciudad de México, (Siglo XIX),
prácticas y representaciones, Barcelona, Instituto de la Mujer, Biblioteca Iberoamericana de
Pensamiento, Gedisa Editorial, 2002. P. 67- 68.
189
Reglamento de Prostitución de la ciudad de La Paz, AHPLM, 12 de Junio de 1891, AHPLM,
Gobernación, Doc. 114, Vol. 228 4/4, Exp. D/S.
190
José Manuel Lucero Higuera, Op. Cit. P. 115-116.
80
II. Portarse y vestir con decencia;
III. Abstenerse de hacer escándalos en la calle u otros lugares públicos;
IV. Abstenerse de pasear en las calles, reunidas o en grupos que llamen la atención;
V. No saludar ni interpelar en la calle a los hombres que fueren acompañados de
señoras o niños;
VI. No provocar a la prostitución con señas o palabras;
VII. No permanecer en las puertas ni en las ventanas de llos burdeles;
VIII. Evitar todo escándalo aun en su misma casa;
IX. No vivir en las calles más céntricas de la población, ni cerca de los
establecimientos de instrucción de ambos sexos;
X. Avisar a la Jefatura Política cuando varíen de domicilio, así como cuando deseen
cambiar de clase, y
XI. Pagar un peso por valor de las libretas que se les expidan, y que repondrán
anualmente.191
191
José Manuel Lucero Higuera, Op. Cit. P. 116.
192
Bando de Policía y Buen Gobierno de la ciudad de La Paz, AHPLM, 25 de diciembre de 1894,
Ayuntamiento, Doc. 22, Vol. 256, Exp. S/N.
81
y a las personas que serán dirigidas: los ebrios, los que arrojen cosas en la vía
pública, los que corten frutos de los árboles de los vecinos, los que arrojen cosas
que lastimen a las personas, los que introdujesen bestias de carga u otros
animales a las casas o huertos de los vecinos, los que disparen armas de fuego,
cohetes o juegos artificiales en determinados lugares, los encargados o dueños de
dementes por dejarlos en las calles en caso de que causen alboroto, a los dueños
de perros que causen destrozos o infrinjan daño a algún transeúnte, los que tiren
piedras, despojos u otras inmundicias a las calles o en perjuicio de la vida social,
los boticarios que prescriban recetas o sustituyan medicamentos por otros, los que
alboroten en la vía pública, los que no arreglen sus edificios o casas u otras cosas
de obra pública que perjudiquen a la sociedad, los que tomen materiales para la
construcción sin la autorización, los que asusten a la población con campanas o
cohetes, a los vendedores de medicinas, bebidas y alimentos que vendan los
productos ya caducados, los que maltraten a los animales, los que quiten las
señales públicas, los que destruyan obras públicas, y los que inventen los pesos y
medidas.193
Sobre el orden y la seguridad. Se penaban a los que portaran armas sin el
cuidado oportuno, los que agitaran con sus bestias la vía pública tanto en calles
como en los hogares, al igual que los que transitaren con carruajes, carretas o
bestias a una velocidad alta por la ciudad, los que apagaran el alumbrado público,
los que quemaran basuras en sus hogares, plazas o calles de la ciudad, evitar
volar papalotes en las azoteas, los que provocaran riñas o peleas en los
establecimientos y calles, los que insultaran a los miembros políticos o policiales
de la ciudad, los que destruyeren obra pública, los que estacionaran su carretas o
animales de tiro por más tiempo de lo requerido en las calles, a los que vendieran
bebidas alcohólicas a los que ya estaban ebrios o a los menores de diez años, los
que en época de carnaval llevasen máscaras que no correspondiere a su sexo, a
los arquitectos, maestros de obras y albañiles que al momento de estar
193
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Ayuntamiento, Doc. 22, Vol. 256, Exp. S/N.
82
construyendo no utilizaran la medidas de seguridad necesarias para la obra o los
trabajadores.194
Con respecto al tránsito por la ciudad, se pedía a los conductores de carros
y carretas evitar que fueran parados en sus vehículos o que dejasen sueltos a sus
bestias, los carros o carretas que fuesen tirados por un solo animal no podían
cargar con más de 36 arrobas por su seguridad, se les pedía que las bestias de
tiro estuvieran en buen estado y saludables, que los carros trajeran luces por las
noches en su parte delantera, a los convoyes de carros o carretas tenían que
guardar una distancia de diez metros para agilizar el traslado y evitar infortunios,
evitar el uso de palabras obscenas con sus animales de tiro o tirarles cosas que
los lastimen, los carros debían poseer sus placas como distintivo, y tener cuidado
con el desembarque de productos en las calles.195
Los dueños de hoteles, mesones y casas de huéspedes debían llevar un
registro de sus clientes a fin de poder tener eficacia con los informes que se dieran
a la autoridad, y que no almacenaran substancias o combustibles en sus
respectivos establecimientos; a los encargados de diligencias se les pedían los
mismos registros respectivos, a los vendedores de artículos de primera necesidad
se les obligaba a poner a la vista los precios de sus productos.196
Para las diversiones públicas se pedía que se llevaran a cabo con la licencia
respectiva, ya fueran bailes o serenatas, que no se hicieran después de las diez
de la noche, y si querían seguir con la diversión después de las diez tenían que
pagar una cuota y haber avisado con tiempo a la autoridad competente.197
Para el cuidado de la niñez, se les pedía a los inspectores de manzanas
que vigilaran bien los nacimientos que se efectuaran en sus demarcaciones y que
obligaran a los padres a ir al Registro Civil, y que avisaran al mismo cuando esto
194
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se efectuara, a los maestros e instructores se les obligaba a tener bien
matriculados a sus alumnos y que vigilaran que los niños estuviesen vacunados, a
los agentes de policía se les obligaba a informar cuando vieran a los niños en la
vía pública en horarios de escuela, con respecto a los bautizos se penaría a las
adultos que hicieran relajo en la vía pública o la iglesia.198
A los dueños de animales se les pedía que sus vacas de ordeña no
anduvieran por las calles u hogares de la ciudad, de igual forma a los dueños de
perros que los tuvieran enfermos se les pedía que los sacrificaran, y a los agentes
de policía que vieran perros sin bozal en las calles se les pedía que los
mataran.199
En el apartado de Ornato y Comodidad se exponía sobre la prohibición de
lavar ropa, tirar basura, pinturas u otros sobrantes de los trabajos de talleres e
industrias, a los dueños de establecimientos comerciales, cafés, estanquillos,
tiendas o tendajones se les obligaba a poner letreros que señalaran su empresa, a
los comerciantes se les permitía enfardelar en sus locales siempre y cuando no
taparan la circulación de las aceras o calles, a los habitantes que tuvieran casas
de madera, jacales con techo de palma, paja o zacate u otro material no les
permitía habitar en las calles céntricas de la ciudad, todas las fincas que se
fabriquen tenían que guardar el alineamiento respectivo con las demás casas y
aceras, luego de terminada la obra el dueño pasará a limpiar los materiales de la
construcción, a los mismos dueños se les pedía que no atravesaran con toldos u
otro material en las calles para evitar problemas a los transeúntes, se prohibía que
rayaran las paredes, verjas o tapias de las casas, el cuidado de las placas que
contienen la numeración de casas, manzanas y cuarteles, de igual manera se les
pedía a los dueños de casas que pintaran o enjarren sus viviendas, y no se
198
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permitía que hubiese desagües en las azoteas o banquetas que pudieran tirar
agua a las calles.200
200
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201
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En cuanto a la Moralidad Pública, a los dueños de billares, casas de juego y
cantinas se les prohibía que dejaran entrar a menores de edad, a los que orinaran
o defecaran en las calles, plazas o parajes públicos sufrirían una multa de tres
pesos, a los que se bañasen en la vía pública sin el vestido correspondiente al
pudor pagarían de dos a cinco pesos de multa o dos a cinco días de arresto, a
ninguna persona se le permitía andar desnudo o con ropa inapropiada por la vía
pública, ni que ofendiese a la moral y a decencia de los actos o de lo contrario
sufrirían una multa de cinco a veinticinco pesos, se prohibía el uso de lenguaje
obsceno en calles, plazas, paseos, diversiones públicas, templos y
establecimientos o sino sufrirían una multa de dos a veinticinco pesos, a los
ebrios, borrachos y botados que estuvieren en las calles se les remitiría a la
cárcel, a los apostadores se les prohibía hacerlo en las calles o plazuelas o si
fueran niños los padres serían castigados, y de igual manera se adicionaban a
este apartado las prescripciones de prostitución del reglamento que ya hicimos
mención.203
Como podemos observar, hacia finales de la década de 1890 se había
consolidado un proceso de control en La Paz a través de disposiciones que
entablaran un diálogo entre lo social y lo político y entre estos y el entorno urbano.
Todo ello a partir de los ideales que el régimen requería, como lo era la moralidad,
la salubridad, el orden, la seguridad y el progreso; y que hacía implementar a
través de disposiciones, leyes, códigos y reglamentos que dieran cuenta de ello.204
203
Bando de Policía y Buen Gobierno de la ciudad de La Paz, AHPLM, 25 de diciembre de 1894,
Ayuntamiento, Doc. 22, Vol. 256, Exp. S/N.
204
Elisa Speckman Guerra, “Las Tablas de la Ley en la era de la modernidad, normas valores en
la legislación Porfiriana” en: Claudia Agostoni y Elisa Speckman Guerra (Cordinadoras)
Modernidad, Tradición Alteridad. La Ciudad de México en el cambio de Siglo (Siglos XIX y XX),
México, Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México,
2001. P. 241-263; Lillian Briseño Senosiain, “La moral en acción, teoría y práctica durante el
Porfiriato”, en Historia Mexicana, Vol. LV, Núm. 2, México, Colegio de México, Octubre- Diciembre
de 2005, p. 419-460,
86
CAPÍTULO III. EMBELLECER LA CIUDAD.
1. Servicios públicos
La limpieza
La limpieza fue uno de los servicios públicos que desde principios del régimen
porfirista en La Paz comenzó a preocupar a las autoridades, ya que desde 1876 la
ciudad había sido víctima de una epidemia de viruela que había acabado con la
vida de 116 personas205. Por lo que prevenir y cuidar que otros males acabaran
con la vida de más habitantes fueron motivos para fomentar medidas con respecto
a la limpia de la ciudad.
En efecto, a raíz del constante tráfico marítimo que se empezó a dar tras el
arribo de diversas compañías navieras venidas del extranjero y la contracosta
mexicana, que atrajeron un flujo permanente de mercancías y personas al puerto
que al mismo tiempo acrecentaron la actividad comercial,206 fueron también signo
de desasosiego constante por las enfermedades epidémicas que podrían traer las
embarcaciones que arribaban a la ciudad.
205
Ignacio Rivas Hernández y Edith González Cruz, “Epidemias y Economía en la Baja California
durante el régimen porfiriano”, en: Marciano Netzahualcoyotzi Méndez. (Coord. Edición),
Diversidad social, política y económica en distintos tiempos y espacios regionales, México,
Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2015. P. 129.
206
Karina Busto Ibarra, Comercio Marítimo en los puertos de La Paz y Santa Rosalía, Distrito Sur
de la Baja California, 1880-1910, La Paz, Baja California Sur, Archivo Histórico Pablo L. Martínez,
2013, p. 70-73.
87
Al respecto, para 1883 un buque procedente de Mazatlán había propagado
la fiebre amarilla en La Paz,207 lo cual produjo que el gobierno local dispusiera
medidas para que en todas las casas se cuidara del tirado de la basura y que se
evitara que se formaran charcos de agua sucia, tanto al interior como al exterior de
ellas, para evitar que los miasmas que desprendía el suelo pudieran acrecentar los
síntomas en los enfermos de dicho mal.208
La cuestión de tomar este tipo de medidas con respecto a la fiebre amarilla
y de evitar su propagación en los hogares se debía a que en la época existía la
teoría de que la enfermedad era producida por miasmas y aires mefíticos que se
filtraban por las emanaciones de las basuras y suciedades del suelo. Por lo que
tomar cuidados de prevención y limpieza significó poder controlar la
enfermedad.209
Para 1885, para seguir remediando los problemas que causaba la fiebre
amarilla, se dispusieron una nueva serie de medidas para que se tomaran en las
casas en caso que tuvieran enfermos de este problema. Los productos del
infectado, la orina, el excremento, y los vómitos tenían que echarlos en agua
hirviendo y tirarlos en las letrinas; de igual manera, sus ropas debían lavarse con
agua hirviendo antes de volverse a poner y en algunas partes de la casa debían
rociarse con sulfato de cobre.210
Otras disposiciones que se tomaron para la limpieza de la ciudad, y, al
mismo tiempo, para reparar posibles males epidémicos, fueron la muerte de
perros, ratas y ratones. El hecho de considerar dar muerte a éstos animales en la
época era porque causaban enfermedades letales en la población. Los perros
eran portadores de la rabia y las ratas y ratones, desde principios de siglo XIX, se
207
Ignacio Rivas Hernández y Edith González Cruz, “Epidemias y Economía…”, p. 133.
208
La Junta de Sanidad pide medidas para evitar la propagación de la fiebre amarilla, 7 de
Septiembre de 1883, Fomento, AHPLM, Doc. 527, Vol. 181, Exp. 1
209
Javier E. García de Alba García y Ana L. Salcedo Rocha, “La fiebre amarilla en Mazatlán, 1883”,
en: Revista Espiral, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, Vol. XII, Núm. 35, Abril de 2006.
P. 136-138.
210
Medidas de higiene pública, 1885, AHPLM, Doc. 244, Vol. 194, Exp. S/N.
88
sabía que eran portadores del tifus y la peste bubónica.211 Por lo que se
consideraba indispensable tomar medidas con respecto a éstos animales en la
ciudad. Así en el año de 1889, el Ayuntamiento erogó un gasto de $40.11 para dar
muerte a los perros que andaban en las vías públicas.212
No obstante, que esto significó para algunos dueños de perros la pérdida de
ellos, por lo que las autoridades tuvieron que realizar una serie de medidas para
que fueran consideradas por los dueños y así evitaran que los perros de su
propiedad fueran sacrificados junto con los demás que andaban en las calles. Así,
en el bando de policía y buen gobierno de 1894, se dispusieron algunos puntos
para que fueran consideradas por los dueños de los cánidos al momento de
sacarlos a las calles de la ciudad. Por ejemplo, los artículos 33, 34 y 35, señalan
que solo se van a sacrificar aquellos perros enfermos de rabia; de igual manera a
los dueños se les pedía que circularan con sus animales con un bozal de cuero o
hierro que les impidiese morder a los caminantes; y a los que anduvieran sin bozal
se les daría muerte.213
Para finales del siglo XIX, las autoridades municipales ratificaron la medida
de pedirle a los dueños de perros que circularan en la vía pública con sus
animales con el debido bozal214, ya que en varias ocasiones los dueños hacían
caso omiso de ponerles el debido protector, lo cual hacía que los perros pasearan
211
María Cristina Schneider y Carlos Santos Burgoa, “Tratamiento contra la rabia humana: un poco
de su historia”, en: Revista Saúde Pública, Brasil, Universidad de Sao Paulo, Núm. 28, 1994, p.
456- 457; Mauricio Tenorio Trillo, “De piojos, ratas y mexicanos”, en: Revista ISTOR, México,
Centro de Investigación y Docencia Económicas, Año XI, Núm. 41, 2010, p. 3-66.
212
El ayuntamiento eroga gastos para matanza de perros, 28 de Septiembre de 1888, AHPLM,
Ayuntamiento, Doc. 217, Vol. 210, Exp. s/n; Gastos para matanza de perros, 2 de Septiembre de
1889, AHPLM, Ayuntamiento, Doc, 168, Vol. 215, Exp. S/N.
213
Bando de Policía y Buen Gobierno de 1894, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento,
Doc. 22, Vol. 256, Exp. S/N.
214
El ayuntamiento avisa sobre ratificación de medidas sobre la matanza de Perros, 15 de Enero
de 1898, AHPLM, Gobernación, Doc. 108, Vol. 272 5/8, Exp. 107; 17 de Agosto de 1901,
Gobernación, Doc. 120, Vol. 136, Exp. 728; 13 de Mayo de 1903, Gobernación, Doc. 542, Vol. 364,
Exp. 174.
89
por las calles con la posibilidad de que mordieran a los transeúntes y transmitieran
enfermedades.215
Otro aspecto de limpieza que se tomó en cuenta fue la muerte de ratas y
ratones. En 1907, una epidemia de peste bubónica afectó al puerto de San
Francisco, por lo que prevenir que la enfermedad no arribara a La Paz en alguno
de los barcos que llegaban de aquel puerto fue uno de los objetivos que se
buscaron atender por parte de las autoridades, y conociendo que el agente
transmisor de la peste bubónica eran las ratas y ratones, se procedió a tomar
medidas para atender ese problema.216
Las mejores disposiciones que se podían hacer para dar muerte a los
roedores e impedir un brote epidémico en la ciudad, según le advertían las
autoridades de la nación al Jefe Político, eran: tirar las ratas al fuego, impregnar
algunos alimentos con sustancias venenosas como arsénico y estricnina; y
fomentar la limpieza de las calles, plazas, mercados y demás edificios públicos,
así como la incineración de basuras.217
Sin embargo, el Ayuntamiento de La Paz decidió tomar otras medidas
distintas para fomentar la cacería de los roedores y motivar a los habitantes para
que lo realizaran. Consideraron que lo mejor sería ofrecer una recompensa a cada
habitante que diera muerte a los roedores por cualquier medio posible, la cantidad
de 5 centavos por cada rata y 3 centavos por cada ratón muerto que presentarán
en la comandancia de policía.218
Una vez terminado con las medidas propias para aminorar las
enfermedades se dio paso para mejorar la limpieza e higiene de la ciudad. Con
respecto a los cuidados de las casas-habitación, a los residentes que poseían
215
El Presidente Municipal comunica al Secretario de Gobierno del Distrito, 15 de Abril de 1898,
Circular del Ayuntamiento para dar aviso a los dueños de perros, 15 de Abril de 1898, AHPLM,
Gobernación, Doc. 108, Vol. 272 5/8, Exp.107.
216
Aviso sobre campaña de limpieza de ratas en la ciudad, Diciembre de 1907, AHPLM,
Gobernación, Doc. 412, Vol. 444Bis, Exp. 225.
217
El Consejo Superior de Salubridad avisa al Jefe Político sobre las medidas a tomar con las
ratas, 21 de Noviembre de 1907, AHPLM, Gobernación, Doc. 412, Vol. 444Bis, Exp. 225.
218
Aviso sobre campaña de limpieza de ratas en la ciudad, Diciembre de 1907, AHPLM,
Gobernación, Doc. 412, Vol. 444Bis, Exp. 225.
90
animales de corral, como ganado vacuno, lanar o porcino, se les pedía que se
llevara la crianza a las afueras de la ciudad y que no se les diera muerte dentro de
las viviendas y que lo hicieran en el rastro; en consonancia con esto se les pedía
que los restos de los animales no los tiraran en las calles ni cerca de la playa; se
les pidió a sus moradores que sacaran las basuras al patio y la quemaran; cuando
se lavaran las ropas se debía evitar que el agua se estancara y reutilizarla en el
riego de los patios; las letrinas se debían de rellenar con tierra y se tenían que
desinfectar con sulfato de fierro o cobre, en una cantidad de tres libras por
sustancia y quince galones de agua; de igual manera, la materia fecal y urinal de
las letrinas se debían extraer con aparatos especiales y debía ser depositada a las
afueras de la población como fertilizante para los terrenos; por último, debían de
hacer plantaciones de árboles en sus espacios habitacionales para la salubridad y
ornato de las vías públicas.219
A decir de la limpieza de las porquerías en los hogares y edificios públicos,
y ante la realidad de que la ciudad carecía de un sistema de drenaje, se estableció
que todos los hogares debían de poseer una letrina por cada veinte habitantes, y
que debían estar construidos de tal manera que no debían de transmitir
emanaciones malsanas ni poseer filtraciones. De igual manera, en las diversos
edificios de alojamiento debían tener sus propios “comunes”220, para el uso de sus
residentes. En los hoteles, casas de huéspedes y mesones debía de haber un
común para dieciséis cuartos; en las casas de vecindad y dormitorios públicos
habría un común por cada veinte habitantes, y la limpieza de éstos comunes debía
hacerse por las noches y se conducirían las porquerías en barriles bien sellados a
las afueras de la población.221
Con respecto a la disposición de espacios para la basura y su traslado se
realizaron una serie de medidas para atenderlas. Desde 1891, existió la
219
Medidas de Higiene Pública, 1885, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 244, Vol. 194, Exp. S/N.
220
“Los comunes eran construcciones de piedra o ladrillo con fondos y paredes impermeables de
no menos de un metro, y con tubos de desprendimiento y ventilación.” En: Bando de Policía y Buen
Gobierno de la ciudad de La Paz, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento, Vol. 256, Doc.
22, Exp. S/N.
221
Bando de Policía y Buen Gobierno de la ciudad de La Paz, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM,
Ayuntamiento, Vol. 256, Doc. 22, Exp. S/N.
91
preocupación en la jefatura política por asignar eficientemente los lugares para
depósito de basura en la ciudad.222 Porque la mayor parte se quedaba en la playa,
algunas calles o manzanas. Como el caso de los basureros que existían entre las
calles Central y Quinta223(hoy Aquiles Serdán y 16 de Septiembre); el del barrio
del “Manglito” donde se depositaban los residuos fecales del hospital y el
cuartel;224y el de las calles Lerdo e Hidalgo, donde se quemaban las
basuras.225Por lo tanto, Los lugares para tirar los desechos los ubicaron a las
afueras de la ciudad.
Con relación a los desperdicios, desde 1880, el ayuntamiento celebró
contratos con particulares para la utilización de carros de limpieza para despojar
las calles de inmundicias. Así tenemos, que en ese mismo año, el señor
Tranquilino Calderón se comprometió con la corporación municipal a pasar con
sus dos carros por las calles céntricas de la ciudad los días jueves y domingo; a
cambio de que se le pagará por su servicio una gratificación de $28 pesos al
mes.226Un año después, por incumplimiento de sus labores, y porque pasaba a
destiempo por las calles, el ayuntamiento revocó el contrato con Calderón y se lo
ofreció a Ángel Fernández; éste se comprometía a pasar por el centro de la
población, con sus ocho carros, los jueves y domingo antes de las 8 de la mañana,
y tiraría la basura a las afueras de la ciudad; a cambio de una suma de $25
pesos.227
Para la década de los noventa, contemplamos que el servicio de
recolección de basura mejoró en cuanto a la eficiencia y la multiplicidad de tareas
que le fueron encomendadas a los dueños de carros. Por una contrata de 1892,
222
El Jefe Político pide al Ayuntamiento la ubicación de basureros de la ciudad, 16 de Octubre de
1891, AHPLM, Gobernación, Doc. 196, Vol. 228 4/4, Exp. S/N.
223
El Jefe Político pide al Ayuntamiento disposiciones sobre los basureros de la ciudad, 29 de
Diciembre de 1892, AHPLM, Gobernación, Doc. 125, Vol. 235 6/6, Exp. S/N.
224
El Jefe Político pide al Ayuntamiento disposiciones sobre los basureros de la ciudad, 12 de
Agosto de 1895, AHPLM, Gobernación, Doc. 86, Vol. 257 4/7, Exp. 85.
225
El Jefe Político pide al Ayuntamiento disposiciones sobre los basureros de la ciudad, 11 de
Septiembre de 1896, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 41, Vol. 271, Exp. S/N.
226
Contrato para carros de limpieza con el ayuntamiento, 9 de Octubre de 1880, AHPLM, Doc. 462,
Vol. 158, Exp. S/N.
227
Contrato para carros de limpieza con el ayuntamiento, 22 de Marzo de 1881, AHPLM,
Ayuntamiento, Doc. 202, Vol. 163Bis, Exp. D/S.
92
con el señor Rafael Osuna, se comprometió a hacer la limpieza de las calles debía
empezar a las ocho de la mañana, los días jueves y domingo, en la zona de la
playa, prosiguiendo por la zona centro y algunas partes a las afueras de la
población que alcanzara hasta las 12 del mediodía, dando más preferencia a la
playa y centro de la ciudad; al día siguiente que terminara la recolección de
basura, los carros debían ser utilizados para limpiar los excrementos de las
bestias de carga que se encontraran en las cercanías de los comercios donde se
expendieran alimentos; el señor Osuna, por sus deberes de limpieza, se le
gratificó con $65 pesos.228
Para 1907, éste sistema por contratos a particulares dejo de funcionar. Ya
que resultaba un gasto costoso para el ayuntamiento por las altas sumas que
pedían los dueños de carros por la recolección de basura de las calles, además
por lo carente del servicio que solo se realizaban ciertos días de la semana y se
circunscribía a ciertas partes de la ciudad, produciendo que muchas zonas de la
ciudad no contaran con el servicio. Esto motivo a la corporación municipal a dejar
de contratar carros de limpieza a particulares, y adjudicarse ella misma la
inversión comprando sus propios carros y utilizándolos no solo para la basura,
sino también para la carga de materiales de construcción para las obras públicas
de la ciudad.229
Una ciudad moderna implicaba que sus habitantes tuvieran conciencia de la
limpieza de su entorno, porque así podrían prolongar sus vidas y vivir de una
mejor manera.
228
Contrato para limpieza de calles celebrado entre el Ayuntamiento y Rafael Osuna, 29 de Junio
de 1892, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 23, Vol. 237, Exp. S/N.
229
Informe de Gastón Vives al Jefe Político, 15 de Julio de 1907, AHPLM, Gobernación, Doc. 7,
Vol. 448, Exp. 119, Caja de informes de Gobierno.
93
cabildos, desde mediados del siglo XIX, para poder implementar el alumbrado en
la ciudad. Dicho servicio aunque precario en sus inicios fue mejorándose hasta
llegar a la época porfiriana.
Desde 1854, el ayuntamiento había dispuesto que el alumbrado debía de
recaer en las personas que eran dueños de casas comerciales, fondas y billares
en la ciudad; los cuáles debían de poner “un farol con una luz pendiente de un
viga de tres varas de alto con su pescante”, al lado derecho de su respectivo
establecimiento; cuyos materiales que podían utilizarse como canalizadores del
fuego eran las vejigas y tripas de reses. La iluminación debía iniciar desde el
crepúsculo hasta las nueve de la noche, horario en que debían cerrarse los
establecimientos.230
Algunos años más tarde, en 1856, para poder mejorar el alumbrado público
y que éste ya no se circunscribiera sólo en los comercios, fondas y billares sino
que se hiciera extensivo a otros edificios y calles de la ciudad se formó una
Comisión integrada por algunos personajes prominentes de la sociedad paceña y
miembros del gobierno local, quiénes se encargarían de contribuir con los gastos
para la dotación de materiales para el alumbrado y el pago de algunos serenos
que vigilarían de su mantenimiento y cuidado. Esta Comisión estaría subordinada
al ayuntamiento de la ciudad, que controlaría las contribuciones y pagos del
ramo.231En el siguiente cuadro mostramos a los miembros y los pagos que
hicieron cada uno de ellos en 1856.
230
Bando sobre alumbrado que dispone el ayuntamiento, 15 de Febrero de 1854, AHPLM, Vol. 53,
Doc. 285, Exp. 10.
231
Solicitud del Ayuntamiento para formar una Comisión de Alumbrado en La Paz, 29 de Febrero
de 1856, AHPLM, Vol. 63 Bis, Doc. 318, Exp. S/N.
94
Cristóbal Alamena 2.0
Mariano Carlón 3.0
José Ma. Esteves 1.0
Pablo Pozo 5.0
Francisco Graña 5.0
Adolfo Savín 5.0
M. Mandrut 2.0
Antonio Belloc 2.0
José Clemont 1.0
Fermin Figueroa 1.4
José Gutierrez 1.4
Camilo 1.4
Juan N. Guerra 1.4
Domingo Guardiola 1.4
Francisco Sosa y Silva 2.0
Susano Rosas 1.4
Juan Elizalde 1.4
Salomé Carrillo 1.0
Petronilo Portillo 1.0
Juan Ríos 0.2
Bernabé Alarán 0.2
Jose María Hidalgo 0.2
Domingo Martínez 0.2
Pedro Martínez 0.2
José María Piñuelas 0.2
Jesús González 0.2
Francisco Romero 0.2
Sacarías Felipe 0.2
Florencio Verdugo 0.2
Total 93.0
Cuadro elaborado a partir de AHPLM, 3 de Marzo de 1856, Vol. 63Bis, Doc. 328.
232
Gastos a realizar por la Comisión de alumbrado, 3 de Marzo de 1856, AHPLM, Vol. 63Bis, Doc.
328.
95
La Comisión organizada por el Ayuntamiento y la sociedad paceña fue el
organismo que llevó a cabo los gastos, cuidados y mantenimientos del alumbrado
en la ciudad desde 1856. Para mantenerlo los miembros pagaban una cuota
mensual por cada casa, comercio, fonda, billares y demás construcciones que
poseían dicho servicio; pero por lo oneroso del gasto que resultaba para los
vecinos y por los problemas que éste causaba, el ayuntamiento dispuso, en 1871,
que el cobro por la contribución se eliminara y que fuera sustituido por uno de
solares para que fuera más eficaz la recaudación, y que fueran delimitándose las
zonas que debían poseer dicho servicio. Los espacios garantes del alumbrado se
dividían en dos: los de primera clase pagarían dos centavos mensuales por cada
metro de frente. Éstas eran las fincas situadas en las manzanas marcadas con las
letras A hasta la P; y de la 121 a la 161. Las de segunda clase, debían pagar un
centavo por cada metro de frente, las fincas situadas en las manzanas sin letras y
marcadas con los números 93, 94, 95, 96, 122, 140, 141, 142, 150, 152 y 153.233
Esta división por sectores que debía poseer el alumbrado fue retomado por
los gobiernos de la ciudad durante la época porfiriana para vigilar, controlar y
sistematizar cada vez más dicho servicio. Reflejo de la polarización de los
espacios de sociabilidad generados por la modernización porfiriana donde las
élites poseían los beneficios de su clase, mientras los más menesterosos se
mantenían en la penumbra inmóvil. Vale la pena señalar que en el bando de
policía y buen gobierno de 1894 se detalla esta idea, en la cual se determina que
“no se permite en lo sucesivo que en las calles céntricas de la población, dentro
del radio de alumbrado, se construyan o reconstruyan casas o jacales con techo
de palma, paja, zacate u otra materia de esa naturaleza, bajo la pena de ser
obligados los propietarios a destruirlos a su costa y satisfacer una multa de cinco a
veinticinco pesos”.234
233
Solicitud del Ayuntamiento para sustituir el pago de alumbrado por el de solares, 28 de
Noviembre de 1871, AHPLM, Vol. 106Bis, Doc. 718.
234
Bando de Policía y Buen Gobierno de La Paz, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento,
Vol. 256, Doc. 22, Exp. S/N.
96
Respecto a los enseres y materiales para la iluminación de la ciudad, de
haberse utilizado las tripas y vísceras de los animales como resguardo de las
llamas, se pasaron a usar faroles con sus depósitos y tubos, cuyos combustibles
fueron el aceite o el petróleo. Aunque no sabemos con exactitud cuándo se dio el
cambio en los elementos de uso, sabemos que en un informe de 1881, se
mencionaba que había 73 faroles, de los cuáles 11 debían de utilizarse en el jardín
Velasco, y 35 galones de aceite.235Con esto argumentamos que las entrañas de
animales dejaron de utilizarse a principios del periodo porfirista.
Debemos añadir que, en algunas ocasiones, se buscó mejorar el servicio a
través de la llegada de nuevos materiales para el alumbrado. Como fueron los
casos del Sr. Juan Ritter, en 1892, quién intentó cambiar los faroles de hierro
fundido por unos más ligeros de lámina acanalada de fierro, de figura en espiral y
zinc;236 o los de Gastón Vives, en 1894, que intentó traer algunos aparatos de gas
de la Ensenada de Todos Santos para ser utilizados como combustible; y el de
Jaime Garriga, en 1897, que intentó introducir el alumbrado eléctrico en la ciudad.
Asuntos sin éxito alguno, porque representaban gastos que superaban los
egresos que podía destinar el ayuntamiento para mantenerlos con eficacia, por lo
que se siguieron manteniendo los faroles de fierro y los combustibles de gas y
petróleo.
Con relación a los cuidados de alumbrado, de haberse encomendado a los
serenos que recorrieran las calles obscuras desde mediados de siglo, se destinó
el cuidado a un cuerpo de policía, desde 1885, que se encargaría de la vigilancia
del mismo; el cual evitaría que los faroles fueran apagados por los transeúntes, así
235
Informe de la Comisión de Alumbrado respecto de las existencias y necesidades del ramo, 26
de Septiembre de 1881, AHPLM, Vol. 166, Doc. 490, Exp. S/N.
236
Juan Ritter solicita introducir una mejora en los materiales de alumbrado, Noviembre de 1892,
AHPLM, Gobernación, Vol. 235 5/6, Doc. 132, Exp. S/N; Gastón Vives solicita al Ayuntamiento el
pago de unos aparatos de gas, 17 de Abril de 1894, AHPLM, Ayuntamiento, Vol. 256, Doc. 10,
Exp. S/N; Jaime Garriga establece un contrato con el Ayuntamiento para introducir el alumbrado
eléctrico, 17 de Diciembre de 1897, AHPLM, Ayuntamiento, Vol. 293, Doc. 5, Exp. S/N; El
Ayuntamiento comunica seguir con la utilización de los mismos materiales de alumbrado, 22 de
Enero de 1892, AHPLM, Gobernación, Vol. 235 6/6, Doc. 116, Exp. S/N; El Ayuntamiento revoca el
contrato celebrado con Jaime Garriga para introducir el alumbrado eléctrico, 30 de Junio de 1900,
AHPLM, Gobernación, Vol. 298Bis, Doc. 165, Exp. 4.
97
como de su cuidado, y de la vigilancias de las vías públicas para que no se
produjesen obscenidades, robos, maltratos y pendencias en la penumbra. Este
cuerpo policiaco estaba formado por un comandante y sus subordinados, quiénes
debían de remitir informes diarios a la Comisión del ramo.237
A decir de los rondines de policía que, siguiendo la forma de un cuadrilátero
en un mapa de 1908, podemos percatarnos de las áreas de la ciudad que poseían
este servicio de alumbrado y los lugares que estaban bajo el cuidado de este
cuerpo de vigilancia nocturna. Dichos espacios se limitaban a las calles Morelos(
hoy José María Morelos y Pavón); Calle Quinta (hoy Guillermo Prieto); Calle
Juárez (hoy Benito Juárez); y la zona inmediata a la playa (hoy es el área
comprendida por el centro histórico); quedando dentro del rango del alumbrado: El
Muelle, la Casa de Gobierno, El Jardín Velasco, la Iglesia, La Casa Municipal, La
Cárcel, El Hospital Salvatierra, los edificios comerciales y casas de la gente
acomodada del puerto, exceptuándose del rango las clases más desprotegidas.238
A pesar de que en La Paz no impero la utilización de alumbrado eléctrico
como sí lo había sido en otras ciudades del país, el hecho de que hubiera una
preocupación por mejorar, controlar e innovar el servicio por parte de las
autoridades, nos dice sobre el sentido de modernidad que se quería mostrar.
Donde una ciudad iluminada representaba el avance y conquista de los males que
asolaban a las poblaciones urbanas en las noches, las inmoralidades y abusos
que se cometían en la obscuridad. Asimismo, un acercamiento de la urbe a la
civilización occidental que había conquistado la obscuridad de los siglos pasados.
Agua potable
Desde mediados de siglo XIX existió la preocupación entre las autoridades
políticas de dotar de agua potable a la ciudad. El acceso a este recurso era
limitado por la carencia de aguas superficiales en la región. El único aguaje
237
Lista de individuos pertenecientes a la policía de alumbrado, Enero de 1885, AHPLM,
Ayuntamiento, Vol. 197, Doc. 1, Exp. S/N; La Comisión de Alumbrado solicita se forme un agente
para atender el ramo, 7 de Agosto de 1894, AHPLM, Ayuntamiento, Vol. 256, Doc. 19, Exp. S/N.
238
Mapa de los rondines de la policía y alumbrado de la ciudad de La Paz, 24 de Diciembre de
1908, AHPLM, Ayuntamiento, Vol. 466Bis, Doc. 334, Exp. S/N.
98
disponible se encontraba al sur en un paraje denominado “El Manglito”, donde
brotaba agua de manera intermitente durante el año, a cuyas inmediaciones
acudían los habitantes para acarrearla para sus hogares o bien para los edificios
públicos.239
Para mejorar éstas atenciones, El Jefe Político y el Ayuntamiento,
realizaron algunos contratos con particulares para establecer pozos artesianos en
algunas zonas de la ciudad para poder acrecentar el acceso al agua para la
población. Así, entre 1855 y 1866, los señores Thomas Braque y Callen Calhoun
habían perforado pozos en la zona del “Manglito” porque “el agua es de bajo nivel
y puede afluir por ahí” de manera eficaz, y habían establecido algunos canales
para el abastecimiento del recurso.240
La población acudía constantemente a los pozos, desde principios de la
década de los setenta, para autoconsumo y para dar a sus animales, dificultando
en algunas ocasiones el abastecimiento del agua por su encharcamiento y
enfangamiento, así como el uso desmedido de las bombas.241 Ante estas
dificultades, las autoridades se preocuparon por hacer extensivo el acceso al
recurso hídrico, tanto de su abastecimiento como del control que debía ejercerse
para el uso cotidiano.
Por lo que para la época porfiriana el uso de los pozos se generalizó y
comenzaron a utilizarse en las casas-habitación y los edificios públicos. Por
fotografías y testimonios de la época podemos advertir que era usual encontrar
que cada finca poseyera “una máquina para elevar el agua movida por un molino
de viento;” además de observar algunas personas concurrir a los pozos en el
239
El Ayuntamiento informa sobre la situación de los parajes de agua que existen en La Paz, 12 de
Noviembre de 1861, AHPLM, Doc. 444, Vol. 78.
240
Contrato celebrado con Thomas Braque y el Jefe Político para establecer un pozo artesiano,
AHPLM, 16 de enero de 1855, vol. 57, doc. 70; Contrato celebrado entre Callen Calhoun y el
Ayuntamiento para establecer un pozo artesiano, 11 de Febrero de 1866, AHPLM, Vol. 91, Doc.
29.
241
El ayuntamiento informa sobre el mal uso de los pozos de agua, 14 de Noviembre de 1872,
AHPLM, Vol. 109, Doc. 295, Exp. 3.
99
“manglito” para abastecerse de agua; o que en el jardín Velasco o en el Hospital
Salvatierra se deteriorara la bomba de agua y que se solicitara su arreglo. 242
A pesar de que no existió un sistema de agua por entubado y alcantarillado
en La Paz a diferencia de otras ciudades del país durante el porfiriato243, si
podemos advertir que se buscó que la población tuviese acceso al recurso hídrico
a través del mejoramiento de un sistema de pozos y pilas para ser utilizado por
toda la población en su cotidianidad.
242
León Diguet, Territorio de la Baja California. Reseña Geográfica y Estadística, México,
Universidad Autónoma de Baja California, Colegio de la Frontera Norte, Centro Cultural Tijuana,
Instituto Municipal de Arte y Cultura de Tijuana, Instituto Municipal de Arte y Cultura de Mexicali,
Instituto de Cultura de Baja California, 2009, Colección Estado 29. P. 20. Recibo de pago por
acarreo de agua para la escuela de niñas, 30 de Junio de 1876, AHPLM, Instrucción Pública, Vol.
132, Doc. 133, Exp. D/S; El ayuntamiento solicita reponer la bomba de agua del Jardín Velasco, 2
de Septiembre de 1889, AHPLM, Vol. 215, Doc. 163, Exp. S/N; El ayuntamiento autoriza el pago
del arreglo de la bomba de agua del Hospital Salvatierra, 19 de Mayo de 1900, AHPLM,
Gobernación, Vol. 298Bis, Doc. 121, Exp. 231.
243
Patricia Romero Lankao, “Agua en la ciudad de México durante el Porfiriato: ¿una realidad
superada?”, en revista: Relaciones, México, Núm. 80, Vol. 20, Universidad Autónoma
Metropolitana-Xochimilco, 1999; Patricia Ávila y Ana Rosa González García, “Agua para las
ciudades en el porfiriato. El caso de Guadalajara, México”, en: Revista del Colegio de San Luis,
México, Nueva Época, Núm. 4, año II, Julio- Diciembre de 2012.
100
de lo nacional a través del pensamiento, valores y formas de la cultura de lo
extranjero.244
Para las élites del México finisecular la paz y el orden conseguido por
Porfirio Díaz significaba entablar un proyecto sobre la imagen nacional; dicha
imagen era sentirse parte de un mundo cosmopolita, de emular a las grandes
naciones que estaban en la modernidad y el progreso; de abrir al país al mundo
occidental, aquel que forjaba el mejor de los mundos posibles, imitando los estilos
y fachadas de las grandes naciones de la civilización, como Francia y Estados
Unidos, de fomentar lo extranjero en lo económico, lo político y en las artes.245
En el caso de las ciudades, y en términos de las formas urbanas serían los
extranjeros los que tendrían gran injerencia para la formación y difusión de su
concepción urbana en los diseños arquitectónicos. Por ejemplo, en la ciudad de
México desde el siglo XVIII hicieron algunos edificios notables, y se formarían
profesionales de la construcción de obras arquitectónicas en el Instituto de Bellas
Artes, lo cual marcó la llegada del estilo neoclásico al país. Este estilo fue
continuado por los constructores, arquitectos e ingenieros de la ciudad de México
durante la época porfiriana.246
El neoclasicismo, reflejo de la modernidad, símbolo de la civilización y el
progreso, cuyas manifestaciones se mostraban en la arquitectura a través de la
monumentalidad, las formas geométricas como el cuadrado, con fachadas y frisos
austeros y con columnas dóricas, con vanos simples, y arcos de medio punto
fueron algunas de las manifestaciones de este estilo.247
Con respecto al estilo neoclásico que comenzó a difundirse en la época
porfiriana y la variedad de formas que existieron en las diferentes regiones del
244
Paolo Riguzzi, “Las dimensiones de la imagen nacional en el Porfiriato”, en: El Águila Bifronte,
en: Enrique Montalvo Ortega (Coord.), El Águila Bifronte, México, Instituto Nacional de
Antropología e Historia, 1995, p. 197-223.
245
Mauricio Tenorio Trillo, Artilugio de la Nación Moderna, México, Fondo de Cultura Económica,
1998, p. 11-28.
246
Justino Fernández, El Arte del siglo XIX en México, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1983; Federico Fernández Christlieb, Europa y El Urbanismo Neoclásico en la Ciudad de
México, México, Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México, Plaza y
Valdés, 2000, p. 72-126.
247
Justino Fernández, Op. Cit, P. 36- 46.
101
país, conviene retener lo que nos advierte el historiador del arte, Antonio Bonet
Correa, “hay que tener en cuenta la variedad geográfica de la República, con sus
tradiciones diferentes y sobre todo con una vida económica distinta, producto todo
ello de su aislamiento y del desarrollo de sus posibilidades”, porque sería en
algunas ciudades, donde no habían arquitectos, ingenieros, o centros educativos
especializados en la formación de especialistas en diseño urbano, donde los
extranjeros residentes o las familias que mandaban a sus hijos a estudiar a otra
nación o maestros albañiles que aprendieron las técnicas necesarias, los que
influirían en el diseño de obras arquitectónicas.248
En el caso La Paz, desde 1878, con la inversión de capitales extranjeros y
nacionales en la industria minera del Triunfo y San Antonio, así como por la
subvención de compañías navieras fueron las condiciones que lo situaron como
un importante puerto comercial.249 Lo que se tradujo en un importante crecimiento
poblacional y el arribo de algunas familias extranjeras, o algunas otras de origen
local, que seducidos por el sentido de lo cosmopolita de la época, los que enviaron
a sus hijos a estudiar al extranjero o solían pasear por algunas ciudades
mexicanas y volvían seducidos por la visión de lo moderno de las grandes
urbes,250 y fungiendo algunas veces como miembros en los puestos políticos,
fueron los que llegaron a transformar la fisonomía de La Paz.
Así tenemos a algunas familias como los González, cuyo jefe de familia
oriundo de Durango, se había dedicado a los negocios en el puerto paceño en su
tienda la Torre Eiffel, y cuya fortuna le había podido costear los estudios a su hijo
Francisco A. González en el Colegio Holly Mont de Inglaterra;251 Los Ruffo, de
248
Antonio Bonet Correa, “La Arquitectura de la época Porfiriana en Méjico”, en Anales de la
Universidad de Murcia (Filosofía y Letras), España, Universidad de Murcia, Vol. 24, Núm. 1 y 2,
1966.
249
Edith González Cruz e Ignacio Rivas Hernández, “El Comercio”, en Dení Trejo Barajas
(Coordinadora), Historia General de Baja California Sur, Tomo I: La Economía Regional, México,
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Universidad
Autónoma de Baja California Sur, Plaza y Valdés, 2002, p. 385-408.
250
Informe del Jefe Político a la Secretaría de Gobernación, 2 de Junio de 1890, AHPLM, Doc. 4,
Caja de informes de Gobierno.
251
J.R. Southworth, Baja California Ilustrada, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur,
1989.p. 52-53.
102
origen español, se habían arraigado en La Paz desde inicios del siglo252 y habían
creado lazos familiares con algunos notables de la ciudad e incursionado en el
comercio, la pesquería de perlas, eran propietarios de fincas, y en algunas
ocasiones fueron miembros del Ayuntamiento paceño; y algunos otros nombres
como Santiago Viosca, de origen norteamericano, que fue cónsul de los Estados
Unidos y dueño de la “Tenería Viosca”; Gastón Vives, de ascendencia francesa,
que incursionó en la pesquería de perlas y sería miembro activo del
Ayuntamiento,253 entre otros más, los que engalanarían a la ciudad con sus
construcciones de estilo neoclásico y le dieron a la pequeña urbe de La Paz el
sentido cosmopolita, pero acorde a las posibilidades del puerto, que el régimen de
Díaz intentó transmitir en la nación.
Bajo el cobijo de estas ideas que mencionamos, encontramos algunas
edificaciones de carácter público como La Casa de Gobierno, Casa Municipal, El
hospital Salvatierra, El Teatro Juárez, El Jardín Velasco, el Parque Porfirio Díaz, El
hipódromo de Palmira; y en las de carácter privado tenemos algunas industrias y
comercios particulares como La Torre Eiffel, La Tenería Viosca, y algunas casas-
habitación.
La Casa de Gobierno fue una obra cuya necesidad detectó el Jefe Político,
en 1868, ante la necesidad de contar con un edificio propio para la Jefatura, los
juzgados y la dependencia de Hacienda, ya que se venía rentando un local para
uso de las oficinas de gobierno.254 En ese mismo año, el Teniente de Infantería,
Florencio Estrada, comenzó la apertura de un corredor y dos piezas para que
fuesen abiertas para atender a la población.255 El edificio lucía con “varas de
frente, divididas en seis piezas de más o menos tamaño, con un zaguán grande a
la mitad de él, dos piezas también de martillo y un corredor en toda su extensión,
252
Pablo L. Martínez, Guía Familiar de la Baja California, 1700-1900, México, Editorial Baja
California, 1965, p. 21.
253
Martha Micheline Cariño Olvera, El porvenir de la Baja California está en sus mares, La Paz,
Universidad Autónoma de Baja California Sur, Secretaría de Educación Pública, p. 23-54, 2000;
Ibídem, Pablo L. Martínez, p. 504.
254
El Jefe Político informa a la Secretaría de Hacienda sobre la necesidad de construir un edificio
para las oficinas federales,13 de Marzo de 1868, AHPLM, Doc. 211, Vol. 94Bis, Exp S/N.
255
El Jefe Político al Ministerio de Hacienda sobre apertura de oficinas, 2 de Julio de 1868,
AHPLM, Doc. 489, Vol. 95, Exp. S/N.
103
ocupado por la fuerza federal que guarnece esta plaza. Tiene además una tapia
de buenas paredes, una pieza que sirve de cárcel y un pozo en medio del
patio.”256 Con el pasar de los años, al edificio se le irían añadiendo algunas
mejoras como una zanja para desagüe para cuando en épocas de lluvia no se
estancara el agua.257
Sin embargo, uno de los graves problemas que tenía el edificio era que
había sido diseñado sin un plano que determinara y delimitara el espacio para el
uso de cada oficina; por lo que para 1879, el Jefe Político dispuso la elaboración
del plano para la renovación del inmueble. El cuál iba a contar con un despacho
para el jefe político, secretaría, oficinas para el juzgado de primera instancia,
archivos, cuerpo de guardia, pabellones para jefes y oficiales, corredor para
cuartel, un pozo con lavaderos y un calabozo. En ese mismo año se daría inicio a
la construcción de la Casa de Gobierno.258
Ante la necesidad de que el edificio contara con un reloj para que marcara
la hora exacta a la población paceña se dispuso la erección de una torre de reloj
en 1882, la cual sería obra de los ingenieros Moreno y Peña, y el maestro albañil
Juan J. Navarro.259
La Casa Municipal fue una obra que inició a mediados de 1901 por
disposición del Ayuntamiento ante la urgencia de contar con un edificio óptimo
para atender a la población. Ya que desde 1857 el viejo edificio, de adobe y
piedra, que acogía a los regidores ya no podía seguirse utilizando por el estado en
que se encontraba.260
256
El Jefe Político informa al Secretario de Hacienda sobre el edificio, 13 de Mayo de 1869,
AHPLM, Doc. 279, Vol. 99, Exp. S/N.
257
El Jefe Político informa al Secretario de Hacienda sobre el edificio, 29 de Agosto de 1871,
AHPLM, Doc. 279, Vol. 99, Exp. S/N.
258
EL Jefe Político informa a la Secretaria de Gobernación sobre el plano de la Casa de Gobierno,
15 de Septiembre de 1879, AHPLM, Guerra, Doc. 409, Vol. 150, Exp. S/N.
259
El Jefe Político informa a la Secretaría de Gobernación sobre la construcción de una torre de
reloj, 4 de Abril, 15 de Marzo, 22 de Mayo, 26 de Mayo y 19 de Agosto de 1882, AHPLM,
Gobernación, Doc. 102, Vol. 170, Exp. S/N.
260
Véase el plano de 1857 donde viene señalado la casa municipal, agradezco el acceso de este
plano al Centro Documental de Historia Urbana (CEDOHU). este edificio, según mi apreciación del
plano, se encontraba en las actuales calles Antonio Mijares y Agustín Arriola, donde actualmente
se ubica el restaurante Baja Wings.
104
El nuevo edificio municipal se construiría en lugar del mercado de carnes de
la ciudad.261 Ya que, a consideración de Gastón Vives
A todo lo que se pudiera objetar en contra de la supresión de ese local, existe el
hecho demostrado por el largo tiempo de su existencia de que es y ha sido
enteramente inútil. Las condiciones especiales de este Territorio hacen del todo
innecesario un mercado en esta ciudad. No hay en la municipalidad, ni fuera de
ella, comerciantes ambulantes que necesiten un lugar especial en la ciudad
donde ir a expender sus artículos.[…]Los expendios de carne que es lo único
que hay de mercado, quedarán bien situados como ya hay varios en distintos
lugares de la ciudad.262
La petición que hiciera Vives al Jefe Político y este a los vendedores del
lugar fue aceptada, quienes comenzaron a desocupar el mercado y de inmediato
se dio inicio a la demolición, el 29 de agosto de 1901. Unos días más tarde, el
presidente municipal aprobaba el avalúo y el plano de la casa municipal.263La
primera piedra de la obra se colocó el día 15 de Septiembre de 1901, con el fin de
que coincidiera con el onomástico de Porfirio Díaz a “quién cuya sabia y patriótica
administración se debe la prosperidad nacional.”264 Para 1910, con la
conmemoración del centenario de la independencia se le construyó una torre con
detalles de piedra y madera.265
Contar con un hospital para la atención de la población fue una de las
preocupaciones del gobierno de La Paz hacía 1890. Ya que desde los inicios de la
ciudad, la atención médica venía haciéndose por parte de los gastos del
ayuntamiento, quién enviaba al personal médico a los hogares para atender a los
enfermos y ayudándoles a costear gastos en medicinas; pero con el constante
crecimiento poblacional que se vivió durante estos años, el ayuntamiento ya no
podía seguir manteniendo esa atención médica, por lo que presiono al jefe político
261
Donde actualmente este edificio municipal se convirtió en el Centro Cultural La Paz en las
Calles Belisario Domínguez y 16 de Septiembre.
262
El Presidente Municipal informa al Secretario de Gobernación sobre la necesidad de hacer una
casa municipal, 29 de Agosto de 1901, AHPLM, Doc. 227, Gobernación, Vol. 317Bis, Exp. 45.
263
El Presidente Municipal informa al Secretario de Gobernación sobre la necesidad de hacer una
casa municipal, 31 de Agosto de 1901, AHPLM, Doc. 227, Gobernación, Vol. 317Bis, Exp. 45.
264
El Jefe Político informa a la Secretaría de Gobernación sobre el inicio de la obra de la casa
municipal, 15 de Septiembre de 1901, AHPLM, Doc. 157, Gobernación, Vol. 316Bis, Exp. 110.
265
Informe del Jefe Político sobre mejoras materiales que se hicieron con motivo de la
Independencia Nacional, 24 de Octubre de 1910, AHPLM, Doc. 379, Gobernación, Vol. 525, Exp.
S/N.
105
para que se construyera un edificio que atendiera a las necesidades de salud que
los habitantes necesitaban.266
Así, para el 14 de Julio de 1890, se inauguró la construcción del hospital,
bajo el nombre de Juan María de Salvatierra, “en honor al misionero que pisó
tierras bajacalifornianas” en el barrio de El Esterito. El diseño del plano y avalúo
del edifico estuvo a cargo del ingeniero Alfredo Rosenzweig, quién construyo las
primeras partes del inmueble, el cual se componía de “dos piezas fabricadas […]
de un patio o corral de una extensión suficiente.” 267
Sin embargo, según el jefe político carecía de los espacios óptimos para
atender a los enfermos, así como de las oficinas especializadas para hacerlas
intervenciones quirúrgicas, y de la división de ambos géneros para evitar
inmoralidades;268 por lo que solicitó ayuda al gobierno federal, al ayuntamiento y a
las clases pudientes de la ciudad de La Paz para terminar el edificio.
Así para 1892, se le añadieron algunas mejoras y ya casi se terminaba todo
el inmueble,
El frente se compone de dos piezas. Tres destinados a vivienda y oficina del
administrador y los restantes para baños, cuerpo del guardia, consultorio del
médico del establecimiento, botica, comedor y cocina. El departamento interior
cuya construcción esta terminada consta de tres grandes salones para
enfermos que llevan los nombres de “Montes de Oca, “Monseñor Alcalde” y
“Doctor Lucio” y seis celdas para dementes y enfermos aislados. Esta
igualmente concluido un salón exagonal por separado, todo el material para
operaciones de cirugía, y en construcción otro gran departamento interior, igual
al mencionado, para mujeres.269
266
Ignacio Rivas Hernández, “De la caridad médica a la atención hospitalaria. La fundación del
Hospital Salvatierra”, en: (Aníbal Angulo Cosío, comp.), Benemérito Hospital Juan María de
Salvatierra, Baja California Sur, Gobierno del Estado de Baja California Sur, Instituto
Sudcaliforniano de Cultura, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2013.
267
Informe del Jefe Político a la Secretaría de Gobernación sobre la construcción del hospital
Salvatierra, 23 de Septiembre de 1890, AHPLM, Gobernación, Doc. 402, Vol. 227, Exp. 46.
268
Informe del Jefe Político a la Secretaría de Gobernación sobre la construcción del hospital
Salvatierra, 23 de Septiembre de 1890, AHPLM, Gobernación, Doc. 402, Vol. 227, Exp. 46.
269
Informe del Jefe Político al Secretario de Estadística sobre las mejoras hechas al Hospital
Salvatierra, 5 de Diciembre de 1892, AHPLM, Fomento, Doc. 7, Vol. 242, Exp. 6.
270
Informe del Jefe Político al Secretario de Gobernación sobre la conclusión del Hospital
Salvatierra, 5 de Abril de 1893, AHPLM, Gobernación, Doc. 140, Vol. 243 6/6, Exp. D/S.
106
Con el constante crecimiento poblacional y económico de la ciudad durante
esta época, se acrecentó la necesidad cultural de la sociedad, quienes a partir de
la década de los ochenta recibían funciones de zarzuela, opera, y obras teatrales
en algunos espacios improvisados para llevarlas a cabo: como en la casa de
gobierno o en algunas casas particulares.271 Por lo que contar con un espacio
especializado para los eventos culturales fue una de las necesidades que se
planteó el gobierno de La Paz.
Así en 1888, el Jefe Político José María Rangel pidió que se le concediera
un solar de primera clase que se encontraba a un costado de la casa municipal.272
La petición que hizo Rangel durante ese año no fue atendida por el gobierno
municipal, por lo que los primeros pasos para la erección del teatro quedaron sin
atenderse.
Un año después, para el 21 de Noviembre de 1889, Rangel volvió a insistir
en que se le adjudicara otro solar para la creación del teatro, pero esta vez era el
que se encontraba por el mercado de carnes de la ciudad,273 ya que argumentaba
que “en la actualidad se halla dividido dicho mercado en dos puntos distintos de la
población, siendo conveniente establezca”.274
La petición del Jefe Político pasó a revisión de los regidores del
Ayuntamiento quienes la aceptaron. Sin embargo, por la falta de fondos para el
levantamiento del edificio la construcción se fue retrasando por algunos años.275
Así para poder hacer realidad el proyecto la sociedad paceña se organizó
en clubes como el “Patriótico Juárez”276 que se encargaron de las actividades y
271
Reyna L. Jaime Félix, Teatro Juárez, 1910-1920, La Paz, Gobierno del Estado de Baja
California Sur, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
2012, p. 17-27.
272
Según el plano adjunto a este documento, y a sabiendas que la casa municipal en ese entonces
se ubicaba por la calle primera, hoy Agustín Arriola, argumentamos que el teatro se pretendía
ubicar donde hoy esta Bonanza Telas.
273
Este mercado de carnes se encontraba por las actuales calles Belisario Domínguez y 16 de
Septiembre.
274
Petición que hace el Jefe Político al Ayuntamiento sobre un solar para establecer el teatro, 21 de
Noviembre de 1889, AHPLM, Doc. 253, Vol. 216, Exp. S/N.
275
Petición que hace el Jefe Político al Ayuntamiento sobre un solar para establecer el teatro, 21 y
25 de Noviembre de 1889, AHPLM, Doc. 253, Vol. 216, Exp. S/N.
107
organización de los eventos que se iban a realizar para la recaudación de fondos
para la construcción del Teatro, así se hicieron funciones lúdicas como “kermeses,
bailes y loterías”, y algunas personas aportaron de su bolsillo dinero, como
“Manuel Cota con veinte pesos, Antonio Navarro diez pesos y Urbano Angulo
cinco pesos”; algunos otros compraron espacios en el teatro para poder ir
aportando en la construcción, entre ellos estaban “Antonio Ruffo, Antonio
Domínguez, Miguel L Cornejo, Néstor Pino, Guillermo Silver, Santiago Viosca,
Manuel V. Jordán y Gastón Vives”.277
Para el 21 de Marzo de 1906, con las recaudaciones hechas por los
ciudadanos y el “Club Patriótico Juárez “, se puso la primera piedra del Teatro que
llevaría el nombre del ilustre personaje.278 Y para el 24 de Octubre de 1910, con
motivo de la celebración del centenario de la Independencia, quedó inaugurado el
Teatro donde se realizaron las fiestas cívicas.279 A pesar de que el techo no
estaba terminado, ya lucía esplendoroso con su techo de dos aguas, sus
columnas dóricas y sus arcos de medio punto.
Una de las actividades lúdicas que se gozaba durante la época porfirista y
que los habitantes de La Paz no fueron ajenos también a su encanto fueron las
carreras de caballos.280 Por uno de los artículos del Bando de Policía y Buen
Gobierno de 1894,281 nos percatamos que dichas carreras se llevaban a cabo en
276
Desde 1887, en todo México, se venía dando un fenómeno de culto a la persona de Juárez;
celebrando el día de su nacimiento y su aniversario luctuosos. Debido a que uno de los proyectos
de las élites liberales era fomentar el nacionalismo mexicano e identificarlo con el liberalismo
triunfante. Juárez símbolo de la lucha contra el antiguo régimen, promotor de la idea de nación, y
dador de la carta magna de 1857, fue puesto en nomenclatura de calles, se erigieron monumentos,
avenidas, estatuas, biografías, leyendas, edificios públicos y monumentos. Véase: Rubén Guerrero
Zorrilla, “Un símbolo llamado Juárez”. En: Historia y Grafía, México, Universidad Iberoamericana,
núm. 13, 1999. P. 69-92.
277
Reyna L. Jaime Félix, Op. Cit. p. 34- 35.
278
El club Patriótico Juárez informa al Jefe Político sobre la construcción del teatro, 21 de Marzo de
1906, AHPLM, Gobernación, Doc. 1, Vol. 410, Exp. 214.
279
Informe del Jefe Político sobre mejoras materiales que se hicieron con motivo de la
Independencia Nacional, 24 de Octubre de 1910, AHPLM, Gobernación, Doc. 379, Vol. 525, Exp.
S/N.
280
Moisés González Navarro, en: Daniel Cosío Villegas (Coordinador) Historia Moderna de México,
El Porfiriato, Vida Social, México, Editorial Hermes, 1973. P. 710-711.
281
El artículo que referimos es el 15, de la sección de Orden y Seguridad. Bando de Policía y Buen
Gobierno del Ayuntamiento de La Paz, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 22,
Vol. 256, Exp. s/N.
108
las calles de la ciudad, lo cual resultaba peligrosos para los habitantes que
transitaban por ellas por los accidentes que se ocasionaban, por lo que contar con
un establecimiento óptimo para hacerlas era indispensable.
La proyección del proyecto del edificio comenzó el 28 de febrero de 1894, y
se buscó que estuviese a las afueras del barrio del “Esterito”, en un lugar que se
conocía en la época como “Palmira”.282 Para marzo de ese año, ya se habían
comprado los materiales para la construcción, se habían delineado la pista y los
postes de alambrado para la cerca. La gente por fin “tendrá un lugar de recreo,
podrá ver las carreras de caballos al abrigo del sol y del viento”. 283
Para el 1 de Marzo de ese año, las mejoras del hipódromo, que se llamaría
“Palmira”, ya estaban listas. La pista, ya por terminarse, tenía “la forma de un
elipsoide, cuyo eje mayor es de 320 metros y el menor de 140. La calle para las
carreras es de 20 metros de ancho; y una vuelta completa tiene 770; o sean 917
varas”; además se podría contar con un espacio para tiro de pistola y rifle.284 Para
el día 6 de Mayo de 1894, el hipódromo “Palmira” iba a ser inaugurado y se
planeaba hacer una fiesta.285
Desconocemos que sucedió con este edificio durante los siguientes años
del periodo porfirista ya que no quedaron planos ni fotografías de él, pero por
algunos documentos de archivo podemos inferir que el establecimiento siguió en
funciones; por ejemplo para 1898, según algunos permisos del ayuntamiento, se
concedieron licencias a algunos organizadores como al Sr. Refugio Talamantes
282
Adrián Valadés, Periódico: El correo de La Paz, 20 de Febrero de 1894, Núm. 12, Tomo I.
Existe una versión en línea del periódico en: www.californax.com , Óscar Mendoza S.(Encargado
de la página)
283
Adrián Valadés, Periódico: El correo de La Paz, 1 de Marzo de 1894, Núm. 13, Tomo I. Existe
una versión en línea del periódico en: www.californax.com , Óscar Mendoza S.(Encargado de la
página)
284
Adrián Valadés, Periódico: El correo de La Paz, 20 de Marzo de 1894, Núm. 15, Tomo I. Existe
una versión en línea del periódico en: www.californax.com , Óscar Mendoza S.(Encargado de la
página)
285
Adrián Valadés, Periódico: El correo de La Paz, 11 de Abril de 1894, Núm. 12, Tomo I. Existe
una versión en línea del periódico en: www.californax.com , Óscar Mendoza S.(Encargado de la
página)
109
durante los primeros dos días de enero para que hiciera unas carreras de caballo,
a las cuatro de la tarde en el “lugar acostumbrado”.286
Dotar a la población de jardines y parques para mantener la salubridad,
ornato, decoro y recreación de la sociedad fueron objetivos que persiguieron las
élites porfirianas para las ciudades mexicanas.287En la ciudad de La Paz hubo dos
parques-jardín, el “Velasco” y el “Porfirio Díaz”.
Contar con una plaza de armas con jardín fue uno de los planteamientos del
ayuntamiento de la ciudad desde 1874. En el cual se había presentado un plano y
cuya construcción comenzaría ese mismo año; el nombre con el que se conocería
al jardín desde 1877 sería el de “Velasco”, en honor al jefe político Máximo
Velasco.288
Al jardín Velasco se le irían sumando varias mejoras, entre 1886 y 1910, al
jardín se le añadió una manguera, una bomba y un molino para extracción del
agua, una casita para el resguardo de la bomba, tuberías para dotar de agua a los
visitantes; así como se le introdujeron algunas bancas, se le colocaron árboles
como laureles de la india, del fuego, almendros, palmeras, laurel rosa, cactus y
flores.289 Para 1899, se le instaló un kiosko de madera, cuyo costo fue de
$208.44.290 En 1906, el Club Patriótico Juárez mandó poner un busto “en una
columna triangular de hierro fundido con inscripciones y dibujos en relieve […]
acabado en cobre repujado” con motivo del onomástico de Benito Juárez.291
286
Licencias concedidas por el Ayuntamiento de La Paz para hacer carreras de caballos, 1 y 2 de
Enero de 1898, AHPLM, Gobernación, Doc. 2, Vol. 280 1/6, Exp. 2.
287
María Estela Eguiarte, “Espacios Públicos en la ciudad de México: paseos, plazas y jardines,
1861- 1877”, en: Historias 12, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia , Enero-Marzo
1986.
288
El ayuntamiento aprueba el gasto para hacer una plaza de armas, 14 de Febrero de 1874,
AHPLM, Doc. 162, Vol. 119, Exp. S/N; Acuerdo del Ayuntamiento para poner el nombre al jardín de
la ciudad, 3 de Febrero de 1877, AHPLM, Gobernación, Doc. 32, Vol. 135Bis, Exp. S/N.
289
Diversas mejoras que se introducen en el jardín Velasco, 22 de Enero de 1892, AHPLM,
Ayuntamiento, Doc. 4, Vol. 237, Exp. S/N; Doc. 28, Vol. 237, Exp. S/N; 3 Abril de 1886, Doc. 111,
Vol. 199, Exp. S/N; 16 de Octubre de 1887, Doc. 207, Vol. 205, Exp. S/N, 2 de Septiembre de
1889, Doc. 207, Vol. 205, Exp. S/N; 1898, Doc. 49, Vol. 282 2/2, Exp. S/N.
290
El ayuntamiento aprueba el gasto para introducir un kiosko en el jardín Velasco., 28 de Marzo
de 1899, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 78, Vol. 298, Exp. S/N.
291
El Club Patriótico Benito Juárez manda poner un busto de Benito Juárez en el jardín Velasco, 6
de Marzo de 1906, AHPLM, Gobernación, Doc. 492, Vol. 424, Exp. 153.
110
El parque Porfirio Díaz, había sido una propuesta que hiso el presidente
municipal, Gastón J. Vives, en 1896292, con motivo de embellecer y proporcionar
un sitio de recreo para los habitantes de la zona de la escuela Número 1.293
En sus inicios el parque contó con un cerco de alambre cuyo costo era de
95 pesos. Para continuar con el ornato mismo del parque, en 1897 se le
sembraron algunas plantas y se le instaló una pila de piedra para suministrar agua
para el riego de las plantas.294Asimismo, en el año de 1898, se le mando poner un
kiosko de madera, cuyo costo final sería de 208. 67 pesos.295 Sin embargo, para
1909, por la falta de cuidado en el mismo parque, y por el estado de deterioro que
se encontraba la comisión de instrucción pública decidió comenzar los trámites
para traspasar esa parte del terreno a la escuela no. 1 para ampliar su edificio.296
Respecto a los edificios de carácter privado tenemos algunas industrias de
transformación, casas comerciales y casas-habitación.
Con el constante crecimiento poblacional y comercial de la ciudad, se dio la
necesidad de establecer algunos establecimientos capaces de producir materias
primas para ser consumidas en la localidad y en el extranjero. Dentro de los
cuales podemos mencionar las tenerías.
El 29 de Junio de 1903, Santiago Viosca formó una sociedad con los
señores Antonio Ruffo y W. H Rocholl con la finalidad de establecer una tenería y
curtiduría, en las calles “Undécima” y “California”, que pudiera dar bonanza a la
población de La Paz. El edificio, cuyos restos aún perduran en nuestra ciudad,
abarcaba cuatro manzanas; la construcción era de ladrillo, con una chimenea de
acero, un patio, varios pozos y pilas que servían como sistema de desagüe.297
292
Solicitud de Gastón J. Vives para construir un parque en honor a Porfirio Díaz, 23 de Enero de
1896, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 5, Vol. 271, Exp. S/N.
293
Este parque estaba ubicado en la zona donde hoy comprenden las calles Nicolás Bravo y
Aquiles Serdán. Op. Cit. Rosa María Mendoza Salgado. p. 97-98.
294
Lista de materiales y herramientas que se remitieron al parque Porfirio Díaz, 25 de Junio de
1897, AHPLM, Ayuntamiento, Doc. 33, Vol. 279, Exp. S/N.
295
Presupuesto de gastos para el parque Porfirio Díaz, Dic 2 de 1898, AHPLM, Gobernación,
Doc.70, Vol. 280, exp. 75.
296
Acuerdo para sesión del parque Porfirio Díaz, 7 de Agosto de 1909, AHPLM, Instrucción
Pública, Doc. 539, Vol. 502, Exp. 17.
297
Ignacio Rivas Hernández, “La Industria”, en: Dení Trejo Barajas (Coord.), Historia General de
Baja California Sur. Tomo I. La Economía Regional, México, Consejo Nacional de Ciencia y
111
La Torre Eiffel, un gran almacén mercantil, que vendía artículos de fantasía,
artículos para señoras, abarrotes, vinos, licores, puros, mercería fina y corriente,
fue establecida en 1863 por los Señores González y Ruffo, era una construcción
de piedra y ocupaba casi una cuadra entera en las calles Puerto y Obispado, en
las actuales calles Agustín Arriola y Zaragoza, cuya construcción se dividía en dos
pisos, en la cual la primer planta era el negocio mercantil y la segunda planta era
la vivienda personal de la familia González a partir de 1890.298
En el primer piso había varios departamentos, en los cuales estaban los
cuartos donde se hacía la venta de los artículos, los muestrarios, las oficinas de
los encargados y las bodegas.
Con respecto a la vida en el segundo piso, Rosa María Salgado Mendoza
nos refiere que para pasar a él, se entraba por la puerta principal que estaba a un
costado de las puertas de la tienda y se accedía a las habitaciones
La casa era amplia, pintada en colores claros, con guardapolvos de tono más
fuerte y coronadas con cenefas pintadas a mano con motivos florales, el
mobiliario combinaba con la maderas de cedro y caoba. [...] También, debido al
clima y por estar ubicada tan cerca del mar, en sus terrazas interiores se
encontraban juegos de muebles fabricados en mimbre, tales como sillones,
poltronas, sillas, mesas, jardineras, todas ellas coronadas y circundadas por
arabescos de delicado diseño.299
Tecnología, Secretaría de Educación Pública, Universidad Autónoma de Baja California Sur, Plaza
y Valdés, 2002. P. 320
298
J.R. Southworth,Op. Cit, p. 52-53.
299
Rosa María Mendoza Salgado, Crónicas de mi puerto, La Paz 1830- 1959, La Paz, Gobierno del
Estado de Baja California Sur, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Instituto
Sudcaliforniano de Cultura, Archivo Histórico Pablo L. Martínez, 2015, p. 118-119.
300
Bando de Policía y Buen Gobierno de 1894, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento,
Doc. 22, Vol. 256, Exp. S/N.
112
un manantial de las cercanías. Cada casa tiene un pozo y una máquina para
elevar el agua, movida por un molino de viento.301
301
León Diguet, Territorio de la Baja California, reseña geográfica y estadística, Baja California,
Instituto de Cultura de Baja California, Gobierno del Estado de Baja California, 2009, p. 20-24.
302
Bando de Policía y Buen Gobierno de 1894, 25 de Diciembre de 1894, AHPLM, Ayuntamiento,
Doc. 22, Vol. 256, Exp. S/N.
113
Conclusiones
115
ciudad y algunos intentos por mejorar el emplazamiento y la urbanización de La
Paz.
Algunos de esos elementos fueron la determinación de la traza urbana de la
ciudad, la dotación de su fundo legal para cuidar y controlar los solares de la
población, así como la determinación de espacios para la habitabilidad de la
sociedad, la generación de algunos reglamentos y disposiciones legales para
controlar la expansión social.
No obstante, que aunque loables los intentos durante esos años de 1860,
por mejorar el aspecto de la ciudad y de controlar el proceso de urbanización,
seguían siendo nulos porque las instituciones de la ciudad carecían de fondos
suficientes para dotar de obras y servicios públicos para los habitantes de La Paz,
así como los conflictos internos que continuaban suscitándose en la ciudad, entre
la Jefatura Política y los miembros del Ayuntamiento, generaron un escaso
desarrollo urbano en el puerto.
No sería sino hasta la época porfiriana que dicho proceso de urbanización
llegaría a su culmen. Debido a una serie de factores que propiciaron este impulso.
El primero de ellos fue el control que ejerció Don Porfirio en las querellas de
autoridades regionales que generaban un clima de incomodidad y mal desarrollo
en las arcas públicas para atender los problemas de la ciudad. Otro de los
aspectos fue la política de subvención de compañías marítimas en el golfo de
california, lo cual dinamizó el tráfico mercantil en la ciudad y con ello la llegada de
más pobladores a la ciudad. A su vez, tras la evolución que vivieron las industrias
mineras de San Antonio y El Triunfo a partir de 1878, así como el arribo de
empresas perlíferas de inversiones extranjeras a la Bahía de La Paz, propiciaron
un crecimiento poblacional importante en la ciudad paceña.
Esto provocó una urbanización más amplia y una nueva forja de medidas y
disposiciones legales para poder adecuarse a las nuevas realidades que se vivían
en la ciudad. Así para principios de la década de los ochenta, las autoridades
dispusieron de reglamentos económicos para el Ayuntamiento y otras instancias
legales para cuidar de los ingresos y egresos que se tenían para poder mejorar las
116
atenciones que requerían la ciudad. A su vez, se dotaron de reglamentos sobre
solares, de policía, entre otros más para incrementar el control del proceso
expansivo de la urbanización paceña.
Se incrementó la expansión de la ciudad al ampliarse su traza urbana y su
fundo legal, se generaron varios servicios públicos y se dotaron de edificios y
obras públicas que estuvieran acordes a la época.
Esta es a grandes rasgos la historia que relaté en este trabajo con el
propósito de conocer sobre el proceso de conformación urbana de nuestra ciudad
de La Paz, y de incentivar a los lectores por este tipo de estudios, ya que aún hay
mucho por hacer. Como estudiar a la sociedad de aquellos años, la experiencia
que tenían de vivir la ciudad, sobre sus vivencias culturales así como de ahondar
más en las relaciones del entorno urbano con la sociedad.
117
Anexos
118
Anexo cartográ
áfico
Plano
o de 1857 que representa la parte
p baja de la
a ciudad.
Fuen
nte: Colectivo de Historia Urba
ana.
119
Pllano de 1886, que
q señala la nueva
n nomenclatura de las ca
alles y manzan
nas de la ciudad.
uente: Archivo Histórico Pablo L. Martínez.
Fu
120
Plano
P de 1897
7, que señala la evolución ded la traza urrbana desde 1877.
Fuente: Archivvo Histórico Pablo
P L. Martíínez.
121
Plano de
e 1892, que señala la nuevva numeración de manzanas y casas.
Fuente: Archivo Histó
órico Pablo L. Martínez.
122
Plano de
e 1907. Señala la expansión del asentam
miento de la cciudad de La Paz. Los espaacios en rojo yya
habían sido
s adjudicad dos, mientrass que los amarillos se encoontraban en trámite.
123
Plano
P de 1908
8 que muestrra los rondine es de policía y el sector de alumbrado de la
ciudad.
Fuente: Archivvo Histórico Pablo
P L. Martíínez.
124
Anexo
o Fotográffico
Dibujo de la
a ciudad de La Paz en e
el año de 184
42.
Fuente: Yooshikazu Sano, Vida en n México de e Trece
Naúfragos Japoneses.
J
125
Casa--Habitación de
d la época porfiriana.
Fuentee: Archivo Histórico
H Pab
blo L. Martín ez.
Prolonga
ación de la ca
alle “Ayuntam
miento” durantte la época po
orfiriana, hoy 5
de Mayoo.
órico Pablo L. Martínez.
Fuente: Archivo Histó
126
El Teatro
T Juárezz y la Casa Municipal
M dura
ante las fiesta
as del centenario de la Ind
dependencia,
1910.
Fueente: Luis Dom
mínguez Bareeño.
Jardín Velasco du
urante la époc
ca porfiriana.
Fuennte: AHPLM.
127
Palac
cio Municipal durante
d las Fiestas del Ce
entenario de la
a Independen
ncia.
Fuentte: AHPLM.
Jacal de
d Palma, posible perspec ctiva de una casa
c de una fa
amilia menessterosa a las afueras de la
ciudad
d durante la época
é porfiriana.
Fuentee: J.R. Southw
worth, Baja California
C Ilusttrada.
128
Ca
asa de Gobie
erno durante la
as Fiestas de
el Centenario de la Independencia.
Fu
uente: AHPLM
M.
Tea
atro Juárez ha
acia 1910.
Fue
ente: AHPLM.
129
La To
orre Eiffel.
Fuentte: J.R. South
hworth, Baja California Ilus
strada.
Tenería Viosca.
Fuente
e: AHPLM.
130
Eventto Organizado
o para la Crea
ación del Tea
atro Juárez.
Fuentte: AHPLM.
Hospita
al Salvatierra.
Fuente
e: AHPLM.
131
Vista de La Paz desde
e El Mogote durante la épo
oca porfiriana
a.
Fuente: AHPLM.
A
132
Panteón de Los Sanjuanes a princ
cipios del sigllo XX.
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mica y Púb
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