Buenas Prácticas en Arquitectura y Urbanismo
Buenas Prácticas en Arquitectura y Urbanismo
Buenas Prácticas en Arquitectura y Urbanismo
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Figura 2. P. López Martín Romero. 1912. Figura 3. F. Navarro. Cuartería. Ladera de San José.
A.H.P. de L.P.: P. y O. leg. 27; exp. 542-1. 1910. A.H.P. de L.P.: P. y O. leg. 40; exp. 27.
El “fuera la portada” fue más que un toponímico. Fue una auténtica metáfora de las
clases sociales que no cabían en la ciudad histórica y que, tampoco, tenían sus sitio en los
“Riscos”. La metáfora del nuevo barrio en su inicio tuvo su figura, casi exclusiva, en la
casa terrera, base cuantitativa arrolladora y, aunque en menor medida, en el poco ejemplar
modelo de la cuartería, portón o ciudadela de muchas habitaciones en torno a patios.
Pero donde surgió el problema del alojamiento obrero fue en el ensanche portuario
y, en concreto, en la parte de la Isleta. El nuevo barrio del puerto -pensado para 20.000
habitantes- tenía en 1910 unos 10.000 y, hasta 1914, siguió un ritmo de crecimiento ascen-
dente, siendo sus habitantes unos 15.000. El acuerdo establecido en el Plan de Ensanche
entre morfología y barrio obrero fue desbordado pronto. Por una parte la calle sexta (hoy
Tecén) perdió su posición de límite desde la primera década del siglo y comenzó la ocupa-
ción libre y “laberíntica” con las calles 7, 8, 9 y 10 y sus transversales, oblícuas, quebra-
das. Se repetía de este modo el modelo de los Riscos en el sentido de la inadecuación del
plano para el control de la expansión suburbial.
Desde 1899 otro nuevo barrio en la ciudad de Las Palmas, el del Puerto de la Luz
que surgió con el Plan de Ensanche de Laureano Arroyo y Velasco (1890), era “el más
moderno y más infecto”.2 En 1910, de los 10.000 habitantes que tenía el nuevo barrio,
unas 1.500 ó 2.000 personas vivían en chozas (fig. 4).
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emanó legislación sobre la “cuestión social” de la vivienda, cuando se institucionalizaron
las diversas corrientes que, desde el krausismo al catolicismo social y las posturas más
conservadoras, aceptaban la complejidad del problema.
El alojamiento obrero había sido abordado desde diferentes puntos de vista: los he-
rederos de las revolución de 1868 abogaron por la vivienda en propiedad, mientras otros
defendían el sistema de “casa de renta”, el sistema mixto del bloque en el que se distri-
buían las clases sociales estratificándolas por pisos.4 Si para los primeros el ideal era el
contacto forzoso entre las clases y el medio para educar al obrero en la higiene, la moral y
la religión, para otros, como Mariano Belmás -autor de varios proyectos en Las Palmas5-
era la casa económica bien dispuesta y unida lateralmente a otras.
En este contexto, Luis Millares ante la postura de derribar las chozas de la Isleta y
que fueran sustituidas por el “horrible sistema de las actuales ciudadelas”, propuso el
barrio obrero de viviendas alineadas que enlaza con Mariano Belmás y con la realizacio-
nes de la sociedad “Constructora de Edificios Urbanos de Las Palmas”. La nueva propues-
ta del progresismo filantrópico de Millares era la de primero urbanizar -calles de 10 me-
tros, instalación previa del subsuelo (cloacas y servicios de aguas)- y edificar viviendas
higiénicas con baño, letrina, patio y todas con “un espacio de dos metros limitado por un
muro bajo o sencilla verja de madera, en el que cada familia cultivará dos o más árboles”.6
Nada dijo Millares sobre que fueran viviendas en propiedad. Más bien en un texto pesi-
mista y objetivo denunció que bajo los principios de “Patria y Caridad” harían un barrio
con “mezquinas” ciudadelas. No entenderán, dijo, que su barrio obrero podría ser “un
buen negocio compatible con acierto científico...” .7
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los desordenados Riscos. El tejido residencial de vivienda
obrera se hizo a partir de dos tipos fundamentales: la “mez-
quina” ciudadela o cuartería a las que se denominó popular-
mente “portón” y la casa económica entremedianeras (una a
una o en grupos).
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a partir de los únicos muros
de carga -las medianerías- se
distribuyen habitaciones se-
paradas por tabiquería. En
otras se conforma una prime-
ra crujía con un muro en pa-
ralelo a la fachada. El predo-
Figura 9. Cuartería. Arenales. 1885. A.H.P. de L.P.: P. y O. leg. 11;
minio del subtipo con
exp. 290.
patinillo en la medianera fue
casi absoluto (fig. 10). Un segundo subtipo con el patinillo de aireación centrado fue mi-
noritario. La lógica sistemática de la parcelación profunda de “ensanche” no primó este
tipo derivado de un germen preexistente en la ciudad aunque de mayores dimensiones de
parcela y de programa.
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gen urbana horizontal y de fachadas “exactamente igua-
les”. La persistencia de la casa terrera en esta expansión y
su valor cuantitativo en la historia urbana anterior y poste-
rior al nacimiento de la ciudad moderna, fue recogido por
los nuevos profesionales arquitectos que desde José A.
López Echegarreta, Laureano Arroyo, Fernando Navarro a
Eduardo Laforet, Pelayo López, Rafael Masanet y Miguel
Martín.
Figura 12. F. Navarro. Casa para Figura 13. F. de la Torre. Cuatro ca-
la Asociación Constructora de sas contíguas.Arenales.1888. A.H.P. de
Casas Baratas. c/. Venegas / L.P.: P. y O. leg. 12; exp. 313-2.
Cebrián, 1914. A.H.P. de L.P.: P. y
O. leg. 49; exp. 112.
Si tal como lo define C. Devillers “el tipo es una estructura de correspondencia entre
modelos culturales que rigen las prácticas sociales y, de otra parte, el espacio proyectado
del edificio”, en los ejemplos estudiados fue la menor o mayor complejidad funcional,
distributiva y espacial la única diferencia entre vivienda obrera y burguesa. Esta diferen-
cia se evidencia en la presencia de una sala común de varios usos y con acceso directo
desde la calle, alcoba, cocina y excusado y la necesaria circulación entre habitaciones
desde la calle hasta llegar al patio de aireación en medianera (fig. 13), mientras que las
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Figura 14. Tres viviendas contíguas.
Figura 15. P. López Martín Romero. Casa económica de planta
c/. Cebrián. 1867. A.H.P. de L.P.: P.
alta. San Juan. 1915. A.H.P. de L.P.: P. y O. leg. 51; exp. 76.
y O. leg. 5; exp. 148-73.
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más reducidos se elimina las tres piezas del esquema esencial por lo que la sala y la habi-
tación común habría de ser la alcoba en fachada (figs. 17 y 18).
Figura 17. E.Laforet. Casa Terrera en La Isleta. Figura 18. E.Laforet. Dos viviendas en
1932. A.H.P. de L.P.: P. y O. leg. 65; exp. 333. casa terrera. La Isleta.1932. A.H.P. de
L.P.: P. y O. leg. 58; exo. 75.
Otra operación distinta se introdujo en la ciudad en 1924 (figs. 19 y 20). Una man-
zana cuadrangular de 41,70 m. de lado y al sur del ensanche portuario (hoy Ruiz de Alda,
Montevideo, 29 de Abril y Secretario Artiles) se dividió en dos para fábrica de ladrillos y
viviendas de los trabajadores. Un ingeniero -Manuel Gonzalez- y un arquitecto (Miguel
Martín Fernández de la Torre) lo proyectaron. Ni la combinación de un programa fábrica-
vivienda, ni la tipología industrial habían sido experimentadas. Así esta fábrica no tuvo
ningún elemento tomado de modelos locales. Constaba de un cuerpo de tres naves dis-
puestas en profundidad para la fábrica más otro cuerpo de tres crujías y diversas alturas.
La estructura de armaduras de madera se expresa en los alzados y en este valor de lo
constructivo descansa la expresión del carácter del edificio.
Por su parte el edificio de viviendas para vecinos -cinco viviendas por planta- lo fue
para los trabajadores de la fábrica. Con programas similares -sala, tres dormitorios, come-
dor, cocina y baño- eran similares dos a dos y su disposición en la parcela rectangular
sigue un mismo esquema básico a partir de los tres accesos -portal y escalera- más los
Figura 19. Manuel González. Fábrica de ladrillos para D. Eufemiano Fuentes. c/. Ruíz de Alda.
1923. A.H.P. de L.P.: E.I. leg. 2; exp. 65; 1923.
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patios de aireación. Miguel Martín utilizó en fachada un depurado de aquellos elementos
eclécticos presentes en sus proyectos contemporáneos en otras partes de la ciudad como
en la calle de Triana. Si bien esta interpretación es plausible, hay que tener en cuenta que
su arquitectura comenzaba ya a purificarse de citas historicistas.
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NOTAS
1
A.H.P. de L.P.: P. y O., leg. 2; exp. 56-19.
2
Millares Cubas, L.“El barrio obrero”. En Revista del Museo Canario, tomo VII (7/VII-22/XII de 1899).
3
Palacio, Juan I.. “Crisis política y crisis institucional: la experiencia del Instituto de Reformas Sociales en
el periodo 1914-1924. En La crisis de la Restauración en España. VV.AA. 1986.
4
Alabarcez, S.M. Los barrios obreros de Madrid en el S.XIX. pp. 1-2 y 40.
5
Belmás, M. “Construcciones económicas” en La Ilustración Gallega y Asturiana. Tomo III, n. 9. Madrid,
29.III.1881, pp. 100-101 y “Conferencia dada en el Fomento de las Artes...”, Revista de arquitectura, n.
5 y 6 (1881).
6
op. cit. nota 2.
7
op. cit. nota 2.
8
Informe de 1909 citado por F. Martín Galán. La formación de Las Palmas: ciudad y puerto. Cinco siglos
de evolución (1984).
9
Memoria del comité de saneamiento urbano y defensa sanitaria del Puerto de Las Palmas. 1931.
10
Quir´s Linares, F. “Casa de corredor, patios, corrales y ciudadelas”. Notas sobre viviendas obreras espa-
ñolas en Homenaje a Alfonso Trujillo. VV.AA. 1982, tomo I, pp. 746-747 y 759.
11
Martín Rodriguez, F.G. Arquitectura doméstica canaria. (1978) pp. 189-190.
12
Morales Padrón, F. “Los corrales de vecinos de Sevilla” (1974) p. 11.
13
I. Cerdá ante las viviendas comunes en torno a un espacio común se preguntó ¿Qué moral?, ¿Qué higie-
ne?, ¿Qué sociedad?. en Teoría General de la Urbanización. Tomo 1 (reedición de 1968) p. 404.
14
Glass, G. Descripción de las Islas Canarias. ((1764), (1976), p. 115.
15
La similitud entre la casa terrera de las islas y las de Almería, por ejemplo, señala la vía de penetración a
través de los maestros de obras.
16
Aunque este expediente no se encuentra en el Archivo Histórico de Las Palmas consta como leg. 4, exp.
130 (1865). Como quiera que Francisco de la Torre es quien firma todos los proyectos en años siguientes
se puede entender que están adecuados a esos modelos.
17
Se pensaba que el “contagio de la inmoralidad y el vicio” podía ser combatido por la arquitectura . Ver R.
Evans “Il contagio del inmoralià. Casa e famiglia nella Londres dell´Ottoccento” en Le macchine imperfette.
Architettura, probgrama, istituzioni nel XIX secolo. VV.AA. a cargo de P. Morachiello e G. Teyssot.
(1980) pp. 268-293.
18
Tras los asesinatos de varios obreros a la salida de un colegio electoral en el barrio de Arenales se formó
una sociedad de apoyo a las familias de los obreros. Su presidente fue Franchy y Roca, líder del Partido
Republicano Federal.
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