Fabulas
Fabulas
Fabulas
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué no
has previsto lo que te sucedería a ti?
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de
los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.
Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea
a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos.
- Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No
podemos vivir así!
Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes
aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo
avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo.
- ¡Silencio! – Gritó el ratón jefe, para luego decir: Queda pendiente una cuestión
importante: ¿Quién de todos le pondrá el cascabel al gato?
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido
persuadir a los hombres?
Moraleja: hay que ser precavido con quienes prometen solucionar todo problema
que tengas a cambio de dinero pero son incapaces de arreglar los suyos.
Un amigo que estaba cerca le dijo: - Confórmate solamente con la mitad y podrás
sacar la mano con los dulces-.
Los ratones echaron a correr asustados por la puerta del fondo, pero su suerte fue
peor, pues cayeron a los pies de una mujer que les propinó un fuerte golpe con la
punta de su escoba. Tan dura fue la sacudida, que quedaron atontados en el medio
de la calle.
- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás muy satisfecho; pero es al
precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo
mordisqueando la cebada y el trigo, pero sin congojas ni temores hacia nadie.
No vale cambiar las cosas lujosas y las comodidades por la paz y la armonía de un
hogar.
El lobo con piel de oveja
El pastorcito mentiroso
Entonces, los pastores y habitantes del pueblo alertados al oírle gritar desesperado,
corrieron a brindarle auxilio, pero al llegar donde él encontraron al Pastorcillo
acostado tranquilamente bajo la sombra de un árbol riéndose.
- ¡Ja, ja, ja! que risa me dan ¡No es verdad! Sólo era una broma! Aquí no hay ningún
lobo!
Al día siguiente el pastor, con más ganas de decir siguiendo mentiras para burlarse
de los pastores, volvió a la cima de la colina para gritar la misma mentira:
Los demás campesinos escuchando el auxilio pero pensaron que podría ser que el
pastorcillo se estaba burlara nuevamente de de ellos.
- Es probable, dijo el otro pastor, pero si es verdad que el lobo se acerca, ¿que
hacemos?
Hasta que un día sucedió lo que se temía. Que el Lobo se apareció esta vez de
verdad cerca del rebaño del pastor mentiroso. Es así que pastorcillo mentiroso sintió
mucho miedo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar con todas
sus fuerzas:
-¡Socorro! ¡Socorro, el lobo quiere matar a mis ovejas! - Por favor, vengan a
ayudarme!
Los pastores y habitantes del pueblo lo oyeron, pero ya nadie puso atención a sus
gritos, y mucho menos pensaron en acudir a auxiliarlo. Mientras que el lobo, se
abalanzaba sobre sus ovejas comiéndose uno a uno todo el rebaño de ovejas, el
pastorcillo mentiroso corría despavorido.
Moraleja: No debes mentir a los demás, porque eso hace que la gente ya no tenga
confianza en ti y nunca más te crean, a pesar que digas la verdad.
Los pollos estarán listos para mercadearlos cuando los precios de ellos estén en lo
más alto, de modo que para fin de año tendré suficiente dinero para comprarme el
mejor vestido para asistir a las fiestas.
Cuando esté en el baile todos los muchachos me pretenderán, y yo los valoraré uno
a uno.
Pero en ese momento tropezó con una piedra, cayendo junto con la vasija de leche
al suelo, regando su contenido.
Y así todos sus planes acabaron en un instante.
Moraleja:
Hasta que un día, al despertarse, sintió el frío intenso del invierno. Los árboles se
habían quedado sin hojas y del cielo caían copos de nieve, mientras la cigarra
vagaba por campo, helada y hambrienta. Vio a lo lejos la casa de su vecina la
hormiga, y se acercó a pedirle ayuda.
- Amiga hormiga, tengo frío y hambre, ¿no me darías algo de comer? Tú tienes
mucha comida y una casa caliente, mientras que yo no tengo nada.
- Dime amiga cigarra, ¿qué hacías tú mientras yo madrugaba para trabajar? ¿Qué
hacías mientras yo cargaba con granos de trigo de acá para allá?
Moraleja: Quien quiere pasar bien el invierno, mientras es joven debe aprovechar
el tiempo.
Las ranitas y el tronco tallado
Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayó al lago y en ese
momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco tallado que
ningún daño podía hacerles. Se rieron mucho de los temores por los que habían
pasado y comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín para sus zambullidas en
el lago.