Crónica de Un Hecho Real

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Crónica de un Hecho Histórico

La vida de Monseñor

El Obispo Jesús Emilio Jaramillo Monsalve Nació en el año 1915, en Santo


Domingo –Antioquia. Recibió su primera comunión a los cinco años e inició sus
estudios de primaria en su tierra natal cuando apenas iba a cumplir los 13 años.

En febrero de 1929 ingresa al Seminario Misiones Extranjeras de Yarumal; allí


cursó humanidades y filosofía y el 3 de diciembre de 1936 emite la promesa jurada
de obediencia que lo incorpora al instituto; cursa luego los estudios teológicos y es
ordenado sacerdote el primero de septiembre de 1940. El 8 de enero de 1970 en
la santa sede elevó la prefectura apostólica de Arauca al rango de vicariato
apostólico. Como primer vicario el papa Pablo Sexto eligió al padre Jaramillo el once
de noviembre de 1970, que fue ordenado obispo el 11 de enero de 1971. El 19 de
julio de 1984 el vicariato fue elevado a diócesis y fue nombrado como el primer
obispo residencial. La vivencia de su episcopado, desde su consagración hasta el
final de su vida fue un testimonio continuado de celo ardiente y entrega generosa,
que corona con su muerte heroica el 2 de octubre de 1989, en una visita pastoral
cuando cumplía una jornada de evangelización en zona rural de Arauquita. Los
guerrilleros del frente Domingo Laín del ELN lo silenciaron para siempre.

La trágica muerte

El 2 de octubre de 1989 donde todos partieron hacia Puerto Nidia, vereda


distante a una hora y media de camino, celebraron la Santa Misa a eso de las once
y media; luego se celebraron bautismos, confirmaciones y varios matrimonios,
ceremonia que terminó cerca de las doce y treinta minutos de la tare, hora de tomar
el almuerzo. Después del almuerzo, todo el grupo se regresó de Puerto Nidia a
Fortul, muy contentos, comentando los acontecimientos del día. A eso de las tres y
media de la tarde, al cruzar el puente de madera sobre el caño Caranal, tres
hombres armados los intersectaron; dos estaban sobre la vía y un tercero salía del
monte, hicieron detener el carro donde iban las seis personas del equipo pastoral
y entonces preguntaron ¿quién es Jesús Emilio Jaramillo? monseñor contestó yo
soy a sus órdenes. Los secuestradores le dijeron ¡Señor, apague el carro y que se
bajen todos! Les preguntaron que quien sabía conducir y los padres respondieron
que ellos podían hacerlo. Luego le dijeron a monseñor ¡queda usted secuestrado!
Los sacerdotes les dijeron él es el obispo, ¿para qué lo necesitan? Ellos
respondieron: pertenecemos al ejército de liberación nacional y necesitamos a
Jesús Emilio Jaramillo; es que él tiene mucha influencia y necesitamos que él lleve
un comunicado que tenemos preparado para el gobierno, para el señor intendente.
El padre Elmer les dijo que monseñor era una persona buena, que no le hacía mal
a nadie, que no se lo llevaran. El Padre Rubín dijo que se iba con ellos, pero el
Padre Elmer también dijo que se iba con monseñor y que no lo dejaría solo.
Entonces lo hicieron subir al carro para conducir y a los demás les dijeron ¡ustedes
se quedan aquí, por aquí pasan muchos carros; digan que nosotros los
secuestramos a ellos y que en dos horas regresamos! Al señor obispo lo hicieron
subir en el asiento trasero en medio de dos secuestradores y el tercero subió
adelante a la derecha del conductor. El padre Elmer les pidió a sus compañeros
antes de partir ¡pídanle mucho a Dios por nosotros! Emprendieron camino y la ruta
que recorrieron fue tomar la carretera que antes de Fortul conduce a Palmario y
hacia la paz. Uno de los secuestradores vio que estaba escasa la gasolina y delante
de Palmarito compraron una pimpina y tanqueron el automóvil. El padre Elmer
preguntó ¿para dónde nos llevan? En el tramo de Palmarito a la Paz, comentaban
monseñor y el padre Elmer sobre lo bueno que había quedado la vía. Al pasar por
la Paz encontraron el pueblo solo y los que conocían a monseñor y a los misioneros
trataban de saludarlos, pero al ver a los guerrilleros armados volteaban la cabeza
fingiendo no conocerles. Al pasar la vereda los chorros, por el mal estado de la
carretera tuvieron que conducir más despacio, tomaron la carretera central que
conduce de la Esmeralda a Panamá de Arauca. Continuaron por la carretera
central, ya oscureciendo, el padre Elmer les vuelve a preguntar ¿a qué horas vamos
a regresar? si teneos que caminar déjenos comprar una linterna. Los
secuestradores le dijeron ¡no necesitan nada de eso! Pasaron por Santa Isabel y un
poco más adelante, dieron orden de detener el carro. ¡Apague el carro y bájense!
Monseñor bajo del carro y les dijo, yo soy un anciano, yo ya estoy en las manos de
Dios. No le vayan a hacer nada a él, refiriéndose al padre Elmer. Siguió hablando
monseñor ¡yo ya no veo bien para caminar de noche! los secuestradores le
respondieron ¡no tiene que caminar mucho! Los secuestradores le devolvieron las
llaves al padre Elmer y le ordenaron regresarse por donde había venido. El padre
les respondió ¡yo no me voy sin monseñor, yo me quedo con él! Los secuestradores
le respondieron ¡usted se va! discutieron y finalmente amenazaron al padre. El
señor obispo entonces le pidió ¡por obediencia váyase para que no compliquemos
las cosas! vámonos en la presencia de Dios y que se haga su voluntad. Nuevamente
los secuestradores le ordenaron subir al carro y regresar después. Cuando ya tenía
el motor encendido les repitió ¡Hermanos, por Dios, ustedes no le vayan a hacer
nada a monseñor, él es un santo, él no le hace mal a nadie. Ellos le dijeron, váyase
a la Esmeralda y mañana a las ocho viene a recogerlo. No se preocupe señor que
a él no le va a pasar nada. Ya empezaba la noche, serán las seis de la tarde; el
padre Elmer se regresó despacio, en Santa Isabel novio a nadie, en Brisas del
Caranal también el pueblo estaba solo y allí se detuvo para pasar la noche. A la
mañana siguiente, preguntó si alguien había visto por ahí a monseñor, pero nadie
respondía y comenzó el recorrido de regreso hacia donde había dejado a monseñor
con los secuestradores. Tuvo la precaución de colocar con un trapo, la señal en el
carro como le habían pedido, disque para reconocerlo al regreso. Hizo el recorrido
muy despacio, esperando ver alguna persona en el camino, pero nadie había por
ahí. Al llegar al sitio indicado comenzó a buscar al señor obispo; había caminado
un poco adelante, cuando de lejos vio un bulto en la carretera, corrió y encontró a
monseñor Jaramillo tirado en el suelo a la orilla derecha de la carretera en posición
boca arriba, con los brazos extendidos en cruz, totalmente desfigurado y las manos
destrozadas. Ya estaba completamente frío, vio también las vainillas de las balas
disparadas; estaba como a un kilómetro de donde se separó de él. Se arrodilló y
rezó; quiso levantarlo para llevarlo al carro pero recordó que era necesario el
levantamiento legal del cadáver. Con el poncho que tenía puesto le tapó la cara
desfigurada; eran ñas ocho de la mañana del día tres de octubre de 1989.
La beatificación

En la ciudad de Villavicencio se lleva a cabo la beatificación, cumpliendo los


protocolos, primeramente la petición formal ante el santo padre. Los ordinarios de
Arauca suplican humildemente a su santidad se digne incluir en el número de los
beatos al venerable siervo de Dios Jesús Emilio Jaramillo Monsalve.

Monseñor Jaramillo fue el primer obispo de Arauca. El Papa Francisco escuchó el


relato desgarrador y el medio de su ceremoniosidad pasó a beatificarlo. “ Declaro
que el venerable siervo de Dios Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, de ahora en
adelante será llamado beato y se podrá celebrar su fiesta cada año en el lugar y
modo establecido por el derecho, el 2 de octubre de cada año.

Fuente. Diócesis de Arauca. https://www.youtube.com/watch?v=GaEMjI_1Vhs

https://www.youtube.com/watch?v=lrdaYKU1wHI

https://www.youtube.com/watch?v=RS92srkUAGQ

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