¿Quién Fue Enoc?
¿Quién Fue Enoc?
¿Quién Fue Enoc?
Índice
1 Enoc, primogénito de Caín
2 Enoc, el segundo, hijo de Jared
3 Henoc, nieto de Abraham
4 Relatos sobre Enoc
4.1 Los «hijos de Elohim»
4.1.1 Explicación del mito
4.2 Los ángeles acusadores
4.3 El ángel Metatrón
4.4 Enoc en el mormonismo
5 Véase también
6 Referencias
7 Enlaces externos
Enoc, primogénito de Caín
El primero aparece como primogénito de Caín (quien construyó una ciudad a la que le
puso el nombre de Henoc para celebrar su nacimiento). Henoc fue padre de Irad, este
de Mehujael, este de Metusael, este de Lamec (quien aparece como el primer
polígamo) y este de Jabal y Jubal.1
Durante trescientos años, Henoc aprendió todos los secretos (del Cielo y de la
Tierra) de los bene Elohim (‘los hijos de los dioses’).4
Por ejemplo, en Génesis 1:26 se dice: «Entonces los Elohim dijeron: “Hagamos al
hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza”» y en Génesis 3:22: «Miren, el hombre
ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo lo bueno y lo malo». Durante la
descripción de la Torre de Babel (Génesis 11:7), los Elohim dicen: «Ahora pues,
descendamos y confundamos sus lenguas».
Los hijos de Elohim eran gigantes que habían bajado a la Tierra porque carecían de
compañía femenina. Los dioses El les enviaron para enseñar a la humanidad la verdad
y la justicia. En el Libro de Enoc los hijos de los Elohim son llamados
«vigilantes» y se les menciona como un grupo de ángeles.
Igualmente, según los midrashim de Yalqut Shimoni5 (la más importante de varias
colecciones de midrashim, realizada en la primera mitad del siglo XIII por rabí
Shimeon Hadarshan de Fráncfort) y el Bereshit Rabbati6 (midrás sobre el Génesis,
abreviado a partir de un midrás perdido, más extenso, recopilado por rabí Moshe
Hadarshan durante la primera mitad del siglo XI en Narbona):
Shemhazai y Azael (originalmente Azazel, ‘le fortalece [el dios] El’), dos ángeles
que gozaban de la confianza de los Elohim preguntaron: «Elohim, ¿no les advertimos
el día de la creación que el hombre demostraría ser indigno de vuestro mundo?». Los
Elohim replicaron: «Pero si destruimos al hombre, ¿qué será de nuestro mundo?». Los
ángeles contestaron: «Nosotros lo habitaremos». Los Elohim preguntaron: «Pero si
descendéis a la Tierra, ¿no pecaréis incluso más que el hombre?». Ellos suplicaron:
«¡Déjennos vivir allí durante un tiempo y santificaremos Vuestro nombre!».
Los Elohim les permitieron descender, pero enseguida a los ángeles les venció la
lujuria por las hijas de Adán y se corrompieron mediante el trato sexual. Henoc
dejó constancia no solo de las instrucciones que recibieron de Elohim, sino también
de su posterior caída en desgracia: antes del fin disfrutaban indistintamente con
vírgenes, matronas, hombres y bestias.
Shemhazai engendró dos hijos monstruosos llamados Hiwa e Hiya, cada uno de los
cuales comía diariamente mil camellos, mil caballos y mil bueyes. Y Azael inventó
los adornos y cosméticos empleados por las mujeres para pervertir a los hombres. En
consecuencia, los Elohim les advirtieron que liberarían las Aguas de Arriba y así
destruirían a todos los hombres y todas las bestias. Shemhazai lloró amargamente,
pues temía que sus hijos, aunque bastante altos para no ahogarse, murieran de
hambre.
En aquellos días solo la virgen Ishtahar permaneció casta. Cuando Shemhazai le hizo
proposiciones lascivas, ella se dirigió a los hijos de los Elohim: «¡Préstenme sus
alas!». Ellos accedieron y ella voló hasta el Cielo, donde se acogió en el Trono de
los Elohim, quienes la transformaron en la constelación Virgo (o según otros, las
Pléyades). Al perder sus alas, los ángeles caídos quedaron abandonados en la Tierra
durante muchas generaciones hasta que ascendieron por la escalera de Jacob y así
regresaron a su lugar de origen.
Se cree que el escritor griego Arato (de comienzos del siglo III a. C.) también
escribió sobre este relato, o su relato aunque diferente presenta una gran
similitud con este. Cuenta que la Justicia (siempre virgen, ya que no yacía con
nadie), hija de la Aurora, gobernó con virtud la humanidad en la Edad de Oro, pero
cuando llegaron las edades de Plata y de Bronce acarreando codicia y masacre, ella
exclamó: «¡Ay de esta raza perversa!» y ascendió al Cielo, donde se convirtió en la
constelación Virgo.
De manera evidente, tal interpretación todavía era habitual en el siglo II, y solo
desapareció cuando los bene Elohim fueron interpretados como ‘hijos de los jueces’.
Elohim podía significar ‘dioses’ pero también ‘jueces’. Se generó incluso la teoría
de que cuando un magistrado debidamente designado juzgaba una causa, el espíritu de
Él lo poseía: «Yo había dicho: ¡Ustedes son dioses, todos ustedes, hijos del
Altísimo!».7
Ciertos ángeles acusadores pidieron permiso al dios Yahvéh Elohim para reunir
pruebas fidedignas de la iniquidad humana, perlas, tinte purpúreo, oro y otros
tesoros, que fueron robados inmediatamente por los codiciosos hombres. Entonces los
ángeles-joyas adoptaron forma humana con la esperanza de enseñar rectitud a la
humanidad. Pero esa asunción de carne humana les hizo someterse a los apetitos
humanos: seducidos por las hijas de los hombres, se encontraron encadenados a la
Tierra y fueron incapaces de recuperar sus formas espirituales.
Los Caídos tenían unos apetitos tan grandes que Yahvéh Elohim hizo llover sobre
ellos maná de muchos sabores diferentes para que no sintieran la tentación de comer
carne, alimento prohibido, y excusaran su flaqueza alegando escasez de cereal y
hortalizas.
No obstante, los Caídos rechazaron el maná de Yahvéh Elohim, mataron animales para
comerlos y hasta probaron carne humana, contaminando así el aire con vapores
nauseabundos. Con las mujeres y las bestias del campo y el agua, procrearon hijos
monstruosos y titanes. Fue entonces cuando Yahvéh Elohim empezó a pergeñar la
destrucción de Su mundo por medio del Diluvio.8
El ángel Metatrón
Más tarde, el mito hebreo convierte a Henoc en el ángel ayudante y consejero de
Yahve Elohim y también en patrono de todos los niños que estudian la Torá.
Según el Sefer Hejalot (midrás sobre los secretos del Cielo, estrechamente
relacionado con el Libro de Henoc):
Metatrón sería una corrupción hebrea del griego meta-dromos, ‘el que persigue con
venganza’, o de meta ton zronon, ‘cercano al trono’.
Según el Génesis 5.22-24, Henoc era un hombre justo, «caminó con Yahvéh», vivió 365
años, y desapareció, porque Yahvéh se lo llevó sin que muriera.
Henoc fue el primero que inventó los libros y las diversas formas de escritura. Los
antiguos griegos declaran que Henoc es equivalente a Hermes Trimegisto, y enseñó a
los hijos de los hombres el arte de construir ciudades, y promulgó algunas leyes
admirables [...]
Descubrió el conocimiento del zodiaco, y el curso de los planetas; y enseñó a los
hijos de los hombres que debían adorar a los Elohim, que debían ayunar, que debían
rezar, que debían dar limosnas, ofrendas votivas y diezmos. Reprobó los alimentos
abominables y la ebriedad, e instituyó festivales para sacrificios al Sol, en cada
uno de los signos zodiacales.
En el capítulo 23 del 2 Henoc, el Henoc eslavo dice que el Dios El dictó a Henoc su
conocimiento cósmico, después designó a los ángeles Samuil y Raguil o Semil y
Rasuil para que acompañaran a Henoc en su regreso a la Tierra y ordenó a este que
legara esos libros a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Tal sería el origen del
Libro de Raziel, que fue entregado, según la tradición judía, por el ángel Raziel a
Adán, del cual pasó a Noé, Abraham, Jacob, Leví, Moisés y Josué antes de llegar al
rey Salomón.
Cada día el ángel Raziel, erguido sobre el monte Horeb, proclama los secretos de
los hombres a toda la humanidad y su voz resuena alrededor del mundo.11
Un denominado Libro de Raziel, que data aproximadamente del siglo XII, fue escrito
con toda probabilidad por el cabalista Eleazar ben Judah de Worms, pero contiene
creencias místicas mucho más antiguas.
Enoc en el mormonismo
Para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días
(conocidos popularmente como "mormones"), Enoc fundó la ciudad justa de Sion en un
mundo pecaminoso. Él y los habitantes de toda la ciudad fueron «trasladados» por
Dios sin probar la muerte12 antes del Gran Diluvio. Dejaron a Matusalén y su
familia (incluido Noé su bisnieto) para que gente justa siguiera poblando la
Tierra. Revelación registrada en el Libro de Moisés capítulos 6 y 7, recibida por
el profeta José Smith.
Véase también
Libro de Enoc, un apócrifo de la apocalíptica judía.
Referencias
Génesis
Génesis
Hebreos 11:5
Libro de los Jubileos 4:21
Yalqut Shimoni 33
Bereshit Rabbati 29-30; citado a partir de la edición de Hanoch Albeck, Jerusalén,
1940 (existe traducción española de Luis Vega Montaner, Estella, Verbo Divino,
1994)
Salmos 82:6
Homilías clementinas, 8.11-17 (pág. 142-145)
Sefer Hejalot, 170-176
Corán 19:56-57
Targum sobre el Eclesiastés, 10.20
Véase Moisés 7:18-21, 69 y Doctrina y Convenios 4:4
Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Enoc.