Sonia Kovalevskaya. - 2004 - 07 - 1 - 02 PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 28

LA GACETA DE LA RSME, Vol. 7.1 (2004), Págs.

73–100 73

Sonia Kovalevskaya

por
J.M. Méndez Pérez

A Pepa

1. INTRODUCCIÓN
Cuando expliqué por primera vez, muy joven, el Teorema de Cauchy-
Kovalevskaya –no me lo habı́an enseñado durante la carrera– no fui consciente
de que el segundo coautor fuera una mujer, pues su apellido se solı́a trans-
cribir Kowalewsky. Fue en un congreso, en una de las desaparecidas Jornadas
Hispano-Lusas de Matemáticas, cuando contemplé en un póster a una mujer
joven, de rostro sereno y de una gran belleza: se trataba de Sonia Kovalevskaya.
A partir de ahı́ comencé a conocer algo de su vida, a base de anécdotas, que
quizás daban una idea desfigurada de uno de los personajes más interesantes
de la historia reciente de la ciencia.
Al comenzar este trabajo pensé con-
centrarme exclusivamente en sus contri-
buciones matemáticas. Pronto caı́ en la
cuenta de que es imposible dar una valo-
ración objetiva de este personaje, incluso
en la parte matemática, si no se analiza
globalmente, en todos sus aspectos y face-
tas. Porque todo ello influyó en su carrera
matemática que, a buen seguro, hubiera
adquirido otras dimensiones si las circuns-
tancias hubieran sido diferentes. Sus com-
plejas relaciones familiares, sus ideales y
compromisos polı́ticos y sociales, su lucha
agotadora por lograr la igualdad de dere-
chos entre hombres y mujeres, sus inquie-
tudes literarias, su azarosa vida personal...
Huyendo de los aspectos más ı́ntimos de esto último, más propio de la prensa
rosa, en la segunda sección se hace un resumen de su biografı́a y en la tercera
se analizan sus principales aportaciones en el campo de las matemáticas. En la
cuarta se efectúa un sucinto repaso de sus actividades literarias, para concluir
en la sección quinta con algunas consideraciones finales.
La bibliografı́a sobre Sonia Kovalevskaya es muy abundante. Para la parte
biográfica hemos recurrido especialmente a A. H. Koblitz [8], considerada por
74 SONIA KOVALEVSKAYA

todos los estudiosos de su vida como la mejor y la más completa de sus bio-
grafı́as, a su propia autobiografı́a [20], a [23] y a numerosas referencias que se
pueden encontrar en Internet ([26],[27],[28]). Para analizar sus aportaciones
matemáticas, aparte de acudir a las fuentes originales, el libro de R. Cooke [2]
resulta excelente.

2. COMPENDIO BIOGRÁFICO
Sofı́a Vasilevna Krukovskaya, más conocida como Sonia, nació el 15 de
enero de 1850 en Moscú en el seno de una familia burguesa rusa. Su padre,
Vasilii Vasilevich Krukovsky, fue general de artillerı́a, y su madre, Elizaveta
Fyodorovna Shubert, procedı́a de una familia alemana culta. Este matrimonio
tuvo dos hijos más: la primogénita Anna, a la que llamaban familiarmente
Aniuta, que nació en 1844, y su hermano menor, Fyodor, nacido en 1855. Los
padres de Kovalevskaya tenı́an una buena formación y gozaban de una posición
económica desahogada. Su padre se empeñó en ser reconocido como miembro
de la nobleza, lo que consiguió finalmente al figurar en el árbol genealógico del
monarca húngaro Matthew Corvus. Ası́ pasó a apellidarse Korvin-Krukovsky.
Cuenta Kovalevskaya que cuando se trasladaron a vivir a su hacienda en
Palibino (actualmente en Bielorrusia), les faltó material para empapelar las
habitaciones y entonces utilizaron, para terminar de arreglar el cuarto de los
niños, las notas de un curso de matemáticas recibido por su padre e impartido
por el eminente matemático ruso M. V. Ostrogradski (1801-1862), célebre
por compartir con Gauss el teorema de la divergencia. Dice Kovalevskaya
que, con apenas siete u ocho años, se pasaba horas y horas mirando aquellos
sı́mbolos y fórmulas extrañas, tratando en averiguar qué página seguı́a a otra.
También recuerda con cariño a su tı́o paterno Pyotr Vasilevich Krukovsky,
que le hablaba con mucho entusiasmo de cuestiones matemáticas. Relata en
[20]: “...no podı́a a esa edad entender esos conceptos, pero actuaron sobre
mi imaginación, inculcándome una veneración por las matemáticas como una
ciencia elevada y misteriosa que abre a los iniciados en ella un mundo nuevo
y maravilloso, inaccesible a la mayorı́a de los mortales”.
Pero la inclinación de nuestro personaje por las ciencias proviene de su
familia materna. Su tatarabuelo, Johann Ernst Schubert, fue un teólogo lu-
terano alemán y su bisabuelo, Fyodor Ivanovich Shubert, emigró y trabajó
como agrimensor en lo que hoy es Estonia. Fue un reconocido matemático y
astrónomo, que mantuvo contacto con grandes matemáticos de la época, como
Gauss, Laplace y Bessel. Su abuelo, Fyodor Fyodorovich, fue un reputado
geodesta y cartógrafo. Finalmente, su único tı́o materno, Fyodor Shubert, la
entusiasmaba explicándole temas relacionados con las ciencias, en particular,
con la biologı́a.
A pesar de que se trataba de una familia culta y con una buena situa-
ción económica, cuando el general Krukovsky se jubiló adquirió consciencia
de que habı́a desatendido la educación de sus hijos, por lo que contrató a un
LA GACETA 75

tutor polaco, Joseph Malevich. Éste describe a Kovalevskaya como una joven-
cita de apariencia agradable y atractiva, cuyos ojos marrones reflejaban una
gran inteligencia y bondad, muy atenta y receptiva a sus clases, que asimilaba
rápidamente. Malevich se ofendió porque Kovalevskaya aludió en sus Recuer-
dos de la infancia [20] a las enseñanzas matemáticas que recibı́a de su tı́o y no
reconocı́a su labor. Sin lugar a dudas, Malevich tuvo una influencia decisiva en
su formación, incluso matemática, aunque a ella le costaba reconocerlo, moles-
ta por las declaraciones públicas de su tutor. Por el contrario, lo zaherı́a más
al alegar: “Lo que mejor enseñaba Malevich era la aritmética... Pero confieso
que la aritmética tenı́a poco interés para mı́...”.
Otro personaje importante en su vida fue un vecino de la familia, el fı́sico
N. P. Tyrtov. Su sorpresa fue mayúscula cuando vio que Kovalevskaya no sólo
habı́a leı́do un libro de fı́sica que le habı́a dejado a su padre, sino que fue capaz
de reconstruir por sı́ sola las fórmulas geométricas que precisaba para poder
entender los capı́tulos de óptica. Por eso le pidió con insistencia a su padre,
en principio renuente a que su hija estudiara matemáticas, que le permitiera
proseguir sus estudios de esta ciencia, para lo cual daba sobradas muestras
de estar capacitada. Y surtió efectos, porque Krukovsky le buscó un excelente
profesor, A. N. Strannoliubsky, con quien Kovalevskaya progresó muchı́simo
en cálculo y quizás en otras áreas de las matemáticas.
Pero la persona que más influyó sobre ella fue su hermana Aniuta, a la
que consideraba su madre espiritual. De gran belleza, al igual que Sonia, pero
con un carácter más sociable y extrovertido, Aniuta se inclinó por la literatura
–fue amiga del célebre literato ruso Dostoievsky– y se vio envuelta, con gran
disgusto para sus padres, en las causas polı́ticas más radicales.
Una vez finalizada su etapa en la enseñanza secundaria, Kovalevskaya pre-
tendió ingresar en la universidad para continuar sus estudios en matemáticas.
Y no sólo se encontró con la oposición de sus padres, sino con la más frontal del
sistema. Para las mujeres resultaba imposible en aquella época ingresar en las
universidades de casi todos los paı́ses y en la Rusia zarista a lo más que podı́an
aspirar era a matricularse en una especie de curso superior para mujeres, en
los que primaba la enseñanza literaria en detrimento de la cientı́fica.
Las dos hermanas pensaron en marcharse al extranjero, para lo cual una
deberı́a casarse. Entonces se puso de moda un tipo especial de matrimonio por
conveniencia. Se buscaba a un hombre liberal, comprometido polı́ticamente,
que se prestara a fingir un matrimonio legal con el único objetivo de ayudar a
su esposa a eludir las trabas y dificultades de una sociedad que discriminaba
brutalmente a las mujeres. Después, cada uno harı́a la vida por su cuenta.
Aniuta eligió a un publicista y editor que se movı́a en los ambientes polı́ticos
más radicales y con una gran afición por la biologı́a, Vladimir Onufrievich
Kovalevsky. Pero éste prefirió a Sonia, quizás por su formación cientı́fica. Tras
algunas peripecias que no vienen a cuento, Sonia y Vladimir se casaron el
27 de septiembre de 1868, yendo a vivir a San Petersburgo, donde al menos
podrı́a asistir a algunas clases en la universidad, eso sı́, siempre que fuera
acompañada de su marido o tı́o. Allı́ conoció al matemático P. L. Chebyshev
76 SONIA KOVALEVSKAYA

(1821-1894), que se habı́a enriquecido con negocios inmobiliarios. El destino


hubiera sido totalmente distinto si las puertas de las universidades hubieran
estado abiertas a las mujeres. En tal caso, lo más probable hubiese sido que
Chebyshev se hubiese convertido en su maestro.

K. Weierstrass P.L. Chebyshev

En 1869 Sonia y Aniuta, acompañadas por Vladimir, tras pasar por Viena
se instalan en Heidelberg. Allı́, aunque no era legal, si los profesores lo autoriza-
ban podrı́a asistir a clase. Ası́ consiguió escuchar a magnı́ficos profesores, como
Hermann von Helmholtz (1821-1894), G. R. Kirchhoff (1824-1887), R. W.
Bunsen (1811-1899), Leo Königsberger (1837-1921) y Paul DuBois-Reymond
(1831-1889). Kovalevskaya supo en seguida que si querı́a progresar en su ca-
rrera académica, tenı́a que buscar el apoyo de un personaje poderoso. Por esta
razón se trasladó a Berlı́n para trabajar con Karl Weierstrass (1815-1897),
el fundador del moderno análisis matemático y una de las figuras cumbres
de las matemáticas del siglo XIX. Por cierto, no serı́a el primer contacto de
Weierstrass con un miembro de la familia de Sonia. Ciertamente, en un trabajo
escrito en 1861 sobre geodésicas en una elipsoide general, Weierstrass cita a
Fyodorovich, abuelo de Kovalevskaya, por los artı́culos que éste realizó sobre
la forma de la Tierra. Kovalevskaya sabı́a que, aunque no pudiera entrar en la
universidad, si lograba trabajar con Weierstrass, recogerı́a suficiente crédito y
le abrirı́a muchas puertas, por ejemplo, a la hora de conseguir un puesto de
trabajo.
Tres fueron las razones que obligaron a Weierstrass, un fervoroso católico
y recalcitrante soltero que también se oponı́a a la presencia de la mujer en
la universidad, a cambiar de opinión. Primero, que como consecuencia de la
guerra franco-prusiana, el número de sus alumnos disminuı́a alarmantemente;
LA GACETA 77

segundo, que venı́a recomendada por sus amigos y colegas de la universidad


de Heidelberg; y tercero, que Kovalevskaya superó la prueba –resolver un con-
junto de problemas– a la que le sometió, con rapidez y originalidad. Como no
obtuvo permiso de las autoridades para que asistiera a clase, Weierstrass de-
cidió darle clases particulares dos veces por semana, convencido ya del talento
que atesoraba esta mujer.
Merece la pena recordar esta anécdota de Kovalevskaya. Bunsen habı́a
jurado que ninguna mujer pisarı́a su laboratorio de quı́mica y menos aún si
era rusa. Ası́ rechazó a Yuliya Lermontova, amiga de Kovalevskaya. Sonia visitó
a Bunsen que, impresionado por su belleza y su encanto natural, modificó su
postura. Poco después alertó a Weierstrass, haciéndole saber que Kovalevskaya
era una mujer peligrosa.
Sonia y Vladimir hicieron algunos viajes por Europa. En uno de ellos
visitaron Inglaterra, donde conocieron a Charles Darwin –el creador de la mo-
derna teorı́a de la evolución–, al biólogo Thomas Huxley y a George Elliot,
seudónimo de la famosa novelista inglesa Mary Ann Evans (1819-1880). Entre
tanto, Aniuta y su compañero Vı́ctor Jaclard se habı́an trasladado a Parı́s, que
estaba sitiada por las tropas germanas, y vivieron en la Comuna. A Sonia no
se le ocurrió otra cosa que visitar a su hermana. Allı́ se sintió útil, ayudando
a los defensores como enfermera. Regresó a Berlı́n poco antes de que cayera
la ciudad. Las peleas y desavenencias eran cada vez más frecuentes en la pa-
reja, hasta que un dı́a Sonia explicó a Weierstrass –que estaba confuso con la
forma tan extraña de comportarse que tenı́an estos supuestos esposos– cuál
era la situación real de su matrimonio. Para ayudarla, Weierstrass se ofreció a
dirigirle la Tesis. Tras dos años de intenso trabajo Kovalevskaya escribió tres
trabajos, dos de los cuales –según Weierstrass– eran más que suficientes cada
uno por separado para acceder al grado de Doctor:
1. Sobre la teorı́a de ecuaciones en derivadas parciales
2. Sobre la reducción de cierta clase de integrales abelianas de rango tres a
integrales elı́pticas
3. Notas suplementarias y observaciones sobre la investigación de Laplace
sobre la forma de los anillos de Saturno
Con su influencia logró que la universidad de Gotinga autorizara en 1874
la lectura de la Tesis in absentia, es decir, sin la habitual defensa oral. Temı́a
Weierstrass no sólo el poco dominio que todavı́a tenı́a Kovalevskaya del idioma
alemán, sino que masacraran a su pupila a base de preguntas, por el mero hecho
de ser una mujer. Ası́ pues, 1874 se convirtió en un año de éxitos: Vladimir
habı́a alcanzado el grado de Doctor en Geologı́a por la universidad de Jena
dos años antes, Yuliya Lermontova en Quı́mica por la de Gotinga, y ella en
Matemáticas –la primera mujer en la historia que lo hacı́a– por esta última
universidad.
Regresa a Rusia en 1875 y los siguientes cuatro años allı́ son de casi total
inactividad matemática. No encuentra trabajo y la herencia que recibe de su
78 SONIA KOVALEVSKAYA

padre –fallecido en 1874– la invierte la pareja en negocios inmobiliarios imi-


tando a Chebyshev, con el objetivo de lograr una posición económica suficien-
temente holgada que les permitiera sacar adelante sus proyectos académicos.
Poco después deciden poner fin a su matrimonio ficticio, viviendo como una
auténtica pareja. Kovalevskaya, al no conseguir una plaza de matemáticas en
ninguna universidad, ocupa su tiempo frecuentando los cı́rculos culturales y en
la literatura, escribiendo numerosos artı́culos y reseñas teatrales en la prensa.
En octubre de 1878 nace su hija Sofı́a Vladimirovna Kovalevskaya, a la que
llamaban cariñosamente Fufa.
En 1879 fracasan estrepitosamente los
negocios de su marido y las relaciones en-
tre ellos se deterioran más cada dı́a que
pasa. Kovalevskaya, que ya habı́a reanu-
dado la correspondencia con Weierstrass,
acude al Sexto Congreso de Matemática
y Fı́sica celebrado en enero de 1880 en
San Petersburgo, donde –a petición de
Chebyshev– da una charla sobre uno de
los tres trabajos que constituyeron su Me-
moria Doctoral, concretamente el relativo
a la reducción de integrales abelianas. A
este congreso asistió el matemático sueco
Gösta Mittag-Leffler (1846-1927), alumno
asimismo de Weierstrass y que junto con
él, fueron las personas que desempeñaron G. Mittag-Leffler
un papel clave en su carrera universita-
ria. Mittag-Leffler, que ya habı́a conocido
a Kovalevskaya en San Petersburgo, quedó prendado no sólo por su belleza,
dulzura y bondad, sino también por su gran talento matemático, por lo que se
propuso buscarle a toda costa una plaza en la universidad. Afortunadamente
Mittag-Leffler dejó la universidad de Helsinki, en Finlandia, y se integró en la
recién inaugurada de Estocolmo, mucho más moderna y liberal que las otras
universidades suecas de Upsala y Lund. A fin de incrementar su currı́culum,
Kovalevskaya se puso a trabajar en un problema que le planteó Weierstrass.
Pero a los momentos dedicados a la investigación siguen otros de crisis e
inestabilidad. Tiene que solicitar un préstamo para afrontar las deudas de su
marido. En 1881 visita a Weierstrass en Berlı́n y al año siguiente viaja a Parı́s,
donde frecuenta otra vez los cı́rculos polı́ticos más radicales. Por otra parte,
tras el asesinato del Zar Alejandro II se produce una enérgica represión de los
movimientos revolucionarios. Era bien conocida la simpatı́a que Kovalevskaya
sentı́a por el nihilismo, movimiento que se desarrolló en Rusia a mediados del
siglo XIX y totalmente opuesto al orden social y polı́tico imperante. Surgió
como consecuencia de la desesperanza sobre todo de los jóvenes intelectuales
procedentes de las clases pobres, desilusionados por la falta de unas profundas
y necesarias reformas polı́ticas. Los nihilistas creı́an que una sociedad recons-
LA GACETA 79

truida cientı́ficamente garantizarı́a la felicidad de la humanidad. Kovalevskaya


habı́a solicitado una plaza a las autoridades universitarias de su paı́s. Si ya era
difı́cil que le dieran una respuesta afirmativa, estas afinidades polı́ticas suyas
originaron una definitiva y rotunda negativa.
Precisamente estando en Parı́s recibı́a la noticia del suicidio, el 27 de abril
de 1883, de su marido Vladimir quien, sumido en una profunda depresión, fue
incapaz de soportar los fracasos de sus negocios y la acusación de fraude que
pesaba sobre él. Este hecho sumió a Kovalevskaya –que sentı́a remordimientos
por este trágico final– en un estado de absoluto abatimiento y abandono,
llegando sus amigos más cercanos a temer por su vida. Afortunadamente logró
superar esta situación debido fundamentalmente a la evasión que significaba
para ella el reanudar sus investigaciones y estudios matemáticos.
Gracias a Mittag-Leffler consigue un nombramiento provisional para dar
clases en la universidad de Estocolmo, donde sus disertaciones tienen muy
buena acogida y destaca como una excelente profesora. El 30 de enero de 1884
da su primera clase. Entre los asistentes figuró Ivar Otto Bendixson (1861-
1935), que posteriormente se convertirı́a en un reconocido matemático por sus
estudios sobre teorı́a de conjuntos y fundamentos de las matemáticas, topologı́a
y comportamiento de las soluciones de las ecuaciones diferenciales ordinarias
de primer orden cerca de puntos singulares –recuérdese el famoso Teorema de
Poincaré-Bendixson–. Por cierto, al principio eran los propios alumnos los que
pagaban el salario a Kovalevskaya.
Pronto pasa a formar parte del equipo editorial de la revista Acta Mathe-
matica, fundada por Mittag-Leffler, que continúa siendo una de las revistas
matemáticas más prestigiosas que se publican. Sus buenos contactos con los
matemáticos rusos le permiten surtir a esta publicación de excelentes trabajos
y, a cambio, actuó de puente de comunicación entre los matemáticos rusos y
los de los restantes paı́ses de Europa.
Pero las discriminaciones de género seguı́an. No le dieron permiso para
cuidar a su hermana Aniuta, que falleció en 1887, y su sueldo era muy inferior
al de sus colegas masculinos con iguales funciones. Se debe subrayar el enorme
celo que puso Mittag-Leffler en la tarea de conseguirle cada vez mejores emo-
lumentos, incluso en alguna ocasión a costa de su bolsillo. En todo caso, no
se puede negar que su situación habı́a mejorado muchı́simo. Si no fuera por
la tragedia que significó, la muerte de Vladimir resultó positiva para la futura
carrera universitaria de Kovalevskaya: era una mujer viuda, respetada, con una
hija legı́tima y libre. Sobre todo, libre. Además, estaba progresando bastante
en la resolución del problema que le planteó su maestro.
Por caprichos del destino un paquete postal dirigido a un tal Sr. M. Ko-
valevsky terminó por error en manos de Kovalevskaya. Se trataba de un re-
conocido jurista e historiador social ruso, Maksim Kovalevsky (1851-1916),
pariente lejano de Vladimir, que se convirtió en su segundo gran amor.
Cuando creyó que tenı́a resuelto el problema que le ocupaba ya tanto
tiempo, se lo comunicó a varios matemáticos franceses, entre ellos, a Charles
Hermite. Pensaron que el tema que investigaba Kovalevskaya era muy ade-
80 SONIA KOVALEVSKAYA

cuado para el concurso del Premio Bordin correspondiente al año 1888, que
otorgaba la Academia de Ciencias de Parı́s. Este tema ya habı́a sido propuesto
por la Academia Prusiana de Ciencias para ser fallado a principios del mes de
julio de 1855, coincidiendo con el cumpleaños de G. W. Leibniz [2], con las
siguientes condiciones:

Integrar las ecuaciones del movimiento de un cuerpo sólido que


gira alrededor de un punto fijo, sobre el que no actúa ninguna fuer-
za externa salvo la gravitatoria, mediante series que representen
explı́citamente como funciones del tiempo todas las cantidades re-
queridas para determinar el movimiento.

Este premio quedó desierto y también


en la convocatoria de 1858. Por lo tanto,
se trataba de la tercera vez que se plantea-
ba la misma cuestión: resolver las célebres
ecuaciones de Euler ([16],[17],[18]), asunto
al que volveremos más adelante. En el Co-
mité encargado de juzgar los trabajos pre-
sentados figuraban matemáticos de la ca-
tegorı́a de Charles Hermite (1822-1902), J.
L. F. Bertrand (1822-1900), Camille Jor-
dan (1838-1922) y J. G. Darboux (1842-
1917). Como era de esperar, el premio
de ese año fue concedido a Kovalevska-
ya, siendo su valor incrementado de 3.000
francos a 5.000 francos, debido a las di-
ficultades del problema propuesto y a la
brillantez de la solución dada. Ello signi-
ficó el espaldarazo definitivo a la carrera
de Kovalevskaya y un merecido reconocimiento a su trabajo en matemáticas,
donde siempre le exigı́an más –y tenı́a que demostrar más– que a sus com-
pañeros masculinos. Por fin, consiguió una victoria en su lucha por lograr la
igualdad de derechos entre hombres y mujeres en el mundo, al menos en el
mundo universitario: la primera mujer que recibı́a un premio de esta categorı́a
y del que tan pocos hombres podı́an presumir de ostentarlo.
Pero Kovalevskaya tenı́a también su carácter y a veces tomaba decisiones
difı́ciles de entender. Si creı́a que tenı́a derecho a algo o decidı́a emprender un
nuevo camino, no dudaba en romper amarras y seguir su rumbo. Tenı́a razón:
¿por qué le pagaban menos si realizaba el mismo trabajo que un hombre?
Pero no valoraba que entonces el grave problema de la discriminación que
sufrı́an las mujeres no tenı́a fácil solución y que, en este sentido, Weierstrass y
Mittag-Leffler tuvieron que emplearse a fondo para que ella pudiera alcanzar
las altas metas que se habı́a propuesto. Incluso no se recataba de airear entre
sus amigos suecos el aburrimiento que ya le producı́a vivir en Estocolmo. En
LA GACETA 81

esa época informó a Weierstrass de sus deseos de obtener el doctorado por


una universidad gala, para poder nacionalizarse francesa y poder ingresar en
una universidad de ese paı́s. Weierstrass puso el grito en el cielo y le advirtió
seriamente que ello constituirı́a una afrenta para la universidad de Gotinga,
que tan generosamente se habı́a portado con ella, lo que probablemente con-
llevarı́a la revocación de su grado de Doctor por dicha universidad. ¡Y a todas
estas, Mittag-Leffler le habı́a conseguido una plaza vitalicia en la universidad
de Estocolmo! Finalmente desistió de sus planes y siguió en Suecia.
Ahora era famosa y le dispensaban honores y homenajes. Su amigo Chebys-
hev logró que fuera nombrada miembro honoraria de la Academia de Ciencias
de San Petersburgo y, por una modificación de su trabajo sobre el problema
de rotación de un cuerpo, recibió un premio del Rey Oscar II de Suecia.
Después de disfrutar de unos dı́as de vacaciones con Maksim Kovalevsky en
Génova (Italia) a finales del año 1890, regresó en solitario a Suecia. El viaje de
retorno fue muy accidentado, contrajo un fuerte catarro que degeneró en una
neumonı́a y falleció en Estocolmo el 10 de febrero de 1891, cuando apenas tenı́a
41 años de edad. Como suele ocurrir en estas circunstancias, después de su
muerte la fama de Kovalevskaya se incrementó hasta el extremo de convertirse
en un mito. Las muestras de condolencia, los homenajes y el reconocimiento se
extendieron por todo el mundo. Sólo desentonó al respecto el Ministro ruso del
Interior, I. N. Durnovo [25], que declaró que “se estaba prestando demasiada
atención a una mujer, que al fin y al cabo, era una nihilista”. Su hija Fufa, que
fue adoptada por su amiga Yuliya Lermontova, se licenció en fı́sica y murió en
el año 1951 soltera y sin dejar descendencia.

3. TRABAJOS MATEMÁTICOS
Kovalevskaya publicó una decena de artı́culos matemáticos, todos los cua-
les aparecen enumerados en las referencias. Dos de ellos ([14],[15]) son el mismo
trabajo pero escritos en distintos idiomas, y tres ([16],[17],[18]) se refieren al
tema que le llevó a ganar el Premio Bordin de la Academia de Ciencias de
Parı́s. A continuación los comentamos brevemente.

3.1 TEORÍA DE ECUACIONES EN DERIVADAS PARCIALES


Se debe a A. L. Cauchy (1789-1857) el estudio por primera vez de la conver-
gencia de las soluciones de ciertas clases de ecuaciones diferenciales obtenidas
mediante desarrollos en serie por la técnica de los coeficientes indeterminados.
Cauchy veı́a un paralelismo entre el papel desempeñado por los números com-
plejos en el estudio de las ecuaciones algebraicas y el que presentı́a que jugarı́a
la teorı́a de las funciones de variable compleja en el campo de las ecuacio-
nes diferenciales. Estaba convencido de que se podı́a establecer en este campo
un teorema análogo al fundamental del álgebra, que cabrı́a enunciar ası́: toda
ecuación diferencial con coeficientes analı́ticos posee una solución analı́tica [2].
82 SONIA KOVALEVSKAYA

Para ello ideó el conocido hoy como método de las funciones mayorantes. Con-
siste, en pocas palabras, en lo siguiente: si f (t, x) es una función analı́tica en un
dominio que contiene el origen y pretendemos resolver la ecuación diferencial


dx
= f (t, x) = aj,k tj xk , (1)
dt
k,j=0

se ensaya buscando soluciones en forma del desarrollo en serie potencial y =


 ∞ n
n=0 cn t , cuyos coeficientes se determinarán resolviendo un sistema algebrai-
co que resultará al sustituir esta última expresión formalmente
∞ en (1). Ahora
la función f (t, x) se reemplaza por otra F (t, X) = k,j=0 Aj,k tj xk de coefi-
cientes no negativos tales que |aj,k | ≤ Aj,k , y elegimos asimismo C0 > 0 de
modo que |c0 | ≤ C0 . Entonces el problema
dX
= F (t, X)
dt
∞
n=0 Cn t , donde |cn | ≤ Cn para todo
admite una solución formal X = n

n ∈ N. Se pueden obtener formas muy sencillas de F (t, X) [6, p. 49] que facili-
tan enormemente la demostración de la convergencia de la serie que representa
dicha solución X = X(t) y, por consiguiente, de la serie que da la solución del
problema original (1). Con este procedimiento Cauchy estudió en 1842 la exis-
tencia de soluciones de una clase amplia de ecuaciones diferenciales ordinarias
y también de ecuaciones en derivadas parciales cuasilineales de primer orden,
si bien es cierto que no trató cuestiones como la unicidad y la prolongación
de soluciones [2], ni demostró –lo dio por hecho– que las condiciones iniciales
determinan las soluciones. Aun ası́ se denomina problema de Cauchy al plan-
teado mediante una ecuación diferencial, ordinaria o en derivadas parciales,
acompañada de ciertos datos iniciales.
Weierstrass también estuvo interesado en este tipo de problemas por aque-
llos mismos años, si bien por otras razones. El matemático alemán estaba en-
tonces inmerso en la investigación de las integrales abelianas y la teorı́a de
funciones analı́ticas. Lo que le atraı́a de las ecuaciones diferenciales era, preci-
samente, la posibilidad de definir funciones analı́ticas a partir de sus soluciones.
Por métodos análogos, pero independientemente de Cauchy, estudió sistemas
de ecuaciones diferenciales, destacando dos detalles novedosos: las condiciones
iniciales determinan unı́vocamente las soluciones y la prolongación de éstas.
Parece lógico, pues, que propusiera a Kovalevskaya que investigara más pro-
fundamente este campo.
En su trabajo Sobre la teorı́a de ecuaciones en derivadas parciales [10],
Kovalevskaya estudió el sistema de ecuaciones en derivadas parciales cuasi-
lineales

  (γ) ∞
∂ϕγ ∂ϕβ
= Gαβ (ϕ1 , ..., ϕn ) , γ = 1, 2, ..., n,
∂x ∂xα
α=1 β=1
LA GACETA 83

o más generales

  (γ) ∞
∂ϕγ ∂ϕβ (γ)
G(γ) (ϕ1 , ..., ϕn ) = Gαβ (ϕ1 , ..., ϕn ) + G00 (ϕ1 , ..., ϕn ),
∂x ∂xα
α=1 β=1
(γ)
γ = 1, 2, ..., n, donde Gαβ y G(γ) son funciones analı́tica en un entorno del
origen, demostrando –mediante el método de las mayorantes de Cauchy y
Weierstrass– que las series obtenidas formalmente convergen en realidad en
algún dominio y que satisfacen efectivamente las ecuaciones dadas. Para ello
considera este otro sistema


  (γ) ∞
∂ψγ ∂ψβ
= Gαβ (ψ1 , ..., ψn ) ,
∂x α=1
∂xα
β=1
(γ) (γ)
γ = 1, 2, ..., n, donde Gαβ es la mayorante de Gαβ dada por

(γ) G
Gαβ (ψ1 , ..., ψn ) = ψ1 +ψ2 +...+ψn
,
1− g

para ciertas constantes positivas G y g ([10, p. 8], [2, p. 31]). Uno de los logros
brillantes de este trabajo es la introducción por parte de Kovalevskaya –quizás
inspirada en Jacobi [2, p.30]– del concepto de forma normal de una ecuación
en derivadas parciales. Si se tiene la ecuación
 
∂ α+α1 +···+αr ϕ
G x, x1 , ..., xr , ϕ, ..., α α1 , ... = 0, (2)
∂x ∂x1 ...∂xαr r
(Kovalevskaya se limitó a considerar un polinomio G, pero vale para funciones
más generales) y la derivada mayor presente en (2) es de orden n, diremos
que la ecuación está en forma normal si algunas de las derivadas puras (es
decir, respecto de una única variable) de orden n figura en (2) y es posible
despejarla. Ello le permite demostrar el que hoy se conoce como Teorema de
Cauchy-Kovalevskaya en el caso general, esto es, para ecuaciones en derivadas
parciales arbitrarias ([5],[7],[24]).
Conviene resaltar que en este trabajo [10, p.22], Kovalevskaya prueba que
no siempre una ecuación en derivadas parciales con coeficientes analı́ticos
y condiciones iniciales analı́ticas tiene solución analı́tica. Su contraejemplo
asombró a Weierstrass por su sencillez y elegancia. El problema de valores
iniciales para la ecuación parabólica
∂ϕ ∂2ϕ
=
∂x ∂y 2
1
ϕ(0, y) = ,
1−y
84 SONIA KOVALEVSKAYA

origina como posible solución la serie

∞
(2m + 2n)! n 2m
ϕ(x, y) = x y
n,m=0
(2m)!n!

Pero si x = 0, esta serie diverge, ya que



 (2n)!
ϕ(x, 0) = xn
n=0
n!

tiene radio de convergencia igual a cero. Luego, este problema no admite nin-
guna solución ϕ(x, y) analı́tica en un entorno de x = 0. Sin embargo, si la
ecuación se considera en forma normal y las condiciones iniciales se fijan en la
variable correcta, o sea, si planteamos el problema

∂ϕ ∂2ϕ
=
∂x ∂y 2
ϕ(x, y0 ) = f (x)
∂ϕ(x, y0 )
= g(x),
∂y

siempre tiene solución analı́tica en un entorno de (x0 , y0 ), supuesto que f y g


son analı́ticas en x = x0 .
Este trabajo formó parte de su Tesis Doctoral y fue muy bien acogido por
la comunidad matemática, desempeñando todavı́a un papel fundamental en la
teorı́a de las ecuaciones diferenciales en derivadas parciales.

3.2 INTEGRALES ABELIANAS



Se dice que R(z, w)dz es una integral abeliana si R(z, w) es cualquier
función racional de las variables z y w, que a su vez están relacionas por la
ecuación algebraica F (z, w) = 0. Cuando la ligadura entre  las variables z y w
es w2 = f (z) = a0 z 4 + a1 z 3 + a2 z 2 + a3 z + a4 , la integral R(z, w)dz se llama
elı́ptica (que originan las funciones elı́pticas jacobianas). Si w2 = 4z 3 −g2 z −g3
(donde g2 y g3 denotan las invariantes de Weierstrass, véase [4, vol. II, p. 305]),
de la inversión de las correspondientes integrales surgen las funciones elı́pticas
weierstrassianas. Si la ligazón algebraica es de la forma w2 = a0 z n + a1 z n−1 +
... + an−1 z + an , n ≥ 5, se denominan integrales hiperelı́pticas.
Weierstrass propuso a Kovalevskaya que estudiara algunas situaciones de-
generadas, es decir, cuando una cierta clase de integrales abelianas se reduce
a integrales elementales o a integrales elı́pticas. En su trabajo Sobre la reduc-
ción de una clase de integrales abelianas de rango tres a integrales elı́pticas [11]
aborda esta cuestión, que no era capital en esta teorı́a. Hay que tener presente
LA GACETA 85

que en el siglo XIX las investigaciones de las integrales abelianas y elı́pticas,


ası́ como de las funciones elı́pticas, las funciones ϑ y Θ, las funciones σ de
Weierstrass y sus interconexiones [4] era un campo muy fecundo y con una
febril actividad, donde trabajan los más prestigiosos matemáticos de la época,
desde L. Euler (en el siglo anterior), pasando por A. M. Legendre (1752-1833),
A. L. Cauchy (1789-1857), C. G. J. Jacobi (1604-1851), K. Weierstrass, Ch.
Hermite (1822-1901), G. F. B. Riemann (1826-1866)... Podemos imaginarnos,
ante esta pléyade de matemáticos galácticos, no sólo el volumen de trabajos
y artı́culos sobre estos temas, sino también su excepcional calidad. Tan sólo
Weierstrass en sus obras completas dedica más de quinientas páginas a estos
tópicos. Kovalevskaya tuvo que familiarizarse, conocer y dominar gran parte
de esta vasta producción para afrontar con éxito el encargo de su maestro. Y
lo hizo con elegancia y competencia, aunque en realidad el tema no desper-
taba gran interés, eclipsado por los resultados alcanzados por tantas figuras.
Pero todo el mundo le reconoció su trabajo porque, como destacó el propio
Weierstrass, en él se reflejaba el extraordinario talento matemático de esta
mujer. De hecho, como resalta R. Cooke [2], si hubiera que buscar un área de
las matemáticas en que Kovalevskaya fuera considerada una especialista, ésta
serı́a la de las integrales abelianas. Por cierto, ello le serı́a de gran utilidad
cuando abordó posteriormente la investigación del movimiento de un cuerpo
rı́gido alrededor de un punto fijo.

3.3 SOBRE LA FORMA DE LOS ANILLOS DE SATURNO


P. S. Laplace (1749-1827) habı́a asumido que la sección transversal del ani-
llo de Saturno (entonces se creı́a que este extraño planeta sólo poseı́a un anillo)
tenı́a forma elı́ptica. En su artı́culo Notas suplementarias y observaciones sobre
la investigación de Laplace sobre la forma de los anillos de Saturno[12], Kova-
levskaya establece que es ovalado. Se trata del trabajo más aplicado de nuestro
personaje, pero realmente tiene más importancia por su contenido matemático.
En efecto, primeramente intenta calcular el potencial del anillo en un punto
P1 = (x1 , y1 , z1 ) de coordenadas cilı́ndricas (ρ1 , θ1 , z1 ) = (1 − cos t, θ1 , aϕ(t1 )).
Si se supone que el cuerpo ocupa una región   B del espacio, el potencial gravita-
torio viene dado por la integral V = − 12 cos θ dσ, extendida a la frontera de
B. En la evaluación de esta integral comparecen funciones elı́pticas completas
([2, p. 77], [4, vol. II, p. 317]). Entonces parametriza la superficie según

x = (1 − a cos t)cos ψ

y = (1 − a cos t)sen ψ

z = a ϕ(t)

y supone sin más que ϕ(t) = β sen t + β1 sen 2t + β2 sen 3t + .... El potencial
no depende de θ y, por simetrı́a, es una función par de t1 , de modo que puede
86 SONIA KOVALEVSKAYA

escribir el desarrollo en serie de Fourier V = V0 + V1 cos t1 + V2 cos 2t1 + ..., y,


1
análogamente M (ρ21 + z12 )− 2 = m0 + m1 cos t1 + m2 cos 2t1 + .... Finalmente
impone el principio de conservación de la energı́a
1 1
V (ρ1 , z1 ) + M (ρ21 + z12 )− 2 + n2 ρ21 = C,
2
donde las constantes C y n pueden ser determinadas. Ası́ llega al sistema de
infinitas ecuaciones
a2
V0 + m0 + 12 n2 (1 + 2 )− C=0

V1 + m 1 − n 2 a = 0
n2 2
V2 + m 2 + 2 a =0

Vj + mj = 0,

para j = 3, 4, ..., donde se supone que las cantidades Vj y mj vienen expresadas


en términos de los coeficientes de Fourier βj [2]. Resolver este sistema ahora en
n, C y los βj es una empresa complicadı́sima. Si a estas dificultades se añade
el descubrimiento de J. C. Maxwell de que habı́an varios anillos y que éstos no
eran continuos sino que estaban constituidos por partı́culas (hoy se distinguen
en esta extraña estructura tres zonas separadas –tres anillos– y se sabe que
las partı́culas son de hielo amónico, siendo su masa muy pequeña comparada
con la del planeta), no es de extrañar que Kovalevskaya se desanimara y no
pusiera mucho empeño en perfeccionar su trabajo.

3.4 SOBRE LA REFRACIÓN DE LA LUZ Y LAS ECUACIONES DE LAMÉ


Un curioso personaje –introdujo la quinina para el tratamiento de la mala-
ria–, el astrónomo real danés Erasmus Bartholin (1625-1698), descubrió la do-
ble refracción de la luz cuando atraviesa un cristal de espato de Islandia (una
clase de calcita). Christian Huyghens (1629-1695) trató de buscar explicacio-
nes al hecho de que si la luz sigue una dirección distinta a la del eje óptico se
originan dos haces con velocidades diferentes. A. J. Fresnel (1788-1827) des-
cubrió cristales que poseen dos ejes de simetrı́a en lugar del único que tiene la
calcita y demostró que, cuando el desplazamiento forma ángulos X, Y , Z con
los ejes respectivos, las componentes de la fuerza son
p = a cosX + h cosY + g cosZ
q = b cosY + h cosX + f cosZ
r = c cosZ + g cosX + f cosY
donde (a, h, g), (h, b, f ) y (g, f, c) son las componentes de un desplazamiento
unitario a lo largo de los ejes X, Y , Z. Fresnel llegó a deducir la ecuación
LA GACETA 87

diferencial de la superficie de ondas


 ∂z ∂z 2  ∂z ∂z  ∂z ∂z 2  ∂z ∂z 
z−x −y y −x + (a − b2 ) z − x −y +
∂x ∂y ∂x ∂y ∂x ∂y ∂x ∂y
 ∂z ∂z   ∂z 2  ∂z 2 
a2 x − b2 y 1+ + = 0 (3)
∂y ∂x ∂x ∂y
Posteriormente, M. G. Lamé (1795-1870), partiendo de las leyes de la mecánica
newtoniana, dedujo las condiciones de equilibrio
∂N1 ∂T3 ∂T2
+ + + ρX0 = 0
∂x ∂y ∂z
∂T3 ∂N2 ∂T1
+ + + ρY0 = 0 (4)
∂x ∂y ∂z
∂T2 ∂T1 ∂N3
+ + + ρZ0 = 0
∂x ∂y ∂z
donde las tres componentes de la fuerza en un plano paralelo al plano coorde-
nado Y OZ son N1 normal y T2 , T3 tangentes al plano, y el mismo significados
para las demás incógnitas; (X0 , Y0 , Z0 ) son las componentes de la aceleración
de la partı́cula en el punto (x, y, z) y ρ es la densidad del medio. Como en el
caso de Fresnel, con sólo seis cantidades se puede determinar las nueve com-
ponentes de tres vectores tridimensionales. El desplazamiento (u, v, w) de una
partı́cula en un medio incompresible satisface, con notación actual, la ecuación
div(u, v, w) = 0. Como la amplificación es proporcional a la tensión, Lamé de-
mostró que cada una de las seis componentes presentes en (4) debe tener la
forma
∂u ∂v ∂w  ∂v ∂w   ∂w ∂u   ∂u ∂v 
A +B +C +D + +E + +F +
∂x ∂y ∂z ∂z ∂y ∂x ∂z ∂y ∂x
Ante las dificultades de cálculo, Lamé consideró formas particulares para el
desplazamiento
 
t mx + ny + pz
u = ξω cos 2π −
τ l
 
t mx + ny + pz
v = ηω cos 2π −
τ l
 
t mx + ny + pz
w = ζω cos 2π −
τ l

siendo ξ, η, ζ los cosenos directores del desplazamiento, ω la amplitud de la


onda, τ el periodo, l la longitud de onda y m, n, p los cosenos directores
88 SONIA KOVALEVSKAYA

del rayo de luz. Tras un tedioso proceso, llegó a obtener las conocidas como
ecuaciones de Lamé

∂2u  ∂u ∂v   ∂w ∂u 
2 ∂ 2 ∂
= c − − b −
∂t2 ∂y ∂y ∂x ∂z ∂x ∂z
2
∂ v    ∂u ∂v 
2 ∂ ∂v ∂w 2 ∂
= a − − c − (5)
∂t2 ∂z ∂z ∂y ∂x ∂y ∂x
∂2w ∂  ∂w ∂u  ∂  ∂v ∂w 
= b2 − − a2 −
∂t2 ∂x ∂x ∂z ∂y ∂z ∂y

Finalmente, tras un arduo proceso, llega a la misma expresión para la superficie


de onda que la obtenida por Fresnel como solución de la ecuación (3) y, al tratar
de describir la radiación de la luz de una fuente puntual –que supone que se
extiende homotéticamente– halla para la amplitud de la vibración la fórmula

2 1

,
b a2 − c2 
sen i sen i x + y 2 + z 2
2

donde i e i denotan los ángulos que forma el rayo de luz con los dos ejes
ópticos. Pero encontró problemas, como que la amplitud se hace infinita en el
1
origen debido a la presencia del factor (x2 + y 2 + z 2 )− 2 , en cuya justificación
recurre al éter, sustancia que supuestamente llena el espacio.
Aunque a Weierstrass se le puede considerar como el prototipo de matemá-
tico puro, solı́a en sus clases plantear cuestiones fı́sicas para ilustrar sus expo-
siciones teóricas y en 1856 presentó una ponencia en el Congreso de Cientı́ficos
de Alemania sobre el camino descrito por un rayo de luz al atravesar varios
medios contiguos con superficies de refracción esféricas. Weierstrass pidió a Ko-
valevskaya que trabajara en este tema y le dio a conocer una técnica inédita
suya con la que él pensaba que se podı́a resolver el problema [2]. Esta técnica
se basa en el hecho de que un rayo de luz OP que pasa por el origen corta a
una superficie S en un único punto P1 . Entonces, el lugar geométrico de los
puntos t = const., donde t denota el cociente entre las distancias OP y OP1 ,
es otra superficie σt análoga a S. Weierstrass, por el teorema de la divergencia,
encontró la fórmula básica

Dt Du F (u, v, w)dω = Dt2 u F (u, v, w)dω, (6)
(t0 ...t) (t0 ,...,t)

donde (t0 ...t) indica que la integral se extiende a la región comprendida entre
las superficies σt0 y σt . Con esta fórmula Weierstrass consigue resolver ecua-
ciones en derivadas parciales de segundo orden y problemas más complejos,
LA GACETA 89

como sistemas de ecuaciones de la clase

∂2ξ   ∂ξ ∂  ∂ξ ∂ζ   2 ∂2η ∂2ζ


2 ∂ ∂η 2 ∂ ξ
+ a − − − − b + + =X
∂t2 ∂y ∂x ∂y ∂z ∂z ∂x ∂x2 ∂x∂y ∂x∂z
∂2η   ∂η ∂  ∂η ∂ξ   2 ∂2η ∂2ζ
2 ∂ ∂ζ 2 ∂ ξ
+ a − − − − b + + =Y
∂t2 ∂z ∂y ∂z ∂x ∂x ∂y ∂x∂y ∂y 2 ∂y∂z
∂2ζ   ∂ζ ∂  ∂ζ ∂η   2 ∂2η ∂2ζ
2 ∂ ∂ξ 2 ∂ ξ
+ a − − − − b + + = Z,
∂t2 ∂x ∂z ∂x ∂y ∂y ∂z ∂x∂z ∂y∂z ∂z 2

conocidos los valores iniciales de las incógnitas ξ, η, ζ y sus derivadas parciales


primeras respecto de t. Como se puede observar, este sistema es bastante
parecido al (5) de Lamé.
Kovalevskaya creyó que los problemas que se le presentaban a Lamé proce-
dı́an de que éste eligió una expresión incorrecta para las soluciones de (5). Por
ello buscó soluciones de la forma
 
ξ = Dt ϕ1 (u, v, w)f (x + u, y + v, z + w)dω
t0 ...t
 
η = Dt ϕ2 (u, v, w)f (x + u, y + v, z + w)dω (7)
t0 ...t
 
ζ = Dt ϕ3 (u, v, w)f (x + u, y + v, z + w)dω
t0 ...t

Tras un complicado proceso a lo largo del cual utiliza la fórmula (6),


prueba la existencia de una función ϕ tal que grad ϕ = (ϕ1 , ϕ2 , ϕ3 ), denota
(ψ1 , ψ2 , ψ3 ) = grad ϕ × grad θ y asume que grad ψ = a2 (ψ1 , ψ2 , ψ3 ), Kova-
levskaya reduce las ecuaciones de Lamé al sistema

∂ϕ ∂θ ∂ϕ ∂θ 1 ∂ψ ∂ϕ ∂θ ∂ϕ ∂θ 1 ∂ψ
− = 2 , − = 2
∂v ∂w ∂w ∂v a ∂u ∂w ∂u ∂u ∂w b ∂v
∂ϕ ∂θ ∂ϕ ∂θ 1 ∂ψ ∂ψ ∂θ ∂ψ ∂θ ∂ϕ
− = 2 , − =−
∂u ∂v ∂v ∂u c ∂w ∂v ∂w ∂w ∂v ∂u
∂ψ ∂θ ∂ψ ∂θ ∂ϕ ∂ψ ∂θ ∂ψ ∂θ ∂ϕ
− =− , − =−
∂w ∂u ∂u ∂w ∂v ∂u ∂v ∂v ∂u ∂w

Supone entonces que θ(u, v, w) = t define la superficie σt , estableciendo inge-


niosamente que debe coincidir con la superficie de onda, en cuya parametri-
zación intervienen las funciones elı́pticas de Jacobi sn, cn, dn [4]. Finalmente
concluye que la solución del sistema (5) es [13, p. 297]
90 SONIA KOVALEVSKAYA

2L
K
1 − k2
ξ=t sn u1 sn u2 cn u2 f (x + u, y + v, z + w)du1 du2
−K −2L b
K 2L
1
η=t − cn u1 sn u2 dn u2 f (x + u, y + v, z + w)du1 du2 (8)
−K −2L a
K 2L
1
ζ=t dn u1 cn u2 dn u2 f (x + u, y + v, z + w)du1 du2
−K −2L a

Sin embargo, Vito Volterra (1860-1940) demostró que estos resultados son
incorrectos. En las anteriores fórmulas –le escribió a Mittag-Leffler [2]– se ve
que tanto las funciones ξ, η, χ como sus derivadas parciales ∂ξ ∂η ∂χ
∂t , ∂t , ∂t se
anulan en t = 0 y, por tanto, la solución se reduce a la trivial, ya que el
sistema de Lamé es homogéneo, lo cual es imposible. También le señalaba que
si se toma f (x, y, z) = y se obtiene a partir de (8) unas expresiones sencillas
que no satisfacen el sistema (5). Se cuenta que Kovalevskaya se enfadó mucho
con Weierstrass porque éste no detectó ningún error y tampoco Runge, que
actuó de referee, pero ello no se ajusta a la verdad. En efecto, cuando Volterra
comunicó a Mittag-Leffler que el artı́culo contenı́a errores, Kovalevskaya ya
habı́a fallecido.
Es muy difı́cil enteder cómo Kovalevskaya y Weierstrass no se dieron cuen-
ta de estos fallos. Pero no iba muy descaminada Kovalevskaya, si uno observa
la similitud que guarda la solución correcta aportada por Volterra con la suya
[2, p. 174].

3.5 LAS ECUACIONES DE EULER Y EL PROBLEMA DE LA ROTACIÓN DE UN CUERPO


Uno de los problemas más importantes de la mecánica clásica es el estudio
del movimiento de rotación de un cuerpo sólido alrededor de un punto fijo, cuya
modelización matemática conduce a un sistema de ecuaciones diferenciales de
dificilı́sima, si no imposible, resolución. Leonhard Euler (1707-1783) abordó
este problema varias veces a lo largo de su vida y a su genialidad se debe la
siguiente formulación mediante el sistema de ecuaciones que lleva su nombre,
en la versión dada posteriormente por el matemático británico R. B. Hayward
en 1858
dp
A = (B − C)qr + M g(y0 γ  − z0 γ  ), dγ
dt = rγ  − qγ 
dt
dq dγ 
B = (C − A)rp + M g(z0 γ − x0 γ  ), dt = pγ  − rγ (9)
dt
dr dγ 
C = (A − B)pq + M g(x0 γ  − y0 γ), dt = qγ − pγ 
dt
LA GACETA 91

donde A, B, C son los ejes principales del elipsoide de inercia del cuerpo
considerado en relación con el punto fijo; M es la masa del cuerpo; g, la ace-
leración de la gravedad; y (x0 , y0 , z0 ), las coordenadas del centro de gravedad
respecto de un sistema de referencia cuyo origen está en el punto fijo y cuyas
direcciones coinciden con las de los ejes principales del elipsoide de inercia. Las
incógnitas p, q, r son las componentes de la velocidad angular a lo largo de los
ejes principales y γ, γ  , γ  son los cosenos directores de los ángulos que los tres
ejes forman en cada momento. Muy pocos de los grandes matemáticos de la
época se mostraron indiferentes ante el problema. Por el contrario, intentaron
hacer contribuciones en la búsqueda de su resolución, porque eran conscientes
de que quienes lo consiguieran pasarı́an a la posteridad.
Euler logró integrar este sistema de ecuaciones en el caso en que x0 =
y0 = z0 = 0. Para él las dificultades inherentes a este particular planteamiento
no podı́an ser superadas desde la fı́sica, sino con todas las herramientas del
análisis matemático. Y profetizó que existı́a una infinidad de situaciones que
son completamente irresolubles debido a las limitaciones del análisis.
J. L. Lagrange (1736-1813) marcó un hito con su obra Mécanique Analy-
tique(1788), donde concibe esta parte de la fı́sica más bien como una rama de
las matemática, una geometrı́a tetradimensional en la que la cuarta dimensión
es el tiempo. Consigue expresar las incógnitas p, q, r en función de los cono-
cidos como ángulos de Euler [2, p. 146] y resuelve el sistema (9) en el caso en
que A = B , x0 = y0 = 0.
Otros matemáticos de la talla de S. D. Poisson (1781-1840), A. Cayley
(1821-1899), J. C. Maxwell (1831-18779), J. J. Sylvester (1814-1897)... tam-
bién trabajaron en este problema. Weierstrass impartió un curso en Berlı́n en
el cual, siguiendo técnicas de C. G. J. Jacobi (1804-1851), explicó cómo se
podı́an obtener las soluciones dadas por Euler y Lagrange mediante cociente
de funciones σ [4], que no son otra cosa que generalizaciones de las funciones
elı́pticas ϑ de Jacobi. Animado por estos éxitos parciales, Weierstrass atacó el
problema general, llegando a la conclusión de que, en tal caso, la solución no
viene dada por funciones univaluadas del tiempo. Con toda seguridad Kova-
levskaya, que por aquella fecha estaba en Berlı́n, tuvo conocimiento de todos
estos resultados. Por eso Weierstrass le propuso abordar el problema general
y le animó a describir el movimiento mediante funciones elı́pticas del tiempo.
El conocimiento de las funciones p, q, r, γ, γ  , γ  permitirı́a determinar
el eje de rotación en cualquier instante, la velocidad angular y la dirección
vertical a partir de las coordenadas del cuerpo. Como no todas las incógnitas
son independientes, para determinar la solución general se necesitarı́a hallar
cinco integrales independientes del sistema. Una de ellas sigue inmediatamente
de consideraciones geométricas

(γ)2 + (γ  )2 + (γ  )2 = 1

La segunda se infiere del principio de conservación de la energı́a


92 SONIA KOVALEVSKAYA

1 2   
Ap + Bq 2 + Cr 2 + M g x0 γ + y0 γ  + z0 γ  = constante (10)
2
Y una tercera expresa el hecho de que la componente vertical del momento
angular es constante
Apγ + Bqγ  + Crγ  = constante (11)
Kovalevskaya se dio cuenta de que, en los casos estudiados por Euler
y Lagrange, las seis incógnitas son funciones univaluadas del tiempo que
únicamente poseen singularidades que son polos, y se pregunta si ésta será
la situación en el caso general [18]. Por ello busca soluciones en el t-plano
complejo mediante series de Laurent en un entorno de t0 , como sigue (basta
tomar t0 = 0 ya que el sistema (9) es un sistema autónomo)

p = t−n1 (p0 + p1 t + p2 t2 + ...), γ = t−m1 (f0 + f1 t + f2 t2 + ...)


q = t−n2 (q0 + q1 t + q2 t2 + ...), γ  = t−m2 (g0 + g1 t + g2 t2 + ...) (12)
−n3 2
r=t (r0 + r1 t + r2 t + ...), γ  = t−m3 (h0 + h1 t + h2 t2 + ...)
debiendo asegurar no sólo la existencia de radios de convergencia y que las
series verifican formalmente las ecuaciones del sistema de Euler, sino que en
todo caso hay cinco constantes arbitrarias. Deduce rápidamente que n1 = n2 =
n3 = 1 y m1 = m2 = m3 = 2. Poniendo A1 = B − C, B1 = C − A, C1 = A − B
y eligiendo la escala de modo que M g = 1, prueba que los primeros coeficientes
deben satisfacer el sistema algebraico

−Ap0 = A1 q0 r0 + y0 h0 − z0 g0 , −2f0 = r0 g0 − q0 h0
−Bq0 = B1 r0 p0 + z0 f0 − x0 h0 , −2g0 = p0 h0 − r0 f0 (13)
−Cr0 = C1 P0 q0 + x0 g0 − y0 f0 , −2h0 = q0 f0 − p0 g0
Para garantizar que f0 , g0 , h0 sean diferentes de cero, tiene que ocurrir que el
determinante de la segunda parte del sistema (13) se anula, esto es, que
p20 + q02 + r02 + 4 = 0
Combinando este resultado con las ecuaciones (10) y (11), se obtienen
estos dos conjuntos de soluciones para los primeros coeficientes
2C z0 2C
p0 = i , f0 = −
A − 2C x0 x0
2C
q0 = ip0 , g0 = −i
x0
r0 = 2i, h0 = 0
LA GACETA 93

O bien
2A
p0 = 0, f0 = −
x0 − iz0
q0 = 2i, g0 = 0

2A
r0 = 0, h0 = i
x0 − iz0
donde  = ±1. Una vez determinados los coeficientes p0 , q0 , r0 , f0 , g0 , h0 las
ecuaciones de Euler permiten obtener los restantes coeficientes pm , qm , rm ,
fm , gm , hm recurrentemente a partir de relaciones que forman un sistema de
seis ecuaciones algebraicas, todas ellas del tipo

(m − 1)Apm − A1 (q0 rm + r0 qm ) − z0 gm + y0 hm = Pm ,

cuyos segundos miembros son funciones enteras de los citados coeficientes con
ı́ndices inferiores a m.
Kovalevskaya obtiene como casos particulares los ya conocidos de Euler y
Lagrange y afirma que hay un nuevo caso, no estudiado anteriormente, que se
puede resolver. Este nuevo caso se presenta cuando

A = B = 2C, z0 = 0

Eligiendo convenientemente los ejes, es posible tomar y0 = 0. Si, además, se


escoge una escala adecuada de modo que A = B = 2 y C = 1, el sistema (9)
se reduce al
dp dγ
2 = qr, = rγ  − qγ 
dt dt

dq dγ 
2 = −pr − c0 γ  , = pγ  − rγ (14)
dt dt

dr dγ 
= c0 γ  , = qγ − pγ  ,
dt dt

donde c0 = M gx0 . Las tres integrales conocidas adoptan ahora la forma

2(p2 + q 2 ) + r 2 = 2c0 γ + 6l1

2(pγ + qγ  ) + rγ  = 2l

(γ)2 + (γ  )2 + (γ  )2 = 1,
94 SONIA KOVALEVSKAYA

siendo l y l1 constantes de integración. Kovalevskaya encuentra hábilmente


una cuarta integral
 2   2 
p + qi + c0 γ + iγ  p − qi + c0 γ − iγ  = k2

En este momento Kovalevskaya efectúa numerosos y complicados cambios de


variables [2, p. 156], cuyo objetivo es adecuar tanto las ecuaciones como las
integrales a fin de que se puedan usar las funciones ϑ en la integración de la
primera de las ecuaciones (14)

2
dp = dt
qr

Tras ı́mprobos esfuerzos y una enorme paciencia, Kovalevskaya llega a que

ds1 ds2
0=
+

R1 (s1 ) R1 (s2 )
s1 ds1 s2 ds2
dt =
+
(15)
R1 (s1 ) R1 (s2 )

donde R1 (s) es un polinomio de grado cinco. Las variables seleccionadas se


han amoldado de manera que se pueda aplicar las técnicas de inversión de
Jacobi. De (15) deduce que s1 y s2 son cocientes de productos de funciones ϑ,
cuyos argumentos son funciones lineales del tiempo [18].
Al final de este trabajo Kovalevskaya presentó un modelo fı́sico que, a
petición de Weierstrass, le dejó H. A. Schwarz (1845-1921) y que se adaptaba
al caso teórico que ella habı́a descubierto. Posteriormente se puso en tela de
juicio que este modelo se correspondiera exactamente con el caso investigado
por Kovalevskaya, lo que pone de manifiesto lo intrincado y la complejidad del
problema analizado.
El matemático ruso A. A. Markov (1856-1922) dudaba de que los tres
únicos casos en los cuales el sistema (9) poseyera soluciones meromorfas se
limitaran a los investigados por Euler, Lagrange y la propia Kovalevskaya,
argumentando que algunos polinomios que aparecı́an en el trabajo de esta
última podrı́an tener raı́ces múltiples. Pero Lyapunov (1857-1918) profundi-
zando en el estudio de estos casos, estableció paladinamente que estos tres
eran los únicos cuyas soluciones se expresaban como funciones univaluadas del
tiempo. También, R. Liouville verificó que se trataba de los casos exclusivos
en que el sistema de Euler poseı́a cuatro integrales algebraicas independientes.
Ası́ pues, a Kovalevskaya le cupo el honor y la gloria de completar el progra-
ma iniciado por Euler y continuado por Lagrange, en el sentido de que no se
puede avanzar más en esa dirección. De hecho, el caso general sigue siendo un
problema abierto.
LA GACETA 95

Los contemporáneos no escatimaron elogios al gran trabajo realizado por


Kovalevskaya quien, en un momento en que el análisis se alejaba peligrosa-
mente de las aplicaciones, fue capaz de resolver un problema de mecánica
utilizando los más recientes avances analı́ticos. Por este trabajo, como ya fue
dicho, recibió el Premio Bordin de la Academia de Ciencias de Parı́s corres-
pondiente al año 1888. ¡Y tan sólo por él hubiera pasado a la posteridad como
una gran matemática!

3.6 SOBRE UN TEOREMA DE BRUNS


E.H. Bruns (1848-1919) fue otro alumno de Weierstrass conocido, sobre
todo, por sus investigaciones sobre el sistema de ecuaciones diferenciales que
describe el problema de los tres cuerpos. Pues bien, en esta nota , Sobre un
teorema de Bruns [19], Kovalevskaya simplifica la prueba de un teorema de
este matemático: Existe una función U (x, y, z) que es analı́tica en cualquier
punto regular de la frontera de una superficie S y que satisface la ecuación de
Poisson
∂2U ∂2U ∂2U
U ≡ + + = −4kπ,
∂x2 ∂y 2 ∂z 2

con las condiciones de frontera U = ∂U ∂U ∂U


∂x = ∂y = ∂z = 0 sobre S.
La prueba de Kovalevskaya es ingeniosa y sencilla. Realiza un cambio de
las variables (x, y, z) a las (u, v, s) de modo que la superficie tenga ecuación
s = 0, reduciendo el problema anterior al

∂2U ∂2U ∂2U ∂U ∂U ∂U


Ω 2
+ A 1 2
+ B 1 2
+ a1 + b1 + c1 = −4kπΩ2 ,
∂s ∂u ∂v ∂u ∂v ∂s
 
 
donde Ω =  ∂(x,y,z)
∂(u,v,s)  = 0 denota el determinante del jacobiano del cambio,
con las condiciones U (u, v, 0) = ∂U (u,v,0)
∂s = 0. Precisamente, el hecho de que
Ω = 0 le permitió aplicar el actualmente conocido como teorema de Cauchy-
Kovalevskaya.
Según R. Cooke [2], por los años de las referencias que cita en él, se trata
quizás de uno de los primeros trabajos de Kovalevskaya. Un resultado similar
aparece en su Tesis Doctoral. Acaso por esta razón lo guardó y más tarde
decidió presentarlo en un congreso en Estocolmo. Fue publicado póstumamente
por Mittag-Leffler.

4. TRABAJOS LITERARIOS
Kovalevskaya fue una persona dotada de una extraordinaria sensibilidad,
con grandes inquietudes literarias, sociales y polı́ticas. Sus dos mejores obras no
96 SONIA KOVALEVSKAYA

matemáticas son Recuerdos de la infancia y Una joven nihilista. En la primera


[20], editada en 1889, de carácter autobiográfico y escrita con una prosa sencilla
y elegante, relata cómo transcurre su infancia hasta que alcanza los 15 años de
edad –sus relaciones familiares, especialmente con su hermana Aniuta– todo
ello inmerso en la problemática social de aquella época y de su paı́s. En la
segunda [21], publicada después de su muerte primero en Ginebra en 1892 y
más tarde en 1906 en su Rusia natal (donde fue reiteradamente prohibida),
narra los avatares y las utopı́as de una joven revolucionaria, encarnada en
Vera Goncharova, relacionada familiarmente con A. S. Pushkin (1799-1837),
escritor contrario al sistema aristocrático reinante en su época.
El nihilista es otra novela corta basada en la figura de N. Chernyshevsky
(1828-89), deportado a Siberia por su obra ¿Qué hacer?, que ejerció una gran
influencia sobre la juventud rusa de la segunda mitad del siglo XIX y la revo-
lución de 1917.
Fruto de su colaboración con Anna Charlotte –hermana de Mittag-Leffler–
es la obra teatral La lucha por la felicidad. En realidad fue escrita por Anna,
si bien el guión, el tema, es de Kovalevskaya. Se ve claramente que describe
su relación tormentosa con Vladimir y evidencia que nunca pudo borrar de su
mente el sentimiento de un cierto grado de culpabilidad ante el trágico final de
su esposo. No tuvo gran acogida en Suecia, pero sı́ en Rusia cuando se estrenó
años después.
Recordemos que cuando regresó a Rusia, con posterioridad a haber accedi-
do al grado de Doctor, en 1875, en unos cuatro años yermos matemáticamente,
realizó una ajetreada vida social, frecuentando los cı́rculos culturales de San
Petersburgo. Escribió entonces y en el resto de su vida un buen número de
reseñas teatrales, poesı́as, ensayos sobre George Elliot, comentarios sobre la si-
tuación polı́tica, incluso escribió dos notas sobre sus visitas a sendos hospitales
para mujeres.
Sobra decir que estas actividades extras desesperaban tanto a Weierstrass
como a Mittag-Leffler, que no alcanzaban a comprender cómo malgastaba el
tiempo en estas cuestiones, en lugar de emplear su talento en matemáticas.
En algún momento la propia Kovalevskaya reconoció que hubiera llegado más
lejos si se hubiera dedicado a una sola actividad y no a repartir su esfuerzo
en tantas direcciones diferentes. Bueno, sı́ que compartı́a con Weierstrass la
opinión de que “para ser matemático hay que tener el alma de un poeta”.

5. CONSIDERACIONES FINALES
Sonia Kovalevskaya fue la primera mujer en obtener el grado de Doctor en
Matemáticas, la primera en formar parte del comité editorial de una revista
matemática (nos referimos a Acta Mathematica) y la primera en ganar un
premio de la categorı́a del Prix Bordin, el más alto galardón que se podı́a
recibir en Ciencias en aquellos tiempos. Fue de las primeras mujeres en ocupar
una cátedra en una universidad europea. Y, además, realizó algunas notables
LA GACETA 97

contribuciones a las matemáticas. ¿Qué más se puede pedir? Como dijo su


maestro y mentor, con ocasión de su muerte, quizás la persona que más sufrió
por este hecho:

Las personas pasan, las ideas perduran. La figura eminente de


Sonia deberı́a pasar a la posteridad en base a la única virtud de su
trabajo matemático y literario.

Pero la personalidad de Kovalevskaya es muy rica. Hay que valorar su


compromiso polı́tico con los movimientos que querı́an mejorar las condiciones
de vida de sus compatriotas y de toda la humanidad. Aunque fueran utopı́as y
le hicieran perder tiempo. No vaciló en prestar su pasaporte para que algunos
jóvenes pudieran abandonar Rusia y estudiar en el extranjero, con el riesgo que
ello significaba entonces. Ayudaba a sus paisanos exiliados, particularmente a
las mujeres.
Hoy en dı́a sigue siendo un referente de los movimientos que luchan por
conseguir una efectiva igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Cuando
llegó a Suecia para dar clases en la universidad de Estocolmo, August Strind-
berg (1849-1912), un famoso escritor de piezas teatrales y misógino, escribió
en la prensa calificando de auténtica monstruosidad que una mujer diera clases
en la universidad. Ella le escribió a Mittag-Leffler:

Como un regalo de Navidad he recibido de su hermana un


artı́culo de Strindberg en el que prueba tan claramente como que
dos y dos son cuatro qué monstruoso fenómeno es una mujer mate-
mática, qué pernicioso, inútil y desagradable. Pienso que esencial-
mente tiene razón; la única cosa con la que no estoy de acuerdo
es con que hay muchos hombres matemáticos en Suecia que son
mejores que yo y que he sido invitada a venir aquı́ sólo por caba-
llerosidad.

Queda claro que lo que no admite Kovalevskaya de ningún modo es que


un hombre sea considerado mejor en matemáticas que una mujer por el simple
hecho de ser hombre. Quizás el tı́tulo de su biografı́a realizada por A.H. Ko-
blitz [8] sintetiza magistralmente su compleja existencia y personalidad: Una
convergencia de vidas. Sofı́a Kovalevskaya: cientı́fica, escritora, revoluciona-
ria.
Impresionante resulta también el juicio que sobre ella hace su amigo
Mittag-Leffler [2, p. 177], en su obituario:

Sonia Kovalevskaya conservará un lugar eminente en la his-


toria de las matemáticas y por su obra póstuma [21], que está a
punto de aparecer, será recordada en la historia de la literatura.
Pero acaso no es ni como matemática ni como escritora el modo
en que se debe apreciar o juzgar a esta mujer de tanto espı́ritu y
98 SONIA KOVALEVSKAYA

originalidad. Como persona fue aún más extraordinaria que lo que


uno serı́a capaz de creer por sus trabajos. Todos los que la cono-
cimos y estuvimos cerca de ella...la recordaremos por la impresión
vivaz y poderosa que producı́a su personalidad.

REFERENCIAS
[1] R. Bölling. ...Deine Sonia: a reading from a burned letter, The Mathematical
Intelligencer, 14(3)(1992), 24–30.
[2] R. Cooke. The Mathematics of Sonya Kovalevskaya, Springer-Verlag, New York,
1984.
[3] M. R. Chowdhury. Koblitz, Klein and Kovalevskaia, The Mathematical Intelli-
gencer, 8(4)(1986), 68–72.
[4] A. Erdélyi. Higher Transcendental Fuctions, McGraw-Hill, New York, 1953 (ree-
ditado por R. E. Krieger Publishing Company, Malabar, Florida, 1981).
[5] P. R. Garabedian. Partial differential equations, Wiley, New York, 1964.
[6] M. de Guzmán. Ecuaciones diferenciales ordinarias, Alhambra, Madrid, 1980.
[7] F. John. Partial differential equations, Springer-Verlag, Berlin, 1971.
[8] A. H. Koblitz. A Convergence of Lives: Sophia Kovalevskaya: Scientist, Writer,
Revolutionary, Birkhauser, Boston, 1983.
[9] A. H. Koblitz. Sofia Kovalevskaia and the mathematical community, The Mat-
hematical Intelligencer, 6(1)(1984), 20–29.
LA GACETA 99

[10] S. Kovalevskaya. Zur Theorie der partiellen Differentialgleichungen, Journal für


die reine und angewandte Mathematik, 80(1875), 1–32.
[11] S. Kovalevskaya. Über die Reduction einer bestimmten Klasse von Abel’scher
Integrale 3-ten Ranges auf elliptische Integrale, Acta Mathematica, 4(1884), 393–
414.
[12] S. Kovalevskaya. Zusätze und Bermerkungen zu Laplace’s Untersuchung über
die Gestalt des Saturnringes, Astronomische Nachrichten, 111(1885), 37–48.
[13] S. Kovalevskaya. Über die Brechung des Lichtes in christallinischen Mitteln,
Acta Mathematica, 6(1886), 249–304.
[14] S. Kovalevskaya. Sur la propagation de la lumière dans un milieu cristallisé,
Comptes rendus Acad. Sc., 98(1884), 356–357.
[15] S. Kovalevskaya. Om ljusets fortplantning uti ett kristalliniskt medium, Öfver-
sigt af Kongl. Vetenskaps-Akademiens Forhandlinger, 41(1884), 119–121.
[16] S. Kovalevskaya. Sur le problème de la rotation d’un corps solide autour d’un
point fixe, Acta Mathematica, 12(1889), 177–232.
[17] S. Kovalevskaya. Sur une propieté du système d’équations différentielles qui
definit la rotation d’un corps solide autour d’un point fixe, Acta Mathematica,
14(1890), 81–93.
[18] S. Kovalevskaya. Mémoire sur un cas particulier du problème de la rotation
d’un corps pesant autour d’un point fixe, où l’intégration s’effectue à l’aide de
fonctions ultraelliptiques du temps , Mémoires présentés par divers savants à
l’Académie des Sciences de l’Institut National de France, Paris, 31(1890), 1–62.
[19] S. Kovalevskaya. Sur un théorème de M. Bruns, Acta Mathematica, 15(1891),
45–52.
[20] S. Kovalevskaya. A Russian Childhood. Sofya Kovalevskaya, B. Stillman (ed.),
Springer-Verlag, New York, 1978.
[21] S. Kovalevskaya. The Nihilist Woman, Volnaya Russkava, Geneva, 1892.
[22] A. Martinón, (editor). Las matemáticas del siglo XX: una mirada en 101
artı́culos, Nivola, Madrid, 2000.
[23] M. Molero y A. Salvador. Sonia Kovalevskaya , Ediciones del Orto, Madrid,
2002.
[24] I. G. Petrovski. Partial differential equations, Iliffe, London, 1967.
[25] K. D. Rappaport. S. Kovalevsky: a mathematical lesson, Amer. Math. Monthly,
88(10)(1981), 564–574.

En la web se puede encontrar una abundante literatura sobre S. Kovalevskaya

[26] T. Burslem. Sofia Vasilevna Kovalevskaya


http://turnbull.dcs.st-and.ac.uk/history/Miscellaneous/Kovalevskaya/biog.html
100 SONIA KOVALEVSKAYA

[27] R. Cooke. The life of S. V. Kovalevskaya


http://www.emba.uvm.edu/∼cooke/svklife.pdf
[28] L. Ellison. Sofia Kovalevskaya
http://www-groups.dcs.st-and.ac.uk/∼history/Projects/Ellison/Chapters/Ch1.html
[29] J. Spicci. The life of S. V. Kovalevskaya
http://www.joanspicci.com/kovalevskaia/index.htm

J.M. Méndez Pérez


Departamento de Análisis Matemático
Universidad de La Laguna
38271 La Laguna
Tenerife, Islas Canarias
Correo electrónico: jmendez@ull.es

También podría gustarte