La Evolución de Los Océanos

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 11

La evolución de los océanos

Instituto Politécnico Nacional

Escuela Nacional de Ciencias biológicas

Licenciatura en Biología

Bioestadística
Grupo 1OM2

Cáceres Bejarano Fernando


Marroquín Grada Mónica Lilián
Montoya de Santiago Raul

28 de febrero 2018
Uno de los nombres con los que se conoce a la tierra es "el planeta azul". Vista desde el
espacio, la Tierra parece azul debido a la abundancia de agua que hay en su superficie: tres
cuartas partes de la Tierra están cubiertas por mares y océanos, lo que supone 361
millones de kilómetros cuadrados de agua salada. Los mares y océanos contienen
prácticamente todo el agua del planeta, el resto es agua dulce de los ríos, los glaciares y los
casquetes polares. El medio marino es enorme, complejo y de difícil acceso. Su estudio
resulta costoso y complicado, por lo que los conocimientos que tenemos sobre él son
limitados. Pero hoy sabemos que los océanos del mundo y sus mares adyacentes, así como
los recursos biológicos y no biológicos que contienen, son un elemento necesario para la
continuidad de la vida, tal como la conocemos en su forma actual. El aire que respiramos, el
agua que bebemos, los alimentos que comemos y el clima en que vivimos están
condicionados por los océanos (Declaración de la Comisión Oceanográfica
Intergubernamental de la UNESCO - COI - para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo
Sostenible de 2002).

En un principio, el agua de los océanos era dulce. A lo largo de millones de años se fue
llenando de sales minerales y de material biológico que transportaban los ríos. Estas sales
son el resultado de la descomposición de las rocas submarinas y de los gases emitidos por
los volcanes a través de la corteza terrestre. Esto hizo que el agua de los océanos se fuera
convirtiendo en agua salada.

El fondo oceánico no es llano, sino montañoso, está formado por una corteza oceánica
fragmentada. El fondo está lleno de cadenas montañosas, cuya altura y anchura oscilan
entre uno y cuatro kilómetros y se extienden 60.000 kilómetros a lo largo del océano. Sobre
el fondo de ellos se encuentra un magma rico en minerales que proviene de las
profundidades de la Tierra y renueva constantemente la corteza oceánica. En determinados
lugares, este magma emerge violentamente, en formas de erupciones volcánicas
submarinas; su profundidad puede variar entre 6.000 y 11.000 metros.

Se distinguen tres grandes océanos: Índico, Pacífico y Atlántico, y dos pequeños; océano
Glaciar Ártico y el Antártico. El Pacífico es el más grande de todos, contiene la mitad del
volumen total de los océanos, seguido del Atlántico y el Índico. Aunque estos tres océanos
se han separado en tres cuencas diferentes, sus aguas convergen en el hemisferio Sur para
formar el Océano Glaciar Antártico. El Ártico, que se encuentra en el Polo Norte, está
cubierto de hielo y tiene dimensiones más reducidas, pero se le considera igualmente un
océano. Los mares son de menor tamaño y forman enclaves más o menos separados de
los océanos. Rodean a los continentes y pueden adentrarse en mayor o menor medida en
las aguas oceánicas.

En 1960 la UNESCO creó la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) con la


finalidad de fomentar la investigación científica de los océanos, difundir un mejor
conocimiento de su naturaleza y de sus recursos y estudiar su papel en los cambios
climáticos. En el año 1985 la COI creó, junto con la Organización Meteorológica Mundial
(OMM) y otros organismos, el Sistema Mundial de Observación de Océanos, conocido como
Global Ocean Observing System (GOOS). Estas organizaciones han ido desplegando poco
a poco satélites, barcos y boyas por los océanos para registrar la temperatura, el color, la
salinidad de las aguas, la fuerza de vientos y corrientes. Estas informaciones se transmiten
a complejas computadoras de todos los continentes y se transforman en modelos
numéricos que los científicos utilizan para obtener las predicciones meteorológicas y
advertir de fenómenos meteorológicos como los huracanes. Un ejemplo de los fenómenos
que se suelen detectar es el conocido como El Niño. Éste aparece generalmente en la
época de navidad-de ahí su nombre: el niño Jesús- a lo largo de las costas sudamericanas
del Pacífico. Son vientos que soplan de este a oeste y empujan las aguas cálidas de la
superficie hacia Indonesia y Australia y permiten que las aguas frías suban, bordeando las
costas de América del Sur. Estos vientos a veces se presentan en forma reducida o
invertida y súbitamente las aguas cálidas llegan a América del Sur y la temperatura del
océano aumenta. Como resultado se produce un desprendimiento de calor y humedad que
provoca tempestades y lluvias torrenciales en estos países. Para prever este fenómeno se
ha dispuesto un sistema de observación e investigación en la zona tropical del océano
Pacífico: el programa TOGA (Tropical Ocean Global Atmosphere). Todos los países
afectados por este fenómeno pueden utilizar las informaciones que proporciona este
programa para tratar de minimizar el efecto potencial de sequías o inundaciones en la
agricultura, el uso del agua, la gestión de la pesca y las demás actividades que dependen
de las condiciones atmosféricas. Este programa, además, ha elaborado modelos que
permiten a los científicos prever con un año de antelación la irrupción de El Niño.

Podemos encontrar vida en cualquier parte de los océanos. Algas, medusas, crustáceos,
peces, cetáceos y otros animales marinos viven en él. Se estima que existen unas 250.000
especies animales distintas. La mayoría de ellas se encuentran en la capa superior- hasta
los cien metros de profundidad- y especialmente en las zonas del litoral y en aquellas donde
las aguas frías suben desde las profundidades. En estos lugares es donde las aguas
contienen suficientes elementos nutritivos, como el plancton vegetal, por ejemplo, que
prolifera en la superficie, y permite que se nutran todos los organismos que se encuentran
en el origen de la cadena alimentaria marina: zooplancton, peces, moluscos, mamíferos
marinos. Entre las 250.000 especies animales podemos encontrar, según los expertos,
100.000 especies de moluscos, 50.000 de algas, 25.000 de peces, 5.000 de esponjas y
alrededor de 150 especies de mamíferos marinos.
Las especies marinas se clasifican en dos grandes categorías:
● Las que viven en el fondo de los océanos, llamadas bénticas y que pueden ser
especies fijas o móviles: mejillones, cangrejos, erizos de mar.
● Las que viven en la masa de agua, a cierta distancia de las costas, llamadas
pelágicas. Ejemplo de ellas son los tiburones y los grandes mamíferos marinos como
focas, delfines y orcas y también las especies que consume el hombre.

Hace 4.500 millones de años en la Tierra existían innumerables volcanes, cuya actividad
expulsaba millones de toneladas de magma, un líquido viscoso y ardiente de rocas en
fusión. El magma contiene cantidades enormes de gas que formaron la primera atmósfera,
llamada primitiva, rica en vapor de agua. La Tierra se fue enfriando, el vapor de agua se
condensó, esto es, se volvió líquido y cayó como un verdadero diluvio en forma de
precipitaciones que se acumularon en las zonas huecas del relieve formando charcos, lagos
y originando poco a poco los mares y los primeros océanos; de esto hace 4.000 millones de
años. Con el tiempo la composición de los océanos cambió, pero la cantidad de agua que
contienen sigue siendo la misma: alrededor de 1.500 millones de kilómetros cúbicos.
Durante el proceso de acumulación de rocas, sustancias como el agua y gases inertes se
concentraron debajo de la superficie de la corteza, por lo que los científicos creen hoy en
día que la mayor parte del agua que existía sobre la Tierra brotó desde el interior de ella
como resultado de la actividad volcánica, de la fuerza giratoria y de la gravitación de todo el
cosmos. El geólogo Arnold Urey supone que alrededor del 10 por ciento del agua que se
encuentra actualmente en los océanos existía ya, como agua superficial, al terminar de
formarse el planeta. En esa época la Tierra quizás estuvo rodeada por una atmósfera
primitiva constituida por gases pesados como el kriptón y el xenón, por otros más ligeros,
como el neón y el argón y por pequeñas cantidades de hidrógeno y helio. Con seguridad,
esta atmósfera se fue perdiendo para dar lugar a una "segunda atmósfera" conformada por
los materiales volátiles que escapaban del interior de la Tierra, como el nitrógeno, el bióxido
de carbono y el vapor de agua; su temperatura era muy elevada debido al calor emitido por
la tierra sólida, razón por la cual no existía agua líquida. Con el tiempo, la nueva atmósfera
se enfrió, y se piensa que, cuando ésta alcanzó una temperatura crítica de 374°C, el agua
líquida fue apareciendo en pocas cantidades, conservando también el vapor de agua. Es
posible que las lluvias hayan empezado a caer cuando descendió la temperatura. El agua
se encontraba entonces en forma de vapor, en nubes cuyo espesor probable era de miles
de kilómetros. En un principio, la corteza sólida estaba tan caliente que el agua de las
lluvias, al posarse sobre ella, se evaporaba instantáneamente. Sin embargo, la temperatura
bajó todavía más, lo cual permitió que en algunos puntos se depositaran pequeñas
cantidades de agua líquida.

La lluvia siguió cayendo con abundancia durante siglos. Los terrenos bajos, las cuencas y
hondonadas se llenaron de agua, y los ríos bajaron caudalosamente desde las montañas
para dar origen a los océanos. Las lluvias arrastraban hacia la Tierra gases atmosféricos
como el metano, el amoníaco, el dióxido de carbono y el ácido clorhídrico, que por medio de
las reacciones químicas fueron integrando los compuestos característicos tanto de la tierra
como de las aguas. La composición del agua del mar se fue complementando debido a la
acumulación de sales y minerales. Al principio la concentración era mínima, pero creció a
medida que los ríos erosionaban la corteza sólida de la Tierra, y conforme las fuertes
mareas reducían las costas a arena; además, como resultado de la influencia del clima
sobre los mismos minerales metálicos, éstos se fueron añadiendo al océano en cantidades
crecientes. Las sustancias disueltas se vieron incrementadas por las erupciones,
probablemente muy frecuentes, de volcanes submarinos y terrestres, erupciones ocurridas
debido al escaso grosor de la corteza recién formada, lo que produjo la salinidad del mar.

A medida que crecieron los primeros océanos, los ríos que llevaban el agua de lluvia
arrastraban desde la tierra minerales disueltos, entre ellos la sustancia más abundante: el
cloruro de sodio (NaCl), llamado comúnmente sal; además, llegaron al océano otras
sustancias químicas en cantidades menores: cloruro de magnesio, sulfato de magnesio y
sulfato de calcio, entre otras. Actualmente, el cloro (Cl), el sodio (Na), el magnesio (Mg), el
azufre (S) y el calcio (Ca) son los elementos más comunes disueltos en el mar, aunque
también se encuentra cobre (Cu), plomo (Pb), uranio (U), oro (Au), estaño (Sn) y otros. Uno
de los hechos más significativos de aquella época fue la aparición de la vida en los
océanos. Los organismos vivientes más simples se pudieron formar gracias a que los
compuestos químicos existentes se volatilizaron y fueron transportados a la alta atmósfera
activados por la luz ultravioleta o por descargas eléctricas.

Esos compuestos, al precipitarse en forma de lluvia sobre los océanos, produjeron


reacciones químicas que dieron lugar a otros compuestos los cuales fueron nuevamente
llevados a la alta atmósfera y, después de volver a ser activados, cayeron otra vez a los
océanos. Este fenómeno se repitió varias veces hasta que provocó la aparición de
compuestos orgánicos complejos y, por fin, la de los primeros seres vivientes. Estos
acontecimientos constituyeron un factor importante para la vida y el mantenimiento de las
primeras funciones vitales. De esa forma, océanos se poblaron con los organismos vivientes
más simples, que han evolucionado gradualmente en el transcurso de miles de millones de
años hasta formar la compleja fauna y flora que observamos en nuestro medio actual.
Durante esa época, el oxígeno se acumuló en la atmósfera gracias a la concentración del
vapor de agua a gran altura, y debido a la fotosíntesis de los vegetales verdes con que
elaboran su sustancia orgánica. Los organismos fotosintetizadores que existían en el
océano desprendían cantidades cada vez mayores de oxígeno libre, el cual reaccionó
rápidamente con todo lo que encontró a su alrededor.

Al formarse como planeta la Tierra quedó integrada por una corteza sólida o litósfera; por
una líquida o hidrósfera, que dio origen a los océanos, ríos, lagos, glaciares y agua
subterránea, dejando al descubierto las partes emergidas de la litósfera, que son las que
forman los continentes e islas, rodeadas por una capa externa gaseosa llamada atmósfera.
El material rocoso que apareció en las cuencas oceánicas comprimió la corteza superficial
hacia los continentes, por lo cual los grandes océanos se extendieron hasta alcanzar la
dimensión que se conoce en nuestros días. Los fondos oceánicos se configuraron durante
un periodo muy prolongado, y en la actualidad presentan un relieve muy rugoso. La
estupenda escena oculta en las profundidades se compone de altas montañas, empinados
cañones y asombrosas trincheras y hendiduras. Al conjunto de agua salada que cubrió
estos fondos oceánicos, formando una masa única por estar en libre comunicación, recibió
el nombre genérico de océano. Si nos situamos en el Polo Sur podríamos observar que las
aguas rodean al continente Antártico y se extienden hacia el norte entre los demás
continentes, formando tres enormes golfos. Por esta razón, la masa oceánica se ha dividido
en tres partes: Atlántico, Índico y Pacífico. Dentro del Atlántico se encuentra el mar Ártico, el
mar de Noruega, las aguas del Archipiélago canadiense y todos los mares adyacentes que
se comunican con él. El Pacífico baña las costas occidentales de América y las orientales
de Asia, y continúa hasta el continente Antártico. El Índico está limitado por África, Asia y
Oceanía.

Los geólogos marinos, basándose en las características estructurales de la corteza


oceánica y de la continental, así como en la forma de los fondos oceánicos, han propuesto
una clasificación para diferenciar los cuerpos de agua marina. En esta clasificación, los
océanos Atlántico, Pacífico e Índico son considerados como verdaderos océanos, puesto
que alcanzan una profundidad promedio de 3 000 metros, cubren cortezas oceánicas y
tienen áreas de más de 10,000,000 de kilómetros cuadrados.También se han dividido los
mares en: continentales, cuya profundidad no excede los 1 500 metros y cuya corteza,
debajo sus aguas, es de tipo continental, como la del Mar del Norte; Interiores: estos mares
tienen una profundidad de menos de 5 000 metros y un área no mayor de 500,000
kilómetros cuadrados; sus fondos pueden ser tanto de corteza oceánica como continental;
por ejemplo, el Mar Negro y el Mar Caribe. También se considera al Mar Mediterráneo por
presentar una profundidad de 1 000 a 2 500 metros.

Los geofísicos marinos han descrito la historia y la constitución de las dos terceras partes
de la superficie terrestre que se encuentra bajo las aguas oceánicas. Asimismo, han dividido
dicha superficie, según sus características estructurales y topográficas, en regiones o
provincias. Tal es el caso de los márgenes continentales y de las cuencas oceánicas, dos
de las más importantes. El mayor margen continental o precontinental incluye la zona donde
los continentes y los océanos están en relación, es decir, corresponde a aquellos sectores
de los fondos marinos que clásicamente se han denominado plataforma y talud continental y
que hacen que el paso de los continentes a las profundidades oceánicas no sea repentino.
● Plataforma continental. Es el sector más plano. Continúa el relieve del continente y
se extiende a una profundidad de 200 metros.
● Talud continental. Corresponde a una zona de pendientes más acentuada, por
debajo de los 200 metros de profundidad. Su extensión varía en los diferentes
mares.
● Borde continental. Se sitúa al pie del talud. Forma el límite del precontinente y su
unión con los grandes fondos oceánicos.

Desde la época primigenia de los océanos hasta la era actual, han pasado miles de
millones de años, en los cuales se han presentado una serie de cambios fisicoquímicos
y geológicos. Dentro de estos cambios, es importante resaltar que la mayor parte del
agua existente en el planeta brotó del interior de la corteza terrestre como resultado de
la actividad volcánica, durante su desarrollo geológico.Los ciclos químicos que
sucedieron en el océano durante 4 500 millones de años, fueron fundamentales para la
evolución de la vida sobre el planeta. El océano se pobló de seres vivos que se fueron
desarrollando y al aumentar en número invadieron la Tierra. La aparición de la vida
determinó que los cambios químicos en el océano primitivo se incrementaran. Este
tenía poco o nada de oxígeno, contenía sales inorgánicas y complejas moléculas
orgánicas que proporcionaron las bases para los primeros procesos vitales.

En un principio el oxígeno se acumuló, debido a la descomposición del vapor de agua a


gran altura y posteriormente con la aparición de los vegetales verdes se iniciaron los
procesos de síntesis de la materia orgánica por medio de la fotosíntesis, aumentando
este gas hasta el punto que hoy la atmósfera contiene 20 por ciento de oxígeno
gaseoso y una cantidad considerable de este elemento está disuelta en el agua del
océano. Este fenómeno convirtió a la atmósfera y al océano en ambientes adecuados
para los procesos metabólicos de los organismos que requieren oxígeno.
En la mayoría de los océanos los ciclos químicos que actualmente se producen
pertenecen, en gran parte, a un sistema oxidante. En algunas zonas, sin embargo,
aparecen situaciones en que el oxígeno se ha agotado por la descomposición de
sustancia orgánica, en una proporción grande para que resulte insuficiente el oxígeno
proveniente de la atmósfera o de las plantas fotosintetizadoras y, por lo tanto,
prevalecen condiciones de carencias de este gas o anóxicas. En los océanos estos
sectores están limitados a lugares como las aguas profundas del Mar Negro o la Fosa
de Curazao, en el Mar Caribe.

Para los procesos metabólicos de síntesis también es indispensable el dióxido de


carbono (CO2), el cual se encuentra en el mar en diferentes concentraciones, llegando
a él, fundamentalmente, desde la tierra y la atmósfera como desecho de los procesos
industriales del hombre, que al quemar la materia lo desprende durante las reacciones
de combustión. También las erupciones volcánicas submarinas producen el dióxido de
carbono existente en los océanos.Este dióxido de carbono es fijado por los vegetales
verdes y junto con los nutrientes se transformó en sustancia orgánica, en la que queda
acumulada la energía procedente del Sol, que es fijada por la clorofila, sustancia que le
da el color verde a los vegetales. Cuando los vegetales y los animales del mar realizan
su respiración, utilizan el oxígeno que se encuentra disuelto en el agua y desprenden
dióxido de carbono. Asimismo, cuando estos vegetales y animales mueren se
desprende bióxido de carbono por la descomposición bacteriana, y es así como se
repite el ciclo del carbono en el mar. ​fdfdffddfdfdfdd
El carbono también se encuentra en las aguas oceánicas en forma de carbonatos, los
que llegan al mar al disolverse en los continentes las rocas carbonatadas del tipo de las
calizas, y al ser arrastrados los sedimentos hasta la costa por los ríos. Estos
carbonatos, en especial el carbonato de calcio, son fijados por organismos como las
algas coralinas, los corales y los moluscos, para formar sus exoesqueletos, que cuando
mueren quedan depositados el fondo, siendo una fuente de estos carbonatos.

Dentro de los ciclos químicos del océano se encuentran el de los componentes


químicos que intervienen en la salinidad la cual es característica de las aguas del mar.
La salinidad del océano está dada, fundamentalmente, por el sodio (Na) y el cloro (Cl),
además de otros elementos como el magnesio, el calcio y el potasio, cuyas cantidades
han variado de acuerdo a sus características fisicoquímicas a través de los años. Estos
elementos proceden de la disgregación de masas de la tierra, que son arrastradas por
las aguas de la costa a diferentes zonas oceánicas y también pueden originarse por el
envejecimiento de los sedimentos oceánicos. Los compuestos químicos que se
formaron de estos elementos, como el cloruro de sodio, que es uno de los principales,
tienen un comportamiento cíclico, lo que permite encontrarlos en proporciones
constantes en el agua del océano. Este hecho ha sido demostrado al analizar las
muestras recogidas en todo el mundo durante las expediciones oceanográficas. Estas
sales llegan al océano, principalmente, por los aportes de los ríos, como producto de la
disgregación de las rocas por la acción de los factores del clima en la tierra; en el mar
se disuelven en el agua, donde las fijan los organismos vivientes o se sedimentan
colaborando a formar la topografía de los fondos marinos, pero volviendo a combinarse
con las aguas al morir los organismos o al desgastarse la corteza de sedimentación,
estableciéndose el ciclo químico de las sales en el océano, que hace que su
composición química se mantenga constante.

Otro de los ciclos químicos que se realizan en el mar, es el de los elementos llamados
nutrientes que intervienen, de manera básica, en la vida de los océanos. Estos
nutrientes son indispensables para la producción de alimento hecha por los vegetales.
Están compuestos a base de nitrógeno, fósforo, sílice, manganeso, cobre y hierro; en
su ciclo intervienen una serie de procesos químicos y biológicos, que determinan su
concentración en las diferentes capas del agua del mar. Cuando los organismos
expulsan los desechos de su metabolismo o mueren, la materia orgánica queda en las
capas superficiales y se hunde por gravedad hasta las profundidades donde, por
acción de las bacterias y de la actividad química, se descompone, liberándose así los
nutrientes, los cuales pueden ser utilizados nuevamente por otros vegetales para
elaborar nueva sustancia orgánica por el proceso de fotosíntesis y pasar a los
animales. La circulación del agua interviene en la concentración de estos nutrientes en
las diferentes capas del océano y se puede considerar que los nutrientes se
encuentran en los primeros 1 000 metros de profundidad y la degradación de la materia
orgánica puede ocurrir en toda esta zona; mientras que la fotosíntesis se realiza en los
100 metros de profundidad oceánica en la llamada zona eufótica, que es aquella en
que penetra la luz del Sol. Los nutrientes salen nuevamente a la superficie, por
corrientes de agua ascendentes, que se producen al cambiar la temperatura de las
diferentes masas de agua, en las llamadas zonas de surgencia o afloramiento, donde
los toman los pequeños vegetales que forman el fitoplancton, los que al utilizar la
energía solar y el dióxido de carbono vuelven a elaborar sustancia orgánica.

El principal elemento de estos nutrientes es el nitrógeno, cuyo ciclo en el mar es


complejo. Este elemento se encuentra en estado gaseoso en la atmósfera y parte de él
disuelto en el agua del mar; químicamente es muy estable y el que está en el mar
responde con facilidad a una multitud de reacciones químicas y biológicas,
encontrándose, generalmente, en forma de nitritos y de nitratos gracias a la acción de
las bacterias; estos compuestos son fácilmente asimilables por los vegetales verdes.
Este nitrógeno asimilado representa el 35 por ciento del total del océano y el otro 65
por ciento se presenta en forma de nitrógeno gaseoso. La provisión y distribución del
total de nitrógeno se lleva a cabo por los aportes continentales, por las corrientes
oceánicas y por las excreciones y muerte de los vegetales y animales marinos. El
nitrógeno llega en forma de compuestos nitrogenados no asimilables, pero gracias a la
acción de las bacterias y de las algas verde-azules, durante el proceso llamado
nitrificación, se transforman en nitrógeno soluble, que es fijado por los vegetales verdes
para formar nuevamente materia orgánica, la que es aprovechada por ellos o por los
animales cuando se los comen, repitiendosé el ciclo.

Los ciclos químicos del océano son muy complejos, por lo que no se les conoce
profundamente. Los ciclos de los metales que sólo presentan rastros, los de los gases
disueltos y los de la materia orgánica, son quizás los más difíciles de comprender, pero
se continúa trabajando para llegar a ello. Para subrayar la importancia de este
conocimiento, basta considerar la plaga que afecta a la humanidad: la contaminación.

Durante mucho tiempo el hombre creyó que la inmensidad de los océanos podían
absorber sin consecuencias todos sus desechos. Pero todo lo que vertimos al océano
altera su equilibrio: nada desaparece. La contaminación de los océanos puede
proceder de los continentes y también del transporte marino:

1) Contaminación procedente de los continentes: el 70% de la contaminación marina


proviene de los continentes. Ejemplo de ello son las aguas de alcantarillado, los
desechos industriales, las aguas cargadas con pesticidas y abonos que se usan para
fertilizar los campos y luego llegan a través de los ríos hasta las zonas costeras. Esta
contaminación tiene consecuencias muy perjudiciales para las aguas a largo plazo.

2) Contaminación procedente del transporte marítimo: esta contaminación proviene


tanto de los accidentes de petroleros como de los desperdicios de petróleo y de otros
desechos químicos que son arrojados deliberadamente a las aguas. Los accidentes de
petroleros, como en el caso del Prestige o Erika en fechas recientes, provocan las
conocidas "mareas negras" que tienen unas consecuencias estremecedoras: playas
sucias, aves empapadas en petróleo viscoso, peces no comestibles. Los desperdicios
de petróleo, por su parte, también afectan al medio marino de manera permanente.

En la actualidad, la contaminación ambiental preocupa mucho, ya que se ha convertido


en uno de los problemas más críticos de la supervivencia en este planeta. Los
subproductos de la actividad humana que pueden tener efecto directo sobre los ciclos
químicos del medio oceánico, son los desperdicios sólidos de toda clase y naturaleza,
los radiactivos, los subproductos de síntesis orgánica a gran escala, los insecticidas,
etcétera. El hombre ha pensado que tiene en el océano un auxiliar potencial para los
problemas de eliminación de residuos; sin embargo, se debe alcanzar una mejor
comprensión de los procesos de transporte y de mezcla, del mecanismo de los
diversos ciclos químicos de los elementos y compuestos del agua del mar, para
conservarle sus características, ya que si se agregan nuevos elementos y compuestos,
se podrían cambiar los ritmos propios de estos ciclos, así como sus productos finales.

La comprensión de los fenómenos físicos, químicos, biológicos y geológicos del


océano, junto con la inventiva del hombre para aprovechar este medio en su propio
beneficio, es probablemente el más importante esfuerzo científico que necesita hoy el
mundo, si es que el hombre espera gozar de una larga y próspera existencia en su
planeta.

Bibliografía

Lugo Hubp, José. (2003). Orígenes: La evolución de los continentes, los océanos y la vida
en nuestro planeta. Investigaciones geográficas, (51), 145-146. 24 de febrero de 2019,
tomado de
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-46112003000200010&lng
=es&tlng=es​.

W. Emmons, et al. Geología. Principios y procesos. McGraw-Hill, México, 1965.

C. F. Lozano. Oceanografía, biología marina y pesca 1. Paraninfo, S.A., Madrid,


1978.

F. L. Rodríguez. Un Universo en expansión. Fondo de Cultura Económica, México,


1986.

Cifuentes Lemus, J. L., Torres-García, P. & Frías M.. (2009). El océano y sus
recursos II. Las ciencias del mar: oceanografía geológica y oceanografía química.
febrero 21, 2019, de Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa
Sitio web: h ​ ttp://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen1/ciencia2
/12/htm/sec_18.html

También podría gustarte