TELESCOPIO
TELESCOPIO
TELESCOPIO
Se denomina telescopio (del prefijo tele- y el sufijo -scopio, y estos del prefijo griego τηλε- [tele-],
‘lejos’, y la raíz griega σκοπ- [skop-], ‘ver’)1 al instrumento óptico que permite observar objetos lejanos
con mucho más detalle que a simple vista al captar radiación electromagnética, tal como la luz. Es una
herramienta fundamental en astronomía, y cada desarrollo o perfeccionamiento de este instrumento
ha permitido avances en nuestra comprensión del Universo.
Gracias al telescopio —desde que Galileo Galilei en 1610 lo usó para mirar la Luna, el planeta Júpiter
y las estrellas— el ser humano pudo, por fin, empezar a conocer la verdadera naturaleza de los
cuerpos celestes que nos rodean y nuestra ubicación en el universo.
Galileo Galilei, al recibir noticias de este invento, decidió diseñar y construir uno. En 1609 mostró el
primer telescopio astronómico registrado. Gracias a él, hizo grandes descubrimientos en astronomía,
entre los que destaca la observación, el 7 de enero de 1610, de cuatro de las lunas de Júpiter girando
en una órbita en torno a este planeta.
Conocido hasta entonces como la lente espía, el nombre «telescopio» fue propuesto por el matemático
griego Giovanni Demisiani el 14 de abril de 1611, durante una cena en Roma en honor de Galileo, una
reunión en la que los asistentes pudieron observar las lunas de Júpiter por medio del aparato que el
célebre astrónomo había traído consigo.
Existen varios tipos de telescopio: refractores, que utilizan lentes; reflectores, que tienen un espejo
cóncavo en lugar de la lente del objetivo, y catadióptricos, que poseen un espejo cóncavo y una lente
correctora que sostiene además un espejo secundario. El telescopio reflector fue inventado por Isaac
Newton en 1688 y constituyó un importante avance sobre los telescopios de su época al corregir
fácilmente la aberración cromática característica de los telescopios refractores.