Comedia Renacentista Commedia Dell Arte
Comedia Renacentista Commedia Dell Arte
Comedia Renacentista Commedia Dell Arte
El desarrollo del teatro en la Italia del siglo XVI se produce dentro de un medio
político dividido, fragmentado, que, en contra de lo que sucederá en países como
Inglaterra, España o Francia, que basan su desarrollo cultural en un centralismo
más o menos camuflado, caracteriza la comedia renacentista desde los distintos
sectores regionales y dialectos que la constituyen.
Vimos en el capítulo anterior que más que en justificaciones preceptistas, hay que
entender el teatro del Renacimiento como la expresión de un nuevo sistema de
ideas, las cuales buscaron su acomodo en los escenarios con las novedades de
rigor. De esta manera, sus principales autores no tuvieron especial empeño en
desdecir las teorías aristotélicas, sino que pusieron en los escenarios un moderno
sentido de la moral de su clase social.
Ello los condujo a la adopción del formato de la comedia, con lo que iniciaron la
transgresión genérica clásica. Dejaron a un lado, para otro momento, la categoría
de la tragedia, con el fin de descender a la cordialidad de la comedia, en la cual
podían tratar con mayor libertad los problemas de la clase media que
representan.
De ahí surge un tipo de obra cuya estructura está relacionada con la comedia
latina, más como lógica continuación clasicista que como subordinación a las
preceptivas, pues éstas aparecen hacia la mitad del siglo, justamente cuando la
comedia renacentista alcanzaba su máximo desarrollo.
Los temas y personajes del Decamerón, adaptados al siglo XVI, son seguidos por
los dramaturgos de entonces, haciendo del escenario un reflejo de los modos de
vida y un ejemplo de las buenas costumbres.
De las buenas y, sobre todo, de las malas. Lo cual configura un tejido teatral
satírico, moralista y a la vez espectacular, que sólo avanzando el siglo adquirirá
tonos más melodramáticos. La comedia viene a ser, en este sentido, un
documento social de primera magnitud, hecho desde los cánones burgueses
propios del momento.
Esto no es óbice para que, a veces, se intentase el uso del endecasílabo. También
en el dramatis personae de estas obras encontramos una galería de tipos de
marcado acento realista, algunos de los cuales pasarán a engrosar las filas de la
commedia dell'arte: criados, jóvenes enamorados, cortesanas, padres severos,
soldados, rufianes, campesinos incultos, incluso figuras singulares, como el
pedante, afirman nuevamente el paradigma boccacciano de donde salieron.
Siguiendo por las tendencias populares del mimo latino y de los jaculatori, que
tuvieron cierto arraigo en las farsas de las Sacras Representaciones, la comedia se
apoyaba cada vez más en el movimiento, la burla y la improvisación.
Y es entonces cuando el poder catalizador del artista creador define unas líneas
que tendrán desarrollo espectacular en los siglos XVII y XVIII. Angelo Beolco
(1502-1542), llamado Ruzante, da sus primeras representaciones en la Venecia de
1520, con su pequeño grupo que, procedente de Papua, se introduce en círculos
humanistas actuando en palacios de los grandes del lugar.
En 1529 era contratado por el mismo Duque Ercole d'Este para representar en
Ferrara. Beolco es un típico representante del teatro renacentista, con labor
literaria propia de la comedia humanista, que sigue dividiendo las obras en los
tradicionales cinco actos, y un trabajo práctico que sirve de lanzamiento de lo que
después se llamaría commedia dell'arte.
La creación del personaje de Ruzante por parte de Beolco, tipo por el que se le
conocería en todos los escenarios, define a las claras sus logros artísticos: destaca
el peculiar carácter campesino, en donde junto al lirismo de su origen se
confunde el ingenio y malicia del hombre que tiene que sobrevivir en un medio
urbano hostil.
Por ejemplo, los cincuenta publicados por Flaminio Scala, en 1611, los
recopilados por Antonio Passanti en 1699, el manuscrito de Biancolelli o el
zibaldone (un texto más abajo en verde) del padre Placido Adriani.
Centón es una especie de breve texto redactado por un actor, que contiene todo
un repertorio de pequeños diálogos, monólogos, acciones de humor prefijadas
(lazzi), a la vez que ciertas notas documentales y legales. El propio Goldoni
hablará de ellos dos siglos después, y del interés de los que pudo cotejar en su
juventud, merced a viejos comediantes.
Tres son las principales hipótesis sobre la presencia de tan singular género. La
primera es la basada en el elemento regional. Trataríase de una evolución de las
formas populares del teatro latino, como el mimo y los jaculatori. La segunda se
apoya en el elemento carnavalesco; en este sentido, las máscaras sugerirían la
procedencia de la fiesta de Carnaval, junto a las celebraciones rituales que en ella
concurren. La tercera vendría como simple transformación de la comedia latina;
lo que Sanesi llamó la vulgarización de la comedia de Plauto y Terencio, teoría
poco aceptada en la actualidad.
Dichos lazzi, definidos a veces como «pasajes de bravura», contenían todo tipo
de recursos propios del actor: el canto, la acrobacia o la expresión corporal.
Se han llegado a delimitar algunos de tales lazzi, se han estudiado los más
celebrados por el público, como el de la pulga o la mosca cazada, la merienda de
cerezas cuyos huesos se tiran hacia otro personaje, el atranque repetido de un
personaje en determinada palabra, los criados atados por la espalda que comen
del mismo plato, etc.
Estos elementos proporcionan un gran dinamismo a las representaciones, lo que
configura un espectacular movimiento general en dichas comedias, con
abundantes entradas y salidas, caídas, golpes, equívocos y engaños.
Por otra parte, el éxito de estas obras hacía que el público de una misma ciudad
quisiera ver un amplio repertorio, trabajo hasta cierto punto imposible, a no ser
que se utilizaran variaciones sobre el mismo tema, cosa habitual en la commedia
dell'arte.
TÉCNICA Y ESTRUCTURA
Tras ese prólogo, se desarrollaba la trama, generalmente en tres actos, con sus
intermedios, llenos de música, danza, acrobacias, canciones, mimo y todos
los recursos imaginables en actores de tanta pericia.
A grandes rasgos, toda comedia dell'arte está compuesta por una intriga que se
enreda y desenreda sucesivamente, gracias a raptos, engaños, peleas, brotes de
locura, palizas, duelos y todo aquello que más pudiera deleitar al público.
Los temas de las comedias tenían evidentes identidades. Aunque toman del
clasicismo el eje amoroso que sirve para engarzar cualquier historia, participan
también de casi todos los géneros dramáticos utilizados hasta la fecha: desde la
tragedia a la simple comedia, pasando por la tragicomedia y la comedia pastoril.
Todos con una clara desconexión con el realismo, al que se acude tan sólo para
connotar circunstancias de actualidad.
Las compañías estaban formadas por unos diez o doce actores, a los que podían
unirse comparsas del mismo pueblo o ciudad en donde representaban.
PERSONAJES Y MÁSCARAS
Tres categorías se pueden clasificar en primera instancia: los criados, los amos y
los amantes.
Los criados
El origen del criado es común en todos sus tipos: un campesino pobre que llega a
la ciudad y desarrolla su ingenio para remediar el hambre, al tiempo que vive
determinadas aventuras, generalmente con un amo ocasional. Es el perfil de los
zanni (criados), cuya procedencia rural puede justificar su etimología: zan, sanni,
quizá diminutivo o despectivo de Giovanni.
Los amos
En este campo situamos en primer lugar a Pantalón, rico y viejo comerciante
veneciano, que en su origen era llamado Magnífico. Algo tacaño, desconfiado y
libidinoso, tiene hija casadera, que representará a uno de los enamorados. En
cualquier aventura que acometa irá siempre acompañado por un zanno, que lo
introduce en peligros para él insospechados. Lleva una gran capa negra que cubre
un largo jubón encarnado. En su máscara, también negra, destaca una perilla de
chivo blanca, junto a una enorme nariz ganchuda.
De ahí que esté mejor relacionarlo con los amos o poderosos que con los
criados, a los que achanta y humilla como campesinos que son.
El Capitán puede apellidarse Spavento, Scaramuccia, Matamoros, Brandimarte,
Basilisco, Martebellonio, Spaccamonti o Fracassa.
Habla por los codos, y sus continuas bravatas, que lo caracterizan como el terror
de los lugareños, se convierten en duelos imposibles. Su vestuario es el
característico del oficial español del siglo XVI, con sombrero de plumas,
exagerado espadón y voz profunda y sobrecogedora.
Callot lo describe con pintorescas máscaras, pero Bellemore lo interpreta sin ellas
en el Hôtel de Bourgogne, hacia 1672, según litografía de Lauglumé.
Los enamorados
Estos personajes suelen ir sin máscara, al igual que sucediera con Colombina,
como si la procedencia petrarquista de los enamorados los dignificara frente a los
fantoches con los que conviven en los escenarios. El elemento crítico, por
consiguiente, está mucho más atenuado.