La Formación de Los Intelectuales-Antonio Gramsci
La Formación de Los Intelectuales-Antonio Gramsci
La Formación de Los Intelectuales-Antonio Gramsci
Antonio Gramsci
Primera)
Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial en el
mundo de la producción económica, establece junto a él, orgánicamente, uno o más
tipos de intelectuales que le dan homogeneidad no sólo en el campo económico, sino
también en el social y en el político. El empresario capitalista crea consigo al técnico de
la industria, al docto en economía política, al organizador de una nueva cultura, de un
nuevo derecho. Es preciso señalar que el empresario representa un producto social
superior, caracterizado ya por cierta capacidad dirigente y técnica, es decir, intelectual.
Además de en su esfera de actividad e iniciativas, debe poseer determinados
conocimientos técnicos en alguna otra, al menos en la más próxima a la producción
económica. Debe ser un organizador de masas, organizador de la "confianza" de los
inversionistas en su administración, de los compradores de su mercancía, etcétera.
Segunda)
En la historia, todo grupo social "fundamental"3 que brota como expresión de la
nueva estructura en desarrollo -la que a su vez surge de las precedentes estructuras
económicas- ha encontrado, hasta ahora, las categorías intelectuales preexistentes, que
más bien se mostraban como representantes de una continuidad histórica ininterrumpida
hasta para las más complicadas y radicales transformaciones de las formas sociales y
políticas.
Sin embargo hay que advertir que si el Papa y los altos jerarcas de la Iglesia se
estiman más ligados a Cristo y a los apóstoles que a los senadores Agnelli y Benni8 no
pasa lo mismo con Gentile y Croce, tomemos por caso. Especialmente Croce, se siente
estrechamente ligado a Aristóteles y a Platón y no oculta, sino al contrario, su ligazón
con los senadores Agnelli y Benni, y ahí es donde hay que buscar las características más
relevantes de la filosofía de Croce.9
Este planteamiento del problema presenta una gran amplitud del concepto de
intelectual, pero sólo así es posible llegar a una concreción aproximada de la realidad.
Este modo de proyectar la cuestión choca con los prejuicios de casta. Es verdad que la
propia labor organizativa de la hegemonía social y del dominio estatal dan lugar a una
cierta división del trabajo y, por consiguiente, toda una graduación de calificaciones, de
alguna de cuyas matizaciones están ausentes las atribuciones organizativas y directivas,
ya que en el aparato de dirección social y estatal existe toda una serie de empleos de
carácter manual y especializado, de sistema y no de concepto, de subalternos, no de
jefes o funcionarios. Pero, evidentemente, estas distinciones son necesarias, como se
precisará, también, hacer algunas otras. De hecho, la actividad intelectual debe
diferenciarse en grados, también desde el punto de vista intrínseco, pues tal graduación,
en momentos decisivos, ofrece una verdadera diferencia cualitativa en sí. A los
escalones superiores habrán de llevarse a los creadores en las diversas ciencias, en la
filosofía, en las artes, etc., y a los inferiores, a los más modestos administradores y
divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, acumulada.16
El campesino anhela siempre que por lo menos uno de sus hijos llegue a ser
intelectual -especialmente le agrada el sacerdocio-; es decir, que se convierta en señor,
elevando así el rango social de la familia y facilitándole la vida económica por la
influencia, que no dejará de tener, cerca de los demás señores. La actitud del aldeano
hacia el intelectual es doble y contradictoria: admira la posición social del intelectual y
del empleado estatal en general; sin embargo, a veces, fingen despreciarla, o sea, que su
admiración encierra rasgos parciales de envidia e ira. No se entenderá nada de la vida
colectiva aldeana ni de los gérmenes y fermentos de desarrollo que contienen, si no se
toma en consideración, si no se estudia en concreto y no se profundiza sobre la
influencia que sobre ellos ejercen los intelectuales. El desarrollo orgánico de la masa
aldeana está ligado hasta cierto punto al movimiento de los intelectuales, en el que se
inspira.
Los intelectuales urbanos son un caso distinto. Los técnicos de fábrica no cumplen
ninguna misión política sobre el conjunto de trabajadores especializados, ya que, en
definitiva, tal función correspondió a fases ya superadas. Y en ocasiones sucede lo
contrario: que la masa de trabajadores calificados, y aunque sea a través de sus propios
intelectuales orgánicos, ejerce influencia política sobre los técnicos.
La consideración de que todos los miembros del partido político deben ser
estimados como intelectuales, es algo que quizá se preste a motivo de burla y de
ridículo, pero, si se reflexiona, nada más exacto que esta afirmación. Podrá haber
diferencias graduales y, sin embargo, lo importante no es el mayor o menor volumen de
más o menos alta graduación en la composición del partido, sino su función directiva y
organizativa, educativa, es decir, intelectual. Un comerciante no ingresa en el partido
político para comerciar, ni un industrial para fabricar más y a menor costo, o el
campesino para aprender nuevos métodos de cultivo de la tierra, aunque algunos
aspectos de las exigencias del comerciante, industrial o campesino pueda satisfacerlas el
partido político. Para estas exigencias, dentro de ciertos límites, están los sindicatos
profesionales, donde las actividades económico-corporativas del comerciante, el
industrial y el campesino encuentran el marco adecuado. En el partido político, los
componentes del grupo social económico superan esta preocupación de su desarrollo
histórico y se transforman en agentes de actividades generales de carácter nacional e
internacional. Esta función del partido político se aprecia mejor después de hacer un
análisis histórico concreto del modo en que se desarrollan las categorías orgánicas y
tradicionales de los intelectuales, tanto en el terreno de los diferentes aconteceres
históricos nacionales como en la evolución de los distintos grupos sociales más impor-
tantes en el cuadro de los diversos países, especialmente de los grupos cuya vida
económica se basa fundamentalmente en el trabajo especializado.
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*Mientras no se especifique lo contrario, todas las notas son del editor italiano.
2. De feudo. Eran llamados "feudales" los bienes concedidos por el rey o por los
grandes señores a sus fieles, en pago de los servicios prestados de carácter militar. En el
feudo, el señor tenía todos los poderes. El feudo se caracterizaba, también, por un tipo
particular de economía que buscaba producir en sus dominios todo lo que le era
necesario. Por eso, los intercambios eran limitadísimos, y los campesinos se hallaban
indisolublemente ligados a la tierra que cultivaban, en condición de siervos de 1a gleba.
El sistema feudal se difundió en Europa, por los franceses, en el siglo VIII y sólo fue
definitivamente barrido por la vía de la revolución burguesa.
9. A propósito de esta frase, Croce desmintió que hubiera conocido a Agnelli y a Benni.
Pero evidentemente Gramsci no alude a una relación física o material, sirve al hecho de
que Croce había vertido al terreno de la cultura las exigencias económicas y políticas
del gran capital italiano en una determinada fase de su desarrollo
11. Así, puede suceder que en alguna ocasión se tercie el freirse uno un par de huevos o
coserse un desgarrón de la chaqueta, lo que no significa que se sea cocinero o sastre.
12. Literalmente uomo fabbro (el forjador) simboliza el trabajo manual. Y uomo
sapiente (el sabio), significa la actividad intelectual.
20. Gramsci se refiere aquí a la clase trabajadora, quien, a través de su partido, crea sus
propios intelectuales orgánicos. “En el campo de 1a técnica de producción –añade
Gramsci en una nota- se forman los estratos que podríamos decir equivalen a las clases
de tropa del ejército, o sea, los trabajadores calificados o especializados de la ciudad y,
mejor aún, los medieros y colonos en el campo:"
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