Asiento Reservado
Asiento Reservado
Asiento Reservado
El pasajero que va pasar dos horas, sentado, parado, apoyado, aferrado al tubo,
apachurrado o entornillado con audífonos, en todos los casos acepta que haya
asientos donde no pueda reposar sus nalgas frías. Mientras disfruta de la cumbia
sabrosa del momento en la Cotaspa o cumbia sureña en la línea Naranja; internaliza
con “sentido común”, que las embarazadas, ancianos, niños, niñas o alguien con
discapacidad tenga el asiento, así como la preferencia en las colas. Ejemplificaré más,
¿si hay una señora o señor muy cansado, que va cargado de un montón de bolsas de
mercado, también le cederás tu asiento? Probablemente.
Las leyes que defienden a las personas con discapacidad y atienden a un público
preferencial me sorprenden como un canguro dando brincos en una pista de
aterrizaje. La ley no cambia la mente de nadie, pero debe obedecerse, diría el
legalismo más duro. Su objetivo es promover o evitar conductas bajo la amenaza de
la sanción. Cambiar conductas, es a lo mucho, un lejano ideal, para el positivismo
moderno. Cambiar la actitud, la forma de pensar de una persona es un reto no
planteado por el Derecho. ¿De qué leyes hablo?1 Sus números son: Ley N°27408, que
fue modificada por la Ley N°28863.
1
Ley N°27408, que fue modificada por la Ley N°28863, Ley N°29973 y su
reglamento.
La historia social contará que el asiento reservado ha sido bien recibido por el
pueblo. Su eficacia se explica por una necesidad real. En las metrópolis grandes, la
migración creo la necesidad de buscar empleo lejos de casa. Ha juntado personas de
distintas edades. Creando un ambiente “hostil” hacia ciertas personas. Largas colas,
viajar parado, caminar apurado esquivando combis sin frenos, pasando la luz roja,
etcétera. Hay grupos de personas que son vulnerables durante muchos actos y
hechos sociales en estas metropolis, por lo que necesitan la atención preferente. Este
cambio conductual de la población metropolitana ha sido genuino y progresivo.
Por otra parte, esta ley no está cubierta con la investidura del poder coercitivo de
mandarte al calabozo (a pesar de que su incumplimiento bordea el 30% de la UIT),
creo que la población no ha leído ese artículo, ni las letras chiquitas de las combis.
El Ius imperium del Estado no está a flor de piel. Los juristas o formadores de
legislación tienen que prestarle atención para desarrollar sus por qués de su eficacia.