5 Evidencias de La Resurrección

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LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

Introducción

Sin lugar a dudas, la afirmación más increíble que Jesús hizo, fue que resucitaría de
los muertos al tercer día.

(Mr 10:32-34) "Iban por el camino subiendo a Jerusalén; y Jesús iba delante, y
ellos se asombraron, y le seguían con miedo. Entonces volviendo a tomar a los doce
aparte, les comenzó a decir las cosas que le habían de acontecer. He aquí subimos
a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los
escribas, y le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; y le
escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día
resucitará."

Pero no sólo eso, sino que también afirmó que su propia victoria sobre la muerte
sería compartida por todos aquellos que creyeran en él.

(Jn 11:25-26) "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente."

(Ap 1:17-18) "Yo soy... el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los
siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades."

Por todo ello, la resurrección de Cristo ocupa un lugar principal para la fe cristiana,
al punto de que si no se pudiera probar como cierta, todo el cristianismo se
derrumbaría. Los mismos apóstoles eran conscientes de ello:

(1 Co 15:14-15) "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación,


vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque
hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad
los muertos no resucitan."

(1 Co 15:17-19) "Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestro


pecados... Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de
conmiseración de todos los hombres."

Seguramente, por esta misma razón, no hay ningún otro acontecimiento en los
evangelios, donde la evidencia histórica sea más convincente que cuando se trata la
resurrección de Jesús.
En cualquier caso, es evidente que la resurrección de Jesús no se presta a ser
estudiada por el método científico, ya que es imposible que vuelva a ser repetida en
presencia de investigadores. Pero incluso, aunque esto último fuera posible, nadie
sería capaz de explicar científicamente cómo ésta se llevó a cabo. Lo único que
podrían hacer sería certificar su muerte y tres días después, constatar que estaba
vivo. De hecho, esto es exactamente lo que hicieron aquellas personas que fueron
testigos de su muerte y de su resurrección. Por lo tanto, lo que nos proponemos
hacer en este estudio, es un examen histórico de los sucesos tal como nos han
llegado a través de los Evangelios, y apartando cualquier idea preconcebida, dejar
que la evidencia hable por sí misma.

En nuestro estudio, trataremos de analizar todo el conjunto de esta amplia


evidencia histórica en dos apartados, siguiendo el esquema que mostramos a
continuación:

1. Teorías críticas
Jesús no murió, sólo se desmayó
La teoría de la tumba desconocida
Las mujeres se dirigieron a un sepulcro equivocado
Los discípulos robaron el cadáver
Fueron alucinaciones
Fue una invención que se convirtió en leyenda
La teoría de la resurrección espiritual

2. Evidencias positivas
Los lienzos funerarios estaban en orden
El Señor fue visto
Los discípulos fueron transformados
La evidencia de los milagros
El punto de vista de los testigos hostiles
El sepulcro no fue venerado por los primeros cristianos
La extensión del cristianismo.
I. Teorías críticas

A. JESÚS NO MURIÓ, SÓLO SE DESMAYÓ

Quienes mantienen esta teoría, dicen que Jesús no murió realmente en la cruz, sino
que simplemente tuvo un desmayo, pero que después se reanimó con el frescor de
la tumba, saliendo por sus propios medios y presentándose vivo ante los discípulos.

1. Había un certificado de defunción

Los soldados que custodiaron a Jesús todo el tiempo que duró la crucifixión, le
vieron morir, pero aun así, no se conformaron con esta apreciación, sino que uno de
ellos le abrió el costado con una lanza.

(Jn 19:33-34) "Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le


quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y
al instante salió sangre y agua"

El mismo apóstol Juan, que estaba allí presente viendo la crucifixión de Jesús, nos
ha dejado su testimonio.

(Jn 19:35) "Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe


que dice verdad, para que vosotros también creáis"

Más tarde, cuando José de Arimatea fue a pedir el cuerpo de Jesús para retirarlo de
la cruz y darle sepultura, Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto y lo hizo
comprobar.

(Mr 15:43-45) "José de Arimatea, miembro noble del concilio, que también
esperaba el reino de Dios, vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el cuerpo de
Jesús. Pilato se sorprendió de que ya hubiese muerto; y haciendo venir al centurión,
le preguntó si ya estaba muerto. E informado por el centurión, dio el cuerpo a José"

Y evidentemente, José de Arimatea y Nicodemo, que se encargaron de bajar el


cuerpo de Jesús de la cruz y que después en el sepulcro lo envolvieron en lienzos
con especias aromáticas, también pudieron comprobar que estaba muerto, razón
por la cual lo sepultaron.

(Jn 19:38-40) "Después de todo esto, José de Arimatea... vino y se llevó el cuerpo
de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino
trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el
cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es
costumbre sepultar entre los judíos."

2. Ignora el carácter mortal de las heridas que Jesús había recibido


Antes de ser crucificado, Jesús había sido azotado por los soldados romanos (Jn
19:1). Para esto usaban un azote con varias tiras de cuero de diferentes medidas
en las que se entretejían trocitos de hueso y de plomo puntiagudos. El reo era
desnudado y azotado severamente sin que hubiera límite al número de azotes que
recibía. Al principio, las espaldas, los hombros y las piernas del reo experimentaban
cortes superficiales en la piel, que poco a poco iban profundizando, dejando una
masa irreconocible de piel desgarrada y ensangrentada a través de la que se podían
ver músculos y tendones. El soldado no paraba de azotar al prisionero hasta que
percibía que se hallaba cerca de la muerte.

El historiador judío Flavio Josefo, que se había pasado al lado romano, descubrió
que estaban crucificando a tres amigos suyos. Rápidamente pidió al general romano
Tito que los liberara. Y a pesar de que Tito accedió a ello, aun así, dos de los tres
murieron a pesar de que hacía poco tiempo que habían sido crucificados.

Si consideramos el agotamiento de Jesús después de una noche y un día enteros en


los que fue interrogado en seis ocasiones diferentes (tres por los judíos y tres por
los romanos), le añadimos las heridas causadas por los azotes, la pérdida de sangre
y el agotamiento en el camino hasta el Calvario, las largas horas que estuvo
crucificado y la lanza que le atravesó el costado, no había posibilidad alguna de que
quedara con vida.

3. Muchas suposiciones sin confirmar

Después de todo esto, ¿es posible pensar que sólo sufrió un desmayo temporal del
que nadie se dio cuenta? ¿Que logró sobrevivir en una fría cueva durante tres días
sin calor, sin alimentos y sin cuidado médico? ¿Cómo pudo en esas condiciones
reunir las fuerzas necesarias para remover la inmensa piedra que cerraba el
sepulcro (Mt 27:60) (Mr 16:1-3)? ¿Y cómo pudo salir del sepulcro sin que se diera
cuenta la guardia de soldados romanos que vigilaban la tumba (Mt 27:65-66)?
¿Cómo podemos pensar que en esas condiciones, débil, malherido y hambriento, se
pudo presentar ante sus discípulos dándoles la impresión de que había conquistado
la muerte?

B. LA TEORÍA DE LA TUMBA DESCONOCIDA

Ha habido quien ha pensado que puesto que Jesús fue crucificado, lo más probable
es que no fuera colocado en un sepulcro, sino echado en una fosa común.

1. La evidencia arqueológica

Aunque esta teoría gozó de cierta popularidad por mucho tiempo, sin embargo, el
descubrimiento en junio de 1968 de los restos de Yohanan Ben Ha?galgal en una
tumba familiar en las afueras de Jerusalén dio el golpe de gracia a esta teoría,
puesto que aunque Yohanan había sido crucificado, a pesar de eso, fue enterrado en
una tumba.
2. El relato bíblico

Como ya hemos comentado más arriba, José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de
Jesús para llevarlo a una tumba privada, hecho que fue observado por diferentes
mujeres (Mt 27:57-61). Y fue precisamente en esa tumba, donde la guardia romana
fue puesta a custodiar el cuerpo de Jesús (Mt 27:62-66).

C. LAS MUJERES SE DIRIGIERON A UN SEPULCRO EQUIVOCADO

Según esta teoría, cuando María Magdalena y sus amigas llegaron el primer día de
la semana al sepulcro, aun estaba amaneciendo, y con la falta de luz confundieron
la tumba de Jesús con otra que estaba vacía, razón por la cual se asustaron tanto
que en su nerviosismo llegaron a confundir a un joven hortelano que estaba allí con
un ángel, y aunque éste intentó aclararles quién era realmente, apenas lograron
entenderle mientras huían apresuradamente del huerto.

1. ¿Por qué fueron las mujeres a la tumba?

En primer lugar, debemos observar que la razón por la que estas mujeres visitaron
la tumba fue con el propósito natural de ungir el cuerpo de Jesús, algo que no
habían podido hacer inmediatamente después de la crucifixión, ya que fueron
interrumpidas por causa de la observancia del día de reposo.

(Lc 23:55-56) "Y las mujeres... prepararon especias aromáticas y ungüentos; y


descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento."

(Mr 16:1) "Cuando pasó el día de reposo, María Magdalena, María la madre de
Jacobo, y Salomé, compraron especias aromáticas para ir a ungirle."

(Lc 24:1) "El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro,
trayendo las especias aromáticas que habían preparado..."

Todo esto nos da una idea precisa de porqué fueron a la tumba aquella mañana, y
también de su estado emocional. Ellas no fueron allí por mero dolor sentimental,
sino porque querían cumplir con un deber de orden práctico. Incluso los
razonamientos que se hacían acerca de cómo quitarían la gran piedra que tapaba la
entrada del sepulcro (Mr 16:3), nos da a entender que no estaban en un estado
emocional que les impidiera considerar la realidad tal como era.

2. ¿Quiénes eran las mujeres que fueron al sepulcro?


Los cuatro evangelios dejan constancia de que varias mujeres fueron el primer día
de la semana al sepulcro. En todos ellos se menciona a María Magdalena. Sin
embargo, dependiendo del evangelista, observamos ciertas diferencias en cuanto a
quién le acompañó. Por ejemplo, Juan da a entender que María Magdalena fue sola
siendo aún oscuro (Jn 20:1), en cambio, Mateo dice que también estaba allí "la otra
María" (Mt 28:1), Marcos menciona a "María la madre de Jacobo y Salomé" (Mr
16:1) y Lucas añade a "Salomé" (Lc 24:10). ¿Cómo debemos entender todo esto?
¿Fue sola María Magdalena o iba acompañada? ¿Quiénes fueron realmente con ella?

Aunque no es posible saber con total certeza cómo ocurrieron las cosas en aquella
mañana, a partir de los datos que tenemos, es razonable pensar que María
Magdalena debió de ser quién organizó todo lo relacionado con el ungimiento del
cuerpo de Jesús. También parece probable que las mujeres no fueron todas juntas
al sepulcro, de hecho María Magdalena debió de ser la primera en llegar, y
seguramente lo hizo sola, llegando poco después las otras. De igual manera, su
regreso a la ciudad tampoco lo debieron hacer juntas. María Magdalena
seguramente era bastante más joven que las otras mujeres, algunas de las cuales
tenían hijos ya adultos ("María la madre de Jacobo"), por lo tanto, no es difícil
pensar que se pudo adelantar a las demás en su regreso a la ciudad para dar las
nuevas a los apóstoles, aunque finalmente las más mayores también llegaron para
aportar su propio testimonio. Esta sería la razón por la que María Magdalena, a
pesar de que estaba sola cuando dio su informe a los apóstoles, sin embargo utilizó
la primera persona del plural: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos
dónde le han puesto" (Jn 20:2).

Después de que María Magdalena informó a los apóstoles, aun debió de regresar
sola a la zona del sepulcro para buscar el cuerpo de Jesús, momento en el que el
Señor se le apareció resucitado (Jn 20:11-18).

¿Debemos pensar que todas las mujeres se equivocaron de sepulcro? ¿Que a pesar
de que buscaron el cuerpo de Jesús, ninguna de ellas se dio cuenta de cuál era el
sepulcro en el que estaba Jesús?

3. ¿Cuándo fueron al sepulcro?

Dado que en Oriente era un hecho aceptado que la descomposición del cuerpo de
una persona comenzaba alrededor del tercer día después de la muerte, ellas
madrugaron con el fin de hacerlo lo antes posible, lo cual era también muy
conveniente, teniendo en cuenta que ya era el tercer día que Jesús estaba en el
sepulcro.
Como ya hemos señalado, es probable que las mujeres no salieran en un solo grupo
de la ciudad, siendo la primera en llegar María Magdalena cuando aún era
oscuro (Jn 20:1). Pero cuando llegaron las otras mujeres, ya estaba
amaneciendo (Mt 28:1), o era muy de mañana y ya había salido el sol (Mr 16:2) (Lc
24:1). Por lo tanto, aquellas mujeres tenían la luz suficiente para ver e identificar
correctamente el sepulcro.

4. Las mujeres conocían el sepulcro

Otra razón por la que podríamos pensar que las mujeres no lograron identificar
correctamente el sepulcro, sería porque ninguna de ellas sabía a ciencia cierta el
lugar exacto en el que José de Arimatea y Nicodemo habían colocado el cuerpo de
Jesús. Pero esto tampoco es así, puesto que aunque parece que ellas no tomaron
parte activa en la primera preparación que estos dos hombres hicieron del cuerpo
de Jesús, sin embargo, los estuvieron observando de cerca mientras ellos lo hacían.

(Mr 15:47) "Y María Magdalena y María madre de José miraban dónde lo ponían"

(Lc 23:55) "Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron
también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo"

(Mt 27:59-61) "Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo
puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar
una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. Y estaban allí María Magdalena, y
la otra María, sentadas delante del sepulcro"

5. Los demás discípulos también fueron al sepulcro

Además, las mujeres no fueron las únicas que en esa mañana fueron al sepulcro.
Una vez que recibieron la noticia, algunos de los discípulos también fueron allí para
comprobar lo que las mujeres les habían dicho.

(Lc 24:12) "Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro vio
los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido"

(Jn 20:3-8) "Y salieron Pedro y el otro discípulo, y fueron al sepulcro. Corrían los
dos juntos; pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro, y llegó primero al
sepulcro. Y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero no entró. Luego
llegó Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el
sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino
enrollado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, que había
venido primero al sepulcro; y vio, y creyó."

¿También se equivocaron de sepulcro Pedro y Juan? ¿Todo el mundo fue a la tumba


equivocada?
D. LA TEORIA QUE LOS DISCÍPULOS ROBARON EL CADÁVER

Esta fue la versión oficial que los judíos hicieron correr como un rumor en los
primeros días después de la resurrección.

(Mt 28:11-15) "...He aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los
principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los
ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid
vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros
dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os
pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido.
Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy."

Aunque Mateo registra esta teoría, sin embargo, era tan evidente su falsedad que
no se molestó en refutarla. Veamos los hechos.

1. Las autoridades judías y romanas se hicieron cargo del cuerpo de Jesús

Cuando José de Arimatea pidió a Pilato el cuerpo de Jesús (Jn 19:38), esto debió
desagradar mucho a los judíos. No debemos olvidar que José de Arimatea era
miembro del Sanedrín y a partir de ese momento se había declarado abiertamente
como discípulo de Jesús. Y era él quien a partir de entonces tenía la custodia del
sepulcro donde se encontraba el cuerpo sin vida de Jesús. Además, a última hora,
se le había unido Nicodemo, otro destacado miembro del Sanedrín (Jn 19:39) que
también llegó a confesarse abiertamente como seguidor de Jesús. Por lo tanto, los
judíos habían perdido el control de la situación, aunque lo que ellos debieron
considerar como más grave, era que quienes tenían la custodia del cuerpo de Jesús
eran dos de sus discípulos, que por otro lado eran miembros del Sanedrín. Esto
generaba una situación potencialmente peligrosa para ellos, porque con mucha
facilidad podían "hacer desaparecer" el cuerpo de Jesús y dar testimonio conjunto
de que había resucitado, algo que al ser dos importantes dirigentes judíos habría
tenido valor desde el punto de vista legal (Jn 8:17).

Con esta situación de fondo, los principales sacerdotes y los fariseos fueron a Pilato
para ser ellos mismos, apoyados por la autoridad romana, quienes tomaran el
control de la situación:

(Mt 27:62-66) "Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los
principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos
que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda,
pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus
discípulos de noche y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y
será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia;
id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro,
sellando la piedra y poniendo la guardia."
No deja de sorprendernos que Pilato atendiera a las autoridades judías, teniendo en
cuenta que no debía estar de muy buen humor con ellos después de la forma en la
que le habían obligado el día anterior a dictar la sentencia de muerte de Jesús en
contra de su voluntad.

En cualquier caso, era obligación del gobernador romano el mantener la paz y el


orden, así que, puesto que era él quien había dictado la sentencia de muerte, debía
también ocuparse de las consecuencias que pudiera tener su propio acto. Por lo
tanto, aunque el día anterior se había lavado las manos no queriendo saber nada
más acerca de Jesús, nuevamente se encontraba con que seguía teniendo que
hacerse cargo de él, así que puso una guardia a disposición de los judíos para que
protegieran el sepulcro contra un posible robo de los discípulos.

2. El sello romano.

A partir de este momento, los judíos en colaboración con la guardia romana,


prepararon el dispositivo que impidiera que los discípulos pudieran robar el cuerpo de
Jesús. Pero notemos con atención cómo se hizo esto y lo que significaba.

(Mt 27:65-66) "Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis.
Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la
guardia."

Evidentemente, lo primero que tuvieron que hacer una vez que llegaron al lugar, fue
inspeccionar el sepulcro, certificando que el cuerpo sin vida de Jesús seguía realmente
allí. Después de esto hicieron rodar nuevamente la piedra para tapar la entrada del
sepulcro y pusieron un sello de arcilla estampada con el sello oficial del gobernador
romano. Este sello certificaba que el cuerpo que había allí era realmente el de Jesús, y
que ellos aceptaban desde ese momento la responsabilidad de su protección,
respondiendo con sus propias vidas en el caso de que no cumplieran con el deber
asignado. Su misión terminaría después del tercer día a partir de la crucifixión de
Jesús, puesto que éste había sido el planteamiento que los judíos habían hecho a
Pilato. Teniendo en cuenta que ya había pasado un día, no era mucho el tiempo que
les quedaba para proteger el sepulcro, dos días en total.

3. La guardia romana

¿Cómo estaba formada esta guardia romana encargada de custodiar el sepulcro


donde estaba el cuerpo de Jesús?

Una guardia romana era una unidad de cuatro a dieciséis hombres. Por ejemplo,
cuando Pedro fue encarcelado por Herodes Agripa, fue entregado a cuatro grupos de
cuatro soldados cada uno (Hch 12:4). No es extraño suponer que si para custodiar a
un hombre dentro de una fortaleza se emplearon dieciséis soldados, para proteger un
sepulcro en "campo abierto" por lo menos se usó un número similar o superior.

Por otro lado, estos hombres habían sido entrenados para realizar su trabajo con
precisión, sabiendo que en caso de que no cumplieran con fidelidad su cometido,
ellos mismos pagarían con su propia vida (Hch 12:19).

Nos resulta imposible creer que todos ellos se quedaran dormidos mientras un
pequeño grupo de discípulos asustados (Mt 26:56) robaba el cuerpo de Jesús.

4. La gran piedra que cubría la entrada al sepulcro.

Otro detalle importante que debemos valorar para considerar la credibilidad de esta
teoría tiene que ver con la piedra que cerraba la entrada del sepulcro.

Por los detalles con los que contamos, sabemos que se trataba de una piedra muy
grande. El sepulcro era una cueva excavada en la roca en la que había que entrar
agachándose, lo que nos da una idea del tamaño de la piedra que sería necesaria para
cubrir un hueco así.

(Jn 20:5) "... Llegó al sepulcro y bajándose a mirar, vio los lienzos puestos allí, pero
no entró."

El que la piedra era muy grande y pesada se deduce también de los razonamientos
que se hacían las mujeres cuando iban a ungir el cuerpo de Jesús:

(Mr 16:3) "Pero decían entre sí: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del
sepulcro?"

Suponemos que cuando José de Arimatea y Nicodemo colocaron la piedra tapando la


entrada al sepulcro lo hicieron haciéndola rodar. Seguramente la piedra había estado
colocada en cierta pendiente, sujetada por algún tipo de cuña que ellos retiraron para
hacer rodar la piedra hasta la entrada en el sepulcro.

(Mr 15:46) "... Y lo puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, e hizo rodar
una piedra a la entrada del sepulcro."

A partir de todos estos datos, nos cuesta mucho imaginar que un grupo de discípulos
asustados pudieran mover esa gran piedra, y lograran sacar el cuerpo de Jesús sin
que ninguno de los soldados se diera cuenta.

5. ¿Dónde estaban los discípulos?

Ya hemos considerado que las autoridades judías pensaban que los discípulos de
Jesús podían intentar robar el cuerpo de Jesús con el fin de dar así la impresión de
que se había cumplido la falsa predicción, que según ellos, su Maestro había hecho en
cuanto a que resucitaría después de tres días.

Sin embargo, el comportamiento de los discípulos demostraba que ellos no lo habían


entendido así. De hecho, aunque el Señor les habló de su muerte y su resurrección en
al menos tres ocasiones (Mr 8:31) (Mr 9:30-32) (Mr 10:32-34), ellos parecían no
entenderlo ni aceptarlo, pensando por el contrario que Jesús iba a establecer un reino
material con su llegada a Jerusalén sin necesidad de pasar por la muerte.

Por todo eso, cuando Jesús fue arrestado por los judíos, ellos huyeron atemorizados y
se escondieron (Mt 26:56) (Mr 14:50), con la razonable convicción de que si eran
apresados, también ellos serían muertos.

La realidad es que en aquellas horas, los discípulos no estaban pensando en robar el


cuerpo sin vida de su Maestro, sino que más bien, aterrorizados como estaban, sólo
estaban preocupados en seguir escondidos para mantenerse a salvo de los judíos (Jn
20:19). No hay nada que nos haga pensar que ellos estuvieran tramando un acto
desesperado para robar el cuerpo de Jesús, oponiéndose para ello al poder de los
judíos y de los romanos.

6. ¿Quién quitó la piedra?

Como ya hemos comentado, quitar la gran piedra que cubría la entrada del sepulcro
no era algo que podían hacer unos pocos hombres asustados que andaban de
puntillas para no ser descubiertos por la guardia romana. Pero, entonces, ¿quién quitó
la piedra?

Un detalle que debemos considerar antes de intentar contestar esta pregunta es algo
que observaron las personas que en aquella mañana de domingo fueron al sepulcro, y
es que aquella gran piedra no sólo no estaba en la entrada del sepulcro, sino que
había sido movida cuesta arriba, colocada a cierta distancia del sepulcro. Esto es lo
que se desprende del verbo griego que encontramos en (Mr 16:4).
Si realmente hubiera sido un robo, las personas que lo cometieron habrían separado
un poco la piedra, dejando el espacio suficiente para sacar el cuerpo, pero de
ninguna manera habrían hecho el gran esfuerzo de hacer rodar la piedra cuesta
arriba para alejarla de su posición. Esto tampoco se ajusta con la descripción de un
robo.

A partir de toda esta información que nos ha llegado por los testigos que fueron al
sepulcro en las primeras horas de ese domingo, la teoría de un robo se plantea
como imposible. Todos los guardias tendrían que haber sido completamente sordos
y ciegos para no darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Y a pesar de los
prejuicios que algunas personas pudieran tener, lo cierto es que los hechos encajan
correctamente con la versión que aquellos testigos nos han ofrecido:

(Mt 28:2) "... Un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la
piedra, y se sentó sobre ella."

7. El informe de la guardia

Lo que quedó completamente demostrado, es que aquella guardia romana no pudo


impedir que la piedra fuera quitada y que el Señor saliera del sepulcro. Pero fue en
ese momento donde comenzaron las complicaciones para los soldados romanos.
Ninguno de ellos tenía el más mínimo rasguño que pudiera hacer creer a sus
superiores que habían sido reducidos por una multitud muy superior a ellos. ¿Qué
informe iban a presentar que pudiera justificar su fracaso en el cumplimiento de su
misión y que de alguna manera les pudiera servir para salvar sus propias vidas? ¿A
quién lo presentarían, a Pilato o a las autoridades judías?

Ellos sabían perfectamente que contarle un asunto así a Pilato les llevaría
directamente a la muerte, así que, en un acto casi reflejo fueron a la ciudad e
informaron a los judíos.

(Mt 28:11) "... Unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los
principales sacerdotes de todas las cosas que había acontecido."

A partir de este momento, las principales autoridades judías tenían un informe


oficial de la resurrección de Jesús. ¿Qué harían con esta importantísima
información? Desgraciadamente, tampoco este hecho supremo logró hacer que
cambiaran su línea de comportamiento y se endurecieron en su sinrazón, creando
una mentira para ocultar la verdad.

(Mt 28:12-15) "Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero
a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo
hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le
persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como
se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de
hoy."
De todo esto se desprenden ciertos hechos importantes. Primero, que tanto los
judíos como los romanos tuvieron que admitir que la tumba estaba vacía. Segundo,
que la explicación que dieron era completamente absurda: ¿cómo sabían que
habían sido los discípulos quienes robaron el cuerpo si todos ellos estaban
dormidos? Un razonamiento así causaría risa en cualquier tribunal. Esto, sin volver
a insistir en todas las demás dificultades que hemos señalado anteriormente. Y en
tercer lugar, podemos ver con claridad que ni las autoridades judías ni las romanas
mostraron ningún interés por investigar lo ocurrido. En una sociedad como aquella,
en la que el Estado tenía todos los medios para averiguar lo que quisiera, echamos
de menos que no hicieran ni un simple interrogatorio a los discípulos. La razón
estaba clara: ellos sabían perfectamente lo que había pasado y remover el asunto
no haría más que complicarles las cosas aun más.

8. El silencio de las autoridades ante el testimonio de los discípulos

En pocos días, aquellos discípulos que vimos la última vez escondidos y


aterrorizados, los encontramos ahora en Jerusalén, en el mismo templo judío dando
testimonio de la resurrección de Jesús (Hch 2:32) (Hch 3:15).

Es interesante observar entonces el comportamiento de los líderes judíos. Aunque


todos los apóstoles son detenidos en varias ocasiones y se les amenaza para que no
sigan predicando en el nombre de Jesús, sin embargo, en ningún momento se les
pregunta: ¿qué hicisteis con el cuerpo de Jesús? ¿Dónde lo habéis escondido? No
hay nada parecido a esto. ¿Por qué?

La respuesta es evidente: ellos sabían que los discípulos no habían robado el cuerpo
de Jesús. Tenían el informe de la guardia romana y habían sido los primeros en
saber que Jesús había resucitado de los muertos, tal como él mismo había
anunciado.

Por otro lado, si Jesús realmente hubiera estado muerto en el sepulcro, ¡qué fácil
habría resultado terminar con aquel movimiento tan molesto para ellos! Sólo era
necesario mostrar la tumba con el cuerpo y el cristianismo habría sido cortado de
raíz. ¿Por qué no lo hicieron?

En estas circunstancias, el silencio de las autoridades era una prueba tan elocuente
de la resurrección de Jesús como el testimonio de los apóstoles.

Lo único que pudieron hacer con los discípulos fue amenazarles y abusar de su
autoridad con castigos físicos (Hch 4:18) (Hch 5:40).

E. FUERON ALUCINACIONES
Esta teoría intenta demostrar que las mujeres que fueron al sepulcro se encontraban en un estado
sicológico que les predisponía a ver cosas que no eran reales. Por esta razón confundieron a un hortelano
con el Señor resucitado. Pero una vez más, esta teoría ignora mucha de la evidencia que nos llega
directamente de los primeros testigos.

1.El carácter de las “apariciones” Según se presenta esta teoría, se podría pensar que el Señor se apareció
de forma rápida, en algún lugar oscuro en el que sería fácil confundir las cosas. Pero nada más lejos de la
realidad. Después de resucitar, Jesús no sólo se apareció a las mujeres en la madrugada del domingo,
cuando apenas había luz, sino que también se reunió con sus discípulos a diferentes horas del día. El Nuevo
Testamento recoge al menos diez apariciones diferentes en las que podemos encontrar las características
más variadas.

• Por ejemplo, el Señor fue visto por individuos que se encontraban solos (María Magdalena, Pedro y
Santiago), por grupos pequeños (los discípulos reunidos...) y por más de quinientas personas juntas.

• Apareció en diversos lugares: en el jardín del sepulcro, cerca de Jerusalén, en el aposento alto, en el
camino a Emaús, junto al mar de Galilea, en un monte de Galilea y en el monte de los Olivos.

• También hubo diversidad en lo que respecta a la disposición de ánimo de quienes lo vieron: María
Magdalena estaba llorando; las mujeres estaban temerosas y azoradas; Pedro lleno de remordimientos y
Tomás de incredulidad. La pareja que caminaba hacia Emaús estaba distraída por los acontecimientos de la
semana y los discípulos de Galilea por la pesca.

• Cristo se apareció a muchas personas, y las descripciones de las apariciones implican gran detalle.

2. ¿Eran los discípulos personas propensas a tener alucinaciones?

Se sabe que las alucinaciones van acompañadas de ciertas particularidades tanto en el carácter de la
persona que las sufre como en las circunstancias en las que se dan. Las alucinaciones se hallan asociadas la
mayoría de las veces con individuos paranoicos o esquizofrénicos, siendo los esquizofrénicos los más
susceptibles. Casi todos hemos conocido personas que ven cosas y oyen voces y a veces o siempre viven en
un mundo imaginario, un mundo propio.

El carácter de los apóstoles ha quedado bien reflejado en los evangelios y en sus mismos escritos, no
pudiendo decir que fueran personas desequilibradas, propensas a este tipo de alucinaciones.

Además, ninguno de ellos esperaba que Cristo resucitara, y la actitud que manifestaron cuando recibieron
las primeras noticias sobre su resurrección, fue de duda o de incredulidad.

Por ejemplo, la forma en la que José de Arimatea y Nicodemo prepararon el cuerpo de Jesús en la
sepultura nos indica con claridad que no estaban pensando en que resucitara. Lo mismo que las mujeres
que fueron al tercer día para ungirle. Todos ellos se estaban despidiendo definitivamente de su querido
Maestro.

Cuando Pedro y Juan recibieron los primeros informes de las mujeres en cuanto a la tumba vacía y el
testimonio del ángel, los dos se apresuraron a ir a comprobarlo por sí mismos y sólo creyeron cuando lo
vieron con sus propios ojos.

(Mr 16:11) “Ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ella, no lo creyeron.” (Lc 24:11) “Mas
a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían.”
Y es interesante la reflexión que Juan hace en su evangelio en relación a esto: (Jn 20:9) “Porque aún no
habían entendido la Escritura, que era necesario que él resucitase de los muertos.”

Todos recordamos la incredulidad de Tomás cuando los otros discípulos le dijeron que habían visto a Jesús:
Exigió conocimiento de primera mano antes de aceptarla como cierta.

(Jn 20:24-28) “Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues,
los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo
en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus
discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a
vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no
seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!”

La impresión que nos ha llegado de estos hombres es que no tenían ninguna predisposición a ver visiones
ni a sufrir alucinaciones, por el contrario, se resistían incluso a la evidencia de lo que veían. Esta fue la
razón por la que el Señor tuvo que darles sobradas pruebas de que realmente era él quien había
resucitado.

(Lc 24:36-43) “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen
a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un
espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como
todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron
parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.”

Y en ocasiones, el Señor tuvo que reprenderles por su incredulidad.

3. “Alucinaciones colectivas”

En relación a esto, hay dos detalles más que debemos considerar.

Primeramente, si lo que las mujeres y los discípulos vieron fueron alucinaciones, tendríamos aquí un
fenómeno totalmente desconocido por la ciencia, y nos referimos a lo que podríamos llamar “alucinaciones
colectivas”. ¿Cómo es posible que más de quinientas personas sufrieran la misma alucinación al mismo
tiempo (1 Co 15:6)? Si realmente todos ellos tuvieron la misma alucinación, tendríamos que hablar
necesariamente de un milagro.

Y en segundo lugar, curiosamente todos dejaron de tener “alucinaciones” en el mismo momento, justo
después de la ascensión del Señor. ¿No sería más razonable pensar que lo que ellos estaban viendo era
realmente al Señor y que dejaron de verlo cuando él ascendió al cielo?

F. FUE UNA INVENCIÓN QUE SE CONVIRTIÓ EN LEYENDA.


Esta teoría pone en tela de juicio el carácter de los discípulos de Jesús. Nos da a entender que Jesús
simplemente fue un hombre normal, pero que los apóstoles y los posteriores discípulos fueron añadiendo
historias inventadas por ellos mismos con el fin de ensalzar la personalidad de Jesús hasta convertirle en el
Hijo de Dios que había resucitado de entre los muertos, algo que por otro lado nunca pretendió ser, ni que
tampoco ocurrió. Pasados varios siglos, estas leyendas se pusieron por escrito en los diferentes Evangelios.

1.¿Mintieron los apóstoles acerca de Jesús?


Lo primero que debemos preguntarnos es si tenemos alguna prueba razonable para dudar sobre la
honestidad de los apóstoles y discípulos del primer siglo. Y lo cierto es que no hay ninguna evidencia por la
que debamos poner en tela de juicio su palabra, sino en todo caso, cuanto sabemos de ellos nos llena de
completa confianza.

Por ejemplo, en sus escritos hacen continuas exhortaciones a vivir conforme a los más elevados principios
éticos y espirituales. Y por supuesto, no eran del tipo de personas que mandaban a los demás lo que por
otro lado ellos nunca practicaban.

Además, la forma en la que nos han llegado sus narraciones de los hechos que ahora consideramos, son
sobrias y desprovistas de todo adorno. Hay abundantes detalles que serían propios de testigos oculares.
Con toda honestidad se tratan los fracasos de los discípulos. Y además, en una sociedad como aquella, ¡a
quién se le habría ocurrido inventar una leyenda en la que unas mujeres estuvieran en la primera línea de
los acontecimiento! No debemos olvidar el bajo nivel que se le otorgaba a la mujer dentro de la sociedad
judía.

Además, sería absurdo pensar que todos ellos se habían inventado la historia de la resurrección de Jesús, y
a pesar de que sabían que era mentira, todos estuvieron dispuestos a morir por defenderla. Si hubiera sido
algo inventado, tarde o temprano, cuando llegaron los momentos de sufrimiento intenso, alguno de ellos
se habría retractado de lo que dijo, pero tal caso nunca llegó.

Y cuando consideramos el precio que todos ellos tuvieron que pagar por mantenerse firmes en afirmar que
Jesús había resucitado, no cabe pensar que lo hicieran por obtener algún tipo de beneficio, porque de
hecho, lo perdieron todo. Veamos algunos de los detalles que la historia nos ha dejado sobre este
particular:

• Unas semanas después, las autoridades judías los encarcelaron dos veces, y les golpearon por predicar
públicamente que Jesús había resucitado (Hch 4:1-21) (Hch 5:17-42).
• Luego, otro discípulo, Esteban, murió apedreado (Hch 6:8-7:60).
• A raíz de esto, la persecución a la que fueron sometidos los cristianos fue tan severa que muchos de ellos
huyeron de Jerusalén (Hch 11:19).
• Más tarde, Jacobo, uno de los apóstoles, fue ejecutado por Herodes por la misma razón (Hch 12:1-2).
• Durante la persecución perpetrada por el emperador Nerón, muchos cristianos fueron muertos de
maneras horrendas, entre ellos varios apóstoles.
• El mismo apóstol Juan, fue desterrado a la isla de Patmos (Ap 1:9).
Pero aun más, si esta teoría fuera cierta, no sólo deberían ser acusados de mentirosos y de locos, sino
también de ser unos hombres terriblemente crueles. Decimos esto, porque si ellos sabían que Jesús no
había resucitado realmente, y por causa de su mentira veían morir y ser perseguidas a muchas de las
personas que les habían creído, si en estas circunstancias ellos seguían callados sin confesar su mentira,
deberían ser acusados de un grado de maldad inimaginable.

2. ¿Cuándo se escribieron los Evangelios?


Por otro lado, esta teoría da por sentado que los Evangelios fueron escritos más de doscientos años
después de que hubiera tenido lugar la resurrección. Se calcula este periodo de tiempo para dar lugar a
que los testigos originales hubieran muerto y para que la transmisión oral de los hechos se hubiera
deformado suficientemente antes de ser puesta por escrito por unos autores anónimos.
Es cierto que si realmente hubieran pasado doscientos o trescientos años antes de que los hechos fueran
puestos por escrito, no tendríamos un relato fiable de lo que ocurrió. Pero la evidencia indica que las cosas
no sucedieron de esta manera, sino que los evangelios fueron escritos antes de que terminara el primer
siglo por los propios apóstoles o bajo su supervisión.
Por ejemplo, los arqueólogos han encontrado un fragmento de una copia del evangelio de Juan (Jn 18:30-
33) datado en el año 120 d.C. Precisamente este evangelio fue el último que se escribió, en torno al año 95
d.C.
Y lo más importante, cuando ellos pusieron por escrito aquellas cosas de las que habían sido testigos
directos, lo hicieron con total veracidad, ajustándose siempre a los hechos tal como ocurrieron. Veamos al
apóstol Juan y a Lucas explicándonos como lo hicieron:
(1 Jn 1:1-4) “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos
contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto,
y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó); lo que hemos visto y
oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea
cumplido.” (Lc 1:1-4) “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre
nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron
ministros de la palabra, me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas
desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo, para que conozcas bien la verdad de las cosas en las
cuales has sido instruido.”

G. LA TEORÍA DE LA RESURRECCIÓN ESPIRITUAL.


Los que sostienen esta teoría especulan con que el cuerpo de Cristo se quedó en la tumba donde se
corrompió y su resurrección fue espiritual. Según ellos, Jesús nunca habló de un reino terrenal y material,
fueron sus discípulos los que no quisieron oír otra cosa, por esta razón, inventaron su resurrección literal
para dar así continuidad a su idea de un reino terrenal. Esta resurrección espiritual la podemos entender
como una influencia que sobrevive, algo que también ha ocurrido con otros grandes hombres del pasado.
Pero lo cierto, es que aparte de una experiencia subjetiva y personal de los discípulos, nunca hubo una
resurrección física y objetiva. Y en tal caso, si Jesús llegó a resucitar con algún cuerpo, éste tuvo que ser
espiritual, pero no físico, de tal manera que lo que los discípulos pudieron llegar a ver no era algo real, sino
simplemente un “ente espiritual”, una especie de fantasma sin conexión con nuestro mundo material tal
como nosotros lo conocemos.

1. El cuerpo físico de Jesús no estaba en la tumba


Es fácil decir que el cuerpo de Jesús se quedó en la tumba, pero esta teoría ignora toda la evidencia que
hemos analizado anteriormente sobre el informe de la guardia, y el rumor que hicieron correr los dirigentes
judíos para dar una explicación al hecho de que la tumba había quedado vacía. Tampoco tiene en cuenta que los
discípulos comprobaron que el sepulcro estaba vacío.
Pero lo que aun es más sorprendente, si los que sostienen esta teoría piensan que la resurrección física de
Jesús fue una invención de los discípulos para dar lugar a un reino terrenal en el que ellos iban a ocupar las
primeras posiciones, habría sido de esperar que cuando los gobernantes judíos entraron en conflicto con
ellos, les hubieran llevado hasta el sepulcro para mostrarles que realmente Jesús no había resucitado, sino
que su cuerpo seguía estando allí. Pero nunca ocurrió nada parecido. Todos sabían que la tumba de Jesús
estaba vacía.
2. La resurrección de Jesús fue un hecho histórico y objetivo.
Como acontecimiento histórico, la resurrección puede ser fechada en un momento concreto: “Fue sepultado y
resucitó al tercer día” (1 Co 15:4).
Si la resurrección de Cristo produjo en los discípulos una serie de experiencias espirituales renovadoras,
sólo fue posible porque primero hubo un acontecimiento histórico y objetivo, de otra manera no habría
sido posible.
3. ¿Cómo era el cuerpo de Jesús después de la resurrección?
La teoría de que Jesús tenía un cuerpo espiritual que era imposible de identificar, fue el mismo Señor quien
se encargó de desmontarla:
(Lc 24:36-43) “Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros.
Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen
a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un
espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Y como
todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron
parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.” (Mt 28:9) “He aquí Jesús les salió al
encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron.” (Jn 20:27-29) “Luego dijo a
Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino
creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás,
creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron.”
Aun así, aunque Jesús era la misma persona después de la resurrección: “Yo mismo soy” (Lc 24:39), sin
embargo, no podemos negar que su cuerpo había sufrido algún tipo de transformación que lo convirtió en
un nuevo vehículo para su personalidad, dotada de nuevos poderes y poseyendo inmortalidad. En este
sentido, es claro que lo que pasó con Jesús no fue una resucitación como en el caso de Lázaro, sino una
resurrección. Es decir, no volvió a la vida de la misma forma que se había ido, sino que su cuerpo sufrió
profundos cambios, aunque sin perder su identidad reconocible. Por ejemplo, a partir de la resurrección, el
Señor podía entrar en una habitación con las puertas cerradas (Jn 20:19), o podía desvanecerse de la vista
de los discípulos (Lc 24:31), o ascender al cielo.
¿Cuál era el sello en la tumba de Jesús?

Luego de la crucifixión, el cuerpo de Jesús fue puesto en un sepulcro nuevo, cuya entrada fue asegurada
con una gran piedra. Entonces los líderes judíos se reunieron con Pilatos para que la tumba tuviera la
máxima seguridad posible y así impedir que los díscipulos, según ellos, robaran el cuerpo de Jesús y
proclamaran la resurrección. Pilatos entonces procuró dos medidas. Primero, se envió una guardia, y
segundo, se selló la piedra que tapaba la entrada del sepulcro. La Biblia dice: "Entonces ellos fueron y
aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia." (Mateo 27:66)

¿Cuál era este sello? ¿Cuál era la importancia de ese sello? ¿Por qué se decidió sellar la tumba? Todos estos
detalles los entregan los libros de Josh McDowell. En su libro "Nueva evidencia que exige un veredicto" nos
explica que el sellado de la tumba consistía en una cuerda o soga que era atada cruzando la piedra que
tapaba la entrada al sepulcro. La cuerda era adherida en los extremos de la roca por medio de un sello de
arcilla (tal como en el foso de los leones, en Daniel 6:17). Estos sellos eran puestos en la presencia de los
guardias romanos que testificaban de alguna manera el sellado y luego eran dejados a cargo de la vigilancia
de la tumba.

La importancia de este sello radica en que representaba el poder del Imperio Romano, la ley romana. Así
como para abrir testamentos en el siglo I era necesario romper el sello imperial, así también era necesario
romper el sello romano para abrir el sepulcro de Jesús. No había manera de mover la piedra sin romper el
sello, por lo que éste tenía la función de prevenir el robo del cuerpo de Jesús, tal como lo pensaban los
líderes judíos (Mateo 27:62-66). Por esta razón se decidió a usar este sello.

El castigo por romperlo era brutal. En su libro "El Cristianismo: ¿Historia o Farsa?" se nos dice que una vez
que el sello era roto, se llamaba al FBI del Imperio Romano para que entrara en acción. Ellos se
preocupaban de buscar a los responsables de tal delito. Si eran capturados, el castigo era la crucifixión
inmediata con la cabeza hacia abajo para que las entrañas bajaran hacia la garganta e hiciera el castigo más
tortuoso. De esta manera la gente temía al rompimiento del sello, y mucho más los discípulos, quienes
estaba escondidos por miedo a los judíos (Juan 20:19).
El evangelio de Mateo relata que la tumba de Jesús fue asegurada con el sello romano para demostrar que
no podía haber una confabulación de los guardias ni tampoco la osadía de los discípulos por robar el
cuerpo. De este modo, no había posibilidad de engaño en la resurrección de Jesús. Guardias romanos en el
sepulcro, el rompimiento del sello y la tumba vacía demuestran irrefutablemente que Jesús resucitó de
entre los muertos.

5 Evidencias de la resurrección
28 marzo, 2016 Fede Sinopoli Apologética

Es bastante fácil aceptar que Jesús realmente existió y vivió entre nosotros hace unos dos mil años. La realidad es que la
evidencia sobre esto es abrumadora, y si negáramos la existencia de Jesús en la historia de la humanidad, sencillamente
tendríamos que negar la existencia de cualquier otra persona, porque hay más evidencia sobre el Señor que sobre cualquier
otra persona (por ejemplo, Alejandro Magno, César, Napoleón, etc). Sin embargo, nadie duda que estos personajes vivieron
hace muchos años. Entonces, ¿por qué dudaríamos de Jesús?
El problema principal surge cuando se le pregunta a alguien quién fue Jesús. Ahí es donde está el principal problema: las
respuestas pueden ir desde un hombre común y corriente, hasta un gran maestro, un profeta o, efectivamente, el Hijo de
Dios. Durante toda su vida, Jesús afirmó ser el Mesías; afirmó ser quien derrotaría a la muerte. Sin embargo, fue
crucificado. En ese momento, muchos pensaron que, al final, era uno más de los tantos que afirmaron ser el Mesías, pero
terminaron siendo impostores.
La gran diferencia que nos marca la historia de Jesús, es que a diferencia de cualquier otro, el resucitó. Es a partir de esto
que él muestra su autoridad sobre la muerte y refiarma el hecho de que es el Hijo de Dios. La cuestión es que a muchas
personas creen en la vida y muerte de Jesús, pero no creen en su resurrección. Es por eso que, a continuación, vamos a poner
a prueba esto.

1.El sepulcro vacío.


Tumba de Jesús - El Propósito
Aunque los romanos a menudo sepultaban a sus muertos en tumbas subterráneas o catacumbas, la tumba de Jesús
cumplió con la religión y costumbres judías. Generalmente, los israelitas envolvían a sus muertos en lino, con
especies y aceites. Nicodemo utilizó 45 kilos de especies para preparar el cuerpo de Jesús para su sepultura (Juan
19:39). Los sepulcros (tumbas) eran labrados en la roca de una ladera o utilizaban cuevas (Génesis 23:19-20; Marcos
5:5). Debido a que los cadáveres eran considerados impuros, las tumbas judías y cementerios siempre estaban fuera
de las paredes de la ciudad. La tumba de Jesús estaba cerca del Huerto de Getsemaní, justo en las afueras de
Jerusalén (Juan 19:14). Qué irónico que en la muerte, el santo y puro Jesús -- Dios encarnado -- llevó la inmundicia
del pecado de la humanidad (Romanos 8:3).

La muerte y resurrección de Jesús marca el evento más importante de toda la historia -- dividiendo literalmente el
tiempo a la mitad. El plan de Dios es evidente en el propósito de la tumba de Jesús.

 Sellaron y aseguraron la tumba (Mateo 27:62-66) – Pilato, los sacerdotes, y fariseos, querían asegurarse que
Jesús no regresaría de nuevo a la vida.
 Profecía cumplida, glorificando a Dios (Lucas 24:5-8) – Ángeles proclamaron el nacimiento de Jesús, así
como Su resurrección de los muertos.
 Sepulcro nuevo, sin usar (Mateo 27:59-60; Juan 19:41) – José de Arimatea, un reconocido miembro del
concilio supremo (Sanedrín), proporcionó su propio sepulcro.
 Inocencia comprobada (Lucas 23:4, 23, 41, 47) – El cuerpo de criminales crucificados era desechado sin
ninguna ceremonia. Los romanos usualmente le dejaban el cadáver a las bestias del campo, la última
humillación de la crucifixión. La tumba de Jesús tenía especial importancia tanto para Sus seguidores como
para Sus enemigos.
Tumba de Jesús - La Piedra
La piedra en la tumba de Jesús sirve como recordatorio de otros elementos de la vida de Cristo. Cuando Satanás
tentó a Jesús en el desierto, le pidió que convirtiera una piedra en pan (Mateo 4:3). Jesús es el pan de vida (Juan
6:35) así como la Piedra viva (1ra de Pedro 2:4 RV). En Marcos 12:10, Jesús se refiere a Sí mismo como la piedra
que desecharon los edificadores, ha venido a ser cabeza del ángulo. De ser necesario, las piedras clamarían,
proclamando a Jesús Rey de Reyes (Lucas 19:40). Jesús compareció ante Pilato, quien se sentó en el tribunal, el
Enlosado (Juan 19:13). Por lo tanto, no es sorprendente que una piedra pueda servir como una parte importante de la
tumba de Jesús. A la muerte de Jesús, la tierra tembló violentamente -- rocas se partieron, se abrieron tumbas, y
cuerpos se levantaron de entre los muertos (Mateo 27:50-54). Este fue ciertamente un preludio de las cosas que
vendrían.

Para asegurar que la tumba de Jesús . . . y su contenido . . . permaneciera intacto, Pilato ordenó que una gran piedra
fuera puesta en la entrada. Un canal en pendiente ayudó a los guardias a rodar la piedra. Un profundo surco cortado
en la roca a la entrada de la tumba aseguró la piedra. A pedido de los principales sacerdotes, Pilato aseguró aún más
la tumba al colocar un sello romano en la piedra, apostando cuatro soldados romanos en la entrada. Para garantizar
la máxima seguridad, cada tres horas se cambiaba la guardia por una fresca, alerta (esto es, no dormida como se
indica en Mateo 28:13).

Tumba de Jesús – La Evidencia


El Sabbat había terminado, era el tercer día, y las mujeres regresaron a la tumba de Jesús para ungir su cuerpo para
la sepultura (Marcos 16:1). Es sorprendente que los sacerdotes y los fariseos recordaran vívidamente la predicción de
Jesús de que resucitaría al tercer día (Mateo 27:62-66). De hecho, esa posibilidad los aterrorizaba. Mientras que un
ángel del Señor descendía del cielo, la tierra tembló violentamente de nuevo, la piedra fue rodada. Como muertos, los
guardias quedaron paralizados delante del ángel del Señor. Ni siquiera los sobornos de los líderes religiosos, ni las
mentiras de los soldados, pudieron silenciar la evidencia (Mateo 28:11-15).

La evidencia de la tumba vacía de Jesús permanece para cambiar la vida del creyente así como la del escéptico:

“ ¡No está aquí!” (Mateo 28:6; Marcos 16:6; Lucas 24:6; Juan 20:9).

Esta es la más clara de las evidencias acerca de la resurrección de Jesús, y por ende, la más atacada por aquellos que se
rehusan a creer en la resurrección.
Jesús había sido puesto en la tumba que José de Arimatea proveyó. Ésta había sido sellada con una roca, y una guardia
romana había sido apostada delante de ella, debido a que los fariseos temían que los discípulos de Jesús robaran el cuerpo
para simular su resurrección. Sin embargo, a pesar de todos estos recaudos, la tumba estaba vacía.
Podemos confirmar que la tumba estaba vacía, debido a que cualquier intención de los seguidores de Jesús de crear un mito
en base a la resurrección podía ser acallada fácilmente si los fariseos mostraban el cuerpo dentro de la tumba. No hay dudas
sobre esto; ¡el sepulcro estaba vacío!

2- La guardia romana.
¿Cuál era la guardia en la tumba de Jesús?

Cuando Jesús fue sepultado, los principales sacerdotes y fariseos fueron ante el gobernador de Judea, Poncio
Pilato, para solicitar que una guardia fuese puesta en la tumba de Jesús, para así evitar que los discípulos
intentaran robar el cuerpo de Jesús y proclamar su resurrección. La Biblia dice:

“Y Pilato les dijo: Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis. Entonces ellos fueron y aseguraron el
sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.” Mateo 27:65-66

¿Cuál era la guardia que pusieron en la tumba de Jesús? Pues bien, la gran mayoría de los historiadores
concuerdan que esta guardia eran cuatro soldados romanos en la tumba de Jesús (“Evidencia que exige un
veredicto”, Josh McDowell). Esta guardia romana fue autorizada y responsabilizada por Poncio Pilato
(Mateo 28:11-14).

La guardia en la tumba es una fuerte evidencia de que los discípulos no pudieron robar el cuerpo de Jesús.
Primero, porque estos soldados eran profesionales, equipados para la guerra y con la instrucción del ejército
más poderoso que ha existido, el Imperio Romano, el cual arrasó con todo el mundo conocido de entonces.
Los discípulos no los enfrentarían, puesto que estaban escondidos por temor de los judíos (Juan 20:19),
incluso uno de ellos se atemorizó con una criada (Marcos 14:66-68), mientras que estos soldados eran
brutales, que a sangre fría echaban suertes para quitarle la ropa a un hombre agonizando (Mateo 27:35) y, sin
duda, no tendrían piedad frente a cualquiera que se acercase a la tumba.

Segundo, los discípulos nunca hubieran encontrado cansados o fatigados a los soldados en guardia como
para derrotarlos en combate, puesto que cada guardia se cambiaba cada cuatro horas, a lo cual llegaban otros
cuatro nuevos soldados con más energía para relevarlos (“No dejes tu cerebro en la puerta”, Josh
McDowell).

Y tercero, los discípulos nunca hubieran encontrado a un soldado en guardia durmiendo, puesto que el
castigo romano por quedarse dormido en hora de servicio era la muerte. Una de las manera de ejecutarse era
“quitarle la ropa, encender un fuego con la misma llama y luego quemarlo vivo. Si no se sabía cuál soldado
no había cumplido con su deber, entonces se echaba suerte para determinar cuál iba a pagar por el fallo de
toda la guardia” (“Más que un carpintero”, Josh McDowell). De manera que el temor al castigo producía que
los soldados estuvieran muy despiertos, especialmente a la guardia en la noche. No hay otra explicación:
¡Jesús resucitó!
Lo que muchos usan para justificar el hecho de que el sepulcro estaba vacío es que, de alguna manera, los seguidores de
Jesús habían logrado violar la guardia romana. Esto resulta totalmente improbable porque cuando él fue arrestado, sus
discípulos huyeron y protegieron su vida cobardemente. Esto lo vemos, por ejemplo, cuando Pedro niega tres veces ser
seguidor de Jesús. Él tenía miedo de que si confesaba haber estado con el Señor el pueblo quiera matarlo a él también, por lo
que se hizo el tonto, afirmando que él no tenía nada que ver con aquel a quien habrían de crucificar.
Por otro lado, la guardia romana no se trataba de un par de muchachos improvisados puestos a vigilar una piedra. ¡Eran los
soldados mejores instruidos de la época! Además, de ser hábiles para combatir contra cualquier intruso y de contar con el
mejor equipamiento, también se caracterizaban por tener una gran disciplina. De hecho, el quedarse dormido en un guardia
era penado con la muerte.
Los fariseos podrían haber dicho que los guardias romanos se durmieron y que los seguidores de Jesús robaron el cuerpo, tal
como se afirma hoy en día. Pero claramente no lo hicieron, ya que de otro modo el mensaje de la resurrección no seguiría
vivo en nuestro tiempo. Ellos conocían a las tropas romanas y sabían que no había forma en que la guardia hubiera podido
ser violada.

3- El cambio de actitud de los apóstoles


Los apóstoles pasaron de ser un grupo de hombres miedosos y faltos de fe, a ser un conjunto de valientes predicadores que
estaban dispuestos a todo con tal de anunciar el mensaje del evangelio. De hecho, hasta donde sabemos, todos excepto Juan
murieron por predicar a Cristo. ¿Qué pasó en el medio que los llevó a cambiar su actitud? La respuesta es clara: la
resurrección.
Ellos nunca hubieran arriesgado sus vidas por una mentira. ¿Qué sentido tenía hacerlo? Quienes acusan a los apóstoles de
haber inventado todo no están teniendo en cuenta que sus vidas no mejoran en absoluto una vez que reconocieron a Jesús
resucitado, sino que fueron perseguidos hasta la muerte. Ellos verdaderamente vieron a Cristo resucitado y actuaron
conforme a eso.

4- Los testimonios
Hay quienes dicen que, en realidad, la resurrección se trató de una alucinación que tuvieron algunos, y que en realidad nadie
vio al Cristo resucitado. El problema con esto es que, entonces, en el lapso de cuarenta días, unas 500 personas tuvieron la
misma alucinación, cosa que parece improbable. Hubo muchas personas que vieron verdaderamente a Jesús vivo después de
que fuera muerto, y esto los llevó a cambiar sus vidas tal como sucedió con los apóstoles.

5- El poder de Jesús hoy en día


Una última evidencia de que Jesús vive es el hecho de que el cambió y sigue cambiando vidas hoy en día. Yo y cada uno de
los creyentes que formamos parte de su iglesia somos la prueba de esto. Por distintos medios todos llegamos a conocer a
Jesús en algún momento vimos que él empezó a obrar en nuestras vidas y llegamos a conocerlo, a tal punto de que, como los
apóstoles, entregamos nuestras vidas en servicio a él.
Conclusión
La única manera de negar la resurrección es analizando la evidencia con una rotunda idea previa de que ésta no fue real.
Cualquier persona que se acerque a las pruebas con la verdadera intención de saber la verdad, terminará encontrando que
Jesús venció a la muerte y que vive hoy y para siempre.
¡Dios te bendiga!

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