Juegos de Hambre - Boris Spiwak - Boris@
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Empecemos con Ucrania. Es difícil establecer causas exactas para los 80 millones
de muertos por inanición alrededor del mundo que trajo el siglo XX, debido a la
niebla de guerra y revolución, así como el hermetismo y el aislamiento político. Sin
embargo, el caso de Ucrania es diferente. No hay ninguna duda de que el
Holodomor, la hambruna ucraniana que causó la muerte de aproximadamente
cinco millones de personas entre 1932 y 1933 – mis bisabuelos entre ellos – fuese
creada por el hombre (Red Famine, Anne Applebaum).
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La supervivencia era una lucha tanto moral como física… Una doctora le escribía
a su amiga, en junio de 1933, que “aún no me he convertido en una caníbal, pero
no estoy segura de no serlo ya para el momento en que recibas esta carta”… Las
buenas personas murieron primero. Los que se negaron a robar o prostituirse
murieron. Los que dieron comida a otros murieron. Los que se negaron a comer
cadáveres murieron. Los que se negaron a matar a su prójimo murieron. Los
padres que resistieron al canibalismo murieron antes que sus hijos.
El Congreso de Estados Unidos pasó una resolución el año pasado que describe
el Holodomor como un genocidio soviético contra el pueblo ucraniano, en plena
correspondencia con el análisis de Snyder. Aunque la colectivización forzosa
causó hambrunas en muchas partes de la Unión Soviética, Snyder señala varias
políticas que se aplicaron solo (o principalmente) a la Ucrania soviética,
concluyendo que: “cada una de ellas podía parecer una medida administrativa
anodina, ciertamente presentadas como tal para la época, y a pesar de ello cada
una tuvo la intención de exterminar”.
Los chavistas han presentado cada una de estas políticas como medidas
burocráticas inocuas justificadas por ideales irreprochables. Pero tomadas en
conjunto su propósito siniestro se hace evidente: forzar al pueblo a depender del
Estado para alimentarse, y luego hacer del hambre un arma al negarle comida a
disidentes y opositores. Maduro actualmente rechaza ofertas internacionales de
ayuda humanitaria – como lo hizo Stalin hace 85 años – ya que decidir quién come
es materia de seguridad de Estado, no un privilegio que se puede entregar a la
oposición o a ONGs extranjeras. Venezuela es un país abundante pero los
venezolanos, al igual que los ucranianos bajo Stalin, están pasando hambre
programática gracias a un gobierno que ve a su propia población como el
enemigo. Una vez más, esto es el Holodomor.