Michael Albert Sobre Economía Participativa

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Michael Albert sobre Economía

Participativa
Una entrevista de Justin Podur
Znet en Español
Traducido por Ricardo Jiménez y revisado por Leónidas Léipzig
para Znet

El libro de Michael Albert Parecon: Life After Capitalism (Economía


Participativa. La vida después del capitalismo) ha sido publicado
recientemente por Verso Press. Michael Albert fue entrevistado por
Justin Podur, un escritor y activista de Toronto.

Justin Podur: Antes de ocuparnos de tu nuevo libro sobre la economía


participativa, ¿podrías resumir en pocas palabras la lógica y las
características de este modelo?

Michael Albert: La economía participativa es una nueva visión económica


propuesta para sustituir el capitalismo. Sus valores principales son la
solidaridad, la diversidad, la equidad y la autogestión.

Solidaridad significa que la economía debería hacer que la gente se


preocupe por el bienestar de los demás en vez de intentar pisotearlos.
Diversidad significa que la economía debería brindar múltiples opciones
en vez de ofrecer soluciones únicas. Equidad significa que la economía
debería dar a la gente un salario en proporción al esfuerzo y al sacrificio
que realiza en un trabajo socialmente útil en vez de depender de los
bienes que se posea, el poder en la negociación o la productividad.
Autogestión significa que los trabajadores y los consumidores deberían
tener influencia en las decisiones acerca de la producción, la asignación
de recursos y el consumo con un nivel de influencia proporcional al
impacto relativo de estas decisiones sobre sus vidas, en lugar de que
algunos posean la capacidad de tomar decisiones y otros simplemente
reciban las órdenes.

Las principales instituciones de la economía participativa para conseguir


estos objetivos son los consejos participativos de trabajadores y
consumidores, basados en métodos de toma de decisión que otorgan
influencia de modo proporcional al grado en que uno se ve afectado por
tales decisiones, una división del trabajo que asegure igualdad a todos
los trabajadores, remuneración proporcional a la intensidad y duración
del trabajo socialmente útil y la asignación de recursos a través de una
negociación conjunta más que mediante órdenes centralizadas
autoritarias o una competencia feroz.

Los consejos de trabajadores y consumidores no son nada nuevo. Se


trata simplemente del vehículo para desarrollar y manifestar las
preferencias, ya sea a través de equipos de trabajo pertenecientes a una
división, a un lugar de trabajo, una industria, un hogar, vecindario,
región o país. Los métodos de toma de decisión son conocidos también.
Una persona, un voto, con gobierno de la mayoría, o de las tres cuartas
partes, y variantes de este sistema de votación que también incluyen
mecanismos para divulgar y compartir la información relativa a las
decisiones, el debate, los retrasos y los cierres, etc., pero todo esto
elegido caso por caso para distribuir la influencia de manera
proporcional al grado en que las personas se ven afectadas por las
decisiones.

La división de trabajo de una economía participativa es un poco más


original. Las tareas se distribuyen de modo que cada sujeto tenga un
"complejo de trabajo" comparable al de todos los demás en relación con
la calidad de vida o el grado de poder. Nadie tiene sólo un trabajo
aburrido y repetitivo, ni tampoco sólo un trabajo que genere confianza,
desarrolle una habilidad o permita el acceso al poder. En vez de eso,
cada uno tiene una serie de tareas, por supuesto adecuadas según la
capacidad e inclinación, cuyo poder de influencia total es igual al de
todos los demás. Una economía participativa tiene aún tareas
administrativas, de dirección, de planificación, etc., pero no tiene
personas que sean sólo administrativos, directores o planificadores. Del
mismo modo, una economía participativa tiene tareas de ensamblaje, de
limpieza, servicios, excavación y transporte, etc., pero no tiene
personas que sólo sean ensambladores, limpiadores, o transportistas.

La mayoría de las personas de izquierda comprenden por qué la


remuneración no debe incluir réditos de capital, pero la economía
participativa también rechaza la remuneración sobre la base de la
productividad. En vez de eso, se remunera a la gente por su esfuerzo y
sacrificio, lo que es diferente de la productividad, dado que las personas
difieren en sus habilidades, usan diferentes herramientas, etc. Ya que
los trabajos están equilibrados, en una economía participativa si tú
trabajas por más tiempo que yo, en una actividad similar,
probablemente obtendrás un mejor salario. Si trabajas más o menos
duro, obtendrás proporcionalmente un salario mayor o menor. Si tienes
un trabajo muy duro o uno más placentero, obtendrías
proporcionalmente un mayor o menor salario.
Y finalmente, como último elemento institucional destacado, la
asignación de recursos en una economía participativa ya no se realiza
por medio de mercados competitivos, que distorsionan el
comportamiento, alteran profundamente los precios, generan una
plusvalía y una distribución de ingreso y remuneración injustas,
distorsionan la inversión para servir a la acumulación de beneficios en
vez de satisfacer las necesidades humanas y ocasionan daños
irreparables a la ecología, entre otros defectos. Tampoco mediante la
planificación centralizada que es autoritaria y contraria a la autogestión,
entre otros defectos. En vez de eso, la asignación de recursos en la
economía participativa se realiza mediante la planificación participativa.
Los consejos de trabajadores y consumidores plantean sus
compromisos, y forman parte de un proceso negociado para fijar las
inversiones y la productividad ejercitando apropiadamente la toma de
decisiones para satisfacer las preferencias expresadas y desarrolladas
libremente.

Mi nuevo libro, "Economía Participativa. La vida después del


capitalismo", aboga en primer lugar por los valores mencionados.
Después evalúa críticamente, a la luz de estos valores, el actual
mercado capitalista y el mercado y las instituciones de la planificación
centralizada socialista. Entonces presenta de una manera más completa
y, espero, más convincente, las nuevas instituciones de una economía
participativa y también examina sus propiedades individuales y
colectivas. Finalmente, da respuesta a algunos interrogantes que los
lectores puedan llegar a tener sobre la economía participativa.

JP: En muchos casos, los movimientos actuales no ven la opresión de


clases y el capitalismo como las únicas, o incluso las principales formas
de opresión. En cambio, se oponen al sexismo, al heterosexismo, al
racismo y a todas las formas de jerarquía. La economía participativa
habla muy poco de todos estos temas. ¿ Por qué?

MA: Desde luego, la política, las relaciones interpersonales, la cultura y


otras facetas de la vida también son importantes, no sólo lo económico.
Pero supón que estás describiendo nuevas instituciones políticas
(digamos un nuevo tipo de legislatura o sistema judicial), o nuevas
formas de socialización o instituciones domésticas (quizás nuevas
formas de crianza de los hijos), o nuevas formas culturales (digamos
formas de relacionarse entre comunidades). Deberías concentrarte en la
lógica intrínseca del área que analizas, pero no en todas las demás
áreas al mismo tiempo. Te explayarías sobre las familias y la crianza de
los hijos, etc., pero no demasiado sobre los precios o el intercambio de
recursos. Pero que hables principalmente sobre la crianza de los hijos,
sobre rituales religiosos e identidad comunitaria o el sistema judicial no
significa que creas que los precios o el lugar de trabajo no sean
importantes, por supuesto, y en el mismo sentido, que yo me concentre
en la economía cuando estoy intentando presentar una visión económica
no implica que yo crea que la raza o el género u otros factores no sean
importantes, especialmente cuando mi libro y mis escritos indican lo
contrario.

Una visión económica debería respetar las normas que surgen de las
luchas por los derechos asociadas al género, el sexo, la raza u otras
relaciones. Yo pienso que la economía participativa es capaz de hacerlo,
y el libro lo trata. Por eso, si bien estoy de acuerdo en que es muy
importante luchar contra la tendencia a exagerar la importancia de la
economía y que hay que prestar atención a otros factores, incluyendo
tanto enfoques conceptuales y organizativos así como todas las facetas
del activismo, creo que incluso centrándonos en todas las áreas, a veces
tiene sentido tratar más profundamente una parte de la sociedad y
prestar menos atención a otras. Hablar explícitamente sobre la visión
económica me parece uno de esos casos, tanto como hablar
explícitamente de una visión política, cultural o familiar supone destacar
una parte de toda la sociedad.

JP: ¿Pero qué dice la economía participativa acerca de las labores


domésticas, por ejemplo, o sobre las tareas definidas por el género que
las mujeres realizan en el trabajo? ¿Qué dice sobre el aborto?

MA: La economía participativa no dice casi nada acerca del aborto. O


sobre criar hijos, o sobre hacer el amor, o sobre un millón de otras
cosas. Y lo poco que dice sobre fenómenos extraeconómicos es muy
general.

De modo que si hubiera una sociedad construida sobre la economía


participativa, todos los aspectos de esa sociedad tendrían que ser
compatibles al menos con lo que la economía participativa pide de la
gente. Esto es lo que un buen sistema de gobierno debería decir sobre
los aspectos que escapan a la política, o lo que una buena esfera
cultural debería decir sobre aquello que escapa a lo cultural. Esto es, si
uno propone una visión para una parte de la sociedad -tal y como lo
hago para la economía- entonces se supone que el resto de la sociedad
debería ser compatible. El libro es explícito al respecto.

Si consideramos que cuidar niños o lavar platos es un trabajo doméstico


y vivimos en una economía participativa, entonces cuidar niños o lavar
platos se convierten en parte del proceso de los complejos de trabajo
equilibrados, y se remuneran y acuerdan según el modo de la economía
participativa, como cualquier cosa más en la economía. En ese caso, la
economía participativa diría sobre cuidar niños exactamente el mismo
tipo de cosas que diría sobre producir bicicletas o realizar una cirugía o
extraer carbón. Es así en los complejos de trabajo equilibrado. Debe
organizarse según el proceso de planificación social, tal como la
producción. Se debe remunerar de acuerdo con el esfuerzo y el
sacrificio. Algunas personas -como los integrantes de los movimientos
por un salario para el trabajo doméstico que han existido en varias
épocas- favorecen este modo de entender la labor doméstica,
incluyendo la crianza de los niños. Y si una sociedad desea entender
estas actividades de esa manera, una economía participativa no debería
tener problemas para acomodarse a esa visión.

Pero supón que en cambio decimos, como algunas personas


incluyéndome preferirían, que la crianza de los hijos y las tareas
domésticas no son trabajo en el mismo sentido en que lo es fabricar
bicicletas, la cirugía, o la minería. Supón que decidimos que hay algo
más sutil y profundo implicado, primero porque el principal beneficiario
de la actividad es el que la realiza en vez de consumidores distantes, y
segundo porque hay algo profundamente diferente entre las bicicletas
como producto y los niños, o incluso una sala de estar limpia y bien
acondicionada en tanto producto. En ese caso, la economía participativa
no diría mucho sobre esas actividades; sólo que las personas con una
familia por lo general también trabajarán y consumirán en la economía,
y por lo tanto necesitarán poder hacerlo. ¿Esto supone que no hay nada
que decir sobre estas actividades, la necesaria equidad en ellas, etc.?
Por supuesto que no. En lugar de eso, simplemente supone que lo que
se necesita decir sobre la crianza de los niños y el cuidado de una casa
está más cerca de los intereses de una visión centrada en la familia que
de una visión económica. El que la economía esté decidiendo los
atributos de la crianza de los niños y de la vida doméstica sobre la base
de ideas acerca de cómo se deben hacer las bicicletas, me parece fuera
de lugar.

Por otro lado, creo que es apropiado afirmar que la familia y la


socialización deben ser compatibles con una economía participativa y es
análogo a lo que la economía participativa dice sobre el sistema escolar
y otras áreas. No es razonable que una sociedad que tiene una
economía participativa tenga un sistema escolar que produzca
graduados que no sean capaces o no deseen participar de la toma de
decisiones en los complejos de trabajo equilibrados, ni tampoco producir
graduados que esperen dominar a otros o ser dominados por otros en
una jerarquía de clases, ya que en una economía participativa no hay
lugar para este tipo de relaciones.

De modo similar, en una economía participativa la vida familiar no


puede producir personas que esperen que haya relaciones de jerarquía
entre hombres y mujeres en relación con los resultados económicos o
los beneficios de la actividad comercial, ya que la economía participativa
no permite este tipo de desigualdad y de jerarquías. En una economía
participativa ni los lugares de trabajo ni el consumo pueden reducir la
influencia de las mujeres en relación con los hombres, o reducir el
salario relativo con respecto a los hombres, ya que tales jerarquías
sistemáticas de poder, ingresos o condiciones no pueden existir en una
economía participativa, y punto.

¿Pero no serían objeto de maltrato las mujeres si fueran iguales en la


economía pero tienen que hacerlo todo, o casi todo, en la familia y en la
vida social? Sí, por supuesto que podría suceder, pero imagino que una
transformación en las relaciones familiares excluiría este remanente de
retraso.

Así que creo que la respuesta es que la economía participativa es muy


acorde con la eliminación de las jerarquías sexuales o de género y
también con las innovaciones feministas en general, pero tampoco
sobrepasa sus límites para decir más de lo que debería sobre otras
facetas de la vida, como si la economía fuese el lugar para definir y
decidir positivamente estas relaciones en su totalidad.

JP: ¿Qué pasa con la cultura? ¿Qué pasa si hay racismo en el trabajo?
La economía participativa no parece hablar de esto. ¿Niega su
importancia? ¿Y qué dice la economía participativa sobre la religión, el
desarrollo cultural de las comunidades alrededor de una ciudadanía
nacional, o sobre factores étnicos?

MA: Si tenemos una economía participativa en una sociedad que posee


estructuras culturales racistas, éstas harían que una comunidad
-digamos los blancos en EEUU- esperara tener el dominio y mayores
ingresos, y que otra comunidad o comunidades -digamos los negros y
los latinos en EEUU- tuvieran ingresos y condiciones subordinadas. Pero
la economía participativa no daría satisfacción a esperanzas originadas
en una cultura racista. Esto infringiría la economía participativa.

Digamos que en una economía participativa podría haber actitudes


racistas hacia trabajadores negros. Pero el racismo no conduciría
sistemáticamente a mejores salarios, mejores trabajos, o más poder.
Nadie puede tener tales ventajas en una economía participativa por
ninguna razón, porque todo el mundo en una economía participativa
tiene un complejo de trabajo equilibrado, se le remunera justamente por
el esfuerzo, y tiene una capacidad de decisión proporcional en las
decisiones de producción, consumo y asignación de recursos.

En otras palabras, en virtud de sus complejos de trabajo equilibrado, de


su autogestión y de su remuneración equitativa, la economía
participativa elimina las jerarquías raciales y todas las otras jerarquías
de poder e ingresos de la vida económica. Simplemente no hay tales
jerarquías porque las instituciones literalmente las impiden. Podrían
todavía existir actitudes racistas, sí, e incluso personas que deseen
infringir el sistema de la economía participativa. Por supuesto, el modelo
debería tener medios para que las comunidades reprimidas o
minoritarias puedan expresar y representar sus intereses. Y la economía
participativa, según se describe en el libro, posee esta característica.

¿Qué dice la economía participativa sobre la religión? No dice casi nada.


La religión no es esencialmente un fenómeno económico, como tampoco
lo es la sexualidad.

Dice, sin embargo, que en una sociedad donde existe una economía
participativa, una religión que haga que sus adeptos esperen mejores
condiciones económicas en comparación con las personas de otras
religiones van a entrar en conflicto con la economía. Esto es como el
ejemplo anterior del sistema escolar que tiene que ser acordado, o el
ejemplo de tener un acuerdo sobre la vida doméstica. Y por supuesto lo
contrario también es válido.

Supón que -como yo creo que debe ser- desarrollamos una visión
poderosa, convincente y valiosa para las relaciones culturales, de género
y otras en una buena sociedad. Entonces tendrá rasgos y atributos que
celebramos y deseamos disfrutar, y esos atributos tendrán implicaciones
mayores. La economía en una sociedad donde estas visiones estén en su
lugar tendría que cumplir con varios requerimientos de las visiones.
¿Será una economía participativa capaz de hacer eso? Yo creo que sí, y
el libro trata estos asuntos, aunque por supuesto uno no puede estar
seguro hasta que estas u otras visiones se desarrollen.

En otras palabras, yo creo que cuando los movimientos feministas


exponen una visión para las relaciones familiares y cuando movimientos
en contra del racismo y otros movimientos culturales y relacionados con
la comunidad exponen una visión para la cultura, y cuando movimientos
anarquistas u otros que atienden a los asuntos de la actividad
económica expresan una visión política, resultará que la economía
participativa es consistente e incluso que apoya a cada una de estas
visiones. Y creo que es el criterio correcto para juzgar una visión
económica hacerlo frente a frente con las otras esferas de la vida social.

Así que para dejar esto absolutamente claro, si yo dije, aquí o en mi


libro, aquí está la economía participativa, esta es una visión para la
sociedad, implícitamente pretendería que lo único que importa es el
aspecto económico, como si una visión económica tratara todo lo
importante de todas las facetas de la vida. Pero yo no digo eso, ni
tampoco el libro. En cambio, el libro y yo exigimos lo contrario, que
necesitamos una visión para los otros aspectos de la vida, tanto como la
necesitamos para la economía, que son igual de importantes y que una
visión económica tiene que ser compatible con esas otras visiones, lo
que también es válido para las demás. Esto no exagera el lugar de la
economía ni denigra otras áreas.

Finalmente, con respecto a la visión cultural, hay esfuerzos para


elaborar una visión cultural compatible con la economía participativa y
su espíritu de liberación, como por ejemplo tu ensayo, Life After
Racism ("La vida después del racismo"), publicado en Znet.

JP: ¿Pero qué hay acerca del estado? ¿Qué ocurre si se producen robos,
actos de violencia u otras infracciones? ¿Cómo decide la sociedad que
ciertas actividades que en otro caso la economía realizaría no deberían
hacerse, como por ejemplo la violación de los derechos de los
animales?

MA: La economía participativa no ignora el estado del mismo modo en


que no ignora la familia, la socialización, la enseñanza, las fiestas
culturales o la religión, entre otras fuerzas dinámicas. La visión de la
economía participativa y el libro dicen que necesitamos nuevas
instituciones estatales que puedan legislar, fallar e implementar
respetando los valores compartidos. Opino que tal estado habrá de ser
compatible con la economía participativa, y ésta con él.

No existe la economía por sí sola. La economía participativa nunca se


hará realidad sin una política que la acompañe, eso es seguro, o sin una
cultura o un sistema de organización familiar, y así sucesivamente. Pero
esto no significa que el pensar sobre la economía requiera o incluso nos
lleve a sobrepasar los límites de la economía indicando qué carácter
debe tener la política (o la organización familiar o la cultura). Esa no es
la función de una visión económica.

¿Cómo se colocarían las limitaciones externas sobre la economía? Tu


ejemplo es bueno. Un buen sistema de gobierno debe decidir que
existen reglas que deben cumplirse en relación con ciertas especies, o
quizás incluso sobre todos los animales. Entonces la economía tendría
que acatar, al igual que tendría que obedecer si el sistema de gobierno
establece que nadie puede poseer una pistola, por poner otro ejemplo.

Finalmente, es interesante que haya en desarrollo esfuerzos para


intentar concebir un camino mediante el cual cumplir funciones políticas
compatibles con la economía participativa. El ensayo de Stephen Shalom
sobre política participativa en la sección Vida después del Capitalismo en
Znet es un ejemplo.

JP: Con respecto a la propia economía, los consejos de trabajadores y


consumidores, la remuneración por el esfuerzo y sacrificio, los
complejos de trabajo equilibrados, la autogestión y la planificación
participativa, ¿ no son simplemente "socialismo de base"? ¿Qué razón
hay para inventar un nombre de fantasía para algo que todo marxista
entiende? ¿Por qué te consideras el descubridor de algo ya inventado?
¿No has tomado simplemente el viejo marxismo y le has dado un nuevo
envoltorio, cambiando el nombre para intentar engañar a la gente que
no está familiarizado con él?

MA: Si con la palabra socialismo te refieres al control de la vida


económica por parte de los trabajadores y los consumidores sin que la
división de clases reduzca las opciones de las personas, entonces, sí,
puedes decir con motivo que la economía participativa es esa clase de
socialismo, mientras que las formas de socialismo previas no lo fueron
en realidad. Yo solía hacer eso, hace años, pero era como soplar contra
el viento, y quizás no sólo en vano sino contraproducente, porque creo
que puede impedir el desarrollo real de una nueva visón, mucho más el
comunicarla, como si decir que uno es socialista transmitiera ya una
visión positiva.

Millones de personas han llamado socialismo a la combinación de la


propiedad pública o estatal, los mercados o la planificación
centralizados, la división del trabajo empresarial y la remuneración
según energía o productividad. Todo texto marxista que presenta un
modelo económico serio denominado socialismo tiene estas instituciones
como eje. Todo partido marxista que haya obtenido una posición para
establecer un sistema económico ha incorporado estas características a
sus objetivos. Cada partido de éstos, cuando formó parte de la
oposición, ha utilizado estructuras y expuesto un análisis anticapitalista,
pero eso también concuerda con estas estructuras en vez de aquellas
propuestas por la economía participativa.
¿Cuáles son entonces las opciones? ¿Llamar a la nueva visión económica
economía participativa y aceptar que todo lo que se denominaba
socialismo es socialismo y rechazarlo? ¿O llamar a esta nueva visión
económica socialismo y negar que todo lo que se denominó en el pasado
socialismo fue, en los hechos, socialismo, y contrario a las creencias de
todos sus partidarios?

Pero la verdadera cuestión, para poder responder a tu pregunta, es que


la economía participativa no es una meta marxista. Rechaza las
instituciones que el marxismo ha apoyado constantemente y ofrece en
su lugar unas instituciones bastante diferentes. Y lo que es más, rechaza
el gobierno de la clase que monopoliza el poder en el trabajo, y esta
prioridad de la economía participativa está completamente ausente del
marxismo tal como ha existido en la historia.

De modo que la economía participativa tiene diferentes valores,


instituciones, rasgos e implicaciones que las que se han denominado
socialismo y que han sido expuestas por la mayoría de marxistas. Si no
camina como un pato, no grazna como una pato, y no nada como un
pato, ¿cuál es la razón para llamarle pato?

En cuanto a la originalidad, es bastante cierto que los consejos de


trabajadores y consumidores han sido una parte de cada levantamiento
importante en la historia moderna. La economía participativa es
consistente con esa herencia, y no es original en ese sentido, sino parte
de un proceso histórico. Pero el marxismo bolchevique ha destruido
estas instituciones, y otras veces han sido disueltas internamente debido
a la necesidad de estructuras efectivas y consistentes no atascadas en
las opciones marxistas.

De modo similar, la propiedad pública o estatal es parte de la práctica e


historia socialista y marxista y por supuesto es similar a la eliminación
en la economía participativa de la propiedad privada en la producción.
Esto es correcto.

Por otro lado, la práctica socialista y marxista se ha basado en la


remuneración de acuerdo a la productividad o el trabajo, mientras que
la economía participativa remunera según el esfuerzo y el sacrificio. Y la
práctica socialista y marxista han incorporado la división del trabajo al
estilo empresarial elevando a un veinte por ciento de la fuerza de
trabajo para tomar las decisiones dominantes sobre el resto, mientras
que la economía participativa incorpora los complejos de trabajo
equilibrados y aleja esta forma de dominación de clase. Y la práctica
socialista y marxista ha utilizado la planificación central de los
mercados, mientras que la economía participativa rechaza estos modos
de asignación de los recursos e incorpora en su lugar la planificación
participativa.

De modo que el énfasis en los consejos se ha renovado un poco aunque


sea antiguo. Desde luego, el esquema de remuneración ha aparecido
varias veces en el pasado, pero nunca ha sido explorado tan
completamente, y lo mismo sucede con la autogestión. El complejo de
trabajo equilibrado y la planificación participativa son en gran parte
originales, aunque son el resultado de prácticas y aspiraciones
recurrentes a lo largo de la historia. Unirlas todas en un modelo
económico completo y señalar sus propiedades es nuevo, al menos
hasta donde yo sé.

JP: En todo el mundo hay verdaderos movimientos intentando, en


condiciones muy difíciles, desarrollar alternativas al capitalismo. Pienso
en las asambleas y las fábricas recuperadas en Argentina, los "planes de
vida" en Cauca, Colombia, los avances logrados por gobiernos
socialmente progresistas en lugares como Cuba, Venezuela, Kerala y
Bengala Occidental. Están las empresas de Mondragón en el País Vasco
en España. Hay una completa red de trabajo de empresas de "economía
solidaria" por todo el mundo. Y la economía participativa, sin embargo,
parece perderse en abstracciones. Hay muy pocas referencias a
experiencias específicas. Es como si no se hiciese ningún esfuerzo por
aprender de los desarrollos en el mismo campo. ¿Viene la teoría de la
economía participativa de algún sitio? ¿Procede de la experiencia?
¿ Procede del estudio de algo específico? ¿O es simplemente la invención
de un economista?

MA: En realidad, hay algunas referencias a casi todo lo que mencionas


en el nuevo libro, pero tienes razón de que no son muchas. El libro no
hace un estudio de todas esas experiencias, o siquiera de alguna de
ellas. Pero eso no significa que flote en el espacio. La economía
participativa surge de un examen de la historia de varias revoluciones y
luchas, así como de las más recientes experiencias prácticas, y también
del estudio del pensamiento económico. De hecho, mi experiencia
personal a lo largo de una década con una institución de economía
participativa en medio del capitalismo de mercado contribuyó a la visión
también.

Pero a pesar de que, por lo tanto, podría desestimar la cuestión,


estando de acuerdo con sus principios o simplemente diciendo que la
economía participativa coincide con éstos, quiero responder algo
diferente. Supón que alguien que naufraga en una isla -en vez de
compañeros con diversas experiencias activistas que también hubiesen
leído sobre las visiones de otra gente y sobre movimientos históricos y
los hubiesen explorado y trabajado durante décadas, y así
sucesivamente-, se ha sentado y contemplado, día tras día, todo en
soledad, y produce una visión económica, a través de la imaginación,
aunque esté completamente al margen del mundo real. No sabe nada ni
ha tomado lecciones de los movimientos de la clase trabajadora, de las
campañas de consumidores, del legado de la teoría económica, de la
historia del capitalismo y de las economías poscapitalistas, de los
escritos y estudios de otros, y así sucesivamente (a diferencia de lo que
sucede con los autores de la visión de la economía participativa, Robin
Hahnel y yo). Simplemente piensa. Quizás no es ni siquiera posible,
pero supongamos que ocurrió.

¿Cuál sería nuestra reacción?

La mía sería que si oigo hablar de esto dudaría de su valor, pero leería
la visión, y si me gustase, pues genial. Me sorprendería que fuese
buena, pero ¿y qué? Si es una buena visión, me interesa, sin reparar de
dónde proceda.

Por otro lado, supón que alguien se sumerja completamente en un


estudio caso por caso de todos los tipos de proyectos, sistemas y
experiencias históricas, y entonces crea una visión económica, un
conjunto de propuestas de instituciones. Podría esperar que fuese muy
bueno e interesante. Pero si la leyera y no es una buena visión, la
descartaría.

Mi opinión es que cuando juzgamos una visión no importan la


investigación, el estudio, o las actividades que la originaron, quién es el
autor, y en qué lengua está escrita (aunque si se desea que sea
compartida ampliamente, debe ser accesible). Lo que importa son las
instituciones que se proponen y en particular sus propiedades, viabilidad
o valor. Podemos dudar de una visión que no tenga mucho contacto con
la historia y los sistemas económicos reales, escrita por alguien sin
formación en economía o sin mucha experiencia personal relacionada,
pero no sabríamos si es buena hasta que no se la pusiera a prueba.

De hecho, la economía participativa surge de la historia del pensamiento


radical libertario, de la historia de la economía política radical, de la
experiencia de las revoluciones y los movimientos anticapitalistas, de la
nueva izquierda política y también de diversos experimentos económicos
contemporáneos. Pero si la economía participativa hubiera surgido de un
grupo de personas que se puso a charlar o fuera inventada como en un
sueño, eso no importaría. La visión es la que es, y debe ser juzgada por
las propiedades de las instituciones que propone.

Digo esto porque creo que, como sucede en este caso, las visiones
políticas, culturales, sociales o familiares para los movimientos
probablemente derivarán en su mayoría del estudio de las experiencias
y experimentos pasados, de la familiaridad con la historia del
pensamiento y de la experiencia. Pero si resulta que surgió vaya uno a
saber de dónde, querría asegurarme de no desperdiciarla por haberla
excluido a priori.

JP: ¿Cuáles son los beneficios de la economía participativa? ¿Qué tiene


que ver con todas las cosas que tenemos que hacer ahora con urgencia?
Describir paraísos futuristas detallados parece menos valioso que tener
planes de acción para el presente. ¿Qué tipo de programas tiene la
probabilidad de triunfar hoy? La sanidad, la vivienda, el salario digno,
las indemnizaciones, calcular los costes económicos de estas campañas
y evaluar su aspecto económico, a quién presionar y cómo lograr estos
objetivos es mucho más importante que describir una sociedad utópica.

MA: Creo que hay dos razones principales por las que desarrollar una
visión económica (y otras visiones también) está muy relacionado con el
presente.

La primera tiene que ver con la motivación o la esperanza. Me da la


impresión de que un gran obstáculo para muchas de las personas que
están comprometidas con un movimiento es la creencia de que "no hay
alternativa" a lo que soportamos ahora. Eso no quiere decir que esas
personas crean que no haya una alternativa a bombardear Irak, o una
alternativa a aprobar la Ley Patriótica (Patriot Act), o incluso que no
exista una alternativa al FMI. Es más sutil. Sienten, a menudo
intuitivamente, pero muy explícitamente otras veces, que no hay una
alternativa a las instituciones de esta sociedad. Y también sienten, no
sólo por lo que han dicho los movimientos durante décadas, que estas
instituciones producen injusticias de todo tipo, desde la pobreza a la
guerra, desde la humillación a la impotencia. De modo que sienten que
se pueden lograr algunas reformas, pero a la vez que lo ganado se
perderá por el peso de las presiones que deshacen los pasos positivos.
Sienten que organizarse contra la pobreza y la guerra, y mucho más
contra la desigualdad y la alienación, es como organizarse contra la
gravedad o la vejez, piensan que son objetivos ingenuos.

Combatir la pobreza, en el mejor de los casos, puede lograr muy poco, y


es probable que los logros se reviertan con el tiempo. Así que, ¿por qué
participar? ¿Por qué emplear parte del poco tiempo libre que uno tiene
para participar en un movimiento activista? ¿Por qué arriesgar la propia
serenidad, tan difícil de conseguir, a fin de manifestarse, protestar u
organizarse?

Así que la primera forma en que una visión se relaciona con la


organización actual es ayudando a combatir la idea de que no hay
alternativa al capitalismo y así contrarrestar la desesperanza.

El segundo modo en que una visión se relaciona con el presente es


sirviendo de base para nuestra práctica. Sí, necesitamos luchar por la
sanidad, los salarios dignos, por trabajar menos horas al día y a la
semana, por mayor control en el trabajo, la redistribución de los
beneficios, cambios presupuestarios, nuevos patrones de inversión y
muchos otros cambios económicos, sin mencionar los cambios en otros
facetas de la vida. Pero, ¿cómo debemos luchar? ¿Qué retórica y análisis
usaremos? ¿Qué estructuras organizativas? La respuesta, creo, depende
mucho no sólo de cuáles son nuestras opciones actualmente (desde
luego tenemos que elegir entre lo que es posible ahora), ni sólo de a
qué nos oponemos, por supuesto, sino también de a dónde queremos
llegar en el futuro. Esto es, tenemos que elegir entre las opciones que
son posibles ahora para combatir los males que rechazamos, pero
también tenemos que elegir de acuerdo con nuestros objetivos y valores
fundamentales, que nos ayudarán a alcanzarlos y no obstaculizarán el
camino. Por eso, debemos conocer cuáles son nuestros objetivos y
valores.

Creo que la economía participativa contribuye mucho y es pertinente


hoy día. Contribuye a la esperanza. Pero también contribuye, por
ejemplo, con una comprensión innovadora de las relaciones de clase, y
de las implicaciones de las estructuras organizativas para la motivación
de la gente dentro de nuestros movimientos. La economía participativa
es, por ejemplo, profundamente anti-leninista, y eso está relacionado
directamente con el presente. El conocimiento que proviene de tener
una visión económica participativa, puede y debe enseñarnos cómo
construir nuestras instituciones, qué tipo de estructuras laborales
debemos incorporar en nuestros proyectos y organizaciones, qué tipo de
procesos utilizaremos para la toma de decisiones, así como qué
demandas hacemos y cómo hablamos acerca de ellas a fin de desarrollar
una verdadera conciencia positiva sobre cómo hacer un cambio
duradero. La economía participativa nos conduce a la creación y el
empleo de complejos laborales equilibrados, a acentuar la autogestión, a
conseguir una remuneración justa, a vincular las relaciones entre las
clases coordinadora y trabajadora, tanto en nuestros movimientos como
en relación con nuestras demandas sobre las instituciones existentes.

Pero ninguno de estos es un argumento para presentar lo que tu llamas


"detallados paraísos futurísticos" o cualquier otra formulación "utópica".
En cambio, es un motivo para hacer descripciones sensatas y
comprensibles de nuestros objetivos al definir nuevas instituciones,
además de prever las perspectivas a futuro de estos objetivos como
sustento de las decisiones que tomamos en el presente.

JP: La economía participativa ofrece respuestas a los problemas que


crean los mercados, la propiedad privada y la organización jerárquica
del trabajo. Pero hay otros problemas en el capitalismo. ¿Qué pasa con
la división global del poder y de la riqueza? ¿Qué pasa con la división
entre países ricos y pobres, en la cual los ricos saquean a los pobres?
¿De la colonización en curso de las tierras indígenas en el continente
americano? ¿De la explotación en curso del trabajo inmigrante y del
control de inmigración en las fronteras? Las relaciones económicas
capitalistas que la economía participativa rechaza están basadas en
estas divisiones. Y la economía participativa no tiene todavía un análisis
o respuestas para estos problemas: no habla de los estados-nación, de
las fronteras, de la distribución global de la riqueza entre comunidades o
naciones. Esto es el núcleo del capitalismo, y la "vida después del
capitalismo". ¿Por qué son temas que la economía participativa no
discute?

MA: Bueno, en realidad no creo que estos temas vayan al corazón del
capitalismo en sí, tan solo reflejan el impacto del capitalismo sobre las
relaciones internacionales. El capitalismo es un particular conjunto de
instituciones económicas para el manejo de las funciones económicas en
una sociedad. La economía participativa es un conjunto alternativo de
instituciones para el manejo de las funciones económicas.

Si tienes sólo una economía participativa en el mundo, y muchos


capitalismos, por supuesto que tendrás muchos problemas del tipo que
indicas. El libro habla sobre qué hacer entonces, y eso no es muy
diferente de lo que sucede ahora. Es de esperar que la gente de bien
que vive en un país con una economía participativa, o en cualquier otro
país, trabajará duro para reducir y evitar los males terribles que indicas.
La sociedad con una economía participativa, por supuesto, no
participará en la explotación de estos males sino que en vez de ello
estará influenciada de acuerdo con las estimaciones de la economía
participativa y en modos dirigidos a reducir la disparidad entre ricos y
pobres.
Si en lugar de ello, sólo tienes economías participativas en el mundo, los
males que mencionas desaparecerán por completo, aunque, sin duda,
todavía necesites varias organizaciones internacionales... un tema que
va más allá del modelo económico.

Principalmente, no hay nada en la economía participativa, creo yo, que


conduzca a una sociedad a intentar explotar a otras. Y por supuesto, en
el momento en que se incorporen normas de la economía participativa a
la economía mundial, incluso la posibilidad de que tales disparidades
existan desaparecería. Lo que la economía participativa por lo tanto dice
sobre los males que describes es que los evitarías: el objetivo
económico último es la solidaridad, la diversidad, la equidad y la
autogestión a nivel local e internacional. Fuera de eso, uno lucha por
acercarse a esas metas.

Sin embargo, el libro trata sobre sistemas económicos para países, y no


sobre relaciones entre países, así que sólo se pronuncia sobre esto
brevemente, no porque no sea importante. También es cierto que el
libro no propone eliminar los estados-nación. Yo mismo dudo que tal fin
sea muy importante, o incluso deseable, y no estoy seguro de que tenga
un sentido realista, en todo caso. Creo que la eliminación de los
estados- nación sería algo homogeneizador y reduciría la diversidad
-vamos a tener una lengua, una cultura- a no ser que todo eso sólo
pretenda, igual que hay condados dentro de un país, que haya naciones
dentro del mundo, pero el mundo debería ser más unificado. Eso no es
en ningún modo incompatible con la economía participativa, por
supuesto, e incluso coincide bastante con sus objetivos.

JP: Está claro que si una "visión económica" no toma en cuenta que los
recursos naturales son limitados, que el uso de los combustibles fósiles
nos lleva al cambio climático, que la organización de la sociedad en
torno a los automóviles es catastrófica, entonces está evitando uno de
los problemas más urgentes que enfrenta la economía. La economía
participativa se ocupa de los asuntos ecológicos de manera superficial,
diciendo: "en la economía participativa, los precios representan el coste
social y ecológico completo". ¿Es realmente tan automático? ¿No es
posible que una economía participativa pueda usar todavía muchas
tecnologías inapropiadas para el medio ambiente, o cargar con una
infraestructura que nos conduzca a ese tipo de opciones? Tú rechazas
las ideas de tipo "biorregionalista", de "ecología profunda" ( deep
ecology) y de "producción a pequeña escala" como antiecológicas, pero
pareces creer que una economía participativa cuida de la naturaleza
automáticamente. ¿Es esto realmente así? MA: Los seres humanos viven
en el contexto de un entorno natural, sobre el que influyen y que los
influye. Nosotros, los ríos y la atmósfera estamos entrelazados, se trata
de una entidad a nivel del medio ambiente, y lo mismo vale por
supuesto para otras especies, que también son parte de este conjunto.

Una economía se ocupa de la producción, el consumo y la distribución


sobre la base de los deseos humanos.

Para el capitalismo, esto significa que la economía se ocupa de los


beneficios para los propietarios y el estatus de elite para los
coordinadores. Estas dos clases dominan la toma de decisiones en el
capitalismo y las instituciones económicas capitalistas hacen que éstos
sean los principales motivos conductores de la economía.

Una economía participativa, en cambio, se ocupa de conocer las


necesidades humanas y desarrollar su potencial en acuerdo con la
solidaridad, la diversidad, la equidad y la autogestión. Todas las
personas participan en las decisiones de forma proporcional y las
instituciones económicas hacen de estas aspiraciones los motivos
conductores de la economía.

Toda economía, capitalista, participativa, o de cualquier otro tipo, tiene


un impacto sobre el medio ambiente porque afecta el contexto en el que
todas las especies, los recursos, el mundo construido y nosotros mismo
"habitamos". Esto incluye el agotamiento de los recursos o su
preservación.

En relación con el medio ambiente, una economía debe proporcionar a la


población tanto información precisa sobre las consecuencias de las
decisiones económicas tanto como el conocimiento sobre sus métodos.
La población entonces debe tomar decisiones en las que todos participen
de forma proporcional.

El capitalismo no obtiene ni brinda la información, y da una visión


sesgada de las motivaciones, de modo que los efectos sobre el medio
ambiente se ocultan, ignoran y rechazan cada vez que entran en
conflicto con las ganancias.

La economía participativa, en cambio, obtiene y brinda la mejor


estimación posible de los costes y beneficios sociales (incluyendo los
ecológicos) reales. Al menos lo hace en tanto que nos referimos al
impacto sobre los seres humanos, y eso facilita las decisiones a la luz de
esta información. ¿Justifica un desarrollo para los seres humanos el
agotamiento de una parte de los recursos renovables o la eliminación de
un crecimiento natural? La gente debe decidir, sobre la base de la
información apropiada, pero la economía no debería juzgar tales asuntos
a priori. Esto es lo que hace la economía participativa.

Pero, ¿qué sucede con las demás especies animales? Eso es un asunto
extraeconómico. En el sistema de gobierno, la gente puede decidir, por
ejemplo, que una particular raza de mariposa es sagrada y simplemente
no puede ser perturbada, y mucho menos dañada, por decisiones
humanas. Entonces esa orden se impondría a las funciones económicas.
La economía participativa no podría llegar a tomar estas decisiones
desde su interior, pero podría fácilmente acomodarse a cualquiera de
estas restricciones llegadas de la esfera política obtenida, por ejemplo,
por los esfuerzos de los movimientos por los derechos de los animales.

¿Qué pasa con las ideas de los desarrollos a pequeña escala o aquellos
que defienden el biorregionalismo? Hay dos perspectivas distintas. La
primera dice que a veces los métodos de producción a pequeña escala
tienen importantes ventajas y que deberíamos tomar este hecho en
cuenta y elegir tales métodos cuando tenga sentido hacerlo así. También
dice que a veces la independencia local tiene importantes ventajas y que
deberíamos conocer esto también y elegir la independencia cuando
tenga sentido. Esto no es sólo correcto y compatible con la economía
participativa, sino que la economía participativa proporciona los medios
para llevarlo a cabo. A diferencia de los sistemas de economía de
mercado, que hacen imposible tales evaluaciones y estarían
predispuestos en contra tanto de lo pequeño como de lo local por
diversas razones.

En otras palabras, según esta versión, al determinar la escala de las


operaciones o el ámbito de producciones (local o más amplio),
deberíamos estar atentos al total de los costes y beneficios sociales,
incluso del impacto sobre el medio ambiente. La economía participativa
permite hacerlo.

La otra perspectiva dice que nosotros conocemos, a priori, que lo


pequeño y lo local es siempre lo mejor. Esta visión, creo yo, es
totalmente equivocada. De hecho, no sabemos si lo pequeño y lo local
es siempre lo mejor.

Esta visión pasa de la recomendación sensata de estar alerta a los


beneficios de lo pequeño y local, a decir que es siempre un hecho que lo
pequeño y lo local serán óptimos. Desde esta perspectiva, una persona
podría decir que, en vez de unos pocos centros de trabajo produciendo
aviones para todo un país, deberíamos tener una planta de producción
de aviones en cada biorregión; o digamos, ya que la definición de una
biorregión nunca ha estado muy clara, en cada partido. Esto sería
terrible desde el punto de vista del medio ambiente, y también al
considerar el uso de energía humana. Y -antes de que alguien diga, muy
bien, pero los aviones son una excepción- lo mismo es probablemente
cierto para las fábricas de bicicletas. ¿ Deberíamos tener fábricas de
bicicletas de dos o tres personas con un bajo nivel de producción, o las
actuales economías de escala hacen más aconsejable tener grandes
fábricas? Y lo mismo vale para la independencia. El partidario de la
versión fuerte diría que las personas en una biorregión desierta sólo
deberían comer lo que ellos producen localmente. Una biorregión que no
tiene carbón, petróleo, hierro y todo eso, deberían vivir sin ellos, y la
gente que viva en una biorregión que disfruta de vastas extensiones de
bienes naturales, sería muy próspera en comparación con otras
regiones. Pero, visto de esta manera, obviamente no tiene sentido. Y
desde el momento en que permitimos que se produzca en un lugar para
que se consuma en otro, estamos diciendo que los problemas de la
suficiencia local son un asunto para juzgar caso por caso.

Una buena economía necesita decidir la escala de operaciones, el ámbito


de prestaciones y la conveniencia o no de recibir bienes de otros
lugares, caso por caso, no a priori. Decir que todas las regiones deben
ser autosuficientes es decir que la mayoría del planeta no debería tener
petróleo, acero, carbón, estaño, tungsteno, naranjas, etc. Supone que
cada lugar no puede disfrutar de la diversidad del conjunto o de
cualquier producto que requiera inversión más allá de su región. ¿Por
qué sostener esto en casos donde una mayor diversidad puede
obtenerse a un bajo costo de transporte?

Honestamente, no creo que estos sean asuntos muy complejos. No


podemos decir que la producción a pequeña o gran escala es mejor en
sí. No podemos decir que la autosuficiencia es buena ni tampoco que lo
sea compartirlo todo con todos. Lo que podemos decir es que es bueno
elegir una escala y unos niveles de disponibilidad mutua así como
conocer las necesidades de la gente y desarrollar sus potenciales
mientras impulsamos valores que consideremos positivos mientras se
toma en cuenta los costes y beneficios sociales y ecológicos totales y
reales así como cumpliendo con las restricciones acordadas socialmente.

JP: Cuando te refieres a cuestiones como la ecología u otras áreas


específicas, a veces argumentas que es inútil detenerse demasiado en
los detalles concretos. El cambio social es un proceso de ensayo y error,
y la verdadera prueba de las ideas está en su aplicación. De modo que
sólo es conveniente esbozar a grandes rasgos la visión, los consejos, la
planificación participativa, los complejos equilibrados de empleo, etc.
Pero tu libro sobre economía participativa tiene 300 páginas, y da
algunas respuestas muy específicas a las críticas. ¿Cómo decide uno que
este nivel de especificidad es correcto, que 300 páginas están bien, que
10 son demasiado poco o que 600 son muchas? Lo que has descrito es
ya muy específico para muchos lectores, pero no es lo suficientemente
específico para muchos otros. Esto parece arbitrario.

MA: No creo que sea arbitrario, aunque por supuesto personas


razonables pueden no estar de acuerdo sobre qué grado de descripción
tiene sentido. Supón que alguien estuviese describiendo al capitalismo.
Por supuesto, podría escoger un país -digamos EEUU, o Tailandia, o el
que sea- y lo podría describir en cualquier extensión, en decenas de
miles de páginas. Pero supón que la idea no es expresar todas las
características de cada instancia específica del capitalismo, sino sus
características generales. El objetivo es describir los rasgos principales y
definidos que todas las instancias del capitalismo tienen en común, no
las características únicas y opcionales de cada uno de ellos. El objetivo
es describir el carácter que las hace capitalistas, no los detalles
específicos adicionales que pueden ser únicos para un caso u otro. Si
hay 50.000 páginas sobre los EEUU en detalle, y las mismas sobre
Tailandia, Sudáfrica o Japón, la parte relevante a la pregunta sobre el
capitalismo en sí es la parte que coincide, lo que es menos de 50.000
páginas.

No tenemos muchas economías participativas para examinar, pero


desde luego sabemos que si lo hiciésemos habrá una enorme cantidad
de detalles de cada una de ellas, y muchos aspectos que serían únicos
de cada una. Del mismo modo, incluso dentro de una economía
participativa -como dentro de una capitalista- habría grandes
variaciones entre una institución y otra, incluso para instituciones de un
mismo tipo, tales como las plantas de montaje, muchas serían
opcionales, por decirlo así, variando de un caso a otro.

Así que la tarea es describir los principales rasgos, las instituciones con
influencia que determinan los atributos principales de la economía.

Otra razón para esta limitación particular de lo que hacemos, más allá
de que en eso consiste la descripción de un tipo, es que cuando se habla
de una visión futura, el ir más allá de lo probable nos lleva fuera de los
campos en los que podemos estar seguros, y esto no resulta muy útil.
Lo que necesitamos para el buen desarrollo de una visión económica son
los trazos generales, los rasgos principales, los atributos que pueden dar
esperanza, inspirarnos, y proporcionarnos un contexto y una dirección a
la forma de organizarnos y a nuestras exigencias en el presente, y al
desarrollo de las estructuras desde las que se puede aprender y
construir el futuro. Creo que lo que hace falta es hablar de la
organización en el centro de trabajo y la división del trabajo, la
remuneración, la toma de decisiones, y la asignación de recursos a nivel
más general, con la suficiente atención a los individuos y a sus
interrelaciones para crear un proceso viable. A veces tiene sentido ir un
poco más lejos en detalles hipotéticos para proporcionar un contexto
que facilite la compresión. Pero cuando hacemos esto, debemos tener
claro que son posibilidades, y no especificaciones lo que estamos
ofreciendo, por decirlo así.

La economía participativa es una visión económica particular. Una


economía que no tiene consejos de trabajadores y consumidores, por
más que utilizara los métodos de autogestión para los procesos de toma
de decisiones, complejos de trabajo equilibrados, remuneración por el
esfuerzo y el sacrificio y la planificación participativa, no es una
economía participativa. Si una de estas características no funciona,
tendremos que reconsiderarlo. Pero más allá de estos rasgos generales
hay un tremendo espacio para la diversidad y la variación. Podríamos
hablar sobre cómo podría ser, y proporcionar detalles y una clarificación
descriptiva, pero no debemos confundir eso con los atributos principales.

Por eso, cuando intento presentar los rasgos principales, incluyendo


algún material preparatorio y algunas clarificaciones y objeciones,
alcanza las 300 páginas. Otros necesitarían más o menos; podrían
incluir más detalles o tener un estilo más sintético. Pero todo esto es
para hablar de un candidato a visión, por así decirlo. Una visión
económica se transforma en una visión real, no sólo al proponer, sino
cuando es ampliamente compartida. Eso desde luego no ha sucedido
con la economía participativa hasta ahora. Sólo cuando suceda
podremos saber lo que significa compartir una visión.

JP: La economía participativa ha cumplido ahora una década. Si tienes


razón cuando dices que esta visión es muy importante para el desarrollo
del activismo y proporciona una visión viable y estimable, ¿por qué no
ha tenido una mejor acogida? ¿Y qué esperas ahora de la economía
participativa? ¿Crees que si suficiente gente lee un libro sobre trabajos
equilibrados, planificación participativa y consejos de trabajadores y
vecinos algo va a cambiar? ¿Crees que el cambio social funciona de ese
modo? ¿Alguna vez ha funcionado así?

MA: Esta es una pregunta particularmente difícil para mí. ¿Por qué no
adoptan los anticapitalistas de una forma generalizada la economía
participativa, o un sistema similar, en todo el mundo? Pues bien, la
respuesta en concreto para la economía participativa es que, desde
luego, la mayoría de los activistas alrededor del mundo prácticamente
no han oído hablar de ella, y mucho menos conocen suficientemente sus
propiedades para tener una opinión sobre ella. No ha sido rechazada o
ignorada por los anticapitalistas del mundo entero durante una década,
como tú mencionas, simplemente es que no la conocen.

Pero eso plantea otra cuestión. ¿Por qué ha sido tan difícil durante una
década obtener información acerca de este modelo? ¿Por qué la gente
que podría haberlo adoptado, o renovado para después adoptarlo, no lo
hizo?

Podría ser que sólo lleve tiempo que las nuevas ideas se tornen visibles.
Podría ser que las nuevas ideas necesiten tener más atractivo con las
audiencias iniciales, por pequeñas que sean, para alcanzar luego
audiencias mayores, y que la economía participativa no tiene ese
atractivo necesario, al menos hasta ahora. Podría ser que hay
obstáculos difíciles de salvar para alcanzar audiencias mayores, tales
como la antipatía de muchas personas que son editores o incluso líderes
de movimientos a ciertos aspectos de la economía participativa, lo que
conduce a reducir su audiencia potencial, su nivel de visibilidad y
difusión.

Con respecto a lo que deparará esta visión ahora, ya veremos. Hay


algunas señales prometedoras, sin embargo. El nuevo libro está
disponible desde mayo. Hay cerca de una docena de convenios de
derechos extranjeros cerrados o casi cerrados, y muchos más en fase de
estudio. Esta es la primera vez que el modelo tendrá un amplio alcance
internacional. Parece que hay más reseñas ahora que con los anteriores
libros de economía participativa. El interés por su compra anticipada ha
sido mucho más grande que con cualquier libro anterior sobre este
tema, con la primera y segunda tirada en tapa dura ya vendidas antes
de salir a la venta. Así que creo que hay interés en una visión económica
anticapitalista. Si la gente se da cuenta de que hay un libro que intenta
proporcionar tal visión, muchos lo leerán. Lo que ocurra entonces ya lo
veremos.

En cuanto a la segunda parte de tu pregunta, leer, hablar, pensar,


actuar... todo esto forma parte de lo que afecta a los puntos de vista y
filiaciones políticas de la gente. ¿Alguien piensa de otro modo?

¿Puede tener un libro un impacto tan importante? Por supuesto, yo creo


que puede tenerlo. Muchos libros lo han tenido, así que la cuestión
parece resuelta por la evidencia. Pero también es cierto que cualquier
libro que haya tenido un impacto político importante va acompañado de
discusiones, debates, y en el caso de una visión, también de
organización. Así que la cuestión está abierta. Si la economía
participativa alcanza un público masivo, y si pasa la prueba como una
visión respetable, y los movimientos la encuentran útil como para ser
partidarios de ella y utilizarla para su funcionamiento y en su lucha.

Ya que creo que una visión es muy importante, espero que todas las
respuestas a estas cuestiones sean sí. Si no lo son, entonces espero que
algo ocupe el vacío que ahora existe con respecto a una visión
económica común. Estoy seguro de que ese vacío necesita llenarse.

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