Tesis
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Octubre de 2017
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Resumen
En esta tesis abordo el proceso de implementación de la modalidad de Educación
Intercultural Bilingüe (EIB) en la provincia de La Pampa, entre los años 2006 y 2015. La
EIB involucra discursos y prácticas cuyo análisis permite realizar una interpretación sobre
categorías que trascienden el campo específico de la misma. En este sentido, la entiendo
como un “espacio” oportuno para indagar los sentidos que se construyen y ponen en juego
en torno a categorías como las de interculturalidad, indígenas, cultura y alteridad en La
Pampa. En este marco, puede observarse cómo sus protagonistas (los pueblos originarios
y el Estado provincial) instrumentan dichas categorías, a la vez que permite dar cuenta de
la relación que estos actores instrumentan en torno a discursos sobre la diversidad y
proyectos de construcción de ciudadanía e identidad provincial.
El objetivo general del trabajo es describir y analizar las prácticas culturales y
discursivas que el colectivo de militancia rankülche pone en juego respecto a su propia
identidad, lengua y cultura en relación al Estado provincial y otros actores sociales en el
marco del proceso de implementación de la EIB en La Pampa. A la vez que indagar cómo
influyen las políticas culturales y educativas pampeanas en la configuración de la
“cultura” e identidad ranquel. Y viceversa, cómo influye la “cultura”, historia y agencia
de los ranqueles en la configuración de una “pampeanidad”.
En este sentido, el marco teórico busca aportar al análisis de las relaciones entre
los distintos grupos que representan una alteridad cultural en La Pampa; en segundo
lugar, de las categorías de identidad y cultura desde las discusiones entre culturalismo-
constructivismo y multiculturalismo-interculturalidad; y, en tercer lugar, a la relación
entre los distintos niveles de estatalidad y configuraciones de alteridad instrumentadas
en esos contextos. Por otro lado, la metodología utilizada en esta investigación combina
enfoques cualitativos y cuantitativos. El primero fue aplicado a través del método
etnográfico, utilizando técnicas de observación participante y no participante, y análisis
de documentos. El enfoque cuantitativo, por otra parte, estuvo dirigido al análisis de
datos estadísticos, provenientes de los resultados arrojados por el Relevamiento de
Matrícula Indígena para la EIB realizado entre 2011 y 2012.
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Dedicado a mi mamá, Cuca
3
Índice
Agradecimientos 6
Capítulo 1. Introducción 9
1.1. Presentación 9
1.2. Objetivos 13
1.3. Estado de la cuestión 14
1.4. Aspectos conceptuales y teóricos 23
1.5. Consideraciones metodológicas 30
1.6. Relevancia 32
1.7. Estructura del trabajo 33
4
Capítulo 4: La visibilización indígena en La Pampa a través de la EIB 92
4.1. Censos indígenas 93
4.1.1. Censos y nacionalismo 93
4.1.2. Censos indígenas en Argentina y La Pampa 94
4.2. Relevamiento para la EIB en La Pampa 96
4.3. La visibilización indígena en el relevamiento para la EIB 101
4.3.1. Visibilización estadística 104
4.3.2. Visibilización espacial 110
4.4. Conclusiones del capítulo 113
Bibliografía 148
Fuentes 164
Anexos 166
5
Agradecimientos
6
Lazzari, Claudia Briones, Diana Lenton, Carlos Reynoso y Morita Carrasco. Y a mis
queridos compañeros y amigos de aquella etapa en Buenos Aires, Agustín De Ormaechea,
Cynthia Pinsky, Gonzalo Iparraguirre y Nacho Tangredi. Y al Profesor de Historia e
investigador Nicolás Debernardi por la inspiración transmitida durante mis prácticas
docentes en Traslasierra, Córdoba.
Al equipo de la Modalidad de EIB del Ministerio de Educación de la Nación, con
quienes tuve la suerte de trabajar entre el 2011 y el 2013, Adriana Serrudo, Laura
Nowydwor y María Mérega.
A Pedro “Pocho” Steibel, mi primer entrevistado en el camino de la investigación,
a toda su familia y muy especialmente a Lili.
Un agradecimiento muy especial a todos los referentes del pueblo ranquel con
quienes trabajo desde el 2006. Siempre tuvieron una predisposición abierta y
particularmente afectuosa, Daniel Cabral y toda su familia, Nazareno Serraino, Carlos
Campú, Pedro Coria, Fermín Acuña, Mercedes Soria, Claudia Farías, Carlos Martínez,
María Inés Canhue. Y muy especialmente a Germán Canhue que, con su picardía paisana,
me enseñó mucho.
A mis colegas y amigos transfronterizos con quienes conviví, trabajé e
intercambié experiencias formativas hermosas, Gerardo Mora de Chile, Germán Díaz
Vela y Steven Schwartz de Venezuela y Dahil Melgar de México. Y a la querida colega
puntana, Celina Vacca.
A mis compañeros de la Secretaría de Cultura de la Pampa, Adriana Maggio, Dini
Calderón, Marcos Cenizo, Noemí Fiscella y Roberto Palomeque. Y del Archivo Histórico
Provincial, Guillermo López Castro, Oscar Folmer, Liliana Touceda, Roxana Meyer,
Estela Berdasco, Irene Siegenthaler, Virgina Del Campo, Francisco Datto, Lía Pera,
Vanina Hauser, Matilde Ruggero y Liliana Steibel. Que me apoyaron en la etapa final de
escritura de la tesis, en un momento personalmente difícil y en el que tocaba poner todo
en la gestión.
Al Dr. Sergio Orlandini por el profesional y afectuoso acompañamiento de
siempre. Y a Jesús Landazábal por enseñarme un camino de auto cuidado que me hizo
tanto bien, en el momento justo.
A mi madrina Marita Otálora, a quien debo mis primeros contactos con los
ranqueles, en mi niñez, cuando me llevaba a Colonia Emilio Mitre, viajes que dejaron
imágenes que no se borrarán nunca de mi memoria.
7
A mis amigos de la infancia, del corazón y de la música que me bancaron siempre,
Martín Galdín, Javier Festa, Damián Alcala, Sebastián Domínguez, Sonia Urigüen, Sofía
Santa María, Micaela Basso, Caio Vasallo, los Kuatikos, Sofía Herrera y Pablo Dasso.
A mi familia por ayudarme a construir una raíz fuerte. Mi papá Raúl Roca, mis
hermanos Santiago, Diego y Guillermina Roca. Pero muy especialmente a mi mamá,
Edith “Cuca” Vivona, la persona que más estuvo cuando hubo que estar, siempre. Vos me
dejaste las mejores armas, vos me enseñaste el valor de estudiar. Donde sea que estés,
espero que puedas darte el gusto de leer este trabajo que esperaste como nadie.
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Capítulo 1
Introducción
1.1. Presentación
En esta tesis abordo el proceso de construcción de la Educación Intercultural
Bilingüe (EIB) en la provincia de La Pampa entre los años 2006 y 2015. Pero, vale
advertir de entrada, no se trata de una tesis específica sobre EIB, en el sentido de realizar
un análisis programático o buscar una definición de la misma. Hablo de ella porque
involucra discursos y prácticas cuyo análisis permite realizar una interpretación sobre
categorías más amplias, como las referidas a “lo indígena”, “lo culturalmente diverso” y a
la de “interculturalidad”. En este sentido, sugeriré, parafraseando una máxima de la
antropología clásica, que “la EIB es buena para pensar”. Dado que la EIB se impulsa
desde las bases indígena/indigenistas,1 pero a la vez se trata de una política educativa
oficial, permite observar cómo estos actores (los pueblos originarios y el Estado
provincial) instrumentan dichas categorías; es decir, dar cuenta de una relación entre los
discursos sobre la diversidad y los proyectos de construcción de ciudadanía e identidad
provincial.
La investigación que da origen a esta tesis se enmarcó dentro del proyecto
“Configuraciones culturales en La Pampa (1882-1991). Tramas simbólicas, identidades y
alteridades en la construcción de un espacio regional marginal” desarrollado en el
Instituto de Estudios Socio-Históricos de la Facultad de Ciencias Humanas de la
Universidad Nacional de La Pampa. Dicho proyecto se propuso abordar las
configuraciones culturales producidas en La Pampa desde finales del siglo XIX hasta el
presente, atendiendo a los procesos simbólicos mediante los cuales se construyen
elaboraciones identitarias y tramas de sentido que dieran lugar a diversas nociones de
“pampeanidad”. Entre otras, una de las líneas de investigación del proyecto abordó la
agencia de los pueblos indígenas en territorio pampeano y sus experiencias de
1
Siguiendo lo propuesto por Lenton (2010), en este trabajo entendemos por “políticas indigenistas” a
todas aquellas políticas motorizadas desde el estado y dirigidas a los pueblos indígenas, ya sean
tendientes a reconocer o negar sus derechos. En este sentido, el concepto se diferencia del de “política
indígena”, el cual refiere a la “política de representación y estrategias de participación y/o
autonomización de las organizaciones de militancia y/o colectivos de pertenencia de los Pueblos
Originarios”, es decir, las políticas impulsados por ellos y para sí mismos (Lenton 2010: 6).
9
comunalización y territorialización, construcción de sentidos de pertenencia,
subjetivación y representaciones, así como las políticas de in/visibilización estatales
dirigidas a ellos.
Esta investigación realiza un abordaje histórico, y por lo tanto reconoce distintos
procesos e hitos que configuraron el escenario actual, abarcando desde el período de las
políticas nacionalistas del siglo XIX, hasta la inauguración de nuevos marcos legislativos
a favor de los pueblos indígenas en la década de 1980 o con la reforma constitucional
argentina de 1994. Sin embargo, el trabajo se circunscribe al período comprendido entre
2006 y 2015. En el 2006 la EIB se incluye como una de las ocho modalidades del sistema
educativo nacional, después de instancias de participación y debate de referentes
indígenas de todo el país en la redacción de la Ley de Educación Nº 26.206. A partir de
entonces comenzó el proceso de gestionar y aplicar la EIB en La Pampa (al igual que en
el resto del país), con una continuidad que se vio interrumpida con el cambio de gestión
del Gobierno nacional en diciembre de 2015. Respecto a la delimitación espacial, el
abordaje está dirigido al ámbito de la provincia de La Pampa, aunque también se
analizarán fuentes e instancias de nivel nacional que guarden una relación directa con los
procesos provinciales. No es mi intención caer en “provincianismos”. Si bien los
ranqueles como pueblo originario son preexistentes a las provincias y su ubicación
trasciende sus límites aún en la actualidad (existen comunidades ranqueles en San Luis,
Mendoza, Buenos Aires)2 mi problema de investigación está planteado desde una
perspectiva de la antropología del Estado. En este sentido, la dinámica que investigo se
encuentra condicionada por las políticas indigenistas del Estado provincial. Volveré sobre
esto en los aspectos conceptuales y teóricos.
Los actores involucrados en este trabajo comprenden a representantes de la
academia universitaria y del gobierno provincial, especialmente del área educativa
(investigadores, funcionarios, directivos, docentes, no docentes y alumnos), pero el
2
Cuando hablo de “comunidades indígenas” me refiero, en primer lugar, a la forma de vida en la que
varias familias emparentadas se agrupan en un barrio o pueblo y comparten diferentes aspectos de la vida
cotidiana (trabajos, visitas, socialización, militancia político-partidaria o pertenencia a alguna iglesia, por
ejemplo). Por otro lado, la categoría de “comunidad” adquiere otro sentido cuando es reconocida
oficialmente por el Estado. En este caso, las comunidades obtienen una personería jurídica inscripta en un
Registro Nacional de Comunidades Indígenas (RENACI), administrado por el Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas (INAI). La personería jurídica permite gestionar diferentes proyectos por vías legales,
como la solicitud de becas educativas o los reclamos territoriales, entre otras cosas. En La Pampa, hay
comunidades ranqueles y mapuche que no tienen ni están interesadas en tramitar una personería jurídica,
otras que están en proceso de hacerlo, y otras que la obtuvieron. Sin embargo, utilizaré el término
“comunidad” indistintamente, sin especificar a cuál de los tres casos me refiero, a no ser que sea
necesario.
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énfasis está puesto en el grupo de personas autoidentificadas como rankülches,
políticamente activas en el marco de la militancia indígena en La Pampa en las últimas
tres décadas, e involucradas con la construcción de la EIB provincial.3 Como se demostró
en diversos trabajos, los ranqueles, pueblo originario de la región que hoy comprende las
provincias de La Pampa y parte de San Luis, Córdoba y Buenos Aires, fueron víctimas de
una política nacionalista que los llevó al borde de la desaparición física. Sobre la historia
de los ranqueles volveremos en el capítulo 2. Pero lo que interesa mencionar aquí es que,
luego de más de medio siglo de silencio, la identidad ranquel volvió a emerger en La
Pampa, en ocasiones rebautizados como rankülches.4 Actualmente este movimiento se
vehiculiza en la agencia de los referentes indígenas, pero también en espacios vinculados
con la academia y la política cultural del Gobierno provincial. Y se caracteriza, entre otras
cosas, por la organización de familias en comunidades, la reconstrucción y práctica de
ceremonias tradicionales, gestiones por la restitución de tierras, intervención en la gestión
del patrimonio arqueológico, reconstrucción y enseñanza de la lengua y la participación
en eventos académicos (Canhue 1998; Lazzari 2007).
A raíz de estas acciones, la militancia rankülche logró ocupar espacios decisivos
en la toma de decisiones de las políticas indigenistas provinciales. Por esta razón, algo que
merece ser destacado es que la distinción entre rankülche y Estado en el escenario
abordado, es difusa. A diferencia de otros casos (vg. grupos indígenas chaqueños), en La
Pampa es difícil hablar de la relación “Estado” e “indígenas” como si fueran dos grupos
claramente delimitados y homogéneos. Muchos de los rankülche trabajan en organismos
del Estado así como el Estado realiza en gran medida una apropiación de “lo rankülche”
como forma de propaganda cultural y discurso folklorista de una supuesta identidad
provincial “autóctona”. Retomaré esta idea en el capítulo 5. La participación estatal de los
rankülche puede ejemplificarse con el protagonismo que tuvieron en la elaboración de la
3
Centro la atención en los rankülche debido a que es el colectivo “culturalmente diferente” que más
participación tiene en la implementación de la EIB pampeana, por los motivos que se verán más
claramente a lo largo de la tesis. Preguntarme por ese rol es uno de los objetivos de este trabajo, lo cual
me lleva a prestar atención a las prácticas (o ausencia de ellas) de otros colectivos que representen una
alteridad cultural en la provincia, cuestión que trataré en el capítulo 5.
4
Siguiendo los usos que algunos referentes indígenas le dan, Lazzari (2007) propone utilizar el término
“ranquel” para referirse al sujeto histórico de siglos XVIII y XIX; y el término “rankülche” para referirse
al sujeto actual, autoidentificado como tal en tanto descendiente del pueblo ranquel. Esta es una distinción
que solía utilizar, y trató de incorporar, el lonko Germán Canhué. En el ámbito de la militancia indígena,
también suelen utilizarse otros términos como “mamülche”, “rankel”, “rankül” y “ranquelino”.
Actualmente, observo que las comunidades ranqueles utilizan los términos de manera indistinta. De la
misma manera, en esta tesis utilizaré los términos “ranquel” y “rankülche” de forma indistinta. Cuando
utilice otro término será a modo de cita directa o indirecta de los discursos de los mismos rankülches.
11
nueva Ley de Educación Provincial en 2009 (Ferreyra y Gatica 2011) y en la del
anteproyecto de Ley Provincial de Patrimonio Arqueológico y Paleontológico entre el
2013 y el 2015 (Colombato y Roca 2015), entre otras cosas. Del mismo modo, la
incipiente modalidad de EIB de la Subsecretaría de Educación de la provincia cuenta con
un miembro rankülche como único referente y el Ministerio de Bienestar Social creó en
2010 el Consejo Provincial del Aborigen (CPA), cuyas reuniones periódicas se realizan
con la participación de miembros de las comunidades. Por esta razón, hay que hacer una
salvedad cuando hablamos de “discursos oficiales” y llamar la atención al hecho de que,
en algunos casos, esos discursos fueron elaborados junto a los rankülche. Como veremos,
del mismo modo que los rankülche no pueden ser tomados como una entidad cosificada y
homogénea, el “Estado” también debe ser problematizado como una complejidad
heterogénea (Abrams 1988). Considero que esto le da relevancia a la presente
investigación dado que constituye un caso particular en comparación con otros procesos
de reemergencia étnica en el país. Por otro lado, esto tampoco significa que los rankülche
posean un poder de decisión incuestionable en las políticas indigenistas del Estado
provincial, ni que, por el contrario, acepten pasivamente todo lo propuesto por él. Su
participación, si bien activa, no deja de estar enmarcada en un “campo de negociación”
(Conklin y Graham 1995) conflictivo cuyos límites se han ido fijando históricamente.
Reconstruir el escenario de ese campo de negociación, observar cómo se lleva a cabo,
quiénes son los protagonistas y qué nociones respecto a “lo indígena” se instrumentan, es
parte de esta investigación. Sobre este punto volveremos en el capítulo 5.
Como mencioné anteriormente, considero que el proceso de implementación de la
EIB constituye un espacio discursivo y práctico donde se están poniendo en juego
diversas nociones vinculadas a las categorías de interculturalidad, indígenas, cultura y
alteridad. Por lo tanto, representa un ámbito oportuno para indagar en los significados
construidos (tanto por las mismas comunidades como por los agentes estatales e
investigadores) en torno a estas nociones. Por ejemplo, las discusiones acerca de los
contenidos que debería articular la EIB (el diseño curricular) ponen de manifiesto lo que
las comunidades consideran que debería ser transmitido como significado de la “cultura
ranquel” en la provincia. Por otro lado, si, como dice la Ley de Educación Provincial Nº
2.511, la EIB es una perspectiva pedagógica que apunta a la articulación de la educación
común con las pautas culturales, historia, cosmovisión e identidad de los Pueblos
Indígenas y las poblaciones culturalmente diferentes, mi indagación explora interrogantes
como: ¿quiénes serían los indígenas y/o culturalmente diferentes en La Pampa?, ¿cómo se
12
llega a definirlos, en comparación a qué identidad hegemónica y qué representaciones se
construyen en torno a ellos?, ¿específicamente a qué se refiere la Ley con categorías como
“pauta cultural”, “cosmovisión” e “identidad”? Y, ¿cómo se daría esa articulación entre la
educación común y las culturas diversas?
Parto del supuesto de que en la citada Ley, así como en gran parte de los discursos
de sentido común, académico y de la militancia indígena/indigenista, se habla de un sujeto
indígena reificado, es decir, desde una perspectiva culturalista. Pero al mismo tiempo y de
modo inverso (como trataré de demostrar) pueden constatarse otros tipos de prácticas y
discursos que se presentan como procesos conflictivos de definición de la identidad,
instancias en las que el universo de significaciones sobre “lo indígena” se (re)inventa, es
decir, perspectivas constructivistas. En esta tesis me propongo indagar cómo operan una y
otra perspectiva. Es decir, ¿qué nociones culturalistas y cuáles constructivistas se
manifiestan en el escenario planteado? Trataré de demostrar que los rankülche proponen
un doble planteo y ambas lógicas operan aquí.
1.2. Objetivos
El objetivo general del trabajo es describir y analizar las prácticas culturales y
discursivas que el colectivo de militancia rankülche pone en juego respecto a su propia
identidad, lengua y cultura en relación al Estado provincial y otros actores sociales en el
marco del proceso de implementación de la EIB en La Pampa entre el 2006 y el 2015.
Entre los objetivos específicos me interesa:
- Identificar a los actores implicados en el proceso de implementación de la EIB en La
Pampa.
- Describir y analizar las experiencias desarrolladas para la EIB entre el 2006 y el 2015.
- Dar cuenta de conflictos, relaciones de poder y disputas en torno a la definición e
implementación de la EIB entre el colectivo de militancia rankülche, agencias y
funcionarios estatales y otros grupos indígenas y/o que representen una alteridad cultural
en la provincia.
- Analizar cómo el relevamiento de matrícula para la EIB del 2011-2012, permitió la
identificación de estudiantes indígenas, y el aumento de la visibilización de la presencia
indígena en la provincia en comparación a los dispositivos censales utilizados por el
Estado.
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- Aportar información y datos que sean de utilidad para la instrumentación de la EIB en
La Pampa y para la militancia indígena en general.
- Indagar cómo influyen las políticas culturales y educativas pampeanas, incluida la
EIB, en la configuración de la “cultura” e identidad ranquel. Y viceversa, cómo influye
la “cultura”, historia y agencia de los ranqueles en la configuración de una
“pampeanidad”.
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De acuerdo al planteo de mi problema de investigación, me limito a mencionar trabajos que
circunscriben su análisis a la provincia de La Pampa. En otro caso, valdría considerar la tesis de Celina
Vacca (2015), donde analiza los discursos y políticas oficiales que circulaban en San Luis, sobre los
ranqueles, en la segunda mitad del siglo XIX, atendiendo a las nociones de aboriginalidad presentes en
función de una determinada formación provincial de alteridad.
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familiares en la ciudad de Santa Rosa en la década de 1970. Este último período será de
especial importancia para nuestra investigación dado que corresponde con el momento en
que comienza a configurarse la organización política de la militancia rankülche rural-
urbana que más tarde tendría un protagonismo central en la implementación de la EIB.
La segunda tesis de importancia para el periodo que nos interesa es la de Lazzari
(2010). El argumento principal de este trabajo es que en el proceso de reemergencia
rankülche el mismo grupo recurre a criterios y estrategias contradictorias que acaban por
producir un efecto inverso al buscado, es decir, la configuración de un sujeto indígena que
“se fantasmiza y fetichiza dando lugar a la emergencia de autonomías no identitarias”
(2010: 4). En este trabajo el autor repasa varios de los hitos relacionados tanto con la
invisibilización como con la reemergencia ranquel en La Pampa, desde fines del siglo
XIX hasta el presente. Por ejemplo, observa cómo operaron los instrumentos de
reconocimiento estadístico en los censos de 1895, 1966 y 2001. Analiza la fundación y
población de la Colonia Agrícola Pastoril Emilio Mitre y los discursos oficiales sobre los
indígenas en la década de 1950, en pleno proceso de provincialización y en el marco de la
construcción de un discurso hegemónico sobre la “pampeanidad”. Repasa algunos de los
episodios ocurridos desde 1960 relacionados con “el origen del retorno” de los ranqueles,
como por ejemplo las disputas por las tierras en la Colonia Emilio Mitre donde intervino
el presidente de facto Agustín Lanusse, el operativo de diagnóstico social y “desarrollo
comunitario” aplicado por el gobierno militar provincial en 1969 bautizado Operativo
Colonia Mitre. Asimismo, analiza críticamente otras acciones gubernamentales como el
informe elaborado por el antropólogo Rodolfo Casamiquela en 1973 sobre la misma
colonia, el estudio de etnopsiquiatría llevado a cabo por Pagés Larraya en 1982, la
creación de un mercado para el comercio de las artesanías ranqueles a fines de la misma
década y la restitución de los restos del cacique Mariano Rosas desde el Museo de La
Plata en 2001. Finalmente, prestaremos especial atención al análisis que Lazzari realiza
sobre los procesos de reconstrucción de la lengua ranquel. Por ejemplo, en relación al
curso de lengua impulsado por el gobierno desde 1998 y el rol que éste tuvo en la
construcción de una EIB pampeana.
Un tercer trabajo, es la tesis doctoral de Daniela Bassa (2013). Allí, la autora se
propone repasar las representaciones, discursos y prácticas que distintos colectivos
sociales de trayectoria intelectual y/o política en la provincia, instrumentan en la búsqueda
de la definición de una “identidad pampeana”. Esos colectivos son: la Asociación
Pampeana de Escritores (APE), la Fundación Chadileuvú (FUCHAD), las asociaciones
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tradicionalistas y las comunidades indígenas ranqueles. Bassa observa que las
representaciones de “pampeanidad” difieren según el colectivo social que se considere, lo
cual no dejaría de estar atravesado por relaciones de poder, en el sentido que cada grupo
buscará imponer sus propias significaciones identitarias. A la vez, en el proceso de
investigación, observa una fuerte relación entre las representaciones identitarias y los
componentes que conforman el patrimonio y la tradición en la provincia. Para el caso de
las comunidades ranqueles, la autora remarca el rol del componente étnico como
configurante de su identidad. Y propone analizar cómo se completa la construcción de
esta identidad con el agregado de la “marca provincial”, la pertenencia de clase social y la
referencia a un pasado colectivo asociado a territorios y lugares sagrados, lengua e hitos
políticos que son reconocidos como patrimonio cultural pampeano pero apropiados por
las comunidades como herramientas de reivindicación. La aparición de nuevos marcos
legales a favor del Derecho Indígena, así como diversas acciones de “reparación” por
parte del Estado provincial (como la repatriación de los restos de Mariano Rosas desde el
Museo de La Plata hasta Leuvucó en el 2001, y el traslado de los restos del Cacique
Gregorio Yancamil desde el cementerio local a la plaza central de Victorica en el 2006),
habrían contribuido a darle mayor difusión a la problemática indígena, logrando un mayor
involucramiento de parte de la población pampeana en general. En este sentido, Bassa
señala cómo las comunidades lograron una consolidación institucional y política,
logrando articular acciones con diversos sectores políticos, culturales y educativos como
la Universidad Nacional de La Pampa, la Secretaría de Cultura provincial, equipos de
arqueología y ONGs, entre otros. El trabajo también alude, en la misma tónica que
Lazzari (2007 y 2010), a las actitudes de “sospecha” que aparecen ante la reemergencia de
pueblos considerados extintos, como es el caso de los ranqueles, por falta de “marcas de
identidad” esencializadas, como la lengua, vestimenta o por habitar en espacios urbanos.
Finalmente, la autora llega a la conclusión que la adscripción como “pampeanos”
(entendiendo a La Pampa como entidad política-administrativa) no es un elemento
relevante en la conformación de la identidad de los ranqueles (como sí lo sería la
adscripción a lo nacional) más que como factor de residencia y diferenciador de pueblos
indígenas de otras provincias.
La reemergencia de pueblos originarios es un proceso que viene ocurriendo en
todo el continente latinoamericano durante las últimas cuatro décadas. Por lo tanto,
existen numerosos trabajos académicos que dan cuenta de la construcción de una EIB
acompañando dichos procesos (véase por ejemplo López y Küper 1999 que realizan un
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balance global de todo el continente y Yáñez Cossio 1988 para los países de la región
andina). Sin embargo, en lo que respecta específicamente a nuestro país, cabe mencionar
dos trabajos: la compilación de experiencias de Cipolloni (2004) y la compilación
elaborada por Hirsch y Serrudo (2010).
El primero de ellos expone un conjunto de experiencias en Educación Intercultural
y Bilingüe que fueron reunidas a partir de una convocatoria realizada desde el Ministerio
de Educación de la Nación junto al PROEIB Andes (Programa de Formación en
Educación Intercultural y Bilingüe para los países andinos) a escuelas y organizaciones
educativas de todo el país. El trabajo da cuenta de una gran variabilidad en las
experiencias, tanto en lo referido a las provincias dónde se realizan, como en los distintos
niveles, modalidades y ciclos educativos, según los ámbitos (rurales o urbanos) o según el
grado de desarrollo que tienen. En el texto se evidencia que la mayor cantidad de
experiencias (recibidas a partir de la convocatoria) se desarrollan en la región del noreste
argentino (un 38%), sobre todo en las provincias de Chaco y Formosa, seguidas de la
región sur y centro (ambas con un 21%), el NOA (18%) y cuyo (2%). Según el ámbito, se
puede observar que la mayoría se dan en el rural (53%), en relación al urbano (44%) o al
urbano-rural (3%). En lo referido a los pueblos indígenas representados, se observa que el
pueblo wichí es el que aparece más presente entre las experiencias, seguido por los
pueblos mapuche y toba, y en menor medida por los pueblos mocoví, kolla, mbya
guaraní, pilagá y huarpe. En cuanto a las lenguas, las más presentes son el wichí, el toba y
el mapuzungun, seguidas en menor medida por el quechua/aymara, mocoví,
guaraní/mbya, pilagá, huarpe, chorote y chulupí.6 En relación a la modalidad, niveles y
ciclos se observa mayor cantidad de experiencias en el nivel inicial y en los primeros dos
ciclos de la EGB. Finalmente, el trabajo presenta algunas de las cuestiones problemáticas
que se dan de forma más recurrente en las experiencias de EIB: dificultades para
encontrar estrategias pedagógicas adecuadas para el abordaje de la interculturalidad en la
escuela; la construcción de una pedagogía adecuada a las particularidades de cada
contexto en relación a dos aspectos centrales, la capacitación docente y el trabajo con
material didáctico adecuado; la falta de un cuerpo normativo claro sobre la forma de
implementar proyectos de educación intercultural y bilingüe; y la relación con las familias
y el grado de protagonismo de las comunidades.
6
Nótese la ausencia total del pueblo ranquel, así como de su lengua. Ni siquiera se registra la provincia de
La Pampa en este trabajo, que representa una síntesis del estado de situación de la EIB a nivel nacional.
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Por su parte, la compilación de Hirsch y Serrudo (2010), reúne trabajos sobre
diversas problemáticas vinculadas con la EIB en provincias argentinas, con protagonistas
indígenas tales como los pueblos wichí, qom, chorotes, tapietes, guaraníes, mapuche y los
mbyá. Se abordan ejes referidos a etnicidad, interculturalidad y políticas educativas,
procesos de cambio generados por la EIB y lenguas indígenas en prácticas escolares.
Estos trabajos representan una referencia necesaria para contextualizar mi investigación y
compararla con otros casos de nivel provincial. En este sentido, espero que mi tesis aporte
al conjunto de investigaciones a nivel nacional en cuanto suma un trabajo sobre EIB en la
provincia de La Pampa y con el pueblo rankülche, caso apenas abordado.
Por otro lado, existen trabajos que abordan específicamente procesos provinciales
de EIB, como los de Mariela Rodríguez y Marcela Alaniz (2015) para Santa Cruz, o los
de Ana Carolina Hecht (2013) para la región del noroeste argentino (NEA). Es oportuno
tenerlos en cuenta para comparar algunas similitudes y diferencias con mi tema. Por
ejemplo, considerando también la tesis doctoral de Mariela Rodríguez (2010), se puede
observar que el caso santacruceño reúne varias características en común con el caso
pampeano. Ambos refieren a provincias patagónicas provincializadas en la década de
1950, donde se aplicaron políticas indigenistas asimilacionistas, acompañadas de procesos
de urbanización de las comunidades y negación de su identidad. Y donde se dieron
procesos de reemergencia étnica a partir de la década de 1980, cuya militancia también se
está librando (en parte) en el campo de la EIB y la participación en el manejo del
patrimonio arqueológico, al mismo tiempo que los gobiernos provinciales construyen
sentidos patrimonializantes sobre el pasado indígena de la región.
Rodríguez y Alaniz (2015), explican que al momento de la creación de la
modalidad de EIB de la provincia de Santa Cruz, en el año 2010, las estadísticas
educativas indicaban una matrícula indígena casi inexistente (similar a lo ocurrido en La
Pampa, como veremos en el capítulo 4). En este sentido, las autoras se proponen dar
cuenta de cuáles son los desafíos que tiene la EIB en una provincia que niega la presencia
indígena. Entre las consideraciones del trabajo, hay una que llama particularmente mi
atención, dado que se relaciona con un aspecto central de mi problema: la relación entre el
componente “intercultural” y el “bilingüe” en la aplicación de la EIB por parte del Estado
y de los pueblos indígenas. Según señalan, en Santa Cruz, el foco de la EIB está puesto
más en la interculturalidad que en el bilingüismo; mientras que en La Pampa observo lo
contrario, como veremos más adelante. En el proyecto de “revitalización – recuperación”
lingüística de Santa Cruz, la lengua en sí misma no es el eje central. Más bien, la lengua
18
es entendida como parte de un proceso más amplio de fortalecimiento identitario; como
un elemento
“que no sólo permite reflexionar sobre los sentidos de pertenencia, las auto-adscripciones
y las adscripciones impuestas, sino también sobre la continuidad entre el pasado y el
presente. De este modo, habilita reflexiones sobre la continuidad de los legados coloniales
(Mignolo 1999) y el impacto que éstos han tenido en la transmisión intergeneracional, en
la memoria, en los silencios y en los olvidos y, dado que también moviliza sentimientos y
acciones, permite reflexionar sobre la afectividad, la agencia y la política” (Rodríguez y
Alaniz 2015: 10).
19
instituciones. Con este objetivo, además de abordar algunos casos de la zona sur y centro
del país, el texto presenta experiencias de provincias del NEA y NOA como Misiones,
Santiago del Estero, Chaco, Salta y Formosa. En el artículo correspondiente a las
compiladoras, “La capacitación de auxiliares bilingües en el Chaco salteño”, las mismas
presentan algunos debates en torno a la formación docente y rol de los auxiliares bilingües
(en los casos de los pueblos chorote y wichí), como resultado de una investigación
colectiva desarrollada entre el 2001 y el 2013 en el marco de la Comisión de Educación
del Centro de Documentación, Capacitación y Asesoramiento a Pueblos Indígenas
(CEDCAPI).
En las regiones del NEA y NOA se evidencia un camino recorrido con mayor
experiencia en EIB, en comparación a la región pampeana-patagónica. Como mencioné
anteriormente, Cipolloni (2004), plantea que la mayor cantidad de experiencias (recibidas
a partir de la convocatoria del programa del Ministerio de Educación de la Nación y el
PROEIB) se desarrollaron en la región del noreste argentino (un 38%), sobre todo en las
provincias de Chaco y Formosa, seguidas de la región sur y centro (con un 21%). A su
vez, Hecht y Schmidt (2016) señalan que el 63,4% de las unidades educativas del país que
cuentan con un 80% de matrícula indígena, se concentran en Chaco, Formosa, Jujuy y
Salta. Tal vez esto pueda deberse al contexto indígena y sociolingüístico que caracteriza a
la región. A diferencia de otras provincias patagónicas cuya relación con la población
indígena de sus territorios guarda muchas similitudes con los procesos experimentados en
La Pampa, la situación de los pueblos indígenas en las provincias del NEA y NOA es
muy diferente en varios aspectos. Allí, el grado de asimilación con la sociedad dominante
es mucho menor. De este modo, los pueblos indígenas (como el wichí, qom y chorote,
entre otros) mantienen vigentes muchas de sus prácticas culturales tradicionales, como los
sistemas de organización social y parental, cosmovisión y lengua.
En lo referido a Educación Intercultural Bilingüe en la provincia de La Pampa,
podemos mencionar la tesis de Licenciatura de Natalia Muguiro (2012). En dicho trabajo
la autora se propone indagar acerca del abordaje de la interculturalidad en la realidad
educativa de la provincia de La Pampa. Las preguntas que plantea giran en torno a
algunos de los principales conceptos y prácticas, así como al contexto, vinculados a la
EIB. Por ejemplo, ¿qué es interculturalidad y cuál es su importancia en la educación?,
¿Por qué se está implementando una educación intercultural y cuáles son sus fines?,
¿Cómo se aborda la interculturalidad en los diseños curriculares?, ¿Qué es la EIB y
cuáles son las concepciones subyacentes sobre lengua, conocimiento y cultura?, ¿Cuál es
20
el marco normativo nacional y provincial sobre el cual se legitima la EIB? Para responder
a estas preguntas, la autora aborda un corpus documental compuesto por diseños
curriculares nacionales y provinciales vigentes en el sistema educativo y diversos marcos
normativos como la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 (2006) y la Ley de Educación
Provincial Nº 2.511 (2009), entre otros. Esta tesis constituye uno de los primeros
antecedentes en la investigación sobre EIB en La Pampa y su aporte es de gran valor, aún
más considerando que la investigación derivó en el desarrollo de nuevas TIC´s que
podrían ser de gran utilidad en el trabajo de aula.
Otro trabajo que vale considerar, es el de Ferreyra y Gatica (2011).7 En este texto
los autores se proponen analizar la relación entre el Estado pampeano, el sistema
educativo y los pueblos originarios de la provincia, desde la reforma de la Constitución
Nacional de 1994. La atención se dirige al reconocimiento de los derechos de los pueblos
originarios, particularmente en lo que refiere a la incorporación de la EIB a partir de la
reforma de la Ley Provincial de Educación de La Pampa. La relevancia del trabajo se basa
en las fuentes que utiliza, todas de carácter jurídico-legislativas, como por ejemplo la Ley
Nacional de Educación Nº 26.206 del año 2006; Ley Provincial de Educación Nº 1.682
del año 1996 y Ley Provincial de Educación Nº 2.511 del año 2009. Pero, a mi entender,
lo más valioso es que los autores, por medio del trabajo de campo y aplicando una
descripción densa, acompañaron de cerca el proceso en el que el pueblo ranquel participa
de las discusiones parlamentarias para el armado de la Ley Provincial N° 2.511. En este
sentido, lograron revisar el Anteproyecto del Poder Ejecutivo Provincial Nº 57/08 y
compararlo con la propuesta del Consejo Educativo Autónomo del Pueblo Indígena
(CEAPI) de La Pampa. Seguidamente analizan el Acta en la que la Comisión
correspondiente de la Cámara de Diputados de La Pampa presenta el proyecto del CEAPI
(de cuya reunión transcriben material auditivo), así como el Diario de Sesiones del 13 de
Agosto de 2009. El trabajo de Ferreyra y Gatica será retomado en el capítulo 3.
Otra importante línea temática vinculada con la EIB es la de los estudios sobre
lenguas nativas. Respecto a las investigaciones sobre la lengua ranquel, un antecedente
sustancial es el trabajo de Ana Fernández Garay (1988), quien, entre 1983 y 1986, realizó
un diagnóstico lingüístico en la provincia, observando “una pérdida casi total del mapuche
ranquelino” (1988: 5). Para esta época, la investigadora registró, de un total de 73
7
Corresponde al trabajo final que Ferreyra y Gatica presentaron como alumnos para el Seminario de
Historia Indígena Regional, a cargo de las profesoras Mirta Zink y Claudia Salomón Tarquini, del
Profesorado en Historia de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa.
21
entrevistados ranqueles de la Colonia Emilio Mitre, cinco hablantes bilingües coordinados
de ranquel y español (6,85%), siete bilingües subordinados (9,59%), 10 bilingües
incipientes (13,70%) y 47 monolingües de español (64,38%). El 5,48% restante no fue
evaluado por no ofrecerse a contestar la encuesta. Asimismo, la autora señala que la
mayoría de los encuestados no manifestó una valoración positiva hacia la lengua ranquel,
siendo solo un 30% quienes la defendieron. Las causas del reducido uso de la lengua han
sido ya explicadas por esta y otras/os autoras/es. Las políticas indigenistas de fines del
siglo XIX y primera mitad del XX por parte del Estado argentino hacia el pueblo ranquel
no se limitaron al exterminio físico del grupo, sino que también articularon prácticas
destinadas a desaparecer su estructura social y universo simbólico cultural.8 La opresión
sufrida por los ranqueles puede ser entendida como la principal causa de desaparición de
su lengua. Aún las consideradas causas auto deliberadas, como el llamado “suicidio de
lengua”, las actitudes y representaciones negativas hacia la lengua o los deseos de
asimilarse a las culturas occidentales hegemónicas pueden ser entendidas en este contexto
de subordinación. Sin embargo, en el marco de los procesos de reemergencia étnica
ocurrido en las últimas décadas, se puede apreciar una ligera revitalización de la lengua.
Tanto Fernández Garay (1988), como Canhue (1998), señalan el aislamiento de la
Colonia Emilio Mitre y el relativo grado de cohesión que allí pudieron mantener las
familias, como uno de los factores que permitió la supervivencia de la lengua a lo largo
del siglo XX. De hecho, la mayor parte de hablantes bilingües que la investigadora
identifica entre 1983 y 1986 se encontraban allí y lograron transmitirla a generaciones
futuras hasta el día de hoy. De este modo, a partir de la reciente reivindicación ranquel en
la provincia, nace también el interés por la reutilización de la lengua y comienzan a
realizarse trabajos de recuperación y escritura junto a los hablantes actuales, como
veremos en el capítulo 3. En un reciente trabajo, Claudio Montecino (2015) realiza un
nuevo relevamiento a fines de determinar cambios en el número de hablantes y en las
actitudes de los ranqueles hacia su lengua, comparando sus resultados con los arrojados
por Fernández Garay en 1988. Las cifras que obtiene son: 1,96% de hablantes fluidos de
ranquel, 9,80% de bilingües subordinados, 17,64% de bilingües incipientes y 70,6% de
monolingües en español. Contrastando ambos trabajos se observa que la situación de
8
Son cada vez más las voces que acuerdan en interpretar como un genocidio lo perpetrado por el estado
argentino para con el pueblo ranquel y otros pueblos originarios. Al respecto se encuentran argumentos en
Del Río (2003) y Carrasco y Briones (1996), entre otros. Y para un detalle pormenorizado de estas
prácticas estatales véase Mases (2002).
22
pérdida de la lengua se mantiene constante y que en la actualidad es aún menor el número
de hablantes eficientes del ranquel. Sin embargo, el autor subraya el significativo cambio
que se manifiesta en cuanto a las actitudes y representaciones de los rankülche hacia su
lengua. Mientras que en la década de 1980 la mayoría de ellos manifestaba una
representación negativa, en la actualidad, señala Montecino, la actitud positiva, el interés
por defender la lengua y cultura ranqueles así como la intención de revitalizarlas, han
aumentado considerablemente. Este nuevo panorama se condice con lo mencionado
anteriormente y no puede más que ser interpretado en el marco de los actuales procesos
de reemergencia étnica experimentados en La Pampa las últimas décadas y que podrían
resultar en una importante revitalización de la lengua ranquel en el futuro.
23
dominación. En primer lugar, porque desde el momento en que un grupo asume el rol de
poder llamar al otro como tal, como el extraño o el ajeno, se dificulta la posibilidad de
pensarlo como un igual. En segundo lugar, porque al desconocer la posibilidad de que el
otro posea formas diferentes, se las invalida, deslegitima y/o directamente prohíbe en
cualquiera de sus manifestaciones (hasta en las normas y leyes que determinan
directamente la vida de las personas). Ahora bien, las nociones de “alteridad cultural”
varían en su significado según en qué noción de “cultura” se encuadren. Como diversos
autores han mencionado desde el campo disciplinar de la antropología y/o los estudios
culturales, el concepto de cultura, lejos de tener un significado definido, ha sido uno de
los conceptos que más discusiones y variantes trajo dentro de las ciencias sociales a lo
largo del siglo XX.9
Susan Wright (1998) analiza los usos del término e identifica lo que llama la vieja
y la nueva noción de cultura. Las viejas nociones se caracterizan por entender a la cultura
como una entidad de pequeña escala; con un conjunto definido de características,
inmutable y en permanente equilibrio y con un sistema de significados compartido por
todos sus miembros respecto a lo que sería lo “auténticamente” propio. Y las nuevas
nociones, por el contrario, conciben a las culturas como dinámicas, fluidas y construidas
situacionalmente. Es factible pensar que, a pesar de que la autora no la llama de este
modo, la vieja noción de cultura se enmarca dentro de lo que otros autores han
caracterizado como tendencias culturalistas. A su vez podemos plantear que, al hablar de
nuevas ideas de cultura, está refiriéndose a las mismas nociones que otros autores han
enmarcado dentro de las corrientes constructivistas (Grimson 2011). Aquello que, para
una perspectiva culturalista, aparecería como una cultura auténtica, sería, según las
nuevas ideas de cultura, una ideología hegemónica, resultado de una construcción
conflictiva entre miembros de una misma comunidad. Es decir, para las nuevas nociones,
la cultura no sería un conjunto homogéneo y definido de rasgos cuyos significados
estarían claros para todos sus miembros; sino más bien un “proceso activo de
construcción de significado y de disputa sobre la definición, incluyendo la de sí misma”
(Wright 1998: 132).
El concepto de configuración cultural es propuesto por el antropólogo Alejandro
Grimson (2011), con el objetivo de superar esta dicotomía clásica entre esencialismos y
constructivismos y así abordar “lo cultural” como un espacio de entrecruzamiento entre
9
Para un repaso histórico de los distintos significados del concepto de cultura véase Cuche (2004).
24
discursos, significaciones, identidades, poder, hegemonía, subjetividad e imaginarios.
Para esta perspectiva, más que rasgos e individuos, se busca conocer y conceptualizar
espacios y regímenes de sentido, y prestar especial atención a componentes como
heterogeneidad, conflictividad, desigualdad, historicidad y poder. Estas discusiones
aportan el marco para interpretar la instrumentación que los rankülche hacen de su
identidad, a veces de manera netamente esencialista, o esencialista pero con fines
estratégicos, y en otras ocasiones como un proceso creativo de construcción. Así, permite
entender “lo ranquel” no ya como “La cultura ranquel”, sino como una configuración
cultural dinámica, compleja y heterogénea. Por todo lo dicho, en esta tesis la categoría de
“cultura” se utiliza con cierta precaución y por lo tanto aparecerá entre comillas o en
cursivas, o bien reemplazada por la categoría de “configuración cultural”.
Esta dicotomía basada en las diferentes nociones del concepto de cultura, según se
la entienda desde una perspectiva esencialista y ahistórica, o dinámica y conflictiva, se
corresponde, respectivamente, con la discusión teórica entre las categorías de
multiculturalismo e interculturalidad. En la década de 1960 surge el concepto de
multiculturalismo relacionado a la diversidad de culturas, lenguas o religiones presentes
en un determinado espacio social. En países como Estados Unidos y Canadá, el término
aparece vinculado a reclamos por derechos civiles y demandas jurídicas de grupos
minoritarios constituyéndose como política oficial en, por ejemplo, el ámbito de la
educación. Mientras que en América Latina, “multiculturalidad” y conceptos distintos
pero directamente asociados como “pluralismo cultural”, “transculturación” o “hibridez”,
aparecen como categorías descriptivas, referidas a la composición social heterogénea del
continente. En este sentido, es importante destacar la diferencia entre ambos términos.
“Multiculturalidad” es un hecho social; describe una situación en la que conviven
múltiples colectivos culturales. “Multiculturalismo” refiere a una acción; se trata de
políticas en el ámbito del derecho articuladas en torno a un contexto social multicultural.
El multiculturalismo aparece en un primer momento como idea progresista y
emancipadora, abogando por el respeto y la tolerancia a la diferencia. Sin embargo, las
posteriores críticas condensadas en el concepto de “interculturalidad” van a revelar otras
aristas del concepto. El multiculturalismo se construye sobre una idea esencialista,
reduccionista y liberal de la identidad (perspectiva “culturalista” de la cultura). Los
sujetos portan cultura (como si fuese una cosa) en el ámbito de su libertad privada, la
misma que les permite ejercer el libre consumo en el mercado. En este sentido, la
particularidad cultural de un sujeto, al igual que la situación de desigualdad en que pueda
25
estar situado, no pertenecen al ámbito de lo político, sino a una libertad individual que
debe ser respetada. Así, al no abordar la relación entre cultura, política e historia, y al
soslayar el carácter procesual, dinámico y conflictivo que tienen las relaciones entre
culturas, el concepto esconde una lógica reproductora de las desigualdades sociales y
encubre el lugar de privilegio que ocupan las culturas dominantes. De hecho, para
Grimson (2011), el paradigma posmoderno y su modelo multiculturalista fueron
funcionales al neoliberalismo y contribuyeron a profundizar la desigualdad en el mundo.
El autor advierte que el “fundamentalismo cultural” facilita la reproducción de una
xenofobia basada en las diferencias culturales. En este sentido, el multiculturalismo,
abrazando un falso discurso de igualdad social, reconoce la diversidad y el derecho a la
diferencia, pero no incluye el reconocimiento de las desigualdades dadas a partir de esas
diferencias.
El concepto de interculturalidad supera al de multiculturalismo en un sentido
teórico y político. La interculturalidad se propone una agenda política de transformación.
Piensa a la cultura y a la diversidad como productos de la historia, el poder y la ideología.
Mientras que la multiculturalidad se limita al reconocimiento del “otro”, la
interculturalidad va más allá dando cuenta de las relaciones de poder en que se
desenvuelve históricamente ese “otro”. Una política educativa multicultural corre el
riesgo de alentar estereotipos de “otros” folclorizados y descontextualizados de los
procesos políticos que los situaron en relaciones de desigualdad. Una política educativa
intercultural, por el contrario, se preocupará por dar cuenta de esta situación y revertirla.
Buscará alentar el intercambio entre personas, conocimientos y prácticas culturalmente
diversas partiendo del reconocimiento de las asimetrías sociales entre ellas y planteando
una integración igualitaria de sus diferencias.
En este sentido, el concepto de interculturalidad no solo forma parte de la agenda
y definición misma de la EIB, sino que además resulta fundamental para entender un
escenario atravesado por relaciones de poder entre diversos grupos en constante cambio e
intercambio mutuo. Autores como Catherine Walsh (2006 y 2010) y Eduardo Restrepo
(Restrepo 2004; Restrepo y Walsh 2010), entre otros, desarrollan el concepto de
Interculturalidad en el marco de los llamados Estudios Culturales Latinoamericanos
(Szurmuk y Mc Kee Irwin 2009). Para Walsh por ejemplo
26
no es simplemente reconocer, tolerar ni tampoco incorporar lo diferente dentro de la
matriz y estructuras establecidas. Más bien, es implosionar desde la diferencia en las
estructuras coloniales del poder, del saber y del ser (…) abriendo la posibilidad para la
descolonización y la edificación de sociedades más equitativas y justas. Por eso, la
interculturalidad y la decolonialidad deben ser entendidos como procesos enlazados en
una lucha continua (…) dirigida a enfrentar y desestabilizar las construcciones e
imaginarios de nación y de América “Latina” concebidos por las elites locales, la
academia y el occidente…” (Walsh 2006: 8-10).
Finalmente, retomaré los estudios de antropología del Estado para dar cuenta de
los distintos niveles de estatalidad (nacional, provincial, local) y su rol en la configuración
de relaciones de alteridad. Estos estudios consideran a los Estados como formaciones
socialmente construidas que ocupan un rol activo en los procesos de reemergencia étnica
articulados en contextos globales, nacionales (Abrams 1988; Alonso 1994; Briones 2005;
Segato 2007) y provinciales (Cañuqueo et al. 2005; Escolar 2005, Lazzari 2007). Por otro
lado, se entiende que esta relación no es unidireccional. Si bien los sectores de poder
ejercen una fuerte influencia a la hora de configurar las identidades nacionales, según De
la Cadena y Starn (2009), los Estados no gobiernan sobre una población-objeto pasiva y
sin capacidad de respuesta. Los pueblos indígenas “actúan” (ya sea apoyando o
resistiendo), es decir que tienen la capacidad tanto de afrontar el hecho de ser
categorizados por otros como de redefinir las identidades impuestas. Bidaseca et al.
(2008) entienden la relación entre el Estado y los pueblos indígenas como resultado de un
doble vínculo. Este, por un lado, involucra una lógica policial, cuya tendencia es
normalizar la irrupción de subjetividades indígenas y otorgarles un sentido dentro de un
orden social determinado. Por el otro, una lógica política que, representada en la agencia
indígena, es capaz de cuestionar esos sentidos articulados hegemónicamente. Como
veremos, ambas lógicas se evidencian en el caso que analizamos. Un estado “policial”
que busca intervenir y significar las prácticas y discursos de los rankülches, otorgándoles
un lugar en el escenario provincial. Y a los mismos sujetos articulando una agencia de
militancia indígena. Siguiendo a Briones (2007) entendemos por “agencia”10 la capacidad
estratégica que las personas tienen para poner en juego la construcción de una
subjetividad propia (subjetivación) en el marco de las tensiones provocadas por los
condicionamientos sociales en que se encuentran situadas (sujeción), dando lugar así a la
10
Briones retoma el concepto de “agencia” de la teoría de estructuración de Giddens (1995), aunque aquí
me interesa utilizar la conceptualización de Briones más pertinente a la especificidad de mi tema de
estudio.
27
posibilidad de participar activamente en procesos de transformación y disputas de poder;
es decir, como creadoras de historia y no solamente predeterminadas por ella.
Diversos autores han planteado la necesidad de analizar los Estados como
resultado de procesos históricos en los cuales operan dispositivos de territorialización,
espacialización y temporalización vinculados a la elaboración de identidades y sentidos de
pertenencia (vg. Abrams 1988; Alonso 1994; Brow 1990; Corrigan y Sayer 1985; entre
otros). En el marco de los llamados Estudios Culturales, por ejemplo, Grossberg (1992),
señala que en una formación social, las maquinarias de diferenciación y territorialización
estructuran sistemas de identificación y pertenencia a partir de la producción de sistemas
de diferencias. Estas precisiones han sido retomadas en la Argentina por Claudia Briones
(2005), quien coordinó un equipo de investigación que se dedicó a analizar las
formaciones provinciales de diversidad y las geografías estatales de inclusión y exclusión.
En esta línea de análisis, Briones toma el concepto de Formaciones Nacionales de
Alteridad de Rita Segato. Dice Segato: “La formaciones nacionales de alteridad no son
otra cosa que representaciones hegemónicas de nación que producen realidades” (2007:
29). Con esto, la autora refiere a la otrificación, racialización y etnicización que se pone
en juego durante la construcción de los Estados nacionales, en el marco de procesos
históricos particulares, y que forman el paisaje geográfico y humano de cada país. Este
paisaje, a su vez, suele verse reflejado en el arte, literatura, cine y demás producciones
culturales de esa determinada nación. Estas “formaciones nacionales” producen y
organizan su propia alteridad interna desde las lógicas de las élites dominantes y el
Estado, pero siendo a su vez apropiadas (la lógica contradictoria del juego de dominación-
consenso de la hegemonía) por la “cultura” de esa nación y por lo tanto por sus mismos
ciudadanos.
Entonces, volviendo a Briones, la autora destaca que, si bien las fronteras
nacionales y provinciales han sido una construcción, impuestas arbitrariamente y dejando,
en muchos casos, a un mismo pueblo indígena separado de uno u otro lado (se ve un
ejemplo claro entre los ranqueles de La Pampa y San Luis), su materialidad también es
innegable y las dinámicas de las relaciones al interior de las provincias han ido perfilando
formaciones provinciales de alteridad, es decir, economías políticas específicas de
producción de diversidad cultural. En este sentido, Briones señala que
28
efectos substancializadores y diferenciadores, todo marco explicativo requiere no sólo
temporalizar sino también espacializar las prácticas que las estructuran y que
quedan por ellas estructuradas” (2005: 9. Las negritas son mías).
Siguiendo este marco teórico, espacializo e historizo las prácticas de los ranqueles
dentro de las fronteras de la provincia de La Pampa. Mi atención pasa por ver cuál es la
relación entre los elementos de “pampeanidad” (gobierno, fronteras, historia, identidad
hegemónica) y los pueblos indígenas de su territorio. De hecho, la EIB es una política
educativa oficial y como tal puede ser entendida como una instancia productora de
sentidos respecto, no solo a las identidades que representan una alteridad en la provincia,
sino también, y por oposición a las anteriores, a una supuesta identidad pampeana
hegemónica. Además, este planteo permite indagar aspectos tales como, ¿por qué un
mismo pueblo (el ranquel), varía en su organización y realidad socioeconómica en dos
provincias distintas?, o, a la inversa, si las provincias condicionan tanto la agencia
indígena, ¿por qué en una misma provincia, dos pueblos distintos (el ranquel y el
mapuche) tienen realidades completamente distintas? ¿Qué significa esto en La Pampa?
Pero una pregunta central, sería: ¿por qué cuando se habla de “los indígenas pampeanos”
y cuando el Gobierno los convoca a definir una EIB, la participación central la tienen los
29
ranqueles en relación a algunas comunidades mapuche que existen en la provincia, u otros
grupos?
30
y reformular el propio modelo teórico. Ahora bien, en este marco, Guber sostiene que los
datos de campo provienen principalmente de la relación entre el investigador y los
sujetos de estudio, antes que de supuestos hechos sociales objetivos. En este sentido,
el único conocimiento posible está encerrado en esta relación […] Para que el
investigador pueda describir la vida social que estudia incorporando la perspectiva de sus
miembros, es necesario someter a continuo análisis –algunos dirán “vigilancia”– las tres
reflexividades que están permanentemente en juego en el trabajo de campo: la
reflexividad del investigador en tanto que miembro de una sociedad o una cultura; la
reflexividad del investigador en tanto que investigador, con su perspectiva, sus
interlocutores académicos, sus habitus disciplinarios y su epistemocentrismo; y las
reflexividades de la población en estudio (Guber 2001: 19).
11
Cabe mencionar que las fuentes utilizadas corresponden a las que efectivamente pude identificar y
recolectar, y de ningún modo agotan el total de materiales que las comunidades ranqueles, o el área de
educación provincial, pudieron haber producido en la provincia en las últimas décadas.
31
pueden mencionarse al conjunto de leyes nacionales y provinciales referidas a EIB, así
como algunos documentos publicados por la Subsecretaría de Educación de La Pampa.
El enfoque cuantitativo, por otra parte, estuvo dirigido al análisis de datos
estadísticos, provenientes de los resultados arrojados por el relevamiento de matrícula
indígena para la EIB realizado entre 2011 y 2012, al que me referiré específicamente en el
capítulo 4. La estadística es la ciencia que obtiene información a partir del análisis de
datos numéricos cuyos sentidos dependen de un determinado contexto. Éstos son
alcanzados mediante métodos de obtención de datos que deben ser explicitados en la
investigación, como por ejemplo, en el caso de este proyecto, el diseño de muestras
censales (Moore 1995). Más específicamente, mi análisis se dirige a observar cómo se
construyeron esos datos en el transcurso del relevamiento y qué significados aportan en el
marco de los procesos de revisibilización ranquel.12
1.6. Relevancia
Considero que la relevancia de esta tesis está dada por varios motivos. En primer
lugar, y como mencionamos en el punto 1.3., son muy pocos los trabajos que abordan, o
al menos mencionan, la implementación de la EIB en La Pampa. Por otro lado, y en
comparación a otros casos similares en la Argentina donde pueden observarse pueblos
indígenas luchando por esta modalidad, el caso rankülche posee la particularidad de la
ambigüedad que fuera mencionada antes. En La Pampa, la agencia indígena y la estatal se
articulan de tal modo que constituyen un problema que obliga a revisar los marcos
teóricos que abordan a “los pueblos indígenas” como si fueran un grupo claramente
delimitado respecto del resto de la sociedad. En este caso no está claro dónde termina “lo
pampeano” y empieza “lo ranquel”.13 Otro aspecto significativo es que se hará una puesta
12
Abordo el análisis estadístico teniendo en cuenta que la construcción de las cifras no son ingenuas, que
no solo refieren a la población de estudio sino también a quién lo realiza. En las últimas décadas, la
historiografía argentina a presentado desarrollos importantes sobre el análisis de la construcción de las
estadísticas por parte de los organismos oficiales en distintos períodos. Estos estudios indagan en torno a
las concepciones sobre las poblaciones bajo estudio y los mecanismos burocráticos que hacen posible los
relevamientos, observando cómo los dispositivos estatales piensan la nación y sus habitantes y cómo las
estadísticas hablan más de sus intereses que de la población que “miden”. Véase, por ejemplo, Otero
(1998), autor que retomaré en el capítulo 4.
13
Me refiero a cómo están imbricadas la “cultura” ranquel y la “cultura” pampeana. Puede observarse en
reiteradas ocasiones cómo ciudadanos pampeanos, que no se reconocen como ranqueles, incorporan a sus
modos de vida elementos simbólicos ranqueles: desde asistentes a los cursos de lengua ranquel, como
veremos en el capítulo 3, cazadores o amantes de la naturaleza que reconocen toponimias y utilizan
nombres ranqueles para sus campos o mascotas, hasta comerciantes que hacen lo propio llamando a sus
productos o locales con nombres ranqueles buscando una suerte de marketing en términos de un
32
en valor de una información inédita y de importancia política para la militancia indígena
provincial: los resultados del relevamiento de matrícula indígena realizado en el marco
del Mapeo de Información Socioeducativa y Sociolingüística para la EIB impulsado por
la modalidad de EIB del Ministerio de Educación de la Nación. Por último, esperamos
que esta tesis aporte elementos para la construcción crítica de la EIB pampeana. Creo que
la EIB, en tanto política educativa destinada a los grupos “culturalmente diferentes”, tiene
mucho potencial para transformar una historia marcada por la desigualdad social. En este
sentido, uno de los propósitos es aportar herramientas a la experiencia de personas cuyas
trayectorias familiares vienen siendo condicionadas por sus roles históricos de
subalternidad. Es decir, sujetos cuyas familias están desposeídas de su propia historia, y
por lo tanto de su propia identidad y así obligados a ocupar lugares de marginalidad en la
sociedad pampeana. Podría, tal vez, revertirse este proceso si se aprovecha el espacio de
la EIB para revisar la historia provincial indígena desde una perspectiva más politizada y
participativa, antes que folclorizada y culturalista.
regionalismo específico. Lo mismo sucede con el Estado. En primer lugar, el escudo provincial contiene
la imagen de un ranquel. Los discursos oficiales, particularmente los de las áreas de cultura, refieren
constantemente a una épica de la historia ranquel como parte de una historia oficial e “identidad”
pampeana. Por otro lado, muchas personas autoadscriptas como ranqueles son empleados o agentes del
Estado, a la vez que muchos agentes del Estado, aun sin reconocerse como descendientes o pertenecientes
al pueblo ranquel, igualmente se identifican con este como parte de una “identidad pampeana”, lo cual
puede interpretarse en términos de una configuración cultural ranquel-pampeana como mencioné en el
marco teórico. Por otro lado, el universo simbólico indígena, su historia, “cultura” y referentes épicos,
están presentes en la producción literaria pampeana clásica desde sus inicios (véase por ejemplo García
2013). Esta relación será tratada en el capítulo 5.
33
política; y el “ranquel como subjetividad afectiva”, para referirme al momento actual en
el que la identidad ranquel otorga un marco de contención, no solo política, económica
y social, sino también afectiva, para muchas personas que se acercan al movimiento de
reemergencia rankülche en la búsqueda de la reconstrucción de sus trayectorias
familiares y sentidos de pertenencia colectivos.
El capítulo 3 está dedicado a la EIB. En primer lugar, realizo un breve repaso de
la implementación de la modalidad en el contexto latinoamericano y nacional para,
finalmente, centrarme en el caso de La Pampa. Comienzo por analizar la participación
ranquel en las instancias de debate legislativo que dieron lugar a la Ley Provincial de
Educación N° 2.511, dentro de la cual se incluye el capítulo correspondiente a EIB.
Luego de presentar actores e instituciones que, a mi entender, tienen un rol protagónico
en la gestión de la modalidad en La Pampa, detallo algunas de las principales acciones
que vienen siendo desarrolladas en la provincia.
En el capítulo 4 me centro en la visibilización indígena en la provincia que cobró
forma como resultado del relevamiento de matrícula indígena para la EIB. En primer
lugar, presento algunas consideraciones generales e históricas respecto a los dispositivos
censales dirigidos a población indígena que se instrumentaron en el país y en La Pampa.
Luego de presentar los resultados estadísticos del relevamiento, realizo una puesta en
valor de los mismos de dos formas distintas: comparándolos con los datos oficiales
previos referidos a la matrícula indígena en el sistema educativo pampeano, y
“espacializando” los resultados del relevamiento en el mapa de la provincia.
En el capítulo 5, veremos cómo a través de la implementación de la EIB, se puede
dar cuenta de algunas de las formas de participación política de las comunidades
indígenas, su relación con el Estado provincial y nacional, y divisiones internas entre
ellas. Particularmente en lo referido a la relación entre comunidades indígenas y el Estado
provincial, realizo un análisis de cómo influyeron las políticas culturales pampeanas en la
configuración de la “cultura” ranquel y el rol que se otorgó a esta última en los procesos
de construcción de una “pampeanidad”. Finalmente, presento observaciones de campo
que inducen a reflexiones respecto al modo en que las mismas comunidades conciben su
cultura, lengua e identidad en el marco de la implementación de la EIB en la provincia.
34
Capítulo 2
¿Quiénes fueron los ranqueles?, ¿quiénes son hoy los rankülche? Son preguntas
enunciadas tanto desde la academia como desde la sociedad en general. Existen diversas
posturas respecto al origen de los ranqueles. En general hay cierto consenso en que este
pueblo aparece como resultado de un (relativamente) rápido proceso de etnogénesis, a
mediados del siglo XVIII, bajo el cacicazgo de Yanquetruz asentado en la zona del
caldenal o mamull mapu de la región pampeana central.14 La historia de este pueblo se
ha instaurado como un relato construido principalmente desde voces foráneas al grupo.
Existe un abundante acervo sobre historia ranquel elaborado por militares, novelistas e
investigadores académicos y/o no académicos.15 Mientras, permanece pendiente
analizar cuál es la historia escrita por ellos mismos. En este sentido existen una serie de
trabajos que ofrecen versiones e interpretaciones distintas a las planteadas por el relato
occidental.16
Según Salomón Tarquini (2010), se conocía como ranqueles a los grupos
indígenas que desde el último tercio del siglo XVIII habitaban y controlaban la zona
comprendida por el nordeste de la pampa centro-oriental, noroeste y centro de la llanura
bonaerense y sur de las actuales provincias de Santa Fe, Córdoba y San Luis, región que a
su vez era conocida como el Mamüll Mapu (País del Monte). Para ese entonces, el pueblo
ranquel formaba parte de una extensa red de sociedades indígenas interconectadas entre sí
a través de relaciones económicas y políticas a lo largo y ancho de la geografía
comprendida por la araucanía transcordillerana, la región pampeana y norte de la
Patagonia. Si bien los ranqueles mantenían su autonomía política desde el siglo XVIII,
14
Sobre la etnogénesis ranquel y su historia entre los siglos XVIII y XIX se sugiere revisar, por ejemplo,
Fernández (1998), Villar y Jiménez (2000, 2002 y 2003), Tapia (2015) y Pérez Zavala (2014), entre otros.
15
Para un análisis de esta producción véase García (2013).
16
Confederación Ranquel (2010), Dentoni Yankamil (2006), Poncela (1942) y Correa (2016), entre otros.
Por otro lado, la investigadora Anabela Abbona, se encuentra trabajando en las producciones ranqueles
(escritas y acciones en el marco de su militancia) que dan cuenta de las formas en que ellos mismos
interpretan y presentan su historia. Véase por ejemplo Abbona 2015 y 2016.
35
esta situación comenzó a cambiar gradualmente en las primeras décadas del siglo XIX,
cuando el gobierno argentino dejó de considerarlos como una nación soberana
(perspectiva heredada del contexto colonial) y comenzó a aplicar políticas más
confrontativas.
No forma parte de los objetivos de esta tesis aportar a las discusiones
historiográficas sobre el origen de los ranqueles, pero entendiendo que toda situación
social es resultado de un proceso histórico, sí me interesa dar cuenta de los hechos del
siglo XX que configuraron la reemergencia ranquel actual. Cuando se repasa la historia
de la relación entre los ranqueles y el Estado argentino desde fines del siglo XIX hasta
la actualidad, pueden observarse distintos momentos en los cuales se identifican
principalmente tres situaciones diferenciadas. La primera, desde la finalización de la
“Conquista del Desierto” (1878-1885) hasta la década de 1960, en el que la aplicación
de una receta nacionalista tendió a invisibilizar y negar la existencia del grupo. Un
segundo período de 1963 a 1980, donde comienzan a darse las primeras
reivindicaciones públicas de ranquelidad y estrategias de lucha política. Y un tercer
período, desde la década del 80 hasta la actualidad, en el que se da un nuevo marco
legislativo y cultural que reconoce la preexistencia indígena dentro del Estado y
favorece la reemergencia rankülche.
Al primero de estos momentos, lo caractericé en términos del “ranquel como
alteridad histórica”. Rita Segato (2007) denomina “alteridades históricas” a los perfiles
humanos que surgen dentro de los procesos de formaciones nacionales de alteridad. Es
decir, procesos de otrificación, etnización y racialización que establecen condiciones de
existencia diferenciales para los distintos tipos de “otros internos” que se reconocen
parte de la sociedad sobre la cual un determinado estado nación extiende su soberanía
(Briones 2005). Así, en la primera de estas etapas, abordo al sujeto ranquel como una
alteridad histórica “incómoda” que el proyecto nacionalista trató de invisibilizar y
asimilar.
Al segundo momento, lo llamo “ranquel como identidad política”, retomando los
estudios que dan cuenta de las “políticas de la identidad” surgidas a partir de la década
de 1980 como estrategias performativas de inclusión basada en las identidades (Briones
2005; Butler 2002; Spivak 1987). En esta etapa, vemos al ranquel instrumentando una
identidad política que comienza a posicionarse en el espacio público, medios de
comunicación y como agente negociador ante el Estado.
36
Para finalmente derivar en la reemergencia actual, caracterizada en términos del
“ranquel como subjetividad afectiva”, donde encontramos un sujeto ranquel/pampeano
que manifiesta, además de una instrumentación política de la identidad, un anclaje
afectivo desde el cual aporta sentidos a su experiencia y “estar” en el mundo. En esta
tercera etapa es donde se concentra el problema de la tesis y la veremos caracterizada
por un contexto indigenista que, desde la década de 1980, y más particularmente desde
1994, dio lugar a un conjunto de marcos legislativos y políticas estatales que
favorecieron la reemergencia ranquel.
17
La trayectoria de José Gregorio Yankamil es representativa de esta etapa. Nacido entre 1820 y 1850,
Yankamil fue un importante líder guerrero entre los ranqueles. En 1878 una comitiva encabezada por él fue
engañada y masacrada por el ejército argentino en la “Matanza de Pozo del Cuadril”. Luego de permanecer
prisionero un tiempo fue liberado y se estableció en el oeste pampeano cerca al actual pueblo de Victorica.
Pero el 18 de agosto de 1882 Yankamil comandó las fuerzas ranqueles que se enfrentaron con el ejército
argentino en la llamada “Batalla de Cochicó”, muy cerca del actual pueblo de Puelén. En 1883 fue tomado
prisionero nuevamente y enviado a la Isla Martín García hasta 1886 cuando Rudencindo Roca solicita que
trasladen varios ranqueles a trabajar en sus ingenios del Territorio Nacional de Misiones. Y entre ellos fue
Yankamil. Existen versiones y documentación que relatan cómo Yankamil lidera una rebelión entre los
trabajadores del Ingenio en Misiones y logra escapar al Paraguay donde permanece por dos años hasta que
recibe un indulto, una porción de tierra en la región de Árbol Solo en el oeste pampeano y algunos bienes
por parte del Gobierno Nacional. Finalmente, Yankamil se instala en Victorica hasta que fallece con más de
100 años de edad entre 1931 y 1933. Sobre la historia de vida de Yankamil y la sublevación del ingenio en
Misiones véase Abbona (2013a) y Lenton (2017).
37
las familias porteñas acomodadas. Sin embargo, algunos grupos, varios de los cuales
habrían permanecido en las llamadas “reducciones” franciscanas del sur de Córdoba y
San Luis, habían oficiado como auxiliares del ejército y/o pactado con el Estado, lograron
instalarse en pueblos como Victorica y General Acha. Pero también hubo quienes
lograron la adjudicación de tierras. Algunas familias obtuvieron chacras donde pudieron
radicarse y reorganizarse socialmente (por ejemplo, las familias de Ramón Cabral, de
Ramón Tripailao, de Manuel Ferreira Pichihuincá y de Luis Baigorrita) y además se dio
paso a la creación de colonias agrícola pastoriles, con población mayoritariamente
indígena, tales como Emilio Mitre y Los Puelches (Salomón Tarquini 2010). El caso de la
Colonia Emilio Mitre nos interesará especialmente.18 Los ranqueles instalados allí
encontraron un espacio donde permanecer en comunidad y mantener un sentido colectivo
como grupo. Durante la primera mitad del siglo XX, esta adscripción identitaria se
mantuvo latente y silenciosa. Este período se caracterizó por la aplicación de lo que
Lazzari (2007) llamó dispositivos de desvanecimiento del ranquel, es decir, políticas
estatales asimilacionistas y nacionalistas cuyo objetivo fue borrar la cultura ranquel para
incorporarlos como ciudadanos argentinos. Para dar cuenta de estos dispositivos, en los
próximos dos apartados planteo algunas consideraciones teóricas acerca de la relación del
Estado nacional con el pueblo ranquel, así como aspectos históricos sobre el rol que tuvo
el sistema educativo oficial, respectivamente.
18
La Colonia Emilio Mitre está ubicada en el actual departamento Chalileo, en el centro-oeste de la
Provincia de La Pampa. Fue fundada en el año 1900 bajo el rótulo de “Colonia Agrícola Pastoril”, a partir de
las concesiones realizadas por el Gobierno nacional a las familias ranqueles de Ramón Cabral y Santos
Morales y ocupa una superficie de 80.000 hectáreas distribuidas en 128 lotes de 625 hectáreas cada uno,
repartidos con títulos precarios de ocupación. Entre las actividades económicas de la zona, destacan el
comercio de artesanías y la ganadería caprina y ovina; y en algunos casos vacuna y en menor medida de
equinos y mulas entre los mejor posicionados. Las primeras viviendas fueron construidas con paja, ramas,
barro y chapas con pisos de tierra. Según la clasificación socioeconómica de Comerci (2008), Emilio Mitre
se ubica en lo que la autora identifica como el espacio pastoril de la provincia. Si bien existen algunas
diferencias que permiten hablar de subregiones (Comerci 2005 y 2008) el clima es entre árido y semiárido y
las precipitaciones anuales están muy por debajo de la media anual de la provincia (entre 200 y 400 mm).
Predominan los cordones arenosos, las mesetas residuales y los médanos. En estas condiciones, la
disponibilidad de agua es muy baja; además de las escasas precipitaciones, debe tenerse en cuenta la
imposibilidad de contar con napas de agua de buena calidad. Según la autora son estas dificultades naturales,
en parte, las que transformaron al oeste pampeano en un área que permanece aún hoy al margen de los
sistemas socio-económicos dinámicos y de mayor desarrollo relativo.
38
2.1.1. El Estado nacionalista, el territorio y los Otros internos
Parekh (2000) denomina Estados nacionalistas a aquellos países en los que el
Estado precede a la nación, y trata de formarla. Podemos pensar a la Argentina como
ejemplo si consideramos que, en su territorio, antes del siglo XIX, no existía una nación,
sino muchas (una diversidad de pueblos originarios, inmigrantes, criollos, etc.) y donde
primero se funda un estado que luego buscaría definir una identidad nacional unificada.
En estos casos, “el estado concientemente moldea a sus ciudadanos de acuerdo con un
modelo específico de nacionalidad y sigue un programa nacionalista sistemático” (Parekh
2000: 104). El plan nacionalista se propone crear una unidad cultural homogénea,
profundamente ligada a un territorio específico y donde sus miembros compartan un
sentimiento de pertenencia en común. De esta manera,
“… la regulación moral es coextensiva con la formación del estado, y las formas estatales
están siempre animadas y legitimadas por un particular ethos moral. Centralmente, las
agencias estatales tratan de dar una expresión unificada a lo que en realidad son
multifacéticas y diferentes experiencias históricas de grupos dentro de la sociedad,
negando su particularidad” (Corrigan & Sayer 1985: 4).19
39
Según Parekh, “en el estado moderno el territorio goza de un significado moral,
político y ontológico sin precedentes. Es la base material del estado que lo distingue de
sus vecinos y marca sus límites” (Parekh 2000: 93). De manera similar, para Alonso
(1994), las formas modernas del estado dependen de una racionalización del espacio
(estrategia de espacialización). En este sentido, la autora se pregunta qué políticas
estatales están implicadas en la radicación de grupos étnicos subordinados en relación a
los espacios de producción, distribución y consumo.20 Planteando la misma pregunta para
el caso de la Colonia Pastoril Emilio Mitre en relación al Estado argentino podemos
aventurar algunas reflexiones. Fue fundada por el poder ejecutivo nacional en 1900 como
un espacio donde “asimilar a los últimos ‘remanentes de las viejas tribus’ a través de la
introducción de nuevas actividades productivas, formas de organización social y valores,
destacándose el énfasis en lo agrícola, la sedentarización, la individualización y la
educación” (Lazzari 2007: 100). Pero fue emplazada vale agregar en uno de los
espacios marginales de la provincia, lejos de las principales rutas de circulación de trabajo
y personas, en una zona desértica y estéril.
El planteo de Corrigan y Sayer según el cual las políticas de estado deben ser
pensadas a su vez como formas culturales,21 nos ayuda a articular la observación previa
con aspectos relacionados a lo identitario, representacional y simbólico. En este sentido,
es factible pensar que la Colonia Pastoril Emilio Mitre fue creada en base a
representaciones funcionales al proyecto nacional(ista). En este caso, representaciones
respecto a los lugares que los indígenas deberían ocupar en la estructura social, espacial y
simbólica de la provincia. Es para tener en cuenta que lo puesto en juego, en el momento
de su fundación, es un espacio conflictivo para el Estado en términos de la tensión
homogeneización nacional/particularismos étnicos,22 ya que se trata de un lugar cargado
de, podríamos decir, “significado indígena”. El Estado argentino construyó un espacio en
20
“Moderns forms of state surveillance and control of populations as well as of capitalist organization
and work discipline have depended on the homogenizing, rationalizing, and partitioning of space”
(Alonso 1994: 382). “How are dominant and subordinated ethnic subjects differentially situated in
relation to spaces of production, distribution, and consumption, and what state policies and practices are
implicated in the politics of ethnic location?” (1994: 393).
21
“… state formation itself is cultural revolution (…) The repertoire of activities and institutions
conventionally identified as ´The State` are cultural forms, and cultural forms, moreover, of particular
centrality to bourgeois civilization” (Corrigan & Sayer 1985: 3).
22
“Nationalism is partly an effect of the totalizing and homogenizing projects of state formation (…) In
contrast to nationalism, ethnicity is partly an effect of the particularizing projects of state formation” (Alonso
1994: 391).
40
función de sus intereses nacionalistas. Emilio Mitre fue una mensura donde ubicar
ranqueles desindianizados para ser formados como criollos pastores. Carrasco y Briones
lo confirman al sostener que las figuras utilizadas para la radicación de los grupos
indígenas “estaban destinadas a efectivizar prácticas sedentarias, que se veían
estrechamente vinculadas a la posibilidad de ´civilizar´ a los contingentes nativos
mediante el inculcamiento de hábitos de trabajo productivo y escolarización” (Carrasco y
Briones 1996: 15). Así, para Lazzari
“… este acto jurídico [la fundación de la colonia] constituye otro mecanismo ambivalente
de reconocimiento. Al considerarse como pastoril y no indígena (figura que estaba
contemplada en la legislación) significaba que los Ranqueles, objeto de esa política de
colonización, eran colocados en un doble vínculo de borramiento que se sostenía, por una
parte, en la tipificación de los beneficiarios como colonos cuya aboriginalidad no era
subrayada y, por la otra, en la entrega de tierras fuera de un régimen de reserva y a título
individual y precario (permisionadas)” (Lazzari 2007:100).
41
2.1.2. El rol del sistema educativo.
Bajo esta misma lógica nacionalista operó el sistema educativo oficial en relación
a las poblaciones indígenas del Territorio Nacional de La Pampa. Planteado en términos
de una relación de alteridad, la llamada “Generación del 80” se preocupó por definir un
“nosotros” caracterizado como una nación blanca, europea y civilizada, diferenciada de
los diversos grupos étnicos presentes, los “otros”. Este proyecto identitario incluyó la
definición de una “Cultura Nacional” y qué mejor que el ámbito educativo como
dispositivo de formación cultural, moral y cívica. Como menciona Rollhauser, “la Ley N°
1420 de Educación Común sancionada en 1884, dejó establecida su “misión civilizadora”
y homogeneizadora con el solapado propósito del acceso igualitario a la educación” (en
prensa: 2). La educación tuvo un rol fundamental en este proceso por ser un dispositivo de
transmisión masiva de valores, lengua y conocimientos. Como aparato de formación
cultural y política, el proyecto educativo estatal decimonónico, fuertemente marcado por
el paradigma evolucionista, buscó civilizar a las poblaciones indígenas que se
encontrarían, desde esta óptica, en un nivel de barbarie o salvajismo. Estas políticas, lejos
de reconocer la cultura, lengua y necesidades particulares de los diversos grupos del
territorio, buscó, por medio de la educación, instrumentar un borramiento de su identidad
a fin de convertirlos en “argentinos”, asimilarlos a la cultura criolla e incorporarlos como
ciudadanos (subalternos) al Estado nación. De esta manera, la educación cumplió un rol
fundamental en mitigar la diversidad étnica que representaba una resistencia a la
homogeneización cultural que se pretendía instalar. A la vez, funcionó como discurso
legitimador del nuevo orden jurídico, administrativo y político que el Estado instauró en
los territorios otrora ocupados por las poblaciones indígenas, como vehículo de
transmisión de los valores liberales, capitalistas e ilustrados funcionales al proyecto. Es
decir, no solo operó como dispositivo de formación cultural, sino también como
dispositivo de control estatal.
La educación propia de los ranqueles a fines del siglo XIX y principios del XX se
desarrollaba a partir del vínculo familiar, mediante el contacto directo con su entorno
inmediato y por las narraciones que los mayores contaban a los jóvenes y niños, que no
solo representaban momentos de socialización sino que también contenían enseñanzas
morales. Con la educación primaria obligatoria llegaron muchos cambios en los
contenidos de enseñanza (leer, escribir, cálculos matemáticos, etc.) (Lazzari, Roca y
Vacca 2016).
42
Afortunadamente contamos con un trabajo que da cuenta del rol de la educación
en el caso específico de la Colonia Emilio Mitre. María de los Ángeles Lanzillotta (2011),
se propone un análisis del rol de los maestros en el Territorio Nacional de La Pampa entre
los años 1910 y 1930. Para ello recurre a los escritos del Maestro Manuel Lorenzo Jarrín,
nacido en Galicia, quien llegó a la localidad de Victorica en el año 1900 con el título de
bachiller.23 Jarrín impartió clases a niños ranqueles en Colonia Emilio Mitre entre 1913 y
1918. Antes de llegar a la Colonia, Jarrín tuvo una postura nacionalista. Su discurso
representaba el paradigma pedagógico de la época, evolucionista e higienista, según el
cual los indígenas eran vistos como “salvajes” que debían ser educados. Entre sus notas
podían leerse afirmaciones tales como:
“…En la misma forma o en otra que el maestro crea más conveniente, continuaremos la
narración del cuento, entrando en el tópico “Higiene”, haciendo notar que el indio malo
era delgado y enfermizo a causa de que nunca se preocupaba de su aseo y limpieza
personal, pues andaba siempre sucio, lleno de tierra e inmundicia en la cara, las orejas,
etc,…” (Lanzillotta 2011: 21-22).
Sin embargo, este discurso fue matizado al entrar en contacto y compartir su vida
durante cinco años con los habitantes de la Colonia. A partir de entonces entiende la
“degradación de los indígenas” como resultado del contacto con la civilización y a la
educación como un medio para “regenerarlos socialmente” y cambiar sus hábitos morales
y laborales. Alejándose de explicaciones de tipo biologicistas y racistas, y a diferencia de
sus contemporáneos, Jarrín explica la situación de los indígenas como resultado de la
desigual situación social y política que venían atravesando, y se dedica a resaltar la
capacidad de aprendizaje de los niños de la comunidad. Sin embargo, aunque matiza el
discurso racista, el factor asimilacionista y civilizatorio de la educación no deja de estar
presente en las ideas del maestro, y bajo esta óptica propone la creación de una escuela-
internado en la Colonia.24
23
Jarrín dejó unas 400 notas periodísticas elaboradas entre 1924 y 1940, más de 500 fotografías y tres
cuadernos que van desde 1914 a 1915, en los que relata sus años vividos en Colonia Emilio Mitre. Dichos
materiales fueron analizados en el trabajo de Claudia Salomón Tarquini y María Lanzillotta (2011).
24
“En el proyecto de internado que elevé […] abarca la educación social del niño indígena y de su familia,
la instrucción amplia utilitaria y practica y la educación racional para que el pampa en vez de ser un paria en
su tierra fuese un ciudadano útil, capaz de respetar y ser respetado por su dignidad y sus sentimientos y por
su laboriosidad, hoy como entonces en grados inferiores porque a nuestros indios en vez de rodeárseles de
medios estimulativos a la vida civilizada, se les rodeo de desierto, se les atropelló con las mayores
injusticias, se les denigró por todos los medios y considerándoselés seres inferiores se les abandonó a su
propia suerte, allá muy lejos de los centros urbanos donde el alcohol embrutecedor es el compañero de todas
las expansiones y el mediador de todos los negocios, en los que siempre el indio lleva la tajada peor o el
hueso limpio. La Capital 25-08-1922” (Lanzillotta 2011: 28).
43
La Escuela de Emilio Mitre fue creada entre 1909 y 1910, y durante la primera
mitad de siglo XX cumplió el rol que se propuso impartiendo educación oficial
castellanizante a gran cantidad de niños ranqueles. Para esta etapa son representativos los
relatos de quien años más tarde tendría un rol fundamental en la implementación de la
EIB pampeana. Daniel Cabral, hablante bilingüe de lengua ranquel y castellano, fue
nombrado maestro de lengua por el Ministerio de Educación de La Pampa en 1996. Desde
entonces realiza un intenso trabajo, tanto en ámbitos del sistema educativo oficial como
por fuera de él, enseñando la lengua, capacitando docentes y reivindicando los derechos
culturales del pueblo ranquel. En sus presentaciones públicas Daniel suele relatar su
experiencia en la escuela de Emilio Mitre. Según me transmitió en comunicación personal
(así como lo ha hecho en reiteradas oportunidades públicamente), Daniel recuerda que fue
sometido a castigos físicos (ser golpeado con un puntero u obligado a arrodillarse sobre
granos de maíz) cuando se le pedía que nombre determinadas palabras en castellano pero
él respondía en lengua ranquel (le pedían que diga “mamá” y él decía “ñuque”; o papá y
él decía “chao”).25
No sería hasta la década de 1980, y un poco más adelante con los primeros
esbozos de EIB, que este paradigma empezaría a cambiar.
25
Daniel Cabral nació en agosto de 1939 en la Colonia Emilio Mitre. Es hijo de Luisa Carripilón y José
Cabral. Su abuelo paterno, Raimundo Cabral es descendiente de las tribus de Ramón Cabral “El platero”.
Su bisabuela, Rosita Rosas, tiene cercanos vínculos de parentesco con el Cacique Mariano Rosas. Durante
tres años estudió en la escuela de la Colonia, a la que llegó hablando el ranquel y aprendió el español
obligadamente. Se crió con Juana Cabral de Carripilón y Ambrosio Carripilón. Juana era la hablante más
eficiente de la comunidad. Mientras Juana vivió, Daniel escuchaba la lengua diariamente y podía
mantener una conversación y contar historias. Así, comenzó a difundir la lengua y contribuyó de manera
significativa a su revitalización. Fue consultante de la lengua ranquel durante el registro y documentación
de material lingüístico realizado por Ana Fernández Garay desde 1983 hasta 1998, lo que dio como
resultado distintos libros y artículos, como: Testimonios de los últimos ranqueles (Fernández Garay
2002); Ranquel-Español; Español-Ranquel, Diccionario de una variedad mapuche de la pampa
argentina (Fernández Garay 2001). Colaboró para la elaboración del libro Apuntes para un Vocabulario
Rankül-Español/Español-Rankül (Carlassare 2005). Participó en diversos encuentros vinculados a la EIB.
Entre el 2010 y el 2012, trabajó en el Proyecto de Extensión Universitaria “Lengua Ranquel, Patrimonio
de la Provincia de La Pampa, su enseñanza y mantenimiento”, que elaboró el Manual de Enseñanza de
Lengua Ranquel. Participó en el Proyecto de Extensión Universitaria “Nuevos caminos para la EIB: hacia
el rescate de las voces ranqueles desde el libro a las nuevas tecnologías”. Asimismo, como artesano
trabaja la madera y el cuero, y participa en los encuentros de artesanos realizados en distintos puntos de la
provincia. En el 2015 Daniel fue postulado por el Instituto de Lingüística y el Instituto de Estudios Socio-
históricos de la UNLPam para la convocatoria del “Premio Testimonio”, y lo ganó en la categoría de
educación, que el Gobierno de la Provincia de La Pampa ofrece a figuras destacadas
(https://sitio.lapampa.edu.ar/index.php/component/zoo/item/daniel-cabral).
44
2.1.3. Las diásporas. Origen de una clase urbana desposeída.
Hasta la segunda mitad de la década de 1940, el oeste pampeano contaba con
abundantes recursos faunísticos; el río Chadileuvú corría con caudal y los habitantes de la
Colonia Emilio Mitre y alrededores realizaban variadas actividades económicas,
culturales y recreativas (Canhue 1998). A partir de entonces comenzó a darse una fuerte
baja del caudal del río a causa de sequías naturales y la construcción de represas en la
provincia de Mendoza,26 provocando una intensa desertificación del área con la
consecuente pérdida de recursos naturales y empleos. Este hecho, sumado al aumento del
control estatal y privado sobre el espacio (por ejemplo, la instalación de instituciones
cuyas normativas regulaban o prohibían actividades de subsistencia como la caza; o el
cercamiento de campos dificultando el acceso al agua, leña y pastos para el ganado),
fueron las principales causas que indujeron la migración de gran parte de los habitantes
del oeste pampeano con destino hacia otras zonas rurales o centros urbanos (Salomón
Tarquini 2010). A partir de entonces, los descendientes de ranqueles de los departamentos
del oeste y sur provincial, comienzan un ciclo de movilidad territorial mayormente
motivado por la búsqueda de empleo. En diversas zonas rurales de La Pampa y provincias
vecinas como Mendoza y Neuquén, se incorporaron a una dinámica de ciclos laborales
estacionales y temporales como peones rurales (trabajadores de la vendimia, esquiladores,
bolseros, troperos, alambradores y hacheros), y en localidades como Santa Isabel,
Victorica, Telén, General Acha, General Pico y Santa Rosa, se ubicaron en los barrios
periféricos como fleteros, jornaleros, changarines y trabajadoras de servicio doméstico
para el caso de las mujeres (Rollhauser 2013). En el caso de Santa Rosa, la ciudad que
mayor afluencia de descendientes de ranqueles absorbió, uno de los principales espacios
de instalación indígena fue el barrio conocido como “El Salitral”. Ubicado al borde de la
laguna Don Tomás, este asentamiento existía ya desde la década de 1930 y poseía
características de extrema precariedad, asimilándose a lo que hoy llamaríamos “villas
miserias”. En la década de 1960 se implementa un plan de erradicación de “El Salitral” y
la mayoría de sus habitantes, así como otros migrantes ranqueles que siguieron llegando a
Santa Rosa en las décadas de 1950, 1960 y 1970, se instalan en barrios como Zona Norte,
Peñi Ruca, Villa Parque, Villa Germinal, Mataderos, y partes de Villa Santillán (Salomón
Tarquini 2010). De esta manera, fue configurándose un grupo social que poco a poco fue
asimilándose a la sociedad santaroseña general, pero sin dejar de ocupar los lugares más
26
En 1948 se inaugura en Mendoza el Dique El Nihuil, conjunto de obras de represamiento que retienen
el caudal del sistema Atuel-Chadileuvú para riego en jurisdicción mendocina.
45
extremos de marginalidad. Si bien, mediante los lazos familiares de reciprocidad, el
sentimiento de pertenencia e identidad indígena en común se mantuvo latente en gran
parte de esta población urbana, con el paso del tiempo y en el marco de la asimilación
subalternizada a la sociedad santaroseña, esta pertenencia se fue perdiendo. Mientras
tanto, para los ojos de la sociedad hegemónica, los descendientes de ranqueles instalados
en las ciudades aparecían como grupos caracterizados más por su condición de clase
social antes que étnica. Todo este proceso, generó que gran parte de los ranqueles fueran
configurándose como un grupo social desposeído, no solo económica y socialmente, sino
también simbólicamente, dado que después de décadas de sucesivos filtros de negación e
invisibilización, fueron perdiendo el hilo de su propia historia e identidad.
Lo antedicho se refiere a un panorama general y no quita que, a lo largo del siglo
XX, hayan dejado de existir individuos o grupos resistentes que reivindicaron su identidad
indígena, como veremos en el inciso siguiente. Sin embargo, esta reivindicación comenzó
a volverse socialmente más importante a partir de la década de 1990.
27
El investigador José Carlos Depetris menciona este episodio como un punto de inflexión a partir del cual
comienza a revisibilizarse la presencia ranquel en la provincia. Dice: “Acá no había rankeles hasta el ´63. En
esa época se inició un reclamo por las tierras en la Colonia Mitre y se generó una situación en la que algunos
rankeles fueron a prisión. Intervino Fernández Acevedo, un periodista que tenía un diario propio, que
empezó a defender a algunos indios de Mitre y el tema llegó a la prensa nacional. Ese proceso duró hasta el
´72 cuando el gobierno nacional le entregó los títulos de propiedad de la Colonia Mitre a los rankeles que los
solicitaban” (Depetris en Endere y Curtoni 2006: 77).
28
No sería la primera ni la última vez que sucede. Los acaparamientos de tierras por parte de particulares
externos a la Colonia Emilio Mitre fueron una constante durante todo el siglo XX (Salomón Tarquini
2010).
46
los mismos pasó a manos de pobladores no indígenas rápidamente. Ya desde 1910
existieron en la Colonia actores no indígenas que por medio de diferentes estrategias
intentaron obtener tierras de forma gratuita. La mayoría de las veces recurrían a acciones
ilegales que iban desde esperar a que los pobladores indígenas escrituraran para
comprarles la tierra a precios muy reducidos, hasta hacer aparecer como concesionarios a
personas con diferentes nombres, ya que no se podía tener más de un lote con el mismo
nombre (Salomón Tarquini 2010).
En el episodio ocurrido entre 1963 y 1972, un abogado de la capital provincial,
Pedro Fernández Acevedo,29 se comprometió con la defensa de los paisanos y encontró
que algunos de ellos mantenían una firme postura argumentando su legítimo derecho a
las tierras como descendientes de las familias ranqueles que las obtuvieron a principios
del siglo XX. A partir de entonces, la adscripción a la identidad indígena como
estrategia de defensa de las tierras fue la principal herramienta de lucha. El caso cobró
notoriedad pública a través de medios provinciales y nacionales, obligando a intervenir
a ambos niveles de gobierno. Así, cualquier manifestación de atributos que
reconfirmaban la pertenencia étnica de los protagonistas sería bienvenida. A raíz de este
episodio algunos actores clave, como Ambrosio Carripilón, Ataliva Canhue, Ceferino
Morales, Adolfo Rosas, Daniel Cabral y Germán Canhue, entre otros, comenzaron a
reivindicar públicamente su identidad ranquel, exhortando a sus vecinos a que también
lo hicieran. Desde mi punto de vista, este episodio guarda una relación directa con el
movimiento que años más tarde daría como resultado las primeras asociaciones y
comunidades rankülche en la década de 1990 y la militancia actual que se encuentra
trabajando en la implementación de la EIB. Dada su importancia, me detendré en este
proceso en los ítems 2.2.1 a 2.2.3.
29
Pedro Fernández Acevedo nació en General Acha en 1899 y falleció en Buenos Aires en 1981. Fue
abogado y periodista, y participó enérgicamente a favor de la causa provincialista en La Pampa. A lo largo
de su vida desarrolló una activa militancia política. De extracción principalmente radical, su lucha por la
autonomía provincial lo llevó a trabajar con distintos grupos políticos y a un acercamiento estrecho con la
población rural del interior de La Pampa. Como periodista fundó el diario Gobierno Propio. El corpus de
documentos que acopió, y permanece bajo custodia de su familia, es un reflejo de su activa y variada vida
profesional. Dicho fondo está compuesto por recortes periodísticos, publicaciones sobre la autonomía
provincial, notas, cartografía y correspondencia con los ranqueles de Emilio Mitre, entre otras cosas. El
material puede consultarse en http://www.humanas.unlpam.edu.ar/wordpress/eib/
47
2.2.1. Desarrollismo, política y conflictos sociales en los años de 1960
A fines de la década de 1960, el país atravesaba un clima de conmoción política.
En 1966, tuvo lugar el golpe de Estado que derrocó el gobierno democrático del
presidente Illia y las fuerzas armadas se hicieron cargo de las instituciones estatales. La
llegada de la "Revolución Argentina" (1966-1973) significó la implantación de lo que O'
Donnell (1996) llamó el "Estado Burocrático Autoritario". Este se planteó como objetivos
fundamentales reimplantar el orden en la sociedad civil por medio del enfrentamiento a la
“amenaza comunista interna” y la “subordinación” del sector popular, así como
normalizar la economía y resolver el estancamiento económico que atravesaba el país. En
este marco, una de las principales premisas giró en torno a la implementación de un
modelo desarrollista que inhibía la participación política popular a favor de la
intervención de grupos de poder representados en las empresas privadas, la iglesia y los
sindicatos. Se puso en marcha un plan racional de ordenamiento económico que
necesitaría primero un disciplinamiento social en todas sus esferas. En este sentido, se
buscó incorporar a la vida civil valores militares como los de orden, autoridad,
responsabilidad y disciplina (Calveiro 2005). Sin embargo, el clima de conmoción
política no cesó, y en ese marco pueden comprenderse las acciones emprendidas por los
ranqueles y las políticas estatales subsiguientes, inspiradas en el desarrollismo.30
Según sostiene Lenton (2004), el desarrollismo31 actuó como marco de las
propuestas de acción indigenista en la década de 1960. En líneas generales, durante esta
etapa las medidas emprendidas apuntaron a acciones y pedidos asistencialistas o
reparaciones de daños de casos puntuales. No se planificó cómo resolver
sistemáticamente el “problema indígena” porque el desarrollismo no lo consideraba un
30
A mediados de 1969 se produjo una de las movilizaciones obrero estudiantiles más grandes de la historia
argentina, conocida como El Cordobazo. Para el mismo año comenzaron a organizarse en el norte argentino
los primeros grupos de guerrilla, y diversas huelgas y manifestaciones populares fueron reprimidas por el
gobierno. En mayo de 1970, Montoneros secuestró, juzgó y dio muerte al general Aramburu y para aquel
entonces otras formas de autoridad política buscaban erigirse contra el gobierno militar de facto. Agotados
los mandatos de Onganía y su sucesor Levingston por falta de soluciones ante los levantamientos populares,
el general Agustín Lanusse asumió la presidencia de facto en 1971, con el objetivo de comenzar una gradual
retirada militar y convocar a elecciones. En mayo de 1973 Lanusse entregó la presidencia a Héctor Cámpora
luego de un triunfo electoral, inaugurando así otro capítulo de la historia argentina.
31
Siguiendo a Altamirano (1998), el desarrollismo puede definirse como una tesis económica, donde el
estado actúa como el principal agente promotor y según la cual la noción de desarrollo está estrechamente
vinculada a la de progreso, entendido este último como mejoramiento gradual de la vida individual y
colectiva, relacionado con una idea de “justicia social”, con miras hacia el futuro y basado en los avances de
la ciencia y la técnica. Por otro lado, según este autor, a partir de la década de 1960 el desarrollismo fue de
interés para el ejército argentino con relación al tema de la seguridad continental. Así, el gobierno militar de
la “Revolución Argentina” desplegó una doctrina donde la asociación entre “desarrollo” y “seguridad” dio
lugar a un nuevo discurso, el de la modernización por vía autoritaria.
48
problema de alcance nacional. Desde la perspectiva desarrollista liberal, las desigualdades
no eran producto de causas estructurales, sino culturales. Por esta razón los indígenas
podrían y debían ser adaptados al desarrollo nacional, a la cultura y la tecnología
moderna. La principal contribución de estos pueblos a la nación devenía en su capacidad
de transformarse en mano de obra útil para aportar al progreso de la región. Al mismo
tiempo, como condiciones para el desarrollo, cobraron protagonismo los conceptos de
aculturación y participación.
Sin embargo, Lenton (2010) plantea que el golpe militar de 1966 modificó el
rumbo que hasta entonces había tenido la política indigenista nacional. Según la autora,
los pueblos indígenas pasaron de ser un grupo de interés político por su carácter clave
para el desarrollo, a constituirse en un objetivo de vigilancia en el marco de la Doctrina
de Seguridad Nacional. En primer lugar, porque a partir del surgimiento continental de
movimientos políticos basados en un “componente étnico” (el Katarismo, el Black
Panther Party en EEUU y el apoyo de Allende al movimiento Mapuche en Chile, por
ejemplo) la cultura comenzó a ser considerada como una entidad con atribuciones
potencialmente subversivas (Muzzopappa 2000). Y, en segundo lugar, porque muchos de
estos colectivos habitaban (y habitan) en zonas de frontera internacional (Lenton 2010).
Siguiendo a De Jong (2003), podemos decir que en el hiato comprendido entre la
década de 1940 y la de 1980, en el marco de las sucesivas dictaduras militares dadas en
este periodo, no se articularon políticas indigenistas estatales significativas, exceptuando
experiencias provinciales aisladas. Luego de los paradigmas excluyentes o
asimilacionistas (pero siempre evolucionistas y nacionalistas) de fines de siglo XIX, de
reparación histórica y cultural de los gobiernos radicales de principios de siglo XX, y de
construcción de ciudadanía en las poblaciones del interior del país de los primeros
gobiernos peronistas en la década de 1940, no fue hasta los años 1980 que se articuló una
política indigenista a nivel nacional. En este sentido, podemos entender el episodio que
nos ocupa entre 1963 y 1972 en la Colonia Emilio Mitre como un antecedente y/o
excepción de nivel local. Su análisis puede significar un aporte al estudio de las políticas
indigenistas estatales ocurridas en este interludio, particularmente durante el periodo
desarrollista de la década de 1960.
Zink et al. (2011) plantean que es importante tener en cuenta la situación en la que
se encontraba La Pampa para poder comprender las políticas estatales implementadas en
la provincia a partir de 1955. Según estas autoras, convertida en un estado autónomo del
gobierno central cuatro años atrás, La Pampa se encontraba en la tarea de "construir” una
49
nueva sociedad sobre la débil base del Territorio Nacional. Entre las necesidades
prioritarias se encontraban la falta de obras de infraestructura, la puesta en marcha de un
aparato administrativo-burocrático y dotar de servicios adecuados a los pueblos del
interior. Los funcionarios consideraban que la provincia era uno de los estados
postergados tanto política como económicamente. En este contexto, La Pampa se plegó a
la política del desarrollismo. Pese a que cada mandatario imprimió características
particulares a las medidas emprendidas, la preocupación fundamental en las agendas
gubernamentales radicó en la integración de la provincia con la región pampeana tanto
por medio de rutas, transporte o comunicación, como por la puesta en producción del
sector agrícola e hidroeléctrico en la zona ribereña de Colonia 25 de Mayo en el sudoeste
(Zink et al. 2011).
Aunque como sostienen Di Liscia et al. (2011), la situación poblacional de La
Pampa durante las décadas de 1960 y 1970 no sufrió grandes saltos cuantitativos, sí
experimentó importantes cambios desde un punto de vista cualitativo. Hay que tener en
cuenta que la conversión del territorio en provincia resultó un factor fundamental en toda
una serie de transformaciones económicas, políticas y sociales que había iniciado el
peronismo y que continuó el desarrollismo.
Hacia fines de la década de 1960 y principios de la siguiente aparecieron signos de
descontento social, no solo a nivel nacional, sino también en la provincia. En la región
surgieron diferentes agrupaciones políticas, como la llamada "nueva izquierda", con el
apoyo de diversos sectores.32 En este contexto, entre mediados de la década de 1960 y
principios de 1970 se visibilizaron en la provincia de La Pampa los conflictos por las
tierras de la zona de Colonia Emilio Mitre.
32
En este marco se produjo la huelga de los obreros de Salinas Grandes, una industria salinera
perteneciente a la empresa CIBASA S.A., ubicada en las cercanías de la localidad de Macachín. La
creciente movilización se profundizó en el año 1973 con el reclamo de los estudiantes universitarios por
la nacionalización de la Universidad de La Pampa (Zink et al. 2011).
33
En un trabajo junto a Anabela Abbona desarrollamos en profundidad los incidentes en Emilio Mitre
entre 1966 y 1973 y la puesta en marcha del Operativo Mitre (Roca y Abbona 2013). También puede
encontrarse un análisis de estos episodios en la tesis doctoral de Axel Lazzari (2010).
50
explícitamente al Gobierno Provincial, tanto al constitucional anterior al golpe como al
posterior de facto. Recién en 1968 se observa un primer acercamiento al problema cuando
el Gobernador Guozden visitó Emilio Mitre y escuchó los reclamos de varios pobladores.
Pero fue en marzo de 1969 cuando se concretó el desalojo de la familia Morales y la
situación tuvo una mayor difusión pública.34 En aquel año, Juan Pedro Fiorda,35 con el
apoyo de la Dirección de Tierras y el estudio jurídico de quien fuera Gobernador de la
provincia antes del golpe de Estado, Ismael Amit,36 recibió una concesión de 3.125
hectáreas, es decir 5 chacras de 625 hectáreas que eran habitadas desde hacía décadas por
Ceferino Morales, Pedro Páez, Ataliva Canhue, Pantaleón Peralta y Ambrosio Carripilón.
Según se menciona en los diversos documentos, las concesiones a Fiorda fueron
realizadas en base a un sistema de puntajes incorporado por las autoridades provinciales,
según el cual los distintos pretendientes a tierras fiscales competían de acuerdo a los
bienes económicos que poseían para invertir. En función de estos capitales se estipulaba
la cantidad de puntos y por lo tanto quiénes serían más aptos para ocupar una chacra,
independientemente del tiempo de permanencia en las mismas. Este sistema, como
argumentó Acevedo en defensa de los paisanos, dejaba en desventaja a quienes se
encontraban en una posición económica más desfavorable. Además, la situación a favor
de Fiorda quedó oficialmente reconocida en el Decreto Nº 945/66, publicado en el marco
de la ley Nº 277 de 1962, según el cual el poder ejecutivo estaría facultado a otorgar
permisos de ocupación en Colonia Emilio Mitre por un periodo de cinco años. Este
Decreto tenía potestad sobre tierras pertenecientes a la provincia y si bien la Colonia
Emilio Mitre había sido fundada por un Decreto presidencial sobre tierras fiscales del
Estado Federal, luego de la provincialización del Territorio de La Pampa en 1951, las
tierras fiscales que no fueron escrituradas a título individual pasaron al dominio
provincial, como fue el caso de Emilio Mitre (Lazzari 2010).
34
Notas del Diario La Arena del 27/9/68 y 5/3/69.
35
Fiorda era un reconocido vecino y ex intendente municipal de la localidad de Victorica, situada a unos
100 km de Emilio Mitre.
36
Ismael Amit fue Gobernador de La Pampa en dos oportunidades (1960-1962 y 1963-1966). Este dirigente
radical, quien primero había sido interventor nacional de La Pampa en 1958, pertenecía a una de las dos
líneas en las que se había dividido el radicalismo unos años antes, la Unión Cívica Radical Intransigente
(UCRI), cuyo líder a nivel nacional era Arturo Frondizi. Durante las dos gestiones, Amit llevó adelante una
política alineada al paradigma desarrollista, inspirándose en nociones como las de progreso y modernización
(Zink et al. 2011).
51
Los primeros meses de 1969 fueron los momentos de mayor conflicto. A
mediados de febrero de ese año Fiorda ingresó en la chacra de Ataliva Canhue y comenzó
a perforar un pozo y alambrar.37 El 4 de marzo de 1969 se concretó el desalojo de la
familia Morales con la policía y el juez de paz de Emilio Mitre. Estas personas fueron
trasladadas por la fuerza y detenidas en un edificio en construcción de la Colonia.
A partir de entonces la prensa provincial comenzó a publicar periódicamente
artículos que denunciaban el episodio, mientras que el abogado Fernández Acevedo
comenzó un intenso reclamo ante las instancias judiciales. Acevedo había mantenido
además una discusión pública donde culpaba al Gobernador Amit por el despojo
cometido contra los habitantes de Emilio Mitre. En el mismo año el caso se publicó en la
revista Siete Días, de alcance nacional. Iba tomando forma un escándalo público que
forzó al Gobierno provincial a comprometerse en el asunto.
A su vez, la situación apremiante de los paisanos los llevó a movilizarse, y lejos de
adoptar una posición pasiva y aguardar la asistencia del gobierno, fueron ellos quienes
llamaron su atención. Si el gobierno intervino porque salió a la luz el conflicto que
atravesaba la colonia, hay que destacar que dicha visibilización se produjo como
consecuencia de la agencia impulsada por sus habitantes. En efecto, ellos articularon una
hábil estrategia de comunicación con Fernández Acevedo vía correspondencia y
telegramas, entre la Colonia y la capital provincial. Por otro lado, tampoco se quedaron
expectantes, sino que comenzaron a viajar periódicamente a Santa Rosa. Desde allí
demandaron audiencias con las autoridades provinciales y organizaron junto a Fernández
Acevedo la difusión a través de los medios periodísticos.
Finalmente, a raíz de la intensa difusión y la defensa articulada con Acevedo, los
desalojos no llegaron a formalizarse. La familia Morales regresó a su casa y la concesión
a Fiorda quedó sin efecto, estudiándose la posibilidad de compensarlo con tierras en otra
área.38 Los argumentos que esgrimieron el abogado y sus defendidos se basaron
principalmente en tres ejes: sostener la ilegalidad de los desalojos por la ausencia de
intervención del Fiscal de Estado de la provincia, ya que al tratarse de tierras públicas el
mismo debía intervenir; alegar que el decreto 945/66 que disponía los desalojos estaría
fuera de norma legal por no haber sido publicado oficialmente y sería por lo tanto inválido
y, por último, una constante reivindicación étnica de los pobladores. Esto último los
37
Nota del diario La Arena del 5/3/69.
38
Nota del diario La Arena del 19/6/69.
52
posicionaría como legítimos dueños de esas tierras, considerando la disposición del
Gobierno Nacional de donar las tierras de Colonia Emilio Mitre a familias ranqueles en el
año 1900 como mencionamos anteriormente. Las fuentes nos sugieren que este conflicto
fue uno de los principales motivadores del Operativo Mitre, una intervención realizada
por el gobierno provincial meses más tarde. Evidentemente el “ruido” llamó la atención y
obligó al gobierno, quien ya no pudo hacer caso omiso de los demás problemas que
afectaban el lugar, a tomar cartas en el asunto.
39
Un ejemplar original de este documento se encuentra en el Archivo Histórico Provincial “Prof.
Fernando Araoz” en Santa Rosa, La Pampa.
53
2.2.4. Se va gestando la militancia rankülche.
A inicios del capítulo 2 propuse abordar la historia ranquel de La Pampa en tres
etapas. En esta segunda etapa apreciamos el momento en que la reivindicación indígena
en la provincia cobra vida como resultado de la agencia planificada por un grupo de
pobladores de Emilio Mitre. Ellos, junto a su abogado defensor, se dan cuenta que su
identidad ranquel ya no sería un “adorno folklórico” del pasado pampeano, sino un
instrumento de empoderación política. Este proceso puede ser entendido tanto desde la
categoría de “identidades políticas” de Segato, como desde la de “esencialismo
estratégico” de Spivak, que retomaré con más detalle en el capítulo 5. Del mismo modo,
Rachel Sieder (2004) menciona que en el multiculturalismo iniciado en los 80 muchos
actores indígenas han esencializado estratégicamente su identidad como forma de
promover sus demandas. Reivindicar la etnicidad de los pobladores de la colonia en la
disputa de 1963-72 fue una de las estrategias principales de la defensa, y representa un
antecedente en la provincia, ya que esta “esencialización estratégica” comenzó a darse con
más fuerza en la última década. En este sentido, es oportuna la afirmación de Alonso
respecto a que “junto con clase, género, edad y orientación sexual, la etnicidad es una de
las dimensiones de identidad claves para la construcción y negociación del status y, por lo
tanto, del poder en las sociedades estatales” (Alonso 1994: 391)40.
El abordaje que Sieder hace del multiculturalismo entendido como política pública
desde el Estado (y en la misma línea del marco teórico que vengo utilizando), encuentra
un antecedente directo en el caso que estamos analizando. Para Sieder, el
multiculturalismo en América Latina evidenció avances en el “reconocimiento del
derecho a la diferencia, particularmente en cuanto al reconocimiento legal de tales
derechos” (Sieder 2004: 1). Por otra parte, la autora reconoce dos tendencias que estarían
dándose hacia el futuro: “la judicialización de los reclamos en contra de la discriminación
y en pro del reconocimiento de la diferencia y los derechos autonómicos por parte de los
movimientos sociales mediante un uso estratégico del derecho; y, segundo, las políticas
de acción afirmativa para favorecer a grupos históricamente excluidos” (2004: 1). La
disputa que nos interesa, protagonizada entre pobladores de Emilio Mitre, los
pretendientes a las tierras y el Estado provincial, se caracterizó por la participación activa
de un cuarto actor, el abogado Fernández Acevedo. Lo que el abogado precisamente hizo
40
“Along with class, gender, age, and sexual orientation, ethnicity is one of the dimensions of identity
key for the construction and negotiation of status and, hence, of power in state societies” (Alonso 1994:
391).
54
fue utilizar el Derecho para frenar las amenazas de desalojo a los pobladores de Emilio
Mitre, al mismo tiempo que comenzó una campaña de acción afirmativa que los medios
periodísticos acompañaron con intensa difusión. Paralelamente los pobladores
amenazados comenzaron a reivindicar su identidad indígena como forma de legitimar su
derecho a las tierras. Esta relación, que en principio podría ser entendida de forma
paternalista, cobra otro sentido cuando en entrevistas realizadas un protagonista de aquel
episodio nos relata que la reivindicación ranquel de los 60 no fue tanto una sugerencia del
abogado Fernández Acevedo, sino que más bien venía dándose por parte de un grupo de
paisanos que hoy suelen ser considerados como los primeros líderes del resurgimiento
rankülche del siglo XX, como es el caso de Ambrosio Carripilón, Ceferino Morales y
Ataliva Canhue, entre otros (Germán Canhue, comunicación personal). Esta observación
es interesante en términos de la agentividad del grupo, no ya como sujetos pasivos
adaptados a una nueva tendencia, sino más bien como constructores activos de esta nueva
coyuntura. En todo caso, podemos pensar que el abogado supo leer lo que estaba
ocurriendo y así acompañarlos desde su papel como especialista en Derecho.
Es interesante observar en este caso el efecto que produjo la imagen legitimada
que el discurso hegemónico les devolvió a los sujetos ante su reivindicación étnica. Para
reclamar su derecho a las tierras, los pobladores de Emilio Mitre comenzaron a manifestar
a todas voces que ellos son ranqueles y que Emilio Mitre es de los ranqueles. La
respuesta de la sociedad fue positiva y esa afirmación aprobada. Los periódicos locales
comenzaron a publicar notas semanalmente en las que no sólo se hablaba de “colonos” o
“pobladores”, sino explícitamente de “ranqueles”, “rankules”, “indios” o “aborígenes”.
Pero el reconocimiento no se limitó al ámbito de lo local. Las insistencias del abogado
Acevedo fueron oídas en los periódicos de nivel nacional y así, en 1969, la revista 7 Días
Ilustrados publica en cuatro páginas y a todo color una nota titulada “Expulsión a los
indios Ranqueles” (ver Anexo N° 1). Y más aún, el reconocimiento no se limitó a lo
periodístico, sino que halló una respuesta política cuando en 1972 el presidente de facto
Agustín Lanusse atiende la comitiva de Emilio Mitre en un acto público en Santa Rosa y
ordena a funcionarios provinciales que les preparen las escrituras de sus tierras. ¿Cómo
repercutió esto en los pobladores de Mitre? En las entrevistas realizadas con motivo de
una investigación específica (Roca 2008), me relatan que el encuentro con Lanusse
provocó un cambio de actitud en algunos de los paisanos. Por ejemplo, Ambrosio
Carripilón, quien toda su vida habría reivindicado su identidad ranquel, comenzó a llevar
esta manifestación a un nivel más público. Pareciera ser que, para Carripilón, la
55
aprobación del máximo jefe nacional fue suficiente para animarlo a reclamar una
autoridad basada en su etnicidad.41
Distinto pero similar fue el caso de uno de los más importantes protagonistas de la
reemergencia ranquel, Germán Canhue. Cuando la revista 7 Días publicó el caso, él vivía
en Buenos Aires, y encontrarse con la publicación le produjo un efecto que cambiaría su
vida para siempre y lo motivaría a retornar a La Pampa y comenzar la organización de la
primera asociación indígena en la provincia (ver Anexo N° 2).42
La palabra de Lanusse y la nota de la revista 7 Días actuaron como una suerte de
aprobación. Ya no habría dudas: los ranqueles existen y además cuentan con el apoyo del
máximo Lonko Blanco43 y gran parte de la sociedad. Así, asistimos a un momento en el
que ser ranquel, a diferencia de lo que venía sucediendo desde principio de siglo,
comienza a verse legitimado por el discurso hegemónico (estatal y social). Es de esperar
que la postura tomada por el Estado en este sentido ejerza una gran influencia en lo que
las personas involucradas sientan de sí mismas. Cuando en la primera mitad del siglo XX
ser ranquel era algo indeseable para el proyecto nacionalista (parafraseando a Segato
podríamos decir: una alteridad histórica incómoda), quienes adscribían a tal identidad se
ocultaron y enseñaron a sus hijos y nietos a no hablar su lengua sino castellano, a ser
católicos y “parecerse al blanco”. A partir de los 60 y hasta la actualidad, el Estado
“aprueba” la identidad ranquel, como consecuencia, un grupo de personas comienza a
reconocerse como tal abiertamente. Sin duda el peso superyoico44 de la mirada estatal
puede hacer sentir a las personas más o menos parte de algo mayor, más o menos
integradas o más o menos marginadas en una sociedad. Como plantean Corrigan y Sayer,
el Estado tiende a dar la aprobación oficial a ciertas clasificaciones sociales
fundamentales, como son la edad o el género, pero tiende a suprimir las que traspasen los
límites de lo convencional (como puede ser un tercer género o la etnicidad) y esto “tiene
consecuencias culturales enormes y acumulativas; consecuencias en cómo la gente se
41
Notas del diario La Arena del 17/06/1972, 29/07/1972, 12/08/1972 y 21/08/1972.
42
En Roca 2008 publico las entrevistas donde Daniel Cabral y Germán Canhué relatan estas experiencias.
43
Lonko es una palabra que en chedungun significa “cabeza” y se utiliza para referirse a los líderes dentro
del movimiento ranquel.
44
Superyó es un término del psicoanálisis Freudiano. Junto al Yo y el Ello compone el aparato psíquico.
El Superyó representaría para Freud los aspectos morales, éticos y normativos provenientes del entorno
social y cultural, y se relacionaría con la internalización de la figura paterna en la resolución del complejo
de Edipo (Freud 1984).
56
identifica (en muchos casos, tiene que identificarse) a sí misma y su lugar en el mundo”
(Corrigan y Sayer 1985: 4).45
Ciertamente, la movilización tuvo importantes consecuencias, pues todo este
proceso derivó, por ejemplo, en el regreso de Germán Canhue a La Pampa y el inicio de
la reorganización política del pueblo rankülche.46 El reconocimiento étnico no se limitó a
lo simbólico porque tuvo efectos concretos en la vida de las personas, al resultar, por
ejemplo, en la escrituración de algunas parcelas de tierra. Esta revalorización promovió
un sentimiento compartido de colectividad y la creación de redes sociales que ofrecieron
un marco de pertenencia afectiva a personas que viven aisladas en tierras estériles o en los
espacios marginales (físicos y sociales) de las ciudades; personas que a partir de esta
celebración socialmente reconocida de su historia, se capitalizaron.
Desde mi punto de vista, este episodio puede ser considerado como el inicio de la
militancia rankülche moderna en La Pampa. Más tarde, entrada la década de 1990, y en el
marco internacional y nacional de reconocimiento jurídico al derecho indígena, los
protagonistas más activos de la reivindicación ranquel, comenzarían un proceso de
organización política en asociaciones, comunidades y participación en diversos espacios
políticos que configuran el escenario de la militancia indígena actual.
45
“State activities more or less forcibly ´encourage` some whilst suppressing, marginalizing, eroding,
undermining others (…) Fundamental social classifications, like age and gender, are enshrined in law,
embedded in institutions, routinized in administrative procedures and symbolized in rituals of state.
Certain forms of activity are given the official seal of approval, others are situated beyond the pale. This
has cumulative, and enormous, cultural consequences; consequences for how people identify (in many
cases, have to identify) themselves and their ‘place’ in the world” (Corrigan & Sayer 1985: 4).
46
Germán Canhue nació en mayo de 1932 en un paraje denominado “Chacras de Butaloo” a 10kms de la
localidad de Santa Isabel. Su abuela materna fue hija de Ramón Cabral “El Platero”. Su Tío, Ataliva
Canhue, fue uno de los protagonistas activos de los episodios dados entre 1966 y 1973. En su vida adulta,
luego de años de recorrido como marino mercante y una larga estancia en Buenos Aires, Germán regresó a
La Pampa y asumió diversas responsabilidades relacionadas con la militancia e investigación indígena: en
1990 crea y preside la Organización Aborigen “Mariano Rosas”, fue uno de los impulsores de la FICAR
(Federación India del Centro de la Argentina), integrante del AIRA (Asociación India de la República
Argentina), miembro del Consejo de Lonkos Ranquel y del Consejo Provincial del Aborigen de La Pampa,
y de la Confederación Rankul del Centro de Argentina. Mantuvo vínculos con diversas Universidades
Nacionales de la Argentina participando en congresos, jornadas, disertaciones, publicaciones y cátedras
libres. Asimismo, asistió a congresos internacionales en Canadá, Estados Unidos, Colombia y México.
Algunas de las disertaciones de Canhue fueron publicadas. Colaboró en la producción de documentales,
participó en la comisión indígena de debate por la nueva Ley Nacional de Educación y en los talleres de
capacitación para docentes e idóneos de la modalidad de EIB de la Subsecretaria de Educación del Gobierno
de La Pampa. Falleció el 7 de octubre de 2011 en la ciudad de Olavarría mientras asistía a las Terceras
Jornadas de Antropología del Centro en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del
Centro de la provincia de Buenos Aires. Para más información, véase Abbona (2016), donde la autora
reconstruye la tarea intelectual de Canhue.
57
2.3. Ranquel como subjetividad afectiva
Actualmente, la mayor parte del pueblo rankülche vive en las provincias de La
Pampa, San Luis y Córdoba, pero también muchas familias y personas residen en diversas
zonas del país, como la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y las provincias de Buenos
Aires, Santa Fe, Mendoza y Tucumán. Los rankülches habitan tanto en zonas rurales
como urbanas. En La Pampa, la población rural se concentra en la región noroeste de la
provincia, en pueblos como Santa Isabel y Telén, en la Colonia Emilio Mitre, Algarrobo
del Águila, Victorica y en las zonas aledañas. En el sur de San Luis, se ha instalado un
asentamiento rural planificado llamado “Pueblo Nación Ranquel”. Los rankülches que
aún viven en el campo habitan en “puestos” (espacio que reúne las casas, los corrales y
los molinos) ubicados en chacras propias o de un patrón, y la mayor parte de la vida diaria
transcurre fuera de la casa, en un área semicubierta que suele llamarse “enramada”. Se
dedican a las faenas de campo (alambradores, molineros, hacheros y cuidadores de
caballos). En menor medida hay quienes poseen tierra y animales propios (chivos y vacas)
para el consumo personal y la venta. En algunos casos el ingreso familiar suele
completarse enviando un integrante a las cosechas de frutas, como la uva, a las provincias
vecinas como Mendoza.
En cuanto a la población rankülche urbana de La Pampa, la mayoría se encuentra
distribuida en las ciudades del norte (Parera, Realicó y General Pico), del centro (Santa
Rosa y Toay), y en algunas del sur y el este (General Acha y Miguel Riglos). Como
vimos en el punto 2.1.3., en Santa Rosa, los rankülches provenientes del campo se fueron
instalando en zonas específicas, dando lugar a barrios que actualmente concentran a la
gran mayoría de los descendientes y/o pertenecientes al pueblo rankülche. En estos
barrios se instalaron en casas prediseñadas modularmente, sin embargo muchos se las
arreglaron para reproducir algunos modos tradicionales de vida, como montar
“enramadas” y tener huertas en el poco espacio de patio posible, o, en algunos casos,
animales de granja pequeños (gallinas o algún chivo) (Lazzari, Roca y Vacca 2016).
La mayoría de los rankülche que habitan zonas urbanas trabajan como empleados
públicos (policías, enfermeros, administrativos) o en el sector de servicios (comercios,
bancos, escuelas o se desempeñan en oficios como mecánicos, carpinteros, albañiles,
choferes, empleadas domésticas, cocineras). Algunos se dedican a la elaboración y venta
de artesanías (en textiles y en cuero). Muchos llevan una vida comunitaria. Por lo general,
estas comunidades están integradas por familias emparentadas que se agrupan en un
barrio o pueblo y comparten diferentes aspectos de la vida cotidiana. El movimiento
58
actual de organización indígena ha permitido que muchos rankülche que viven aislados
entre sí, lleguen a conocerse entre parientes y entablen relaciones con nuevos amigos.
Muchas veces los lazos comunitarios toman la forma oficial de “comunidades
indígenas”. En este sentido especial, se trata de una personería jurídica reconocida por ley
e inscripta en un registro nacional (RENACI) administrado por el Instituto Nacional de
Asuntos Indígenas (INAI). La personería jurídica permite gestionar diferentes proyectos
por vías legales, como la solicitud de becas educativas o los reclamos territoriales, entre
otras cosas. Aunque es difícil hablar de una cifra exacta, dado que están en un proceso de
organización constante, actualmente en La Pampa hay alrededor de 32 comunidades
rankülche (y sola una mapuche), entre las que poseen o tramitan su personería jurídica y
las que no lo han hecho. La organización política actual de los rankülche sigue varias
pautas tradicionales. Por ejemplo, cuentan con la figura de un cacique gobernador general,
cargo ocupado por Carlos Campú. La autoridad de este cargo se basa en poseer
conocimientos de la lengua y la cultura y en alguna medida también, en el hecho de tener
su residencia en el campo. Por otro lado, el órgano propio de autogobierno de los
rankülche es el Consejo de Lonkos cuya sede central se encuentra en Santa Rosa y reúne a
la mayoría de los lonkos de las diversas comunidades del interior provincial. Finalmente,
el vínculo con las autoridades provinciales se canaliza, desde 2013, por medio del
Consejo Provincial del Aborigen (CPA), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social
del Gobierno de la provincia.
Así, la organización de comunidades y diversos espacios vinculados con la
reemergencia ranquel,47 como la participación en espacios académicos o la publicación
propia de textos, la exposición y venta de artesanías y el deseo y acciones tendientes a la
reconstrucción de una espiritualidad, cultura e identidad propia, son prácticas que
vienen no solo visibilizándolos, sino aportando al marco de contención afectiva, social y
política para muchas personas. Algunos de los habitantes de los barrios marginales de
las ciudades, descendientes de ranqueles (sin necesariamente sentirse pertenecientes),
encuentran en esa identidad elementos para mitigar la marginalidad, no solo desde lo
económico (por ejemplo a través de las becas para estudiantes indígenas), sino también
desde lo social y afectivo; dicho de otro modo, encuentran un sentido de pertenencia.
47
Como el Centro Cultural Jila Campú en Victorica, el Centro Cultural ranquel-mapuche dirigido por
Juana Vila en Toay, el Centro de Interpretación de la Cultura Originaria Ranquel (CICOR), dirigido por
María Inés Canuhé, lonko de la comunidad Willi Antú en la zona del bajo Giulani al sur de Santa Rosa,
entre otros.
59
Por otro lado, esta “subjetividad afectiva” traducida en “identidad política”,
habilita al logro político. En este sentido, el acceso y titularización a tierras es uno de
los aspectos más demandados, y en La Pampa se han obtenido algunos resultados. En el
pueblo de Quehue una comunidad obtuvo en comodato tierras municipales para la
crianza de animales. En Parera también se accedió a una parcela de tierra municipal. En
Victorica otra comunidad consiguió seis hectáreas con título de propiedad. Pero el más
importante de todos esos procesos es el relevamiento de tierras (ReTeCI) que se realizó
en el oeste pampeano bajo los auspicios de la Ley Nacional de Relevamiento de
Territorios Indígenas N° 26.160, y en el marco del cual una comunidad logro el titulo
comunitario de las tierras que ocupan. Otro de los logros políticos de los rankülche son
los relacionados con el de la “reparación histórica”. En este sentido, una de las más
importante reparaciones fue la restitución del cráneo de Panguithruz Gner (Mariano
Rosas) desde el Museo de Ciencias Naturales de La Plata a Leuvucó, el 23 de junio de
2001. Esto marco un hito fundamental en la reemergencia ranquel.48 Según Lazzari
(2010), entre los rankülches este hecho tuvo un impacto emocional y político de gran
envergadura. Significó volver a creer en la posibilidad de organizarse nuevamente como
un pueblo.
Ana Ramos (2010) trabaja el componente de la afectividad entre la comunidad
mapuche-tehuelche de la Colonia Cushamen en Chubut. Para ella, las reflexiones sobre
el linaje y la memoria colectiva de los antepasados del grupo, subrayan los componentes
afectivos de las trayectorias sociales. “A través de genealogías y cantos familiares, ellos
recuerdan cómo y por quién “han sido formados” y, en este gesto, el linaje pasa a ser
también el lugar social de los afectos, las lealtades y los compromisos” (Ramos 2010:
18). Del mismo modo entiendo a la afectividad como un elemento central en la
48
Mariano Rosas fue un importante cacique ranquel de Leuvucó. Su nombre natal fue Pangithruz Gner (el
zorro cazador de leones). Nació hacia 1818 y su padre fue el cacique Painé. En 1838 Panguithruz fue
tomado prisionero y remitido a Buenos Aires bajo disposición del Gobernador Juan Manuel de Rosas. Fue
trasladado a Santos Lugares como prisionero, pero con el tiempo el gobernador Rosas le tomó afecto. Lo
hizo bautizar, dándole su apellido, y procuró enseñarle el castellano y los principales trabajos del campo.
Panguithruz se fugó de Buenos Aires y regresó a Leuvucó. Cuando murió su padre, Painé, en julio de 1847,
lo sucedió en el cacicazgo su otro hijo Calvaiñ. Pero este falleció en enero de 1858 y Panguithruz fue
elegido como cacique principal. Cumplió este rol hasta 1877 cuando murió a causa de problemas en su
salud, en un contexto crítico para los ranqueles ya que estaban siendo hostigados por las fuerzas militares
nacionales. Lo sucedió en el cargo su hermano Epumer. Los restos de Mariano Rosas yacían en Leuvucó de
acuerdo a las costumbres ranqueles. Sin embargo, fueron desenterrados de su lugar original por Eduardo
Racedo luego de la llamada “conquista del desierto”. El Coronel le entregó el cráneo a Estanislao Zeballos,
quien lo donó en 1889 al Museo de Ciencias Naturales de La Plata donde se registró con un número para ser
exhibido y analizado. Allí permaneció hasta su restitución a Leuvucó y al pueblo rankülche en 2001
(Fragmento extraído y resumido de Los rankülche sobre la huella de Mansilla. Desde la voz de
descendientes rankülche, Confederación Ranquel 2010: 268-270).
60
configuración de la identidad rankulche actual. Uno de los momentos donde más se
evidencia es el de los 23 de junio en Leuvucó, ocasión en que la mayoría de las
comunidades pampeanas, y otras provenientes de San Luis, Córdoba y Mendoza, se
reúnen para celebrar el solsticio de invierno, el comienzo del nuevo ciclo o we tripantu.
Allí se enciende un fuego que dura toda la noche y se baila el choique purrum (danza
del ñandú) y la danza de la fertilidad. Los participantes de la celebración se reúnen en
torno al rewe (lugar sagrado) y se colocan ofrendas. El motivo de la reunión no está
marcado por una agenda sino por las ganas de juntarse y festejar su espiritualidad. El we
tripantu es religioso porque moviliza aspectos emocionales en las personas. Es una
ocasión en la cual se reúnen y conversan sobre sus historias familiares reforzando así el
sentimiento de unión y sentido de pertenencia colectiva. Es común ver a las personas
sentadas durante horas al lado del fuego, tomando mate y buscando lazos de parentesco
entre sí. Los niños también están presentes. Al oír las conversaciones nacen deseos de
aprender más sobre la historia y la lengua. A su vez, este momento está muy vinculado
con la naturaleza. Se prenden fuegos y se purifica la ropa y los instrumentos con el
humo. Se pasa la noche bajo las estrellas y al clarear se recibe el sol con la ceremonia.
En reiteradas ocasiones en las que pude asistir, observé a muchas de las personas muy
emocionadas, abrazándose los unos a los otros, en el momento final de la ceremonia al
amanecer. No buscan copiar lo trascurrido hace 150 años atrás, sino vivenciar esta
ceremonia de acuerdo a las pautas culturales propias, pero en función a lo que los
rankülche son en el presente, un pueblo que está reconstruyéndose.
En uno de los we tripantu la machi Ana María Domínguez expresó:
“Hoy estamos vacíos de espiritualidad. El día que ustedes quieran venir a una ceremonia
(están invitados), porque estamos caminando juntos el camino; queremos que el espacio
donde hacemos la ceremonia lo respeten, que traten de sentir la presencia de Dios ahí.
Nosotros plantamos un rewe, que es como embellecer un espacio, plantar un altar como
dirían los católicos, un altar donde nos presentamos ante Vuta Chao. Él se va a hacer
presente hacia el lado del este, un espacio donde encendemos nuestro fuego sagrado,
donde presentamos todos los elementos que han cumplido un rol durante el año, ese
alimento que nos ha dado la tierra. Damos gracias pero también pedimos que nos de
fuerzas espirituales para seguir adelante, para tener sabiduría, para criar a nuestros hijos,
para atender a los ancianos, para recuperar un poco también nuestra cultura y, sobre todo,
para que no nos dejemos invadir por la codicia, que aquí en la ciudad es fácil
contaminarse de un montón de vicios, ¿no es cierto? Eso es lo que hacemos nosotros
cuando estamos reunidos. Yo, hermanos, tengo estas experiencias que contarles. Así ha
llegado el mensajero del pueblo ranquelino a mí. Que Vuta Chao esté con ustedes” (Ana
María Domínguez, citado en Lazzari, Roca y Vacca 2016).
61
2.4. Conclusiones del capítulo
El capítulo introdujo un abordaje histórico. Comencé con algunas
consideraciones generales sobre la etnogénesis del pueblo ranquel, para luego
sistematizar la historia de los ranqueles de La Pampa en tres etapas diferentes.
La primera de esas etapas, titulada “ranquel como alteridad histórica”, se ubica
desde la finalización de la “Conquista del Desierto” (1878-1885) hasta la década de
1960, y estuvo caracterizada por las políticas nacionalistas, evolucionistas y
civilizatorias, que tendieron a negar la presencia indígena en el territorio de La Pampa
asimilándolo a la sociedad dominante. En este sentido, me detuve en el rol que el
sistema educativo tuvo como dispositivo civilizador, así como en la posterior migración
que la población ranquel realizó hacia los centros urbanos de La Pampa a partir de la
década de 1940, asimilándose a la sociedad dominante como una clase social
“desindianizada” y marginal.
La segunda etapa, “ranquel como identidad política”, aborda los procesos de
reivindicación de la identidad ranquel que comienzan a darse a partir de la década de
1960 en el oeste pampeano en el marco de una disputa por tierras en Colonia Emilio
Mitre. Luego de presentar el contexto político y social caracterizado por políticas
desarrollistas y el gobierno militar de facto iniciado en 1966, analizo como un grupo de
ranqueles, en alianza con un abogado defensor y con la connivencia de los medios de
comunicación, instrumentan su identidad como estrategia de lucha política y
argumentación de su legítimo derecho a las tierras en disputa. Me detengo en estos
episodios porque los entiendo como antecedentes directos que configurarían dos
décadas más tarde a la actual organización política del pueblo ranquel en La Pampa.
Finalmente, en la etapa titulada “ranquel como subjetividad afectiva” presenté
algunas características del contexto de reemergencia actual, donde encontramos un
sujeto ranquel socioeconómicamente marginado que encuentra en su identidad, no solo
un modo de instrumentación política, sino también un marco de contención afectiva que
aporta sentidos a su experiencia de “estar en el mundo” y un sentido de pertenencia
colectivo.
En el capítulo siguiente, profundizaremos en la última de estas etapas,
dedicándolo específicamente a las acciones de la EIB instrumentadas por el pueblo
ranquel en La Pampa.
62
Capítulo 3
49
No hace muchos años que diversos pueblos y organizaciones indígenas comenzaron a referirse al
continente latinoamericano como Abya Yala, expresión proveniente de los cuna de Panamá que significa
“tierra en plena madurez”. Esta forma de enunciación es entendida por varios autores como una estrategia
retórica para posicionarse en contra de la raíz colonial y occidentalizante del término “América Latina”
acuñado desde los centros europeos del poder colonial en la región, como forma de diferenciarse del
mundo anglosajón (Walsh 2006).
63
utilizar lenguas, cultura y maestros indígenas como “traductores”, pero también en
función de un proyecto de asimilación. El modelo bilingüe-bicultural de fines de los 60 e
inicios de los 70 comienza a promocionar el respeto hacia las otras culturas pero aún
desde un abordaje etnocéntrico, dado que los currículos y didácticas siguen siendo
creados desde los centros urbanos no indígenas. Por último, el modelo bilingüe
intercultural de fines de los 70 e inicios de los 80 es el que, como mencione más arriba,
está siendo promovido desde las luchas indígenas.
Hirsch y Serrudo (2010) problematizan las nociones de “interculturalidad” e
“EIB”. Siguiendo a Walsh, las autoras plantean que, si bien “EIB” es el término
mayormente utilizado por diversos actores para referirse a los modelos alternativos de
educación que abordan la diversidad cultural, el factor intercultural, en el sentido estricto
del término, aún no es aplicado estrictamente. De este modo, y siguiendo la
sistematización de Yáñez Cossio (1988), podría pensarse que el modelo bilingüe-
bicultural es el que para Walsh (2010) sigue operando hoy en día en la mayoría de los
países latinoamericanos, a pesar que se hable de una educación (supuestamente)
intercultural. La autora plantea que “dentro de la EIB, lo “intercultural” ha sido entendido
principalmente en términos lingüísticos y con una sola direccionalidad: desde la lengua
indígena hacia la lengua “nacional”. Y es esta direccionalidad la que le da un sentido de
transición: lo “intercultural” es entendido como el relacionamiento que los alumnos
indígenas deben tener con la sociedad dominante y no viceversa” (Walsh 2010: 81-82). Y,
de este modo, los procesos de estudio y aprendizaje inter-epistémicos, aún estarían lejos
de concretarse en Latinoamérica. Veamos cómo la autora explica esta situación.
Uno de los hitos más importantes relacionados con la EIB está situado en las
reformas constitucionales y educativas que ocurrieron en la década de 1990. En ese
entonces, el reconocimiento del carácter pluricultural de la población latinoamericana se
tradujo en las reformas constitucionales de varios países, dando inicio a una nueva fase
que Walsh (2010) denomina como “constitucionalismo multicultural”. Algo que vale la
pena destacar es la importancia que tuvieron en esta etapa los marcos normativos
referidos a pueblos indígenas provenientes de organismos internacionales. Es decir, el
auge multicultural no se dio aisladamente y de forma simultánea en cada país, sino que
respondió a lo que Briones (2005) caracteriza como un proceso globalizante y
transnacional de juridización del derecho indígena a la diferencia cultural. El Convenio
169 de la OIT de 1989, el borrador de la Declaración Universal de los Derechos Indígenas
64
de las Naciones Unidas de 1994 y la Declaración Americana de la OEA, son solo algunos
ejemplos.
En los 90, en Latinoamérica, al mismo tiempo que comenzó a prestarse atención a
la diversidad étnica-cultural y sus derechos, también comenzó a hablarse de
“interculturalidad”. La importancia dada al término desde entonces es un resultado de la
lucha de movimientos étnicos y/o de minorías culturales, pero según señala Walsh, esta
tendencia “puede ser vista, a la vez, desde otra perspectiva: la que la liga a los diseños
globales del poder, el capital y el mercado” (Walsh 2010: 76). Así, para esta autora hay
dos tipos de interculturalidad, una “que es funcional al sistema dominante, y otra
concebida como proyecto político de descolonización, transformación y creación” (Walsh
2010: 76).
La interculturalidad forma parte del proyecto de promover relaciones igualitarias
entre distintos grupos étnicos y culturales, pero al ser un término tan amplio puede recaer
en sentidos difusos. Es por esto que Walsh (2010) insiste en distinguir entre distintos tipos
de interculturalidad. “Interculturalidad relacional” existe en Latinoamérica desde el inicio
de su poblamiento; es decir, contacto e intercambio entre culturas distintas. Por otro lado
podemos hablar de una interculturalidad que la autora llama “funcional”, aquella que
promoviendo el diálogo, la tolerancia y el respeto busca la inclusión de la diversidad
cultural en el orden social ya establecido quedando de esta manera cómoda al modelo
neoliberal (más consumidores con mayor diversidad de gustos y hábitos, y con libertad
para consumir).50 Al respecto dice la autora
“Esto forma parte de lo que varios autores han definido como “la nueva lógica
multicultural del capitalismo global”, una lógica que reconoce la diferencia, sustentando
su producción y administración dentro del orden nacional, neutralizándola y vaciándola de
su significado efectivo, volviéndola funcional a este orden (…) En este sentido, el
reconocimiento y el respeto a la diversidad cultural se convierten en una nueva estrategia
de dominación, que apunta no a la creación de sociedades más equitativas e igualitarias,
sino al control del conflicto étnico y la conservación de la estabilidad social con el fin de
impulsar los imperativos económicos del modelo (neoliberalizado) de acumulación
capitalista, ahora “incluyendo” a los grupos históricamente excluidos en su interior (…) la
ola de re-formas educativas y constitucionales de los 90 -las cuales reconocen el carácter
multiétnico y plurilingüístico de los países e introducen políticas específicas para los
indígenas y afrodescendientes- son parte de esta lógica multiculturalista y funcional”
(2010: 78).
50
Entiendo que lo que Walsh llama aquí “interculturalidad funcional” se condice con lo que en el marco
teórico definí como “multiculturalismo”.
65
Pero distinto es hablar de “interculturalidad crítica”. Esta no parte de la diversidad
cultural existente sino más bien de la desigualdad al interior de ella. Es decir, “de un
reconocimiento de que la diferencia se construye dentro de una estructura y matriz
colonial de poder racializado y jerarquizado, con los blancos y “blanqueados” en la cima
y los pueblos indígenas y afrodescendientes en los peldaños inferiores” (Walsh 2010: 78).
Esta interculturalidad, dice la autora, no existe per se, sino que debe ser buscada, activada
y construida desde las bases de los grupos subalternizados. Debe asumirse como acción y
proyecto político, social y epistémico (de conocimientos y saberes) que apunten a cambiar
la base de las estructuras que reproducen la desigualdad y racialización, y uno de los
ámbitos donde esa lucha se está llevando a cabo es el de la educación.
66
Pese a lo avasallador de estas políticas operando por casi un siglo entero, aún hoy
Argentina es un país multilingüe y pluriétnico. Messineo y Cúneo (2008) sostienen que en
el territorio nacional se hablan al menos unas veinte lenguas de inmigración europea y
asiática, y trece lenguas indígenas además del español. Con el retorno de la democracia, a
principios de los 80, el Estado comienza a aceptar la existencia de esta diversidad. Al
mismo tiempo, como mencione en el apartado anterior, aparecen marcos legales
internacionales a favor de los pueblos indígenas que poco a poco van siendo ratificados a
nivel nacional y provinciales. En este contexto, los pueblos comienzan a organizarse y a
reclamar por derechos vinculados a su cultura, tierras y lengua. Dentro de esta agenda
aparece la EIB. Con las reformas incorporadas por la Ley Federal de Educación Nº
24.195 de 1993, el Ministerio de Educación comienza a prestar atención a los territorios
con población indígena. La descentralización propuesta por estas reformas llevó a cada
provincia a direccionar de manera más autónoma sus propios currículos y políticas de
acuerdo a sus características regionales, y así algunas de las provincias con mayor
población indígena como Formosa o Chaco comenzaron a fortalecer e institucionalizar las
experiencias de EIB que venían ensayando (Hirsch y Serrudo 2010). En 1994 se reforma
la Constitución Nacional Argentina. A partir de entonces estos derechos, incluidos los
educativos, quedan oficialmente reconocidos. El Artículo 75, inciso 17, reconoce la
preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas del territorio, así como su derecho
a una educación bilingüe e intercultural. En 1995 se aprobó, por Ley N° 24.544, la
“Constitución del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y
el Caribe”. En 1997, la Ley N° 24.874 adoptó el “Decenio Internacional de las
Poblaciones Indígenas del Mundo”. En el 2000, se ratificó el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) por la Ley N° 24.071, entrando en vigencia
el 3 de julio del 2001. El Convenio expresa, en los artículos 26 y 27, que deberán tomarse
medidas para garantizar la modalidad de EIB en todos los niveles educativos, con
participación de los pueblos indígenas en la formulación y ejecución de programas que
respondan a sus necesidades particulares, incluyendo en el currículo sus conocimientos,
técnicas y sistemas de valores. A partir del 2003, el Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI), creado en 1985 por Ley Nacional N° 23.302 y reglamentada en 1989,
comienza a intensificar sus funciones. En aquel año, el INAI impulsa el “Programa de
Apoyo a la Educación Intercultural Aborigen”.
Desde entonces en todo el territorio argentino vienen ensayándose diversos
programas y experiencias, primero aisladas e impulsadas por los mismos pueblos
67
indígenas y más tarde como políticas oficiales del Estado. En el 2004 el Ministerio de
Educación de la Nación lanza el Programa Nacional de Educación Intercultural Bilingüe,
con un matiz de tipo compensatorio (una de las tareas principales fue otorgar becas a
alumnos indígenas de nivel medio). Finalmente, en el 2006, la EIB se incluye como una
de las ocho modalidades del sistema educativo después de incorporar instancias de
participación y consulta de comunidades de todo el país en la redacción de la Ley de
Educación Nacional Nº 26.206 (en adelante LEN). En esa oportunidad, los representantes
indígenas plantean la necesidad de garantizar una participación activa en el seguimiento
de la Ley y en la gestión de políticas sobre EIB. Como resultado se conformó el Consejo
Educativo Autónomo de Pueblos Indígenas (CEAPI) a nivel nacional y provincial.51 Esto
marcó un hito importante. A partir de entonces la EIB es reconocida como política
educativa oficial y su matiz compensatorio cambió hacia uno de tipo más coyuntural
(revisión de currículos y formación de docentes e idóneos especializados en la modalidad
con mayor participación de las comunidades). En este marco, en el 2006 se conformó un
equipo técnico de la Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe, dependiente de la
Dirección Nacional de Gestión Educativa del Ministerio de Educación de la Nación, bajo
la dirección de la antropóloga Adriana Serrudo. Esta estructura se mantuvo hasta el
cambio de gestión en diciembre de 2015, momento a partir del cual se comienzan a
reestructurar varios ministerios, incluido el de educación. Pero el análisis de esta etapa
queda pendiente para futuros trabajos.
Para el referente de EIB de La Pampa el paso de “programa” a “modalidad” no fue
positivo para los pueblos indígenas. Según su opinión, al entrar como modalidad se vieron
obligados a responder de manera más rígida a las estructuras estatales, mientras que como
programa los CEAPI tenían más independencia. Al respecto, menciona
“Nos sacaron presupuesto y nos acotaron el campo de acción. Porque lo que no previó la
Ley Nacional fue un presupuesto para pagar a los idóneos. Y después las provincias
adhieren, pero sigue sin aparecer el verdadero recurso genuino que serían los idóneos
51
El CEAPI surge en el 2006 a partir de esta convocatoria que realiza el Ministerio de Educación de La
Nación a referentes indígenas de todo el país, para debatir la nueva Ley de Educación Nacional. A partir
de entonces, el CEAPI quedó planteado como una comisión de seguimiento de la Ley, con representantes
nacionales por cada provincia, lo cual se formalizó en septiembre de 2007 cuando se firma el primer acta
constitutiva con principios, finalidades y objetivos. A su vez en cada provincia, los pueblos indígenas
establecieron un CEAPI provincial para cumplir el mismo objetivo de seguimiento pero en relación a las
leyes de educación provinciales. En el caso de La Pampa, los ranqueles establecieron que cada Lonko o
líder de comunidad sea el representante por el CEAPI provincial. Para más detalles véase la página
http://www.ceapi.info/
68
nombrados con cargos estables. Nación y provincia nunca se pusieron de acuerdo en
quien debería financiar la creación de cargos, la ley está, pero nunca se reglamentó”.52
52
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017. Las negritas son mías.
53
El participante por el pueblo ranquel en esa oportunidad, fue Germán Canhue. Puede revisarse la
propuesta de los referentes indígenas para el anteproyecto de Ley en
http://www.ceapi.info/index.php/sobre-el-ceapi/
69
provincial.54 Así en 2009, se realiza una reunión en la que participan representantes
ranqueles55 y tienen la posibilidad de incorporar observaciones para la modificatoria de la
Ley de Educación Provincial. Según habría expresado uno de ellos en esta reunión, los
marcos legales que existen con el objetivo de proteger los derechos de los pueblos
indígenas, no se estarían cumpliendo, y por esa razón decidieron comenzar a intervenir
más directamente en las decisiones parlamentarias.
Las observaciones aportadas por los rankülche se basaron, según el registro de
Ferreyra y Gatica (2011), básicamente en tres ejes: que la EIB forma parte de una
corriente de revisionismo histórico56 y de preservación y respeto de los pueblos
originarios a nivel latinoamericano; que la EIB es un derecho reconocido por diferentes
tratados internacionales, convenciones, leyes nacionales e incluso la Carta Magna con su
reforma en el año 1994. Es decir que tiene un sustento legal y jurídico nacional e
internacional; y que responde a un contexto actual que pone en duda a la identidad
nacional como una unidad homogénea, y comienza a contemplar el carácter pluricultural
de la Argentina. Asimismo, según los autores, a diferencia de la Ley Provincial anterior,
N° 1.682, caracterizada por tendencias neoliberales,57 la Ley de Educación Provincial Nº
2.511 se enmarca en el contexto establecido por la LEN, caracterizado por un nuevo
paradigma que entiende a la educación como un derecho, y como política de Estado.
Además que implica la aceptación de tratados internacionales que promueven el respeto a
la diversidad cultural y a la defensa de los derechos humanos, como el Convenio 169 de
la OIT. En este sentido plantean
54
La comisión de debate para la modificación de la Ley Provincial de Educación quedó establecida por
Patricia Lavin (Presidenta) y Adrián Peppino (Vicepresidente). Juan Carlos Vittone, Mariana Baudino, Luis
Cervellini, Mariano Fernández, Sandra Fonseca, Martín Berhongaray, Josefina Díaz y Claudia Giorgis,
como diputados/as provinciales. María Inés Canhue, Germán Canhue, Diana Oliva y Fermín Acuña como
representantes del CEAPI-La Pampa y el pueblo ranquel (Ferreyra y Gatica 2011).
55
En relación a algunas de mis preguntas iniciales, volcadas en los objetivos específicos, es interesante notar
que para Ferreyra y Gatica, ya desde su primera presentación en la reunión de comisión, la tendencia de los
delegados ranqueles fue “…adscribirse la representación como único pueblo indígena de la provincia”
(2011: 27), problema que retomaré en el capítulo 5.
56
Los autores se refieren a “revisionismo histórico” de manera genérica, como forma de revisar las
formas en que en el pasado se ha relacionado la sociedad dominante con los pueblos indígenas, pero no
usan el término en el sentido específico de los debates en el campo historiográfico argentino.
57
Estas tendencias conciben a la educación más como un gasto que como una inversión o un derecho
humano fundamental cuya responsabilidad es del Estado. Según los autores, a partir del escenario político
nacional iniciado en 2003, comienza a considerarse al Estado como garante y regulador de la vida social, lo
cual se refleja, por ejemplo, en que la Ley de Financiamiento Educativo sancionada en el año 2005, fija a
través del Presupuesto Nacional la disposición del 6% del Producto Bruto Interno destinado a educación, el
mayor porcentaje de la historia nacional, al menos hasta el 2011.
70
“Este cambio en la perspectiva educativa es de gran importancia debido a que: primero, se
reconoce la preexistencia de las poblaciones originarias; segundo, se generan ámbitos de
participación y tomas de decisiones propios de las comunidades; tercero, implica un
diálogo cultural que inevitablemente cuestiona la Historia Nacional desde sus comienzos,
y a la vez el papel del Estado-Nación en la Argentina, y los sectores sociales partícipes en
la historia. También es de destacar que la incorporación de una educación que sea más
inclusiva, democrática y que genere igualdad de oportunidades no es concesión del Estado
ni del gobierno de turno, sino más bien de una lucha y resistencias de las comunidades
indígenas que de manera organizada buscaron nuevos canales de participación y
resistencia, como lo es la vía jurídico-legal (Ferreyra y Gatica 2011: 23-24).
Art. 80: “La Educación Intercultural Bilingüe es la modalidad del Sistema Educativo
responsable de impulsar una perspectiva pedagógica en articulación con la educación
común, que contribuya a rescatar y fortalecer las pautas culturales, la historia, la
cosmovisión e identidad, propiciando el diálogo enriquecedor en conocimientos y valores
entre los pueblos indígenas y poblaciones étnica, lingüística y culturalmente diferentes. El
Estado garantizará esta modalidad, con el fin de rescatar la lengua, a las instituciones
educativas que lo soliciten y que registren matrícula escolar indígena, a medida que se
cuente con personal capacitado”.
Art. 81: “La Educación Intercultural Bilingüe tiene como objetivos y funciones:
a) Aportar propuestas curriculares para una perspectiva intercultural democrática
impulsando relaciones igualitarias entre personas y grupos que participan de universos
culturales diferentes, teniendo en vista la construcción de una sociedad inclusiva;
b) Formular proyectos de mejoramiento y fortalecimiento de las instituciones y los
programas de todos los niveles educativos, articulándose organizadamente con las
respectivas Direcciones de Nivel, en el marco de políticas provinciales que integren las
particularidades y diversidades de sus habitantes y sus culturas, propiciando el respeto a la
diversidad y promoviendo la comunicación y el diálogo entre grupos culturales diversos;
c) Plantear articulaciones de las instituciones y los programas de formación específica
constituyendo a las escuelas como espacios de socialización;
d) Diseñar y desarrollar propuestas pedagógicas y organizativas que atiendan a preparar a
todos los integrantes del Sistema Educativo de la Provincia en el respeto, el
reconocimiento mutuo y la igualdad en un marco de aceptación de las diferencias
culturales, étnicas, de origen, religiosas entre otras, para el completo cumplimiento de los
objetivos de la Educación Inicial, Primaria, Secundaria y Superior;
e) Incentivar la formación de espacios de investigación en Educación Intercultural con la
participación de las Universidades Nacionales, Consejos Educativos de Pueblos
Indígenas, los Centros de Investigación Educativa, los Institutos de Formación Docente y
otros organismos y organizaciones interesadas para el diseño de propuestas curriculares,
materiales educativos pertinentes e instrumentos de gestión pedagógica; y
f) Propiciar la elaboración de proyectos educativos institucionales referidos a valores,
conocimientos, lengua y otros rasgos sociales y culturales propios de los pueblos
indígenas.
71
Aunque muchas de las propuestas del CEAPI provincial planteadas en las
instancias de debate quedaron afuera y, si bien, más allá de lo discursivo, la
implementación plena de la EIB está aún lejos de concretarse, acuerdo con Ferreyra y
Gatica en que esta nueva Ley representó un gran avance. En primer lugar, en relación al
reconocimiento estatal de la diversidad cultural; y por otro lado, en lo referido al derecho
indígena, en el sentido que garantiza la participación de las comunidades en diversas
instancias de gestión educativa, como por ejemplo en la elaboración de los proyectos
curriculares, la formación de espacios de investigación y la capacitación docente.
Veamos a continuación algunos de los canales y estructuras institucionales que le
dan soporte a la EIB en La Pampa. Así como algunas de sus acciones, para lo cual,
primero, repasaremos los antecedentes previos de experiencias “no formales”.
58
En agosto de 2017, las autoridades de educación anuncian públicamente que se asignó un espacio físico
para el funcionamiento de la modalidad, en la Subsecretaría de Coordinación de Educación, y se contrató
a una persona más para formar parte del equipo técnico.
59
Para más información véase el siguiente sitio web http://projects.bancomundial.org/P070963/argentina-
rural-education-improvement-project-promer?lang=es&tab=overview
72
manifestando que, en alguna instancia de decisión política, existió el preconcepto (o
prejuicio) de que las poblaciones destinatarias de la modalidad (culturalmente diferentes
y/o indígenas) se encuentran en el campo, cuando en realidad la etnografía y los datos
estadísticos demuestran que no es así. Para el caso de La Pampa, por ejemplo, en el
capítulo 4 tendremos una noción sobre este punto al comparar los datos de matrícula
indígena que arrojó el relevamiento para la EIB. Tal vez, la articulación del PROMER
con la EIB tenga un sentido operativo, tal vez al momento de articular las políticas se
observaron las estadísticas de otros países o provincias (como Chaco y Formosa) donde
las poblaciones indígenas sí se encuentran mayormente en ámbitos rurales, pero el hecho
es que en La Pampa no se adapta de la mejor manera. Por ejemplo, Santa Isabel, que es la
localidad más urbanizada de la zona del oeste pampeano, con mayor cantidad de
descendientes y pertenecientes a comunidades indígenas, quedó fuera de la órbita de
financiamiento del PROMER, dado que según el censo del 2010 cuenta con 2.526
habitantes, y la cantidad que distingue el límite entre el ámbito rural del urbano es de
2.000 habitantes. Esto impidió utilizar fondos del PROMER, no solo para actividades
relacionadas con la EIB, sino también para implementar mejoras edilicias o de otro tipo.60
Esto no es un dato menor si prestamos atención a que el mismo censo del 2010, determinó
que el 85,9% de la población indígena de La Pampa vive en áreas urbanas, como veremos
en el inciso 4.1.
Otro de los espacios estatales desde donde se coordinan acciones de EIB, así como
políticas indigenistas en general, es el Consejo Provincial del Aborigen (CPA),
dependiente del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de La Pampa. Según su
misión institucional, el CPA cumple la función de brindar atención y apoyo a las
comunidades indígenas desde el Estado provincial, y ejercer de nexo entre ellas y el
Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI). El CPA se conforma por tres
representantes de comunidades indígenas inscriptas en el Registro Nacional de
Comunidades Indígenas (Re.Na.C.I) del I.N.A.I., y por representantes del Ministerio de
Salud, Ministerio de Educación, Secretaría de Cultura, Ministerio de Gobierno y Justicia,
Ministerio de la Producción, Ministerio de Desarrollo Territorial, Subsecretaría de
Descentralización Territorial y Secretaría de Derechos Humanos, del Gobierno de La
60
Comunicación personal del Director del PROMER de La Pampa. Si bien traté de coordinar una
entrevista con él, no fue posible realizarla.
73
Pampa. Su funcionamiento se realiza con una modalidad de reuniones por comisión,
reuniones plenarias y reuniones ejecutivas.61
Por la diversidad de acciones que ha realizado en conjunto con el pueblo ranquel,
no puede dejar de mencionarse a la Universidad Nacional de La Pampa, principalmente a
través de la Facultad de Ciencias Humanas, como uno de los espacios desde donde se han
desarrollado encuentros, materiales didácticos, asesoramientos y contenidos curriculares
para la EIB pampeana. Según Salomón Tarquini (2015), las líneas de investigación
dedicadas a los pueblos indígenas en la Universidad de La Pampa, cobraron mucha fuerza
desde el Instituto de Estudios Socio Históricos (IESH) de la Facultad de Ciencias
Humanas, desde la década de 1990 en adelante. La autora realiza un repaso histórico de
los diferentes actores y áreas de la Universidad abocados al tema, previo a la
conformación del IESH, desde la década de 1970 hasta el presente, así como de las
producciones, eventos y actividades de extensión que vienen siendo realizadas los últimos
años entre académicas/os y comunidades ranqueles. En una línea similar, el trabajo de
Abbona (2015), rescata el itinerario, producciones y actividades de Germán Canhue,
presentándolo como un “productor cultural”, en el marco de sus diálogos (y/o
discusiones) con la academia y otros espacios no indígenas.
De este modo, las comunidades ranqueles tienen participación en cuatro espacios
estratégicos (no indígenas, y vinculados al Estado y la Universidad), desde los cuales
logran articular diversas estrategias políticas y culturales, muchas de ellas relacionadas
con la EIB: la modalidad de EIB del Ministerio de Educación provincial, el Consejo
Provincial del Aborigen del Ministerio de Desarrollo Social provincial, la modalidad de
EIB del Ministerio de Educación Nacional, a través del CEAPI nacional y la Universidad
Nacional de La Pampa. Por otro lado, existen los espacios propiamente indígenas, no
estatales, desde los cuales también se articulan la gran mayoría de las estrategias políticas
en general, y relacionadas con la EIB en particular. Uno de los más importantes, ya
mencionado en el inciso 2.3. es el Consejo de Lonkos Ranquel de La Pampa, el cual reúne
a líderes de comunidades de la provincia, quienes, como mencioné anteriormente,
cumplen la función de representar al CEAPI provincial.
Ahora bien, a modo de repaso y para dar cuenta de cómo se viene desarrollando la
EIB en La Pampa, tomemos la palabra de una representante del CEAPI del pueblo
61
Para más información sobre el CPA, véase el siguiente sitio web
http://www.mbs.lapampa.gov.ar/consejo-provincial-del-aborigen.html
74
ranquel. En mayo de 2014, se realizaron las Primeras Jornadas en Homenaje a Germán
Canuhé en la Universidad Nacional de La Pampa, organizadas conjuntamente por
comunidades ranqueles y el Instituto de Estudios Socio-Históricos de la Facultad de
Ciencias Humanas. En aquella oportunidad, la representante del CEAPI nacional, Diana
Oliva, presentó una ponencia de cuyo registro en audio rescato el material que sigue.62 En
su disertación, la ponente presentó “propuestas de Educación Intercultural Bilingüe para
La Pampa” a partir de la lectura de un texto que tituló “Evaluación y planificación de la
Modalidad de Educación Intercultural Bilingüe en La Pampa”, el cual, según explicó, fue
presentado ante el Ministerio de Educación de La Nación en el año 2013. Este texto
representaba una síntesis de todo lo actuado en la provincia en materia de EIB desde el
2009, señalando avances y dificultades, desde el punto de vista de su autora. Según
explicó, en aquel año, el momento en que los ranqueles pidieron que se actualizara la Ley
Provincial de Educación en consonancia con su homónima nacional, representó el primer
paso de apertura que permitió “sentar juntos” a las comunidades, al Ministerio de
Educación de la provincia y a investigadores, para pensar el desarrollo de la EIB en la
provincia. En ese marco, y a partir de entonces, Oliva rescata muchas acciones, tales
como el otorgamiento de becas, la producción de material audiovisual y fuertes debates
(sic) de cómo llegar a los distintos niveles educativos. Algo que remarcó enfáticamente,
es que, para lograr una plena implementación de la EIB en La Pampa, debería
reglamentarse el capítulo respectivo de la Ley Provincial 2.511, porque de esa forma las
comunidades (su expresión fue “nosotros”) podrían acceder a un presupuesto específico
para la instalación de la EIB. Una vez reglamentada la Ley, Oliva remarcó la importancia
de elaborar una agenda de trabajo que apunte, no solamente al idioma, sino también al
rescate de “la cultura”, lo cual debería involucrar a varias asignaturas en todos los niveles
educativos. Señaló la necesidad de formalizar, institucionalizar y sistematizar la
modalidad de EIB en el sistema educativo pampeano, “para que todo el trabajo que viene
haciendo el pueblo ranquel tenga una continuidad, pueda ordenarse y transmitirse de
manera concreta y con acciones claras y adaptadas a cada nivel”.63 Se refirió también al
62
En el encuentro Diana Oliva se presentó como Profesora de Artes en Danza, docente de nivel
secundario, lonko de la comunidad indígena “Eusebia Farías” de Miguel Riglos. Asesora del anteproyecto
de Ley de Educación Provincial N° 2.511, en lo referido a la modalidad de Educación Intercultural
Bilingüe. Referente del Consejo Educativo Autónomo de Pueblos Indígenas (CEAPI) a nivel nacional,
donde cumple funciones de asesora y articula políticas públicas en Educación Intercultural Bilingüe con
la modalidad de EIB del Ministerio de Educación de La Pampa y de la Nación.
63
Registro de audio de Diana Oliva en las Primeras Jornadas en Homenaje a Germán Canuhe, mayo de
2014.
75
relevamiento de matrícula indígena realizado entre 2011 y 2012 y, tal como veremos en el
capítulo 4, sostuvo que
“Siempre que se visite cualquier escuela en la provincia, se podrán encontrar muchos más
alumnos indígenas de los que figuran en las estadísticas. Por eso solicitamos al área de
estadística de educación que se instrumenten nuevas formas de visibilizar esa matrícula,
porque todavía siguen quedando afuera estudiantes que se están reencontrando con su
identidad colectiva. La cantidad de estudiantes que figuran oficialmente según las
estadísticas es mucho menor a la realidad. La sugerencia es consultar a las comunidades
permanentemente para que puedan chequear con las familias”.64
Una figura que merece mención aparte es la de Daniel Cabral, dado el rol que
tuvo en sentar precedentes para la EIB pampeana (al igual que lo merecerían Germán
Canhue, Ataliva Canhue, Ambrosio Carripilón, Ceferino Morales y otros, si este trabajo
tratara específicamente de la reorganización política del pueblo ranquel en el siglo XX).
Su biografía fue mencionada en la página 44. La tarea de Daniel Cabral, su deseo de
transmitir los conocimientos heredados de sus padres, tíos y abuelos, y su disposición a
articular tareas con los investigadores académicos, colaboró a la conservación y
transmisión de la lengua ranquel para las siguientes generaciones. Su familia ya venía
trabajando en conjunto con la investigadora Ana Fernández Garay en el rescate de la
lengua, dado que las personas con las que se crió, Juana Cabral, Ambrosio Carripilón y
Claudia Cabral, entre otros, participaron del relevamiento lingüístico de los 80. Algunos
de los trabajos publicados como resultado de estas colaboraciones, así como el posterior
nombramiento de Daniel Cabral como el primer maestro oficial de lengua ranquel (en
tanto perteneciente a la órbita del Ministerio de Educación provincial), serán tratados en
el inciso siguiente.
64
Registro de audio de Diana Oliva en las Primeras Jornadas en Homenaje a Germán Canuhe, mayo de
2014.
76
capítulo 4. Pero también existieron diversas acciones que se realizaron previamente al
periodo de análisis de esta tesis, y por su importancia como antecedentes directos de la
EIB pampeana actual, merecen ser mencionadas.65
a) Epu Duam
El Epu Duam (VV. AA. 1990), (“Dos Memorias”, en chedungun. Ver Anexo N°
4), es un material didáctico resultado de la investigación que los alumnos de sexto y
séptimo grado, junto a su Maestro de grado y Directora, de la Escuela Hogar N° 155 de
Colonia La Pastoril, realizaron sobre las poblaciones indígenas que habitaron la zona
entre 1815 y 1879.66 En la fiesta de fin de curso de 1988, el grupo de trabajo compartió
los resultados de la investigación con sus padres y vecinos; y en 1989 elaboraron el
material con la idea de que llegara a otras escuelas. El texto resultante, de elaboración
artesanal, tuvo en 1990 una impresión de 500 ejemplares a cargo del Ministerio de
Cultura y Educación de La Pampa.
La introducción resalta lo dificultoso que fue realizar la investigación, viéndose
obligados a viajar a Santa Rosa a buscar fuentes bibliográficas y a realizarla en horarios
nocturnos o durante fines de semanas de tal manera que “no interfiriera el curso normal
de los otros aspectos de los estudios primarios” (VV. AA. 1990: 1. Las negritas son
mías). Y en la misma introducción se lee
“Descubrimos que la región en que vivimos tenía una historia apasionante, que no se
encuentra en los manuales, pero que existe, es real, compone nuestra raíz más antigua
y firme, y entonces es necesario conocerla, para conocer mejor a nosotros mismos”
(VV. AA. 1990: 1. Las negritas son mías).
Estas palabras iniciales llevan a pensar que, aunque en 1989 no existiera una
línea pedagógica oficial de EIB, el material puede ser considerado como un antecedente
de la modalidad. Más que nada en lo referido al componente intercultural por sobre el
65
Cabe aclarar que la información volcada en este inciso de ningún modo agota el total de acciones de
EIB realizadas en la provincia. Seguramente muchas de ellas escaparon a mi pesquisa, sobre todo aquellas
experiencias impulsadas desde docentes o las mismas instituciones a lo largo y ancho de la provincia. Por
otro lado, tampoco agotan el rango temporal. El 2011 y 2012 son los años a los que más refiero por ser
algunos de los más activos en la materia. Pero por supuesto que muchas de las acciones mencionadas
aquí, así como otras nuevas, siguieron realizándose del 2015 en adelante, más allá del periodo de análisis
de esta tesis. No obstante, creo haber reunido información sobre las experiencias más representativas, a
modo de ofrecer un panorama general de las formas que adquiere la modalidad en la provincia.
66
La Pastoril se ubica en el Departamento Chalileo, lindante a la Colonia Emilio Mitre. Los alumnos
fueron Darío Alfonso, Aldo Baigorrita, Silvia Morán, Silvina Baigorrita, Viviana Salas, Lisandro
Hormaeche, Nazareno Ferreira, Roberto Ochoa, José Luis Alfonzo y María Antonia Becerra. El Maestro,
Carlos Jorge Hormaeche, y la Directora Celina Mauro. Se puede encontrar un ejemplar del Epu Duam en
el Archivo Histórico Provincial “Prof. F. Aráoz” de la Secretaría de Cultura de La Pampa.
77
lingüístico, dado que no aborda sistemáticamente la lengua (más que algunas palabras
aisladas) pero sí ofrece una revisión distinta de la historia oficial, incorporando el
aspecto indígena a la misma. Por otro lado, queda manifiesto que se experimentó como
un proyecto alternativo, innovador y crítico, considerando la posibilidad de que podría
interferir con el “curso normal” y que se trataba de información que “no se encuentra en
los manuales”. Evidentemente, estaba claro que se estaba planteando una mirada
disruptiva.
Como puede verse en el índice y algunas de sus páginas (ver Anexos N° 5 y 6),
el texto aborda historias de vida de líderes indígenas, la ascendencia de dos de los
alumnos participantes, con la entrevista a su abuela Marcelina Baigorrita, y relatos de la
“campaña al desierto”. Sin embargo (al margen del reconocimiento identitario de dos
alumnos y la incorporación de la entrevista), la mayoría de las fuentes utilizadas son las
mismas con las que se elaboró el relato hegemónico de la historia indígena (autores
como Zeballos 1878 o Mansilla 1967). Así, el discurso del Epu Duam, no abandona del
todo el relato civilizatorio y nacionalista, pero al mismo tiempo revaloriza el rol del
indígena, reconociendo ambas “dos memorias”, la criolla y la indígena, como parte de la
historia e identidad del lugar donde se ubica la Escuela. Según observé en una visita a la
Escuela de La Pastoril, aún en la actualidad los docentes y alumnos lo siguen utilizando
como material didáctico.
67
Existieron algunas experiencias promovidas por comunidades o referentes de forma independiente, sin
articulación con instancias estatales. Una de ellas fue el Curso de Lengua y Cultura ranquel ofrecido por
la lonka Juana Vila Rosas, de la localidad de Toay, cuya comunidad se auto define como ranquel-
mapuche. Otra experiencia fue el curso de lengua ofrecido por Martí García en el Centro Cultural Jila
Campú de la localidad de Victorica, a la que, según me relató el referente de EIB, asistían
mayoritariamente jóvenes no ranqueles del pueblo, interesados en la lengua.
78
“auxiliar docente”, ambos con cargos interinos.68 El curso se ofreció en Santa Isabel,
Victorica, Eduardo Castex, Puelén, Santa Rosa y, en los últimos años, comenzó a
extenderse a la provincia de San Luis. Con el tiempo, fue creciendo hasta nombrar otros
maestros oficiales de lengua en la provincia.69 La dinámica de trabajo del curso desde
sus inicios se basó fuertemente en lo escrito. ¿Qué significa este detalle teniendo en
cuenta que estamos ante una lengua “no estandarizada”, es decir, que no posee una
grafía y una gramática (Fernández Garay 1988)? ¿Estará relacionado con un deseo o
una necesidad de fijar, de establecer? ¿O tiene que ver con aspectos didácticos para
facilitar el aprendizaje? Lo interesante es que la grafía y gramática del ranquel, a raíz de
este curso, están en pleno proceso de invención, como veremos en el capítulo 5.
Es interesante observar cómo el curso ayudó a construir una imagen positiva de
orgullo hacia la lengua, pero no solo de parte de los miembros de las comunidades, sino
también de personas no ranqueles, dado que muchos pampeanos interesados lo
cursaron. Según el referente de EIB
“Porque son personas que estaban en la búsqueda de algo, de conectarse con algo más
vinculado a la tierra, al campo, a los tejidos, la cerámica… necesitan esa conexión. Yo
les decía, que por ahí no vamos a aprender a hablar fluida la lengua, pero vamos a
aprender de historia, de toponimia, de danzas, de música, ceremonias. Y van a poder
sumarse a cosas que hacemos los ranqueles, que son sencillas, pero que te dan como un
“toque”. Y lo necesitan porque en el fondo se sienten extranjeros, no se sienten
conectados acá”.70
“… la mayoría de los alumnos de los Talleres no son ranqueles, ni buscan serlo. Los
alumnos no ranqueles también desean la lengua pero ya no como emblema identitario
étnico, sino como marca provincial, nacional, popular o americanista [a la vez que] ciertas
agencias del gobierno y la sociedad civil apostaron al taller porque ven en él un medio
para reconocer y hacer reconocer a los ranqueles pero también para verse a sí mismos
como gobierno y ciudadanos progresistas” (Lazzari 2006: 4-5).
68
Según me relató Serraino, ambos titularizaron sus cargos aproximadamente unos diez años después,
manteniéndolos hasta la actualidad.
69
Otros referentes del curso son Luis Dentoni Yankamil y el auxiliar docente Ronal Van Meegroot. Dentoni
pertenece a la comunidad “Gregorio Yankamil”, de la localidad de Victorica, y es bisnieto del Cacique José
Gregorio Yankamil. Esta pareja pedagógica llegó a dar el Curso de Lengua Ranquel en la provincia de San
Luis durante cuatro años.
70
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017.
79
Este último autor dirige su mirada al Curso de Lengua con el objetivo de indagar
el rol que juega dentro del actual proceso de reconocimiento del pueblo ranquel. Las
observaciones del autor evidencian algunos de los dispositivos culturalistas que operan
desde los discursos hegemónicos del “pluralismo pampeano” (los espacios estatales
vinculados con la reemergencia rankülche en general, o el Curso de Lengua en particular,
como la Subsecretaría de Cultura, el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional
de La Pampa, entre otros), y cómo estos dispositivos son apropiados por los mismos
rankülche. Dice Lazzari:
“El Taller es un programa “no formal” de enseñanza de la Lengua y Cultura Ranquel que
comenzó en 1998 tras ser autorizado por una disposición legal del Ministerio de
Educación de la provincia. El objetivo explícito de este Taller es - según la circular del
Ministerio que lo creó- enseñar la lengua y la cultura rankülche” [las negritas son
mías] (2006: 1).
Pero, ¿cómo puede enseñarse una “cultura”?, se pregunta Lazzari (2006). Como
veremos en el capítulo 5, aquí se pone en juego la relación entre la necesidad provincial
de construir una identidad propia y “los ranqueles” entendidos como símbolo de “las
raíces” de la región. El hecho que, como alerta Lazzari, el curso surja de una disposición
ministerial y que la mayoría de sus asistentes no sean ranqueles, llama la atención e invita
a pensar que la “cultura ranquel” interesa aquí en varios registros. Para los ranqueles se
presenta como la oportunidad de “hablar de la lengua como emblema político-cultural- y
la de hablar de la identidad político-cultural por fuera de la lengua” (Lazzari 2006: 4). Y
para los no ranqueles, como la oportunidad para hablar de La Pampa, en este caso de una
supuesta esencia definitoria de “lo pampeano”, las raíces pampeanas, y así, realizar una
exploración personal de la propia “pampeanidad”.
Finalmente, cabe destacar que el Curso de Lengua ofreció el marco a partir del
cual docentes, alumnos y la lingüista Ana Fernández Garay comenzaron a ocuparse en
la construcción de una gramática y grafía ranquel. Este trabajo daría como fruto la
publicación de textos que constituyen un primer insumo para la transmisión y enseñanza
del ranquel, como un diccionario (Fernández Garay 2001), una recopilación escrita y
fonográfica de testimonios (Fernández Garay 2002), y más recientemente, el Curso de
Ranquel (Cabral, Serraino y Díaz Fernández 2013).
80
Según un informe entregado por el referente de EIB a las autoridades provinciales
sobre las gestiones realizadas en el 2011,71 se efectuaron varias acciones que las
comunidades llaman “de sensibilización”. Estas generalmente consisten en charlas
destinadas a estudiantes de escuelas, colegios o institutos terciarios, o en plantear diversos
modos de trabajos prácticos o ejercicios que motiven la reflexión personal o colectiva
sobre los orígenes familiares. Algunos ejemplos del año en cuestión fueron los siguientes:
71
“Informe sobre gestiones en Educación Intercultural Bilingüe 2011”. Autor: Nazareno Serraino. Para otras
acciones desarrolladas por el referente provincial de EIB, véase Serraino 2015.
72
Marcelo Valko es profesor universitario y psicólogo, y se dedica a la investigación antropológica en
relación al genocidio indígena. Junto al historiador Osvaldo Bayer milita la causa de “desmonumentalizar” a
Julio Argentino Roca y en ese sentido recorre el país dando charlas y conferencias.
81
área de desarrollo curricular de la Subsecretaría de Educación de La Pampa a fin de
participar en la elaboración de los fundamentos del documento marco del currículo de
nivel primario.
En otro orden, el informe menciona algunas acciones resultado de la articulación
con otras áreas. Con el área de medios del Gobierno de La Pampa se elaboraron siete
micros de videos, incluidos en el escritorio pampeano del programa “Conectar Igualdad”.
Los mismos se llaman Volil Witru Rankül (raíces del árbol ranquel) y tocan diferentes
temáticas. Estos materiales habrían sido luego incluidos en el escritorio de la Modalidad
Nacional de EIB. Asimismo, se coordinaron acciones con los responsables de becas para
estudiantes originarios de formación docente y colegios secundarios.
Con respecto a la participación de la modalidad de EIB provincial en encuentros
nacionales y regionales, el informe menciona: participación en la Regional Neuquén,
donde se trabajó en el fortalecimiento de las modalidades provinciales dentro de los
Ministerios; en el encuentro Nacional de Huerta Grande para evaluación del 2010 y
planificación de 2011; y participación en el encuentro de Educación Sexual Integral
Internacional realizado en Capital Federal. Además, en 2011 La Pampa fue sede de la
regional patagónica “Mesa Regional Sur Fortalecimiento Institucional de la Modalidad de
Educación Intercultural Bilingüe”, organizada por la MEIB nacional, donde se trabajo por
niveles educativos en la adecuación curricular. Finalmente, se participó en la regional de
EIB de evaluación 2011 y planificación 2012 realizada en Ushuaia.
Este informe, por último, menciona el otorgamiento de financiamiento de parte de
PROMER a escuelas que presentaron Proyectos Pedagógicos Institucionales (PPIs) sobre
EIB. Las escuelas fueron las siguientes: Escuela Hogar N° 157 “Padre José Durando” de
Puelén, Escuela Hogar N° 155 de La Pastoril y la Escuela Hogar N° 99 “Prof. Natalio
Fernández” de Santa Isabel. El financiamiento consistió en aportes de 5.000 pesos a cada
una para actividades de EIB.
Otra de las fuentes que permiten dar cuenta de actividades realizadas en el año
2012 es un documento elaborado por el referente de EIB llamado Nuke Rakiduam Kudau
(madres y docentes en acción). El mismo refiere a una mesa de trabajo, en la cual estuve
presente, dedicada al nivel educativo inicial, realizada en el mes de noviembre con
representantes de comunidades rankülche y el CEAPI provincial, idóneos, directivos y
docentes de nivel inicial, el referente provincial de EIB y el encargado del relevamiento
de matrícula indígena (tarea que en aquel momento tenía como consultor contratado). En
82
dicha oportunidad se acordaron acciones prioritarias para trabajar en el nivel,
sistematizadas según los siguientes temas y transcriptos textualmente:73
- Mesa de Deportes y juegos rankülches para jugar al aire libre y para el interior: se
trabajó en un relato histórico del pueblo ranquel, tratados de paz, verdades y falsedades
históricas y la necesidad cultural y política del pueblo Rankül de que los niños jueguen
nuestros juegos y sepan que son nuestro legado ancestral, comprometiendo a los docentes
del Nivel Inicial a enfatizar sobre la procedencia de los mismos. Se analizaron los
siguientes juegos: Nüvan kullin (cacerías de animales), alen kusen, lekaytun, palin o
chueca, carreras de animales o insectos sobre el cuero.
- Mesa canciones de cuna y para juegos aplicables al nivel: el documento menciona que
“las canciones se usaban en situaciones de mimo, de paz interior, conectando con el niño,
surgían espontáneamente cuando se realizaban acciones cotidianas (fogatas, en los
corrales, etc.). En la actualidad se puede rescatar esta cultura teniendo en cuenta el
conocimiento del niño indígena, armando canciones con los niños, en forma de cuento o
historia y traducirlas a la lengua Ranquel”. Se propone la construcción de instrumentos
musicales con los niños y jugar “buscando la posibilidad de crear música”.
- Mesa Bailes de la cultura Rankül: contextualizar las danzas. ¿A qué pueblo pertenecen?
¿En qué contexto se realizan? ¿Qué danzas se pueden hacer fuera de la ceremonia y
dentro de la ceremonia? Las danzas están basadas en la imitación a la naturaleza, por ende
su desarrollo y sentido debe ser en la misma y en la gente que porta estos saberes.
- Mesa Confección y ejecución de instrumentos musicales Rankülches. Lengua Rankül:
charlas en el marco del 12 de octubre sobre tradiciones, bailes, historia y memoria. Incluir
la temática en el PPI para trabajarlo en la institución durante todo el año. Presentar
temáticas ranquel en ferias de ciencias. Instrumentos, danza, valores y costumbres.
Pueblos originarios. Planificar en el área de música, con canciones en la lengua Rankül.
En lengua: poesías, cuentos, historias, tradiciones en ciencias sociales y naturales.
Confirmar, corroborar la fuente de toda información obtenida para trabajar. Incluir el
Himno Nacional Argentino en la lengua Rankül. Trabajar en el área de plástica con
diferentes materiales, los instrumentos de la comunidad, sus significados y funciones.
Promover que los niños construyan y elaboren con elementos naturales. Elaboración de
libros de cuentos, cancioneros, poesías por los mismos niños traducidas a la lengua
73
Documento acuerdo: ñuke rakiduam kudau (madres y docentes en acción). Santa Rosa La Pampa. 14
de noviembre de 2012. Subsecretaría de Educación, Ministerio de Cultura y Educación. Nazareno
Serraino.
83
ranquel a través de dibujos y la parte escrita ayudados por los docentes. Profundizar más
en el campo de aprendizaje con experiencias directas, a través de visitas guiadas a sitios
históricos y relacionados con las culturas originarias.
Finalmente, el documento resume una serie de acuerdos referidos a “Estrategias de
Trabajo desde una perspectiva intercultural bilingüe”. Las mismas consisten en
(transcripto textualmente):74
- EIB como política educativa: ver normativa vigente, Ley Nacional 26.206 (Art. 52, 53,
54), Ley Provincial 2.511 (Art. 80).
- Mapeo de la Matrícula Indígena.
- EIB como metodología de trabajo en el aula: presentar las culturas desde un enfoque
multicultural: comunidad y pueblo con colectividades de diversos orígenes. Presentar
identidad como una síntesis de varios aportes culturales (genealogía). Acercar la cultura
de los pueblos originarios desde la experiencia directa, el relato oral, la vida comunitaria,
interculturalidad en el aula, transversalidad de la EIB en todo el proyecto institucional.
Partir de lo cercano a lo lejano y ubicarse en tiempo y espacio. Los pueblos pueden
abordarse desde los distintos procesos históricos y actuales. Introducir a los niños/as en el
idioma a partir de nombres de la naturaleza, las personas, el calendario, los números, las
canciones y la literatura regional.
- Actos escolares: como un ritual institucional que debe incluir la historia de los pueblos
autóctonos: pueblo ranquel (24 de marzo, 2 de abril, 20 de junio, 25 de mayo, 9 de julio,
17 de agosto, 12 de octubre, 10 noviembre). Partir de un contexto provincial y cuál es la
realidad de pueblo con el que me contacto, sus necesidades, sus reclamos, sus logros, sus
acciones pendientes. Permanente consulta y acercamiento con las comunidades indígenas.
- Resignificación de Proyecto Pedagógico Institucional PPI desde una mirada
multicultural: confección y diseño del propio material curricular con la corroboración de
fuentes escritas y orales. Valoración del aporte de idóneos, ancianos, autoridades y
miembros de las comunidades indígenas a la vida del aula. El trabajo de rescate cultural
es un desafío para componer parejas pedagógicas con los miembros de las comunidades:
acordar, mediar, articular, construir. Comprender que la EIB se compone de un trabajo de
rescate y difusión de la cultura pero requiere de una política educativa, por parte de los
74
Documento acuerdo: ñuke rakiduam kudau (madres y docentes en acción). Santa Rosa La Pampa. 14
de noviembre de 2012. Subsecretaría de Educación, Ministerio de Cultura y Educación. Nazareno
Serraino.
84
docentes, los equipos de gestión directivos, los coordinadores, los referentes de la
modalidad, el Consejo Educativo Autónomo de Pueblos Indígenas.
- Formación docente: los fututos docentes de nivel inicial, primarios, secundarios y en
artes están incluyendo este nuevo enfoque en el diseño y desarrollo curricular. El mayor
desafío es para aquellos docentes que se encuentran en ejercicio de investigar, acercarse y
entrar en contacto con aquellas comunidades y otros profesionales que han abordado
contenidos de EIB. Solicitar mayor capacitación y buscar otras fuentes y medios de
acercarse a la EIB.
75
Se enumera textualmente del documento citado.
85
- Garantizar la participación del equipo de EIB a nivel provincial, a nivel nacional e
internacional.
- El facilitamiento de los trabajos de campo en terreno. Cronograma de viajes.
- La difusión de la modalidad como una innovación curricular jerarquizada y priorizada
como política educativa.
- La integración de este marco teórico en las carreras de formación docente.
-Ajustar todas las políticas provinciales a la modalidad de EIB nacional.
86
- Acción 2014: propuesta de media jornada en las instituciones con antecedentes y
matrícula sobre EIB para instalar este enfoque educativo en el marco de la ley provincial.
- Acción 2014: revisar el sistema de relevamiento de la matrícula indígena y la selección
de becas secundarias: esta acción implicará establecer criterios elementales para mejorar
la técnica de relevamiento de la matrícula indígena en varios niveles. Esto implicará
articular con el Área de Estadística del MCE para elaborar un material más representativo
y recomendable en materia de EIB.76
- Acción 2014: proyecto de Foro de EIB provincial: ver instancias y posibilidades
alternativas.
- Acción 2014: actualizar los diseños curriculares de la Formación Docente: nivel inicial,
primario y de educación artística.
- Acción 2014: producción de material educativo: bibliográfico.
- Acción 2014: actualizar los programas universitarios que forman docentes para nivel
secundario.
d) Capacitaciones de EIB
Otras de las principales acciones que, entre el 2011 y 2012, la Subsecretaría de
Educación de La Pampa y el referente provincial de EIB impulsaron, fue la organización
de tres talleres de capacitación destinados a docentes e “idóneos”. Las mismas se
dividieron en los siguientes temas: “Capacitación en Historia y Geografía Rankül”,
“Capacitación en Arte, Cultura y Cosmovisión Rankül” y “Capacitación en Lengua y
Literatura Rankül”. Las tres instancias se caracterizaron por contar con la participación de
profesores universitarios en conjunto con los idóneos ranqueles. Estuvieron dirigidas a
quince personas pertenecientes al pueblo ranquel y quince docentes de distintos niveles, y
contaron con financiamiento del PROMER. En la primera y tercera capacitación, tuve la
oportunidad de asistir como observador y recopilar documentación. En la segunda no fue
posible asistir, por lo que a continuación desarrollo contenidos de las que efectivamente
pudieron ser observadas.
76
Sobre este punto en particular tratará el capítulo 4.
87
preexistencia del pueblo ranquel al Estado argentino; el territorio ranquel y la crítica a la
noción de “desierto”; formas de ocupación ranquel (tolderías y rastrilladas); avance
económico y militar del Estado argentino sobre el territorio ranquel; aportes del pueblo
ranquel a partir de la revolución de mayo; los cacicazgos de Carripilún, Yanquetruz,
Painé, Pichuiñ, Baigorrita, Mariano Rosas, Ramón Cabral y sus relaciones con los
winkas;77 los ranqueles y la modernidad (uso actual de la tecnología entre los ranqueles);
Telén como lugar histórico; organización política y social del pueblo ranquel, la forma de
vida comunitaria; la cuestión de los tratados de paz con el Gobierno nacional y el trazado
de límites; diferencias y similitudes entre la cultura occidental y la cultura ranquel,
relación con el concepto de desarrollo capitalista; desarrollo comunitario indígena y del
pueblo ranquel en particular; Educación Intercultural Bilingüe, consideraciones sobre este
marco normativo y las luchas de los pueblos originarios para lograr su aprobación,
reglamentación y aplicación efectiva.
Por su parte, la exposición de Salomón Tarquini giró en torno a cuestiones tales
como: los ranqueles entre las campañas militares (década 1870) y la migración a las
ciudades (década 1970); las relaciones con los franciscanos (redes de relaciones en torno a
rescate de cautivos desde mediados del siglo XIX); las reducciones del sur de Córdoba;
los traslados forzados; la fundación de Emilio Mitre; los trabajos y la forma de vida en el
oeste pampeano; el método etnohistórico y las precauciones necesarias para trabajar con
documentos elaborados por winkas; la importancia de la triangulación de fuentes; y
marcos normativos sobre derechos indígenas a nivel nacional y provincial.
Luego se proyectó el Documental “El grito mudo de la tierra” y se plantearon
consignas para trabajos prácticos en grupo.
Como veremos en el capítulo 5, considero que la selección de fuentes por parte de
la académica y del referente ranquel, pone en evidencia distintos modos de abordar los
contenidos de la EIB y la construcción de relatos diferentes sobre la historia y la “cultura”
ranquel en función de intereses distintos (ver fuentes utilizadas en Anexo N° 7). Por
supuesto, esta diferencia responde al lugar desde dónde cada uno de ellos habló. En este
contexto se puso en juego un diálogo (podría decirse que intercultural) que logró el
intercambio de paradigmas y epistemes diferentes: la academia indigenista y el relato
indígena. Por otro lado, en esta capacitación tuve la oportunidad de registrar un episodio
77
Término con el que los ranqueles históricamente se refirieron a los criollos, “blancos” o no-indígenas.
88
que describiré en el capítulo 5 y, a mi entender, condensó un conjunto de significados
valiosos para interpretar disputas al interior del movimiento indígena.
e) Proyectos institucionales
Muchas escuelas y colegios de la provincia desarrollaron sus proyectos como
iniciativas propias e independientes de la Subsecretaría de Educación. Si bien no fue
posible reunir la totalidad de proyectos, a continuación presento a modo de ejemplo, la
experiencia perteneciente a la Escuela Hogar N° 157 “Padre José Durando” de la
localidad de Puelén, una de las más activas en proponer proyectos de EIB. La siguiente
información pudo registrarse a partir de una visita que realicé en la escuela.
La docente Marisa Kleiber, quien además se identifica como descendiente y
perteneciente al pueblo ranquel, propuso el proyecto “Construyendo la EIB en La
89
Pampa”. El mismo se definió junto a alumnos de sexto año del 3° ciclo, quienes también
se identifican como descendientes,78 a partir de la siguiente introducción:
“El pueblo Ranquel, pertenece a la antigua Nación Mamulche (gente de los
montes) habitantes desde tiempos inmemoriales, integrado por distintos pueblos, entre
ellos, los Chadiches (Gente del salitral), los Looches (gente del medanal), los Chicalches
(gente del jarillal), los Canhuelooches (gente del arcillal), los Ranculches (gente del
carrizal).
78
Los alumnos participantes fueron Mónica Rojas, Sabrina Castro, Mauro Romero, Macarena Romero,
Maira Romero, Villarruel Rosa, Moyano Orlando, Peletay Francisco y Yanten Karen.
90
Luego, presenté un repaso de cómo fue formalizándose la EIB en Argentina.
Desde el inicio del Programa Nacional de Educación Intercultural Bilingüe del Ministerio
de Educación de la Nación en el 2004, hasta la incorporación de la EIB como una de las
ocho modalidades del sistema educativo con la sanción de la Ley de Educación Nacional
Nº 26.206 en el 2006. Vimos que estos procesos estuvieron acompañados por la
participación indígena (incluida la de los ranqueles de La Pampa), dando como resultado
la organización del Consejo Educativo Autónomo de Pueblos Indígenas (CEAPI), a nivel
nacional y provincial.
Seguidamente me detuve en la EIB pampeana. Primero, repasé algunos hechos
relacionados con la sanción de la Ley Provincial de Educación N° 2.511, la cual incluye
un capítulo específico sobre EIB. Concluimos que la incorporación de la EIB en los
marcos legislativos provinciales, no responde solamente a la homologación a la Ley
Nacional, sino también al resultado de la participación y reclamos de las comunidades
ranqueles de La Pampa. Seguidamente, presenté actores e instituciones que tienen un rol
protagónico en la gestión de la modalidad en La Pampa, entre las que se incluyen la
Subsecretaría de Educación de La Pampa, el Programa de Mejoramiento de la Educación
Rural (POMER), la Universidad Nacional de La Pampa, el Consejo Provincial del
Aborigen, el Consejo de Lonkos Ranquel, los representantes del CEAPI provincial y el
referente ranquel de la modalidad de EIB provincial.
Finalmente, detallé algunas de las principales acciones que vienen siendo
desarrolladas en la provincia. Después de repasar algunos antecedentes previos a la
inclusión formal de la EIB (pero no por eso menos importantes) destaqué algunas de las
principales acciones desarrolladas, tales como: el Curso de Lengua Ranquel organizado
por la Subsecretaría de Educación de La Pampa junto al hablante de lengua Daniel Cabral
y el referente de EIB Nazareno Serraino, y diversas acciones de difusión organizadas por
este último, entre las que se destacan las capacitaciones destinadas a docentes e idóneos.
En el capítulo siguiente, me concentraré en una de las acciones específicas
desarrolladas por la MEIB pampeana entre el 2011 y el 2012, el relevamiento de
matrícula indígena en establecimientos educativos de la provincia.
91
Capitulo 4
92
4.1. Censos indígenas
93
y generalmente asociado al paisaje del desierto o “tierra adentro”: gauchos, montoneros,
entre otros. Reconocer la particularidad étnica y cultural de los indígenas y por lo tanto
dar lugar a la idea de que podrían ser pueblos soberanos, hubiera implicado “reconocer el
status jurídico de que eran naciones extranjeras [y así] hubiera puesto en duda la
apropiación del estado argentino de sus tierras” (Otero 1998: 134). En el censo de 1869, el
Primer Censo General de la República Argentina, que buscaba dar cumplimiento a lo
establecido en la Constitución Nacional de 1853, el cuestionario fue muy elemental y no
incorporó las preguntas relativas a “raza” o “color” de la población que sí contenían los
padrones del período colonial (Amadasi y Massé 2006).
Para el caso puntual de La Pampa, Lazzari (2007) analiza el censo de 1895 y
constata cómo el Gobierno tiende a invisibilizar la presencia indígena en la provincia.
Según el autor, esto no sería una simple omisión o error metodológico, ya que el
Gobierno decidió omitir la categoría “indios” en el relevamiento. De hecho, en la
publicación oficial puede leerse: “El resultado demuestra que en 1895 ya no quedan
indios salvajes en el Territorio Nacional de La Pampa pues los remanentes de viejas tribus
ya están sometidos y han sido contabilizados” (Publicación Oficial del Censo Territorial,
cit. en Lazzari 2007).
94
primer censo oficial, sistematizado y específicamente dirigido a la población indígena.
Durante el gobierno de Arturo Illia en 1963 se puso en marcha el proyecto del Censo
Indígena Nacional (CIN) (Amadasi y Massé 2006). Entre sus objetivos figuraba el de
“ubicar geográficamente las diferentes agrupaciones indígenas que pueblan nuestra
república, determinando en cada una de ellas sus características demográficas, al mismo
tiempo que los niveles de vida alcanzados por dicha población” (CIN, I, 1966-1967,
citado en Amadasi y Massé 2006: 4). Sin embargo, este censo quedó inconcluso con la
llegada de la llamada “Revolución Argentina” (1966-1973) que puso fin al gobierno de
Illia y por lo tanto a su financiación. Según el trabajo de la antropóloga Diana Lenton
(2004), en el que entrevistó a varios de sus encuestadores, habría quedado sin procesar el
89% de las encuestas, y sin publicar el 88% del material recogido, desconociéndose las
causas de tal omisión.79
Recién con el Censo Nacional del 2001 vuelve el abordaje indígena a la
estadística, después de 36 años. Este censo incluyó, en una primera etapa, una pregunta
para reconocer hogares con presencia indígena. En una segunda etapa, y tomando como
base lo recabado en 2001, se implementó en 2004 la Encuesta Complementaria de
Pueblos Indígenas (ECPI). El INDEC tuvo a cargo el diseño y organización, y las
Direcciones de Estadística Provinciales, la coordinación y ejecución. El relevamiento de
datos de la ECPI se llevó a cabo a partir de una muestra representativa de más de 58.000
hogares en los que al menos una persona se reconoció descendiente o perteneciente a un
pueblo indígena en el Censo de 2001. También participó el Instituto Nacional de Asuntos
Indígenas (INAI) en consonancia con el artículo 75 de la Constitución Argentina y el
Convenio 169 de la OIT, en las que se menciona el derecho a la participación indígena en
los asuntos que los atañen. Según la ECPI, existirían 10.149 rankülches distribuidos en el
país, 4.573 de los cuales se encontrarían en La Pampa. En el Censo de 2010 se volvió a
relevar y se estimó la existencia de 14.860 personas pertenecientes o descendientes del
pueblo rankülche en todo el país (INDEC 2012). Para la provincia de La Pampa el mismo
censo precisó una cantidad de 14.086 personas que se consideran descendientes y/o
pertenecientes a un pueblo indígena, lo cual constituye el 4,5% de la población total
provincial. Sobre ese número total, el 44,4% se reconoce rankülche, el 30,2% mapuche y
79
Enrique Palavecino fue uno de los antropólogos que participó de la planificación del primer Censo
Indígena Nacional como vicepresidente de la Comisión Ejecutiva en 1965. Además de lo mencionado por
Lenton (2004), puede encontrarse más información sobre la trayectoria de Palavecino y el contexto
académico antropológico de la época en Perazzi (2003) y Spoliansky, Roca y Scarafoni (2011).
95
el 8,7% pampa. A su vez, se determinó que el 85,9% de la población indígena de La
Pampa vive en áreas urbanas, y el resto en zonas rurales.
A partir de la ECPI, se comenzó a reflexionar sobre un problema metodológico de
difícil resolución con el que también nos enfrentamos en el relevamiento del 2011-2012
en La Pampa. El INDEC tuvo que abordar una situación compleja, dado que involucra
aspectos puramente subjetivos relacionados con la autoadscripción de los sujetos a una
determinada identidad. Es por esta razón, y según lo estipulado en el Convenio 169 de la
OIT previamente citado, que a partir de entonces se toma como máxima metodológica el
criterio de autoreconocimiento, cuya aplicación tampoco está exenta de dificultades
(Amadasi y Massé 2006). Goldberg (2007) señala que el criterio de autoreconocimiento o
autoadscripción ha sido internacionalmente consensuado como el más adecuado para la
“medición étnica”. Según la autora, “este criterio se basa en el concepto jurídico de libre
determinación descartando los elementos diacríticos o condicionamientos biológicos que
otrora definían la condición étnica para revalorizar la adscripción que realiza cada una de
las personas. En este sentido constituye el único criterio que respeta la dimensión
subjetiva de los encuestados y, por tanto, el menos etnocéntrico (…), [sin embargo] una
de las desventajas de este criterio radica en que actúa desconociendo el posible
ocultamiento de la identidad indígena utilizado como estrategia de protección contra los
abusos discriminatorios de la cultura dominante” (Goldberg 2007: 7). Problema con el
que, como veremos, también nos encontramos en La Pampa durante el relevamiento para
la EIB.
96
personal capacitado” (Ley Provincial 2.511, Art. 80. Las negritas son mías). Mientras que
la Ley Nacional menciona de manera más general que
A nivel nacional se plantea que la EIB tiene que ser implementada en todas las
escuelas, y de esta manera deja abierta la posibilidad de promover una EIB
verdaderamente intercultural (más allá que en el texto de Ley figure el término
“multiculturalidad”), ya que al abarcar todas, se contempla la posibilidad de incluir
escuelas donde no necesariamente existe matrícula indígena. Mientras que en La Pampa,
la Ley especifica que debe implementarse solo en aquellas escuelas que lo soliciten y
registren matrícula indígena.80 Ahora bien, al margen de estas dos distintas formas de
abordar la implementación de la EIB, los objetivos del relevamiento en cuestión fueron
obtener datos que permitan una mayor visibilización de la matrícula indígena presente en
el sistema educativo; y, en segundo lugar, ampliar la información estadística previa,
surgida de los dispositivos de relevamiento ya existentes.
El relevamiento fue impulsado por la MEIB del Ministerio de Educación de La
Nación y, en nuestra provincia, se realizó con la colaboración de la Subsecretaría de
Educación de La Pampa. A su vez, contó con el financiamiento y coordinación del
Programa de Mejoramiento de la Educación Rural (PROMER). Se llevó a cabo en todo el
país y fue la primera vez (y hasta el momento la única) que una acción de este tipo era
realizada por la MEIB. El trabajo contó con la participación de diversos sectores
gubernamentales y civiles involucrados en la educación. Las sugerencias de los
representantes indígenas de la provincia y la colaboración del área de Estadística de
Educación provincial para acceder a la información de base existente, fueron centrales
para la determinación del muestreo a relevar. La Subsecretaría de Educación provincial y
80
Según la lonka Marisa Serraino, hermana del referente provincial de EIB, este detalle puede conllevar
el riesgo de producir una EIB cerrada para las comunidades ranqueles y de este modo promover el
segregamiento, cuando, desde su punto de vista, sería más adecuado que la EIB esté abierta a toda la
población de La Pampa, indígena o no indígena (Marisa Serraino, comunicación personal). Sin embargo,
la lonka María Inés Canhué, quien participó de la comisión de debate de la Ley provincial, me comunicó
que la oración “…las instituciones educativas que lo soliciten y que registren matrícula escolar indígena”
presente en la Ley provincial fue un pedido explícito de las comunidades. Su postura es que la EIB debe
comenzar circunscripta al ámbito propiamente indígena, de hecho promueve la creación de “escuelas
ranqueles” (María Inés Canhué, comunicación personal).
97
las Coordinaciones Educativas de Área se encargaron de la comunicación a los
establecimientos a través del envío de notas oficiales, las cuales proveyeron un marco de
legitimidad local decisivo para la realización del relevamiento. La gestión de PROMER
proporcionó los recursos para las salidas al campo, capacitaciones y reuniones. La
supervisión y acompañamiento del referente provincial de EIB y la predisposición de los
directivos, ayudaron a realizar con éxito el relevamiento.
Dado que la institucionalización formal de la EIB en La Pampa se encontraba aún
en un estado incipiente, la propuesta fue recibida con interés y curiosidad por las diversas
áreas involucradas. En algunos casos hubo poca participación de parte de los directores de
establecimientos, pero en menor medida y por motivos circunstanciales (viajes o
problemas de salud), y en el menor de los casos por falta de interés. Con el referente
provincial de EIB se entabló una relación positiva y se logró articular actividades y las
salidas al campo sin inconvenientes. Su rol fue decisivo para determinar el muestreo de
establecimientos a relevar y la metodología a aplicar. En algunos casos, sobre todo en la
zona oeste de la provincia, área de mayor concentración de población indígena, el
referente me acompañó en la actividad como guía y chofer. A su vez, existió siempre la
predisposición a invitarme, en mi rol de consultor, a otras actividades de la EIB
provincial, particularmente a las capacitaciones para docentes y miembros de las
comunidades indígenas que describí en el inciso 3.3.2. La participación en estos espacios
fue importante para recibir sugerencias respecto a los establecimientos a visitar y para
coordinar las visitas con los referentes indígenas en distintos puntos de la provincia.
El rol del Área de Estadística Educativa provincial fue igualmente importante. Al
permitirnos trabajar en sus oficinas, pudimos consultar la información estadística previa e
identificar aquellos establecimientos que declararon tener matrícula indígena, lo cual
ayudó a definir nuestro muestreo. El equipo de la MEIB Nacional asesoró y acompañó
durante el relevamiento, manteniendo una comunicación constante, ya se telefónicamente
o con la presencia de sus técnicos en la provincia. La relación con la Subsecretaría de
Educación provincial fue también positiva. Tuvo un rol decisivo notificando a los
establecimientos sobre las visitas y enviando las encuestas de sensibilización previa,
como veremos a continuación, lo cual reforzó el marco de legitimidad del trabajo y, por lo
tanto, la alta receptividad de los directivos.
La metodología propuesta por la MEIB se basó en la implementación de una
encuesta elaborada en cuadernillos previamente diseñados por el Ministerio de Educación
de la Nación (ver Anexo N° 8). La consigna fue coordinar una entrevista con alguna
98
autoridad del colegio, preferentemente directores o secretarios, docentes o auxiliares y, en
caso de tener conocimiento sobre la presencia de comunidades indígenas en la zona,
involucrar también a sus referentes. La encuesta exploró temas tales como: datos
estructurales y edilicios del establecimiento, contexto poblacional, matrícula del ciclo
lectivo (indígena y total), características sociolingüísticas de los alumnos, datos sobre el
personal docente y no docente (incluyendo el autoreconocido como indígena), el interés o
la factibilidad institucional de incorporar la EIB en el futuro, y experiencias de EIB,
formal o no formal, que vienen siendo efectuadas, entre otros. En el inciso referido a la
matrícula se indagó sobre la cantidad de alumnos indígenas. Toda esta información, como
mencioné, debería ser aportada por las autoridades entrevistadas. Pero en este punto
encontramos una primera dificultad, el sesgo que producirían las nominaciones externas.
La MEIB nacional, igualmente consciente de este problema y de las particularidades de
cada contexto en el interior del país, dejó abierta la posibilidad de que los equipos
provinciales elaborasen las estrategias que consideren más adecuadas; de este modo, junto
al referente provincial de EIB, buscamos otra manera de abordar la cuantificación de la
matrícula educativa indígena.
Son varios los trabajos que analizan los dispositivos estatales de “cuantificación
indígena”, enfatizando en su carácter particularmente esencialista (por ejemplo, Bidaseca
et. al. 2008; Boccara 2007). En efecto, en este relevamiento, nosotros mismos
participamos de una lógica multiculturalista cuyo objetivo era reconocer la presencia de
una “identidad culturalmente diversa” pero de una forma cosificada. Además, esta lógica
se veía reforzada por la participación de los directivos como los agentes encargados de
señalar quiénes eran o no indígenas. Como mostraré más adelante, en la mayoría de los
casos, su tendencia fue minimizar la presencia indígena, y cuando la reconocían, lo hacían
bajo criterios netamente esencialistas, ya sean biologicistas teniendo en cuenta “los
rasgos” o el color de piel, o culturalistas, guiándose por los apellidos. Ante esta situación,
con el referente de EIB elaboramos una estrategia para tratar de sortear estos sesgos.
Como mencioné en el capítulo 2, los procesos de negación y marginación que atravesaron
las poblaciones indígenas a lo largo del siglo XX en el territorio de La Pampa, produjeron
un resultado tal que hoy en día las autoadscripciones identitarias son un hecho social
altamente invisibilizado, y por tanto difícil de dimensionar (Salomón Tarquini 2010).
Teniendo en cuenta esto, el referente de EIB provincial propuso realizar un trabajo de
sensibilización previo a las visitas a los establecimientos. De este modo, se envió con dos
meses de anticipación, vía Subsecretaría de Educación provincial, una nota dirigida a cada
99
dirección de escuela, colegio o terciario. En dicha nota, se explicaron los objetivos de las
visitas que se realizarían, y se sugirió entregar a cada alumno un trabajo práctico para
realizar de manera anónima junto a sus familias, donde se lo exhortaba a reflexionar
respecto a su propio sentido de pertenencia e identidad. De esta manera, se buscó registrar
manifestaciones explícitas de reivindicación identitaria a partir de un criterio de
autoreconocimiento, evitando las nominaciones externas. Luego, los resultados fueron
recogidos en las visitas a los establecimientos, junto a la aplicación del instrumento de
relevamiento elaborado por la MEIB nacional. El trabajo práctico de sensibilización fue
relativamente sencillo y puede verse en el Anexo N° 9.
La metodología tuvo muy buena respuesta, tanto de parte de los directivos como
de los alumnos, y en las visitas a los establecimientos se pudo recoger un número
considerable de encuestas contestadas (ver Anexos N° 10 y 11). Durante el mes de enero
de 2013 se realizó el procesamiento de los datos relevados en el sistema de carga diseñado
por la DINIECE para sistematizar y estandarizar a nivel nacional la información obtenida.
El sistema de carga consistió en un software especialmente diseñado para el relevamiento
y una vez finalizada la subida de los datos, se enviaron a la Modalidad de EIB del
Ministerio de Educación de la Nación.
Vale la pena mencionar que en el transcurso del relevamiento se identificaron
otros grupos “culturalmente diversos”, cuya relación con el sistema educativo formal,
desde mi punto de vista, merece ser problematizada a fin de evaluar la posibilidad de
incorporarlos a la EIB. Algunos de estos grupos son: Christenvolk (menonitas), gitanos,
inmigrantes quechua hablantes y Ruso-Alemanes. Es factible considerar además que,
dadas las características de conexión comunicacional y movilidad internacional que
configuran el mundo actual, nuestra provincia pueda enriquecerse en el futuro con un
número cada vez mayor de poblaciones cultural y lingüísticamente diversas. Sobre este
punto volveremos en el apartado 5.2. Por otro lado, merece destacarse que entre los
resultados del relevamiento uno de los datos que se recabaron fue la identificación de
referentes, docentes y/o directivos interesados en la EIB.81 Esto permitió identificar
actores claves que más tarde fueron invitados a las capacitaciones y reuniones vinculadas
con la implementación de la modalidad.
81
Por ejemplo, algunos establecimientos que declararon haber realizado experiencias previas de EIB fueron:
el Colegio “Santa Inés” de Gral. Pico, el Centro Educativo Programa Especial N° 119 de Toay, el Colegio
Secundario para Jóvenes y Adultos de Santa Rosa y el Instituto Superior de Formación Docente “Escuela
Normal Superior” de Santa Rosa.
100
4.3. La visibilización indígena en el Relevamiento para la EIB
En este apartado el objetivo es poner en valor la visibilización indígena resultado
del relevamiento, a través de dos formas distintas. Una, es comparando con instrumentos
estadísticos previos y calculando la diferencia que hay con este relevamiento. Otra, es
ubicando los datos en el mapa para “espacializar” los porcentajes de matrícula indígena
según regiones de la provincia y relacionarlos con algunas consideraciones respecto a la
“territorialidad ranquel”. Pero, en primer lugar, presentaré los resultados de matrícula
indígena del relevamiento.
El resultado obtenido, si bien constituye una cifra aproximativa, puede
considerarse como estadísticamente significativo (y representativo del contexto provincial
en general), dado que el muestreo se elaboró de tal manera que abarcara todas las áreas
del sistema educativo provincial: por zona geográfica, por nivel educativo y por tipo de
gestión (privada o estatal). En este sentido, las cifras obtenidas pueden significar un
primer acercamiento para dimensionar la presencia de población indígena en el sistema
educativo pampeano. La muestra abarcó 70 establecimientos que en total sumaban una
matrícula de 13.301 alumnos. A cada uno de esos establecimientos se enviaron las
encuestas con la consigna de que sean repartidas al total de los alumnos. Si bien un
número mínimo de alumnos (no fue posible constatar cuántos) no contestaron la encuesta
por razones circunstanciales (por estar ausente o por decisión propia o familiar), en las
visitas a los establecimientos pudimos confirmar que la amplia mayoría de los alumnos
participó, dado que el proyecto fue impulsado institucionalmente por los directivos,
quienes dieron la consigna a los docentes de ciencias sociales para que trabajen
especialmente el tema y repartan las encuestas en cada aula y personalmente a cada
alumno presente. De este modo, recopilamos 1.309 encuestas en las que se manifestaba la
descendencia y/o pertenencia étnica a un pueblo indígena.82 Si se considera el total de
13.301 alumnos que componen la muestra y el resultado de 1.309 alumnos
autoreconocidos como indígenas, la investigación permite enunciar que para el año 2012
un 10% del alumnado relevado en el sistema educativo pampeano se consideraba
descendiente y/o perteneciente a un pueblo indígena. En la Tabla N° 1 pueden apreciarse
los resultados discriminados por localidad, institución y matrícula indígena por sobre el
total de matrícula general.
82
Si bien pudo observarse que la mayoría de las autoadscripciones fueron al pueblo ranquel, hubo casos
que se identificaron como indígenas pero sin especificar a cuál pueblo, casos que se identificaron como
mapuche, y muy pocos casos que se identificaron como guaraní, quechua o huarpe. El procesamiento
estadístico de estas diferencias no se realizó para esta tesis, quedando pendiente para un próximo trabajo.
101
Tabla N° 1 – Matrícula indígena sobre matrícula total por institución. Relevamiento
para la EIB 2011-2012
MAT Indígena
LOCALIDAD NOMBRE DE LA INSTITUCION MAT TOTAL en Mapeo AÑO
102
Gral. Pico J.I.N. Nº 8 en Escuela Nº 12 23 0 2012
Gral. Pico Colegio Santa Inés 90 0 2012
Gral. Pico Escuela Nº 26 587 27 2012
Gral. Pico Escuela Nº 64 183 0 2012
Gral. Pico Colegio Secundario Los Ranqueles 137 3 2012
Gral. Pico Escuela Normal Mixta Prov. de San Luis 720 19 2012
La Humada Escuela Hogar N° 88 201 49 2012
La Humada J.I.N. Nº 22 en Escuela Nº 88 24 3 2012
Santa Isabel J.I.N. Nº 22 en Escuela Nº 99 96 13 2012
Algarrobo del Águila J.I.N. Nº 22 en Escuela Nº 129 26 0 2012
Toay Centro Educativo Programa Especial N° 119 36 4 2012
Santa Rosa Colegio Secundario para jóvenes y adultos 139 7 2012
Santa Rosa Escuela N° 27 188 6 2012
Santa Rosa IFD Escuela Normal Superior 852 50 2012
Santa Rosa Centro Regional de Educación Artística - C.R.E.Ar 659 44 2012
Santa Rosa Instituto 1º de Mayo 329 19 2012
Santa Rosa Escuela Hogar Nº 114 Floreal Oliver 147 8 2012
Puelén J.I.N. Nº 12 en Escuela Nº 157 21 4 2012
Puelén Polimodal Puelén 76 27 2012
13.301 1309
83
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017.
103
Área de Estadística del MCE para elaborar un material más representativo y
recomendable en materia de EIB” (Evaluación y Planificación de la Modalidad de EIB.
Agenda. Equipo provincial, referentes provinciales y CEAPI. Pueblo ranquel. 2013-2014).
De este modo, queda manifiesta la importancia política que estos datos pueden
tener para la militancia indígena, y la pertinencia que adquieren en esta tesis,
considerando que forma parte de mis objetivos realizar un aporte a las comunidades.
104
A partir del acceso a los RAE tenemos para comparar dos datos estadísticos sobre
un mismo factor, pero de procedencia distinta. Del total de 70 establecimientos visitados
en el relevamiento para la EIB, contamos, por un lado, con la cantidad de alumnos
indígenas según lo computado en el RAE y, por otro lado, con la cantidad de alumnos
indígenas según lo contestado por los mismos alumnos junto a sus familias. La diferencia
es considerable, la cifra total que obtuvimos con el relevamiento es casi cuatro veces
mayor que la computada en el RAE según puede verse en la Tabla N° 2.
105
Santa Rosa Polimodal Zona Norte 249 65 65
Santa Rosa Unidad Educativa del 3º Ciclo Nº 9 366 7 8
106
Como puede observarse, hubo casos dónde se dio lo inverso; es decir, que en el
RAE se declaren más indígenas y en el relevamiento menos. Esto pudo deberse a distintos
factores. Por un sesgo “positivo” de parte de los funcionarios, es decir, tendieron a
identificar más indígenas; o porque aquellos alumnos declarados en el RAE no
participaron de nuestro relevamiento. Hubo también casos donde el número en el RAE y
el relevamiento es el mismo. Esto se dio más que nada en instituciones con pocos
alumnos y donde la identificación y/o pertenencia a una comunidad es visible y
reconocida por los vecinos de la localidad. O bien probablemente, aunque no pude
constatarlo, porque los funcionarios usaron también un criterio de autoreconocimiento
para contestar el RAE. Más allá de estas excepciones se puede observar claramente que la
tendencia general sugiere que en el RAE se declararon muchos menos indígenas que en
las encuestas del relevamiento.
Hubo casos, como el de Realicó, donde el número aumentó considerablemente
debido a la presencia del lonko de la comunidad en el momento del relevamiento. En este
caso, no se implementaron las encuestas con los alumnos y la persona encargada de
señalar la cantidad de alumnos indígenas fue el mismo lonko, tendiendo a “adscribir” a la
mayor cantidad de alumnos posibles según el conocimiento de la historia local y/o
participación de sus familias en las comunidades.
Uno de los casos más emblemáticos fue el de La Humada. Esa localidad se
encuentra en una región del oeste pampeano donde se radicó gran cantidad de población
indígena a fines del siglo XIX y principios del XX.84 Sin embargo, en la actualidad no se
conocen comunidades indígenas organizadas ni manifestaciones públicas de
reivindicación indígena. Durante la visita del 2011, las directoras manifestaron no tener
conocimiento sobre la presencia de indígenas en la escuela. Se consignó entonces el
número de cero alumnos indígenas. Se les pidió entonces que apliquen el cuestionario
para el próximo año. Efectivamente cuando fuimos a recoger los resultados en el 2012
nos encontramos con que 49 niños habían manifestado ser descendientes y/o
pertenecientes a un pueblo originario, volviendo a ser notorio el potencial del criterio de
autoreconocimiento
Ahora bien, ¿cómo repercutió el relevamiento en la sensibilización sobre la
presencia indígena? Nuestra visita despertó curiosidad en la comunidad educativa. No
solo aplicamos las encuestas sino que también tuvimos oportunidad de conversar con
84
Ver tesis de Eugenia Comerci (2005).
107
docentes, alumnos y directivos sobre lo que estábamos haciendo, así como llamar la
atención al hecho que no se estaba llevando un registro adecuado de la matrícula indígena
en los años precedentes. Dado que el trabajo despertó interés, era de esperar que para los
años siguientes se produzca algún efecto positivo en los establecimientos visitados, en
cuanto al relevamiento de matrícula indígena se refiere. Una manera de dimensionar ese
efecto es comparando las cifras obtenidas por la vía “cotidiana” antes y después del
relevamiento. Es decir, observar el RAE de un establecimiento antes de nuestra visita y el
mismo dato al año siguiente. Esto pudo realizarse con los establecimientos visitados en
2011. El RAE 2011 consignó un número muy bajo de matrícula indígena, previamente a
la visita. Ahora bien, cuando se observan los RAE 2012 de los mismos establecimientos
visitados en 2011, puede constatarse que la tendencia general es de un aumento en el
número de matrícula indígena (ver tabla N° 3). Es posible sostener que esto se debe al
trabajo de sensibilización que provocaron las encuestas y las visitas del relevamiento.
MAT IND
MAT MAT IND RAE RELEVAMIENTO MAT IND RAE
LOCALIDAD NOMBRE DE LA INSTITUCION TOTAL 2011 2011 2012
Santa Isabel Ex UE N° 33 148 60 60 40
Santa Isabel Escuela Hogar Nº 99 Alfredo Natalio Fernandez 338 5 90 150
Paraje Arbol Solo Escuela Hogar Nº 48 Provincia de Santa Cruz 23 0 14 0
Colonia La
Escuela Hogar Nº 155
Pastoril 28 0 8 4
Chos Malal Escuela N° 260 24 28 24 19
Algarrobo del
Aguila Escuela Hogar N° 129 80 0 22 0
Telen E.P.E.T. Nº 8 231 51 41 28
Victorica Escuela de Adultos N° 7 87 3 7 3
Victorica Escuela Provincial Felix Romero 201 7 3 9
Victorica Escuela Provincial Agrotecnica "Florencio Peirone" 134 18 37 43
Victorica Instituto San Juan Bosco (secundario) 294 4 5 4
Victorica Instituto San Juan Bosco (primario) 327 0 47 50
Victorica Instituto Tecnologico de Educacion Superior 199 41 46 46
Victorica Escuela Primaria Nacional N° 7 368 0 30 0
Victorica Colegio Secundario (ex Unidad Educativa N° 31) 116 2 1 0
Luan Toro Escuela Primaria N° 55 75 0 5 0
Loventue Escuela Hogar N° 56 49 0 5 0
Carro Quemado Escuela N° 159 34 0 2 0
Jaguel del monte Escuela Hogar N° 19 Florian Oliver 30 9 10 7
Puelen Escuela Hogar N° 157 Pdre. Jose Durando 121 0 80 0
Realico Escuela N° 34 239 0 102 0
Realico Escuela 222 223 0 27 0
Colegio Secundario Educadores Pampeanos (ex
General Pico Unidad 13) 314 18 18 0
Parera Instituto Republica del Peru 248 3 22 5
108
Parera Escuela N° 22 264 16 31 30
Gral. Acha EPET N° 4 162 1 1 0
Escuela Normal Superior - Instituto de Formacion
Gral. Acha Docente 97 5 5 14
Gral. Acha Escuela Normal de Gral. Acha 421 2 2 0
Santa Rosa Colegio Secundario (ex UE N° 3) 218 1 2 3
Santa Rosa Escuela Agrotécnica 237 1 4 1
Santa Rosa Polimodal Zona Norte 249 65 65 70
Santa Rosa Unidad Educativa del 3º Ciclo Nº 9 366 7 8 16
Eduardo Castex Colegio Manuel Belgrano Y Secc. Comercial Anexa 288 0 13 0
Villa San Roque Escuela N° 58 9 4 4 0
109
etnografiar el preciso momento de auto reflexión familiar. Porque podríamos
preguntarnos hasta qué punto fueron ellos y no sus padres los que consignaron la
pertenencia étnica.85 Verlos como sujetos activos no implica que haya que dejar de
considerar los condicionamientos que los limitan, sino que “se trata de ahondar en la
dialéctica interrelación entre condicionamientos y posibilidades” (Szulc 2006: 47).
Siguiendo a esta autora, hay que considerar que “al hablar de niñez, hablamos de
relaciones entre niños y adultos, entre niños e instituciones o entre pares” (Szulc 2006:
39), y no de un grupo definido por sí mismo, aislado de otros. Pues bien, la visibilización
que obtuvimos a partir de un criterio de autoreconocimiento, también fue resultado de un
proceso complejo donde participaron padres y agentes institucionales, y por lo tanto debe
ser problematizada con más detenimiento en el futuro.
85
Quedaría también hacer una revisión de la metodología utilizada. Ya que, por ejemplo, usamos una
noción naturalizada de familia. Dimos por hecho que todos los alumnos tendrían padres, tíos o abuelos y
nos encontramos con casos que no se correspondían con estos modelos y donde la representación de
“familia” de esos alumnos se vinculaba más a otros entornos de contención (institucionales, por ejemplo).
110
carácter dinámico, simbólico e histórico del territorio. Para Raffestin, el espacio (más
abstracto) es anterior al territorio. El primero se convierte en el segundo cuando media el
trabajo (físico o simbólico mediante la representación) de un actor. El territorio es un
espacio construido a partir de la comunicación, interpretación e intención de un actor.
Haesbaert a su vez, destacando la interpretación antropológica (léase “simbólica”) del
problema, entiende a los territorios como un proceso de apropiación (simbólico-cultural)
del espacio por los grupos humanos.
Una de las principales demandas de los lonkos ranqueles en la actualidad, es la de
la autonomía territorial; volver a tener soberanía propia sobre un territorio que provea las
condiciones necesarias para la subsistencia como pueblo o, a lo sumo, como comunidad.
Por lo tanto, desde mi punto de vista, existe un territorio ranquel deseado y representado
simbólicamente. Esta representación, a su vez, está estrechamente vinculada con los
procesos subjetivos de construcción de la identidad individual y colectiva. Según
Haesbaert, desde una perspectiva idealista, el territorio, a través de los referentes
espaciales que contiene, puede cumplir un rol simbólico importante en la definición
identitaria de un grupo: “…los referentes espaciales, ahí, también son parte de la vida de
los indios como elementos indisociables, en la creación y recreación de los mitos y
símbolos, pudiendo al mismo tiempo ser responsables por la propia definición de grupo
en cuanto tal” (Haesbaert 2007: 23). En los ranqueles se ve claro. Entre ellos, el territorio,
a través de diversos elementos de la naturaleza y marcadores espaciales, como el caldenal,
las zonas de medanales y de los bañados del Atuel (hoy secos), y hasta la planta que da
nombre al gentilicio (rankül: carrizo; che: gente),86 aparece como un componente
importante en la configuración de su identidad. De hecho, Germán Canhue, solía insistir
en el uso del gentilicio mamülche (gente del caldenal), para remarcar la particularidad del
grupo, y diferenciarlo de otros, como el mapuche, en el marco de la reemergencia
experimentada en la década de 1990 (Lazzari 2007).
En definitiva, siguiendo el carácter simbólico que Raffestin y Haesbaert atribuyen
a la construcción de territorialidad, podemos decir que el territorio ranquel existe desde el
momento mismo en que los ranqueles lo reclaman. Al representarse un espacio (deseado e
86
En las lagunas, ríos y bañados que formaban parte del sistema ecológico y social ranquel desde el siglo
XVIII, era muy común la presencia de plantas hidrófilas como el “carrizo” (Phragmites australis), los
pajonales de "cortadera" (Cortaderia selloana), "totora" (Typha sp.), "junco de laguna" (Schoenoplectus
californicus), "junco" (Schoenoplectus americanus), "junco negro" (Juncus acutus) y “jarilla” (Larrea
divaricata), entre otras. Para mayor información sobre el hábitat ecológico, nombres y usos de plantas
entre el pueblo ranquel, recomiendo consultar el trabajo de Pedro Steibel (1997).
111
imaginado) los ranqueles construyen su territorio (y con ello una territorialidad). Así, hay
un territorio cuya misma existencia deriva del futuro, y, a su vez, hay uno ancestral que
proviene del pasado. La demanda de territorio propio es fundamental para la
reivindicación política de la militancia rankülche porque éste (ya sea el histórico que fue
quitado o el deseado-imaginado) es constitutivo de los procesos de confirmación y
reconstrucción de una identidad ranquel en la actualidad. Dicho de otro modo, el territorio
actúa como un marcador más de identidad anclado en un espacio delimitado (no es sólo
inmaterial) y por lo tanto puede ser potenciador de las demandas políticas y económicas
que se articulan en base a esa identidad, tal como sucede con la lengua.
Para la arqueóloga Alicia Tapia (2015), identidad y territorio ranquel también
están estrechamente vinculados. Esta autora analiza la presencia de diversos grupos
indígenas en el área de lo que hoy es la provincia de La Pampa (ranqueles, vorogas,
huiliches, pehuenches) desde mediados del siglo XVIII hasta fines del XIX, y sostiene
que a pesar de ser culturalmente semejantes (misma lengua por ejemplo) establecieron
entre ellos identidades diferenciadas basadas en demarcaciones territoriales específicas, lo
cual llevó a estos grupos a construir lazos de pertenencia a zonas particulares. Tapia
sostiene que el territorio étnico, al ser un espacio en el que transcurren las experiencias de
vida (espacio vivido), cumple un papel importante en la construcción de la memoria
histórica de un grupo y, por lo tanto, de su identidad colectiva. Ocupar la tierra donde
habitaron los antepasados de un grupo, es decir el territorio ancestral, es fundamental en la
instrumentación identitaria de las luchas políticas de los pueblos originarios. Y en
contextos en los que se trata de reforzar, recuperar y resignificar identidades que son
negadas, invisibilizadas y hasta puestas bajo sospecha, esto no es un detalle menor.
Tapia identifica a los primeros caciques autodenominados como ranqueles, en el
año 1750, ubicados en la región del caldenal pampeano o mamull mapu, zona
caracterizada por sus buenas aguadas, pasturas para ganado, recursos del monte y
distancia intermedia entre las tierras altas y las fronteras coloniales. Sin profundizar en los
detalles, diremos que esta autora sostiene una continuidad de ocupación en la misma
zona, y por el mismo grupo ranquel, durante 130 años. Dicha zona estaría delimitada, por
el norte, por las tierras ubicadas al sur de San Luis, Córdoba y Santa Fe, y noroeste de
Buenos Aires; el oeste por la cuenca de los ríos Atuel- Salado-Chadileuvú; al sur, por las
lagunas de Meauco y los valles Daza y Argentino; mientras que al este, fue variando de
acuerdo al sucesivo corrimiento y avance de la frontera militar bonaerense hacia el
112
territorio ranquel.87 La autora lo grafica de la siguiente manera en el Mapa N° 1 (ver en
sección de anexos).
Ahora bien, ¿qué relación existe entre la presencia ranquel manifestada
actualmente a través del relevamiento para la EIB con el territorio ancestral planteado?
En primer lugar, ubiquemos en el mapa cuáles son las localidades donde se ubican
algunas de las principales comunidades ranqueles organizadas a partir de la década de
1990 (ver Mapa N° 2). Por otro lado, tomando los resultados finales del relevamiento para
la EIB se elaboró el siguiente mapa que da cuenta del porcentaje de alumnado indígena
por sobre el total de alumnos de los establecimientos educativos (Ver mapa N° 3).
Como puede apreciarse, los departamentos donde se registra el mayor porcentaje
de matrícula indígena son los que concentran la mayor cantidad de comunidades
organizadas (dos en Rancul, dos en Loventué y dos en Chalileo. En Chos Malal,
departamento Chicalcó, si bien no existe una comunidad organizada, se dio el mayor
porcentaje de matrícula indígena en relación al total de alumnos. Y una comunidad en
cada uno de los departamentos Capital, Toay, Utracán, Realicó, Maracó y Atreucó). Es
decir, tanto el mayor porcentaje de matrícula indígena, como de presencia de
comunidades, se dan en las regiones oeste, centro y norte de la provincia, mientras que en
la región sur-este de la provincia se observa una ausencia casi total de presencia indígena,
exceptuando las comunidades de Gral. Acha y Miguel Riglos,88 existiendo de esta manera
una relación con la territorialidad ancestral señalada por Tapia (2015).
87
Este territorio estaba organizado sobre la base de un patrón circular. Esta misma forma se repetía en las
moradas. En torno al toldo principal se situaban a cierta distancia otros más pequeños que conformaban la
toldería. A su vez, las tolderías de los caciques secundarios, de los capitanejos y de otros indios se ubicaban
alrededor de la toldería del cacique principal (Curtoni 2000). De las tolderías “partían numerosas sendas que
daban a las rastrilladas, caminos principales, a una vertiente, a un pastizal, al monte o a otras tolderías”
(Poduje 2000: 13). Las tolderías se situaban cerca de las fuentes de agua y leña, con buena provisión de
animales de caza y campos de pastoreo para el ganado caballar y vacuno.
88
Micaela Del Rio (2015) analiza la organización de comunidades ranqueles en el este provincial y
sostiene que la supuesta ausencia de indígenas en la región se debe más a una falta de indagación
profunda y a la potencia de los dispositivos históricos de negación de la identidad indígena que tendieron
a resaltar el componente europeo de la población en la zona, antes que a una real ausencia. De hecho, esta
autora sostiene que existió migración indígena a la zona de Miguel Riglos y Gral. Acha, luego de las
campañas militares de la “Conquista del Desierto” e inmediatamente previa a la fundación de estos
pueblos.
113
2012. En primer lugar, presenté algunas consideraciones históricas respecto a los
mecanismos censales dirigidos a población indígena que se instrumentaron en el país y
La Pampa. En este sentido, vimos que los censos de fines de siglo XIX hasta mediados
del XX, operaron como dispositivos de invisibilización de la identidad indígena,
tendencia que comenzó a revertirse con la implementación del Primer Censo Indígena
Nacional en 1966.
Llegamos a la conclusión que los dispositivos de cuantificación de la matrícula
educativa indígena, no solo vienen siendo instrumentados con grandes sesgos que
tienden a la invisibilización, sino que, además, revisar sus métodos y garantizar su
correcta aplicación, se instauran como una de las principales demandas de las
comunidades ranqueles de La Pampa, dado el potencial político que tienen para la
instrumentación y gestión de la EIB. Por otro lado, y considerando los dispositivos
mencionados, tanto los instrumentados por el INDEC como el aplicado por la MEIB
nacional, puede observarse un aumento de las manifestaciones de autoadscripción
indígena con el paso de los años, por lo que sería pertinente dirigir la mirada hacia esta
tendencia en el futuro, a fin de constatar su comportamiento.
Luego de detallar las características con que se desarrolló el relevamiento de
matrícula indígena en La Pampa y presentar sus resultados, realicé una puesta en valor
de los mismos de dos formas distintas, comparándolos con los datos oficiales previos
referidos a la matrícula indígena en el sistema educativo pampeano, y “espacializando”
los resultados del relevamiento en el mapa de la provincia. Con respecto al primer
punto, vimos que los resultados permiten sostener que para el 2012, un 10% de la
matrícula total relevada en el sistema educativo pampeano, se consideraba descendiente
y/o perteneciente a un pueblo indígena. Además, comparando este resultado con los
datos oficiales previos a este relevamiento, llegamos a la conclusión de que los métodos
de relevamiento que vienen siendo aplicado resultan ineficaces, dado que el
relevamiento para la EIB, utilizando un método de cuantificación a través de un criterio
de autoadscripción, arrojó un resultado cuatro veces mayor que el computado
oficialmente para los mismos establecimientos que formaron parte del muestreo. Por
otro lado, observamos que el relevamiento para la EIB resultó en un importante aporte a
la visibilización de la presencia indígena en la provincia, no solo a través de las cifras
estadísticas mencionadas, sino también mediante la “bajada” de los datos en espacios
concretos dentro del mapa provincial. En este sentido, observamos que los mayores
porcentajes de matrícula educativa indígena se dan en las regiones oeste, centro y norte
114
de la provincia, existiendo de esta manera una relación con la territorialidad ancestral
ranquel previa a la “conquista del desierto” y con los posteriores procesos de movilidad
territorial experimentados en el siglo XX dentro de la provincia.
En el capítulo 5, analizaré la agencia ranquel desde tres problemáticas distintas:
su relación con el Estado provincial; las formas en que las mismas comunidades
conciben su cultura, lengua e identidad en el marco de la implementación de la EIB; y,
reflexiones respecto a los destinatarios de la EIB, haciendo especial hincapié en las
complejidades que presenta la relación entre el pueblo ranquel y el mapuche en La
Pampa.
115
Capítulo 5
EIB y Pampeanidad
5.1. Pampeanidad
En primer lugar, es necesario definir a que me refiero por “pampeanidad”. En los
aspectos conceptuales y teóricos introduje el concepto de formaciones provinciales de
alteridad, propuesto por Claudia Briones y trabajado en una compilación de autores que
abordan estos procesos formativos en diferentes provincias argentinas (Briones 2005). Por
ejemplo, siguiendo el trabajo de Mombello sobre el caso de Neuquén,89 me pregunto,
¿cómo fue el proceso que ubicó a la configuración ranquel como “marca de identidad en
la construcción de provincianía”? (Mombello 2005). Al hablar de “provincianía” o
“pampeanidad”, me refiero a la construcción política y cultural que configuró los
significados de una identidad provincial. Esta construcción, en el caso de provincias como
La Pampa o Neuquén, entre otras, está ligada a la etapa inmediatamente posterior a sus
respectivas provincializaciones. Como mencionan Salomón Tarquini y Laguarda,
abandonado el status de “territorio nacional” y pugnando por establecerse como un Estado
provincial, el mismo estado, así como diversos colectivos sociales, "enraizados en
tradiciones y legados culturales pretéritos, buscaron […] modelar las identidades
culturales de las nuevas provincias en contextos políticos contemporáneos, legitimando
determinados actores, relatos y símbolos" (Salomón Tarquini y Laguarda 2012: 15).
89
Al igual que La Pampa, Neuquén es una provincia joven, provincializada en 1955, y en una búsqueda de
identidad en la que los indígenas tienen un rol protagónico. Según Mombello, las representaciones de lo
indígena forman parte de una marca de identidad neuquina (ella refiere a una “mística neuquina”). Pero
apelando a crear un imaginario en el que el indígena formaría parte de un pasado superado, que es
resignificado en el presente como elemento folklórico, parte de una “raíz autóctona” que hace a la
especificidad de Neuquén.
116
A su vez, esa identidad regional es una construcción social que no deja de estar
atravesada por disputas representadas por las distintas miradas e intereses de los diversos
sectores en juego. De hecho, este tipo de construcción, se estructura en relación a una
“estrategia identitaria” (Cuche 2004); es decir, la formulación de un “proyecto” como
medio para alcanzar un fin determinado. Estas estrategias, por tanto, implican
posicionamientos disimiles, luchas simbólicas y negociaciones de significados, en los
que está en juego la definición de una identidad cultural en función de un determinado
proyecto político (Salomón Tarquini, Prina y Pérez 2016). De este modo, esa
construcción será heterogénea y dinámica en relación a los contextos históricos en que se
enmarque.
En un trabajo reciente , Salomón Tarquini y Abbona (en prensa), plantean que el
conocimiento sobre los indígenas de La Pampa fue activamente impulsado por el Estado
provincial los últimos 80 años, a través de políticas culturales interesadas en "rescatar las
raíces" de la provincia y elaborar discursos sobre la "identidad provincial". El trabajo
repasa estas políticas en distintas etapas. En la primera mitad del siglo XX, etapa
caracterizada por los reclamos provincialistas, la “cultura” es entendida como un
elemento que permitía dar cuenta de las especificidades regionales, aquellas que
colaborarían a definir al Territorio Nacional de La Pampa como provincia.90 En la década
de 1930, con la creación de la primera Dirección Provincial de Cultura comienzan a
impulsarse excavaciones arqueológicas en busca de un pasado propio de la región.91 En la
década de 1940, Enrique Stieben se dedicó a la recopilación de información sobre lengua
y "costumbres" de los indígenas, aunque desde una perspectiva evolucionista que los veía
como parte de un pasado pronto a desaparecer para dar lugar a un territorio civilizado.92
Pero las autoras subrayan el proceso que se iniciaría a partir de fines de la década de 1950
(una vez declarada La Pampa como provincia), la cual denominan como “etapa
fundacional” en las políticas culturales provinciales. A partir de entonces comienza un
intenso trabajo de definición de una “cultura” e “identidad” propiamente pampeanas,
90
La Pampa fue declarada Territorio Nacional por Ley Nº 1.532 en 1884, la cual estipulaba que al alcanzar
los 60.000 habitantes, los Territorios cumplirían una de las condiciones para ser declarados provincias. La
inmigración recibida llevó a la población del territorio de 25.915 habitantes en 1895 a 88.863 en 1912. Sin
embargo, la provincialización no se concretó hasta 1952. Por eso, en las primeras décadas del siglo XX
cobraron fuerza los reclamos provincialistas, en los que los aspectos culturales tenían un rol central en la
definición de los marcos de una “pampeanidad” (Salomón Tarquini y Abonna en prensa).
91
Para repasar la historia de la arqueología en La Pampa véase la Tesis de Maestría de Lía Pera (2011).
92
Acerca de las modalidades del indigenismo de Stieben véase Lazzari (2010).
117
especialmente desde la gestión de Ricardo Nervi, Director de Cultura entre 1956 y 1960.
En ese momento, se convoca a escritores y músicos que primero enfocaron su discurso en
el trabajo agrícola “criollo” como marca de identidad, pero que de a poco fueron
incorporando “lo indígena” como elemento clave de “pampeanidad”.93 Así, en los 60 se
intensifican las investigaciones arqueológicas de equipos provenientes de la Universidad
de Buenos Aires, tarea que cobra aún más impulso con el arribo de Fernando Aráoz como
Director de Cultura a inicios de los 70. En esta década, en vinculación con el Instituto
Nacional de Antropología, se comienza a prestar mayor atención a la producción artesanal
de la provincia, especialmente los textiles indígenas, y se recibe la visita de Ercilia
Moreno Chá (para un relevamiento musicológico), y de Jorge Prelorán, quien realizó tres
documentales en distintos lugares de la provincia.94 Con la llegada de la democracia en
1973, y Angel Cirilo Aimetta como nuevo Director de Cultura de la Provincia, se
continuó en esta misma línea y se puso en marcha un “Plan General de Cultura” que se
propuso la “investigación, rescate y difusión de todas las manifestaciones representativas
del acervo histórico-cultural, tales como la arqueología, la etnografía, el folklore, etc.”
(Salomón Tarquini y Abonna, en prensa: 14). En 1973 se crea el Archivo Histórico
Provincial, y en 1978 el Departamento de Investigaciones Culturales, que promovieron
investigaciones con el objetivo de conocer aspectos de la historia y la cultura pampeana
por medio de la recopilación de testimonios. Por estos años, se comenzó entonces a
trabajar sistemáticamente con el tema indígena, específicamente en relación a las
artesanías tradicionales. A la vez, se abordaron diagnósticos sobre la situación de los
indígenas a inicios de la década de 1970. La gestión de Aimetta, por ejemplo, encargó al
investigador Rodolfo Casamiquela un informe sobre la Colonia Emilio Mitre.
Salomón Tarquini y Abonna (en prensa), refieren al relevamiento lingüístico
realizado por Ana Fernández Garay (mencionado en el estado de la cuestión y capítulo 3),
y aportan un dato relevante. A partir de entrevistas realizadas a protagonistas del
relevamiento, como la misma Fernández Garay o la Directora del Departamento de
Investigaciones Culturales (DIC) del Archivo Histórico Provincial, la antropóloga María
Inés Poduje, dan cuenta de cómo surgió la decisión de circunscribir la investigación a la
93
En otro trabajo, Salomón Tarquini, Prina y Pérez (2016) analizan, en esta misma línea, las distintas
miradas que tuvieron las revistas Caldén, Huerquén y Lympha, editadas entre 1957 y 1989, sobre la
identidad regional.
94
Sobre la obra de Moreno Chá véase Romaniuk (2011) y en cuanto a las de Prelorán, véase Laguarda
(2009a y 2009b).
118
comunidad ranquel de Colonia Emilio Mitre. Fernández Garay había sido contratada por
la Secretaría de Cultura de la Nación para llevar a cabo un relevamiento sobre la situación
lingüística de la población indígena de La Pampa, pero al coordinar el trabajo con el área
homóloga local, representada por el Departamento de Investigaciones Culturales,
focalizó la mirada sobre los ranqueles (cuando se pudo haber analizado también qué
sucedía sociolingüísticamente en otras zonas con influencia, llámese mapuche, catrilera,
huilliche o vorogana, como en la Colonia Los Puelches al sur de la provincia o en la zona
de Chos Malal y La Humada). Ya en otro trabajo, Abbona (2013b), señala que la labor del
DIC en la provincia pareció estar cada vez más dirigida casi exclusivamente a los
ranqueles.95 Idea que se respalda cuando entrevistan a María Inés Poduje. Según señalan,
la antropóloga destacó el carácter particular de “lo ranquelino” en La Pampa, cuando por
ejemplo expresa
“fuimos [refiriéndose a ella misma y Ana Fernández Garay] a los distintos lugares
donde había posibles hablantes, mapuches pensamos nosotros [por los miembros del
DIC a cargo del proyecto]. Entonces hicimos el recorrido y ella nota esta clara diferencia
y nos dice lo ranquelino es único, no hay otro grupo en la Argentina enfoquémonos en
esto, por las dudas, porque está muy en riesgo” (Entrevista a María Inés Poduje en
Salomón Tarquini y Abonna en prensa: 18).
“Al dirigir su accionar a los ranqueles y aún reconociendo en los distintos documentos
que existen en la provincia de La Pampa otros pueblos que no se reconocen como
ranqueles, el DIC contribuyó a generar una imagen que coloca a este pueblo en relación
directa a la provincia de La Pampa. Discurso, creemos, que forma parte de la construcción
hegemónica de una “identidad pampeana” que incluye a “lo ranquelino” como “marca de
identidad en la construcción de la provincianía”” (Salomón Tarquini y Abonna en prensa:
18).
Lo antedicho indica que desde la década del 30 y hasta los 80, en La Pampa se
aplicaron una serie de políticas culturales que situarían a los indígenas, principalmente al
grupo ranquel, como elemento clave de la identidad provincial. Primero, estimulando la
investigación del patrimonio arqueológico, luego con la recopilación de testimonios orales
y prestando atención a la producción textil artesanal, y finalmente con los estudios
sociolingüísticos ya mencionados. Como resultado, hoy en día, los ranqueles son una
parte “esencial” de la identidad pampeana, y así, hallamos un elemento más para
95
Durante la dirección de María Inés Poduje se realizaron importantes trabajos de campo entre la
población ranquel del oeste, cuyos resultados quedaron plasmados en trabajos como Poduje (2001) y
Giovannoni y Poduje (1988).
119
respondernos por qué, a la hora de delinear una política de EIB, se trabaja principalmente
con y para los ranqueles.
Por otro lado, y como mencioné en el estado de la cuestión, en su tesis doctoral,
Daniela Bassa (2013), propone repasar las representaciones, discursos y prácticas que
distintos colectivos sociales de trayectoria intelectual, instrumentan en la búsqueda de la
definición de una “identidad pampeana”. Para el caso de las comunidades ranqueles, la
autora remarca el rol del componente étnico como configurante de su identidad. Sin
embargo, observa que la adscripción como “pampeanos” no es un elemento relevante para
ellos, más que como marcador de residencia y diferenciador de pueblos indígenas de otras
provincias (en especial de los ranqueles de San Luis, Córdoba y Mendoza). Este es un
punto interesante para analizar bajo la óptica de Barth (1976). Ante la noción culturalista
que entiende a las etnias como formas sociales con límites y contenidos culturales
precisos, este autor propuso una teoría que explicaba la configuración de la identidad
étnica como resultado de interacciones en su exterior, más que por las características de su
interior. Así, los grupos étnicos comienzan a ser concebidos como entidades flexibles y
dinámicas, que elaboran sus diferencias e igualdades con otros colectivos mediante la
interacción con ellos. De este modo, no preexisten a la interacción, sino que es a partir de
ella que surgen. Y es por eso que los rasgos diacríticos no son “objetivos”
sino contextuales. Pero las fronteras entre los grupos étnicos también varían a lo largo del
tiempo y la autoadscripción identitaria que resulta de la interacción entre ellas, es
identificable en los discursos de los sujetos que, de esta forma, manifiestan
una voluntad por diferenciarse de otros. Esto se observa claramente en este caso. Los
ranqueles de La Pampa y San Luis, por ejemplo, en relación a los mapuche, se identifican
como un mismo grupo y se diferencian radicalmente de ellos. Pero si interactúan entre
ellos, también se diferencian, entre ranqueles de La Pampa y San Luis. Cuando se trata de
posicionarse ante el Gobierno nacional, todos, mapuche, ranqueles de La Pampa, de San
Luis, etc. son pueblos originarios.
Entonces, parafraseando a Briones (2005) podemos decir que hay un “ranquel
pampeano”, en el sentido que hay formas pampeanas de ser ranquel. Y, podríamos decir,
hay una “pampa ranquel”, en el sentido de una provincia que política, simbólica, turística,
folklóricamente “utiliza” lo ranquel. Y ambos se aportan mutuamente, La Pampa a los
ranqueles, y los ranqueles a La Pampa.
Ahora bien, a los fines de esta tesis, me interesa abordar esta relación pero
enfocada al ámbito de la EIB. En primer lugar, hay que destacar que la misma Ley de
120
Educación Provincial N° 2.511, refiere a la relación entre “ranquelidad” y
“pampeanidad”. En el capítulo II “Fines y Objetivos de la Política Educativa”, dice
“Fortalecimiento de la identidad nacional y provincial, basado en el respeto a la diversidad
cultural, a las particularidades locales y a la valoración de las raíces histórico culturales, abierto a
los valores universales y a la integración regional y latinoamericana” (Artículo 13, inciso I. Las
negritas son mías).
96
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017. Las negritas indican un énfasis de parte del
entrevistado.
121
Pero, ahora bien, en sentido inverso, ¿cuáles son los usos que los ranqueles hacen
de la EIB en este contexto? Para el referente provincial, así como la EIB tiene potencial
de aportar marcas de identidad a los pampeanos en general
“…a los ranqueles les da lo mismo, un sentido de pertenencia, pero potenciado. Les da un
lugar de importancia que los ranqueles habían perdido. Genera que muchas personas se
sientan orgullosas de pertenecer al pueblo ranquel. Remarca el orgullo”.97
97
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017.
98
Comunicación personal de Claudia Salomón Tarquini.
122
corresponden al siglo XX: la número 11, sobre el fraccionamiento de una chacra en
Emilio Mitre, de 1943; una nota dirigida a Juan Domingo Perón sobre el corte del río
Atuel, de 1947; un acta de formación de la Organización Aborigen Mariano Rosas, de
1990; y el acta de creación del Consejo de Lonkos de La Pampa, del año 2000. Las dos
primeras, refieren también a un espacio, tiempo y acontecimiento, diría, “propiamente
ranquel”, la colonia Emilio Mitre, en la década del 40 y en relación al corte del río Atuel,
fenómeno que afectó a la población del oeste en general. Solo los temas tratados en las
últimas dos fuentes se alejan un poco de todo aquello que remita a lo ya conocido y
cristalizado del pasado ranquel, a sus marcas “indiscutibles”, para comenzar a introducirse
en los procesos que involucran al rankülche del futuro, nada más y nada menos, con su
(re)organización política con miras al siglo XXI y en el marco del contexto de
juridización del derecho indígena (Briones 2005): la formación de la primera
“comunidad” (en realidad era una asociación civil) con personería jurídica, y la creación
del Consejo de Lonkos Ranquel de La Pampa. El resto de las fuentes, fueron las aportadas
por la académica, aquellas que hacen mayor énfasis en los procesos políticos (y menos en
los culturales) que configuraron la ranquelidad durante el siglo XX. La relación con el
Estado y varios de sus agentes (por ejemplo, educativos), con la comunidad científica y
con la Iglesia.
Como creo venir demostrando, la provincialización de los ranqueles (o la
ranquelización de La Pampa) lleva ya más de medio siglo. Los ranqueles forman parte de
los discursos de la “pampeanidad” remitiendo a un origen primigenio de la identidad
provincial. Sin embargo, puede observarse cómo los discursos oficiales (y en gran medida
los de sentido común), incluidos los de la EIB, estereotipan, naturalizan y fijan la
alteridad ranquel. Utilizan categorías como “pautas culturales”, “cosmovisión” y
“cultura”, de manera fetichista, vacía y ambigua. Se asume la realidad de los pueblos
indígenas, que es histórica y conflictiva, de manera reificada y ahistórica. Esto deriva en
un reconocimiento reparacionista, pero solo en un nivel discursivo, sin tener
consecuencias en la vida concreta de las personas. Es decir, se sancionan leyes, se habla
de EIB, se celebran todo tipo de reconocimientos simbólicos, pero en los barrios
periféricos los descendientes de los ranqueles siguen ocupando las posiciones más
subalternizadas de la sociedad pampeana. Más que intercultural, subyace aquí una lógica
multicultural. Porque, ¿qué entiende un funcionario o agencia estatal por “cosmovisión
ranquel”? Los sistemas de explicación del mundo y lo extraordinario, sus modos de
organización social y la lengua ranquel, ya no existen del mismo modo que en el siglo
123
XIX. Y no existen porque hubo dispositivos políticos deliberados que condujeron a esa
situación. Entonces, la alteridad rankülche, ¿acaso no se definiría mejor a partir de su rol
histórico como sujeto subalternizado antes que de su cultura? Sin embargo se insiste con
la lengua y la “cultura”, mientras que su historia (sobre todo la política) queda en un
segundo plano. Así, se termina recayendo en la misma contradicción que Lazzari (2010)
ya habría señalado, los mismos ranqueles caen en una trampa culturalista-esencialista de
la cual les resulta difícil escapar. Sin embargo, vale aclarar dos cosas. En primer lugar,
esta postura elegida por los ranqueles puede tener más que ver con una estrategia política
y cultural consciente que con una actitud “ingenua” o caprichosa; y en segundo lugar, no
todo es esencialismo entre ellos. Como veremos a continuación, la comunidad, consciente
o no, está atravesando un momento de plena innovación y construcción de nuevas
identidades.
99
Término con el que los ranqueles se refieren a su lengua.
124
auténtica lengua ranquel. Repentinamente un hombre interrumpió la clase, levantó la
mano y dirigiéndose a la académica dijo: “Discúlpeme pero eso que usted está poniendo
no es el verdadero ranquel, es mapuche. Esa no es nuestra lengua. Y estamos cansados
que vengan a querer enseñarnos nuestra propia lengua personas que no saben”.100 Ante lo
cual se produjo un momento de silencio y tensión, y la lingüista, suspirando con un gesto
de cansancio, se dejó caer en la silla sin responder nada. En ese momento, Daniel Cabral
se puso de pie y con tono de voz y expresión corporal firmes, se dirigió a todo el
auditorio, y dijo que la lengua que estaban enseñando era la que él aprendió de su tía de la
Colonia Mitre y que la gramática fue consensuada con la Doctora, quien era una buena
persona y los estaba ayudando y por el momento era lo mejor que podían hacer. No se
habló más. La autoridad moral y liderazgo de Daniel se hicieron notar, y la clase continuó
su curso.
Este breve episodio me motivó a pensar varias cosas. Los rankülche se encuentran
en un momento de reivindicación de su historia e identidad, pero también de reinvención.
Si muchos de los diacríticos que históricamente definían la alteridad ranquel
desaparecieron, el colectivo se encuentra actualmente ante el desafío de definir una nueva
“ranquelidad”. Si, como las posturas constructivistas sugieren, las culturas y las
identidades van siendo reinventadas a lo largo de la historia, pues el caso rankülche puede
ser ejemplificador. Ellos se están reinventando a sí mismos, no sin cierto conflicto interno,
por supuesto, y no sin cierto culturalismo. Como toda lógica relacional, parte de la
definición de sí mismos surge ante la diferenciación con otros, por ejemplo con los
mapuche como veremos. Pero a pesar de que el chedungun ranquel y mapuche es
prácticamente el mismo con sus respectivas variaciones regionales,101 los rankülche
sostienen una diferenciación tajante al hablar de una lengua propia y “auténticamente
ranquel”. Pero, como vimos en el último episodio, no todos piensan igual. Durante el
curso, al acordar (inventar) una gramática y poniéndola en discusión colectiva, los
rankülche en cierta forma se estaban inventando a sí mismos, en este caso, a través de la
lengua. A (casi) nadie parecía importarle si se estaba dejando de lado una lengua
“auténtica” (ni siquiera si tal cosa verdaderamente existía) a cambio de una invención
falsa y “contaminada” por la intervención de una académica. Estaba operando aquí,
100
Nota de campo.
101
En aquella capacitación también se estipuló el uso de la “v” para el ranquel como forma de
diferenciación de la “f” en el mapuche. Así lo que un mapuche mencionaría y escribiría como “futa”
(grande), en ranquel correspondería a “vuta”.
125
implícitamente, una noción constructivista de cultura que consistía en aceptar
colectivamente la posibilidad de reinventar su lengua, tomando un rol políticamente
activo. Esto pone en evidencia que al interior del grupo no hay una completa
homogeneidad sino que también existen disputas internas, que lo que aparece como “lo
auténticamente ranquel”, no es más que el resultado de una construcción conflictiva. Por
otro lado, la postura del sujeto disconforme puso de manifiesto cómo operan
constantemente nociones culturalistas, aún entre ellos mismos. Ya que, ¿a qué se referiría
esta persona con “nuestra lengua”? Al plantear esto, estaba dando a entender la existencia
de una lengua ranquel “auténtica”, pero ¿cuál sería la auténtica lengua? Más tarde supe
que esta persona era uno de los maestros de lengua ranquel en una escuela del oeste
pampeano, y unas semanas después tuve la posibilidad de asistir a una de sus clases donde
observe que su dinámica de trabajo consistía en desplegar un conjunto acotado de
palabras aisladas; y ante mi pregunta, asumió que no era capaz de hablar la lengua. Como
fuere, en estos episodios, sentí que estaba siendo testigo privilegiado y de primera mano
de un “momento constructivista” por excelencia. Todos los componentes de la receta
estaban en juego: el conflicto, distintas posturas y una cuota de “invención” consensuada.
Sentí que presencié a la cultura viva y en pleno movimiento.
Este tipo de situaciones, observadas regularmente durante el trabajo de campo, son
las que me motivan a sostener que en la EIB, al igual que en la militancia y políticas
indígenas e indigenistas en general, todos (ranqueles, mapuches, funcionarios, discursos
oficiales, entre otros actores), oscilan constantemente entre una postura esencialista y una
constructivista. De los componentes de la EIB, por momentos se le da más importancia a
la “B” (a la lengua), que a la “I” (a la historia política, al intercambio, a la crítica); y en
otros contextos el acento se invierte ¿Para quién es importante hablar la lengua?
Probablemente para ambos. Para el mismo pueblo para presentar “credenciales de
autenticidad” en el marco de las políticas indígenas; y para la provincia, y el sentido
común, para tener “indios auténticos” y “ordenar el mundo” (en el sentido de los usos
multiculturalistas que el Estado necesita para administrar la diferencia y gobernar).
A modo de comparación, y al igual que en el caso de la provincia de Santa Cruz,
lo que Mariela Rodríguez (2010) llamó “la ecuación esencialista lengua = raza = cultura”,
ayuda al sentido común a creer que desaparecida la lengua, desaparecidos los ranqueles.
No es de extrañar entonces, que ellos consideren a la lengua como uno de los elementos
más fuertes de su reemergencia. En Santa Cruz, según Rodríguez, el foco de la EIB está
puesto más en la interculturalidad que en el bilingüismo, mientras que en La Pampa
126
observo lo contrario. ¿Se deberá esto a que, en el primer caso, la iniciativa se da más
desde el ámbito académico, y en el segundo, desde las comunidades? Los científicos
sociales nos interesamos por lo intercultural, mientras que las comunidades se enfocan en
dar muestras de marcas de identidad, tal como se pudo ver en el dialogo entre Germán
Canhue y Salomón Tarquini al organizar la primera capacitación.
Durante la entrevista con el referente de EIB, le planteé esta observación. Sin
embargo, él matizó este planteo. Su respuesta fue
“Acá siempre fue lengua y cultura, no solo la lengua. Siempre se enseñaron otras cosas,
como cerámica, juegos, historia. Lo que pasa es que los únicos cargos provinciales que
existen son referidos a la lengua, que son el mío y el de Daniel [Cabral]. Tal vez por eso le
damos más importancia a la lengua, porque en el ámbito de la educación no-formal, es
donde más se han creado cargos”.102
Este comentario, da cuenta de hasta qué punto la EIB está condicionada por las
estructuras institucionales del ámbito estatal. Pero además, la entrevista ofrece una
perspectiva distinta a la que podría tenerse desde afuera. Lo que a primera vista, para mí,
puede ser una postura esencialista, desde la explicación de Nazareno adquiere otro
significado. La EIB puede representar una herramienta de reconocimiento para los
ranqueles, pero es el Estado quién le da mayor importancia a la lengua en el desarrollo de
la EIB y el que asume, por lo tanto, una postura esencialista. Como resultado, los
ranqueles “juegan el juego”, asumiendo una postura esencialista estratégica, lo que se
traduciría en una expresión como: “si el Estado necesita lengua indígena para
implementar una EIB, pues entonces le damos lengua indígena”. De hecho, el
entrevistado plantea la necesidad de una EIB más allá de la lengua
“Pasa que nosotros tenemos una EIB de rescate, y eso nunca lo entendieron. La lengua y
la cultura, y sobre todo una identidad, la pertenencia a un pueblo indígena, necesitan ser
rescatadas y mantenidas vivas. No se trata de crear un cargo solo cuando recién se llegue a
la necesidad extrema de que haya niños que no se puedan comunicar. El Estado solo lo
hace donde hay hablantes, y La Pampa no está en esa situación, porque no hay niños
hablantes de la lengua, como pasa en Chaco o Formosa. Además la lengua está presente,
aunque no se hable. Está en los nombres de los departamentos, de las personas, de los
pueblos, etc., por lo menos tenés que saber traducir eso. Por eso creo que hay una EIB
general, incluso para todos los pampeanos, sean o no indígenas”.103
102
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017.
103
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017. Las negritas son mías.
127
Aquí se pone en evidencia la estrategia del grupo, una estrategia que puede
plantearse, deliberadamente, en torno a posturas esencialistas, a fin de obtener
determinados resultados. En este sentido, la categoría de "esencialismo estratégico"
Spivak (1987), es oportuna para entender este tipo de contexto. La autora acuñó el
término para referirse a la praxis política instrumentada por un colectivo haciendo énfasis
en su identidad. El planteo de Spivak surge del campo de los estudios feministas y, más
allá de la aceptación de las diferencias existentes al interior de la categoría de “mujer”,
como de cualquier grupo, el término alude a un esencialismo “operacional” (Mattio
2009), a una solidaridad y homogeneización transitoria con el objetivo de articular una
acción social concreta. De este modo, el esencialismo estratégico, asume la posibilidad de
aceptar temporalmente una posición "esencialista" que permita una mayor eficacia
política en la acción. En palabras de Judith Butler “… es la invocación performativa de
una identidad para propósitos de resistencia política a la amenaza hegemónica de borrado
o marginalización” (Butler et al. 1992: 108-109).104
Al igual que con la categoría de “indígena” esta discusión pone en juego una
tensión entre un esencialismo ontológico y un esencialismo estratégico. El primero refiere
a la existencia de características naturales e inmutables en los seres humanos. La segunda
permitiría distinguir el carácter político del uso de esta noción, pero teniendo especial
cuidado en que, como advierte Marta Lamas para la praxis feminista, “para que
verdaderamente se trate de un manejo estratégico, el uso político de la palabra «mujer»
debe estar acompañado de una crítica persistente; si no hay crítica constante, entonces la
estrategia se congela en una posición esencialista” (Lamas 2006: 120). De manera similar,
según entiendo, a lo que sucede con la categoría de “indígena” cuando se utiliza en
discursos oficiales y leyes sin detenerse a reflexionar de quién se está hablando.
Las discusiones sobre identidad indígena y teoría de género tienen un trasfondo
teórico y político en común. En primer lugar, ambas tienen que ver con procesos
identitarios, y con categorías de clasificación de “otros”. Formas de nombrar la diferencia,
atravesadas por relaciones de poder y desigualdad. En este sentido, las reflexiones en
torno al género y/o la teoría feminista (campo que ha hecho aportes importantes a las
104
Aunque operativamente útil, vale mencionar que el concepto de “esencialismo estratégico” ha sido
revisado y fuertemente criticado. Las críticas generalmente giran en torno a la misma pregunta: ¿hasta qué
punto asumir un esencialismo, aunque sea temporal, no obstaculiza su necesaria deconstrucción y la
posibilidad de plantear una praxis por fuera de una política de la identidad esencialista? Al respecto véase la
Entrevista a Gayatri Spivak en Revista Ñ (www.clarin.com/ideas/gayatri-spivak-entrevista_0_B1f-
ZYGowmg.html); o Mattio (2009).
128
ciencias sociales en los últimos años), pueden servir para pensar problemas relacionados
con la identidad indígena.105 Los “otros” no son sujetos definidos a priori, sino más bien
resultado de una construcción dinámica, relacional y situacional. Además, la relación
entre un “nosotros” y “otros”, no es simétrica sino que estaría mediada por una relación
de dominación o, según el concepto de “dominación simbólica” planteado por Godelier
(1999), por un proceso de dirección político-ideológica-cultural mediante el cual un sector
logra una apropiación diferencial de las instancias de poder. Pues, ¿cuál de las dos partes
tiene el poder de determinar quién es un “otro”?, ¿un “otro” respecto a quién? Si lo “otro”
es lo que el “nosotros” no es, esto implica que se da por supuesto que el “nosotros”
representaría lo “normal”. El concepto de “dominación simbólica” permite entender que
quienes monopolicen la producción de significados, es decir, quienes tengan el poder de
nombrar las cosas y las personas, serán quienes determinen quiénes son los “otros”
respecto a su lugar hegemónico y serán por lo tanto quienes dominen en el resto de las
dimensiones de lo social. O dicho de otra forma: el que nomina, domina. Tanto la persona
“mujer” como la persona “indígena”, como categorías de sujetos sociales, políticos e
históricos, vienen representando un alteridad en relación a los estándares
heteropatriarcales y/o hegemónicos.
Butler (2002), Quijano (2000) y Stolcke (1992) relacionan estos dispositivos de
clasificación con formas de producción y mantenimiento de la desigualdad en el marco de
procesos históricos, políticos y epistemológicos asociados con la colonialidad del poder
por un lado y los procesos de naturalización de lo social por el otro. Un planteo que
atraviesa a los tres autores es la existencia de una relación entre el acto de clasificar y el
poder. Al respecto, Hall (2003), hablando de las “estrategias de racialización del otro” en
relación a las poblaciones africanas, plantea:
105
El nexo entre problemas “clásicos” de la antropología, como el de las culturas indígenas, y la teoría
feminista, no es nuevo. Marta Lamas (1986) señala que ambos campos se aportaron mutuamente desde los
70 debido a que compartían una misma preocupación epistemológica. Tanto la antropología con respecto a
la noción de cultura, como el feminismo con respecto a la de género se plantearon la misma pregunta: ¿qué
es lo innato y qué lo adquirido en los seres humanos? Algunas de las preguntas que planteo en este trabajo
podrían ser abordadas desde el eje Naturaleza-Cultura. ¿Qué es lo natural y qué lo cultural en la
determinación de una identidad indígena? ¿Es la raza a la etnia lo que el sexo es al género? Sin embargo, no
veo que sea este el problema aquí, ya que no noto una presencia significativa de discursos biologicistas al
hablar de indígenas en La Pampa. Creo que la naturalización de su identidad, en todo caso, como vengo
planteando a lo largo de todo el trabajo, está más basada en un esencialismo cultural.
129
“resbalamiento” inevitable del significado, para garantizar el “cerramiento” discursivo o
ideológico (…) En síntesis, estos son estereotipos” (Hall 2003: 428).
130
Ante esta perspectiva, es necesario redefinir la categoría de indígena en los discursos
oficiales (esencialmente multiculturalistas), pues se trata de una identidad heterogénea y
compleja que no es abordada como tal. Del mismo modo en que Butler lo plantea para la
categoría de “mujer”, entiendo que la distinción indígena/no indígena, no puede ser
abordada en términos dicotómicos rígidos, existiendo un considerable espacio de grados
intermedios entre uno y otro extremo (al menos en La Pampa)
106
En el sentido en que define la categoría, por ejemplo, Barth (1976).
131
pampeana” o de los “pampeanos” se corre el riesgo de simplificar un proceso histórico
que es complejo. El proyecto nacionalista de fines del XIX y principios del XX,
fuertemente influenciado por las teorías evolucionistas, no soslayó la cuestión racial como
problema en su proyecto identitario. En un artículo referido al pensamiento de José
Ingenieros respecto a la raza, nacionalidad y ciudadanía en la Argentina de comienzos del
siglo XX, María Beatriz Schiffino (2013) aporta elementos interesantes. Según la autora,
para José Ingenieros la Argentina estaría destinada a transitar un proceso de sustitución de
razas, proceso en el que las razas blancas desplazarían a las indígenas dando lugar a una
nueva sociedad étnicamente homogénea, blanca y europea, que a su vez tendría su
correlato en la organización institucional y política de la nación. De esta forma, el planteo
de Ingenieros buscaba reivindicar el rol de la inmigración europea en el proyecto de
construcción de una identidad nacional, al contrario de otras posturas, como la de Ricardo
Rojas, que buscaban legitimar el rol de las viejas elites criollas. En este sentido, Ferras
(2010) menciona que, si bien el pensamiento de Rojas podría enmarcarse dentro del
llamado “nacionalismo cultural”, según el cual y al igual que José Ingenieros se abogaba
por un proyecto de homogeneidad cultural, la inmigración no dejaba de ser vista como
una amenaza al proyecto.
Ahora bien, como en todo el país, en la provincia de La Pampa existen personas
descendientes o que aún adscriben a identidades italianas, españolas, árabes y alemanas.
También existen otros colectivos que se diferencian de la identidad pampeana
hegemónica, por su lengua, por sus prácticas y porque lo sostienen como discurso, como
por ejemplo los gitanos y menonitas. Además, en los últimos años La Pampa ha sido
destino de grupos migrantes de países limítrofes como Bolivia y Paraguay, así como de
senegaleses del continente africano. Todos ellos, al igual que los pueblos indígenas,
pasaron por el filtro homogeneizador de la receta nacionalista y perdieron (algunos más,
otros menos) su lengua, parte de su memoria colectiva, sentidos de pertenencia y/o, en
definitiva, parte de su “cultura”. Debo, sin embargo, detenerme en este punto y llamar la
atención a un detalle no menor. Al plantear que los descendientes de italianos o españoles,
pasaron, al igual que los pueblos indígenas, por el filtro de la receta nacionalista, de
ningún modo estoy diciendo que lo hicieron en las mismas condiciones. La situación
socioeconómica y la aceptación social de los españoles no fue la misma que la de los
indígenas o los gitanos. Esto es precisamente lo que el concepto de interculturalidad
critica que definí en el inciso 1.4. viene a aportar. Igualar ambos colectivos por
representar diversidades culturales, sin prestar atención a las relaciones de poder en que se
132
desenvuelve su “alteridad”, es una postura multiculturalista. Entender que ambos
representan diversidades culturales pero que ocuparon lugares económicos, simbólicos y
políticos diferentes que configuraron historias desiguales para unos y otros, es otra cosa.
Sobre las inmigraciones de fines del siglo XIX y principios del XX a la provincia
se han publicado diversos trabajos. La primera oleada migratoria comenzó a partir de
1880 una vez finalizada la llamada “Conquista del Desierto”, y estuvo compuesta por
inmigrantes provenientes de otras provincias como Buenos Aires y Santa Fe (Linares
2016). Después de esta primera oleada comenzó un nuevo flujo mayoritariamente
extranjero, compuesto, entre 1892 y 1899, en un 42,2% por españoles, un 18,7% por
franceses, un 13,2% por italianos, un 12,2% por chilenos y 6,2% por uruguayos (Aráoz
1991). Una segunda oleada migratoria se desarrolló entre 1900 y 1914 en el marco de las
corrientes migratorias transoceánicas masivas que caracterizaron el crecimiento
poblacional de la Argentina hasta mediados del siglo XX (Di Liscia et al, 2011). Así, en
1914 los extranjeros representaban el 36% de la población pampeana.
Por otro lado, las investigaciones sobre inmigraciones recientes en La Pampa son
casi inexistentes, exceptuando las recientes pesquisas de Dolores Linares (2016). La
autora se propone describir las trayectorias y la inserción laboral de migrantes
internacionales en el conglomerado Santa Rosa-Toay en los últimos treinta años. Linares
plantea como hipótesis que La Pampa está teniendo una progresiva recepción de
migrantes latinoamericanos y limítrofes, así como africanos (exclusivamente senegaleses)
y asiáticos (principalmente chinos), en detrimento de la disminución de la inmigración de
países europeos.107 Según el último censo del año 2010, La Pampa cuenta con 3.447
habitantes nacidos en el extranjero que representan el 1,08% de la población provincial
total. De este total se identifican 29 originarios de China, 18 senegaleses y 2.764 del
continente americano, dentro de los cuales 2.073 provienen de países limítrofes. Según la
autora, este porcentaje ubica a La Pampa dentro de las provincias argentinas con menor
recepción migratoria junto a Santiago del Estero, La Rioja o Santa Fe.
107
Según sostiene, un factor decisivo para favorecer estos procesos, fue la postura receptiva en la
Argentina desde el año 2004. En ese año se aprobó la Ley Nacional de Migraciones N° 25.871 la cual
establece, entre otras cosas, la apertura de delegaciones provinciales de migración. La instalación de una
delegación de la Dirección Nacional de Migración en La Pampa en el 2007, también habría facilitado el
acceso para los llegados a la provincia. Esta ley tiene un carácter inclusivo, reconociendo a la migración
como un derecho humano fundamental que el Estado debe garantizar y determinando así el acceso a
servicios estatales básicos como salud, justicia y educación.
133
Además de los mencionados, otros grupos como los menonitas y los gitanos, aún
mantienen su lengua, religión y prácticas culturales, representando de esta manera una
alteridad cultural distinta a la indígena en La Pampa.108
Ahora bien, toda la diversidad cultural mencionada hasta aquí, pareciera no estar
contemplada en los proyectos de EIB de La Pampa. Si la EIB está destinada a los grupos
diversos y el concepto de interculturalidad refiere al complejo entramado de dos y
muchos más grupos, ¿por qué la EIB, o lo que llegó a esbozarse hasta ahora, se planteó en
función de la historia y presente indígena y no de los demás grupos?109
Esta pregunta viene siendo contestada a lo largo del trabajo. En primer lugar, las
formulaciones oficiales de la EIB, tanto a nivel nacional como provincial, se vienen
planteando en torno a los pueblos indígenas antes que a otros colectivos. Y esto puede
tener que ver con la “deuda” que el Estado tiene con los indígenas (asumiendo el atropello
violento que lanzó sobre ellos), y con la urgencia en saldarla. Por un lado, porque los
marcos legales internacionales y nacionales así lo estipulan, por otro, porque los mismos
pueblos indígenas, conscientes de esta coyuntura favorable, presionan y lo demandan. En
segundo lugar, para el caso de La Pampa, la EIB sirve a las mismas políticas provinciales
al aportarles un camino desde donde reforzar los relatos, profundamente arraigados en la
historia, de “pampeanidad”; y estos relatos encuentran ese “elemento” en los indígenas
antes que en los inmigrantes europeos, asiáticos o africanos.110
Según me comentó el referente de EIB en la entrevista, él no desconoce que hayan
venido o existan otros pueblos, pero -a su criterio- el ranquel es el único que acredita
preexistencia étnica a la formación del Estado. Y menciona
108
Existe un gran vacío respecto a investigaciones sobre la comunidad gitana en La Pampa. Sobre
investigaciones con la comunidad menonita véase Cañás Bottos (2005).
109
Ana Carolina Hecht también se pregunta por el alcance y destinatarios de la EIB. Para ella “… La
reducción de los destinatarios de la EIB “sólo para indígenas”, hace perder de vista la transversalidad que
debieran tener las propuestas de EIB. La interculturalidad debiera incluir a toda la sociedad y atravesar a
todo el sistema educativo, y no sólo a los sujetos portadores de “marcas étnicas”. (…) Es decir, quedan
excluidos como destinatarios los niños, niñas y jóvenes no indígenas, así como también las poblaciones
migrantes de distintos países que viven en Argentina. Por ende, sólo las denominadas minorías indígenas
son las destinatarias privilegiadas por sobre cualquier otro agrupamiento, que aunque esté menos “marcado”,
también debiera ser contemplado. Insistimos en la importancia de criticar una definición tan acotada de los
destinatarios ya que no se supera la visión segmentaria y guettizadora de la educación, para percibir que la
interculturalidad atañe a toda la sociedad en su conjunto y no sólo a los indígenas” (Hecht 2013: 199).
110
Rodríguez y Alaniz también hablan de los “otros” de los “otros” y de como la EIB santacruceña no está,
o lo está parcialmente, preparada para abordar casos de inmigrantes hablantes del guaraní, quechua, aymara
o colla. “Los casos de los niños indígenas monolingües constituyen entonces uno de los tantos desafíos que
enfrenta la MEIB en Santa Cruz; tema que hasta hace poco tiempo atrás había estado invisibilizado”
(Rodriguez y Alaniz 2015: 13).
134
“Los gitanos por ejemplo también, pero vinieron después, y no son perjudicados por el
Estado argentino. Ellos tienen recursos económicos y no se les impide seguir con su
lengua. Al ranquel se le impidió seguir con la lengua, se les quito, se desgarro el pueblo.
Hay un Estado que lo perjudico, y eso lo haría el mas prioritario para la EIB. Además la
EIB se creó desde un principio para los indígenas. Cuando llamaron a consulta, llamaron a
los pueblos originarios, no a la comunidad zíngara, menonita, etc. Daniel Filmus lo pensó
para y con los indígenas”.111
111
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017.
135
retirado. Indagando, más tarde, supe que existían confrontaciones de tipo personal entre
los involucrados en la discusión. Sin embargo, ese detalle no quita el punto que me
interesa remarcar acá: a un miembro de una comunidad mapuche se lo intentó expulsar
públicamente de un taller de capacitación de EIB, por ser mapuche.112 Y nadie, salvo el
referente de EIB, dijo algo al respecto. Retomando una frase de una páginas previas, esto
representó una verdadera “expulsión ritualizada”, que como sostiene Hall (2003), ocurre
allí cuando se pone en juego el poder en la representación, el poder de marcar la distancia
con un “otro” allí donde hay relaciones de desigualdad.
Este episodio debe ser entendido en el marco de la disputa que existe entre
rankülche y mapuche en la región pampeana y patagónica y que suele emerger en
encuentros relacionados con discusiones etnohistóricas. Desde este punto de vista
interpreto que el discurso manifiesto en aquel episodio expresó la puja de poder que el
colectivo rankülche (o al menos una de sus integrantes), mayoritario en la provincia,
ejerce, deliberadamente o no, sobre los demás posibles beneficiarios de la EIB (las
poblaciones culturalmente diversas) para apropiarse de esta herramienta política. Con esto
no pretendo ejercer un juicio de valor. Como he venido desarrollando, está claro que fue
el pueblo ranquel el que tomó la iniciativa como impulsor inicial de la EIB. Del mismo
modo que está claro que fueron las políticas culturales provinciales y política indígenas
nacionales, las que hicieron de los ranqueles “los indios de La Pampa” en primer lugar.
Sin embargo, el episodio me llamó la atención, terminó con cierta ingenuidad que traía
encima como “antropólogo inocente” y no dejó de sorprenderme la adopción de una
postura que, sin explicitar los criterios que la guían, produce una separación de tipo
nosotros/otros, aún al interior de los pueblos indígenas de la provincia. ¿Acaso la EIB no
es una política educativa dirigida a todas las “poblaciones culturalmente diversas”?
Trataré de ofrecer algunos datos que ayuden a entender cómo se llegó hasta el
episodio relatado.
Según el Censo Nacional de 2010, de los 14.086 indígenas autorreconocidos en La
Pampa, 4.254 son mapuches. Sin embargo, si los indígenas en la provincia están
invisibilizados, los mapuches lo están aún más. Salvo muy escasas excepciones,
representadas en dos o tres referentes y dos comunidades autorreconocidas, no se observa
participación mapuche en los espacios de política indigenista estatal, incluida la EIB. ¿A
qué se debe esto? En primer lugar, puede explicarse a partir de lo mencionado
112
También supe, más tarde, que la persona mapuche en cuestión presentó una denuncia ante el INADI
por el episodio ocurrido.
136
anteriormente, en relación a cómo diversos ámbitos culturales y políticos de la provincia
adoptaron lo ranquel como lo propio de La Pampa en el marco de una construcción de
provincianía. En segundo lugar, los ranqueles aceptaron y reproducen esta idea; pero
además, se agrega el hecho que entre ranqueles y mapuches existe un conflicto que
trasciende el ámbito provincial y tiene ya varias décadas. En diversos encuentros
académicos e indígenas de nivel patagónico, representantes mapuches han manifestado
recurrentemente una opinión que no agrada a los ranqueles: nada más y nada menos, que
ellos no existen, que la palabra “ranquel” es un “invento” del nacionalismo oficial y que
en realidad, los ranqueles son mapuches, una parcialidad más entre tantas otras, pero
pertenecientes a la nación mapuche.113 Sin entrar en las complejidades de un análisis
etnológico, en relación a la génesis y diferenciación de ambos grupos, para determinar la
posibilidad de que esto efectivamente sea así, lo observable es que cada vez que se toca
este tema con los ranqueles, ellos expresan desazón y molestia. Y desde mi punto de vista,
es entendible, dado que esa idea al fin y al cabo esta desconociendo su derecho a sentirse
como un pueblo con una identidad particular y diferenciada. El resultado de ambas cosas
(el posicionamiento de los ranqueles como “los indios de La Pampa” y la actitud mapuche
de no reconocerlos como un pueblo particular), al menos en La Pampa, no es beneficiosa
para los mapuche, quedando así fuertemente relegados y casi totalmente invisibilizados en
los ámbitos indigenistas y en la misma militancia indígena.
Según Lazzari (2010), cuando Germán Canuhe comenzó a trabajar en la
reorganización política del pueblo ranquel en los 90, estaba ya muy instalada la noción de
que los indios eran algo del pasado, pero además la idea que esos indios eran “mapuches”
o “araucanos”. Canuhe provenía de una familia rankülche y él entendía que esta idea
representaba una forma más de “ningunearlos”: no solo estarían “extintos” sino que
además serían mapuches. Por eso insistió tanto con la identidad “rankülche-mamülche”.
113
Pude ser testigo de una de estas manifestaciones durante las 3as Jornadas de Historia de la Patagonia en
San Carlos de Bariloche, en noviembre de 2008. En aquella ocasión, fuimos una delegación de la
Universidad Nacional de La Pampa a presentar nuestros trabajos referidos al pueblo ranquel. Luego de que
varios de nosotros expusimos, y antes de que una compañera continúe, un representante mapuche presente
en el aula pidió la palabra y respetuosamente expresó esta opinión. Concretamente dijo que ellos no estaban
de acuerdo con que sigamos hablando de “ranqueles”.
137
todo, los que provenían de la zona de Colonia Mitre y Victorica. Pero otros manifestaron
dudas y prefirieron seguir pensándose como mapuche-rankülche como en el caso de un
grupo de Toay. Incluso hoy en día hay algunos activistas indígenas que se reivindican
“mapuches” a secas” (Lazzari, Roca y Vacca, 2016: 19).
A esta historia se suma otro elemento, nada menor, que ayuda a relegar a los
mapuche en La Pampa. Desde principios de siglo XX, opera en el sentido común una idea
que aún hoy continúa reproduciéndose con fuerza. Me refiero a la teoría de la
“araucanización de las pampas” y la idea de que los mapuche son “indios chilenos” que
invadieron el territorio argentino. El estigma de los mapuche como “invasores chilenos”
comenzó como una propaganda política elaborada por Estanislao Zeballos en su libro “La
conquista de quince mil leguas” (1878).114 Esta idea buscaba legitimar la política ofensiva
del Gobierno nacional, y el avance del ejército sobre los territorios indígenas, bajo el
pretexto de que esos territorios estaban siendo habitados por indígenas “extranjeros” que
habrían desplazado y aniquilado a los “verdaderos indios argentinos”, los tehuelche. A
partir de la década del 30, entrando en una nueva etapa de resurgimiento nacionalista,
representantes académicos de las ciencias antropológicas, como Canals Frau, rescataron y
defendieron estos postulados; actitud seguida unas décadas después por antropólogos de
la escuela histórico-cultural como Imbelloni y Bórmida (Lazzari y Lenton 2000).
Si bien estas afirmaciones fueron desacreditadas en el ámbito académico, hubo
profesionales que continuaron apoyándolas hasta el presente. Un ejemplo es el
investigador Rodolfo Casamiquela quien, como respetado representante del discurso
científico autorizado, tuvo un rol importante en la reproducción de este imaginario.115
Además, como ya mencioné, fue convocado por las autoridades de la provincia, en 1973,
para realizar un diagnóstico con “enfoque antropológico” de la situación de Emilio
114
La noción del “mapuche invasor – tehuelche autóctono” sobrevive en el sentido común porque sigue
reproduciéndose en materiales escolares, publicaciones de aficionados, medios de comunicación y en el
ámbito periodístico. Mientras escribo estas líneas, en la Argentina cobra un impacto mediático enorme la
desaparición de Santiago Maldonado en el marco de una protesta mapuche reprimida por la Gendarmería
Nacional. En esta coyuntura afloran en los medios de comunicación y redes sociales, con una ligereza
sorprendente, diversas voces amateurs rescatando esta “teoría” y hasta justificando la represión a los
mapuche, tildándolos de usurpadores extranjeros. Véase por ejemplo
http://www.infobae.com/opinion/2017/08/31/mitos-y-verdades-sobre-los-mapuches/;
https://www.pagina12.com.ar/61130-con-los-mapuches-en-la-mira-desde-2016;
http://www.eldestapeweb.com/en-medio-del-caso-maldonado-lanata-se-burlo-los-mapuches-n32953
115
Rodolfo Casamiquela (1932-2008), se formó como paleontólogo. Escribió diversos trabajos etnológicos
sobre población patagónica basados en un enfoque histórico-culturalista. A lo largo de su carrera participó
como asesor de políticas indigenistas oficiales, fue blanco de críticas y protagonista de polémicas, tanto de
parte de la misma academia como de grupos indígenas e indigenistas. Véase por ejemplo
http://www.lanacion.com.ar/1727466-historia-mapuche o
http://www.elterritorio.com.ar/nota4.aspx?c=1714253548685023
138
Mitre,116 por lo que La Pampa no quedó ajena a la influencia “científica” de esta teoría,
que llegó a naturalizarse entre diversos ámbitos, incluida la academia y los mismos
ranqueles. Un ejemplo, se puede ver en el Epu Duam, el material presentado en el inciso
3.3.2. El mismo texto empieza diciendo: “Según el historiador Rodolfo Casamiquela, los
ranqueles […] fueron la mezcla de dos pueblos: el primitivo habitante tehuelche y el
invasor araucano venido de Chile” (VV. AA. 1990: 7).
Todo lo antedicho puede explicar el episodio observado y porque la EIB fue
apropiada por los ranqueles, quedando los mapuche (que son minoría) en un segundo
plano (por no decir afuera). Esta situación ocurre en todos los ámbitos de las políticas
indigenistas estatales, no solo en las relacionadas con la EIB. En agosto de 2017, cuando
me encontraba en plena escritura de esta tesis, participé en una de las reuniones del
Consejo Provincial Aborigen en representación de la Secretaría de Cultura de La Pampa.
En aquella ocasión, volví a plantear algo que ya había hecho en reiteradas ocasiones. Que
no entendía (obviamente era retórico) cómo un órgano provincial, creado para articular las
políticas indigenistas estatales y garantizar los derechos de toda la población indígena de
la provincia, no cuente con comunidades mapuche en sus reuniones. Los seis ranqueles
presentes se opusieron. El referente de EIB, al igual que en el episodio descripto
anteriormente, volvió a dejar abierta la posibilidad de invitar a participantes mapuche,
pero dando una larga explicación que buscaba dejar en claro que los ranqueles tienen la
prioridad en las tratativas con el Estado provincial. Solo una señora de avanzada edad
apoyó mi propuesta. Más aún, su comentario puso de relieve hasta qué punto siguen en
juego lógicas multiculturalistas (no solo de parte del Estado sino también de las mismas
comunidades) incapaces de abordar la complejidad de la diversidad cultural en la
provincia. Ella, textualmente, dijo que se sentía “más mapuche que ranquel”, dado que era
descendiente de grupos como los namuncurá y los catrileros. Pero que cuando empezó a
organizar su comunidad, comenzó a identificarse como ranquel dado que se vio obligada
a amoldarse a la estructura indigenista presente en la provincia, la cual es, desde luego,
netamente ranquel: un Consejo de Lonkos Ranquel, un Consejo Provincial Aborigen que
trabaja con las comunidades ranqueles y una EIB impulsada y llevada adelante por
comunidades ranqueles. Por su parte, de los cuatro funcionarios provinciales presentes
aquel día, solo uno mencionó que era una discusión interesante que debía darse, pero que
no era el momento. La reunión debía seguir su curso, los tiempos de la gestión apremian y
116
El resultado de su visita a La Pampa fueron dos informes (Casamiquela 1974 y Casamiquela y
Giordano 1975).
139
rara vez deja espacio para discusiones de este tipo. Creo que, una vez más aquí, se pone
en evidencia cómo el Estado necesita tener las cosas ordenadas para llevar adelante sus
políticas, de un modo netamente multiculturalista. Obviamente, es mucho más fácil
trabajar con una “diferencia” identificada, controlada y lo más homogénea posible.117
A pesar de que Barth (1976) no trabajó específicamente la cuestión del poder, de
su trabajo se deduce que los conflictos interétnicos muchas veces son producto de luchas
por el acceso a recursos materiales simbólicos y políticos, que implican la movilización
de símbolos y la politización de las diferencias culturales. El caso ranquel-mapuche en La
Pampa es ejemplificador en este sentido. Y parte de la disputa reciente comenzó en el
terreno de lo simbólico-cultural, más precisamente, en el de la lengua. Según Melchor
(2013), los primeros intentos de armar una escritura y grafía de la lengua en 1998, en el
marco del curso oficial de lengua ranquel, se realizaron en base al “Alfabeto Mapuche
Unificado”, concebido en Chile en 1986, aunque con algunas pequeñas modificaciones.
El referente de EIB recuerda esa etapa del trabajo
“Al principio los lingüistas se mandaron la macana de decir que se trataba de un “dialecto
mapuche”. La lengua ranquel no es un dialecto mapuche, puede ser una lengua
compartida con los pehuenche o con los huiliche, pero hay que desterrar la idea de lo
mapuche. Pero después cambiaron ese discurso de mapuchizar la lengua ranquel. Los
académicos estaban mapuchizando un poco las cosas y nosotros les pusimos limites. La
identidad nuestra es rankülche, nos pusimos firmes con eso. A nosotros nos generaba un
daño a la identidad. Sin embargo no niego que todo lo que hicieron fue para sacarse el
sombrero. Las grabaciones, la sistematización. Por ahí una cosa es que generaron todo ese
material para el mundo académico, cuando nosotros hubiéramos querido que sea
destinado para el popular ranquel, para la gente común de La Pampa o de las
comunidades. Cosa que después sí hicimos con los manuales”.118
117
Comparando nuevamente con el caso santacruceño, se observa una enorme similitud con La pampa.
Dice Rodríguez, “mientras que los mapuche permanecen invisibilizados, los tehuelche fueron localizados en
un pasado glorificado, mítico, y apropiados desde un punto de vista estético-identitario. En el caso
santacruceño, la apropiación patrimonializadora se liga al deseo de las elites locales de construir una
identidad legítima que extienda su profundidad temporal y continuidad territorial más allá de los referidos
como “100 años” de colonización. Sustentados en discursos y prácticas científicas coloniales, estos procesos
involucran dispositivos de arqueologización, museologización, mercantilización, mitologización
folklorización, entre otros” (Rodríguez 2010: 383).
118
Entrevista a Nazareno Serraino, 24 de agosto de 2017.
140
internas. Finalmente, presenté observaciones de campo que inducen a reflexionar cómo
las mismas comunidades conciben su cultura, lengua e identidad en el marco de la
implementación de la modalidad en la provincia.
En lo referido a la relación entre comunidades y el Estado provincial, observamos
cómo determinadas políticas culturales y educativas, así como la búsqueda de identidad y
sentidos de pertenencia de los pampeanos en general, interactúan con la agencia indígena
configurando formas propias de “ser indígena” en La Pampa. A la vez, me pregunté por
qué es el pueblo ranquel el principal actor en las políticas indigenistas pampeanas, en
detrimento de la participación mapuche. La conclusión a la que llegué es que el pueblo
ranquel se instauró como elemento clave de “pampeanidad” como resultado de un énfasis
deliberado de parte de las políticas culturales que actuaron en la construcción de una
identidad provincial, desde la provincialización de La Pampa hasta la actualidad, y
encontraron entre los ranqueles una marca de identidad propia, particular e históricamente
arraigada en el territorio. Además de la “preferencia” oficial por los ranqueles, propuse la
posibilidad de considerar cómo estaría operando en la provincia el imaginario nacionalista
de la “araucanización de las pampas”, teoría que trata de definir al pueblo mapuche como
un colectivo extranjero e invasor. Ambas, la política indigenista oficial, y el imaginario de
sentido común del “mapuche como chileno”, sumado al esfuerzo militante realizado por
el mismo pueblo desde la década de 1960, ubicaría a los ranqueles como los indios de La
Pampa por excelencia, y explicaría porque son ellos los que impulsan, gestionan y
monopolizan la EIB, entre todos los grupos culturalmente diversos que existen la
provincia.
Finalmente, a través de dos observaciones de campo, llegué a la conclusión que
los ranqueles oscilan constantemente entre posturas culturalistas y constructivistas. Las
primeras se ponen en juego cuando las comunidades recurren a marcas de identidad
esencialistas, principalmente una diferenciación estática y radical de los mapuche y la
definición de un chedungun supuestamente particular, como una manera de presentar
“credenciales de autenticidad” ante un Estado que igualmente necesita abordar la
complejidad indígena de forma cosificada, a fin de facilitar la administración de la
diversidad cultural. Las segundas, por otro lado, se evidencian en el mismo proceso de
definición, reconstrucción y escritura del chedungun, así como en las instancias de
participación colectiva que sirven como espacios de reconstrucción de una historia en
común fuertemente atravesada por componentes de afectividad.
141
Reflexiones finales
142
tienden a la invisibilización, sino que además, revisar sus métodos y garantizar su
correcta aplicación, se plantean como importantes reclamos de las comunidades
ranqueles de La Pampa. Los resultados del relevamiento permiten sostener que un 10%
de la matrícula total relevada en el 2011 y 2012 en el sistema educativo pampeano, se
consideraba descendiente y/o perteneciente a un pueblo indígena. Comparando estos
resultados con los datos oficiales previos, puede observarse que el relevamiento para la
EIB, utilizando un método de cuantificación a través de un criterio de autoadscripción,
arrojó un resultado cuatro veces mayor que el computado para los mismos
establecimientos que formaron parte del muestreo. De esta manera se evidencia la
ineficacia de los métodos estadísticos que están siendo aplicados. Por otro lado,
observamos que el relevamiento para la EIB resultó en un importante aporte a la
visibilización de la presencia indígena en la provincia, no solo a través de las cifras
estadísticas mencionadas, sino también mediante la “bajada” de los datos en espacios
concretos dentro del mapa provincial.
Si bien el relevamiento para la EIB en La Pampa fue instrumentado con sumo
cuidado y, en comparación a los dispositivos anteriores, se aplicó con una metodología
más acorde en función de sus objetivos, considero que sus resultados deben ser
revisados nuevamente. Principalmente por dos razones. En primer lugar, no desconozco
que a lo largo del procedimiento pudieron haber actuado diversos sesgos, desde la
adscripción sobredimensionada de parte de los referentes indígenas (en los casos en los
que primó su intervención, antes que las encuestas a los alumnos), hasta los que
pudieron ocurrir en las instancias de carácter más íntimo, es decir, cuando cada alumno
se enfrentó a la encuesta, solo o junto a su familia, momento que sería interesante
etnografiar con mayor profundidad. En segundo lugar, hay una riqueza de información
que no fue posible procesar para esta tesis, como por ejemplo cotejar las proporciones
de pueblos que se manifestaron en las encuestas de los alumnos, dado que, como ya
mencioné, en los resultados aparecen no solo ranqueles y mapuches, sino también
guaraníes, huarpes y quechuas. Espero poder continuar con este trabajo en el futuro, al
mismo tiempo que espero que pueda ser realizado también por otras/os
investigadoras/es.
En el capítulo 5, plantee cómo a través de la implementación de la EIB podemos
dar cuenta de algunas de las estrategias de participación política de las comunidades
indígenas, su relación con el Estado provincial y nacional, así como de sus divisiones
internas. En lo referido a la relación entre comunidades y el Estado provincial,
143
observamos cómo determinadas políticas culturales y educativas, así como la búsqueda de
identidad y sentidos de pertenencia de los pampeanos en general, interactúan con la
agencia indígena configurando formas propias de “ser indígena” en La Pampa. A la vez,
me pregunté por qué es el pueblo ranquel el principal actor en las políticas indigenistas
pampeanas, en detrimento de la participación mapuche. La conclusión a la que llegué es
que el pueblo ranquel se instauró como elemento clave de “pampeanidad” como resultado
de políticas culturales que actuaron en la construcción de una identidad provincial, y
encontraron en los ranqueles una marca de identidad propia; a la vez que propuse la
posibilidad de considerar cómo estaría operando en la provincia el imaginario nacionalista
de la “araucanización de las pampas”, teoría que trata de definir al pueblo mapuche como
un colectivo extranjero e invasor.
En el marco de las reemergencias indígenas que se vienen dando en
Latinoamérica, Argentina y La Pampa, acompañadas de los respectivos reclamos por el
cumplimiento de los derechos propuestos en los marcos normativos internacionales y
nacionales, la EIB ocupa uno de los protagonismos principales. En este sentido, la
modalidad se constituye como un importante avance en lo que respecta al
reconocimiento estatal de poblaciones culturalmente diversas y subalternizadas,
asumiendo al mismo tiempo una historia de silenciamiento y negación de su presencia
en el territorio nacional. El proyecto decimonónico nacionalista les impidió ser una
parte activa de los procesos políticos de construcción de ciudadanía. En este sentido, la
EIB promete la posibilidad de plantearse como uno de los intersticios a partir del cual la
presencia indígena puede reemerger. Sin embargo, resulta necesario prestar atención al
hecho que, en tanto la EIB forma parte de una política pública estatal, siempre correrá el
riesgo de ser absorbida por las mismas lógicas que son funcionales a la segregación
cultural, folklorización y cosificación de la diversidad y encubrimiento de la
desigualdad socio-educativa. Como sostienen Díaz y Alonso (2004), es necesario
considerar que una EIB no problematizada puede resultar en otra forma de
encasillamiento y ordenamiento estatal de la alteridad. En este sentido Hirsch y Serrudo
(2010) acuerdan con Walsh (2001) en que en Latinoamérica y Argentina el carácter
intercultural de la EIB aún no fue aplicado en el sentido estricto del término y que las
experiencias de EIB ensayadas hasta el momento (salvo excepciones) no han dejado de
estar marcadas por tendencias biculturales instrumentadas desde el Estado y las culturas
hegemónicas. Sin embargo, sostienen que, aún con todas sus falencias, la EIB sigue
144
representando un modelo alternativo a una educación que encuentra dificultades en
reconocer la diversidad cultural y la desigualdad social presente en las aulas.
Aún quedan muchos desafíos para la EIB argentina y particularmente en La
Pampa. En primer lugar, se encuentra en un estado incipiente y queda mucho trabajo por
recorrer a fin de lograr una plena implementación institucional sistemática y organizada.
Entre el 2006 y el 2015 se notó una activa participación del Ministerio de Educación de
La Nación. No solo fue el comienzo oficial de la modalidad, sino que se realizaron
importantes acciones, como el primer relevamiento de datos sociolingüísticos y
matrícula escolar indígena a nivel nacional, y diversos encuentros y capacitaciones en
distintos puntos del país. En comparación a esos primeros años, en la actualidad se
percibe un estancamiento de las políticas provenientes del área.
Vimos que además de una interculturalidad funcional al neoliberalismo
conservador existe otro tipo de interculturalidad, crítica, cuyo objetivo es ir más allá del
reconocimiento de la diversidad para socavar la desigualdad que subyace en ella. Y cuya
propuesta es romper con la unidireccionalidad en pos de lo que Walsh llamó un proceso
de estudio y aprendizaje “inter-epistémico”; es decir un verdadero intercambio. Sin
embargo, notamos en diversos casos la disyuntiva, evidentemente no resuelta, de si la EIB
debe ser para todos o solo para los indígenas. Y en este sentido vimos que sigue operando
un criterio unidireccional y asimilacionista; es decir, un proyecto educativo para que los
indígenas se integren a la sociedad hegemónica. Nuestra propuesta es que esto no se va a
resolver mientras se siga dando mayor importancia al aspecto lingüístico antes que al
histórico político, situación que caracteriza particularmente el caso de La Pampa. En este
sentido, considero que insistiendo más en el componente intercultural antes que en el
bilingüe, la EIB podría servir no solo para rescatar un “ranquel del pasado”, sino también
para ayudar a construir un “ranquel del futuro”.
Espero haber hallado un camino para responder a una de las preguntas iniciales.
¿Qué discursos y prácticas de la militancia rankülche manifiestan una esencialización y
folklorización culturalista? ¿Y cuáles una “reinvención” constructivista? Mi conclusión en
este sentido es que los rankülche proponen un doble planteo, tanto en lo que respecta a su
lengua como a su identidad. Ambas lógicas operan aquí. Estamos ante una oscilación
dialéctica entre posturas culturalistas y constructivistas.
El culturalismo se evidencia cada vez que se prioriza la enseñanza de una lengua
que ya no tiene un rol comunicacional cotidiano y se presenta como condición para ser
ranquel, antes que la enseñanza de la historia política que provocó esa situación. Se
145
recurre a un diacrítico esencialista como marca definitoria de una identidad y de esta
manera se produce una contradicción difícil de resolver, ya que, si hablar ranquel es una
condición (al menos) importante para ser ranquel, pero la mayoría de ellos se comunican
en español, entonces ¿cómo convencer a los demás, y a sí mismos, que los ranqueles están
aquí y merecen ser reconocidos como tales junto a los derechos que acompañarían tal
reconocimiento? El peligro de sostener discursos de este tipo es que puede provocar
menor credibilidad en los reclamos colectivos, tiñendo a los sujetos con un halo de
sospecha respecto a su “autenticidad”, y de esta manera dándole ventaja a quienes
conciente o inconcientemente prefieren desconocer la presencia indígena. Mientras se siga
insistiendo en que las identidades se definen en términos de auténtico/inauténtico según la
portación o no de determinados rasgos (culturales, físicos, etc.) no podremos entender la
complejidad de la reivindicación de sujetos autoidentificados como indígenas pero que
hablan español. Por otro lado, tal vez los usos culturalistas de la propia identidad sucedan
con menos ingenuidad de la que suponemos. Es probable que los rankülche también
utilicen “la cultura ranquel” de un modo esencial y culturalista, como una herramienta
estratégica de lucha y negociación política, tal como vimos en el capítulo 5 en torno al
concepto de “esencialismo estratégico”. Sin embargo, como advierte Lazzari, definirse en
términos de una aboriginalidad esencial “en un contexto político donde sobresalen las
estrategias provincialistas de patrimonialización de lo indígena […] no es un peligro
menor” (Lazzari 2007: 20).
Las tendencias constructivistas, por su parte, se evidencian cada vez que los
rankülche se reúnen para discutir diásporas e historias familiares, y reconstruir prácticas
tradicionales, ceremonias y danzas, como sucede cada año; y cada vez que se dedican a
trabajar en una nueva gramática que permita una nueva utilización de la lengua, ya no
como se hablaba en el siglo XIX, sino otra… nueva. Tal vez hablar de la lengua y ya no
tanto en la lengua, represente una apropiación simbólica y política, y por lo tanto una
capitalización social, de la configuración cultural que representa “lo ranquel” en La
Pampa. La ranquelidad se disputa; por el gobierno, los académicos, los pampeanos, los
rankülche. ¿Quiénes son los “verdaderos” indígenas en La Pampa? Porque la identidad,
en su expresión más instrumental se traduce como herramienta de lucha política, un
artefacto para la demanda de recursos, de prestigio y de afecto. Tal vez se puede ser
ranquel sin hablar chedungun. Tal vez serlo hoy no es lo mismo que ser ranquel en el
siglo XIX y no por eso se puede ser “menos” o “más” ranquel. Por eso es útil la distinción
que hace Lazzari (2007) entre ranquel y rankülche. Ranquel es una identidad, rankülche
146
es otra. Los ranqueles vivían en el siglo XIX en tolderías de cuero y hablaban chedungun.
Los rankülche viven en las ciudades, se identifican a la vez como pampeanos y
argentinos, y hablan castellano. Son los herederos de esa historia, se apropian de ella y la
reivindican, pero también la resignifican, y continuarán haciéndolo. Pero además son
quienes, y esto no es un dato menor, se ubican junto a los grupos más subalternizados de
la sociedad pampeana. Los que menos tienen. Menos recursos, menos salud y menos
trabajo; pero sobre todo menos historia y menos identidad. Teniendo en cuenta esto, aún
en sus usos más culturalistas, las identidades pueden funcionar legítimamente como
herramientas de emancipación.
147
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165
Anexos
Anexo 1: Nota de la Revista SIETE DIAS. Año 2, N° 87. Enero de 1969. Pág. 33.
166
Anexo 2: Acta de fundación de la primera asociación indígena en La Pampa.
167
Anexo 3: Disposición de Subsecretaría de Educación nombrando al referente provincial
de EIB.
168
Anexo 4: Tapa del Epu Duam.
169
Anexo 5: Índice del Epu Duam.
170
Anexo 6: Árbol genealógico de alumnos en el Epu Duam.
171
Anexo 7: Bibliografía utilizada en la capacitación sobre Historia y Geografía Rankul
01- Año 1806: De la Cruz., Luis (1969) “Descripción de la naturaleza de los terrenos...”
[1806], en De Angelis, Pedro, Colección De Obras Y Documentos, Bs.As. Edit. Plus
Ultra. Tomo (selección)
02- Año 1819: Chiclana, Feliciano Antonio. 1873 [1819]. “Diario del viaje al parlamento
con los indios Ranqueles que hizo desde Buenos Aires el coronel comisionado don … y
su segundo don Santiago Lacasa.” Revista del Río de la Plata, 5: 133-148, Buenos Aries
[transcripción por gentileza Dr. Juan Francisco Jiménez, Universidad Nacional del Sur]
03- Año 1859: Discurso pronunciado por Catriel el 27 de febrero de 1859, contestando los
artículos del tratado que conduje firmado ya por el Gral. en jefe del ejército del Sud,
citado en AA.VV. (1997) Pampas del Sud. Recopilación de textos que hacen a las raíces
autóctonas de la provincia de La Pampa, Santa Rosa: Asociación Pampeana de Escritores
y Subsecretaría de Cultura de La Pampa, pp.131-138.
04- Año 1870: Mansilla, Lucio V. (1980) Una excursión a los indios ranqueles. Bs.As.,
Centro Editor de América Latina, dos tomos
05- Año 1878: Tratado de paz entre ranqueles y el gobierno nacional (Archivo General de
la Nación, Ministerio de Guerra y Marina)
06- Años 1888 y 1896: Memoria elevada por el gobernador Ayala al Ministerio del
Interior en 1888, citado en Andrea Lluch (Ed.) Memorias de Gobernadores del Territorio
Nacional de La Pampa, tomo I, Santa Rosa, EdUNLPam, 2005, pag. 21; y Expte. N°1150
letra D, del Departamento de Tierras, Colonias y Agricultura, “Díaz Francisco s/tierra
para su tribu” (Fondo Tierras, Archivo Histórico Provincial)
07- Año 1900: Planos de entrega de lotes en Colonia Emilio Mitre (Duplicado de
mensura, expíe. N° 517, Archivo de la Dirección General de Catastro de la Provincia de
La Pampa)
08- Año 1914: Libro de observaciones diarias y apuntes. Colonia General Emilio Mitre.
Depto 13. S. VIII. Escuela N° 58 (Archivo particular familia de Manuel Lorenzo Jarrín,
Buenos Aires)
172
10- Año 1925: Pozzoli, Enrique, s.d.b. (1950) Tres misioneros salesianos. Relato de una
gira misionera por el dilatado yermo pampeano, hecho por el cronista y fotógrafo de la
expedición [1925], Casa del Boletín Salesiano, Buenos Aires.
12- Año 1947: nota del telegrafista Angel Garay al Presidente Perón anunciando el corte
del río Atuel (gentileza Fundación Chadileuvú).
13-ca. 1966: Nota al Presidente Onganía de integrantes de la Nación Ranquel por las
tierras de Emilio Mitre (Archivo particular familia de Pedro Fernández Acevedo, Santa
Rosa, LP) y 1969-primera página de nota “Expulsión a los indios ranqueles”, en revista
Siete Días, año 2, Nº 87 (Archivo particular familia de Pedro Fernández Acevedo, Santa
Rosa, LP).
15- Año 2000: Acta de creación del Consejo de Lonkos de Comunidades Indígenas de La
Pampa (gentileza Germán Canuhé).
16- Años varios: mapas con distribución de tolderías en distintos años, según
investigación de Dra. Alicia Tapia (reproducidos en Canuhé, German –Comp.- Los
rankülche, ranqueles: sobre la huella de Mansilla. San Luis, Gobierno de San Luis, 2010,
pp.102-106).
20- Año 2007: Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas (disponible en http://servindi.org/pdf/ONU_Dec_PI.pdf).
173
Anexo 8: Instrumento de relevamiento de la MEIB nacional.
174
Anexo 9: Encuestas entregadas a los alumnos.
- Vos o tú familia (mamá, papá, tíos, abuelos, etc.), ¿se reconocen descendientes o pertenecientes a
algún pueblo originario, indígena o extranjero? ¿Sabes de cuál?
- ¿En tu casa hablan alguna lengua distinta al Español? ¿Qué lengua? ¿Podes escribir algunas
palabras o frases de ejemplo?
- ¿En qué situaciones hablan la lengua con tu familia? ¿Cotidianamente y todos los días? ¿En
momentos especiales?
Para ayudarte a reflexionar sobre la historia de tu familia, si querés podes completar este árbol
genealógico. La idea es que pienses los nombres de tus papás, los nombres de tus abuelos, de los papás
de tus abuelos y así sucesivamente. Y si ellos pertenecían a algún pueblo indígena o extranjero. Y
pensar en qué lugar nacieron.
175
Anexo 10: Encuestas contestadas por alumnos en el Relevamiento para la EIB 2011-
2012.
176
Anexo 11: Trabajo de campo durante el relevamiento para la EIB 2011-2012.
Foto 1. Clase de lengua ranquel a cargo del hablante Luis Dentoni Yankamil (de pie) y auxiliar docente
Ronal Van Meegroot (sentado), en la Escuela Hogar N° 155 de La Pastoril. Foto tomada por el autor.
177
Fotos 2, 3 y 4. Recogiendo las encuestas de los alumnos en la Escuela Hogar Nº 99 “Alfredo Natalio
Fernández” de Santa Isabel. El autor junto al referente provincial de EIB Nazareno Serraino, la lonko de la
comunidad “Nehuenche Adolfo Rosas”, Claudia Farías y la docente Silvia Viglianco.
178
Mapa N° 1: Territorio ancestral ranquel.
179
Mapa N° 2: Comunidades ranqueles en La Pampa.
180
Mapa N° 3: Matrícula indígena sobre matrícula total.
181