Agua en La Cultura Azteca y Maya - Lizeth

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AÑO DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN Y LA IMPUNIDAD ”

UNIVERSIDAD NACIONAL DE UCAYALI


FACULTAD DE CIENCIAS FORESTALES Y AMBIENTALES
ESCUELA DE INGENIERIA AMBIENTAL

CURSO : SOCIEDAD Y DESARROLLO

DOCENTE : Dr. ROLY BALDOCEDA ASTETE

ESTUDIANTE: RIOS PÁUCAR GRISSELLA LIZETH

PUCALLPA – PERÚ
2019
INTRODUCCIÓN

El agua es un recurso vital para el desarrollo de la civilización, la historia lo ha demostrado


mediante el florecimiento de las culturas Mesopotámica, Egipcia, Hindú y China. Sin embargo,
también la historia ha sido testigo de las graves catástrofes que el agua puede causar. Es por esto
que resulta primordial para cualquier cultura tener un adecuado manejo de este recurso, tanto para
su abastecimiento, como para evitar siniestros. Las culturas mesoamericanas no son la excepción
y debieron enfrentar un gran reto al establecerse ya sea en zonas lacustres o con escasez del
líquido. Para el aprovechamiento del agua debieron construir desde pequeñas estructuras
hidráulicas hasta colosales obras. Cabe mencionar que estos pueblos lograron propósitos como la
distribución del agua, el abastecimiento y el riego, siguiendo técnicas sustentables para minimizar
su impacto ambiental.
EL AGUA EN LA CULTURA AZTECA Y MAYA

CULTURA AZTECA

Los mexicas, más conocidos por aztecas, fueron una de las grandes civilizaciones de
Mesoamérica. Asentados en la Cuenca de México, dominaron un amplio territorio desde su
desaparecida capital, Tenochtitlán. Construida sobre una isla, que se ubicaba en el actual Zócalo
de Ciudad de México, esta ciudad ejemplifica uno de los aspectos menos conocidos del pueblo
azteca: su ingeniería hidráulica. ( Anabel Villalonga Gordaliza, Proyecto Arqueológico Ventilla
2007, Teotihuacan-México)
Los aztecas fueron extraordinarios ingenieros hidráulicos y civiles; prueba de ello fue haber levantado en
el agua a Tenochtitlan, sobre una plataforma tipo isla, totalmente artificial, que prácticamente flotaba. Para
llegar a Tenochtitlan desde tierra firme ellos inventaron pasos elevados de hasta 14 m de ancho ya que no
contaban con barcos. Los pasos también contaban con puentes que se abrían y conectaban a la ciudad
se caracterizaron por el alcance que tuvo en el control de los volúmenes del agua de los lagos, representada
por obras como el retorno de las aguas al Lago de Texcoco; el desvío de ríos como el de San Juan
Teotihuacan, y el Cuautitlan, cuyo rumbo se cambió muchas veces para evitar inundaciones en la parte
noroeste de la ciudad.
Por una escases de alimentos utilizaron una técnica la cual consistía en ganar terrenos al lago con rellenos
de limo y varas a esto se le llamo chinampas, estas producían maíz y porotos y otras diversidades de
cultivos.
La fertilidad de estos islotes artificiales se encontraba asegurada ya que podían absorber el agua a través
del piso poroso que tenían.
Usaron las trajineras, las cuales eran canoas que se usaban al costado de cada chinampa, estas tenían la
finalidad de transportar los productos que en ellas se cultivaban.
La cuenca de México Como ya se ha mencionado, la capital de los aztecas se asentó sobre el valle
de México, caracterizado por ser una cuenca cerrada en cuyo fondo aparecieron un complejo de
lagos, lagunas y pantanos procedentes de precipitaciones pluviales, de ríos permanentes o
semipermanentes y de manantiales. Hacia el año 1500, la cuenca de México estaba integrada por
un sistema compuesto por cinco subcuencas, que llegaron a ocupar entre 800 y 1.000 kilómetros
cuadrados. Estas subcuencas, que tomaron prestado el nombre de la población vecina más
importante (Chalco, Xochimilco, Texcoco, Xaltocan y México), estaban a una altura aproximada
de 2.240 metros sobre el nivel del mar y funcionaron como un sistema de vasos comunicantes. El
lago de Texcoco, de una extensión aproximada de 600 kilómetros cuadrados, era el más bajo de
todos y donde confluían todos los demás.
Frente a unos inconvenientes geográficos o climáticos como la abrupta topografía, la irregularidad
de las lluvias o el mismo sistema lacustre, se idearon unas soluciones para posibilitar la aparición
y el desarrollo de la agricultura de riego y el hábitat en la cuenca de México. Los mexicas
solucionaron la abrupta topografía del lugar moldeando y dominando un sistema de
aterrazamiento de cerros y laderas. Las lluvias, de carácter irregular e impredecible en ocasiones,
se aprovecharon y canalizaron mediante sistemas naturales (manantiales, arroyos, ríos) o
mediante sistemas artificiales que captaban y retenían el agua de lluvia para desviarla a los campos
de cultivo. Finalmente, el sistema lacustre, constituido por partes de lagos de agua dulce y otras
partes saladas, supuso un gran reto, sobre todo en Tenochtitlán Ubicada en la zona occidental del
lago de Texcoco y proclive a las inundaciones de agua salada, en su capital los mexicas idearon
y construyeron un sistema para contener las invasiones de agua salada. Una vez controladas estas
invasiones, aprovecharon para construir en el lago un original sistema de cultivo: las chinampas,
también llamados “jardines flotantes” (aunque no flotaban) o “sementeras” y “camellones” según
aparecen citadas en las fuentes coloniales o virreinales (Rojas, T.: 1983). Canales y acequias
rodeaban estas chinampas, evitando que quedaran secas o que se inundaran, lo que
proporcionaron, a la vez, la solución perfecta al transporte con canoas, ya que éstas circulaban en
medio de las chinampas y se desplazaban hasta tierra firme. Todo este sistema coordinado
contribuyó a la integración económica de la cuenca con los valles circundantes.
A lo largo del tiempo se fueron incrementando y perfeccionando las obras hidráulicas, casi
siempre motivadas por algún desastre climático. Después del noveno año de reinado de
Moctezuma el Viejo (1440-1469) se inundó la ciudad de Tenochtitlán. En 1449 el tlatoani
Nezahualcóyotl dirigió la construcción de un dique-calzada, también llamado albarradón, que no
sólo fue el remedio para la fuerte inundación, sino que, a su vez, subdividió en dos el lago de
Texcoco. El albarradón se hizo: “…de madera y piedra. El muro tenía más de 4 brazas de ancho
y más de 3 leguas de largo; las piedras tuvieron que ser traídas de 3 y 4 leguas de distancia”
(Palerm, A.; Wolf, E.: 1972, 87). Para su edificación se contó con el trabajo organizado no sólo
de gente de Tenochtitlán, sino también de otros lugares como Texcoco o Tenayuca La
construcción de este dique permitió aislar la parte occidental del lago y dio como resultado la
creación del lago de México, menos salobre gracias a la construcción del dique y también a las
aportaciones de los ríos y manantiales dulces de la zona. Además de cumplir con su función
primordial, protegió a los asentamientos de las aguas del lago, concretamente de las inundaciones,
y permitió el desarrollo de una tecnología agrícola muy importante. De esta forma, la ciudad de
Tenochtitlán, ubicada en el centro del lago de México, pudo desarrollar el sistema de las
chinampas, pues con esta técnica consiguieron no sólo aumentar el área de tierra firme para dar
cabida a la población, sino también para abastecerla con los recursos agrícolas.
Fue el mismo tlatoani Nezahualcóyotl quien también mandó 80 construir un nuevo acueducto
para proveer de agua dulce a Tenochtitlán, empresa seguida por su sucesor Ahuízotl (1486-1502),
que después de una fuerte inundación en 1499 al este de la isla de México mandó construir el
segundo dique o albarradón. Este mismo gobernante, prolífico en cuanto a la construcción de
elementos hidráulicos, mandó edificar otro acueducto, esta vez de cal y piedra, que contó de nuevo
con el esfuerzo y la dirección organizada de muchos ciudadanos de Texcoco, Azcapotzalco,
Coyoacan y Xochimilco.

Fuentes para el estudio de la tecnología hidráulica


Pese a las fuentes existentes, el interés por el estudio de la tecnología hidráulica en la
cuenca de México es relativamente tardío. Se remonta a los años 40 del siglo XX, cuando se inicia
en México el análisis de los sistemas agrícolas y, por ende, se hace referencia colateral a toda la
infraestructura hidráulica que envuelve a la tecnología agrícola. No es hasta los años 70 que se
propone un estudio compilatorio acerca de los sistemas hidráulicos de la cuenca de México,
especialmente manejando las fuentes del período inmediatamente anterior a la Conquista.
También han llegado hasta nuestros días algunas referencias, no contenidas en un único
tratado compilatorio sino fragmentarias, de técnicas agrícolas en época prehispánica que
atestiguan que en tiempos de la Conquista se practicaba algún tipo de tecnología hidráulica
“…evidenciada en los sistemas de abastecimiento de agua potable, en el drenaje urbano y en la
desecación de zonas pantanosas” (Palerm, A.: 1973, 13).
Paralelamente a las fuentes históricas, la arqueología ha proporcionado resultados
satisfactorios salvando algunos obstáculos. Muchos de los lagos de la cuenca de México, claves
para poder comprender cómo funcionaba el engranaje hidráulico, ya fuera para uso habitacional,
agrícola o para el transporte, han sufrido severamente la desecación. Asimismo, la expansión
moderna de la metrópolis ha provocado la destrucción de buena parte de los vestigios
prehispánicos, elementos que dificultan severamente las investigaciones en este sentido. Para la
comprensión de los elementos hidráulicos es, pues, imprescindible cotejar diferentes fuentes. Los
proyectos arqueológicos sobre la cuenca de México intentan esclarecer cómo funcionaba y se
mantenía el sistema de obras hidráulicas prehispánicas, así como el impacto que éstas obras
generaron en el medio ambiente. El análisis de los documentos históricos, la revisión de planos
antiguos y contemporáneos, así como el examen de fotografías aéreas, son elementos
complementarios que ayudan a formarse una idea de cómo se llevó a cabo tal empresa.

Las chinampas: sistema agrícola e hidráulico


Las chinampas, o jardines flotantes, fueron empleadas no sólo como solares para asentar
sus casas, o como apoyo firme a los acueductos, sino también como un óptimo sistema agrícola,
ya que permitían el cultivo de un amplio repertorio de plantas con un ciclo de producción
intensiva. De hecho, se estima que para el Posclásico su intensidad agrícola se situaría entre las
mayores del mundo. Además al estar rodeados por canales, estos sistemas permitían preservar la
humedad, tomar el agua de riego y utilizarse como vía de transporte.
Dada la extensión de las chinampas en la laguna de México, Ángel Palerm (1973: 174) sostiene
que debemos referirnos a un “imperialismo hidráulico de los mexicas”, ya que para poder
mantener el sistema se requerían distintos sistemas de captación de agua y una extensa red de
canales y acueductos vinculados a las calzadas de la ciudad que no podían sino ser producto de
una avanzada tecnología social que aglutinaba recursos humanos, materiales y organización de
trabajo.
Es, precisamente en la zona chinampera lacustre, donde se integraron algunos de los sistemas que
se mencionan más adelante, como la conducción del agua dulce mediante canales, acequias o
acueductos, y donde se dieron otros innovadores sistemas hidráulicos como las calzadas-dique,
los albarradones, la formación de pantanos o lagunas artificiales o las obras defensivas contra
inundaciones y otros trabajos de drenaje.

Las instalaciones hidráulicas


Los lagos que integraban la cuenca de México fueron manipulados artificialmente bien
mediante obras hidráulicas o bien mediante la construcción de suelos artificiales de uso
habitacional o agrícola, de manera que a principios del siglo XVI todas las obras hidráulicas del
lago de México pertenecían al señorío tenochca, y gran parte de ellas fueron incorporadas a su
red urbana. Entre las principales obras hidráulicas se encuentran los canales, que funcionaban
como un sistema de irrigación que aprovechaba las aguas de ríos o manantiales y las dirigían a
una compleja red de distribución. La mayoría de canales fueron hechos de tierra o piedra, aunque
también los hubo de mampostería. Las calzadas fueron otra de las obras de gran importancia:
funcionaban como diques para evitar las inundaciones y, además, permitían controlar la entrada
de agua dulce a la ciudad. En tercer lugar se encuentran los monumentales acueductos de cal y
canto, como por ejemplo el que conducía el agua dulce de Chapultepec a Tenochtitlán,
abasteciendo así a la población. Todas estas instalaciones, que debieron funcionar de manera
coordinada, drenaban y aportaban el agua para uso común y para el regadío, para navegación
mediante canoas y también, como se verá en el último apartado, para la guerra. Las calzadas y su
función de diques y presas A pesar de que fueron los conquistadores quienes acuñaron este
término para referirse a un elemento hidráulico cuya función principal, según ellos, era la
comunicación, cabe señalar que, aunque es cierto que se utilizaron como medio de transporte,
ésta no fue en ningún caso su función principal. De los registros arqueológicos y del análisis
histórico nos llega información sobre su material constructivo, su tamaño, su ubicación geográfica
y sus posibles funciones. Las calzadas asociadas a la isla de México fueron las de Tepeyac,
Tenayuca, Azcapotzalco, Tacuba, Chapultepec e Itzapalapa. Tanto del conquistador Hernán
Cortés como del informante Bernal Díaz del Castillo, nos llegan algunas referencias históricas
acerca de la función de las calzadas: ambos coinciden que servían de camino y que algunas de
ellas también cumplieron otras funciones como diques o presas. Otros cronistas se refirieron a su
técnica constructiva. Así, fray Diego Durán atestigua que las calzadas estaban hechas a partir de
estacas, piedra y tierra de la laguna, siguiendo una técnica constructiva similar a la de las
chinampas. Los estudios arqueológicos corroboran y profundizan en algunos de estos datos: estas
calzadas estuvieron conformadas por un núcleo de arcilla lla o piedra que, en algunos casos,
superaban los 15 metros de ancho. Además, se detectaron diferencias constructivas en función de
su dirección dentro del lago de México o de Texcoco: por un lado, las calzadas que cruzaban el
lago en dirección este-oeste fueron construidas con arcillas compactadas que terminaban en forma
de talud, mientras un conjunto de puentes las seccionaban de manera que el agua podía circular;
por el otro, las que seguían la dirección norte-sur estaban hechas de piedra y apenas tenían cortes
con puentes. Hernández, las calzadas de tierra, a parte de cumplir con su función como diques
frenando las inundaciones y controlando la entrada de agua dulce, también jugaron un importante
papel político ya que: “…con ellas se señalaban los ‘derechos de agua’ […] y la consiguiente
explotación de sus recursos lacustres […] de las localidades que unían, fueran dominios tepanecas
o pueblos subyugados” (Carballal, M.; Hernández, M.F.: 2004, 28-33). Los canales como sistema
de irrigación Mediante este sistema de irrigación, el agua de los manantiales era reconducido a
una red de distribución de canales y acequias que contaban con depósitos secundarios de
almacenamiento del agua. Tanto los canales como los depósitos fueron debidamente
impermeabilizados mediante estuco y calicanto y cumplieron las funciones de drenado y, en
algunos casos, de navegación. De estos canales o acequias quedan pocos restos visibles, dado que
se localizaban en la zona donde la expansión urbana moderna tiene lugar. Los recientes proyectos
arqueológicos llevados a cabo en la cuenca de México han detectado 25 canales de época
prehispánica en diferentes lugares de la ciudad que fueron contrastados con varios planos
antiguos, entre ellos el llamado Mapa de Upsala o de Santa Cruz (1550). Entre los distintos
elementos hidráulicos que se observan, están los canales que cruzaban la zona lacustre. Los
acueductos En aquellos casos en los que la abrupta topografía del terreno con desniveles o
pendientes lo exigía, se construyeron monumentales acueductos de taludes de piedra y tierra. Las
fuentes históricas los mencionan, como se verá más adelante, y existen representaciones gráficas
en algunos mapas y códices coloniales. De hecho, algunos acueductos prehispánicos todavía se
conservan, aunque inservibles, en el área de Texcoco o en Chalco. Las obras hidráulicas a través
de las fuentes históricas Proponemos a continuación exponer algunas de las referencias que
aparecen en tres fuentes españolas de la Conquista. Las referencias del informante de la meseta
castellana Bernal Díaz del Castillo, de Hernán Cortés y del historiador Francisco López de
Gómara, nos pueden ayudar a perfilar mejor algunos de los aspectos arriba mencionados. Bernal
Díaz del Castillo, en La Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España relata con detalle
lo que presenció: acequias por las que navegaban canoas, no sólo como sistema de transporte por
agua, sino también con fines militares. El informante español relata que durante el desarrollo de
la batalla lacustre en la conquista de Tenochtitlán (1519-1521), los 13 bergantines de Cortés se
enfrentaron a más de 1.000 canoas (Escalante, P.: 2004, 44-49). Se refiere, con asombro, a la
calzada de Ixtapalapa a México, de la que dice: “Y otro día por la mañana llegamos a la calzada
ancha y vamos camino de Estapalapa. Y desque vimos tantas ciudades y villas pobladas en el
agua, y en tierra firme otras grandes poblazones, y aquella calzada tan derecha y por nivel cómo
iba a Méjico, nos quedamos tan admirados, y decíamos que parescía a las cosas de encantamiento
que cuentan en el libro de Amadís, por las grandes torres y cues y edificios que tenían dentro en
el agua, y todos de calicanto…” (Cap. LXXXVII, 201). También hace referencia a puentes por
donde entraba y salía el agua del acueducto que traía este recurso de Chapultepec, que va a ser
identificado como un elemento vulnerable del sistema hidráulico tenochca, y, por ende, bloqueado
por Cortés antes de la guerra y evitar así que llegara agua dulce para abastecer a la ciudad.
También de puentes o compuertas levadizas de madera que contenían el agua y de calzadasdique
que, al parecer, no sólo tenían cómo evitar que se mezclaran las aguas salobres con las dulces de
la laguna, sino que también las mantenían en niveles diferentes. Haciendo referencia a las
compuertas levadizas que acabamos de mencionar, hay que tener en cuenta que aunque la mayoría
de los cronistas no aluden a ellas, Angel Palerm sostiene que “…mi reconstrucción del sistema
hidráulico de la zona lacustre supone la existencia necesaria de algún tipo de compuertas o
esclusas, que permitiría controlar los niveles y el paso del agua” (Palerm, A.: 1973, 71).
Paralelamente, dichas compuertas parecen estar atestiguadas en algún que otro manuscrito de la
época de la Colonia temprana, pues hay algunas evidencias gráficas de lo que pudieron ser
compuertas que permitían o cerraban el paso de algunas presas. También se poseen testimonios
lingüísticos del siglo XVI, que incluyen vocablos que al parecer se refieren a dichas compuertas
(Rojas, T.: 2001, 44). Según el observador español, todas estas instalaciones hidráulicas y su
posición estratégica en el lago incomodaron rápidamente a Cortés, quien, percatándose de la
situación de superioridad táctica por el dominio hidráulico de los tenochcas, mandó construir
rápidamente cuatro bergantines, ya que en Ixtapalapa tuvo lugar la demostración del dominio de
los indígenas del sistema hidráulico como estrategia militar: soltaron dos acequias de agua dulce
y salada y abrieron una calzada que se llenó de agua, provocando la retirada y casi destrucción de
los españoles y de sus aliados. Así que, como bien apunta Pablo Escalante, Cortés comprendió
que “…sólo podía controlar la situación con un ejército capaz de moverse por agua”, de manera
que se puede afirmar que los barcos fueron el elemento clave para la toma de Tenochtitlán.
Las palabras de Hernán Cortés
El propio Hernán Cortés, en sus Cartas de Relación, aporta datos interesantes y complementarios
a Bernal, aunque mucho más precisos con respecto al sistema lacustre y a sus obras hidráulicas
(Cortés, H.: 1988). El capitán describe la existencia de “huertas” en la ciudad, que deben
corresponderse con toda seguridad a las chinampas, así como unas albercas de agua dulce en la
orilla de una laguna salada, de la monumentalidad de las calzadas y de cómo algunas de ellas
funcionaban como dique o presa separando la laguna dulce de la salada. También hace referencia
al ya mencionado acueducto sobre una calzada que permitía la entrada de agua en la ciudad: “Otro
día de la mañana los dos capitanes acordaron, como yo les había mandado, de ir a quitar el agua
dulce que por caños entraba a la ciudad de Temixtitan […] el uno de ellos fue al nacimiento de la
fuente, que estaba a un cuarto de legua de allí cortó y quebró los caños, que eran de madera y de
cal y canto […] y al fin los desbarató, y dio conclusión a lo que iba, que era quitarles el agua dulce
que entraba a la ciudad” (Tercera Carta-Relación- 15 de mayo de 1522, 132). Cortés aclara
también una de las incógnitas que no se lograban entender: ¿cómo puede ser que una flota de
bergantines navegara a sus anchas por una laguna colmada de diques, calzadas, albarradas…? La
respuesta nos la ofrece cuando afirma haber ordenado romper calzadas, diques y puentes, para así
poder navegar por la laguna sin dificultad: “[…] y llegamos a una albarrada que tenían hecha en
la calzada, y los peones comenzáronla a combatir y aunque fue muy recia y hubo mucho
resistencia e hirieron diez españoles, al fin se la ganaron…” (Tercera Carta-Relación-15 de mayo
de 1522, 127). Aunque después de la destrucción de la ciudad, Cortés trató de restablecer el
sistema hidráulico siguiendo los patrones indígenas, y así lo atestigua Torquemada casi un siglo
después de la Conquista. Por su parte, Francisco López de Gómara, en la Historia de la Conquista
de México, recopila básicamente algunos de los datos citados con anterioridad. Fue duramente
criticado, especialmente por Bernal Díaz del Castillo, y, aunque cierto es que nunca estuvo en
México, su obra se nutrió no sólo de las informaciones de Cortés, sino también de otros actores
que participaron en la Conquista a los que recurrió y de la consulta de varios documentos. Entre
sus aportaciones hay una interesante referencia que Gómara menciona por vez primera, y que
luego aparecerá en otras fuentes del Virreinato, en relación a un acceso subterráneo accesible
mediante canoas que comunicaba los palacios de los señores de Texcoco. También alude a unos
estanques de agua dulce y salada para aves en los que se renovaba el agua, haciendo hincapié en
el elevado grado de desarrollo hidráulico.

CULTURA MAYA
Las prácticas de silvicultura y manejo del agua de los antiguos mayas de Tikal fueron de gran
interés para la investigación y descubrimiento de las tecnologías aplicadas en el desarrollo del
mismo.
Al establecerse los mayas en el lugar modificaron el paisaje y transformaron esta depresión y
cauce natural en el reservorio con su complejo sistema de canales visible hoy en día. Por el
fechamiento proporcionado por la columna de sedimentos tomada al centro de la aguada, sabemos
que tuvo modificaciones y fue objeto de manipulación humana hasta el periodo Postclásico (Lentz
et al. 2010: 137-138). Tanto la estratigrafía de los pozos como la columna de sedimentos tomada
del centro de la aguada indican que este reservorio tuvo modificaciones y fue objeto de
manipulación humana desde el Preclásico Tardío hasta el Postclásico Temprano.
los mayas ejercieran mayor control sobre estos flujos de agua (Scarborough y Burnside 2010). El
segmento del profundo canal excavado en el oriente de la aguada (Op1I) indica que la recolección
y distribución del agua eran de extrema importancia. Se puede especular que la escala
monumental de este canal, si lo extrapolamos hacia la pendiente del lado de la zona de captación
de agua, podría reflejar este evento climático del Formativo Tardío, es decir la necesidad hacia
finales de este periodo de controlar un régimen pluvial menos abundante en relación con el gran
volumen de agua para el que fue diseñado Las dimensiones de este gran canal sugieren que, para
el momento de su construcción, la cantidad de agua era mucho mayor y de allí la necesidad de
obras hidráulicas de gran envergadura.
Estos reservorios forman parte de una serie de tres tanques que descienden desde el extremo oeste
hacia el este, iniciando con el Reservorio del Templo (el tanque más elevado de Tikal) hasta el
Reservorio Escondido que termina en la Calzada Méndez, al este. Todo parece indicar que esta
serie de tanques se encuentra en una hondonada o barranco natural que drenaba el agua de la
elevación en donde se situó la parte central de Tikal. Aunque el Reservorio del Palacio fue
ampliado, en parte, al servir de cantera para obtener material de construcción, resulta aparente
que en el barranco natural construyeron una especie de diques en tres lugares antes de dejar fluir
el agua hacia el este en dirección a un gran tanque situado en el margen del Bajo, el Reservorio
Tikal (Scarborough y Gallopin 1991).
En cuanto al manejo y control hidráulico se puede decir:
1) la presencia de manantiales o nacimientos de agua que permitieron el establecimiento en el
promontorio en donde se encuentra Tikal, confiriéndole además una connotación altamente
simbólica y ritual al asentamiento;
2) la identificación de lo que podría considerarse la represa más extensa identificada hasta el
momento en el área maya, y
3) una explicación plausible acerca de cómo se liberaba el agua a través de dicha represa;
4) la construcción y el uso de un sistema para dividir el agua de un depósito y retener el agua en
una parte del reservorio mientras la otra parte se drena o se limpia (cofferdam), permitiendo
limpiar los tanques para evitar el azolvamiento y la excesiva sedimentación sin vaciarlos por
completo;
5) el empleo de elementos para filtrar el agua, como “cajas de arena,” que permitirían que los
escurrimientos de las plazas, patios y espacios abiertos pasarán filtrándose a través de ellos antes
de incorporarse a los reservorios para mantener su contenido potable —e.g., el tanque superior
del Reservorio del Templo—, tecnología hasta el presente desconocida en los sistemas hidráulicos
prehispánicos, pero lógica si se tiene en cuenta los contaminantes que afectan a los ambientes
tropicales;
6) la construcción de “estaciones de cambio,” que permitirían la captación de agua dentro del
reservorio en la época de lluvias y su posterior liberación durante la época seca, y
7) la exposición de segmentos de canales muy bien definidos y de uno en particular que por ahora
es el más profundo que se conoce —el canal en el noreste de la Aguada Corriental—. Sus
dimensiones dan una idea del gran volumen de agua que se manejaba en las aguadas y reservorios
de Tikal. Los mayas modificaron el paisaje y adaptaron la topografía natural de acuerdo con sus
necesidades, siendo un ejemplo la Aguada Corriental en donde aprovecharon una depresión
natural para crear un depósito y retener un gran volumen de agua. Cuenta con canales de ingreso
y egreso y controles de paso, lo que demuestra que esta aguada no sólo servía para almacenar el
líquido sino también para redistribuirlo hacia otros depósitos. Esta labor de ingeniera tan
sofisticada atestigua que los mayas alcanzaron un elevado conocimiento en cuanto al manejo del
agua. La historia constructiva del Reservorio del Palacio indica que una hondonada o barranca
natural fue ampliada, quizás porque sirvió de cantera en algún momento de su historia
constructiva, y posteriormente se empleó como reservorio de agua. Lo más probable es que la
serie de tanques en la parte central contaba con diques para controlar el paso del agua entre un
depósito y el otro. No se encontraron las exclusas propiamente, pero todo parece indicar que ésta
fue la manera en que el agua pasaba entre los reservorios. La estratigrafía encontrada al fondo del
depósito nos indica que hubo periodos de fuertes corrientes de agua alternando con periodos de
agua en reposo. El Reservorio del Templo fue excavado deliberadamente por los antiguos mayas.
Existe un camino o dique entre éste y el Reservorio del Palacio, pero su historia constructiva no
está bien definida por el momento. El tanque superior funcionaba como filtro para purificar el
agua antes de pasar a los demás reservorios. Los pozos que se excavaron revelaron filtraciones o
actividad de un manantial
CONCLUSIONES

Después de la Conquista, los europeos no concedieron importancia a las obras hidráulicas


prehispánicas, principalmente porque los intereses y la cultura era distinta. No interesaba tanto el
proveer de agua las zonas ribereñas, o permitir la continuidad del sistema de chinampas, como
poder navegar por el interior del lago con cierta holgura. Otro factor importante fue el
desconocimiento del manejo de una ciudad emplazada en un lago, sometida a un régimen de
lluvias impredecibles y con un sistema de lagos interconectados que no comprendían del todo.
Todos estos elementos contribuyeron a que cesara el mantenimiento de muchas de las
instalaciones hidráulicas prehispánicas. Será en las fuentes tardías del Virreinato (de 1620 hasta
finales del siglo XVIII) que se aprecia una necesidad por recuperar parte del conocimiento
hidráulico mexica, debido a las inundaciones de Ciudad de México. Fue entonces cuando las
autoridades virreinales, preocupadas ante un problema de difícil solución, recurren a los patrones
indígenas de control hidráulico tomando algunos testimonios de indios ancianos. Si las
inundaciones fueron en época prehispánica el motor principal que permitió que todo el engranaje
hidráulico se creara y se mantuviera, esas mismas inundaciones, aunque en otro tiempo, fueron
de nuevo las que permitieron que el sistema hidráulico prehispánico mejorado se perpetuara.

Tikal que cuenta con una gran estructura piramidal (5C-54) que formaba parte de un
Complejo de Conmemoración Astronómica, mejor conocido como del tipo del “Grupo E” de
Uaxactún. De confirmarse la existencia de un antiguo manantial en alguno de los reservorios, se
podría argumentar que la presencia de dicha fuente de agua influyó en la selección de este lugar
para construir la ciudad. Esto tendría gran repercusión simbólica y agregaría un significado más
al emplazamiento. La evidencia sugiere que después de su asentamiento en la parte alta de Tikal,
durante el Preclásico Medio y Tardío (800 a.C.-150 d.C.), los mayas modificaron el paisaje de su
entorno para asegurar su abastecimiento de agua aprovechando el relieve topográfico natural y
optimizar así los recursos hídricos. Crearon una amplia red de canales y reservorios que les
garantizaran el abastecimiento del líquido durante todo el año. Construyeron sofisticados sistemas
con elementos para captación, almacenamiento, filtración, conducción y distribución del agua.
BIBLIOGRAFÍA

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