No Ruego Por El Mundo

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NO RUEGO POR EL MUNDO

MEDITACIONES
de
la esclava del Señor

Ediciones “el hombre nuevo”


ACCIÓN Y VIDA
«Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo»1 , dijo Jesús.
¿Por qué no ruega por el mundo? Porque, como dice S. Juan:
«El mundo entero está bajo el poder del maligno»2; «No
améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al
mundo, no está en él la caridad del Padre. Porque todo lo
que hay en el mundo, concupiscencia de la carne, concupis-
cencia de los ojos y orgullo de la vida, no viene del Padre,
sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y también sus
concupiscencias; pero el que hace la Voluntad de Dios
permanece para siempre»3.
También dijo Jesús: «...porque no he venido a juzgar al
mundo sino a salvar al mundo»4. Si vino a salvar al mundo,
¿por qué no ruega por él? Porque el mundo que él vino a
salvar es el mundo de las almas no el mundo psicofisico
construido por el espíritu egocéntrico que han aceptado los
hombres. Vino a salvar a las almas de ese espíritu de iniqui-
dad que domina en el mundo, dándoles su Espíritu Santo a
aquellos que han creído y creen haciendo vida Su Palabra,
negando en sí mismos las apetencias del yo-egoísta; por eso
dice: «Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí
primero que a vosotros»5. El también dijo: «...porque viene el
príncipe de este mundo, que en mino tiene nada»6.
El Cristo, Naturaleza Divina, su Actividad el Espíritu
Santo, manifestado en el ser humano de Jesús por su vida de
negación propia, vino y viene a liberar de la acción del

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maligno a la Naturaleza Humana asumiéndola en Jesús, y a
los seres humanos que se integrarán a él: «Quien quiera venir
en pos de mí, niegúese a sí mismo, tome su cruz cada día y
sígame»7. «Aconteció, pues, cuando todo el pueblo se
bautizaba, que bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo, y
descendió el Espíritu Santo en forma corporal, como una
paloma, sobre Él, y se dejó oír del cielo una voz: “Tú eres mi
hijo amado (el Unigénito en Jesús), en ti me complazco”»8.
La entidad de la Naturaleza Humana, el “yo” del ser
humano en Jesús, que había desobedecido la Voluntad de
Dios en “el hombre”, Adán, aceptando la acción del ángel,
tenía que pasar por la prueba bajo esa misma “acción”,
consumando su elección: entre afirmar el “yo”, con todas las
propiedades naturales de su cuerpo psicofísico, donde se
apoya la acción angélica ejerciendo su poder egocéntrico; o
someter esas propiedades naturales, sentidos, instinto y razón,
al Espíritu Santo, que es la Acción de su Naturaleza Divina,
Hijo Unigénito de Dios, donde reside su verdadero Ser, el Ser
de “el Hombre”, la Obra-Libertad, Manifestación del Ser que
“ES”, el Absoluto, Quien se manifiesta en la conciencia
superior del ser humano al renunciar a toda forma de egoís-
mo, que es la actividad del ángel en el “yo”, “hijo de la
perdición”.
Así, pues, Jesús, aun habiendo recibido el Espíritu Santo,
tenía que confirmar su elección entre “hijo del hombre” (lo
humano) o Hijo de Dios (lo Divino asumiendo lo humano),
pasando por la tentación: «Jesús, lleno del Espíritu Santo, se
volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto y
tentado allí por el diablo durante cuarenta días. No comió
nada en aquellos días, y pasados, tuvo hambre. Díjole el
diablo: Si eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se
convierta en pan. Jesús le respondió: “No sólo de pan vive
el hombre” – le tienta con una necesidad fisiológica, el

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hambre –.
Llevándole a una altura, le mostró desde allí, en un
instante, todos los reinos del mundo, y le dijo el diablo: Todo
este poder y su gloria te daré, pues a mi me ha sido entrega-
do, y a quien quiero se lo doy; si, pues, te postras delante de
mí, todo será tuyo. Jesús, respondiendo, le dijo: Escrito está:
“Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás” – le tienta
con el poder y gloria del mundo, que es una ambición propia
de la naturaleza psíquica, lo simplemente humano –.
Le condujo a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del
templo, y le dijo: Si eres el Hijo de Dios, échate de aquí
abajo; porque escrito está: “A sus ángeles ha mandado sobre
ti que e guarden y te tomen en las manos para que no
tropiece tu pie contra las piedras”. Respondiendo, díjole
Jesús: Dicho está: “No tentarás al Señor tu Dios” – le tienta
con el poder sobrenatural, mental, espíritu angélico – .
Acabado todo género de tentaciones, el diablo se retiró de
Él hasta el tiempo determinado»9. El diablo le tienta a ver si
Jesús le responde como Hijo de Dios, el Unigénito, antes de
haber pasado la prueba necesaria como “hijo del hombre”
para identificar lo humano con lo Divino, como se dio
después de su muerte y resurrección.
Toda la vida de Jesús fue una lucha contra el espíritu
“egocéntrico”, dentro y fuera de sí mismo, rechazando en sí
mismo y fuera de sí mismo todo enaltecimiento del “yo”; lo
cual sólo podía hacer sometiendo su vida, su libertad en
pensamiento, palabra y acción, a la Voluntad del Padre: «Mi
sustento es cumplir la Voluntad de aquel que me ha enviado,
y a cabo llevar su Obra»10, esa Obra es: la identificación de
la Naturaleza Humana con la Naturaleza Divina por la
negación del yo-egoísta, sometiéndose incondicionalmente a
la Voluntad del Padre11.

4
Habiendo cumplido Jesús su misión, identificando en sí
mismo lo humano con lo Divino, el Unigénito en él exclama:
«Padre, llegó la hora;
glorifica a tu Hijo
para que el Hijo te glorifique,
según el poder que le diste
sobre toda carne,
para que a todos los que tú le diste
les dé Él la vida eterna.
Ésta es la vida eterna:
que te conozcan a ti,
único Dios verdadero,
y a tu enviado, Jesucristo
(Jesús: lo humano;
Cristo: la Naturaleza Divina activa en él).
Yo te he glorificado sobre la tierra
llevando a cabo la obra
que me encomendaste realizar
(asumiendo la Naturaleza Humana).
Ahora, tú, Padre,
glorifícame cerca de ti mismo
con la gloria que tuve cerca de ti
antes que el mundo existiese.
He manifestado tu nombre a los hombres
que de este mundo me has dado.
Tuyos eran, y tú me los diste,
y han guardado tu palabra.
Ahora saben que todo
cuanto me diste viene de ti;
porque yo les he comunicado
las palabras que tú me diste,
y ellos ahora las recibieron,
y conocieron verdaderamente

5
que yo salí de ti,
y creyeron que tú me has enviado.
Yo ruego por ellos;
no ruego por el mundo
sino por los que tú me diste;
porque son tuyos,
y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío,
y yo he sido glorificado en ellos.
Yo ya no estoy en el mundo;
pero ellos están en el mundo,
mientras yo voy a ti.
Padre santo, guarda en tu nombre
a estos que me has dado,
para que sean uno como nosotros.
Mientras yo estaba con ellos,
yo conservaba en tu nombre
a estos que me has dado y los guardé,
y ninguno de ellos pereció,
si no es el hijo de la perdición,
para que la Escritura se cumpliese.
Pero ahora yo vengo a ti,
y hablo estas cosas en el mundo
para que tengan
mi gozo cumplido en sí mismos.
Yo les he dado tu palabra,
y el mundo los aborreció
porque no eran del mundo,
como yo no soy del mundo.
No pido que los tomes del mundo,
sino que los guardes del mal.
Ellos no son del mundo,
como no soy del mundo yo.
Santifícalos en la verdad,

6
pues tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo,
así yo los envié a ellos al mundo,
y yo por ellos me santifico,
para que ellos sean
santificados en la verdad.
Pero no ruego sólo por éstos,
sino por cuantos crean en mí
por su palabra,
para que todos sean uno,
como tú, Padre, estás en mí y yo en ti,
para que también ellos
sean en nosotros
y el mundo crea que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste,
a fin de que sean uno,
como nosotros somos uno.
Yo en ellos y tú en mí,
para que sean perfectamente uno
y conozca el mundo que tú me enviaste
y amaste a éstos como me amaste a mí.
Padre, lo que tú me has dado,
quiero que donde esté y o
estén ellos también conmigo,
para que vean mi gloria,
que tú me has dado, porque me amaste
antes de la creación del mundo.
Padre justo,
si el mundo no te ha conocido,
yo te conocí, y éstos conocieron
que tú me has enviado,
y yo les di a conocer tu nombre,
y se lo haré conocer, para que el amor

7
con que tú me has amado
esté en ellos y yo en ellos»12.
“El Hombre”, el Unigénito, había terminado su misión en
este mundo asumiendo la Naturaleza Humana (la Unidad de
Pensamiento-Imagen) en Jesús, esto es Jesucristo. Pero los
seres humanos no habían terminado su misión y tenían que
consumar su elección: negarse a sí mismos en cuanto a su yo-
egoísta, identificándose con su Naturaleza Divina para recibir
la Acción del Espíritu Santo integrándose en la Unidad de “el
Hombre”, Hijo de Dios, o afirmarse en sí mismos egocéntri-
camente, permaneciendo en la multiplicidad del “yo”, para
recibir la acción del Inicuo, hijo de la iniquidad.
La lucha de Jesús en este mundo fue contra el espíritu
maligno liberando en sí mismo a la Naturaleza Humana y a
los seres humanos de su acción, aquellos seres humanos que
creían en él:
1- «Extendióse su fama por toda Siria, y le traían a todos
los que padecían algún mal: a los atacados de diferentes
enfermedades y dolores y a los endemoniados, lunáticos,
paralíticos, y los curaba»”13.
2- «Ya atardecido, le presentaron muchos endemoniados,
y arrojaba con una palabra los espíritus, y a todos los que se
sentían mal los curaba, para que se cumpliese lo dicho por el
profeta Isaías, que dice: “Él tomó nuestras enfermedades y
cargó con nuestras dolencias”»14.
3- «Salidos aquéllos, le presentaron un hombre mudo
endemoniado, y arrojado el demonio, habló el mudo, y se
maravillaron las turbas diciendo: Jamás se vio tal en Israel.
Pero los fariseos replicaban: Por medio del príncipe de los
demonios expulsa a los demonios»15.
4- «Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y

8
le curó, de suene que el mudo hablaba y veía. Se maravilla-
ron todas las muchedumbres y decían: ¿No será éste el Hijo
de David? Pero los fariseos, que esto oyeron, dijeron: Éste no
echa a los demonios sino por el poder de Belcebú, príncipe de
los demonios. Penetrando Él sus pensamientos, les dijo: Todo
reino en sí dividido será desolado y toda ciudad o casa en sí
dividida no subsistirá. Si Satanás arroja a Satanás, está
dividido contra sí; ¿ cómo, pues, subsistirá su reino? Y si yo
arrojo a los demonios con el poder de Bel cebú, ¿con qué
poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros
jueces. Mas si yo arrojo a los demonios con el espíritu de
Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios.
¿Pues cómo podrá entrar uno en la casa de un fuerte y
arrebatarle sus enseres si no logra primero sujetar al fuerte?
Ya entonces podrá saquear su casa. El que no está conmigo
está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama»16.
5- «Saliendo de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro
y de Sidón, Una mujer cananea de aquellos contornos
comenzó, a gritar diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de
David; mi hija es malamente atormentada por el demonio.
Pero Él no le contestaba palabra. Los discípulos se le
acercaron y le rogaron, diciendo: Despídela, pues viene
gritando detrás de nosotros. Él respondió y dijo: No he sido
enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Mas
ella, acercándose, se postró ante Él, diciendo:
¡Señor, socórreme! Contestó El y dijo: No es bueno tomar
el pan de los hijos y arrojarlo a los perrillos. Mas ella dijo:
Cierto, Señor, pero también los perrillos comen de las
migajas que caen de la mesa de sus señores. Entonces Jesús
le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Hágase contigo como tú
quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija»17.
6- «Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre
por lugares áridos buscando reposo, y no lo halla. Entonces

9
se dice: Me volveré a mi casa de donde salí. Y va y la
encuentra vacía, barrida y compuesta. Entonces va, toma
consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando,
habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre
peores que sus principios. Así será de esta generación
mala»18.
7- «Pedro, tomándole aparte se puso a amonestarle,
diciendo: No quiera Dios, Señor, que esto suceda. Pero Él,
volviéndose, dijo a Pedro: Retírate de mí, Satanás; tú me
sirves de escándalo, porque no sientes las cosas de Dios sino
las de los hombres»19.
8- «Llegaron al otro lado del mar, a la región de los
gerasenos, y en cuanto salió de la barca vino a su encuentro,
saliendo de entre los sepulcros, un hombre poseído de un
espíritu impuro, que tenía su morada en los sepulcros y ni
aun con cadenas podía nadie sujetarle, pues muchas veces le
habían puesto grillos y cadenas, pero él había roto las
cadenas y quebrado los grillos sin que nadie pudiera sujetar-
le. Continuamente, noche y día, iba entre los monumentos y
por los montes gritando e hiriéndose con piedras. Viendo
desde lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él; y gritando en
alta voz, dijo ¿Que hay entre ti y mí, Jesús, Hijo del Dios
altísimo? Por Dios te conjuro que no me atormentes. Pues Él
le decía: Sal espíritu impuro, de ese hombre. Y le preguntó:
¿Cuál es tu nombre? Él le dijo: Legión es mi nombre, porque
somos muchos. Y le suplicaba insistentemente que no le
echase fuera de aquella región. Como hubiera por allí en el
monte una gran piara de puercos paciendo, le suplicaban
aquéllos diciendo: Envíanos a los puercos para que entremos
en ellos. Y se lo permitió y los espíritus impuros salieron y
entraron en los puercos, y la piara, en número de dos mil, se
precipitó por un acantilado en el mar, y en él se ahogaron.
Los porqueros huyeron y difundieron la noticia por la ciudad

10
y por los campos; y vinieron a ver lo que había sucedido.
Llegándose a Jesús contemplaban al endemoniado sentado,
vestido y en su sano juicio, el que había tenido toda una
legión, y temieron. Los testigos les referían el suceso del
endemoniado y de los puercos. Pusiéronse a rogarle que se
alejase de sus contornos. Subido El en la barca el endemo-
niado le suplicaba que le permitiese acompañarle, mas no se
lo permitió, antes le dijo: Vete a tu casa y a los tuyos y
cuéntales cuanto el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido
misericordia de ti. Y él se fue y comenzó a predicar en la
Decápolis cuanto le había hecho Jesús, y todos se maravilla-
ban»20.
9- « Uno de la muchedumbre le dijo: Maestro, te he traído
a mi hijo, que tiene un espíritu mudo, y donde quiera que se
apodera de él, le derriba y le hace echar espumarajos y
rechinar los dientes, y se queda rígido; dije a tus discípulos
que lo arrojasen, pero no han podido. Les contestó, diciendo:
¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo tendré que estar
con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? Traédme-
lo. Y se lo llevaron. En cuanto lo vio, le agitó el espíritu, y
arrojado en tierra, se revolcaba y echaba espumarajos.
Preguntó a su padre: ¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?
Él contestó: Desde la infancia. Muchas veces le arroja en el
fuego y en el agua para hacerle perecer; pero si algo puedes,
ayúdanos por compasión hacia nosotros. Díjole Jesús: ¡Si
puedes! Todo es posible al que cree. Al instante, gritando,
dijo el padre del niño: ¡Creo! Ayuda a mi incredulidad.
Viendo Jesús que se reunía mucha gente, mandó al espíritu
impuro, diciendo: Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando, sal
de él y no vuelvas a entrar más en él. Dando un grito y
agitándole violentamente, salió; y quedó como muerto, de
suerte que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomán-
dole de la mano, le levantó y se mantuvo en pie. Entrando en

11
casa a solas, le preguntaban los discípulos: ¿Por qué no
hemos podido echarle nosotros? Les contestó: Esta especie
no puede ser expulsada por ningún medio si no es por la
oración y el ayuno»21.
10- «Bajó a Cafarnaum, ciudad de Galilea, y les enseñaba
los días de sábado, y se maravillaban de su doctrina, porque
su palabra iba acompañada de autoridad. Había en la
sinagoga un hombre poseído del espíritu de un demonio
impuro que gritaba a grandes voces: ¡Ahí ¿Qué tenemos que
ver contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a perdernos? Bien
sé que eres el Santo de Dios. Jesús le ordenó diciendo:
Cállate y sal de él. El demonio, arrojando al poseso en
medio, salió de él sin hacerle daño. Quedaron todos pasma-
dos, y mutuamente se hablaban, diciendo: ¿Qué palabra es
ésta, que con autoridad y poder impera a los espíritus
impuros y salen? Por todos los lugares de la comarca se
divulgó su fama»22.
11- «Bajando con ellos del monte, se detuvo en un rellano,
y con Él la numerosa muchedumbre de sus discípulos y una
gran multitud del pueblo de toda la Jadea, de Jerusalén y del
litoral de Tiro y de Sidón, que habían venido para oírle y ser
curados de sus enfermedades; y los que eran molestados de
los espíritus impuros eran curados. Toda la multitud buscaba
tocarle, porque salía de Él una virtud que sanaba a todos»23.
12- «Yendo por ciudades y aldeas, predicaba y evangeliza-
ba el reino de Dios. Le acompañaban los doce y algunas
mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y de
enfermedades. María, llamada Magdalena de la cual habían
salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, administrador
de Herodes, y Susana y otras varias, que le servían de sus
bienes»24.
13- «Llegado el atardecer, puesto ya el sol, le llevaron

12
todos los enfermos y endemoniados, y toda la ciudad se
reunió a la puerta; curó a muchos pacientes de diversas
enfermedades y echó muchos demonios, y a éstos no les
permitía hablar, porque le conocían»25.
14- «Enseñaba en una sinagoga un sábado. Había allí una
mujer que tenía un espíritu de enfermedad hacía dieciocho
años, y estaba encorvada y no podía en modo alguno endere-
zarse. Viéndola Jesús, la llamó y le dijo: Mujer, estás libre de
tu enfermedad. Le impuso las manos y al instante se endere-
zó, y glorificaba a Dios. Interviniendo el jefe de la sinagoga,
lleno de ira porque Jesús había curado en sábado, decía a la
muchedumbre: Hay seis días en los cuales se puede trabajar;
en ésos venid y curaos, y no en día de sábado. Respondióle el
Señor y dijo: Hipócritas, ¿cualquiera de vosotros no suelta
del pesebre su buey o su asno en sábado y lo lleva a abrevar?
Pues esta hija de Abraham, a quien Satanás tenía ligada
dieciocho años ha, ¿no debía ser soltada de su atadura en día
de sábado? Y diciendo esto quedaban confundidos todos sus
adversarios, y toda la muchedumbre se alegraba de las obras
prodigiosas que hacía»26.
15- «Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio poder
sobre los espíritus impuros para arrojarlos y para curar toda
enfermedad y toda dolencia»27.
16- «Simón, Simón, Satanás os busca para ahecharos como
trigo; pero yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe,
y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos. Díjole él:
Señor, preparado estoy para ir contigo no sólo a la prisión,
sino a la muerte. Él dijo: Yo te aseguro, Pedro, que no
cantará hoy el gallo antes que tres veces hayas negado
conocerme»28.
La religión Católica, Cristiana, tenía presente esa posesión
del espíritu en el mundo y en las almas, y así se decía en el

13
ritual del bautizo: “...¿renuncias a Satanás, al mundo y a sus
pompas?, etc.”, y el bautizado o los padrinos contestaban: “Sí
renuncio”. Pero todo esto ha quedado en sólo palabras, pues,
nunca como hoy “Satanás, el mundo y sus pompas” ejercen su
poder casi absoluto en la mayoría de los seres humanos, aun
en la vida religiosa. Inclusive hay una abierta oposición a
aceptar la realidad de esa posesión del “espíritu del mundo”
y Satanás en los seres humanos, no sólo en el mundo sino
también en las Religiones existentes.
Si la lucha de Jesús en este mundo fue contra el espíritu
maligno liberando en sí mismo a la Naturaleza Humana y a
muchos seres humanos de su acción, ¿por qué hoy cuesta
admitir la posesión del espíritu en sí mismos y en otras
personas, oponiéndose a ser liberados de sus diferentes
formas, como lo hizo Jesús con aquellos seres humanos que
padecían las consecuencias de su posesión, aceptadas o no
conscientemente?
La razón de la oposición en nuestros días, para aceptar el
hecho de la acción o posesión del espíritu en sí mismos y en
otras personas, impidiendo, por falta de fe y humildad, el ser
liberados de esa acción en sus diferentes formas, como lo hizo
Jesús por petición de muchos que sufrían las consecuencias de
ese espíritu maligno, es la afirmación del “yo”, el egocentris-
mo, tomando el “yo” como el centro de su vida, fijando en él
su “ser” y existir; por esto, hoy nadie puede liberar a otro,
cada uno debe liberarse a sí mismo a través de la negación
propia, la muerte a sí mismo en cuanto yo-egoísta, para
identificarse con Cristo en la Voluntad del Padre; es lo único
que puede liberar al ser humano del poder que ejerce el
Maligno en su cuerpo psicofísico, naturaleza humana.
Así dice S. Pablo: «Por lo demás, confortaos en el Señor y
en la fuerza de su poder; vestíos de toda la armadura de Dios
para que podáis resistir a las insidias del diablo, que no es

14
nuestra lucha contra la sangre y la carne, sino contra los
principados, contra las potestades, contra los dominadores
de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los
aires. Tomad, pues, la armadura de Dios, para que podáis
resistir en el día malo, y, vencido todo, os mantengáis firmes.
Estad, pues, alerta, ceñidos vuestros lomos con la verdad,
revestida la coraza de la justicia y calzados los pies, prontos
para anunciar el evangelio de la paz. Embrazad en todo
momento el escudo de la fe, con que podáis apagar los
encendidos dardos del maligno. Tomad el yelmo de la
salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios,
con toda suerte de oraciones y plegarias, orando en todo
tiempo en espíritu, y para ello velando con toda perseveran-
cia... »29, para que se cumpla en todo la Voluntad de Dios.

15
Preguntas y respuestas
la esclava del Señor

1- ¿De qué manera crees tú que el mundo entero está bajo


el poder del maligno, como dice S. Juan? Y ¿qué es lo que no
debemos amar de lo que hay en el mundo si en el mundo
están nuestros seres queridos?
El Maligno es la Acción Egocéntrica que ha tomado el
puesto de Dios. El mundo está bajo el poder de la Acción
Egocéntrica que domina en el yo-egoísta a los seres humanos
que rigen al mundo.
No debemos amar sino más bien rechazar esa Acción
Egocéntrica que muchas veces se apodera de nosotros mismos
y de las personas que amamos.

2- ¿Cómo describirías tú esa concupiscencia de la carne,


concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida, que no vienen
del Padre y proceden del mundo? ¿Has descubierto en ti esas
concupiscencias?
La concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos
y orgullo de la vida es el deseo y goce desmedido de los
sentidos e instintos. Deseos desordenados de los bienes
terrenos y de los goces sensuales de los sentidos: vista, oído,
gusto, tacto, olfato. Por ejemplo en el comer, vestir y actitudes
para llamar la atención: sensiblería, sentimentalismo exagera-
do, etc., que no son propias de tu verdadera personalidad, ni
son necesarias para tu subsistencia y evolución humana.
Sí he descubierto que tuve esas concupiscencias en el deseo

16
de surgir en el mundo, de ser diferente de los demás, de
alcanzar una posición de prestigio moral y económico;
sintiendo muchas veces el deseo de tener más ropa, zapatos,
etc., de los que necesitaba; pero nunca lo vi negativo porque
era lo óptimo del medio en el que me desenvolvía en el
mundo, buscando siempre lo mejor en todo, como una
superación humana. Esta orientación según el “espíritu del
mundo” fue de lo primero que me di cuenta al cambiar de
vida, corrigiéndose esos deseos excesivos de ser alguien
importante en el mundo al orientarme a la negación propia
para cumplir la Voluntad de Dios; dando gracias a Dios por
no haber tenido los medios para adquirir todo cuanto deseaba.

3- ¿De qué manera vino Jesús a salvar el mundo de las


almas y cómo podemos ver la diferencia de que vino a salvar
el mundo de las almas y no el mundo psicofísico construido
por el espíritu egocéntrico que han aceptado los hombres?
Jesús vino a salvar el mundo, de las almas dando un
ejemplo con su propia vida, negándose a sí mismo para
cumplir la Voluntad del Padre.
También dio ejemplo con su vida al no aceptar las insinua-
ciones de la Acción Egocéntrica dentro y fuera de sí mismo,
la sensualidad, que domina en el mundo; por ejemplo no
dándose ni aceptando calificativos para ser apreciado por el
mundo: “maestro bueno”, etc., dando siempre gloria a Dios y
no a sí mismo: «Cierto personaje le preguntó, diciendo:
Maestro bueno, ¿qué haré para alcanzar la vida eterna?
Jesús le respondió: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino sólo Dios»30; «¡Ay cuando todos los hombres
dijeren bien de vosotros, porque así hicieron sus padres con
los falsos profetas!»31, «Yo no recibo gloria de los
hombres»32; «¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre

17
en mí? Las palabras que yo os digo no las hablo de mí
mismo; el Padre, que mora en mí, hace sus obras. Creedme,
que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; a lo menos,
creedlo por las obras»33.

4- Jesús dice que si el mundo nos aborrece sepamos que le


aborreció a él primero, ¿tú has sentido con hechos concretos
que el mundo te aborrece?
Sí, yo sí he sentido que el mundo me aborrece desde que
empecé a cambiar de vida y transmitir el Mensaje recibido del
Señor. Antes no, porque yo misma participaba y era apreciada
por ese mundo egocéntrico que hoy me he propuesto rechazar.
Un ejemplo público de ese rechazo fue el “escándalo noticio-
so”.

5- ¿Cómo crees tú que el Espíritu Santo, Acción de la


Naturaleza Divina, puede liberarte a ti de la acción del
maligno para que puedas pertenecer a la Naturaleza Humana
redimida?
La Acción del Espíritu Santo puede liberarme a mí y a cada
ser humano de la acción del maligno para pertenecer a la
Naturaleza Humana redimida haciendo lo mismo que hizo
Jesús durante su vida, negarse a sí mismo obedeciendo a la
Actividad de su Naturaleza Divina para que se cumpliera la
Voluntad del Padre.

6- ¿Por qué crees tú que se dice en el texto que Jesús había


desobedecido a la Voluntad de Dios aceptando la acción del
ángel si quien aceptó esa acción fue Adán y no Jesús? Y
¿cómo pudo “el hombre” en Jesús pagar la deuda de Adán?

18
Se dice que Jesús desobedeció a la Voluntad de Dios en “el
hombre”, Adán, porque “el Hombre” en su esencia es uno
solo – la Manifestación de la ACCIÓN-Ser: Libertad-Obra34
– el mismo que se llamó Adán fue después Jesús.
“El Hombre” en Jesús, obedeciendo a la Voluntad del
Padre, pagó la deuda de Adán, que había desobedecido a
Dios.

7- ¿Qué entiendes tú por la expresión «la entidad de la


Naturaleza Humana, el “yo” del ser humano en Jesús»?
La entidad de la Naturaleza Humana es el ente racional, la
conciencia de sí mismo, el yo, que se manifestó en Adán, en
una conciencia de Unidad, es el mismo que se manifestó en
el ser humano de Jesús, no como simple ser humano indivi-
dual sino como Naturaleza Humana, conciencia de Unidad.

8- ¿Quién crees tú que es el “hijo de la perdición”?


“Hijo de la perdición” es el ángel que se afirmó en sí
mismo y todo aquel que se identifica con la energía o espíritu
del yo-egocéntrico, que por sí mismo es opuesto a la Voluntad
de Dios, tomando el puesto del Ser, Quien es el único centro
real de todo cuanto existe.

9- ¿En qué se distinguen el “hijo del hombre” y el “Hijo de


Dios”?
El “hijo del hombre” es movido por la acción angélica, la
cual está al servicio de todo lo Creado, inclusive la Naturaleza
Humana mientras se encuentra evolucionando como ser
humano en suyo, y el “Hijo de Dios” es el ser humano que

19
negándose a sí mismo se identifica con la Actividad de su
Naturaleza Divina cumpliendo la Voluntad del Padre movido
por el Espíritu Santo.

10- ¿Por qué crees tú que Jesús, estando lleno del Espíritu
Santo, tuvo que ser llevado al desierto y tentado allí por el
diablo?
Jesús, estando lleno del Espíritu Santo, tuvo que ser llevado
al desierto y tentado allí por el diablo, porque tenia que pasar
por la “prueba”, rechazando o aceptando la acción angélica
que estaba presente en su ser humano, el “yo”.
La expresión “llevado al desierto” significa, además del
lugar, un estado del alma en el que el Espíritu Santo se retira
dejándola en una aridez como el desierto para dar paso a la
tentación, en lo físico, psíquico y espiritual.
El Espíritu Santo le asistía en su predicación y contacto con
las almas, pero en su propia alma llevaba el dolor y el
sufrimiento de todas las tentaciones de que habían sido y
estaban siendo objeto los seres humanos a quienes venía a
redimir. Fue en la cruz cuando Jesús venció todas las tentacio-
nes, liberando la Naturaleza Humana en sí mismo, cuando
dijo: «Todo se ha consumado» y «Padre, en tus manos
entrego mi espíritu», entregaba esa “acción”, el espíritu, que
le había conducido en su evolución humana.

11- Comprueba buscando en el Evangelio citas donde


Jesús rechaza todo enaltecimiento del “yo”, dentro y fuera de
sí mismo.
Dentro de sí mismo: «Jesús, lleno del Espíritu Santo, se
volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto y
tentado allí por el diablo durante cuarenta días. No comió

20
nada en aquellos días, y pasados, tuvo hambre. Díjole el
diablo: Si eres el Hijo de Dios, di a esta piedra que se
convierta en pan. Jesús le respondió: “No sólo de pan vive el
hombre “Llevándole a una altura, le mostró desde allí, en un
instante, todos los reinos del mundo, y le dijo el diablo: Todo
este poder y su gloria te daré, pues a mí me ha sido entrega-
do, y a quien quiero se lo doy; si, pues, te postras delante de
mí, todo será tuyo. Jesús, respondiendo, le dijo: Escrito está:
“Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo servirás”. Le condujo
a Jerusalén y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo:
Si eres el Hijo de Dios, échate de aquí abajo; porque escrito
está: “A sus ángeles ha mandado sobre ti que te guarden y te
tomen en las manos para que no tropiece tu pie contra las
piedras”. Respondiendo, díjole Jesús: Dicho está: “No
tentarás al Señor tu Dios”. Acabado todo género de tentacio-
nes, el diablo se retiró de El hasta el tiempo determinado»35.
Fuera de sí mismo: «¿Por qué me llamas bueno? Nadie es
bueno sino sólo Dios»36; «Yo no recibo gloria de los hom-
bres»37; «¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en
mí? Las palabras que yo os digo no las hablo de mí mismo;
el Padre, que mora en mí, hace sus obras. Creedme, que yo
estoy en el Padre y el Padre en mí; a lo menos, creedlo por
las obras»38.

12- ¿Cómo crees tú que debes someter tu vida a la Volun-


tad del Padre en pensamiento, palabra y acción ?
Debo someter mi vida a la Voluntad del Padre no aceptando
pensamientos, palabras ni acciones que vayan contra mi
conciencia, para que se cumpla en mí Su Voluntad y no la
mía.

21
13- ¿ Quién crees tú que glorificó al Padre en la tierra,
como dice Jesús en su Oración Sacerdotal?
Quien glorificó al Padre en la tierra fue el Unigénito en
Jesús al renunciar éste a sí mismo para que en él actuara su
Naturaleza Divina, el Cristo, asumiendo la Naturaleza
Humana en Jesús, cumpliendo la Voluntad del Padre, por eso
dice: «Ahora, tú, Padre, glorifícame cerca de ti mismo con la
gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo existiese». De
este modo fue glorificada la Naturaleza Humana en Jesús
recibiendo la gloria del Unigénito, ahora, el Unigénito hecho
“Hombre”.

14- ¿ Tú crees que la lucha de Jesús contra el maligno fue


solamente con los espíritus con los que se enfrentaba en los
endemoniados y personas enfermas que venían a él? Busca en
el Evangelio alguna cita que se refiera a estos momentos de
Jesús.
La lucha de Jesús contra el maligno no fue solamente con
los espíritus con los que se enfrentaba en los endemoniados
y personas enfermas que venían a él, la más difícil fue al
enfrentarse a los poderosos del mundo, autoridades civiles y
religiosas: Heredes, Pilatos, Anas, Caifas, etc. También luchó
contra el espíritu que se manifestaba dentro de él, en su
cuerpo psíquico, haciéndole ver unas veces que era poderosa
su misión y que triunfaría siendo rey gobernando los hombres
en este estado, como pensaban los que creían en él, inclusive
sus discípulos; otras, haciéndole ver lo contrario, humillándo-
le y presentándole el fracaso. Jesús siempre venció todas las
tentaciones con la oración y sacrificio propio orientándose a
la Voluntad del Padre, aceptando sólo lo que la Voluntad del
Padre dispusiera para él; por eso se retiraba solo a orar, como
se dice en el Evangelio.

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15- ¿No crees tú que también tienes que enfrentarte a ese
espíritu que todavía tiene poder en este mundo? ¿Cómo sería
ese enfrentamiento tuyo contra el maligno y cómo puedes
vencerlo? ¿Se te hace fácil vencerlo?
Mientras estamos en este mundo constantemente nos vemos
tentados por el maligno a través de esa acción egocéntrica que
actúa dentro y fuera de nosotros, en sentimientos egoístas
propios y ajenos, los cuales debemos enfrentar a través de la
negación propia asistidos por la oración, sacrificio y una fe y
confianza insobornables en el Cristo vivo que nos va redi-
miendo cada vez que hacemos realidad la negación propia
para cumplir la Voluntad del Padre, yendo contra nosotros
mismos y no contra el otro.
Por experiencia propia sé que no es fácil, pero tampoco
imposible.

16- ¿De qué manera crees tú que puedes liberarte perso-


nalmente de esa acción o posesión del “espíritu del mundo”,
el maligno, prácticamente en sus diferentes formas?
Nos podemos liberar personalmente de esa acción o
posesión del “espíritu del mundo”, el maligno, prácticamente
en sus diferentes formas, renunciando al mundo y sus concu-
piscencias dentro y fuera de nosotros, esto es, no aceptando
ningún deseo ni pensamiento que vaya contra nuestra con-
ciencia ni aceptando ningún halago de nuestra persona, ni
deseos superfluos que fortalecen la concupiscencia de la
carne, de los sentidos y orgullo de la vida, en la convicción de
que todo cuanto podemos tener o hacer de bueno del Señor
viene y a Él pertenece, y que nuestra meta no está en este
mundo que tiene como centro el “yo”; nuestra meta es

23
pertenecer al Reino de Dios, donde reina el Amor, la Justicia
y la Verdad. Sólo a El debemos dar todo honor y gloria, aun
en los actos más insignificantes. Esto debe brotar de una
convicción profunda de nuestra “nada” y no por una humildad
aparente.

24
NOTAS

1
Jn 17,9.
2
Jn 5,19.
3
Jn 2,15-17.
4
Jn 12,47.
5
Jn 15,18.
6
Jn 14,30.
7
Lc 9,23.
8
Lc 3,21-22
9
Lc 4,1-13.
10
Jn 4,34.
11
«No es nuestro Pontífice tal que no pueda compadecerse
de nuestras flaquezas, antes fue tentado en todo a semejanza
nuestra, fuera del pecado» (Heb 4,15); «Habiendo ofrecido
en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con
poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para
salvarle de la muerte, que escuchado por su reverencial
temor. Y aunque era hijo, aprendió por sus padecimientos la
obediencia, y al ser consumado, vino a ser para todos los que
le obedecen causa de salud eterna, declarado por Dios
Pontífice según el orden de Melquisedec» (Heb 5,7-10);
«Pues, como los hijos participan en la sangre y en carne, de
igual manera Él participó de las mismas para destruir por la
muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
y librar a aquellos que por el temor de la muerte estaban toda
la vida sujetos a servidumbre. Pues, como es sabido, no
socorrió a los ángeles, sino a la descendencia de Abraham.
Por esto hubo de asemejarse en todo a sus hermanos a fin de
hacerse Pontífice misericordioso y fiel en las cosas que tocan
a Dios, para expiar los pecados del pueblo. Porque en cuanto
Él mismo padeció siendo tentado, es capaz de ayudar a los
tentados» (Heb 2,14-18).

25
12
Jn 17,1-26.
13
Mt 4,24; cfr. Mc 1,39; 3,7-10; Lc 6,17-19.
14
Mt 8,16-17; cfr. Mc 1,27-34; Lc 4,38-41. Mt 9,32-34.
15
Mt 9,32-34
16
Mt 12,22-30; cfr. Mc 3,22-27.
17
Mt 15,21-28; cfr. Mc 7,24-30.
18
Mt 12,43-45; cfr. Lc 11,29-32.
19
Mt 16,22-23; cfr. Mc 8,32-33; Lc 9,22-27.
20
Mc 5,1-20; cfr. Mt 8,28-34; Lc 8,26-39.
21
Mc 9,17-29; cfr. Mt 17,14-21; Lc 9,37-43.
22
Lc 4,31-37; cfr. Mc 1,21-28.
24
Lc 6,17-19; cfr. Mt 10,1; Mc 3,13-15. Lc 8,1-3.
25
Mc 1,32-34; cfr. Mt 8,16-17; Lc 4,40-41.
26
Lc 13,10-17.
27
Mt 10,l; cfr. Mc 3,13-15.
28
Lc 22,31-34.
29
Ef 6,10-18.
30
Lc 18,18-19.
31
Lc 6,26.
32
Jn 5,41.
33
Jn 14,10-11.
34
«Esta Libertad-Obra irrealizada no toma conciencia del
Ser, cae en la “Inconciencia” del Yo, multiplicidad de
“seres”, y se da un nombre, llamémosle: “HOMBRE”» (La
Nueva Tierra, 2da ed pág. 74).
35
Lc 4,1-13.
36
Lc 18,18-19.
37
Jn 5,41.
38
Jn 14,10-11.

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