Espiritualidad - Diccionario Teológico - Parte 1

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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÒLICA DEL ECUADOR

DIRECCIÒN DE PASTORAL UNIVERSITARIA – ESCUELA DE TEOLOGÌA PARA


LAICOS

Asignatura: Espiritualidad Cristiana - Nivel V -


Semestre: marzo-julio 2018
Docente: Bernardo Serrano

Primer documento de Lectura. Parte 1


A.- ESPIRITUALIDAD
1. Aunque se trata de una palabra moderna, su contenido se refiere a toda la vida
espiritual como doctrina y como práctica.

2. El término se aplica a la vida espiritual en cualquier aspecto o período, desde el


comienzo ascético hasta su desarrollo en la experiencia mística de Dios,
interesándose por la vía purgativa, iluminativa y unitiva, según la terminología
tradicional.

3. Se usa también esta expresión para indicar las diversas escuelas de vida
espiritual (por ejemplo, benedictina, cisterciense, ignaciana...) y para especificar
su puesto entre las disciplinas teológicas.

4. Finalmente, se la describe como ciencia práctica, existencial, de perfección


evangélica en su itinerario formativo-pedagógico desde el ideal cristiano de
caridad hasta la unidad de espíritu en la unión mística con Dios Trino y Uno.

Actividad:

a.- ¿De los numerales anteriores cuál podría ser los que más se relacionen a nuestra
realidad de ser laicos?

Según las adquisiciones recientes de los estudios, se pueden distinguir tres aspectos
nuevos en el concepto de espiritualidad.

1. El primero, basado en el retorno a las fuentes bíblicas Y humano psicológicas,


expresa la necesidad de reconducir las palabras abstractas de espiritualidad y
de espiritual a su contenido original y vital de tipo «personal». Esto significa
reconducir la vida espiritual al Espíritu Santo, cuya Persona forma el centro vital
de toda vida espiritual inspirada por el Evangelio. La vida espiritual o vida en el
Espíritu implica y participa de la respiración de amor mutuo del Padre y del Hijo:
la misma vida de las Personas divinas que nos da el Espíritu Santo derramado
en nuestros corazones (cf. Rom5, 5).

2. El segundo aspecto de la renovación afecta a la vocación universal de cada una


de las personas a la perfección del Evangelio o a la perfección de la caridad para
con Dios y para con los hermanos. A partir de esta vocación evangélica no existe
ninguna diferencia fundamental entre los fieles. La perfección evangélica
religiosa tiene que especificarse sobre la base de esta misma perfección de la
caridad común a todos los cristianos, poniendo de relieve algunos de sus
aspectos más importantes, que hay que vivir de forma más explícita y profunda.
Entre estos aspectos importantes vienen en primer lugar los consejos
evangélicos de pobreza, castidad y obediencia, concretados según los diversos
Institutos e inculturados según los lugares, los tiempos y los carismas personales
y colectivos de cada Instituto. Pero debe quedar claro que estas espiritualidades
propias y típicas de cada Instituto tienen la finalidad de facilitar y encarnar el
mismo y único ideal evangélico de perfección en la caridad, dentro de una sana
y rica pluriformidad, según 1 Cor 12, donde Pablo declara que el mismo y único
Espíritu del Señor concede carismas diversos para la utilidad común.

Hay que decir esto para evitar el riesgo de conceder demasiado valor a las
diferencias secundarias entre los diversos Institutos, en perjuicio de la unidad
fundamental basada en el seguimiento del Señor. Por lo demás, sabemos la
influencia que las grandes personalidades tuvieron en la formación e inspiración
de la vida evangélica que viven los diversos Institutos religiosos. Pensemos, por
ejemplo, en Gregorio Magno, en Benito, en Clara de Asís, en Isabel de Turinga,
en Catalina de Sena, en Teresa de Avila, etc.

3. El tercer aspecto se refiere a la unidad de los cristianos y a la unidad de las


religiones mundiales. En efecto, se descubre cada vez más en nuestros días que
los cristianos, aunque divididos todavía en varias Iglesias, están sin embargo
unidos en muchas cosas y pueden enriquecerse mutuamente. De la necesidad
de conocerse mejor y de insertar su propia «espiritualidad" específica en el
conjunto de la vocación evangélica común. De esta manera se realiza la oración
del Señor en la última cena: Que todos sean uno, Padre, lo mismo que tú estás
en mí y yo en ti» (Jn 17 21). Lo mismo hay que decir respecto a la unidad de las
religiones mundiales. La unidad entre las grandes religiones sería un servicio
importantísimo en favor de la familia humana por la comunión universal. La
jornada de oración de Asís el 27 de octubre de 1986 mostró la posibilidad y la
oportunidad de este esfuerzo de unión en celebración fraternal ante el único
Dios, Padre de todos.

Actividad:

b.- Desde su condición de laico, ¿cuál de estos tres aspectos considera el más
importante? Explique su respuesta.

HISTORIA DE LA ESPIRITUALIDAD
La historia de la espiritualidad cristiana es como el hilo de oro de la historia de la Iglesia.
Trazaremos algunas de sus líneas más destacadas y progresivas que prevalecen en las
diversas épocas de la historia.
1.- Las vías del cristianismo primitivo.- Los primeros tiempos de la experiencia
cristiana, tal como se proponen idealmente en los evangelios y en los escritos
apostólicos, están caracterizados por dos grandes experiencias originales: el
cristocentrismo y la vida de comunión en la Iglesia.

La primera experiencia, entendida como participación en la vida de Jesús y como


seguimiento del Maestro, recibe un toque absolutamente nuevo de la relación vital con
el Señor resucitado que, por medio de su Espíritu, vive en el corazón de la experiencia
de los cristianos.

En la segunda experiencia o dimensión del cristianismo primitivo, la página de los


Hechos que nos presenta a la comunidad de Jerusalén en perfecta comunión (Hch2,42-
47) representa un ideal que se propone siempre de nuevo a la vida de los cristianos a
lo largo de los siglos: imagen original de una santidad que, en el designio de Dios, es
siempre una santidad de comunión, de caridad, de relación mutua, en virtud del hecho
de que todos los creyentes viven la misma vida y son miembros del mismo Cuerpo de
Cristo. Sobre estas dos dimensiones ordinarias y universales que expresan la santidad
cristiana, se asientan otras dos vías extraordinarias que en el cristianismo primitivo dan
fe de la radicalidad de la opción evangélica: el martirio y la virginidad. El martirio se
consideró enseguida, en la Iglesia de los primeros siglos, que era una Iglesia perseguida
y oprimida, como la cima de la profesión de la propia fe y una perfecta configuración con
Cristo crucificado. En primer lugar Esteban, luego Ignacio y Policarpo, y finalmente una
lista innumerable de testigos lavaban sus vestiduras en la sangre del Cordero (cf. Ap 7
14). El martirio se convierte en santidad de un pueblo en la variada multitud de testigos
que pertenecen a toda edad, sexo, nacionalidad, condición social. La virginidad
cristiana, opción por el Reino de los cielos, es también una experiencia límite del
seguimiento de Cristo y de la voluntad de vivir el misterio de la Iglesia, virgen y esposa
del Señor. La oblación total de la vida por Cristo, la disciplina de la virginidad con todo
su acompañamiento de virtudes cristianas, la ejemplaridad para toda la comunidad
cristiana, son la clara afirmación de los bienes escatológicos que se esperan: la
virginidad se convierte también en entrega a la oración y al servicio de la Iglesia. Nace
así una " consagración» especial, arraigada en la bautismal.

Actividad

En la actualidad, hoy en día:

c.- ¿cómo podríamos actualizar el martirio y la virginidad?

d.- ¿Cuáles podrían ser las formas de vivir hoy en día el martirio y la virginidad? Explique
su respuesta.

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