ANM CONACYT - Estado Del Arte de La Medicina Cirugia PDF

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ESTADO DEL ARTE

DE LA MEDICINA
2013–2014: CIRUGÍA

Enrique Ruelas Barajas


Alberto Lifshitz Guinzberg
Miguel Ángel Mercado Díaz
Estado del Arte de la Medicina
2013–2014: Cirugía
Mesa Directiva
de la Academia Nacional de Medicina
2013-2014

Presidente
Dr. Enrique Ruelas Barajas

Vicepresidente
Dr. Enrique Graue Wiechers

Secretario General
Dr. Javier Mancilla Ramírez

Tesorero
Dr. Germán Fajardo Dolci

Secretaria Adjunta
Dra. Elsa Josefina Sarti Gutiérrez

Comité Organizador de las Actividades Conmemorativas


del cl Aniversario de la Fundación
de la Academia Nacional de Medicina de México

Presidente
Dr. Enrique Ruelas Barajas

Coordinador General
Dr. Carlos E. Varela Rueda

Coordinador del Subcomité de Actividades Científicas


Dr. Raúl Carrillo Esper

Coordinador del Subcomité de Actividades Editoriales


Dr. Alberto Lifshitz Guinzberg

Coordinador del Subcomité de Actividades Culturales


Dr. Emilio García Procel†
Dr. Julio Sotelo Morales

Coordinador del Subcomité de Actividades Sociales


Dr. Germán Fajardo Dolci
Estado del Arte de la Medicina
2013–2014: Cirugía

Editores:
Enrique Ruelas Barajas
Alberto Lifshitz Guinzberg

Coeditor:
Miguel Ángel Mercado Díaz
DERECHOS RESERVADOS © 2014, por:
Academia Nacional de Medicina (ANM)

Editado, impreso y publicado, con autorización de la Academia Nacional de Medicina, por

Estado del Arte de la Medicina


2013–2014: Cirugía, primera edición

Colección: Estado del Arte

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede reproducirse,
almacenarse en cualquier sistema de recuperación inventado o por inventarse, ni trans-
mitirse en forma alguna y por ningún medio electrónico o mecánico, incluidas fotocopias,
sin autorización escrita del titular de los derechos de autor.

ISBN 978-607-443-456-9

Advertencia
Debido a los rápidos avances en las ciencias médicas, el diagnóstico, el tratamiento, el
tipo de fármaco, la dosis, etc., deben verificarse en forma individual. El(los) autor(es)
y los editores no se responsabilizan de ningún efecto adverso derivado de la aplicación
de los conceptos vertidos en esta publicación, la cual queda a criterio exclusivo del lector.

Reproducir esta obra en cualquier formato es ilegal. Infórmate en: info@cempro.org.mx

Créditos de producción

Alejandro Bravo Valdez


Dirección editorial

Dra.(c) Rocío Cabañas Chávez


Cuidado de la edición

LDG Edgar Romero Escobar


Diseño de portada

LDG Marcela Solís


Diseño y diagramación de interiores

DCG Marco A. M. Nava


Coordinación de proyectos

J. Felipe Cruz Pérez


Control de calidad

Impreso en México Printed in Mexico


Editores
Dr. Enrique Ruelas Barajas
Presidente de la Academia Nacional de Medicina de México

Dr. Alberto Lifshitz Guinzberg


Medicina Interna
Secretario de Enseñanza Clínica de la Facultad de Medicina
de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
Academia Nacional de Medicina
Academia Mexicana de Cirugía
Academia Nacional de Educación Médica
[Prólogo]

V
[Los números entre corchetes refieren los capítulos de los autores, escritos por ellos
mismos o en coautoría.]

Coeditor
Dr. Miguel Ángel Mercado Díaz
Estudios en Alta Especialidad en Cirugía de Hígado en el Hospital Heinz Kalk
y el Colegio Superior de Medicina de Hannover (Medizinische Hochschule
Hannover)
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
Investigador Nacional nivel III
Director de Cirugía del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán (INCMNSZ)
[Introducción, 7]

Colaboradores
Dr. Vincenso Aiello Crocifoglio
Subdirección de Cirugía, Instituto Nacional de Cancerología
[12]

Dra. Josefina Alberú Gómez


Investigadora Adscrita al Departamento de Trasplantes,
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ)
Profesora de Trasplantes, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
[10]
Dra. Lourdes Arellanes García
Miembro numerario de la Academia Nacional de Medicina, Cirugía, Oftalmología,
Hospital para Evitar la Ceguera en México Dr. Luis Sánchez Bulnes
[17]

Dr. Carlos Baeza Herrera


Profesor Titular de Cirugía Pediátrica y Cirugía Neonatal
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
Miembro del Programa Posgrados de Calidad de la UNAM y el CONACyT
[13]

Dr. Arturo Beltrán Ortega


Miembro Fundador y Ex Presidente de la Sociedad Mexicana de Oncología
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
Director de los Programas de Enseñanza de Posgrado en Oncología
VI de la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC)
Coordinador de los Centros Estatales de Cancerología en el INCAN
[12]

Dr. Leonardo Bravo Ruiz


En Certificación por el Consejo Mexicano de Cirugía Plástica y Reconstructiva
Entrenamientos en Microcirugía
Jefe del Servicio de Quemados y Profesor Adjunto del Curso de Cirugía Plástica
y Reconstructiva del Hospital General Dr. Rubén Leñero de la SSDF
[14]

Dr. Jesús Carlos Briones Garduño


Especialista en Ginecología y Obstetricia
Maestro en Ciencias Médicas
Terapia Intensiva del Hospital General de México
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
[15]

Dr. Carlos Campos Castillo


Cirujano General
Profesor del Instituto Politécnico Nacional
[15]

Dr. Raúl Carrillo Esper


Academia Nacional de Medicina
Academia Mexicana de Cirugía
Profesor Titular del Curso de Posgrado del Enfermo en Estado Grave
Editor Médico de la Revista Mexicana de Anestesiología
[1]

Academia Nacional de Medicina


Dr. Juan Carlos Ceballos Cantú
Departamento de Cirugía, Servicio de Cirugía Experimental,
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador
Zubirán (INCMNSZ)
[6]

Dr. Luis Carlos Chan Núñez


Cirujano Especialista “C” y Profesor Titular del Curso de Cirugía
HPB en el INCMNSZ
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana
de Cirugía
Presidente y Fundador de la Asociación Mexicana
Hepatopancreatobiliar
Presidente del Capítulo México de la American
Hepatopancreatobiliary Association (AHPBA)
[8]
VII
Dr. Rogelio Chavolla Magaña
Especialista en Otorrinolaringología
Coordinador Académico, División de Estudios de Posgrado,
Facultad de Medicina de la UNAM
[18]

Dr. Alan Gabriel Contreras Saldívar


Cirugía General. Estudios de Posgrado en Harvard Medical School
y en el Centro de Trasplantes del Children’s Hospital Boston y de Brigham and
Women’s Hospital
Entrenamiento en Trasplante Multiórganico Abdominal y Cirugía
y Cirugía Hepática en Mount Sinai Medical Center en Nueva York
[10]

Dr. José Lorenzo de la Garza Villaseñor


Cirugía General. Especialización en Cirugía Vascular en el Massachusetts General
Hospital de Harvard University
Médico Especialista de la Dirección de Cirugía del Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán
[2]

Dr. Óscar Francisco Fernández Díaz


Cirujano por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán (INCMNSZ)
Cirugía endocrina, bariátrica y laparoscópica
[11]

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


Dr. Antonio Fuente del Campo
Jefe de la División de Cirugía Plástica, Estética y Reconstructiva, Hospital General
Dr. Manuel Gea González, SSA
Profesor del Curso de Cirugía Plástica. División de Graduados de la UNAM
Miembro de la Academia Nacional de Medicina de México
Miembro Emérito de la Academia Mexicana de Cirugía
Presidente de Plastic Surgeons Association of Las Americas
Director de la Clínica de Cirugía Plástica Aqtuel
[14]

Dr. Fernando Bernardo Gabilondo Navarro


Profesor Titular del Curso de Posgrado en Urología de la UNAM
Médico Especialista “C” en el INCMN Salvador Zubirán
Certificado por The American Board of Urology y por el Consejo Mexicano de
Urología
Miembro Emérito del Consejo Mexicano de Urología
VIII Investigador Nacional nivel I del Sistema Nacional de Investigadores
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
[19]

Dr. Enrique Gómez Bravo Topete


Especialista en Ginecología y Obstetricia
Titular de la Delegación Estado de México Poniente del Instituto Mexicano
del Seguro Social
Ex Secretario de Salud del Estado de México
[15]

Dr. Enrique Luis Graue Wiechers


Especialista en Oftalmología por la Facultad de Medicina de la UNAM
y por la Universidad de Florida, EUA
Profesor Titular “C” de Tiempo Completo de la Facultad de Medicina
Ex Presidente de la Sociedad Mexicana de Oftalmología, del Consejo Mexicano
de Oftalmología, y de la Asociación Panamericana de Oftalmología
Fellow of the Royal College of Physicians y de la Academia Ophthalmologica
Internationalis
Vicepresidente de la Academia Nacional de Medicina
Director de la Facultad de Medicina de la UNAM
[17]

Dra. Lizbeth Guilbert Vértiz


Cirujano por el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán (INCMNSZ)
Cirugía endocrina, bariátrica y laparoscópica
[11]

Academia Nacional de Medicina


Dr. Miguel Francisco Herrera Hernández
Doctor en Ciencias Médicas por la UNAM
Curso en Cirugía de Obesidad en el Hospital Saint Joseph de la ciudad de Toronto
y en Cirugía Endocrina en la Mayo Clinic de Rochester
Cirugía Endocrina y Laparoscopia avanzada que incluye la cirugía
para el tratamiento de la obesidad en el INCMNSZ
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores en nivel III
[11]

Dr. Julio de Jesús Herrera Zamora


Miembro del Programa de Apoyo y Fomento a la Investigación Estudiantil (AFINES)
Ex Receptor del apoyo del Programa de Becas de Inicio a la Investigación
(PROBEI) de la Comisión Coordinadora de los Institutos Nacionales de Salud
y Hospitales de Alta Especialidad
[5]

Dr. Carlos Arturo Hinojosa Becerril IX


Subdirector de Investigación Clínica y Adscrito a la Dirección de Cirugía
en el INCMN Salvador Zubirán
Investigador en Ciencias Médicas C de la Secretaría de Salud
Investigador Nacional nivel I en el Sistema Nacional de Investigadores
Especialidad en Cirugía Vascular en la Universidad de McMaster.
Hamilton, Ontario, Canadá
Certificado por el Consejo Mexicano de Angiología y Cirugía Vascular
[2]

Dr. Christian R. Ibarra Hernández


Residente de Cirugía. Universidad Nacional Autónoma de México
[13]

Dr. Martín Iglesias Morales


Jefe del Servicio de Cirugía Plástica del INCMN Salvador Zubirán
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I
Profesor del Curso Universitario de Alta Especialidad de Mano Reumática
y Trasplantes de Tejidos Compuestos
Profesor del Curso de Educación Médica Continua de Cirugía Plástica Endoscópica
y Microcirugía
[14]

Dr. Takao Kimura Fujikami


Profesor Titular de Cirugía Bucal y Maxilofacial, UNAM FES Iztacala, Clínica
Molinito
Académico de Número de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana
de Pediatría
Académico Emérito de la Academia Mexicana de Cirugía
[16]

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


Dr. Luis Alfonso Martín del Campo González
Residente de Cirugía, INCMN Salvador Zubirán
[6]

Dr. Heriberto Medina Franco


Cirugía Oncológica en la Universidad de Alabama en Birmingham, USA
Cirujano Oncólogo del INCMN Salvador Zubirán
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
Investigador Nacional nivel II del CONACyT
[9]

Dr. Héctor Orozco Zepeda† (1935–2013)


Medicina Interna y Cirugía en el entonces Instituto Nacional de Enfermedades
de la Nutrición. Cirugía en el Graduate Hospital University of Pennsylvania
en Philadelphia, Penn. y en St. Luke’s Hospital, Bethlehem
Ex Director de Cirugía del INCMN Salvador Zubirán
X Perteneció al Sistema Nacional de Investigadores
Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía

Dr. Juan Pablo Pantoja Millán


Cirujano por el INCMN Salvador Zubirán
Cirugía endocrina, bariátrica y laparoscópica
[11]

Dr. Ricardo Plancarte Sánchez


Miembro de las Academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía
Fundador del Departamento de Clínica del Dolor del Instituto Nacional
de Cancerología
Profesor Titular del Curso de Alta Especialidad de Algología y Manejo
Intervencionista del Dolor
Autor de Tesis dirigidas y Publicaciones de capítulos en libros científicos
nacionales e internacionales
[1]

Dr. Hugo Quiroz Mercado


Miembro numerario de la Academia Nacional de Medicina Cirugía, Oftalmología,
Hospital Médica Sur
[17]

Dr. Francisco T. Rodríguez Covarrubias


Especialista en Urología
Fellowship en Laparoscopia y Urología Oncológica en el Hospital
Henri Mondor – Assistance Publique Hopitaux de París
Investigador Nacional nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (CONACyT)
Profesor de Urología de la Universidad Panamericana
Miembro de la Academia Nacional de Medicina
[19]

Academia Nacional de Medicina


Dr. Guillermo Salcedo Villanueva
Cirugía en Retina Vítreo, Oftalmología, Hospital para Evitar la Ceguera en México
Dr. Luis Sánchez Bulnes
[17]

Dr. Noel Salgado Nesme


Especialista en Cirugía General y Coloproctología, INCMNSZ
Cirugía laparoscópica avanzada y Cirugía colorrectal laparoscópica en el Hospital
Clinic y Provincial de Barcelona
Médico Adscrito al Servicio de Cirugía del INCMNSZ
Profesor Adjunto de Coloproctología en la UNAM
[3]

Dr. Patricio Santillán Doherty


Especialista en Cirugía General y Cirugía Torácica, certificado por los Consejos
de Especialidad correspondientes
Director Médico del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) XI
Profesor del Curso de Posgrado en la Especialidad de Cirugía Torácica,
Facultad de Medicina, UNAM
Miembro de las Academias Nacional de Medicina de México y Mexicana
de Cirugía, del American College of Surgeons y del Sistema Nacional
de Investigadores
[5]

Dr. Mauricio Sierra Salazar


Cirugía General
Subespecialista en Cirugía Endocrina y Laparoscopia avanzada en Poitiers
y Marsella, Francia
Cirujano Adscrito al Servicio de Cirugía Endocrina, Laparoscopia y Cirugía
Bariátrica del INCMN Salvador Zubirán
Investigador Nacional nivel I
[11]

Dr. Daniel Torres del Real


M.P.S.S., Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán,
Universidad Nacional Autónoma de México
[8]

Dr. Gonzalo Torres Villalobos


Especialista en Cirugía laparoscópica avanzada y Cirugía de la obesidad
Jefe de Cirugía Experimental, INCMN Salvador Zubirán
Posgrado en Barcelona y en Minneapolis
[6]

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


Dr. David Velázquez Fernández
Cirugía General. Profesor Adjunto del Curso de Alta Especialización
en Cirugía Endocrina
Maestría y Doctorado por el Karolinska Institutet y la UNAM
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores
[11]

Dr. Omar Vergara Fernández


Especialista en Coloproctología y en Cirugía de Colon y Recto por el Hospital
Mount Sinai, Universidad de Toronto
Profesor Titular del Curso de Subespecialidad de Coloproctología
[4]

Dr. Pelayo Vilar Puig


Especialista en Otorrinolaringología
Jefe de la División de Estudios de Posgrado, Facultad de Medicina, UNAM
XII Ex Presidente de la Academia Nacional de Medicina
[18]

Dr. Mario Vilatobá Chapa


Jefe del Departamento de Trasplantes del Instituto Nacional de Ciencias Médicas
y Nutrición Salvador Zubirán
Miembro de la Academia Mexicana de Cirugía
Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I
[10]

Dra. Alejandra Villar Velarde


M.P.S.S., Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán,
Universidad Nacional Autónoma de México
[8]

Academia Nacional de Medicina


Contenido

Presentación .............................................................................................................. XIX


Enrique Ruelas Barajas XIII
Prólogo ......................................................................................................................... XXI
Alberto Lifshitz Guinzberg
Introducción ............................................................................................................... XXIII
Miguel Ángel Mercado Díaz
1. Anestesiología .......................................................................... 1
Ricardo Plancarte Sánchez
Raúl Carrillo Esper
Antecedentes ............................................................................... 1
La anestesiología en el siglo XXI ................................................ 4
Técnicas anestésicas ............................................................. 4
Tecnología y monitoreo ........................................................ 5
Aprendizaje, enseñanza e investigación ............................... 7
Marco legal y normativo ....................................................... 8
Aspecto gremial..................................................................... 10
Colofón ........................................................................................ 10
2. Angiología y cirugía vascular ................................................... 13
Carlos Arturo Hinojosa Becerril
Lorenzo de la Garza Villaseñor
3. Cirugía anorrectal .................................................................... 25
Noel Salgado Nesme
Enfermedad hemorroidal............................................................ 26
Desarterialización hemorroidal transanal............................ 26
Hemorroidopexia con engrapadora...................................... 27
Hemorroidectomía con dispositivos de energía ................... 27
Fístulas perianales ...................................................................... 28
Ligadura transesfintérica del trayecto fistuloso ................... 28
Incontinencia fecal ...................................................................... 29
Uso de silicón inyectable ...................................................... 29
Neuroestimulación sacra ...................................................... 30

4. Cirugía de colon y recto............................................................ 33


Omar Vergara Fernández
Cáncer de colon y recto ............................................................... 33
Enfermedad diverticular del colon ............................................. 37

5. Cirugía torácica......................................................................... 45
Patricio Santillán Doherty
Julio de J. Herrera Zamora

Cáncer de pulmón........................................................................ 45
Trasplante pulmonar................................................................... 48
Cirugía torácica de mínima invasión......................................... 48
Cirugía robótica........................................................................... 49
Mediastino.................................................................................... 50
Derrame pleural maligno............................................................ 51
Empiema...................................................................................... 51
Neumotórax primario y secundario........................................... 52
Mesotelioma................................................................................. 52
Esternón y pared torácica:.......................................................... 52
Esófago......................................................................................... 53
XIV Infecciones.................................................................................... 53
Conclusión.................................................................................... 54
6. Cirugía de esófago.................................................................... 59
Gonzalo Torres Villalobos
Luis Alfonso Martín del Campo González
Juan Carlos Ceballos Cantú
Enfermedad por reflujo gastroesofágico.................................... 59
El papel de la cirugía y el paciente candidato a cirugía
antirreflujo.......................................................................... 59
Aspectos técnicos de los procedimientos antirreflujo........... 60
Reoperación en cirugía antirreflujo...................................... 61
Otras técnicas para el manejo del ERGE............................... 62
Acalasia........................................................................................ 63
Fisiopatología y diagnóstico.................................................. 63
Tratamiento........................................................................... 63
Pronóstico y seguimiento...................................................... 66
7. Cirugía hepática........................................................................ 71
Miguel Ángel Mercado Díaz
8. Cirugía de páncreas ................................................................. 75
Carlos Chan Núñez
Daniel Torres del Real
Alejandra Villar Velarde
Cáncer de páncreas..................................................................... 77
Pancreatitis crónica..................................................................... 80
Seudoquiste pancreático.............................................................. 81
Tumores neuroendocrinos de páncreas...................................... 82
9. Cirugía oncológica ................................................................... 85
Heriberto Medina Franco

Academia Nacional de Medicina


10. Trasplantes en la segunda década del siglo XXI:
retos actuales y necesidades no cubiertas.......................... 97
Mario Vilatobá Chapa
Josefina Alberú Gómez
Alan Gabriel Contreras Saldívar
Trasplante renal.......................................................................... 97
El equilibrio: riesgo mínimo de rechazo
y reducción de las toxicidades............................................ 98
Un problema reemergente: anticuerpos anti–HLA................... 99
Falta de órganos: un reto con muchas esperanzas ............... 100
Inducción de tolerancia......................................................... 101
Trasplante hepático .................................................................... 102
Virus de la hepatitis C............................................................ 102
Carcinoma hepatocelular...................................................... 103
Esteatosis hepática no alcohólica.......................................... 103
Donadores de edad avanzada................................................ 104
Esteatosis............................................................................... 104
Donador sin latido cardiaco.................................................. 105
Hígado dividido..................................................................... 105 XV
Donador vivo de hígado ........................................................ 105
Incompatibilidad de grupo sanguíneo.................................. 106
Inmunosupresión.................................................................. 106
Xenotrasplantes..................................................................... 107
Trasplante de páncreas............................................................... 107
Trasplante intestinal y multivisceral.......................................... 109

11. Cirugía endocrina ................................................................... 115


Lizbeth Guilbert, Óscar Fernández
David Velázquez Fernández, Mauricio Sierra Salazar
Juan Pablo Pantoja Millán, Miguel Francisco Herrera Hernández
Cáncer diferenciado de tiroides.................................................. 115
Factores de riesgo.................................................................. 115
Presentación clínica............................................................... 116
Diagnóstico............................................................................ 116
Tratamiento........................................................................... 117
Etapificación.......................................................................... 117
Hiperparatiroidismo primario................................................... 117
Causa..................................................................................... 118
Manifestaciones clínicas ....................................................... 118
Diagnóstico............................................................................ 118
Estudios de localización........................................................ 119
Tratamiento........................................................................... 119
Tumores suprarrenales............................................................... 121
Manifestaciones clínicas........................................................ 121
Diagnóstico............................................................................ 122
Imagenología......................................................................... 122
Manejo perioperatorio........................................................... 122
Tratamiento........................................................................... 123
Tumores neuroendocrinos del páncreas .................................... 123
Marcadores biológicos .......................................................... 124
Clasificación .......................................................................... 124
Evaluación por imagen ......................................................... 125
Tratamiento........................................................................... 125
Tratamientos médicos para enfermedad avanzada.............. 126

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


12. Cirugía del cáncer .................................................................. 129
Arturo Beltrán Ortega
Vincenso Aiello Crocifoglio
Intervenciones preventivas......................................................... 135
Diagnóstico.................................................................................. 136
Extensión de la enfermedad........................................................ 137
Tratamiento................................................................................. 137
Cirugía reconstructiva y de rehabilitación................................. 139
Conclusión.................................................................................... 139

13. Cirugía pediátrica................................................................... 143


Carlos Baeza Herrera
Christian R. Ibarra Hernández
Los inicios..................................................................................... 143
Era moderna................................................................................ 144
La cirugía pediátrica en provincia............................................. 149
Las academias y la cirugía pediátrica mexicana ...................... 150
XVI La Pacific Association of Pediatric Surgeons
y la cirugía pediátrica mexicana.......................................... 150
La educación en cirugía pediátrica............................................. 151
Colofón......................................................................................... 152

14. Cirugía plástica, estética y reconstructiva.............................. 153


Martín Iglesias Morales
Antonio Fuente del Campo
Leonardo Bravo Ruiz
Tratamiento integral de las quemaduras................................... 153
Injertos autólogos de grasa......................................................... 155
Células madre derivadas del tejido adiposo .............................. 156
Contorno corporal en pérdidas masivas de peso....................... 157
Alotrasplantes compuestos vascularizados................................ 159
Cirugía craneofacial.................................................................... 161
15. Cirugía en Ginecología ........................................................... 167
Jesús Carlos Briones Garduño
Carlos Campos Castillo
Enrique Gómez Bravo Topete
Desarrollo .................................................................................... 170
16. Estomatología ........................................................................ 175
Takao Kimura Fujikami
Introducción................................................................................. 175
Evolución de la estomatología y cirugía maxilofacial............... 176
Principales padecimientos de tercer nivel
de atención quirúrgica maxilofacial ................................... 181
Traumatismos maxilofaciales................................................ 181
Deformidades dentofaciales adquiridas de crecimiento
y desarrollo maxilofacial..................................................... 185
Malformaciones congénitas labiopalatinas y secuelas.......... 187
Resumen....................................................................................... 188

Academia Nacional de Medicina


17. Oftalmología ........................................................................... 191
Enrique Graue Wiechers
Hugo Quiroz Mercado
Lourdes Arellanes García
Guillermo Salcedo Villanueva
Introducción................................................................................. 191
La cirugía del segmento anterior del ojo.................................... 193
La cirugía de catarata............................................................ 193
El trasplante de córnea.......................................................... 195
La cirugía refractiva............................................................... 198
Los avances en el tratamiento de las enfermedades
del vítreo y la retina ............................................................. 200
La cirugía del vítreo y la retina.............................................. 200
Los nuevos fármacos para el tratamiento
de las enfermedades de la retina........................................ 201
La imagenología del segmento posterior.............................. 202
Inflamación ocular. Un reto aún pendiente................................ 203

18. Otorrinolaringología .............................................................. 209 XVII


Pelayo Vilar Puig
Rogelio Chavolla Magaña
La ORL como especialidad médica............................................. 209
Inicio y desarrollo de la Otorrinolaringología en México.......... 210
El desarrollo de la Otorrinolaringología
a lo largo del siglo XX .......................................................... 213
Antimicrobianos y otros fármacos........................................ 213
Equipos audiológicos, electronistagmografía
y posturografía ................................................................... 214
Auxiliares auditivos electrónicos. Implantes cocleares
y de tallo cerebral ............................................................... 214
La microcirugía ..................................................................... 215
La endoscopia nasosinusal ................................................... 216
La imagenología .................................................................... 217
La oncología .......................................................................... 217
El estudio de la voz y sus trastornos ..................................... 217
Reflexiones finales ................................................................ 217
Siglo XXI. Nuevos horizontes...................................................... 218
Trabajos de investigación con células troncales................... 218
Oído biónico.......................................................................... 219
Cirugía robótica en Otorrinolaringología ............................. 220
Conclusiones ................................................................................ 221
Apéndice ...................................................................................... 225

19. Urología.................................................................................. 227


Francisco T. Rodríguez Covarrubias
Fernando Gabilondo Navarro
Introducción................................................................................. 227
Litotricia extracorpórea y endourología.................................... 227
Tratamiento del crecimiento prostático..................................... 229
Cirugía laparoscópica y robótica................................................ 230
Tratamiento del cáncer renal...................................................... 232
Cirugía reconstructiva y microcirugía....................................... 233

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


PRESENTACIÓN

La Academia Nacional de Medicina de México celebra este año un


hito en su historia y en el devenir de la medicina mexicana al cum- XIX
plir ciento cincuenta años de fructífera y exitosa trayectoria desde
su fundación. Por ello, la Mesa Directiva de nuestra Corporación
ha considerado indispensable dejar testimonios fehacientes de lo
que hoy constituye el estado del arte en torno a múltiples temas
médicos. Esta publicación forma parte de una colección editorial
de aniversario, de la que este libro junto con otros constituyen
la subcolección de estados del arte de la Medicina que la Acade-
mia edita para conmemorar este sesquicentenario. La colección
completa incluye no solamente la presentación de lo que hoy
sabemos, como esta obra, sino también de lo que hemos sido, de
lo que suponemos podrá ser el futuro y de lo que pensamos como
científicos y humanistas en este 2014.
El propósito de estos análisis sobre el estado del arte es doble.
Por supuesto, esperamos que se conviertan en un punto de referencia
presente que contribuya a la actualización de los médicos en un
buen número de temas de nuestro ámbito de conocimiento. Además,
estamos seguros de que, con el paso de los años, los textos de la
subcolección Estado del Arte deberán de convertirse también
en una obra clásica que dé cuenta de lo que hoy creemos sa-
ber y que pronto se convertirá en historia, continuación de la
misma que hoy celebramos con entusiasmo y agradecimiento,
cuando miramos atrás y descubrimos la riqueza que sustenta nuestra
sólida y entrañable tradición.

Dr. Enrique Ruelas Barajas


Presidente
Junio, 2014
Prólogo

El avance vertiginoso de la ciencia nos sorprende cotidianamente. Lo


que ayer era cierto hoy puede no serlo y detener la observación en un XXI
punto del tiempo siempre resulta artificioso. No obstante, ello permi-
tirá a los observadores del futuro ubicar lo que ocurría en la medici-
na precisamente en los años del sesquicentenario de la Academia. La
expresión “estado del arte” tiene precisamente ese artificio. Es este
entonces un testimonio de lo que ha alcanzado el arte de la cirugía y
la ciencia quirúrgica al momento de conmemorar 150 años de la Aca-
demia Nacional de Medicina de México.
La cirugía en particular ha alcanzado tal desarrollo a partir de que
ha avanzado técnica y tecnológicamente pero también a partir de re-
conocer sus propios límites. Aunque sigue dependiendo de la habili-
dad personal de los cirujanos, las condiciones de su práctica ofrecen
mejores garantías a los pacientes trascendiendo cierta heterogeneidad
de los operadores. Buena parte de los avances que conforman ese esta-
do del arte tienen que ver con una mayor precisión diagnóstica, con la
oportunidad de hacer una mejor planeación quirúrgica, con el empleo
de materiales y equipo que facilitan lograr lo propuesto, con mejores
estrategias de anestesia, valoraciones preoperatorias más individuali-
zadas y mejor cuidado posquirúrgico. Se han minimizado los riesgos,
las molestias para los enfermos, la estancia hospitalaria y el periodo en
que se tienen que excluir de su vida laboral y familiar.
Los peligros se advierten claros: la excesiva automatización sin
reflexión, la deshumanización en favor de lo tecnológico, la enaje-
nación por las rutinas, el reduccionismo extremo olvidando el todo,
la arrogancia alimentada por los logros.
He aquí una reseña de lo mejor que han logrado las disciplinas
quirúrgicas a la luz de ofrecer una visión de los albores del siglo XXI
para los estudiosos del mañana.

Alberto Lifshitz
Editor
INTRODUCCIÓN

Miguel Ángel Mercado Díaz

Paralelo al desarrollo de la cirugía en el mundo, la cirugía en Méxi-


co ha tenido avances importantes con las adaptaciones propias al XXIII
tipo de patología quirúrgica y posibilidades económicas de nuestro
país. En general, la evolución de las opciones terapéuticas ha te-
nido un desarrollo también paralelo a la tecnología aplicada a los
procedimientos quirúrgicos.
Después de un desarrollo exponencial en la mitad del siglo pa-
sado, cuando la cirugía se basaba fundamentalmente en las destre-
zas, habilidad y conocimientos (y, en ocasiones, también en la intui-
ción) del cirujano, en la actualidad, con la metodología diagnóstica
por medio de estudios de laboratorio y gabinete, es muy preciso y
relativamente sencillo diagnosticar padecimientos que con la me-
todología clínica previa era prácticamente imposible de hacer. Casi
en toda la disciplina quirúrgica, los estudios de imagen (asociados
por lo común con características moleculares) confieren capacidad
diagnóstica e incluso diseño de planes terapéuticos.
En general, el número de procedimientos quirúrgicos tiende a
disminuir en las grandes ciudades. Sin duda, en nuestro país, aun-
que en menor grado, hay muchos padecimientos que en el siglo
pasado se consideraban netamente quirúrgicos (enfermedad acido-
péptica, patología de colédoco, pólipos colónicos), pero que los tra-
tamientos endoscópicos por orificios naturales han ido solventando.
Esto ha provocado una disminución sustancial en el número total
de intervenciones quirúrgicas en aproximadamente 25% en Estados
Unidos; con certeza existe una cifra similar para nuestro país.
Por otra parte, la cirugía de invasión mínima se ha desarrollado
de manera extraordinaria, aunque de inicio fue aceptada con mucho
escepticismo por la comunidad quirúrgica. Casi en todas las disci-
plinas quirúrgicas existen procedimientos de invasión mínima que
son rutinarios hoy en día y que están constituidos en la vía de acceso
de primera elección.
En procedimientos del dominio del cirujano general, se en-
cuentran en fase de desarrollo y aceptación los que se realizan por
puertos únicos (los cuales no han demostrado una ventaja real so-
bre los procedimientos laparoscópicos convencionales, excepto el
cuestionable efecto estético y con una probable mayor incidencia
de hernias). En los últimos años se ha introducido también una
técnica mixta con base en endoscopias flexibles, en la que al in-
gresar por orificios naturales se llevan a cabo los procedimientos
quirúrgicos, perforando una víscera hueca (estómago, colon) o bien
por el fondo del saco de Douglas por vía vaginal. No ha demostrado
hasta el momento una utilidad destacable. La cirugía robótica se
halla en franco progreso, ya se ha desarrollado un robot (Da Vinci®)
que, además de amigable, permite la realización precisa de inter-
venciones quirúrgicas en zonas relativamente inaccesibles para el
XXIV
laparoscopio convencional, elimina el temblor y permite la visión
tridimensional. En la actualidad es excesivamente caro (costo de
adquisición y mantenimiento) y en Estados Unidos los hospitales
lo adquieren más con fines mercadotécnicos que de utilidad qui-
rúrgica. En nuestro país hay algunos de estos dispositivos con utili-
zación relativamente restringida.
Dos aspectos importantes han predominado en los últimos dos
decenios: 1) la subespecialización en cirugía y 2) la evolución de
la calidad de la atención quirúrgica. La subespecialización en ciru-
gía es el resultado del proceso evolutivo y la expansión del cono-
cimiento quirúrgico, de tal forma que en la actualidad resulta casi
imposible que un cirujano sea capaz de dominar en conocimientos
y destrezas todas las operaciones que se practican en órganos espe-
cíficos, aparatos y sistemas.
Es además una exigencia social, cada paciente solicita la aten-
ción de un cirujano que tenga la mayor experiencia en un proce-
dimiento determinado. Por otra parte, este hecho demuestra que
cuando se concentran los conocimientos (tanto clínicos como téc-
nicos) en un cirujano, los resultados son tangibles en mayor vo-
lumen, menos complicaciones, menos repercusiones, mejor ense-
ñanza, mayor capacidad de realizar investigación y aportaciones,
menor estancia hospitalaria, menos costos y menos inconformida-
des y acciones médico-legales.
Desde hace décadas algunas especialidades se han separado y
tienen residencias propias y consejos de certificación; tal es el caso
de ginecología, urología, neurocirugía, ortopedia, otorrinolaringo-

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logía, cirugía cardiaca, cirugía vascular, cirugía de tórax, cirugía
plástica y reconstructiva y cirugía pediátrica.
En Estados Unidos entre los egresados de la residencia de ci-
rugía general cerca de 75% desea hacer una subespecialidad qui-
rúrgica. Esto se ve influenciado por el sitio en donde se entrenan
(usualmente un hospital académico universitario) y el ejemplo de
sus maestros con el consecuente deseo de la emulación. Siempre
queda duda de la necesidad de seguir egresando cirujanos genera-
les, que sean capaces de resolver problemas quirúrgicos rutinarios;
de la misma forma, el hecho de cuestionar qué cirujano es capaz de
entrenar a un cirujano general. En la actualidad la residencia ma-
neja una amplia alternancia por diversas subespecialidades, de
tal forma que son las experiencias y destrezas adquiridas en las
rotaciones las que conforman el adiestramiento del cirujano.
XXV
Por otra parte, se ha hecho evidente la falta de cirujanos ge-
nerales en muchos países, que practiquen los conocimientos más
comunes en forma segura y eficaz. El entrenamiento de este tipo de
especialistas representa un reto para la comunidad quirúrgica, que
debe hallar en este tipo de profesionales el sustrato sobre el cual se
resuelve la patología quirúrgica más común.
De acuerdo con Atul Gawande, en un escrito magistral1 con
motivo de los 200 años del New England Journal of Medicine, la
cirugía es un proceso de desarrollo extraordinario, surgida al final
del siglo XIX, con auge en el siglo XX y que será parcial y paulati-
namente sustituida en el siglo XXI (pero esta evolución no implica
su desaparición, por el contrario, será objeto de una gran refina-
ción) por otras opciones terapéuticas ampliamente discutidas en
toda esta obra, que conmemora el CL Aniversario de nuestra cor-
poración. La responsabilidad de su desarrollo, el adecuado uso de
la innovación e investigación (sin intereses mercadotécnicos) y la
motivación para que el cirujano siga siendo un médico (y no un téc-
nico) recae en nuestra generación, que le ha tocado esta transición
que, en suma, beneficia a la humanidad.

1
Gawande A. Two hundred years of surgery. N Engl J Med. 2012;366:1716-23.

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anestesiología

Ricardo Plancarte Sánchez 1


Raúl Carrillo Esper

La anestesiología es algo más que anestesiar. Al paso de los años la 1


labor del anestesiólogo se ha transformado en un eslabón priori-
tario en la cadena de atención médica; por fortuna, ya pasaron los
años en que el trabajo del anestesiólogo se limitaba sólo a dormir
a los enfermos para que se les practicara algún procedimiento qui-
rúrgico. En los últimos años y como resultado de un gran trabajo
científico y de investigación, la anestesiología pasó de ser una ac-
tividad por completo manual con poca tecnología y bajos estánda-
res de calidad y seguridad a una especialidad altamente científica y
tecnológica. Las máquinas de anestesia inteligentes, el monitoreo,
los recursos farmacológicos y las nuevas técnicas anestésicas la han
hecho una profesión que, además de exigir trabajar con elevados
estándares de seguridad y efectividad, propicia la investigación en
diferentes y diversos campos, amplía su visión del periodo operato-
rio y transoperatorio a la cobertura total del periodo perioperatorio
y extiende su desarrollo al campo de la algología y los cuidados pa-
liativos. Adicionalmente, se adapta e interactúa con la modernidad
tecnológica, de la que destaca la enseñanza virtual, la nanotecnolo-
gía, la robótica y la anestesia a distancia, entre otros.1

Antecedentes
El planteamiento de la anestesiología contemporánea sienta sus
bases en el análisis histórico. En este sentido, López Piñero refiere
al pie de la letra: “…Aquel Médico que quiera plantearse seriamente
la situación actual y los supuestos básicos de su quehacer cotidiano
se sentirá obligado a buscar la enseñanza de la historia”. La razón
de ser de la anestesiología fue el tratamiento del dolor; de acuerdo
con González Iglesias, dolor–enfermedad y enfermedad–dolor han
constituido el binomio lacerante que ha acompañado al hombre,
como la sombra al cuerpo, a lo largo de toda la historia de la huma-
nidad, y nada ni nadie ha escapado a su voracidad. Durante la evo-
lución de la humanidad, los dolores del cuerpo eran de dos clases,
uno espontáneo o interno, que se generaba en el propio organismo,
y otro adquirido o externo, que invadía desde el exterior y era con-
secutivo fundamentalmente al trauma. A estas dos clases de dolor
se sumó el infligido por las primeras y primitivas técnicas quirúr-
gicas que, en un intento por curar el daño, producían gran dolor.
En este último curso de ideas, Celso, el gran médico romano del
siglo I, escribió: … “El cirujano debe ser sordo a los gritos y llantos
de sus pacientes y nunca puede hacer caso de sus lamentos”. Esta
2
visión del médico en relación con el dolor reflejaba su impotencia
para vencer este flagelo. Pero el ser humano no se dio por vencido;
los médicos empezaron a desarrollar y diseñar diferentes técnicas
y medios para el control y manejo del dolor, desde invocaciones a
alguna deidad, conjuros mágicos, hasta el empleo de remedios de-
rivados de plantas, piedras o extractos animales.
Platón fue el primero en utilizar el término anaistesia para in-
dicar ausencia de sensibilidad. Xenofón, en el año 400 a.C., describe
en su texto, El Banquete, la acción del opio como semejante a la del
vino; Demóstenes, en el año 340 a.C., menciona que los hombres
que bebían mandrágora entraban en un sueño profundo. Al paso de
los años, la mandrágora, el beleño, el cáñamo, el opio y el alcohol
en forma de vino prescritos en diferentes formulaciones y combina-
ciones fueron los elementos clave para mitigar el dolor, incluido el
inducido por intervenciones quirúrgicas. Los chinos contribuyeron
con la acupuntura. Todos estos remedios herbales eran condimen-
tados con mucha magia e invocaciones, ya que el dolor, al no te-
ner una explicación natural, era considerado como algo diabólico.
Raymundo Lulio, conocido como el Doctor Illuminatus, descubrió
el éter sulfúrico, al que denominó vitriolo dulce. Su descubrimiento
pasó desapercibido y, con ello, sus propiedades anestésicas y anal-
gésicas. Valerius Cordus, discípulo de Paracelso, retomó sus inves-
tigaciones y reencontró la forma de obtener el éter, descubrimiento
que fue consolidado por Frobenius, 200 años más tarde.
El descubrimiento de América trajo consigo la descripción de
nuevas plantas cuyos principios activos fueron incluidos al paso
de los años en el armamentario de la anestesiología. En 1516,

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Pedro Mártir de Anglería describió el veneno de las flechas sud-
americanas, que años después fue extraído y purificado y que aho-
ra sabemos que se trataba del curare, con este hecho, se inició la
era de la relajación muscular. En 1550, Pedro Siesa de León des-
cribió los efectos de la planta de coca y el jesuita José de Acosta
registró que los incas utilizaban el veneno extraído del estramonio,
la escopolamina, para mitigar el dolor. En el siglo XVIII, se sientan
las bases del conocimiento de la física de los gases, fundamental
en el desarrollo de la anestesiología, con las aportaciones de Boyle,
Black, Cavendish y Priestley, a este último se le reconoce haber
descubierto el óxido nitroso. Años después, Humphrey Davy inha-
la él mismo el óxido nitroso, al que denomina gas hilarante; des-
cribe no sólo el efecto desinhibitorio que llevaba a una risa incon-
trolable, sino también su efecto analgésico. Hill Hickman propuso
el óxido nitroso como una herramienta para controlar el dolor y la 3
conciencia durante los procedimientos quirúrgicos, pero su pro-
puesta fue rechazada por la Royal Society of London, ya que se
consideró que era una práctica altamente peligrosa. Esta idea fue
corroborada por la Real Academia de París, que descalificó este
método y lo refirió como una “peligrosa insensatez”.
A pesar de este cúmulo de experiencias y conocimientos adquiridos
al paso de los años, a principios del siglo XIX no se contaba con ninguna
estrategia terapéutica para el control del dolor quirúrgico, por lo que la
anestesia y el manejo del dolor se concretaban en emborrachar al pacien-
te y en el uso del opio o láudano, estos últimos consumidos en altas dosis,
incluso por los propios médicos. En los primeros años del siglo XVIII, el
uso del éter y el óxido nitroso se centraba en fines recreativos, pero el 11
de diciembre de 1844 Horace Wells fue el primero en utilizar una anes-
tesia inhalatoria para una extracción dental y el 16 de Octubre de 1846
llevó a cabo la aplicación del éter, con lo que logró la primera anestesia
quirúrgica. Por las mismas fechas en Inglaterra, Simpson introdujo el
cloroformo, que fue capitalizado por John Snow, al anestesiar con este
líquido a la reina Victoria durante uno de sus partos.
Hechos tremendamente destacados y no menos trascendentes
son el invento de la aguja hueca por Francys Rynd, en 1844, y la
aguja hipodérmica por el doctor Alexander Wood, en 1853, popula-
rizada por el doctor Charles Gabriel Paraz (1791–1855) y simplifica-
da más tarde por el doctor Williams Fergusson (1808–1873). Wood
diseña la jeringa precursora de las actuales con el sistema de pistón
facilitador de la aplicación a presión de diferentes sustancias.
A partir de mediados de siglo XIX y durante todo el XX, la anes-
tesia tuvo un crecimiento exponencial, ya que, con base a las expe-

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


riencias adquiridas y la investigación desarrollada, se introdujeron
diferentes técnicas y nuevos fármacos, entre los que destacan la in-
vención de las agujas hipodérmicas, la introducción de la cocaína
y anestésicos locales, la anestesia regional, peridural y espinal, la
intubación endotraqueal, la ventilación mecánica, así como el de-
sarrollo y la aplicación en la clínica de diferentes anestésicos, tanto
intravenosos como inhalados, que junto con los relajantes muscula-
res y los nuevos opioides vinieron a revolucionar la anestesiología,
sentando así las bases de la modernidad de la anestesiología, una
progresista y maravillosa especialidad.2

La anestesiología en el siglo xxi


4
El devenir histórico lleno de éxitos y fracasos vino a consolidar lo
que vivimos al momento: la anestesiología como una especialidad
vigente en la que los avances científicos y tecnológicos han propi-
ciado la implementación de una gran cantidad de técnicas adecua-
das a los diferentes escenarios quirúrgicos y que se ha diversificado
por el cúmulo de información y desarrollo de experiencias clínicas,
obtenidos en diversas subespecialidades, entre las que destacan la
algología, los cuidados paliativos e incluso las unidades de medici-
na intensiva, cuyo origen se ubica en las unidades de recuperación
posanestésica.

Técnicas anestésicas
Contamos en la actualidad con un sinnúmero de técnicas anestési-
cas que se aplican en los diferentes escenarios quirúrgicos. Ya quedó
en el pasado aplicar el mismo método en todos los casos. La anes-
tesiología se ha diversificado en subespecialidades, cada una de las
cuales atiende las necesidades muy especiales y específicas de los
diferentes grupos de enfermos. En la actualidad, se cuenta con la
anestesia pediátrica, ginecoobstétrica, cardiovascular, neurológica,
oncológica y todas aquellas diferentes ramas cuyo objetivo es lograr
una mayor experiencia con altos estándares de calidad y seguridad.
En este sentido, es importante mencionar los avances significativos
en la anestesia regional, pues gracias, por ejemplo, al desarrollo e
implementación de la ultrasonografía se ha facilitado al anestesió-

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logo el acceso objetivo a los plexos nerviosos y a los nervios perifé-
ricos. Adelanto que la ultrasonografía ha sido de gran importancia
para la anestesiología en la rama de traumatología y ortopedia.
No se puede dejar de mencionar la anestesia inhalada, en espe-
cial a bajos flujos, y la implementación de nuevos gases anestésicos,
como el xenón. Mención especial debe hacerse de la anestesia total
intravenosa, herramienta que, gracias a los adelantos en el conoci-
miento de la farmacocinética de los anestésicos intravenosos, de la
introducción de fármacos con vidas medias cortas y de las técnicas
de infusión mediante bombas especializadas, ha modificado la prác-
tica de hacer la anestesia. Especial importancia reviste la anestesia
aplicada en procedimientos quirúrgicos ambulatorios (dentro y fue-
ra del quirófano), con técnicas que han revolucionado la forma de
hacer anestesia y han reducido de manera significativa los costos
de atención, lo que ha representado un gran adelanto, en especial, 5
en los procesos administrativos de la cirugía y anestesiología.3,4
Los avances en las técnicas anestésicas son dinámicos, y es
sorprendente ver cómo día con día hay nuevas aportaciones que son
un parteaguas, ya que han modificado el concepto que se tenía de
la anestesiología y han roto los tabúes como el miedo al dolor, a la
náusea, al vómito posoperatorio y otras temidas complicaciones. No
obstante, aparecen nuevos retos por vencer, dentro de los que desta-
can la disfunción cognitiva posoperatoria.5

Tecnología y monitoreo
Los avances tecnológicos y de monitoreo en tecnología han conver-
tido a la anestesiología en una especialidad segura y predecible. Las
nuevas máquinas de anestesia ofrecen, gracias a la implementación
de microprocesadores, todos los recursos no sólo para el aporte de
flujo de gases y anestésicos, sino también para la ventilación mecánica
transoperatoria y el monitoreo. Diferentes agencias internacionales y
nacionales recomiendan el empleo de estos sistemas de monitoreo
como parte integral del manejo anestésico, entre los que destacan: el
monitoreo continuo del flujo y concentración de gases inspirados y
espirados, la saturación de oxígeno, capnografía, electrocardiograma
continuo, ventilación mecánica y variables hemodinámicas.
Otro sistema es la ecocardiografía continua por vía transeso-
fágica en enfermos de alto riesgo o en aquellos sometidos a cirugía
cardiaca; no debe olvidarse la relevancia que tiene el monitoreo
hemodinámico mínimamente invasivo. Es importante destacar

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


el análisis biespectral, para asegurar el mejor plano anestésico y
evitar el despertar transoperatorio; el desarrollo del monitoreo
neurológico multimodal es de gran importancia en diferentes
procedimientos neuroquirúrgicos y en cirugía de columna verte-
bral. Los avances en las diferentes técnicas de monitoreo se ven
complementados por toda la tecnología desarrollada por medio de
diferentes dispositivos electrónicos y estudios de laboratorio y ga-
binete que se implementan no sólo en el periodo transoperatorio
sino que se extienden a todo el perioperatorio.6
La evaluación y el manejo avanzado de la vía aérea son priori-
dad en la anestesiología. El conocimiento anatómico y los cambios
dinámicos de la vía aérea superior en los diferentes grupos etarios
y en poblaciones especiales, como son las de obesidad mórbida,
geriátrica, trauma, neonatos, malformaciones congénitas, etc., han
6 facilitado, al paso de los años, el desarrollo de algoritmos de eva-
luación, manejo de la vía aérea –en especial, en aquellos enfermos
catalogados como portadores de una vía aérea difícil– y de nuevos
recursos tecnológicos para el manejo de ésta, entre los que destacan
videolaringoscopios de diferentes tipos y características, endosco-
pios para intubación y toda una gama de aditamentos que bajo vi-
sión directa nos permiten la evaluación y manejo de la vía aérea. En
este sentido, fue decisiva la contribución del doctor Archie Brain,
quien desarrolló el primer dispositivo supraglótico, la máscara la-
ríngea, que modificó de manera radical el abordaje de la vía aérea.
A partir de esta aportación, hace poco más de 30 años, sobrevino
una explosión en el desarrollo de los conceptos que ahora mane-
jamos en relación con la evaluación y el abordaje de la vía aérea,
lo que fomentó la investigación y el desarrollo de un sinnúmero de
dispositivos supraglóticos fundamentados en los principios de la
máscara laríngea. En la actualidad y con base en lo recomendado,
todo anestesiólogo deberá tener un entrenamiento formal en el ma-
nejo de la vía aérea y en el dominio de los diferentes dispositivos
para este fin, además de contar de manera específica y a toda hora
con un carro de vía aérea.7,8
No podemos pasar por alto el vertiginoso avance tecnológico de
la medicina en el siglo XXI, en especial en lo referente a la electróni-
ca y la computación. Es ya un hecho el desarrollo de cascos de reali-
dad virtual que permiten al anestesiólogo, sin desviar la mirada del
paciente, el despliegue en unos pequeños lentes de todas las varia-
bles de monitoreo. Además, la telemedicina ha favorecido la aneste-
sia a distancia, de gran importancia en lugares poco accesibles o en

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aquellas comunidades en donde se cuenta con pocos anestesiólogos,
en relación con la densidad de la población. Por otro lado, ya no
es necesario contar con una computadora de escritorio o personal,
el anestesiólogo del siglo XXI por medio de tabletas electrónicas o
teléfonos móviles puede tener acceso por diferentes aplicaciones a
información ilimitada y a la comunicación entre sus pares y colegas,
lo que facilita su práctica profesional.
Un gran avance tecnológico relacionado con el proceso de ense-
ñanza–aprendizaje es la introducción de los simuladores. En pocos
años, éstos pasaron de ser simples maniquíes a complejas máquinas
que simulan a la perfección los diferentes escenarios clínicos y edu-
cacionales. Tienen la gran ventaja de que los alumnos pueden repli-
car una y otra vez el procedimiento hasta que lo dominen, para que,
una vez que tengan contacto directo con los enfermos, cuenten con
amplia experiencia en la técnica, lo que ha mostrado en diferentes 7
estudios que mejora su confianza y disminuye de manera significa-
tiva las complicaciones. Estos dispositivos se han consolidado como
parte fundamental de la enseñanza y educación médica continua de
la anestesiología en el siglo XXI.

Aprendizaje, enseñanza e investigación


El aprendizaje, la enseñanza y la investigación son pilares de la
anestesiología del siglo XXI. Este trinomio no solamente contri-
buye a la formación de recursos humanos, sino que también es el
motor mismo y esencia de toda la medicina, ya que aquel que ense-
ña (maestro) lo hace aprendiendo e investigando y el que aprende
(alumno) lo hace en un entorno tutorial, en que el maestro facilita
el aprendizaje y la investigación, y forma al nuevo especialista si-
guiendo un modelo con base en competencias, fundamentado en
un programa universitario. En nuestro país, se han desarrollado
varios modelos universitarios para la enseñanza de la anestesiolo-
gía; destaca entre ellos el plan único de especializaciones médicas
avalado por la división de estudios de posgrado de la Facultad de
Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, resul-
tado del ejecutivo y puntual trabajo conjunto y colaborativo de dis-
tinguidos profesores de la anestesiología mexicana. En este plan, se
amalgaman los aspectos teóricos y prácticos que deben dominar los
especialistas en formación. Es importante enfatizar que este plan
de estudios es dinámico, se adecua a las necesidades cambiantes
dictadas por los avances científicos y se complementa con la ense-

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ñanza virtual y robótica de la especialidad. Este programa de en-
señanza–aprendizaje es modelo a seguir por varias instituciones
de educación superior y es el eje del proceso educativo en un gran
número de sedes universitarias.9
La medicina contemporánea tiene su innegable sustento en
la investigación, eje creador del nuevo conocimiento, y avances
en lo clínico, tecnológico, farmacológico y molecular. La anestesio-
logía que se practica en el siglo XXI es claro ejemplo de este eje del
desarrollo, basta echar una mirada a los diferentes portales científi-
cos, para constatar la intensa labor de investigación que realizan los
anestesiólogos, tanto en nuestro país como en el ámbito internacio-
nal. Los logros derivados del proceso de investigación han impac-
tado de manera positiva en todos los logros mencionados previa-
mente y que aseguran día con día la práctica de una anestesia con
8 mayores y exitosos estándares de calidad y seguridad. Es prioritario
que en todos los programas de enseñanza–aprendizaje se incluya a
la investigación como una labor cotidiana impostergable en la prác-
tica clínica y que se complemente con aquella que hacen los investi-
gadores en sus diferentes áreas de interés en el laboratorio.10
Las futuras generaciones de anestesiólogos en este siglo XXI
para ser vigentes deberán tener, además de una sólida formación,
un ágil acceso a la información, a programas de educación continua
por medios electrónicos, a enseñanza virtual, a entrenamiento en
simuladores y a generar conocimiento mediante la investigación,
además de estar comprometidos en la enseñanza de la medicina y
de su especialidad, sin olvidar el entorno normativo, ético, moral
y bioético que debe regir su desarrollo profesional.

Marco legal y normativo


El ejercicio de las profesiones en México es un derecho ampara-
do por el Artículo V constitucional. Con base en este artículo, el
anestesiólogo puede ejercer con libertad su especialidad en todo
el territorio nacional, siempre y cuando se apegue a los lineamien-
tos legales, entre los que destacan su entrenamiento e instrucción
formal recibida en una sede hospitalaria con aval universitario, que
al final de los estudios emitirá un título con el cual se tramitará la
patente de especialista correspondiente, emitida por la Dirección
General de Profesiones, entidad dependiente de la Secretaría de
Educación Pública.

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La anestesiología, como cualquier rama del ejercicio de la me-
dicina, se adecua a un marco legal y normativo que asegura la mejor
atención profesional. En este sentido, en nuestro país hay un gran
adelanto en la normatividad, ya que contamos con instituciones que
se han preocupado y ocupado de este aspecto toral, y como resul-
tado contamos con la Norma Oficial Mexicana para la práctica de
la anestesiología, así como recomendaciones emitidas por la Co-
misión Nacional de Arbitraje Médico. Además de la normatividad
legal, el anestesiólogo actual debe estar consciente de que su ejerci-
cio es evaluado y auditado no sólo por sus pares, sino también por
múltiples instancias, motivo por el cual debe apegarse a las mejores
prácticas clínicas manteniendo ante todo una estrecha relación con
los enfermos a los que va a atender y con los familiares de éstos, lo
que asegura uno de los principales objetivos del acto médico: el de
mantener una excelente relación médico–paciente.11,12 9
La calidad y seguridad de atención es una responsabilidad plu-
ral, en la que todos los actores participan. La anestesiología como
especialidad de alto riesgo está sujeta a múltiples hechos entre los
que se incluyen los planes de desarrollo y su adherencia total y com-
pleta a todos los procesos centrados en la calidad, dentro de los que
destacan las metas internacionales de seguridad. El anestesiólogo
en la actualidad deberá conocer a profundidad y llevar a su práctica
las recomendaciones, tanto de su especialidad como la reglamenta-
ción emitida por el Consejo de Salubridad General, para hacer del
proceso anestésico–quirúrgico un acto médico con los más elevados
estándares de calidad y seguridad.13

Guías

Para poder desempeñar sus actividades clínicas, el anestesiólogo debe


ser evaluado y avalado por sus pares, lo que da certidumbre a la socie-
dad de que es un profesional que está capacitado para enfrentarse a los
retos que exige y demanda su especialidad. En este sentido, en la ac-
tualidad contamos con el Consejo Nacional de Certificación en Anes-
tesiología, A.C. (CNCA) que tiene como objetivos la evaluación perió-
dica de los anestesiólogos dictaminando su capacidad para ejercer la
especialidad con base en sus conocimientos, destrezas y actualización.
El CNCA está avalado por el Comité Normativo Nacional de Conse-
jos de Especialidades Médicas A.C. (CONACEN) y por la Federación
Mexicana de Colegios de Anestesiología, A.C.

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Aspecto gremial

El anestesiólogo no es un ente aislado, sino que interactúa y traba-


ja en armonía con otros anestesiólogos y un gran número de espe-
cialistas de diferentes disciplinas clínicas que, por las característi-
cas de la especialidad, mantienen un nivel dinámico en el ejercicio
de la medicina. En este sentido, la tendencia natural es a agruparse
en gremios en los que, además del intercambio científico, la forta-
leza y la unidad, se facilita el mejor desarrollo en el medio laboral
y en el normativo legal. La anestesiología es una especialidad de
alto riesgo y el anestesiólogo está sujeto a una carga de trabajo y es-
trés que se explica por la gran responsabilidad que es el tener bajo
su responsabilidad la vida del paciente durante las largas jornadas
10 dentro y fuera del quirófano. A pesar de esto, su labor es poco reco-
nocida y habitualmente mal remunerada, tanto en las instituciones
de salud púbica como en las privadas, donde los terceros pagado-
res dictan de manera arbitraria sus honorarios. Por este motivo, su
agrupación en sociedades, asociaciones o ahora en colegios, asegu-
ran al anestesiólogo cierta protección y la vía para poder canalizar
sus necesidades e inquietudes laborales.
Los anestesiólogos mexicanos del siglo XXI cuentan con exce-
lentes instituciones que los cobijan; entre éstas, se destacan dife-
rentes colegios estatales, el Colegio Mexicano de Anestesiología y
la Federación Mexicana de Colegios de Anestesiología, que forman
parte activa del organigrama internacional de la anestesiología. Es-
tas importantes corporaciones velan no sólo por la actualización
médica continua, sino también por la seguridad y tranquilidad la-
boral y legal de sus agremiados. Día con día, estas agrupaciones se
fortalecen, hacen enlaces estratégicos y se relacionan con otras en
el ámbito internacional, lo que facilita la interacción, proyección y
comunicación fundamental en todo momento.

Colofón
La anestesiología del siglo XXI se enfrenta a un panorama lleno de retos
y oportunidades. Las bases están sentadas. Los avances tecnológicos
con los que contamos son sorprendentes, pero lo que nos deparan los
siguientes años es inimaginable y promete un avance logarítmico en el
campo clínico y científico. La anestesiología dejó de ser una especiali-

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dad centrada exclusivamente en dormir y despertar pacientes y aliviar
el dolor, para pasar a ser una especialidad multifacética que generó el
concepto actual de la medicina perioperatoria, concepto en el que el
acto anestésico por sí es sólo una parte de un continuo y dinámico acto
clínico que abarca los periodos pre–, trans– y posoperatorio. El anes-
tesiólogo actual es considerado y reconocido como un eslabón funda-
mental en la operatividad y desarrollo de los programas en salud en
nuestro país, y dignifica los sitiales de esta especialidad en la Academia
Nacional de Medicina y la Academia Mexicana de Cirugía.

Referencias
1. Villalonga A. La anestesia en las primeras décadas del siglo XXI. Red Esp Anes- 11
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ANGIOLOGÍA
Y CIRUGÍA VASCULAR
Carlos Arturo Hinojosa Becerril 2
Lorenzo de La Garza Villaseñor

En la historia de la humanidad, la cirugía vascular se ha desarrolla- 13


do de forma paralela a los avances tecnológicos y, en los últimos 25
años, la mayor cantidad de procedimientos evolucionaron a méto-
dos endovasculares como una ruta menos invasiva de tratamiento.
Desde las edades antigua y media, se conoce la necesidad del trata-
miento de patologías vasculares, tal como se muestra en pinturas
y esculturas que representan a pacientes con estos padecimientos
y médicos ofreciendo tratamiento.
La cirugía vascular, tal como se conoce en la actualidad, es el re-
sultado de múltiples contribuciones. Ambroise Paré en el siglo XVI
introdujo el concepto de ligar estructuras vasculares en lugar de uti-
lizar aceite hirviendo para lograr hemostasia, y fue a finales del siglo
XIX cuando Nicholas Eck describió la primera anastomosis poto–
cava. La publicación de ésta hizo evidente la posibilidad de realizar
uniones entre vasos sanguíneos, además de revelar la necesidad de
estandarizar la técnica quirúrgica, con lo que se sentaron las bases
de la cirugía de hipertensión portal y los trasplantes.
Alexis Carrel recibió el Premio Nobel en Medicina (1912) por
su descripción de la técnica para realizar anastomosis vasculares,
aunque fue hasta después de 40 años que aquéllas pudieron aplicar-
se en los primeros procedimientos mayores en humanos. El doctor
Michael E. DeBakey, en la década de los cincuenta, llevó a cabo las
primeras endarterectomías de carótida y las restauraciones abiertas
de aneurismas de aorta, con lo que se fortaleció la cirugía vascular
como una rama específica de la cirugía. Otra aportación muy im-
portante fue la del doctor Julius H. Jacobson en 1952, quien publicó
una obra magistral donde describe las bases de técnicas microqui-
rúrgicas para realizar anastomosis vasculares.
La historia de los procedimientos endovasculares inició ha-
cia 1929, cuando Werner Forssmann, médico alemán, describió la
realización de un cateterismo cardiaco por vía antecubital, al intro-
ducir una sonda urinaria por vía venosa hasta la aurícula derecha.
Con base en este concepto, el doctor Thomas Fogarty en 1963 llevó
a cabo el diseño de un catéter con balón en el extremo distal para
realizar embolectomías y, en unión con la descripción del doctor
Forssmann, se demuestra que existe un método por el cual se puede
abordar al árbol arterial con mínima invasión y tratar problemas de
modo remoto.
Los avances en los estudios diagnósticos también desempeñan
una parte vital en el desarrollo actual de la cirugía vascular. El doctor
Donald Eugene Strandness es considerado el pionero del ultrasonido
vascular al recalcar la importancia de los conceptos hemodinámicos
14 vasculares, con lo que cambió la forma tradicional de diagnóstico con
base exclusivamente en imagen. Su descripción detallada sobre la
utilidad del dúplex en el diagnóstico de patología vascular en 1960
estableció las bases del laboratorio vascular no invasivo.
En 1969, el doctor Charles Theodore Dotter, pionero en el in-
tervencionismo periférico publicó la primera angioplastia con balón
en una arteria femoral superficial, con lo que se inició la creación de
centros especializados en tratamientos endovasculares periféricos.
En 1990, con una idea brillante y novedosa, el doctor Juan Paro-
di realiza, en Argentina, la primera reparación endovascular de un
aneurisma de aorta y cambia por completo la manera de tratar la
mayoría de las enfermedades vasculares. Este hecho se convierte
en una verdadera revolución, gracias a la cual se acelera el desa-
rrollo de dispositivos especializados, injertos y otras herramientas
orientadas a facilitar las técnicas endovasculares. Debido a su gran
utilidad, su aplicación comenzó a extenderse a la mayoría de los te-
rritorios vasculares arteriales y venosos.
Ante estos fenómenos, la comunidad de cirujanos vasculares
reconoció la necesidad de entrenamiento en esta materia, para así
poder realizar procedimientos terapéuticos de vanguardia. Estas de-
cisiones hicieron trascender la disciplina vascular al lugar tan respe-
table que ocupa en la actualidad; son los cirujanos vasculares los que
pueden ofrecer a sus pacientes el mejor tratamiento, sin limitación
por un sesgo en las competencias técnicas. Sabemos, además, que la
selección adecuada de pacientes junto con las destrezas quirúrgicas
y endovasculares son las claves para lograr los mejores resultados.
En esta disciplina, cuando se trata de adecuar una técnica como la

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única solución para una enfermedad, se llegan a observar una serie de
eventos desafortunados que con frecuencia terminan con resultados
negativos. Dichos resultados pueden desacreditar un procedimiento,
pero ha sido responsabilidad de los cirujanos vasculares el desarrollo
de la especialidad a un nivel donde se tienen todas las herramientas
para sugerir y llevar a cabo la mejor opción de tratamiento.
Durante este desarrollo de la especialidad, los cirujanos vascu-
lares incorporaron a los quirófanos equipos portátiles de rayos X con
fluroscopia, que permiten alcanzar de manera remota los lugares
donde se encuentra la patología y así realizar el diagnóstico y, de
estar indicado en ese momento, el tratamiento. Con esto, la cirugía
abierta de padecimientos complejos cambió a procedimientos que
se pueden realizar con mínima invasión y anestesia local, a través
de pequeñas incisiones o accesos percutáneos al sistema arterial, lo
que se traduce en un impacto favorable en la sobrevida de estos pa- 15
cientes. Estos métodos mínimamente invasivos ofrecen una recupe-
ración más rápida, con menor estancia en terapia intensiva y menos
complicaciones, lo cual permite que al finalizar el procedimiento los
pacientes se reintegren con rapidez a su estilo de vida. La evolu-
ción e incorporación de estas técnicas fueron bien aceptadas debido
a los resultados positivos por lo que se favoreció su desarrollo en
diferentes áreas del territorio arterial. En la actualidad, se pueden
tratar aneurismas de aorta toracoabdominal, estenosis carotideas,
estenosis o aneurismas de arterias viscerales, aneurismas de aorta
abdominal, estenosis iliacas que requieren angioplastia y colocación
de stents o pacientes con isquemia crítica o claudicación grave de
extremidades inferiores que requieren intervenciones en arterias fe-
morales, poplíteas o tibiales. Con este desarrollo aparecieron las sa-
las híbridas de fluroscopia donde se cuenta con equipos que ofrecen
una calidad de imagen extraordinaria a una baja dosis de exposición
a radiación en un ambiente estéril de quirófano.
Los almacenes en los hospitales se vieron obligados a contar
con un paquete básico para emergencias y poder tratar a los pa-
cientes de manera oportuna, estos inventarios no son económicos,
por lo tanto son pocos los centros que tienen la posibilidad de tener
disponible el material cuando se requiere, en casos de urgencia o
eventos inesperados.
La configuración de las prótesis también evolucionó para tener
posibilidad de tratar el mayor número de pacientes con enfermedad
arterial o venosa, donde la anatomía representa una limitación, lo
cual favoreció el perfeccionamiento de prótesis unimodulares con

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extensiones proximales para cuellos complejos y extensiones dista-
les para iliacas dilatadas o tortuosas.
Si bien se han desarrollado los medios para acceder a todo el
árbol arterial y se han diseñado stents y dispositivos para tratar la
enfermedad arterial periférica, en algunos casos no se ha pasado
una prueba de tiempo que demuestre que estos procedimientos
puedan desplazar por completo los tratamientos abiertos. Un ejem-
plo muy claro es la enfermedad carotidea, donde el avance tecnoló-
gico ha llevado a contar con una serie de dispositivos de seguridad
para disminuir el número de eventos vasculares relacionados con el
procedimiento, que después de varios estudios clínicos controlados
con un cuidadoso diseño metodológico no han demostrado ser su-
periores que la cirugía convencional en eventos vasculares embóli-
cos relacionados con el procedimiento.
16 Aun cuando su superioridad no está demostrada en todos los
aspectos, los métodos mínimamente invasivos tienen aplicaciones
invaluables en un subgrupo de pacientes en los que la cirugía abier-
ta o convencional se encuentra contraindicada, ya sea por riesgo
cardiovascular o por razones anatómicas, como cuello hostil debido
a estomas o antecedentes de radiación en el caso específico de los
stents carotideos.
En el terreno médico, también se han creado conceptos que en
la actualidad ayudan a la toma de decisiones con base en la eviden-
cia de los factores de riesgo de un paciente. Uno de estos conceptos
es la edad vascular, que indica de forma indirecta la expectativa de
éxito y sobrevida de una revascularización.
Las enfermedades cardiovasculares tienen un peso importante
para anticipar los riesgos de un paciente que será llevado a una
intervención quirúrgica: un bajo riesgo cardiovascular, es decir,
la presentación de sólo un factor de riesgo cardiovascular me-
nor confiere una mortalidad de alrededor de 5%; los pacientes
con dos o más factores, excluidas las condiciones de alto ries-
go, son considerados de nivel intermedio, con una probabilidad
de muerte de origen cardiovascular de 5 a 20%; los pacientes de
alto riesgo son aquellos que tienen más de un riesgo cardiovascu-
lar mayor, debido a condiciones de riesgo como enfermedad car-
diovascular establecida, diabetes mellitus, hipercolesterolemia
familiar, dislipidemia con daño a órgano blanco o antecedente
familiar de evento vascular cerebral precoz. Este último se esti-
ma que tiene una mortalidad por riesgo cardiovascular de más
de 20%.

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Con el análisis de riesgos, apareció el concepto de la edad vas-
cular, el cual se encuentra íntimamente ligado al número de factores
de riesgo cardiovascular presentes en un individuo. La edad vascu-
lar se calcula mediante la sumatoria de puntajes específicos dados
por ciertos factores; el puntaje total impacta en un incremento en la
edad vascular relacionada de manera directa con el desenlace que
pueden tener los pacientes al ser sometidos a un procedimiento qui-
rúrgico. El riesgo asociado con un procedimiento se eleva de forma
significativa con una mayor edad vascular, además de que disminu-
ye su probabilidad de éxito. La edad vascular para hombres y mu-
jeres es diferente, pues depende del número de factores de riesgo
presentes en cada individuo. Por este motivo, reviste extrema im-
portancia determinar las características de cada paciente, con el fin
de anticipar problemas que requieran algún tratamiento oportuno
preoperatorio. 17
En la cirugía vascular se ha llegado a este grado de desarrollo
debido a una búsqueda constante de perfeccionamiento; se ha lo-
grado entender cada vez mejor la fisiología gracias a las herramien-
tas del laboratorio vascular no invasivo, con el objeto de ofrecer al
paciente la mejor alternativa terapéutica. La especialidad se ha de-
sarrollado a tal grado, que en la actualidad los cirujanos vasculares
son los únicos especialistas con la capacidad de ofrecer a un paciente
el tratamiento más adecuado según sus características particulares,
debido a que no existe un candidato ideal para una sola técnica qui-
rúrgica y a la amplia gama de opciones quirúrgicas y endovasculares
para el tratamiento de la patología vascular. Un cirujano vascular
es el especialista entrenado para ofrecer a sus pacientes la mejor
alternativa de tratamiento, ya que puede agotar de forma exhaus-
tiva todas las opciones; además, no se encuentra sesgado por una
técnica quirúrgica o tratamiento, debido a que la especialidad, a lo
largo del tiempo, ha desarrollado las competencias necesarias para
ofrecer los tratamientos médicos, de mínima invasión y quirúrgicos
de forma individualizada a cada paciente.
En la actualidad, los cirujanos vasculares son los expertos en
tratar todas las enfermedades periféricas arteriales, venosas y lin-
fáticas, incluidas la insuficiencia venosa y las venas varicosas. Los
cirujanos vasculares también son los médicos expertos en el trata-
miento de pie diabético y problemas vasculares de las extremidades
inferiores, son los únicos entrenados en manejar todos los proble-
mas vasculares periféricos, aneurismas y disecciones de aorta por
trauma o hipertensión arterial, tanto con cirugía abierta como con

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técnicas mínimamente invasivas con baja morbimortalidad. Los
métodos de mínima invasión pueden ser aplicados en una gran di-
versidad de pacientes y escenarios que incluyen desde una situación
compleja y vital hasta condiciones crónicas y estables; por ejemplo,
se pueden tratar lesiones de aorta por desaceleración como ocu-
rre en traumatismos contusos por accidentes de alta velocidad, lo
que tenía que ser resuelto mediante interposición de injertos en la
aorta torácica casi siempre por un cirujano cardiaco. El día de hoy
los cirujanos vasculares son los pioneros en la reparación de la aorta
torácica con técnicas mínimamente invasivas que permiten resolver
en casos de trauma rupturas que pueden ser mortales evitando, en
la mayoría de los casos, cirugías mayores que pueden tener compli-
caciones muy graves como paraplejia o falla renal.
Un campo donde es muy claro el avance de la cirugía vascular es
18 en la reparación de aneurismas de aorta, que hace algunos años, sólo
se podría resolver por técnicas abiertas con un índice de mortalidad
mayor a 50%. En la actualidad, la mayoría de las instituciones se está
entrenando para resolver estos problemas por métodos endovascula-
res, lo cual disminuye la mortalidad de forma dramática y es conside-
rada la primera alternativa de tratamiento en que se puede ofrecer a
los pacientes que lleguen las circunstancias de aneurisma de aorta roto.
El cirujano vascular tiene la competencia para realizar el diag-
nóstico no invasivo y el tratamiento médico adecuado para los
pacientes, ya que en su especialidad no sólo es prioritario el trata-
miento quirúrgico o endovascular, sino también el manejo integral
del individuo y su patología. De ahí que los cirujanos vasculares
sean los especialistas en la atención vascular, pues deben contar con
el más completo entrenamiento para el manejo de estas enfermeda-
des. Todo lo anterior da como resultado una fórmula muy innova-
dora centrada en la atención del paciente individual, a quien se le
ofrece un exhaustivo tratamiento para sus enfermedades vascula-
res, según lo que necesita. Con todos estos recursos, los cirujanos
vasculares son capaces de ofrecer los mejores tratamientos médi-
cos, mínimamente invasivos o abiertos conforme a las necesidades
individuales en una población creciente de pacientes.
Otro de los avances importantes que surgió en la especialidad de
cirugía vascular fue el entrenamiento de las mujeres, al convertirse en
un área de especialidad atractiva que ofrece un estilo de vida compa-
tible con la familia, el trabajo y el desarrollo profesional endovascu-
lar. Al existir múltiples oportunidades de desarrollo como cirujanos
vasculares en clínicas privadas, consultorios particulares, hospitales

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públicos y centros de referencia, las mujeres han logrado tener un
papel predominante en la sociedad médica y han logrado ocupar po-
siciones tan importantes como la presidencia de la Sociedad Mexi-
cana de Angiología y Cirugía Vascular, al frente de la cual estuvo la
doctora Ma. Elizabeth Enríquez Vega. Con el objetivo de mantener
la perspectiva de la mujer especialista en cirugía vascular, las mujeres
continúan ocupando importantes cargos desde los diferentes comi-
tés; además, en la actualidad, en la mayoría de las residencias que
existen en el país hay mujeres en entrenamiento, las que han encon-
trado en esta especialidad una alternativa de desarrollo profesional
compatible con diferentes estilos de vida.
La cirugía vascular permite un pleno desarrollo de los cirujanos
vasculares al otorgar la posibilidad de elegir entre la medicina insti-
tucional y académica o desarrollar una práctica privada, que puede
ser grupal o individual, además de ofrecer la oportunidad de traba- 19
jar en grupos multidisciplinarios.
Estos modelos son importantes para el desarrollo de la especia-
lidad, dado que en los centros académicos la formación de recursos
humanos es uno de los pilares importantes para la trascendencia de
la especialidad. También se desarrollan líneas de investigación que
favorecen el progreso de los nuevos métodos mínimamente invasi-
vos, así como el uso de nuevas moléculas en el campo de la trombo-
sis y antiagregantes para enfermedad arterial periférica o aquellos
enfocados en padecimientos venosos y linfáticos.
Dentro de las líneas de investigación que se han desarrollado en
cirugía vascular, se incluyen las enfocadas en la enfermedad arterial
periférica oclusiva, la enfermedad aneurismática y las enfermedades
venosas, por su alta prevalencia. Debido a la creciente incidencia de
falla renal por problemas metabólicos crónicos como la diabetes, cada
vez es más indispensable contar con cirujanos vasculares entrenados
y con líneas de investigación en accesos vasculares para hemodiáli-
sis. Otra de las áreas muy importante de investigación y asistencial
es la trombosis venosa. Los casos avanzados de insuficiencia venosa
con úlceras vasculares complejas y padecimientos linfáticos también
requieren de una atención vascular integral completa para evitar
complicaciones mayores no reversibles, los pacientes deben ser tra-
tados por un angiólogo y cirujano vascular, que son los especialistas
competentes para realizar un diagnóstico con laboratorio vascular no
invasivo y ofrecer el mejor tratamiento disponible.
En México, el área de flebología requiere una revisión en mate-
ria de regulación, dado que se observa un fenómeno consistente en

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que instituciones privadas certifican a personas con competencias
en el área para que extiendan su atención a pacientes con problemas
vasculares. Esto constituye un reto para la especialidad, porque lo
deseable es que los subespecialistas que tratan pacientes con pa-
tología vascular realicen diagnósticos correctos y ofrezcan el mejor
tratamiento médico a un paciente, sin tener sesgos al realizar sólo el
procedimiento en el cual tienen competencia. Lo anterior es de gran
importancia para evitar problemas no reversibles, e incluso vitales,
en los pacientes.
Gracias al extenso campo de acción y potencial que tiene la
cirugía vascular, se pueden desarrollar diferentes modelos de prác-
tica orientados a la subespecialización en áreas específicas y que
representan prácticamente un estilo de vida. Algunas de las áreas
de subespecialización son cirugía de trauma, carótida y cuello, pa-
20 decimientos venosos y accesos vasculares y reparaciones aórticas
complejas, todas ellas con la combinación de técnicas endovascula-
res o cirugías abiertas conforme a lo que se requiere en cada caso.
En resumen, la cirugía vascular ofrece una amplia gama de
oportunidades de crecimiento profesional con múltiples opciones
para desarrollar una subespecialidad, todas muy atractivas y grati-
ficantes. Todas estas opciones brindan la oportunidad de tener un
estilo de vida que se adecue a las expectativas de los candidatos.
En los últimos años y en diferentes países, se ha observado que
diversos paradigmas se están rompiendo en el entrenamiento de
cirujanos vasculares, ya que los programas académicos mantienen
una tendencia de crear programas en cirugía vascular de entrada
directa, inmediatamente después de terminar la carrera de medi-
cina. El objetivo es incrementar los años de entrenamiento en ciru-
gía vascular y reducir el tiempo que se invierte en cirugía general,
con lo que se reduce el tiempo total que se requiere para obtener el
título de angiólogo y cirujano vascular. Antes se solicitaba el entre-
namiento completo de cirugía general más dos o tres años de ciru-
gía vascular; en la actualidad existen programas de entrada directa
o que solicitan un mínimo de un año de entrenamiento de cirugía
general, lo que permite a las nuevas generaciones completar su en-
trenamiento en cuatro o cinco años con una exposición más larga a
los problemas vasculares. Esto significa que los residentes que ven
la especialidad como una opción de carrera de vida están expuestos
a un mayor número de casos y adquieren experiencia y habilidades
enfocadas en la cirugía vascular. Por su parte, los programas de en-
trenamiento buscan reclutar los mejores elementos.

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En la actualidad, diversos programas son aprobados y reconoci-
dos por centros universitarios y el Consejo Mexicano de Angiología
y Cirugía Vascular. Dentro de la Secretaría de Salud, se encuentran
el Instituto Nacional de Ciencia Médicas y Nutrición Salvador Zubi-
rán, el Hospital General de México, el Hospital Civil de Guadalajara y,
recientemente, la Universidad de Chihuahua. En el Instituto Mexica-
no del Seguro Social están las escuelas del Centro Médico Nacional
de Occidente en Guadalajara; la Unidad Médica de Alta Especialidad
Núm. 34, en Monterrey, N.L.; el Centro Médico Nacional La Raza; el
Hospital de Especialidades Núm. 14, en Veracruz, y el Centro Médico
Nacional Siglo XXI. En el ISSSTE se tienen los programas del Hospital
Regional Lic. Adolfo López Mateos, el Centro Médico Nacional 20 de
Noviembre y el Hospital Valentín Gómez Farías de Guadalajara. Las
fuerzas armadas también cuentan con un programa activo en el Hospi-
tal Central Militar. En cuanto a la medicina privada, el Hospital Espa- 21
ñol de México tiene un programa de creación reciente.
Lo anterior es un reflejo del rápido desarrollo de la cirugía vascu-
lar en nuestro país, en donde en menos de 5 años se duplicó el número
de centros disponibles para entrenamiento y en un breve periodo cre-
cieron las opciones para formar recursos humanos, dada la demanda
y el interés por la especialización en angiología y cirugía vascular, lo
que ha hecho que la especialidad crezca de manera significativa.
Es muy importante mantener esta trayectoria, puesto que la
transición demográfica en nuestro país muestra una tendencia de
envejecimiento muy acelerado en la población, lo cual está direc-
tamente relacionado con el número de enfermedades vasculares.
Además, la falta de preparación para enfrentar un problema de esta
magnitud podría generar dificultades de atención a la comunidad
creciente de pacientes en un corto tiempo, puesto que sólo existen
alrededor de 400 angiólogos registrados en el Consejo de la especia-
lidad para todo el país, y no todos se encuentran activos.
Las múltiples opciones terapéuticas de las patologías vascu-
lares, ya sea con técnica abierta o por vía endovascular, presentan
tanto riesgos como beneficios. Los cirujanos vasculares son los es-
pecialistas que pueden ofrecer las ventajas de estos abordajes, son
los únicos que pueden orientar y ayudar a decidir cuál es el me-
jor tratamiento y qué opciones terapéuticas no deberían realizarse,
dado que no existe un sesgo hacia una técnica quirúrgica en particu-
lar que pueda limitarlos al tomar estas decisiones. Un ejemplo pal-
pable es la cirugía de aorta, para la que se cuenta con ambas modali-
dades de tratamiento y está en manos del cirujano vascular plantear

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la mejor opción terapéutica para el paciente en específico, teniendo
en cuenta sus comorbilidades, las características anatómicas de la
aorta y los múltiples tipos de injertos y endoprótesis que pueden
utilizarse en dicha situación.
A lo largo de los años, se han desarrollado tanto las técnicas
como los conceptos que han permitido replantear la forma en que
tradicionalmente se abordaban los problemas vasculares. En la ac-
tualidad, es muy claro el beneficio que tienen los pacientes cuando
se les ofrece una revascularización rápida y muy agresiva para el
salvamento de extremidades inferiores, en lugar de tratamientos
conservadores o una conducta sólo expectante. Debido a estos re-
sultados, los cirujanos vasculares lograron convencerse de la im-
portancia de utilizar métodos de mínima invasión para revascu-
larizar extremidades inferiores, de modo que se adoptó la cirugía
22 endovascular dentro del armamentario terapéutico como una he-
rramienta más a ofrecer a los pacientes en el tratamiento de diver-
sas patologías vasculares.
Por fortuna, los cirujanos vasculares supieron identificar de
manera oportuna la revolución endovascular y decidieron enfren-
tar este reto con gran vigor y fortaleza, por lo que en poco tiempo
lograron transformar la especialidad y generaron un cambio de 180
grados. Una muestra de lo anterior son los artículos publicados
hace una década en la revista estadounidense de cirugía vascular
(Journal of Vascular Surgery, JVS), cuyos titulares de portada se
relacionaban con procedimientos abiertos; ahora, diez años des-
pués, todos los artículos se relacionan con técnicas endovasculares.
Otros cambios importantes, ya mencionados, son la apertura
de entrenamiento a mujeres y las modificaciones a los programas
de entrenamiento. Esta rápida evolución ha colocado a nuestra
especialidad como algo atractivo, interesante y vanguardista, con
grandes oportunidades de desarrollo clínico e investigación, con un
futuro muy alentador, lo cual favorece la atracción de los mejores
estudiantes, aquéllos con desempeños excelentes, para formar los
residentes mejor capacitados en el campo de la cirugía vascular.
Se busca que las nuevas generaciones de cirujanos vasculares sean
los más completos, con entrenamiento integral y competencias del
más alto nivel para desarrollar procedimientos con el objetivo de
ayudar a los pacientes con las técnicas y tratamientos que ofrecen
los mejores resultados.
En este momento, podemos visualizar la especialidad con una
gran capacidad de innovación y una visión de desarrollo, así como

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con potencial para adaptarse con rapidez a los cambios tecnológi-
cos que están sucediendo en el mundo.
Los cirujanos vasculares en la actualidad son los únicos espe-
cialistas que se encuentran entrenados para ofrecer a los pacientes
con enfermedades vasculares un cuidado de largo plazo y exhausti-
vo, que incluye diagnósticos no invasivos, manejo de tratamientos
médicos, intervenciones con base en la mínima invasión mediante
cateterismos y, por último, intervenciones quirúrgicas abiertas.
Con todos los cambios que han sucedido en los últimos tiem-
pos, la cirugía vascular se convirtió en una especialidad que puede
ofrecer invaluable beneficio a los pacientes y que ha evolucionado a
gran velocidad, gracias al desarrollo de diversas técnicas que confie-
ren resultados cada vez mejores. Además, es una de las especialida-
des ampliamente gratificantes en el aspecto profesional.
23

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CIRUGÍA ANORRECTAL

Noel Salgado Nesme 3

La cirugía anorrectal ha sido definida como un conjunto de proce-


dimientos fundamentados en técnicas antiguas que han perdurado 25
hasta nuestros tiempos por ser considerada de poca importancia
con resultados muy reproducibles de las mismas. Sin embargo, en
la última década se ha desarrollado una serie de procedimientos y
dispositivos que han permitido cambiar la forma de pensar sobre la
cirugía anorrectal, de tal manera que se ha vuelto una subespecia-
lidad en crecimiento, dentro de la especialidad de cirugía de colon
y recto. Asimismo, los procedimientos se han hecho cada vez más
complejos, con resultados funcionales considerablemente mejores
y menos agresivos.
Entre los principales avances en los últimos años, destacan los
relacionados con los tratamientos de la enfermedad hemorroidal,
de abscesos y fístulas perianales, así como de la incontinencia fecal,
puntos principales que se analizarán en este capítulo.
En relación con la enfermedad hemorroidal, se mencionarán
las indicaciones, la técnica y los resultados de la desarterializa-
ción hemorroidal transanal, la hemorroidopexia con engrapadora,
así como el uso de dispositivos de energía en los procedimientos
de hemorroidectomía convencional; todos ellos, avances que han
marcado gran diferencia en cuanto al dolor y la recuperación de los
pacientes con enfermedad hemorroidal.
El tratamiento de los abscesos y fístulas perianales tradicional-
mente consistía en el corte y resección de los trayectos fistulosos,
con poco cuidado de los resultados sobre la continencia de los pa-
cientes. En los casos que se consideraban de riesgo por la amplitud
de los trayectos, se utilizaban setones cortantes para separar de ma-
nera gradual las fibras musculares y generar una cicatriz, con el fin
de disminuir el riesgo de incontinencia; sin embargo, la realidad de
estos procedimientos era cierto grado importante de incontinencia,
con la justificación de que se trataba sólo una patología infecciosa,
por lo que no se tenía cuidado en los resultados funcionales. Ahora,
la prioridad del tratamiento de estos pacientes se basa en la reso-
lución del proceso infeccioso o del trayecto fistuloso con el menor
impacto sobre la continencia de los pacientes. En la actualidad, se
han desarrollado diversos procedimientos poco invasivos como
la aplicación de componentes biológicos en los trayectos fistulo-
sos, la realización de colgajos endorrectales para tratar el orificio
primario y, más recientemente, el procedimiento conocido como
LIFT, que consiste en la ligadura interesfintérica del trayecto fistu-
loso. Este procedimiento, cuya utilidad describimos más adelante,
se ha puesto de moda, debido a sus adecuados resultados.
Por último, se menciona el impacto de los nuevos tratamientos
en incontinencia fecal, como el uso de derivados de silicón y la neu-
26 roestimulación sacra y pretibial, como alternativas de tratamiento,
dentro del gran abanico de posibilidades, y que en nuestros días son
las técnicas más utilizadas para el adecuado control de los pacientes.

Enfermedad hemorroidal
Desarterialización hemorroidal transanal
Durante muchos años se ha considerado la cirugía para enferme-
dad hemorroidal como un procedimiento que genera gran incapa-
cidad a los pacientes, acompañado de dolor excesivo y la posibili-
dad de sangrado importante durante el mismo. Durante años, los
procedimientos descritos por Ferguson (hace aproximadamente
40 años) y Milligan Morgan (1937)1 han sido los más populares,
pero también son los que mayor incapacidad generan al pacien-
te, además de una lenta recuperación. Por lo tanto, desde los años
ochenta se han buscado alternativas al tratamiento de la enferme-
dad hemorroidal, con el objetivo de lograr una pronta recuperación
y un procedimiento menos doloroso. Morinaga,2 en 1995, describe
la ligadura de las arterias hemorroidales guiada por ultrasonido
doppler como una alternativa de tratamiento. Dicho procedimiento
consiste en disminuir el flujo arterial de los plexos hemorroidales,
corrigiendo el estado de fijación de los cojinetes hemorroidales y
preservándolos mediante una ligadura continua con sutura absor-
bible en 6 puntos de la circunferencia del canal anal. Al no ser un

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procedimiento resectivo, se resuelven los síntomas en los pacientes
y el dolor durante la recuperación es menor, ya que la sutura se
coloca siempre de manera proximal a la línea dentada.3
Por lo general, el procedimiento se realiza de forma ambulatoria
con una hospitalización promedio de 1 día y la reincorporación a las
actividades habituales en un promedio de 3.5 días.4 Las indicaciones
actuales incluyen enfermedad hemorroidal interna grados II y III con
poco o nulo componente externo, ya que se ha reportado un alto ín-
dice de recurrencias en aquellos pacientes con enfermedad grado IV
sometidos a este procedimiento. Los resultados del procedimiento
reportan control del sangrado en más de 90% de los pacientes con
recurrencia de la sintomatología entre 10 a 15%. Entre los síntomas
recurrentes de los pacientes, en algunas series se refiere 9% para pro-
lapso, 8% para sangrado y 5% para dolor durante la evacuación.5
27
Hemorroidopexia con engrapadora
Otro procedimiento que ha intentado disminuir el dolor y el tiempo
de recuperación de los pacientes sometidos a hemorroidectomía es
la hemorroidopexia con engrapadora. Descrita a finales de los años
noventa por el doctor De Longo, aquélla consiste en utilizar una
engrapadora circular para resecar las hemorroides internas fijando
de nuevo el tejido hemorroidal residual y reduciendo el prolapso
hemorroidal. Esta técnica, similar a la desarterialización, debe ser
evitada en aquellos pacientes con importante enfermedad externa,
ya que existe mayor riesgo de recurrencia, en comparación con la
cirugía convencional. En los diferentes estudios, ha demostrado
menor dolor y una recuperación más rápida de los pacientes; sin
embargo, la evaluación a largo plazo refiere igual porcentaje de
dolor, comezón y urgencia que la hemorroidectomía convencional,
pero con mayor número de recurrencia. Además, esta técnica se
encuentra asociada con algunas complicaciones únicas y propias,
como son sangrado de la línea de grapas, fístula rectovaginal o per-
foración rectal; por lo tanto, su uso debe ser reservado a cirujanos
de colon y recto con experiencia en el procedimiento.5-7

Hemorroidectomía con dispositivos de energía


La cirugía tipo abierta o cerrada para hemorroides continúa tenien-
do una indicación en nuestros días. Este tipo de procedimientos

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


puede realizarse con bisturí convencional, tijeras y cauterización
monopolar; en la actualidad, existen diversos dispositivos de ener-
gía, de tipo bipolar y ultrasónico, que de cierta manera han logrado
ser más rápidos y ofrecer menor dolor posoperatorio que la opera-
ción convencional.5
El primer dispositivo por analizar es el LigaSureTM, que al ser
electrotérmico bipolar, sella los vasos por un proceso combinado y
optimizado de presión y radiofrecuencia. Existen varios metaanálisis
que analizan el LigaSureTM en comparación con la hemorroidectomía
convencional y muestran que se trata de un procedimiento seguro y
simple que genera una hemostasia efectiva, así como una reducción del
sangrado transoperatorio, además de menor daño tisular y un menor
dolor posoperatorio. Asimismo, ofrece una reducción en el tiempo de
cicatrización y, por lo tanto, una recuperación más rápida.7,8
28 El segundo dispositivo es el Harmonic Scalpel®, mejor conocido
en México como Harmónico. Consiste en unas tijeras cortantes que
vibran a 55 500 Hz a una amplitud de 60–100 µm. Dicha energía
vibratoria da como resultado una disrupción de los puentes de hidró-
geno y genera denaturalización de las proteínas intracelulares. Dicho
mecanismo genera el corte del tejido y forma un coágulo pegajoso que
ayuda a la hemostasia del tejido. Los resultados con este dispositivo
son similares a lo mencionado para otros dispositivos de energía.9,10

Fístulas perianales
Ligadura transesfintérica del trayecto fistuloso
El tratamiento de las fístulas perianales es difícil. Si bien existen fís-
tulas simples cuyo tratamiento con fistulotomía y cierre por segunda
intención resuelve el foco infeccioso con un mínimo impacto en la con-
tinencia de los pacientes, esto no es aplicable a las fístulas complejas.
Las fístulas complejas se definen como aquellas que afectan
más de 30% del esfínter externo, son anteriores en las mujeres, tie-
nen trayectos múltiples o son recurrentes, además se consideran en
este grupo aquéllas en pacientes con incontinencia previa, pacientes
radiados o con enfermedad de Crohn.
El tratamiento de estas fístulas convencionalmente fue una
fistulotomía o un setón cortante, que si bien resolvían el proble-
ma infeccioso, tenían un impacto importante en la continencia

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de los pacientes. Se han desarrollado múltiples opciones de trata-
miento en la actualidad para estas fístulas; entre las principales,
se encuentran los tapones de material biológico, el uso de adhe-
sivos de fibrina y los colgajos endorrectales. En general, estos
procedimientos tienen un bajo porcentaje de éxito, sobre todo los
colgajos con alta morbilidad e impacto en la continencia.
Dentro de todas estas alternativas, surgió la ligadura interes-
fintérica del trayecto fistuloso (LIFT, por sus siglas en inglés); pro-
cedimiento descrito por Rojanasakul en 2007. Dicho procedimiento
consiste en identificar el trayecto fistuloso en el surco interesfintéri-
co y ligarlo. Al no realizar ningún corte sobre los músculos, en teoría
la continencia debe preservarse.
Además de este procedimiento en la actualidad, se han descri-
to algunas de sus variaciones; entre las principales, se encuentran
BIO–LIFT, LIFT–PLUG y LIFT–PLUS, que consisten en agregar 29
al procedimiento la colocación de una malla biológica en el surco
interesfintérico y un plug biológico en la parte externa del trayecto
fistuloso, así como la realización de una fistulotomía desde el ori-
ficio secundario hasta el esfínter externo, respectivamente. Estas
variaciones en la actualidad presentan los mismos resultados que el
procedimiento inicial.11–13
Los resultados de la mayoría de las series son similares. Abca-
rian, en 2012, reporta 74% de curación a los 18 meses y 90% de cu-
ración cuando el procedimiento se realiza en pacientes que no han
sido previamente operados sin evidenciar incontinencia de novo
después del procedimiento.14

Incontinencia fecal
Uso de silicón inyectable
Durante años, el procedimiento más frecuente para tratar la incon-
tinencia ha sido la esfinteroplastia, en la cual se realiza un traslape
del músculo anal externo, músculo estriado cuyo diámetro y grosor
permiten localizar los cabos y realizar una reparación adecuada del
mismo. Sin embargo, la incontinencia de reposo, causada por un
defecto en el músculo anal interno, no responde de manera adecua-
da a este procedimiento, y los intentos por reparar dicho esfínter
no han presentado resultados adecuados. Las principales causas de

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


este tipo de incontinencia son los procedimientos quirúrgicos que
lesionan el músculo, como hemorroidectomías, esfinterotomías
para tratamiento de fisuras y, por supuesto, fistulotomías. En ge-
neral, estos pacientes se presentan con un manchado intermiten-
te (incontinencia pasiva) y al realizar un ultrasonido endoanal se
muestra el defecto único o múltiple sobre el esfínter dependiendo
de la etiología de la lesión.
Estos pacientes son candidatos a la aplicación de silicón inyec-
tado en el canal anal. El mecanismo de acción de dicha sustancia
se ha relacionado con un aumento en el volumen de la zona donde
se encuentra la lesión que permite un mejor sello del ano, así como
rellenar los defectos del esfínter y establecer una adecuada barre-
ra. Dicho procedimiento consiste en aplicar de 7 a 10 mL de silicón
(Macroplastique®) en el canal anal. Se trata de un procedimiento
30 ambulatorio que se realiza en una sala de procedimientos menores.
Se ha utilizado con asistencia de ultrasonido endoanal o sin ésta. En
la actualidad, existe controversia acerca de si el material debe colo-
carse de forma submucosa o interesfintérica. La preferencia de los
cirujanos se inclina hacia la colocación interesfintérica.15,16

Neuroestimulación sacra
En nuestros días, la estimulación sacra se ha convertido en una
alternativa innovadora con resultados muy promisorios en el tra-
tamiento de incontinencia fecal. Los resultados actuales a corto
plazo parecen ser mejores que los del tratamiento médico óptimo,
el tratamiento de las anormalidades de la fisiología anorrectal y el
manejo de alteraciones higiénico–dietéticas.
Los resultados de esta técnica, independientemente de sus va-
riaciones, muestran 50% de reducción de los eventos de inconti-
nencia, con mayor tiempo sin eventos de incontinencia y una mejor
calidad de vida en los pacientes.16
El procedimiento consiste en colocar un electrodo en una de
las raíces nerviosas del sacro, entre S2 y S4, con el fin de generar
estimulación de estos trayectos y favorecer una estimulación cons-
tante del complejo esfintérico. Su mecanismo real aún se encuentra
en debate, ya que existen muchas teorías de su funcionamiento y
nivel central o medular de acción. No obstante, su utilidad es real
y es posible reproducir los resultados de su funcionamiento. El pro-
cedimiento inicia al colocar un electrodo conectado a un dispositivo
temporal para valorar la respuesta al dispositivo. Si los pacientes

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mejoran 50% de los eventos de incontinencia o 50% de los días con
incontinencia, entonces se considera un adecuado tratamiento y
son llevados a la colocación de un implante definitivo para la es-
timulación continua. En los diferentes estudios encontrados, se ha
demostrado que los pacientes sometidos a un implante definitivo
continúan mostrando esta mejoría hasta los 24 meses. Sin embar-
go, los pacientes con incontinencia a sólidos y materia fecal líquida
obtienen peores resultados, con 44 a 73% de mejoría en los mismos
intervalos de tiempo.17
En la actualidad, el uso de neuroestimulación se ha extendido a
pacientes con defectos pequeños en los esfínteres con adecuado
beneficio y corrección de la incontinencia.18

31
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CIRUGÍA DE COLON Y RECTO

Omar Vergara Fernández 4

Cáncer de colon y recto


33
Uno de los avances más importantes en los últimos años en la ci-
rugía colorrectal se ha dado en la cirugía por cáncer. Un punto
polémico en la cirugía de mínima invasión es la implementación
de técnicas laparoscópicas para la resección de tumores malignos;
uno de los temas más cuestionados se encuentra en la violación de
los principios oncológicos. En los primeros reportes acerca de este
procedimiento en cáncer de colon, se menciona la posibilidad de
implantes en los sitios de inserción de los trócares provocados por
el neumoperitoneo, comprometiendo de este modo los resultados
oncológicos en tumores resecables. Asimismo, surgieron preguntas
sobre si esta técnica ofrecía adecuados márgenes de resección, si
proporcionaba una adecuada exploración de la cavidad abdominal,
si el número de ganglios linfáticos era el adecuado y, finalmente, si
el estadiaje de los tumores no se vería afectado.
Los estudios más importantes de cirugía laparoscópica por cáncer
de colon son el estudio de Barcelona, el COST (The Clinical Outcomes
of Surgical Therapy), el COLOR (The Colon cancer Laparoscopic or
Open Resection) y el CLASICC (The Conventional versus Laparosco-
pic–Assisted Surgery in patients with Colorrectal Cancer).1–9
Dentro de los beneficios encontrados con esta técnica, se en-
cuentran un menor sangrado, la recuperación de los movimientos
intestinales más rápida, una herida más pequeña, el inicio de dieta
más temprano, menor uso de narcóticos y menor estancia hospi-
talaria. Las complicaciones intraoperatorias, la morbilidad global,
la mortalidad a los 30 días, las readmisiones y la tasa de reopera-
ciones son similares a la cirugía abierta. Por otro lado, no se han
encontrado diferencias en los resultados oncológicos dentro de los
cuales se incluyen el número de ganglios linfáticos, los márgenes de
resección, la tasa de recurrencia, sobrevida libre de enfermedad ni
la sobrevida global. La mayor desventaja mostrada en estos estudios
es el mayor tiempo quirúrgico en el grupo laparoscópico. La tasa de
conversión a cirugía abierta varía entre 17 y 25%.1–9 El estudio inglés
CLASSIC incluyó además pacientes con cáncer de recto. Dentro los
resultados oncológicos, se alcanzó una resección completa (R0) en
87% del grupo de abierto y 74% en el laparoscópico. La mediana de
ganglios fue de 13.5 en el grupo abierto y de 12 en el laparoscópico.
Los resultados favorecieron la vía laparoscópica en el inicio de la vía
oral y la estancia intrahospitalaria. Aproximadamente 32% de los
pacientes tuvo complicaciones posoperatorias, sin diferencia en los
dos grupos. La sobrevida por grupos fue de 66.7% para el de cirugía
abierta y de 68.4% para el laparoscópico.6,7
Un metanálisis japonés con 4 614 pacientes reportó que las com-
34 plicaciones posoperatorias e íleo fueron menores en el grupo laparos-
cópico. En los resultados a largo plazo, las recurrencias global, local
y a distancia fueron similares en los grupos abierto y laparoscópico.10
La cirugía de mínima invasión en cáncer de colon y recto ha
incorporado la cirugía robótica en la técnica quirúrgica. Entre las
ventajas de ésta, figuran la visión tridimensional, mayor precisión
de los movimientos, mayor rango de movimientos y el evitar posi-
ciones forzadas del cirujano. Otras posibles ventajas son el poder
mejorar la visión de la irrigación en la anastomosis mediante la uti-
lización de lentes infrarrojos y verde de indocianina, así como una
disminución en las tasas de conversión. A pesar de las potenciales
ventajas que ofrece la cirugía con robot, los costos del dispositivo,
de los insumos y de su mantenimiento hacen que este abordaje sea
poco accesible en nuestro medio.
La disminución en la mortalidad en cáncer de recto se ha atri-
buido al uso de quimiorradioterapia en tumores de alto riesgo y a
una mejoría en la técnica quirúrgica, la cual incluye la escisión total
mesorrectal, márgenes proximales mayores a 5 cm, márgenes dis-
tales iguales o mayores a 1–2 cm, margen circunferencial igual o
mayor a 1–2 mm y una mejor linfadenectomía.11 En la actualidad, no
existe una evidencia tan sólida, sobretodo equiparable al cáncer de
colon, para el uso rutinario de la laparoscopia en el tratamiento del
cáncer de recto. Entre los estudios comentados con anterioridad,
sólo el CLASICC incluyó pacientes con cáncer de recto. Se realiza-
ron 63 resecciones anteriores bajas y 190 resecciones abdominope-
rineales por laparoscopia sin diferencias en la supervivencia global,
supervivencia libre de enfermedad ni recurrencias, con un segui-

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miento de 49.5 meses para toda la serie. No hubo diferencias con
respecto a la positividad del margen circunferencial. Estos mismos
autores encontraron que la supervivencia de los pacientes que tu-
vieron una conversión a cirugía abierta fue inferior (laparoscópico:
98 meses vs. abierto: 85 meses vs. conversión: 33 meses).6,7,9
Zhou et al. analizaron los resultados obtenidos comparando ci-
rugía abierta vs. laparoscópicas para resecciones bajas y ultrabajas.
No hubo diferencias en la mortalidad, el uso de analgésicos, el inicio
de la vía oral ni el tiempo quirúrgico. El número de transfusiones, la
estancia hospitalaria y la recuperación de la función gastrointestinal
favoreció al abordaje laparoscópico.12
En la cirugía laparoscópica por cáncer de recto, otros autores
han mostrado las mismas ventajas que en cirugía laparoscópica por
cáncer de colon, tanto en las resecciones anteriores bajas como en las
abdominoperineales. Incluso en pacientes que han recibido quimio 35
y radioterapia neoadyuvante, la cirugía laparoscópica ha mostrado
las siguientes ventajas: el tamaño de la herida quirúrgica es menor
(5.8 cm), existe menor sangrado transoperatorio, hay un inicio más
rápido de la vía oral, un adecuado número de ganglios linfáticos
(> 12 ganglios), márgenes distales y proximales negativos, buena
calidad en la disección del mesorrecto, morbilidad aceptable (23 a
28%) y menor estancia hospitalaria (3 días). En cuanto a los resulta-
dos oncológicos, no se han mostrado diferencias en las tasas de re-
currencia (4 a 7%), supervivencia global ni en la supervivencia libre
de enfermedad, en comparación con la cirugía abierta. Las tasas de
conversión son muy amplias, varían entre 1.2 y 30%. Las complica-
ciones relacionadas con la herida parecen ser mayores en el grupo de
cirugía abierta. Otra forma de realizar el procedimiento es haciéndo-
lo por vía mano asistida. Algunos puntos importantes que mencio-
nar sobre esta técnica son que el tamaño de la herida quirúrgica es
mayor y que la mayor manipulación de la cavidad abdominal puede
llevar a la formación de más adherencias y más cuadros de oclu-
sión intestinal. No existen estudios prospectivos y aleatorizados que
comparen estas dos técnicas en cirugía por cáncer de recto.13–27 Una
desventaja de la resección laparoscópica de recto, en comparación
con la cirugía abierta, es una tendencia a mayor disfunción sexual y
vesical con este abordaje. Esto podría estar en relación con la curva
de aprendizaje, la cual es técnicamente más compleja que la cirugía
laparoscópica de colon. Aún se esperan los resultados de estudios
prospectivos que muestren de forma más convincente las ventajas a
largo plazo de la cirugía laparoscópica en cáncer de recto, entre ellos,

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


el protocolo JCOG–0404 (Grupo Japonés de Oncología Clínica), los
resultados a largo plazo del COLOR II y el estudio del Colegio Esta-
dounidense de Cirujanos.
Tradicionalmente la decisión de realizar una cirugía preserva-
dora del esfínter se basa en la distancia entre el tumor y el esfín-
ter anal. En los años ochenta, el margen distal recomendado era de
5 cm, mientras que ahora se considera hasta de 1 cm en tumores
muy bajos. Debido a que la longitud del canal anal es de alrededor
de 4 cm, a todos los tumores localizados a menos de 5 cm del mar-
gen anal se les indicaba una resección abdominoperineal. De forma
convencional, casi 25% de los pacientes con cáncer de recto es lleva-
do a una resección abdominoperineal. La resección interesfintérica
se ha propuesto como una alternativa para preservar el esfínter en
tumores del recto muy bajos. El objetivo de esta técnica consiste
36 en seccionar el recto de forma transanal quitando parte del esfínter
anal interno, para poder conseguir un margen de resección distal
negativo y así poder restaurar la continuidad intestinal.
A pesar de una disminución en la continencia fecal (presencia
de incontinencia leve en 20% de los pacientes), la escala de satisfac-
ción oscila entre 85 y 97%. La recurrencia local a los 5 años es menor
de 10%. Esta técnica se recomienda en su mayoría para tumores T1–
T3. Los factores asociados con recurrencia son tumores mal diferen-
ciados, un margen microscópico positivo y un aumento en los nive-
les séricos de CA 19–9. Hoy por hoy, esta técnica también ha sido
descrita por medio del abordaje laparoscópico y ha mostrado sus
ventajas en los resultados a corto y mediano plazos.28–32 Una varian-
te de esta cirugía es la proctosigmoidectomía transanal abdominal
con coloano–anastomosis y estoma de protección, la cual fue reali-
zada por el doctor Gerald Marks en 1984.33 Después, esta técnica fue
modificada y adaptada con el abordaje laparoscópico por el doctor
John Marks, en el Hospital Lankenau. En una serie de 79 pacientes
con tumores T2 y T3, con seguimiento de 34 meses, la recurrencia
local fue de 2.5%, con 1.3% y 6.3% de márgenes distales y circunfe-
renciales positivos, respectivamente. La sobrevida global a 5 años
fue de 97%. Los tumores se encontraban localizados en promedio a
1.2 cm del margen anal (rango de 0.5 a 3 cm). Cabe mencionar que
90% de los pacientes tuvo preservación del esfínter.34
Se acepta la resección local en cáncer de recto para el trata-
miento de los adenocarcinomas T1 de recto con características clíni-
cas e histológicas favorables. Estos criterios incluyen tumores bien
o moderadamente diferenciados, ausencia de invasión linfovascu-

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lar, lesiones que se encuentran a 8 cm del margen anal, menores
de 4 cm y afección de menos de un tercio de la circunferencia del
recto. Las alternativas quirúrgicas son la escisión local transanal,
la proctectomía supraesfintérica posterior, abordajes transesfinté-
ricos posteriores, microcirugía transanal endoscópica y la fulgura-
ción transanal. El uso de resección local en lesiones más avanzadas
ha reportado tasas de recurrencia altas (17–62%), por lo que no se
recomiendan para tumores de mayor grado.
La escisión local transanal ofrece una morbilidad mínima en
comparación con la resección radical. Ésta implica la extirpación
de espesor completo hasta la grasa perirrectal, un margen lateral
mínimo de 1 cm y el cierre primario del defecto. Algunas revisiones
han mostrado tasas de recurrencia de 17 a 21% en tumores T1 y de
26% a 47% en lesiones T2.35–40
La microcirugía transanal endoscópica es una opción viable para 37
tumores inaccesibles a una extirpación transanal estándar. Se utiliza
un endoscopio de 40 mm de diámetro y 25 cm de longitud, realizando
resecciones de espesor completo, bajo visión directa. La distancia del
margen anal que se puede alcanzar con esta técnica abarca 15 cm en la
pared posterior, 12 cm en las paredes laterales y 10 cm en la anterior.
Esta técnica incluye los mismos criterios de selección que la resección
local. Los resultados oncológicos son similares a una resección ante-
rior baja en tumores rectales tempranos.41–45

Enfermedad diverticular del colon


La enfermedad diverticular del colon constituye un amplio espec-
tro de condiciones que tienen como denominador los divertículos
adquiridos en el colon. Esta enfermedad es más común en países
occidentales y se asocia con un número considerable de admisiones
hospitalarias. De todos los pacientes con enfermedad diverticular
de colon, 80% se mantiene asintomático, 15% es sintomático y 5%
presenta alguna complicación. La diverticulitis se desarrolla de la
micro o macroperforación de un divertículo, que puede ser causada
por la erosión de la pared, debido a un aumento de la presión in-
tracolónica o por un fecalito obstructivo en el cuello del mismo.46
En 1978, Hinchey et al. describieron una clasificación clínica
de la gravedad de la perforación. El grado 1 corresponde a una infla-
mación pericolónica o absceso pericolónico confinado; el grado 2,

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a un absceso distante (pélvico o retroperitoneal); el grado 3, a una
peritonitis purulenta generalizada con ruptura del absceso, y el gra-
do 4, a una peritonitis fecaloide. La tomografía computada abdomi-
nal y pélvica con contraste es el estudio de elección para confirmar
el diagnóstico de diverticulitis. Ambrosetti et al. propusieron una
clasificación tomográfica y la dividieron en moderada, un engrosa-
miento de la pared del sigmoides mayor de 5 mm y la inflamación
de la grasa pericolónica, y grave o severa, en la que se agrega la
presencia de un absceso, aire o contraste extraluminal.47,48
En general, el manejo de los pacientes con diverticulitis no
complicada debe ser conservador. De ellos, 85% responde a este
manejo en su primer episodio de diverticulitis aguda. Apenas 15%
de los pacientes admitidos requerirá cirugía. Si hay un absceso peri-
colónico mayor de 5 cm, está indicado el drenaje percutáneo guiado
38 por tomografía. El drenaje percutáneo no se considera como trata-
miento definitivo; se aconseja la resección electiva de 6 a 8 semanas
después del proceso agudo. Algunos estudios cuya base son mode-
los de análisis de decisión sugieren la cirugía después del tercero o
cuarto episodio de diverticulitis no complicada; en la actualidad se
sabe que la mayoría de los pacientes con diverticulitis complicada
tiene su presentación más grave durante el primer episodio. La
cirugía se indica en los casos de diverticulits complicada, incluidas
estenosis, fístulas o perforación libre, debido al alto riesgo de recu-
rrencia de la enfermedad sin cirugía.49,50
El abordaje quirúrgico para la diverticulitis complicada ha evo-
lucionado desde el abordaje en tres tiempos, a procedimientos de
dos tiempos y de un solo tiempo (resección con anastomosis prima-
ria, con o sin ileostomía protectora). La cirugía de tres tiempos fue
de las primeras técnicas descritas y ahora está en desuso. Consiste,
en un primer tiempo, en realizar un estoma derivativo con drena-
je de la zona afectada; en un segundo tiempo, resecar el segmento
de sigmoides afectado, y en un tercer tiempo hacer la reconexión
intestinal. La cirugía de dos tiempos consiste en la resección del
segmento afectado dejando una colostomía terminal con el cierre
del muñón rectal (procedimiento de Hartmann). El segundo tiem-
po consiste en restablecer la continuidad intestinal. Esta técnica fue
considerada por largo tiempo como el manejo estándar para la di-
verticulitis complicada, pero debido a su alta morbilidad y mortali-
dad, así como a la dificultad para la reconexión, su uso ha ido dismi-
nuyendo. La cirugía de un tiempo se realiza en pacientes estables y
con contaminación limitada. Consiste en resecar el segmento afec-

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tado y realizar una anastomosis colorrectal. Cuando se cree que la
anastomosis es de alto riesgo (sepsis, inestabilidad hemodinámica,
desnutrición u obstrucción), debe considerarse la desfuncionaliza-
ción mediante una ileostomía en asa. Algunas series recientes de re-
sección con anastomosis primaria muestran una menor morbilidad
y mortalidad al compararla con el procedimiento de Hartmann. Las
contraindicaciones para realizar una anastomosis primaria son pe-
ritonitis fecal, choque séptico, inestabilidad hemodinámica, trata-
miento crónico con esteroides y malas condiciones del paciente.51–55
Aunque la cirugía abierta se sigue utilizando en centros de bajo
volumen y con cirujanos de bajo volumen, la cirugía laparoscópica
ha mostrado sus ventajas en el tratamiento electivo para la diver-
ticulitis del sigmoides. Algunas publicaciones recientes han mos-
trado menor estancia hospitalaria, menor dolor, disminución del
íleo posoperatorio, menores complicaciones pulmonares, infartos 39
al miocardio, fugas de anastomosis e infecciones de la herida qui-
rúrgica, con una disminución directa de los costos de atención al
comparar el abordaje laparoscópico con el abierto. Algunas series
de cirujanos con experiencia han mostrado tasas de conversión tan
bajas como de 2.8%, y una estancia hospitalaria promedio de 4 días.
Existe evidencia de que tanto el volumen del cirujano como del hos-
pital son directamente proporcionales a la posibilidad de realizar
cirugía laparoscópica para enfermedad diverticular. Asimismo, las
complicaciones intraoperatorias, las tasas de conversión, la morbili-
dad y la mortalidad son numéricamente menores en centros de alto
volumen. También es posible realizar la cirugía laparoscópica en los
casos de diverticulitis complicada, aunque se recomienda en centros
de alto volumen.56–58
Recientemente se ha descrito el manejo de estos pacientes con
un lavado laparoscópico, como una alternativa a la resección tra-
dicional, para pacientes con peritonitis generalizada. Este procedi-
miento ha sido más utilizado en pacientes con grados de Hinchey 2
y 3, y consiste en el drenaje del absceso por abordaje laparoscópico,
la utilización de solución para el lavado de la cavidad abdominal y la
colocción de un drenaje de succión cerrada. La cantidad de solución
utilizada varía entre 3 y 25 L. Entre sus beneficios, se incluyen tasas
bajas de infección de herida quirúrgica y el evitar la realización de
estomas. Existen algunas series, que incluso recomiendan no reali-
zar de forma subsecuente la sigmoidectomía, debido a la baja tasa
de diverticulitis subsecuente. Las tasas de mortalidad, morbilidad
y resección secundaria son de 1.7%, 10.4% y 37%, respectivamente.

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


En la actualidad, la cantidad de estudios con esta técnica son limi-
tados y se requiere más investigación a futuro para confirmar sus
resultados.59–61

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44

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CIRUGÍA TORÁCICA
Patricio Santillán Doherty 5
Julio de J. Herrera Zamora

Los cirujanos torácicos son especialistas que tienen experiencia en 45


el manejo quirúrgico de trastornos de los pulmones, el mediastino,
la pleura, el esófago, el corazón, los vasos sanguíneos de la cavidad
torácica y la pared misma. En el ámbito mundial gran parte de las
cirugías torácicas son realizadas por cirujanos generales, dejando
los casos más complejos o las complicaciones a los especialistas. En
un análisis reciente se compararon los resultados obtenidos en las
cirugías realizadas por cada grupo, demostrando que los pacientes
operados por cirujanos torácicos tienen menos complicaciones y
mejores desenlaces en comparación con aquéllos operados por ci-
rujanos generales.1 En este capítulo se abordarán los aspectos más
relevantes de actualidad de la cirugía torácica.

Cáncer de pulmón
En la actualidad, el cáncer de pulmón (CaP) sigue representando la
principal causa de muerte por cáncer tanto en hombres como en muje-
res en el ámbito mundial. Según la Organización Mundial de la Salud
(OMS), en 2012 se reportan 1.37 millones de defunciones por CaP (más
que el cáncer de mama, colon y próstata juntos) y 1.6 millones de casos
nuevos. El principal factor de riesgo para el CaP es el tabaquismo ac-
tivo y pasivo. En nuestro país, otro factor importante es la exposición
al humo de leña, ya que una buena parte de la población de más bajos
recursos se expone a biocombustible quemado. Un pequeño porcentaje
se debe a la exposición a otras substancias (radón, asbesto) o es gené-
tico (mutaciones que afectan la expresión o actividad del receptor del
factor de crecimiento epidérmico y el protooncogén K–ras).
En nuestros días, se tiene mayor conocimiento de los factores de
riesgo, la fisiopatología, las alteraciones genéticas, los avances en pre-
vención, el diagnóstico y el tratamiento del CaP durante los últimos
años han sido importantes. De manera clásica, se habla de tener una
sobrevida de 5 años, en apenas por encima de 15%.2,3 La detección tem-
prana del CaP es poco frecuente y se calcula que, en la actualidad, en
70% de los pacientes se presenta enfermedad con metástasis al mo-
mento del diagnóstico. Esto se encuentra en vías de ser modificado.
El Estudio Nacional de Tamizaje de Cáncer de Pulmón y el
Programa Internacional para la Detección de Cáncer Temprano
(NLST4,5 e I–ELCAP, respectivamente, por sus siglas en inglés)6 han
dado resultados importantes para el escrutinio del CaP. En la actua-
lidad, se sabe que la tomografía computada de baja dosis desempe-
ña un papel muy importante en la detección de lesiones pulmonares
46 y ofrece ventajas, como una menor exposición a radiación y detec-
ción de lesiones pequeñas sin empleo de contraste venoso. El im-
pacto de ambos estudios se manifiesta en una tasa de sobrevivencia
de hasta 95% para aquellos pacientes con seguimiento mediante
tomografía de baja dosis, en comparación con aquéllos cuyo segui-
miento se hizo únicamente mediante radiografía convencional de
tórax (los cuales presentaron mayor mortalidad por CaP).
Una crítica al uso de este estudio de imagen es que aumenta
la detección de lesiones no neoplásicas, lo cual puede traducir un
sobrediagnóstico entendido en el hallazgo de lesiones que no pro-
vocan síntomas y que al final no impactarán en la sobrevida del su-
jeto.7 Aun así, la tomografía computada de baja dosis ha mejorado
la detección de lesiones pulmonares malignas, ha logrado su identi-
ficación en estadios tempranos y reducido en forma contundente la
mortalidad, por lo que se han publicado guías para el escrutinio del
CaP, que recomiendan realizar una tomografía computada de baja
dosis en poblaciones de riesgo (> 55 años, historia de tabaquismo
> 20 paquetes–año y exfumadores < 15 años).8,9
Una vez identificada la lesión, es de suma importancia la deter-
minación histológica del tumor. Existen diferentes métodos para la
obtención de tejido para estudio patológico, la elección dependerá
principalmente de la localización del tumor primario y etapificación
del CaP, conforme a los lineamientos del Comité Estadounidense
sobre Cáncer y la Asociación Internacional para el Estudio del Cán-
cer de Pulmón (AJCC y ASLC, séptima edición, respectivamente,
por sus siglas en inglés), así como el Consenso Nacional de Diag-
nóstico y Tratamiento del Cáncer Pulmonar de Células No Pequeñas
en nuestro país.10

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Una vez hecho el diagnóstico y la clasificación por etapas de
la lesión pulmonar, el abordaje por un equipo multidisciplinario es
esencial para lograr una mejora en la calidad de vida.11 En la ac-
tualidad, todo paciente con cáncer de pulmón en etapa temprana
(Estadio I y II) debe ser valorado para ser sometido a una resección
pulmonar quirúrgica (lobectomía o segmentectomía), junto con
muestreo ganglionar o linfadenectomía mediastínica.
El estadio IIIa constituye un grupo de pacientes heterogéneos,
para los que se recomienda el uso de quimioterapia neoadyuvante,
seguido de resección quirúrgica. En pacientes con enfermedad loco-
rregional avanzada, con extensión a estructuras vecinas y/o ganglios
mediastinales afectos (estadio IIIb), la enfermedad localmente avan-
zada es muy heterogénea y el pronóstico puede variar según el nú-
mero, la distribución y el tamaño de los ganglios mediastinales. En el
manejo de este grupo de pacientes, convergen diversas modalidades 47
(quimioterapia y radioterapia combinadas) con la finalidad de incre-
mentar la supervivencia general y el tiempo a la progresión.12
Un aspecto importante que cada vez adquiere mayor relevancia
es el análisis de la presencia de mutaciones genéticas en el tejido
pulmonar afectado por cáncer. Esto es especialmente importante
para la variedad histológica del adenocarcinoma.
Se sabe que entre los factores asociados con una mayor pro-
babilidad de presentar mutación del receptor factor de crecimiento
epidérmico (EGFR), están la variedad histológica de adenocarcino-
ma, el sexo femenino, una menor edad al diagnóstico y el origen
asiático, aun sin contar con el antecedente de tabaquismo. En la po-
blación mexicana, esta mutación se encuentra hasta en 31% de los
pacientes con adenocarcinoma,13 y se ha determinado que pacientes
con exposición previa al humo de leña presentaron esta mutación
hasta en 50%, resultados que vale la pena contrastar con 15–20% en
población caucásica y 40% con población asiática.14
La resección quirúrgica de metástasis pulmonares constituye
un arma terapéutica eficaz en ciertos tumores; sin embargo, en su
mayoría, la cirugía sólo aporta un tratamiento local paliativo. Los
tumores pulmonares producen metástasis cerebrales con más
frecuencia que cualquier otro tipo de cáncer y se presentan en
un tercio de los pacientes. Su manejo incluye, glucocorticodes sisté-
micos, radioterapia cerebral y resección quirúrgica. Las metástasis
óseas se presentan en 40% de los pacientes con CaP y su control
depende de la ubicación y extensión de la destrucción ósea, la se-
veridad de la morbilidad, la disponibilidad de terapias sistémicas
eficaces (QT) y la condición general del paciente.

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


Trasplante pulmonar
Uno de los mayores avances terapéuticos en la cirugía torácica
lo representa el trasplante pulmonar (TP), el cual se ha establecido
como una opción en pacientes con enfermedad pulmonar terminal
que presentan insuficiencia respiratoria.15 El TP en la actualidad
es controversial, debido a que, como cualquier otro trasplante, im-
plica un uso intensivo de los recursos de atención de salud y alto
costo; tiene una sobrevida en 40–45% de cinco años.
En el último reporte de la Sociedad Internacional de Trasplante
de Corazón y Pulmón (ISHLT, por sus siglas en inglés) se menciona
que cada año se realizan 3 519 trasplantes de pulmón en el mundo.16
Al día de hoy, la mortalidad en la lista de espera del TP es de 30 a
48 40%, esto se debe sobre todo a que sólo 15% de los pulmones de do-
nantes con criterios de muerte cerebral se considera ideal para el tras-
plante.17 En fechas recientes se han ampliado los criterios de dona-
ción pulmonar, y centros especializados en TP se han dado a la tarea
de crear técnicas que mejoren los órganos marginales, a fin de poder
ser implantados. Uno de los avances más importantes en esta área es
la Perfusión Pulmonar Ex Vivo (PPEV) en circuito aislado en normo-
termia (37oC), que hoy en día constituye el método ideal para evaluar
y optimizar la calidad de los pulmones del donante mediante terapia
génica, lo que ha permitido obtener resultados satisfactorios.18,19
Nuestro país está por retomar la implementación de progra-
mas institucionales de trasplante pulmonar que han sufrido un
retraso en su desarrollo, a pesar de que el inicio de esta actividad
se dio hace ya 25 años.20 Las razones son multifactoriales pero sin
duda la heterogeneidad de los servicios de salud en nuestro país
resultan relevantes.

Cirugía torácica de mínima invasión


Desde la aparición del endoscopio en 1853, hasta la introducción
de la colecistectomía laparoscópica a principios de 1990, la mínima
invasión ha sido aplicada en casi todas las subespecialidades qui-
rúrgicas, incluida la cirugía torácica. El surgimiento de la toracos-
copia moderna, también conocida como cirugía torácica videoasis-
tida (VATS, por sus siglas en inglés), se acompañó del desarrollado
de herramientas, con el fin de realizar el diagnóstico y tratamiento

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de las enfermedades del tórax con mayor certeza.21 Esta técnica ha
brindado al cirujano una ventana al espacio pleural, que le permite
realizar los procedimientos bajo visión directa, aunado con reduc-
ción del dolor posoperatorio, menor estancia hospitalaria e inci-
dencia en neuralgia intercostal en el paciente, en comparación con
la cirugía abierta.
Un ejemplo de la aplicación de la toracoscopia lo podemos en-
contrar en los pacientes con hiperhidrosis, en quienes se realiza una
simpatectomía toracoscópica. La selección del paciente y la educa-
ción de éste y su familia acerca de los riesgos y efectos adversos,
incluida sudoración compensatoria, son cruciales en la consecución
de los buenos resultados del procedimiento.
La toracoscopia ha evolucionado y en la actualidad existen
abordajes por toracoscopia de incisión única (SITS, por sus siglas
en inglés) y equipos altamente especializados que permiten ejecutar 49
los procedimientos de una forma menos invasiva y con los mismos
resultados de una cirugía abierta (toracotomía) en pacientes selec-
cionados.22–24 Sin embargo, las limitaciones de la instrumentación
toracoscópica convencional han dificultado la adopción de muchos
procedimientos torácicos mínimamente invasivos complejos.

Cirugía robótica
En los últimos años ha habido un rápido aumento en el uso del
robot en la cirugía torácica. La tecnología robótica ha abordado
algunas de las limitaciones de la cirugía toracoscópica tradicio-
nal, mediante la mejora de la visualización del campo quirúrgico,
visión tridimensional estereoscópica, que proporciona detalles
anatómicos precisos, maniobrabilidad y rango de movimiento,
mediante instrumentos con más grados de movimiento que per-
miten una disección más precisa en espacios pequeños. A pesar
de estos ajustes, la cirugía robótica no ha ganado amplia acepta-
ción en la comunidad de cirujanos torácicos, debido a su comple-
jidad y costo.
En la actualidad, centros con entrenamiento en este tipo de tec-
nología la están utilizando de forma rutinaria para procedimientos
del mediastino, esófago y pulmón. De éstos, el esófago posee atribu-
tos que son interesantes para los cirujanos torácicos entrenados en
sistemas robóticos. Además, se describe mayor facilidad para reali-

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


zar una linfadenectomía torácica completa por medio del robot que
mediante VATS,25 aunque aún no se han establecido indicaciones
para esta nueva tecnología.

Mediastino
El mediastino constituye una región importante y de anatomía com-
pleja, donde ocurre una amplia variedad de enfermedades regionales
y sistémicas. La presentación clínica de estos pacientes es bastante
inespecífica, los pacientes con masas mediastinales pueden manifes-
tar diversidad de síntomas, o bien cursar asintomáticos. Las masas en
el mediastino pueden representar neoplasias derivadas de los tejidos
50 presentes en la región o metástasis de tumores originados en otros.
Cuando existen síntomas, casi siempre éstos se relacionan con el efec-
to de masa ejercido por parte del tumor. Así, es frecuente que los pa-
cientes se quejen de dolor torácico inespecífico y mal localizado, tos,
disnea, disfagia o síntomas generales, como fiebre y pérdida de peso.
El diagnóstico de las masas del mediastino requiere de un alto
grado de sospecha y correlación clínica; debe basarse en la obten-
ción de tejido afectado, ya sea por resección completa de la lesión o
mediante biopsia incisional de la masa. Dentro de éstas, las neopla-
sias epiteliales del timo, como el timoma y los carcinomas tímicos,
representan las neoplasias primarias más comunes del mediastino,
cuyo tratamiento de elección es la timectomía.
La modalidad quirúrgica incluye métodos de mínima invasión
o el abordaje a través de esternotomía o toracotomía; el objetivo pri-
mario en el tratamiento de esta entidad es la resección completa del
tumor, incluida cualquier estructura no vital implicada. Hace años
el abordaje preferido fue la timectomía por medio de esternotomía
media; después, la aceptación de la timectomía transcervical se in-
crementó con la adición del retractor esternal, ya que mejoraba el
acceso y la visualización del mediastino. En la actualidad, la timec-
tomía por VATS en casos seleccionados ha demostrado los mismos
resultados a largo plazo con la adición de menor sangrado intrao-
peratorio, disminución de la estancia hospitalaria y aminoramiento
del dolor. En lo que respecta a la timectomía robótica, se tiene poca
experiencia publicada, que consiste en pequeñas series de casos con
poco seguimiento a largo plazo. En nuestros días, es difícil sacar
conclusiones sobre las indicaciones apropiadas y la selección de los
pacientes a ser sometidos por robot.26

Academia Nacional de Medicina


Derrame pleural maligno
La acumulación de líquido en el espacio pleural compromete la
función respiratoria; a medida que esta condición progresa y/o
persiste, la pleura forma una corteza gruesa que compromete aún
más la dinámica respiratoria al impedir los movimientos de la pa-
red torácica y la expansión pulmonar.27 El manejo quirúrgico del
derrame pleural maligno (DPM) debe ser individualizado y requie-
re un equilibrio entre el pronóstico de expansión pulmonar com-
pleta y el control de la producción de fluidos.28
En la actualidad, no existe una técnica ideal para el manejo
del DPM, pero la toracocentesis ha demostrado ser de ayuda en el
diagnóstico y el tratamiento paliativo. En pacientes con buenas con-
diciones y sin diagnóstico claro, la toracoscopia ofrece la posibili- 51
dad de establecer el diagnóstico histológico, evaluar el estado del
pulmón y su capacidad de reexpansión así como poder realizar un
procedimiento de pleurodesis mediante la insuflación de talco para
controlar el problema a largo plazo.29,30
Recientemente se ha propuesto la colocación crónica de catéte-
res pleurales tunelizados para controlar el derrame pleural maligno,
en particular, en pacientes con cáncer que impide la reexpansión
completa del pulmón; sin embargo, unas de sus principales des-
ventajas es la existencia de un cuerpo extraño externo y el riesgo
potencial de infección secundaria.31

Empiema
El empiema se define como la presencia de una infección bacteriana
en el espacio pleural; Streptococcus pneumoniae y Staphylococcus au-
reus son los principales agentes etiológicos de esta enfermedad.32 En la
actualidad, el tratamiento consiste en el uso de antibióticos empíricos
con cobertura de amplio espectro, agregando alguna técnica que logre
el drenaje de la cavidad. No existe consenso con respecto a cuál es la
mejor opción para realizar el drenaje ni el momento más propicio, pero
se ha establecido que de un tratamiento rápido y eficiente depende el
éxito de la evolución de esta patología. La toracoscopia–VATS tempra-
na se ha convertido en el abordaje de elección para el empiema, con
una efectividad que supera a otras técnicas de drenaje en cuanto a re-
ducción de morbimortalidad y días de hospitalización.33

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


Neumotórax primario y secundario
El neumotórax primario que se presenta en adultos jóvenes está mo-
dificando su manejo mediante el uso del toracoscopio para resolver el
problema. De manera clásica se reservaba el manejo quirúrgico para los
pacientes que presentaban dos o más eventos de colapso; ahora, el riesgo
de recurrencia se ha incrementado y la posibilidad de manejo por téc-
nicas menos invasivas mediante la revisión del pulmón, la resección de
bulas subpleurales con instrumentos de sutura automatizada y la posibi-
lidad de resecar parcialmente la pleura apical por medio de un abordaje
similar a la colocación de un drenaje pleural muestra buena aceptación y
una recurrencia menor a 2%.34
Por otro lado, el neumotórax secundario se maneja cada vez
52 más mediante sistemas de drenaje por punción con catéteres pe-
queños conectados a válvulas unidireccionales tipo Heimlich, que
evitan el uso de sistemas más complicados de drenaje pleural.

Mesotelioma
Es una enfermedad maligna de la pleura, causada principalmente
por la exposición al asbesto.35 Aunque la evidencia sugiere que la
enfermedad puede haber tocado techo en Estados Unidos, se prevé
que la incidencia mundial seguirá aumentando en los países que
continúan utilizando asbesto, como nuestro país.36 Con frecuen-
cia, el manejo del mesotelioma requiere una resección radical,
asociada con una mayor morbilidad y mortalidad.37

En la actualidad, no existen estudios aleatorizados para ayudar
a guiar el abordaje quirúrgico; sin embargo, los avances terapéu-
ticos durante la última década, sobre todo en forma de terapia mul-
timodal (cirugía, quimioterapia y radioterapia), han llevado a un
mayor conocimiento de la enfermedad, lo que ha favorecido mejo-
res resultados, aunque la sobrevida es aún pobre (17–30 meses).38–40

Esternón y pared torácica


En la actualidad, la resección radical de los tumores primarios del
esternón y la reconstrucción satisfactoria de defectos esternales
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se puede realizar de manera segura. La reconstrucción después
de una esternectomía parcial se realiza con un parche de polite-
trafluoroetileno y un colgajo musculocutáneo.41 Un refuerzo rígido
del esternón se puede lograr con barras de titanio y clips, después
de una esternectomía total. Nuevos materiales y la adaptación de
los nuevos conceptos a los compuestos de larga tradición, han con-
tribuido a ampliar las opciones técnicas para la reconstrucción de
la pared torácica.42
La resección de tumores primarios o metastásicos de la pared
torácica se realiza mediante técnicas de reconstrucción con tejido
autólogo (rotación de colgajos pediculados musculocutáneos), o
bien mediante el uso de mallas sintéticas de polipropileno o polite-
trafluoroetileno, con o sin la coincidencia de barras o clips de tita-
nio, para dar mejor estabilidad, que aunque llegan a ser costosas en
nuestro medio, permiten resultados adecuados. 53

Esófago
En la actualidad, la VATS representa un abordaje seguro y eficaz para
el tratamiento de las enfermedades esofágicas benignas. Sin embar-
go, aún está en debate el abordaje por mínima invasión de enferme-
dades malignas del esófago. La incidencia global de cáncer de esófago
ha aumentado en las últimas décadas, con uno de los potenciales de
malignidad más altos.43 La Red Nacional de Manejo Integral de Cán-
cer (NCCN, por sus siglas en inglés) considera que la esofagectomía
por mínima invasión puede reducir de manera favorable las compli-
caciones y el tiempo de recuperación después de la cirugía, en compa-
ración con el convencional para cáncer de esófago.44 En nuestro país,
existe aún heterogeneidad sobre el abordaje ideal de este complicado
problema, cuyo manejo sin duda debe ser multidisciplinario y estar
restringido a centros de concentración para lograr resultados ópti-
mos, y evitar que cirujanos generales, gastrointestinales, oncológicos
y torácicos se encarguen de casos de manera dispersa y aislada.

Infecciones
La terapia del colapso, antes tan popular en la gestión de la tuber-
culosis, ha quedado en el pasado. En la actualidad, la cirugía tiene

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


un papel mínimo en el tratamiento de la tuberculosis pulmonar, ya
que es fundamentalmente médico. La cirugía para la tuberculosis se
realiza en general por tres grandes grupos de pacientes: a) aquellos
en que es necesaria la cirugía para hacer el diagnóstico; b) personas
con complicaciones o secuelas de la enfermedad, y c) quienes tienen
la enfermedad activa resistente a la terapia, en cuyo caso la cirugía se
lleva a cabo con el objetivo de controlar la enfermedad (resección).45

Conclusión
La cirugía torácica general se ha convertido en un área quirúrgica
excitante en la actualidad. Tiene que lidiar con problemas deriva-
54 dos de procesos inflamatorios, ya sea infecciosos o de otra índole,
y con procesos neoplásicos de distinto origen (el cáncer pulmonar
es de especial interés por su incremento progresivo, que continuará
en los próximos años). Además, tiene la posibilidad de entrar en el
área de los trasplantes de órganos para reparar la función termi-
nal del pulmón dada por patología muy frecuente, como la EPOC,
y otras no tan frecuentes, como la fibrosis pulmonar y la fibrosis
quística. Es un área quirúrgica que expande los conocimientos de-
rivados de la cirugía general y los lleva al manejo de problemas lo-
calizados en la caja torácica. Asimismo, ha sabido adoptar nuevas
modalidades de abordar de manera quirúrgica los problemas que
trata mediante el uso de tecnologías de mínima invasión.
En nuestro país, hay un déficit importante (por no decir crítico) de
especialistas en cirugía torácica. Según registros del Consejo Nacional
de Cirugía del Tórax, existen en la actualidad no más de 60 especialis-
tas para todo el país (0.05 cirujanos de tórax por cada 100 000 habi-
tantes, mientras que en el resto de Norteamérica existen 1.2 cirujanos
por cada 100 000 habitantes). Tenemos una responsabilidad moral
de trabajar con todo nuestro esfuerzo gremial y lograr incrementar la
fuerza de trabajo de especialistas en esta interesante área quirúrgica.

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CIRUGÍA DE ESÓFAGO

Gonzalo Torres Villalobos 6


Luis Alfonso Martín del Campo González
Juan Carlos Ceballos Cantú

59

Enfermedad por refflujo gastroesofágico


El papel de la cirugía y el paciente candidato a cirugía
antirreflujo
La enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) se define como
la condición en que el reflujo del contenido gástrico causa sínto-
mas o complicaciones que afectan el bienestar del paciente;1 se esti-
ma que alrededor de 20% de los adultos tiene síntomas por ERGE.
Existen grandes ensayos clínicos2,3 y metaanálisis4 que apoyan el
uso de la cirugía como una alternativa al tratamiento médico para
la ERGE. Incluso se sugiere que el tratamiento quirúrgico es más
efectivo para eliminar los síntomas por ERGE, en particular los
síntomas respiratorios, además de tener un mejor perfil de cos-
to–efectividad.5,6 Recientemente los autores del estudio británico
multicéntrico REFLUX5 demostraron un mejor desempeño de la
funduplicatura laparoscópica para la resolución de los síntomas por
ERGE, así como una tendencia a mejor puntajes de calidad de vida
cuando se comparó con el inhibidor de bomba de protones.
Sin embargo, antes de considerar a un paciente como candidato
a cirugía, es necesario demostrarr con objetividad la presencia de
reflujo gastroesofágico por medio del uso de endoscopia, pH–me-
tría de 24 horas o pH–metría con impedancia.7
Una vez que se efectúa la confirmación del diagnóstico de
ERGE, se considera que los siguientes pacientes son candidatos a
la cirugía:8
1) Aquellos que han tenido pobre respuesta con tratamiento
médico (control inadecuado de síntomas, regurgitación o
efectos colaterales de los medicamentos)
2) Quienes decidan someterse a cirugía, aun teniendo control ade-
cuado con medicamentos (por calidad de vida, uso crónico de me-
dicamentos o costo de éstos)
3) En quienes se han desarrollado complicaciones por ERGE (Esófa-
go de Barrett o estenosis péptica), aun tomando medicamentos
4) En aquellos que tienen manifestaciones extraesofágicas de ERGE
(asma, tos, dolor torácico, aspiración)

Debe contarse con la confirmación objetiva de ERGE por medio


de los estudios mencionados, de modo que es inadecuado someter a un
paciente a cirugía únicamente con base en síntomas.
60
Aspectos técnicos de los procedimientos antirreflujo
El abordaje laparoscópico para cirugía antirreflujo es el usado con
mayor frecuencia, pues ha demostrado reducir el riesgo de com-
plicaciones quirúrgicas, menor estancia hospitalaria y disminución
del periodo para regresar a las actividades normales; además, logra
tasas de éxito similares o superiores a las de la cirugía abierta.9
El objetivo de todos los procedimientos quirúrgicos para ERGE
es restablecer una barrera física contra el reflujo de contenido gastro-
duodenal hacia el esófago y restablecer los mecanismos fisiológicos an-
tirreflujo. Los principios técnicos esenciales para la realización de un
procedimiento antirreflujo son: 1) obtención de una longitud de esófago
intraabdominal > 3 cm sin tensión; 2) reparación apropiada del defecto
hiatal, y 3) creación de funduplicatura libre de tensión.7
Un metaanálisis que incluyó siete ensayos donde se comparó
funduplicatura posterior parcial tipo Toupet vs. Nissen mostró que
ambas cirugías tienen tasas similares de control del reflujo,10 aun-
que el Toupet presenta menor mayor disfagia posoperatoria y sín-
tomas asociados con gas como distensión abdominal. Sin embargo,
la duración a largo plazo del la funduplicatura tipo Nissen parece
ser mayor. Otro metaanálisis reciente que incluyó cinco ensayos clí-
nicos con el objetivo de comparar funduplicatura Nissen vs. ante-
rior parcial (Dor) mostró que la funduplicatura tipo Nissen es más
efectiva para el control de reflujo, aunque la tipo Dor tiene menos
disfagia posoperatoria y menores síntomas asociados con gas.11 De
igual manera, un metaanálisis en el que se consideraron siete ensa-

Academia Nacional de Medicina


yos clínicos que compararon funduplicatura Toupet vs. Dor favoreció
a la Toupet, por tener ésta un mejor control del reflujo y una menor tasa
de reoperación.12 En general, la funduplicatura tipo Dor no se recomien-
da en caso de ERGE; su indicación principal es en pacientes con acala-
sia después de miotomía de Heller. La funduplicatura tipo Nissen es la
más realizada en el mundo. Un metaanálisis13 no encontró beneficio al
agregar división de los vasos cortos del estómago durante la realización
de funduplicatura; sin embargo, muchos grupos quirúrgicos consideran
que esto permite la realización de una funduplicatura sin tensión.
Por otro lado, la causa más frecuente de funduplicatura fallida es
herniación torácica de la misma. El uso de material protésico sintéti-
co para reforzar la reparación de los pilares ha demostrado disminuir
la frecuencia de reherniación, pero está asociado con complicaciones
catastróficas, por lo que recomendamos que no sean usadas hasta
que se tenga un material que no se asocie a complicaciones.14 El papel 61
de las mallas biológicas para el reforzamiento del hiato esofágico si-
gue siendo un tema de debate, ya que aunque tienen un mejor perfil
de seguridad, también se han reportado complicaciones graves con
este tipo de malla,15 y su utilidad a largo plazo ha sido puesta en duda,
ya que en el seguimiento del único ensayo clínico aleatorizado que
compara el uso de malla biológica con el cierre primario del defecto
no se encontraron diferencias en las tasas de recurrencia.16

Reoperación en cirugía antirreflujo

Entre 3 y 6% de los pacientes sometidos a un procedimiento anti-


rreflujo requiere ser reintervenido después por reflujo recurrente
y disfagia.17 Lo anterior es más frecuentemente causado por her-
niación de la funduplicatura hacia el tórax y por disrupción de
los puntos de la funduplicatura.18 Otras causas de falla incluyen
acalasia no detectada en el preoperatorio y una funduplicatura
posicionada sobre el cuerpo del estómago, en vez de estar sobre
el esófago.19 Debido a lo anterior, todos los pacientes con sinto-
matología persistente o recurrente después de cirugía deberán
ser sometidos a una evaluación completa de nuevo de todos los
estudios, incluidos: revisión clínica, esofagograma, endoscopia y
manometría, de preferencia de alta resolución, con el objetivo de
identificar los pacientes candidatos a reoperación.20
Según una revisión sistemática, la ruta abdominal es la más
frecuentemente usada para reoperación y el abordaje laparoscópico
representa la mayoría de las cirugías; en particular, en centros con

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


experiencia en cirugía de mínima invasión. Debido a la complejidad
del procedimiento, la reoperación está asociada con 21.4% de com-
plicaciones y se espera un éxito de 78% en la resolución de la sinto-
matología.19 Las reoperaciones deben ser realizadas con cirujanos
con experiencia en reintervenir este tipo de pacientes y en un centro
con los recursos mencionados.

Otras técnicas para el manejo del ERGE


Hace aproximadamente dos décadas, se presentaron los primeros re-
portes experimentales sobre la realización de procedimientos endoscó-
picos para el tratamiento del reflujo (E–ART, por sus siglas en inglés).
El objetivo de estas técnicas es crear una barrera antirreflujo, al modi-
ficar la función del esfínter esofágico inferior (EEI) y la estructura del
62
ángulo de His con la colocación endoluminal de suturas o mediante
la creación de una plicatura gástrica usando fijadores o engrapadoras.
Múltiples dispositivos para E–ART han demostrado ser seguros; sin
embargo, la mayoría de ellos no ha demostrado normalizar la exposi-
ción esofágica al ácido, mejorar el control de los síntomas o disminuir
el uso de inhibidores de bomba de protones (IBP). Debido a lo anterior,
muchos dispositivos han sido retirados del mercado.21 Antes de emitir
recomendaciones sobre su uso, serán necesarios mejores estudios que
demuestren la eficacia de E–ART.
Recientemente fue publicado un estudio multicéntrico22 que
incluyó 100 pacientes en quienes se colocó en forma laparoscópi-
ca el dispositivo magnético Linx (ToraxTM Medical), diseñado para
aumentar el tono del EEI. Al seguimiento a 3 años, se logró norma-
lizar la exposición ácida en 64% de los pacientes y se observaron
mejorías de 50% o más en los puntajes de calidad de vida en 92%
de los casos. Se encontró que sólo 4% de los pacientes presentaba
disfagia al concluir el seguimiento. El autor principal concluye en
otro reporte reciente que el aumento magnético del EEI es seguro y
efectivo para el manejo de pacientes con ERGE y tiene la ventaja de
preservar la integridad de la anatomía gástrica.23
Otro reporte reciente estudió el desempeño de un dispositivo
para la estimulación eléctrica del EEI (EndoStim LES Stimulation
System), cuyos electrodos y generador de pulso son implantados en
forma laparoscópica. Al seguimiento a 1 año, se encontró que
en 23 pacientes en quienes se colocó EndoStim se logró disminuir
de manera significativa el puntaje de calidad de vida específico para
ERGE, así como mejoría significativa o normalización del pH esofá-

Academia Nacional de Medicina


gico en 69% de los casos. Además, 96% de los pacientes no requirió
el uso de IBP al concluir el seguimiento.

Acalasia
Fisiopatología y diagnóstico

La acalasia es un trastorno motor esofágico caracterizado por la au-


sencia de peristalsis esofágica y disfunción en el EEI que resulta en
una obstrucción del flujo en la unión gastroesofágica. Aunque la
etiología de esta enfermedad no ha sido esclarecida, se sabe que los
pacientes con acalasia cursan con pérdida progresiva de las neuronas
de los plexos mientéricos que son responsables de la peristalsis del 63
cuerpo esofágico y la relajación del EEI. Lo anterior probablemen-
te sea originado por un proceso citotóxico y humoral autoinmune
en sujetos con predisposición (p. ej., portadores de los alelos HLA
DQA1*0103 y DQB1*0603), que pudiera ser desencadenado inicial-
mente por un proceso infeccioso viral (p. ej., virus herpes simple tipo 1).24,25
Aunque el cuadro clínico y el uso del esofagograma y la endos-
copia son de utilidad en la evaluación del paciente con disfagia,24
el diagnóstico definitivo de acalasia se ha realizado por medio de
manometría y, en la actualidad, se efectúa mediante manometría
de alta resolución. Se ha propuesto el uso de manometría de alta re-
solución (MAR) para la caracterización de la acalasia en tres patrones
manométricos distintos:26 Tipo I (acalasia con presurización mínima),
Tipo II (acalasia con compresión esofágica) y Tipo III (acalasia con es-
pasmo). El uso de esta clasificación ha permitido predecir las tasas de
éxito después de tratamiento quirúrgico, que es mejor para la tipo II
(95.3%), mientras que la tipo III (69.6%) es la que menos responde.27
En la actualidad, en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nu-
trición, llevamos a cabo un proyecto de investigación para estudiar la
asociación entre el patrón manométrico de acalasia y factores inmuno-
lógicos e infecciosos que se han asociado con esta enfermedad.

Tratamiento

Los nitratos y los bloqueadores de canales de calcio son opciones


que se utilizan en el tratamiento farmacológico de la acalasia. No

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


obstante, es frecuente que se presenten efectos no deseados por su
uso (hipotensión, mareo y cefalea) y en general tienen una efec-
tividad limitada y de corto plazo. El uso endoscópico de toxina
botulínica ha demostrado ser seguro y efectivo para la mejoría de
sintomatología a corto plazo (hasta 80% de remisión de la disfagia
a 1 mes); sin embargo, se ha asociado con una rápida recurrencia
de la sintomatología en 40% o más de los pacientes al seguimiento
a 1 año. Debido a lo anterior, las opciones farmacológicas para tra-
tamiento de la acalasia no se consideran dentro de la primera línea
de manejo y se reservan como terapia de puente o para pacientes de
muy alto riesgo quirúrgico.24
Las dos opciones terapéuticas más aceptadas son la miotomía
laparoscópica y la dilatación neumática endoscópica. Un ensayo clí-
nico que aleatorizó 201 pacientes para comparar las técnicas mio-
64
tomía laparoscópica y dilatación neumática endoscópica encontró
que no había diferencia significativa en las tasas de éxito, presión
en reposo del esfínter esofágico inferior (EEI), vaciamiento gástrico
o calidad de vida de los pacientes.28 Sin embargo, este estudio tiene
varias limitantes que incluyen la longitud de la miotomía realizada,
la cual fue corta (de 1 a 1.5 cm), cuando ya se ha demostrado que los
mejores resultados se obtienen con miotomía larga (3 cm), el bajo
volumen de cirugías de este tipo realizado por los cirujanos del es-
tudio: una al año, lo cual es muy bajo, y el seguimiento promedio a
2 años, que no es muy extenso, cuando ya se ha demostrado que la
miotomía quirúrgica tiene mejor duración a largo plazo. Otro me-
taanálisis recientemente publicado que incluyó sólo ensayos clínicos
aleatorizados que compararon miotomía de Heller laparoscópica
vs. dilatación neumática concluyó que, al seguimiento hasta 1 año,
la miotomía es más efectiva y se asoció a una menor tasa de lesiones
esofágicas que requirieran intervención (0.6% vs. 4.8%). Este estu-
dio no encontró diferencia entre las dos intervenciones respecto de
las tasas de enfermedad por reflujo gastroesofágico, presiones del
esfínter esofágico inferior o puntajes en la evaluación de calidad de
los pacientes.29 Según lo anterior, aunque es claro que la dilatación
neumática tiene un papel en el tratamiento de la acalasia, la mio-
tomía es el mejor tratamiento para la mayoría de los pacientes con
acalasia.30
En cuanto al abordaje robótico para la realización de miotomía,
un análisis retrospectivo multicéntrico de 2 683 miotomías, que in-
cluyó 418 miotomías abiertas, 2116 laparoscópicas y 149 robóticas,
no encontró ventajas para el abordaje robótico en cuanto a mor-

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bilidad, mortalidad, estancia hospitalaria o readmisión, cuando se
comparó con el abordaje laparoscópico. Sin embargo, el abordaje
robótico se asoció con un aumento en el costo hospitalario.31
La miotomía de Heller debe ser acompañada de un procedimien-
to antirreflujo, ya que hasta 100% de los pacientes experimentará dis-
fagia, si sólo se realiza miotomía. Para este objetivo, se deben realizar
funduplicaturas parciales (anterior 180° tipo Dor o posterior 270°
tipo Toupet), debido a que la funduplicatura total (360° tipo Nissen)
se asocia con tasas posoperatorias de disfagia altas. La elección en-
tre el tipo de funduplicatura parcial ha sido motivo de controversia.
Un estudio multicéntrico32 que aleatorizó y dio seguimiento a 60 pa-
cientes para funduplicatura tipo Dor o Tupet no demostró diferencias
en disfagia y control del reflujo entre ambas técnicas; sin embargo,
se observó una tendencia a tener mayor tasa de reflujo anormal por
pH–metría en el grupo Dor (41.7% vs. 21%), sin llegar a tener dife- 65
rencia estadística, probablemente por el tamaño de la muestra. En
el Instituto, estamos llevando a cabo un ensayo clínico aleatorizado
para comparar los resultados de ambas técnicas, y además de los
parámetros evaluados en el estudio multicéntrico anterior estamos
evaluando manometría de alta resolución, algo que no se realizó en el
análisis multicéntrico.
A pesar de los buenos resultados reportados para las técnicas
mencionadas, entre 10% y 20% de los pacientes presentará disfa-
gia persistente o recurrente después de miotomía. Cada vez existen
más reportes33,34 que apoyan la dilatación neumática y la reopera-
ción (miotomía de Heller redo), como medidas terapéuticas efecti-
vas para mejorar la disfagia en la mayoría de estos pacientes y, así,
evitar esofagectomía, que en general se utiliza cada vez menos en
una minoría de pacientes con dilatación masiva del esófago.35
En los últimos años, ha habido un mayor número de publicacio-
nes acerca de la miotomía endoscópica transoral (POEM),36,37 cuyo
principio es la ruptura de las fibras musculares del EEI a través de un
túnel submucoso creado por vía endoscópica. Las series más grandes
provienen de centros en Japón y Estados Unidos, en los cuales se
desarrolla la experiencia con esta técnica y, hasta el momento, tie-
nen seguimientos reportados de hasta 1 año. Los autores de estos
trabajos concluyen que la técnica es segura y que lleva a un alivio
de la disfagia en hasta 83% de los pacientes, así como a una mejoría
de la presión media en reposo del EEI (71.2 mm Hg vs. 21 mm Hg).
Sin embargo, aún no existe información sobre el seguimiento a largo
plazo, y una de las grandes limitantes de esta técnica es que hasta

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46% de los pacientes desarrolla enfermedad por reflujo gastroesofá-
gico (ERGE) posoperatorio y, con el paso del tiempo, este porcenta-
je va aumentando, por lo que en la actualidad esta técnica continúa
en investigación. El grupo del doctor Inoue incluso ha presentado
un reporte sobre el uso exitoso de POEM en 10 pacientes con persis-
tencia o recurrencia de la disfagia después de miotomía de Heller y
dilatación neumática, que demuestra una mejoría a corto plazo de la
sintomatología y las presiones en reposo del EEI.38

Pronóstico y seguimiento
Csendes et al. han reportado el seguimiento de hasta 30 años en pa-
cientes posoperados de miotomía de Heller; entre sus hallazgos, figu-
ra que la sintomatología recurrente se presenta en 7% de los pacien-
66
tes a 10 años y aumenta a 35% al seguimiento a 30 años. Los autores
atribuyen este fenómeno a un aumento progresivo de exposición eso-
fágica a reflujo gástrico; el cual fue demostrado por pH–metría.39
Existe evidencia de que los pacientes con acalasia tienen mayor ries-
go de presentar carcinoma esofágico; en particular, carcinoma de células
escamosas. El riesgo es de 3.3% a 11 años después del diagnóstico y de 24
años después del inicio de los síntomas. Cuando esta incidencia se com-
paró con un grupo poblacional pareado para edad y género, se encontró
una tasa de riesgo de 28 para los pacientes con acalasia.40 Sin embargo,
la evidencia para apoyar la vigilancia por endoscopia de estos pacientes
es escasa, se estima que se requieren 400 endoscopias para detectar un
cáncer y los lineamientos actuales consideran que la información no es
suficiente para emitir una recomendación al respecto.41

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CIRUGÍA HEPÁTICA

Miguel Ángel Mercado Díaz 7

La cirugía hepática ha experimentado un cambio drástico en los úl-


timos 30 años, al igual que las vías biliares.1 Son cuatro las áreas de 71
desarrollo: cirugía resectiva de hígado, cirugía para el tratamiento
de hipertensión portal, cirugía resectiva y reconstructiva de las vías
biliares y trasplante hepático.
El advenimiento, el progreso y la refinación de los métodos de
imagen (ultrasonido, tomografía axial, resonancia magnética) han
permitido un diagnóstico muy preciso de las lesiones y la posibi-
lidad de resección.2 El planeamiento de ésta es posible porque es
factible identificar la posición exacta de la lesión y su relación con
los elementos vasculares y biliares. De la misma forma, existen pro-
gramas de computación que permiten el cálculo exacto del volumen
hepático residual.3,4
Se ha estudiado la evolución de las lesiones benignas más
frecuentes y su historia natural, los hemangiomas 5 e hiperpla-
sias nodulares 6 son susceptibles de observación. Para los ade-
nomas, es necesaria la resección por su tendencia a la ruptura,
a la hemorragia 7 y, aunque baja (entre 4 y 6%), a malignizar. 8
El hepatocarcinoma constituye en la actualidad, junto con
las miastenias colorrectales, la indicación más frecuente de resec-
ción.9,10 En el caso de hepatocarcinoma, el proceso de detección en
los pacientes cirróticos con determinación de alfa fetoproteína11 y
ultrasonido12 (aunque no existen estudios con la suficiente fuerza
estadística que demuestren su utilidad contundente) ha hecho que
se puedan detectar de manera precoz.
Las lesiones menores a 2 cm son susceptibles a observación y,
en casos seleccionados, a biopsia por aspiración con aguja fina.13
El patrón de imagen para estas lesiones, y fundamentalmente
para las mayores de 2 cm, permite un diagnóstico con alto índice
de certeza. El llenado en la fase arterial con eliminación rápida
del medio de contraste en la fase venosa sugiere con vehemencia
el diagnóstico de hepatocarcinoma, y hace innecesaria la biop-
sia. Este hallazgo plantea las opciones terapéuticas actuales para
hepatocarcinoma: la resección, si no se requiere de una hepatecto-
mía muy extensa (más de tres segmentos) y si la función hepática
es buena. Se ha tomado la cuenta plaquetaria14 junto a la clasifi-
cación de Child15 y MELD16 como parámetros de selección para el
tratamiento quirúrgico. La cuenta plaquetaria por arriba de 100
mil, Child A y MELD menor de 9 son los mejores candidatos.
Otros casos, aquellos pacientes con lesiones no mayores
de 5 cm y con no más de tres lesiones17 (conforme a los criterios de
Milán18 y su variante algo más permisiva en relación con el diáme-
tro, los criterios de la Universidad de California en San Francisco19),
son considerados mejores candidatos a trasplante hepático que a
72 resección.
La ablación por radiofrecuencia se toma también como una op-
ción para casos seleccionados,20 como frente al trasplante así como
la quimioembolización transarterial.21 Los inhibidores de hidroghi-
nasa se utilizan sólo para los casos avanzados.
En la actualidad se consideran candidatos a resección no
sólo los pacientes con metástasis colorrectales y neuroendocrinas,
sino también aquéllos con muchas lesiones metastásicas de otros
tumores (p. ej., mama), que sólo se limitan al hígado.22 La interac-
ción del cirujano con el oncólogo optimiza la selección de estos
pacientes como candidatos a tratamiento quirúrgico con quimiote-
rapia neoadyuvante o adyuvante.
La mortalidad de la resección en la actualidad23 en grupos
experimentados y pacientes bien seleccionados es menor a 5% en
pacientes cirróticos y prácticamente de 1% para pacientes con enfer-
medad metastásica y parénquima sano (se excluyen aquí los casos
con daño asociado con la quimioterapia muy severo).
Las técnicas de resección han evolucionado de manera expo-
nencial. Se dispone de un armamentarium técnico extraordinario:
grapas, disectores hidráulicos de alta presión, disectores ultrasóni-
cos, coaguladores uni y bipolares, instrumentos de energía por ul-
trasonido y microondas, así como también han evolucionado los
equipos de ultrasonido que permiten la localización y relación de
las lesiones a resecar con estructuras vasculares.
La cirugía de hipertensión portal, después de un desarrollo de
técnicas bien estudiadas ha caído poco a poco en descenso.24 Otras
opciones, como la ligadura con bandas transendoscópicas y la far-

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macoterapia, han hecho que la cirugía para el tratamiento de hi-
pertensión portal haya disminuido de modo considerable.25 El caso
de derivación portosistémica intrahepática y la cirugía derivativa y
devascularización han pasado a una segunda línea terapéutica en
los países industrializados.26 Más aún, el trasplante hepático se ha
convertido en la mejor opción terapéutica para estos pacientes. En
la actualidad, en nuestro país se realizan aproximadamente 100
trasplantes hepáticos por año, por lo cual todavía se puede pensar
que tiene una indicación en casos seleccionados. El procedimiento
que en nuestro medio ha mostrado los mejores resultados es la de-
rivación selectiva esplenorrenal distal.
La colecistectomía laparoscópica es ahora el tratamiento de elec-
ción para la enfermedad litiásica vesicular.27 Es probable que sea la
intervención de invasión mínima que más se practica en México.
La frecuencia de lesiones de vías biliares asociada con este procedi- 73
miento es muy constante e independiente de quien la haya practicado.
En nuestro país la frecuencia se ubica en el rango de 0.3 a 0.6%,
se producen aproximadamente más de mil lesiones por año, con la
consecuente repercusión en la calidad de vida y la necesidad de re-
construcción biliar.
Cuando la lesión biliar todavía mantiene la continuidad del con-
ducto (lesiones laterales) las funciones del radiólogo y el endosco-
pista son preponderantes.28 Cuando la vía biliar pierde continuidad,
se requiere tratamiento quirúrgico. Las intervenciones han tenido
una evolución técnica y, en nuestro país, se han desarrollado va-
riantes técnicas de la reconstrucción que permiten obtener buenos
resultados en un número elevado de casos. Para aquéllos con con-
fluencia preservada, el porcentaje de éxito se acerca a 96% a largo
plazo (siempre y en todas las series hay casos aislados que cicatrizan
y ocluyen) con la realización de hepatoyeyunoanastomosis, que es la
intervención que mejores resultados ha dado.29 Para los pacientes
sin confluencia (conductos hepáticos derechos e izquierdos separa-
dos), los resultados no son tan satisfactorios —con porcentajes de
éxito de 70 a 90%—. Algunos de estos casos requieren trasplante
hepático, dado que es imposible rehabilitar el drenaje biliar, por lo
que se desarrolla cirrosis biliar secundaria.
El diagnóstico de neoplasias de la vía biliar extrahepática, princi-
palmente colangiocarcinoma, ha tenido avances también en los diag-
nósticos imagenológico y endoscópico.30-32 Es posible realizar cepilla-
dos con técnicas de inmunohistoquímicos así como colangioscopia.
Los métodos de imagen permiten planear una resección extensa ade-

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


cuada con hepatectomía concomitante. La morbilidad y mortalidad
han disminuido pero aún son considerables, además de que el impac-
to en supervivencia es manifiesto (en relación con la evolución natu-
ral de la enfermedad). En Estados Unidos, hay estudios con pacientes
altamente seleccionados que demuestran que con neoadyuvancia,
radiación y trasplante pueden obtenerse buenos resultados, en algu-
nos casos, similares a los de trasplantes hepáticos por otras causas.

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76

Academia Nacional de Medicina


CIRUGÍA DE PÁNCREAS

Carlos Chan 8
Daniel Torres del Real
Alejandra Villar Velarde

77
El páncreas es un órgano retroperitoneal cuya irrigación, variantes
y relaciones anatómicas lo hacen mucho muy complejo quirúrgica-
mente. No es gratuito el principio característico de los antiguos ci-
rujanos que citaba: “Come cuando puedas, duerme cuando puedas y
no te metas con el páncreas”. Sin embargo, este principio se ha mo-
dificado con el paso de las últimas décadas. La investigación acerca
de las diferentes patologías, el advenimiento de mejores técnicas
quirúrgicas, mejores tecnologías en el cuidado posoperatorio, técni-
cas anestésicas y, sobre todo, cirujanos especializados en el manejo
de este fascinante órgano nos han llevado a disminuir de manera
radical la mortalidad posoperatoria de estos procedimientos. Esta
afirmación es comprobable en el caso de la pancreatoduodenecto-
mía o procedimiento de Whipple, utilizado para el cáncer de cabeza
de páncreas, cuya mortalidad posoperatoria ha disminuido de 50%
a principios de los años 60, a menos de 5% en la actualidad.1

Cáncer de páncreas
En nuestros días, la cirugía sigue siendo la única opción curativa
para el cáncer de páncreas.2 Esta enfermedad, caracterizada por su
rápido crecimiento, extensión a estructuras adyacentes y distantes y
pobre respuesta a tratamientos sistémicos, ocasiona que en pacien-
tes con tumores resecables la supervivencia a 5 años sea de 25%,3 lo
cual es elevado si consideramos 90% de mortalidad en el primer año
para los pacientes que no son candidatos a tratamiento resectivo.
La piedra angular en el manejo de los pacientes con esta enfer-
medad en el caso de presentarse en la cabeza de páncreas (75%) es
la cirugía de Whipple o pancreatoduodenectomía (PD). Como ante-
cedente de este procedimiento, se tiene que el primer caso de una
resección pancreática exitosa para cáncer periampular fue realizada
por William Halsted,4 quien en 1899 resecó porciones del duodeno
y del páncreas a un paciente que sufría de colelitiasis. Más tarde, en
1912, Walter Kaush5 resecó en bloque la mayor parte del páncreas
y una gran parte del duodeno (debido al pensamiento de la épo-
ca, cuando se creía que el duodeno era un órgano vital), y estable-
ció continuidad mediante una pancreatoduodenostomía. En 1935,
Allen O. Whipple6 publicó el reporte de tres pacientes que habían
sido sometidos a resección radical de páncreas y de duodeno en una
cirugía de dos etapas. El primer paciente murió a las 30 horas, de-
78 bido a complicaciones derivadas de la disfunción de la anastomo-
sis pancreática; el segundo paciente murió a los 9 meses debido
a colangitis y sepsis secundarias al reflujo gástrico en la colecisto-
gastrostomía. Sin embargo, el tercer paciente sobrevivió durante 25
meses y murió por metástasis en hígado. El doctor Whipple realizó
37 pancreatoduodenectomías y en 1946 reportó su primer proce-
dimiento en una sola etapa, en donde resecó el duodeno en su to-
talidad y la cabeza del páncreas, recomendando la pancreatoyeyu-
nostomía y la coledocoenterostomía en lugar de utilizar la vesícula
biliar para hacer la anastomosis.7 Lo anterior tenía como fin evitar
el reflujo biliar, las infecciones y la estenosis. Finalmente, Waugh y
Clagett modificaron el procedimiento a su forma actual.
En 1944, el doctor Watson8 describió la pancreatoduodenec-
tomía con preservación de píloro; sin embargo, no fue hasta que
en 1978 Traverso et al.9 reportaron una serie de 18 pacientes con
mejora de la función gastrointestinal, que surgió interés en esta téc-
nica. Desde entonces, surgieron grupos que apoyan ambos proce-
dimientos. En la actualidad, diferentes estudios han mostrado que
no existen diferencias en tiempo de supervivencia, mortalidad po-
soperatoria, tiempo quirúrgico o tasas de sangrado,10 por lo que se
recomienda realizar el tipo de procedimiento en el cual el cirujano
tenga más experiencia.
En nuestros días, la resecabilidad de un tumor pancreático de-
pende del involucro de los grandes vasos. Principalmente, cualquier
grado de involucro en la vena mesentérica o porta puede ser reseca-
ble, si la reconstrucción del vaso es posible, mientras que en el caso
de las arterias mesentérica, hepática y tronco celiaco se considera

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irresecable, si el involucro es mayor a 180º, y de resecabilidad limí-
trofe, si es menor a 180º y requerirá quimioterapia neoadyuvante.11
Como ya se mencionó, durante el paso de las últimas décadas,
hemos logrado reducir la mortalidad del procedimiento e incre-
mentar la supervivencia posoperatoria. En un estudio realizado por
Winter et al., se evaluó el tiempo de supervivencia en diferentes dé-
cadas. En la década de los setenta del siglo pasado, se obtuvo una
media de supervivencia de 8 meses; en la década de los ochenta del
mismo siglo, de 14, y en la primera mitad de la primera década
del siglo XXI, de 19.12 En cuanto a morbilidad posoperatoria, ahora
las causas más comunes son: la fístula pancreática, el retraso en el
vaciamiento gástrico e infección en el sitio quirúrgico.13,14 La fístula
pancreática, la complicación más común que se presenta hasta en
40% de los casos, es difícil de comparar entre diferentes centros,
antes de 2005, ya que fue hasta ese año que se logró llegar a una 79
definición universal.15
Diferentes estudios han tratado de encontrar la curva de apren-
dizaje para este procedimiento, y se ha hallado que es necesario
realizar 20 pancreatoduodenectomías para no tener diferencias en
morbilidad con cirujanos experimentados, 40 para equiparar-
se en cuanto a tiempo quirúrgico y 60 para equipararse en cuanto a
mortalidad.16 Esto nos muestra la importancia que reviste el hecho de
que el procedimiento sea realizado por cirujanos especializados y
de preferencia en centros de alto volumen.
Hoy en día, existen varias controversias acerca del manejo peri
e intraoperatorio de pacientes que serán sometidos a este proce-
dimiento. En un estudio realizado por Fischer et al.,17 en donde
se extrajo sangre preoperatoriamente a los pacientes hasta llegar
a valores de hemoglobina de 8 mg/dL, y después se reemplazó el
volumen faltante con soluciones cristaloides, se demostró que este
manejo no sólo no redujo la necesidad de transfusiones sanguí-
neas, sino que, además, se incrementaba la frecuencia de fístula
pancreática, debido a la disfunción de las anastomosis, por lo que
se concluyó que la restricción de los líquidos pre y transoperatorios
podrían ayudar a obtener mejores resultados y menor frecuencia
de fístulas. Otro de los puntos a discusión es la utilidad de la anal-
gesia epidural preoperatoria, la cual ha demostrado que reduce el
dolor posoperatorio el primer día, pero no modifica el curso clínico
y, en algunos estudios incluso, aumenta la estancia en las unidades
de terapia intensiva.18 La preparación mecánica preoperatoria de
colon tampoco ha demostrado utilidad en la PD.19 También se han

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


realizado estudios en donde se demuestra que la manipulación de
la vía biliar previa a la cirugía incrementa la tasa de complicaciones
infecciosas; sin embargo, la colocación de stents para descompri-
mir la vía biliar en los casos de colangitis sigue siendo necesaria.20
La profilaxis antibiótica adecuada también está a discusión, ya que
algunos demuestran que la profilaxis con piperacilina/tazobactam
brinda una mejor cobertura sobre los microorganismos que habi-
tan la vía biliar. Sobre todo después de manipulación previa.21 En
nuestros días, se puede realizar la operación de Whipple mediante
abordaje laparoscópico, pero este abordaje no ha demostrado ser
del todo atractivo en cuanto a costo–beneficio, ya que el tiempo
quirúrgico y el costo de los materiales se incrementan con este
abordaje, mientras que el tiempo de estancia hospitalaria parece
disminuir.22
80 Durante los últimos años, en el Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, se ha incrementado de mane-
ra importante la frecuencia con la que se realizan pancreatoduode-
nectomías. Durante los últimos años (enero 2000 a mayo de 2013),
se han realizado un total de 336 whipples. De las cuales, 207 fueron
con la técnica clásica y 129 con preservación de píloro. En resumen,
30.5% tuvo un tumor de ámpula como indicación; 40.5%, cáncer de
páncreas; 7.1%, tumores quísticos; 5.5%, tumores neuroendocrinos,
y 1.6%, cáncer de duodeno. El promedio de edad fue de 57.6 años
con rango de 16–88, el tiempo quirúrgico fue en promedio de 5.1
horas (rango 2:05–8:30). El sangrado transquirúrgico fue de 897
mL en promedio. La estancia hospitalaria tuvo una media de 16.1
días +/– 13.3. La mortalidad operatoria fue de 4.9% (2.2% de 2002
a 2007).16 Las complicaciones más frecuentes fueron el retraso en
el vaciamiento gástrico en 14.4% y fístula pancreática en 14.7%. La
mayoría de las complicaciones requirió manejo conservador.23

Pancreatitis crónica
La pancreatitis crónica es una enfermedad inflamatoria que pue-
de llevar a fibrosis pancreática con la malnutrición, esteatorrea y
alteraciones endocrinológicas correspondientes, no presenta pre-
dominio geográfico y su principal síntoma es el dolor abdominal
que tiene como causa más aceptada la hipertensión en la glándula,
además de la invasión linfocitaria perineural.24

Academia Nacional de Medicina


El procedimiento más comúnmente utilizado en pacientes con
dilatación del conducto pancreático y con dolor que no cede es la pan-
creatoyeyunostomía lateral, también llamada operación de Puestow,
debido a la necesidad de descomprimir el conducto pancreático princi-
pal preservando tejido, para así evitar complicaciones exocrinas y en-
docrinas. El primero en drenar el conducto pancreático para intentar
aliviar el dolor en la pancreatitis crónica fue el doctor Link, en 1911,25
pero no fue hasta varias décadas después cuando con Duval et al.,26
bajo el principio de que el dolor era producido por la dilatación del
conducto, que se contó con la descripción de la pancreatectomía dis-
tal con esplenectomía más pancreatoyeyunostomía. Sin embargo, este
procedimiento sólo drenaba la porción distal del conducto pancreático,
fue entonces cuando Puestow27 decidió descomprimir el conducto pan-
creático principal de manera longitudinal y realizar una pancreatecto-
mía distal más esplenectomía. Después, Partington et al.28 describieron 81
la técnica actual, en la que se drena el conducto longitudinalmente y se
anastomosa con el yeyuno, que también es abierto en forma longitudi-
nal. Esta técnica logró drenar el conducto pancreático proximal y dis-
tal, sin hacer mandatoria la pancreatectomía distal más esplenectomía.
Por último, en los últimos años, el doctor Frey29 describió una técnica
utilizada en casos en donde la cabeza del páncreas está muy inflamada
y hay presencia de múltiples quistes. Dicha técnica consiste en realizar
una pequeña resección de tejido en la cabeza del pancreas, cuando la
descompresión del conducto pancreático se considera complejo.
La finalidad de este procedimiento es controlar el dolor, lo cual es
posible hasta en 90% de los pacientes. La mortalidad correlacionada va
de 0 a 4% y las complicaciones se presentan hasta en 40% de los casos,
siendo la más frecuente la fístula pancreática.30 Los procedimientos de
Puestow y de Frey han demostrado ser superiores, en cuanto a la canti-
dad de complicaciones exocrinas y endocrinas, y de igual eficacia en el
control del dolor que el procedimiento de Whipple.31

Seudoquiste pancreático
El primer antecedente de manejo quirúrgico de un seudoquiste pancreá-
tico data de 1875, cuando LeDentu describió el primer drenaje percutáneo
de esta lesión. En 1882, Bozeman reportó la extracción de un seudoquis-
te de 10 kg. Sin embargo, el inicio del manejo quirúrgico del seudoquiste
pancreático moderno data de 1921, fecha en que fue descrito el primer dre-

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


naje interno mediante una cistogastrostomía.32 A lo largo de los últimos
10 años, la conducta terapéutica hacia los seudoquistes pancreáticos ha
cambiado de manera radical, de tal modo que la resolución endoscópica
o percutánea se ha covertido en el método de elección en el manejo de la
mayoría de los casos.33
Hoy en día, se considera que hasta 40% de los casos de seudo-
quistes pancreáticos que se presentan durante un episodio de pan-
creatitis aguda puede desaparecer cuando la enfermedad resuelva.
Este porcentaje disminuye de manera drástica en los seudoquistes
con un tamaño mayor a 5 cm. En seudoquistes mayores a 6 cm pero
asintomáticos, se recomienda la observación durante por lo menos
6 semanas para facilitar la anastomosis cistoentérica. Las indicacio-
nes para drenaje endoscópico son: ruptura, obstrucción e infección,
y para resección son: dolor persistente, ictericia, obstrucción del
82 contenido gástrico y sospecha de malignidad.34

Tumores neuroendocrinos de páncreas


En la actualidad, este tipo de tumores se diagnostican en etapas más
precoces, por lo que en los últimos años se han incrementado los
tumores resecables de este tipo. El primer antecedente de resección
para un tumor neuroendocrino de páncreas corresponde a Graham,
en 1929. Después, Priestley35 describió la primera pancreatectomía
total en un paciente con hiperinsulinismo y sin adenoma palpable,
con el hallazgo posterior de un nódulo de 1.5 cm.
Hoy en día, el tratamiento de los tumores neuroendocrinos de pán-
creas ha progresado de manera considerable, ha mejorado, como ya se
mencionó, el tiempo de diagnóstico, la caracterización de las diferentes
variedades de tumores y el tratamiento farmacológico, que ahora actúa
en blancos moleculares específicos, a nivel de receptores de los factores
de crecimiento celular. Sin embargo, la cirugía sigue considerándose
como la única modalidad curativa, incluso puede utilizarse para aliviar
síntomas de hipersecreción hormonal en tumores funcionantes.36

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Academia Nacional de Medicina


cirugía oncológica

Heriberto Medina Franco 9

El cáncer es un grupo de enfermedades muy heterogéneo cuya fre-


cuencia registra un rápido incremento en el mundo. En la actualidad, 85
las neoplasias malignas representan la segunda causa de mortalidad
en México. Para el año 2020, la Organización Mundial de la Salud es-
tima que el número de casos nuevos de cáncer a escala mundial llega-
rá a 15 millones y las muertes por este mal aumentarán de 6 a 9 millo-
nes cada año. En la actualidad, más de la mitad de los casos nuevos de
cáncer tiene lugar en habitantes de los países en desarrollo, pero para
2020 se calcula que la proporción alcance 70%. En México, el cáncer
de próstata es el más frecuente en forma global. En las mujeres, el
primero es el de mama, con una frecuencia superior a la del cervi-
couterino, desde el año 2007. En el informe GLOBOCAN de la OMS
de 2008, excluyendo los cánceres de piel no melanoma, en México se
notificaron 127 604 casos de cáncer para una tasa de 128.4/100 000
habitantes, con una mortalidad de 77.6/100 000. En las mujeres, la
tasa es de 126.2/100 000, y los más comunes, en forma decreciente,
son: el de mama, el de cuello uterino, el de estómago, el de hígado,
el colorrectal, el de ovario, el de cuerpo uterino, el de pulmón y el de
vesícula. En hombres, la tasa es de 132/100 000, y los más frecuentes
son: el de próstata, el de pulmón, el de estómago, el colorrectal, el de
hígado, leucemias y linfomas.1
El cáncer es una enfermedad tan antigua como la presencia de
seres vivos en nuestro planeta. La primera descripción conocida
de una neoplasia maligna data de mucho antes que el griego Hipó-
crates pusiera el nombre de karkinos (cangrejo) a los tumores ma-
lignos. Imothep, médico egipcio que vivió cerca de 2625 a.C. descri-
be de la siguiente manera el cáncer de mama, conforme al papiro de
Smith: “Si examinas [un caso] con masas abultadas en [el] pecho y
compruebas que [éstas] se han diseminado por él; si pones la mano
en [los] pechos y los sientes fríos, sin fiebre alguna en ellos cuando
los tocas; no tienen granulaciones, no contienen fluidos y no produ-
cen ninguna descarga líquida, pero aparecen protuberantes al tacto,
debes decir al respecto: ‘Tengo que enfrentarme aquí con un caso
de masas abultadas. […] Los tumores abultados del pecho implican
la existencia de hinchazones en [éste] grandes, extendidas y duras;
tocarlas es como tocar una bola de vendas, o bien puede comparár-
selas a un fruto sanguíneo no maduro, duro y frío al tacto”.2 En la
sección de “Cura” propone una lacónica frase “No hay ninguna”. No
es sino hasta el año 440 a.C., cuando el historiador griego Heródoto
menciona la historia de Atosa, reina de Persia, hija de Ciro y esposa
de Darío, que por la descripción realizada se asume que sufría una
forma agresiva de cáncer de mama, conocida como carcinoma infla-
matorio. La reina fue sometida a la extirpación del tumor por uno de
86 sus esclavos, se desconoce el resultado del tratamiento.
Durante muchos siglos y con un desconocimiento casi completo
de los mecanismos de este gran grupo de enfermedades que son los
tumores malignos, la extirpación quirúrgica del órgano afectado se
convirtió en la única forma de tratamiento. Con los avances en anes-
tesia, asepsia y antisepsia durante el siglo XIX, los cirujanos se vieron
capacitados para hacer intervenciones quirúrgicas cada vez más agre-
sivas con la esperanza de cambiar el pronóstico de estos pacientes.
En relación con el cáncer de mama, el icono de principios del siglo
XX fue William Halsted, quien diseñó la mastectomía radical.3 Dicha
intervención se basaba en la creencia de que el cáncer de mama se
diseminaba en forma centrífuga, de la mama a los ganglios linfáti-
cos axilares, y de ahí a órganos distantes. Este concepto, que ahora
sabemos es erróneo, llevó a la realización de cirugías cada vez más
agresivas, con un impacto muy negativo en la función y calidad de
vida de las pacientes y con muy escasa incidencia en la curación de la
enfermedad.
A principios del siglo pasado, el descubrimiento de la radiación
y sus efectos sobre los tumores dieron a esta arma terapéutica un
papel en el control de las neoplasias malignas. Sin embargo, al igual
que la cirugía, la radiación sólo tuvo un impacto en el control loco-
rregional de la enfermedad, sin incidir en lo absoluto en su control
sistémico, que es el objetivo más importante a lograr para conseguir
la curación de los tumores malignos.
La historia del tratamiento sistémico del cáncer es muy recien-
te y se remonta a mediados del siglo XX, con el descubrimiento de
drogas capaces de eliminar células malignas, siendo las primeras

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los antifolatos (aminopterina) y las mostazas nitrogenadas (produc-
to de la observación de que el gas mostaza utilizado en la Segunda
Guerra Mundial producía leucopenia grave en los supervivientes
de los efectos agudos de dicho gas) que fueron empleadas para el
tratamiento de la leucemia linfoblástica. El primer tumor sólido en
que se logró una curación con un fármaco sistémico (metotrexate)
fue el coriocarcinoma, en 1955. Las décadas de los años cincuenta y
sesenta fueron ricas en la investigación de terapias sistémicas para
el tratamiento del cáncer. En dicho periodo, surgieron también los
ensayos clínicos controlados por sorteo, que brindan la mejor evi-
dencia científica de la eficacia de cualquier maniobra terapéutica.
Debe destacarse que la mayoría de esos estudios se realizó sin el
conocimiento de los mecanismos básicos de acción de las diversas
drogas ni de los procesos biológicos en el ámbito molecular que da-
ban origen a las neoplasias malignas. 87
En 1973, se inició otra era en el tratamiento del cáncer de
mama, con la adición al armamentario terapéutico del antiestróge-
no tamoxifén (un medicamento diseñado fallidamente como anti-
conceptivo). Por vez primera, un medicamento no quimioterapéuti-
co mostró eficacia en el tratamiento del cáncer. Hoy en día, se sabe
que dicho medicamento reduce el riesgo de recurrencia y de muer-
te hasta en 35%, cuando se utiliza como tratamiento adyuvante en
pacientes cuyos tumores expresan receptores de estrógeno.4 En el
mismo año, se inició el primer estudio aleatorizado de quimiotera-
pia adyuvante (en adición a la cirugía) en cáncer de mama. La com-
binación de tres drogas (ciclofosfamida, metotrexate y fluoruracilo)
demostró incrementar en forma significativa la supervivencia de
las pacientes con cáncer de mama, lo que no se había logrado con la
realización de cirugías cada vez más radicales.5
En vista de que era el tratamiento sistémico y no la agresividad
local lo que impactaba en la sobrevida, en 1976 se iniciaron los pri-
meros estudios aleatorios quirúrgicos en cáncer de mama. En uno
de ellos se demostró que la mastectomía radical brindaba la misma
sobrevida que la mastectomía total (preservando músculos pectora-
les y ganglios axilares).6 Después, otros seis estudios aleatorizados
demostraron que la cirugía conservadora de la mama con radiote-
rapia a ésta brinda la misma sobrevida que la mastectomía radical,
dos de ellos con seguimiento de 20 años.7,8
Continuando con el ejemplo del cáncer de mama, la cirugía ha con-
tinuado su evolución para ser más conservadora y centrada en la cali-
dad de vida de las pacientes. La disección axilar completa puede evitarse

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cuando se puede localizar el ganglio centinela, a saber, el primero que
recibe el drenaje linfático de la mama.9 La evolución quirúrgica continuó
en el mismo sentido: los ganglios son considerados como marcado-
res y no gobernadores de la supervivencia. El concepto de realizar
disección ganglionar para mejorar la sobrevida ha sido retado por el
más reciente estudio aleatorizado donde mujeres con ganglio centi-
nela positivo para metástasis NO se sometieron a disección axilar,
sin perjuicio en su pronóstico a largo plazo.10
Años más recientes han sido testigos del surgimiento de la te-
rapia biológica, como anticuerpos monoclonales para el tratamiento
de los tumores (p. ej., cetuximab en cáncer colorrectal y trastuzu-
mab en cáncer de mama).11,12 Dichas terapias han demostrado ser
útiles sólo en ciertos grupos de pacientes, con base en las caracterís-
ticas moleculares del tumor: el cetuximab sólo beneficia a pacientes
88 sin mutación en el oncogén K–ras, mientras que el trastuzumab,
sólo a aquéllas que sobreexpresan el receptor HER2 en la superficie
de las células malignas. Los anteriores son ejemplos de terapias di-
rigidas a subgrupos de pacientes, con base en el conocimiento de los
mecanismos moleculares intrínsecos que dan origen y permiten el
desarrollo de neoplasias malignas.
Con todo este conocimiento y arsenal terapéutico actual, ¿cuál
es el papel del cirujano oncólogo? El cirujano oncólogo ha adquiri-
do habilidades y experiencia especiales con un compromiso para el
tratamiento de pacientes con neoplasias. Posee un corpus de cono-
cimientos que se extiende por todas las facetas de cáncer, incluidas
la prevención, el diagnóstico, el tratamiento, la rehabilitación y la
vigilancia. Aunque el tratamiento quirúrgico es la parte central de
la especialidad, lo que diferencia la cirugía oncológica de otras áreas
de la cirugía es la experiencia oncológica y aquélla necesaria para
lidiar con todos los aspectos del manejo del cáncer en una forma
multidisciplinaria. La característica sobresaliente de diferenciación
es que la cirugía oncológica es una especialidad tanto técnica como
cognitiva, que implica un proceso de una enfermedad crónica que
involucra todos los sistemas orgánicos y, por lo tanto, incluye mu-
chos procesos fisiológicos y biológicos.
Lo que caracteriza a la cirugía oncológica y a los especialistas que
a ella se entregan es la dedicación de la mayor parte de la práctica a la
atención del paciente con cáncer. El cirujano oncólogo debe tener co-
nocimiento extenso del proceso mórbido, las potenciales terapias dis-
ponibles y la capacidad de guiar de manera adecuada al paciente con
la mejor combinación y secuencia de tratamientos contra el cáncer,

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por lo tanto, debe ser un cirujano técnicamente competente, así como
un oncólogo hábil. En general se requiere un entrenamiento adicional
que se concentra en la experiencia del manejo del paciente con cáncer
después de la capacitación propia de la residencia en cirugía general,
pues se espera que pueda manejar cánceres que involucran una se-
rie diversa de sitios anatómicos, así como presentaciones complejas e
inusuales de las neoplasias. El cirujano oncólogo debe tener el conoci-
miento y el juicio para aplicar con seguridad diversas opciones de tra-
tamiento quirúrgico, que van de las conservadoras a las radicales en
pacientes individuales, con base en el conocimiento de la biología de
la enfermedad. Este especialista debe brindar liderazgo institucional
en la prevención, escrutinio y diagnóstico del cáncer, al mismo tiem-
po que es capaz de coordinar el manejo multidisciplinario del cáncer
y asumir su papel en el equipo de médicos de diversas especialidades.
Es bien sabido que los resultados quirúrgicos, tanto a corto 89
como a largo plazos, son mejores cuando los procedimientos son
realizados en centros de alto volumen por cirujanos experimenta-
dos. Lo anterior ha quedado bien demostrado para procedimien-
tos quirúrgicos complejos, que en el área de la cirugía oncológica
incluyen la esofaguectomía, pancreaticoduodenectomía (operación
de Whipple) y las resecciones hepáticas y pulmonares mayores.13
Sin embargo, hace poco se ha puesto de manifiesto que aun para
procedimientos quirúrgicos mucho menos demandantes desde el
punto de vista técnico, como es la cirugía de mama, los resultados
a largo plazo son mucho mejores cuando las pacientes son trata-
dos por subespecialistas en oncología. En un estudio reciente, la
sobrevida global y sobrevida sin enfermedad fue significativamente
superior para todos los estadios de cáncer de mama, cuando las pa-
cientes eran tratadas por un cirujano oncólogo, en comparación con
aquéllas tratadas por un cirujano general. Asimismo, se demostró
un mayor uso de la cirugía conservadora por parte de los cirujanos
oncólogos y más apego a las guías de uso de terapias adyuvantes,
como quimioterapia y radioterapia. El conocimiento y la aplicación
de este concepto multidisciplinario son lo que brinda un mejor pro-
nóstico al paciente con neoplasias malignas.14
Para algunos, la cirugía oncológica es una espacialidad mal
definida, por la ausencia de credenciales y certificación de la espe-
cialidad. En México, desde diciembre de 1992, existe un Consejo
Mexicano de Oncología, que reconoce y certifica a subespecialis-
tas de tres áreas: cirugía oncológica, oncología médica y oncología
pediátrica, cuyos estudios se encuentran avalados por la División

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de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma
de México. En Estados Unidos, desde 1990, el American Board of
Surgery reconoce la Cirugía Oncológica como una de los 10 compo-
nentes primarios de la cirugía general y la define como “el cuidado
coordinado multidisciplinario del paciente con cáncer, incluyendo
escrutinio, diagnóstico, tratamiento quirúrgico, terapia adyuvante,
rehabilitación y seguimiento”. El American Board of Obstetrics and
Ginecology ha creado la subespecialidad de ginecología oncológica,
la cual estsujeta a certificación independiente. Sin embargo, no es
sino hasta fecha muy reciente, en 2012, cuando el American Board
of Medical Specialties (ABMS) reconoce la cirugía oncológica como
una especialidad independiente que requiere entrenamiento formal
y está sujeta a certificación. Los elegibles para participar en el pro-
ceso de certificación son los médicos graduados a partir del 30 de
90 junio de 2013. Debe destacarse que esta certificación es la primera
que otorga el ABMS desde hace más de 20 años.15
La evolución de la subespecialización hacia la cirugía onco-
lógica tiene varias facetas, pero en general es resultado de varios
factores: a) el impresionante incremento en el conocimiento y la
complejidad de los avances en oncología que deben ser aplicados al
paciente quirúrgico con cáncer; b) el incremento en las oportunida-
des de investigación, tanto clínica como básica, para la comprensión
de la biología del cáncer; c) el rápido incremento en el número de
oncólogos médicos y radioterapeutas que amenazan con disminuir
el papel tradicional del cirujano en la coordinación del manejo de
pacientes con cáncer (aun en aquellos con enfermedad en etapas
iniciales), y d) la impresión del público de que los cirujanos tendrán
la información más reciente y serán capaces de ofrecer el último y
mejor de los tratamientos contra el cáncer.
Aunque la mayoría de los cirujanos oncólogos trabaja en hos-
pitales universitarios, muchos también desempeñan un papel muy
importante en centros comunitarios. De hecho, un buen número de
ellos cree que cada centro hospitalario en comunidades importantes
debe tener al menos un cirujano oncólogo. Por supuesto, cada pro-
grama de entrenamiento en cirugía general debe contar con al menos
un cirujano oncólogo, que brinde educación a los residentes en los
principios de cirugía oncológica y entrenar a los cirujanos para ser
clínicamente competentes en el manejo de las neoplasias malignas.
Sobra decir que no todo el manejo quirúrgico de los pacientes con
cáncer en una institución será dirigido por un cirujano oncólogo; sin
embargo, su objetivo debe ser asumir el liderazgo en esta área, dentro

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del departamento de cirugía. Otro elemento clave es el involucro del
cirujano en investigación translacional y en ciencia básica, lo cual es
común a los médicos de todas las disciplinas. Por último, el cirujano
oncólogo académico tiene la responsabilidad de exportar su conoci-
miento informando a la comunidad quirúrgica los nuevos abordajes
de diagnóstico y tratamiento de los pacientes con cáncer.
Podemos resumir las responsabilidades del cirujano oncólogo
en tres grandes áreas:
1) Responsabilidades clínicas. El cirujano oncólogo es un ciru-
jano general y un oncólogo en el sentido amplio de ambas pala-
bras. Debe ser capaz de coordinar todos los aspectos oncológicos
de la atención del paciente y comunicarse con el oncólogo médico
y el médico radioterapeuta de una forma competente y bien in-
formada. Esto requiere de un conocimiento sólido de la biología
del cáncer. El cirujano oncólogo tiene el entrenamiento, juicio y 91
experiencia para realizar en forma segura intervenciones quirúr-
gicas con los objetivos de curación, control local de la enfermedad,
etapificación, o una combinación de todas ellas. En general, esto
involucra la resección en bloque del tumor primario y sus exten-
siones regionales para minimizar la posibilidad de recurrencia tu-
moral, prevenir ulterior diseminación del tumor, así como reducir
o eliminar la carga tumoral.
Por otra parte, debe ser capaz de ejecutar cirugía más conser-
vadora, cuando es más apropiada y segura como intervención onco-
lógica, en especial cuando preserva la función, reduce la morbilidad
o es menos desfigurante que la cirugía radical. Ejemplos de ellos los
hemos citado como la equivalencia en sobrevida entre cirugía con-
servadora de mama y mastectomía radical para cáncer de mama8 o
cirugía preservadora de extremidad, en lugar de amputación, en sar-
comas de extremidades.16 El cirujano debe, asimismo, conocer cómo
realizar intervenciones paliativas, resecando tumores que amenazan
funciones corporales, aliviar síntomas existentes, reducir carga tumo-
ral e incrementar la capacidad de otras modalidades de erradicar el
cáncer. Un ejemplo de este último objetivo es la cirorreducción en
cáncer epitelial avanzado del ovario, que es indispensable lograr de
manera óptima, reduciendo al máximo la carga tumoral para permi-
tir una máxima eficacia de la quimioterapia sistémica.17
En relación con el área no quirúrgica, el cirujano oncólogo tie-
ne la responsabilidad de coordinar el tratamiento multidisciplinario
del cáncer y guiar a los pacientes en cuanto a las combinaciones y
secuencia apropiada de las opciones para el tratamiento del cáncer

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según la etapa de la enfermedad. Así, tiene un papel fundamental en
la planeación del tratamiento y el manejo del paciente. Para hacer
esto, el cirujano oncólogo debe entender ampliamente las indicacio-
nes, riesgos y beneficios de la quimioterapia adyuvante, tratamien-
to hormonal y radioterapia, en especial cuando hay un beneficio
demostrado en estudios clínicos prospectivos y aleatorizados. Por
ejemplo, debe saber que el tratamiento con quimioterapia y radio-
terapia antes de la cirugía en cáncer de recto avanzado (T3–4 y/o
N1) es el apropiado para brindar al paciente la menor probabilidad
de recurrencia locorregional, en lugar de proceder a resección qui-
rúrgica inicial.18 Por último, el cirujano oncólogo debe ser capaz de
utilizar todos los recursos tanto físicos como emocionales para lo-
grar la máxima rehabilitación del paciente. En este último rubro,
es indudable, por ejemplo, la función que tiene la reconstrucción
92 mamaria en pacientes que son sometidas a mastectomía total, en
relación con su rehabilitación tanto física como emocional.19
2) Responsabilidades educativas. Todos los cirujanos oncólogos
tienen una responsabilidad educativa que debe beneficiar a sus co-
legas cirujanos (a través de la educación médica continua) y, en
centros académicos, a estudiantes de medicina, residentes quirúr-
gicos y residentes de cirugía oncológica. De hecho, el cirujano on-
cólogo debe tener la capacidad de desarrollar programas efectivos
de entrenamiento y recursos educativos para demostrar los avan-
ces del campo, tanto a los educandos como a médicos en práctica.
3) Responsabilidades de investigación. Todos los cirujanos on-
cólogos, incluidos aquellos que practican en centros comunitarios,
deberían participar en estudios clínicos apropiados de su área de
especialidad. Ya sea que el ejercicio del oncólogo sea en un centro
académico o en uno comunitario, debe mantener un interés intelec-
tual activo en la investigación. Al igual que todos los especialistas
en cáncer, el cirujano oncólogo debe ser un conocedor firme de los
principios de la biología del cáncer y debe estar preparado para im-
plementar los avances en genética, inmunología y biología molecu-
lar en las nuevas estrategias de diagnóstico y tratamiento. Así, por
ejemplo, en la actualidad están disponibles pruebas de laboratorio
que brindan una “firma genética” del cáncer de mama (Oncotype-
DX® y Mammaprint®), en relación con su riesgo de recurrencia, lo
cual permite la selección más individualizada de la terapia a seguir,
lo cual ofrece beneficios, no sólo al evitar toxicidad en pacientes que
no se benefician con el tratamiento adyuvante, sino también al ejer-
cer la medicina en una forma más eficiente en cuanto al costo.20

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Por desgracia, la investigación en general y la clínica en parti-
cular están demasiado limitadas en nuestro país. Incluso en Estados
Unidos, la participación quirúrgica en los ensayos clínicos oncoló-
gicos es limitada. En un estudio reciente, de 9 961 estudios clínicos
oncológicos registrados en ClinicalTrials.gov, 1 049 (10.5%) inclu-
yen algún tipo de intervención quirúrgica; de éstos, sólo 125 (1.3%
de todos los estudios oncológicos) evalúan una variable quirúrgica,
mientras que 73.7% evalúa terapias adyuvantes/neoadyuvantes.21
Sin duda alguna, concluye este estudio, se requieren más ensayos
en áreas quirúrgicas para tomar decisiones con base en evidencias.
La cirugía oncológica es una de las áreas de mayor expansión
dentro de las especialidades quirúrgicas. Es indudable que dicha
característica se seguirá incrementando en las siguientes décadas,
dado que los rápidos avances en el manejo del cáncer demandarán
un mayor número de cirujanos oncólogos, que desempeñen las fun- 93
ciones delineadas con anterioridad. Es poco frecuente en la actua-
lidad, y será raro en el futuro, que el paciente con cáncer no sea
tratado en un entorno multidisciplinario; por lo tanto, todos los ci-
rujanos deberán estar entrenados y preparados para participar en
forma significativa en este campo en rápido desarrollo. El conoci-
miento de la ciencia básica es de gran valor ahora y lo seguirá siendo
en el futuro, en especial en lo relacionado con los procesos celulares
y moleculares del cáncer. La rápida expansión del conocimiento y
la tecnología, por otra parte, harán imposible para un individuo el
manejo integral de las neoplasias de toda la economía. Es espera-
ble y deseable una mayor subespecialización, en particular, en la
atención específica de áreas de gran complejidad quirúrgica, como
las del esófago, estómago, hígado, páncreas y recto, entre otras. El
conocimiento sólido de los principios oncológicos hará de esta es-
pecialidad una base general para todo aquel cirujano que pretenda
atender en forma óptima a pacientes con neoplasias malignas.

Referencias
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95

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TRASPLANTES EN LA SEGUNDA
DÉCADA DEL SIGLO XXI
Mario Vilatobá Chapa 10
Josefina Alberú Gómez
Alan Contreras Saldívar

97

Trasplante renal
En el presente capítulo, se centrará la atención en los retos actua-
les y las necesidades no cubiertas en la segunda década del siglo
XXI, en materia de trasplantes. Han transcurrido casi 60 años des-
de que se llevó a cabo el primer trasplante renal exitoso, en 1954.
Los avances científicos que antecedieron a ese primer éxito y los
ocurridos en años posteriores han hecho posible que, en la actuali-
dad, los resultados de supervivencia del paciente receptor renal con
injerto funcional se encuentren en 96.5% (donante vivo) y en 92%
(donante fallecido) al año postrasplante, y que estos porcentajes se
sitúen en 82.5% y 70% a 5 años, para receptores de donante vivo y
fallecido, respectivamente.1 Los avances científicos a los que hace-
mos referencia no sólo competen a lo acontecido en el desarrollo y
uso clínico de fármacos inmunosupresores de probada eficacia —en
particular a los inhibidores de calcineurina [ICN (ciclosporina y ta-
crolimus)]—, también incluyen a una mejor preparación integral
pretrasplante y mejores cuidados en la etapa postrasplante, refina-
miento de las técnicas quirúrgicas, uso de profilaxis para infeccio-
nes por gérmenes oportunistas, entre otros.
Los excelentes resultados alcanzados a corto y mediano plazos
empiezan a afectar también en forma positiva el largo plazo.1 En
la última década, el incremento en la vida media funcional se ha
trasladado a 14 años, para injertos de donante vivo, y a 10.5 años,
para donante fallecido. Esta mejoría obedece a una disminución
en la tasa de falla del injerto y regreso a diálisis. Sin embargo, la
tasa de muerte con injerto funcional no ha declinado. Es innegable
que parte de esta mejoría ha estado ligada al uso de inhibidores de
ICN, inmunosupresores que proveen un perfil bien caracterizado
de riesgo–beneficio, que han disminuido de modo significativo el
riesgo de rechazo agudo pero, a lo largo del tiempo, también han
contribuido a la nefrotoxicidad que puede acelerar la pérdida del
injerto.2 Además, los ICN afectan un amplio rango de “blancos” no
inmunológicos y condicionan hipertensión, dislipidemia y diabetes,
factores de riesgo que contribuyen al incremento de morbilidad y
mortalidad cardiovascular. Las principales causas de muerte del pa-
ciente receptor de trasplante renal continúan siendo las de origen
cardiovascular, infecciosas y neoplásicas.

El equilibrio: riesgo mínimo de rechazo y reducción


98 de las toxicidades
De lo que aquí se trata es de perseguir un balance correcto: minimi-
zar el riesgo de rechazo mientras se reducen las toxicidades. Para
reducir la toxicidad de los ICN, es necesario desarrollar regímenes
inmunosupresores libres de ICN. Al mismo tiempo, los regímenes
novedosos necesitan ser efectivos para inhibir tanto las células vír-
genes como las células de memoria, involucradas en la respuesta
inmune. Una ventaja real de los ICN es justamente su capacidad
inhibitoria de las células de memoria. Éstas pueden estar presentes
en el individuo receptor de un trasplante, por haber sido expuesto
con anterioridad a antígenos HLA que pueden estar presentes en el
injerto; no requieren mucho estímulo para reactivarse, proliferar e
iniciar eventos de rechazo. Así, pues, cualquier nuevo fármaco que
pretenda sustituir a los ICN de igual manera deberá tener la capa-
cidad de actuar sobre esta línea celular.
Con este propósito, se han desarrollado productos biológicos
que interfieren con la coestimulación, evento éste indispensable du-
rante la presentación antigénica para la plena activación del linfo-
cito T, principal orquestador de la respuesta inmune. El compuesto
biológico más avanzado en su tipo y que ha probado su eficacia en
estudios clínicos III corresponde a belatacept. Los estudios clínicos
que comparan la eficacia de belatacept vs. ciclosporina han mostra-
do una extraordinaria preservación de la función del injerto renal.3
Con el propósito de hacer aún más selectivo el bloqueo de CD28, se
ha diseñado un anticuerpo monovalente dirigido específicamente
contra CD28, no estimulante, sino un verdadero antagonista que

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inhibe la proliferación y producción de citocinas por el linfocito T
y produce anergia in vitro. Los resultados favorables observados
en estudios preclínicos con este anticuerpo monovalente deberán
ser probados en estudios clínicos.4 Otros anticuerpos monoclonales
que pronto serán incorporados a estudios clínicos actúan bloqueando
la interacción de CD40–CD40L.

Un problema reemergente: anticuerpos anti–HLA


No obstante que las terapias inmunosupresoras en uso clínico han
sido de gran utilidad para la prevención del rechazo agudo y pérdi-
da temprana del injerto, en particular para eventos mediados por
células T citotóxicas, el efecto deletéreo mediado por anticuerpos 99
(Acs), producto del brazo humoral de la respuesta inmune y des-
crito hace un poco más de cuatro décadas, ha vuelto a ser foco de
atención prioritaria en inmunobiología del trasplante.5 Durante los
últimos 15 años, valiosas observaciones han confirmado y desci-
frado en forma progresiva las alteraciones clínicas, patológicas e
inmunopatológicas del rechazo mediado por anticuerpos (RMA).
Ya sea que estos Acs anti–HLA, específicos contra determi-
nantes antigénicas del injerto, estén presentes antes del trasplan-
te (individuos presensibilizados) o que se desarrollen en la etapa
postrasplante (anticuerpos anti–HLA de novo), son responsables
de eventos de rechazo agudo y crónico, mediados por éstos y la ac-
ción del complemento, al igual que de una reducción significativa
de la supervivencia del injerto, tal y como lo demuestran a plenitud
múltiples estudios. La doble condición de sensibilización pre y pos-
trasplante y el rechazo mediado por estos Acs permanecen como un
reto vigente de tratamiento. Los resultados con las drogas dispo-
nibles utilizadas hoy en día para desensibilizar y poder trasplantar
al paciente o revertir eventos de RMA, en especial en sus formas
crónicas, no son del todo satisfactorios. Los regímenes actuales uti-
lizados incluyen plasmaféresis, inmunoglobulina G, rituximab (an-
ticuerpos quiméricos anti–CD20). Más recientemente, el inhibidor
de proteosomas (Velcade) ha sido reportado como de utilidad para
revertir rechazos refractarios mediados por Acs y el empleo del an-
ticuerpo monoclonal humanizado anti–C5, Eculizumab, inhibidor
del complemento que previene la formación del complejo de ataque
de membrana, parece proteger al injerto renal, a pesar de la presen-

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cia de Acs anti–HLA donante específico.6 Cabe destacar que ninguno
de estos agentes o esquemas ha sido probado de manera rigurosa en
estudios clínicos aleatorizados con suficiente número de pacientes.

Falta de órganos: un reto con muchas esperanzas


La demanda de injertos para trasplante renal de donante fallecido
es mayor que nunca en la mayoría de los países, con cifras que se
incrementan cada año. Acorde a la experiencia de Estados Uni-
dos, aproximadamente 30% de pacientes en lista de espera cuen-
ta con un donante vivo; sin embargo, se encuentra imposibilitado
para recibir el riñón de ese donante, debido a incompatibilidad
100
de grupo sanguíneo o presencia de sensibilización en contra del
donante. Los protocolos de desensibilización para poder proceder
a trasplante en estas dos circunstancias han logrado vencer tales
obstáculos con éxito variable. Estos procedimientos tienen costos
económicos excesivos y no están exentos de riesgos. Ante esta si-
tuación, una estrategia que ha resultado ser de gran utilidad es
la práctica de intercambio pareado de donador, donde el donador
“A” le dona al receptor “B” y el donador “B” le dona al receptor
“A”, habiendo asegurado mediante las pruebas correspondientes
que este intercambio de donantes hacen plenamente compatible
el procedimiento. Por otro lado, la aceptación gradual del donante
no dirigido, definido como el individuo que a voluntad y por al-
truismo decide donar uno de sus riñones para pacientes en nece-
sidad, ha permitido que estas estrategias de donación pareada se
conviertan en cadenas de trasplante. Así, la cadena se inicia cuan-
do un donador no dirigido dona uno de sus riñones a un paciente
en la lista de espera, quien, a su vez, tiene un donador dispuesto
pero incompatible. Dicho donador incompatible, a su vez, le dona
a otro receptor, con el cual sí es compatible, y así sucesivamente.
El número acumulado de trasplantes de este tipo en Estados Uni-
dos alcanzó la cifra de 272 procedimientos en 2011, como parte de
54 cadenas.7 Las estrategias para continuar con estos programas
se perfeccionan sin cesar y han tenido cada vez mayor aceptación
por un mayor número de centros, como una de las mejores alter-
nativas viables para ofrecer trasplante a un mayor número de pa-
cientes en lista de espera.

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Empero, la opción más fascinante para disponer de un número
suficiente de órganos está cifrada en el campo de la medicina re-
generativa. La utilización de xenoinjertos decelularizados —en los
cuales sólo queda el estroma que actúa como molde—, que más
tarde son repoblados con células tallo pluripotenciales del propio
receptor, ofrece una opción sin precedente para aliviar la escasez
de este recurso. Además, al utilizar las células del propio pacien-
te para el proceso de repoblación celular, se estarían implantando
órganos por completo tolerables por el receptor. Aun cuando esta
herramienta no estará todavía disponible en el corto plazo, tiene un
futuro potencial viable y con certeza muy prometedor.8

Inducción de tolerancia
101
El término tolerancia implica la viabilidad funcional y estructural
del injerto, libre de rechazo, en ausencia de inmunosupresión, en un
individuo por demás inmunocompetente. Ha sido demostrado que
la inducción de este estado requiere el establecimiento de un estado
de quimerismo mixto. Uno de los mecanismos para lograrlo es me-
diante terapias con base en infusión de células tallo hematopoyéticas
procedentes del donante, en un sujeto receptor preacondicionado con
regímenes no mieloablativos. El trasplante renal es efectuado en for-
ma concomitante a la infusión de las células hematopoyéticas. A la
fecha, el protocolo empleado por la Universidad de Northwestern de
Chicago parece el más promisorio. La característica esencial consiste
en la utilización de células tronco hematopoyéticas enriquecidas con
una población celular denominada “células facilitadoras de tolerancia
al injerto”. La utilización de este abordaje ha dado como resultado
quimerismo duradero e inducción de tolerancia en 5/8 pacientes re-
ceptores de injertos no HLA idénticos. No han ocurrido eventos de
enfermedad de injerto contra huésped. En los cinco pacientes que
han mostrado quimerismo duradero, se ha evidenciado inmunocom-
petencia y tolerancia donador–específico mediante múltiples ensayos
in vitro; en estos pacientes, la inmunosupresión (tacrolimus/mico-
fenolato de mofetilo) fue retirada con éxito al año postrasplante, la
función renal ha permanecido estable por espacio de 6 a 20 meses
posrretiro de medicamentos y no se ha presentado desarrollo de an-
ticuerpos donante–específico. Los mecanismos subyacentes a este
proceso de tolerancia involucran poblaciones celulares linfocitarias
reguladoras, en un proceso biológico activo y altamente eficiente.9

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Habremos de aguardar el seguimiento a más largo plazo de los
pacientes incluidos en estos protocolos de investigación clínica, al
igual que los biomarcadores (celulares, genéticos) óptimos que per-
mitan garantizar que el estado de tolerancia es persistente y, por
ende, los pacientes receptores de estos trasplantes podrán perma-
necer sin inmunosupresión de manera indefinida.

Trasplante hepático

El trasplante hepático ortotópico (THO) ha evolucionado de ma-
nera drástica en los últimos 50 años y, en este tiempo, ha pasado
de ser un procedimiento fútil, al mejor tratamiento para la falla
102 hepática terminal. El primer intento de trasplante hepático en hu-
manos se realizó en Denver, en 1963, por el doctor Thomas Starzl.10
En 1967, se obtuvo el primer trasplante hepático exitoso con una
sobrevida de 1 año.11 El refinamiento de las técnicas quirúrgicas,
la mejor selección de los pacientes, el desarrollo de nuevos inmu-
nosupresores y soluciones de preservación, así como la mejoría de
técnicas anestésicas y cuidados posoperatorios contribuyeron a
que, desde 1983, se considere el THO como el mejor tratamiento
para la enfermedad hepática terminal, aguda o crónica, así como
para ciertos trastornos metabólicos y algunos tipos de cáncer.12 A
partir de este momento, el procedimiento se ha extendido a prácti-
camente todo el mundo.13
El gran paso limitante en este procedimiento ha sido la esca-
sez de órganos, alrededor de 17 000 pacientes necesitan un THO en
Estados Unidos, lo que ha provocado el desarrollo de diferentes
medidas para incrementar el número de injertos, como son: los
donadores de criterios extendidos, el hígado dividido, el donador vivo
y el trasplante dominó. En la actualidad, el THO ofrece una sobrevida
a 1 y 5 años, de 90% y 85%, respectivamente, con una excelente cali-
dad de vida en la mayoría de los casos. Las principales indicaciones
en la actualidad para THO son VHC, autoinmunes, alcohol, esteato-
hepatitis no alcohólica (NASH) y carcinoma hepatocelular (CHC).

Virus de la hepatitis C
De 30 a 45% de los trasplantes hepáticos en occidente son a causa
del virus de la hepatitis C (VHC). Es importante considerar esto,

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ya que en la actualidad la sobrevida del injerto en pacientes con
VHC es la más baja, si se compara con la sobrevida del injerto por
otras causas.14 La reinfección es universal y puede provocar daño
en tan sólo 3 meses, y de 20 a 30% progresa a cirrosis en 5 años.
En la actualidad, existen dos inhibidores de proteasas apro-
badas por la FDA en 2011, boceprevir y telaprevir, que muestran
una respuesta viral sostenida mayor que el tratamiento de inter-
ferón–ribavirina. Esas nuevas drogas tienen una interacción con
los inhibidores de calcineurina y supresión en médula ósea nada
despreciable. Hoy en día, se llevan acabo protocolos para pacientes
pos–THO por VHC para, con este esquema de tratamiento, evitar
la recurrencia de cirrosis en estos pacientes.

Carcinoma hepatocelular 103

El THO en pacientes con carcinoma hepatocelular (CHC) se ha


incrementado de manera muy importante en la última década.15
El CHC se desarrolla con mayor frecuencia en los pacientes con
cirrosis, principalmente en pacientes con VHB y VHC. Por ahora, el
seguimiento de los pacientes con cirrosis es con alfa–fetoproteína
y US cada 6 meses; sin embargo, la sensibilidad de esta modalidad
es de 60 a 65%. En la actualidad, alrededor de 50% de los trasplan-
tes hepáticos en Asia son por CHC, 25% en USA, 15% en Europa y
< 10% en Australia y Nueva Zelanda. Los criterios aceptados para
trasplantar a un paciente con CHC son los criterios de Milán (1 tu-
mor > 2 cm y < 5 cm o 3 tumores < 3 cm). Con estos criterios, la
sobrevida a 5 años es de 80% y ha provocado un incremento de
5 veces en el número de THO que se realizan por CHC. Estos cri-
terios se han tratado de expandir por varios centros con diferentes
resultados. Incluso la utilización de estudios genéticos y molecu-
lares se han utilizado para realizar una mejor selección de estos
pacientes, como es la pérdida de la fracción alélica o el nivel de
des–gama–carboxiprotrombina.16

Esteatosis hepática no alcohólica


La esteatosis hepática no alcohólica (NASH) es la etiología que se
ha incrementado más en los últimos años y probablemente llegue
a ser la indicación más común de trasplante hepático en 2020. Los
pacientes con NASH pueden presentar cirrosis y/o CHC. Hasta

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ahora, los resultados en pacientes trasplantados por esta causa son
bastante buenos, comparables con pacientes con colangitis escle-
rosante primaria o cirrosis biliar primaria, a pesar de ser pacientes
más añosos, obesos, con hipertensión arterial y diabetes mellitus.17
Según los reportes del registro científico de receptores de tras-
plantes, gracias a los avances en el manejo perioperatorio y de UTI,
la población que recibe un hígado en Estados Unidos es más añosa,
con mayor probabilidad de que sufra de diabetes y obesidad y con
una incidencia mayor de trombosis portal. Desde febrero de 2002,
el Modelo para Enfermedad Hepática Terminal (MELD, siglas de
Model for End–Stage Liver Disease) ha sustituido a la clasificación
Child–Turcotte–Pugh para la asignación de órganos en el tras-
plante hepático, lo que ha hecho disminuir la mortalidad en la
lista de espera. Sin embrago, más de 10 años después, este modelo
104 ha mostrado algunas deficiencias y ha provocado que cada vez pa-
cientes más graves sean llevados a THO, como lo muestra el grupo
de UCLA, el cual incluye más de 5 400 pacientes que apoyan esta
información. El MELD se ha incrementado de 22 en 2002 a 33 en
2011, con casi 30% de los pacientes trasplantados de hígado después
de 2007 en este centro con MELD > 40. El reto hoy en día es saber
determinar qué paciente se beneficiará con un THO o quien, a
pesar del THO, tendrá un desenlace fatal.18

Donadores de edad avanzada


Ahora los donadores no deben excluirse simplemente por la edad.
Cada vez existen más publicaciones de THO con donadores mayo-
res de 70 años, con resultados iguales a los donadores < 60 años.19

Esteatosis
En el pasado, los órganos que presentaban esteatosis eran descartados por
considerarse no adecuados para ser trasplantados. Ahora, hígados con
una considerable proporción de esteatosis (60%) son utilizados para THO,
con buenos resultados. Mientras la incidencia de obesidad continúe incre-
mentando, cada vez será más común enfrentarse a este tipo de órganos. El
esfuerzo por utilizar órganos con esteatosis importante ha provocado la
aparición de algunos intentos de mejorar la calidad de estos órganos, des-
pués de la procuración con terapia farmacológica o mediante máquinas
de perfusión, con resultados muy prometedores.20,21

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Otra forma como se ha incrementado el número de órganos es
al no descartar a los donadores con virus de hepatitis C (VHC) para
receptores con VHC y también utilizar donadores core–positivos
para virus de hepatitis B (VHB). De acuerdo con la CDC, los dona-
dores de alto riego son: donadores con uso de drogas intravenosas,
hemofílicos, prisioneros, historia de prostitución, actividad sexual
de alto riesgo y exposición a VIH.

Donador sin latido cardiaco (DLC)

El utilizar este tipo de donadores ha incrementado de manera im-


portante el número de órganos. En casos bien seleccionados, los
resultados son semejantes a los donadores con muerte cerebral; sin
embargo, la presencia de lesiones isquémicas de la vía biliar intra-
105
hepática es algo que se presenta con mayor frecuencia en este tipo
de donadores.22

Hígado dividido

Un hígado dividido es aquel que se ha separado en dos injertos


trasplantables.23 El hígado típicamente se divide en un lóbulo la-
teral izquierdo para un paciente pediátrico y el resto del órgano
para un paciente adulto. En ocasiones, el hígado puede dividirse en
lóbulo izquierdo y derecho para dos adultos que tengan un tama-
ño adecuado para estos injertos. Esta división puede realizarse in
situ, en el donador, o en la cirugía de banco. Uno de los principales
problemas es la dificultad técnica del procedimiento, así como la
logística para tener a dos grupos de trasplante hepático disponibles.
Además, no todos los donadores son adecuados para la división.

Donador vivo de hígado


El primer caso exitoso de trasplante hepático de donador vivo
(THDV), realizado por Strong et al.,24 se ha difundido a los cinco
continentes, sobre todo en países asiáticos, donde el número de
donadores cadavéricos es muy bajo. Es en Japón, Corea del Sur
y Hong Kong, donde se han dado las principales modificaciones
a este procedimiento y, en la actualidad, 90% de los THO se rea-
liza de esta manera, a diferencia de los países occidentales, donde
el THDV ocupa 5 % de todos los THO. En los últimos 15 años, se

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ha modificado la técnica de utilizar el lóbulo lateral izquierdo para
un paciente pediátrico a lóbulo izquierdo para un adulto, lóbulo
derecho con la vena suprahepática media, lóbulo derecho con re-
construcción de V5 y V8, hasta el trasplante hepático dual, don-
de se utilizan dos lóbulos izquierdos en una misma persona. Los
resultados en centros de experiencia son similares a los del THO
cadavérico, sin embargo el número de complicaciones es mayor en
los receptores, principalmente en la vía biliar, y la morbimortalidad
en el donador está y seguirá latente. En 2001, en Estados Unidos,
tuvo su pico más alto de THDV, al registrar 524 procedimientos; a
raíz de una mortalidad operatoria, este tipo de procedimientos ha
disminuido a 247, en 2011.25

106 Incompatibilidad de grupo sanguíneo

Cada vez más centros han desarrollado protocolos para desarrollar


THO con incompatibilidad de grupo sanguíneo para mejorar los
resultados y disminuir las complicaciones. Estos protocolos inclu-
yen plasmaféresis, inmunoglobulina intravenosa, esplenectomía,
administración perioperatoria de Micofenolato de Mofetil, infusión
de prostaglandinas y rituximab.26

Inmunosupresión
Una de las principales razones por las que ha sido posible el THO
y se han mejorado sus resultados es por la inmunosupresión, que
cada vez es menos tóxica. Al parecer, el hígado estimula menos re-
chazos en comparación con otros órganos e inclusive permite un
efecto protector cuando se trasplante de manera simultánea con
algún otro órgano, posiblemente por inducir microquimerismo pe-
riférico y, con esto, una cierta tolerancia operacional.27 Sin embar-
go, hoy por hoy, la inmunosupresión continúa siendo un obstáculo
para la sobrevida del injerto a largo plazo. La combinación de dos
o tres inmunosupresores disminuye los efectos secundarios, sin
incrementar el riesgo de rechazo o infecciones oportunistas. Los
anticuerpos monoclonales que han tenido gran utilización como
inductores en el THO son el basiliximab y un poco menos el ale-
mtuzumab; anti–CD25 y anti–CD52, respectivamente. Otros blan-
cos bloqueados son: costeimulación de las células T (belatacept),
células B (rituximab), presentación de antígeno (efalizumab y ale-

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facept), formación de complemento (eculizumab), proteosomas
(bortezomib) y muchos otros.28
Los pacientes que viven más después de un THO sufren, en algunos
casos, los efectos adversos de la inmunosupresión a largo plazo, entre
los que figuran: enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico,
osteoporosis, infecciones, malignidad y falla renal. Por lo tanto, el po-
der disminuir la inmunosupresión o crear tolerancia operacional son de
los retos en un futuro próximo para mejorar la calidad de vida de estos
pacientes. En la actualidad, la información publicada sobre tolerancia ope-
racional ha mostrado resultados muy variables de éxito, desde 0% a 38%.29

Xenotrasplantes
En la actualidad, el xenotrasplante de hígado es controversial. Los
107
primeros resultados con primates fueron muy malos. El desarrollo de
cerdos genéticamente modificados ha disminuido de manera impor-
tante el rechazo hiperagudo. Sin embargo, la trombocitopenia severa
posoperatoria y el riesgo de transmisión de infecciones por ahora son
los dos principales obstáculos en el xenotrasplante de hígado.30

Trasplante de páncreas
El primer trasplante de páncreas exitoso en el mundo se llevó a cabo en
la Universidad de Minnesota, en diciembre de 1966, para tratar a un pa-
ciente con síndrome urémico y diabetes. Desde entonces, se han realiza-
do más de 18 000 trasplantes de páncreas en todo el mundo, la mayoría
de ellos en Estados Unidos.
El trasplante de páncreas se ha propuesto preferentemente como
una alternativa de tratamiento para pacientes diabéticos con insuficien-
cia renal, que son también candidatos a trasplante de riñón, y que reque-
rirán inmunosupresión para evitar el rechazo de este último. En la actua-
lidad, todos los pacientes con diabetes tipo 1 e insuficiencia renal que son
candidatos a trasplante renal, deben ser considerados como potenciales
receptores de trasplante de páncreas. El trasplante aislado de páncreas
se ha reservado para aquellos pacientes diabéticos con una alteración
significativa de la calidad de vida, en donde los riesgos del tratamiento
con inmunosupresores están justificados, específicamente episodios fre-
cuentes de hipoglicemia o cetoacidosis, a pesar del tratamiento óptimo
con insulina.

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En la actualidad, han sido muy variadas las técnicas quirúrgi-
cas usadas en el trasplante de páncreas; las secreciones exocrinas
son manejadas mediante drenaje interno. Se han realizado también
trasplantes de páncreas de donador vivo, en donde sólo el cuerpo
y/o la cola del páncreas conformaban el injerto, sin embargo, el uso
de estos injertos se ha abandonado, salvo en pocos centros. La prác-
tica más común es el trasplante del órgano completo proveniente
de un donante cadavérico, incluso en el injerto de la segunda por-
ción del duodeno, por su proximidad anatómica con la cabeza del
páncreas. Las dos grandes diferencias en las técnicas actuales están
en drenaje de secreciones exocrinas y el drenaje venoso. A pesar de
la facilidad de medir amilasa en orina para monitoreo del injerto,
las complicaciones como cistitis, hematuria y pérdida importante de
bicarbonato y líquidos hicieron que la mayoría de los centros optara
108 por anastomosar el injerto a un asa de intestino.
La segunda diferencia en la técnica actual es el drenaje venoso
del injerto, que se puede hacer hacia la circulación sistémica o hacia
la circulación portal. La primera se realiza colocando el injerto en
la pelvis, habitualmente del lado derecho, y anastomosando la vena
porta del injerto a la vena iliaca externa o a la cava del receptor.
En el caso del drenaje portal, el páncreas se coloca en el abdomen
medio por debajo del colon transverso y la vena porta del injerto se
anastomosa a una rama de la vena mesentérica superior del recep-
tor. A pesar de los potenciales beneficios de hacer el drenaje venoso
hacia la circulación portal, por ser más fisiológico, no se han demos-
trado diferencias en los resultados entre las dos técnicas y la mayor
parte de los centros hace el drenaje hacia la circulación sistémica.
Los receptores de páncreas pueden clasificarse en tres catego-
rías: 1) aquellos que reciben un trasplante de páncreas al mismo
tiempo que un trasplante de riñón; 2) aquellos en que el trasplan-
te de páncreas ocurre después de un trasplante renal, y 3) aquellos
en que únicamente se realiza un trasplante de páncreas. Existe un
registro internacional de trasplantes de páncreas, que recluta y ana-
liza la información de los pacientes que han recibido un trasplante
de páncreas y emite una publicación anual desde mediados de los
años ochenta. La apropiada selección de donantes, los avances en
la técnica quirúrgica en el cuidado posoperatorio y en la inmunosu-
presión han conducido a una mejoría de los resultados con el tiem-
po. Hoy en día, la tasa de sobrevida de los pacientes trasplantados
es superior a 95% y 80% a uno y cinco años de seguimiento, respec-
tivamente, sin haber una diferencia significativa entre los tres gru-

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pos. Sin embargo, la sobrevida del injerto es mayor en los pacientes
que reciben un trasplante de páncreas de manera simultánea con
un trasplante de riñón (85% y 70% a uno y cinco años, respectiva-
mente), en comparación con aquellos que lo reciben después de un
trasplante de riñón o con aquellos que recibieron sólo un trasplante
de páncreas (80%). Con las nuevas terapias de inmunosupresión,
las diferencias en sobrevida del injerto han disminuido en forma
paulatina, desde finales de los años noventa del siglo XX.

Trasplante intestinal y multivisceral


El primer reporte de trasplante de intestino en humanos data de 1967
y fue realizado por el grupo de Lillihei, en la Universidad de Minneso- 109
ta; el primer trasplante multivisceral se realizó dos décadas después, en
la Universidad de Pittsburg. A los reportes iniciales, siguieron múltiples
esfuerzos en varios centros en Europa y Estados Unidos; sin embargo,
los resultados no fueron favorables y por muchos años se consideró el
trasplante de intestino como un procedimiento experimental. Gracias al
avance en las técnicas de preservación, las técnicas quirúrgicas, la inmu-
nosupresión y el cuidado posoperatorio, ha habido un incremento nota-
ble no sólo en el número de trasplantes realizados, sino también en los
resultados, sobre todo en la última década. A pesar del avance en esta
área, el número de pacientes que son trasplantados de intestino y la so-
brevida del injerto es mucho menor con respecto a otros órganos sólidos.
A la fecha, se han realizado poco más de 2 500 trasplantes de intestino en
el mundo, de los que dos terceras partes se han hecho en niños.
La falla intestinal se caracteriza por la incapacidad de mante-
ner un estado de nutrición o equilibrio hidroelectrolítico adecuado,
que finalmente llevan a la desnutrición y la muerte. Las principales
indicaciones para realizar el trasplante de intestino en niños son en-
teritis necrotizante, atresia intestinal, gastrosquisis, enfermedad de
Chron, vólvulos, seudobstrucción intestinal crónica, enfermedad
de Hirschsprung y resección de largos segmentos de intestino des-
pués de extirpación de tumores. En adultos, las causas más comunes
son trauma, trombosis de la arteria o vena mesentérica superior, en-
fermedad de Chron, tumor desmoides, vólvulos, seudoobstrucción
intestinal y enteritis por radiación.
La alimentación parenteral total crónica ha cambiado de manera
significativa la expectativa de vida en pacientes con falla intestinal

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irreversible; sin embargo, está acompañada de complicaciones gra-
ves que pueden poner en riesgo la vida de los pacientes, como es el
caso de sepsis asociada con catéteres, o daño hepático severo, que se
ha reportado hasta en 50% de los pacientes que han recibido nutri-
ción parenteral por más de 5 años. Debido a esto, se ha postulado que
el trasplante intestinal debe ser considerado en pacientes con falla a
la nutrición parenteral considerado como dos o más episodios al año
de sepsis relacionada con catéter, pérdida de accesos vasculares sin
los cuales la alimentación parenteral no sería posible (trombosis de
dos o más venas centrales), enfermedad hepática avanzada secunda-
ria a la alimentación parenteral y episodios frecuentes de deshidra-
tación severa u hospitalizaciones frecuentes. Otras indicaciones son
riesgo alto de muerte y síndrome de intestino corto severo (< 10 cm
de intestino delgado en niños y < 20 cm en adulto).
110 Si durante la evaluación para trasplante, se descubre enfermedad
hepática avanzada, debe considerarse el trasplante combinado de in-
testino e hígado o incluso trasplante multivisceral (estómago, duode-
no, páncreas, hígado, intestino delgado y colon), si la enfermedad de
base involucra a otros órganos del territorio de la circulación mesenté-
rica y el tronco celiaco como en el caso de cirrosis con trombosis portal
y de las venas mesentéricas. Existen series de casos en donde, debido a
la pérdida del dominio abdominal, se han realizado trasplantes vascu-
larizados de pared abdominal con éxito.
A pesar de que se han realizado trasplantes de intestino de do-
nador vivo (menos de 40 en los últimos 20 años en Estados Unidos),
la práctica más común es mediante la obtención de los órganos de
donantes con muerte encefálica. La compatibilidad de grupo san-
guíneo es crucial debido al riesgo alto de desarrollar enfermedad
de injerto contra huésped, en donde se ha considerado el trasplante
intestinal particularmente vulnerable, debido a la gran cantidad de
linfocitos en el intestino y los ganglios del mesenterio; esta compli-
cación se presenta hasta en 7% de los casos. Es importante tomar
en consideración la serología para citomegalovirus (CMV) y Ebstein
Bar (EBV), tanto en el donante como en el receptor. Los trasplantes
en donde el donante es positivo para CMV y el receptor es negativo
pueden tener consecuencias graves ya que existe un riesgo elevado
no sólo de infección sistémica por CMV, sino también de enteritis
por el virus que puede llevar a pérdida del injerto. Donantes CMV
positivos son aceptados para receptores CMV positivos. Las infec-
ciones de novo por EBV en el contexto de la inmunosupresión au-
mentan en forma significativa el riesgo de desarrollar enfermedad

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linfoproliferativa postrasplante, por lo que el monitoreo de EBV es
importante para adecuar la inmunosupresión, y se ha estimado que
esta complicación se presenta hasta en 10% de los pacientes en los
primeros 5 años.
La incidencia de rechazo agudo ha disminuido con el tiempo y
ahora se presenta en alrededor de 50 a 67% de los pacientes, mien-
tras que el rechazo crónico se observa en entre 8 y 15%. De igual
manera, la sobrevida del injerto y de los pacientes trasplantados de
intestino ha mejorado, de modo que reportes más recientes mues-
tran sobrevida de hasta 90 y 95% a un año, respectivamente, en cen-
tros con mayor experiencia.
A pesar de la mejoría en los resultados, el número de nuevos can-
didatos a la lista de espera ha disminuido cada año desde 2006, tal
vez debido a los avances en los tratamientos médicos y quirúrgicos
para tratar la falla intestinal. Resulta interesante que el número de 111
trasplantes combinados ha aumentado de manera significativa, de tal
modo que en 2011 en Estados Unidos, 50% de los receptores de intes-
tino recibió otro órgano, y en la mayoría de los casos fue páncreas. En
la actualidad existen menos de 100 centros de trasplante de intestino
en el mundo y sólo unos cuantos son los responsables de la mayor
experiencia.
Si bien son muchos los retos y las necesidades no cubiertas que
esperan ser resueltos, el futuro en trasplantes se prevé altamente pro-
metedor. El afán de perseguir el conocimiento y encontrar soluciones
a los diversos problemas planteados en esta disciplina de las ciencias
de la salud permitirá que en los años porvenir los órganos que se tras-
planten quizás puedan tener vigencia funcional preservada por tantos
años como vida puedan tener los pacientes que los reciben.

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113

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


CIRUGÍA ENDOCRINA

Lizbeth Guilbert, Óscar Fernández 11


David Velázquez Fernández, Mauricio Sierra Salazar
Juan Pablo Pantoja Millán, Miguel F. Herrera

115
La cirugía endocrina comprende el tratamiento de las enfermedades
de cuatro glándulas: la tiroides, las paratiroides, las suprarrenales y
el páncreas endocrino. En este capítulo, analizaremos las caracterís-
ticas y los avances más importantes en cuatro áreas específicas: cán-
cer diferenciado de tiroides, hiperparatiroidismo primario, tumores
suprarrenales y tumores neuroendocrinos del páncreas.

Cáncer diferenciado de tiroides


El cáncer de tiroides es la neoplasia endocrina más frecuente (2% de to-
das las neoplasias malignas), su incidencia ha demostrado ascenso en los
últimos 20 años. El incremento en mujeres durante la última década ha
sido mayor que el de cualquier otra neoplasia. La aparición de esta neo-
plasia puede ocurrir en cualquier edad, sin embargo, es más frecuente en
personas mayores de 30 años; la mediana de diagnóstico corresponde a
los 47 años. Las dos terceras partes de los tumores ocurren en mujeres,
pero la distribución por género se equipara en pacientes mayores de 65
años. Los avances en el diagnóstico citológico y los estudios de imagen
han hecho que en la actualidad, 85% de las neoplasias sea menor de 2 cm
al momento del diagnóstico.1

Factores de riesgo

El factor mayormente asociado con el desarrollo de cáncer de ti-


roides es la exposición a radiación ionizante (tratamiento médico
o fugas nucleares). Su efecto se agudiza en personas menores de
10 años y su latencia de aparición es de 10 años. El antecedente fa-
miliar aumenta tres veces el riesgo cuando uno de los padres tiene
la enfermedad y seis veces cuando la tiene un hermano. Las muta-
ciones en los genes RET, NTRK1, BRAF, PAX8/PPARG, CTNNB1 y
TP53 se detectan en casi 70% de los casos.1,2

Presentación clínica
En general, los pacientes acuden por haberse palpado una masa
cervical y algunos otros son referidos por el hallazgo imagenológico
incidental de un nódulo tiroideo. Es importante identificar la presen-
cia de síntomas como disfagia, disfonía, disnea, tos, aumento rápido
116 de tamaño e historia de enfermedad tiroidea. La exploración física
puede hacer sospechar la existencia de malignidad cuando los nódu-
los son fijos, irregulares, > 4 cm o se acompañan de linfadenopatía.1

Diagnóstico
La presencia de un nódulo hipoecogénico, con microcalcificaciones,
sin halo periférico, con márgenes irregulares y aumento en el flujo
central en el ultrasonido (US), hace sospechar la existencia de ma-
lignidad. Se han propuesto diferentes sistemas para clasificar y asig-
nar riesgo de malignidad en la evaluación por US. Uno de ellos es la
clasificación TI–RADS, la cual ofrece algunas similitudes al sistema
BI–RADS para el cáncer de mama. Este sistema permite seleccionar
nódulos con características benignas para vigilancia y nódulos con
características sospechosas para biopsia por aspiración (BAAF).1,3 La
BAAF es el mejor estudio para la evaluación prequirúrgica de nódu-
los tiroideos. Se recomienda preferentemente en nódulos mayores de
1 cm o en cualquier nódulo asociado con síntomas, linfadenopatía o
historia de exposición a radiación ionizante. Su realización guiada por
US aumenta la sensibilidad y especificidad de la prueba. El sistema de
clasificación de Bethesda clasifica el estudio citopatológico en grados,
como sigue: I: no diagnóstico o insatisfactorio; II: benigno; III: le-
sión folicular atípica de significado incierto; IV: neoplasia folicular
o sospecha de neoplasia folicular; V: sospecha de malignidad, y VI:
malignidad. En la actualidad, marcadores moleculares como BRAF,
RAS, RET/PTC y PAX8/PPARG han demostrado servir de ayuda en
la caracterización de las lesiones indeterminadas.1,4,5

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Tratamiento
El tratamiento quirúrgico ideal del carcinoma diferenciado de tiroi-
des es la tiroidectomía total, dentro de sus ventajas están: mayor
supervivencia libre de enfermedad, optimización del yodo radiac-
tivo para detectar y erradicar tejido tiroideo sano o enfermo, mejor
monitorización empleando tiroglobulina sérica, menor probabili-
dad de enfermedad en el lóbulo contralateral y menor frecuencia de
reintervenciones. Un aspecto aun controvertido es la resección pro-
filáctica o terapéutica de los ganglios del compartimiento central.
Las guías de la Asociación Americana de Tiroides (ATA) recomien-
dan la disección ganglionar sólo en presencia de enfermedad gan-
glionar. La disección selectiva lateral de cuello se recomienda sólo
ante la evidencia de malignidad, ya sea clínica por US o BAAF.1,6,7 117

Etapificación
Existen múltiples sistemas de estadiaje con valor pronóstico; dentro
de ellos, el propuesto por la ATA permite una adecuada estratificación
después de la cirugía inicial y la ablación con yodo. Riesgo bajo: pa-
cientes con resección completa sin invasión locorregional, ausencia de
histología agresiva, invasión vascular y de captación en lecho quirúr-
gico, riesgo intermedio: invasión microscópica de tejido peritiroideo,
histología agresiva o invasión vascular y riesgo alto: invasión macros-
cópica, resección incompleta, captación en lecho tiroideo o metástasis
a distancia. Otros sistemas también útiles son: MACIS (acrónimo de
Metastasis, que significa metástasis; Age, edad; Complete resection, re-
sección completa; Invasion, Invasión, y Size, tamaño), TNM y EORTC.6,7

Hiperparatiroidismo primario
El hiperparatiroidismo primario (HPTP) se caracteriza por aumen-
to de la producción de la hormona paratiroidea (PTH), debido al
crecimiento de una o más glándulas paratiroides, con la consecuen-
te elevación de los niveles de calcio (Ca). Es más frecuente en mu-
jeres mayores de 50 años de edad. En la mayoría de los casos, es
esporádico, sin embargo, puede presentarse como parte de síndro-
mes familiares, como la neoplasia endocrina múltiple o el hiper-

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paratiroidismo familiar. En 80 a 85% de los casos, se presenta con
crecimiento de una sola glándula, la que se denomina adenoma;
en 10 a 15%, con crecimiento multiglandular, ya sea en forma de
adenoma doble o hiperplasia, y en 1% de los pacientes ocurre como
consecuencia de cáncer.8

Causa
Si bien no se conoce la causa precisa de los casos esporádicos,
se ha relacionado con exposición a radiación, baja ingesta cróni-
ca de calcio, así como anormalidades en los genes controladores
del crecimiento, protooncogenes o genes supresores de tumores.
Las anormalidades incluyen sobreexpresión de genes, como la
118 ciclina D1/PRAD1, en tumores esporádicos, RET para tumores
familiares, o mutaciones con pérdida de función en genes como
en MEN1A o HRPT2, para tumores esporádicos familiares; otras
causas incluyen inactivación del gen del receptor de vitamina D,
señalamiento aberrante en Wnt–b–catenina y expresión genética
ectópica de PTH.9

Manifestaciones clínicas
El HPTP carece de manifestaciones específicas, sin embargo,
produce alteraciones a diversos niveles, entre las que destacan
dolores osteomusculares, descalcificación ósea, fracturas patoló-
gicas, seudotumores óseos, litiasis renal, poliuria, síntomas neu-
ropsicológicos del tipo de la depresión o la pérdida de la memoria,
hipertensión arterial y enfermedad acidopéptica. La incorporación
de la medición de Ca sérico dentro de los estudios de rutina ha
permitido identificarlo de manera precoz cuando los síntomas son
incipientes o incluso existe en ausencia de síntomas. Algunos pa-
cientes pueden presentar concentraciones de Ca sérico y ionizado
normales, con niveles de PTH consistentemente elevados, a lo que
se le ha llamado HPT normocalcémico.8,10

Diagnóstico
El diagnóstico se establece al encontrar elevación en las cifras de
Ca y PTH séricos, con cifras normales o bajas de fósforo (P) y cifras
normales o altas de Ca urinario. Puede encontrarse también eleva-

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ción de los marcadores de recambio óseo, como fosfatasa alcalina y
osteocalcina, cuya magnitud depende de la gravedad de la enferme-
dad.8 La presencia de cifras de Ca mayores de 14 mg/dL, asociadas
o no con una masa cervical palpable, deben de hacer pensar en la
presencia de cáncer.

Estudios de localización
Una vez establecido el diagnóstico bioquímico, puede identificarse
crecimiento paratiroideo mediante estudios de imagen, como el US,
la tomografía computarizada (TC) o el gammagrama con MIBI (99
m Tc–sestamibi), en su forma simple o fusionado con TC (MIBI–
SPECT–CT). Recientemente, la TC de cuarta dimensión ha mostra-
do resultados superiores a la TC convencional. La localización por 119
medio de arteriografía, o bien de la obtención de muestras selectivas
venosas ha caído casi en desuso. La sensibilidad de los diferentes
estudios de imagen para la localización de crecimiento paratiroideo
se muestra en el Cuadro 11.1. Es importante señalar que la sensibi-
lidad de los diferentes estudios tiene relación directa con el tamaño
y el número de glándulas crecidas, que son significativamente supe-
riores en pacientes con enfermedad uniglandular, cuyo tamaño es
igual o mayor de 1 cm. Los estudios que se emplean con mayor fre-
cuencia son el US y el 99m Tc–sestamibi; en pacientes con sospecha
de cáncer, se sugiere practicar TC.10

Tratamiento
El tratamiento quirúrgico es el único tratamiento curativo para la
enfermedad. Se consideran candidatos para cirugía todos los pacien-
tes sintomáticos y aquellos que a pesar de cursar asintomáticos pre-
senten datos que los sitúen dentro de un nivel alto de riesgo. En el
Cuadro 11.2 se muestran las indicaciones para cirugía en pacientes
asintomáticos sugeridas por los Institutos Nacionales de Salud de Es-
tados Unidos de Norteamérica, en su reunión de consenso de 2009.11

Cuadro 11.1. Valores predictivos positivos para las diversas modalidades diagnósticas

% US % Sestamibi % TC % RMI % PET


60–92 78–100 36–100 51–100 70–74

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Cuadro 11.2. Indicación quirúrgica para pacientes con HPTP asintomático

• Calcio sérico > 0.25 mmol/L o 1 mg/dL sobre el rango normal de referencia.
• Depuración de creatinina menor de 60 mL/min.
• Densidad mineral ósea (T–score < -2.5 DE) o menos, en cualquier sitio o fragilidad a la fractura
previa.
• Edad menor de 50 años.
• Pacientes incapaces de participar en un seguimiento apropiado.

El método quirúrgico tradicional consiste en la exploración bila-


teral del cuello con identificación de las cuatro glándulas y la escisión
de la(s) glándula(s) anormal(es). La tasa de éxito de esta intervención
es de 97%. Los estudios prequirúrgicos de localización han permitido
120 tratar a los pacientes con enfermedad uniglandular mediante explo-
ración unilateral de cuello o abordaje dirigido, empleando incisiones
pequeñas o técnicas de invasión mínima, ya sea endoscópicas o vi-
deoasistidas. En los pacientes con enfermedad multiglandular, tan-
to esporádica como familiar, es necesario explorar ambos lados del
cuello. En estos casos, es importante tomar en cuenta que alrededor
de 15% de los pacientes puede tener glándulas supernumerarias, por
lo general en la grasa peritímica, por lo que se ha sugerido incluir
los cuernos superiores del timo dentro de la resección. La medición
intraoperatoria de PTH por medio de ensayos rápidos permite con-
firmar la paratiroidectomía exitosa, pocos minutos después de haber
extirpado el tejido anormal. La mayor experiencia proviene de la re-
sección de adenomas; los criterios empleados para definir curación
son: la reducción de las cifras de PTH más de 50%, 10 min después
de haber extirpado la glándula, tomando como basal las cifras prees-
cisión, o bien la normalización de las cifras de PTH, lo cual se obtiene
en la mayoría de los pacientes 15 min después de haber resecado la
glándula. Para los pacientes con cáncer, es necesario resecar en blo-
que el tumor junto con el lóbulo tiroideo ipsilateral y los ganglios del
compartimiento central. Esta resección en general incluye también la
paratiroides normal del mismo lado. La disección ganglionar yugular
sólo se recomienda en presencia de crecimiento ganglionar, ya sea
mediante estudios de imagen o durante la intervención.12
En pacientes no aptos para cirugía, se recomienda el uso de medi-
camentos para reducir las cifras de Ca. En los casos de HPT con osteope-
nia/osteoporosis se recomienda el uso de bifosfonatos, el pamidronato
fue el primero usado, el risendronato se encuentra en evaluación y, sin

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duda, el que ha dado los mejores resultados es el alendronato. En los
casos de HPT, con cifras muy elevadas de Ca, se recomienda el uso cal-
cimiméticos, como el cinacalcet para incrementar la sensibilidad del
receptor sensor de calcio, en la célula paratiroidea, y así disminuir la
síntesis y secreción de PTH. Algunas opciones inhibidoras de reabsor-
ción nuevas incluyen denosumab y odanacatib.10,13

Tumores suprarrenales
Los tumores suprarrenales son una entidad patológica en donde
existen varios escenarios clínicos dependiendo de su origen histo-
lógico. Los tumores pueden ser corticales o medulares, funcionales
o no funcionales y pueden manifestarse por síntomas relacionados 121
con la sobreproducción hormonal, síntomas condicionados por el
crecimiento tumoral, o bien ante el hallazgo incidental de una masa
suprarrenal en estudios de imagen tomados por otras causas. Cerca
de 80% de los tumores suprarrenales corresponde a adenomas no
funcionales, 10% a adenomas no funcionales, 5% a feocromocito-
mas y 5% a tumores malignos, ya sea primarios o metastásicos.14,15

Manifestaciones clínicas
Los pacientes con hipercortisolismo en general cursan con mani-
festaciones clínicas francas como obesidad central, facies de luna
llena, petequias, estriaciones violáceas, acné, hirsutismo, hiper-
tensión, hiperglicemia e hipokalemia. Los tumores productores de
aldosterona se caracterizan por hipertensión moderada, de difícil
control en edad joven, asociada con hipokalemia, mientras que
los productores de hormonas sexuales dan lugar a síndromes de
virilización o feminización y el feocromocitoma se caracteriza por
hipertensión arterial ya sea paroxística o sostenida, la cual con
frecuencia se acompaña de cefalea, palpitaciones o diaforesis. El
carcinoma adrenocortical puede presentarse con síntomas y sig-
nos relacionados con el efecto de masa, o bien manifestaciones de
sobreproducción hormonal, como cortisol en cerca de 30%, hor-
monas androgénicas o estrogénicas en 30% y aldosterona en 20%.
La enfermedad metastásica en general se identifica en los estudios
de seguimiento de pacientes con cáncer de pulmón, mama o mela-
noma, por nombrar los más frecuentes.14,15

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Diagnóstico
En los pacientes en los que se sospecha hipercortisolismo, debe
medirse cortisol sérico y en orina de 24 h. Las pruebas de supre-
sión con dosis altas de dexametasona permiten diferenciar el ori-
gen hipofisiario o suprarrenal de la enfermedad. La medición de la
actividad de renina plasmática, de aldosterona, y la relación entre
ambas, permite establecer el diagnóstico de un tumor productor de
aldosterona. Para los síndromes virilizantes/feminizantes, es nece-
sario medir testosterona sérica, DHEA–S sérica, excreción urinaria
de 17–cetoesteroides en 24 h, estrona y estradiol. El diagnóstico
bioquímico de feocromocitomas se establece con la medición de
metanefrinas y catecolaminas fraccionadas, ya sea en plasma o en
122 orina de 24 h.14,16

Imagenología
La TC permite localizar el tumor en la mayoría de los pacientes y en
algunos casos sugerir la existencia de una lesión benigna o de una
maligna. De la misma forma, algunas características radiológicas
pueden sugerir la existencia de un feocromocitoma o enfermedad
metastásica. La homogeneidad de la lesión y sus contornos pueden
ayudar al diagnóstico diferencial, pero sin duda el elemento de mayor
utilidad es la concentración intracelular lipídica de la lesión medida
como unidades Houndsfield (UH). En la TC no contrastada, los ade-
nomas tienen < 10 UH y con contraste las lesiones adrenales benignas
refuerzan de 80 a 90 UH. Del total, 50% lava en la fase tardía.14,15,17
La BAAF carece de utilidad ya que tiene muy baja sensibilidad,
además de que posee el riesgo de hematomas, dolor abdominal,
hematuria, pancreatitis, abscesos, pero sobre todo se acompaña de
crisis hipertensiva grave si la lesión corresponde a un feocromoci-
toma.14,17 Por lo anterior, toda lesión suprarrenal debe ser estudiada
bioquímicamente y manejada de manera apropiada, antes de reali-
zar cualquier procedimiento invasivo.

Manejo perioperatorio
Los pacientes con hipercortisolismo clínico o subclínico presen-
tan el eje neuroendocrino suprimido por lo que requerirán trata-

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miento sustitutivo con glucocorticoides antes de la adrenalectomía,
cuya administración puede ser necesaria por periodos de hasta
15 meses. Los pacientes con feocromocitoma deberán recibir blo-
queo alfa–adrenérgico con medicamentos del tipo del prazocina
por 3 semanas y beta–adrenérgico con propanolol o sus derivados
durante 5 a 7 días antes de la intervención, si existe taquicardia
asociada, ya instalado el alfa–bloqueo. Un día antes de la interven-
ción, se ingresan para su hidratación, dicha maniobra se continúa
durante la operación, además de la utilización de antihipertensi-
vos intravenosos como el nitroprusiato. La reposición de líquidos
puede continuar durante el posoperatorio, además del monitoreo
de la glicemia, en especial en pacientes jóvenes. Para los pacientes
con aldosteronomas, se recomienda buscar el control hipertensivo
mediante antagonistas de receptores mineralocorticoides.14,16
123

Tratamiento
Los tumores funcionales y los sugerentes de malignidad, ya sean fun-
cionales o no, deben tratarse con adrenalectomía. La adrenalectomía
laparoscópica constituye en la actualidad el estándar de tratamiento
para la mayoría de estos tumores. Puede realizarse por vía lateral, tran-
sabdominal o posterior retroperitoneal, cuya preferencia en general
se relaciona con la experiencia del cirujano o el antecedente de ciru-
gía abdominal previa. Recientemente, la cirugía por puerto único se ha
agregado como una herramienta más para el tratamiento quirúrgico de
estas lesiones. En el caso de los tumores incidentales no funcionales, se
recomienda extirpar los mayores de 4 cm y, en presencia de caracterís-
ticas radiológicas de benignidad, vigilar los de menor tamaño con estu-
dios bioquímicos y de imagen a los 6 meses y al año del diagnóstico.14,17,18

Tumores neuroendocrinos del páncreas


Los tumores neuroendocrinos del páncreas (TNEP) son neopla-
sias raras, su incidencia es de 1 por 100 000 individuos por año,
y representan de 1 a 2% de todos los tumores pancreáticos. Ocu-
rren con mayor frecuencia entre la cuarta y la sexta décadas de la
vida. Entre 60 y 70% no es funcional y el resto se manifiesta con
un síndrome hormonal específico, pudiendo secretar una gran

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variedad de hormonas.19 De los tumores funcionales, aproximada-
mente 45% corresponde a insulinomas, 20% a gastrinomas, 13% a
glucagonomas, 10% a VIPomas, 5% a somatostatinoma y el resto
a tumores secretores de polipéptido pancreático, colecistoquinina,
ACTH, CRH, serotonina, calcitonina y GHR. Su comportamiento es
menos agresivo que el de los tumores exocrinos; se alcanzan super-
vivencias de más de 50% a 5 años, cuando se encuentran localiza-
dos y pueden extirparse por completo. La mayoría son esporádicos
(90%), sin embargo, se pueden asociar con endocrinopatías here-
ditarias como NEM 1, síndrome de Von Hippel Lindau, neurofibro-
matosis tipo I y esclerosis tuberosa. En las formas esporádicas, con
mayor frecuencia se han encontrado pérdidas cromosómicas. Las
pérdidas del cromosoma 1 y 11q así como la ganancia de 9q son los
más frecuentes.20
124

Marcadores biológicos
El marcador tumoral de mayor utilidad es la cromogranina A
(CgA), la cual se eleva en 60%. El polipéptido pancreático solo o
asociado con CgA también puede ser de utilidad, sobre todo en pa-
cientes con TNEP no funcionales. La enolasa neuronal específica se
encuentra elevada en 30–50% de los pacientes y es útil en tumores
pobremente diferenciados. Las unidades α–hCG y β–hCG también
se encuentran elevadas en algunos TNEP.20,21

Clasificación
La clasificación propuesta por la Organización Mundial de la Salud en
2010 introdujo un sistema de estadificación que permite determinar
el potencial maligno de estos tumores. Tal y como se muestra en el
Cuadro 11.3, distingue entre neoplasias bien diferenciadas (tumores
neuroendocrinos G1 y G2) y pobremente diferenciadas (carcinomas
neuroendocrinos G3). Otros sistemas de clasificación incluyen TNM,
la propuesta por la sociedad europea de tumores neuroendocrinos
(ENETS) y la AJCC/UICC 7a. ed.22 Otros elementos de utilidad para
la evaluación del pronóstico son el tamaño del tumor, su estatus fun-
cional, la presencia de necrosis, la actividad mitótica, la invasión pe-
rineural o a vasos sanguíneos, la expresión sobrerregulada de CD44 y
la expresión de citoqueratina 19 en inmunotinciones.20,23

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Evaluación por imagen
Las técnicas de imagen convencionales como TC, resonancia mag-
nética (MRI) y el ultrasonido endoscópico (EUS) permiten localizar
la mayoría de los tumores. Con excepción de los insulinomas benig-
nos, la mayoría de los TNEP sobreexpresa receptores de somatos-
tatina por lo que también pueden ser identificados por medio de la
gammagrafía para sus receptores de somatostatina (SRS). La gam-
magrafía con octreótido [111In–DTPA0] utilizando SPECT y SPECT–
CT es de gran utilidad. Otras opciones incluyen radiofármacos aná-
logos de somatostatina con base en PET, como 68Ga–DOTANOC,
68
Ga–DOTATOC y 68Ga–DOTATATE, o bien imágenes metabólicas
con PET y 18F–DOPA y 11C–HTP.24
125
Tratamiento
El tratamiento ideal de la enfermedad locorregional es la resección
quirúrgica. Dependiendo de la localización del tumor puede hacerse
necesario practicar pancreatoduodenectomía, pancreatectomía dis-
tal o incluso pancreatectomía total. En los pacientes con insulinomas
benignos, la enucleación laparoscópica o abierta es el procedimiento
de elección.25 Con el tiempo, los resultados de los diferentes tipos de
pancreatectomías por laparoscopia disponibles han mejorado, lo que
ha aumentado su práctica y aceptación.26 Algunas series también han
encontrado seguridad en el uso de cirugía por puerto único, con benefi-
cios cosméticos. El uso de la cirugía robótica en pacientes seleccionados
de manera adecuada, puede ofrecer ciertas ventajas como son una fre-
cuencia mayor de preservación del bazo en pancreatectomías distales.
Las metástasis hepáticas ocurren en más de 50% de los pacien-
tes. En algunos casos es factible resecar las lesiones, mientras que
en otros puede recurrirse a la crio o termoablación, o bien citorre-
ducción con radiofrecuencia, ya sea empleando laparoscopia o por
vía percutánea. Otras opciones de tratamiento incluyen la emboli-
zación arterial hepática y la quimioembolización con doxorrubicina,
o cisplatino. En últimas fechas, se ha introducido la terapia dirigida
con radioembolización Y90. El trasplante hepático ortotópico puede
considerarse en pacientes seleccionados con enfermedad metastási-
ca en hígado; como resultado, se ha reportado un periodo libre de
enfermedad de 24% y supervivencia a 5 años de 47%.25

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Tratamientos médicos para enfermedad avanzada
Históricamente se han usado regímenes de quimioterapia con
base en estreptozotocina. La combinación con 5 fluorouracilo o
doxorrubicina ha mejorado los resultados. Estudios más recientes
muestran eficacia con el uso de temozolomida en combinación con
capecitabina y oxaliplatino. Dentro de los últimos desarrollos a la
fecha, está el descubrimiento de que en la patogénesis de estos tu-
mores está involucrada la vía PI3K/Akt/mTOR. Los inhibidores del
objetivo de rapamicina en mamíferos (mTOR), como el everolimus
y los inhibidores del objetivo de los multirreceptores tirosina cina-
sa (TKI) como el pazopanib, sorafenib y el sunitinib, han mostrado
mejorar la supervivencia libre de enfermedad en estadios avanza-
126 dos. La combinación de inhibidores mTOR y VEGF han mostrado
resultados prometedores. En nuestros días, se encuentra aprobado
también el uso del sunitinib y los anticuerpos monoclonales como
bevacizumab, en combinación con otros agentes contra objetivos o
quimioterapia citotóxica con efectividad similar.25
Los análogos de la somatostatina como el octreotide y lan-
reotide han mostrado utilidad en la mejoría de los síntomas en
tumores funcionales. El tratamiento con péptidos radiomarcados
(PRRT) es una nueva opción terapéutica para pacientes con tu-
mores positivos a los receptores de somatostatina no resecables
o metastáticos, el control sintomático puede alcanzarse con los
análogos de somatostatina marcados con 111In–, 90Y–, y 177Lu. Con
mejores resultados a largo plazo, se ha utilizado 90Y–DOTATOC y
177
Lu–DOTATATE.25

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128

Academia Nacional de Medicina


CIRUGÍA DEL CÁNCER

Arturo Beltrán Ortega 12


Vincenso Aiello Crocifoglio

Las descripciones más antiguas en el tratamiento quirúrgico para 129


los tumores se hallan en los papiros de Ebers (1500 a.C.) y en el
de Smith (1600 a.C.) de la dinastía egipcia media. Su práctica ha
evolucionado a ritmo vertiginoso con el desarrollo de novísimas
técnicas quirúrgicas en el siglo pasado y en lo que va del presente,
favorecidas por los adelantos en anestesiología, uso de antibióticos
y la creación y desarrollo de la hiperalimentación parenteral, entre
otros adelantos médicos, diagnósticos y terapéuticos. Sin embargo,
en la actualidad, la cirugía oncológica debe ubicarse en un contexto
de atención multidisciplinaria, que inicia con el diagnóstico, eta-
pificación y tratamiento; a la fecha es el método terapéutico más
eficaz en el manejo de los enfermos de cáncer. Se estima que de
100 casos de cáncer curados, 62% es resultado de un tratamiento
quirúrgico, 25% de radioterapia, 4% de quimioterapia y 9% de la
combinación de ambos.
Para lograr estas cifras, es indispensable que el médico o el grupo
de especialistas tratantes, tengan un gran conocimiento sobre la his-
toria natural de la enfermedad, su capacidad de infiltración local, las
rutas de diseminación, así como su potencial metastásico a diferentes
órganos y tejidos. La decisión quirúrgica de su manejo debe sopesar
el beneficio esperado con la cirugía, en contrapeso con la morbilidad
que puede acarrear, considerando las condiciones generales del pa-
ciente y las guías de manejo oncológicas internacionales establecidas.
La creciente complejidad en el manejo de un enfermo de cán-
cer se debe a la frecuencia de utilizar tratamientos combinados con
la aplicación pre o posoperatoria de nuevas técnicas de radiotera-
pia y quimioterapia, nuevos fármacos citotóxicos modificadores de
la respuesta biológica, anticuerpos monoclonales, factores estimu-
lantes de las colonias, así como a la realización de intervenciones
quirúrgicas muy especializadas. Estas razones han conllevado a la
integración de grupos médicos multidisciplinarios, con gran expe-
riencia, que ofrezcan los tratamientos con mayor posibilidad de cu-
ración, sin escatimar esfuerzos frente a un mal pronóstico, ya que
siempre existen posibilidades de manejos paliativos, que permitan
una supervivencia con una mejor calidad de vida y que, a la vez evi-
ten al máximo el encarecimiento terapéutico.1
Desde el punto de vista fisiopatológico, el cáncer es una anor-
malidad caracterizada por la alteración del equilibrio entre la pro-
liferación celular y los mecanismos normales de muerte celular, su
consecuencia es el desarrollo de una clona que puede invadir y des-
truir tejidos adyacentes y diseminarse hacia sitios distantes. Estas
alteraciones están asociadas con cambios en la función de genes
130 supresores, oncogenes y vías de señalización, que controlan la dife-
renciación y la proliferación celular.2 Se desconocen aspectos rela-
cionados con las causas y la patogenia; sin embargo, en los últimos
50 años, se han realizado avances considerables y, en la actualidad,
varios cánceres pueden curarse con un tratamiento único o en com-
binación con otras modalidades terapéuticas.
En los pasados decenios, se ha suscitado una explosión en el
conocimiento de la biología y la genética molecular, en relación con
el acortamiento de los telómeros, que son los portadores de toda la
información genética en cada división celular y que, al achicarse,
van envejeciendo hasta llegar a la superficie celular, lo que provoca
la muerte de la célula o su transformación en una anormal, poten-
cialmente iniciadora de cáncer.3 Un interesante fenómeno de defen-
sa celular es la producción de la enzima denominada telomerasa, la
cual ha sido detectada en cánceres de cabeza y cuello, riñón, mama,
páncreas, entre otros, y se piensa que en un futuro próximo podrá
determinarse la cantidad de telomerasa en un tejido, que en teoría
permitirá un diagnóstico inicial molecular de cáncer.4
Estos conocimientos han tenido un efecto enorme en la atención
del paciente con cáncer y dictarán el estatus futuro del tratamiento y
el destino de la cirugía, que muestra en la actualidad una tendencia
hacia procedimientos conservadores, propiciada por los avances en
el diagnóstico temprano y el mejor conocimiento de la diseminación
de las neoplasias.
Aunque la cirugía continúa siendo la única modalidad terapéu-
tica con potencial curativo para la mayoría de los tumores sólidos,
las estrategias y regímenes de tratamiento más novedosos y efica-

Academia Nacional de Medicina


ces, tanto en el ámbito locorregional como sistémico, han mejorado
el pronóstico, cuando se combinan con la resección quirúrgica. Por
otra parte, la tecnología emergente, no sólo en cirugía sino también
en áreas de diagnóstico, imagen y procedimientos de etapificación,
han permitido seleccionar mejor la estrategia terapéutica para cada
caso en particular. El profundo conocimiento de los principios de
abordaje multidisciplinario y del tratamiento del paciente con cán-
cer es esencial, para asegurar el mejor pronóstico.
La era moderna del tratamiento quirúrgico comenzó en Amé-
rica en 1809, cuando Efrain MacDowell extirpó un tumor ovárico.
Antes de ese hecho no se había suscitado ningún progreso real en
el manejo quirúrgico del cáncer, hasta que Morton en ese mismo
año introdujo la anestesia general. En 1867, Lister publicó sus re-
sultados sobre el empleo de las técnicas antisépticas para disminuir
la infección de las heridas quirúrgicas. Estos dos avances, además 131
de los programas de enseñanza quirúrgica impulsados por William
Halsted y la investigación fundamentada en principios anatómicos
fisiológicos y de experimentación en el laboratorio, constituyeron
la base del desarrollo de los procedimientos quirúrgicos radicales
para el tratamiento del cáncer, incluida la resección en bloque de
los tumores.5 Una propuesta de finales del siglo XIX consistía en
que los tumores se diseminaban en forma ordenada y que las célu-
las alcanzaban los ganglios linfáticos por extensión directa, lo que
apoyaba la disección en bloque del tumor y sus ganglios regionales;
se consideraba que si éstos eran positivos, eran indicadores de la di-
seminación del tumor y detonadores del esparcimiento a distancia.
En la actualidad se sabe que para que la linfadenectomía sea te-
rapéutica, el cáncer debe diseminarse de manera ordenada, lo que
rara vez sucede. Esto ha dado lugar a que ahora la biopsia del ganglio
centinela sea el método de elección para etapificar pacientes con cán-
cer de pene, mama y melanoma, aunque su uso se extiende a otros
tumores. Si bien en la actualidad son comunes las resecciones am-
plias, propiciadas por la mejoría en los cuidados perioperatorios y
avances en materia de reconstrucción, la cirugía actual en algunos
tumores muestra una tendencia hacia procedimientos conservado-
res, propiciada por el avance en el diagnóstico temprano y el mejor
conocimiento de la diseminación de las neoplasias, conceptos pues-
tos de manifiesto por los trabajos de Fisher,6,8 quien concluyó que los
ganglios linfáticos son inefectivos como barreras de diseminación tu-
moral y que la vía hematógena es importante para la diseminación
tumoral sistémica. Estos cambios en la concepción del tumor han

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


permitido el desarrollo de cirugías conservadoras revelando la nece-
sidad de tratamientos adyuvantes efectivos para lograr la curación, de
modo que se refuerza el principio de que las metástasis ganglionares
son indicadoras, pero no “gobernadoras” del pronóstico.9
Con los avances en anestesia general, durante la segunda mi-
tad del siglo XIX se realizaron varios procedimientos quirúrgicos
para extirpar tumores malignos. Theodore Billroth fue una de las
principales figuras en la evolución de la cirugía oncológica, con una
técnica meticulosa efectuó la primera gastrectomía, laringectomía y
esofagectomía. En 1890, Halsted, como ya se mencionó, estableció
las bases para operaciones radicales locales y regionales en cáncer
de mama, incrementó las tasas de curación de 10 a 42% y mejoró
mucho la probabilidad de supervivencia, después del tratamiento
quirúrgico de esta neoplasia.1,10
132 En 1896, Beatson efectuó la primera castración quirúrgica apli-
cada al cáncer de mama. En 1885, Robert Weir había descrito la
extirpación de un tumor maligno del colon, en que abocó el extremo
distal del intestino a la piel. En 1895, Mikulicz describió la extirpa-
ción del colon en dos tiempos, con cierre ulterior de la colostomía, lo
que redujo la mortalidad quirúrgica a menos de 30%. Sin embargo,
es hasta el decenio de 1940, con el advenimiento de antibióticos y
la preparación intestinal, cuando la resección colónica con anasto-
mosis primaria se convirtió en un procedimiento seguro. En 1883,
Theodor Kocher se convirtió en el pionero de la cirugía tiroidea y de
los problemas relacionados con la falta de la hormona tiroidea. En
1906, George Crile señaló que los carcinomas de la cavidad oral con
metástasis a los ganglios cervicales podrían curarse con la extirpa-
ción quirúrgica y describió la técnica de disección radical del cue-
llo con la extirpación en bloque de los ganglios del cuello, músculo
esternocleidomastoideo, el contenido del triángulo submaxilar, la
vena yugular interna y sus ganglios satélites. Ello permitió a Hays
Martin en 1948 la descripción de las grandes ablaciones para los tu-
mores de cabeza y cuello combinadas, con extirpación de la mandí-
bula y resección radical de las adenopatías cervicales que se conocen
como operaciones tipo “comando”.5,11
Con el uso de la transfusión sanguínea y la utilización de an-
tibióticos, se desarrollaron procedimientos quirúrgicos “radicales”
para tumores localizados en el abdomen y el tórax. En 1913, Torek
llevó a cabo resección del esófago torácico, tres décadas y media des-
pués de que Vincent Czerny había practicado la primera extirpación
exitosa de un cáncer esofágico cervical (1877). J. Clark realizó la

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primera histerectomía radical, que después popularizó E. Wertheim
para el tratamiento del cáncer del cérvix uterino. En 1948, Bruns-
chwing propuso, para las lesiones pélvicas avanzadas, la resección
de la vejiga, útero, porción terminal del colon y recto, y describió lo
que se conoce como exenteración pélvica.12
En 1920, Cushing introdujo la cirugía de los tumores cerebrales.
Evarts Graham realizó la primera neumonectomía por cáncer, posi-
ble sólo gracias al desarrollo de la intubación orotraqueal, en 1933,
pero no fue hasta 1950 cuando Churchill hizo la primera lobectomía
para algunos casos de cáncer pulmonar. En 1935, Whipple intro-
dujo la pancreatoduodenectomía, para el carcinoma de cabeza del
páncreas, y Miles trató el cáncer del recto con la extirpación com-
binada abdominoperineal; en 1940, Huggins propuso la castración
y administración de estrógenos como tratamiento para el cáncer de
próstata. Pack describió la resección interescapulovertebral y la he- 133
mipelvectomía, así como la resección de melanomas con amplios
márgenes, en continuidad con la disección ganglionar locorregional.
Fue en 1960, cuando Kennedy describió la hemicorporectomía.13
En la segunda mitad del siglo XX, se realizaron nuevos procedi-
mientos para tumores en etapas tempranas y la aplicación de radio-
terapia y quimioterapia. Se inició la estatificación de las neoplasias y
se comenzó la comparación de resultados de curación con diversos
esquemas de tratamiento. Un ejemplo lo constituye el trabajo de R.
McWhirter,14 en 1955, donde mostró resultados semejantes al com-
parar la mastectomía simple con disección radical de axila seguida
de radioterapia vs. la mastectomía radical clásica, que dio lugar a
trabajos posteriores, donde se comparó para tumores pequeños de
mama y poco invasivos, con resección del tumor con márgenes libres
seguido de radioterapia posoperatoria, con lo que obtuvo los mismos
resultados en supervivencia, pero con mejores ventajas cosméticas,
al preservar la mama. Asimismo, se han propuesto modificaciones
al manejo de los ganglios del cuello; en la actualidad, se preserva el
músculo esternocleidomastoideo, la vena yugular y el nervio espinal,
con lo que se logra conservar la función, se obtiene un mejor resulta-
do estético y se evita comprometer el resultado curativo. Asimismo,
es posible en la actualidad continuar realizando cirugías radicales con
reconstrucción inmediata, mediante el uso de colgajos miocutáneos y
la transferencia de colgajos libres con anastomosis microvasculares,
que permiten llevar al defecto quirúrgico piel, músculo y tejido óseo.
En los últimos 30 años, la expansión del conocimiento y múl-
tiples eventos y avances tecnológicos han impulsado la cirugía on-

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cológica. Un ejemplo lo constituyen los tumores localizados en la
base del cráneo, que antes eran inaccesibles y que ahora es posible
resecarlos con técnicas de cirugía combinada craneofacial, e inclu-
so vía endoscópica. Con el uso de engrapadoras quirúrgicas, se ha
facilitado la restitución de la continuidad del tracto digestivo y es
posible el manejo del cáncer de esófago, estómago, colon y recto,
preservando el esfínter en este último y evitando así ostomías, con
lo que se condiciona a los pacientes una mejor calidad de vida, sin
disminuir los índices de curación.
Los avances tecnológicos en instrumentos en materia de lapa-
roscopia, toracoscopia y robótica —en especial en esta última, que
muestra ventajas con respecto a las dos primeras, ya que la visión
del cirujano es tridimensional, y no bidimensional como en las otras
dos, el mismo cirujano maneja la videocámara, se utiliza instrumen-
134 tal articulado, se evita el tremor y proporciona mejor ergonomía y
menor pérdida sanguínea— han hecho factible realizar intervencio-
nes complejas con gran precisión e incisiones mínimas, pudiendo
resecar tumores pulmonares, abdominales y pélvicos, abatiendo la
morbilidad, reduciendo los días de estancia hospitalaria, aminoran-
do el dolor posoperatorio y permitiendo a los pacientes incorporar-
se más rápido a su vida cotidiana.15
En los tumores óseos de extremidades, antes tratados con am-
putaciones, es posible en la actualidad la conservación del miembro,
mediante la administración de quimioterapia, resección del tumor
y aplicación en ciertos casos de prótesis artificiales. Asimismo, se
ha descrito la perfusión aislada de las extremidades con empleo de
quimioterapia hipertérmica.
Desde 1967, los tratamientos con láser (Light Amplification by
Stimulated Emission of Radiation) se han usado en el tratamiento
del cáncer, debido a su capacidad de destruir las células neoplásicas,
bien directamente por el calor que libera o a través de la activación
de agentes fotosensibles, que matan las células en presencia de luz.
Los más empleados son los de CO2 y Nd:YAG para tratar lesiones
preneoplásicas, lesiones incipientes de laringe, piel o del área ge-
nital. Se emplean de igual forma como tratamiento paliativo para
destruir de manera parcial tumores obstructivos digestivos o de vías
aéreas. Otro tipo de energía para el tratamiento de los tumores es
la aplicación de corrientes alternas con frecuencias mayores a los
10 KHz, denominada radiofrecuencia, misma que ha sido empleada
desde 1980 en la ablación de tumores en pacientes que han agotado
toda posibilidad de tratamiento; su acción es producir destrucción
por calor y ocasionar necrosis aséptica y con un límite definido de

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destrucción claro en el tejido circundante. Su uso está indicado en
el tratamiento de determinado tipo de tumores irresecables y para
fines de paliación, fundamentalmente en tumores hepáticos, pul-
monares y casos seleccionados de cáncer mamario.16
Desde 1990, propuesta por Sugarbaker, la cirugía citorreducti-
va (peritonectomía) y la quimioterapia intraperitoneal hipertérmica
e intraoperatoria para los pacientes con carcinomatosis peritoneal
es una opción innovadora en pacientes seleccionados, principal-
mente con cáncer colorrectal, ovario, mesotelioma peritoneal ma-
ligno difuso y seudomixoma peritoneal.17
En la actualidad está en investigación la nanotecnología, que es
la ciencia enfocada en el estudio y la manipulación de partículas só-
lidas coloidales, cuyo tamaño varía entre 10 y 1 000 nm, partículas
que pueden ser usadas ampliamente en el campo quirúrgico como
elementos de diagnóstico temprano de lesiones tumorales, marca- 135
dores tumorales intraoperatorios o distribución de medicamentos a
blancos específicos. En cirugía oncológica, la nanotecnología se em-
plea en identificación de la lesión maligna, valoración de márgenes
quirúrgicos, para lograr que sean negativos, resección de ganglios
linfáticos que drenan el tumor, el denominado ganglio centinela.18
En vista de los múltiples adelantos, el papel del cirujano como
parte del equipo multidisciplinario para tratar los pacientes con
cáncer se resume en intervenciones quirúrgicas para prevención,
diagnóstico, evaluación de la extensión de la enfermedad, cirugía
como tratamiento tanto curativo como paliativo, así como para el
tratamiento de complicaciones o secuelas.

Intervenciones preventivas
El papel del cirujano se refiere a tratar pacientes con lesiones que,
dejadas a su evolución natural, con frecuencia degeneran en lesio-
nes malignas invasoras; con la resección de tejido u órgano se evita
la potencial transformación maligna. Los ejemplos clásicos son los
pacientes con poliposis familiar múltiple del colon. De los mayores
de 40 años, 50% desarrolla cáncer de colon y el riesgo se aproxima
a 100% a los 70 años, la colectomía “profiláctica” antes de los 40
años previene la aparición del tumor. De igual manera, en pacien-
tes con colitis ulcerosa crónica inespecífica que tengan alteración
difusa de todo el colon y evolución mayor de 10 años de síntomas,
evita que 40% de ellos muera por cáncer colorrectal.19,20

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


Otros ejemplos que requieren tratamiento preventivo son:
pacientes portadores del síndrome de neoplasia endocrina múlti-
ple tipo II (MEN–II), que se acompaña de cáncer tiroideo de tipo
medular; criptorquidia con cáncer testicular; la leucoplaquia como
factor de riesgo para cáncer de cavidad bucal y vulva. Asimismo, en
pacientes con antecedentes familiares de cáncer de mama portado-
ras de mutaciones de genes supresores de tumores BRCA1, BRCA2
o P53, entre otros,21 el cáncer puede ocurrir en edades tempranas,
ser bilateral y mostrar una evolución agresiva, puede estar indicada
la mastectomía bilateral profiláctica.22 El esófago de Barret asociado
con displasia grave es una clara indicación de resección para pre-
venir un carcinoma de la unión esofagogástrica, pudiéndose efec-
tuar en la actualidad la resección por vía endoscópica.23 Las lesiones
premalignas del cérvix uterino, debidas a infección por virus de pa-
136 piloma humano de alto riesgo, son importantes, ya que suelen de-
generar a cáncer cervicouterino, como también las lesiones intrae-
piteliales de alto grado y el carcinoma in situ, el efectuar un cono
terapéutico e histerectomía total extrafacial virtualmente evitan el
desarrollo de cáncer invasor.24

Diagnóstico
Para planear el tratamiento, es necesario tener confirmación histoló-
gica, por lo que es indispensable una muestra de tejido obtenida me-
diante procedimientos quirúrgicos convencionales o de mínima in-
vasión. Sin embargo, aunque los estudios citológicos son útiles, no se
consideran evidencia suficiente para iniciar tratamiento, salvo cuando
ya existe diagnóstico tisular. Las técnicas para obtener tejido útil para
diagnóstico son: biopsias por incisión, por escisión y por punción por
aguja, tanto fina (PAAF) como gruesa, o bien punción–aspiración.
La toma inadecuada de material para biopsia puede comprome-
ter una escisión quirúrgica ulterior. Es importante tomar en cuenta
que la cicatriz o trayecto de la aguja debe estar en una situación que
permita su extirpación durante el tratamiento quirúrgico definitivo
más adelante y no se contaminen nuevos planos tisulares. Siempre
debe evitarse contaminar los tejidos con disecciones innecesarias e
incisiones mal situadas; es responsabilidad del cirujano la orienta-
ción y fijación de la pieza quirúrgica y mantener una estrecha comu-
nicación con el patólogo.

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Extensión de la enfermedad
La estatificación del tumor es esencial para tomar decisiones tera-
péuticas, además de que permite estimar el pronóstico con base en
el estadio tumoral. La estatificación contiene una parte clínica y otra
patológica. La primera se basa en la información del tumor que se
obtiene en la clínica y se complementa con las pruebas de labora-
torio y gabinete. La aportación patológica se consigue a partir del
estudio del tumor extirpado y de otros tejidos extraídos durante el
procedimiento quirúrgico. Un buen ejemplo lo constituye la laparo-
tomía estadificadora y citorreductora en los tumores epiteliales de
ovario y endometrio, en los que el procedimiento quirúrgico permi-
te establecer el diagnóstico tisular, eliminar el tumor macroscópico,
documentar la enfermedad microscópica ganglionar e identificar 137
implantes en la serosa peritoneal, que da por resultado información
pronóstica que ayuda a plantear el tratamiento posoperatorio.25
Otro ejemplo es la biopsia del ganglio centinela, que es la evaluación
inicial de las zonas linfoportadoras, predice el estado ganglionar y
es un indicador fiable del riesgo para desarrollar enfermedad sisté-
mica. Se emplean radiofármacos y colorantes para su identificación,
que se aplican en la periferia del tumor, mismos que migran por
los canales linfáticos y llegan al primer relevo ganglionar, que es el
considerado centinela, al removerlos y estudiarlos en el transopera-
torio, si éste contiene células neoplásicas se procede a la disección
linfática radical, su uso se ha popularizado en melanoma y cáncer de
mama, lo que determina el tratamiento ulterior sistémico.26

Tratamiento
La intervención quirúrgica es un tratamiento locorregional y sólo
cura los tumores que aún están localizados en su tejido de origen
y en los ganglios regionales de drenaje, aunque hay excepciones
como lo tumores infantiles y los linfomas. En la actualidad, 90% de
las curaciones de los tumores malignos sólidos se logra con trata-
miento quirúrgico combinado con otras modalidades terapéuticas,
como la radioterapia y quimioterapia.
El tratamiento quirúrgico se emplea con intenciones curativas,
como recurso paliativo, para reducir el volumen tumoral, para ex-

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


tirpar metástasis, como recurso en emergencias oncológicas y como
medida reconstructiva y de rehabilitación.
Las intervenciones con fines curativos se clasifican en opera-
ciones radicales y conservadoras. En ambos casos, el problema debe
individualizarse con base en el tipo de tumor, su etapa clínica, los
síntomas y el conocimiento de la biología tumoral. Al extirpar un tu-
mor, siempre deben obtenerse márgenes de resección libres de cé-
lulas neoplásicas para “garantizar” la curación local. Los márgenes
de resección óptimos dependerán del tipo histológico y de la locali-
zación anatómica de la neoplasia. La decisión para linfadenectomía
se basa en las características histológicas del tumor y, en ocasiones,
es parte del tratamiento primario; en otras, puede realizarse de ma-
nera selectiva o electiva.
Casi todos los procedimientos quirúrgicos están “estandari-
138 zados”. Muchos de ellos incluyen resecciones viscerales múltiples;
otros son conservadores, es decir, se mantiene el órgano o la fun-
ción, ahora éstos son los más usuales, propiciados por un diagnós-
tico temprano, mejores estudios de imagen y el mejor conocimiento
de los patrones de diseminación, lo que permite ablaciones menos
extensas con un buen control local. Algunos ejemplos son el cáncer
de laringe o de mama y la conservación de la extremidad en caso de
algunos sarcomas. En general, los procedimientos conservadores se
acompañan posteriormente de radioterapia o quimioterapia y los
resultados en el control local son comparables a los obtenidos por
métodos tradicionales.27,28
La finalidad del tratamiento quirúrgico paliativo es controlar
los síntomas ocasionados por el crecimiento tumoral para mejorar
la calidad de vida, y se practica cuando la curación no es un objetivo
realista; se enfoca en eliminar la enfermedad local o regional para
el alivio de manifestaciones presentes como dolor, hemorragias o
infecciones, o bien prevenir complicaciones inminentes; ejemplo
de ello son resecciones para prevenir obstrucciones. La paliación
quirúrgica requiere un juicio experimentado y destreza técnica para
obtener su objetivo con mínima morbilidad. Algunos ejemplos son
las derivaciones bilioentéricas, ostomías en tumores obstructivos,
resecciones tumorales para control de hemorragias o perforación
de una víscera hueca, gastrostomía y colocación de sondas para ali-
mentación. También se considera tratamiento paliativo la resección
quirúrgica de metástasis, por ejemplo, las hepáticas en cáncer de
colon, las pulmonares por sarcomas o tumores germinales después
de quimioterapia.

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La cirugía citorreductiva consiste en extirpar la mayor cantidad
posible de masa tumoral, lo que mejora la probabilidad de control de
la enfermedad residual con otros tipos de tratamiento. El verdadero
beneficio de este tipo de intervenciones quirúrgicas se obtiene cuan-
do se cuenta con otras alternativas terapéuticas muy eficaces como en
el linfoma de Burkitt y los tumores epiteliales de ovario.
Otra modalidad quirúrgica es la denominada cirugía de rescate,
que se practica en un intento de revertir la falla de tratamientos no
quirúrgicos, conservadores u optimizar el control local, aun después
de respuesta clínica completa a la quimioterapia o radioterapia. Al-
gunos ejemplos los constituyen lesiones metastásicas de tumores
germinales residuales al tratamiento sistémico, ya sea en retrope-
ritoneo o en pulmones; histerectomía radical o exenteraciones pél-
vicas, en casos seleccionados de recaída tumoral central en carcino-
ma cervicouterino.29,30 139

Cirugía reconstructiva y de rehabilitación


Forma parte del tratamiento integral que permite la resección del
tumor con reconstrucción inmediata. Cada vez existen más proce-
dimientos quirúrgicos novedosos que mejoran la calidad de vida
del paciente con cáncer, contribuyen indirectamente al control
local, al facilitar resecciones amplias y radicales, con menores se-
cuelas cosméticas y funcionales. Algunos ejemplos son la neovejiga
continente después de cistectomía radical, colgajos cutáneos, mi-
crovascularizados, osteomiocutáneos para cubrir defectos en mas-
tectomías o cirugía de cabeza y cuello, injertos óseos y prótesis en
tumores óseos.31,32

Conclusión
La cirugía oncológica ha sido y continúa siendo un pilar funda-
mental en el manejo de los enfermos con cáncer, se nutre de los
avances médicos y tecnológicos de más de 3 500 años, desde la
época del cuchillo y el hierro candente hasta la cirugía robótica
actual. Su futuro estará dado por los nuevos descubrimientos, so-
bre todo de medicina oncogenética. Los cirujanos oncólogos deben

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


reconocer que en el manejo de un enfermo con cáncer se requie-
re de la ciencia y el arte, recordando siempre el deber de brindar
el mejor tratamiento curativo o paliativo, de manera humanitaria
que mejore su calidad de vida.

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CIRUGÍA PEDIÁTRICA

Carlos Baeza Herrera 13


Christian R. Ibarra Hernández

“Como en el campo de la sinrazón, en los archivos de satán,


no están todos los que son, ni son todos los que están…”
Dante 143

Los inicios
No obstante que la cirugía de niños en nuestro país y el resto del
mundo sigue siendo una de las especialidades quirúrgicas más no-
vedosas, pues fue instituida como tal casi al final del último tercio
del siglo pasado, ésta ha madurado a tal grado que se ha instituido
como una especialidad ligada a muchas otras, pero a la vez total-
mente independiente. El punto de partida y arranque emergió de
los conceptos pediátricos de la época vertidos por personajes céle-
bres como Ladd, Sabinston, Longmire y Wangensteen, en Estados
Unidos de Norteamérica; Dennis Brown y Nixon, en Inglaterra;
Ombrendanne y Pellerin, en Francia, y Grob y Rebhein, en Ale-
mania, todos ellos cirujanos generales, quienes sentaron las bases
para que en el futuro mediato la cirugía pediátrica se convirtiera
en una actividad especializada, distinta de la cirugía general y de la
pediatría. Aportaciones como la de Cameron Haight,1 cirujano to-
rácico, con respecto a la corrección de la atresia esofágica, son una
muestra tangible de la influencia que tuvieron cirujanos de adultos
en el futuro de la cirugía pediátrica.
En México, también hubo cirujanos generales brillantes que,
haciendo uso de un portento de facultades, efectuaban operaciones
fuera de lo común, cuando apenas se insinuaban progresos en la es-
pecialidad, como descensos abdominoperineales como el propuesto
por Swenson en 1948, para la corrección de la enfermedad de Hirs-
chsprung.2 Garreta, un cirujano que laboró en el Hospital General de
México por muchos años, llegó a realizar operaciones de este tipo en
un hospital del gobierno de la ciudad que antes de 1965 carecía de
la infraestructura para llevar a efecto ese tipo de intervenciones qui-
rúrgicas. Urrutia y Robles, cirujanos del HIM y del Hospital Juárez,
respectivamente, efectuaban operaciones de gran magnitud en niños,
como la extracción mediante auriculoventriculotomía de catéteres de
derivación ventriculoperitoneal que migraban hacia cavidades car-
diacas, en ocasiones utilizando la tijera de Mayo para la esternotomía.
Las vivencias relatadas por Servin3 y Villagrán4 con respecto a la cura-
ción de niños que sufrían ano imperforado con una sola intervención
quirúrgica son notables, no sólo por lo novedoso de la técnica utiliza-
da, sino porque fueron referidas a mediados del siglo XIX.
En nuestro país, de acuerdo con Straffon, el primer antecedente
relacionado con la especialidad se hizo manifiesto en San Luis Potosí,
144 en 1883, cuando Otero Arce efectuó una pericardiectomía en un niño;
el siguiente precedente lo encontró en la ciudad de Mérida, en Peón
Aznar, quien en el Hospital O’Horan fue el primero en obtener un
nombramiento académico como profesor de cirugía pediátrica.5

La era moderna
No obstante lo anterior, el inicio real y ordenado de la cirugía pe-
diátrica se instituyó en el hoy Hospital Infantil de México Dr. Fede-
rico Gómez, el 30 de abril de 1943, gracias a las gestiones, inquie-
tud y el conocimiento que tenía Don Federico Gómez acerca
de las necesidades en salud infantil de nuestro país. Este lí-
der pionero, entonces coronel del ejército mexicano y pediatra
de los niños de Lázaro Cárdenas, habiendo viajado a Estados Unidos
de Norteamérica para graduarse como pediatra, vio la necesidad de
un hospital especialmente dedicado a las enfermedades de los niños
y que en cada sección de la disciplina hubiera un especialista; en ese
mecanismo de pensamiento estaba naturalmente incluida la cirugía
pediátrica. Una vez inaugurado el hospital, Gómez reclutó a los es-
pecialistas de adultos que laboraban en el antiguo Hospital Central
Militar y cubrió sus posibles necesidades en casi todos los campos.
En relación con la cirugía pediátrica, el teniente coronel Lozoya So-
lís, fue comisionado para fungir como el primer residente de cirugía
pediátrica del naciente Hospital Infantil de México, teniendo como
subordinado a Cacho.

Academia Nacional de Medicina


Conforme la demanda y complejidad de los procedimientos se
fue haciendo mayor, con la intervención de Gómez, Lozoya, además
de visitar Cleveland para adiestrarse en pediatría, tuvo la oportuni-
dad de asistir a los centros pediátrico–quirúrgicos más prestigiados
del mundo, ya que la idea de Don Federico era crear una unidad de
pediatría quirúrgica como se denominaba en aquel entonces, viva y
competitiva. Sus visitas al Boston Children’s Hospital Medical Center,
en donde además de aprender lo que más tarde plasmaría en el pri-
mer libro que sobre la especialidad se escribiera, se hizo amigo muy
cercano de los cirujanos pediatras ya prestigiados y con ejercicio qui-
rúrgico en niños continuo y exclusivo como Ladd, Gross, McCollum
en cirugía y Farber en investigación, personajes que a la postre serían
determinantes y que incidirían en el buen desarrollo de la actividad
académico–asistencial del Hospital Infantil, entre otras cosas porque
se mantuvo vigente el intercambio de conocimientos a tal grado que 145
Gross hizo la presentación del libro que más tarde escribiera Lozoya
Solís y que Farber, con alguna colaboración de Silva Sosa, diera ini-
cio a la quimioterapia, cuando emplearon el metotrexate en un niño,
con lo que lograron el primer control de un caso de leucemia en el
mundo. Lozoya sería con el paso del tiempo un factor importante en
la movilización de otros cirujanos mexicanos hacia Boston, en la gé-
nesis de la sección quirúrgica de la Academia Americana de Pediatría
y de la American Pediatric Surgical Association (APSA) junto a los
especialistas más connotados de la Unión Americana. Visitó Europa,
en especial a Obrendanne en París. A su regreso a México, laboró en
los hospitales Infantil de México y Central Militar dando espacio para
que llegara la primera generación de residentes, la que estuvo consti-
tuida por Cisneros y Mijangos.
Una vez echada andar la especialidad, mediante el sistema de
subresidencia y residencia quirúrgica, se reclutó al siguiente grupo
de cirujanos residentes y, por diferencias entre Gómez y Lozoya, este
último quedó exclusivamente en el Hospital Central Militar, por lo
que cedió la jefatura y titularidad de la especialidad a Beltrán, quien
se encargaría a la postre de llenar las primeras páginas de casuísticas
grandes de cirugía de pediátrica en el Boletín Médico del Hospital
Infantil de México, el que además de tener circulación nacional y en
países hispanoparlantes, tenía una edición en inglés. Artículos rela-
cionados con la invaginación intestinal, el absceso hepático amibia-
no, el reflujo gastroesofágico, la atresia de esófago, atresia de las vías
biliares, la hipertensión portal, el tumor de Wilms y muchos más fue-
ron protagonistas de aquellos tirajes. Habiendo sido el único hospital

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con residencia pediátrico–quirúrgica de América latina, entonces no
era extraño que hubiera residentes procedentes de Costa Rica, Vene-
zuela, Colombia y otras naciones latinoamericanas.
Unos años más tarde, cuando la experiencia le asistió a Beltrán
Brown, apareció un libro clásico6 escrito por él y algunos colabo-
radores, en cuyos capítulos narraría la experiencia obtenida, des-
glosando casuísticas y dictando normas. Es interesante ver que la
contraportada está ilustrada por la foto de un niño que sufrió atresia
de las vías biliares e hipertensión portal grave, que había sido desahu-
ciado en Estados Unidos y que Beltrán operó con la técnica descrita
por él, consistente en la porto–enteroanastomosis con introducción
de una sonda transhepática. De este hospital han egresado Porras,
Hernández Lozano, Martín del Campo, Domínguez, Bracho y Mon-
talvo (actual profesor titular en Tabasco) y muchos más.
146 Conforme fueron graduándose especialistas, éstos fueron ocupan-
do espacios en donde la presencia de la especialidad era una necesidad.
Así, el Día de Reyes de 1955, el actual Centro Médico Nacional La Raza
del Instituti Mexicano del Seguro Social abre su sección pediátrica.
Cuenta Straffon5 en sus memorias, que ese hospital en su momento
más productivo tuvo un mayor número de pacientes y mayor variedad
de enfermedades que la unidad de pediatría quirúrgica del Hospital
Central Militar y el Boston Children’s Hospital juntos. Sin haber me-
diado contrato alguno y asistiendo días alternos, el trabajo de Straffon
se fue haciendo más intenso y, por ello, debió suspender sus activida-
des en el Central Militar y dividir el servicio de la Raza en dos secciones,
lo que propició la llegada de otros colegas y la apertura de la residencia.
Relata que, previo a la institución de la especialidad como actividad co-
legiada, se reunían los cirujanos generales de la época en un restauran-
te de la colonia Roma y que allí discutían los casos que indistintamente
eran presentados por alguno de ellos.
Por motivos desconocidos para quien esto escribe, la actividad
quirúrgica llevada a efecto por Straffon mermó en forma notoria y
unos años después dejó la titularidad de la especialidad y de asis-
tir a ese centro médico, siendo relevado por Rodríguez Mendoza,
quien se convertiría en el profesor titular por muchos años, y por
Joaquín Azpiroz, ambos cirujanos generales graduados en Estados
Unidos.
Con el paso del tiempo y en actividad académica intensa, el nú-
mero de residentes formados en este hospital fue muy grande y de
ese centro son oriundos Villafaña, Castrejón, Valle Mena, Arreola,
Zaldívar y muchos más.

Academia Nacional de Medicina


El Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional del IMSS
fue inaugurado en 1963 y el departamento de cirugía estaba confor-
mado por Silva Cuevas como jefe, como adscritos Franco Vázquez,
De Rubens y Pedroza, y como jefe de residentes Shor Pinsker. Con
este equipo, muy pronto este hospital pediátrico, el más grande y
ostentoso jamás construido en nuestro país, dio muestra de su capa-
cidad asistencial y a los cinco años, con la intervención de la edito-
rial del IMSS, publicaron las memorias, las que aun hoy día son un
referente bibliográfico de la cirugía y de la pediatría. Los cirujanos
graduados de esa escuela que han trascendido son muchos, pero por
falta de espacio sólo me referiré a Gil Barbosa, Toledo, Gómez Alca-
lá, González Lara, Shor Pinsker, Nieto, Blanco, Díaz Pardo, Milán,
Meza, Franco y Ramírez.
El ISSSTE inició sus actividades dentro de esta especialidad en
1960, cuando fue construido el hoy Centro Médico Nacional 20 de No- 147
viembre, en donde iniciaron actividades asistenciales y académicas,
Avendaño Gutiérrez, un discípulo de Straffon como jefe del servicio
y como colaboradores cercanos Trigos y Guiza Lambarri. Seis años
después llegó Cacho, quien sería sucedido por una discípula de ellos,
Domínguez, quien a partir de entonces se hizo cargo de la titularidad
y jefatura del departamento de cirugía pediátrica, que dependía de la
unidad de pediatría. Desde entonces han circulado en la posición titu-
lar Gallego, Jiménez, Ortega y Alvarado. Los graduados de esta escuela
están dispersos en el valle de México y ciudades de la provincia, desta-
cando Delgadillo, Fernández y Nava Carrillo entre otros.
En 1970, bajo los auspicios de la Sra. Romano, entonces prime-
ra dama de la nación, se construyó lo que en sus inicios se denominó
Institución Mexicana para la Asistencia a la Niñez, mejor conocida
como (IMAN), un edificio de avanzada cuyo propósito tenía que ver
con los estatutos asistenciales que regían el Instituto Nacional de
Protección a la Infancia (INPI). Con el paso del tiempo se convirtió
en el Hospital del Niño, dependencia del Desarrollo Integral de la
Familia (DIF) y, al final, con los cambios propuestos y para darle
mayor operatividad y cobertura, se convertiría en el actual Institu-
to Nacional de Pediatría. Aquí, la cirugía pediátrica se convirtió en
una cuña que serviría para que las demás se hicieran más competi-
tivas, en especial en aquellos centros denominados de tercer nivel,
lo que trajo consigo sin la menor duda, una sobria competencia que
serviría a todos. Los primeros cirujanos que ocuparon lugares des-
tacados fueron Bibiano Alba como jefe, quien en la actualidad, se
encuentra en Durango, y como cirujanos adscritos Caloca y Olguín.

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En la gestión de Alger León, ya como instituto, aquellos fueron
relevados y, a fin de cubrir el hueco que dejaban, León invitó a Stra-
ffon a ocupar la jefatura y titularidad del curso de posgrado, quien
siendo amigo se negó, argumentando el exceso de actividad de asis-
tencia y docente en el Hospital General de la Raza y en el Hospital
Central Militar. Habiéndose negado Straffon a ocupar la posición
principal en esa institución, Alger León recurrió a Peña, quien cursa-
ba el último año de adiestramiento en el Boston Children’s Hospital
Medical Center y acordó otorgarle la jefatura, lo que se convirtió en
un parteaguas en la competencia por tener la mejor escuela formado-
ra del recurso humano. La llegada de Peña causó revuelo porque su
presencia significó para muchos una difícil competencia. Con la sali-
da de Peña hacia Schneider Children’s Hospital en New York prime-
ro y a Cincinnati Children’s después, la jefatura y titularidad ha sido
148 compartida en diversas épocas por Vargas, Melgoza, González. En la
actualidad, Medina ostenta la Jefatura de Cirugía y Maza es profesor
titular ante la UNAM y subdirector de cirugía. En esta escuela han
desfilado grandes profesores como Pérez Fernández.
Loredo, Rueda, López Corella, etc. y se han graduado una gran
cantidad de cirujanos brillantes, los que han ocupado u ocupan la
titularidad de cursos de posgrado o nombramientos destacados. Me
vienen a la memoria De la Torre, González, Cordero (profesor titu-
lar en Sonora), Torres, Vargas, Gallardo, Maricela Zárate, Olvera,
Maza, Varela y Lezama.
La historia en el ISSSTE, con sede en el Hospital General Adolfo
López Mateos, inició como profesor titular González Romero quien
permanece hasta la fecha y como cirujanos colaboradores ha tenido
a Olvera, Romero, Cabrera y Nava, quien siendo graduado del 20 de
Noviembre, se integró pronto a este equipo docente. Se han gradua-
do un número menor de cirujanos y entre los que están activos se
encuentra Víctor H. Portugal.
La historia en lo que hoy es la Secretaría de Salud del DF tuvo que
ver con la construcción del HIM. En aquel entonces, 1957, a petición u
orden del gobierno federal o quizá del mismo Gómez, se instituyó una
especie de triadas constituidas por un mercado, un deportivo y un hos-
pital pediátrico, distribuidos por las delegaciones de la ciudad de Mé-
xico. El primero en construirse fue el de Azcapotzalco y el objetivo era
que se convirtieran en surtidores naturales de pacientes que sufriendo
alguna condición compleja debieran ser manejados en él. Cuenta Ló-
pez del Paso que, para cumplir con la encomienda, se salía a la calle a
buscar niños que operar. Personajes como el mismo Gómez y Kumate

Academia Nacional de Medicina


trabajaron como asesores, Torregrosa, Ramos Galván y muchos otros
especialistas fueron los pioneros de estos centros de segundo nivel de
atención. El intento no fue malo ni mucho menos, toda vez que algu-
nos hospitales no sólo mostraron una faceta atractiva desde un punto
de vista asistencial, sino que además publicaban una revista mensual.
Algunos llegaron a tener más de diez especialidades, como fue el caso
del Hospital Pediátrico Moctezuma antes de 1970.
Los cirujanos de aquel entonces eran Rodríguez, Azpiroz,
Villalpando, López del Paso, Trigos, Hernández Lozano, Celaya, Sa-
lazar y Franco, quienes de manera muy informal dieron espacio para
que se adiestraran los primeros cirujanos pediatras, entre quienes se
encuentran probablemente en ese orden cronológico: Galindo, discí-
pulo directo de Rodríguez de Alvarado, Torres, Castillejos, Terán y Ca-
ballero, quienes habían tenido como mentores a los primeros,
y Villanueva, quien fue formado por los últimos. 149
En 1977, Franco Vázquez, implantó la cirugía pediátrica orga-
nizada y se formó el primer bloque de residentes que se educaron
ya bajo un programa académico, el reconocimiento universitario se
logró cinco años después. En la actualidad, la sede es el Hospital Pe-
diátrico Moctezuma y el profesorado está integrado por quien esto
escribe, Nájera, García Cabello, Godoy, Velasco, Portugal, Castillo,
Domínguez, Guido, Cortés, Martínez, etc. Este grupo docente es el
único que se adjudicó en 2013 la pertenencia al selecto grupo de
especialidades que conforman el Programa Nacional de Posgrados
de Calidad que promueven CONACyT y UNAM.
El Hospital Central Militar, con profesores como Navarrete,
tiene la encomienda de formar residentes de la especialidad y, en la
actualidad, tiene bajo su cargo un elemento por cada grado. Hubo
centros hospitalarios que durante algunos años estuvieron adies-
trando residentes, pero al parecer por no cumplir con la idoneidad,
fueron cancelados, tal es el caso de los servicios médicos de PEMEX.

La cirugía pediátrica en provincia


Con fines educacionales, en la actualidad muchos estados de la Repú-
blica tienen un hospital pediátrico dependiente presupuestalmente ha-
blando del gobierno y en algunos como los del Estado de México, Pue-
bla, Sonora y Tabasco, tienen residentes de cirugía reconocidos por el
consejo y por una institución académica. En Guadalajara existen dos:

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el Centro Médico Nacional de Occidente y el Hospital Civil, cuyos titu-
lares son Ambríz y Aguirre, respectivamente. Hoy se sabe que existen
grupos formadores del recurso aun sin reconocimiento universitario
ni del consejo, en Monterrey y León, ambos al parecer a instancias del
Instituto Mexicano del Seguro Social. Desde el punto de vista asisten-
cial, existe el antecedente de que hace muchos años se formaron grupos
de trabajo o individualidades, pero tal vez los más importantes fueron
Porras y Gil–Barbosa en Puebla, Arreola, Arenas, Aguirre y Osuna en
Guadalajara y Florenzano en Monterrey.

Las academias y la cirugía pediátrica mexicana


150 Las academias Nacional de Medicina y Mexicana de Cirugía se
convirtieron pronto en un objetivo muy pretendido en virtud de
que pertenecer a una de ellas o a las dos coloca al cirujano en un
status de distinción. Los primeros en ingresar a las dos academias
fueron, de nueva cuenta, los cirujanos graduados del HIM, Beltrán
Brown, León Díaz, Silva Cuevas, Porras y González Cerna. Confor-
me pasó el tiempo, poco a poco, cirujanos de otras generaciones se
fueron agregando de manera que en la actualidad, a diferencia de
años previos, ha aumentado en forma significativa, en especial el
ingreso a la Mexicana de Cirugía. El grupo de cirujanos pediatras
afiliados a la Academia Nacional de Medicina es aún muy restrin-
gido. La Academia Mexicana de Pediatría es otra instancia a la que
se ingresa por competencia y ocupan sillones de la especialidad
varios cirujanos como socios distinguidos.

La Pacific Association of Pediatric Surgeons


y la cirugía pediátrica mexicana
La Pacific Association of Pediatric Surgeons (PAPS), que sesio-
na en todos los países limítrofes del Pacífico, incluido México, es
una institución que se formó después de que lo hizo la APSA y a
cuyo seno ingresaron hace más de 30 años los pioneros Fran-
co–Vázquez, Salazar Juárez, Porras, Rodríguez Mendoza, Azpi-
roz Contreras y Arreola, se convirtió también en una pretensión
y en la actualidad tiene al menos 20 cirujanos pediatras mexicanos,

Academia Nacional de Medicina


convirtiéndose en un escaparate para satisfacer las inquietudes aca-
démicas de colegas nacionales.

La educación en cirugía pediátrica


Desde la aparición del primer artículo publicado en nuestro país por
un cirujano pediatra, el que por cierto fue publicado por Lozoya, y
que trató de dos niños que sufrieron invaginación intestinal debido
a un divertículo de Meckel, la enseñanza de la especialidad ha veni-
do adaptándose a los cambios generados por la globalización y en la
actualidad existen ocho centros formadores del recurso en la ciudad
de México y otras escuelas en Sonora, Tabasco y Guadalajara, de
donde egresan entre 28 y 34 nuevos cirujanos pediatras cada año. 151
Existe en la actualidad un consejo, una sociedad y un colegio de ci-
rugía pediátrica, quienes según su función participan activamente.
Se han escrito muchos libros de cirugía pediátrica, que han servido
como fuentes documentales a las generaciones, el primero de 1957, de
Lozoya y Cacho, el de Beltrán–Brown que apareció en 1969, el de Stra-
ffon en 1971 y el libro rojo de Peña que fue publicado en 1976. Existen
muchos más, pero que por cuestiones de espacio no voy a mencionar.
Los apoyos didácticos en otros idiomas han sido diversos, desde la am-
biciosa obra publicada como editor por Benson, que se ha perpetuado
mediante herencias editoriales y cuya versión actual es de reciente pu-
blicación. No obstante, previamente existían los escritos por Pellerin y
Duhamel de Francia, Gans de los EUA, Jones de Australia y Rickham,
el primer libro de cirugía del recién nacido, en Inglaterra.
Para fines organizacionales, en 1958 se fundó la Sociedad Mexica-
na de Cirugía Pediátrica y tuvo como antecedente reuniones en un hotel
que tenían los cirujanos de la década de los cincuenta, quienes discutían
los casos interesantes. A éstas, asistían Lozoya, González Ruiz, González
Padilla, Straffon, Pedraza, León, Villalpando, Cisneros, Trejo y Sariña-
na, quienes en conversaciones serias y en tertulias deliberaban acerca de
los casos que recién cada uno había operado. En la actualidad, se llevan
a efecto reuniones anuales, que a manera de congreso nacional reúnen
cada año a una cantidad importante de socios. Se convocan por lo gene-
ral en ciudades grandes y suelen ser en el litoral mexicano.
El Consejo se fundó en 1977, a instancias de los cirujano pedia-
tras que conformaron la primera generación, la que era ya un poco
heterogénea en virtud de que aun con el dominio del HIM, ya existían
graduados de otros centros como el hospital de pediatría del Centro

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Médico Nacional, que a esas alturas ya había graduado al menos cin-
co generaciones, destacando en el norte Gómez Alcalá, en el centro
Gil–Barbosa y en la capital Blanco y Nieto, cirujanos brillantes quie-
nes ocuparían posiciones como jefaturas de servicio, de enseñanza
y direcciones. La primera reunión se llevó a cabo en Morelia. La re-
vista, órgano oficial de la sociedad, apareció en 1989 a instancias de
varios cirujanos, pero en especial de Fallad de Tamaulipas.

Colofón
Hoy día la cirugía pediátrica mexicana colegiada ocupa un sitio pri-
vilegiado y está distribuida, quizá mal distribuida, pero activa y bien
152 representada tanto en hospitales generales como hospitales pediá-
tricos. Identificados, somos alrededor de mil, pero en México, pro-
bablemente seamos más de 1 500. Los retos permanecen y están en
espera de soluciones y proyectos que la revolucionen y llegue a ser
vista y manejada como un gremio democratizado, cuyos objetivos
esenciales sean además del crecimiento académico, la transparencia
sin regateos y la tendencia inalienable para beneficiar a los compa-
ñeros que, encontrándose lejos del centro del país, desean acercarse
en busca de un legítimo deseo de superación personal y profesional.

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CIRUGÍA PLÁSTICA, ESTÉTICA
Y RECONSTRUCTIVA
Martín Iglesias Morales 14
Antonio Fuente del Campo
Leonardo Bravo Ruiz

153
La cirugía plástica mexicana en la primera década del siglo XXI está
caracterizada por la introducción de conocimientos de ciencia bá-
sica y por el refinamiento de algunas técnicas quirúrgicas. Dentro
de los conceptos de ciencia básica, destacan las quimicionas, ligan-
dos y factores de crecimiento en la piel, células madre del tejido
graso y su aplicación en la medicina regenerativa; además de co-
nocimientos de genética, inmunología y farmacología, y su aplica-
ción en los alotrasplantes compuestos vascularizados. Dentro del
refinamiento de las técnicas quirúrgicas de reconstrucción están la
microcirugía, la cirugía craneofacial y la cirugía estética. Adicio-
nalmente, nuevas técnicas quirúrgicas han sido modificadas para
la reconstrucción de padecimientos propios de la época, como lo
representan las pérdidas masivas de peso secundarias a la cirugía
bariátrica o la cirugía endoscópica aplicada a la cirugía de mano. Lo
anterior ha permitido mayor seguridad en la reconstrucción, con
menor tiempo de incapacidad.
A continuación describimos las aplicaciones quirúrgicas que
han marcado en esta década a la cirugía plástica mexicana.

Tratamiento integral de las quemaduras


A la par del desarrollo de la medicina y las especialidades médicas,
la atención dada a las quemaduras ha sido encaminada para mejo-
rar los resultados en la mortalidad, prevenir las complicaciones y
disminuir el riesgo de secuelas. Para integrar el manejo en centros
destinados específicamente a estos pacientes con médicos especia-
lizados, se han creado 15 centros en diferentes estados de la Repú-
blica en los últimos 9 años.
Siendo la piel el principal órgano afectado por un proceso de
destrucción que obliga a su reparación o reemplazo y las quemadu-
ras un proceso patológico que no termina hasta que se logra el cie-
rre completo de la herida, es natural que sea la cirugía plástica una
de las especialidades involucrada para lograr la curación definitiva.
Esta especialidad maneja las técnicas actuales conocidas para es-
timular la cicatrización, ofrecer cubierta cutánea estable mediante
traslado de tejidos y mejorar el resultado funcional y estético.
La investigación se ha enfocado desde el principio en productos
para el cuidado de heridas que estimulen la cicatrización más rápi-
da utilizando las ventajas del ambiente húmedo. Se han desarrollado
154 apósitos oclusivos de diversos materiales, tanto absorbentes como
productores de humedad. Algunos en combinación con tecnología
para la liberación gradual de antibiótico según cada caso, hasta por
varios días sin necesidad de recambio. En el caso de los biológicos, se
ha desarrollado la estimulación mediante factores de crecimiento y
limitación de proteasas que, además de funcionar como una barrera,
tienen el objetivo de prevenir la desecación de la herida y mayores
pérdidas de líquidos en el paciente, cuidar el tejido lesionado, esti-
mular la migración de leucocitos y la producción de citocinas, para
mantener un microambiente con control de la cuenta bacteriana y es-
timular la migración de queratinocitos.1 De esta manera, permiten la
cicatrización a partir de elementos celulares presentes en los anexos
de la piel que fueron respetados por la lesión inicial.
Entre estas cubiertas temporales, están los productos bioló-
gicos derivados de seres humanos como la piel cadavérica. Se han
desarrollado en nuestro país bancos de piel, lo cual permite su con-
servación y manejo. Se han utilizado nuevamente las membranas
amnióticas y, mediante técnicas de medicina nuclear, se ha logrado
disminuir el riesgo teórico de infecciones trasmitidas por el uso de
productos derivados de humanos.2
Los sustitutos dérmicos se utilizan para la reconstrucción en que-
maduras de espesor total, donde el proceso de cicatrización natural
dejaría graves secuelas. Son procedentes tanto de derivados animales
como de donadores cadavéricos que aportan una matriz extracelular
como soporte para la colocación posterior de queratinocitos, ya sea
cultivados a partir del propio paciente o llevados al sitio receptor me-
diante un autoinjerto delgado. De esta manera, se obtiene una cubier-

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ta estable y con limitada contracción para mejorar tanto el resultado
estético como funcional, y así limitar la incidencia de cicatriz hiper-
trófica o queloides, que con frecuencia resultan de estas lesiones.
Una terapéutica recientemente aplicada a este campo es la tera-
pia hiperbárica, en la cual mediante una cámara mono o multiplaza se
administra oxígeno a 100% a dos veces la presión atmosférica normal
al nivel del mar. La administración de oxígeno está involucrada en la
actividad, tanto de neutrófilos como de macrófagos y fibroblastos en
las fases de inflamación y remodelación, ayuda también a la oxida-
ción de las membranas celulares de las bacterias para su destrucción.
La síntesis de colágeno y su estabilización durante la formación de
proteínas también es mejorada por la mayor entrega de oxígeno con
lo que disminuye el tiempo de cicatrización de las heridas.3
En la actualidad, se mantienen investigaciones también en la du-
ración de la respuesta inflamatoria local así como en determinantes 155
genéticos involucrados en el desarrollo de cicatrización hipertrófica.
Resulta de particular utilidad, en el caso de las quemaduras por
corriente eléctrica, la combinación de técnicas microquirúrgicas
y el desarrollo de colgajos de perforantes. Éstos han cambiado el
pronóstico, tanto para la conservación de los segmentos corporales
como para la función y la rehabilitación posterior. El desarrollo y
la utilización de colgajos de perforantes y colgajos quiméricos han
permitido obtener cubiertas cutáneas delgadas y llevar tejidos espe-
ciales como nervios, hueso, músculo, etc., para reconstruir unidades
funcionales, sin grandes sacrificios de zonas donadoras.
Todo lo anterior permite que un paciente quemado tenga
mayor probabilidad de sobrevida, menores secuelas y más rápida
reintegración a sus actividades cotidianas y laborales.

Injertos autólogos de grasa


Los injertos autólogos de grasa fueron utilizados con mayor fre-
cuencia a partir de la aplicación clínica de la liposucción. Desde en-
tonces, han sido ampliamente estudiados y se han convertido en un
procedimiento real y útil en la cirugía reconstructiva y estética.4 La
transferencia de grasa autóloga se ha llamado también lipoinyec-
ción, lipotransferencia, injertos de grasa autóloga, lipoescultura y
es considerada un procedimiento de mínima invasión, no costoso
y simple de realizar.5 Su principal indicación es la reconstrucción

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de defectos, debidos a la pérdida de volumen de tejidos blandos, de
leve a moderada magnitud, y perdidos por cualquier causa, ya sea
traumática, infecciosa, quirúrgica, congénita o por envejecimiento.6
Se han utilizado también en heridas crónicas secundarias a radiote-
rapia. Sin duda, su aplicación en la cirugía estética es predominante,
ya sea para aumento mamario de carácter reconstructivo o estético,
aumento de volumen en glúteos y piernas o para el rejuvenecimien-
to facial en sus diferentes unidades. Los injertos autólogos de grasa
han desplazado en algunos casos a los modelantes sintéticos, los im-
plantes mamarios y a los colgajos pediculados o microquirúrgicos.5
La integración de los injertos es al inicio por difusión y después
por revascularización proveniente del lecho receptor. Los adipocitos
sobrevivirán cuando se encuentren hasta 2 mm de un aporte arte-
rial. La cantidad de integración de grasa es variable. La obtención,
156
la preparación y la aplicación de los injertos de grasa influyen en el
destino de ésta. Existen varias modificaciones de la técnica. En la
más recomendada y comúnmente utilizada, la obtención de la grasa
es con jeringa; en la preparación, se centrifuga la grasa obtenida a
3 000 revoluciones por minuto, y se retira el líquido sobrenadante e
infranadante, después se coloca en jeringas de 1 mL; se recomienda
para su aplicación una cánula roma, distribuyendo pequeñas canti-
dades de grasa en diferentes planos anatómicos.6
Los resultados a corto plazo, son satisfactorios para el paciente
y el médico. Sin embargo, existe un porcentaje de absorción impre-
decible y varía de 30 a 70% a un año. Por lo anterior, el paciente
puede requerir varios procedimientos de injertos de grasa autóloga
para lograr el resultado deseado.
Como efecto secundario positivo, mejora la calidad en turgencia,
grosor y pigmentación en la piel por debajo la cual se injerta la grasa.
De esta forma, el paciente no es sometido a procedimientos
devastadores y se obtienen mejores resultados con mínima morbi-
lidad. Las complicaciones más frecuentes pueden ser la infección,
la formación de quistes y la reabsorción total de la grasa, embolia
grasa cuando se inyecta en el tercio superior de la cara.

Células madre derivadas del tejido adiposo


La principal ventaja del tejido adiposo es la presencia de células re-
generativas, denominadas células madre o troncales. La terapia con

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células madre derivadas del tejido adiposo (CMTA) se considera un
tratamiento emergente en la medicina regenerativa, y está indicada
para el tratamiento de heridas con compromiso circulatorio, para
aumentar la integración de los injertos grasos y para la reconstruc-
ción de músculo cardiaco o estriado, cartílago, para mejorar la rege-
neración nerviosa, la reparación ósea, y de otros órganos internos.7,8
También se ha aplicado en trauma espinal, enfermedad de Crohn,
trasplantes de médula ósea, trasplantes de aloinjertos compuestos
vascularizados, osteoartritis y diabetes.9 Sin embargo, es necesario
un mayor número de estudios clínicos para determinar su efectividad.
La obtención de la grasa se realiza en forma similar a cuando
se efectúa una lipotransferencia. Este tejido aspirado se procesa a
través de múltiples pasos bioquímicos en los que se utiliza fosfato
amortiguado estéril, colagenasa, suero bovino fetal y antibióticos,
157
después se centrifuga de nuevo y luego se filtra, para separar las
CMTA de los adipocitos. Si la cantidad de CMTA es insuficiente, és-
tas pueden expandirse a través de cultivos. Las CMTA suelen mez-
clarse con injertos autólogos de grasa. Su aplicación en los tejidos es
similar a como se aplican los injertos de grasa.
Los resultados son alentadores, pero se encuentran con nivel de
evidencia de 3 y 4. Reportes de pequeñas series reportan la cicatri-
zación de heridas crónicas radiadas, así como un aumento de 35%
en la integración de los injertos autólogos de grasa, en comparación
con la aplicación sin CMTA. Hay estudios de investigación clínica en
proceso que se realizan en isquemia cardiaca, úlceras isquémicas
en pacientes diabéticos, enfermedad de Crohn, úlceras por radia-
ción y reconstrucción de mama.10
Las complicaciones son similares a las de los injertos de grasa,
sin embargo se concluye que son aún desconocidas. Debido a la pro-
babilidad de producir transformación celular, cuando se aplican en
sitios receptores con células tumorales, su aplicación en reconstruc-
ción mamarios posoncológica debe ser evaluada con meticulosidad.
Sus resultados son prometedores a corto plazo, pero aún está en
vigilancia por la Federal Drug Administration.

Contorno corporal en pérdidas masivas de peso


La cirugía del contorno corporal después de la cirugía bariátrica se ha
convertido en parte del tratamiento integral y de rehabilitación del

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paciente con pérdida masiva de peso (PMP). Desafortunadamente en
México, sólo 10% de los pacientes que se someten a cirugía bariátrica
tienen acceso a la cirugía reconstructiva, este porcentaje es similar
al de los países desarrollados, pero en México el tiempo de espera
promedio es de 31.3 meses para tener acceso a este tipo de recons-
trucción vs. 18 meses en los países desarrollados.11 Debido al alto por-
centaje de complicaciones en este tipo de cirugía, existen requisitos
mínimos para proceder a ésta, los cuales son: a) haber pasado un pe-
riodo de 18 a 24 meses después de la cirugía bariátrica; b) apego a las
indicaciones de la clínica de obesidad; c) mantener un peso estable
por lo menos durante seis meses; d) aceptar las limitaciones del tra-
tamiento quirúrgico y no tener falsas expectativas; e) albúmina sérica
mayor de 4 g/dL; f) hemoglobina mayor de 13.5 g/dL, y g) un índice
de masa corporal (IMC) menor a 30.12
158
El IMC menor a 30 no siempre es posible, por lo que IMC ma-
yores también son susceptibles a reconstrucción, pero deben tomar-
se muchas precauciones.
Debido a que la PMP ocasiona flacidez de tejidos generalizada,
se recomienda la reconstrucción corporal en forma seriada. Suele
realizarse en un primer tiempo quirúrgico la reconstrucción de la
unidad corporal inferior, lower body lift, la cual comprende la re-
construcción de la porción inferior del tronco anterior y posterior,
glúteos y muslos.13 Después de 3 a 6 meses, puede continuarse con
la reconstrucción de la unidad corporal superior upper body lift,
que es la combinación de braquiplastia, resección de tejidos de la
espalda superior y reconstrucción de mamas.14 En ocasiones, cuan-
do el IMC es menor a 25 y la paciente está en buenas condiciones,
se puede realizar una rehabilitación exhaustiva del cuerpo superior
e inferior, lo anterior se denomina total body lift. Por último, puede
realizarse alguna plastia aislada como plastia de glúteos, retoques
en muslos, brazos o mamas, etc.
Sin duda, la región anatómica que se reconstruye en 100% de los
pacientes con PMP es el abdomen, pues es el sitio que mayor deformi-
dad y limitaciones funcionales ocasiona; en 20%, esta deformidad se
agrava por la presencia de hernias. De los pacientes que tuvieron acceso
a la cirugía plástica, 57% optó sólo por la reconstrucción abdominal. En
ellos, se realizó ya sea paniculectomía, abdominoplastia convencional,
abdominoplastia en Flor de Lis o abdominoplastia circunferencial.15
En general, estas cirugías se caracterizan por tiempos quirúrgi-
cos prolongados de 327 minutos en promedio (120–820 min); san-
grados transoperatorios profusos con rangos de 674 +/– 453 mL;

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complicaciones en promedio de 42% (20 a 82%), y días de hospita-
lización de 7.4 ± 4.8 días.15
Los resultados son muy buenos, ya que permiten al paciente
su reintegración a su vida social, laboral y sexual. Por último, aun
cuando el tratamiento quirúrgico del contorno corporal en estos
pacientes se considera en esencia como un procedimiento recons-
tructivo y de rehabilitación, que busca objetivos funcionales, psico-
lógicos y mejoría en el aspecto físico, no son cubiertos por los segu-
ros de gastos médicos, ya que éstos lo consideran un procedimiento
puramente estético.

Alotrasplantes compuestos vascularizados


159
Los alotrasplantes compuestos vascularizados (ACV) contienen
múltiples tipos de tejidos provenientes de las tres capas germinales
(endodermo, mesodermo y ectodermo), sus principales constitu-
yentes son la piel y el tejido musculoesquelético. Se caracterizan por
ser cirugías prolongadas con duración promedio de 19 h (15–23 h);
con pérdidas sanguíneas considerables y rápidas que se presentan
de inmediato a la reperfusión del tejido trasplantado, por lo tanto,
requieren transfusiones masivas en promedio de 20 U (5–28 U).16
Los ACV se han realizado desde 1998 y hasta la fecha se han
reportado en 51 pacientes 74 trasplantes de manos/extremidad, y
en otros 20 pacientes se han trasplantado 20 caras.
La International Hand and Composite Tissue Transplantation
Society en 2010 reportó 33 pacientes trasplantados, con superviven-
cia a un año de 96%. El tratamiento de inducción fue con timoglobu-
lina en 16 pacientes, basiliximab en 5 o alemtuzumab en 8. El trata-
miento inmunosupresor de mantenimiento más común consistió en
bajas dosis de esteroides, tacrolimus con niveles séricos de 8–12 ng/
dl y mofetil micofenolato. En 25 de los 33 pacientes (85%), se presen-
tó al menos una reacción de rechazo agudo. Del total de los pacien-
tes, 69% presentó complicaciones metabólicas, como hiperglicemia
transitoria (tres pacientes, requirieron hipoglucemiantes), aumento
de la creatinina sérica, insuficiencia renal en un caso que ameritó
hemodiálisis, hipertensión arterial, síndrome de Cushing, necrosis
aséptica de la cadera. Un paciente desarrolló enfermedad linfoproli-
ferativa y otro, un carcinoma basocelular de nariz. Por desgracia, tres
pacientes en el mundo occidental han perdido las extremidades supe-

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riores trasplantadas: uno por infección bacteriana a los 45 días; otro
a los 245 días por hiperplasia subendotelial, y otro a los 29 meses por
haber suspendido los inmunosupresores. En China, siete pacientes
perdieron sus extremidades trasplantadas debido a la falta de medi-
camentos. Un paciente murió por obstrucción de la vía respiratoria a
los 65 días posoperatoria.17 Otro paciente en la ciudad de México con
trasplante bilateral de extremidades superiores murió, debido a los
efectos secundarios a la administración de la segunda dosis de timog-
lobulina, a 19 horas de haber terminado el trasplante.
Aun cuando deben superarse muchos obstáculos, los ACV repre-
sentan el mayor logro en la medicina reconstructiva y de trasplantes
y son la mejor opción reconstructiva de los pacientes con amputacio-
nes de mano/extremidad superior o cara. Sin embargo, debido a los
efectos colaterales de la inmunosupresión y a que estos trasplantes
160 son considerados no necesarios para la vida, parte de la comunidad
médica aún considera que no se justifica su realización. Por esta ra-
zón, los equipos quirúrgicos dedicados a estos trasplantes evalúan
con cuidado los resultados obtenidos en cada uno de los pacientes
trasplantados. Así, se han reportado en 10 pacientes trasplantados
de extremidad superior los resultados funcionales, evaluados con el
cuestionario de Disability Arm Shoulder and Hand (DASH). Estos
pacientes en promedio tuvieron un DASH de 71 puntos pretrasplante
y de 43.4 puntos postrasplante. (p = 0.005). Los pacientes de postras-
plante unilateral obtuvieron 59 puntos y los de postrasplante bilate-
ral, 36 puntos.18 De dicha evaluación, se concluye que el trasplante de
mano/extremidad superior mejora la calidad de vida de los pacientes,
ya que les ofrece la función suficiente para que 75% de ellos pueda
conseguir trabajo y sea independiente económicamente, y 100% ob-
tenga sensibilidad protectora. Los pacientes trasplantados de cara
recuperan su identidad y les permite visibilidad social. Con base en
lo anterior, su ejecución sí justifica los riesgos–beneficios de la inmu-
nosupresión de por vida que requieren estos pacientes.19
Los trasplantes de extremidad superior fueron impulsados por
los países desarrollados, pero lamentablemente son los países en
vías de desarrollo los que más requieren este procedimiento. Así,
aun cuando este tipo de trasplantes se encuentre en etapa de in-
vestigación clínica y sea costoso, el Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), desarrolló el
protocolo para el Trasplante de Mano en 2005. Desde entonces, ha
trabajado hasta realizar el primer trasplante de mano exitoso en
México y en América Latina, en mayo de 2012.

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En un paciente masculino de 52 años de edad, con amputación
bilateral de antebrazos, en el ámbito de su tercio proximal, a con-
secuencia de quemaduras eléctricas de alta tensión, la evaluación
preoperatoria reportó discapacidad funcional con un DASH de 70
puntos. Toda su valoración preoperatoria fue normal a excepción
de la electromiografía, que reportó neuropatía motora axonal de los
nervios mediano derecho y ulnar izquierdo. El donador fue un mas-
culino de 34 años de edad, con muerte cerebral debido a una herida
por arma de fuego, con panel viral negativo. El mismatch para HLA:
A, B y DR fue 5/6. El tiempo de isquemia total fue de 6:30 h para
la extremidad izquierda, y de 6:50 h para la extremidad derecha. El
tiempo total de cirugía fue 17 h. Se transfundieron 20 paquetes de
glóbulos rojos. La terapia de inducción fue con globulina antitimo-
cito a dosis de 1.5 mg/kg/día, durante cinco días. El mantenimien-
to de inmunosupresión es con base en prednisona, tacrolimus con 161
niveles séricos de 8–10 ng/dl y mofetil micofenolato. Su evolución
posoperatoria ha sido sin complicaciones, y el paciente a 15 meses
postrasplante tiene un DASH de 36, con flexión–extensión digital
completa en mano izquierda, e incipiente en la mano derecha, opo-
nencia de pulgar presente, aunque débil, flexión–extensión de mu-
ñeca normal, discriminación a la temperatura calor–frío presente
en ambas manos. El paciente es independiente, puede vestirse, co-
mer comida preparada, bañarse sólo, afeitarse y lavarse los dientes.
Seguirá en rehabilitación y la función total será evaluada al tercer
año posoperatorio.
Por lo anterior, en México se han abierto siete programas más
de ACV en diferentes hospitales.

Cirugía craneofacial
A partir del Congreso Internacional de 1967 en la ciudad de Roma,
donde el doctor Paul Tessier presentó por primera vez su experien-
cia en el manejo quirúrgico de malformaciones congénitas graves,
como la enfermedad de Crouzon, el síndrome de Apert y el hiperte-
losismo, nació una subespecialidad denominada cirugía craneofa-
cial, no en balde, Tessier es reconocido como el padre de esta subes-
pecialidad.20 Sus seguidores formaron grupos de trabajo (clínicas)
que integraban a los diversos especialistas que se requerían para
el manejo multidisciplinario que estos pacientes necesitan. John

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McCarthy en New York, Anthony Wolf en Miami, Henry Kawamo-
to en Los Ángeles, Kenneth Salyer en Dallas, Daniel Marchac en
Paris, Casio Raposo do Amaral en Campinas, Brasil, y Fernando
Ortiz Monasterio en la ciudad de México fueron sin duda los más
destacados por sus aportaciones.
Las técnicas originales del doctor Tessier, que empleó el doctor
Ortiz Monasterio y su grupo en sus primeros casos (1972), han sufri-
do modificaciones producto de la experiencia e inventiva de diversos
cirujanos. Los procedimientos para la corrección de las alteraciones
que presentan los pacientes con enfermedad de Crouzon o síndrome
de Apert, en particular su maloclusión y el exorbitismo, consistieron
inicialmente en el avance del esqueleto de la cara, que era sostenido
por la colocación de injertos óseos interpuestos. Converse modificó
este procedimiento agregando una craneotomía frontal que le per-
162 mitía incluir en el avance los marcos orbitarios completos y evitar el
escalón nasal que en general ocasionaban los otros procedimientos.
Ortiz Monasterio y Fuente del Campo21 describieron un avance cra-
neofacial, incluyendo en el avance tres segmentos, el hueso fron-
tal, una barra intermedia y el macizo facial. Trazaron las osteoto-
mías con prolongaciones que les permitían desplazar los segmentos
deslizándolos en canales de autosoporte, sin depender de injertos
óseos. Este procedimiento al que la comunidad denominó avance en
bloque o monobloque, y por el cual el grupo de la ciudad de México
logró reconocimiento internacional, es hasta la actualidad el proce-
dimiento de elección para el tratamiento de estos pacientes.
La distracción osteogénica propuesta por Snyder en 1973 y po-
pularizada por McCarthy en 1992, consistente en la separación lenta
y progresiva de dos segmentos óseos que permite la neoformación de
hueso para el tratamiento de diversos tipos de hipoplasia mandibu-
lar, fue aplicada en el tercio medio de la cara a los casos de Crouzon
y Apert por el doctor Fuente del Campo, quien diseñó un dispositivo
distractor22 para este propósito, logrando estabilidad de los resulta-
dos a largo plazo, sobre todo en el ámbito del tercio inferior, donde
es fundamental conseguir oclusión dental funcional. Hoy en día, la
aplicación de la endoscopia permite realizar un avance en bloque
mediante corticotomías realizadas mediante incisiones pequeñas
y la colocación de dispositivos distractores, reduciendo de manera
importante el sangrado y la morbilidad del procedimiento. El tra-
tamiento del hipertelorismo propuesto por Tessier, consistente en
la resección de una franja de hueso en la porción central de la cara,
para permitir la medialización de las órbitas, corrigiendo la separa-

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ción excesiva que caracteriza a la malformación, no ha cambiado en
esencia, sin embargo, se han agregado refinamientos importantes
como son la corrección subcraneal y la preservación nasal,23 que
permite conservar la nariz original, cuando ésta no está alterada,
o bien refinarla para adecuarla al paciente y no sacrificarla como
ocurría con frecuencia, teniendo que reconstruirla posteriormente.
En el tratamiento de la microsomía hemifacial, la distracción os-
teogénica ha sido un gran avance, pues ha permitdo no sólo la neo-
formación de hueso, sino también el poder remodelarlo y dirigir su
crecimiento, por lo que está siendo muy utilizado en otras malforma-
ciones, como la micrognatia y el Pierre Robin.24 En el tratamiento de
las fisuras faciales se combinan o asocian colgajos cutáneos, colgajos
musculares, osteotomías, dispositivos distractores y, más reciente-
mente, expansores tisulares que permiten amplificar la capacidad de
cubierta de la piel, con lo que es posible reconstruir áreas más exten- 163
sas y estructuras faciales más grandes, mediante unidades que coin-
cidan con las unidades estéticas de la cara, evitando cicatrices que las
crucen, para que no sean muy evidentes. En particular, en los casos
de fisuras mediales o paramediales donde está involucrada la nariz y
con frecuencia el piso anterior del cráneo, con la generación de la her-
niación de meningoceles y encefalomeningoceles, la reconstrucción
del defecto óseo en la base del cráneo es mandatoria. En sus orígenes,
la cirugía craneofacial tenía como meta fundamental la corrección
de la alteración ósea congénita, procurando que repercutiera en un
mejor aspecto estético del paciente; en la actualidad, la planeación
quirúrgica contempla de inicio las medidas y proporciones que cada
paciente requiere para lograr no sólo la corrección de la malforma-
ción obvia, sino también obtener un aspecto natural, sin estigma de
la malformación y, de ser posible, bello.
La combinación de osteotomías, distractores osteogénicos y
endoscopia permite resolver muchos casos que antes tenían pocas
posibilidades.
Son muy diversas las malformaciones congénitas que atiende
la cirugía craneofacial, por lo que resulta imposible hacer referencia
a muchas de ellas en este breve espacio.
La evolución de la cirugía craneofacial a lo largo de sus 46 años
no sólo ha mejorado las técnicas para corregir las malformaciones
congénitas de la esfera craneofacial, también ha generado concep-
tos y procedimientos que ahora son de frecuente aplicación en la
cirugía plástica estética cotidiana.

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Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


CIRUGÍA EN GINECOLOGÍA

Jesús Carlos Briones Garduño 15


Carlos Campos Castillo
Enrique Gómez Bravo Topete

167
La palabra ginecología proviene del griego giné, mujer, y logos, es-
tudio o tratado; es la ciencia y especialidad clinicoquirúrgica que
estudia las enfermedades del sistema reproductor femenino.
Los primeros escritos encontrados sobre esta ciencia corres-
ponden a El papiro de Kahun (descubierto por Flinders Petrie en
1889), que data de 1800 a.C y está constituido por varios papiros
que revelan conocimientos hasta el año 3000 a.C. En los tiempos de
Hipócrates (ca. 460 a.C. – ca. 370 a.C.), ya existían las obstetrices y
las feminae medicae. La ginecología aparece inicialmente en el pa-
piro de Ebers (ca. 1500 a.C.) con la descripción del prolapso uterino
total. El Chillndar Medical Codex, de más de 400 páginas, es-
crito en lengua Servia, es todo un manual de terapéutica médica. El
lapso entre los siglos V y XV en ocasiones ha sido llamado “la oscura
noche de la edad media”, entre otras razones por su improductivi-
dad en cuestiones médicas.
En 1839, la medicina se basaba en las obras de Aristóteles,
Avicena, Galeno e Hipócrates. El siglo XIX se considera un periodo
negativo en la evolución de la medicina y la cirugía. En Edimbur-
go, Simpson utiliza por primera vez el éter en obstetricia y luego el
cloroformo. Sólo cuando la Reina Victoria de Inglaterra dio a luz al
Príncipe Leopoldo, se consolidó su empleo. Durssen practica la pri-
mera cesárea vaginal y W. Zoege von Mauteuffel aporta a la cirugía
los guantes de goma.
La cirugía mexicana en ginecología y obstetricia tuvo también
un amplio desarrollo durante el siglo XIX. El coronel Pedro del Villar
tuvo a bien plantear la existencia de un Hospital Militar de Instruc-
ción, que conjugara la labor hospitalaria con una escuela de carácter
médico–militar. Francisco Montes de Oca (1837–1885), quien ade-
más fue precursor de la antisepsia en México, consolidó la creación
del Hospital Militar de Instrucción (Hospital Escuela Médico–Mili-
tar) en 1880. Ricardo Vértiz inicia la aplicación de la antisepsia en
México y Eduardo Liceaga la aplica en la cirugía general. En 1884, se
registra la primera operación de Porro, programada y realizada por
Juan Ma. Rodríguez, en 1828, padre de la ginecobstetricia mexicana.
Para 1914, Gonzalo Castañeda incorpora la nueva operación gi-
necológica, la primera operación para esterilización de la mujer sin
mutilar sus órganos genitales. Julio Villarreal inicia la cirugía on-
cológica en la cirugía ginecológica, en este periodo Rosendo Amor
propone la histerectomía vaginal en prolapsos de tercer grado con
plastia vaginal.
A principios del siglo XX, surge la figura inconmensurable del
doctor Clemente Robles Castillo, cirujano general de fuerte persona-
168 lidad y gran carácter, que funda, junto con Eliseo Ramírez e Isaac
Ochoterena, la Sociedad Mexicana de Biología. Robles fue interno del
Hospital Juárez de México –antecedente que pocos saben– y alumno
del doctor José Rábago, distinguido ginecoobstetra; realizó su prime-
ra cesárea extraperitoneal en 1928; fue enviado por el doctor Enri-
que Hernández Álvarez a Europa; recibió el apoyo del doctor Torres
Torrija, director del Hospital Juárez, y fue acogido por el doctor Igna-
cio Chávez en el Hospital General de México, donde practica la prime-
ra cirugía cardíaca y la primera cirugía pediátrica; más tarde, le abren
las puertas de la Academia Mexicana de Cirugía e impulsa el cambio
contemporáneo de la cirugía hacia la modernidad del momento.
Es precisamente, el doctor Clemente Robles Castillo, quien,
desde el Hospital General de México, marca el cambio del siglo XIX
al XX, no sólo en cirugía ginecológica y obstétrica, sino también en
el resto de la cirugía mexicana, con la realización de la primera ciru-
gía cardíaca, la primera cirugía pediátrica y la primera neurocirugía.
Además, funda el servicio de neurología y neurocirugía en el Hos-
pital General de México, desde cuya dirección general, según sus
propias palabras, dirige el destino de este hospital que “se debatía
en la más espantosa de todas las miserias”, como lo describe en su
gran obra titulada Evocaciones. Desde entonces y hasta ahora, los
cirujanos generales de esta noble institución seguimos realizando la
cirugía ginecológica al más alto nivel.
En este orden de ideas, y en mis funciones como Jefe del Ser-
vicio de Cirugía General que tuve el honor de dirigir, me percaté
que, después de la cirugía de la pared anterolateral del abdomen,
que ocupa el primer lugar de las 10 principales causas de egreso del

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servicio de cirugía general en el Hospital General de México, OD, y
de la cirugía de la vesícula biliar y de las vías biliares —que ocupa el
segundo lugar—, la cirugía ginecológica ocupa el tercer lugar como
causa de egreso en la demanda solicitada por nuestros compatriotas
que acuden a atenderse a nuestra querida institución. De manera
que, en un estudio retrospectivo observacional en un lapso de tres
años, de entre 12 400 procedimientos quirúrgicos llevados a cabo,
encontramos un total de 4 277 procedimientos quirúrgicos gineco-
lógicos realizados por nuestros servicios, lo que corresponde a 33%
del total de cirugías practicadas.
Las patologías ginecológicas más frecuentemente atendidas
fueron:

• Histerectomía abdominal total


• Histerectomía vaginal 169
• Panhisterectomía por cáncer de ovario
• Salpingoclasia bilateral
• Miomectomía
• Histerectomía radical por Ca Cu
• Retunelización tubaria
• Prolapso uterino
• Ovoforectomía unilateral y bilateral con tumores que ocupa-
ban la totalidad de la cavidad abdominal
• Cirugía de la estática pélvica (cistocele)
• Embarazo ectópico roto
• Embarazo ectópico no roto
• Piosalpinx roto
• Piosalpinx no roto

La cuales forman parte de las diez primeras causas de egreso


del servicio de cirugía general.
Mención especial merecen el diagnóstico y manejo quirúrgico
de los tumores de ovario benignos y malignos, en relación con este
tipo de patología, hay que mencionar que se encuentra en aumento,
aunque no en la misma dimensión como cuando ocupaban la totali-
dad de la cavidad y simulaban un embarazo a término. Al respecto,
propusimos la ferulización de ambos ureteros con la finalidad de
identificarlos de manera preoperatoria y, de ese modo, no causar
lesiones uni o bilateral, evitando así lo que distintos autores han
llamado la “catástrofe abdominal”, que puede presentarse en el ma-
nejo quirúrgico de tumores de este tipo, si no se tiene la suficiente
experiencia quirúrgica en su manejo.

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Desarrollo
La cirugía ginecológica ha cambiado de manera importante, de ser
altamente mutilante, burda, de grandes incisiones, de muchos dre-
najes, con muchos riesgos y múltiples complicaciones, ha pasado
a ser planificada, de rara urgencia, fina, delicada, conservadora,
con escaso riesgo y con esporádicas complicaciones. Los cambios
se deben a diversos factores como el hecho de que la patología ha
cambiado, ya no se ven con tanta frecuencia ni los grandes quistes
de ovario ni las miomatosis gigantes. Los métodos de diagnóstico
y detección también han evolucionado. En las técnicas quirúrgicas
empleadas, hay también varios adelantos tecnológicos, como la mi-
crocirugía, la endoscopia y las técnicas de reproducción asistida.
170 Existen, además, los modernos procedimientos anestésicos. Asi-
mismo, se cuenta con una más adecuada preparación de los ciruja-
nos, a los que se agregan ahora los de la especialidad; ha mejorado
notablemente la divulgación de la cirugía, se exige hoy también la cer-
tificación y la recertificación en la especialidad. Las cirugías ginecoló-
gicas se hacen de preferencia por cirujanos especialistas reconocidos.
Ahora se cuenta con TC pélvica y resonancia magnética, por ejem-
plo, además del ultrasonido y transductores rectales y vaginales. Te-
nemos ahora, sobre todo, la endoscopia, celiotomía y laparoscopia.
Contamos, además, con la microcirugía y los microscópios quirúrgicos.
A estos cambios, se agrega todo lo relacionado con la tecnología
de reproducción asistida, en problemas de esterilidad.
En cuanto a la preparación académica de los especialistas en ginec-
obstetricia, se cuenta ya con varias subespecialidades: en oncología, uro-
genital, la de los problemas de fertilidad, por ejemplo, cuyos especialistas
de recién egreso se entrenan en técnicas microquirúrgicas de avanzada.
Otro factor ha sido la difusión de la especialidad por medio de asociacio-
nes ginecológicas, incluida la Academia Mexicana de Cirugía.
La operación quizá más practicada en ginecología es la histe-
rectomía total abdominal por padecimientos benignos, en la que se
practica de manera uniforme la técnica intrafascial, para la protec-
ción de los ureteros. La histeroscopia quirúrgica es con la que se tra-
tan varios padecimientos ginecológicos, como adherencias pélvicas,
quistes, tumores benignos, endometriosis, úteros septos y subsep-
tos, hemorragias uterinas incontrolables, etc.
A partir de 1987, aparece la cirugía laparoscópica con el uso de
la videocámara, lo que representó un gran adelanto de la cirugía en

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lo general y, en especial, en la cirugía ginecológica en todo el mun-
do. Sin embargo, no hay que olvidar a los precursores de la cirugía
laparoscópica; en 1887, Philippe Mouret realiza la primera colecis-
tectomía laparoscópica en Lyon, Francia. Con lo que él mismo llama
“un giro laparoscópico casual”, impulsa de manera muy importante
también el desarrollo de la cirugía endoscópica ginecológica, inclui-
da la histerectomía laparoscópica. La cirugía laparoscópica continúa
avanzando con modificaciones en el instrumental, la reducción de
puertos e incisiones, hasta llegar a la técnica de NOTES (la cirugía
sin huella), coronando esto con la colecistectomía laparoscópica sin
huella de un solo puerto, transumbilical. La primera colecistectomía
transvaginal sin huellas fue realizada precisamente por un ginecó-
logo de Nueva York. Por cierto, la primera cirugía de este tipo [en
México] se hizo en una paciente que se operó en la Unidad 307 del
Servicio de Cirugía General del Hospital General de México, donde 171
tengo el orgullo de laborar. Sin embargo, quien piense que la cirugía
endoscópica es la cirugía del futuro, está viviendo en el pasado. El
futuro inmediato de la cirugía ginecológica apunta hacia la cirugía
robótica y a la telepresencia.
La palabra robot se deriva del checo rabota, que significa tra-
bajo. De acuerdo con el Instituto Estadounidense de Robótica, un
robot es “una máquina de forma humana que realiza funciones de
un ser humano, pero sin su sensibilidad”.
La Real Academia Española lo define como una: “máquina o
ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y rea-
lizar operaciones antes reservadas sólo a las personas”.
En 1986, la Clínica Mayo realizó la primera videoconferencia,
con lo que inició la era de la telemedicina, que posteriormente ins-
piraría el desarrollo de la cirugía a distancia. El concepto de cirugía
robótica con telepresencia nació con la colaboración de la NASA, la
Universidad de Stanford y el Departamento de Defensa de Estados
Unidos para brindar apoyo quirúrgico a los soldados en batalla. Se
inició en la cirugía neurológica y después pasó a la ginecológica. De
esa manera, la primera cirugía robótica se realizó con el Sistema
PUMA para realizar una biopsia esteretáxica. En 1988, en Inglate-
rra, con el Sistema Probot, se realizó la primera resección prostática
por cáncer prostático. En 1992, se creó el sistema Robotic Probodoc,
para reemplazos totales de cadera.
En México, el 12 de junio de 1996 se realizaron dos colecistecto-
mías asistidas por robot y en noviembre de 2001, la primera histerec-
tomía vaginal robótica. Después, se realizó una anastomosis tubaria,

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en 1988 médicos de la Torre médica utilizaron el sistema Da Vinci;
luego, en 1981, por medio del sistema Zeus, se realizó la cirugía de
hiato esofágico y de vesícula biliar. Otros procedimientos útiles de la
endoscopia ginecológica han sido la esterilización tubaria laparoscó-
pica, la transferencia tubaria de gametos y otros procedimientos.
Las aplicaciones principales actuales de la robótica en la
endoscopia ginecológica son la cirugía reproductiva, en especial
en las reconexiones tubáricas, en el campo de la uroginecología,
miomectomías, ooforectomia bilateral, con el sistema Da Vinci,
cirugía pélvica reconstructiva, procedimiento de Burch, salpin-
gectomía, histerectomía, etc.
En cuanto al futuro de este tipo de cirugía, existe una gran li-
mitante en todo el mundo: el aspecto económico. Los costos del sis-
tema Da Vinci son mucho más elevados que cualquier otra técnica
172 quirúrgica empleada.
A pesar de estos adelantos en tecnología en la cirugía gineco-
lógica, quedan todavía muchos dilemas por resolver y limitaciones
económicas, de tiempo y de efectividad:

• Aspectos éticos de tipo médico y legal de la telecirugía, la telea-


sistencia y de la propia robótica en el uso de las intervenciones
quirúrgicas.
• A pesar de todos los adelantos, siguen incrementándose los embara-
zos no deseados, la muerte materna con sus índices elevados, ade-
más del aumento de madres solteras en plena niñez–adolescencia.
• Será de suma importancia el papel de todos los ginecólogos del país
al incentivar medidas de prevención, promoción a la salud ginecoló-
gica en segundo y tercer niveles de atención médica, para cultivar y
preservar la salud ginecológica de todas las mujeres de nuestro país,
muy especialmente las que se encuentran en zonas marginadas y po-
blación vulnerable.

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173

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


ESTOMATOLOGÍA

Takao Kimura Fujikami 16

Introducción
175
La estomatología es la ciencia de la medicina que estudia los padeci-
mientos y afecciones de la cavidad bucal y de los maxilares con la fi-
nalidad de restablecer la salud bucodental y la armonía maxilofacial.
Los padecimientos bucales más frecuentes prevalecientes son
la caries dental y las enfermedades periodontales o de la encía, se-
guidas de las afecciones de la mala oclusión dental que, en algunos
casos, ocasiona alteraciones dentofaciales y, en consecuencia, tras-
tornos importantes de la masticación, en la deglución, del lenguaje,
disfunciones de la articulación temporomandibular, con incremen-
to de malos hábitos orales que afectan aún más las funciones del
aparato estomatognático y de la estética facial.
La estomatología incluye diversas especialidades odontológicas
para el estudio completo y tratamientos específicos de cada uno de
las áreas afectadas, por lo que primordialmente se han desarrollado
en este siglo los estudios de posgrado en las siguientes áreas.
• Cirugía oral y maxilofacial. Dedicada al estudio clínico y la
corrección quirúrgica de las deformidades congénitas orales y
adquiridas de los maxilares, así como de los procesos tumorales
orales, infecciosos, traumáticos maxilofaciales y de reconstrucción
mandibular
• Endodoncia. Destinada a la atención de enfermedades pulpares
(pulpitis)
• Estomatología legal. Centrada en el estudio post mortem de
estructuras dentomaxilares
• Implantología dental. Enfocada en el estudio y la aplicación de
implantes intraóseos de titanio
• Odontología pediátrica. Dedicada a la atención odontológica
en niños y escolares
• Odontología sanitaria preventiva y epidemiológica. Centra-
da en conocer índices CPO y ceo
• Ortodoncia. Destinada a la corrección de las malposiciones denta-
rias y de crecimiento maxilar
• Patología y medicina bucal. Dedicada al estudio clínico e
histopatológico de lesiones orales y maxilofaciales
• Periodoncia. Dedicada a tratar las enfermedades de los tejidos
de sostén dental (periodontitis)
• Radiología oral y maxilofacial. Enfocada en la interpretación
radiográfica dental e imagenología
• Rehabilitación protésica oral. Dedicada a sustituir los órga-
nos dentarios perdidos y devolver las funciones de oclusión dental
y masticación
• Rehabilitación protésica maxilofacial o epitesis. Destinada a
176 sustituir pérdidas óseas faciales

Evolución de la estomatología y cirugía maxilofacial


La estomatología se ha desarrollado en los últimos 50 años en for-
ma acelerada, gracias a las nuevas tecnologías, la investigación
científica en todas las especialidades y la continua capacitación en
la implementación de equipos computados y digitales en el ámbito
odontológico, ejemplo de algunos de ellos son:
1. Equipo de láser quirúrgico y dental
Este equipo ha revolucionado los conceptos clásicos de “remoción ex-
tensa de tejido carioso con cortes de dentina y esmalte por prevención
(autoclisis)” al concepto actual de “remoción mínima exclusiva del te-
jido afectado por caries, sin resección extensa de tejido sano”.
Esta tendencia operativa cambia gracias a la aplicación de la
terapéutica por rayo láser que determina la profundidad y mínima
extensión del corte, asociado con la aplicación de nuevos materiales
de obturación, que cambian de materiales metálicos de limadura de
plata y mercurio, a las nuevas técnicas de materiales de resinas po-
limerizadas por luz ultravioleta, que permiten el sellado y la dureza
para soportar las fuerzas compresivas de la masticación, con el gran
beneficio de obtener las características anatómicas y la similitud del
color del mismo diente, lo que produce una mejora de la calidad de
la atención odontológica, es decir: mínimo dolor y logro de restau-
raciones funcionales y con características anatómicas y de color
idénticos al diente natural (estético)

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2. Investigación del uso de Plasma Rico en Factores de Crecimiento
Celular (PRGF)
En la actualidad, se ha desarrollado el sistema de regeneración ósea1,2
y cicatrización de las heridas bucales en menor tiempo, con menor
proceso de inflamación, con el uso de plasma rico en factores de cre-
cimiento celular o PRGF (siglas en inglés), su uso se indica para:

• Regenerar el hueso en alveolos posextracción


• Regenerar hueso alrededor de los implantes
• Regenerar hueso en defectos óseos
• Mejorar la consolidación de los implantes
• Regenerar zonas posextirpación de quistes maxilares
• Regenerar hueso injertado en elevaciones de seno maxilar y que
requiera utilizar una membrana de fibrina autóloga
• En traumatología, indicado en lesiones óseas, musculares, tendi- 177
nosas, ligamentosas y cartilaginosas

El PRGF son proteínas que desempeñan una función esencial en


los procesos complejos de reparación y regeneración de tejidos y que in-
tervienen en la comunicación intercelular; transmiten su información al
interaccionar con los receptores situados en la membrana celular.
Tales proteínas desencadenan efectos biológicos como la mi-
gración celular dirigida (quimiotaxis), angiogénesis, proliferación y
diferenciación celular, todos éstos son acontecimientos clave en los
procesos de reparación y regeneración.
Después de una lesión traumática o quirúrgica, el organismo
humano libera un conjunto de proteínas, para estimular el pro-
ceso de reparación de la herida. Una vez aplicadas en las zonas a
tratar y administradas en dosis terapéuticas, el proceso de repa-
ración se optimiza y se acelera en una forma natural.
El PRGF consiste en aislar del plasma sanguíneo las proteínas
responsables de la cicatrización de las heridas y de la regeneración
de los tejidos. Puede aplicarse en la mayoría de los pacientes, sobre
todo beneficia a los comprometidos sistémicos, como en diabéticos
que requieren estimulación de regeneración ósea.
Primer sistema diseñado para la obtención del PFGF y de fi-
brina autóloga. Consiste en la extraordinaria actividad biológica
con máximo rendimiento que permite obtener un plasma rico en
factores de crecimiento, autólogo, a partir de mínimos volúmenes
de sangre (desde 5 cm3) adecuando el volumen de la extracción de
sangre al tamaño de la lesión a tratar (en forma ambulatoria).

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Se prepara de manera sencilla y reproducible (de 15 a 20 min).
No hay efectos antigénicos. No se precisa la utilización de trombina
bovina ni de ningún otro hemoderivado.
Permite la obtención exclusiva de plaquetas, excluyendo los leu-
cocitos y evitando las interleucinas inflamatorias de origen leucocitario.
• Se considera como un autoinjerto, ya que serán las proteínas
del propio paciente las encargadas de realizar y acelerar el proce-
so de reparación.
• Se encuentran en el plasma y en el interior de las plaquetas
almacenados en los gránulos alfa hay cantidades substanciales de
factores de crecimiento.
• Cuando se utilizan asociados con la cirugía, provocan una res-
puesta rápida que acelera la regeneración de los tejidos dañados.

178 La técnica consiste en aislar del plasma sanguíneo las proteínas


responsables de la regeneración tisular y cicatrización de las heridas.

3. Utilización de las células madre en estomatología


Las células madre embrionarias se encuentran dentro de la placen-
ta en el periodo de embriogénesis. Este complejo periodo se carac-
teriza como un proceso que se lleva a cabo dentro de un ambiente
organizado y que lleva a la formación de un niño.
Este microambiente está altamente regulado mediante la ac-
tivación y desactivación de distintos genes en momentos exactos y
en la secuencia correcta para lograr la formación completa del ser
humano a partir de la reproducción y diferenciación celular.
Existen tres tipos de células madre: 1) células madre totipo-
tencial, por ejemplo, las células madre embrionarias (1–4 días de
vida embrionaria = fase de mórula), que forman al ser humano;
2) células madre pluripotencial, por ejemplo, las células de blas-
tocitos (5–15 días de vida embrionaria); estas células forman 200
tipos de células diferentes, y 3) células madre multipotencial, se ca-
racterizan porque se diferencian en un número limitado de células;
por ejemplo, las células madre adultas (cordón umbilical, dientes,
médula ósea, sangre, grasa, piel etc.).
Las células madre hematopoyéticas (del cordón umbilical) se
vuelven tumorígenas después de ser expandidas en el laboratorio,
esto debido a que las células madre embrionarias tienen un proceso
demasiado complejo. No se pueden multiplicar en laboratorio, por
lo que el número celular es fijo. La oportunidad de obtención es úni-
ca al momento del nacimiento del bebé. El tratamiento potencial es

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únicamente en enfermedades de origen sanguíneo como en leuce-
mias, linfomas y anemias.
Las células madre dentales mesenquimales3–5 se pueden mul-
tiplicar en grandes cantidades para cualquier tipo de tratamientos,
como en la regeneración de músculo, piel, cartílago, hueso, hígado,
dientes. Células beta (diabetes), tejido nervioso, tejido adiposo y
tejido cardiaco entre otros. Pueden ser trasplantados en forma au-
tógena en la gran mayoría de tratamientos potenciales autógenos
(trasplantes del mismo paciente).
Las oportunidades de obtención de estas células madre denta-
les son múltiples:5–7 20 dientes deciduos o temporales, más algunos
dientes de la segunda dentición, como los terceros molares retenidos.
En el laboratorio, se ha logrado discernir cuáles son los facto-
res y las condiciones idóneas para el aislamiento y la expansión de
las células en dicho sitio. Estos factores y condiciones físicas, bio- 179
lógicas y químicas evitan que las células se conviertan en tumori-
génicas, motivo por el cual la multiplicación y diferenciación de las
células madre dentales se ha vuelto prometedora en el tratamiento
de distintas enfermedades.
La multiplicación celular se da siguiendo un patrón geométri-
co, es decir cada nueva duplicación multiplica la cantidad inicial de
células por dos. Se ha demostrado que las células madre de dientes
primarios se pueden duplicar más de 140 veces, sin perder su mul-
tipotencialidad y aplicabilidad terapéutica.
Las células madre mesenquimales provenientes de dientes pue-
den ser reproducidas en laboratorio hasta llegar a un número mayor
a las células que tiene el cuerpo humano.
El proceso de multiplicación celular es parte del tratamiento
terapéutico, se debe hacer la expansión y la diferenciación celular
antes del trasplante para asegurar su aplicación.

4. Aplicación de implantes de miniplacas de titanio


Los implantes de miniplacas de titanio se usan para la fijación interó-
sea en fracturas faciales de la mandíbula y del maxilar superior, que
permiten la integración ósea de estos materiales y con características de
osteoconducción. Las miniplacas de titanio fueron introducidas al mer-
cado comercial a finales del siglo XX y sustituyeron al acero inoxidable.
En 2013, el tratamiento quirúrgico de las fracturas del macizo fa-
cial y de los maxilares se basan en el diagnóstico digital e imagenología
3D, y su manejo específico se enfoca en la estabilidad esquelética y la
corrección funcional de la disoclusión dental.

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Estos dos objetivos han mejorado su calidad notablemente con
la aplicación de miniplacas o microplacas de titanio que, al ser mate-
riales oseointegrados, no requieren ser retirados posterior a la conso-
lidación de las fracturas.
Se caracterizan por ser considerados como fijación rígida al po-
seer mayor resistencia a la compresión y tensión, mayor dureza que
el acero inoxidable, pero más livianos y maleables; además, permi-
ten colocarlos con tornillos monocorticales o bicorticales, reducen
el tiempo de inmovilización intermaxilar e incluso puede prescin-
dirse de esta fijación en algunos casos, lo que permite que el periodo
de consolidación ósea sea menor, al igual que la incapacidad laboral
vs. el método tradicional.
Hoy, los resultados de la fijación ósea con materiales de titanio
son considerados como estables y confiables, ya demostrados por
180 múltiples trabajos de investigación clínica, histológica y de verifica-
ción quirúrgica.8
Estos resultados en traumatología y fracturas maxilofaciales han
permitido, además, que los procedimientos actuales de distracción ósea
para elongación de cuerpo y rama vertical de la mandíbula para corre-
gir microsomías hemifaciales y de elongación de los procesos alveola-
res sean posibles con menor riesgo quirúrgico y mejores resultados en
el crecimiento y desarrollo de la mandíbula o del maxilar superior.
Además de estos procedimientos, el titanio es la base para la
aplicación exitosa de los implantes intraóseos. A finales del siglo XX,
se logró la tecnología específica para su permanencia en el proceso
alveolar, para colocar la prótesis dental subsecuente.
En la actualidad, los conceptos y terapéutica de la implantolo-
gía dental9–11 son una práctica cotidiana y han permitido rehabilitar
a pacientes edéntulos en forma satisfactoria, y se ha mejorado la
calidad de vida al poder efectuar la masticación alimenticia, la au-
toestima y la estética facial al conservar la dimensión vertical inter-
maxilar normal.
A principios del presente siglo, se ha dado prioridad a todo lo
relacionado con la calidad de la atención médica, con técnicas ope-
ratorias innovadoras, con el fin de dar un excelente servicio, em-
pleando la tecnología de punta con nuevos materiales obtenidos
de las investigaciones de campo y con la reducción del dolor hasta
hacerlo imperceptible, para brindar así una mejor calidad de vida.
Se han desarrollado también investigaciones de materiales reab-
sorbibles en Alemania, Suiza, Austria y Francia, para la cirugía cra-
neofacial pediátrica, y lograr el crecimiento de las estructuras de la cara

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y cráneo sin deterioro de las funciones del cerebro, lo que ha permitido
una mejora notable en la apariencia y autoestima de los niños con sín-
dromes de Crouzon y Apert, lo que proporciona un incremento en la
calidad de vida.

Principales padecimientos de tercer nivel


de atención quirúrgica maxilofacial
1. Traumatismos maxilofaciales
2. Deformidades dentofaciales adquiridas de crecimiento y desarro-
llo maxilofacial
3. Malformaciones congénitas de labiopalatinas y secuelas
4. Tumores orales y maxilofaciales de origen odontogénico y no 181
odontogénico
5. Quistes de los maxilares y de tejidos blandos faciales
6. Alteraciones de retenciones dentarias complejas y ectópicas
7. Afecciones de senos maxilares de origen dental
8. Afecciones obstructivas de glándulas salivales mayores y menores
9. Afecciones traumáticas y degenerativas de la articulación tempo-
romandibular
10. Afecciones periféricas de nervio trigémino. Procedimientos de neu-
rectomía periférica del nervio dentario inferior, mentoniano, lin-
gual e infraorbitario

Enseguida, se describe algunos procedimientos maxilofacia-


les que se atienden en los pacientes pediátricos y adolescentes.

Traumatismos maxilofaciales
En la actualidad, el manejo de las fracturas de cara se ha modifica-
do en cuanto a:

• Los abordajes quirúrgicos, siendo el intraoral el más indicado, por


el tipo de aditamentos de fijación interósea diseñados para esta vía
• La ventaja de evitar la cicatriz en la piel de la cara
• La accesibilidad de la mandíbula y el hueso maxilar superior en
forma directa con mínima disección de los tejidos blandos
• Los conceptos de las líneas de fuerzas que se imprimen en los hue-
sos de la cara y cráneo con los desplazamientos óseos subsecuentes

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


permiten la estabilidad de las osteosíntesis aplicadas en los focos
de fractura.8
• El menor tiempo de fijación intermaxilar o en algunos casos sin
fijación, lo que permite el beneficio de la higiene bucal adecuada y
la mejor ingesta alimenticia.
• Los abordajes quirúrgicos extraorales (facial y craneal) permiten
una seguridad en la cirugía estéril sin contaminación y permite
la aplicación de los aditamentos de fijación interósea con mejor
visión y acceso en la reducción y coaptación de las fracturas.

En las fracturas de la mandíbula, la fijación con miniplacas pro-


vee las dos formas de curación ósea, histológicamente la curación
directa por contacto muestra la formación directamente transversa
de tejido óseo cercano a la miniplaca, mientras que la cicatrización
182 secundaria se demuestra por una orientación axial de los osteoblas-
tos más lejano de la placa. En la curación indirecta o secundaria, la
diferenciación de los tejidos es dependiente de las sobrefuerzas y
las deformaciones, acompañadas de tejido conectivo temprano y su
habilidad de continuar desarrollándose en tejido óseo maduro.
En la segunda década del presente siglo, también se han in-
crementado las investigaciones de diversos materiales de fijación
ósea interna, para mejorar la calidad de la atención a los pacientes
politraumatizados faciales, ya que el principal aporte nutricio oral
estaba limitado, debido al uso de los aparatos intermaxilares que
impiden la apertura bucal y los movimientos mandibulares.
En consecuencia, la oportunidad de una mayor y mejor in-
gesta alimenticia que repercute obviamente en el estado general
del paciente, quien pierde peso y, en algunos casos, puede ser de
manera considerable.
Por tal motivo, las nuevas técnicas quirúrgicas que se han di-
señado en las últimas tres décadas han sido con base en el adveni-
miento de los nuevos materiales rígidos de fijación interna ósea, que
permitan dar mayor estabilidad a los segmentos óseos fracturados,
como son la aplicación de miniplacas y tornillos monocorticales (5.7
mm),6,7 o bien los de mayor longitud y diámetro (13 a 17 mm), que
fijan ambas cortezas óseas (bicorticales), sin necesidad de aplicar
una placa metálica.
Estas nuevas técnicas otorgan más confortabilidad al paciente,
al reducir el tiempo de inmovilización intermaxilar, lo que impacta
en el aspecto laboral al disminuir el tiempo de incapacidad y rein-
tegrarse a su trabajo más rápidamente, mejora además la dinámica

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muscular y la oclusión dental como piedra angular de la estabilidad
del esqueleto del macizo maxilomandibular, aunado al beneficio de
menor dolor posquirúrgico y de morbilidad agregada (inflamación,
procesos infecciosos, falsa consolidación, etc.).
Los estudios de Champy8 permitieron conocer las fuerzas de la
masticación que soportan las estructuras dentoesqueletales y des-
criben que los incisivos tienen un rango de 29 DaN; los caninos, 30
DaN, los premolares, 48 DaN y, por último, los molares, 60 DaN.
Estas medidas fueron la base de la investigación y el diseño de las
miniplacas que soportan un mínimo de 100 DaN.
Champy también demostró que las fuerzas se trasmiten a tra-
vés de líneas óseas, que son de tensión unas y otras de compresión;
definió también el sitio correcto de la osteosíntesis y que la minipla-
cas colocadas en estas líneas permitían la continuidad de éstas, con
lo que se mejoraba la estabilidad de las fracturas y la posibilidad de 183
aplicarlas por abordaje intrabucal; por ejemplo, en la zona retromo-
lar siguiendo la línea oblicua externa y alveolar (línea de tensión) y
no sólo en la parte basal (línea de compresión).
Láser terapéutico. En 1971, E. Mester (Budapest) realizó estu-
dios sobre el efecto biológico del láser de baja potencia y descubrió
los siguiente:

• Que se incrementa de manera significativa el desarrollo de la


circulación sanguínea en el tejido a regenerarse
• Que aumenta la resistencia de los bordes de las heridas
• Que el efecto en la síntesis de RNA/DNA incrementa el número
de células en proceso de división.

Asimismo, comprobó el aumento de prostaglandinas en la zona


de aplicación (PGE2 y PGF2) del láser, con una notable actividad
terapéutica en diversos tipos de patologías de la cicatrización ósea,
por considerarse como un gran regenerador tisular.
Otras conveniencias del uso del láser son las siguientes:
• Estimula la mitosis en los procesos de reparación (tejidos óseos,
epiteliales y musculares
• Mejora la regeneración periférica de los nervios después de una lesión
• Reduce el proceso regenerativo en el sistema nervioso central
• Mejora la supervivencia de células neuronales posterior a una is-
quemia temporal
• Acelera la neovascularización (neoangiogénesis)
• Reduce o elimina la formación de cicatrices

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• Incrementa la síntesis de colágena (proliferación de fibroblastos,
fuerza de tensión e incremento en la elasticidad)
• Aumenta la disponibilidad de ATP celular y la propia actividad
fotoeléctrica sobre la membrana de polarización, de modo que la
reporaliza y, por lo tanto, incrementa su umbral de excitación,
además de proporcionar una excelente acción analgésica.
• El láser también contribuye a normalizar la situación iónica a am-
bos lados de la membrana en la transmisión del impulso nervioso
y la contracción de la fibra muscular, restablece la situación idó-
nea y, con ello, la vitalidad celular y sus funciones normales

Por estas razones, el láser tiene un papel relevante en la nor-


malidad de las funciones de las células del endotelio vascular, para
la reabsorción de los edemas o en las células nerviosas, impidiendo
184 la transmisión del impulso nervioso.
Se realizó un estudio clínico de la utilidad de laserterapia diódi-
ca en 26 pacientes posoperados de reducción de prognatismo man-
dibular con osteotomía sagital bilateral modificada Kimura–Sen-
tíes21 y se observaron las siguientes conclusiones:

• En la quinta sesión, en promedio, se mostró una mejoría notable


en la reducción del dolor e inflamación (10 días posoperatorios) en
comparación con el lado control, que tardó 15 días
• El infiltrado inflamatorio disminuyó más temprano en el lado
con láser en los cortes histológicos de 4 semanas, en comparación
con el lado control, que mostró mayor infiltrado inflamatorio y
proliferación vascular intensa en la zona medular
• La actividad fibroblástica y colagenización densa con formación
activa de hueso fue observada en los cortes histológicos de 6 sema-
nas, sin células inflamatorias ni proliferación vascular con hueso
trabecular y cortical sin alteraciones a las 8 semanas
• El porcentaje del efecto antiinflamatorio correspondió a 15–20 %
del lado con laserterapia, en comparación con 5–10 % del lado iz-
quierdo, donde no fue aplicado el láser
• La radiopacidad (formación ósea) de lado derecho fue elocuente
en los pacientes de 6 y 8 semanas posoperatorias con láser en re-
lación con las imágenes radiotransparentes del lado izquierdo de
control de todos los pacientes (5) a quienes se les retiró el material
de osteosíntesis.
• Se comprobó la hipótesis de trabajo que indicaba que: las áreas
que reciben la terapia láser posoperatoria en reducción del prog-

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natismo mandibular con la técnica sagital modificada K–S se fa-
vorecen con la disminución considerable del dolor, menor grado
de inflamación y mejoría en la calidad de cicatrización ósea, en
comparación con el lado intervenido que no recibió dicha terapia.12

Deformidades dentofaciales adquiridas


de crecimiento y desarrollo maxilofacial
El estudio y tratamiento de las deformidades dentofaciales debe
proyectarse considerando todas las posibilidades quirúrgicas, so-
bre todo por medio de un diagnóstico certero de la alteración, ya
sea mandibular, maxilar o ambas, y el diseño de un proyecto qui-
rúrgico eficaz para su corrección.13
Por supuesto, se requiere el apoyo de la ortodoncia,16,21 para lograr 185
la meta de la estabilización dentoalveolar antes de la cirugía ortogná-
tica, en la que los objetivos básicos son alinear los arcos dentarios y
corregir la malposición de dientes con apiñamiento o giroversión.14
En los casos leves y de compromiso dentoalveolar, el tratamien-
to temprano de ortodoncia y ortopedia maxilar puede ser la alterna-
tiva indicada, sin requerir la cirugía ortognática.13–15 Esto no sucede
en los casos graves y complejos con deformidades esqueléticas ver-
daderas, en los que la cirugía ortognática sí ofrece excelentes resul-
tados, con estabilidad en la corrección ósea con la oclusión dental
armónica, lo que brinda seguridad de la función masticatoria, de la
articulación temporomandibular (ATM) y de la estética facial.14
El punto vital de la cirugía ortognática es mejorar la función de la
articulación temporomandibular, con la corrección en la posición del
cóndilo, centralizado en la cavidad glenoidea (relación céntrica). A
partir de esta posición, se llevan a cabo los movimientos mandibula-
res de apertura y cierre bucal, la exclusión lateralizada, de protrusión
de la mandíbula en concordancia con la oclusión dental céntrica.11
Por tal motivo, en la cirugía ortognática moderna,13,17 la planeación
de la corrección esquelética con un diseño de proyecto quirúrgico inte-
gral, con base en estudios de modelos dentales y radiográficos de orto-
pantomografías, cefalometría lateral y posteroanterior con trazados, da-
tos y análisis computados de las estructuras de base de cráneo, maxilares
y posición dental permiten obtener un diagnóstico acertado de cada de-
formidad ósea de los maxilares y su trayectoria de crecimiento y desarrollo
craneofacial.
Un método de predicción quirúrgica se realiza para determinar
la deformidad dentofacial del o los huesos faciales afectados, el gra-

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do de alteración y su extensión o efectos perniciosos que prevalecen
por los cambios compensadores de las estructuras esqueléticas y de
la posición dental vigente. El método consiste en la modificación
del sistema de predicción de tratamiento quirúrgico sugerido por
Wolford (STO, por sus siglas en inglés).
El método PICQV (Predicción Integral Cefalométrico Quirúrgi-
co y Visual) de Kimura17 se basa en el trazado cefalométrico lateral,
utilizando sólo los valores que definen la deformidad ósea tanto de
la mandíbula como del maxilar superior, asimismo las cifras altera-
das de la posición dental y de los valores que tengan las estructuras
de los tejidos blandos del perfil facial.
Este trazado permite analizar en forma integral y pensar las po-
sibilidades de corrección quirúrgica, los movimientos dentales con
ortodoncia20 y aparatología ortopédica maxilar complementarios a
186 la cirugía ortognática.
El proyecto quirúrgico además tiende a mejorar la posición de
los segmentos óseos maxilares, de la oclusión dental posterior en el
ámbito de molares que es la clave de la estabilidad ósea movilizada
y de la posición de los incisivos y caninos que permita el cierre del
circuito neural, la oclusión orgánica y la función en grupo.
El análisis integral de las estructuras óseas, dental y de tejidos
blandos tiene la ventaja de ubicar específicamente el hueso con de-
formidad y su correlación dentaria, de tal manera que se proyecte el
tipo de tratamiento y las posibilidades complementarias a la ciru-
gía17 (ortodoncia, ortopedia maxilar, periodoncia, etc.).
Este método de predicción quirúrgica cefalométrica ha sido
utilizado por el autor desde 1976 y se basa en los análisis faciales
básicos6,7 y análisis cefalométricos utilizados en cirugía (Rickkets,
Witzig,Wolford, Profitt).14,18,19
También se implementa nuevos valores para lograr la exce-
lencia de la proyección visual cefalométrica,13,17 la cual debe com-
plementarse con el objetivo visual quirúrgico (OVQ), con el fin de
que el paciente con deformidad dentofacial comprenda la ubicación
correcta de su alteración, la(s) forma(s) de tratamiento idóneo para
su caso en particular y el resultado esperado en sus estructuras fa-
ciales, lo que brindará el máximo beneficio con mínimo daño o mor-
bilidad producida por la corrección ortognática.
La experiencia lograda durante 25 años en la corrección de
las deformidades dentofaciales de niños y adolescentes interve-
nidos en los hospitales de pediatría del IMSS así como en hospi-
tales privados durante el periodo de 1983 a 2009 en la ciudad de

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México ha permitido otorgar los fundamentos y la justificación
inicial de la Clínica de Cirugía Ortognática Pediátrica,13 determi-
nar los procedimientos quirúrgicos empleados17,21 para la correc-
ción de prognatismos mandibulares y deformidades combinadas
del maxilar superior y confirmar el beneficio que representa al
paciente sometido a este tipo de procedimientos con recidiva y
complicaciones mínimas.

Malformaciones congénitas labiopalatinas y secuelas


Las malformaciones congénitas de labio y paladar hendido (LPH)
en México resultan muy frecuentes y se presentan en cerca de 1 de
cada 700 a 1 000 nacimientos, por lo que es indispensable contar
con un sistema bien establecido para su atención.
187
Su tratamiento no está limitado a la corrección quirúrgica de
los tejidos blandos del labio y del paladar hendidos, ya que común-
mente se afecta en un alto porcentaje los trastornos de crecimiento y
desarrollo dentofacial y en la relación intermaxilar, con repercusión
indudable hasta en 40 % de la oclusión dentaria.
En consecuencia, la severidad de las malformaciones da lugar a
implementar técnicas eficaces de plastias del labio, del paladar y de
cirugía ortognática para la corrección de la deformidad maxilar y /o
mandibular en niños y adolescentes.
El conocer el protocolo de atención integral del paciente con
LPH y sus lineamientos quirúrgicos, según la edad, y los procesos
complementarios permite un óptimo resultado funcional y estético
en el paciente portador de estas alteraciones que afectan la cavidad
bucal, la nariz y ambos maxilares.
Los siguientes son los fundamentos para diseñar y operar nue-
vos centros de atención médico–quirúrgica de las malformaciones
del labio hendido y paladar fisurado, tales como el CILAPH (Centro
Interdisciplinario de Labio y Paladar Hendido) y la corrección qui-
rúrgica temprana de las deformidades adquiridas del esqueleto fa-
cial como secuelas de LPH, como el CECOP (Centro Estomatológico
de Cirugía Ortognática Pediátrica).

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Resumen
La estomatología en 2013 y 2014, dentro del Sector Salud y de las
Ciencias Médicas y Odontológicas, brinda una atención prioritaria
en la solución de enfermedades de la cavidad bucal, de los dientes y
maxilares que afectan las funciones de la masticación, de la deglu-
ción, de la oclusión dental y de la estética facial.
Los avances en la investigación científica en los materiales
dentales, la innovación tecnológica de punta en la aplicación de im-
plantes intraóseos tanto para reconstrucción dentaria como de las
estructuras esqueléticas de la mandíbula y del maxilar superior y la
implementación de células madre para la regeneración de tejidos
bucales han favorecido la salud bucodental y el bienestar del pacien-
188 te que requiere de nuestros servicios.
El futuro de la atención odontológica y estomatológica depen-
de de las nuevos conceptos sobre la prevención de enfermedades, a
partir de la investigación y la implementación de mejoras en biotec-
nología celular y tisular y, en consecuencia, del cambio de los con-
ceptos actuales de procedimientos técnicos quirúrgicos simplifica-
dos, como es la tendencia prevaleciente.

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OFTALMOLOGÍA

Enrique Graue Wiechers 17


Hugo Quiroz Mercado
Lourdes Arellanes García
Guillermo Salcedo Villanueva
191

Introducción
La oftalmología tiene raíces muy antiguas y su desarrollo, como un
área específica del conocimiento, arranca probablemente a media-
dos del siglo XIX. Fue en esos años cuando ocurrió el primer con-
greso internacional de oftalmología, al que reconocemos como el
primero de una especialidad en el mundo.
En nuestro país, la oftalmología como especialidad está presente
desde el último tercio del siglo XIX. Algunos de los fundadores de nues-
tra academia en 1864 tuvieron inclinación por la oftalmología y la prac-
ticaron de manera selectiva, tales son los casos de los doctores: Agustín
Andrade, Manuel Carmona y Valle, José María Vértiz y Ángel Iglesias y
Domínguez. A ellos siguieron otros que fueron los pilares de lo que sería
la oftalmología organizada, los doctores: Ricardo Vértiz (1872a), Agustín
Chacón (1890a),Fernando López (1890a), Joaquín Vértiz (1899a), Emi-
lio Montaño (1903a),Manuel Uribe y Troncoso (1905)a y Rafael Silva
(1910a). Algunos de ellos y sus alumnos fueron quienes firmaron el acta
fundacional de la Sociedad Mexicana de Oftalmología en 1893.a
La oftalmología crece y se consolida en la primera mitad del si-
glo XX. En todo este tiempo, los avances fueron constantes, tanto en
conocimientos como en desarrollos tecnológicos. Es probablemente
a mediados de los años sesenta del siglo pasado, con el advenimien-
to y popularización del microscopio quirúrgico, que se detona una
serie de cambios sustanciales a la instrumentación quirúrgica y a las
habilidades y destrezas de los oftalmólogos.

a
Año de ingreso a la Academia Nacional de Medicina.
Con la magnificación del microscopio, se obligó a la miniaturización
de instrumentos y suturas. Como efecto de lo mismo, de manera gradual
se fueron disminuyendo errores quirúrgicos, y la búsqueda fue, enton-
ces, por la perfección anatómica y la mejor agudeza visual resultante de
las distintas intervenciones. De esa misma época, data el uso de la luz
láser para producir cicatrices en la retina. Con el paso del tiempo, los
láseres de esta naturaleza gradualmente se perfeccionaron y se hicieron
de uso común en la patología y cirugía de retina. El uso del microscopio
y los avances tecnológicos que sin cesar suceden en estos equipos, per-
mitieron abordar el interior del ojo y surgió la cirugía vitreorretiniana.
De la mano de esta evolución tecnológica, surgieron hacia
la década de los setenta del siglo XX, las nuevas tecnologías para
el manejo menos traumático de la cirugía de catarata y, con ello,
la gran evolución que han sufrido los lentes intraoculares.
192 Desde fines de los ochenta del siglo pasado y con el desarrollo
vertiginoso de la tecnología, el uso de la luz láser vino a ocupar un
mayor papel en la terapéutica oftalmológica. Aparecieron los láse-
res de fotodisrupción (Erbium y Neodynum Yag Laser) y, después,
desde principios de los años noventa, los láseres de luz de excímeros
de fotoablación, que permitieron el moldeamiento de la curvatura
corneal para el tratamiento de problemas refractivos.
En forma paralela, se desarrolló una serie de equipos diagnós-
ticos de imagenología, por ultrasonido o por distintos efectos lu-
minosos, que han permitido conocer el interior del ojo, medir sus
capas, hacer cortes in vivo con luz láser, identificar lesiones capilares,
medir la superficie corneal a detalle y conocer sus espesores y capas.
Los autores de estas líneas somos, de una u otra manera,
actores presenciales de estos cambios. Hemos aprendido a asom-
brarnos y a habituarnos a las nuevas tecnologías y conocimientos.
Así lo hemos hecho al probar nuevos agentes microbianos, antiin-
flamatorios, antiglaucomatosos y terapéuticos.
Como es de suponerse, todos los conocimientos, aptitudes y des-
trezas que demanda la oftalmología moderna de vanguardia no son
territorio único del oftalmólogo general. Éste, como nosotros, debe
conocer y saber de todo lo que le atañe en la práctica de la oftalmolo-
gía cotidiana. Sin embargo, el estado del arte (es decir, la tecnología
de punta, la vanguardia) toca a los sub o superespecialistas. Para fines
de este capítulo, los autores optamos por desarrollarlo según nuestra
especial área de interés.
En unas cuantas líneas, sólo podemos delinear los grandes avances
que ha tenido nuestra especialidad. Al mencionarlos, subrayaremos su

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evolución, los logros consolidados y, cuando sea el caso, señalaremos
aquellos que se encuentran en la frontera del desarrollo futuro.

La cirugía del segmento anterior del ojo


La cirugía de catarata
Fue a fines de los años setenta del siglo pasado, cuando sucedió una
revolución en la cirugía de catarata. Hasta entonces, la técnica pre-
dominante era la extracción intracapsular (se extraía el cristalino
opaco en su totalidad mediante una serie de técnicas quirúrgicas
y se implantaban los lentes intraoculares rígidos en el segmento
anterior del ojo). Dos sucesos se presentaron casi en forma simul- 193
tánea: por una parte, se popularizó y se extendió rápidamente la
cirugía extracapsular de catarata (técnica que consiste en extraer
todo el contenido opaco del cristalino y preservar la membrana
posterior o cápsula, de modo que se permite que la bolsa en donde
se encontraba el contenido del cristalino quede intacta), a ello con-
tribuyeron la nueva instrumentación y la reaparición moderniza-
da de lentes intraoculares para ser implantados en sustitución del
cristalino removido, en la posición anatómica que le corresponde
en la anatomía ocular (por detrás de la pupila).
Fue también en estos años, que Charles Kelman inició la revo-
lución de la técnica quirúrgica de la catarata al desarrollar equipos
de ultrasonido que permitían introducir en el interior del ojo un ins-
trumento cuyo ápice vibraba y producía ondas de ultrasonido que
fragmentaban el tejido cristalineano vecino a la punta, convirtiendo
así el material cristalineano en un líquido capaz de ser extraído en
forma simultánea por la punta del instrumento referido.
La técnica de facofragmentación permitió incisiones más peque-
ñas y, en consecuencia, una evolución posoperatoria de rápida recu-
peración. Por ello, la técnica fue gradualmente popularizándose con
la consecuente evolución tecnológica hasta nuestros días. Al momen-
to de escribir estas notas, una extracción de catarata se efectuaba me-
diante una incisión en el limbo esclerocorneal que fluctúaba entre 2.0
y 3 mm, a través de la cual se introducía la proba del equipo de ultra-
sonido, el cual fragmentaba el cristalino para permitir que la infusión
y aspiración de líquidos se hiciera en forma automática mediante los
parámetros deseados y programados por el cirujano. A la conclusión

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de la eliminación de la catarata y habiendo preservado el saco cap-
sular que la contenía, se implantó, a través de la misma incisión, un
lente intraocular plegable, que al,ser depositado en la bolsa se expan-
dió para ocupar fisiológicamente el espacio que ocupaba el cristalino.
Una técnica de esta naturaleza se lleva a cabo en menos de me-
dia hora y el paciente puede incorporarse de inmediato a una vida
normal sedentaria, sin mayores cuidados posoperatorios. Con el ad-
venimiento y la evolución de los equipos de ultrasonido, los cálculos
matemáticos con base en el eje anteroposterior del ojo, del espesor
del cristalino y de la curvatura de la córnea nos fue posible prede-
cir la graduación del lente intraocular a ser implantado y obtener
una agudeza visual resultante en casi 90% de los casos cercanos a la
emetropía y en ± 1D en casi 100% de ellos.
Con la evolución y popularización de las técnicas de facofrag-
194 mentación evolucionaron también los lentes intraoculares y, con ello,
el intento, no sólo de lograr la emetropía sino de poder conseguir,
idealmente en forma simultánea, una buena visión de lejos y de cer-
ca. Para tal efecto, aparecieron los lentes intraoculares multifocales
(Acrysof Restore de Alcon Labs) los cuales, en su zona óptica cen-
tral, tienen la graduación concebida para una correcta agudeza visual
cercana y dependen de sus zonas ópticas paracentrales para la visión
lejana. Junto con este tipo de lente, surgió también el seudoacomoda-
tivo (Crystalens de Bausch and Lomb) el cual persigue un fin similar.
Estos lentes, para visión lejana y cercana simultánea, exigen un
alineamiento del centro pupilar y la zona central del lente intrao-
cular, a fin de evitar distorsiones y aberraciones visuales, que son,
sin duda, su principal inconveniente. Porque aunque técnicamente
la alineación quirúrgica puede parecer perfecta, no siempre en el
posoperatorio se mantiene así, producto de una apertura capsular
(capsulorrexis) de diámetro variable o discretamente excéntrica.
A principios de este siglo, un nuevo tipo de láser apareció en el
armamentario de la cirugía ocular: el láser de femtosegundos. Por sus
atribuciones de pulsos más cortos en el espectro cercano al infrarrojo
y por no ser absorbido por tejidos oculares sino en la zona de cavita-
ción, este tipo de láser se hizo muy atractivo para estimular nuevas
formas de cirugía de córnea y para ensayar en la cirugía de catarata.
Los primeros reportes en cirugía de catarata en humanos con
este tipo de láseres tienen apenas unos tres años, pero los resultados
para mejorar ciertos aspectos de la cirugía y perfeccionar y simplificar
la cirugía de facofragmentación son alentadores: la capsulorrexis (la
apertura central anterior de la cápsula por la que se extrae el conteni-

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do cristalineano) puede ser efectuada con gran control y precisión. De
tal manera que las irregularidades en el centrado de ésta en relación
con la pupila se minimizan, y la fibrosis, que eventualmente sucede
posterior a la implantación del lente, se hace uniforme permitiendo
así que los lentes intraoculares multifocales y acomodativos sean más
estables y que los resultados visuales puedan ser aún más predecibles.
Los láseres de femtosegundo pueden también ser utilizados
para fragmentar en porciones el núcleo cristalineano y ablandarlo,
y así poder reducir los tiempos de ultrasonido intraocular, minimi-
zando con ello las maniobras y disminuyendo los riesgos de ruptura
capsular. Asimismo, pueden ser utilizados para reducir, mediante
incisiones controladas, el astigmatismo preexistente en búsqueda
de una agudeza visual posoperatoria perfecta.
Esta nueva instrumentación de láseres en la cirugía de catara-
ta está aún en sus etapas iniciales y todavía falta el demostrar de 195
manera fehaciente su eficacia, pero, sin lugar a dudas, abre nuevas
fronteras en este tipo de cirugía, a la que debemos aspirar a hacerla
segura, predecible, de resultados casi perfectos y accesible a toda la
población, pues con la inversión de la pirámide poblacional, será
cada vez más demandada.

El trasplante de córnea
El procedimiento quirúrgico de trasplante de córnea es una técnica
ya centenaria. Fue en 1905 cuando Edward Zirm reportó el primer
trasplante penetrante (de la totalidad de la córnea) exitoso en un
ser humano, aunque ya desde fines del siglo XIX se habían obteni-
do resultados alentadores con algunos injertos lamelares de tejido
corneal (de las porciones superficiales de la córnea). Sin embargo,
el trasplante de córnea en las primeras décadas del siglo XX era más
bien una técnica infrecuente, sujeta de reportes académicos, y sus
resultados, aunque promisorios, dejaban mucho que desear.
En la segunda mitad del siglo XX, comenzó un desarrollo im-
portante de los trasplantes de córnea. Tres son sus principales de-
tonantes: Ramón Castroviejo, desarrolló una técnica de injerto cua-
drado penetrante, que aunado a la mejoría del instrumental por el
propuesto, comenzó a dar resultados satisfactorios y consistentes.
Al mismo tiempo, David Paton contribuía con propuestas técnicas
y con la incansable labor de la regularización de las donaciones de
córnea con el establecimiento del primer banco de ojos en Estados
Unidos de Norteamérica. Un tercer factor que colaboró de manera

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decidida con el desarrollo de los trasplantes de córnea fue el reco-
nocimiento, por Medawar de los fenómenos de autoinmunidad y la
identificación por E. Maumenne de que esto podía ocurrir en la cór-
nea y que contribuía a su opacidad temprana. Con estos avances, y
con el uso de los esteroides tópicos en la terapéutica oftalmológica,
se empezaron a tener cada vez mejores resultados.
La explosión de la microcirugía que inició en los años sesenta
del siglo pasado y la continua evolución de microscopios, instru-
mental y suturas permitieron que los trasplantes de córnea se hi-
cieran cada vez más frecuentes y con mejores resultados. Ya para fi-
nes del siglo pasado, el trasplante de córnea era el tejido sólido más
trasplantado en la economía humana y probablemente el de mejor
costo beneficio. Baste decir, por ejemplo, que en 2010, en Estados
Unidos de Norteamérica se efectuaron 42 642 trasplantes de córnea
196 vs. 12 623 que se efectuaron de otros órganos sólidos, incluidos los
de riñón, hígado, pulmón, páncreas, corazón e intestino.
Fue a principios del presente siglo que, con el advenimiento del
instrumental usado en cirugía refractiva (microqueratomos y los
distintos tipos de láseres para fotoablación), se vuelven a replantear
los trasplantes lamelares o parciales de córnea, como una verdadera
posibilidad terapéutica (se habían casi abandonado porque sus re-
sultados no brindaban la agudeza visual esperada).
El poder seccionar con precisión las capas corneales e implan-
tarlas de manera selectiva tenía una lógica más clara, pues se podría
disminuir el riesgo de rechazos, algunas de las complicaciones gra-
ves, como: endoftalmitis, glaucoma y desprendimientos de retina,
así como el astigmatismo residual posoperatorio y rehabilitar más
rápidamente al paciente sujeto a estos procedimientos.
De estos trasplantes parciales de córnea, se pueden distinguir
dos tipos de procedimientos: aquellos encaminados a remover y
reemplazar las capas anteriores de la córnea (queratoplastia la-
melar), con excepción del endotelio de la córnea (la capa en con-
tacto con el humor acuoso), y los encaminados a preservar toda la
parte anterior de la córnea y reemplazar exclusivamente la capa
posterior (queratoplastia endotelial). Como la lógica lo indica, la
queratoplastia lamelar se efectúa cuando las lesiones que produ-
cen la disminución de la visión están localizadas en el estroma de
la córnea, mientras que la queratoplastia endotelial está indicada
cuando el problema se localiza en la parte posterior por lesión o
insuficiencia de células endoteliales (queratopatía bulosa o edema
corneal posoperatorio).

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El reemplazo de lamelas corneales puede ser sólo de aquellas su-
perficiales o queratoplastia lamelar anterior, conocida también por
sus siglas en inglés, ALK (Anterior Lamelar Keratoplasty), o bien de
capas profundas o DALK (Deep Lamelar Keratoplasty). Esta última
tiene dos variantes: cuando se remueve 70% o más del estroma cor-
neal o cuando éste incluye todo el estroma hasta llegar a la membra-
na de Descemet (inmediatamente anterior al endotelio corneal). En
ambos casos, los procedimientos han mejorado de modo sustancial
con el uso de los microqueratomos automáticos y con las promisorias
ventajas de los láseres de femtosegundos. Con ello, las complicacio-
nes de rechazos agudos de córnea se han reducido al grado de ser
casi inexistentes, se han disminuido de manera notable los riesgos de
endoftalmitis y glaucoma y se han eliminado los riesgos de problemas
de desprendimiento de retina asociados con la cirugía.
El trasplante de las capas profundas o trasplante endotelial tie- 197
ne también sus variables que incluyen las distintas técnicas, ya sean
manuales o automáticas a través de microqueratomos o con el au-
xilio de los láseres de femtosegundo y que determinan el grosor del
injerto posterior a ser reemplazado (DSAEK, por las siglas de Desce-
met Stripping Endotelial Keratoplasty o cuando es automatizado,
DMAEK (siglas de Descemets Membrane Automated Endothelial
Keratoplasty). En ellas, a través de una pequeña incisión en el lim-
bo esclerocorneal se disecan las capas posteriores de la córnea y se
implanta, enrollado por la misma incisión, un botón donante de ca-
pas profundas y de grosor preestablecido. El botón así implantado
en la cámara anterior se desenrolla en forma manual y se adhiere en
el nicho endotelial previamente disecado con una burbuja de aire.
Estas técnicas lamelares requieren nuevas habilidades y la ad-
quisición de equipos más costosos, por ello tal vez es que su intro-
ducción ha sido gradual y creciente. Como ejemplo de lo anterior,
baste citar que los trasplantes endoteliales (DSAEK y DMAEK), que
en 2005, representaban en Estados Unidos sólo 4% de la totalidad de
las técnicas de trasplante efectuadas, para 2010 la frecuencia de estas
técnicas había crecido a 44.9% de los casos de trasplante corneal.
Con ello, si bien las complicaciones inherentes de rechazo no
han cambiado de manera sustancial, el conservar la integridad del
estroma y efectuar sólo incisiones pequeñas le permiten al pacien-
te una rehabilitación temprana y una estabilidad visual en el corto
y mediano plazos. Como toda nueva técnica, otras complicaciones
surgen tales como la falla endotelial por una instrumentación ma-
yor y eventuales dislocaciones del botón implantado.

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Pero la evolución continúa y es de esperar que estas técnicas
se generalicen por el simple hecho de que sus complicaciones son
menores. Con toda seguridad, el futuro planteará una mejor ins-
trumentación o evolucionará a otras posibilidades terapéuticas por
medio de la ingeniería de tejidos y, por lo tanto, tal vez tengamos
a nuestra disposición córneas biosintéticas que reemplacen a las
queratoprótesis artificiales (tipo Boston 1 y otras) o cultivos de cé-
lulas endoteliales que puedan ser inyectables a través de laminillas
o el uso de terapia génica para estimular el crecimiento endotelial,
y así poder evitar la cirugía del trasplante de córnea por motivos de
disfunción endotelial. En todo ello se trabaja y existen evidencias
promisorias de que así sucederá.

La cirugía refractiva
198
A mediados de los años setenta del siglo XX, se puso en boga una
técnica inicialmente descrita por Fyodorov, en Rusia, en donde,
mediante una serie de cortes radiados que iban de la región para-
central de la córnea a su periferia, hechos en los distintos cuadran-
tes, modificaban su curvatura, al debilitar la periferia propiciando
un aplanamiento del centro, disminuyendo así el eje anteroposte-
rior del ojo y reduciendo las graduaciones miópicas. A esta técnica
se le conoció con el nombre de queratotomía radiada.
La regulación de la cantidad de miopía a ser reducida se contro-
laba al modificar la longitud, la profundidad y el número de incisio-
nes efectuadas. Como era de suponerse, si bien la técnica era efectiva,
distaba mucho de ser exacta, y con el paso de los años se demostró
que, en un buen número de casos, el debilitamiento progresaba y ha-
cía poco predecible la estabilidad de los resultados obtenidos.
Mientras todo esto sucedía, en Colombia, ya desde los años se-
senta, Joaquín Barraquer había venido trabajando en una técnica
que había denominado queratomileusis. Ésta consisitía en la ex-
tracción mecánica de cierta cantidad de tejido de la región central
de la córnea, el cual era congelado y tallado en un torno dándole una
forma distinta y más plana. El botón así modificado era reimplan-
tado y se obtenía también la reducción de la graduación esperada.
En ambos casos, el interés que despertó la posibilidad de aban-
donar los lentes provocó que ambas técnicas tuvieran gran difusión
y pronto se buscó la posibilidad de transitar a una técnica que diese
mayor exactitud y estabilidad. De esta manera, hacia principios del
los años noventa del siglo pasado, hicieron su aparición los láseres

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excímeros. Éstos, al actuar en el rango ultravioleta, generaban en
el tejido corneal un fenómeno calórico, de contacto inmediato, que
producía la ablación del tejido corneal. Esta ablación podía ser con-
trolada con gran exactitud, permitiendo así que el tejido evaporado
fuera de la magnitud exacta a la deseada. Al suceder esto, la córnea
podía ser moldeada según las intenciones del cirujano, obteniéndo-
se de esta manera la corrección de la graduación deseada.
Para realizar el cálculo del espesor de la córnea a ser ablacio-
nado y los diámetros en que éste debiese ser hecho, fueron funda-
mentales los estudios de Joaquín Barraquer. A él también se debe
el diseño de los primeros microqueratomos. Por ello, sin duda, se le
debe reconocer la paternidad de la cirugía refractiva moderna.
Los equipos de excimer láser, como todo en la tecnología mé-
dica, evolucionaron rápidamente y varias generaciones de ellos se
han sucedido en estos tres últimos lustros. Para su mejor empleo, se 199
practican distintas técnicas: la queratectomía fotorrefractiva (PRK,
por las siglas de photofrefractive keratectomy) y algunas de sus
variantes, la queratomileusis asistida por láser, también conocida
como LASIK (siglas de Laser Assisted Keratomileusis). En esta últi-
ma, con el microqueratomo se levanta un colgajo del estroma ante-
rior de la córnea (entre 90 y 120 μm), se expone el estroma anterior
y en él se realiza la fotoablación deseada, modificando la curvatura
de la córnea y reposicionando el colgajo inmediatamente después.
Es probable que esta última técnica sea la más usada en mio-
pías de entre 4 y 7 dioptrías y se puede usar en miopías menores a
esto. En miopías bajas LASIK y PRK dan resultados similares. Para
miopías mayores a 7 dioptrías, se puede contemplar la implantación
de un lente intraocular. Estos últimos lentes, para ser implantados
en personas con el cristalino intacto (lentes intraoculares fáquicos),
se inyectan dentro de la cámara anterior y se colocan sobre el crista-
lino y por debajo del iris (a manera de un lente de contacto deposita-
do sobre el cristalino) y, aunque las complicaciones no están ausen-
tes, sus resultados refractivos a mediano plazo son satisfactorios.
Como ya se mencionó, la incorporación de los láseres de femto-
segundos se dio inicialmente en la cirugía refractiva. Con ellos, se
puede cortar con gran presión las capas corneales. Así, el estroma
corneal a ser extraído, en lugar de ser ablacionado, puede ser rese-
cado, disminuyendo aún más los riesgos del corte con los micro-
queratomos. Al momento de escribir estas líneas dos técnicas han
sido descritas. En una de ellas el colgajo a ser levantado y el disco a
ser extraído se hacen con el láser (RELEX) y en la otra no se talla el

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colgajo, sino que a través de una pequeña incisión (3 mm) se extrae
el disco disecado intraestromalmente, con mínima agresión a la su-
perficie corneal (SMILE).
Estas dos últimas técnicas, si bien no aventajan en resultados
a aquéllas logradas con los láseres excímeros de fotoblación, sí han
dado muy buenos resultados, pero sobre todo abren la puerta a un
sinnúmero de posibilidades quirúrgicas que veremos aparecer in-
dudablemente en los años por venir.

Los avances en el tratamiento


de las enfermedades del vítreo y la retina
200
La cirugía del vítreo y la retina
La cirugía oftalmológica ha sufrido innumerables cambios desde
la segunda mitad del siglo pasado. La gran revolución de ella su-
cede con la creación de los equipos de vitrectomía (para remover
el humor vítreo patológico, con mínima invasión). Con el tiempo,
la evolución tecnológica, permitió nuevas máquinas de vitrectomía
con sistemas más eficientes, la creación de instrumental quirúrgico
de menor tamaño para lograr un procedimiento menos invasivo, y
sistemas avanzados de visualización han logrado que, en la actuali-
dad, la cirugía de segmento posterior sea segura, eficaz, con menor
número de complicaciones y resultados visuales, así como funcio-
nales cada día mejores.
A cuatro décadas de la creación del primer vitrector, los cam-
bios más importantes en la actualidad corresponden con el siste-
ma de fluidos intravítreos automatizado y el número de cortes por
minuto que generan. Existen dos tipos de bombas para el funcio-
namiento del vitrector: peristáltica y Venturi. Con un número cada
vez mayor de cortes que puede realizar el vitrector, se ha logrado
que los procedimientos quirúrgicos sean más predecibles, con un
menor grado de oclusión y descompresiones súbitas y, por lo tanto,
complicaciones intraoperatorias. Es posible, en la actualidad, ope-
rar con un número variable de cortes, cuyo margen va de 3 000 a
7 500 cortes por minuto. Específicamente, el tamaño de la sonda
de vitrectomía, la cual se introduce a la cavidad vítrea, ha evolucio-
nado a tamaños actuales de entre 23 y 27 Gauge (diámetro externo

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entre 0.6414 mm y 0.4128 mm). Del mismo modo, las sondas de
endoiluminación han disminuido en tamaño, además de presentar
distintas fuentes como la luz de xenón, metal haluro o LED, aparte
de implementar distintos filtros para obtener un mayor grado de
seguridad con respecto a fototoxicidad.1

Los nuevos fármacos para el tratamiento


de las enfermedades de la retina
La farmacología del segmento posterior ha cambiado drástica-
mente durante los últimos 10 años. El advenimiento de tera-
pias antiangiogénicas y su administración intravítrea revolu-
cionó el tratamiento de enfermedades, como la degeneración
macular relacionada con la edad (DMRE), las oclusiones veno- 201
sas de retina, la retinopatía diabética (RD) y la retinopatía del
prematuro (ROP).
Son tres los medicamentos con los que contamos en la actua-
lidad, ranibizumab (Lucentis; Genetech Inc., South San Francisco,
CA, USA) es un fármaco compuesto por fragmentos de anticuer-
pos humanizados anti–Factor de Crecimiento Endotelial Vascu-
lar (Vascular Enbdothelial Growth Factor [VEGF]), con afinidad
específica para todas las formas activas de la isoforma VEGF–A.
A diferencia de este medicamento, el bevacizumab (Avastin; Ge-
netech Inc., South San Francisco, CA, USA) es un anticuerpo
monoclonal completo anti–VEGF. Este segundo fármaco fue ini-
cialmente desarrollado como tratamiento para cáncer colorrectal
metastásico.2,3 Ambos medicamentos han sido sometidos a estu-
dios de no inferioridad donde se demuestra que ambas reducen
de manera importante el líquido intra y subrretiniano, aunque el
ranibizumab, a dosis mensuales, lo hace con más frecuencia que el
bevacizumab.4,5
Un tercer medicamento es VEGF–Trap Eye (VTE) (aflibercept
/ Eylea; Regeneron, Tarrytown, NY, USA), compuesto de proteínas
fusionadas con dominios para receptores de VEGF tipo A, B y fac-
tor de crecimiento placentario (PlGF).6 Este medicamento ha sido
analizado en los estudios View–1/ View–2, donde se encuentran
resultados visuales y anatómicos similares al compararlo con rani-
bizumab mensual. Por lo tanto, en la actualidad los datos obtenidos
en MARINA, ANCHOR, CATT, IVAN y VIEW–1/2 establecen estos
medicamentos como estándar de oro para el tratamiento de neovas-
cularización coroidea asociada con DMRE.7,8

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La imagenología del segmento posterior
Tradicionalmente las angiografías con fluoresceína, junto con las
cámaras de fondo, proporcionaban fotografías de 30 grados de la
retina. En la actualidad, la tecnología permite la visualización de
200 grados del fondo de ojo, utilizando sistemas de imagen como
Optos 200Tx (Optos PLC, Dunfermline, Scotland). Esta técnica
fotográfica se conoce como fotografías y angiografías de campo
ultraamplio (ultrawide field angiography [UWFA]), descrita por
primera vez por Friberg y Forrester en 2004.9 Algunos beneficios
observados al realizar esta técnica son mayor eficacia para la de-
tección de cierre capilar;10 la UWFA logra detectar 10% más de pa-
cientes con no perfusión y neovascularización que la angiografía
202 convencional.11
La autofluorescencia y campo ultraamplio de fondo (AFF) es
una técnica de imagen no invasiva que valora la salud y el funciona-
miento del epitelio pigmentado de la retina (EPR) y la retina neu-
rosensorial supradyacente. Las imágenes de AFF miden la cantidad
de luz fluorescente emitida por una estructura al ser estimulada por
luz de una longitud de onda menor. En la retina humana, la mayor
parte de la autofluorescencia proviene de la lipofuscina del EPR,12–14
presentando aumento en la AFF en las áreas con mayor lipofusci-
na y disminución en áreas con atrofia del tejido. En otras palabras,
en células del EPR enfermas la lipofuscina se acumula, causando
un aumento en la AFF. Con la muerte eventual de las células, estás
áreas se vuelven oscuras en AFF. La importancia de la AFF radica
en que los cambios visibles por AFF son mayores y preceden a los
observados clínicamente.15–18
La tomografía de coherencia óptica (Optical Coherence Tomo-
graphy [OCT]) es una técnica de visualización no invasiva que ge-
nera imágenes transversales de alta resolución de la retina, fibras
nerviosas y nervio óptico. La imagen se genera a partir de una fuen-
te de luz que se divide en rayos de referencia y de muestra, con lo
cual se obtienen medidas de reflectividad y profundidad. La luz que
se dispersa desde la retina interfiere con el rayo de referencia. Es
la medición de la interferencia lo que genera las imágenes.19,20 En
la actualidad, los sistemas más usados utilizan dominio espectral
(SD–OCT), con lo cual se detectan ecos de luz simultáneos midien-
do el espectro de interferencia con un espectómetro de alta veloci-
dad. Con estos sistemas se adquieren de 20 000 a 52 000 escaneos
modo A por segundo con resoluciones de 5–7.21,22

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Además, la evolución del software utilizado por los sistemas
SD–OCT permiten la visualización de la coroides, mediante dos in-
novaciones: la primera, promedio de imágenes, con lo cual se obtie-
nen múltiples escaneos modo B de la misma localización en la retina
y se obtiene un promedio, disminuyendo la razón de ruido/señal.
La segunda, imágenes con profundidad aumentada, con lo cual se
acerca el rayo de luz a la coroides.23
Estos cambios han hecho que las imágenes de SD–OCT se con-
viertan probablemente en la herramienta más usada en la actua-
lidad para el diagnóstico y seguimiento de enfermedades de reti-
na; es posible analizar la morfología de retina normal y enferma, y
cuantificar los diferentes espesores observados, ya sea en el vítreo,
retina, EPR o coroides; es un estudio en el cual se basan decisiones
quirúrgicas y se aprecian los resultados anatómicos posquirúrgicos.
203

Infllamación ocular: un reto aún pendiente


Cuando las pequeñas y finísimas estructuras intraoculares (iris,
cuerpo ciliar, coroides, retina y axones nerviosos que conforman el
nervio óptico) se inflaman, afectan de manera notable su función,
y la reparación posterior a ella puede determinar la pérdida total o
parcial de las actividades fisiológicas normales para el que estaban
diseñadas. Un reto histórico de la oftalmología ha sido el poder mo-
dular y controlar los procesos inflamatorios del globo ocular.
En el siglo XIX y principios del XX, el tratamiento de la inflama-
ción ocular se basaba en prescripciones como el óxido de mercurio di-
suelto en grasa de cerdo y la aplicación de sanguijuelas alrededor de
los párpados, con los resultados que eran de esperarse. En 1950, con
el advenimiento de los glucocorticoides, se cambió en forma radical la
terapéutica de la inflamación ocular, lo que permitió una remisión ini-
cial de la inflamación de efectos notables. Pero se observó, dados sus
numerosos efectos adversos, que su uso prolongado se hacía inadecua-
do o problemático para el tratamiento a largo plazo, y se evitaron así
nuevas recidivas de los procesos inflamatorios de origen inmune.1
Para tal efecto, desde la segunda mitad del siglo XX se intro-
dujeron de modo gradual los inmunosupresores, como los agentes
alquilantes (ciclofosfamida y clorambucilo), los agentes antiprolife-
rativos (metotrexato, azatioprina y micofenolato de mofetilo) y los
antagonistas de las calcineurinas (ciclosporina y tacrolimus). A di-

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ferencia de los corticosteroides, este grupo de medicamentos inician
su efecto con mayor lentitud y requieren un control de laboratorio
más extenso, sin embargo son más adecuados para el tratamiento
de sostén de los procesos inflamatorios crónicos de origen ocular
(uveítis). A semejanza de los glucocorticoides, estos medicamentos
carecen de especificidad y provocan una inmunosupresión generali-
zada que predispone al paciente a adquirir infecciones oportunistas
graves.2–6 Por esta razón, la investigación en los últimos lustros se
ha encaminado a la búsqueda de tratamientos más específicos y en
consecuencia con menores efectos adversos.
El advenimiento de los llamados productos médicos biológicos
ha marcado una enorme diferencia en el manejo de las enfermeda-
des inflamatorias. Estos están encaminados a interferir, en forma
específica en la patogenia de la enfermedad, lo que permite enfo-
204 carse en modular o inhibir componentes específicos de la respuesta
inmunológica, logrando un efecto antiinflamatorio específico más
efectivo y con menor impacto en la salud general del paciente. Los
biológicos que a la fecha pudieran tener más impacto en las infla-
maciones oculares son los anti–TNF (infliximab, etanercept, ada-
limumab), que parecen ser eficientes en el manejo de las distintas
patologías inflamatorias crónicas que afectan el globo ocular, como
la enfermedad de Behçet, las uveítis intermedias idiopáticas, la of-
talmía simpática y la coroiditis multifocal.7
La mayoría de estos medicamentos ha sido desarrollada para
el combate de inflamaciones sistémicas o para el mejor control de
los pacientes trasplantados, y existen pocas evidencias de su ma-
nejo en oftalmología. De hecho, la mayoría de ellos la utilizan los
oftalmólogos y, sin duda, en los años por venir veremos la aparición
de ensayos clínicos controlados, de preferencia multicéntricos, que
permitan tener un buen nivel de evidencia y un adecuado grado de
recomendación para su uso oftalmológico.
Las dificultades que la oftalmología enfrenta para la correcta
investigación de los efectos antiinflamatorios de nuevos agentes o
de biológicos específicos son variadas y gradualmente deberán irse
superando, entre ellas se encuentran:
1. El número de estos pacientes con problemas inmunes inflamato-
rios oculares no es muy numeroso: la incidencia anual de uveítis
es de 14–50 casos por 100 000 habitantes, con una prevalencia
de 38–115/100 mil en población general.8 La mayoría de los casos
corresponde a uveítis anteriores agudas que responden de manera
satisfactoria a tratamiento tópico con glucocorticoides, un cierto

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porcentaje son de origen infeccioso y su tratamiento no incluye in-
munosupresores, por lo que la población de pacientes que requie-
ren tratamiento sistémico, y que serían elegibles para un ensayo
clínico, es reducida.
2. Las enfermedades inflamatorias oculares son un grupo de padeci-
mientos muy heterogéneo, si para un ensayo clínico controlado se de-
sea seleccionar una cohorte muy específica, lo más probable es que el
reclutamiento sea muy pequeño. Por otro lado, si se incluyen pacientes
con diferentes tipos de inflamación, el reclutamiento será mayor pero
es probable que los resultados no sean estadísticamente significativos.
3. Los subtipos de uveítis están definidos de modo inadecuado, no
contamos con criterios diagnósticos que tengan la suficiente sensi-
bilidad y especificidad para distinguir un tipo de uveítis de otro. El
problema fundamental es que desconocemos la causa de la mayo-
ría de las inflamaciones oculares, conocerla permitiría no sólo una 205
mejor clasificación, sino que guiaría mejor el tratamiento.
4. Medidas de desenlace subjetivas. Hasta ahora, la valoración de la
actividad inflamatoria se hace en forma subjetiva (flare/células en
cámara anterior; opacidad vítrea).9 No contamos con tecnología
no invasiva, práctica y accesible que de manera objetiva pueda
evaluarla y permita la comparación entre diferentes observado-
res. De hecho, muchas de las medidas de mejoría se basan en la
agudeza visual resultante y ésta es un pobre marcador de la efi-
cacia del tratamiento en inflamación ocular, ya que no sólo de-
pende de la actividad inflamatoria, sino del daño causado por la
enfermedad (catarata, glaucoma, edema macular quístico, etc.),
por lo tanto, no debe considerarse como la principal variable de
desenlace en ensayos clínicos controlados.

Uno de los retos que hoy en día enfrentan las nuevas terapéuti-
cas y, sin duda, entre ellas, la terapia antiinflamatoria es la de consi-
derar el beneficio que el paciente experimenta con un determinado
tratamiento, por ello en los ensayos clínicos futuros, deberá tam-
bién incluirse la medición de calidad de vida y mejoría en la salud
como indicadores de la eficiencia medicamentosa.
Todos estos retos que plantea el futuro de la terapia antiinfla-
matoria deberán ser superados, y podremos diseñar y realizar ensa-
yos clínicos que permitan tomar decisiones terapéuticas de manera
más razonada. Otras especialidades, como la oncología y la neumo-
logía, han tenido éxito siguiendo este camino y su armamentario
terapéutico se ha hecho más efectivo y preciso.

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Es probable que, debido a que el número de pacientes con infla-
mación ocular autoinmune es relativamente pequeño, los proyectos
de investigación prospectivos en el campo de la inflamación ocu-
lar no sean muy numerosos. Sin embargo, en los últimos años, ha
habido un aumento de estudios clínicos no sólo de medicamentos
nuevos (p. ej. biológicos), sino también de nuevas vías de adminis-
tración de medicamentos ya conocidos (p. ej. implantes intravítreos
de glucocorticosteroides), lo que permite avizorar un mejor futuro
de la medicación antiinflamatoria ocular.

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OTORRINOLARINGOLOGÍA

Pelayo Vilar Puig 18


Rogelio Chavolla Magaña

La orl como especialidad médica 209

Para explicar y entender el nacimiento de la ORL, consideremos


con brevedad algunos de los factores que determinaron su apari-
ción y evolución a partir de mediados del siglo XIX:
a) La interrelación regional del oído medio con la vía aerodigestiva
superior y, en consecuencia, con el cuello. En el caso del oído inter-
no, su relación con el sistema nervioso central. En lo tocante a la
vía aérea, se continúa anatómicamente con la tráquea, bronquios
y pulmones, de ahí que los límites sean artificiales entre la ORL y
la neumología; lo mismo podemos decir de la faringe, que se conti-
núa con el esófago y el resto del aparato digestivo.
b) Los conocimientos científicos acumulados hasta el siglo XIX y du-
rante las primeras décadas del XX como: la embriología, la ana-
tomía, la fisiología, la patología, la microbiología, la antisepsia, la
anestesiología, la radiología, la iluminación por energía eléctrica
y el inicio de las inmunizaciones, condicionaron en su conjunto la
aparición de los especialistas en el campo que nos ocupa.
Por lo arriba anotado, la ORL empieza a conformarse en el si-
glo XIX, cuando los clínicos y cirujanos desarrollaron habilidades
diagnósticas y terapéuticas que condicionaron la creación de tec-
nologías, para explorar las diminutas y escondidas áreas anatómi-
cas. Para ello, se dio un gran paso cuando se tuvieron equipos para
visualizar el tímpano, las fosas nasales, la faringe y la laringe. Otro
paso fundamental fue el descubrimiento de los rayos X, con lo que
los otorrinolaringólogos de principios del siglo XX pudieron obtener
información del estado normal y patológico de las fosas nasales y de
los senos paranasales, de la región otomastoidea y del peñasco,
de la vía aerodigestiva superior, del cuello del tórax y del cráneo y
su contenido.
Todo ello permitió de manera paulatina hacer diagnósticos to-
pográficos y patogénicos más precisos y, por ende, diseñar nuevos
procedimientos quirúrgicos. Otro problema que detuvo por muchos
años el progreso de la especialidad fue la falta de anestesia; con el
uso de la cocaína como anestésico tópico, después, con el de la anes-
tesia general por inhalación y, por último, con el de la anestesia por
infiltración, los pioneros de la especialidad empezaron a diseñar
muy diversos tipos de cirugía con mayor precisión, menos iatroge-
nias y menor sufrimiento de los enfermos.
En otro orden de ideas, debemos considerar que la ORL de me-
diados del siglo XIX se desarrolló de forma irregular; los médicos en
muchos casos ejercían en conjunto la ORL y la oftalmología, esta úl-
210 tima tuvo una evolución más dinámica y pronto se constituyó como
una especialidad bien definida; sin embargo, en algunos países, has-
ta finales del siglo XIX y principios del XX había especialistas que
seguían ejerciendo ambas disciplinas.
Los primeros otorrinolaringólogos se desarrollaron en Europa
y en Estados Unidos de Norteamérica, la bibliografía de la especia-
lidad se multiplica conforme avanza la segunda mitad del siglo XIX
y encontramos numerosos artículos y textos, publicados en libros y
revistas médicas; destacan Alemania, Francia, Inglaterra, Austria y,
en menor grado, Italia y España. Al crecer el número de médicos
dedicados a la ORL, se fueron conformando en los hospitales los pri-
meros servicios de la especialidad y, al poco tiempo, se crearon las
primeras sociedades o academias, lo que fortaleció a la especialidad
conforme los conocimientos y la tecnología avanzaban.

Inicio y desarrollo de la Otorrinolaringología


en México
A diferencia de otras especialidades, la Otorrinolaringología en Mé-
xico se inició de manera tardía y se desarrolló con lentitud. Existen
trabajos publicados en la Gaceta Médica de México sobre temas
ORL por Federico Semeleder (1832–1901), médico austriaco que
vino a México acompañando al Emperador Maximiliano. Aquél fue
presidente de la Academia Nacional de Medicina en dos ocasiones
(1888 y 1892) y, a pesar de sus méritos académicos, no tenía forma-
ción como especialista.

Academia Nacional de Medicina


También aparecen algunos artículos sobre la especialidad de
José María Bandera (1832–1910), originario de Pachuca, Hidalgo,
quien también fue presidente de la Academia Nacional de Medicina
en 1887. Bandera se dedicó a la patología interna y, a la vez, se inte-
resó en las enfermedades mentales, la oftalmología y la ORL, lo cual
nos habla, sin duda, de un médico dedicado y capaz, pero muy lejos
de ser un especialista.
Otro médico que sin ser otorrinolaringólogo contribuyó al pro-
greso de la especialidad en nuestro país fue el doctor Ángel Igle-
sias y Domínguez, nacido en México en 1829. Fue un profesional
talentoso, profesor de la Escuela Nacional de Medicina y miembro
de la Academia Nacional de Medicina de México, a la que ingre-
só en 1864. Radicó en Francia, donde fue discípulo del oftalmólogo
Desmarres. Al regresar a México en 1856, presentó y utilizó por pri-
mera vez en nuestro país, el oftalmoscopio, inventado por Helmholtz, 211
y el espejo laríngeo, conocido como laringoscopio, descubierto por el
profesor de canto español, Don Manuel García. El doctor Iglesias
editó en París en 1868 el libro De la laringoscopia y de sus aplica-
ciones a la patología y a la medicina operatoria, con un apéndice
que trata de la rinoscopia, en cuya dedicatoria se lee: “A la Escuela
de Medicina de México”, a la “Abnegación y al celo científico de sus
antiguos catedráticos debe México el poseer un Establecimiento que
le hace honor, y la juventud médica una fuente de sólida instrucción.
A ella dedica esta pequeña obra como un débil homenage (sic.) de
gratitud”, “Su más reconocido hijo”, Ángel Iglesias.
Constituye esta obra el primer texto mexicano del área otorri-
nolaringológica del que se tiene conocimiento, publicado por un
médico con indudable espíritu de trabajo, innovación y difusión de
los descubrimientos clínicos y tecnológicos de la época. Lamenta-
blemente su talento no pudo aprovecharlo íntegramente ejerciendo
la profesión. Incursionó con fuerza en la política, en el ala conser-
vadora, como representante de la comisión mexicana encargada de
ofrecerle el trono imperial a Maximiliano de Habsburgo, en el cas-
tillo de Miramar. A la llegada del Emperador fue el secretario del
gabinete entre 1864 a 1867. Murió en la ciudad de México en 1870.
El personaje que se puede considerar como el primer espe-
cialista en ORL en nuestro país, es Francisco Vázquez Gómez
(1860–1933), nacido en Tula, Tamaulipas. Se tituló como médi-
co en la Escuela Nacional de Medicina en la ciudad de México en
1889. Su actividad profesional y académica fue muy importante, lo
que se refleja en los artículos publicados en la Gaceta Médica de

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


México: “Anatomía del esqueleto de la región mastoidea”, “Dos ca-
sos de laringo–estenosis”, “La enseñanza auricular en los sordomu-
dos”, “Contribución al estudio clínico del rinoescleroma”, “Conser-
vación de la membrana del tímpano después de la trepanación del
mastoide y extirpación del martillo”.
En 1894 viajó a Europa y en París perfeccionó su formación
como otorrinolaringólogo, gracias a su inteligencia, a su prepara-
ción y a sus conocimientos del francés, inglés y alemán.
A su regreso a México, su éxito profesional lo llevó a convertirse
en el médico del presidente Porfirio Díaz. En 1905, ocupó la presi-
dencia de la Academia Nacional de Medicina. Sin embargo, sus ideas
y militancia política, lo alejaron poco a poco de la actividad académi-
ca. Al estallar la revolución en 1910, ocupó la cartera de Relaciones
Exteriores en el Gobierno del Presidente Madero y al subir al poder
212 Francisco León de la Barra, fue nombrado Ministro de Educación
Pública, desde donde intentó establecer las llamadas “escuelas ru-
dimentarias”. En 1912, tuvo acercamientos con Emiliano Zapata con
cuyas ideas se sentía identificado, pero se oponía a Francisco Villa y a
Venustiano Carranza, lo que determinó que se exiliara a San Antonio
Texas, donde ejerció como especialista. Cuando las condiciones polí-
ticas se lo permitieron, regresó a México donde murió en 1933.
Cuando en 1905, se inauguró el Hospital General de México,
su organización médica se fue consolidando y pronto se crearon
los primeros servicios de especialidades. En la década de los años
veinte, el doctor Aquilino Villanueva creó el de urología, el doctor
Abraham Ayala González, el de gastroenterología y el doctor Igna-
cio Chávez, el de cardiología, servicios con los que se inició la ense-
ñanza de posgrado en las respectivas especialidades. Pronto otros
servicios hicieron lo propio, entre ellos se fundó el de Oftalmología
y Otorrinolaringología como un solo servicio, pero a partir de 1909
se separaron y se creó la sección de “Oídos, nariz y garganta”, bajo
la jefatura del doctor Ricardo Tapia Fernández, quien permaneció
hasta 1922; entre los varios jefes que lo sucedieron, destacó el doc-
tor Juan Andrade Pradillo, quien estuvo al frente del servicio desde
1928 hasta 1960, durante aquellos años se iniciaron en la unidad, las
broncoscopias y las anestesias endotraqueales. Lo sucedió el doctor
Ricardo Tapia Acuña, quien permaneció al frente del servicio hasta
1974. Es en el Hospital General donde se desarrolló la principal es-
cuela otorrinolaringológica, durante la primera mitad del siglo XX.
A partir de la segunda mitad del mismo siglo, en la medida en
que los sistemas de salud en México se multiplicaron, aparecieron

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servicios de ORL donde se tuvo la capacidad de entrenar a médicos
en este campo. Cuando se creó el IMSS y se construyó el Hospital
de la Raza, se fundó en 1955 una importante escuela ORL, al inicio
del ISSSTE y a la inauguración del Hospital 20 de Noviembre, se
creó la residencia en ORL, en el Instituto Nacional de Cardiología,
se fundó un servicio donde se formaron ORL que acudían como
externos y en el Hospital Infantil se creó el Servicio de ORL pe-
diátrica, donde los médicos en formación de la especialidad en
el Hospital General completaban su entrenamiento. En 1963, en el
Centro Médico Nacional, en el Hospital de Especialidades, se creó
un nuevo servicio de ORL, que dio un gran impulso a la formación
de otorrinolaringólogos.
En 1967, se creó la red hospitalaria de Petróleos Mexicanos y se
fundó en el Hospital Central de Concentración Nacional, el Servicio
de ORL que a partir de 1970 inició la formación de residentes. Así, 213
se detonó un gran abanico de oportunidades formativas de los espe-
cialistas en el campo ORL, que en poco tiempo se extiendió a dife-
rentes entidades federativas, muy particularmente en Guadalajara y
Monterrey, en hospitales de la SSA, del IMSS y del ISSSTE.

El desarrollo de la Otorrinolaringología
a lo largo del siglo XX
Antimicrobianos y otros fármacos
Conforme el conocimiento y la tecnología se desarrollaron, la es-
pecialidad fue ampliando sus horizontes. La aparición de los anti-
microbianos produjo un cambio en el perfil epidemiológico de las
enfermedades infecciosas en las regiones anatómicas que abarca la
ORL, a tal grado que había quien auguraban el fin de la ORL como
especialidad. Así, se vio cómo las infecciones otomastoideas y sus
complicaciones, la nasosinusales y las complicaciones orbitarias e
intracraneales y las faringoamigdalinas con los abscesos cervicales
y mediastinales se abatían con rapidez.
Lo mismo ocurrió con las temidas infecciones tuberculosas
laríngeas y broncopulmonares y las ganglionares cervicales, con la
aparición de antimicrobianos y otros fármacos antifimicos.
Las lesiones sifilíticas fueron abatidas de manera sorprendente
con el uso de la penicilina.

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


La difteria que tantas muertes causaba, desapareció con las in-
munizaciones.
Fue así como en poco más de una generación, pudimos obser-
var avances insospechados que evitaron muchas secuelas y muertes.

Equipos audiológicos, electronistagmografía


y posturografía
En el campo tecnológico, la aparición de equipos, primero de bul-
bos y después de transistores, revolucionó la capacidad de medir
las pérdidas auditivas con gran precisión, primero con los audió-
metros y después con equipos como los potenciales evocados, vi-
nieron la medición de las emisiones otoacústicas, la posibilidad de
214 realizar timpanometrías y la medición de los reflejos estapediales.
Por otra parte, el avance de los estudios de los trastornos del equili-
brio se mejoraron gracias a los equipos de electronistagmografía y de la
posturografía entre otros, lo que ha permitido entender mejor la fisiopa-
togenia y, por ende, hacer diagnósticos topográficos cada vez más pre-
cisos y así establecer tratamientos y rehabilitaciones más congruentes.

Auxiliares auditivos electrónicos.


Implantes cocleares y de tallo cerebral
Simultáneamente se verían beneficiados los enfermos con hi-
poacusias no tratables, con el desarrollo de los auxiliares auditivos
electrónicos, que con las nuevas tecnologías se han diversificado,
miniaturizado y perfeccionado, permitiendo a los enfermos una
mejor audibilidad. Otro desarrollo extraordinario ha sido el de los
implantes cocleares, que en cuatro décadas se han perfeccionado y
han beneficiado a innumerables pacientes con sorderas profundas.
El desarrollo de este dispositivo ha sido uno de los avances más
importantes en otología. Fue diseñado para rehabilitar a pacientes
con hipoacusia profunda de tipo neurosensorial, congénita o adqui-
rida en población infantil (prelingüista) y adulta (poslingüista), sin
la posibilidad de adaptación de auxiliares auditivos convencionales,
quienes, hasta hace poco, sólo tenían como opción la lectura labial y
el lenguaje de señas o de signos.
El implante coclear consiste en: a) un dispositivo electrónico
que consta de una parte interna implantable mediante cirugía. Tie-
ne un transductor que se coloca en el cráneo en un lecho labrado en

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la escama del temporal y se introduce un filamento con electrodos
en el interior de la cóclea, con el objeto de sustituir a los impul-
sos generados normalmente por el órgano de Corti y así estimular a
las fibras del nervio auditivo y producir la estimulación acústica, y
b) un procesador externo que se une por medios magnéticos al
transductor interno implantado, el cual se programa para producir
el estímulo auditivo que percibirá el paciente.
Después se somete a los pacientes a un proceso de rehabilita-
ción, que les permite mejorar su codificación cortical auditiva, lo-
gran percibir y discriminar los sonidos, e incluso 80% logra comu-
nicarse por vía telefónica y disfrutar de la música. En el caso de los
niños implantados, suelen tener un mejor desarrollo del lenguaje
después del sexto mes de rehabilitación.
Los implantes cocleares han tenido un gran avance tecnológico
en estos últimos 25 años, los más importantes se refieren proce- 215
sadores más pequeños, eficientes y resistentes al medio ambiente,
evolución en la programación de los procesadores y mejores siste-
mas de rehabilitación.
El futuro es prometedor y se trabaja en diversos proyectos,
como electrodos que al introducirlos no lesionen la audición resi-
dual, electrodos más eficientes, procesadores capaces de dar mayor
fidelidad, todo ello gracias a los nuevos diseños de los biomateriales.
Desde la década de los años ochenta del siglo pasado, se desa-
rrolló el implante de tallo cerebral, diseñado para aquellos pacientes
en que el nervio auditivo estuviera ausente, como es el caso de la
resección de algunos tumores del nervio como los neurinomas, re-
presenta la única alternativa para estos pacientes.

La microcirugía
En el campo quirúrgico, en los años cincuenta del siglo pasado, se
inició el uso del microscopio en la cirugía del oído, lo que permitió
hacer cirugías muy precisas, con una disminución de las compli-
caciones en el tratamiento de las infecciones y colestatomas oto-
mastoideos, en la resolución de la hipoacusia por otoesclerosis y de
muchas lesiones traumáticas. Con estas técnicas, se lograron mejo-
res resecciones de los tumores de la región, así como en la recons-
trucción anatómica y funcional de las malformaciones congénitas y
de las secuelas posinfecciosas del oído medio.
La práctica de la microcirugía pronto se extendió para el trata-
miento de las diversas patologías de la laringe y casi al mismo tiempo

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


para la cirugía nasosinusal. La microcirugía pronto se desarrolló para
el tratamiento de diversas patologías oftálmológicas, neurológicas y
en la cirugía reconstructiva de diversas áreas del organismo.

La endoscopia nasosinusal
La calidad de la visión endoscópica ha dado lugar a la mejor compren-
sión de la anatomía y la fisiología de la región, dando como resultado
el concepto de cirugía funcional de la nariz y los senos paranasales,
y las técnicas quirúrgicas de mínima invasión que proporcionan las
siguientes ventajas:
• Mejor visión de la región, gracias a una iluminación directa
y potente
• Posibilidades de observación en diferentes ángulos
216
• Menor lesión a las estructuras sanas y, en consecuencia, menor
inflamación
• Menor hemorragia transoperatoria
• Menos molestias y recuperación temprana de los pacientes
• No deja cicatrices visibles
• Permite el registro de procedimientos con fines académicos e inclu-
so legales
Como todos los procedimientos, también se reportan algunas desven-
tajas como pueden ser:
• Dificultad de usar ambas manos
• Pérdida de profundidad de campo por tener que ver un monitor
de video
• En casos de sangrado transoperatorio de difícil control, dificulta
e incluso impide el procedimiento
• Instrumentación y adiestramiento del profesional de alto costo
• En general este procedimiento ha venido posicionándose inter-
nacionalmente como la mejor opción terapéutica de la patología
nasosinusal.

Los avances logrados en la tecnología diagnóstica y terapéutica


en el área nasosinusal han alcanzado un enorme refinamiento tecno-
lógico, que permite cirugías de mínima invasión de gran precisión.
Primero con endoscopios, microdebridadores y una gran diversidad
de instrumental. Posteriormente, los neuronavegadores han propor-
cionado una asistencia invaluable para casos donde la anatomía naso-
sinusal está alterada, y es fácil dañar las áreas cercanas como el globo
ocular, el nervio óptico o las estructuras de la cavidad intracraneal.

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La imagenología
En el campo de la imagenología a partir de la segunda década del
siglo XX, la ORL se vio muy beneficiada con la revolución tecnológica,
nos referimos a la aparición de la tomografía computada, el ultrasoni-
do, la resonancia magnética, la tomografía por emisión de positrones,
los estudios de medicina nuclear, tecnologías que permitieron hacer
diagnósticos con una precisión impensable con anterioridad.
La evolución de la tomografía computada, la imagen por reso-
nancia magnética, la ultrasonografía, la tomografía por emisión de
positrones y la radiología intervencionista (cuando se trata de lesio-
nes altamente vascularizadas que pueden embolizarse para dismi-
nuir la hemorragia trans operatoria) han convertido a esta discipli-
na en un recurso imprescindible para el diagnóstico, la clasificación
217
y la planeación terapéutica de la patología otorrinolaringológica.

La oncología
En el campo de la oncología, los avances han sido constantes: ci-
rugías de cuello, macizo facial y base del cráneo de gran magnitud
pero con capacidades reconstructivas cada vez más refinadas, un
espectro de posibilidades en quimio y radioterapia muy refinadas
que han beneficiado a muchos enfermos, sin embargo estamos
lejos de haber resuelto tan compleja patología como es el cáncer,
pero, sin duda, en un futuro no lejano se encontrará la clave en el
terreno oncogenético.

El estudio de la voz y sus trastornos


El estudio de la voz es otro terreno de grandes avances, que van
desde el perfeccionamiento de los nuevos equipos endoscópicos,
estroboscopios y del uso de los sistemas para el estudio de la voz,
que permiten refinamientos diagnósticos y rehabilitatorios.

Reflexiones finales
A lo largo de esta recapitulación, hemos constatado someramen-
te, como la otorrinolaringología nació y se desarrolló en México a
partir de la segunda mitad del siglo XIX, cómo se inició de mane-
ra tardía y a un ritmo lento hasta mediados del siglo XX. A partir

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


de ese periodo, vemos que sufre una importante transformación,
facilitada por la creación de nuevas instituciones de salud, donde
se crearon servicios de la especialidad dirigidos por especialistas
formados en México y en el extranjero. Al mismo tiempo, observa-
mos cómo el binomio institución de salud–universidad se fortale-
ció ocasionando una conformación adecuada, de tal forma que su
desempeño en el doble papel asistencial y docente, alcanzó niveles
de excelencia en la mayoría de los cursos.
No podemos decir lo mismo acerca de la investigación, salvo
en contadas excepciones, en México el desempeño de la comunidad
otorrinolaringológica en este rubro ha sido en general muy discre-
ta. En años recientes, en algunas instituciones, se ha estimulado a
los docentes para que cursen maestrías y doctorados en ciencias
médicas, con el afán de que cuenten con más elementos para poder
218
hacer investigación original.

Siglo xxi. Nuevos horizontes


Trabajos de investigación con células troncales
En el campo de la otología los trabajos de investigación con célu-
las troncales se dirigen al tratamiento de las hipoacusias profundas
causadas por falta de elementos nerviosos en el nervio auditivo y en
el propio órgano de Corti, por falta de desarrollo o destrucción de
las células ciliadas.
En el caso de lesiones en el ámbito de los axones y elementos
gliales del nervio auditivo que emerge de la cóclea, existen diver-
sos estudios que reportan la posibilidad de la regeneración celular
axonal, remplazando las neuronas dañadas por células troncales
pluripotenciales, las cuales dan origen a neuronas electrofisiológi-
camente funcionales capaces de transmitir el impulso auditivo.
Más recientemente la investigación se ha dirigido a la regene-
ración de las células ciliadas del órgano de Corti, el proceso se basa
en un sistema de cultivo de células troncales embrionarias prove-
nientes de ratón, suspendidas en 3D (tercera dimensión) progra-
madas para desarrollar epitelio sensorial del órgano de Corti que
consta de células ciliadas, células de sostén y neuronas capaces de
percibir el sonido, los movimientos de la cabeza y la gravedad. El
sistema de 3D permite que las células se autoorganicen en tejidos

Academia Nacional de Medicina


complejos utilizando señales electro mecánicas que imitan las con-
diciones naturales durante el desarrollo embrionario.
Hashino Eri de la Universidad de Indiana (EU) hace el siguien-
te comentario respecto de su descubrimiento publicado en 2013, en
la revista Nature:

Nos sorprendimos al ver que las células troncales, una vez que se les guia-
ba para convertirse en células precursores del oído interno a través del
cultivo en 3D, se comportaban como si supieran no sólo cómo convertirse
en diferentes tipos de células del oído interno, sino también la manera de
organizarse en un patrón muy similar al del oído interno original.

Y, añade:

aunque nuestro objetivo inicial fue hacer células precursoras del oído in-
terno, encontramos miles de células ciliadas en una placa de cultivo. 219

Este campo de investigación se encuentra en etapas experimen-


tales en modelos animales y, si bien es alentador y excitante, aún
estamos lejos de su aplicación.

Oído biónico
En el año 2012 Faulkner, A. y su grupo de investigadores de la Uni-
versidad Heriot–Watt en Escocia, desarrolló una impresora 3D que
utilizaba una tinta biológica de células troncales humanas, que al fu-
sionarse formaban una estructura similar a un órgano prediseñado.
En 2013, Mc Alpine, M. et al. de la Universidad de Princeton,
con base en el concepto del uso de impresoras 3D, generaron un
oído biónico formado por una matriz de hidrogel celular sembra-
do en la estructura anatómica, como el de un pabellón auricular,
junto con un polímero conductor entrelazado con nanopartículas
impregnadas de plata. Esto permitió el cultivo in vitro de tejido del
cartílago alrededor de una bobina en forma de cóclea formando una
antena de inducción en el oído, que más adelante permitió experi-
mentalmente, la lectura de señales al acoplarse a unos electrodos.
La oreja impresa después de 10 semanas de crecimiento con-
trolado, presentó percepción auditiva mejorada para la recepción de
la radio frecuencia, siendo capaz de captar señales musicales.
Aún no se ha podido añadir la piel a la estructura, pero este tra-
bajo representa el primer logro del crecimiento conjunto de una es-
tructura biológica con componentes electrónicos integrados a ella.

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


En general, este enfoque propone un medio para fusionar es-
tructuras biológicas complejas y componentes nanoelectrónicos
funcionales mediante la impresión 3D.
El potencial inmediato del oído biónico es conectarse a otros
dispositivos electrónicos externos que de lograrse podrían utilizarse
en los pacientes con hipoacusia profunda.

Cirugía robótica en Otorrinolaringología


Generalidades

La cirugía asistida por equipo robótico forma parte del arsenal


terapéutico utilizando cirugía de mínima invasión, concepto que
nace en los años ochenta del siglo pasado y que es aplicado en la
220
actualidad en la mayoría de los campos quirúrgicos de la medicina.
El origen de la cirugía con tele presencia nace a partir de proyec-
tos de la NASA en la década de los años setenta, los cuales contem-
plan la probabilidad de poder brindar atención médicoquirúrgica
a distancia, a través de un equipo tecnológico que pudiera realizar
procedimientos bajo la dirección de un cirujano en un equipo que le
permitiera ver, sentir y manipular un campo quirúrgico lejano. No
fue posible en esta época llevar a cabo el proyecto debido a la com-
plejidad tecnológica que se requería, y a que los equipos de cómpu-
to, óptica, telemetría entre otros, eran en esa época rudimentarios.
Fue hasta 2001, cuando se desarrolló el robot da Vinel y se dio
a conocer al mundo, cuando un cirujano francés resecó desde Nueva
York la vesícula biliar de un paciente en territorio francés. A este
proyecto se le denominó Operación Lindbergh, en alusión al primer
vuelo transatlántico del piloto norteamericano.

Aplicaciones clínicas de la cirugía robótica


en la otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello

a) En el campo de la oncología, se tienen reportes de resección de tu-


mores malignos de la lengua, orofaringe e hipofaringe con sistema
láser incorporado al robot. Para algunos autores esta técnica no es
mejor que la cirugía convencional.
b) Tiroidectomía y paratiroidectomía.
La técnica robótica transaxilar primero fue descrita en 2005
por Lobe, quien practicó con éxito una hemitiroidectomía en un
niño. En 2008, el mismo grupo informó sobre tiroidectomías tota-
les en dos pacientes pediátricos, por vía axilar bilateral.
Academia Nacional de Medicina
En los adultos, la experiencia más grande en la tiroidectomía
robótica, es la Kang, que desarrolló la técnica transaxilar sin gas y
presentó una serie de 338 pacientes.
c) Base de cráneo
Existen reportes aislados de cirugías de la base del cráneo efectua-
das con éxito.
d) Cirugía de la laringe
Se ha empleado de manera ocasional, debido a la dificultad de colo-
car los brazos quirúrgicos del robot en el interior de la caja laríngea.
En general este tipo de técnica no se ha universalizado, por la
complejidad y alto costo del equipo. Sin embargo, sus ventajas como
la mejor visualización del campo, la eliminación del temblor del ci-
rujano, los instrumentos multiarticulados, la reducción de la fatiga,
la cirugía a distancia, el entrenamiento y la docencia, posiblemente
en un futuro los refinamientos tecnológicos y disminución del costo, 221
lo transformen en una herramienta de uso común.

Conclusiones
En la última década, el desarrollo del conocimiento y la tecnología
han hecho indispensable conjuntar a grupos de especialistas para
resolver patologías complejas, que rebasan las capacidades indivi-
duales, lográndose así mejores resultados terapéuticos.
Como ejemplo, podemos citar a la cirugía de la base del cráneo,
disciplina donde se involucran: otorrinolaringólogos, neurociruja-
nos, cirujanos plásticos reconstructivos y radiólogos intervencionis-
tas, entre otros.
La medicina, en las próximas décadas, sufrirá cambios muy im-
portantes de los que la otorrinolaringología se verá enriquecida, por
lo tanto, los especialistas que formemos en el presente, con la mi-
rada puesta en el futuro, requieren una serie de competencias que
les permitan adaptarse a los acelerados cambios que se producirán.
Los ejes directrices de la medicina del presente siglo estarán regi-
dos principalmente por la nanotecnología, la genómica, la fármacoge-
nómica, la telemedicina, la telecirugía, la bioinformática y la robótica.
Por último, debemos considerar que quienes deseen llevar una
vida académica de alto nivel, donde la asistencia, la docencia y la
investigación original sean una realidad, será necesario que encuen-
tren ambientes institucionales bien estructurados, científicamente
cimentados y con los recursos humanos y financieros suficientes,

Estado del Arte de la Medicina 2013–2014: Cirugía


requisitos indispensables para llevar a la ORL mexicana en el ámbi-
to en que sea equiparable a los de los países desarrollados.

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Academia Nacional de Medicina


Apéndice
Miembros otorrinolaringólogos desde la fundación
de la Academia Nacional de Medicina de México

Nombre Año de ingreso Año de Presidencia


Francisco Vázquez Gómez 1896 1905
Daniel Gurria Urgell 1936 1942
Andrés Bustamante Gurria 1949
Juan Andrade Pradillo 1957
Miguel Arroyo Guijosa 1963
Máximo García Castañeda 1965
Jorge Corvera Bernardelli 1965 1982 225
Carlos Valenzuela Ezquerro 1969
Francisco Hernández Orozco 1970
Juan Andrade Cárdenas 1979
Mariano Hernández Golibar 1979
Pelayo Vilar Puig 1982 1996
Juan Felipe Sánchez Marle 1988
Antonio Soda Merhy 1993
Mario Antonio Mandujano Valdez 2002
Germán Fajardo Dolci 2005

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UROLOGÍA

Francisco T. Rodríguez Covarrubias 19


Fernando Gabilondo Navarro

Introducción 227

En nuestro país, los inicios de la urología moderna se remontan a la


década de los años treinta del siglo XX, con la creación del primer
Servicio de Urología en el Hospital General de México por parte
del doctor Aquilino Villanueva. Desde entonces, esta disciplina ha
evolucionado tanto en el terreno académico como en aspectos tec-
nológicos. En la actualidad, 1 297 especialistas están certificados
por el Consejo Nacional Mexicano de Urología, de los cuales 69 re-
cibieron su certificación en 2013.
La modernización, no sólo en equipamiento, sino respecto a las
técnicas quirúrgicas utilizadas hoy en día, ha influido en diversas
áreas de la urología y ha favorecido avances notables en el manejo
de distintas entidades, entre las que destacan la litiasis renourete-
ral, el crecimiento prostático, la incontinencia urinaria, las neopla-
sias urológicas y la insuficiencia renal.
A continuación, se describe el estado actual de la práctica uro-
lógica en México con especial atención en los avances más relevan-
tes de las últimas décadas.

Litotricia extracorpórea y endourología


La litotricia extracorpórea con ondas de choque (LEOCH) represen-
ta uno de los avances más importantes en la urología, ya que revolu-
cionó el manejo de la litiasis urinaria. En nuestro país los equipos de
LEOCH instalados en el Hospital Médica Sur y en el departamento
de Urología del INCMNSZ al finalizar la década de los ochenta e iniciar
la de los noventa, respectivamente fueron de los primeros en entrar en
funcionamiento. Desde entonces hemos sido pioneros en la aplicación
de esta modalidad terapéutica1 y nuestra experiencia incluye el tra-
tamiento de litos coraliformes, litiasis en riñones en herradura y
litiasis ureteral con muy buenos resultados.2,3,4 Con el paso del tiem-
po, tanto los equipos como la estrategia para la administración de
esta terapia han sido modificados, con lo que se ha logrado mejorar
los resultados del tratamiento y reducir los efectos adversos. Los
equipos modernos producen menos daño tisular sin perder su ca-
pacidad de fragmentación, ya que las ondas de cavitación se dirigen
con mayor precisión sobre el lito a tratar.
Además, el uso de tomografía computada (TC) permite una
evaluación más eficaz al hacer posible la estimación de la consis-
228 tencia de los cálculos mediante las Unidades Hounsfield (UH), y
así predecir el éxito del tratamiento, el cual va de 50% en litos de
consistencia elevada (>1000 UH) hasta 100% en litos de consisten-
cia menor (< 500 UH).5 Prácticamente cualquier cálculo puede ser
manejado con LEOCH y las contraindicaciones para recibirla son
pocas: embarazo, malformaciones esqueléticas graves, obesidad se-
vera, aneurisma aórtico o renal, coagulopatía no controlada e infec-
ción urinaria sin tratamiento.
Los avances tecnológicos también han impactado de mane-
ra positiva el área de la endourología lo que ha permitido que los
procedimientos diagnósticos y terapéuticos sean cada vez menos
invasivos. El manejo endoscópico de los cálculos urinarios es una
realidad en nuestro país y, tanto la ureteroscopia como la cirugía
intrarrenal retrógrada, se han establecido como métodos estándar
para evaluar el tracto urinario y realizar litotricia in situ, por lo que
la cirugía abierta ha sido sustituida en forma paulatina.
Se puede considerar que son tres los avances que han contri-
buido para mejorar los resultados en el manejo endoscópico de la
litiasis urinaria: 1) mejores dispositivos de extracción, como las
canastillas de nitinol; 2) fuentes de energía para destrucción en-
dourológica de los cálculos como el láser de holmio, y 3) endos-
copios flexibles de pequeño calibre y diversos grados de deflexión
que permiten abordar casi cualquier sistema colector del riñón
de manera retrógrada. Recientemente se analizó el resultado del
manejo ureteroscópico de cálculos ureterales complejos (denomi-
nados “calles empedradas”) y se encontró que la tasa de éxito es
adecuada.6

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La nefrolitotomía percutánea (NLPC) es la modalidad de elec-
ción para el tratamiento de cálculos renales de gran volumen, inclu-
yendo los coraliformes. Esta técnica fue desarrollada a finales de la
década de los setenta del siglo XX y con el paso del tiempo ha sido
perfeccionada, de tal modo que ha sustituido a la nefrolitotomía
anatrófica abierta. Las tasas de éxito y complicaciones son de 78% y
13%, respectivamente, por lo que es considerada una técnica eficaz
y segura. En nuestro país se practica de manera rutinaria en diver-
sos centros y, entre los pioneros y con mayor experiencia en el ám-
bito nacional, se cuentan el departamento de urología del Hospital
Central Militar7 y el doctor Jorge Gutiérrez Aceves.8,9

Tratamiento del crecimiento prostático 229

Durante mucho tiempo, los síntomas del tracto urinario inferior


ocasionados por hiperplasia prostática obstructiva (HPO) fueron
manejados exclusivamente por vía quirúrgica. Sin embargo, la apa-
rición de fármacos más efectivos y seguros, como los antagonistas
de receptores alfa (selectivos del tracto urinario) y los inhibidores
de 5 alfa–reductasa, permitió que se redujera el número de ciru-
gías, con la disminución de complicaciones y secuelas permanen-
tes. Por otro lado, las técnicas quirúrgicas han sido refinadas con la
consecuente mejoría en los resultados y disminución en los riesgos.
Aún en la actualidad, el referente en el manejo quirúrgico del
HPO es la resección transuretral de próstata (RTUP). El perfeccio-
namiento tecnológico como la creación del equipo para resección
bipolar ha disminuido la tasa de complicaciones. Una ventaja im-
portante de esta variante es el uso de solución salina isotónica para
la irrigación con lo que se atenúa la posibilidad de hiponatremia
dilucional. En comparación, los efectos adversos de la RTUP con-
vencional (monopolar) alcanzan 29% mientras que con la técnica
bipolar son de 15%.10 Se ha investigado incluso si la RTUP bipolar
altera el resultado histopatológico y, a diferencia de lo que sucede
con la RTUP convencional, la técnica bipolar produce más necrosis
en el tejido (p < 0.01), siendo ésta una de las pocas desventajas de
dicha modalidad.11
Las tecnologías con base en láser se han establecido en los últi-
mos años como alternativas quirúrgicas adecuadas. La vaporización
fotoselectiva del tejido prostático con láser KTP (potasio–titanil–

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fosfato) o Green Light es la más utilizada en la última década, ya que
sus resultados a corto y mediano plazos parecen ser equiparables
a los de la RTUP. Esto ha sido corroborado en nuestro país, ya que
las series nacionales han demostrado una mejoría de 70% en la
escala internacional de síntomas prostáticos, de 191% en el flujo
urinario (evaluado por uroflujometría) y de 92% en el volumen de
orina residual.12

Cirugía laparoscópica y robótica


Otro de los avances relevantes lo constituye la implementación de la
laparoscopia (convencional o robótica) en los procedimientos uroló-
230 gicos, ya que los beneficios en cuanto a reducción en el uso de anal-
gésicos, menor estancia hospitalaria y resultados cosméticos han sido
corroborados. Desde 1991 en que fuera descrita la primera nefrecto-
mía laparoscópica,13 las técnicas se han perfeccionado, los tiempos
quirúrgicos se han reducido y las complicaciones se presentan con
menor frecuencia. Con el objetivo de disminuir aún más la morbili-
dad de la cirugía de invasión mínima, se han desarrollado variantes
como la cirugía laparoscópica de un sólo sitio y la cirugía por orifi-
cios naturales (LESS y NOTES, respectivamente, por sus siglas en
inglés). Aunque ambas requieren instrumental especial y su curva de
aprendizaje es más prolongada, han ganado terreno sobre todo en el
manejo quirúrgico de patologías benignas del tracto urinario como
nefrectomía para riñones excluidos, prostatectomía simple para
HPO y pieloplastia para el manejo de la estenosis ureteropiélica.14
Otra variedad es la cirugía laparoscópica asistida con la mano,
con la que se mantienen las virtudes de la cirugía de invasión míni-
ma sin sacrificar la percepción táctil. La mayor aplicación de esta
variante técnica es la nefrectomía de donador para trasplante renal,
ya que es posible proteger el órgano a procurar introduciendo una
mano en la cavidad abdominal mediante un puerto especial de gel;
con la otra mano se realizan el resto de las maniobras laparoscópi-
cas para completar el procedimiento. Uno de los pioneros en esta
área es el doctor Manuel Marquina quien inició su experiencia hace
más de una década.15 En nuestra institución se utiliza esta técnica
desde 2008 para procurar el riñón en los trasplantes de donador
vivo con excelentes resultados y baja morbilidad.16

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El entrenamiento es un aspecto muy relevante, ya que la mayo-
ría de los procedimientos urológicos por realizar vía laparoscópica
reviste una elevada complejidad. El uso de simuladores permite una
práctica constante para adquirir destrezas psicomotrices y familiari-
zarse con instrumentos y equipos al tiempo que se gana experiencia
en el reconocimiento de problemas y se perfecciona una técnica.17
En un estudio realizado en nuestro país se demostró que los resi-
dentes con entrenamiento previo en un simulador fueron capaces
de desarrollar los ejercicios de práctica en menor tiempo y con ma-
yor puntuación.18 En los momentos actuales en los que la tecnología
es parte fundamental de la práctica médica, los simuladores se han
vuelto una herramienta útil para mejorar la curva de aprendizaje
e incrementar la seguridad del paciente. Esto no reemplaza la ense-
ñanza en un ambiente clínico pero puede ayudar a evitar errores y
prevenir complicaciones.17 231
La cirugía robótica ha generado muchas expectativas en las
dos últimas décadas, debido a que permite superar las limita-
ciones técnicas propias de la laparoscopia convencional; sus
principales atributos son la visión en tercera dimensión (3D) y el
instrumental laparoscópico articulado. Con ello, el cirujano tiene
la posibilidad de concretar con gran precisión diversos procedi-
mientos quirúrgicos reconstructivos de alta complejidad técnica.
La mayor aplicación en urología es la prostatectomía radical, en
la que es indispensable realizar una disección meticulosa con el
objetivo de obtener márgenes negativos y realizar la anastomosis
vesicouretral. Esto puede lograrse con el Da Vinci Surgical Sys-
tem®, que consta de una consola desde la que el cirujano, sentado
en posición ergonómica, puede controlar el robot quirúrgico para
desarrollar el procedimiento.
Desafortunadamente, el costo de esta tecnología ha limitado
su uso en México. Hasta el momento, los resultados oncológicos
y de calidad de vida no han superado a los obtenidos con la ciru-
gía abierta lo que, junto con los altos costos, ha provocado que su
difusión sea criticada hasta en países europeos.19 Aunque existen
proyectos para expandir esta tecnología en nuestro país, a la fecha
sólo dos centros cuentan con dispositivos en funcionamiento, uno
en la ciudad de Monterrey y otro en Guadalajara.

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Tratamiento del cáncer renal
Quizá una de las patologías en las que se han presentado más cam-
bios a lo largo del tiempo es el cáncer renal. Las innovaciones invo-
lucran desde los métodos diagnósticos hasta los terapéuticos.
Un ejemplo es la utilidad de las técnicas de imagenología mo-
dernas. En un estudio hecho en nuestro país, se demostró que la
TC realizada con equipos de última generación permite caracterizar
mejor las lesiones renales sólidas con una adecuada estadificación
patológica.20
El tratamiento de la enfermedad localizada es una de las áreas que
más ha evolucionado. La cirugía radical descrita por Robson a final de
la década de los sesenta del siglo pasado fue el estándar de oro por dé-
232 cadas.21 Aún en nuestros días puede ser una técnica adecuada para tu-
mores de grandes dimensiones o en estadios avanzados localmente. No
obstante, gracias a la mayor disponibilidad de estudios de imagen, en la
actualidad cerca de 70% de los casos es detectado de manera incidental
o en etapas tempranas,22 y es en esta situación en la que la nefrectomía
radical podría tener efectos deletéreos como enfermedad renal crónica,
eventos cardiovasculares y mortalidad secundaria. Por tal motivo la ci-
rugía preservadora de nefronas o nefrectomía parcial se ha establecido
como el tratamiento de elección para el manejo de masas renales de
hasta 7 cm.23 Esta técnica tuvo su aplicación inicial en el manejo de pa-
tologías benignas pero con el paso del tiempo se encontró que era útil
también para tratamiento de neoplasias malignas.24 Es necesario resal-
tar que aunque es un procedimiento con mayor complejidad técnica los
resultados oncológicos son similares a los de cirugía radical mientras
que los funcionales parecen ser superiores.25 Uno de los mayores retos
durante la nefrectomía parcial es lograr que el tiempo de isquemia ca-
liente sea breve para evitar daño en el parénquima sano. Una modifi-
cación técnica descrita por el doctor Gabilondo es la isquemia selectiva
del parénquima renal (en el área donde se encuentre el tumor), lo que
permite que el resto del órgano mantenga un flujo sanguíneo adecuado
durante la cirugía.26 En nuestra institución, más de 480 pacientes con
tumores renales han sido tratados quirúrgicamente, de los cuales 73
han sido llevados a nefrectomía parcial, con excelentes resultados.
El cáncer renal metastásico es un ejemplo más de los avances
de la urología moderna. Por mucho tiempo, esta enfermedad se
consideró refractaria al manejo no quirúrgico. Sin embargo, en la
década de los noventa el uso de interferón e interleucina dieron un
giro dramático en el tratamiento de esta entidad. Posteriormente,

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el abordaje desde un punto de vista inmunológico permitió que la
investigación terapéutica evaluara otras alternativas como la aplica-
ción de vacunas de células dendríticas,27 y en las dos últimas, la apa-
rición de la terapia blanco con base en inhibidores de tirosincinasa
y anticuerpos monoclonales establecieron un nuevo paradigma en el
manejo del cáncer renal avanzado. Los agentes que han demostrado
mejores resultados son bevacizumab, sunitinib y pazopanib, con los
que se logra prolongar la supervivencia libre de progresión.23 El so-
rafenib, interferón e interleucina pueden considerarse como alter-
nativas. La gran desventaja para que cualquiera de estos fármacos
se utilice en nuestro país es el alto costo del tratamiento mensual, lo
que ha limitado su uso.

233
Cirugía reconstructiva y microcirugía
Diversos factores han hecho que esta área de la urología cobre re-
levancia. Entre los ejemplos, tenemos las cirugías radicales en las
que la derivación urinaria es parte fundamental;28 o la mejor detec-
ción y abordaje de algunas patologías congénitas, como la estenosis
de la unión ureteropiélica en la que la reparación quirúrgica con
una técnica depurada es indispensable.29
En nuestros días, uno de los métodos de planificación familiar
más seguros y eficaces es la vasectomía. No obstante, cerca de 6% de
los pacientes llegan a solicitar una cirugía reconstructiva. Aunque la
reversión de la vasectomía tiene una complejidad técnica elevada,
los resultados utilizando microcirugía pueden ser adecuados.30
En conclusión, la práctica actual de la urología mexicana está
acorde con las tendencias internacionales. Los avances tecnológicos
han contribuido a que los procedimientos quirúrgicos sean menos
agresivos y ofrezcan resultados adecuados. A pesar de las limitacio-
nes económicas, nuestra urología se encuentra en un nivel competi-
tivo en el ámbito internacional.

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NOTAS
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Este libro fue editado y producido por Intersistemas, S.A. de C.V.
Aguiar y Seijas 75, Col. Lomas de Chapultepec, 11000 México, D.F.
Teléfono 5520 2073. Fax 5540 3764. intersistemas@intersistemas.com.mx
Esta edición terminó de imprimirse en julio de 2014
en Surtidora Gráfica, Calle Oriente 233 No. 297, Col. Agrícola Oriental,
México, D.F. Hecho en México.
La Academia Nacional de Medicina se congratula de festejar su
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