Mitos y Verdades Japón-Guatemala
Mitos y Verdades Japón-Guatemala
Mitos y Verdades Japón-Guatemala
Kenji Orito Yokoi Díaz es un conferencista japonés-colombiano que se hizo famoso con
el video en la plataforma de YouTube titulado Mitos y Verdades sobre Colombia y Japón
en el año 2010. Dicho vídeo trata sobre los estereotipos (mitos) que más arraigados están
en ambas culturas de la contraria desde la perspectiva de como estos afectan el
desarrollo y el progreso de las personas.
Este aspecto es uno de los muchos que las personas de una determinada cultura se
creen de otras que desconocen por la lejanía y el choque cultural que representan.
Japón es un país que durante miles de años ha mantenido una pureza de su raza a costa
de aislarse del resto de países; su apertura a la globalización es reciente, data de los
años venideros a la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, desde su precaria situación
al finalizar dicho conflicto ha sabido reponerse, tecnificarse y capacitarse para lograr ser
una de las economías mejor posicionadas de Asia.
A pesar de las creencias o mitos que puedan generar y al mismo tiempo, creer de otras
culturas, han sabido no perder su esencia como personas adaptables y disciplinadas,
esto es una característica que se enseña no solo en el seno familiar sino también dentro
del sistema educativo, por lo que han sobrellevado las adversidades que se han
presentado, como el Terremoto de 2011.
La riqueza se puede medir en base a la renta que percibe el país de manera general (PIB,
PIN) o bien, de cada persona o familia en particular (Pér-capita), además de tomar en
cuenta factores como la deuda pública y la balanza comercial.
El país nipón es poco dado a la agricultura y no poseen tierras aptas ni cultivos propios
que puedan darse en masa como en el caso de América Latina. En Colombia, al igual
que en Guatemala se vive del sector primario: de la exportación de materias primas y
principalmente de los cultivos tropicales.
Algo tan básico como la alimentación en Japón se basa en la importación y aun así se
logra que el alimento esté accesible para la mayoría de la población, mientras que, en
nuestros países latinoamericanos, que son los productores de esa alimentación, está no
llega a todos los sectores, los índices de desnutrición son altos y muchas veces la falta
de alimento es causa de muerte.
Entonces, ¿Por qué Japón es rico y nosotros no? ¿Por qué allá hay acceso al alimento y
acá hay hambruna? La primera respuesta de un latinoamericano es: por el Gobierno.
Y la respuesta correcta es: por nuestra propia culpa y por nuestra mentalidad.
Es acá donde es tan importante la percepción que se tiene de una persona nativa de otra
cultura tan diferente a la propia como lo es Japón. El estereotipo que una persona genera
respecto de la otra incide en su percepción de sí mismo y muchas veces limita el análisis
crítico que permite observar la realidad.
Japón no es rico ni posee una buena estabilidad económica por arte de magia. Lo que
han logrado es fruto del esfuerzo que los japoneses que, como personas realizan en su
día a día, es producto de un pueblo con una mentalidad progresista.
Son esos enfoques mentales los que nos han llevado a ser países conflictivos,
subdesarrollados y mal llamados en vías de desarrollo, llenos de problemas sociales y
con autoridades poco capacitadas para el desempeño de sus funciones que generan
Gobiernos débiles ante las necesidades de sus pueblos.
Necesitamos como personas, sin importar nuestra nacionalidad o cultura, ser proactivos,
luchar por nuestras metas incansablemente con una mentalidad positiva, sin esperar
resultados al instante, siendo conscientes que el éxito requiere paciencia, esfuerzo,
perseverancia y dedicación. Esas son las claves para convertir nuestros países en países
ricos y ese es el ejemplo que ponen los japoneses respecto de su país.