Ong Como Actores Internacionales
Ong Como Actores Internacionales
Ong Como Actores Internacionales
Organizaciones no
gubernamentales:
un actor indispensable
de la ayuda humanitaria
Philippe Ryfman*
Philippe Ryfman es profesor e investigador asociado en el Departamento de Ciencias
Políticas y en el Centro de Investigaciones Políticas de la Sorbona (CRPS, por la sigla en
francés), Universidad París I, Panthéon-Sorbonne. Es, asimismo, abogado y consultor. Se ha
especializado en las ONG y las cuestiones humanitarias.
Resumen
Si bien el paisaje humanitario cambia con regularidad, un factor constante entre
los actores que prestan ayuda humanitaria, y sobre todo entre las organizaciones no
gubernamentales (ONG), es el significado del concepto de actividades privadas, “sin
fines de lucro”. Tras examinar el origen histórico de esas organizaciones, definirlas
y destacar su notoriedad, el autor analiza las principales cuestiones que plantean.
Señala que, a pesar de que cada una tiene características particulares, sus modos de
funcionamiento tienen mucho en común. Por último, el autor examina el papel que
las ONG cumplen en la escena internacional, así como su posición con respecto a
los planes de la ONU de reorganización del sistema de ayuda internacional. Frente
a un entorno transnacional y a una mayor exigencia de rendición de cuentas tanto
de los beneficiarios como de los proveedores de fondos, las ONG encaran tiempos de
incertidumbre y decisiones difíciles, donde no pueden ser sino más humanitarias.
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dar lugar a una intervención humanitaria, y también como actores operacionales dota-
dos de autonomía de decisión y análisis, o que al menos intentan preservarla.
En este artículo, pasaremos revista a algunas de las principales cuestiones que
plantea (y se plantea) el actor humanitario ONG, ya bien iniciado el tercer milenio.
Antes de ello, procederemos a recordar brevemente la genealogía histórica de estos
organismos bastante singulares, precisar el vacío jurídico relativo que los rodea y
subrayar su índice relativamente alto de notoriedad. Observaremos que, si bien
existen especificidades propias de cada organización, los métodos operacionales son
bastante similares, y los interrogantes más bien comunes y compartidos, así procedan
de los países del norte, de las naciones emergentes, o progresivamente del sur. Luego,
nos detendremos a analizar el papel de las ONG en la escena internacional. Por
último, analizaremos su posicionamiento frente a los proyectos de reorganización
del dispositivo humanitario impulsados por las Naciones Unidas.
J. Holzgrefe y Robert Keohane (eds.), Humanitarian Intervention. Ethical, Legal and Political Dilemmas;
en particular Thomas M. Franck “Interpretation and change in the law of humanitarian Intervention”,
Cambridge (Reino Unido), Cambridge University Press, 2003.
Para dar cuenta, sobre todo, de que ese medio se ha estructurado y ha adquirido una forma de identidad
colectiva. V. para más detalles nuestra obra Philippe Ryfman, Les ONG, París, La Découverte, Repères, 2004.
Op. cit., nota 5.
Abdel-Rahman Ghandour, Jihad humanitaire. Enquête sur les ONG islamiques, París, Flammarion, 2002.
Jonathan Benthall, “L’humanitarisme islamique”, Cultures et Conflits N.° 60, París 2005, L’Harmattan.
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desarrollo, en parte, sobre las mismas bases surgidas sobre todo del baby boom
y aprovechando en gran medida el crecimiento económico. Progresivamente (en
ese período de Guerra Fría, donde los demás actores tienen menos latitud), ocu-
pan los terrenos de las nuevas crisis generadas por conflictos armados (sobre todo
no internacionales) que azotan a algunos países recientemente independizados,
de África, del Cercano y el Medio Oriente, o de Asia. Paralelamente, algunas te-
rribles catástrofes naturales, sobre todo en el sur, suscitan, en la opinión pública,
una emoción y una atención que nunca se les había prestado hasta entonces. Al
mismo tiempo, esas nuevas ONG ocupan en forma duradera el espacio público
y mediático, sobre todo el de la televisión, que se ha convertido en un medio
planetario. Más o menos en ruptura con sus antecesoras, algunas ONG se iden-
tifican un tiempo mediante el recurso al término genérico de “sin fronterismo”.
Este neologismo, formado a partir de la sigla de Médicos Sin Fronteras (MSF)
nacida en Francia en 1971, tiene mucho éxito, durante algunos años. Pero hoy
prácticamente se lo ha abandonado. Otras organizaciones adaptan o repiten en
todo caso ese modelo original, como Médicos del Mundo (MDM), o Handicap
International (HI). Durante las dos décadas siguientes, una tercera generación de
ONG se aboca a la defensa de nuevas categorías de poblaciones objetivo, hacien-
do hincapié en el par profesionalismo/profesionalización, como Acción contra el
Hambre, en Francia, Merlin, en Gran Bretaña, GOAL, en Irlanda.
Por su lado, Oxfam, CARE y algunas otras (siguiendo sus programas en el
ámbito del desarrollo) se reposicionan significativamente en el ámbito humanitario.
En todo caso, son cada vez más numerosas las organizaciones del norte como
las del sur que progresivamente se autoatribuyen, de manera emblemática, el
calificativo de “humanitarias”. Aunque, en algunos casos, su sector de actividad
esté muy alejado de lo humanitario.
“El Consejo Económico y Social podrá hacer arreglos adecuados para celebrar
consultas con organizaciones no gubernamentales que se ocupen en asuntos de
la competencia del Consejo. Podrán hacerse dichos arreglos con organizaciones
internacionales y, si a ello hubiere lugar, con organizaciones nacionales, previa
consulta con el respectivo Miembro de las Naciones Unidas.”
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nes. Por otra parte, el derecho internacional no ha avanzado mucho desde 1945
en el sentido de determinar cuáles serían exactamente las entidades reconocidas
como tales. Es cierto que, en la resolución 1996/31 del 25 de julio de 1996, el
Consejo Económico y Social precisó que una ONG sería:
“una organización que no ha sido constituida por una entidad pública o por
medio de un acuerdo intergubernamental, aunque acepte miembros designados
por las autoridades públicas, a condición de que éstos no atenten contra su
libertad de expresión. Sus medios financieros deben provenir esencialmente
de los aportes de sus afiliados. Toda contribución financiera recibida directa o
indirectamente de un gobierno debe ser declarada a la ONU.”
Pero esta visión es esencialmente institucional. Nada dice, por ejemplo, acerca
del fenómeno de transnacionalización que afecta significativamente (como veremos)
al medio humanitario, y se limita a una serie de votos piadosos sobre los recursos.
Ninguna ONG contemporánea grande se financia con los aportes de sus afiliados;
incluso las ONG que se financian sobre todo con fondos privados los recaudan a través
de colectas públicas o de donaciones por parte de fundaciones o empresas.
Una organización internacional regional, el Consejo de Europa, se ha abocado a
elaborar una Convención Europea sobre el Reconocimiento de la Personalidad Jurídica
de las Organizaciones Internacionales No Gubernamentales, llamada “Convención
124”, adoptada el 27 de abril de 1986. En el artículo 1, designa como “ONG” a las:
Michel Doucin (dir.), Guide de la liberté associative dans le monde, Les législations des sociétés civiles, de
138 pays, París, La documentation Française, 2000.
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y ONG “wilsonianas”10. Sin embargo, esa tesis tampoco es muy convincente. Las
ONG, cualquiera sea su tradición de origen, tienden a adoptar en el terreno con-
ductas similares y a compartir opciones y enfoques. Las prácticas operacionales por
lo que respecta a la ayuda alimentaria, por ejemplo, no difieren entre CARE, World
Vision, Oxfam, Acción contra el Hambre o Socorro Islámico.
A partir de los cuatro ámbitos de acción principales de las ONG en el
mundo de hoy (desarrollo, derechos humanos, medio ambiente y, por supuesto,
ayuda humanitaria), hemos propuesto (con diversos aportes disciplinarios) una
metodología para determinar un conjunto de características mínimas comunes. Las
cinco principales son:
10 Abby Stoddard, “Humanitarian NGOs: Challenges and trends”, en Joanna Macrae y Adele Harmer (dir.),
HPG Report nº 14, Londres, Overseas Development Institute, 2003.
11 A pesar de las reservas que suscita el empleo de este término, conceptualmente vago. V., por ejemplo,
Sunil Khilnani, “La société civile: une résurgence”, París, Critique Internationale N.º 10, 2001.
12 Para un análisis más detallado, v. nuestra obra, Les ONG, op.cit.
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Un actor cuestionado
Una de las principales razones es que las ONG (al menos las grandes
y las medianas) se han convertido en entidades complejas, lejos de la imagen
ingenua de la pequeña organización formada por algunos amigos y dedicada a
realizar microproyectos, sin verdaderas competencias y sin efectuar ningún tipo
de seguimiento. Al igual que otras estructuras confrontadas a ese tipo de situa-
ción, las ONG atraviesan crisis cíclicas que modifican regularmente su identidad.
Si algunos, adoptando la cómoda postura del acusador impiadoso15, consideran
que están en vías de agotamiento, incluso de desaparición, los observadores me-
nos radicales introducen algunos matices16. Varios cuestionamientos esenciales
están, legítimamente, a la orden del día, y son comunes a las organizaciones no
gubernamentales, a pesar de sus diferencias reales. Si bien siempre hay que abste-
nerse de hablar de “las ONG” y decir más bien “algunas ONG”, la similitud de sus
preocupaciones es muy evidente.
13 WEF, “Trust will be the Challenge of 2003”, Ginebra, comunicado de prensa, 11/08/02.
14 Por el Instituto LH2 para la Fondation de France y el semanario “La Vie”.
15 David Rieff, op.cit.
16 V., por ejemplo, recientemente Christian Troubé, L’humanitaire en turbulences, Les ONG face aux défis de
la solidarité internationale, París, Editions Autrement, 2006.
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17 Por supuesto, se trata de una tendencia general que de ningún modo excluye las excepciones. Así, Médi-
cos sin Fronteras de Francia tiene, desde 2003, un alto índice de progresión anual; en 2004, sus recursos
aumentaron un 21% con respecto al año anterior, y en 2005, un 26%.
18 Commission Coopération Développement (CCD), Argent et organisations de solidarité internationale,
2002/2003, París, CCD, 2005. Estos datos engloban (sin distinción) fondos de ayuda al desarrollo y de
ayuda humanitaria.
19 Adèle Woods, Les ONG européennes actives dans le domaine du développement. État des lieux, París, OC-
DE, coll. “Études du Centre de Développement”, 2000. Estos datos engloban (sin distinción) fondos de
ayuda al desarrollo y de ayuda humanitaria.
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20 Carol Lancaster, Transforming Foreign Aid: United States Assistance in the 21st century, Washington DC,
Institute for International Economics, 2000. Estos datos engloban (sin distinción) fondos de ayuda al
desarrollo y de ayuda humanitaria.
21 Law on Sponsorship, Associations and Foundations (N.º 2003-709 del 1 de agosto de 2003), publicada en el
Boletín oficial N.º 177 del 2 de agosto de 2003.
22 Jean-François Mattei, L’urgence humanitaire, et après? Pour une action humanitaire durable, París, Hachet-
te, 2005. El autor es presidente de la Cruz Roja Francesa.
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ciones, muy dominado hoy en día por los norteamericanos, probablemente también
se extienda a otras estructuras, tal vez chinas, indias, rusas o malayas.
Por lo que respecta a la financiación pública internacional, el modelo del
contribuyente casi único que condujo a la desaparición de ONG europeas como
Equilibre o Medicus Mundi (en los años 1990) hoy es una excepción. Si la Unión
Europea sigue siendo, con ECHO (v. más abajo) el principal proveedor, las ONG
grandes y medianas se han vuelto expertas en el arte de solicitar directamente tanto
fondos de los diversos organismos de las Naciones Unidas y de otras organizaciones
internacionales, como subsidios de diversos gobiernos extranjeros. Por ejemplo, el
Department for International Development (DFID) británico, la Agencia Japonesa de
Cooperación (JICA), la Cooperación noruega, la Australian Aid, etc., son proveedores
habituales de los programas de ONG europeas, norteamericanas, islámicas, etc.
23 Rony Brauman y Sylvie Brunel, “Les ONG et l’Afrique”, Questions internationales N.º 5, París, 2004, La
documentation Française.
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24 Pascal Dauvin y Johanna Simeant, Le Travail humanitaire. Les acteurs des ONG, du siège au terrain, París,
Presses de Sciences Po, 2002.
25 Jean-Christophe Rufin, “Pour l’humanitaire. Dépasser le sentiment d’échec”, Le Débat, N.º 105, París, 1999.
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sobre sus actividades. También debe tomarse en consideración la necesidad de que sus
responsables cuenten con herramientas eficientes de conducción. Además, la gober-
nanza influye en las políticas de las ONG: una decisión equivocada puede conducir a
una ausencia en el terreno, mientras que, si esa decisión se hubiera tomado de forma
más razonable, la ONG habría podido responder a urgencias prioritarias. Análoga-
mente, una gobernanza inadaptada a las realidades y las expectativas de los miembros,
empleados, voluntarios, donantes y simpatizantes suele provocar “crisis de gobernanza”
perjudiciales para las capacidades operacionales, incluso para la existencia misma de la
estructura en cuestión. Oxfam, Acción contra el Hambre, Médicos del Mundo, entre
otras ONG, han atravesado ese problema en diferentes grados.
Por ello, la aplicación de prácticas pertinentes y funcionales es un factor
determinante. El modelo principal de gobernanza hoy en vigor entre las ONG se
basa en las “partes interesadas”. La idea es integrar a los beneficiarios, al igual que
a los miembros, asalariados y voluntarios. Pero también a los donantes privados,
proveedores de fondos públicos, instituciones asociadas, proveedores, etc. En esa
paciente elaboración, se impone cada vez más el respeto de un principio de cohe-
rencia, que depende de la mejora de los procedimientos internos, el recurso a la
planificación estratégica, la aplicación de procesos de cartografía y de control de
los riesgos y de la calidad, a fin de mejorar el contenido, los resultados y la credi-
bilidad de los programas, así como desarrollar una cultura de la calidad interna
propia, en todos los niveles de las ONG26. Por ejemplo, Acción contra el Hambre
cuenta, desde 2005, con un “sistema de gestión por la calidad”27. Otro aspecto
innovador es considerar a los administradores no como supervisores finales de
la asociación y de la estructura permanente, sino como garantes de, sobre todo,
los intereses de las partes, comenzando por los beneficiarios de la acción huma-
nitaria de las ONG, con la finalidad primordial de ejercer funciones de control y
seguimiento de la misión social.
Además, sigue pendiente la cuestión de si, para certificar su gobernanza,
las ONG deberían ser alentadas a seguir procesos de registro, certificación, clasifi-
cación, conducidos por agencias externas o por pares, o establecidos por provee-
dores públicos, incluso por investigadores o por medios de comunicación. Se han
manifestado muchas reservas en ese sentido, pues pretender clasificar, catalogar,
certificar o registrar las ONG humanitarias no es, en efecto, una cuestión neutral.
Se han expresado dos objeciones principales: el riesgo de que esa normatividad
socave su capacidad de reaccionar y de dar respuestas innovadoras; el temor de
favorecer aún más a las grandes estructuras con respecto a las de menor tamaño.
Pero debemos decir que estos procesos van ganando terreno. Deben
examinarse con detenimiento varias iniciativas. Por ejemplo, en 2004, cinco or-
ganizaciones norteamericanas de padrinazgo de niños (Children International,
Christian Children’s Fund, Plan USA, Save The Children y World Vision) deci-
dieron que dos agencias independientes, ambas miembros del grupo de audito-
26 Benoît Miribel, “Les ONG à l’épreuve de l’excellence”, París, Prospective Stratégique N.º 28, 2006.
27 Folleto “La Démarche Qualité”; París, ACF-F.
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Promover la legitimidad
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Más particularmente, para una ONG humanitaria que realiza actividades opera-
cionales en el terreno, lo que va a asentar progresivamente su legitimidad son la
calidad, la eficacia, la eficiencia de sus misiones, así como de los programas de
ayuda a los beneficiarios. Las evaluaciones, las auditorías y los controles internos
y externos, el grado de satisfacción de los destinatarios de la asistencia, los resul-
tados concretos, la renovación de los programas son los principales criterios que
deben tenerse en cuenta. Las capacidades, los logros operacionales y la experien-
cia adquirida a lo largo del tiempo sobre determinadas temáticas contribuirán a
dar legitimidad a una ONG. Nadie puede cuestionar hoy en día que International
Rescue Committee (IRC) tiene experiencia y conocimiento acerca de la problemá-
tica de los refugiados, como Médicos sin Fronteras, del acceso a los medicamen-
tos básicos o la cirugía de guerra.
Un tercer elemento permitirá fortalecer y ampliar esa legitimidad esen-
cialmente funcional: el grado de anclaje en la sociedad (así se la califique de “ci-
vil” o no). Si bien es difícil medirlo, no se lo debe ignorar. ¿Cómo calificar de
“ilegítima” una ONG que cuenta con un número respetable de adherentes? O, en
otros casos, con una fuerte red de militantes, simpatizantes y/o enlaces locales. O
que cuenta con el apoyo de cientos de miles, incluso millones de donantes, con
los recursos financieros que ello implica. Si bien la cuestión de la “donación” es
compleja, habida cuenta de los diferentes grados de motivación y compromiso
de los donantes individuales y de las diversas empresas, no puede negarse que
un porcentaje no desdeñable de donantes apoya específicamente a determinada
ONG y no a otra, y le da pruebas de su confianza mediante el envío de cierta can-
tidad de dinero, con frecuencia acompañada de mensajes de aliento o de apoyo.
Ese anclaje en las sociedades del norte y del sur puede ser transversal, pue-
de corresponder a segmentos profesionales o sociales determinados, pero, en todo
caso, es una prueba de la capacidad de una organización de movilizar a otras perso-
nas en favor de tal o cual causa (conflictos olvidados, lucha contra el SIDA, etc.).
Por último, si el derecho internacional no define con exactitud qué es una
ONG, cada vez más textos, tratados y convenciones entre Estados reconocen de iure
la existencia y la acción de las ONG. Y, por ende, las legitiman, quiérase o no. No
puede discutirse que hoy en día algunos de esos instrumentos internacionales con-
tienen específicamente artículos que van de la simple mención del papel reconocido
a las ONG a desarrollos a veces muy precisos acerca del lugar que les es conferido en
la aplicación de tal o cual disposición que deriva de un acuerdo internacional, como
la Convención de Ottawa del 18 de septiembre de 1997 sobre la prohibición de las
minas antipersonal29 u otros textos de derecho internacional, de los Convenios de
Ginebra y sus Protocolos adicionales30 al Estatuto de la Corte Penal Internacional.
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“masa crítica” que conoce un número creciente de ONG. Gracias a una red de
“asociaciones hermanadas” o de “filiales”, esas ONG se proponen adquirir una
verdadera dimensión transnacional. Han formado “grupos” o redes propias que
disponen de capacidades de proyección y despliegue de medios considerables.
Oxfam, CARE o Save the Children dieron la señal a partir de los años 1980. Ahora
se les han sumado Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, Handicap Inter-
national, Socorro Islámico, Concern... En diferentes grados, estas organizaciones
han ingresado en una etapa de construcción de redes transnacionales. Las conse-
cuencias pueden ser espectaculares en términos de recursos consolidados de toda
la red y, por lo tanto, de la capacidad de acción en contextos en crisis. O, en otras
palabras, de “fuerza de impacto” financiera y logística. El presupuesto de la red
CARE se calculaba, en 2004 (compilando los estados financieros de las diferentes
ramas) en unos 600 millones de euros. Médicos sin Fronteras contaba, ese mismo
año, con un presupuesto de 460 millones de euros. World Vision, por su parte,
ocupa el primer lugar, con 1,95 mil millones de dólares en 2005.
La cuestión de la “masa crítica” es cada vez más un verdadero reto: las
ONG tanto medianas como grandes hoy se hallan ante la necesidad de ejecutar
programas cada vez más pesados y exigentes en términos financieros, humanos
y de gestión. De allí la necesidad de contar con medios adecuados y personal
competente. El control de gestión, la supervisión estrecha de los gastos de la sede
y del terreno, el fortalecimiento de los medios de telecomunicación, la atención a
las normas de seguridad, están cada vez más a la orden del día. Sin contar la mul-
tiplicación de numerosos organismos administrativos de inspección nacionales, eu-
ropeos, internacionales, así como auditorías enviadas por los proveedores de fondos
públicos y privados. Exigen la aplicación de procedimientos cada vez más sofistica-
dos de rendición de cuentas, y personal suplementario competente para ponerlos en
práctica. Análogamente, el número de colaboradores expatriados y nacionales que
destinan las ONG transnacionales a los diversos terrenos donde actúan excede
en gran medida el del personal en las respectivas sedes. De allí la necesidad de
fortalecer, a la vez, las relaciones sede/terreno y la conducción de los equipos en
el terreno, procurando descentralizar al máximo la gestión.
Las ONG tienen varias opciones: autolimitación, efecto de “nicho”, creci-
miento interno o externo. Sin entrar en detalles, podemos decir aquí que crecimien-
to interno no significa necesariamente aumento continuo del tamaño de la ONG,
sino análisis, por ejemplo, del contenido y las modalidades de las acciones. Entre los
aspectos por examinar, se cuenta la delicada cuestión de la elección entre la even-
tual apertura o cierre de los programas, a fin de concentrar más medios en menos
países, pero mejor seleccionados. O la opción de la mutualización entre ONG de
tamaños equivalentes y nacionalmente complementarias por lo que respecta a los
proyectos, lo que podría llevar a asociaciones sólidas, además de permitir ahorros
considerables. Especialmente en los sectores de logística, almacenamiento de mate-
riales, gestión conjunta del personal. Por último, si bien aún no se la ha abordado,
una regionalización de ONG por grandes bloques geográficos o geopolíticos (Unión
Europa, ASEAN, MERCOSUR...) podría resultar muy provechosa.
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31 Ese es el caso de Francia, si bien, para algunas situaciones de crisis, se liberaron suplementos presupuesta-
rios, y la puesta a disposición de diferentes organismos y administraciones aumenta los recursos humanos
y logísticos disponibles para la acción humanitaria del Estado francés.
32 V., por ejemplo, a partir de los años 1970, Robert Keohane y Joseph Nye, Transnational Relations and
World Politics, Cambridge, Estados Unidos, Harvard University Press, 1972. También James Rosenau,
Turbulence in World Politics, Nueva York, Princeton University Press, 1990; Bertrand Badie, La Diplomatie
des droits de l’homme, París, Fayard, 2002.
33 Desde 2005, la Oficina se ha transformado en una Dirección General de la Comisión, la de Ayuda Huma-
nitaria, pero conserva la sigla ECHO (European Commission Humanitarian Office).
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1992, un sistema de contratos cada vez más elaborado, que revisa con regularidad.
Para recibir financiación, las ONG deben responder a una serie de criterios muy de-
tallados, luego firmar un Contrato Marco de Asociación. Éste es revisado, actualizado
y completado con regularidad. Su última versión entró en vigor el 1 de enero de 2004.
Su principal objetivo es mejorar los criterios de trabajo, promoviendo una gestión
más transparente y eficaz de la financiación pública europea de la ayuda humanitaria.
Todas las organizaciones firmantes se comprometen a hacer respetar los principios
fundamentales de independencia, imparcialidad y no discriminación. Esos contratos
abarcan hoy las relaciones de la Comisión con unas 150 ONG. La mayoría de ellas
tienen su sede en los Estados miembros, pero algunas están basadas en países que no
pertenecen a la Unión Europea. Es cierto que las diversas instancias europeas (Co-
misión, Parlamento, Consejo de Ministros) debaten periódicamente acerca de una
revisión total de esa colaboración con las ONG, incluso de su reemplazo por medios
propios de los que se dotaría la Unión Europea. O de una reorientación de los contra-
tos únicamente en beneficio de los organismos humanitarios de la ONU. Además de
la hostilidad (comprensible) de las organizaciones humanitarias ante esos proyectos
de reforma, varios Estados miembros se han manifestado en desacuerdo. E incluso
los servicios de la Comisión tienen posiciones diferentes al respecto.
Los principales organismos del sistema de las Naciones Unidas que tra-
bajan en el sector humanitario han desarrollado modos de asociación propios con
las organizaciones no gubernamentales. En este caso también los procedimientos
que los rigen están cada vez más regulados y normalizados. Entre esos organis-
mos, se ha destacado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados (ACNUR), que ha innovado mucho en ese sentido. Probable-
mente porque, en el terreno, si realiza actividades de asistencia y procura cumplir
su misión por intermedio de las autoridades locales, el Estado y otras institucio-
nes internacionales, las ONG son, para esa Oficina, un socio fundamental. Con
frecuencia, les delega actividades de organización y administración de los cam-
pamentos, alimentación, logística, salud, educación. Con regularidad, desde hace
unos diez años, casi quinientas ONG trabajan, de alguna manera u otra, con el
ACNUR en todo el mundo. Esa asociación incluye también otros ámbitos, como
el de formación. El ACNUR ha desarrollado con una coalición de ONG (donde se
encuentran CARE, Oxfam, Save the Children) y el Movimiento Internacional de
la Cruz Roja y de la Media Luna Roja un programa común de formación titulado
“Reach Out”, dedicado a la protección de los refugiados en el terreno34. Por otro
lado, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) está vinculado mediante conve-
nios con diferentes ONG expertas en el ámbito de la alimentación y la seguridad
alimentaria, como Oxfam, Acción contra el Hambre, World Vision, etc.
34 ACNUR y ONG asociadas, Protéger les réfugiés. Guide de terrain pour les ONG, Ginebra, ACNUR, 2004.
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38 Costanza Adinolfi, David Bassiouni, Halvor Lauritzsen y Howard Williams, “Humanitarian Response Re-
view”, Nueva York y Ginebra, Naciones Unidas, 2005. El informe está disponible en el sitio de OCHA: www.
humanitarianinfo.org/iasc/content/documents/other/Humanitarian%20Response%20Review%202005.pdf.
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39 Es el sucesor del Fondo Renovable Central para Emergencias que existía desde 1991. El nuevo Fondo Cen-
tral para la Acción en Casos de Emergencia se ha creado para “garantizar la disponibilidad inmediata de
fondos a fin de apoyar una respuesta rápida a las crisis humanitarias y atender necesidades humanitarias
críticas en casos de emergencia que carecen de financiación suficiente”, Informe del Secretario general de
las Naciones Unidas a la Asamblea General, 20 de octubre de 2005, A/60/432.
40 Boletín del Fondo, febrero de 2007.
41 Ibíd.
42 Comunicado de prensa, París, 11/07/2006.
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43 Action Aid, “The Evolving UN Cluster Approach in the Aftermath of the Pakistan Earthquake: An NGO
Perspective”, informe de Action Aid International, abril de 2006. Disponible en el sitio de Action Aid:
www.actionaid.org/pakistan/images/ActionAid%20Report%20on%20UN%20Cluster%20Approach%2
0April%202006.pdf .
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s La reforma parece no haber tratado debidamente otras cuestiones, como las de los
desplazados internos, el grado de participación de los socios locales y las sociedades
civiles locales o modalidades de evaluación de la reforma y el funcionamiento de
los clusters, que no han sido definidas con suficiente precisión.
s En un orden más político, y más allá de las mejoras de funcionamiento, sobre
las que todos están de acuerdo, hay opiniones encontradas en cuanto a la
compatibilidad con la doctrina humanitaria de todo sistema de naturaleza
integradora, el cual (sobre todo en situación de conflicto armado) ve en lo
humanitario un elemento, entre otros, de gestión de la crisis o la poscrisis.
Algunas ONG han manifestado el temor de verse instrumentalizadas por
OCHA y su responsable, en conflictos institucionales entre organismos de
la ONU, algunos de los cuales no han manifestado mucho entusiasmo con
respecto a la reforma.
Conclusión
44 Por ejemplo, confiando a ONG (y no sólo a los organismos de la ONU) la responsabilidad de algunos clusters.
45 En julio de 2006, en Ginebra, se realizó una importante reunión de concertación de los representantes
de diversos actores humanitarios con OCHA. Se decidió instaurar un Comité de Conducción, integra-
do por representantes de la ONU, de ONG y del Movimiento de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja,
para preparar la puesta en marcha de una “plataforma humanitaria global”, donde estén representadas
las tres familias de actores. Pero desde entonces, y probablemente a raíz de la salida, a fines de 2006,
del Secretario general adjunto, y de su reemplazo por un nuevo titular en enero de 2007, sus trabajos
(y la “reforma”) no parecen haber avanzado.
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