Antonio Almendras - USOS DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA PDF
Antonio Almendras - USOS DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA PDF
Antonio Almendras - USOS DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA PDF
Por:
Santiago de Chile.
2007.
UNIVERSIDAD DE CHILE.
INSTITUTO DE ASUNTOS PUBLICOS.
DEPARTAMENTO DE CIENCIA POLITICA.
Santiago de Chile.
2007.
1
USOS DE LA TRANSICIÓN POLÍTICA.
Imagen: Pitonisa.
El oráculo de Delfos.
Vaso ático del siglo V a de C.
2
Pitonisa (Pitia): Sacerdotisa de Delfos que
pronunciaba los oráculos
del dios como respuestas a
las preguntas que le
hacían.
Estaba sentada en un
trípode colocado sobre
la angosta obertura de
un antro profundo por
la que escapaba un
vapor que contribuía a
provocar el extraño
delirio (manía)
profético de la
sacerdotisa. La
emanación subterránea
era considerada como el
soplo mismo del dios.
La Pitia, en su delirio
pronunciaba frases a
menudo incomprensibles
y profería agudos
gritos que exigían una
interpretación. Los
oráculos eran
redactados en
hexámetros por el
cuerpo sacerdotal del
templo.
3
Tabla de Contenidos.
Prefacio. 5
Resumen. 8
Introducción. 12
El diseño de la transición política chilena como producción del orden social. 109
Conclusiones. 135
Bibliografía. 139
4
Prefacio.
1
La ciencia política tiene un término útil - de poco uso escritural en la politología nacional – que suele
utilizarse para denominar el principio fundamental en torno del cual se articula, o se divide, el campo
político en una comunidad política anclada en un tiempo y espacio político determinado. Aunque las
identidades políticas son siempre más de dos, es un axioma con propósitos heurísticos, que un campo
político tiende a dividirse más o menos binariamente. La barbarie. (categorías - razones – archivos)
weblog colectivo sobre política y temas aledaños.
5
pasado real, pero siempre lo miramos desde el presente, con la lente que
queramos aplicarle.
Mis mejores años como estudiante de pre grado los viví en ese
acogedor y hoy nostálgico Campus Oriente de la Universidad Católica, en sus
aulas, en sus pasillos, y en sus patios, fue despertando en mí un intenso cariño
por la historia, por un pretérito que requiere ser interpelado permanentemente.
Desde muy temprano – al egresar de mi pregrado – me interesaron las formas
inéditas que adquieren, en momentos de cambios políticos, las narrativas
producidas por intelectuales acerca de sí mismos, de la política y de sus
sociedades. Desde esa perspectiva me interesa “revisitar” un pasado que exige
ser interpelado, escrutado, discutido, asimilado y re-evaluado. La memoria del
pasado debe estar abierta a la discusión.
6
miembros. Aquí planteo cuestiones que algunos de ellos rechazarán o sólo
compartirán a medias.
7
Resumen.
2
Tomo prestado el análisis histórico “genealógico” foucaultiano; como un método de interpretación, que me
permite analizar el saber en términos de estrategias y tácticas de poder. Esta perspectiva de análisis apunta a
mostrar cómo se articulan los efectos de cierto tipo de saber (en este caso el saber sociológico) y la
referencia de ese saber; el engranaje en virtud del cual las relaciones de poder dan lugar a un saber posible
y como este saber reconduce y refuerza los efectos de poder. Me he apoyado ampliamente en las siguientes
obras del filósofo – historiador Michel Foucault, que a continuación indico como textos de referencia:
Microfísica del poder. La Piqueta, Madrid, 1992; La arqueología del saber. Siglo XXI, Madrid, 1991 y
Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión. Gallimard, París, 1987.
8
A través de textos, artículos de prensa, artículos de revistas
especializadas, entrevistas, seminarios, congresos y papers, reconstruyo la
notable innovación conceptual que provocó la recuperación de la idea de
democracia política y la invención de la de Transición a la Democracia. Esta
última entendida como una producción intelectual de época que le dio el nombre a
los procesos políticos que la sucedieron, provocando debates, perfilando
comportamientos, resignificando las nociones en uso, produciendo nuevas
conceptualizaciones e intencionando las prácticas políticas.
3
Frente a los anuncios que la Ciencia Política atrapada por el behaviorismo hizo acerca de la muerte
definitiva de la Filosofía y de la Teoría Política, el renacimiento puede encontrarse en nuevos trabajos
procedentes de diversas tradiciones intelectuales que quiebran fronteras de separación disciplinarias y que
marcan algunas transformaciones. En este contexto, importa poner de relieve que, junto a la referida
reanudación, se han visibilizado, al ponerse en circulación, ciertas premisas importantes para el
fortalecimiento de la Teoría Política. Primero, reconocimiento de que las ideas importan. Segundo,
relevancia que ha adquirido la historia para la Ciencia Política. Tercero, hay interés creciente por
problematizar y someter a crítica la producción, utilización y significado de los conceptos, términos y/o
categorías que se emplean en algunos análisis políticos. Algunos cruces que los estudios politológicos
realizan entre las ideas, los conceptos y la historia han tomado el nombre de nueva historia del pensamiento
y se puede hallar en diversas obras de historiadores y teóricos de la política como por ejemplo: Rorty, R;
Schneewind, J. B; Skinner, Q. La filosofía en la historia. Paidóa. Barcelona. 1990. Skinner, Q; Pocock, J.
G. B; Dunn, J; Farr, J; Dryzek, J; Stephen, L; Gunnell, T. B; Tully, J; Hanson, R. Consultar: Bull, T.
Reappraising Political Theory Revisionist Studies in the History of Political Thought. Clarendon Press.
Oxford, 1995. Koselleck, Reinhart. Futuro. Pasado. Para una semántica de los tiempos históricos. Paidós.
Barcelona, 1993.
9
Acrónimos y Siglas utilizadas en la presente investigación:
10
ICAL: Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz.
ICHEH: Instituto Chileno de Estudios Humanísticos
IEC: Instituto de Estudios Contemporáneos.
ILADES: Instituto Latinoamericano de Doctrina y Estudios Sociales.
ILET: Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales.
MAPU: Movimiento de Acción Popular Unitaria.
MAPU-OC: Movimiento de Acción Popular Unitaria - Obrero Campesino.
MDP: Movimiento Democrático Popular.
MIC: Movimiento Izquierda Cristiana.
MIR: Movimiento de Izquierda Revolucionaria.
nms: Nuevos Movimientos Sociales.
OMC: Organización Mundial del Comercio.
PC: Partido Comunista de Chile.
PET: Programa de Economía del Trabajo – AHC.
PIIE: Programa Interdisciplinario para la Investigación Educacional.
PNUD: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
PRESCALA: Programa de Estudios y de Capacitación Laboral.
PS: Partido Socialista de Chile.
RN: Renovación Nacional.
SUR: Profesionales Consultores. Centro de Estudios Sociales y Educación.
TICs: Tecnologías de la Información y las Comunicaciones.
UDI: Unión Demócrata Independiente.
UNC: Universidad Nacional de Córdoba – Argentina.
VECTOR: Centro de Estudios Económicos Sociales.
11
Introducción.
Michel Foucault.
El Orden del Discurso.
4
Jacob Christopher Burkhardt. Nació el 25 de mayo de 1818 en Basilea, Suiza, en el seno de una familia
protestante. Realizó sus primeros estudios en la universidad de su ciudad natal, donde recibió una
educación humanista. Entre 1839 y 1843 se trasladó a Berlín, donde continuó sus estudios universitarios,
especializándose en historia y arte. Tras licenciarse, ejerció como profesor en la escuela politécnica de
Zurich y más tarde volvió a Basilea para dar clases de historia. Desde 1866 hasta su jubilación, en 1893,
Burkhardt enseñó exclusivamente historia del arte. Burkhardt está considerado como uno de los primeros y
más grandes historiadores del arte y la civilización europea. Una de sus obras, Die kultur der Renaissance
in Italien (1860; La cultura del Renacimiento en Italia), ha sido repetidamente designada como el texto
canon para el estudio de la historia de la cultura en general. Otra obra suya de importancia fue Griechische
kultur geschicte (1898; Historia de la cultura griega). Esta última fue publicada póstumamente en cuatro
volúmenes, en los que realiza un notable repaso completo a la civilización griega. Murió el 08 de agosto de
1897, en su Basilea natal. En: Enciclopedia Hispánica. Volumen 3. Enciclopedia Británica Publishers, Inc.
Barcelona, 1992 – 1993, p 202.
5
Mántica: La mujer inspirada, la pitia, domina los oráculos. Mantis es el nombre griego del vidente, y mania
(delirio) designa un estado que oscila entre la verdadera inspiración y la locura. En: Bartra, Agustín.
Diccionario de mitología. Ediciones Grijalbo. Barcelona, 1982.
12
A través del oráculo la divinidad no interviene nunca directamente:
sólo se limita a contestar, mediante un intermediario, las preguntas que se le
hacen. Los griegos vivían fascinados por el futuro, y eso explica que hubiese
tantos profetas y sibilas, cuyas palabras eran escuchadas y creídas.
6
Manuel Antonio Garretón. Hacia una nueva era política. Estudio sobre las democratizaciones. Fondo de
Cultura Económica. México. D. F. 1995. p 15.
7
Como anota Joignant: “La importancia política de esta vastísima literatura provenía de la intencionalidad
propiamente normativa de los cientistas sociales que se situaban en la óptica de la transitología, cual es la
de entregar herramientas teóricas y recetas a los actores políticos que enfrentaban el desafío de conducir
exitosamente el complejo tránsito desde el antiguo régimen dictatorial al nuevo orden democrático. Pocas
veces se ha estado en presencia de una literatura especializada que, apropiándose de ciertos recursos de las
ciencias sociales, se proponía explícitamente incidir (dirigenciar ingenierilmente) en los procesos
políticos.” Límites temporales y obstáculos de la transición chilena. Comentarios metodológicos para una
crítica política. Alfredo Joignant. En: Revista In fraganti. Nº 1. La transición Chilena: Carcajadas en la
niebla. Junio de 1999 pp 74 – 82. El paréntesis en letra cursiva es mío y no corresponde a la letra del autor.
8
De acuerdo con el contexto, la expresión think tanks se traduce como “grupos de expertos” o “centros de
estudio”, según se refiera a personas o instituciones, que son grupos de investigación privados y sin fines de
lucro que funcionan en los márgenes de los procesos políticos formales de un país y cuyas ideas dan forma
a los programas políticos y gubernamentales, definiendo el perfil de los debates políticos a todo nivel.
Situados entre la ciencia social académica y la educación superior, por un lado, y el gobierno y la política
de partidos, por el otro, los grupos de expertos constituyen un punto central bien concreto, para explorar el
cambiante rol del intelectual orgánico o experto político en el mundo contemporáneo. Hoy esas
13
cartografía está orientada a erigirse como la más veraz fuente de nombramiento y
conocimiento de las poliarquías9 intentando explicar “lo que realmente paso”,
diseñando y poniendo en circulación un saber disciplinar ”científico”10, “objetivo”
necesario y suficiente para reinterpretar nuestra historia reciente.
fundaciones privilegian estudios orientados al área de las políticas públicas. Curiosamente leyendo un
influyente diario vespertino en la sección señales económicas podemos advertir la gravitante actualidad que
tienen estos “centros de estudio” al leer: “otros think tank (refiriéndose al Instituto Libertad y Desarrollo y
a Chile 21) de todos los colores (seguramente se refiere a las diversas orientaciones ideológicas que los
animan) están generando alianzas con sus pares y sus no tan pares. La idea es reciclarse y poder dialogar
con una contraparte distinta para generar políticas publicas, desmarcándose de la guerra fría que hace unos
años los mantenía a distancia.” Los paréntesis son míos. Artículo de prensa de la periodista Miriam Leiva.
Diario La Segunda. Jueves 11 de Enero de 2007, p 24.
9
En la ciencia política contemporánea, el término se usa, por lo general para hacer referencia a las
instituciones o procesos políticos de la democracia representativa moderna. Procede directamente de un uso
mucho más antiguo de la palabra, cuyo significado etimológico es el de “muchos gobernantes”. La palabra
fue poco usada hasta 1953, año en el que Robert Dahl, en su libro Politics, Economics, and Welfare, la
utilizó para designar a “los principales procesos sociopolíticos que nos permiten aproximarnos a la
democracia” (aunque no alcanzarla). Precisamente, Dahl utilizó el concepto de poliarquía en vez de
democracia, a partir de la premisa, de que ningún gobierno - “real” - es - o puede ser - completamente
democrático. Lo que pretendía Dahl con el vocablo en cuestión, fue proporcionar una formula clara de
distinguir la democracia como ideal, del componente democrático o popular empleado en el gobierno de
determinados Estados modernos que en lenguaje corriente, serían considerados “democracias”. Así, la
premisa inicial para entender a la poliarquía es que la democracia es un fin y si la poliarquía es un proceso
que nos permite aproximarnos a ese fin, debemos evaluar a la poliarquía como un medio.
10
En este caso me remito a reproducir la auto representación disciplinar a nivel escritural del saber
sociológico; más bien mi opinión se distancia de manifiesta reticencia epistémica en la medida que, “Toda
comunidad científica es un microcosmos social, con sus instituciones de control, de presión y formación,
autoridades universitarias, jurados, tribunas críticas, comisiones, instancias de cooptación, etc., que
determinan las normas de la competencia profesional y tienden a inculcar los valores que expresan…… La
pregunta referida a si la sociología es o no una ciencia, y una ciencia como las otras, debe sustituirse……
por la pregunta sobre el tipo de organización y funcionamiento de la fortaleza científica, más favorables a la
aparición y desarrollo de una investigación sometida a controles estrictamente científicos. A esta nueva
pregunta, no se la puede responder en términos de todo o nada: es preciso analizar, en cada caso, los
múltiples efectos de los variados factores que concurren a determinar las oportunidades de aparición de una
producción más o menos científica y distinguir, con precisión, los factores que contribuyen a aumentar las
oportunidades de cientificidad de una comunidad científica en su conjunto y las posibilidades que cada
científico tiene de beneficiarse con ellas en función de la posición que ocupa dentro de la comunidad
científica”. En: El oficio de sociólogo. Pierre Bourdieu. Jean Claude Chamboderon y Jean Claude Passeron.
Siglo XXI Editores. Buenos Aires. 2004, pp 106-108.
14
elaboración de criterios gubernamentales y formas históricas de Estado. Dicho de
otro modo, la sociología, desde sus orígenes, aparece revestida de un
significativo potencial de racionalización de la vida político-social de nuestra
sociedad, mediante la producción de conocimientos que servirían para operar
eficazmente sobre la realidad y para dotar al debate de los asuntos públicos de un
fundamento objetivo, y previsor.
15
de establecer un cambio social radical. Esta iniciativa postulaba que la sociedad
debería abrirse para permitir el acceso de los grupos marginales, a través de una
extensa gama de mecanismos de acogida, fueran éstos culturales, económicos o
políticos. Éstos organizarían a los sectores marginados para intentar las reformas
sociales, reunidos en juntas de vecinos, centros de madres, clubes deportivos y
talleres de todo tipo. Roger Vekemans también participó activamente en 1959 en
la fundación del Centro de Investigaciones Socioculturales CISOC- Bellarmino, y
en la creación del Centro para el Desarrollo Social de América Latina (DESAL).
Fue asesor de la Acción Sindical Chilena y de la Unión Social de Empresarios
Cristianos. Luego de un largo interregno en Medellín - Colombia, retorna a Chile a
mediados de los años 90, continuando con sus estudios socio-teológicos, pero ya
retirado del ámbito público. Trabajó como orientador espiritual de muchos jóvenes
cristianos. Todo eso hasta que el 24 de octubre del presente año, y por causa de
una larga enfermedad falleció, en el más absoluto anonimato.
11
Respecto al tema en cuestión quisiera fijar mi particular punto de vista, tomando prestado el siguiente
argumento: Toda comunidad científica es necesariamente un microcosmos social, con sus instituciones de
control, de presión y formación, autoridades universitarias, jurados, tribunas críticas, comisiones, instancias
de cooptación, etc; que, a la larga, determinan o al menos condicionan las normas de la competencia
profesional y tienden a inculcar los valores que expresan. En: El oficio de sociólogo. Op cit pp 106 y 107.
12
El lugar de privilegio de la Sociología debemos comprenderlo en relación a la “fiabilidad” de su
conocimiento, lograda a través de su operatoria análoga a las ciencias naturales, tanto como a la instalación
político-gremial de su comunidad científica capaz de regular las prácticas y vinculación social de la
disciplina sociológica. Para conocer el modo como se ha configurado y reconfigurado la instalación del
discurso sociológico en Chile, resulta necesario consultar: Brunner, José Joaquín. El Caso de la Sociología
en Chile: Formación de una disciplina. FLACSO. Santiago. 1988.
16
sentido común de la sociedad, evidenciando una tremenda eficacia
naturalizadora.
13
El Partido Comunista había desplegado en 1985 la estrategia de la “sublevación nacional de masas” y
habían definido a 1986 como el “año decisivo”, aquel de la última oportunidad para impedir el éxito de las
negociaciones que culminaron con el pacto que permitió la transición chilena a la democracia.
14
Me refiero, en concreto, a las revistas Análisis, Apsi, Cauce y Hoy por cuánto se constituyeron en el lugar
privilegiado en el que se visibilizaron y pusieron en circulación las ideas y planteamientos de cientistas
sociales, politólogos y en particular, sociólogos vinculados a la instalación de la categoría discursiva de
“transición política”.
15
Fijar las fronteras temporales de la transición - en tanto objeto de estudio – supone hacerse cargo de la
multiplicidad de puntos de vista en competencia. Pues bien, sostengo que la “transición” en tanto objeto de
estudio - que por lo demás no es el tema central de esta tesis, como se advirtió en la introducción - se inicia
con el plebiscito del 05 de octubre de 1988, por cuánto el resultado de dicho plebiscito instala la
“negociación” en plenitud, junto con generar una evidente alteración del horizonte político del conjunto de
los actores que en ese instante historizaban el proceso.
17
Para tal propósito he seguido la reticente16 y elíptica ruta de
construcción y operación de ingeniería política que le dio sentido, poniendo en
escena una mirada genealógica que intenta develar los móviles ocultos de la
experiencia transitológica chilena, inserta en el contexto regional latinoamericano,
y que en gran medida nos recuerda, de vez en cuando, el autoritarismo
estructural17 que aún padece nuestra sociedad.
Con este material hago una genealogía para dar cuenta de los
progenitores y los ascendientes de esta notable innovación conceptual,
reconstruyendo la noción de transición política, entendida como una producción
16
Me refiero a una de las características sustantivas del discurso transitológico, a saber, al efecto de no decir
sino en parte, o de dar a entender claramente, y de ordinario con malicia, que se oculta o calla algo que
debiera o pudiera decirse.
17
Con el siglo XX, el mundo entró en una nueva fase de la época moderna, la que se caracteriza
esencialmente por una alteración sustancial del modo en que la reproducción capitalista de la riqueza
social afecta al conjunto de la vida humana; en efecto, según manifiesta Horkheimer, la omnipotencia del
capital ha dado al traste no sólo con el liberalismo económico, sino con toda la esfera de la circulación
mercantil, sobre la cual se levantaba el escenario de la política y del que despegaba la ilusión del gobierno
democrático. Las decisiones del capital parecen ahora no necesitar de la mediación del Estado en el
escenario de la actividad política, sino sólo de la utilización del mismo como instrumento directo de su
puesta en practica. El Estado ha sido despedido de su función instauradora de un encuentro en el vaivén
de presiones ejercidas, en un sentido, por el capital y, en otro, por la sociedad, y ha sido encargado de
imponer incuestionadamente las primeras sobre las segundas, sea por las buenas, mediante una política
demagógica, o por las malas, sirviéndose de la represión. El Estado liberal ha madurado hasta convertirse
en un Estado autoritario, es decir, obediente hacia arriba, hacia el capital, e impositivo hacia abajo, hacia
la sociedad. En: Estado Autoritario (Ensayo) de Max Horkheimer. Preparado desde 1939, escrito en 1940
y publicado marginalmente, casi como para ocultarlo en 1942, este ensayo contiene algo así como el
manifiesto político de la Escuela de Frankfurt, un manifiesto con el que –dada la explosividad política y
el atrevimiento teórico de su tesis- no todos los miembros de ella estaban necesariamente de acuerdo o, al
menos, no con el entusiasmo que su autor hubiera esperado.
18
intelectual de época, que le dio el nombre a los procesos políticos que la
sucedieron, con el fin de establecer de modo explicito los ejes argumentativos y
las ideas, tanto manifiestas como latentes, que han configurado y reconfigurado
las identidades y significados de la polis.
18
“En no pocas ocasiones el estudioso [teórico] latinoamericano era [es] un investigador-político y, por tanto
sus investigaciones tenían [tienen] un cierto fin prospectivo. Le interesa el diseño [la circulación y puesta
en práctica] de una estrategia democratizadora”. Los paréntesis entre corchetes son míos. En: Cuevas
Valenzuela, Hernán. La democratización chilena: Democracia limitada e ideología. Tesis para optar al
grado de magíster en ciencia política. Instituto de Ciencia Política. Pontificia Universidad Católica de
Chile, 1999, p 10.
19
Entiendo el discurso como “el terreno en el que el conocimiento se produce y opera, fijando normas y
elaborando criterios”, y por ende hace posible hablar de algo, o silenciar algo. Michael Foucault.
Microfísica del Poder. Las Ediciones de la Piqueta. Madrid, 1992 p. 66.
20
Devés-Valdés, Eduardo. Redes Intelectuales en América Latina. Colección IDEA del Instituto de Estudios
Avanzados. Universidad de Santiago de Chile. 2007, p 30
19
estas mismas dan origen o se superponen con otros tipos de relaciones:
afectivas, familiares, políticas, religiosas, etc.
20
contiendas argumentativas. Por un lado, una fuerte tendencia de izquierda
intelectual, que nace a partir de la reconsideración de su experiencia histórica
reciente, sobre la existencia de una Teoría marxista sobre el Estado y la Política,
cuestionan la cultura de izquierda anterior a los golpes (acusando el mismo) y
culminan en la “renovación” del proyecto e ideal socialista. Por el otro, aquellos
que desde la politología y la sociología consolidan el campo de los estudios
comparados sobre América latina. Ellos usan un léxico especializado y crean
nuevos conceptos o resignificando otros: Estado Burocrático-Autoritario, Nuevo
Autoritarismo, régimen político, y Transición a la Democracia.
21
sobre la sociedad; ciertas expectativas políticas y un argumento para tematizar el
posterior desencanto21.
21
El relato de O’Donnell en su texto Contrapuntos, respecto al desencanto en América Latina – aplicable al
caso chileno - post dictaduras es elocuente: “El desencanto, se apoderó de muchos cuando, después de la
caída de los BA, una serie de melancólicas realidades se hizo evidente: crisis económica y su tratamiento
tecnocrático y socialmente insensible; el debilitamiento de actores que fueron históricamente los grandes
soportes sociales de los avances democráticos; el paralelo debilitamiento, si no la destrucción, de buena
parte del aparato estatal al ritmo de aquellas crisis y de la ofensiva neoconservadora; la persistencia y, en
muchos casos, la acentuación de grandes desigualdades y, junto con ellas, de relaciones sociales, con
marcado acento autoritario, y por cierto el amargo descubrimiento que parte de los líderes políticos que la
democracia trajo consigo seguía teniendo, como antes, grave dificultad en distinguir el bien público de
sus intereses privados”. En: Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización.
Buenos Aires. Paidós. 2004, p 21.
22
En este caso entiendo “lo público” como el espacio de las interacciones humanas, en términos de
tensiones, encuentros y desencuentros.
22
(3) En términos amplios, considero que el lenguaje ocupa hoy un lugar más
prominente y más importante en la variedad de procesos sociales. El lenguaje no
sólo es un instrumento para informar sobre la experiencia humana, sino que, por
su propia estructura formal, la define y permite conocer los significados que los
actores individuales y colectivos atribuyen a las cosas. De allí que cobra
relevancia analítica indagar la vinculación que se establece entre el discurso, su
circulación y su impacto societal, respaldados por los rendimientos que el
lenguaje tiene en dicha esfera cotidiana, como dispositivos para negociar,
redefinir relaciones, desafiar, resistir, hegemonizar y, en definitiva, el modo de
entender y experimentar “lo público”.
23
Video Política. Medios, información y democracia de sondeo. Giovanni Sartori. Fondo de Cultura
Económica. 2003. En su libro Homo Videns, Sartori abre un debate con suficiente respaldo en evidencias
que muestra cómo en la mayoría de los países occidentales el desempeño en el quehacer noticioso de la
televisión representa básicamente, cuándo mucho, una subinformación, que es información insuficiente,
que conduce a una desinformación absoluta, engañosa.
24
Se utiliza el término política para referirnos a su dimensión subjetiva. En ese contexto entiendo por
política lo que Lechner llama “la conflictiva y nunca acabada construcción del orden deseado”. Ello
presupone, que la política contribuye efectivamente a producir sociedad. Reivindicar el carácter
constructivista de la política moderna no está de más en una época que tiende a la naturalización de lo
social. En nuestros días, cunde la sensación que el estado de cosas existente sería un hecho natural frente
al cual no hay alternativas. Sabemos poco de la dimensión subjetiva de la política. Para mayor
información consultar: Lechner, Norbert. Las sombras del mañana. La dimensión subjetiva de la política.
Lom Ediciones. 2002.
25
Quisiera traer a colación un penetrante análisis de Henry Kissinger al respecto: “Cuando la imagen visual
reemplazó a la palabra escrita como el medio principal de comprensión del mundo, el proceso de
aprendizaje se transformó de un modo activo a uno pasivo, de un acto participativo pasó a ser uno de
asimilación de información ya digerida. Uno aprende de los libros por medio de conceptos que relacionan
sucesos aparentemente diferentes unos con otros, lo que requiere esfuerzo y entrenamiento. Por contraste,
las imágenes enseñan pasivamente. Evocan impresiones que no requieren ningún acto por parte del
espectador, ponen énfasis en el afán del momento y dejan poco espacio al racionamiento deductivo o a la
imaginación. Los conceptos son permanentes; las impresiones son cambiantes y, en parte, accidentales”.
En: Years of renewal. Simon and Schuster. Nueva York. 1999, pp 28 y ss.
23
de significación” son vistos como tramas de control, de violencia y de lucha en
torno al poder de la palabra y a la autoridad de la representación, es decir, se
trata de dar sentido, de fijar el sentido. En definitiva ninguna expresión de
lenguaje es neutra; toda situación de discurso es atravesada por reglas de poder
socio comunicativas que norman el acceso a la palabra y la distribución del
“capital simbólico”26 Debido a la importancia de la influencia social del discurso,
este plantea importantes cuestiones relativas al poder. Las “prácticas discursivas”
pueden tener efectos ideológicos de peso, es decir, pueden ayudar a producir y
reproducir relaciones de poder desiguales entre (por ejemplo) las clases sociales,
las mujeres y los hombres, las mayorías y las minorías culturales o étnicas, por
medio de la manera como representan los objetos y sitúan a las personas
26
Bourdieu, Pierre. Intelectuales, política y poder. EUDEBA. Buenos Aires. 2.000. Leer capítulo: Sobre el
poder simbólico; pp 65 a 73.
24
Este trabajo está dividido en siete capítulos, en el primero hago un
recorrido a la galería donde se alinean los grandes “tipos intelectuales” de los
últimos dos siglos, recreando la figura del intelectual tal como se produjo en la
modernidad clásica, poniendo el énfasis en los diversos roles que han jugado a lo
largo de la última centuria; y destacando su rol fundamental en la génesis y
difusión de los conceptos y en las representaciones simbólicas de relevancia
social; en el segundo hago una breve sociología del intelectual de izquierda
latinoamericano, poniendo énfasis en las configuraciones y reconfiguraciones de
sus productos intelectuales y posturas política, a la luz de los clivajes históricos de
las últimas décadas; para en el tercer capítulo presentar y analizar los vínculos
que es posible establecer entre la transitología y el proceso de renovación
socialista, que tan hondo calo en la política chilena. En el cuarto capítulo narro
analíticamente cómo se fueron configurando los centros académicos alternativos
y cómo se constituyeron en espacios del saber crítico, desde donde se puso en
circulación el discurso transitológico. En el quinto capitulo, reviso críticamente el
corpus teórico que tematiza a los nms, poniendo hincapié en el trabajo de
disciplinamiento e invisibilidad que realizó magistralmente la transitología con
dichos nms. A continuación, en el capitulo seis, analizo cómo la transitología fue
producida por las comunidades epistémicas. Para terminar en el capitulo siete,
refiriéndome al proceso de diseño y la posterior circulación del término en las
redes de intelectuales transnacionalizadas.
25
El Rol de los Intelectuales.
27
Para una actualización del debate académico que comporta la noción véase un interesante artículo de
Ricardo Camargo: Notas acerca de la determinación de lo ideológico y verdadero en Teoría de la
Ideología. En: Revista de Ciencia Política. Vol. 25. Nº 2 del 2005 del Instituto de Ciencia Política de la
Pontificia Universidad Católica de Chile. El autor es miembro del Círculo de Santiago, grupo de reflexión
epistemo-teórica de transversalidad disciplinar al que también pertenece el autor de esta tesis.
28
Boborykin (Pietr Dmitrüevitch) Novelista ruso, nació en Nijni - Novgorod en 1836. Doctorado en Derecho
en la Universidad de San Petersburgo en 1860, al poco tiempo de titularse, abandonó la profesión de
abogado por la literatura. Los especialistas lo consideran como uno de los primeros novelistas de su
tiempo por la ingeniosa trama de sus libros, el acierto con que traza los caracteres de sus personajes y la
viveza y brillantez de sus descripciones, pero le censuran por su estilo descuidado y el pesimismo que
revelan todos sus personajes, condición que le hizo sospechoso en la corte moscovita. En: Enciclopedia
Universal Ilustrada. Europeo - Americana. Espasa - Calpe S. A. Madrid. 1962. Tomo 7 p. 17.
26
Turgueniev. Transcrito a las principales lenguas europeas, este término indicó
originalmente a un grupo social particular, típico de la Rusia zarista y de la
mayoría de los países eslavos de la época, con él se englobaba al círculo de
profesores, escritores y artistas sin recursos, así como a los eclesiásticos y
descendientes de clérigos de la Iglesia Ortodoxa que trabajaban en la
administración y ejercían profesiones liberales.; pero muy pronto se generalizó
para designar el estrato culto, la categoría de personas que tenían una
instrucción superior, en todas las sociedades.
29
Dreyfus, Alfred. (Mulhouse 1859 - París 1935) Militar francés, proveniente de una acaudalada familia
judía de Alsacia, se incorporó al ejército donde alcanzó el grado de capitán de artillería agregado al
Estado Mayor (1889). En 1893 se le involucró en la difusión de una lista de secretos militares a
Alemania, circunstancia que dio paso al célebre “caso Dreyfus”, que marcó política y socialmente a la III
República Francesa. Tras ser juzgado irregularmente por un tribunal militar sin las suficientes evidencias,
fue acusado de traición, degradado y condenado a deportación perpetua. Tras ser embarcado el 21 de
febrero para Guyana, llega a su destino el 21 de marzo tras una terrible travesía en una jaula de hierro. Le
trasladan en abril a la isla del Diablo, en la costa de Cayena (1894).
30
Jean-Denis Bredin. Licenciado en letras. Doctor en derecho. Miembro de la Academia de Letras de
Francia, fundada en 1625 por el Cardenal Richelieu. Nació en París el 17 de mayo de 1929. Fue
Presidente del Consejo de Administración de la Biblioteca Nacional de Francia en el período 1982 al
1986. A partir de 1989 ocupa la vacancia dejada por Marguerite Yourcenar en la Academia de Letras de
Francia. www.academie-francaise.fr
27
continuación, el general se levanta sobre estribos y,
con la espada en alto, pronuncia las palabras
sacramentales: Alfred Dreyfus, usted no es digno de
llevar las armas. En nombre del pueblo francés, le
degradamos. Alfred Dreyfus grita con una voz
metálica que se rompe: ¡Soldados, se degrada a un
inocente! ¡Soldados, se deshonra a un inocente! ¡Viva
Francia! ¡Viva el ejército! Se oyen los gritos de la
muchedumbre mantenida a distancia: ¡Muera! ¡Muerte
a los judíos! El suboficial Bouxin de la Guardia
republicana se acerca al condenado, inmóvil. De una
manera brutal, les arranca los galones del quepis y de
las mangas, las bandas rojas del pantalón, las
charreteras de las hombreras, y tira al suelo todas las
insignias del grado. Le arranca el sable y la vaina, y
los rompe sobre su rodilla. En posición de firmes, con
la cabeza alta, Dreyfus lanza un grito de angustia, un
alarido ronco que acaba en un sollozo. ¡Viva Francia!
¡Soy inocente! ¡Lo juro por mi mujer y mis hijos!
Harapiento ahora, el traidor debe desfilar ante las
tropas y dar la vuelta al patio de armas. Los soldados
permanecen silenciosos, helados. Cada vez que se
acerca en su marcha a la verja que contiene a la
muchedumbre, los gritos se redoblan: ¡Muera, muera!
Dreyfus se agota gritando todavía: No tenéis derecho
a insultarme. Soy inocente. ¡Viva Francia! Pero los
clamores ahogan su voz. Cuando pasa delante de los
representantes de la prensa, grita: ¡Decid a toda
Francia que soy inocente! Los abucheos le
responden: ¡Cobarde! ¡Judas! ¡Sucio judío!”31
31
Verdín, Jean-Denis. L’Affaire, Julliard, 1983.
28
El manifiesto de Zola - el primero de una larga serie – abrió el
camino a la rehabilitación del capitán degradado. Le siguió la publicación el 15 de
enero en el periódico Le Temps de una petición que estaba firmada por hombres
de letras, universitarios, médicos de hospitales, abogados, estudiantes, críticos y
estudiosos quienes exigían la revisión del proceso Dreyfus. Entre los firmantes se
encuentran los nombres de Marcel Proust, Daniel Halévy, Anatole France, Emile
Durkheim, Claude Monet y Lucien Herr, entre otros.
Todo parece indicar que la idea del título del manifiesto publicado en
la primera página de L’ Aurore, se debe a Clemenceau, a la sazón, director del
diario, quien algunos días más tarde escribió. “¿No constituyen una señal todos
estos intelectuales, procedentes de todos los rincones del horizonte, que se
agrupan en torno a una idea y se mantienen inquebrantables a ella?” Clemenceau
no había inventado el término. La palabra intelectual aparece en 1821 de la pluma
de Saint-Simon, quien: “Invita a los intelectuales positivos a unirse y a combinar
sus fuerzas para proceder a un ataque general y definitivo contra los prejuicios,
comenzando por la organización del sistema industrial”. Sin embargo fue a finales
del siglo XIX, durante el caso Dreyfus, cuando la palabra intelectual se vuelve de
uso corriente. El uso público del término provocó inmediatamente una mordaz
respuesta en la prensa nacionalista por parte de M. Barrès32; a la polémica contra
los intelectuales se unían, algún tiempo después, también los más grandes
exponentes del sindicalismo revolucionario de la época, como G. Sorel y E. Berth.
Recibido con desconfianza en los diccionarios, y considerado a menudo como voz
jergal y despreciativa, el término intelectual, conservaba todavía el sentido político
que tenía por el hecho de haber sido acuñado, como si fuera un nombre de
batalla, en el conflicto que puso frente a frente a conservadores y progresistas en
torno al affaire Dreyfus. Aún en la actualidad, señalarse a si mismo o a los demás
como intelectual, no designa en efecto, únicamente una condición social y
profesional sino que sobreentiende una elección polémica de ubicación y de
alineamiento, la insatisfacción por una cultura que no es capaz de convertirse
32
Maurice Barrès fue un prominente adversario de Alfred Dreyfus. Como novelista francés de finales del
siglo XIX y comienzos del XX mostró tendencias protofascistas y antiintelectualistas, defendiendo la
existencia de un inconsciente político, en virtud del cual razas y naciones eran portadoras colectivas de
ideas y tendencias.
29
también en política, o por una política que no quiere entender las razones de la
cultura.
33
Véase: Regis Debray. Le pouvoir intellectuel en France. París. Ramsay, 1980.
34
En efecto, en La ideología alemana Marx y Engels analizan, de manera crítica y desmistificadora, las
doctrinas de los jóvenes hegelianos, remitiéndolas a las condiciones materiales de la vida social en
Alemania alrededor de 1845, especialmente a las relaciones de clase que oponían a la burguesía y a las
masas populares frente a la clase nobiliaria y a los Estados monarco-feudales. Por ello, las ideas, las
representaciones, en suma las “formas de la conciencia social”, son tratadas como aspectos de la
superestructura que se elevan sobre la base real constituida por las relaciones de producción ligadas al
nivel alcanzado en ese tiempo por las fuerzas productivas. Fougeyrollas, Pierre. Ciencias Sociales y
Marxismo. Fondo de Cultura Económica. México, 1996, p 199.
30
económico y filosófico, esto es, que contrariamente a lo que habían afirmado
primero Fichte y luego Hegel, reproduciendo en esto un punto de vista ilustrado,
los intelectuales no eran de ninguna manera la clase representante de los
intereses más generales de la sociedad; más bien, tomados en sí mismos, no
eran siquiera una clase, un grupo social fundamental. Por sí solos nunca hubieran
podido llevar a cabo el proyecto de liberación histórica que la izquierda hegeliana
había concebido. Era preciso, por el contrario, considerar a “la clase que no tenía
nada que perder excepto sus propias cadenas” y cuya emancipación coincidiría,
por lo tanto, con la de la humanidad entera. Solamente con la alianza con los
explotados la filosofía habría podido poner fin a su propia miseria y a la
mistificación de lo real, transformándose en una fuerza material e histórica capaz
de revolucionar las relaciones sociales y orientar el desarrollo productivo.
35
Rabotnikof, Nora. “Máx. Weber: El sentido de la ciencia y la tarea de los intelectuales. Baca Olamendi,
Laura y Cisneros, Isidro. (compiladores). Los intelectuales y los dilemas políticos del siglo XX. Tomo I
31
su articulación con las necesidades del Estado burocrático y racional, las
exigencias de los mercados capitalistas, y las expectativas de justicia de nuevos
actores sociales. Pensemos por ejemplo en los casos de Comte o Durkheim en
Francia; o la fundación de la London School of Economics para el caso británico;
o la labor del propio Máx Weber, Edgar Jaffé y Gustav Schmoller en los trabajos
de la renovada Verein für Socialpolitik (1873), algo que en el lenguaje actual
consideraríamos un think tank.36
32
encima de las tendencias irracionalistas que se presentan siempre en las
sociedades industriales, la cuestión relevante consiste en saber si el desarrollo de
las fuerzas productivas, en escala no sólo local - nacional - sino global -
internacional - había eliminado las condiciones que hacían posible la alianza entre
el proletariado y las fracciones mas avanzadas de los estratos medios.
33
proyectos, y otras organizaciones complejas, que dejan poco espacio a la figura
declinante del intelectual “independiente”.
civiles, etc.
34
se produjo en la modernidad clásica ha entrado en su ocaso. Las
transformaciones en los ámbitos económicos, sociales, culturales y tecnológicos
han dado origen a un intenso cambio en el estatus y rol de los intelectuales. Ante
la nueva situación mundial creada en los últimos años, los intelectuales de viejo
cuño no volverán a ser los únicos administradores de la globalidad. Por la crisis
en la que se hundieron con sus errores y por el nuevo clima que no tiene interés
en rescatar el estilo con el que construyeron sus aciertos, la autoridad perdida
difícilmente les será restituida en algún proceso restaurador de legitimidades. En
tamaña complejidad, los intelectuales en general han optado por un gran
escepticismo en los fines y un sorprendente pragmatismo en los medios; quienes
antes eran considerados intelectuales, hoy son los primeros en rechazarlo, y no
sólo porque hayan realizado a fondo la crítica del elitismo heroico de los
intelectuales modernos de viejo cuño. También por que las instituciones de la así
llamada postmodernidad han cooptado a los portadores del saber indispensable
para ejercer la crítica. Los intelectuales públicos, es decir hombres y mujeres cuyo
teatro era la esfera pública, han entrado por miles en una zona especializada de
lo público: la academia. Y en ella trabajan como expertos no como intelectuales.
35
sujeto-objeto de conocimiento? ¿Cómo comprender y explicar nuestras propias
prácticas, como investigadores?
40
Moulian, Tomás. De la política letrada a la política analfabeta. Lom Ediciones. 2004. Moulian plantea la
tesis de un proceso involutivo que estaría experimentando el ejercicio de la política, el que estaría a punto
de ser reemplazado por una pseudo política. Cuando la política agoniza y considera lo existente como
racional de por sí, la sociedad pierde su reflexión imperiosa sobre sí misma.
36
El Intelectual de Izquierda en América Latina.
Chico Buarque.
Construcción.
1969.
37
genocida de los pueblos originarios; y Rui Barbosa contribuyó a la abolición de la
esclavitud y a la instauración de la República en Brasil. Innumerables
historiadores, periodistas, políticos mexicanos, desde Valentín Gómez Farías
hasta Ricardo Flores Magón, coadyuvaron a la formación de la identidad nacional
de su país, lo mismo que el poeta José Martí luchó por la independencia cubana:
la tenue línea que separaba la actividad intelectual del activismo político sentó
una distinción también tenue entre ambos, tanto entonces como ahora. Era
frecuente que los partidos políticos no existieran o carecían de toda
representatividad; los sistemas electorales pecaban casi siempre de ser
puramente formales. La construcción de la nación seguía incompleta y en el vacío
que creaban ausencias, el intelectual brillaba.
41
Serrano, Sol. Rol histórico de los intelectuales en Chile. Revista Proposiciones. Nº 24. Sur Ediciones. 1994.
38
va a contrapelo de lo comúnmente señalado por la explicación colonialista42, en el
sentido que está función mediadora no es pura recepción-imitación. Tiene en
consecuencia, un fuerte carácter creativo, al adaptar y traducir el conocimiento en
proposiciones para las sociedades locales.43 Corresponde a lo que Eisenstadt ha
definido como “intelectuales secundarios”, aquellos que toman en préstamo la
producción original de otros y que juegan un rol central en el proceso de
construcción y transmisión de la tradición; sirven como canales de
institucionalización y posibles creadores de nuevos tipos de símbolos de
orientación cultural, de tradición y de identidad colectiva.
42
Respecto a la circulación de las ideas, es frecuente por su mayor visibilidad la perspectiva colonialista. Esta
interpretación asume que somos – en América Latina - sólo receptores-imitadores; argumentando que
recibimos aquello que las metrópolis deciden exportarnos y aquello que nuestras elites colonizadas
buscan para estar a tono. La versión marxista de este paradigma apunta a que cada clase social de la
periferia, a través de sus intelectuales orgánicos, va al centro a buscar las teorías que le sirven para
sustentar sus posiciones y reproducir sus intereses. Un agudo tratamiento del tema, aunque focalizado en
las redes de intelectuales conosureñas en la convulsionada década del ’60, puede leerse en: Eduardo
Devés Valdés, “La circulación de las ideas y la inserción de los cientistas económico-sociales chilenos
en las redes conosureñas durante los largos 1960”. Historia, Nº 37, Volumen II, julio-diciembre 2004,
pp 337-366.
43
Serrano, S. Op. cit p 165.
39
A juicio de Martins de Almeida, “la capacidad
de gobernar del hombre moderno depende de un
conocimiento especializado, de cultura sociológica,
de concepciones intelectuales”. Candido Mota Filho
afirmaba: “En la sociedad moderna, todo estadista
es más o menos un sociólogo”. Y según Mario de
Andrade, hablando en broma, “la sociología es el
arte de salvar rápidamente a Brasil”. Estas son
diversas maneras de proclamar que entre el oficio
del intelectual y el del gobernante hay una profunda
semejanza. También es … un modo de presentar su
candidatura a puestos de liderazgo político.44
44
Daniel Pécaut. Entre le Peuple et la Nation: Les Intellectuels et la Politique au Brasil. Editions de la
Maison des Sciencies de L`Homme. París. 1989. pp 21-22.
40
como Celso Furtado fueron decisivos en la crítica a la dictadura militar y en el
esbozo de una alternativa. Cuando emergió la democracia, fundaron partidos
políticos, escribieron columnas semanales en la prensa de circulación masiva y
contribuyeron a guiar al país desde los problemas del pasado hacia los desafíos del
futuro.
41
A principios del siglo XX, y con más intensidad a partir del segundo
decenio, se importaron el marxismo y el leninismo. No obstante, estas ideas
también se revelaron inaplicables a las condiciones de la época. La ortodoxia
marxista trató de formar partidos de clase obrera allí donde no había obreros,
distribuir una riqueza que no existía, y dirigir la revolución a nombre de un sector
de la sociedad que constituía la más pequeña de las minorías.
42
denunció que el intelectual latinoamericano antinorteamericano complace al
“establishment cultural de Estados Unidos, haciendo y diciendo lo que se espera
de él, y confirmando todos los estereotipos de la visión latinoamericana del
mundo”. Desde la izquierda. James Petras impugna rotundamente esa deriva:
45
James Petras. US Hegemony Under Siege. Verso Books. Londres y Nueva York. 2001, p 147.
43
Ahora bien, esto explica sólo parte del fenómeno. El papel de los
intelectuales también tuvo su origen en la enorme brecha que existía entonces en
Latinoamérica, y que a menor escala perdura hoy, entre el Estado y la sociedad
civil, entre Estados tradicionales fuertes y sociedades civiles crónicas débiles:
44
los comienzos de la vida republicana “ …… han sido los especialistas en producir
o reproducir los valores y mundos simbólicos, las creencias y representaciones
colectivas, en fin, las ideas e imágenes que se hace una sociedad acerca de sí
misma”.47 En realidad el papel fundamental que se descarga en los hombros a
menudo frágiles de los intelectuales emana más de la falta de otros capaces de
cumplir este papel que de sus propios deseos, capacidades o méritos.
46
Carlos Fuentes. Entrevista Diario El País. Madrid. Septiembre de 1991.
47
Lechner, Norbert. Intelectuales y política: nuevo contexto y nuevos desafíos. En: Los intelectuales y los
45
La izquierda intelectual latinoamericana configuró una corriente bien
organizada y coherente de acción política y de orientación ideológica, que la
centro-derecha intelectual comenzó a formar hasta hace poco, cuando varios
antiguos miembros de la izquierda - Mario Vargas Llosa, Octavio Paz - la
abandonaron.48
46
vivieron una historia de amor con la intelligentsia latinoamericana como lo vivió
Cuba en los años sesenta. Muchos de los grandes escritores de esa época
trabajaron por La Habana en uno u otro terreno, pero pocos obraron igual veinte
años después por los comandantes de Managua.51
breve, tanto en la estructura como en el uso del lenguaje. Nació en Bruselas, Bélgica. Luego sus padres se
trasladaron a Buenos Aires. Estudió en la Escuela Normal de Preceptores y fue profesor de Lengua y
Literatura francesas en varias Universidades de la provincia de Buenos Aires, y más tarde en la
Universidad de Cuyo. En 1951 gana una beca para realizar estudios en París, ciudad en la que residirá
hasta su muerte. En octubre de 1979 visita Nicaragua y desde entonces se dedica a apoyar y a servir a la
Revolución Sandinista. Algunos de sus libros fueron utilizados en la campaña de alfabetización del país
centroamericano. En 1983 se publicó Nicaragua tan violentamente dulce. En 1984 regresa a Nicaragua
donde es homenajeado por el ministro de cultura, el poeta Ernesto Cardenal, quien a nombre del gobierno
sandinista le entregó la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío. Mantuvo a lo largo de su vida,
un compromiso político activo, sobre todo en defensa de los derechos humanos. Su obra literaria más
innovadora fue Rayuela (1963).
51
En retrospectiva, el apoyo de los intelectuales a Cuba fue decisivo, como lo fue su devoción a la causa.
Cuando García Márquez contempló esos años, rememora: “Solo ahora podemos ver cuán orgánicos
éramos y qué útil fue en realidad para la Revolución Cubana todo ese apoyo intelectual”. García
Márquez. Diario El País. Julio de 1992.
52
Arrosa Soares, María Susana. “Apresentaçâo”, en: Arrosa Soares, María Susana. (Compiladora) Os
intelectuais nos processos políticos da América Latina. Porto Alegre. Editora da Universidade Federal do
Rio Grande do Sul. 1985, p 08 y siguientes. Esta compilación de ensayos, representa una obra pionera en
47
En los setenta, los intelectuales de la época mantuvieron sus
papeles prominentes y participaron con frecuencia en puestos de dirección de los
movimientos revolucionarios que surgieron en Centroamérica y en la resistencia
a los BA del Cono Sur. No fue casual que muchos de los insurgentes de las
insurrecciones nicaragüenses y salvadoreña hubieran cursado sus talleres
prácticos de la ciencia revolucionaria en las universidades del istmo, dirigidos por
miembros de la izquierda laica o jesuita.
48
El tránsito teórico de la izquierda intelectual: Desde la revolución
a la transición.
Alfredo Jocelyn-Holt.
Los Intelectuales-Políticos Chilenos.
49
metafísica donde se convirtieron nada más que en un apagado grito? ¿Cuál sería
la reacción de la izquierda política frente a ese tipo de derrota?53
53
Eagleton, Ferry. “The Illusions of Postmodernism”. Extracto del discurso leído con ocasión del 40º
aniversario de la FLACSO – Chile; por José Joaquín Brunner. Santiago de Chile. 28 de abril de 1997.
54
Con esta denominación la literatura especializada solía llamar a las sociedades post-revolucionarias de
cuño soviético y/o a las edificadas a imagen de aquellas en el Este de Europa tras la segunda guerra
mundial. Sobre las implicancias teóricas – discusión significativa - que el uso del término comportaba,
léase: Tras El Diluvio. La izquierda ante el fin de siglo. Ludolfo Paramio. Siglo XXI Editores. México
Distrito Federal. 1988, pp 31 – 48.
55
En las ciencias sociales latinoamericanas tuvo lugar, particularmente en la década de los ’80, el tema de la
llamada “crisis de paradigmas”, en ese ámbito hubo gramáticas que plantean la bancarrota de los antiguos
discursos modernizantes en sus expresiones “desarrollista” y “revolucionaria”. Al respecto léase los
excelentes aportes de: Mires, Fernando. Continuidad y ruptura en el discurso político. En: Revista Nueva
Sociedad. Nº 60, Caracas, 1987; y Sonntag, Heinz. Duda, certeza, crisis. La evolución de las ciencias
sociales de América Latina. UNESCO. Editorial Nueva Sociedad. Caracas, 1988.
50
porque la idea de revolución se ha conmocionado de
arriba a abajo con el derrumbe del Este”.56
56
José Aricó. Entrevista Diario El Clarín. Buenos Aires. 10 de diciembre de 1989. Aricó, José María (1931–
1991). Intelectual argentino. Autodidacta brillante. Lector voraz. Desde joven en su natal Córdoba leyó y
socializó la obra de Antonio Gramsci, lo cual representa un hito fundamental en su posterior reflexión
sobre el socialismo. A raíz del golpe de Estado en Argentina, el 24 de marzo de 1976, como tantos otros
intelectuales argentinos, viajó al exilio en México. Allí se incorpora a la Universidad, dictando cursos y
conferencias (UNAM y FLACSO) e ingresa a trabajar a la editorial Siglo XXI, desarrollando una notable
labor editorial, que le valió gran reconocimiento al dar a conocer, en muchos casos, por primera vez en
español, obras de teóricos como Bauer, Kautsky, Berstein, Grossmann y del propio Marx. A su regreso a
la Argentina, junto con su amigo Juan Carlos Portantiero fundaron en Buenos Aires la revista Ciudad
Futura y también el Club Socialista, que luego de su muerte llevaría su nombre. Su obra consta de
numerosos artículos, ensayos y libros, entre ellos: Mariátegui y los orígenes del marxismo
latinoamericano (1978); Marx y América Latina (1980). En 1999 se editaron dos libros póstumos: La
Hipótesis de Justo: Escritos sobre el socialismo en América Latina, de Editorial Sudamericana y
Entrevistas: 1974–1991, a cargo del Centro de Estudios Avanzados de la UNC. La temprana desaparición
de Aricó interrumpió una de las más originales reflexiones críticas sobre la teoría política marxista
realizada en América Latina, durante la segunda mitad del siglo XX. Para mayor información consultar:
www.clubsocialista.com.ar o www.arico.unc.edu.ar.
57
“La vemos como una sublevación o una insurrección de masas que englobará a toda la población, la mayor
parte de las fuerzas políticas y sociales y, esperamos, también a una parte de las FFAA que está contra la
dictadura. Se trata de llegar a un estado de rebelión generalizada que pueda paralizar al país:
levantamientos populares en los principales centros urbanos, con la participación decidida del
proletariado industrial, de los estudiantes, de las capas medias y de los campesinos”. Declaraciones
realizadas por Luis Corvalán, a la sazón, Secretario General del Partido Comunista de Chile, en Octubre
de 1985.
51
58
en momentos que se iniciaba la fase constitucional de la dictadura, en
circunstancias, que en la fase terrorista59 planteaba una línea de acuerdos que
privilegiaba la unión de todas las fuerzas democráticas, para formar un frente
antifascista. El propio Moulian se pregunta ¿Qué lo movió en esa dirección más
radical? La certeza que la dictadura había conseguido crear su propio régimen de
transición, el cual al imponerse generaba evidentes condiciones de posibilidad
para su reproducibilidad de largo plazo.
58
Moulian entiende la fase constitucional en los siguientes sentidos: La dictadura constitucional contó con un
cuerpo de leyes políticas que no generaban obligaciones inmediatas, pero sí operaban como recurso de
legitimación, en especial para soportar el período de crisis económica que tuvo como consecuencias
severas repercusiones políticas para el régimen, cuyos momentos más desestabilizadores fueron en los
años 1983 – 1986; debió someterse a un calendario de “transición” que fijaba plazos máximos para
aprobar las leyes orgánicas constitucionales y realizar el plebiscito sucesorio y debió poner en
funcionamiento un Tribunal Constitucional que actuó con cierta autonomía y en ocasiones generó
contrapesos jurídicos a las decisiones de la Junta Militar. Moulian, Tomás. Op cit; pp 273 y 274.
59
Del mismo modo Moulian conceptualiza la etapa terrorista de la dictadura como aquella fase “en la que el
derecho, que define lo prohibido y lo permitido, y el saber que define el proyecto se imponen
privilegiando los castigos. El orden se afirma sobre el terror. Este tiene la principal valencia en la
combinación de recursos de poder. Para que ello ocurra, la capacidad del Estado de actuar sobre los
cuerpos no puede estar limitada ni por el derecho ni por la moral, ella debe poseer flexibilidad, elasticidad
absoluta. Pero, para que esa total plasticidad sea alcanzable, no basta disponer de toda la capacidad legal.
Más importante, es que haya emergido una capacidad subjetiva, la de actuar con crueldad, la de sentirse
por encima de la moral convencional.” Los principales rasgos de esta fase terrorista, según el autor serían:
el derecho se fundaba en procedimientos absolutamente formales, autonomizados de toda fuente de
legitimidad; la capacidad de legislar se concentraba en un aparato de las FF.AA. y no en un poder estatal
diferenciado; el saber teórico, orientado a guiar las opciones políticas, no funcionaba como sistema de
proposiciones confrontables sino como sistema dogmático, como ortodoxia; el terror tuvo absoluta
elasticidad y en él se sostenía básicamente el orden, siendo anulada la posibilidad de movilización política
así como la posibilidad de cuestionar los actos de poder.” Ibid, pp 171 y 172. Cabe destacar que la
conceptualización del “Estado terrorista” fue aplicada por primera vez por Marcio Moreira Alves, para el
caso específico de Brasil en la década del ’70. Para mayor información. Ver: Moreira Alves, Marcio.
1972. “Urban Guerrillas and the Terrorist State”, en Jon Rosenbaum y William Tyler. Editores.
Contemporary Brazil: Issues in Economic and Political Development. Nueva York. Praeger.
52
¿Cuáles son los acontecimientos más relevantes que se encuentran
historizando 1986?
60
Bajo el código “Operación Siglo XX”, el magnicidio había sido sigilosamente preparado. En la estrecha
ruta que baja de San José de Maipo, donde converge el camino que comúnmente seguía el general
Pinochet desde su residencia en El Melocotón a Santiago, un destacamento del FPMR tendió la
emboscada al dictador. Vigías discretos ubicados en lugares estratégicos, un equipo de asalto bien
adiestrado y dotado de fusiles ametralladoras y lanzacohetes, vehículos de repliegue, casas de seguridad;
aparentemente nada faltaba. Salvo que la “fortuna” estaba de parte del general, porque esa tarde del 07 de
septiembre de 1986, cuando la caravana del jefe de gobierno fue bloqueada y atacada por los
combatientes del FPMR, nadie comprende cómo el chofer de Pinochet, en medio del fuego cruzado, logró
maniobrar el auto blindado - pese al fallido impacto de un rocket que se trabó - hacer retroceder el
vehículo y lograr escapar en la dirección de El Melocotón. En: Hertz, Carmen y Verdugo, Patricia.
Operación Siglo XX. Ediciones Ornitorrinco. Santiago. 1990.
61
Uso el término “fortuna” en el sentido que le da Maquiavelo en El Príncipe. Se trata de una categoría
residual que intenta capturar el conjunto de factores imprevisibles e incontrolables que influyen en una
situación. No dice relación alguna con el concepto de “providencia” o cualquier equivalente que postule
la intervención de entidades metafísicas en los asuntos humanos.
62
Me refiero al frustrado diálogo, que se inició entre el gobierno de facto y la oposición, a esa alturas
autodenominada Alianza Democrática, diálogo, mediado por el arzobispo de Santiago, Monseñor Juan
Francisco Fresno. En aquel instante la oposición exigía: Asamblea Nacional Constituyente, una nueva
Constitución Política, la renuncia del General Pinochet y un gobierno provisorio de “transición”. En:
Historia del siglo XX chileno. Op cit p 329.
53
De este modo, 1986 marca la separación definitiva de la oposición
política al régimen militar, en dos sectores claramente diferenciados: los que
planteaban la alternativa insurreccional63, y quienes instalaban la necesidad de la
negociación política con el régimen militar para poner fin a la situación de empate
político entre régimen militar y oposición política.
63
El actual Presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, refiriéndose a Carrizal y al intento de
tiranicidio (sic), manifiesta, en una columna de opinión, que “estos hechos aseguraron la búsqueda de la
salida pactada. Los mismos que promovieron el golpe, Estados Unidos, en primer lugar, ahora le
amarraban las manos a Pinochet. En la misma medida que se potenciaba la salida pactada, se debilitaba
la posibilidad de una salida popular.” El Mostrador.cl. 11 de Enero de 2007.
64
En relación a los aspectos puestos de relieve en este párrafo, una descripción detallada se encuentra en
Garretón, Manuel Antonio. “Socialismo Renovado y Democracia”. En: Reconstruir la política. Transición
54
Tal como indicara más arriba, el proceso de renovación del
socialismo chileno comienza a desarrollarse desde los inicios mismos del régimen
militar. Tal proceso decantó en una lenta pero sostenida división del Partido
Socialista en torno a dos estrategias que, tras de sí, comenzaban a dar cuenta de
diferencias doctrinarias e ideológicas insalvables. Es así como “Aniceto Rodríguez
en Caracas; José Antonio Viera-Gallo y otros redactores de la Revista Chile-
América desde Roma; Jorge Arrate en Holanda, plantearon críticas sustantivas al
proyecto de la Unidad Popular y a su estrategia política. La dicotomía dirección
interna-exilio y la multiplicidad de centros externos de dirección dio lugar a
crecientes discrepancias y competencia por la conducción entre los diversos
líderes del partido, factores que, añadidos a las miradas discrepantes sobre el
pasado, terminaron en 1979 por producir el quiebre del Partido Socialista.”65
55
Democracia67, en tanto único régimen político dentro de cuyos márgenes se
tornan legítimas las aspiraciones de transformación social.
67
Como lo demuestra la asertiva opinión de Ángel Flisfisch – uno de los intelectuales orgánicos más
gravitantes de la renovación socialista – al señalar en 1987 que “la preeminencia y centralidad que ha
adquirido la idea de la democracia, no sólo como tema de la reflexión teórica y de la elaboración
ideológica, sino a la vez como ideal práctico, orientador de las luchas políticas, y como una cuestión
principal que gravita con altísima intensidad en las consideraciones, definiciones y decisiones estratégicas
es hoy dramática y visible”. La Política como compromiso democrático. Ángel Flisfisch. FLACSO.
Santiago de Chile. 1987 p 154.
68
Paramio, Ludolfo. “Del radicalismo reivindicativo al pluralismo radical”. En: Lechner, Norbert (comp):
Cultura y democratización. FLACSO, ICI.
56
No solamente el asesinato de Lennon. Es
también Pinochet que saco adelante su plebiscito y
su constitución. Los miles de cubanos que huyeron
de su isla hipnotizados por la reluciente vida de su
parentela en Miami; los obreros de Polonia
rebelados contra el gobierno de los obreros polacos;
y la viuda de Mao en el estrado de un juicio de
pacotilla (sic). Y es Reagan que desde su caballo y
con el águila imperial en su mano, arrolló con el
liberalismo norteamericano de otros tiempos.
También Althusser, el profeta que se reveló ahora
como un maníaco depresivo peligroso. Y la izquierda
europea congelada frente al horror de una crisis
social que no puede soslayar y que deja en el aire a
su discurso tradicional.
57
Situarnos en medio de los cambios, descifrar los
nuevos sentidos de la historia, alentar las nuevas
energías transformadoras, responder a las nuevas
demandas sociales. Otras categorías, otro lenguaje,
otros sujetos. Debemos sacudirnos hasta la médula
de los huesos.
69
Eugenio Tironi. (columnista). Artículo: Nueva Época. Revista APSI Nº 91. Del 27 de enero al 09 de
febrero de 1981; p 4. Eugenio Tironi, sociólogo, era uno de los intelectuales orgánicos de la izquierda
renovada, más influyentes en tiempos de dictadura, formaba parte de Sur - Centro de Estudios Sociales y
Educación, una de las ONG de mayor producción intelectual de la época, que recibía aportes de SAREC.
Agencia Sueca para la Cooperación y la Investigación. Al asumir el primer gobierno civil
concertacionista, Tironi fue designado Director de Comunicación y Cultura del Ministerio Secretaría
58
Entonces, en esa coyuntura empiezan a aparecer debates y libros. Aparece un
libro de José Joaquín Brunner sobre la cultura autoritaria; aparece un libro mío
que se llama Socialismo y Democracia, pero que recoge artículos del período
anterior; aparece un libro de Garretón sobre el sistema político chileno, y se
empieza a meter (sic) la palabra transición. La palabra transición es una jerga
antigua que cambia totalmente de contenido: transición, en el lenguaje marxista,
significaba transición “de un modo de producción a otro”.70 El uso del término, en
este caso, reconoce sus fuentes en el vocabulario marxista latinoamericanizado,
que prontamente dejó de ser utilizado cuando comenzó a empoderarse en las
prácticas discursivas el término transición a la democracia. Las incursiones de
Marx, Engels y los revolucionarios rusos Lenin y Bakunin teorizando sobre
problemas de alcance general y sobre aspectos particulares de la temática, fueron
utilizados en la región no siempre literalmente. Podemos encontrar una vasta
bibliografía producida durante loa años sesenta y setenta, centrada e las
59
discusiones sobre los tránsitos. Desde uno de usos epocales, la misma indicaba
una forma abstracta de devenir en donde cualquier sociedad, entendida como
formación económica –social, se encontraría en transición. Por otro lado, podía
indicar el trazo específico de determinados períodos históricos: el tránsito de un
modo de producción de determinada formación económica-social a otra. Ahí
había transición. También hablaban de transición los sociólogos, para referirse al
“tránsito de la sociedad tradicional a la moderna”.71 O’Donnell toma esa palabra
para definir las dictaduras de nuevo tipo, como él las llama. O sea, estas
dictaduras con las Fuerzas Armadas instaladas institucionalmente en el poder.
Pero transición aquí quiere decir que (el régimen autoritario) está colocado en
oposición al totalitarismo, porque en los regímenes totalitarios no puede haber
transición. Estas transiciones son cambios de regímenes políticos, y no
necesariamente tienen que ser cambio de sociedad. En términos específicos, está
la teoría de las coaliciones liberalizantes como el mecanismo básico de salida de
estas transiciones ……”72
71
Como se sabe, este es un “tema” intensa y frenéticamente debatido – tanto en la academia como en el
espacio público - en la década de los ’60 y comienzos de los ’70. La literatura es prolífica al respecto. No
puedo dejar de sugerir la lectura del libro clásico de Gino Germani (1971) donde concibe “el desarrollo
económico en términos de tránsito de una sociedad tradicional a una sociedad desarrollada. La primera se
caracteriza sobre todo por una economía de subsistencia, la segunda por una economía expansiva fundada
en una creciente aplicación a la técnica moderna.” Esta profunda transformación – continúa Germani –
“abarca todos los aspectos de la vida humana: organización económica, estratificación social, familia,
moral, costumbres, organización política. Su impacto implica además cambios sustanciales en las formas
de pensar, de sentir y de comportarse de la gente”. Germani, Gino. Política y Sociedad en una Época de
Transición. De la sociedad tradicional a la sociedad de masas. Buenos Aires. Paidós. 4ª Edición, 1971,
pp 90 y 91. Cf cita nº 82.
72
Entrevista a Tomás Moulian. Respecto a la instalación del concepto de transición política como eje de la
caracterización de los regímenes postdictatoriales en América Latina en particular, fundamental resulta la
obra de O’Donnell, Guillermo y Schmitter Philippe. Transiciones desde un gobierno autoritario. Paidós.
Buenos Aires, 1986. En especial volumen IV.
73
Cabe insistir que la categoría de transición política se encuentra en su génesis claramente acotada a su
sentido estrictamente político - procedimental. Visto así, resulta claro que el acople de esta categoría en la
60
Desde este punto de vista, resulta evidente que la lucha opositora
sin partidos políticos correspondería a una movilización de corto alcance, sin
proyección ni capacidad de victoria, como lo expresa en ese entonces el dirigente
del MIC, Luis Maira, en relación al Paro Nacional de los días 2 y 3 de julio de
1986: “La Asamblea de la Civilidad ha mostrado una notable capacidad de
conducción, pero también ha dejado en claro, con toda franqueza, sus límites. La
resolución de éstos es responsabilidad de los partidos políticos”.74
61
Como ya señaláramos más arriba, 1986 es el año en que la
alternativa transicional, en su variante de negociación política y aceptación de la
institucionalidad del régimen militar, termina por imponerse. Es así como, hacia
1987, las cartas estaban jugadas: la alternativa de una salida negociada que
aceptara la institucionalidad del régimen había triunfado. El realismo político se
imponía definitivamente. Incluso el partido Comunista, inicialmente opuesto a toda
posibilidad de negociación política, termina por subordinarse a esta victoriosa
alternativa.
77
Entiendo por “caminos de historicidad” la construcción social de la realidad futura. Me explico,
parto de la premisa que la historia no es sólo pasado, sino también, y principalmente, presente y
futuro. La historia es proyección, en el sentido de asumir como necesaria la tarea colectiva de
reconstruir una visión del pasado que pueda ser utilizada como fundamentación del proceso de
construcción de un nuevo proyecto de futuro, acorde con nuestras necesidades, con nuestras urgencias
y con nuestras aspiraciones. Tomo prestada esta particular perspectiva de entender la historia del
historiador español Josep Fontana, director del Instituto Universitario de Historia “Jaume Vicens i
Vives”, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona - España. Véase: Fontana, Josep. Historia.
Análisis del pasado y proyecto social. Editorial Crítica. Barcelona – España, 1982; y Fontana, Josep.
62
Los Sitios del Saber Sociológico. Chile: 1974 - 1986.
Elías Canetti.
Toda esta acción dilapidada.
La historia de los hombres: el siglo XX. Editorial Crítica. Barcelona – España, 2002.
78
Muchos cientistas sociales fueron expulsados de la universidad, pero tal vez más cruel que el desamparo
económico, que aquello implicaba, fue la experiencia de exclusión social: ser marginal. Incluso quienes
continuaron en la universidad, se sentían condenados - virtual o explícitamente - al silencio.
79
Hasta 1980 hubo en Chile sólo ocho universidades, dos públicas y las seis restantes privadas, pero
financiadas por el Estado.
63
ideas se admita sin limitaciones de ninguna
especie, lo que equivale a instaurar un pluralismo
ideológico absoluto. Debo ser franco y categórico
para declarar que esto es radicalmente
incompatible no sólo con la actual situación de
emergencia del país, sino que con la esencia
misma del régimen nacido el 11 de septiembre de
1973, porque con el advenimiento de éste, el
pluralismo ideológico irrestricto y absoluto debe
entenderse como definitivamente abolido”.80
80
Citado en Brunner, José Joaquín. Informe sobre Educación Superior en Chile. FLACSO, Santiago de Chile,
1986, p 45.
81
Datos tomados de Brunner, José Joaquín y Barros, Alicia. Inquisición, mercado y filantropía. Ciencias
Sociales y Autoritarismo en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay. Santiago de Chile. FLACSO. 1987, cap.
V.
82
Sostengo que toda “crisis” representa oportunidades de reflexión para la acción que no cabe evadir, de
manera tal que, el sentido atribuido por Sonntag (1988) a la noción de crisis y a sus implicancias en tanto
64
claras y persistentes en el plano del desarrollo disciplinar (docencia e
investigación), cuyos principales síntomas fueron:
65
epistémicos, teóricos, metodológicos e ideológicos al interior de las disciplinas y
en el tratamiento multidisciplinario de los problemas. Ello no puede entenderse
sino en el contexto institucional nacional de libertades públicas y su reflejo en el
marco institucional universitario de libertad académica, todo lo cual permitía un
reclutamiento de personal académico dentro de un marco amplio de opciones
ideológicas y teórico metodológicas y, cuando ello no sucedía, la alternativa era la
creación de nuevas organizaciones académicas. 4º El desarrollo disciplinario e
interdisciplinario de las Ciencias Sociales en el marco institucional señalado,
permitió la creación de un circuito académico relativamente amplio y fluido y una
proliferación de publicaciones. Pese a la base predominantemente universitaria de
las Ciencias Sociales, otros dos circuitos las conectaban de algún modo con el
conjunto de la sociedad. Por un lado, la presencia de científicos sociales y los
productos de investigación en el debate nacional, principalmente a través de la
difusión en los medios de comunicación, los vinculaban a la “opinión pública”. Por
otro lado, los intercambios relativamente fluidos entre el mundo académico y las
organizaciones estatales, político partidarias y sociales y la presencia y
participación activa en el Estado y en partidos y organizaciones sociales de
sociólogos, economistas e historiadores, vinculaban a las ciencias sociales al
debate ideológico, político nacional, a proyectos y programas sociales nacionales
y sectoriales, y sobre todo al proceso de toma de decisiones. 5º Todo lo anterior
hace mucho más difícil una síntesis exacta respecto de los contenidos (matrices
teóricas, orientaciones analíticas, temas de investigación) predominantes en las
Ciencias Sociales hasta 1973, tanto por la variedad disciplinaria y
multidisciplinaria, como por la diversidad y amplitud organizacional y productiva,
como por la pluralidad de enfoques teórico-metodológicos dada la libertad
ideológica imperante. 6º El desarrollo de las Ciencias Sociales descrito obedece a
ciertas premisas no siempre explicitadas, me refiero a la legitimidad de la
reflexión sobre la práctica histórica de una sociedad y reconocimiento de un
espacio institucional y organizacional autónomo para ello. 7º En el marco del
contexto socio histórico que posibilita este desarrollo de las Ciencias Sociales,
creo pertinente mencionar al menos tres factores. En primer lugar, la correlación
entre un modelo de desarrollo, comúnmente denominado en jerga historiográfica
“hacia adentro”, un régimen político democrático estable y un proceso de
66
profundización democrática sustantivo, progresivo pero segmentado y
contradictorio, con creciente movilización de actores político sociales dotados de
identidad ideológica y orgánica. En segundo lugar, y en estrecho vínculo con lo
anterior, legitimidad generalizada de una ideología de cambios, aunque con
contenidos variables (reformas estructurales, transición al socialismo) y en tercer
lugar, importancia fundamental del Estado en el desarrollo económico y en las
diversas esferas de la vida social, al concebírsele como agente del desarrollo
económico y social. Estos elementos ayudan a no sólo comprender la expansión
de las Ciencias Sociales desde fines de la década del ’50 y especialmente
durante la segunda mitad de los ’60 y comienzo de los ’70, sino, a entender
algunos de los rasgos específicos que las caracterizaban hasta 1973.83
83
Señalo como textos de referencia para la elaboración del panorama de las ciencias sociales previo a 1973,
los artículos compilados por la CPU, en: Las Ciencias Sociales en Chile. 1983. Santiago de Chile, 1983;
Inquisición, Mercado y Filantropía. Ciencias Sociales y Autoritarismo en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay.
Brunner, José Joaquín y Barrios, Alicia. FLACSO. Santiago de Chile, 1987 y Las Ciencias Sociales en
Chile. Situación, problemas, perspectivas. Edición de la Academia de Humanismo Cristiano. Santiago de
Chile, 1982.
67
Católica de Chile con el fin de asegurar su autonomía académica y preservar un
clima de libertad intelectual para sus actividades. Se forma así primero la
Corporación de Investigaciones Económicas para América Latina (CIEPLAN) en
1976 y luego, un año más tarde, el Programa de Investigaciones
Interdisciplinarias en Educación (PIIE). Este último se asocia a la Academia de
Humanismo Cristiano.
84
La información ha sido registrada a partir de los datos obtenidos de los siguientes trabajos: Garretón,
Manuel Antonio. Op cit. y Brunner, José Joaquín. Centros Académicos Privados. Estudios Públicos Nº
19. Santiago. 1985, pp. 163-173.
68
tanto su estabilidad y permanencia se vinculaba a los nms, a los partidos políticos
y a experiencias alternativas de desarrollo.
85
Los datos los he recopilado de: Lladser, María Teresa. Centros Privados de Investigación en Ciencias
Sociales en Chile. AHC. FLACSO. CESOC. Ediciones Chile y América. Santiago de Chile, 1986. El
estudio constituye un notable esfuerzo por sistematizar la información correspondiente a las actividades
69
Efectivamente, los noveles sitios del saber sociológico impulsaron
fuertemente la investigación social en torno a ciertos temas, profundizando el
conocimiento disponible (know-how) y abriendo nuevas perspectivas para su
desarrollo. Lo anterior es particularmente cierto en el caso de un conjunto de
temas cuyo tratamiento fue abordado prioritariamente por estos nuevos lugares
del saber sociológico. Entre éstos es necesario poner de relieve los siguientes:
desarrolladas por los centros privados de investigación en ciencias sociales durante los años 1984 y 1985.
86
Jeffrey M. Puryear. Thinking Politics: Intellectuals and Democracy in Chile, 1973 – 1988. The Johns
University Press , Baltimore, Maryland, 1994.
87
En 1982, el “milagro económico” chileno dio paso a la peor crisis de la economía chilena en los últimos
cincuenta años. Ese año el PGB cayó en 14,4% y la tasa de crecimiento económico también fue negativa
para 1983 (-0,7%); la industria y la construcción registraron las tasas de crecimiento negativo de -21.1% y
-23,4% respectivamente. Para mayor información leer: Meller, Patricio. Un siglo de economía política
chilena. (1890–1990). Editorial Andrés Bello. Santiago de Chile. 1998, pp 198 – 233.
70
caracterizada por una progresiva apertura y liberalización política. La
reconfiguración parcial de un espacio público deliberante, como consecuencia
directa de esta liberalización, crea condiciones favorables para la emergencia de
nuevos centros alternativos de investigación social. Entre los variados centros que
se forman en este período merecen especial mención, por el aporte que desde
ellos se hará al conocimiento histórico, el Instituto de Estudios Contemporáneos
(IEC), creado en 1984 bajo el amparo de una fracción del Partido Socialista, y el
Centro de Estudios Latinoamericanos Simón Bolívar (CEL), formado en 1986 y
que tendrá una importancia no menor en la afirmación y desarrollo de un
pensamiento social latinoamericanista. Es importante señalar, por último, que a
partir de 1983 comienza a funcionar con cierta regularidad el Instituto de Ciencias
Alejandro Lipschutz (ICAL), ligado al Partido Comunista de Chile.
88
Esta área editorial se formó en Roma - Italia en 1974, y publicó durante 9 años la revista “Chile-América” que
tuvo importante acogida en la diáspora de los chilenos por el mundo, en esos años, al punto que la revista
llegaba a 66 países. Los fundadores de ella fueron: Bernardo Leighton, José Antonio Viera-Gallo, Julio Silva
Solar, y Esteban Tomic, con la colaboración periodística de Esteban Murillo. Una vez regresados del exilio, el
grupo editor, en 1984, se articuló como editorial de libros, llevando sus obras el nombre de Ediciones Chile-
América de CESOC, con lo que se estableció la vinculación, con el trabajo de los 10 años anteriores al
conservar el nombre de la revista.
71
Esta reducción cuantitativa y cualitativa de las ciencias sociales en el
ámbito institucional, fue acompañada de un proceso de desvalorización de éstas,
pero también de cambios importantes en su contenido. Efectivamente, la
tendencia consistió en abandonar marcos teóricos, áreas y temáticas de
investigación relevantes, que se consideraban conflictivas para el régimen; y se
privilegio en cambio proyectos de investigación que respondían a la visión oficial,
a las demandas del mercado, formado por las empresas y el Estado o,
simplemente, que se consideraban neutros. Incluso este desmedro de la reflexión
en asuntos sociales y políticos en la Universidad y en el cultivo de las disciplinas
respectivas fue puesto de relieve en su momento por el CEP, como la justificación
de su trabajo en este campo. El CEP es un centro de estudios privados, vinculado
a un importante grupo económico (El grupo Matte), y con estrechos vínculos con
conocidas instituciones conservadoras extranjeras como la Sociedad Mont
Pèlerin89 que promueve permanentemente a través de Seminarios nacionales e
internacionales y de sus publicaciones el pensamiento económico y político liberal
de personalidades como Hayek, Friedman y Tullock.
89
La creación en 1947 de la Sociedad de Mont Pèlerin, fue iniciativa de Friedrich Hayek quien convoco a las
más prominentes figuras conservadoras del momento (postguerra) alineadas contra el Estado de Bienestar y el
comunismo internacional. A ella asistieron Milton Friedman, Ludwig Von Mises, Kart Popper, Walter
Lippman, entre otros. Para mayor información véase: Anderson, Perry (1995), quien nos indica que la
Sociedad “desafiando el consenso oficial de la época, argumentaban que la desigualdad es un valor positivo
[en realidad imprescindible en sí mismo] de la que precisaban las sociedades occidentales”. p 8.
72
cualquier costo con el fin de homogeneizar la investigación y la docencia en torno
a una determinada visión o escuela. Más bien lo que hubo fue el desarrollo de
cierta inercia o normalidad institucional que prolongo sin grandes y traumáticos
cambios el quehacer del período anterior a la intervención militar de las
Universidades. Incluso, en contados casos podemos hablar de cierto florecimiento
de la disciplina, como se puede apreciar a partir de algunas publicaciones,
durante los primeros años de la década del ’80, no obstante ello se explica sólo
en parte a la labor propia de institutos universitarios. La publicación de algunas
historias generales de Chile, como las de Gonzalo Vial o de Sergio Villalobos,
profesores por aquel entonces del ex Pedagógico el primero y de la Pontificia
Universidad Católica el segundo; las publicaciones sobre historia del ICHEH; los
Seminarios sobre historia chilena contemporánea organizados por centros de
estudios extrauniversitarios como FLACSO, CIEPLAN y VECTOR, o por la CPU,
en los que participaban profesores universitarios, son ejemplos palpables que al
menos un espacio de resiliencia intelectual quedaba.
90
Utilizo el término “progresista” con la cautela que dicta su carácter controvertido en el debate de las
ciencias políticas contemporáneas. Este término generalmente designa en la literatura politológica la
postura humana de optimismo respecto a las posibilidades de avance, adelanto, desarrollo y
perfeccionamiento de la sociedad. El término implica vocación de mejoramiento social y de lucha por la
superación de las trabas que lo detienen. Fe en el progreso. El enciclopedismo francés fue, en el siglo
XVIII una intensa profesión de fe en el progreso ilimitado de las ciencias, las letras y las artes, desligadas
ya de las ataduras del dogma. Era la confianza ciega en las posibilidades de la razón como el motor del
progreso humano. Durante el siglo XIX el concepto de progresismo estuvo principalmente ligado con el
de libertad. Progresista era el que amaba la libertad y luchaba por su consolidación en la sociedad. En la
segunda parte del siglo XIX, bajo la influencia del darwinismo, el progreso se fundó en la evolución de la
sociedad y en su adaptación a la naturaleza. Posteriormente en los tiempos en que se instaló el clivaje de
clase en la política contemporánea, al concepto se lo vinculó con nuevas metas humanas, el progresista,
esta vez, era el que luchaba por la justicia social. Más tarde, en tiempos de “Guerra Fría” el término
estuvo referido a los de izquierdismo y vanguardismo, auque sin las connotaciones radicales que estos
conceptos alojaban. En efecto, “las personas e ideas progresistas al favorecer el cambio, el adelanto
social, buscan eliminar los efectos de una sociedad injustamente organizada para reemplazarla por
73
de generar diversos espacios de encuentro y colaboración. Fruto de esos
esfuerzos son las ya míticas reuniones anuales de historiadores realizadas en
FLACSO y en la Academia de Humanismo Cristiano a partir de 1983 y conocidas
bajo el nombre de Encuentro de Historiadores. Fruto de esas reuniones es
también el Boletín del Encuentro de Historiadores (1984-1987) que se publica
bajo el auspicio de FLACSO91, y que sirve de soporte textual a las actividades del
Encuentro.
74
posibilidad de una (re)fundación epistemológica de las practicas escritúrales
internas al campo de las historiografía popular nacional del período.
75
izquierda abocada al estudio del proceso político chileno, sino que, a su vez, a
través del espacio de debate crítico y formativo que favorecía, se mostró capaz de
establecer las condiciones de posibilidad y de producción de una nueva
comunidad historiográfica alternativa cristalizada en las reuniones del Encuentro
de Historiadores Jóvenes.
76
La (in)visibilidad de los nuevos movimientos sociales.92 (nms):
92
“Los movimientos sociales son actividades organizadas y de larga duración con el fin de promover o
preservar algunos elementos de la sociedad pudiendo producir formas de cambio social. Se distinguen de
otras formas de conductas colectivas por una combinación de tres características: 1º poseen un alto nivel
de organización interna; 2º presentan una duración relativamente duradera; y 3º conllevan un intento
deliberado de cambiar o transformar sustancialmente una parte o la totalidad de una sociedad.” En:
Introducción a la Sociología. Gilbert Ceballos, Jorge. Lom Ediciones. Santiago, 1997; pp 478 a 486.
93
Puesta de relieve por uno de los más emblemáticos exponentes del saber sociológico, al sostener que “el
año 1983 marcó la división de las aguas en la historia del régimen. La crisis económica golpeó con gran
fuerza en el momento en que el lento y desigual proceso de adaptación y desarrollo de la sociedad civil
alcanzó madurez y tomó una forma públicamente visible … La aparición pública de la oposición, sus
nuevos agrupamientos con raíces más profundas, la irrupción de un movimiento masivo de
descontento y protesta, y la adopción por el régimen de una estrategia política para contrarrestar esas
tendencias: todos esos eran nuevos desafíos que se le planteaban a la oposición”. La evolución política del
régimen militar chileno y los problemas en la transición a la democracia. Manuel Antonio Garretón. En:
Transiciones desde un gobierno autoritario. O’Donnell. Schmitter y Whitehead. Editorial Paidós.
Volumen 2. América Latina p. 180.
94
Entendida convencionalmente, a saber, como un proceso conformado por un "intervalo que se extiende
entre un régimen político y otro". (O´Donnell y Schmitter, 1994: 19).
77
¿Cómo explicar una transición que en su materialización, en su
retorno a la democracia, no cuenta con movimientos sociales que la
nutran?
Hacia finales del siglo XIX, las viejas interpretaciones ideológicas96; al modo
de Tocqueville97, dan paso a otras perspectivas renovadoras, influidas esta vez
por la psicología – y el psicoanálisis - como la teoría del contagio emocional, y el
estudio del comportamiento de las masas, cuya irrupción en la política levantó una
mezcla extraña de esperanza, miedo y asombro, desplazando, en gran medida, al
de las élites intelectuales de los movimientos.
95
Un interesante punto de vista al respecto, desde la teoría de la historia, puede leerse en: Fontana, Josep.
Análisis del pasado y proyecto social. Crítica. Grupo Editorial Grijalbo. Barcelona. 1982.
96
Ideológico en el sentido de los entendimientos que legitiman la forma que adopta el orden social predominante.
97
Léase Tocqueville, A. de. El Antiguo Régimen y la Revolución. Editorial Siglo XXI, Madrid, 1968. (texto
escrito originalmente en 1856)
78
En los albores del siglo XX y de la mano de la psicología
conductista, del funcionalismo, del marxismo, y de la historia económica - social,
los procesos estructurales - cambios sociales y económicos - y los psicosociales -
teoría de la privación relativa98 - representaron sendos avances en el
conocimiento del comportamiento colectivo.
98
Las teorías de la privación relativa intentan explicar las causas del sentimiento de descontento o
insatisfacción, que eventualmente puede conducir a la acción colectiva. Una primera formación la
encontramos en Stouffer (1949), al que siguieron las observaciones de Merton y Kitt (1950). Esta
formulación inicial de privación relativa o comparativa, sostiene que las personas evalúan lo que tienen,
es decir, sus propios logros, en relación con sus grupos de referencia; que son el patrón con el que
comparan lo que creen que, en justicia, deben tener. Si obtienen menos de lo que esperan, lo consideran
injusto y cunde entre ellos el descontento.
99
Según el enfoque racional de Olson (1965), la acción colectiva no se debe fundamentalmente a agravios o
sentimientos de injusticia compartidos, sino más bien a otras razones: primera, que la gente se mueve en
función de su propio interés, de manera que actuará colectivamente si posee incentivos selectivos, es
decir, que repercuten en beneficio exclusivo de los participantes; y, segunda, que, teniendo en cuenta que
por todas partes existe una gran variedad de intereses e injusticias de las que podría protestarse, ambas
cosas pueden ayudarnos a delimitar entre qué grupos existe más probabilidad de que surja la
movilización, pero no nos ayudan a predecir qué grupos potenciales se movilizaran en mayor o menor
grado.
79
estructurales, muy influidas por la psicología constructivista y, en general, por el
creciente desapego hacia las técnicas cuantitativas y los análisis estructurales, es
la llamada teoría de las identidades colectivas100, que convierte a la cultura y las
formas de sociabilidad, al nivel emotivo-vivencial, si se prefiere, concretadas en la
construcción de determinados marcos interpretativos, en el eje explicativo central.
100
Tajfel (1981) propuso una teoría de las relaciones intergrupales a partir de unos estudios sobre la
naturaleza de la conducta grupal que pusieron de manifiesto que los individuos cambian su forma
ordinaria de actuar cuando se sienten miembros de un grupo. Sus estudios demostraron que basta la mera
asignación de un individuo a un grupo o categoría social, para que surja un tipo de comportamiento
nuevo, no impulsado por motivos personales sino por el deseo de favorecer los intereses del grupo del que
se siente miembro. Tajfel considera que todo miembro de una minoría tiene una identidad social, es decir,
un conocimiento que pertenece a ciertos grupos junto con un significado emocional y valorativo que
asocia a dicha pertenencia. Ahora bien, todo individuo y todo grupo busca una identidad positiva, es
decir, una forma de logar y conservar la estima propia, una manera de afirmar una imagen tan favorable
como sea posible. ¿Cómo es esto posible en el miembro de una minoría dado que es despreciado
precisamente por pertenecer a ella? Tajfel responde a la interrogante señalando que la minoría
despreciada puede encerrarse en si misma creando una minicultura en el seno de la cual tiene un sitio
digno y no es despreciado … o bien puede pasar a la acción creando un movimiento social.
80
Unidos donde se desarrollan luchas por la ampliación de la ciudadanía y por los
derechos civiles de las minorías.
101
Uno de los análisis más interesantes y lucidos de la transición política chilena a la democracia lo realiza
Oscar Godoy (1999), ex director del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de
Chile. El autor sostiene que la transición chilena fue pactada. Y que el pacto de transición es expreso en
todo lo que se refiere a los acuerdos convenidos entre la dictadura y la oposición para reformar
(parcialmente sin tocar sus cimientos) la constitución de 1980 y plebiscitados en 1989. A estos efectos
analiza las dos concepciones de democracia que sustenta uno y otro actor - protegida y representativa-, el
proceso de configuración de los actores pactantes, el desarrollo de las negociaciones y su culminación en
el plebiscito referido. Sostiene, además, que hubo un pacto tácito, que involucro la aceptación por la
oposición de la inclusión de las Fuerzas Armadas en el proceso político, el fuero parlamentario del
general Pinochet y la intangibilidad de la ley de amnistía, decretada por los militares. El paréntesis en
cursiva es mío y no corresponde a la interpretación del autor del artículo.
81
respuestas dadas por la teoría social, no fueron ni han sido las más adecuadas,
no obstante, han resultado política y “consensualmente” eficaces102.
102
Empleo el término "eficacia" a lo largo de la presente investigación para referirme a resultados de
acciones premeditadas, congruentes con la intencionalidad de esas acciones, a saber, que contribuyan a
implementarla y a asegurar el fin del propósito buscado o al menos que tiendan a ese logro.
103
Conmueve el relato – basado en los testimonios verbales de los pobladores y pobladoras de Lo Hermida -
que dos observadores externos (un sociólogo y un antropólogo) realizan de los acontecimientos de la
época. “Era el 11 de Mayo de 1983, en Lo Hermida; una de las poblaciones de la periferia de Santiago, no
lejos de la circunvalación Américo Vespucio, al pie de la cordillera. Caía la tarde. Todo el mundo estaba
en casa, viendo la televisión o escuchando radio Cooperativa, la más conocida radio de oposición.
Muchos esperaban tensos, impacientes. La incógnita que rondaba era si el llamado a protestar ese día,
lanzado por el Congreso de Punta de Tralca de la CTC, sería efectivamente respaldado por la población.
Más aún cuando Rodolfo Seguel, presidente de la Confederación, había renunciado al llamado inicial a
una huelga general. Una intensa campaña de prensa, unida al cerco militar que se tendió alrededor de los
campamentos mineros de Chuquicamata y El Salvador, parecía haberlo doblegado. Recuperando su
imagen, abandonó el llamado a huelga, pero optó por una solución alternativa y nueva: flexibilizar las
formas de acción y llamar a una jornada general de protesta. Las consignas eran simples. Se trataba de
participar colectivamente en un conjunto de gestos no habituales: no enviar los niños a la escuela, volver
a la casa a las dos de la tarde, conducir los vehículos lentamente y, sobre todo, a las 8 de la noche, apagar
las luces y hacer sonar las cacerolas…… ¿Engancharía la gente? …… En Lo Hermida, seguro, …… Lo
asombroso se produjo sobre todo en los sectores residenciales donde el caceroleo alcanzó proporciones
inesperadas. En los pasillos la gente conversaba, sorprendida, estupefacta de encontrarse como arrebatada
por un mismo movimiento, descubriendo complicidades insospechadas. No sólo compartía el descontento
sino que además lo manifestaba públicamente. En tanto, la dictadura parecía desconcertada. Por primera
vez, el muro de silencio y de temor se derrumbaba, de un lado a otro de la ciudad”. En: Los Movimientos
Sociales en Chile. 1973 – 1993. Guillaudat, Patrick y Mouterde, Pierre. Lom Ediciones. Santiago de
82
pluralidad se torna problemática para el modelo neoliberal económico y cultural
que la transición chilena asumió como propio. La administración, profundización y
continuidad del modelo requería de una operación de disciplinamiento de la
sociedad civil. Es lo que intento demostrar en los capítulos siguientes. Durante la
dictadura irrumpió un vasto y complejo movimiento social, con base territorial en
las poblaciones populares, notablemente diversificado en sus expresiones
organizativas y en su acción colectiva: ollas comunes, comunidades cristianas de
base, comités de allegados, comités de derechos humanos, talleres culturales de
mujeres, mujeres temporeras104, grupos de salud, grupos juveniles y culturales,
entre otros. Esta base organizativa, constituidas en verdaderas estrategias de
sobrevivencia, se masificaron y movilizaron en las llamadas jornadas de protesta
nacional entre 1983 y 1986. Las estrategias performativas que adoptaron los
diversos grupos de pobladores durante las protestas nacionales, llevaron a los
actores políticos a interpretaciones divergentes, mientras unos desconfiaban del
radicalismo e inorganicidad que exhibían; otros apostaron a convertirlos en punta
de lanza de un movimiento insurreccional. Los cientistas sociales también se
dividieron entre los que sólo vieron en esos grupos “anomia”105, “retraimiento
comunitario” y “disolución social” y quienes percibían el surgimiento de nms,
viendo en ellos la ruta para la profundización de las demandas democráticas.106
83
el itinerario de los transitologos. Ya en el período posterior al plebiscito de 1988 se
pudo constatar una importante desmovilización de las organizaciones y una
evidente falta de orientaciones claras.
84
La movilización antiautoritaria a partir de febrero de 1988 – instante
en que los partidos políticos que formaban la Concertación firmaron un pacto
solemne, en virtud del cual junto con aceptar el itinerario de la Constitución del
’80, que hasta entonces impugnaban, se comprometían a realizar una campaña
unitaria por el NO – no se efectuó fuera, sino desde el interior de la
institucionalidad creada por el régimen militar. “El espacio en que se desarrollo - la
campaña entorno al plebiscito - fue organizado por el gobierno [militar], y
respetado escrupulosamente por la oposición. Gobierno y oposición, en suma,
parecen haber concordado tácitamente en que el plebiscito era la arena donde
debía resolverse un conflicto político que ponía en riesgo el futuro de la
modernización en curco.”108
108
La cita reproduce (salvo el corchete que es mío) la opinión de uno de los intelectuales más influyentes de
la Concertación en esa etapa de nuestra historia nacional. Tironi, Eugenio. El Régimen Autoritario. Para
una sociología de Pinochet. Dolmen Ediciones. Santiago, 1998, p 136.
109
Al respecto Lechner nos recuerda lucidamente que “La modernización actual se apoya en un vasto
proceso de privatización. Privatización de las empresas productivas, y también de lo servicios públicos;
privatización de la educación, instancias típicas de integración social. Esa contracción drástica del espacio
público en tanto espacio compartido provoca otros procesos de privatización. Expulsada del espacio
público, la gente se vuelca a lo privado y a lo íntimo. El auge de tal cultura del yo expresa una
privatización de actitudes y conductas, propia de una sociabilidad de mercado”. De este modo, el gran
enemigo común de la gente es la inseguridad, en sus distintas manifestaciones: precariedad laboral,
precariedad del ingreso, temor a la delincuencia y a la criminalidad en las calles y el angustiante sentido
de vulnerabilidad; todos síntomas de los miedos sociales. Lechner, Norbert. Los Patios Interiores de la
Democracia. Subjetividad y Política. Fondo de Cultura Económica. Santiago. 1990. Leer: capítulo IV.
Hay gente que muere de miedo; pp 87 a 101. Para mayor información sobre la noción de seguridad,
remitirse a: “Informe Desarrollo Humano en Chile. 1998. Las Paradojas de la Modernización”. Elaborado
por el PNUD. Particularmente interesante es el capítulo 10. “La Seguridad Humana en Chile.”
85
los lazos colectivos y comunitarios. Al respecto un notable trabajo de
investigación realizado por Sur Consultores arroja resultados inquietantes que
reflejan las tensiones y los desencuentros en el espacio público del Chile actual.
Los antecedentes de la investigación indican que “Santiago es una ciudad de
habitantes con temor y que el aumento de la percepción de inseguridad de sus
habitantes contrasta con que las tasas de victimización se hayan mantenido más
o menos constantes en los años que precedieron a la encuesta”; realizada entre
noviembre de 1996 y marzo de 1997. “El temor se relaciona con el abandono del
espacio publico físico y sociopolítico, así como en el refugio en los espacios
privados. La actitud de resolver los conflictos por medios no pacíficos es alta y se
asocia, en mayor medida, con la inseguridad, la actitud negativa hacia la
democracia y la falta de expectativas con el futuro del país.”110
110
En: Temas Sociales. Nº 26. Agosto de 1999. Boletín del Programa de Pobreza y Políticas Sociales de Sur.
Centro de Estudios Sociales y Educación.
111
Los centros académicos alternativos – otrora reductos del pensamiento crítico – durante los últimos
dieciséis años han sufrido la diáspora de sus miembros cooptados por puestos de gobierno, debiendo
resistir con cada vez menos financiamiento externo, o teniendo que convertirse en consultoras privadas
que operan con lógicas de mercado y fondos concursables. Por otra parte, resulta sintomático que
prácticamente todos los medios de comunicación escrita que emergieron durante la dictadura en la década
de los ’80 desaparecieron, es el caso de los diarios: Fortín Mapocho, La Época y las Revistas Análisis,
Apsi, Cauce, Hoy y Página Abierta, entre otras.
86
movimientos de inquilinos y las tomas de tierra, se habían dado siempre bajo los
auspicios de, sobre todo, los partidos socialista, comunista y demás partidos más
pequeños de izquierda, fenómeno al que se agregaron también los
democratacristianos a partir de los años sesenta, asumiendo un papel importante
en la movilización social. Los partidos ofrecían apoyo político y ayuda
organizacional, jurídica y a veces también financiera, y a cambio exigían adhesión
y disponibilidad en acciones propagandísticas y en las opciones estratégicas y
tácticas. Un complemento a esta influencia de los partidos políticos era el fuerte
enfoque hacia el Estado en prácticamente todas las movilizaciones sociales. Los
partidos funcionaban como intermediarios, brokers, frente al Estado. A su vez, el
Estado tenía carácter "de compromiso", y en principio se dejaba apelar por su
responsabilidad hacia la nación y el bienestar de todos los chilenos, a pesar de
que frecuentemente se aplicaban, como hecho natural, estrategias de represión,
cooptación y manipulación. No obstante, para muchos movilizadores, el Estado
seguía siendo el blanco principal y, frecuentemente, se le responsabilizaba del no
cumplimiento de las obligaciones que se le atribuían, o se le consideraba el
vehículo más apropiado para la integración y la movilidad sociales. Un efecto
lateral de este estatismo era el integracionismo graduado de los pobres. A pesar
de la asesoría ideológica de los partidos políticos, las mayorías le daban más
importancia a la movilidad social que a las reformas políticas.
87
hombres sino las mujeres quienes jugaban el papel principal en esta nueva forma
de organización,112 seguidas por los jóvenes pobladores. Las profundas
transformaciones socioeconómicas impuestas por la dictadura llevaron a las
mujeres a jugar un papel económico y social mucho más importante que en el
pasado. “Fueron ellas, sobre todo, las que animaron las organizaciones populares
solidarias en los primeros años de dictadura; las que, patrocinadas por la Iglesia,
se esmeraban por aportar una ayuda mínima a los más desposeídos de los
barrios populares a través de las ollas comunes, los comedores infantiles, los
grupos de autoayuda, etc. Más tarde, serían ellas también quines tomarían a su
cargo las organizaciones reivindicativas de barrio como los comité sin casas, de
derechos humanos, etc. Que florecieron en el momento de las protestas,
dándoles la amplitud y fuerza que llegaron a alcanzar”.113 La comunidad, el grupo
de iguales y la solidaridad en pequeña escala jugaban un papel más importante
en estas organizaciones que la efectividad política, las concesiones de las
autoridades o la cuota de poder.
112
Véase: Espacio y Poder, los pobladores. colectivo de autores. Santiago. FLACSO, 1987. Destaco el
artículo de Valdés, Teresa. Ser mujeres en sectores populares urbanos, pp 203 a 258. Otro texto ilustrador
es el de: Valenzuela, María. La mujer en el Chile militar. Santiago. Ediciones Chile y América – Cesoc-
Achip. 1987, pp 127 a 138.
113
Guillaudat, Patrick y Mouyerde, Pierre. Los movimientos sociales en Chile. 1973 – 1993. Lom Ediciones.
Santiago, 1998, p 121.
88
la autogestión y la participación activa. Parecía que se trabajaba en pleno en los
bloques de construcción de una "democratización desde abajo".
89
Finalmente, sin embargo - no voy a profundizar aquí en todos los
acontecimientos y desarrollos que llevaron a ese resultado -, ocurrió exactamente
lo contrario. Pinochet abandonó el campo después de dos mediciones de fuerza
electorales (1988 y 1989), que fueron ganadas por la oposición baja la dirección
de los antiguos protagonistas políticos: los partidos. El presidente elegido, Patricio
Aylwin, que ya había sido presidente de su partido antes de 1973, simbolizaba
decididamente el retorno de los patrones y corifeos de antaño. La coalición de
partidos de centro y moderadamente progresistas dio cuerpo a la transición
democrática de una manera típicamente chilena, "a la antigua", y aunque en su
discurso planteaba la "renovación desde abajo", que según muchos estaba
incorporada en las organizaciones informales, emprendió enérgicamente el
restablecimiento de las formas políticas de antaño. Esto causó la decepción
inmensa de muchos miles que habían esperado otra democratización, y que
habían mirado con muchas expectativas hacia las organizaciones y/o habían
estado muy activamente involucrados con ellas. Se oyeron reproches dirigidos a
los "institucionalistas", léase el grupo que incorporó la "democratización
meramente formal". Sin duda había mucha verdad en las acusaciones de que las
fuerzas políticas renovadoras fueron desviadas a un carril lateral, y que detrás de
la democratización "ordenada" en Chile había un juego de negociaciones opacas
entre los militares en el poder y los políticos tradicionales.
90
expresaban al "hombre nuevo" pero que parecen haberse fundido como la nieve
ante el sol. ¿Dónde están los efectos, las consecuencias, dónde está la cosecha
de esos procesos de enseñanza y concientización?
91
este análisis, simplemente no hubo potencial o posibilidad para hacerlo de otra
manera.
92
Comunidad epistémica, disciplinar, generacional y política.
Willy Thayer.
El pasaje zurdo del rostro.
93
¿Será cierto que los distintos aportes y debates ya no dan cuenta de
nuestra realidad?, ¿Qué no podemos rescatar de ellos elementos para
comprenderla y que las categorías que ocupamos ya no tienen rendimiento
explicativo? ¿Tiene sentido ese debate? ¿O será por el contrario, que estamos
planteando erróneamente el problema?
94
preguntar permanentemente, porque es sobre la que construimos cada día. De
este modo desaparecen del tapete preguntas básicas: ¿quién está en crisis, la
ciencia o los intelectuales?; si preguntamos ¿desde cuándo?, habrá que saber
respecto a qué momento; ¿cuál es la diferencia en relación con ese otro tiempo?,
¿cómo producían otros?; y si tuvo y tiene capacidad explicativa ¿qué es lo que
caracteriza y caracterizó el quehacer de esos intelectuales?, ¿quienes son los que
han perdido dicha capacidad?; ¿qué sucedió en la realidad latinoamericana y
local de los últimos decenios para que cierto tipo de intelectuales vinculados al
campo de las ciencias sociales y humanidades hayan dejado de dar cuenta de las
grandes problemáticas regionales?; ¿qué rol están cumpliendo las otrora
“universidades públicas”, acechadas por la eficiencia neoliberal, de cara a esta
situación de crisis?, ¿quién y cómo se forma a las nuevas generaciones de
intelectuales?
95
Otra de las razones que están a la base de la perspectiva que he
elegido para desarrollar esta tesis centrando mi interés en los intelectuales, se
debe a que, hoy por hoy representan el pensamiento dominante de quienes están
en las esferas del poder; permeando todos los ámbitos de la vida nacional: las
universidades, los mass media, los nuevos estilos empresariales, y sobre todo
como consejeros de la clase política. A tal punto, que incluso podemos establecer
una correlación entre el pensamiento y el discurso de los intelectuales
“renovados” y el proyecto de refundación neoliberal hoy dominante. Esta
correlación no responde a la casualidad. La supervivencia durante casi tres
decenios del proyecto neoliberal jamás hubiese sido factible sin la contribución de
los intelectuales renovados a la legitimación del orden conservador actual.
96
ocurre con los ministerios, el Congreso, los partidos, los sindicatos y los medios
de comunicación”.114
114
José Joaquín Brunner. “Paradigmas sobre utilización del conocimiento producido por la investigación
social”, Santiago de Chile, FLACSO. En: Antonio Camou, “Los Consejeros del Príncipe: Saber técnico y
política en los procesos de reforma económica en América Latina”. En Nueva Sociedad, Nº 152,
Caracas, Venezuela. 1993, p 9.
115
Publicada en español en 1989 por la editorial Paidós. Argentina. No se han publicado desde entonces
trabajos de dimensiones comparables sobre las transiciones: más de 700 páginas, cuatro volúmenes, tres
prominentes editores y veintidós acreditados autores. Apareció por primera vez en inglés: Transitions
from Authoritian Rule. The Johns Hopkins University Press. 1986.
116
El mismo O’Donnell admite el enfoque procesualista y politicista que vertebraba su investigación,
señalándonos que “se ha criticado (injustificadamente según el autor) el énfasis de mi trabajo con
Schmitter, en decisiones y alianzas políticas y en la gran incertidumbre que rodea las transiciones, con
descuido de factores más estructurales y de largo plazo …… quiero señalar que, en esa época (segundo
quinquenio del ’80) el logro de una democracia política aparecía tan inmensamente importante que
97
transición están determinados por la acción política de los actores políticamente
relevantes. En este sentido, las investigaciones académicas que comienzan a
circular adhieren a los análisis que, desde la ciencia política, postulan un margen
de libertad de acción a determinados actores por encima de las condicionantes de
carácter estructural. Por tal razón, y en lo que respecta a la dimensión específica
de los actores políticos, los análisis sobre las transiciones generalmente se
estructuran, en torno a tres ejes temáticos: el primer tema está relacionado con la
necesidad de definir quienes son aquellos que, con su acción política, intervienen
en forma directa en las transformaciones consideradas (Fuerzas Armadas,
partidos políticos, etc.). El segundo eje temático se orienta a identificar el proceso
seguido para la reproducción de sus estrategias políticas (negociación, pactos,
etc.) Por último, el tercer eje, se orienta a reconocer los hechos políticos a través
de los cuales los actores evidencian tanto sus estrategias políticas, como los
recursos de poder disponibles (constitución, elecciones libres, etc.).
quisimos concentrarnos en los factores y procesos políticos y sociales que podían conducir con la mayor
celeridad a ella”. Los paréntesis son míos. En: O’Donnell, Guillermo. Contrapuntos. Ensayos escogidos
98
Cuando O’Donnell, Schmitter y Whitehead (1989) plantearon el
escenario por el que estaba atravesando América Latina en el decenio de los
años ochenta, la democracia quedó despojada de las reivindicaciones sociales y
económicas que la han caracterizado históricamente.117
99
ex Presidente, por aquel entonces ex Senador de la República sostuvo que lo
primero para buscar una salida “es dejar de lado la disputa sobre la legitimidad del
régimen y su Constitución ( …… ) Yo la creo ilegitima, pero no puedo pretender
que el General Pinochet lo reconozca ni él puede exigirme que yo la reconozca
cono legitima. La única ventaja que él tiene sobre mí es que esa Constitución está
rigiendo. Es un hecho, y lo acato”.119 Luego plantea la necesidad de: “eludir
deliberadamente el tema de la legitimidad”120 para que “hagamos un esfuerzo en
buscar coincidencias para llevar al país a la normalidad democrática”.121
Aylwin dio otro paso premonitorio al señalar que, pese a creer “que
una Asamblea Constituyente es el mejor procedimiento para elaborar una
Constitución democrática ( … ) es evidente que en las actuales circunstancias no
resulta viable”.122 Y habló de explorar otros caminos, para introducir “muchas e
importantes modificaciones a la Constitución”.123
100
demostrando ante la ciudadanía el peso de las normas jurídicas para enmarcar
los procesos políticos”.125
125
Idem.
126
Idem.
127
Patricio Aylwin se desempeñaba por aquel entonces como uno de los vicepresidentes del PDC,
representando a la tendencia de los llamados “guatones”, en una mesa presidida por Gabriel Valdés, líder
de la otra ala demócrata cristiana más rebelde, la de los llamados “chascones”. Cabe destacar que ni las
opiniones ni la persona de Patricio Aylwin tenían en aquel momento mucha audiencia en el partido.
Francisco Cumplido (destacado jurista) y Gutenberg Martínez (operador político) organizaron el
seminario, entre otras razones, para darle una plataforma en que expresara sus ideas respecto a la
101
de una Asamblea Constituyente. Tal vía era la reclamada por Valdés desde la
Alianza Democrática y por ella se estaba peleando en las protestas. Pero el ex
senador creía que esa actitud era poco realista. Estimaba conveniente el camino
de hacer profundas reformas a la Constitución del ’80, donde se podrían poner de
acuerdo adversarios y también algunos partidarios del régimen. La afirmación
resultaba sorprendente – en ese instante - en un hijo y hermano de juristas como
Patricio Aylwin, integrante ilustre del Grupo de los 24, importante colectivo que
había hecho en plena dictadura una propuesta de Carta Magna para Chile y que
había sometido a una crítica demoledora la Constitución del ’80.
transición.
128
Tomo prestada la expresión “primera generación” de Moisés, Álvaro. Entre la incertidumbre y la tradición
política. Una crítica de la primera generación de estudios sobre la transición. Revista de Ciencias
Sociales. Universidad Nacional de Quilmas. Buenos Aires. Noviembre de 1995.
129
O’Donnell, Guillermo. “Latin America”. En: Political Sciencie and Politics. Washington, diciembre de
2001.
102
Echevarría. Lo social y la política serían desde entonces consustánciales a las
ciencias sociales y a los académicos latinoamericanos.
130
Por ejemplo Manuel Antonio Garretón y Tomás Moulian recopilan materiales del período de la Unidad
Popular hasta el golpe y realizan una cronología de acontecimientos políticos, ensayando las posibles
causas que condujeron al golpe de estado. Véase: Garretón, Manuel Antonio. Continuidad, ruptura y
vacío teórico ideológico. Dos hipótesis sobre el proceso político chileno. 1970 – 1973. Revista Mexicana
de Sociología. 1977; Garretón, Manuel Antonio y Moulian, Tomás. La Unidad Popular y el conflicto
político en Chile. 1970 – 1973. Ediciones Minga. Santiago de Chile. 1983.
103
los socialismo reales y encaran el desafío que va a significar el modelo tanto en el
ámbito teórico como en su proceso de implementación. Formaban parte de este
grupo intelectuales tales como: José Joaquín Brunner, Enrique Correa, Angel
Flisfisch, Manuel Antonio Garretón, Norbert Lechner, Tomás Moulian, Eugenio
Tironi, entre otros.
104
Asimismo, es preciso reconocer que más allá de la intervención en
los debates en curso, cada uno de los intelectuales guardó especificidades en el
tipo de intervención realizada, la que se caracterizó por las elecciones
intelectuales propias y por los contextos en los que estaban insertos. A modo de
caracterizar las trayectorias particulares es posible sostener que Manuel Antonio
Garretón, elabora una vasta producción con la que interviene en los procesos
teóricos que van desde el autoritarismo y la revolución hasta la democracia y la
transición.
105
para teorizar y pensar el cambio político. La introducción del pacto y de las reglas
del juego, también hacen que la democracia procedimental se separe de la
sustantiva en el sentido de un proyecto diferente. La última cede la trascendencia
de sus posibles causas, relega las acciones conducidas de acuerdo a mandatos
en la que los sujetos son guías ejemplares, abandonando la idea de
imprevisibilidad de las acciones y de cambio radical para que la segunda, se vista
de actores racionales, acciones estratégicas y consecuencias previsibles. Esta
distinción se agudiza en tanto que la institucionalidad democrática hace posible su
convivencia con el sistema capitalista, en el cual el socialismo sólo se incorpora
como un posible proyecto de profundización del conjunto de rutinas institucionales
recurrentes. En efecto, a pesar de los múltiples significados que en el cruce entre
las décadas se le atribuyen a la democracia, ella comienza a ser pensada como
un espacio institucional, reglado, consensuado y previsible.
106
bueno que haya luchas y sus consiguientes
conflictos por la ciudadanía civil y social, tal como
las hubo, y en buena hora, por la conquista de la
ciudadanía política”. (O’Donnell, 2001:1-2).
Tal cual lo indica el informe del PNUD del 2004132, América Latina
presenta una extraordinaria paradoja. Por un lado, la región puede exhibir con
orgullo, el predominio por primera vez en su historia de más de dos décadas de
gobiernos formalmente democráticos. Por otro, persisten severos problemas
sociales. Se mantienen profundas desigualdades, existen serios niveles de
pobreza, el crecimiento económico ha sido insuficiente y ha aumentado la
insatisfacción ciudadana con sus democracias. En este contexto el cinismo se
articula gramaticalmente a partir de los mismos elementos formalistas y
reformistas del decenio de los ochenta. Así, en el mismo documento, O’Donnell
comenta: “¿es posible la democracia sin un mínimo bienestar social? Yo creo que
es posible y la experiencia de América Latina lo ésta demostrando. Tenemos
regímenes democráticos que coexisten con grados tremendos de desigualdad y
131
Para muestra resulta interesante repasar los conceptos de gravitante actualidad, que formuló Juan
Somavía, Director de la OIT, en el reciente Encuentro Anual de la Empresa – ENADE 2007, celebrado
en los primeros días de diciembre, al expresar que “crecer primero y distribuir después no funciona”. En
ese sentido subrayo, que el concepto de trabajo decente, que preconiza la OIT, “es nuestra respuesta
productiva a la interrogante sobre como se conjuga la naturaleza económica y productiva del trabajo con
su papel en la sociedad”. Diario electrónico El Mostrador. cl. Artículo: Crecer primero y distribuir
después no funciona, según director de OIT. 04 de Diciembre de 2007.
132
La Democracia en América Latina: Hacia una democracia de ciudadanas y ciudadanos. PNUD. 2ª
Edición. Alfaguara. Buenos Aires, 2004.
107
autoritarismo social, así como con estados que funcionan de manera poco
democrática. Lo que tenemos es un régimen democrático, nada más y nada
menos”. (idem: 7). Huelga mayores comentarios133.
133
En 1993, O’Donnell planteó que en América Latina una proporción considerable de los ciudadanos no
pueden ejercer sus derechos civiles y son discriminados, pese a que sus derechos políticos están
razonablemente protegidos. Denominó a ese fenómeno “ciudadanía de baja intensidad”, y lo atribuyó a
barreras objetivas, como la debilidad del estado democrático de derecho y el efecto de las desigualdades
108
El diseño de la transición política chilena como producción del
orden social.
Nietzche.
Genealogía de la moral.
109
escena las preguntas sobre cómo ocurrían las caídas democráticas135, la
democracia política desplazó el análisis minucioso de los regímenes militares y
del llamado Nuevo Autoritarismo. Ese desplazamiento instaló la preocupación en
torno al cambio de régimen político, haciendo énfasis en el punto de llegada, la
democracia política. En un primer caso, los estudiosos latinoamericanos
descubrieron la idea de democracia partiendo del multifacético debate sobre los
efectos antidemocráticos de los procesos históricos de cambio en las sociedades
de la periferia capitalista. Los enfoques de la dependencia, la crítica que ellos le
realizaron a las perspectivas sobre la modernización, y la evidencia empírica que
contrariaba la principal hipótesis de las teorizaciones de la modernización, fueron
materiales de gran valor para la producción de la idea democrática. En un
segundo caso, los procesos de resquebrajamiento de los regímenes políticos de
Europa del sur, le otorgaron a la politología los insumos necesarios para pensar
tránsitos posibles desde los regímenes de naturalezas no – representativa. En
efecto, los casos español, griego, y portugués, fueron factores importantes para el
cambio temático. Como también lo fueron las investigaciones que, desde
mediados de la década del setenta, se iniciaron con el estudio de estos tres casos
europeos. Aquí el papel desempeñado por el politólogo español Juan Linz es
crucial; el autor contaba con una larga trayectoria en la utilización de la categoría
régimen político y en la distinción de tipologías de regímenes políticos.136
135
Véase: Linz, Juan y Stepan, Alfred. The Breakdown of Democratic Regimes. The Johns Hopkins
University. Press. Baltimore and London, 1978. El libro consta de cuatro textos escritos bajo el mismo
título; uno teórico sobre la quiebra de las democracias escrito por Juan Linz; una compilación sobre casos
europeos; una compilación con casos latinoamericanos y un texto sobre Chile, escrito por Arturo
Valenzuela.
136
Véase: Linz, Juan. “Some comparative thoughts on the Transition to Democracy in Portugal and Spain”.
En: Braga de Macedo, D. y Serfaty, S. (comp). Portugal since the revolution Economic and Political
Perspectives. Boulder, 1981.
137
“Transitions to Democracy Toward a Dynamic Model”. Compative Politics. Volumen 2. Nº 3. April, 1970.
110
comparación como método en Ciencia Política138. En ese artículo, haciendo una
revisión sobre el estado de la cuestión en las corrientes politológicas y
sociológicas que se habían centrado en las democratizaciones, propuso un
modelo dinámico de las transiciones a la democracia que obró como un
antecedente teórico y metodológico importante. Discutiendo los enfoques
centrales que habían abordado a la democracia como variable dependiente (del
desarrollo económico y social, de las actitudes o de la cultura política) y que
habían enfatizado los prerrequisitos necesarios para la democratización, propuso
pensar a la democracia como régimen político alejándola de sus connotaciones
sustantivas139. Asumiendo la a democracia como procedimiento, en rechazo a su
uso como valor, y analizando los motivos por los cuales un sistema democrático
podía preservar su estabilidad, el texto impulso líneas de reflexión a futuro.
138
Markovitz, Irving L. and Erickson, K. “Dankwart A. Rostow: Personal Remenbrances”. Comparative
Politics. Volumen 29. Nº 1 October, 1996.
139
A su vez, el valor que había tenido en el pasado la literatura sobre los “requisitos necesarios”
(económicos, sociales, culturales) para el surgimiento y/o estabilidad de la democracia, había sido la de
desafiar los enfoques jurídicos y legalistas que habían predominado durante generaciones en la Ciencia
Política. Y también, la de rivalizar con el antipoliticismo legado por la revolución behaviorista. Para
mayor información, sobre este último tema, remítase a una interesante tesis defendida en el Instituto de
Estudios Internacionales de la Universidad de Chile. Ghio, Gonzalo. Entre la Politización y
Despolitización del Mundo Social. La Política y Lo Político: Itinerario, Confrontaciones e Implicancias
111
democracia. Ningún modelo de transición necesita mantener que la evolución
democrática es un proceso firme y homogéneo a través del tiempo”.140
112
desarrollaba labores de investigación desde tiempo atrás, específicamente, la
quiebra de la democracia española. Sus intervenciones en las discusiones que los
integrantes del proyecto del Woodrow Wilson Center fueron importantes en la
construcción de un nuevo léxico político y politológico. Alfred Stepan, trabajaba el
caso brasileño. Así, las discusiones que en 1973 llegaron a convertirse en los
textos The Beakdown of Democratic Regimes, habían inaugurado los estudios
contemporáneos sobre América latina, desafiando el modelo de la modernización.
Frente a los enfoques estructurales (estructuristas), que como ejemplo
paradigmático podemos encontrar en las obras de Barrington Moore142, los
autores se centraron en cómo ocurrían determinados procesos de quiebre
institucional subrayando, no obstante, los constreñimientos estructurales que
llevan al colapso de las instituciones democráticas. Este enfoque hizo énfasis en
las dinámicas de las crisis, el reequilibrio de diferentes regímenes políticos y en
las opciones electivas de los actores (políticos y/o sociales, individuales y/o
colectivos) que aumentaban o disminuían la probabilidad de persistencia o
estabilidad de un régimen político.
142
Barrington Moore es uno de los principales practicantes de modelos estructuristas en la sociología
histórica. Esta perspectiva disciplinar parte de la premisa que todo conocimiento se forja, no a partir de la
observación sino de algún tipo de teoría, aún cuando esta sea muy burda. De ahí que cuanto mejores sean
estas teorías, mejor será nuestro conocimiento de la realidad. Esta perspectiva asume que las estructuras
están constituidas y poseen propiedades no reductibles a los individuos o grupos. Al mismo tiempo, esas
propiedades estructurales no son independientes de las prácticas estructurantes intencionales e
inintencionales de los individuos y grupos. En suma, en la sociedad existen dos núcleos de poder causal,
pero diferentes: uno a nivel macro y otro a nivel micro. Ambos tienen el poder de influirse mutuamente.
Sin embargo, solamente el poder de los individuos y grupos es agencial, incluso cuando no es consciente,
en virtud de los arreglos cooperativos que establecen día a día. En cambio, las estructuras tienen un poder
condicionante. Tienden hacia la continuidad espacial y temporal y moldean la acción y el pensamiento
humanos. Los seres humanos no pueden existir, pensar o actuar excepto dentro de contextos estructurales
que permiten y constriñen su existencia. En: Guarisco, Claudia. Sociología histórica y modelos teóricos
estructuristas. El Colegio Mexiquense. México. 2001. cguarisco@cmq.ed.mx
113
ahora se evaluaba que no había transparencia. El régimen político era una
dimensión que debía estudiarse como variable independiente.
143
Linz, Juan. La quiebra de las democracias. Alianza Universidad. 1987, pp. 26 y 27.
114
una revalidación periódica de su derecho para gobernar; inclusión de todos lo
cargos políticos efectivos en el proceso democrático, y medidas para la
participación de todos los miembros de la comunidad política, cualesquiera que
sean sus preferencias políticas. Prácticamente esto significa libertad para crear
partidos políticos y para realizar elecciones libres y honestas a intervalos
regulares, sin excluir ningún cargo político efectivo de la responsabilidad directa o
indirecta ante el electorado. Hoy día la democracia supone por lo menos el
sufragio universal, pero quizá en el pasado fuera compatible con un sufragio
censitario o de capacidades de períodos anteriores, limitado a ciertos grupos
sociales. La exclusión de la competencia de política de partidos no
comprometidos con la vía legal de consecución del poder – que en realidad se
limita a exclusiones que puedan hacerse efectivas (de partidos menores o de
individuos de modo temporal o parcial, como el control de antecedentes políticos
de funcionarios) – no es incompatible con las garantías de competencia libre de
nuestra definición de democracia. Lo que distingue a un régimen democrático no
es tanto la oportunidad incondicional para expresar opiniones, sino la oportunidad
legal e igual para todos los de expresar todas las opiniones y la protección del
estado contra las arbitrariedades, especialmente la interferencia violenta contra
ese derecho”.144
144
Ibidem, pp 17 y 18.
115
academia norteamericana. Y por el énfasis que sobre la Política Comparada –
considerada como método a la vez que como objeto de estudio – generó este
proceso.
145
Por “circulación de ideas” entiendo el proceso de emisión y recepción de las ideas desde unas regiones
(centro) hacia otras (periferia), asumiendo que en este transcurso se van produciendo mutaciones,
116
Estos espacios son heterogéneos: en los objetivos planteados, en los debates
que en ellos se despliegan, en la forma jurídica elegida, en el tamaño alcanzado,
en el tipo de organización interna adoptada, en la recepción y distribución de
recursos materiales, simbólicos y económicos. Tampoco son homogéneos en la
línea de investigación, en su relación con la producción de un conocimiento
estrictamente apegado a criterios científicos o en la procedencia disciplinar de las
“redes intelectuales”146 que los constituyen.
adaptaciones o hibridaciones.
146
Por “redes intelectuales” entiendo la existencia de contactos profesionales durante un período de años
entre un conjunto de personas que se reconocen como pares y que de manera consciente utilizan estos
contactos para promover algún tipo de actividad profesional que puede ser: circulación de la información,
difusión de su trabajo, organización de equipos, creación de revistas o instituciones y hasta defensa de
intereses corporativos.
117
América Latina, realizada en 1979, en la ciudad de Río de Janeiro; la conferencia
regional “Estrategias para el fortalecimiento de la Sociedad Civil” preparada con el
Centro de Estudios para el Desarrollo, en Caracas, a mediados de julio de 1981.
Además de organizar seminarios y congresos, el papel que cumple el CLACSO
en el ambiente intelectual regional es importantísimo: facilita el intercambio
académico, gestiona becas, impulsa la publicación de textos, reúne a los centros
e institutos de investigación más representativos de América Latina. Además, los
grupos de discusión y/o trabajo que se organizan con el arribo de Francisco
Delich, merecen una atención especial. Entre ellos, el de “Estado y Política”
coordinado primero por Guillermo O’Donnell y, posteriormente por, Norbert
Lechner, se constituyó en un espacio propicio para la realización de seminarios en
los que se reúnen intelectuales del cono sur y brasileños y en el que se plantean
las discusiones que convergen en la producción de la idea de transición a la
democracia.
118
institucional. A los pocos días de instalado el régimen militar, y hasta el año 1974,
varios intelectuales chilenos iniciaron una fuerte discusión estratégica acerca de si
debían partir al exilio o quedarse en el país. Al ser la FLACSO una institución
independiente del gobierno y extraterritorial, los militares la respetaron más que al
resto de las instituciones y, en ella, pudieron congregarse intelectuales
expulsados de la Universidad de Chile y de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, algunos integrantes del MAPU y varios intelectuales socialistas.148
147
Un interesante análisis al respecto se puede leer en: PURYEAR. op cit, pp 33 – 70.
148
Después del golpe del ’73, en la FLACSO convergen varios intelectuales expulsados de las universidades
nacionales entre los que cabe nombrar a: Manuel Antonio Garretón, Norbert Lechner, Enzo Faletto, Angel
Flisfisch, Tomás Moulian y Rodrigo Baño.
149
La expresión la tomo prestada de Lechner, Norbert. El debate intelectual en América del Sur. En: Los
patios interiores de la democracia. Siglo XXI. Santiago. 1990. Con ella manifiesto que los debates y
algunos intelectuales, se desligaron de la subordinación al partido, la presión de la acción armada, de la idea
de proletarización del oficio y dada la circulación que permiten los financiamientos, exilios y jornadas, se
logran incorporar poco a poco, discusiones que surgían de y con la nueva situación.
119
Latinoamericano del Woodrow Wilson Center for International Schoolars, en
Washington DC. El presidente de ese Consejo era Albert Hirschman y el director
del Programa, Abraham Lowenthal. En 1977, viajando para una reunión de ese
Consejo junto con otro miembro, Fernando Enrique Cardoso, nos preguntamos
qué actividad queríamos proponer. Nos dijimos que, inspirados en las transiciones
recién iniciadas en España, Grecia y Portugal, deberíamos proponer un proyecto
de estudio de las transiciones desde diversos tipos de regímenes autoritarios,
incluyendo por supuesto nuestros BA latinoamericanos. Este proyecto se podría
basar en los trabajos que ambos, ya habíamos hecho, tanto criticando el
autoritarismo en nuestros países como postulando la democracia como la vía
deseable de su superación. En cuanto llegamos a Washington conversamos con
un amigo, también miembro de aquel Consejo, Philippe Schmitter, quien había
tenido destacada actuación en la defensa de derechos humanos durante el
período más represivo del BA brasileño y cuyos trabajos apuntaban en una
dirección convergente con los nuestros. Schmitter concordó y entre los tres
presentamos estas ideas al Consejo que, para nuestra alegría y con el decidido
apoyo de Hirschmann y Lowenthal, decidió lanzarse a él”.150
150
En: O’Donnell, Guillermo. Contrapuntos. Ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización. Paidós.
Buenos Aires. 2004 p 17.
120
chilenos, argentinos, uruguayos, brasileños, mexicanos y también europeos y
estadounidenses. Estos intelectuales tienen diversas procedencias disciplinares
los hay sociólogos, politólogos, filósofos, y abogados.
151
La estrecha vinculación entre intelectuales y poder político no es una conclusión sorprendente. Ella ha
sido profusamente tratada por estudiosos de la sociología de los intelectuales y particularmente destacado
para los casos de América Latina y otras sociedades periféricas. Chile pareciera ser un caso arquetípico al
respecto. Véase: Puryear, Jeffrey. op cit.
152
Existe intelectualización de la política cuando hay una interpretación predominante de la política que la
concibe como salvación de la sociedad a partir de un conocimiento racional adquirido racionalmente.
Angel Flisfisch. Algunas hipótesis sobre la relación entre intelectuales y partidos políticos en Chile.
Documento de Trabajo. Nº 234. FLACSO. Santiago de Chile, 1985, p 4.
153
Como señala crudamente Manuel Antonio Garretón refiriéndose al programa de talleres, que por aquel
entonces – en la medianía de la década de los ’80 - se desarrollaban en el CED, “hizo que los demócratas
cristianos se dieran cuenta que los socialistas, al menos al nivel teórico, no eran unos brutos, y la
izquierda se dio cuenta que los demócratas cristianos no eran fascistas”. Citado en PURYEAR. op cit, p
97.
121
sur”, la teoría que distingue entre autoritarismos y totalitarismos. Esa tendencia
teórica se apoderó para resignificarlo del término transición. Si bien es cierto, por
una parte, la operación consistió en disminuir su alcance y a la vez su
rendimiento explicativo, por otra, ella se mostró eficaz para transformar las
nociones de cambio político hasta allí predominantes y efectiva en tanto
constructora de un futuro pronto a llegar.155
154
PURYEAR. op cit, p 5.
155
No es menor el cúmulo de dificultades que la Teoría Política ha debido franquear al problematizar las
nociones de espacio y tiempo en su ámbito disciplinar. Para mayor información consultar: Lesgart,
Cecilia: “Tiempo y Política”. Léxico de la Política. Conceptos y categorías de las Ciencias Sociales en un
diálogo intercultural. CONACYT - FLACSO. México. UNAM - UAM. Xochimilco. F. C. E. 2.000.
122
En segundo lugar, mediante el uso del término transición, los puntos
de partida y de llegada estuvieron nombrados desde el comienzo. En el primer
caso, fueron el Estado Burocrático-Autoritario o el Nuevo Autoritarismo. Lo
burocrático-autoritario es de la clase de términos que después de acuñado se
independiza de quien lo produjo - Guillermo O’Donnell – y pasa a formar parte del
acervo de las ciencias sociales en general y de la Ciencia Política en particular.
Producido para caracterizar a los “golpes de estado” surgidos en la década del
sesenta, su disponibilidad permitió que la región ganara un lugar de importancia
en la Política Comparada, especialmente dentro de la academia estadounidense.
Fue el término sobre el que más intentos analíticos y explicativos se tejieron lo
que hizo que se utilizara como concentrado de muchos contenidos significativos.
Su uso no siempre fue específico puesto que el designó una forma de Estado, un
tipo de régimen político, un sistema político y una forma de dominación moderna.
Fue empleado de manera generalizadora, lo que le permitió ir más allá de la
experiencia que intentaba describir. Además, fue aplicado desde una cualidad
puramente lingüística, que lo llevó a formar otras categorías y que otorgó la
perspectiva de la comparación sin perder densidad analítica a pesar de la
cantidad de cualidades que el término iba adquiriendo. Fue empleado como
término descriptivo y, sin embargo, continuó siendo eficaz en su aplicación a
casos concretos, en el hallazgo de continuidades y diferencias halladas país tras
país, lo que contribuyó a desentrañar las especificidades que adquirían los
autoritarismos latinoamericanos. A su alrededor, se ordenaron una serie de
debates que fueron eficaces al plantear una tensión que recorrería a las ciencias
sociales de los primeros años de la década de los ochenta: la especificidad de un
régimen político y sus diferencias con el Estado para hablar de la política.
Epocalmente se opuso enérgicamente al término fascismo156. Entendido como
tipo de Estado, fue diferenciado de cualquier otra forma de dominación moderna
autoritaria ya que el fascismo corresponde a países de ( …… ) “industrialización
tardía, no la secuencial de los B. A. en los que el papel dinámico correspondió a
156
Para mayor información leer: Bracher, Karl Dietrich. Controversias de historia contemporánea sobre
fascismo, totalitarismo y democracia. Editorial Alfa. Barcelona. España, 1983. Según Bracher, la
tendencia a una generalización indiscriminada de conceptos tales como “fascismo” o “totalitarismo” no
sólo no da cuenta de los diferentes movimientos políticos, sino que encierra el peligro de la subvaloración
del fascismo, reproduciendo así los mismos errores de las discusiones de las décadas del ’20 y ’30 de la
123
un dúo muy diferente – Estado y burguesía nacional – y en el que la emergencia
de la clase obrera se dio por canales muy diferentes a los de los B. A.”157
124
cuestión le fue notablemente difícil lidiar con la vaguedad conceptual. Los
recursos explicativos se encontraron en la particularidad de los casos, que venían
a ofrecerle a las definiciones generales sus connotaciones específicas.
125
- comenzaría cuando un régimen entra en crisis terminal y culminaría con las
primeras elecciones constitucionales.161
161
Es el caso que propone Manuel Antonio Garretón. En: Reconstruir la política. Transición y
Consolidación democrática en Chile. Editorial Andante. Santiago de Chile. 1987. Garretón realiza una
nítida diferenciación entre democratización y transición política. La primera se refiere a un cambio social
global, mientras que la segunda tiene que ver con el cambio de régimen político: del autoritarismo a la
democracia. Aunque más adelante, sostiene que la transición comienza una vez inaugurada la democracia.
Es decir, en el mismo momento en que comienza la consolidación, “ ( … ) aunque no es seguro decir que
éste consolidada una vez inaugurada la democracia, aunque no haya riesgo inminente de golpe”. En otro
de sus libros, la consolidación la describe como el proceso que se inicia con el primer gobierno surgido de
elecciones democráticas y la tarea de la consolidación es la de completar la transición y profundizar la
democratización social y la modernización. Garretón, Manuel Antonio. Hacia una nueva era política. Op
cit.
162
Es el caso de Portantiero, Juan Carlos. “La Transición entre la confrontación y el acuerdo”. Portantiero,
J. C. y Nun, J. (comp.) Ensayos sobre la transición a la democracia en Argentina. Buenos Aires, 1987.
Especialmente la p. 262, donde el autor diseña un cuadro en el cual incluye dentro de la transición: la
crisis del autoritarismo, la instalación democrática y el proceso de consolidación.
126
con el punto de llegada. El lugar de la partida señalado en estos debates es el de
los regímenes militares, conceptualizados como Estados Burocráticos
Autoritarios. Sin embargo, no se encuentran trabajos que se hayan detenido en la
discusión y distinción de diferentes arribos posibles. Es verdad que en aquellos
trabajos abocados a la politología163 se hace mención a los riesgos contenidos en
los procesos de transito: posible regresión autoritaria y permanencia de “enclaves
autoritarios”164. Sin embargo, desde el inicio se explicitó que la democracia
política era el objetivo deseable per se,165 es decir, el punto de llegada deseado
aunque pudiera ser empíricamente imposible.
163
Consultar los trabajos incluidos en Transiciones desde un gobierno autoritario. Op cit.
164
“Estos enclaves se refieren al poder de las Fuerzas Armadas, al tipo de Justicia y Tribunales heredados, al
sistema electoral [binominal aún vigente], los senadores designados [y vitalicios] y todas las amarras
constitucionales [imposibilidad del Presidente de la República de remover a los Jefes castrenses] y legales
no democráticas, así como al problema ético-simbólico de la violación de derechos humanos bajo la
dictadura militar que deja sin resolver la cuestión de la reconciliación nacional”. Garretón, Manuel
Antonio. Balances y perspectivas de la democratización política chilena. En: La Caja de Pandora. Op cit,
p 62.
165
O’Donnell, G; Schmitter, P; Whitehead, I. Op cit. Especialmente en la introducción a los casos
127
así por algunos motivos. En primer lugar, porque era el nombre utilizado - y
disponible - para llamar a algunos regímenes políticos vigentes, evaluados como
“exitosos” por ciertos intelectuales: las democracias de los países del capitalismo
avanzado del cuadrante noroeste del planeta. En cuanto a la adopción de este
modelo interpretativo, parece pertinente citar al menos dos intelectuales que
epocalmente tuvieron trascendencia sobre las discusiones y producciones
politológicas, especialmente sobre los intelectuales que integraron el proyecto del
Woodrow Wilson International Center: Robert Dahl y Joseph Schumpeter. El
primero, con sus libros Un Prefacio a la Teoría Democrática y La Poliarquía166. El
segundo, a través de Capitalismo. Socialismo y Democracia167. De estos textos,
canónicos en la ciencia política, los intelectuales latinoamericanos de ese ámbito
disciplinar, se apropiaron del aspecto procedimental de la democracia política y,
también, de algunos derechos y libertades para los ciudadanos: elecciones
competitivas, organización a través de partidos políticos, amplitud en la expresión
de la opinión pública, alternancia en el poder, vigencia del Estado de Derecho,
respeto por los Derechos Humanos.
128
El desplazamiento de las perspectivas de análisis macrosociológicas
o estructuralistas crearon condiciones de posibilidad para que los actores y las
situaciones de decisiones estratégicas comenzaran a hegemonizar los análisis,
favoreciendo de este modo, métodos de investigación explícitamente inspirados
en la teoría de los juegos.169 O’Donnell y Schmitter plantearon – justificando de
este modo su elección metodológica – que la situación de incertidumbre y caos en
situaciones de transición, obligó a la comunidad disciplinar a una búsqueda
colectiva de metodologías excepcionales, entre las cuales el análisis estratégico
tuvo [tiene] gran influencia. (O’Donnell y Schmitter. 1988).
169
Un interesante artículo del profesor Joignant ilumina este debate, lamentablemente ausente en la
Academia chilena actual. Joignant, Alfredo. Modelos, juegos y artefactos. Supuestos, premisas e
ilusiones de los estudios electorales y de sistemas de partidos en Chile. (1988 – 2005). Santiago de Chile.
2006. Mimeo. 45 paginas.
170
Debemos a la corriente sociológica marxista - de impronta althusseriana - de la década del ’60 haber
introducido el término en la jerga política chilena. Para los marxistas de aquel entonces hablar de
transición significaba referirse a los “pasos de un modo de producción al otro”. La forma como se
producen los bienes materiales constituye para Marx el determinante en última instancia – a largo plazo –
de las concepciones que los individuos tienen de sus propias vidas, así como sus relaciones con los
ámbitos de la vida social y política. Anclada en esta línea de pensamiento, la teoría marxista del cambio
social se concentra en el estudio histórico de la transición de un modo de producción al otro. La
importancia de comprender las causas, las formas y el destino de las transiciones permiten – según lo
indicaba el canon doctrinario del marxismo estructuralista de la época - conocer las características del
cambio social, una tarea indispensable para impulsar las modificaciones necesarias, para avanzar hacia la
sociedad ideal sin clases sociales y sin explotación. Para mayor información ver: Marta Harnecker. Los
conceptos elementales del materialismo histórico. Siglo XXI Editores. Santiago de Chile. Novena
Edición. 1971; pp 155 a 161.
129
tradicionales a las modernas171. En ambos casos constituía un macro concepto.
Es decir, una constelación de conceptos que al interactuar entre sí hacen emerger
una nueva figura. Figura que se disolvería si dejamos de interrelacionar los
conceptos que interactúan. Macroconceptuar es asociar en el orden del macro
concepto, en forma dinámica, conceptos simples o atómicos. Asociar conceptos
que incluso pueden ser opuestos tomados en abstracto, de forma absoluta.
Conceptos que se hacen complementarios en el orden del macro concepto.172
171
Los tratados clásicos de Rostow (Las etapas del crecimiento) y Germani (Sociología de la modernización)
sentaron los pilares teóricos que dieron sustento a una visión del desarrollo como sucesión lineal de
etapas. Conforme a esa visión, el desarrollo de una sociedad consistía en hacerla transitar desde etapas
iniciales o tradicionales hacia etapas avanzadas o modernas. En términos concretos, tal concepción se
traducía en instrumentar los mecanismos para que las sociedades atrasadas lograran su propia transición
desde economías agrarias y orientadas a las exportaciones, hacia economías urbano-industriales
orientadas al mercado interno y con una creciente capacidad productiva. Se suponía que el proceso mismo
haría posible proporcionar a la población empleo e ingresos que permitieran un nivel de consumo y
acceso a servicios sociales modernos. Aplicado sociológicamente, el término “modernización” permite
describir las características de los patrones productivos, económicos, culturales y sociales desde el
comienzo de la Revolución Industrial iniciada en Europa durante el siglo XVIII hasta el presente. Max
Weber entiende el surgimiento de la modernización como una declinación de los patrones tradicionales de
pensamiento junto al incremento simultáneo de la importancia de la racionalidad. Weber sostenía que la
sociedad moderna se basa en una visión racional del mundo, es decir, algo calculado y predictible, a
diferencia de las sociedades preindustriales cuya tendencia era considerarlos como objetos de voluntad
divina o del destino. Quizás, una de las evidencias más claras de la visión de un mundo racional para
Weber, es la emergencia de la burocracia en la sociedad moderna. A diferencia de la organización social
tradicional, basada en lealtades personales y adherencias a prácticas del pasado la burocracia envuelve, de
una manera deliberada, políticas y regulaciones creadas para la consecución efectiva de metas y objetivos
de largo alcance. Ver: Weber, Max. La ética protestante y el espíritu del capitalismo. México. Premia
Editora. Novena Edición. 1991. El original fue publicado en 1904.
172
Este modo de conceptualizar se inscribe en el contexto de las llamadas ciencias de la complejidad, que
sostienen que tanto los fenómenos como sus explicaciones son complejos. La linealidad de los procesos
es sólo episódica, dado que llegan a puntos de su historia en los que se bifurcan, se tornan caóticos y
luego se reorganizan y forman nuevos sistemas. Esos procesos son indeterminados en el sentido que es
imposible predecir qué resultará de ellos, en tanto el resultado es una función del material histórico real,
complejo, que ingresa en el proceso de bifurcación. Para mayor información leer: Morin, Edgar.
Introducción al pensamiento complejo. Gedisa. Barcelona. 1995. Sociología. Tecnos. Barcelona. 1995.
Morin es un pensador multidisciplinar conocido especialmente como sociólogo y epistemólogo. Figura
cono pionero en los estudios de complejidad. Trabaja por un conocimiento que no mutile, ni tabique entre
las diferentes disciplinas, que respete lo individual y lo singular, al mismo tiempo que lo inserta en su
contexto y su conjunto.
130
Recapitulando, desde el inicio de la década del ’80, la transición a la
democracia, fue empleada como idea general, disponible para distintos
argumentos y combates, tanto académicos como políticos. Su mención, tanto en
el mundo académico como fuera de él, nos remite a una nueva manera de pensar
el cambio político. Utilizada como modelo adquirió capacidad evaluativo-
descriptiva sobre los procesos históricos nombrados bajo los términos apertura,
liberalización y/o transición, tarea iniciada por el proyecto de investigación
comparativo entre diferentes áreas geográficas del Woodrow Wilson International
Center for Schoolars. Los gobiernos civiles post dictaduras del cono sur
(Argentina – Chile y Uruguay), la utilizaron como consigna sintetizadora de una
nueva época en la política. Así la empleo, entre otros, Patricio Aylwin en nuestro
país.
131
en el estudio y descripción del autoritarismo. En segundo lugar, se subrayaba
menos el pasado y más el porvenir que, de ahora en adelante, quedaba abierto a
la investigación teórica y a las expectativas políticas.
173
Enrique Correa, futuro Secretario General de Gobierno del primer gobierno civil de la transición,
presidido por Patricio Aylwin, al respecto aseveraba en 1987 que “No hay razones para demorar un
acuerdo en torno a estos asuntos básicos [inscripción en los registros electorales; elecciones libres o
plebiscito, lo que implicaba aceptar la constitución del ’80; movilización social pacífica, como
mecanismo de presión y - al menos hasta entonces - rechazo al modelo económico]. Estamos ya en el
mes de junio y las definiciones urgen. Cada uno debe asumir su responsabilidad y dar cuenta clara de sus
opiniones”. Enrique Correa. Elecciones libres: responsabilidad opositora. En: APSI. Nº 205, del 15 al 21
de junio de 1987, pp 6 y7.
174
Para mayor información véase el artículo escrito por Oscar Godoy. Op cit. Escrito al calor del debate
político que generó la detención del General Pinochet en Londres en octubre de 1998.
132
Se trata de una transición pactada en el sentido de que las fuerzas
armadas reconocen la vigencia de un régimen democrático formal y los partidos
políticos reconocen los procedimientos establecidos por la Constitución de 1980.
175
La “democracia de los acuerdos” o de los consensos fue producto de un intento de reconciliación práctica
impulsada por Andrés Allamand, a la sazón Presidente de Renovación Nacional; en absoluta
concordancia con los lideres de la Concertación, presidida por aquel entonces – fines de la década de los
’80 y comienzos de la de los ’90 – por Patricio Aylwin. Cabe destacar que la política de la democracia de
los acuerdos, se hizo un poco a contrapelo de los deseos de la militancia de RN, ni que decir de la UDI; lo
que fue generando junto a otros factores, condiciones de posibilidad que progresivamente fueron
socavando el liderazgo de Allamand en la derecha, hasta su derrota electoral y política, en las elecciones
parlamentarias de diciembre de 1997, a manos del candidato de la UDI Carlos Bombal. Para conocer de
primera mano este proceso clave durante los primeros años de la “transición” leer: Allamand, Andrés. La
travesía del desierto. Aguilar, 1999. Escrito como respuesta a la sensación de vacío y de final que,
comprensiblemente, se le apareció en la faz de la derrota; el lector podrá encontrar un autorretrato del
autor y un particular punto de vista de la historia más reciente de nuestro país, de uno de sus principales
protagonistas.
176
Al usar el término “gobernabilidad” aquí, me estoy refiriendo simplemente a la gestión del poder civil, sin
atribuir al término connotaciones relativas a la calidad de desempeño gubernamental.
133
Más que un consenso en torno a un futuro compartido, Moulian nos
dice, que se trata de un miedo compartido a la reversibilidad del proceso, a saber,
a revivir los conflictos pasados.177
177
Moulian desarrolla esta singular y aguda interpretación del proceso transicional chileno en el capítulo
segundo, punto 3. La democracia actual como jaula de hiero. En: Chile Actual. Anatomía de un mito.
Lom Ediciones. 1997 Octava Edición, pp. 45 - 56.
134
Conclusiones.
Kafka.
Él.
Aforismos de Zürau.
135
Las tensiones entre voluntad y espontaneidad, entre cuestiones
propiamente académicas y otras no tanto, se encuentran en el origen y posterior
desarrollo de las redes de intelectuales. Condiciones idiomáticas (brasileño,
español, alemán, inglés) de cercanía cultural (América latina, Europa latina,
Norteamérica anglosajona) y económicas entre otras, también se encuentran
presentes en la constitución de las redes de intelectuales transnacionalizadas.
136
realidades políticas. Ellas originaron nuevos procesos al interior de la Ciencia
Política en particular, modificaron el tipo de intervención político-cultural de
muchos intelectuales, modificaron sus tareas y le imprimieron nuevos sentidos a
sus profesiones, como cientistas sociales.
137
convirtió en un campo semántico propicio para que en él convergieran diversas
trayectorias y expectativas políticas.
178
La mayoría de las definiciones y análisis de consolidación democrática se concentran en la
“institucionalización”, haciendo valer, implícita o explícitamente, la aceptación o aprobación de las
instituciones democráticas y sus reglas formales. El mainstream (corriente principal) a la mayoría de las
viejas poliarquías, localizadas en el cuadrante Noroeste del planeta les asigna los términos “democracias
altamente institucionalizadas” o “democracias consolidadas”. O’Donnell opta por denominarlas
democracias “formalmente institucionalizadas” a las poliarquías consolidadas. Recordemos que los
atributos formales que caracterizan a la Poliarquía según Robert Dahl son: 1º Autoridades públicas
electas; 2º Elecciones libres y limpias; 3º Sufragio universal; 4º Derecho a competir por los cargos
públicos; 5º Libertad de expresión; 6º Información alternativa y 7º Libertad de asociación. Ver: Ilusiones
sobre la consolidación. O’Donnell, Guillermo. En: Revista Nueva Sociedad. Nº 144. Julio – Agosto de
1996. 71 – 89. Cf con cita nº 9.
138
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