El Amor y La Locura
El Amor y La Locura
El Amor y La Locura
Cuentan que una vez se reunieron en un lugar de la tierra todos los sentimientos de los hombres.
— Es un juego — explicó la LOCURA —, un juego en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un
millón mientras ustedes se esconden y cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes que encuentre,
ocupara mi lugar para continuar el juego.
La ALEGRÍA dio tantos saltos que terminó por convencer a la DUDA, e incluso a la APATÍA, a la que nunca le interesaba
nada.
La SOBERBIA opinó que era un juego muy tonto (pero al final, lo que la molestaba era que la idea no fuese de ella) y...
La primera en esconderse fue la PEREZA, que como siempre se dejo caer tras la primera piedra que encontró en el camino.
La FÉ subió al cielo.
La ENVIDIA se escondió tras la sombras del TRIUNFO, que con su propio esfuerzo consiguió subir a la copa del árbol más
alto.
La GENEROSIDAD casi no consiguió esconderse, cada sitio que hallaba le parecía apropiado para alguno de sus amigos:
...que si un lago cristalino, ideal para la BELLEZA;
...que si la sombra de un árbol, perfecta para la TIMIDEZ;
...que si el vuelo de una mariposa, lo mejor para la VOLUPTUOSIDAD;
... que si una ráfaga de viento, magnífica para la LIBERTAD.
Así termino por ocultarse en un rayo de sol.
El EGOÍSMO, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo..., pero, eso sí, solo para él.
La MENTIRA se escondió en el fondo de los océanos (bueno es mentira), en realidad se escondió detrás del arco iris, y...
La primera que encontró fue a la PEREZA solo a tres pasos de una piedra.
Después descubrió a la FE, la escuchó discutir con Dios en el cielo sobre teología.
En un descuido encontró a la ENVIDIA, y claro, pudo deducir enseguida donde estaba el TRIUNFO.
Con la DUDA resultó más fácil todavía, pues la encontró subida sobre una valla sin decidir aún sobre a que lado esconderse.
La LOCURA busco detrás de cada piedra, de cada árbol, bajo cada arroyo del planeta, y en la cima de las montañas y
cuando estaba por darse por vencida divisó un rosal con sus rosas...., tomó un palo y empezó a mover sus ramas, cuando,
de pronto, un doloroso grito se escuchó.
La LOCURA no sabía que hacer para disculparse, lloró, rogó, imploró, pidió perdón y hasta prometió ser su lazarillo.
Desde entonces; desde aquella primera vez que se jugó al escondite en la tierra: