Manual de Tiro y Tactica Policial C78 PDF
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Tiro 1
Índice
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................... 84
Apostaderos
INTRODUCCIÓN
El “apostadero” se puede considerar un operativo policial de carácter excepcional, enmarcado dentro de
los “servicios especiales” atendiendo a la clasificación clásica de los servicios en el Cuerpo de la Guardia
Civil. Normalmente todo servicio “especial” podemos considerarlo también como “extraordinario”, si bien se
estiman como especiales, más concretamente, a aquellos que requieren particular reserva y desusadas me-
didas de precaución en su planificación, ejecución o en las detenciones y gestiones a efectuar, bien por la
categoría o bien por el número de las mismas.
La excepcionalidad vendrá determinada por dos causas principalmente:
‘ Excepcionalidad por cuestión de territorio.
‘ Excepcionalidad por cuestión de causas.
La excepcionalidad territorial, deriva de los servicios practicados por las Unidades en aquellos territorios
de especial peligrosidad por cuestiones de terrorismo, donde este operativo adquiere cierto carácter ordina-
rio cuando se aplica como una modalidad más del servicio de prevención-reacción.
Dentro de este carácter de ordinario, se enmarcan los “apostaderos” que se montan en vigilancia y reac-
ción contra posibles ataques mediante atentados a objetivos permanentes de una banda terrorista, tales
como acuartelamientos propios, subestaciones, elementos del tendido eléctrico y otras conducciones de
energía, paso clandestino de fronteras por parte de terroristas, etc.
La excepcionalidad causal, deriva de oleadas delictivas específicas a objetivos concretos, y se pueden
montar en todo el territorio nacional, como pueden ser persistentes ataques contra el patrimonio en estacio-
nes de servicio, oleadas de atracos a sucursales bancarias, escalada de robos en segundas viviendas, entre
otros que se podrían reseñar.
Hay zonas concretas con modalidades delictivas persistentes, como ocurre con el fenómeno del contra-
bando o la inmigración clandestina, para estas zonas muy definidas, esta modalidad del servicio adquiere
cierto carácter ordinario, al practicarse de una forma frecuente.
El presente trabajo estudia el servicio de apostaderos que realizan las Unidades reunidas tipo GAR o GRS,
entendiendo como tal el operativo especial consistente en distribuir al personal en equipos, que ocupan posi-
ciones ocultas a la vista, denominadas “postas”, desde donde se puede observar un objetivo o zona y reac-
cionar en caso necesario, que se utiliza con la finalidad de obtener información sobre un objetivo o lograr el
aborto de acciones criminales y detener a sus autores, o bien evitar la impunidad en las acciones terroristas
sobre objetivos clásicos, sin que se descarte que otras Unidades, excepcionalmente, también puedan utilizar
estos procedimientos en su ejecución. Pero en definitiva serán las condiciones fácticas y puntuales de cada
momento y la estructura del teatro operacional, lo que realmente valorará el mando responsable de planifi-
car y ejecutar el servicio con su Unidad, valorando todo el conjunto para tomar su decisión que plasmará en
la orden de servicios correspondiente.
También es de reseñar que la reiteración en el tiempo y espacio de la práctica de este operativo, fuera de
los casos de uso SYAP, dejará de ser eficaz, dado que el elemento delictivo se apercibirá tarde o temprano
de su existencia.
ESTUDIO PREVIO
Será tan amplio como sea necesario para asegurar el éxito en la ejecución.
En este fase hay que ser minucioso en el estudio de gabinete y tener cuidado en la labor de estudio de
campo, especialmente en las zonas próximas al objetivo, debiendo estar encubiertas con una “cobertura”
lógica y congruente al espacio y entorno. No se debe descartar la utilización de una célula de paisano para
realizar este trabajo, camuflados bajo cualquier apariencia que produzca una “cobertura” que no levante
sospechas.
Tampoco se olvidará realizar el estudio en condiciones de visibilidad diurna y nocturna, así como exten-
derlo, si es posible, a las condiciones de la zona en días laborales y días festivos o vacacionales.
Si no se toman en cuenta estas variantes, pudiera darse el caso que, a la hora de ejecutar el operativo,
se encuentren condiciones no previstas que pongan en riesgo al personal actuante y la efectividad del opera-
tivo.
PLANIFICACIÓN
En la fase de panificación ya se dispondrán de todos los elementos resultantes del estudio previo, los
cuales se valorarán para tomar la decisión.
La planificación debe ser flexible, actualizándola, si es necesario, después de la primera ejecución, liman-
do aquellos aspectos que distorsionen del planteamiento primario, contribuyendo a esto la realización des-
pués de cada servicio de un juicio crítico. La planificación abarcará:
Movimientos de aproximación:
‘ En vehículo a la zona.
‘ Aproximación a pie.
Establecimiento del dispositivo.
Condiciones para la intervención.
Coordinación de la intervención.
Batidas
CONCEPTO
Consiste en recorrer, en uno o varios sentidos, con fuerzas lo suficientemente fuertes para poder alcanzar
el objetivo (que puede ser muy variado) y dispuestas de modo que los intervalos entre las diversas fraccio-
nes que las integran, sean lo más pequeño posible, una zona limitada o cercada para localizar, detener, ex-
pulsar o neutralizar determinadas personas u objetos.
GENERALIDADES
La delimitación de la zona a batir, puede estar supeditada a elementos orográficos o, a la ubicación de
observadores que controlen el perímetro. Lo ideal será disponer de fuerza suficiente para ejecutar el cometi-
do con la máxima eficacia pero, dado que generalmente ésta resulta insuficiente, se precisará clasificar las
zonas a batir por orden de prioridades.
Cuando exista la posibilidad de huida de los objetivos buscados, o de riesgo (artefactos explosivos), se
efectuará la batida dentro de una operación de cerco, previamente montada. En caso de no disponer de la
suficiente fuerza para el montaje del cerco, se dispondrán pequeños grupos móviles, en puntos claves, para
el cierre de vías de comunicación coincidentes con la zona. Estos grupos son los denominados de detención
y persecución. El cerco no será preciso en el caso de búsqueda de personas afines desaparecidas.
Las condiciones fundamentales para el éxito en la batida de una zona son:
‘ Secreto en la preparación.
‘ Suficiente número de efectivos.
‘ Rapidez y secreto en el desplazamiento.
‘ Coordinación entre los intervinientes.
‘ Escrupulosidad en la observación y reconocimiento.
En toda operación de batida es recomendable la cooperación de la Unidad de Helicópteros para:
‘ Observación.
‘ Puesto de mando.
‘ Transporte.
‘ Enlace.
‘ Evacuación.
‘ Abastecimiento.
CLASES
Las operaciones de batida pueden llevarse a cabo siguiendo dos procedimientos:
‘ En línea.
‘ Por columnas.
Batida en línea
La batida en línea se efectúa por un conjun-
to de fuerzas que, en su mayor parte, avanzan
linealmente para explorar con todo detalle la
zona a recorrer y sin que existan entre los
componentes, por tanto, intervalos que no
puedan ser vistos y batidos por el fuego, en su
caso.
Esta modalidad no ofrece garantías de efi-
cacia cuando se trate de extensas áreas o de
terrenos muy cubiertos o accidentados, ya que
se precisaría un gran número de efectivos, a la
vez que resulta difícil mantener la alineación
para conseguir el control total de los interva-
los, siendo fundamental en estos casos el es-
tablecimiento de las suficientes líneas de coor-
dinación. Es preciso la ubicación de los grupos
de detención y persecución con anterioridad al inicio de la batida, así como de los observatorios, que contri-
buyen al control de la zona.
Se recomienda la utilización de esta modalidad en aquellos casos de búsqueda de objetos o personas
desaparecidas accidentalmente, dado que podemos aprovechar la colaboración ciudadana para conseguir un
mayor número de efectivos en la zona a batir.
secución. La progresión podrá efectuarse con todas las columnas alineadas o, con las columnas de los flan-
cos adelantadas en relación con las otras, para evitar la huida por dichos flancos.
En la batida por columnas convergentes o cruzadas, las zonas de terreno no exploradas serán nor-
malmente mayores, pero la fuga −en su caso− se verá dificultada por la irregularidad de los itinerarios,
siendo probable la detención bajo la acción de una columna al intentar escapar de la otra. En cualquiera de
estas dos modalidades, la progresión de las columnas puede ser simultánea o sucesiva.
La articulación de las Unidades en la batida por columnas es igual a la de la batida en línea.
Normalmente, se marcarán líneas sucesivas a alcanzar en los casos de la batida en línea o por columnas
paralelas. Cuando se trate de columnas convergentes, pueden marcarse también líneas sucesivas a alcan-
zar, las cuales serán, generalmente, concéntricas, o bien puntos sucesivos para cada Unidad. En el caso de
una batida por columnas cruzadas, se utilizará, normalmente, este último sistema de marcar puntos
sucesivos.
PREPARACIÓN DE LA BATIDA
Toda operación de batida precisa del cumplimiento de las siguientes premisas:
‘ Análisis de la Información.
‘ Plan de acción.
‘ Explicación.
‘ Ejecución.
Análisis de la información
El estudio de las variables que exponemos conllevará poder determinar la modalidad de batida a utilizar,
desarrollándose seguidamente el plan de acción. Así, en base a la información que se tiene se estudiará:
‘ La naturaleza del terreno.
q Dimensiones.
q Orografía y tipo de vegetación.
q Obstáculos naturales o artificiales.
q Ubicación puntos de observación.
q Lugares naturales que permitan la ocultación.
‘ Tiempo disponible.
‘ Disponibilidad de personal, preparación, medios y equipos.
‘ Itinerarios para llegar.
‘ Ambiente social de la zona y entorno.
‘ Idiosincrasia y naturaleza del objetivo.
q Hipótesis probable.
q Hipótesis peligrosa.
q Actuación en ambas.
‘ Condiciones de visibilidad: día o noche, niebla, lluvia, etc.
Plan de acción
Abarcará los siguientes extremos:
‘ Acopio de Unidades y medios.
‘ Articulación de la fuerza en:
q Mando.
q Unidades de batida.
q Observatorios y puntos de vigilancia.
q Grupos de detención y persecución.
q Reserva y elementos de apoyo.
‘ Distribución de misiones.
‘ Distribución de medios.
‘ Selección de itinerarios.
‘ Establecimiento de horarios.
‘ Líneas de coordinación.
‘ Enlace.
‘ Coordinación con grupos ajenos al Cuerpo.
‘ Conductas en casos particulares.
Explicación
Necesaria para una perfecta puesta en práctica del plan de acción y que abarcará una primera reunión,
entre el mando de la operación y los mandos de las distintas Unidades intervinientes, y una segunda, de
éstos con el personal que de ellos dependen, en la que se concretaran la distribución de medios y misiones.
Se explicarán con todo detalle, al objeto de que todos los que intervienen queden enterados y dejando per-
fectamente claro:
‘ Fines.
‘ Misión principal y particular.
‘ Itinerarios de aproximación.
‘ Ubicación del puesto de mando.
‘ Medios de coordinación en tiempo y espacio.
‘ Enlace y señales.
‘ Desarrollo previsto y posibles incidencias.
‘ Evacuación.
Se recomienda llevar a la práctica un tiempo de ruegos y preguntas, a fin de cerciorarse de que todo el
personal queda enterado.
Ejecución
Comprenderá:
‘ Establecimiento de los observatorios.
‘ Establecimiento de los grupos de detención y persecución.
‘ Traslado a la línea de partida.
‘ Acción en la zona.
‘ Evacuación.
‘ Informe.
La puesta en práctica de la batida −cuando sea necesario− deberá estar presidida por el secreto y la ra-
pidez, tanto en el desplazamiento como en el montaje de los distintos puntos. El secreto deberá conseguirse
tanto en la preparación, como en la puesta en práctica, cuidando asimismo la meticulosidad en la utilización
de las transmisiones. Cuidar el excesivo número de fuerza y movimientos dentro de los acuartelamientos,
así como la mala utilización de las transmisiones, es presagio de alguna operación. La rapidez se conseguirá
con la utilización de vehículos, helicópteros y especialmente con una pronta decisión en el plan de acción.
OTRAS CONSIDERACIONES
Toda operación de batida deberá realizarse metódicamente y sin prisas, explorando minuciosa y espe-
cialmente las zonas difíciles. Si la batida viene motivada por la búsqueda de personas, se debe tener presen-
te que éstas, posiblemente, localicen a los intervinientes antes de ser descubiertas.
Los jefes de las Unidades deberán tener presente el relevo del personal cansado y tratar de evitar la
acumulación de fuerza en zonas que no lo precisen. Se recomienda no abandonar inmediatamente la zona
de batida, es aconsejable dejar patrullas de vigilancia.
Es interesante tener un buen enlace radiotelefónico en toda la zona de batida, para lo cual se deberá pre-
ver la utilización de un vehículo de transmisiones que dé cobertura a la misma, así como el uso de un canal
de servicio distinto al resto de las Unidades que trabajan fuera de la operación.
Cercos
CONCEPTO
Esta operación consiste en envolver la zona indicada, con fuerzas dispuestas de tal modo que los elemen-
tos u objetivos se mantengan dentro zona o no puedan escapar ni recibir ayuda del exterior en situaciones
hostiles. Una operación de cerco, generalmente consta de dos acciones distintas:
‘ El cerco de la zona a limpiar.
‘ La actuación en el interior de la zona cercada.
FINALIDADES
Todo cerco se monta con el fin de:
‘ Aislar y dar seguridad a la zona cercada.
‘ Evitar la salida y/o entrada de determinas personas en una zona.
‘ Actuar dentro de la zona cercada para localizar al objetivo.
TIPOS DE CERCOS
‘ En función del tiempo disponible para su ejecución:
q Previsto.
q Inmediato o imprevisto.
‘ Atendiendo a las características de la zona:
q Cerco en zona rural.
q Cerco en zona urbana.
q Mixto.
‘ Según el despliegue a adoptar:
q Sencillos o dobles.
q Continuos o discontinuos.
q Lineales o en profundidad.
El montaje de todo cerco conllevará la puesta en práctica de las tres subclasificaciones, dado que la re-
cepción de la orden, entre otras especificaciones, indicará el tiempo de ejecución y zona de responsabilidad
y, en atención a ambas, se adoptará un despliegue.
Cerco previsto
En base a una información previa y tras un minucioso estudio, se ejecuta basado principalmente en la
sorpresa y extremando las medidas de coordinación.
La sorpresa se consigue con:
‘ Secreto en la preparación.
‘ Perfecto enmascaramiento, en la ejecución.
‘ Disciplina en las transmisiones.
‘ Cumplimiento preciso de las normas de coordinación.
El estudio deberá estructurarse en un análisis de la información, un plan de acción, una explicación y una
ejecución:
‘ Análisis de la información. Donde se tendrá presente:
q Tiempo disponible.
q Vías de comunicación para trasladar la fuerza a la zona
q Idiosincrasia y naturaleza del objetivo (hipótesis probable, hipótesis peligrosa, actuación en ambas).
q Naturaleza de la zona (dimensiones, características orográficas, tipo de vegetación, obstáculos natura-
les o artificiales que dificulten o favorezcan la operación, puntos de observación y vigilancia sobre la
zona, dentro y fuera de ella, itinerarios y grado de viabilidad, dentro de la zona, características socia-
les de la zona y entorno, condiciones de enlace de transmisiones y puntos de instalación de repetido-
res, Unidades reunidas −GAR, GRS, SIR−, Tráfico, Unidades rurales, TEDAX, Helicópteros, Motos T/T,
Servicio Cinológico).
q Armamento a utilizar.
q Material necesario (transmisiones −de forma que se garantice el enlace entre todo el cerco−, ilumina-
ción, cartografía abundante, clara y actual, teléfono móvil, detector de metales, visores nocturnos,
prismáticos, equipos de control, vehículos).
q Necesidades de autorizaciones judiciales para entradas y registros.
‘ Plan de acción. Debe ser sencillo, pero al mismo tiempo detallado y con la flexibilidad suficiente de po-
der introducir modificaciones en su ejecución. El plan contendrá:
q Acopio de Unidades y medios.
q Articulación de la fuerza (mando, cerco propiamente dicho, observatorios y puntos de vigilancia, fuer-
za en el interior del cerco, fuerza de detención y persecución, reserva y elementos de apoyo).
q Distribución de misiones teniendo en cuenta las características de las Unidades que intervienen (Heli-
cópteros: puesto de mando, transporte, montar observatorios fijos, observatorios móviles, reserva, y
para asegurar el enlace por radio. Motos T/T: montar observatorios, apoyo a la batida y reserva. Ser-
vicio Cinológico: apoyo a la batida. Personal de Unidades reunidas: montar observatorios, batida y re-
serva. Unidades de Tráfico: montaje de controles de carretera. Unidades rurales: montaje del cerco y
controles. TEDAX).
q Distribución de medios.
qSelección de itinerarios.
qNo entrar en la zona hasta que esté cercada.
qLíneas de coordinación.
qEstablecer un lenguaje convenido.
qCoordinación con otras fuerzas de seguridad.
qConductas a seguir en casos particulares.
qPlan de controles a establecer fuera de la zona del cerco.
Lo ideal sería realizar cercos dobles, continuos y en profundidad, complementados con una batida en
línea dentro de la zona, si bien la conjugación de factores tales como: personal, orografía, medios y
tiempo, en perfecta sincronización y con arreglo a las necesidades, hacen casi inviable su puesta en prác-
tica.
‘ Explicación. Una vez organizado el cerco y desarrollado el plan de acción, el Jefe del operativo manten-
drá las reuniones pertinentes a fin de que por los distintos mandos de las unidades intervinientes sean
conocidos los fines que se persiguen, misiones asignadas y forma de llevar a cabo la operación. Los man-
dos de las Unidades intervinientes efectuarán una segunda reunión, con sus subordinados, donde igual-
mente indicarán cometidos, zonas y fines que se persiguen, distribuyendo medios y misiones.
En ambas reuniones se recomienda el establecimiento de un tiempo de ruegos y preguntas con el fin
de cerciorarse que todo el personal quede enterado. En las explicaciones deben quedar perfectamente
aclarados:
q Misión principal y particular.
q Fines que se persiguen.
q Itinerarios de aproximación.
q Ubicación del Puesto de Mando.
q Medidas de coordinación en tiempo y espacio.
q Enlace y señales.
q Desarrollo previsto, posibles incidencias y actuación ante las mismas.
q Evacuación.
‘ Ejecución. El mando de la operación debe estar solamente empeñado en esa función, no debe intervenir
en otros cometidos que le distraigan de la operación. Si se prevé una solución inmediata del problema,
debe estar en la zona de actuación, de producirse un alargamiento del conflicto podrá ubicarse en un
acuartelamiento próximo a la zona.
Antes de iniciar el cerco es importante el establecimiento de los observatorios que se estimen idóneos,
tanto interiores como exteriores, dado que contribuyen a favorecer y agilizar la eficacia de la operación,
cuidando, especialmente, que el montaje de los mismos no alerte a los objetivos, por lo que sería conve-
niente tener un primer cerco lejano, en vías de comunicación, para subsanar un posible error.
La puesta en práctica del operativo comprenderá:
q Establecimiento de los observatorios dentro y fuera de la zona.
q Traslado a la zona por itinerarios idóneos.
q Establecimiento del cerco.
q Ubicación de la reserva, vehículos de detención y especialistas.
q Posible persecución.
q Evacuación.
q Informe.
Cerco inmediato
Se llevará a efecto tras una alerta producida por un encuentro imprevisto de las Fuerzas de Seguridad
con el objetivo o, como respuesta a una actuación de éste. Los principios en los que se fundamenta la efica-
cia en la ejecución son la rapidez y la iniciativa.
Planteamiento. El mando que reciba la alerta efectuará un rápido estudio de la situación a través de la
información recibida e, inmediatamente organizará las reacciones de las distintas Unidades.
Ejecución. Si el cerco viene motivado por un encuentro, la fuerza que lo ha sufrido intentará:
‘ No perder el contacto con el objetivo.
‘ Informar de: situación, dirección de huida, número de personas, medios utilizados, señas particu-
lares y cuantos datos contribuyan a una más rápida interceptación.
Las fuerzas alertadas actuaran inmediatamente:
‘ Las más próximas a la zona a cercar: montando controles en las vías de comunicación donde se
encuentren, para cortar las direcciones de fuga.
‘ Las Unidades que cuenten con vehículo y estén en condiciones de desplazarse inmediatamente, lo
harán para montar controles en las vías de posible fuga.
‘ El resto de las Unidades concentrarán fuerzas y vehículos para si fuera preciso, ir reforzando el
cerco, en primer lugar sobre las vías de comunicación y posteriormente sobre el campo, cerrando
intervalos y dando profundidad al cerco.
Muy importante es el uso de las transmisiones, notificándose el establecimiento de los servicios para faci-
litar el control y coordinación de la operación, por el mando. Todas las Unidades intervinientes montarán
observatorios fijos y móviles para control de la zona de responsabilidad.
establecimiento del cerco, distintas Unidades e incluso distintas fuerzas de seguridad, siendo importantísimo,
tanto en un caso como en otro, establecer un mando único.
El cerco se puede establecer de día o de noche, pero la acción dentro del mismo se efectuará, a ser posi-
ble, de día. Así como en el cerco en zona urbana es prioritario el montaje de los observatorios antes de efec-
tuarlo, en zona rural, ya que la posible vulneración presenta mayores dificultades, pueden ser establecidos
antes, al mismo tiempo, o después, si bien en ambos medios cuidarán, especialmente, no ser detectados,
previéndose con un primer cerco extenso que, posteriormente se estrechará.
Tanto en zona rural como urbana es importante el acercamiento por itinerarios idóneos, aptos para sor-
prender a los sitiados una vez establecido el cerco.
Limpieza de itinerarios
OBJETIVO DEL SERVICIO
La limpieza de un itinerario forma parte del servicio de protección de vías de comunicación. Ésta limpieza
de itinerario consiste básicamente en dar una batida a ambos lados de una vía de comunicación. Tiene las
siguientes finalidades:
‘ Prevenir la comisión de atentados en las vías o itinerarios más utilizados por parte del personal de
la Guardia Civil en el transcurso cotidiano del servicio.
‘ Dificultar la acción terrorista evitando la colocación de artefactos explosivos en dichas vías.
‘ Crear psicosis en elementos terroristas, por lo esporádico e inesperado de este tipo de servicios.
Al realizar la limpieza se puede combinar con cierre de salidas/entradas del itinerario, montaje de obser-
vatorios para detectar movimientos extraños ante la actuación de la fuerza, de esta forma la limpieza y pro-
tección del itinerario será más eficaz ya que aseguramos la vía una vez reconocida.
FASES DE LA LIMPIEZA
En su desarrollo se distinguen tres fases:
1. Estudio del itinerario.
2. Limpieza del mismo (normalmente con una antelación de 2 a 3 horas antes de su posible utilización
por parte de alguna alta personalidad o por parte de fuerzas del Cuerpo).
3. Protección propiamente dicha (sin solución de continuidad con la limpieza).
PROFUNDIDAD DE LA LIMPIEZA
La zona para limpiar a ambos lados de la vía será variable e irá en función de:
‘ Tipo de terreno: si es llano, si encontramos taludes, si es sinuoso, si hay mucha vegetación.
‘ Existencia de itinerarios paralelos y adyacentes a la vía que tenemos que limpiar.
‘ Densidad de edificios y propiedades privadas.
‘ Personal disponible para la realización del servicio.
Salvo en los casos en que alguno de los puntos anteriores aconseje u obligue a marcar otra distancia, la
profundidad de la limpieza será aproximadamente de unos 25 metros a ambos lados de la vía. Antes de
comenzar la limpieza cerraremos los extremos, sus salidas y entradas y estableceremos observatorios.
COMPOSICIÓN DE LA PATRULLA
La Unidad más pequeña en una limpieza será la patrulla, que estará compuesta por un vehículo blindado;
dentro de él irán:
‘ El conductor, que ejerce en todo momento su función específica.
‘ Jefe de patrulla, que avanza en la retaguardia de los hombres de limpieza, proporciona protección ge-
neral, supervisa la ejecución de la limpieza y llevará las transmisiones, para estar en todo momento
enlazado con el mando y con el resto de la Unidad.
‘ Hombres de limpieza. Repartidos a cada lado de la vía, su misión es la de localizar cualquier objeto
que pueda portar explosivos e identificar cualquier alteración que se haya podido realizar en el terre-
no.
MÉTODOS DE LIMPIEZA
En función de la longitud del itinerario, puede interesar dividirlo en tramos y realizar sucesivamente la
limpieza de cada tramo, como si de un solo tramo se tratara. Para limpiar estos tramos o itinerarios se pue-
den utilizar diversas formas o sistemas:
Limpieza simultánea.
Limpieza sucesiva.
Limpieza simultánea
Se divide el itinerario en tantos tramos como patrullas de reconocimiento haya, cada patrulla se dirigirá
al tramo asignado para iniciar la limpieza o batida.
Los tramos estarán perfectamente delimitados, se tomarán como referencia, hitos, puentes, cruces, etc.
Al llegar cada vehículo al principio del tramo asignado, éste se detendrá, bajándose el personal y desple-
gándose a ambos lados de la vía, iniciando el reconocimiento.
El conductor estacionará el vehículo en un lugar donde no entorpezca la circulación, ni ponga en peligro a
los demás usuarios de dicha vía, permanecerá en las proximidades, pendiente de la seguridad y de las
transmisiones.
Cuando el conductor pierda el contacto visual de los componentes de la patrulla, se adelantará con el ve-
hículo para restablecer otra vez el contacto visual, ésta secuencia se repetirá hasta finalizar el tramo asigna-
do, momento que recogerá al personal que realizaba la limpieza.
Inconvenientes:
• Se necesitan puntos definidos del terreno para delimitar los tramos del itinerario.
• Puede existir falta de coordinación entre las diferentes patrullas.
• Necesita preparación, el jefe de la Unidad deberá realizar un estudio previo y minucioso.
Ventajas:
• La rapidez de ejecución, una vez planificada.
OTRAS CONSIDERACIONES
La limpieza, generalmente, deberá efectuarse con luz diurna. No obstante en el caso de efectuarse en
horas nocturnas deberemos extremar y aumentar las medidas de seguridad, así como disponer de buena
iluminación artificial.
Deberá evitarse que la finalización de los tramos coincida con un punto característico que, por su orogra-
fía o conflictividad, pueda servir de referencia para activar artefactos, o sean de laboriosa inspección.
La zona a reconocer por cada patrulla, viene marcada por las dos posiciones que ocupa el vehículo (des-
embarque y embarque) y por una franja de terreno, a ambos lados del itinerario, de unos 50 m. Debemos
tener presente que las distancias a reconocer son relativas, tanto en longitud, como en anchura.
Es fundamental la dispersión al circular por la zona a limpiar.
Si por los componentes de la limpieza, se observara algún punto elevado que pudiera servir de observa-
torio, se reconocerá incluso si se encontrara a mayor distancia. En dicho reconocimiento se buscarán hue-
llas, colillas o vestigios que indiquen la estancia de personas en dicho lugar en espera de algo. (Normalmen-
te la máxima distancia empleada para la activación de artefactos por radio-mando es de unos 300 m, no
obstante pueden alcanzarse mayores distancias, pero aumenta la ineficacia, dado que disminuye el poder de
observación del terrorista, sobre el punto de referencia).
En caso de alargarse el reconocimiento a pie, se comunicará su retraso y si fuera preciso salir del itinera-
rio en vehículo, para acceder por otro itinerario, a una zona dominante, se solicitará autorización para ello.
En éste último caso, normalmente se mandará la reserva, para no deshacer la rueda de coches de limpieza,
procurándose siempre que en ningún itinerario queden zonas peligrosas sin revisar.
Hay que tener presente:
‘ Evitar lugares pedregosos, es mejor pasar por la vegetación.
‘ Evitar las veredas, es mejor caminar fuera de ellas.
‘ Evitar las vaguadas, es mejor a media ladera.
En toda limpieza se deberá tener presente que el reconocimiento de la zona deberá efectuarse tanto en
horizontal, como en vertical. Si en los márgenes se hallaran casas habitadas, se solicitará información a sus
moradores, por si hubiesen visto algo que les llamara la atención.
Las personas que se fueran vistas por las inmediaciones serán identificadas, preguntándoles acerca de los
motivos por los que se encuentra en el lugar.
En los taludes se observará su estado, por si han sido manipulados, así como señales de movimiento de
tierra que posibilite la colocación de trampas. En las alcantarillas se observarán los objetos que en la misma
existan, tales como bidones, cables, etc.
Cuando se descubran cables que por su estado de conservación, podamos deducir su posible utilización
reciente, así como trozos de cinta aislante, pinzas, etc., se intentará razonar acerca de los mismos.
Se deberá desconfiar de los objetos dejados en la zona a limpiar, tales como munición, bolígrafos, linter-
nas, etc., ya que los mismos pueden ser objetos-trampa. En caso de encontrar posibles artefactos explosi-
vos, abstenerse de manipularlos, se imposibilitará la llegada de personas a sus inmediaciones, así como la
utilización del itinerario objeto de la limpieza.
De los vehículos sospechosos aparcados en las inmediaciones, se solicitará información al COS. Nunca
hay que acercarse y no hay que intentar abrir, ni manipular nada del mismo, aún en el caso de observar sus
puertas abiertas. En el caso de precisarse un acercamiento, lo efectuará un solo hombre, cuando sea orde-
nado y previo cerco lo más amplio posible.
Tanto con objetos, como con vehículos sospechosos de ser artefactos explosivos, hay que ampliar las dis-
tancias de seguridad entorno a ellos, buscando alguna persona con visión directa, capaz de activarlos. Una
vez observada la novedad, el jefe de vehículo confirmará, con distancia de seguridad, la incidencia y lo co-
municará al Jefe de la Unidad, quien a su vez valorará la situación y decidirá solicitar los Tedax,s, o las me-
didas a adoptar.
Si durante el traslado en vehículo tuviera que circular por las inmediaciones de un vehículo estacionado
en el margen, se tratará de aumentar la distancia de cruce, para así disminuir los efectos de una posible
explosión.
ORGANIZACIÓN
‘ Mando: Normalmente el Jefe de la Comandancia, pudiendo ejercerse por el Oficial en quien aquél dele-
gue.
‘ Medios: Se estimarán en armonía con la misión, peligrosidad y características del terreno.
q Cuando menos, una pareja por Puesto.
q Cuando más, una pareja por kilómetro.
‘ Distribución: Se hace a base de tres escalones, cuya misión respectiva es:
q Escalón de protección a distancia:
Misión: Evitar cualquier acción a distancia por fuego.
Situación: Dominará la vía por la vista y el fuego, para lo que normalmente se situará entre 100 y
300 metros. Distancias variables según las condiciones de seguridad y atmosféricas.
q Escalón de vigilancia inmediata:
Misión: Realizar la vigilancia inmediata y directa de los puntos críticos (túneles, cruces, travesías,
etc.).
Situación: Se situarán las parejas en desfiladeros, trincheras, curvas peligrosas, puertos, cambios
de rasante, terrenos cubiertos, puentes, obras de fábrica, cruces, travesías, etc.).
q Escalón de reserva:
Está constituido por retenes de 2 a 5 parejas, situadas en puntos estratégicos, dotados de vehícu-
los automóviles.
Tiene como misión:
Reforzar el servicio en puntos críticos.
Cubrir cualquier variación del servicio o itinerario.
Atender cualquier otra contingencia.
Situación: se situarán en puntos estratégicos dotados con medios de comunicación (teléfono o ra-
dio del Cuerpo) y distancia de unos 50 kilómetros.
ENLACE
a) Puesto de mando. Estará dispuesto por el mando el lugar en que se establezca, según itinerarios.
b) Transmisiones. Como medios, se dispondrá del teléfono o la radio del Cuerpo, empleándose, según
noticia lenguaje convenido, código o cifrado ordinario.
c) Novedades. Cualquier novedad será transmitida al Puesto de mando.
1
Basado en la Instrucción General número 5, de 22 de julio de 1959.
OBSERVACIONES GENERALES
Los itinerarios deberán estar estudiados en cada Comandancia. Cuando se repitan los servicios no deben
elegirse los mismos puntos para el establecimiento de las parejas.
Vías férreas
Por RROO de 30.03.1860, de mayo de 1866 y de 12 de octubre de 1889 (art. 23 del Reglamento para el
Servicio), se encomendó al Cuerpo la vigilancia de las vías férreas. Trata de esta materia el capítulo V del
Reglamento de Policía de Ferrocarriles de 23.11.1877 y 08.09.1879, respectivamente.
a) Objeto del servicio:
q Vigilar que no se ejecuten en las líneas férreas ni en sus obras accesorias acto alguno contra su segu-
ridad y conservación.
q Evitar que penetren en los taludes y desmontes personas extrañas ni ganados, desalojando a los que
lo efectúen.
q Vigilancia de los pasos a nivel y estaciones, para protección, auxilio y ayuda en caso necesario, a los
empleados.
b) Importancia. Las líneas férreas constituyen, con las carreteras, la más importante vía de comunicación
interior. Cualquier daño, ya ocasional, en sus instalaciones, puede originar grave perjuicio a las personas
y a la economía, de donde se deriva la importancia de este servicio.
c) Desarrollo del servicio. El servicio puede establecerse a base de parejas con el fin concreto de vigilan-
cia de la línea férrea en determinados tramos, o bien, combinándolo con cualquier otro servicio rural. En
todos los casos, dicho servicio presentará, como todos los demás, un doble aspecto:
q Acción directa de vigilancia mediante la observación, reconocimiento y recorrido del tramo.
q Labor informativa respecto de empleados, propietarios limítrofes y personas que transiten por ella o
sus inmediaciones.
q Con esta doble faceta no se cometerá un hecho que no sea descubierto, bien antes de que se produz-
can lamentables consecuencias, bien descubriendo a los autores para su ulterior sanción.
q La intensidad en el servicio vendrá dada en función de la situación más o menos subversiva que pueda
registrarse, por ser medios de comunicaciones muy vulnerables al sabotaje y atentado.
d) Trámite legal. Tanto el Código Penal (art. 249), como la Ley de Policía de Ferrocarriles de 23.02.1877 y
reglamento de Policía, son las disposiciones que rigen en esta materia, declarándose de la competencia
de la jurisdicción ordinaria los daños y atentados que se practiquen en sus instalaciones. Cuando sean
con fines terroristas (sabotajes), se estará a lo que determine la vigente legislación en esa materia.
La misión del Comandante de Puesto será instruir a sus subordinados en estos aspectos legales para
que, en todo caso, la denuncia de los hechos se produzca dentro de los cauces legales.
ÓRDENES DE SERVICIO
Deben ser claras, concretas, a ser posible escritas e incluso acompañadas de planos, croquis, fotografías
o superponibles y dadas con antelación suficiente para evitar la improvisación. Han de incluir:
Misión.
Zona a proteger (Croquis adjunto).
Hora de inicio.
Medios a utilizar.
Formas de transmisión de novedades, enlaces y claves.
Forma de actuar en situaciones especiales.
Prevenciones particulares.
Finalización de servicio.
para lo cual se situarán entre 100 y 300 metros, variando en función del nivel de seguridad requerido y
de las condiciones atmosféricas concurrentes.
Reserva. Tiene por objeto reforzar, cubrir y atender cualquier variación o contingencia que suceda. Pre-
ferentemente estará situada en lugares que faciliten sus desplazamientos y enlace. La reserva podrá ser
para todo el itinerario y/o para varios tramos. La primera podrá, en ocasiones, contar con un helicóptero
como medio de transporte y normalmente toda reserva será motorizada.
FORMAS DE PROTECCIÓN
En función de los medios materiales y humanos disponibles, para establecer la protección de un itinera-
rio, podemos utilizar los siguientes sistemas, aunque lo ideal sería emplear un sistema mixto que com-
prenda los cuatro que describen pero, normalmente, sólo será posible en ocasiones muy especiales y gene-
ralmente en razón directa del objetivo potencial que utilice la vía:
Puestos fijos. La eficacia de este sistema está basada, principalmente, en el número de hombres dispo-
nibles, por lo que para la adopción del mismo precisaríamos un gran número de ellos.
Generalmente estos puestos serán visibles, con el objeto de persuadir a posibles agresores, no des-
echándose la posibilidad de establecer determinados puestos ocultos, con el fin de intentar descubrir y
detener posibles agresores. La distribución de estos puestos se hará en profundidad, a ambos lados del
itinerario, con el fin de evitar posibles agresiones a distancia.
CARACTERÍSTICAS. Estos puestos deberán estar formados por un mínimo de dos personas separados
y enlazados por la vista. La zona de responsabilidad asignada a cada puesto, deberá ser previamente re-
conocida por la fuerza actuante, al objeto de familiarizarse con ella, conocer con detalle los puntos donde
remarcar su vigilancia y comprobar la no existencia de peligro alguno.
En itinerarios de frecuente establecimiento de servicios de protección, se procurará variar la situación
de los puestos, con lo que ganaremos en seguridad y en eficacia, dado que evitaremos probables accio-
nes sobre ellos y la posibilidad de burlarlos.
En los cruces, interesará a veces cortar la circulación, anulándose las señales y semáforos. Igualmente
se controlarán todas las incorporaciones o vías coincidentes con el itinerario a proteger. En autopistas y
autovías este cometido viene facilitado, dado que las incorporaciones o salidas de la misma, son menos
numerosas que en el resto de las vías de comunicación.
Se evitará que en el itinerario nadie se estacione indebidamente, con posibilidad de dificultar o hacer
peligroso el tránsito.
En ningún caso, los honores y saludos deben ir en detrimento de la vigilancia y protección.
Patrullas a pie. La eficacia de este sistema viene dada cuando sea adoptado como complemento del
anterior, dada la posibilidad de infiltraciones que éste permite.
Caso de no disponerse de suficiente número de fuerza para establecer, en todo un itinerario puestos
fijos, podremos utilizar las patrullas a pie, pese a las limitaciones que conlleva.
CARACTERÍSTICAS. Las patrullas estarán constituidas por un mínimo de dos personas, pudiéndose in-
cluir la ayuda de perros.
Las zonas asignadas a las patrullas deberán superponerse en los extremos, para así evitar zonas
muertas, estableciéndose puntos de contacto entre ellos.
Los movimientos de las patrullas deberán estar presididos por la variación, tanto en el recorrido, como
en los períodos de tiempo en que los efectúen.
Si la visibilidad lo permite podrán realizarse reconocimiento visual desde puntos dominantes.
En puntos característicos por su peligrosidad o conflictividad, podrán establecerse puestos con el único
cometido de vigilar y dar protección al mismo.
Patrullas motorizadas. Pueden utilizarse complementando a los anteriores, con la finalidad de poder
cubrir los espacios libres, que las patrullas puedan dejar en sus desplazamientos.
Este sistema permite dar gran profundidad al despliegue, así como movilidad y el consiguiente au-
mento en rapidez para el traslado desde un punto a otro.
Se establecerán zonas para cada patrulla, que deberán ocupar con anterioridad al paso del objetivo,
permaneciendo en ellas hasta su llegada y desplazándose inmediatamente después a ocupar otras.
CARACTERÍSTICAS. Como ocurre con el sistema anterior, éste por si sólo no impermeabiliza la zona a
proteger, dejando espacios aptos para infiltraciones.
Las patrullas pueden estar constituidas por un vehículo o por dos motos. Los medios a emplear serán
vehículos rápidos tipo turismo, o motos de carretera y vehículos TT o motos de iguales características. El
material de transmisiones colocado en las mismas, permite una mayor cobertura, que la correspondiente
a las patrullas a pie.
Las zonas de actuación de las patrullas, igualmente, deberán superponerse en sus extremos y los mo-
vimientos serán irregulares en tiempo y en itinerario a seguir. Podrán efectuar reconocimientos a pie de
puntos peligrosos, ocupar momentáneamente puntos dominantes, realizar identificaciones de personas y
vehículos, llegando incluso a montar esporádicos puntos de identificación de personas y/o vehículos en
vías paralelas o en accesos a la principal.
Helicóptero. Constituyen un arma psicológica y de apoyo a cualquiera de los sistemas adoptados. Son
efectivos para puesto de mando, facilitar el enlace, servir de observatorio, transporte, protección, facilitar
evacuaciones o agilizar la toma de puntos.
OTRAS CONSIDERACIONES
El servicio se iniciará con la antelación suficiente, de poder realizar la previa inspección de la zona de
responsabilidad, evitándose encontrarse efectuando la misma durante el paso del objetivo a proteger.
Los puestos fijos establecidos en alturas dedicarán su atención preferente a las zonas altas dominadas
por la vista, ayudando a los actuantes en suelo, cuando sea requerido por los mismos.
Toda fuerza que preste servicio de protección deberá observar preferentemente hacia afuera, adoptando
la posición de espalda al itinerario (puestos fijos).
Independientemente de la previa limpieza del itinerario a proteger, cada actuante realiza una segunda
inspección de su zona de responsabilidad.
Todo dossier contendrá los volúmenes correspondientes a itinerarios comprendidos entre el punto de sa-
lida y el de término.
Identificación y cacheos
IDENTIFICACIÓN
Generalidades
Al proceder a identificar a una persona, sin olvidar la corrección que, en todo momento, debemos em-
plear, actuaremos siempre con decisión y con la convicción de que estamos cumpliendo con nuestra obliga-
ción, así como que la persona a identificar la tiene igualmente de hacerlo y facilitarnos los datos que le ata-
ñen y que podamos necesitar sobre algún asunto relacionado con el servicio. Nunca debemos estar nervio-
sos o tímidos o, al menos, nunca parecerlo.
Por lo tanto, no debemos titubear ni acomplejarnos por los modales que emplee la persona a identificar,
ya sea utilizando ésta tono de persona importante “Usted no sabe con quien está hablando” o bien sea in-
tentando atribularnos con gestos y ademanes descompuestos, que muchas veces son empleados por los
delincuentes para intentar escapar ante la menor indecisión de la fuerza.
Especial atención hay que dedicar a las mujeres de estos delincuentes, en especial a las de quinquis y gi-
tanos, que suelen interponerse entre los Agentes y sus familiares, lanzando gritos y frases injuriosas, o bien
de lástima, con la misma intención de turbar la fuerza o de llamar la atención pública con dicho objeto, y
siempre con la finalidad de provocar la huida del delincuente en esos momentos de indecisión.
También es conveniente reseñar la estratagema utilizada habitualmente por los delincuentes, consistente
en, al ir la fuerza a proceder a su identificación y antes de dejar que aquélla diga una palabra, preguntarle
por una calle, centro asistencial, taller mecánico o cualquier otro lugar, añadiendo que no son de allí, con lo
que los delincuentes intentan explotar en su beneficio nuestro espíritu Benemérito y conseguir que la mis-
ma, con su buena voluntad, se limite a explicarles lo interrogado con anterioridad sin proceder ya a su iden-
tificación.
Es de suma importancia el decir que cuando requiramos a una persona para que se identifique o nos
muestre cualquier tipo de documento, le especifiquemos claramente cual es el que deseamos comprobar y le
recojamos ese, y sólo ese, sin aceptar carteras, bolsos de mano, etc. Esto podría traer complicaciones si el
propietario del mismo denunciara falsamente después, y tras la devolución por nuestra parte, faltasen do-
cumentos, tarjetas o, en el peor de los casos, dinero.
‘ PROTECCIÓN
q Se situará a una distancia de 2-4 metros del individuo a identificar y el ángulo respecto a la dirección
de marcha del mismo será de 70º-90º.
q Ha de poseer un buen campo de visión y tiro.
q Estará presto a reaccionar en todo momento, de acuerdo con la situación en que se encuentre (arma
montada, arma desenfundada, arma en la funda).
q Prestará una atención constante al entorno.
q Procurará que sus acciones sean difícilmente percibidas por el individuo a identificar.
‘ INTERVENCIÓN:
q Se situará a una distancia de 0,5-1 metro del individuo a identificar y en un ángulo respecto a la di-
rección del mismo de 45º. Por supuesto, se colocará en el lado contrario, respecto al eje de marcha
del individuo, en el lado contrario de su compañero.
q Ha de dar el alto al sujeto a identificar, anunciándole la intención de hacerlo y especificarle que docu-
mentos desea comprobar.
q Prestará especial atención a los movimientos del sujeto, sobre todo de los brazos, pudiendo, en caso
de tener cualquier tipo de sospechas, proceder a su cacheo antes de a su identificación.
q Comprobará los documentos del individuo.
q Estará vigilante sobre cualquier pequeño detalle (temblor, sudor, palidez, etc.) que pueda denotar que
el individuo está nervioso o asustado. A veces, puede resultar sumamente útil el mantener una pe-
queña charla intranscendente con el individuo, de la que quizás podamos obtener algún dato, informa-
ción o detalle de interés.
q Nunca confiarse y estar presto a intervenir, sin introducirse en el campo de fuego del compañero.
q Se desenvolverá con amabilidad pero con firmeza, sin establecer diálogos inútiles.
CACHEOS
Generalidades
Consisten en asegurarnos que el sospechoso no es portador de ninguna arma
de fuego o blanca que pueda poner en peligro nuestra integridad física, así como
despojar al cacheado de toda clase de objetos, documentos, etc. que nos puedan
servir de prueba de algún hecho delictivo. El cacheo debe ser TOTAL, CUIDADO-
SO, METÓDICO Y MINUCIOSO.
El cacheo debe hacerse de manera precavida, presionando ligeramente con el
fin de detectar objetos y/o sustancias prohibidas, pero tomando precauciones
para evitar accidentes; por ejemplo, clavarnos agujas de jeringuillas que pudieran transmitir alguna enfer-
medad infectocontagiosa. Se deben utilizar guantes de goma de un solo uso.
Por regla general, los cacheos los efectuarán como mínimo dos guardias, siendo uno el que en la práctica
cacheará, mientras su compañero le presta protección. Dicho compañero se encontrara a una distancia pru-
dencial del individuo a cachear (4-6 metros), en el lado opuesto al que se encuentre el guardia que efectua-
rá el cacheo, con el arma dispuesta para ser usada y teniendo siempre presente que, en los desplazamientos
de la pareja durante el cacheo, aquél tendrá que pasar siempre por detrás de él, para no cruzar su campo
de tiro.
En el caso excepcional de que sea el único guardia el que efectúa toda la operación de cacheo, deberá
realizarla por la espalda del individuo (nunca frente a él); deberá llevar el arma presta para hacer fuego y
empuñada con la mano contraria a aquella con la que esté realizando el palpado; bien pegada a su cuerpo, a
la altura de la cintura, y sin apoyar nunca la pistola en el cuerpo del individuo a cachear. Es decir, empuñará
el arma en la mano derecha cuando cachee el lado izquierdo del sospechoso y viceversa.
Especial atención, por su conflictividad, merece el suceso que se dan cuando es una mujer la sospechosa.
En caso de tratarse de una situación de normalidad (falta de indicios), se le mirarían prendas de abrigo,
bolsos, etc. únicamente, pero, a la menor sospecha, solicitaríamos la ayuda de otra mujer (matrona, guar-
dia, policía municipal, etc.) al objeto de que ella cacheara a la sospechosa. En caso de existir evidencias
claras o indicios suficientemente racionales de peligrosidad de la sospechosa y, si nos vemos en la imposibi-
lidad inmediata de contar con la ayuda de una mujer para realizarle el cacheo, nosotros mismos podremos
efectuarlo (STC, en donde dice que “los españoles” podrían ser cacheados).
De día se intentará no llevar a cabo los cacheos en lugares de numerosa concurrencia, como paradas de
autobús o entradas de cine, al objeto, evidente, de no montar ningún “espectáculo” que atraiga curiosos que
dificulten nuestras acciones o, si existe gran agresividad del público hacia nosotros o los sospechosos, evitar
que este público tome parte activa con agresiones, lanzamientos de objetos, etc. De noche, y al objeto de
facilitar nuestra labor, se procurará llevar a cabo los cacheos en lugares iluminados.
Como norma general, y antes de iniciar un cacheo, obligaremos al sospechoso a que se despoje de todas
aquellas prendas superfluas que vista (abrigos, chaquetones, gorras, etc.), las cuales examinaremos una vez
acabado el registro del individuo.
Posiciones
1. Un solo sospechoso
a) De pie
MODALIDAD A.
Se indicará al sospechoso que se coloque a un
metro de un obstáculo con altura y consistencia
suficiente (pared, coche) y siendo éste lo más
liso posible.
Se obligará al sospechoso a apoyar las palmas
o primeras falanges de los dedos en la pared,
por encima de su cabeza y formando un ángulo
con sus brazos de unos 90º.
Las piernas las pondrá bien abiertas, bien sepa-
radas del obstáculo y con los pies paralelos al
mismo.
Esta posición cuanto más exagerada, más efectiva y segura es, por su incomodidad y por el
desequilibrio en que se halla el cacheado.
Si al individuo, por su peligrosidad, se le ha esposado ya, le obligaremos a que se apoye con la
frente en la pared, siendo el resto de la posición igual a lo visto anteriormente.
MODALIDAD B.
Una manera de efectuar el cacheo, cuando no
disponemos de apoyo, es obligar al individuo a
cruzar las manos sobre su cabeza. Nos colo-
camos por detrás y a su izquierda, sujetando
con la mano derecha sus dos manos y algo de
pelo, a ser posible, haciendo fuerza hacia
atrás y lo desequilibramos, pudiendo entonces
realizar el cacheo.
b) Decúbito prono
Se indicará al sospechoso que se tienda en el
suelo boca abajo, separadas las piernas y con
los brazos en cruz.
Se obligará al individuo a flexionar los brazos
hacia arriba, tras haberlos recogido un poco
con lo cual subirá todo su cuerpo, apoyando en el suelo únicamente las palmas de las manos y
las punteras de los pies. Se le ordenará que se mantenga en alto hasta que finalice el cacheo.
Según la fortaleza del individuo, se le podría indicar que levante y ponga a su espalda el brazo
contrario al costado que estamos cacheando, aumentando así el desequilibrio en que se halla.
2. Varios sospechosos
Cuando se trate de cachear a varios individuos
a la vez, se les alineará contra un obstáculo
válido o tumbados en el suelo boca abajo, uno
al costado del otro, adoptando posteriormente
todos, las posturas explicadas anteriormente.
La distancia entre los distintos sospechosos ha
de ser de 2-3 metros, siendo primordial el evi-
tar que hablen entre ellos.
El cacheo se iniciará con la persona de la iz-
quierda, examinándole totalmente, de tal mo-
do que, cuando se ha terminado con el prime-
ro, se les desplaza al ultimo lugar, siguiendo
con el segundo y así sucesivamente hasta
terminar con todos.
Forma de ejecución
El guardia que va a efectuar el cacheo se colocará en
perpendicular al sospechoso y en el costado del mismo
que se va a empezar a cachear, a una distancia de entre
0,5-1 metro. Preferiblemente empezaremos por el costa-
do izquierdo y se obligará al sospechoso a mirar al lado
contrario del cacheo.
Introducirá su pie izquierdo (costado izquierdo) o derecho
(costado derecho) entre el del mismo lado del delincuente
y del obstáculo. A la menos sospecha de ataque, el guar-
dia barrerá con el pie hacia fuera y el delincuente caerá al
suelo. En el caso de que el sospechoso se encuentre en la
posición de flexión decúbito prono, el guardia colocará su
pie (el mismo que el costado que se esta cacheando del
sospechoso) cerca de la mano o pie del sospechoso, para,
que en caso de que sea necesario, barrer hacia fuera uno de esos dos miembros, con lo que el sospecho-
so caería al suelo.
Si el sospechoso está de pié, se empezará el cacheo en las palmas de las manos y se acabará por los
pies, mientras que se realizará al revés si el sospechoso se encuentra en flexión decúbito prono.
El registro debe comenzarse por un costado, hasta tanto no se haya reconocido minuciosamente todo él,
no se pasa el otro costado. Con ello, evitamos el que al querer registrar alguna zona del otro costado
tengamos que estirar los brazos más de lo normal y como consecuencia perdamos el equilibrio, quedando
a merced del sospechoso.
La vista ha de mantenerse fija en la parte superior del cuerpo del sospechoso, sobre todo nuca y hom-
bros, por ser la parte del cuerpo en que se manifiesta con más claridad y anticipación cualquier tipo de
movimiento. Al registrar sus partes inferiores (piernas,
pies) no debemos torsionar nuestro tronco sino flexio-
nar nuestras piernas al objeto de evitar nuestro des-
equilibrio.
El cacheo se realizará con la mano derecha o izquierda
dependiendo del lado del sospechoso que estamos re-
gistrando (derecha-derecho, izquierda-izquierdo). Con
nuestra mano iremos rozando, y no pellizcando ni gol-
peando, el cuerpo del individuo con la suficiente presión
como para detectar la existencia de armas u otros obje-
tos. El hecho de rozar da más continuidad al acto del
cacheo, no quedando espacios del cuerpo sin tocar, lo
que podría suceder entre dos pellizcos o palmadas con-
secutivas.
Se irá rozando y registrando:
1. La mano (incluida la palma) y el brazo.
2. El hombro (incluida axila)
3. La cabeza. Especial atención a la prenda de cabeza, si el sospechoso la usa, y al cabello si el individuo
lo lleva largo o ensortijado. Hay que procurar mantener la mano lejos de la boca del sospechoso para
evitar cualquier mordisco que nos haría perder, por unos instantes, el dominio de la situación.
4. Tórax. Atención a bolsillos y pliegues de la ropa.
5. Costado.
6. Espalda.
7. Cintura. Es aconsejable meter el dedo pulgar dentro del pantalón y el cinturón. Así reconoceremos el
perímetro correspondiente a ese costado, por si el sospechoso llevara algún instrumento o arma alo-
jada en la cintura. También conviene revisar minuciosamente la hebilla del cinturón.
8. Entrepierna (genitales y ano). En esta zona se debe hacer especial hincapié por tenerse, por lo gene-
ral, cierto reparo en tocarla, siendo precisamente por esta razón aprovechada por los delincuentes pa-
ra esconder en ella los objetos o armas más insospechados. Debemos, pues, liberarnos de este tipo de
prejuicios o pudores y registrar minuciosamente toda esa zona.
9. Piernas. Importante el registro del calcetín y bajos de la pernera del pantalón.
10. Pie. Se debe registrar también el zapato y la planta del pie.
11. Si en el cacheo se encuentra alguna arma u objeto sospechoso, se colocarán estos a conveniente
distancia, sin examinarlos de momento, y se continuará con el registro.
Se apartarán momentáneamente bolígrafos, mecheros, objetos duros y alargados y todo lo que sea sus-
ceptible de contener un arma disimulada.
Postulados fundamentales
Podemos, pues, resumir todo lo dicho sobre el registro o cacheo de un sospechoso en los siguientes pun-
tos:
1. Una DESCONFIANZA TOTAL debe presidir todo acto de cacheo.
2. Hay que mantenerse a distancia del sospechoso hasta tanto se le tenga en posición de registro, pues con
ello evitamos el que nos sorprenda y desarme. No poniendo nunca la pistola en contacto con el cuerpo
del sospechoso, a fin de imposibilitarle el conocimiento exacto de dónde tenemos en cada momento
nuestra arma.
3. El detenido nunca podrá permanecer en perfecto equilibrio, es decir, en una postura que le permita rea-
lizar fácilmente movimientos bruscos. Debe mantenérsele en una postura lo más INCÓMODA posible.
4. Quien registra debe, por el contrario, permanecer en perfecto equilibrio, de modo que siempre domine la
situación y no pueda sorprenderle el detenido.
5. El registro o cacheo debe efectuarse con una sola mano, para que la otra quede libre para sostener el
arma, si se encuentra un guardia solo, o bien para controlar cualquier movimiento imprevisto del deteni-
do, si se dispone de un compañero que le cubre con su arma.
6. Si se efectúa solo el registro, debe mantener alejada el arma del alcance del detenido y, cuando cambie
de costado, debe cambiar el arma de mano.
7. Debe mantener una vigilancia constante sobre el sospechoso, en evitación de cualquier movimiento que
le pueda sorprender. Por la misma razón, no debe dársele nunca la espalda.
8. Hay que hablar lo menos posible con el detenido y, cuando se haga, se haga, se darán órdenes claras y
concretas, para que puedan ser obedecidas rápidamente. Se ha de actuar con firmeza, pero con correc-
ción, no demostrando timidez ni apocamiento y evitando, por supuesto, mostrarnos nerviosos.
9. En caso de que haya dos guardias, nunca debe interponerse quien efectúa el registro en la trayectoria
del arma del que efectúa la cobertura, para evitar ángulos muertos que faciliten la fuga del detenido.
10. Hay que efectuar el cacheo de la ropa de forma muy minuciosa con el fin de poder localizar cuanto lleve
encima el sospechoso.
11. Nunca debe registrarse a un sospechoso estando frente a él, hay que hacerlo por detrás y por el costa-
do.
12. Si hay varios detenidos, se les coloca en fila, quedando entre ellos como mínimo 2-3 metros de distan-
cia. Se empieza a registrar un costado del primero, una vez reconocido se le desplaza al otro extremo de
la hilera de sospechosos, así se sigue con los demás, hasta terminar con ese costado, de forma que
quien registra nunca se interpondrá entre los detenidos.
13. Por último, hay que tener mucha precaución al realizar el cacheo, porque siempre hemos de estar pre-
venidos de la posibilidad de poder sufrir una agresión, sin fiarnos DE NADA NI DE NADIE.
Esposamiento
Las esposas o grilletes son un utensilio sin el que muchos guardias salen al servicio, con grave olvido de
su propia seguridad y de su importancia para el éxito del cumplimiento del servicio encomendado o de las
diversas incidencias que se pueden ocasionar durante el transcurso del mismo.
La decisión de colocar los grilletes es una decisión totalmente personal, pues no hay nada legislado sobre
su uso. No nos debemos dejar llevar nunca por sensiblerías de edad y sexo. Su uso nos vendrá aconsejado
por imperativos del tipo de delito cometido por el detenido, grado de peligrosidad del mismo, resistencia que
pueda oponer, etc. Aunque aquí, más que nunca, es válida la regla de oro de que debemos alejar toda CON-
FIANZA. De todas formas, se recomienda su colocación siempre que haya una detención, ya que el detenido
es responsabilidad nuestra.
Normalmente, los grilletes se colocarán después del cacheo o registro, aunque pueden ponerse antes si el
individuo es peligroso o violento. También es conveniente colocarlos cuanto antes en el caso de que la ac-
tuación la lleve a cabo un solo guardia aislado.
Actualmente existen en el mercado muy diversos modelos de esposas, que se adaptan a diferentes cir-
cunstancias y necesidades (climas húmedos, transferencias de alto riesgo, dimensiones superiores, piernas
etc.). A continuación se reflejan algunos de los muchos modelos que se comercializan.
Reglas generales
El esposamiento se realizará siempre con las manos a la espalda, y los dorsos de las mismas tocándose
(palmas hacia fuera).
En caso de que el detenido lleve cinturón, se pueden pasar los grilletes por debajo del mismo, quedando
al final la cadena que une los grilletes bajo el cinturón.
No fijaremos mediante grilletes a un detenido a partes u objetos fijos, sobre todo en vehículos.
Un momento peligroso será el de aflojar o apretar los grilletes, sobre todo cuando se haga a raíz de una
petición del detenido.
NO NOS ESPOSAREMOS CON UN DETENIDO NUNCA o de lo contrario pudiera ocurrirnos lo que se ve en
la foto.
Nunca conduciremos a un detenido sujetándole por la cadena que une los dos grilletes, porque pudiera
ocurrirnos lo que se observa en la foto.
No se deben dejar los grilletes tan flojos que permitan fáciles giros de las manos esposadas, ni tan fuer-
tes que produzcan lesiones (hematomas, rozaduras, etc.) al detenido. Especial atención merece las AU-
TOLESIONES que los detenidos se pueden originar con los grilletes, si estos están mal colocados, para
después presentar denuncias por malos tratos, por lo cual nuestra vigilancia ha de ser constante.
NUNCA dejaremos que un detenido se espose a sí
mismo.
En el acto de la colocación de los grilletes, siempre se
ha de tener en cuenta que hay que ser OPORTUNO-
SEGURO-RÁPIDO-ENÉRGICO.
mediante el giro del grillete sobre la muñeca (produciendo dolor), y también se puede golpear si se
produce una reacción violenta hacia el agente.
q Con su mano derecha cogerá la mano izquierda del detenido y la llevará a su espalda. El detenido se
encontrará en una postura de desequilibrio, apoyando acto seguido la cabeza contra el obstáculo so-
bre el que le hayamos realizado el cacheo.
q Con el fin de controlar cualquier movimiento del tren
inferior y evitar una agresión con las piernas, se pue-
de pisar el pie del que va a ser esposado, no con el
tacón, sino con la parte delantera.
q Se apoyará uno de los grilletes en la muñeca izquier-
da del detenido, presionándolo hasta que se cierre
sobre ella.
q En ningún momento se soltarán los grilletes durante
el esposamiento, siendo imprescindible el empleo de
nuestra mano izquierda para posibilitar el paso de la
muñeca que va a ser engrilletada a la espalda, a la
vez que empujamos al sospechoso contra la pared y
lo controlamos con nuestra rodilla.
q Introducirá, si es el caso, el otro grillete aún libre entre el pantalón y el cinturón del detenido, con su
mano derecha.
q El guardia actuante cogerá con su mano derecha del detenido, hasta entonces aún apoyada sobre el
obstáculo y la llevará a la espalda, a buscar la otra mano ya esposada, cerrando el grillete libre sobre
aquella, de tal modo que los dorsos de las manos se toquen, es decir, que las palmas queden hacia
fuera, para evitar dentro de lo que cabe que el detenido pueda manipular las cerraduras.
b) Detenido en el suelo. Después de haberle realizado el cacheo, o de haberle derribado e inmovilizado si
hubiera habido resistencia, el detenido adoptará la posición decúbito prono (boca abajo). Para colocarle
los grilletes tenemos, básicamente, tres variantes.
q 1.ª Variante.
• Haremos que el detenido ponga los brazos en cruz, con las palmas hacia arriba. Colocándonos
nosotros en sentido opuesto a él, pisaremos con nuestro pie izquierdo su codo izquierdo, po-
niéndole un grillete en la muñeca de su brazo izquierdo.
•
q 2.ª Variante.
• Flexionamos lateralmente la pierna derecha del detenido de tal forma que, al hacerle que flexio-
ne su pierna izquierda, aquélla queda presionada por la parte posterior de la rodilla izquierda.
• Apoyamos nuestro pecho sobre la pierna izquierda del detenido, echando nuestro cuerpo hacia
delante como si hubiera alguna resistencia.
• Cogemos el brazo izquierdo del detenido, lo llevamos a su espalda y, tras poner el grillete, pa-
samos el otro por debajo del cinturón, cerrándolo sobre la muñeca derecha, de tal modo que las
palmas de las dos manos miren hacia fuera.
q 3.ª Variante.
• Colocamos la rodilla izquierda sobre el brazo izquierdo del sospechoso, luxando de esta manera
el hombro.
• A la vez luxamos su muñeca izquierda.
• Se le obliga, indicándoselo y ejerciendo presión si fuera necesario, a llevar su muñeca derecha a
la espalda.
q 4.ª Variante.
• Esta variante es la menos aconsejable de todas, pues, en caso de revolverse el sospechoso, re-
sulta difícil su control pudiendo zafarse de la inmovilización y obligándonos a acudir al empleo de
las armas de fuego.
• Nos colocamos a la espalda del detenido e introducimos nuestra pierna derecha flexionada entre
la pierna izquierda del mismo. Inclinando nuestro cuerpo hacia delante conseguiremos una luxa-
ción en los ligamentos posteriores de la rodilla del detenido, acompañada de un intenso dolor.
• El problema con esta posición es que un movimiento brusco del sospechoso, girando hacia su iz-
quierda, puede desestabilizarnos y hacernos perder el equilibrio.
• En los tres casos, y para incorporar al individuo, una vez finalizado el esposamiento, haremos
que se gire para sentarse, haciendo que flexione las piernas para que cuando le empujemos por
el cuello pueda levantarse. En caso de que sea una persona gruesa a la que hay que levantar, el
agente colocará una de sus pies para que tenga un punto de apoyo a la hora de levantarse.
c) Esposamiento en vehículo. Siempre hemos de procurar que el sospechoso abandone el vehículo para
efectuar el esposamiento (sí procede). Pero si se niega a salir incluso se agarra al volante, se abrirá la
puerta del conductor con la mano derecha y con los grilletes en la mano izquierda, (si es un vehículo con
el volante a la izquierda, si fuese con el volante a la derecha se realizará al revés), se engrilletará la mu-
ñeca izquierda del conductor, luego se realiza la extracción del sospechoso pasando el grillete bajo su
axila, y colocándole en el vértice que forma la puerta del vehículo con el habitáculo, procediendo a conti-
nuación a engrilletar la otra muñeca. Se puede también proceder a esposar en el suelo una vez que se ha
engrilletado la muñeca izquierda, tirando esta vez hacia el suelo en vez de llevar el vértice anterior.
En cuanto a la posibilidad de que el sospechoso lleve el cinturón de seguridad puesto, una vez que se
le ha colocado el primer grillete se puede proceder de dos formas distintas:
q Hacer que el propio sospechoso se quite el cinturón de seguridad con la mano que le queda libre, tra-
tando posteriormente de quitárselo realizando un cambio de manos de los grilletes.
q La segunda de las formas de quitar el cinturón es cortarlo. Utilizando lo que se denomina navaja poli-
cial. Este útil policial, muy de moda últimamente en muchas policías europeas y americanas, es una
herramienta que se abre y se cierra con una sola mano, llevando un filo láser (de los que no hace falta
afilarse), y cuyo manejo debe ser una práctica habitual en la formación integral de cualquier profesio-
nal de la seguridad.
Figura 1
Figura 2
Figura 3
Figura 4
Figura 5
Figura 6
Nociones generales
INTRODUCCIÓN
El arma de fuego es uno de los elementos de que el guardia civil dispone en el desempeño de su misión.
Pocas veces se saca de su funda y en raras ocasiones es necesario dispararla en cumplimiento del deber. Su
simple visión cumple una función disuasoria del posible ataque físico al agente. Por ello, éste debe conocer
cumplidamente las normas establecidas tanto sobre su uso jurídico como su empleo técnico.
La LOFFCCS, reitera como misión de la Guardia Civil «la garantía del libre ejercicio de los derechos y li-
bertades reconocidos por la Constitución y la protección de la seguridad ciudadana». Los principios básicos
de actuación –de su artículo 5.º 2.d)–, determinan que «solamente deberán utilizar las armas en las situa-
ciones en que exista un riesgo racionalmente grave para su vida, su integridad física o las de terceras per-
sonas, o en aquellas circunstancias que puedan suponer un grave riesgo para la seguridad ciudadana y de
conformidad con los principios de congruencia, oportunidad y proporcionalidad en su utilización».
• Debemos de intensificar nuestro conocimiento sobre las armas que tenemos de dotación, tanto para pro-
ceder a su manipulación como a su uso y custodia.
• Debemos evitar la curiosidad por las armas ajenas, y especialmente si nos son desconocidas.
• Las armas debemos guardarlas en lugar seguro y fuera del alcance de otras personas (especialmente los
niños).
• Jamás juguemos con las armas. El entrenamiento no es un juego.
• El dedo sobre el disparador no lo colocaremos hasta que tengamos el arma perfectamente empuñada y
apuntando hacia el blanco que deseamos.
• Si estás aburrido, no manipules el arma para distraerte.
• Guardar el cargador separadamente del arma en evitación de accidentes a terceros.
Debemos extremar estas precauciones cuando alguno de los familiares se encuentren bajo tratamien-
to psiquiátrico, por leve que sea. En estos casos debemos dejar el arma depositada en la «Sala de Armas»
del acuartelamiento o en un lugar adecuado dentro de la base de nuestra unidad.
• No limpies nunca el arma si estas viendo la televisión, en compañía del cónyuge o delante de los niños. Si
has de realizar la limpieza hazlo en una habitación donde te encuentres solo.
• No confíes en tus reflejos y destreza con las armas. Recuerda el dicho de que «la confianza mata».
• Los accidentes con las armas son siempre consecuencia de negligencias que cometemos. ¡No echemos la
culpa al diablo!.
• Porta siempre el arma en una funda adecuada al momento en que la llevas y colocada de forma que no
te impida el moverte libremente.
• Nunca arrojes el arma al suelo, mesa, cama, etc.
• Nunca manipules el arma en el interior del vehículo, excepto lo imprescindible para sacarla de la funda y
apuntar hacia el exterior (siempre ante una necesidad inminente).
• Durante la realización de cualquier servicio debes estar pendiente de las misiones que tienes encomen-
dadas en el mismo no lo aproveches para conocer tu arma.
• Prohibición de portar el arma con cartucho en recámara. En caso de emergencia el desenfundar y montar
es más efectivo y conlleva menos riesgos.
• Debemos motivar al personal que presta servicios rutinarios o estáticos (centinela, protección edificios,
prisiones, etc.) en los que el tedio y la monotonía pueden inducir al manejo innecesario e incluso al juego
con las armas.
• Debemos intensificar la instrucción en cuanto a manipulación, uso y custodia de las armas; para ello al
menos todas las semanas debemos entrenar el armado y desarme de las que tengamos adjudicadas,
empuñamiento, posturas y tiro en seco.
Nunca debemos extraerla por simple curiosidad o para mostrarla a otros compañeros.
• El arma que utilizamos para el servicio debe estar en las mismas condiciones que cuando sale de fábrica.
La manipulación de determinadas piezas para conseguir efectos distintos de los homologados en el banco
de pruebas es una grave negligencia que puede dar lugar a accidentes.
No debemos por tanto manipular el mecanismo de disparo para conseguir un menor esfuerzo en la li-
beración del martillo, ni debilitar el muelle recuperador para que sea más fácil la acción de montar el ar-
ma.
Con independencia de las responsabilidades por negligencia en el manejo de las armas a las que
hubiera lugar en caso de accidente, existe una responsabilidad administrativa por el deterioro de un ma-
terial que es propiedad del Estado.
DURANTE EL SERVICIO
Hemos de concienciar al personal del Cuerpo, que el servicio es la manifestación del cumplimiento del
deber que tenemos hacia la sociedad, por tanto durante la realización del mismo, no debemos entretenernos
con otros elementos ajenos al mismo.
• El arma que llevamos adjudicada es un elemento más para el cumplimiento de nuestras obligaciones y
por tanto un instrumento que debe estar en condiciones de uso. Así pues, la realización del servicio no es
el momento más adecuado para conocer o limpiar el arma de que disponemos.
• Debemos motivar al personal que presta servicios estáticos o monótonos, que el tedio y el aburrimiento
son circunstancias que pueden inducir a buscar una distracción con aquello que tenemos más a mano, en
este caso, las armas que llevamos en ese momento, y que, por la falta de concentración en lo que hace-
mos, es una ocasión de riesgo para que se produzca un accidente.
• Cuando nos encontremos en movimiento (subida o bajada de los vehículos, registro de una casa, perse-
cución de un delincuente, etc.) debemos cuidar el modo en que llevamos muestras armas para evitar
golpearlas contra objetos o evitar que se enganche en cualquier saliente, lo que podía ocasionar algún ti-
po de accidente.
• Aunque ya lo hemos expuesto con anterioridad, insistir en el detalle de que dentro de un vehículo no
debemos manejar las armas sin una causa justificada, y las únicas manipulaciones que debemos hacer
son extraer y montar el arma cuando la ocasión lo exija y poner el seguro una vez pasado el peligro.
Cuando el vehículo se detenga y nos encontremos fuera de él, volveremos el arma a la situación de nor-
malidad.
• No realizarla cuando nos encontremos fatigados (física o psíquicamente), preocupados, aburridos o ha-
yamos ingerido alcohol. La limpieza de un arma es una operación obligatoria, pero que puede esperar, en
la mayoría de las circunstancias, un día o varios. Cuando vayamos a realizarla debemos estar en perfec-
tas condiciones de hacerlo.
• No realizar la limpieza nunca delante de menores.
• Realizar la limpieza en lugares lo más aislados posible, donde no existan elementos que distraigan nues-
tra atención.
• Si hemos de realizar la limpieza en grupo, que este sea lo más reducido posible, y siempre bajo la direc-
ción de un responsable de la limpieza. Esta persona responsable no debe limpiar su armamento de forma
simultánea al resto, sino que su labor será la de inspección de la limpieza.
• Las operaciones obligatorias para realizar la limpieza del armamento son las siguientes:
1. Quitar el cargador y guardarlo.
2. Verificar la recámara del arma.
3. Desarmado del arma y limpieza. Hemos de tener en cuenta, que el desarmado que los usuarios
podemos hacer de las armas es un desarmado parcial. No debemos desarmar mecanismos del ar-
mamento que no estemos autorizados para hacerlo.
4. Una vez finalizada la limpieza se realizarán siempre las operaciones inversas, teniendo especial
precaución en montar y, si es posible, disparar el arma en vacío, antes de introducir el cargador.
• Si por cualquier circunstancia, tenemos que estar acompañando a una persona que se encuentra limpian-
do un arma o instruyéndola en dicho cometido, nos situaremos al costado derecho de aquella, si para
disparar empuña con la mano derecha; y al costado izquierdo, si para disparar empuña con la mano iz-
quierda.
A modo de conclusión final, expondremos cinco puntos que pueden resumir to-
do lo expuesto con anterioridad y que son preceptos a tener en cuenta en el mane-
jo de las armas de fuego.
A efectos de seguridad TODAS LAS ARMAS DE FUEGO ESTÁN SIEMPRE
CARGADAS.
El cañón de nuestra arma NUNCA DEBE DIRIGIRSE A NADA O NADIE que
usted no esté dispuesto a batir.
Mantenga su DEDO FUERA DEL DISPARADOR hasta que las miras estén
sobre el blanco y usted esté dispuesto a disparar.
ESTÉ SEGURO DE SU BLANCO. Nunca dispare sobre una sospecha, ruido o
sombra, dispare donde exista una CERTEZA.
Cuanto mayor CONOCIMIENTO Y CONFIANZA tengamos con las armas,
MAYOR CUIDADO hemos de tener en cumplir las normas de seguridad.
Manipulaciones
INTERRUPCIONES EN EL TIRO
Lo primero: esperar 15 segundos antes de manipular el arma, quitar el cargador, levantar la mano y
cuando algún instructor esté a su lado cada uno arregla su interrupción.
OJOS
Una vez comprobada el arma, no mirar las operaciones que realicemos (introducir munición en el carga-
dor, enfundar, desenfundar, etc.). Es fundamental ir acostumbrándonos a mirar siempre lo que en una reali-
dad será nuestro oponente.
MUNICIÓN
Necesidad de contar los disparos.
9 Saber siempre las disponibilidades de munición.
9 ¿Me interesa cambiar el cargador?
9 Saber cuándo tengo un cartucho en recámara y el resto del cargador vacío; momento que debo tener
en cuenta, ya que es el mejor para, en una «acción rápida», cambiar el cargador.
9 Forma de contar: los que llevo disparados, o bien los que me quedan.
TIRO
Necesidad de estar relajados cuando vamos a realizar los ejercicios de tiro.
PREPARACIÓN
9 Todos cometemos errores, pero todos nos creemos en posesión de la verdad.
9 Si no alcanzamos el récord o el nivel, se critica el sistema.
9 Examen de conciencia: no entrenamos, no conocemos la técnica, no la empleamos adecuadamente, no
hay continuidad.
9 Un tirador no llega a nada si solamente tira.
9 Necesidad de: estudiar técnica, preparación física y psíquica, no correr más de lo posible.
9 El tiro es como la escalera, hay que subir peldaño a peldaño y no querer quemar etapas.
9 El tirador no nace, se hace, a pesar de las disposiciones innatas.
9 Debemos mentalizarnos de que podemos tirar, pero que el tope es muy difícil.
9 Siempre hay algo que aprender y algo que mejorar.
9 La tensión nerviosa nos hace perder mucho en el resultado.
9 Procurar inhibirse del exterior.
9 Ejercicios de calentamiento: de todo tipo, sauna, piscina...
9 Respiración: Ni mucha ni poca, normal.
9 Actitud mental: debe estar preparado para la realización del ejercicio, si no es peor por el desánimo
que puede producir. Debe llegar a tomarse como «hobby» o como el momento agradable del día. Se
puede hacer muy agradable, una vez a nivel, a base de cambiar constantemente los ejercicios. Es
bueno «jugarse» algo, pero hay que cambiar el juego para que el ganador no sea siempre el mismo y
esto desanime.
9 Cumplimiento estricto de las normas de seguridad, pero no supervalorando éstas, ya que todos somos
profesionales.
9 No consentir más manipulaciones en las prácticas que las precisas.
9 Intentar sacar consecuencias positivas de los fallos.
ALINEACIÓN DE MIRAS
Cuando empecemos el aprendizaje para disparar hay que procurar siempre realizar una perfecta alinea-
ción de miras, consistente en enrasar el alza y el punto de mira y dejar la misma luz por los costados de
éste (fig. 1).
En principio, y hasta que se haga un buen agrupamiento, hay que disparar con la alineación correcta,
pues de los contrario si en cada disparo cambiamos la alineación, nunca sabremos si el defecto es del arma
o nuestro. En resumen, que hasta que no agrupemos, no hay que corregir.
Figura 1
GATILLAZO
Cuando tenemos alineadas las miras, instintivamente pensamos en disparar y entonces el dedo da un «ti-
rón» fuerte del disparador.
También se produce cuando empezamos a apretar poco a poco el disparador y al no salir pronto el dispa-
ro parece que nos «cansamos», con lo que entonces damos mayor fuerza al disparador, produciéndonos el
gatillazo.
Por último, el dedo no debe perder nunca el contacto con el disparador, pues si no existe este con-
tacto tenemos mucha mayor posibilidad de dar gatillazo.
ERRORES
Error angular
Es el más importante que se puede cometer en el tiro y el que debemos evitar a toda costa.
Consiste en que el eje del cañón en vez de estar completamente perpendicular al blanco y en dirección al
punto de impacto que yo quiero, está formando un ángulo a izquierda, derecha, arriba o abajo, lo que se
traduce en que a medida que el proyectil se aleja del arma también se aleja cada vez más del punto de im-
pacto que deseábamos, llegando incluso a no entrar siquiera en la silueta que tenemos como blanco
(Fig.2a).
Error paralelo
Si en vez de formar un ángulo, como decíamos antes, el eje del arma se desvía paralelamente al eje ideal
de tiro, el error cometido entonces será en impacto exactamente igual al desplazamiento paralelo que
hemos realizado (Fig. 2b).
Por lo tanto, este error en el tipo de tiro que nosotros intentamos, en el que hemos dicho que sólo los
blancos cuentan, no tiene demasiada importancia.
AGUDEZA VISUAL
Ojo dominante o maestro
Normalmente los dos ojos no tienen la misma agudeza visual o lo que es igual, un ojo domina la visión
sobre el otro. A este ojo es al que llamaremos «dominante» o «maestro» y es con el que debemos realizar la
puntería.
Para saber cuál es nuestro ojo dominante basta apuntar, con el dedo índice y el brazo estirado, a un ob-
jeto cualquiera, con los dos ojos abiertos. Si guiñamos un ojo y el objeto al que apuntábamos no se nos
desplaza, el ojo que tenemos destapado es el maestro. Por el contrario, si el objeto se nos desplaza, el ojo
abierto es nuestro ojo débil.
Ojo director
Es aquel con el que hacemos la puntería. Aunque ésta se debe hacer con el ojo dominante, hay veces
que las circunstancias (por ejemplo, asomarse al costado de un parapeto intentando ofrecer la menor silue-
ta) nos hacen apuntar con uno u otro ojo, ojo al que llamaremos director.
Figura 2 a)
Figura 2 b)
Figura 3a
2
Balística forense es una disciplina compleja que abarca materias diversas cuyo estudio requiere el conocimiento de
variadas técnicas y métodos científicos cuyo fin último es la resolución de hechos delictivos en los que han intervenido
armas de fuego.
Balística funcional o mecánica. Trata de determinar las características y el estado de funcionamiento de las armas de
fuego.
Balística externa. Abarca todos los fenómenos que ocurren desde que el proyectil o proyectiles abandonan el ánima del
arma hasta que impacta en el blanco.
Balística de efectos. Trata sobre las consecuencias que los proyectiles ocasionan en el lugar de impacto en virtud de su
poder de penetración y de detención.
Balística identificativa. Se ocupa de establecer una relación de identidad entre los casquillos y/o proyectiles recupera-
dos con ocasión de un hecho delictivo y aquellos otros indubitadamente disparados por el arma sospechosa de haberlo
cometido.
Figura 3b Figura 3c
Figura 3d
TRAYECTORIA
Se denomina trayectoria (fig. 4, página siguiente) a la «línea imaginaria descrita por el centro de grave-
dad de un proyectil durante su recorrido por el aire».
El proyectil en el aire se encuentra sometido a tres fuerzas antagónicas:
* La fuerza de proyección que le comunican los gases y que le impulsa adelante.
* La resistencia del aire, que se opone a la fuerza anterior.
* La fuerza de la gravedad, que atrae el proyectil hacia el suelo.
Como consecuencia de la interacción de esas tres fuerzas, el camino que sigue el proyectil desde que
abandona la «boca de fuego» del arma (origen de la trayectoria –1–) hasta que encuentra al blanco (punto
de llegada –3–) es una curva con dos ramas, una ascendente (más larga, mientras la velocidad del proyectil
es dominante) y otra descendente (más corta, cuando predomina la fuerza de la gravedad). El punto donde
la rama ascendente alcanza la altura máxima se denomina vértice de la trayectoria –2–.
Otros conceptos importantes son:
* Línea de situación: es la recta que une el origen de la trayectoria con el objetivo a batir –4–.
* Horizonte del arma: es el plano horizontal que pasa por el origen de la trayectoria –5–.
* Punto de caída: aquél en que la rama descendente de la trayectoria cruza el horizonte del arma –6–.
* Línea horizontal: es la recta que une el origen de la trayectoria con el punto de caída –7–.
* Línea de mira (fig. 5, a): es la línea o visual que une el ojo del tirador con los puntos correspondientes a
los elementos de puntería (alza y punto de mira) y el objetivo que se desea batir.
* Línea de tiro (fig. 5, b): es la prolongación del eje del arma dispuesta para el disparo.
* Línea de proyección (fig. 5, c): es la tangente a la trayectoria en su origen.
DISPERSIÓN Y AGRUPAMIENTO
Disparando varias veces un arma totalmente inmovilizada (por ejemplo, colocada en un potro) y sin alte-
rar los elementos de tiro, utilizando el mismo tipo de proyectiles y manteniendo análogas condiciones at-
mosféricas, se comprueba que los proyectiles no inciden en el mismo punto del blanco, como teóricamente
debería ocurrir.
Este fenómeno, que ocurre siempre, cualquiera que sea el arma empleada, es
lo que se conoce como dispersión del tiro.
Cuando el número de disparos es suficientemente elevado, se comprueba que
los impactos se distribuyen con cierta regularidad, formando una figura (fig. 6)
que llamamos agrupamiento, y cuyo centro geométrico es el centro de impactos.
Los agrupamientos reúnen una serie de características que podemos resumir
así:
* Son siempre alargados, en forma de elipse con el eje vertical mayor que el
horizontal (la dispersión en altura es siempre mayor que la lateral).
* Los impactos se distribuyen simétricamente respecto de los ejes de la elipse,
concentrándose alrededor de su centro y disminuyendo progresivamente a
medida que se alejan de él (siguiendo las leyes de lo que en estadística se
denomina una «distribución normal»).
* La dimensión total de un agrupamiento es mayor cuanto mayor es la distan-
cia de tiro.
Figura 6
* El orden en que se van a producir los impactos es totalmente impredecible (está sujeto a las leyes del
azar que sólo permiten predicciones con una cierta probabilidad y a partir de un número muy elevado de
casos).
De acuerdo con lo expuesto, un arma es tanto más precisa cuanto menor sea el agrupamiento que
produce a determinada distancia, en un tiro realizado en idénticas condiciones. Cuando el arma es sufi-
cientemente precisa (y todas las de dotación del Cuerpo lo son), la exactitud del tiro depende de dos fac-
tores esenciales:
* El conocimiento que tengamos sobre las propias características y posibilidades del arma en relación con
el tipo de blanco a batir.
* Las condiciones personales del tirador, fundamentalmente su agudeza visual, preparación física y grado
de instrucción de tiro que posea.
Figura 4
Figura 5
Figura 7
Figura 8
APRECIACIÓN DE DISTANCIAS
Cuando se está haciendo fuego con armas largas, la apreciación de la distancia entre el puesto del tirador
y el objetivo a batir es necesaria para poder elegir la posición adecuada del alza.
Conviene señalar que, salvo en el caso de tiradores selectos dotados de dispositivos de alza telescópica,
generalmente se recomienda que el tiro individual no se efectúe a distancias superiores a los 200 metros, en
el caso de objetivos aislados, distancias que se amplían hasta los 400 metros cuando los objetivos sean gru-
pos o formaciones.
La apreciación de la distancia podremos efectuarla más fácilmente, si nos entrenamos previamente habi-
tuándonos a fijar en nuestra mente la visibilidad que ofrecen hombres aislados y en grupo, de pie, sentados
o tendidos, en terrenos variados y en diversas condiciones de luz y atmosféricas, a las distancias que nos
interesan.
Como datos de referencia, en condiciones de visibilidad «normales» se puede señalar que a un individuo:
a 100 metros de distancia se le ven los ojos,
a 200 metros se le distingue la cara,
a 300 metros se ven los movimientos de brazos y piernas, y
a 400 metros apenas se distinguen algunos detalles.
En todo caso, la apreciación directa de las distancias puede verse alterada por diversos factores. Ejem-
plo:
* Un objetivo nos parecerá más próximo a nosotros de lo que realmente está, si recibe la luz de frente, si
destaca sobre el horizonte o tiene como fondo una zona de colores vivos (como el blanco de la nieve), si
se halla en una posición que hace que el observador lo mire hacia arriba (porque el objetivo esté más al-
to o porque el observador se encuentre tendido), o si está separado del observador por un terreno muy
accidentado.
* Por el contrario, tenderemos a considerar que un blanco se encuentra más lejos de nosotros de lo que en
realidad lo está, si recibe la luz de espaldas, si está situado más bajo que el observador, o si nos encon-
tramos en condiciones generales de poca luz ambiental (días de niebla, horas del atardecer, etc.).
Existen varias maneras de entrenarse hasta conseguir la precisión suficiente en la apreciación directa de
distancias. De entre ellas, vamos a explicar el que podríamos llamar procedimiento de las milésimas.
Se llama milésima al valor del ángulo con que se ve un metro a un kilómetro de distancia. Esta unidad de
medida angular nos permite calcular la distancia que nos separa de un objeto si conocemos la altura
aproximada del objeto y el número de milésimas que contiene el ángulo con que lo vemos (fig. 9).
Si 1 milésima corresponde a 1 metro de altura a 1000 metros de distancia, N milésimas corresponderán a
H metros de altura a D metros de distancia.
Figura 9
O, lo que es lo mismo:
H (altura en m) x 1000
D (distancia en metros) =
N (ángulo en milésimas)
Ya sólo nos queda ver la forma en que podemos medir las milésimas del ángulo con que vemos el objeti-
vo. Y, para ello, el procedimiento más común es colocar uno de nuestros brazos extendido hacia adelante a
la altura de nuestros ojos, con la palma de la mano vuelta hacia nosotros (las uñas de los dedos hacia afue-
ra). En esta posición el número de milésimas que cada dedo intercepta, al nivel de la articulación entre la
primera y segunda falanges, es el siguiente (fig. 10):
Figura 10
Nos encontramos ya en condiciones de poder resolver un problema del tipo del siguiente: calcular a qué
distancia se encuentra un hombre cuya estatura suponemos alrededor de 1'75 metros, y cuya silueta se
corresponde perfectamente con el grosor del dedo anular (30 milésimas).
Distancia = (1'75 x 1000) / 30 = 58'3 metros
EL TERRENO
Durante el fuego es imprescindible servirse del terreno como apoyo para protegerse de las vistas y cu-
brirse del fuego enemigo, facilitar el avance, ver bien al enemigo, dar estabilidad al arma para hacer fuego...
Hay accidentes u obstáculos del terreno que sólo ocultan al tirador de las vistas del adversario, en tanto
que otros protegen y resguardan de las vistas y del fuego enemigo. En función de las posibilidades que el
terreno ofrece a quienes se desplazan por él, podemos distinguir entre:
* Espacios de terreno por los que no puede marchar un blanco potencial sin ser tocado por el proyectil:
zona rasada.
* Lugares en los que el blanco está a cubierto de los proyectiles: zona desenfilada.
* Espacio donde se abaten todos los proyectiles de un agrupamiento: terreno batido.
* La suma del terreno batido por un agrupamiento y de la zona rasada por la trayectoria inferior o más
corta de ese agrupamiento, recibe la denominación de terreno peligroso.
ZONA DE BAILE
Viene determinada por los sucesivos centros de impactos que se producen como consecuencia de los dis-
tintos enfoques de la "parada".
Rosa de tiro sería el reflejo de los sucesivos impactos debido a la zona de baile.
La no perfección del enfoque de las miras produce los errores antes descritos.
• Pupila
Un cambio brusco en la intensidad de la luz afecta el grado de sensibilidad del ojo: la pupila tarda cinco
segundos en contraerse, sin embargo, para dilatarse necesita tres minutos.
• Parpadeo
Por el parpadeo se consigue que el líquido producido por el lagrimal se extienda y limpie la córnea hume-
deciendo y protegiendo el ojo. A mayor parpadeo, más nitidez.
• Enfoque central
La parte del ojo que permite ver con nitidez una imagen es la "mácula" o "fóvea", situada en la parte
posterior central de la retina y de dimensión no mayor que la cabeza de un alfiler. Fuera de esa zona, la
imagen es difusa.
• Desviación de la vista
La fijación constante en un punto para que éste vaya a la "mácula" produce un cansancio. Para descansar
es preciso desviar la vista de este punto, siendo preferible hacerlo hacia un lugar de color verde, no brillante
y que esté en la sombra.
• Resistencia a la luz
La luz del sol estimula y relaja el ojo, pero su abuso puede causarle graves destrozos. Con entrenamiento
se consigue una tolerancia mayor: con los ojos cerrados miro al sol, después los abro y miro a los alrededo-
res del sol (cada operación dura no más de cuatro o cinco segundos).
Con esto acostumbraremos el ojo al deslumbramiento.
Figura 11
IMPACTOS ERRÓNEOS: CAUSAS QUE MOTIVAN LAS DISTINTAS DESVIACIONES
Impacto a la derecha (fig. 12)
Mala alineación de miras: más luz a la izquierda.
Mucho dedo en el disparador.
Gatillazo.
Figura 12
Figura 13
Figura 14
Figura 15
Figura 16
Figura 17
Figura 18
Impacto bajo a la izquierda
Mala alineación: punto de mira bajo y más luz a la derecha.
Arma inclinada a la izquierda (desnivelada).
Posición demasiado lateral.
Dedo muy poco metido en el disparador.
Espalda encorvada, cabeza agachada.
Gatillazo.
Movimiento de la mano por la muñeca al salir el proyectil.
Figura 19
Figura 20 Figura 21
CORRECCIÓN DE TIRO
Como norma FUNDAMENTAL hemos de tener en cuenta que NUNCA CORREGIREMOS SOBRE LOS IMPAC-
TOS, es decir, si nosotros vemos donde ha ido el impacto, nunca apuntaremos al punto que se encuentra en
la diagonal para dar en el punto deseado.
Otra cuestión también fundamental es disparar siempre con las miras perfectamente alineadas hasta que
lleguemos a hacer una buena concentración, momento en el cual, si la misma no está en la zona a la que
nosotros tiramos, tendremos que corregir de las siguientes formas:
Figura 23
Figura 22
Figura 24
3. Variando el punto de mira (en armas oficiales solo por el Servicio de Armamento)
Si el tiro se va bajo, hay que limar el punto de mira (fig. 25).
Figura 25
Figura 26
PRESIÓN DE LA EMPUÑADURA
¿Cuánta? Ni mucha ni poca. El ejemplo típico es el del pájaro entre las manos: si le apretamos mucho lo
ahogamos y si le dejamos demasiado suelto se nos escapa. Nunca hacer tanta presión que nos tiemble el
arma.
¿De qué forma? De forma constante si es que se quieren tener las miras alineadas; de forma que las pre-
siones ejercidas sobre el arma sigan la dirección del eje de la misma. Hay que tener cuidado con las "pun-
tas" de los dedos, pues sin querer ejercemos presión con ellas.
¿Con qué dedos? Con el medio, anular y meñique, siendo prácticamente los dos primeros los que hacen
todo el trabajo. El dedo índice NO EMPUÑA: debe quedar independizado para ejercer la acción de disparar.
Todos los disparos han de hacerse con la misma presión en la culata, pues si no los tiros saldrán despa-
rramados.
PRESIÓN EN EL DISPARADOR
Hay que ejercerla directamente hacia atrás, es decir siguiendo la línea eje del cañón del arma.
La presión ha de ser siempre "uniforme creciente", sin sacudidas ni paradas que favorezcan los movi-
mientos bruscos o "gatillazos".
Tener en cuenta no apretar el empuñamiento a medida que se aprieta el disparador.
Figura 27: El lugar que ocupa la flecha es el lugar por el que normalmente ha de presionar el dedo sobre
el disparador.
Tanto si introducimos mucho dedo como si disparamos prácticamente con la punta del mismo, se nos
producen desvíos laterales que nos suponen una desviación del proyectil.
Para entrenar esta presión es conveniente, una vez empuñada el arma con una mano y colocado el dedo
índice en el disparador, colocar la otra mano en forma de cazoleta bajo la empuñadura del arma y con los
dedos índice y medio en forma de horquilla, presionar sobre la primera falange del índice que acciona el
disparador, para evitar que dicho dedo se desvíe a izquierda o derecha. También se puede practicar reali-
zando sucesivas presiones sobre un palo redondo o cuadrado (6 ó 7 centímetros de largo por uno de grosor)
colocado entre la yema del dedo índice y el arco palmar formado por este dedo y el pulgar.
Figura 27
POSICIÓN
Pies
* Pie correspondiente a la pierna de la mano contraria a la que empuña, adelantado y totalmente paralelo
al frente del blanco, para conseguir mayor comodidad el tirador y evitar el giro de la cadera.
* Pie correspondiente a la pierna de la mano que empuña, retrasado y apoyado por su planta; también
oblicuo respecto al frente del blanco, para mantener la pierna retrasada y que sustente al cuerpo del tira-
dor como si fuese un bípode.
Piernas
* Pierna correspondiente a la mano contraria a la que empuña el arma, adelantada y completamente esti-
rada, soportando todo el peso del cuerpo sobre ella, de forma que la vertical del cuerpo esté en prolon-
gación del eje de esa pierna.
* Pierna correspondiente a la mano que empuña, atrasada y ligeramente estirada, haciendo el bípode para
mantener el cuerpo en equilibrio.
Cadera
* Estará totalmente adelantada, exagerando esta posición, para cargar todo el peso sobre la pierna adelan-
tada y servir de apoyo al brazo de la mano contraria a la que empuña.
Tronco
* Estará ligeramente echado hacia atrás, para compensar el adelanto de la cadera, pero manteniéndolo en
la vertical de la pierna; su posición será ligeramente oblicua respecto al frente, para facilitar el encara-
miento del arma en dirección perpendicular al frente del blanco.
Brazos y manos
* El brazo correspondiente a la mano que empuña, flexionado por el codo y ligeramente separado del cuer-
po, para acondicionar la cuna del hombro a la culata del arma.
* La mano correspondiente a este brazo, apoyada naturalmente en torno a la empuñadura del arma, con el
dedo índice sobre el disparador.
* El brazo correspondiente a la mano contraria a la que empuña, flexionado por el codo y apoyando éste en
la cadera saliente, para conseguir una buena estabilidad del arma.
* La mano correspondiente a este brazo, si tiramos con Z-70, en forma de cazo, servirá de apoyo a la em-
puñadura del arma por su parte inferior, y si lo hacemos con CETME, estará con la palma abierta y suje-
tará la parte inferior del cargador, no agarrándola sino sirviendo sólo de apoyo.
Cabeza
* Descansará, apoyada por la mejilla, sobre la culata del arma, enfrentando el ojo del mismo lado que la
mano que empuña, al alza del arma.
* Descomposición de la situación del CDG, lo que crea falta de equilibrio, incomodidad, prisas, imprecisión
y dispersión.
* Tronco excesivamente inclinado hacia atrás: el tirador se apoya en el pie atrasado, con las consecuencias
anteriores dichas.
9 El tirador desplaza la situación del CDG con las consecuencias ya indicadas.
9 Forzamiento del cuello, cansancio, prisas y dispersión.
* Colocación del cuerpo paralelo al frente, no ligeramente oblicuo, con lo que la pierna correspondiente a la
mano que empuña no se coloca detrás, se descompone la figura, hay inestabilidad, dispersión, etcétera.
POSICIÓN
Piernas y pies
* Apoyaremos en el suelo la rodilla correspondiente a la mano que empuña el arma, con la puntera del pie
doblada.
* La planta del pie contrario estará totalmente apoyada en el suelo.
* La pierna debe quedar perpendicular al suelo.
* La planta del pie, la rodilla apoyada en el suelo y la puntera doblada, deben formar un triángulo casi
equilátero.
Tronco
* Nos sentaremos sobre el tacón del pie de la mano que empuña.
* Lo inclinaremos ligeramente hacia adelante.
Brazos
* El brazo contrario a la mano que empuña lo apoyaremos en la rodilla del mismo lado.
* Brazo de la mano que empuña, en su posición natural sin forzar, ligeramente separado del cuerpo.
Manos
* Mano que empuña el pistolete, sin agarrarlo violentamente.
* Mano contraria:
9 Si tiramos con Z-70, haciendo de cazoleta, sirve de apoyo al pistolete y completa el empuñamiento.
Caso de no estar cómodo en esa posición, esta mano se puede poner por delante del arco guarda-
monte o coger el arma por delante del alojamiento del cargador.
9 Si tiramos con CETME, coger el arma por el guardamanos.
Cabeza
* Caída un poco, buscando una buena visión.
POSICIÓN
Brazos y manos
Doblados por los codos y apoyados en éstos, haciendo de bípode, sujetan el arma de la siguiente forma:
9 La mano que no empuña agarra por el alojamiento del cargador en su parte anterior y la parte inme-
diata a éste del armazón del arma: esto para evitar coger el cargador, con lo que variaríamos la incli-
nación de la parte superior de éste, dificultando el acceso de los cartuchos a la recámara del arma.
9 La mano que no empuña descansa sobre el pistolete, sin aferrarse a él, dejando el dedo índice inde-
pendiente para hacer la presión en el disparador, evitando crear tensiones en el brazo.
Cabeza
9 Naturalmente apoyada por la mejilla en la culata del arma, colocando el ojo correspondiente a la ma-
no que empuña frente al alza y a una distancia de unos 10 centímetros de la misma.
Tronco
9 Situado oblicuamente respecto al eje del arma, apoyado en los brazos y sobre la parte lateral interna
correspondiente a la mano contraria a la que empuña, dejando libre el abdomen y pectorales para fa-
cilitar la respiración y compensar la tendencia a la inclinación del arma hacia el lado que empuña.
Piernas
9 La correspondiente a la mano que empuña estará semiflexionada y apoyada en el suelo por su cara in-
terna, con la pantorrilla recogida sin sobresalir con respecto al frente más de lo que lo hace la rodilla,
a fin de facilitar la elevación del tronco en esa parte, facilitar la respiración y tener mayor comodidad.
9 La correspondiente a la mano que no empuña estará estirada de forma natural en prolongación del
cuerpo.
Pies
9 El correspondiente a la mano que empuña estará en posición natural con respecto a la posición de la
pierna, apoyando la cara interna del mismo en el suelo, sin sobresalir más que la rodilla.
9 El correspondiente a la mano contraria de la que empuña, naturalmente caído con relación a la posi-
ción de esa pierna, con la puntera metida hacia adentro y apoyado en la cara externa de la parte late-
ral de la puntera.
3
Ajustes realizados en el arma al objeto de que el disparador de ésta ofrezca la menor resistencia posible.
Repaso general
TIRO CORRECTO
SEGURIDAD
Adoptar adecuadamente la postura que se
CON LAS ARMAS
ordene.
Manejarlas como si estuvieran cargadas.
Reducir silueta.
No dejarlas al alcance de nadie.
Alinear miras.
Verificarlas siempre.
Apuntar con los dos ojos abiertos.
No dirigirlas contra alguien a quien no se
El tiro debe sorprender (evitar gatillazo).
desea disparar.
No colocar el dedo en el disparador.
No jugar con ellas.
AL FINALIZAR UN EJERCICIO
EN EJERCICIOS DE TIRO
Cargador fuera.
NO REALIZAR MÁS ACCIONES QUE
Recámara abierta
LAS QUE SE ORDENEN.
Armas al suelo
INTERRUPCIONES
ESENCIAL EN ACCIÓN REAL
PARA EVITARLAS
El tiro inseguro resulta inútil.
La rapidez es fundamental.
Limpiar el arma frecuentemente.
Es absurdo presentar gran blanco.
Introducir perfectamente el cargador en su
alojamiento.
No acompañar nunca la corredera o la pa-
lanca de montar.
IMPORTANCIA DE LOS EJERCICIOS
CUANDO SE PRODUZCAN
Realizar muchas prácticas de tiro en seco.
Esperar 15 segundos antes de manipular
Sacar consecuencias positivas de los fa-
el arma.
llos.
Quitar el cargador y levantar la mano.
Recuerda: EL TIRADOR NO NACE, SE
Esperar la llegada de algún instructor.
HACE.
Subsanar cada uno su avería.
POSICIÓN WEAVER
Esta posición de tiro fue ideada por un scheriff californiano Jack Weaver y se ha desarrollado y utilizado
con posterioridad en todas las partes del mundo. Es una posición ideada para utilizar partiendo de arma
montada en la funda, y asegurada en caso de que no fuera un arma de doble acción. Debido a la prohibición
de llevar cartucho en recámara de modo permanente, en armas que no sean de doble acción, se utilizará un
procedimiento para montar el arma después de desenfundar.
Está considerada como una de las mejores posiciones de tiro y podemos asegurar sin miedo a equivocar-
nos que es la posición de tiro mas utilizada entre las fuerzas de seguridad de los países adelantados en este
tema.
Piernas.- Estiradas pero no rígidas. El peso del cuerpo debe repartirse por igual entre ambas extremidades.
Se permite que la pierna de la mano que no empuña esté ligeramente flexionada, pero sin llegar al extremo
de que el peso del cuerpo quede sobre la pierna atrasada ni que carguemos el peso del cuerpo sobre la pier-
na adelantada quedando en una posición de caza.
Tronco.- Erecto y girado hacia la mano que empuña, siendo paralelas las líneas de cadera y hombros.
Brazos.- El brazo que empuña debe estar estirado pero no rígido. Una ligera flexión en el codo puede dar-
nos una posición que nos permita aprovechar su potencia y darnos flexibilidad. Este brazo empuja el arma
hacia delante, quedando el mismo en igual altura que el hombro.
El brazo que no empuña está flexionado por el codo para realizar fuerza sobre el arma y llevarla hacia
atrás. El codo no está a la misma altura que el otro brazo, sino que se encuentra por debajo de él y lo mas
pegado al cuerpo posible. La fuerza que se realiza con este brazo debe contrarrestar el empuje hacia delante
que realiza el brazo que empuña, dando así estabilidad al arma y contrarrestando el retroceso que se produ-
ce al realizar un disparo.
Cabeza.- Ligeramente inclinado hacia el arma, de tal forma que el arma sea prolongación del brazo sin
flexionar la muñeca y sea el ojo el que busque los elementos de puntería.
DESCRIPCIÓN DE LA POSICIÓN
Pies.- La separación de los pies debe ser la equivalente a la anchura de los hombros. Una abertura menor
provocará poca estabilidad y una mayor, influye negativamente en la flexibilidad del tirador.
Los pies deben estar paralelos y dirigidos al blanco y totalmente apoyados en el suelo, con ello consegui-
remos buena sustentación y mantener el plano de simetría corporal dirigido al blanco sobre el que hemos de
disparar.
Piernas.- Se flexionan ligeramente por las rodillas para dar flexibilidad al tirador y reducir la silueta del
mismo. El grado de flexión de las piernas ha de estar en consonancia con la estructura física del tirador. A
mayor flexión de piernas mayor reducción de silueta, pero perderemos en flexibilidad.
Las rodillas deben tener la misma separación que los pies, no deben por tanto abrirse ni cerrarse.
Tronco.- Ligeramente inclinado hacia delante. Esta inclinación, mas el desequilibrio producido por tener un
peso adicional en el extremo de los brazos (pistola), se debe compensar con un desplazamiento de los glú-
teos hacia atrás.
El tronco no debe sufrir ningún giro lateral y el plano de simetría que pase por el tronco debe dirigirse al
blanco.
Hombros.- Al igual que el tronco, la línea de los hombros debe ser paralela a la línea de blancos.
Brazos.- Los brazos deben estar perfectamente estirados. Con esto conseguiremos una medida de longitud
constante y colocaremos de forma automática el arma en el plano de simetría del cuerpo.
Para conseguir esta medida constante de los brazos debemos girar los codos hacia dentro, de la forma
que se observa en las fotografías siguientes.
En esta posición vemos que al tener que llevar la pistola delante de la vista, hemos de introducir un lige-
ro giro de muñeca en la mano que empuña, con lo que el arma ya no está en prolongación del brazo. Esto
es compensado por la potente acción de bípode que realiza el apoyo del brazo que acompaña.
Cabeza.- La cabeza va en su posición natural. No debe por tanto buscar los elementos de puntería del ar-
ma, sino que serán los brazos los que lleven el arma delante del ojo director.
Muñeca no bloqueada.- Una vez realizado el empuñamiento debemos bloquear la muñeca para que bra-
zos, manos y arma sean un conjunto. Si después de cada tiro bajamos los brazos y desbloqueamos la mu-
ñeca, cuando volvamos a adoptar la posición (sobre todo en tiradores noveles) no la colocaremos igual que
la teníamos, con lo que tendremos dispersión en los impactos.
Cabeza busca los elementos de puntería.- da lugar a cansancio en los músculos del cuello y se forzará la
vista.
Cuerpo excesivamente inclinado hacia delante.- Se produce inestabilidad en el tirador con tendencia a
caerse hacia delante. A raíz de esto, el tirador tiende a “apoyarse” en la pistola y el tiro tiene tendencia a ir
bajo.
Cuerpo recto o ligeramente inclinado hacia atrás.- La inestabilidad en esta caso lleva al cuerpo a caer
hacia atrás, con lo que se produce el colgamiento de la pistola. El tiro suele ir alto.
Pies excesivamente abiertos.- Se consigue mucha estabilidad, pero poca flexibilidad y cansancio.
Calibres y municiones
La escopeta es un arma de ánima lisa que puede disparar diferentes tipos de cartuchos, desde la bala ca-
libre 12 con núcleo en acero al cartucho de plomos con más de 2400 diminutos perdigones.
Son los tres tipos de munición más frecuentemente utilizados por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad los
siguientes:
a) Cartucho de bala.
b) Cartucho de postas de plomo:
Del número 00
Del número 4
Cuando se emplea la bala, la escopeta se transforma en un arma de alcance medio. La bala de 30 g de
peso, se comporta como la de un rifle y es muy precisa a distancia de hasta 100 metros. Pero, a diferencia
del proyectil del rifle, tiene la base hueca y pierde la mayor parte de su energía en el impacto con lo que la
probabilidad de que se produzca un rebote es prácticamente nula. No obstante, puede atravesar sin ninguna
dificultad la puerta de un coche y aún conserva energía suficiente para herir mortalmente a una persona
sentada en el interior.
El cartucho de postas del 00 contiene 9 postas del calibre 33 (12 postas en el cartucho Magnum).
Cuando este tipo de cartucho se dispara contra una persona situada 50 metros de distancia, el patrón de
agrupamiento es tal que puede asegurarse que al menos una de las postas impactará sobre ella. Disparado
a distancias cortas este cartucho puede volar fácilmente la cabeza de un animal como el cerdo.
El cartucho del número 4 contiene 27 postas (34 postas en el cartucho Magnum) del calibre 24. Los re-
sultados balísticos obtenidos con esta munición revelan que a 20 metros las 27 postas impactan, normal-
mente, en una superficie de 60 por 75 cm.
TRANSPORTE
La forma de llevar un arma determina el grado de control que se ejerce sobre la misma, por lo que du-
rante el servicio se buscará la forma que proporcione mayor equilibrio entre seguridad y disponibilidad.
La mejor forma de transportar la escopeta en el vehículo durante el servicio es en un soporte especial
dispuesto en la parte delantera del mismo, de forma que el arma descanse verticalmente con la boca de
fuego mirando hacia el techo. En ningún caso deberá ir en el maletero ya que está más expuesta a los efec-
tos de la humedad derivada de lluvia o condensación y se dificulta su accesibilidad. El tubo depósito estará
al completo de cartuchos y la recámara vacía.
Nunca debe llevarse un cartucho en la recámara ni portar el arma con el seguro puesto. Llevar un cartu-
cho en la recámara aumenta el riesgo de que se dispare accidentalmente y si alguien se apodera de ella, se
dispone de menos tiempo para reaccionar.
Por otra parte, no debe olvidarse el factor psicológico disuasivo que supone el ruido del arma al montarla
y que, ante situaciones de estrés, es muy fácil olvidarse de quitar el seguro cuando llega el momento de
hacer fuego.
Se tendrá mucho cuidado al salir del vehículo por el riesgo de accidente por culpa de engan-
ches accidentales.
Al salir del vehículo, se ejerce un mayor control sobre la situación si la escopeta sale del coche antes que
el usuario. Para ello, se debe inclinar ligeramente el arma hacia el exterior, apoyando la cantonera sobre el
asiento, entre ambas piernas, girar éstas hacia el exterior y el arma quedará fuera del coche, apuntando
hacia arriba y libre de obstáculos antes de descender.
Como con cualquier arma larga, se debe evitar que la boca de fuego golpee contra el techo, o apunte en
dirección a los ocupantes del vehículo.
Una vez fuera del vehículo, se desplegará la culata retráctil (si no se hizo previamente) y se adoptará la
posición de «en guardia» (arma hacia arriba y hacia fuera), en ángulo de 45 grados, con la culata apoyada
en la cadera. Esta es una posición que permite advertir a cualquiera que se porta escopeta y resulta muy
apropiada en controles de carretera y traslado de detenidos.
También puede utilizarse la posición de prevengan, donde se cruza el arma delante del pecho, con la ma-
no fuerte empuñando el pistolete y la débil en la corredera, en un ángulo de 45 grados. Esta es la posición
más práctica de portar el arma cuando hay que correr y la mejor para aproximarse a un sospechoso, ya que
con oscilar el arma, bien puede hacerse fuego, o bien se puede dirigir la culata al frente, usándola a modo
de defensa.
POSICIONES DE DISPARO
Con una escopeta, al igual que con una pistola o revólver, también pueden utilizarse tanto técnicas de ti-
ro de puntería como instintivo. Existen varias opciones:
El principio básico será hacer fuego siempre desde el lateral, nunca desde encima, ya que se exponen
menos partes vitales.
Otro principio fundamental es que ninguna parte del arma debe tocar el parapeto. Si lo hiciera, rebotaría
al hacer fuego, los disparos perderían en precisión y emplearía más tiempo en volver a apuntar.
Puntería
Siempre se ha destacado la importancia de alinear debidamente los elementos de puntería cuando se
desea conseguir disparos precisos a grandes distancias. Pero en las confrontaciones policiales, en las que las
distancias son muy cortas, no se precisa gran precisión en el apuntamiento, pero sí gran rapidez, ya que
incluso sería un riesgo perder unos segundos al apuntar.
Este procedimiento es totalmente válido para el tiro nocturno o con poca luz, donde se perdería tiempo al
intentar localizar el punto de mira, incluso aplicando pinturas especiales a los elementos de puntería. El tiro
instintivo suele ser más fiable, ya que si podemos ver o señalar al adversario podemos alcanzarle. El secreto
es enfocar la vista a lo lejos para guiar el arma.
En el tiro con escopeta, no se pierde el tiempo alineando alza y punto de mira con el blanco. Con la esco-
peta ligeramente por debajo del nivel de los ojos, son los ojos los que funcionan como mira. El arma se
apunta como lo haría cuando señala un objeto con el dedo o dirige hacía él el haz de una linterna. Los ojos
deben concentrarse en el blanco, no sobre los elementos de puntería. En lugar de tratar de concentrase
sobre la silueta, debe mirarse fijamente al centro del torso.
Aunque estos principios son plenamente aplicables a todo el tiro instintivo, lo son aun más con la escope-
ta, debido a la dispersión de la munición que aumenta la seguridad de hacer blanco.
CARGA Y RECARGA
El método convencional se empleará cuando al cargar la escopeta haya otras personas en las proximi-
dades y lo más seguro sea apuntar al aire.
Empuñe la escopeta con su mano débil, con los dedos separados del disparador, y ponga el seguro de
mano en posición “S”. El codo correspondiente a dicha mano se mantendrá pegado al cuerpo, el arma para-
lela a éste y la boca de fuego por encima de la cabeza. El arma se cargará con la mano contraria.
Si se prevé un uso inmediato del arma, se introducirá el cartucho por la ventana de expulsión y se avan-
zará la corredera.
Los demás cartuchos se introducirán en el tubo depósito a través de la ventana de carga.
Método de combate. Para el servicio, la dotación mínima por escopeta debe ser de 14 cartuchos, inclui-
dos los del tubo depósito. La munición de reserva se llevará en una canana incorporada al cinturón (del lado
de la mano débil) siempre con los cartuchos boca abajo.
Deben contarse siempre los disparos realizados en cada momento, lo que permitirá anticiparse a la nece-
sidad de recargar la escopeta, aprovechando las pausas que se produzcan para recargarla, introduciendo los
nuevos cartuchos. Esta operación puede realizarse incluso en movimiento, con el arma en posición de pre-
vengan y utilizando su mano débil para introducirlos. De esta forma, la boca de fuego se mantendrá siempre
en dirección al objetivo.
La recarga se realizará por el tacto. Sin retirar la vista del adversario, se extraen los cartuchos de la ca-
nana con la mano débil. Dependiendo de sí se trata o no del último cartucho, deben seguirse las siguientes
instrucciones:
1. Si aún quedan cartuchos en el depósito. Se hará retroceder la corredera expulsando el cartucho recién
disparado. Se avanzará de nuevo la corredera para introducir un cartucho en la recámara. A continua-
ción, sostenga el cartucho sin usar entre los dedos, descansando su base en el pulgar. Se colocará bajo la
ventana de carga y se desliza presionando hacia arriba y hacia delante, asegurándose con el pulgar de
que ha quedado asentado. De igual modo se repondrán el resto de los cartuchos.
2. Si se ha disparado el último cartucho. Se hará retroceder la corredera para expulsar el cartucho ya usado
y se dejará abierta la ventana de expulsión. Trabajando también por el tacto, y manteniendo el arma en
dirección al blanco, se extraerá un cartucho sin usar con la mano débil y se introducirá por la ventana de
expulsión. Para ello se colocará el dedo pulgar sobre extremo anterior de la carcasa, entre dedos índice y
meñique. Se girará la mano depositando el cartucho a través de la ventana de expulsión. Después se
hará avanzar la corredera para introducir el cartucho en la recámara y dejar el arma en disposición de
hacer fuego. A continuación se continuará como se detalla en el apartado anterior.
Debe recordarse que no deben perderse la cuenta de los disparos realizados, ya que de ocurrir esto y
tras expulsar el último cartucho y deslizar la corredera con la recámara vacía, habrá que desbloquear el ca-
rro con la leva del seguro automático, para desplazar atrás la corredera, con la consiguiente pérdida de
tiempo.
DESCARGA
Partiendo del arma montada con cartucho en la recámara, se coloca la escopeta en posición vertical y el
seguro de mano en posición “S”; se presiona la leva del seguro automático y se tira hacia atrás de la corre-
dera. El cartucho saldrá despedido por la ventana de expulsión.
Tras esta operación, el primer cartucho del tubo depósito de habrá situado sobre la teja elevadora. Mien-
tras con un dedo se empuja dicho cartucho hacia el interior del tubo depósito y con otro se presiona la teja
suavemente hacia arriba. Cuando el cartucho rebase el extremo anterior de la teja elevadora, ésta ascende-
rá, y el cartucho saldrá expulsado a través de la ventana de alimentación.
Dejando la teja en posición elevada, se extraen el resto de los cartuchos. A tal efecto, debe presionarse
la leva auxiliar que los retiene, con lo que los cartuchos irán saliendo de uno en uno al actuar sobre ellos el
muelle del tubo depósito.
INTERRUPCIONES
La interrupción más frecuente con la escopeta es que, al intentar llevar hacia atrás la corredera o guar-
damanos para expulsar un cartucho gastado o introducir uno nuevo en la recámara, ésta quede bloqueada a
mitad del camino.
Antes que nada, hay que tirar con fuerza del guardamanos hasta llevarlo a la posición más retrasada que
se pueda y, a continuación, llevarlo hacia adelante. Si esto no da resultado, se debe dejar el guardamanos
en la posición más retrasada, colocar la escopeta con la boca de fuego hacia arriba y sacudirla. Si el cartu-
cho vacío no cae, intentar extraerlo con el dedo. En ningún caso se colocará un dedo dentro del arco guar-
damonte, para evitar accidentes.
Si lo anterior no da resultado, debe guardarse la escopeta y entregarla al armero para revisión.
MANTENIMIENTO Y LIMPIEZA
El mantenimiento preventivo de la escopeta es tarea muy sencilla y no debe considerarse innecesario.
Como cualquier otra arma, no basta con saber utilizarla, tiene que estar en condiciones de ser utili-
zada.
No existe ninguna duda de que la principal causa de las interrupciones de la escopeta es su mal mante-
nimiento. Con un arma sucia y abandonada es imposible saber lo que ocurrirá al apretar el disparador.
No hay forma de proteger una escopeta de la exposición a los elementos (lluvia, nieve, polvo, humedad,
condensación...), y de su desgaste en el servicio (sudoración, rozamientos, golpes, residuos de pólvora y
plomo...). Elementos que aislados o combinados pueden afectar seriamente a su rendimiento.
Para mantener el arma en buen estado, es necesario un mantenimiento diario. Al regresar de servicio,
sobre todo si se ha utilizado o expuesto a las inclemencias del tiempo, es conveniente frotar las superficies
exteriores con un paño de algodón tratado con silicona o ligeramente engrasado. Esto quitará la sal y elimi-
nará la humedad y otros residuos corrosivos, recubriendo las superficies con una película protectora. Tam-
bién debe secarse la munición si ha estado expuesta a la humedad.
Siempre que se dispare (o dos veces al mes aún cuando no haya disparado) la escopeta debe limpiarse
concienzudamente. Incluso si no parece estar sucia.
Nunca debe rociarse un arma cargada con aerosoles lubricantes o disolventes, ya que son muy penetran-
tes. Si lo hiciera, el líquido podría llegar al fulminante y, por capilaridad4, humedecer la pólvora del cartucho
inutilizándolo. El aceite y los disolventes afectan a la munición más que el agua.
4
Capilaridad. Fenómeno por el cual un líquido asciende espontáneamente por conductos capilares; por ejemplo, por un
terrón de azúcar. Fenómeno de que la superficie de un líquido en contacto con un sólido, por ejemplo dentro de un tubo,
asciende o desciende por la línea de contacto, de modo que esa superficie resulta convexa o cóncava según el líquido
moje o no al sólido.
3. Montar el arma, colocar el seguro de mano en posición “F” y presionar el disparador para asegurarse de
que el mecanismo del grupo de disparo funciona correctamente.
4. Montar el arma, colocar el seguro de mano en posición “S” y extraer el cañón de la escopeta. Colocar un
cartón duro (o algo pequeño de similar dureza a la del fulminante del cartucho) sobre la cara anterior del
cerrojo frente al orificio del percutor y presionar con dos dedos: El percutor debe provocar una pequeña
mella sobre el soporte utilizado. No debe prodigarse esta prueba en exceso por la posibilidad de dañar el
percutor definitiva-mente en vez de intentar comprobar su eficacia.
5. Examinar el mecanismo de alimentación y comprobar su estado de limpieza y la acción de las levas.
6. Volver a montar el cañón introduciéndolo suavemente en su alojamiento de la carcasa y centrando el
anillo guía del cañón sobre el tubo depósito y roscar el prolongador al tubo depósito.
7. Recargar el arma, pero sin introducir un cartucho en la recámara.
Tiro nocturno
GENERALIDADES
El tiro nocturno puede considerarse un caso extremo de tiro instintivo, pues debido a las condiciones de
oscuridad resulta imposible tomar los elementos de puntería o cualquier otra referencia. Por ello resultan
plenamente aplicables los principios del tiro de combate.
Se fundamenta en la asimilación del tirador de una serie de posturas, de tal modo que éste las haya inte-
grado y pueda ejecutarlas de forma automática. Todo esto permitirá al tirador poder disparar en todo tipo de
situaciones, no sólo nocturnas, sino de penumbra, lugares cerrados, situaciones de estrés, etc., las cuales se
presentan en mayores ocasiones en el desempeño de la labor policial que otras en las que podemos hacer
uso de los elementos de puntería del arma.
La mejor forma de efectuar el tiro nocturno es empuñando el arma con las dos manos en la posición nor-
mal con los brazos estirados a la altura de los hombros, bien estirados y dirigidos al bulto que se quiera aba-
tir, mirando por encima del arma hacia el objetivo tratando de “pincharlo” con la misma. Nos olvidaremos de
los elementos de puntería, y se apuntará con el cuerpo.
Con linternas
EMPUÑAMIENTO CON DOS MANOS: Se trata de encender la linterna y dejarla en el suelo, adoptando a
continuación la posición de tiro instintivo. Como en el caso anterior sólo debe encenderse la linterna unos
segundos, apagándola inmediatamente.
CON LINTERNA RODADA: Este tipo de tiro se utiliza principalmente para situaciones de entradas o pene-
traciones en viviendas.
Se trata de localizar a un posible oponente manteniéndose oculto y parapetado el tirador, a la vez que se
consigue distraer su atención hacia la linterna.
El procedimiento es sencillo: Una vez se llegue a la entrada de una habitación o recinto, el tirador se pa-
rapetará en la misma entrada y se agachará, haciendo rodar lateralmente la linterna (para esto es preciso
disponer de una linterna circular o cilíndrica), consiguiendo con este movimiento que la linterna realice un
giro en círculo (ayudada por la zona más ancha del foco), que permitirá observar toda la habitación y locali-
zar a un posible agresor, a la vez que permite mantenerse oculto y seguro para reaccionar si fuera preciso.
Con bengalas
Para realizar el tiro se esperará que las bengalas comiencen su caída para realizar el disparo, ya que si se
efectúa antes, ésta produce un movimiento de sombra en los blancos, impidiendo la fijación del tirador en la
silueta. Así mismo, debe destacarse que el tirador tendrá su cuerpo enfrentado a la silueta, favoreciendo de
esta forma un mejor encare del arma.
Con vehículos
Cuando el tiro sea aprovechando la iluminación que nos proporcione un vehículo se tendrán en cuenta las
siguientes consideraciones:
CON PRIORITARIOS: Para realizar este tiro, el tirador deberá de enfrentarse a la silueta, apuntando con
el cuerpo. En el momento de conectar los prioritarios, se efectuará los disparos, teniendo presente que de-
bemos de aprovechar los destellos de luz para encarar el arma y realizar el ejercicio con rapidez ya que ten-
dremos un límite de tiempo.
CON FOCOS: Al igual que el anterior se realizará utilizando las ráfagas de luz de un vehículo, teniendo en
este caso mayor capacidad de visibilidad. Sin embargo, el vehículo nos proporciona seguridad, ya que po-
demos parapetarnos tras él. No obstante, se tendrán en cuenta las siguientes consideraciones:
a) El bloque motor es la parte que ofrece una protección más segura contra municiones convencionales de
armas de tiro tenso, cortas o incluso largas. La rueda de un vehículo también ofrece una protección segu-
ra contra armas cortas.
b) En la posición de tendido, la rueda de un vehículo y la poca silueta que se ofrece son una buena protec-
ción contra el fuego de un agresor.
LA COACCIÓN
El DRAE especifica dos acepciones del término coacción:
a) Fuerza o violencia que se hace a una persona para obligarla a que diga o haga alguna cosa.
b) Empleo habitual de fuerza legítima que acompaña al derecho para hacer exigibles sus obligaciones y efi-
caces sus preceptos.
Es, lógicamente, a la segunda acepción a la que aquí deseamos hacer referencia pues la primera sería, en
unos casos, totalmente incomprensible e ilegal y, en otros, necesitaría de un respaldo legal que se especifica
en la segunda acepción y que la hace –en nuestro ámbito– carente de sentido.
La doctrina recoge la coacción como un hecho habitual de la Policía en su devenir profesional, pero la
somete a su vez a innumerables obstáculos que intentan atajar su uso indiscriminado y arbitrario, sometién-
dola, básicamente, a los principios básicos de actuación policial y al control jurisdiccional. Y en esta tesitura
se encuentra el principal problema de abordar esta cuestión: no puede existir una legislación que prevea, de
forma específica, el uso de la coacción –especialmente cuando obliga al uso de armas de fuego– pero, a la
vez, ha de ser controlada sobremanera para garantizar el orden público, la seguridad ciudadana, sin el cual
difícilmente podrá garantizarse la libertad.
Con estos antecedentes, sería necesario analizar la cuestión en cuatro apartados que, sin solución de
continuidad, pueden aclararlo. A saber:
1. Premisas a la coacción.
2. Señales externas indicadoras.
3. Capacitación legal para intervenir.
4. Intervención propiamente dicha.
Premisas a la coacción
Es la prevención la mejor manera de intervenir para regular los derechos y libertades de las personas.
Cabrá la reacción sólo ante dos circunstancias coligadas:
1. Alteración de la seguridad ciudadana.
2. Respaldo jurídico para el restablecimiento.
Solamente así podrán las fuerzas del Cuerpo intervenir coactivamente para restablecer el orden público
alterado y, además, siempre en base a las limitaciones legales y principios fundamentales que inspiran su
actuación, a veces inmediata y sin posibilidad de analizar todos y cada uno de los elementos del hecho en
concreto.
La coacción se fundamenta en la necesidad o en la urgencia de la intervención. Necesidad, por circuns-
tancias perentorias que obligan a la intervención; urgencia, por la necesidad de intervenir ante algo que no
puede aguardar otra solución más acorde y pacífica.
NORMATIVA HABILITANTE
CONSTITUCIÓN Y TEXTOS INTERNACIONALES
5
El artículo 15 de la Constitución española proclama que todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral y
dispone la abolición de la pena de muerte salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempo de gue-
rra.
Tal excepción para determinados delitos cometidos en tiempo de guerra fue materializada por la Ley Orgánica
13/1985, de 9 de diciembre, del Código Penal Militar. No obstante, como tal excepción constitucional, no resulta obli-
gada e imperativa sino que el legislador dispone de plena libertad para abolirla.
Conforme a ello, a la propia pauta de las legislaciones de los Estados modernos en los últimos años y al espíritu y
propósito del segundo Protocolo facultativo al Pacto Internacional relativo a los derechos civiles y políticos, de la Reso-
lución 1044 y de la Recomendación 1246, adoptados por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, el 4 de oc-
tubre de 1994, la Ley Orgánica 11/1995, de 27 de noviembre, declaró abolida la pena de muerte en el Código Penal Mi-
litar, único texto legal que la contemplaba como pena alternativa a determinados delitos cometidos en tiempo de guerra,
y suprimió todas las referencias legales a la misma, haciéndola desaparecer de nuestro ordenamiento jurídico.
4. En circunstancias en las que el empleo legítimo de la fuerza o de armas de fuego sea justificable, los fun-
cionarios encargados de hacer cumplir la Ley las emplearán con moderación y proporcionalmente al obje-
tivo legítimo que se persiga.
5. Siempre que el empleo de la fuerza o de armas de fuego sea justificable, los funcionarios encargados de
hacer cumplir la Ley procurarán minimizar los daños y respetar y proteger la vida humana.
6. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley que recurran al empleo de la fuerza o de armas de
fuego procederán de modo que se preste lo antes posible asistencia y servicios médicos a las personas
heridas.
B. Disposiciones especiales.
9. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley no emplearán armas de fuego contra las personas
salvo en defensa propia o en defensa de otras personas en caso de peligro inminente de muerte o lesio-
nes graves, o con el propósito de evitar la comisión de un delito grave que entrañe un grave peligro para
las personas o la seguridad nacional, o con el objeto de arrestar a una persona sospechosa de ese tipo de
delitos en caso de que resulten insuficientes medidas menos extremas para lograr dichos objetivos.
10. Si surge la necesidad de emplear armas de fuego, los funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley,
en la medida en que lo permitan las circunstancias, se identificarán como tales y anunciarán su intención
de emplear armas de fuego con tiempo suficiente para que se tome en cuenta la advertencia.
11. Las normas y reglamentaciones sobre el empleo de armas de fuego por parte de los funcionarios encar-
gados de hacer cumplir la Ley deben contener directrices que:
a) Especifiquen las circunstancias en las que los funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley están
autorizados a portar y emplear armas de fuego, tanto en el servicio como fuera de éste, y los tipos
de armas de fuego o municiones distribuidos oficialmente por las autoridades competentes.
b) Aseguren que las armas de fuego sean apropiadas a la situación de modo de evitar en lo posible el
riesgo de daños al público.
c) Prohíban el empleo de armas de fuego y municiones que puedan provocar lesiones no deseadas o
signifiquen un riesgo injustificado para el público.
d) Reglamenten el control, almacenamiento y distribución de armas de fuego, así como los procedi-
mientos para asegurar que los funcionarios respondan por las armas de fuego o municiones que se
les hayan entregado.
12. Los funcionarios encargados de hacer cumplir la Ley que recurran al empleo de armas de fuego en el
desempeño de sus funciones lo comunicarán inmediatamente a sus superiores».
NORMATIVA HABILITANTE
DERECHO INTERNO
«Solamente deberán utilizar las armas en las situaciones en que exista un riesgo racionalmente grave pa-
ra su vida, su integridad física o las de terceras personas, o en aquellas circunstancias que puedan suponer
un grave riesgo para la seguridad ciudadana y de conformidad con los principios a que se refiere el apartado
anterior» –congruencia, oportunidad y proporcionalidad– (art. 5.2).
Analicemos la norma. En un principio nos limita el uso (solamente), pero incluye un vocablo (deberán)
bajo el que quizás debiera entenderse “podrán”, pues habrá situaciones, como las que enumera, en que el
uso de las armas –hasta sus últimas consecuencias– no sea estrictamente necesario o, que simplemente la
exhibición o la intimidación mediante disparos, sea suficiente. Desglosamos el apartado en cinco puntos:
1. Riesgo racionalmente grave para la vida o la integridad física. Tanto propia como ajena, ha de ser
una realidad palpable y objetiva que suponga amenaza efectiva. El agente ha de estar capacitado para
afrontar situaciones límite sin necesidad de recurrir a la coacción más extrema (Barcelona Llop). Salvo
enfrentamientos con personas portadoras de otras armas de fuego de las que hagan uso, el resultado de
muerte por uso de armas de fuego no es muy aceptado por la Doctrina, que da por supuesto, además,
que el agente causante no buscaba ese resultado, sino que es consecuencia inintencional sobrevenida
eventualmente.
En conclusión, y especificando algún caso a modo de ejemplo sin pretenderlo generalizar, no se ajus-
taría a Derecho el uso efectivo del arma cuando el agresor abandona su actitud agresiva o huye sin mos-
trar tampoco agresividad con los medios armados de que dispone.
2. Grave riesgo para la seguridad ciudadana. Con el concepto de seguridad ciudadana se pretende es-
pecificar un campo bastante más amplio que el denostado por muchos autores de “orden público” o el de
“seguridad pública”. Sin intentar conceptuarlo, pues excedería del propósito de este tema, podríamos
concluir como que la seguridad ciudadana a que se refiere el art. 104.1 CE –y que no vuelve a aparecer
en nuestro ordenamiento jurídico hasta la LOPSC de 1992–, en palabras de Mª Piedad Lazuén, es «un
bien jurídico protegido constitucionalmente distinto e individualizado de otros (orden público y seguridad
pública) con los que a menudo se intenta integrar o asimilar y cuyo contenido no es otro que la protec-
ción de personas y bienes contra actos delictivos a través de la actividad prestacional encomendada por
la Constitución a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, quienes en el desarrollo de su misión, unas veces
preventiva o de vigilancia, y otras represiva y reparadora del daño causado, están legitimados por la
Constitución y por la Ley para imponer restricciones o limitaciones sobre los derechos e intereses legíti-
mos de los sujetos causantes de dicha perturbación, a fin de que el resto de los ciudadanos puedan eje-
cutar con libertad sus derechos y libertades y participar en la vida de la comunidad por los cauces esta-
blecidos», excluyendo así de la polémica las cuestiones que afectarían a la protección civil.
Retomando el tema, para hacer uso de armas de fuego en situaciones que afecten a la seguridad ciu-
dadana, aquéllas han de ser graves, es decir, que afecte objetiva y realmente a una parcela esencial de
la seguridad ciudadana. Cuestión ésta, y volvemos al mismo tema anterior, difícil de calibrar a priori y
que solamente se podrá valorar, caso a caso, tras su ocurrencia.
3. Oportunidad. El funcionario policial debe sopesar el cuándo y cómo intervenir efectivamente para facili-
tar las garantías constitucionales que tiene encomendadas. No siempre será preciso intervenir, aún más,
en algunas circunstancias será hasta contraproducente.
Las intervenciones deben ser necesarias y oportunas –convenientes–, llegando a extremos no desea-
dos sólo cuando no quepa otra alternativa para cumplir la función que la Ley otorga a las FFCCS.
4. Congruencia. Hacemos referencia aquí a la idoneidad de los medios –siempre legales– de que el Estado
nos dota para hacer frente a las distintas situaciones que se nos pueden presentar. Sin que la LOFCS re-
coja ningún desarrollo de la congruencia, entendemos que requiere apercibimiento previo (intimaciones a
que se refiere el art. 95 de la LRJAP-PAC) y dominio –pericia profesional– del medio en cuestión.
Algunos autores (Barcelona Llop), consideran que «una acción policial será congruente sin más, cuan-
do en la misma se observen, conjunta y estrictamente, la oportunidad y la proporcionalidad».
5. Proporcionalidad. Principio rector de todo el ordenamiento jurídico-público y de la potestad sancionado-
ra de la Administración (art. 131 LRJAP-PAC). Criterio decisivo de toda actuación policial y, en concreto,
quizás el más importante de la utilización de las armas de fuego.
Hemos de restablecer el orden quebrantado con el menor mal posible, es decir, no se puede inferir un
mal mayor que el que se pretende evitar. Por ejemplo, en infracciones no graves la proporcionalidad im-
pide el uso de la violencia, y más, aun siendo graves, no siempre será necesaria la violencia para atajar-
las.
La proporcionalidad es la exigencia de una adecuación entre los medios empleados y los fines perse-
guidos, por lo que dependerá de las circunstancias que concurran en cada supuesto, teniendo presente la
máxima de causar el menor daño posible.
Referido al uso de armas de fuego, viene directamente relacionada con el derecho a la vida, bien su-
premo e incuestionable de nuestro ordenamiento jurídico –y moral de toda la raza humana, añadiríamos–
que, salvo casos excepcionales, su utilización debe ir dirigida a neutralizar, nunca a matar.
Es necesario decir también que, en ningún momento, perece la obligación policial de poner a los pre-
suntos delincuentes a disposición judicial, ni siquiera en los casos de riesgo muy grave para la seguridad
ciudadana o para la persona del funcionario policial o de terceros.
Código Penal
Los principios que acabamos de ver de oportunidad, congruencia y proporcionalidad nos introducen nece-
sariamente en la legítima defensa y el obrar en cumplimiento de un deber que recoge nuestro Código Penal
como circunstancias que eximen de la responsabilidad criminal.
Antes de entrar en materia, podríamos proceder a la lectura de algunos artículos de la Ley Orgánica en
cuestión:
«El error invencible sobre un hecho constitutivo de la infracción penal excluye la responsabilidad criminal.
Si el error, atendidas las circunstancias del hecho y las personales del autor, fuera vencible, la infracción
será castigada, en su caso, como imprudente.
El error sobre un hecho que cualifique la infracción o sobre una circunstancia agravante, impedirá su
apreciación.
El error invencible sobre la ilicitud del hecho constitutivo de la infracción penal excluye la responsabilidad
criminal. Si el error fuera vencible, se aplicará la pena inferior en uno o dos grados» (art. 14 CP).
«Están exentos de responsabilidad criminal: 4.º El que obre en defensa de la persona o derechos propios
o ajenos, siempre que concurran los requisitos siguientes:
Primero. Agresión ilegítima. En caso de defensa de los bienes se reputará agresión ilegítima el ataque a
los mismos que constituya delito o falta y los pongan en grave peligro de deterioro o pérdida inminentes. En
caso de defensa de la morada o sus dependencias, se reputará agresión ilegítima la entrada indebida en
aquélla o éstas.
Segundo. Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla.
Tercero. Falta de provocación suficiente por parte del defensor.
7.º El que obre cumpliendo de un deber o en el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo» (art. 20
CP).
Así, cuando se emplean las armas conforme a los criterios descritos siempre suele existir ausencia de an-
tijuricidad penal en la conducta del funcionario, pues, según Welzel, «a las normas prohibitivas se oponen en
ciertos supuestos disposiciones permisivas que evitan que la norma general se presente como deber jurídico
en casos concretos y que, por ello, hacen posible que la descripción típica se convierta en lícita».
Legítima defensa. Entendiendo como tal solamente la necesaria para repeler una agresión injusta co-
ntra bienes propios o ajenos.
La agresión ilegítima se producirá al existir un ataque físico, grave, real y efectivo, actual o al menos
inminente, e ilegítimo, que lesiona o pone en peligro a bienes jurídicamente protegidos.
Existe necesidad racional del medio empleado para impedir o repeler la agresión ilegítima cuando
nos encontramos ante una situación que de no mediar la adecuada intervención reactiva por parte del agre-
dido, la agresión alcanzaría sus propósitos (necesidad de defensa) y, cuando se usa, con respecto al medio,
una racionalidad (entiéndase «proporcionalidad») creencia conforme a la razón teniendo en cuenta la situa-
ción anímica del que se defiende, que en ocasiones no podrá determinar fría y racionalmente el medio de-
fensivo más adecuado en relación con los medios ofensivos de quien le ataca y que, no siempre será de apli-
cación en nuestro caso, simplemente por el hecho de estar obligados a ponderar las diversas situaciones por
razones profesionales.
Bajo la falta de provocación suficiente por parte del defensor, debemos entender la exigencia de
que el que se defiende no haya incitado anteriormente al agresor, despertando en él la agresividad latente
en todo ser humano.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo determina por provocación suficiente la que produce, en la mayor
parte de las personas, una reacción agresiva semejante, considerándola así como bastante y adecuada para
originar la agresión y que, además, ha de ser inmediata.
Cumplimiento de un deber. Otra causa de exención de responsabilidad, es un enfrentamiento de debe-
res que sucede al realizar una conducta punible prevista en la Ley que, otra norma, exige que se haga.
Tenemos el deber jurídico de intervenir en defensa de la legalidad y de la seguridad ciudadana, previ-
niendo la comisión de hechos delictivos y en su caso poniendo a disposición judicial a los autores de los deli-
tos y en caso necesario utilizando las armas de fuego pero sin extralimitaciones ni excesos de celo o abusos.
Se nos pueden dar dos casos de abuso de la fuerza en los que esta eximente no operará:
a) Exceso extensivo. Falta de necesidad de aplicar algún tipo de fuerza. La eximente no se aplica.
b) Exceso intensivo. Cuando siendo necesario cierto grado de fuerza, no corresponda con la cantidad o clase
usada. Se aplicará la eximente incompleta.
El Tribunal Supremo viene exigiendo las siguientes conductas para apreciar esta eximente (STS
23.02.1988):
1. Que se trate necesariamente de autoridad o de sus agentes (el sujeto activo).
2. Que dicha autoridad o sus agentes se hallen en el ejercicio de la función pública a ellos encomendada, es
decir, cumpliendo unos deberes que su cargo les impone.
3. Que su comportamiento violento y el uso de la fuerza sean necesarios, entendiéndose la necesidad para
la acción, cuando sea racionalmente imprescindible, con la consiguiente limitación implícita de la menor
lesividad posible para conseguir el cumplimiento de la misión que le corresponde desempeñar, distin-
guiendo la doctrina entre la necesidad de la violencia en abstracto y en concreto, la cual equivale a la
idoneidad del medio, específicamente utilizado, de tal forma que si falta la necesidad abstracta del em-
pleo de la fuerza, no podrá operar ni como eximente completa, ni como incompleta, y si falta la necesi-
dad en concreto, podrá aplicarse como eximente incompleta.
4. Gravedad intrínseca del hecho, de tal forma que si la transgresión no era especialmente trascendente, no
se podrá calificar la actuación de la autoridad o sus agentes como ajustada a derecho, si bien no habien-
do la debida proporción entre el mal producido o asegurado y el medio empleado para prevenirlo, cabe la
aplicación de la eximente incompleta.
5. Que se produzca resistencia por parte de la víctima, por lo que en los casos del trasgresor que huye, si la
autoridad o sus agentes, tras previas intimidaciones, hacen uso de las armas de fuego, sólo cabe hablar
de legitimación, cuando concurre ausencia de otros medios y el delito cometido era de gravedad y capital
importancia.
También es parecer del Tribunal Supremo que «la utilización imperita del arma con resultado letal hace
que la actuación quede situada fuera del campo protegido por la circunstancia eximente de obrar en el cum-
plimiento de un deber ya que al hacer uso del medio de fuerza elegido, ciertamente justo, infringió elemen-
tales normas de pericia y cuidado ya que patentiza una insólita pericia, o una actuación descuidada e irre-
flexiva con ofuscación y falta de serenidad, que mal se compagina con la profesionalidad exigible a un servi-
dor del orden y que atrae sobre su conducta una imputación culposa merecedora del adjetivo de temeraria».
No obstante, al obrar en el ejercicio de las funciones del cargo y ser necesario el uso de la violencia, me-
diando la creencia de encontrarse ante una situación grave de peligro inminente, puede dar lugar a la apre-
ciación de la eximente putativa de cumplimiento del deber, aunque exista exceso en la actuación del agente
de la autoridad en relación con la forma en que objetivamente ocurrieron los hechos que motivaron tal si-
tuación, por error invencible sobre los presupuestos de hecho de una causa de justificación.
1.4. Si el agresor continúa o incrementa su actitud atacante, a pesar de las conminaciones, se debe
efectuar por este orden, disparos al aire o al suelo, para que deponga su actitud.
1.5. En última instancia, ante el fracaso de los medios anteriores, o bien cuando por la rapidez, violen-
cia y riesgo que entrañe la agresión no haya sido posible su empleo, se debe disparar sobre partes
no vitales del cuerpo del agresor, atendiendo siempre al principio de que el uso del arma cause la
menor lesividad posible.
1.6. Sólo en supuestos de delito grave, los miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Esta-
do, ante la fuga de un presunto delincuente que huye, deben utilizar su arma de fuego, en la forma
siguiente:
a) Disparando únicamente al aire, o al suelo, con objeto exclusivamente intimidatorio (previas las
conminaciones y advertencias de que se entregue a la Policía o Guardia Civil) para lograr la de-
tención, teniendo, previamente, la certeza de que con tales disparos, por el lugar en que se rea-
licen, no pueda lesionarse a otras personas y siempre que se entienda que la detención no pue-
de lograrse de otro modo.
b) Disparando, en última instancia, a partes no vitales del cuerpo del presunto delincuente, siem-
pre que concurran todas y cada una de las circunstancias anteriores, cuando le conste al agente
de la autoridad, además de aquellas, la extrema peligrosidad del que huye por hallarse provisto
de algún arma de fuego, explosivos, o arma blanca susceptible de causar grave daño, siempre
teniendo en cuenta el lema de la menor lesividad posible y el de que es preferible no detener a
un delincuente que lesionar a un inocente.
SEGUNDO. Instruir a los alumnos de todas las Academias de formación dependientes de esta Dirección
de Seguridad sobre los extremos anteriormente expuestos, poniendo en marcha programas en los que tanto
teórica como prácticamente se analicen supuestos que obliguen a decidir sobre el empleo del arma en con-
troles, manifestaciones, identificación de personas, registros, conducciones de presos o detenidos, fugas de
delincuentes u otros hechos similares que presente la práctica del servicio.
La instrucción policial de estos contenidos será un objetivo prioritario en la formación del alumno, dedi-
cando a tal fin cuanto tiempo sea necesario para que se tenga un elevado grado de seguridad de que se han
adquirido y asimilado los conocimientos necesarios.
6
Entiéndase guardias civiles durante su período de prácticas.
7
En la actualidad, el protocolo de seguimiento de guardias en prácticas.
se trate de una situación de las que la Ley de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y los principios de deonto-
logía profesional obligan a intervención del miembro del Cuerpo.
Bajo esta perspectiva, caben idénticas disyuntivas y medidas que las planteadas para el supuesto de
utilización de armas durante el servicio, con la diferencia de que el juicio valorativo en cuanto al estable-
cimiento y exigencias de las oportunas responsabilidades debe ser, si cabe, aún más riguroso que en los
supuestos anteriores.
6. Las normas anteriores, circulares al respecto de la Secretaría de Estado y escritos de la Dirección General
serán objeto de comentario y explicación pormenorizada una vez cada quince días en las Academias Dia-
rias que, en ese caso, serán impartidas por los Capitanes de Compañía o por un oficial en el caso de Uni-
dades reunidas.
7. La necesidad de que esta Subdirección tenga información adecuada en la que sustentar sus valoraciones
sobre el grado de cumplimiento y eficacia de la norma que se establece, así como el hecho de que bas-
tantes de las iniciativas se encuentran atribuidas competencialmente a los Generales de Zona, hacen ne-
cesario establecer el siguiente procedimiento:
Las noticias puntuales y urgentes sobre hechos que se produzcan en este ámbito serán dirigidas a la
Secretaría Técnica de la Subdirección General (Sección de Recursos Humanos –SRH) y a las Secciones de
Personal de las Zonas. Se incluirán en ellas las medidas inicialmente adoptadas.
Las investigaciones que se ordenen, una vez practicadas, serán enviadas a la SRH de esta Subdirec-
ción General, a través de las Secciones de Personal de las Zonas, donde quedará copia. Se elaborará un
solo expediente por cada hecho, aun cuando en el mismo participen varias personas. Se incluirá en cada
expediente la valoración realizada por el General Jefe de la Zona y, en su caso, la resolución adoptada.
Las resoluciones disciplinarias que se adopten como consecuencia de las anteriores investigaciones
seguirán idénticos destinos que estas últimas.
El expediente se considerará completo en el momento en que al mismo se aporte la resolución disci-
plinaria firme sobre el asunto.
También se remitirá copia de las resoluciones judiciales que recaigan sobre estos hechos, teniendo en
cuenta que, en general, no ponen fin al expediente que tratamos ya que en sí mismas pueden ser gene-
radoras de responsabilidades disciplinarias.
Estas normas se cumplirán con independencia de los trámites a seguir en el procedimiento disciplina-
rio derivados de la Ley Orgánica de Régimen Disciplinario de la Guardia Civil, o impuestos o que lleguen a
imponerse por la Subdirección General de Personal.
TRIBUNAL SUPREMO: JURISPRUDENCIA SOBRE USO DE ARMAS POR PARTE DE LAS FFCCS. OTRAS
SENTENCIAS
Del análisis de la Jurisprudencia pueden reseñarse los siguientes aspectos relacionados con la utilización
de las armas de fuego por parte de los funcionarios policiales:
1. Consideración de experto en armas del funcionario policial.
2. Apreciación serena de las circunstancias para llevar a cabo el uso de armas de fuego.
3. Consideraciones sobre «personas que huyen» y situaciones de fuga.
4. Obligación de causar la menor lesividad posible.
Apreciación serena de las circunstancias para llevar a cabo el uso de armas de fuego
«Los componentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado deben desarrollar un especial cui-
dado en la utilización de las armas de fuego al hacer frente a las muy diversas situaciones ante las que pue-
den encontrarse en el desempeño de sus funciones. Esta atención y cuidado debe ser especialmente ponde-
rado cuando el uso de armas se realiza en la vía pública por el riesgo añadido que entraña para los ocasio-
nales viandantes. La utilización de las armas de fuego para detener a una persona sospechosa de haber
cometido un hecho delictivo debe hacerse ajustándose a parámetros de adecuación y proporcionalidad, pon-
derando todas las circunstancias concurrentes en cada caso. Esta variedad de situaciones obliga a un análi-
sis pormenorizado del caso evitando generalizaciones indeseables» (STS 16.11.1994).
¿DISPAROS FORTUITOS?
El adjetivo «fortuito» no describe exactamente estas conductas. Fortuito (que sucede inopinada y ca-
sualmente) indica la intervención del azar y éste interviene en muy pocos casos de los que nos ocupan en
estas páginas. El arma se suele manipular de forma inapropiada con anterioridad a la producción del dispa-
ro: lúdicamente unas veces; sin atención, otras; también olvidando las normas más elementales de la segu-
ridad de las armas y, en general, por conductas que han adquirido el calificativo de «automáticas», por hábi-
tos mal adquiridos y no plenamente conscientes, por lo que el sujeto no prevé los resultados o contingencias
de su conducta.
Sin embargo se viene aceptando universalmente el concepto de «disparo fortuito» a lo que verdadera-
mente podríamos llamar accidente con arma de fuego.
NECESIDAD DE LA PREVENCIÓN
Reiterando lo anterior, en estas páginas se pretenden exponer algunos de los resultados de estudios ob-
tenidos a lo largo de una serie de años, relativamente recientes, que el Servicio de Psicología y Psicotecnia
de la Guardia Civil ha llevado a cabo sobre el tema.
No cabe repetir la importancia del asunto, en primer lugar por la desgraciada pérdida de vidas humanas
que conlleva, propias y ajenas, algunas veces de menores, así como por su influencia sobre la moral de los
integrantes de esta Institución y su trascendencia en la prensa y medios de comunicación, que daña la bue-
na imagen del Cuerpo en general.
A estos dos puntos principales habría que añadir además, la sensación de poca profesionalidad que deja
en el afectado y en su círculo próximo, tanto familiar como de servicio y las importantes consecuencias judi-
ciales y económicas que le puede ocasionar.
No se pretende exponer una serie de recetas a seguir sino al contrario, motivar y concienciar a los Guar-
dias Civiles en la resolución de este problema con su libre iniciativa y mejor conocimiento de las situaciones
reales en que estos accidentes se producen.
ANÁLISIS
Autoría
Suelen darse los accidentes con armas de fuego en el siguiente porcentaje aproximado, referido princi-
palmente a empleos:
Guardias civiles 87,33 %
Cabos 6,16 %
Suboficiales 4,45 %
Oficiales 1,37 %
Familiares 0,68 %
Otros 0,69 %
Edad
Quizás sea el dato más significativo. Aunque se producen accidentes en todas las edades, el 30,63% ha
sido causado por sujetos con edades comprendidas entre los 18 y 21 años y prácticamente el 50% del total
sucede entre los 18 y 25 años.
Existe, como en toda accidentabilidad en general, un ligero aumento del número de casos alrededor de
los 35 años, que disminuye nuevamente y se mantiene constante hasta la terminación de la vida profesio-
nal.
Antigüedad
Viene distribuida de forma similar a la de la edad, siendo la media de los años de servicio del grupo estu-
diado de 6,92. Es de destacar, no obstante, que el mayor número de casos (50,27%) se produce en los tres
primeros años de servicio.
Unidad de destino
Prácticamente se ha producido algún accidente en todas las Comandancias sin excepción así como en la
mayoría de las restantes Unidades. Suele ser mayor en aquellas Comandancias con una «mayor conflictivi-
dad», aunque los porcentajes de éstas parece que van descendiendo a la media general.
Hora de ocurrencia
Existen dos períodos claramente definidos en los que se producen la mayoría de los accidentes. Corres-
ponden a las horas comprendidas entre las:
21,00 y 23,00 horas.
11,00 y 14,00 horas.
Mes
La distribución de los accidentes por meses resulta también muy irregular, aparecen máximos en los de
noviembre, mayo y octubre, y mínimos en junio, julio y agosto. En conjunto, el mayor número de casos se
acumula en el 4.º trimestre (35%).
Parece por tanto existir una cierta tendencia entre la producción de accidentes en relación con la época
estacional, que podría derivarse de la influencia de la temperatura ambiente en facilitar o entorpecer el ma-
nejo de las armas. Sin embargo, dada la diversidad de climas dentro del territorio nacional, sería aventurado
afirmarlo de forma categórica.
Día de la semana
Aparece el lunes como día de mayor incidencia (23,57%), con un incremento notable a la mitad de la
semana (jueves). Distribución ésta que coincide plenamente con las de los estudios existentes sobre acci-
dentabilidad en general8.
Clase de arma
Aproximadamente el 65% de los accidentes se ha producido con arma corta (tanto oficial como particu-
lar), existiendo una tendencia al aumento del resto de armas de dotación.
Servicio
El mayor número de accidentes (57%) tiene lugar en los momentos libres de servicio, que viene a con-
firmar lo expuesto en apartados anteriores (lugar, horas, causas, etc.).
CAUSAS
No resulta fácil determinar la causalidad que motiva estos accidentes. No obstante, se han podido clasifi-
car las siguientes situaciones:
Limpiando el arma 30,05 %
Comprobando su estado 14,45 %
Enfundando o desenfundando 10,98 %
Accionar el disparador de forma inconsciente 10,98 %
Efectuando movimiento extraños 9,25 %
Por caída del arma 9,25 %
Jugando o curioseando el arma 9,24 %
Al dejar o tomar el arma 3,47 %
Es de destacar que en el 30% de los casos aparece la limpieza de las armas, cifra que podría incluso
verse incrementada si se tiene en cuenta que entre las restantes situaciones hay varios conceptos (compro-
bar su estado, dejar o tomar el arma, efectuar movimientos extraños...) que pueden relacionarse con la
limpieza en sí, bien en su fase preparatoria o terminal, lo que supondría un total del 70% aproximadamente.
Mención aparte merecerían los accidentes producidos por conductas lúdicas.
8
La mayor incidencia de los lunes que se registra en todos los estudios sobre accidentalidad la explican algunos autores
por la reducción de la eficiencia de la coordinación neuromuscular durante el fin de semana, es decir, en los lunes se
produciría periódicamente una nueva fase de adaptación al trabajo de mayor intensidad que en los restantes días de la
semana.
La aparición de un segundo máximo a mitad de la semana, jueves o viernes, por la aparición de un estado de agita-
ción, o inquietud, al anticipar el placer del fin de semana y/o acumulación de la fatiga.
RESUMEN
Como consecuencia de lo expuesto, sin una pretensión de abarcar el conjunto de los casos ocurridos, si
se combinan los mayores tantos por ciento de las variables descritas se podría representar la siguiente si-
tuación tipo como causante de gran número de accidentes con armas de fuego: «con arma corta… por suje-
tos de 18 a 25 años… dentro de los tres primeros años de servicio… al limpiar el arma… en el lugar de des-
canso habitual… entre las 11,00 y 14,00 horas y 21,00 y 23,00… generalmente los lunes y… fuera de servi-
cio».
CONSIDERACIONES FINALES
En orden a conseguir una disminución de la tasa actual de accidentes, como medidas preventivas y sin
tener en cuenta otras muchas ya expresadas en páginas anteriores o comentadas a viva voz, se sugieren:
BIBLIOGRAFÍA
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Actitud profesional. Academia de Promoción de la Guardia Civil. San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
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Hübner, S.F. Tiros de combate y defensa personal. Nuevas técnicas de tiro de policía. Ediciones Técnicas REDE
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Vázquez de Prada Sanz, J.M., Torquemada Benito, F., Pino Valeros, P. Técnica de tiro. Guardia Civil (Centro de
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Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, reguladora de los estados de alarma, excepción y sitio.
Ley Orgánica 9/1983, de 15 de julio, de Derecho de Reunión, modificada por Ley Orgánica 9/1999, de 21 de abril.
Ley Orgánica 13/1985, de 9 de diciembre, del Código Penal Militar.
Instrucción –Secretaría de Estado para la Seguridad–, de 18 de marzo de 1987, sobre alteraciones de orden.
Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, sobre Protección de la Seguridad Ciudadana, modificada por Ley 10/1999,
de 21 de abril.
Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal y modificaciones posteriores.
Ley Orgánica 4/1997, de 4 de agosto, por la que se regula la utilización de videocámaras por las Fuerzas y Cuerpos
de Seguridad en lugares públicos.
Ley Orgánica 11/2003, de 29 de septiembre, de medidas concretas en materia de Seguridad Ciudadana, violencia
doméstica e integración social de los extranjeros.
Ley 85/1978, de 28 de diciembre, de Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas.
Orden –Ministerio de Interior– de 8 de junio de 1978, por la que se regula la asistencia a reuniones y manifestacio-
nes.
Instrucción –Dirección de la Seguridad del Estado– sobre utilización de armas de fuego por miembros de los Cuer-
pos y Fuerzas de Seguridad del Estado (abril 1983).
Instrucción particular 1/1984, de la Dirección General de la Guardia Civil sobre normas de conducta.
Escrito de la Subdirección General de Operaciones, de fecha 4 de octubre de 2002, mediante el que se dictan normas
para el uso de aerosoles de defensa personal.
Orden General número 12, de 20 de julio de 2006, sobre Organización de la Agrupación de Reserva y Seguridad
(ARS).
Extracto de las Normas complementarias sobre instrucción en el uso de armas de fuego en los Centros docentes de
formación (Escrito de la Subdirección General de Personal de fecha 24.01.2007).