Lectura 1-Amor A Ala Sabiduria
Lectura 1-Amor A Ala Sabiduria
Lectura 1-Amor A Ala Sabiduria
LECTURA N. 1
"AMOR A LA SABIDURIA"
"Desde el momento mismo en que supe que iba a dirigiros la palabra hoy,
comencé a buscar un tema que resultase de algún interés para todos y cada uno de
vosotros. Estamos aquí reunidos –estudiantes y profesores– representantes de las
más diversas ramas del saber (...).
Estoy consciente del hecho de que las definiciones no siempre son necesarias,
y quizá ni siquiera posibles. Pero desde los viejos tiempos de Sócrates todos sabemos
que, incluso cuando no son necesarias siempre son útiles. Y pudiera añadirse que,
incluso cuando no es posible formular una definición es, sin embargo, provechoso
intentar hacerlo. Especialmente aquí, puesto que no es extraña a los profesores
encontrar (sobre todo entre sus mejores alumnos) jóvenes que viven en la triste
desesperanza de que nunca alcanzarán el maravilloso ideal que, a su juicio, algunos
de sus profesores encarnan.
Tal error tiene su origen primario en la popular idea falsa de que un erudito es
un hombre que lo sabe todo. Mientras más ignorantes son las gentes, más se inclinan
a creer que hay hombres en posesión del conocimiento universal. Por supuesto, basta
entrar a la biblioteca Widener4 y mirar al catálogo, para curarse radicalmente de esa
enfermedad. Por tanto no considero ocuparme por más tiempo de este punto de vista.
Me gustaría insistir, sin embargo, en una forma más refinada del mismo error,
que es bastante común entre los estudiantes. Cuando estaba en el sur de Francia
hace unas semanas, pensando ya en lo que habría de decirles, me llamó la atención el
siguiente aviso a la puerta de una tienda: "Para cualquier cosa relacionada con
automóviles, pregúntenos. Nosotros lo sabemos".
Comencé a pensar, entonces, que algunos jóvenes tienen una concepción del
erudito que lo hace parecerse mucho a aquel tendero. Realmente yo no puedo hablar
en nombre de otras ramas de estudio, pero estoy al menos obligado a decir que si la
erudición es algo parecido a eso, no hay erudición posible en mi propia línea de
trabajo. Si se me invitara a clavar en mi puerta un aviso que dijera: "Para cualquier
cosa relacionada con la Filosofía Medieval, pregúnteme. Yo lo sé", me sentiría
obligado a rechazar tan halagüeña invitación. Lo único que me aventuraría a añadir es
este breve consejo: dondequiera que
Así como un erudito no es un hombre que sepa todo en general, así tampoco
es un hombre que lo sepa todo en su propia línea de trabajo. Es un hombre que
conoce prácticamente todo lo que, al presente, puede conocerse en su campo, que se
da cuenta de su propia ignorancia y que trabaja muy duro para disminuirla.
Casi he terminado, pero lo más difícil de decir aún no ha sido dicho. Como en
las operaciones quirúrgicas dolorosas, trataré de ser muy breve y de finalizar tan
rápidamente como sea posible. Hay una receta segura para captar la atención y ganar
el corazón de los jóvenes modernos; a saber, invitarlos a la demolición de los viejos
códigos y de los ídolos antiguos. Si uno les dice que son espíritus completamente
libres ante un mundo totalmente nuevo, y añade –si se quiere– que tienen el derecho –
peor, el deber– de pisotear todas las viejas pautas de conducta y del saber, y de echar
las bases de nuevas pautas, es muy probable que uno gane su aprobación.
Es verdad que existió una vez la superstición de que todo lo viejo era verdad;
pero ahora sufrimos la contraria y no menos peligrosa superstición de que todo lo viejo
es falso y todo lo nuevo es verdad. De hecho, el tiempo no tiene nada que ver con la
verdad. Una verdad nueva puede y debe reemplazar viejos errores, pero no puede
reemplazar viejas verdades. Si bien vosotros tenéis el derecho de decir que nada es
verdad hasta que haya llegado a serlo para vosotros, eso no quiere decir que sea
verdad porque se haya convertido en vuestra propia verdad; al contrario, tuvo que
convertirse en vuestra propia verdad porque era, es o será verdad para toda mente
humana capaz de captarla.
Fue una gran tontería que algunos medievales creyeran que todo lo que
Aristóteles había dicho era verdad, simplemente porque lo había dicho él, pero ¿no
sería igualmente o quizás más tonto aún creer que todo lo que Aristóteles dijo es falso,
porque lo dijo cuatro siglos antes de Cristo? Cuando leo en su Ética que la justicia es
el principio supremo y directivo de la vida social, o que el conocimiento científico es la
forma más elevada de actividad humana, ¿tengo que decir –para ser original– que la
injusticia es el tipo ideal de vida social, y que manejar automóviles es la forma más
perfecta de actividad humana?