Poemas Sra Puff

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Autores

Ruben Dario
Madrigal Exaltado
¡Dies irae, dies illa!
¡Solvet seclum in favilla
cuando quema esa pupila!

La tierra se vuelve loca,


el cielo a la tierra invoca
cuando sonríe esa boca.

Tiemblan los lirios tempranos


y los árboles lozanos
al contacto de esas manos.

El bosque se encuentra estrecho


al egipán en acecho
cuando respira ese pecho.

Sobre los senderos, es


como una fiesta, después
que se han sentido esos pies.

Y el Sol, sultán de orgullosas


rosas, dice a sus hermosas
cuando en primavera están:
¡Rosas, rosas, dadme rosas
para Adela Villagrán!

En este poema se ponen a contemplar la belleza de la naturaleza para después contemplar el


amor que el autor plasma hacia Adela Villagrán

LO FATAL

A René Pérez.

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,


y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,


y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!

Habla de la muerte. Habla de la vida. Las contrapone. Es el grito del deseo de la muerte y el
miedo a morir. El yo poético toma como dichosa la piedra por no sentir, pues no hay más
martirio, más pesadumbre, que ser conscientes de la vida, del sentimiento de vivir.

Jose Marti
Poema XI – La niña de Guatemala

Quiero, a la sombra de un ala,


contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;


y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda…

Ella dio al desmemoriado


una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas


obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores…

Ella, por volverlo a ver,


salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,


al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!…

Se entró de tarde en el río,


la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,


la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,
me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver
a la que murió de amor.

Una muerte que se da por un amor no correspondido, y porque el “desmemoriado” no toma en


serio el sentir de la niña. No la considera capaz de amar realmente. Lo que se opone en este
poema es un amor divinizado, idealizado, con un amor real, carnal, que lleva la niña hasta el
suicidio por la incomprensión en primer lugar, del enamorado.

En ti pensaba, en tus cabellos

En ti pensaba, en tus cabellos


que el mundo de la sombra envidiaría,
y puse un punto de mi vida en ellos
y quise yo soñar que tú eras mía.

Ando yo por la tierra con los ojos


alzados -¡oh, mi afán!- a tanta altura
que en ira altiva o míseros sonrojos
encendiólos la humana criatura.

Vivir: -Saber morir; así me aqueja


este infausto buscar, este bien fiero,
y todo el Ser en mi alma se refleja,
y buscando sin fe, de fe me muero.

El autor plasma los deseos que este tiene con poder encontrar el amor de una persona con la que
solamente piensa estar pero que con la que no está.
Gabriela Mistral
Besos

Hay besos que pronuncian por sí solos


la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles


hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,


hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran


una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios


que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas


por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa


en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita


el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.
Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso


llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;


cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso


te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos


son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

A través de este poema, en el que los besos son el tema principal del mismo, se muestra
un camino, una imagen, toda una declaración de lo que significa el amor para el poeta,
en este caso poetisa.

Adiós
En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!

José Asunción Silva


MARIPOSAS
En tu aposento tienes,
En urna frágil,
Clavadas mariposas,
Que, si brillante
Rayo de sol las toca,
Parecen nácares
O pedazos de cielo,
Cielos de tarde,
O brillos opalinos
De alas süaves;
Y allí están las azules
Hijas del aire,
Fijas ya para siempre
Las alas ágiles,
Las alas, peregrinas
De ignotos valles,
Que como los deseos
De tu alma amante
A la aurora parecen
Resucitarse,
Cuando de tus ventanas
Las hojas abres
Y da el sol en tus ojos
Y en los cristales!

Este poema busca la perfección resaltándola en las mariposas y la forma en la que estas
vuelan y existen.

A la manera

Asómate a mi alma
en momentos de calma,
y tu imagen verás, sueño divino,
temblar allí como en el fondo oscuro
de un lago cristalino.

Indica que un alma no es más que el reflejo oscuro o cristalino de cada persona sea
buena o mala.

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